Kuhn - La Tension Esencial

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THOMAS S. KUHN. ! : t\ . ¡¡ ' : H'i. ii(l ,< :ih·1 ,:¡ LA TENSIÓN ESENCIAL Estudios selectos sobre la tradición y el cambio en el ámbito de la ciencia CONACYT ••• ••••••• •••••••• ··=•·:. ·.·:····· ••• •• D FONDO DE CULTURA ECONÓMICA MÉXICO a edición en inglés, 1977 a edición en español, 1982 nda reimpresión, 1996 'se' publica con el patrocinio del "lacional de Ciencia y Tecnología de México iginal !inl Tension. Selectccl Studics !ic Tradition and Change 'he U11ivt1.,itv ofChitatro > por thc lJnÍvcrsity ol Pn·" !6-45805-9 l82, FONDO DE CuLTuRA EcÓNóMICA l87, FONDO DE CyÚÚAA ECÓNÓMICA, S. A .. DE C. V. l96, FONDO DE CULTURA ECONÓMICA Picacho-Ajusco 227; i 4200 México, D. F . 8-16-1 100-4 n México 12,S

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Sobre Thomas Kuhn y la Tensión Esencial.

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  • THOMAS S. KUHN. ! : t\ . ' : H'i. ii(l ,< :ih1 .'~H;i: ,:

    LA TENSIN ESENCIAL Estudios selectos sobre la tradicin

    y el cambio en el mbito de la ciencia

    CONACYT

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    FONDO DE CULTURA ECONMICA MXICO

    a edicin en ingls, 1977 a edicin en espaol, 1982 nda reimpresin, 1996

    'se' publica con el patrocinio del "lacional de Ciencia y Tecnologa de Mxico

    iginal !inl Tension. Selectccl Studics !ic Tradition and Change 'he U11ivt1.,itv ofChitatro > por thc lJnvcrsity ol

  • IX. LA TENSIN ESENCIAL: TRADICIN E INNOVACIN EN LA INVESTIGACIN CIENTCFICA*

    ESTOY muy agradecido por la invitacin que se me hizo de participar en esta importante conferencia, y la interpreto como prueba de que los estudiantes de la creatividad son sensibles a los enfoques divergentes que tratan de identificar en los dems. Sin embargo, no ab1igo grandes esperanzas sobre el resultado de este experimento conmigo. Como la mayora de ustedes sabe, no soy psiclogo, sino ms bien un ex fsico que trabaja ahora en la historia de la ciencia. Quiz mi inters por la creatividad no sea menor que el de ustedes, pero s son muy diferentes mis objetivos, mis tcnicas y mis fuentes, a tal grado que no estoy muy seguro de cunto tengamos, o deberamos tener, .que decirnos unos a otros. Estas reservas no implican una excusa; ms bien, apun-tan hacia mi tesis central. En las ciencias, como indicar ms ade-lante, es preferible emplear lo mejor que se pueda las herramientas de que se dispone, que detenerse a contemplar los enfoques divergentes.

    Si una persona de mis antecedentes e intereses tiene algo pertinente que exponer en esta conferencia, no ser acerca de los intereses centrales de ustedes: la personalidad creativa y su identificacin precoz. Pero, implcita en los numerosos artculos de trabajo distri-buidos a los participantes de esta conferencia; hay una imagen del proceso de la ciencia y del cientfico; tal imagen condiciona muchos de los experimentos que ustedes harn y tambin las conclu-siones que extraern; y acerca de ello es muy posible que el fsico-historiador s tenga algo que decir. Aqu me limitar a un aspecto de esta imagen, el cual est condensado como sigue en uno de los artcu-los de trabajo: el cientfico bsico "debe carecer de prejuicios, al grado de que pueda observar los hechos o conceptos 'evidentes por s mis-mos' sin que forzosamente tenga que aceptarlos y, a la inversa, debe dar rienda suelta a su imaginacin para que sta juegue con las posibilidades ms remotas" (Selye, 1959). En el lenguaje ms tcnico

    * Reimpreso con autorizacin de Tlze Tlzird ( 1959) University of Utalz Resemclz Conference on the Identificaton of Scientific Tlent, C. W. Taylor, compilador (Salt Lake City: University ofUtah Press, 1959), pp 162-74. Cop)Tight 1959 ele la University of Utah.

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    de otros de los artculos de trabajo (Getzels y Jackson), se repite este aspecto de la imagen subrayando el "pensamiento divergente, ... la libertad de partir en direcciones diferentes, ... rech

    1a:?ando la solucin

    antigua y tomando una direccin nueva". Estoy convencido de que es enteramente correcta esta descripcin ,

    del "pensamiento divergente" y la bsqueda concomitante de quienes son capaces de tenerlo. Todo trabajo cientfico est caracterizado por algunas divergencias, y en el corazn de los episodios ms importantes del desarrollo cientfico hay divergencias gigantescas. Pero tanto mi propia expe1iencia en la investigacin cientfica como mis lecturas de la historia de las ciencias hacen que me pregunte si no se insiste demasiado en la flexibilidad y la imparcialidad como caractersticas indispensables para la investigacin bsica. Por eso, sugerir ms adelante que algo as como el "pensamiento convergente" es tan esencial como el divergente para el avance de la ciencia. Como estos dos modos de pensar entran inevitablemente en conflicto, se infiere que uno de los requisitos primordiales para la investigacin cientfica de la mejor calidad es la capacidad para soportar una tensin que, ocasionalmente, se volver casi insoportable.

    En otra parte, estoy estudiando estos asuntos desde una perspectiva ms bien histrica, recalcando la importancia de las "revoluciones"1

    para el desarrollo de la ciencia. Son stas episodios -ejemplificados en su forma extrema y fcil de reconocer por el advenimiento del copernicanismo, el darwinismo, el einsteinianismo- en que una co-munidad cientfica abandona la manera tradicional de ver el mundo y de ejercer la ciencia a favor de otro enfoque a su disciplina, por lo regular incompatible con el anterior. En el borrador de dicho estudio, argumento que el historiador se encuentra constantemente muchos episodios revolucionarios de estructura semejante, aunque ms pe-queos, y que stos son vitales para el avance cientfico. Contraria-mente a la impresin que prevalece, la mayora de los descubrimientos y las teoras nuevas en las ciencias no son meras adiciones al acopio existente de conocimientos cientficos. Para asimilar unos y otras, el cientfico debe reorganizar su equipo intelectual e instmmental en que ha venido confiando, y descartar algunos elementos de su credo y prctica anteriores hasta encontrar nuevos significados y nuevas rela-ciones entre muchos otros. Ya que, para asimilarlo a lo nuevo, lo antiguo debe ser revalorado y reordenado, en las ciencias el descubr-

    , The Structure of Scientific Revolutons (Chicago, 1962). [La estructura de las revoluciones cientficas, Mxico, FCE, 1971.] [ Z6

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    miento y la invencin suelen ser intrnsecamente revolucionarios. Demandan, pues, precisamente esa flexibilidad e imparcialidad que caracterizan, o en realidad definen, al pensador divergente. Vamos, pues, a admitir de aqu en adelante la necesidad de estas caracte-rsticas. Sin muchos cientficos que las posean en alto grado, las revoluciones cientficas no ocurriran y el avance cientfico sera muy lento.

    No basta, sin embargo, con la flexibilidad, y lo que permanece obviamente no es compatible con ella. Citando partes de un proyecto no terminado an, debo hacer destacar que las revoluciones no son sino uno de los dos aspectos complementarios del avance cientfico. Casi ninguna de las investigaciones emprendidas, aun las de los ms grandes cientficos, est destinada a ser revolucionaria; slo una parte muy pequea de sta es de naturaleza revolucionaria. Por el contrario, incluso la investigacin normal de mejor calidad es una actividad en su mayor parte convergente, fincada slidamente en un consenso esta-blecido, adquirido este ltimo de la educacin cientfica y fortalecido por la prctica de la profesin. Regularmente, esta investigacin con-vergente o basada en el consenso desemboca en la revolucin. En-tonces, las tcnicas y las creencias tradicionales se abandonan para remplazarlas por otras nuevas. Pero los cambios revolucionarios de una tradicin cientfica son relativamente raros, y pocas prolongadas de investigacin convergente son sus preliminares necesarios. Como indicar en seguida, slo las investigaciones cimentadas firmemente en la tradicin cientfica contempornea tienen la probabilidad de rom-per esa tradicin y de dar lugar a otra nueva. sta es la razn de que hable yo de una "tensin esencial" implcita en la investigacin cientfica. Para hacer su trabajo,el cientfico debe adquirir toda una variedad de compromisos intelectuales y prcticos. Sin embargo, su aspiracin a la fama, en caso de que tenga el talento y la buena suerte para ganarla, puede estar fundada en su capacidad para abandonar esa red de compromisos a favor de otros que l mismo invente. Muy a menudo, el cientfico que logra el xito debe mostrar, simultnea-mente, las caracteiis tic as del tradicionalista y las del iconoclasta. 2

    2 Estrictamente hablando, es el g1upo profesional, y no el cientfit:o individual, el que debe mostrar sinrnltneamente estas caractersticas. Al trata1se con toda su exten-silrn el asunto de este a1 t etilo, tendra que se1 bsica esa disti ncilin entre las caracters-ticas del g1 upo y las del individuo. Aqu sn atena el conflictu o la tensin, no la elimina. Dentro del grupu, algunos individuos sen.n t1adicionalistas, otros iconoclastas, y en consecuencia sus

    LA TENSIN ESENCIAL: TRADICIN E INNOVACIN 251

    Los mltiples ejemplos histric~s 1 en los que debiera basarse la documentacin cabal de estos puntos nos' estn vedados aqu por las limitaciones de tiempo propias de la conferencia. Pero, examinando la naturaleza de la educacin dentro del campo de las ciencias naturales, dar un paso ms para explicar lo que tengo en mente. En uno de los trabajos preparatorios de esta conferencia (Getzels y J ackson), se cita la muy clara descripcin que Guilford hace de la educacin cientfica: "Se ha hecho hincapi en las capacidades relativas al pensamiento convergente y a la evaluacin, a menudo a expensas del desarrollo relativo al pensamiento divergente. Nos hemos propuesto ensearles a los estudiantes la manera de llegar a respuestas 'correctas' que nues-tra civilizacin nos ha enseado que son correctas ... Salvo en las artes [y yo incluira a la mayora de las ciencias sociales], por regla general hemos desalentado, involuntariamente, el desarrollo de las capacida-des del pensamiento divergente." Tal caracterizacin me parece emi-nentemente justa, pero quisiera saber si ser del mismo modo justo deplorar el producto resultante. Sin ponerme a defender una manera de ensear claramente mala, y dando por supuesto que en este pas ha ido muy lejos la tendencia hacia el pensamiento convergente en toda la educacin, puedo reconocer, sin embargo, que ha sido intrnseco a las ciencias, casi desde sus orgenes, un riguroso adiestramiento en mate-ria de pensamiento convergente. Y sugiero que, sin ste, las ciencias nunca habran alcanzado el estado en que se encuentran en la actuali-dad.

    Permtaseme resumir la naturaleza de la educacin en las ciencias naturales, pasando por alto las muchas diferencias significativas, pero aun as menores, que exis.ten entre las diversas ciencias y entre los enfoques de las diferentes instituciones educativas. La caracterstica ms notable de esta educacin consiste en que, en grado totalmente desconocido en otros campos creativos, se realiza mediante libros de texto. Por lo regular, los estudiantes y los graduados de qumica, fsica, astronorra, geologa o biologa adquieren la sustancia de sus disciplinas de libros escritos especialmente para estudiantes. Hasta que estn preparados, o casi, para comenzar a trabajar en sus propias tesis, no se les pide que traten de realizar proyectos de investigacin ni que conozcan cuanto antes los productos de investigaciones hechas por otros, esto es, que se nteren de las comunicaciones profesionales aportaciones diferirn. La educacin, las normas institucionales y la naturalez'a del tiabajo a 1 ealizar se combinarn inevitablemente para asegu ra1 que todos los miembros del gupo, en mayor o menor giado, sean atrados en ambas direcciones,

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    que los cientficos se escriben unos a otros. No hay antologas de "textos seleccionados" en las ciencias naturales. Tampoco se anima a los estudiantes de ciencias para que lean los clsicos histricos propios de sus campos, trabajos en los cuales podran descubrir otras maner-ras de considerar los problemas que aparecen en sus libros de texto, pero en los cuales podran encontrar tambin problemas, conceptos y normas de solucin que, dentro del campo de sus respectivas p1ofe-siones, han sido descartados y sustituidos por otros.

    En.contraste con esto, los textos que el estudiante suele emplear tra-tan diferentes asuntos, en lugar de que, como en muchas de las ciencias sociales, ejemplifiquen diferentes enfoques a un mismo asunto. Aun los libros que compiten por ser adoptados para un mismo curso difieren principalmente de nivel y de detalle pedaggico, pero no de sustancia ni de ~str~ctura conceptual. Por ltimo, pero esto es lo ms importante, est la tecmca caracterstica de presentacin del libro de texto. Salvo ocasio-nalmente en sus introducciones, los libros de texto cientficos no descri-ben las clases de problemas que es posible que el profesional tenga que resolver, como tampoco la gran variedad de tcnicas para solucionarlos. Lejos de ello, en estos libros aparecen soluciones a problemas concretos que dentro de la profesin se vienen aceptando como paradigmas, y luego se le pide al estudiante que resuelva por s mismo, con lpiz y papel o bien en el laboratorio, problemas muy parecidos, tanto en mtodo como en sustancia, a los que contiene el libro de texto o a los que se han estudiado en clase. Nada mejor calculado para producir "predisposiciones menta-les" o Einstellungen. Slo en sus cursos ms elementales, los dems campos acadmicos ofrecen tal vez la visin de un cierto paralelismo.

    Aun dentro de la tema educativa ms vagamente liberal, debe ~erse como anatema esta tcnica pedaggica. Debiramos estar de acuerdo en que los estudiantes deben comenzar por aprender una buena canti-dad de~~ que ya se sabe, pero al mismo tiempo insistiramos en que la educac10n les debe dar muchsimo ms. Digamos que deben aprender a reconocer y a evaluar problemas para los cuales no se han dado todava soluciones inequvocas; debiera dotrseles de todo un arsenal de tcnicas para atacar estos problemas futuros; y debiera enserse-les a juzgar la pertinencia de estas tcnicas y a evaluar las posibles soluciones parciales que de ellas resultan. En muchos aspectos, estas actitudes hacia la educacin me parecen enteramente correctas, pero hay que decir dos cosas acerca de ellas. Primera, que la educacin en ciencias naturales no parece haber sido afectada por la existencia de tales actitudes. Persiste la iniciacin dogmtica en una tradicin

    LA TENSIN ESJ:NCIAL: TRADICIN E INNOVACIN 253 preestablecida que el estudiante no est capacitado para evaluar. Segunda, que por lo menos en la poca en que fue seguida por una especie de noviciado esta tcnica de exposicin exclusiva a una tradi-cin rgida ha producido una inmensa clase de innovaciones.

    Explorar brevemente la pauta de prctica cientfica que produce esta iniciacin educativa y luego tratar de explicar por qu dicha pauta resulta ser tan fructfera. Pero, primero, con una breve excur-sin histrica, terminar de fundamentar lo que acabo de decir, y preparar el camino para lo que sigue. Me gustara sugerir que los varios campos de las ciencias naturales no se han caracterizado siem-pre por la educacin rgida dentro de paradigmas excluyentes, sino que, dentro de cada uno de ellos, se adquiri algo as como una tcnica precisamente en el punto en que el campo empez a progresar de ma-nera rpida y sistemtica. Si se pregunta uno por el origen de nuestros conocimientos contemporneos sobre la composicin qu-mica, los terremotos, la reproduccin biolgica, el movimiento en el espacio, o cuaiquier otro conocimiento propio de las ciencias natura-les, se encontrar de inmediato la pauta caracter:stica que tratar de ilustrar aqu con un solo ejemplo.

    En los libros de fsica actuales, se dice que la luz muestra propieda-des de onda y propiedades de partcula: tanto los problemas de libro de texto corno los de investigacin se plantean de acuerdo con ello. Pero tanto esta concepci6n corno estos libros de texto son productos de una revolucin cie1~tfica ocurrida a principios de este siglo. (U na de las caracte1sticas de las revoluciones cientficas consiste en que obligan a reescribir los libros de texto.) Antes de 1900, durante ms de medio siglo, en los libros empleados en la educacin cientfica se deca que la luz era movimiento ondulatorio. En estas circunstancias, los cientfi-cos trabajaron en problemas algo diferentes y a menudo adoptaron clases bastante diferentes de .. soluciones a esos problemas. Pero la tradicin de los libros de texto en el siglo XIX no es lo que marca el principio de nuestro asunto. Durante .todo el siglo XVIII y principios del XIX, la ptica, de Newton3, y los dems libros de los cuales se apren-di ciencia, les ensearon a casi todos los estudiantes que la luz consis-ta en partculas, y la investigacin guiada por esta tradicin fue muy diferente de la que la sucedi. Pasando por alto toda una variedad de

    3 Vasco Rochi, en Histoire de la lumiere, trad. del Taton (Pars, 1956), describe la

    historia de la ptica fsica antes de Newton. Su descripci

  • 254 ESTUDIOS METAHISTRICOS cambios menores ocurridos dentro de estas tres tradiciones sucesivas, podemos decir, por consiguiente, que nuestras concepciones provie-nen histricamente de las de Newton, a travs de dos revoluciones ocurridas en el pensamiento relativo a la ptica, cada una de las cuales remplaz por otra una tradicin de pensamiento convergente. Si to-mamos en cuenta los cambios de lugar y de materiales de la educacin cientfica, podemos decir que cada una de estas tres tradiciones estuvo incorporada a la clase de educacin por exposicin a paradig-mas inequvocos que antes resum. Desde Newton, la educacin y la investigacin en el campo de la ptica han venido siendo convergen-tes.

    Pero la historia de las teoras de la luz no se inicia con Newton. Si nos preguntamos por el conocimiento que existi en ese mismo campo antes de la poca de Newton, nos encontraremos con una pauta significativamente distinta, la cual sigue siendo familiar todava en los camp.os de las artes y algunas de las ciencias sociales, pero que prcticamente ha desaparecido de las ciencias naturales. Desde la ms remota antigedad y hasta fines del siglo XVII, no hubo un solo conjunto de paradigmas para el estudio de la ptica. En lugar de ello, muchos estudiosos sostuvieron numerosos puntos de vista diferentes sobre la naturaleza de la luz. Algunos de estos puntos de vista tuvieron pocos partidarios, pero gran nmero de ellos dieron lugar a verdaderas escuelas de pensamiento en el terreno de la ptica. Si bien el historia-dor puede observar el surgimiento de nuevos puntos de vista, as como modificaciones en la popularidad relativa de los antiguos, no podr observar en cambio nada que se asemeje a un consenso. En conse-cuencia, quien por primera vez entraba en este campo se vea expuesto inevitablemente a toda una variedad de puntos de vista contradicto-rios; se vea obligado a examinar las pruebas relativas a cada uno de ellos, las cuales eran siempre numerosas. El hecho de que el prir1ci-piante tuviera que hacer una eleccin y luego conducirse de acuerdo con ella no impeda que estuviese consciente de las dems posibilida-des. Este modo de educacin tena, obviamente, ms posibilidades de producir un cientfico libre de prejuicios, alerta a los fenmenos nue-vos y flexible en la manera de enfocar su campo. Por otro lado, es muy difcil librarse de la impresin de que, durante el periodo caracterizado c1>ndicin esencial para cierta clase de progreso en las ciencias naturales, de la misma manera que tampoco lo es en las ciencias sociales o en las artes. Si lo es para la clase de prngres1> a la que nos referimos cuando distinb'llimos las ciencias natu1 al es de las artes y la mayora de las ciencias sociales.

    ,.

    LA TENSIN ESENCIAL: TRADICIN E INNOVACIN 255 por esta prctica educativa ms liberal, la ptica hizo muy pocos progresos.

    La fase de preconsenso -a la que podramos llamar divergente-en el desarrollo de la ptica se repite, creo, en la historia de las dems especialidades cientficas, exceptuadas nicamente aquellas que se o~ginaron en la subdivisin y recombinacin de las disciplinas pree-XIste_ntes. En algunos campos, como las matemticas y la astronoma, el pnmer consenso firme es prehistrico. En otros, como la dinmica, la ptica geomtrica y algunas partes de la fisiologa, los paradigmas que produjeron un consenso firme datan de la antigedad clsica. En la mayora de las dems ciencias naturales, a pesar de que sus proble-mas fueron discutidos ya desde la antigedad, no se logr un con-senso firme hasta despus del Renacimiento. En la ptica, como hemos visto, el primer consenso firme data apenas de fines del si-glo XVII en la electricidad, la qumica y el estudio del calor, del

    s~glo XVIII; Y en la geologa y en las partes no taxonmicas de la biolo-gia, un consenso real no surgi hasta despus del primer tercio del siglo XIX.Este siglo parece caracterizarse por el surgimiento del primer consenso en partes de unas cuantas de las ciencias sociales.

    En todos los campos que acabo de enumerar, se realiz un vasto trabajo antes de alcanzarse la madurez producida por consenso. No puede entenderse la naturaleza n determinarse la poca del primer consenso en estos campos sin examinar cuidadosamente tanto las tcnicas intelectuales como las intrumentales que se desarrollaron antes de la existencia de paradigmas ncos. Pero la transicin a la madurez no es menos importante porque los individuos hayan practi-cado la ciencia antes de que sta existiese. Por el contrario, los hechos histricos sugieren fuertemente que, aunque se practique la cien-cia -como en la filosofa o en las ciencias del arte y la poltica- sin un consenso firme, esta prctica ms flexible no producir la pauta de avances cientficos rpidos y consecuentes a que nos han acostum-brado los siglos recientes. En esa pauta, el desarrollo ocurre de un consenso a otro, y comnmente los enfoques distintos no compiten entre s. Salvo, quiz, en condiciones epeciales, el profesional de una ciencia madura no se detiene a examinar los modos divergentes de explicacin ni de experimentacin.

    Cmo es que ocurre esto? Cmo es que una orientacin firme hacia una tradicin al parecer nica puede ser compatible con la prctica de las disciplinas ms notables por la produccin continua de ideas y tcnicas nuevas? Pero conviene comenzar con la interrogante

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    de qu es lo que no hace una educacin que tan eficazmente transmite tal tradicin. Qu es lo que espera hacer en su carrera profesional un cientfico que trabaja dentro de una tradicin aITaigada profunda-mente y poco adiestrado para percibir las opciones importantes? Los lmites de tiempo me fuerzan, de nuevo, a simplificar drsticamente, pero con los comentarios siguientes sugerir por lo menos una posicin que, estoy seguro, puede documentarse al detalle.

    En la ciencia pura o bsica --esa categora un tanto efmera de in-vestigacin realizada por quienes persiguen la meta inmediata de entender mejor y no de controlar la naturaleza-, los problemas carac-tersticos son casi siempre repeticiones, con modificaciones menores, de problemas que ya fueron atacados y resueltos parcialmente desde antes. Por ejemplo, gran parte de la investigacin que se localiza dentro de una tradicin cientfica es un intento por ajustar la teora y las observaciones existentes para hacerlas concordar entre s una vez ms. El examen constante de los espectros atmicos y moleculares durante los aos posteriores a la fundacin de la mecnica ondulatoria, junto con el diseo de aproximaciones tericas para la prediccin de espectros complejos, es un ejemplo notable de esta especial clase de trabajo. Otro ejemplo est en los comentarios hechos acerca del de-sarrollo de la mecnica newtoniana, en el siglo XVIII, incluidos en el artculo sobre medicin que se entreg a ustedes antes de la conferen-cia.4 El intento por lograr que la teora y la observacin existentes concuerden entre s cada vez ms no es, desde luego, la nica clase de prnblema de investigacin que se presenta normalmente en las cien-cias bsicas. El desarrollo de la termodinmica qumica o los conti-nuos intentos por descubrir la estructura orgnica ilustran otro tipo de problema de investigacin: la extensin de la teora presente a campos que, segn se espera, sta podra abarcar tambin, pero a los cuales nunca antes se ha aplicado. Adems, para mencionar otra clase ms de problema de investigacin, tmese en cuenta el trabajo realizado por muchos cientficos que se dedican constantemente a recoger los datos concretos (por ejemplo, los pesos atmicos, los momentos nu-cleares) que hacen falta para la aplicacin y la extensin de la teora existente.

    stos son proyectos de investigacin normales en las ciencias bsi-cas, e ilustran las clases de trabajos en que todos los cientficos, aun los ms grandes, emplean la mayor parte de s~1s vidas profesionales y a

    4 Una versin revisada apareci'en /

  • 258 ESTUDIOS METAHISTRICOS que no las nota el hombre desprovisto de una gran cantidad de adies-tramiento cientfico. E incluso para el hombre bien adiestrado no basta con que de momento decida ponerse a buscarlas, explorando, por ejemplo, las reas en que los datos y la teora existentes no sirven para explicar los fenmenos. Hasta en una ciencia madura hay siempre demasiadas reas de esta ndole, dentro de las cuales parecen apli-carse paradigmas que no existen todava y para cuya exploracin hay pocos instrumentos y normas disponibles. Lo ms probable es que el cientfico que se aventure dentro de esas reas, abandonndose a su intuicin de los nuevos fenmenos y a su capacidad de ser flexible ante nuevas pautas de organizacin, no llegue a ninguna parte. Y lo ms seguro es que prefiera volver su ciencia a la fase de preconsenso o de historia natural.

    En lugar de esto, el profesional de una ciencia madura, desde el principio de la investigacin para su doctorado, contina trabajando

    e~ las regiones a las cuales parecen adaptarse los paradigmas prove-ruentes de su educacin y de las investigaciones de sus contempor-neos. Es decir, trata de dilucidar detalles topogrficos sobre un mapa cuyas lineas principales ya existen y espera -si es lo suficiente-mente perspicaz como para reconocer la naturaleza de su campo- que algn da atacar un problema dentro del cual no ocurrir lo previsto, problema que al apartarse de lo consabido sugerir la debilidad fun-damental del propio paradigma. En las ciencias maduras, el preludio a muchos descubrimientos y a todas las teoras nuevas no consiste en la ignorancia, sino en el reconocimiento de que algo anda mal en lo que se sabe y en lo que se cree.

    Lo dicho hasta el momento puede indicar que al cientfico produc-tivo le bastar con adoptar la teora presente, a manera de hiptesis provisoria, emplearla como punto de partida de su investigacin, y luego abandonarla tan pronto como lo conduzca a un foco de proble-mas, llegado al cual sabr que algo anda mal. Pero aunque la capaci-dad de reconocer el problema en el momento en que se lo encuentra es, seguramente, indispensable para el avance cientfico, el problema no debe ser demasiado fcil de reconocer. Al cientfico le hace falta un compromiso total hacia la tradicin con la cual, en caso de que logre el xito, habr de romper. Este compromiso lo exige, en parte, la natura-leza de los problemas que el cientfico ataca normalmente. stos, como ya vimos, son por lo comn acertijos esotricos cuya utilidad reside menos en la informacin que se descubre al solucionar-los --casi todos sus detalles se conocen de antemano-, que en las

    LA TENSIN ESENCIAL: TRADICIN E INNOVACIN 259 dificultades tcnicas que habrn de superarse para encontrar la solu-cin. Los problemas de esta clase son atacados nicamente por hom-bres convencidos de que hay una solucin que ser posible encontrar gracias a un despliegue de ingenio, y slo la teora existente puede llevar a un convencimiento de esa ndole. Tal teora da significado a la mayora de los problemas de la investigacin normal. Ponerla en duda es dudar de que tengan soluciones los complejos acertijos tcnicos que constituyen la investigacin normal. Quin, por ejemplo, establece-ra las complejas tcnicas matemticas necesarias para estudiar los efectos de las atracciones interplanetarias, con fundamento en rbi-tas keplerianas, si no empezara por suponer que la dinmica newto-niana, aplicada a los planetas que conoce, sirve para explicar los ltimos detalles de la observacin astronmica? Pero, sin esa seguii-dad, cmo sera posible descubrir Neptuno y aumentar la lista de los planetas?

    El compromiso, adems, tiene razones prcticas apremiantes. Todo problema de investigacin lleva al cientfico a enfrentarse con anoma-las cuyas fuentes no puede identificar claramente. Sus teoras y sus observaciones nunca concuerdan del todo; las observaciones sucesi-vas nunca arrojan exactamente los mismos resultados; sus experimen-tos tienen productos secundarios, tanto tericos como fenomenolgi-cos, a los que sera necesario dedicar otro proyecto de investigacin. Cada una de estas anomalas o fenmenos no entendidos del todo puede ser la clave para una innovacin fundamental dentro de la teora o la tcnica cientficas, pero quien se detiene a examinarlas, una por una, nunca concluye su proyecto original. Los informes de investiga-cin dan a entender repetidamente que casi todas las discrepancias importantes y significativas podran ser asimiladas a la te01a exis-tente, siempre y cuando hubiese tiempo para ello. Los hombres que elaboran estos informes encuentran, la mayora de las veces, que esas discrepancias son triviales y carentes de inters, evaluacin que de ordinario nicamente puede basarse en la fe que tienen en la teora existente. Sin esa fe, su trabajo sera un desperdicio de tiempo y talento.

    Adems, la falta de compromiso lleva demasiadas veces al cientfico a atacar problemas que tiene pocas posibilidades de resolver. Tratar de reducir una anomala es tarea fructfera slo cuando la anomala es algo ms que trivial. Habindola descubierto, lo primero que hace el cientfico, igual que sus colegas, es lo mismo que estn haciendo actualmente los fsicos nucleares. Luchan por generalizar la anomala,

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  • 260 ESTUDIOS METAHISTRICOS por descubrir otras manifestaciones reveladoras del mismo efecto, a fin de conferirle estructura examinando sus complejas relaciones re-cprocas con los fenmenos que, creen ellos, entienden todava. Muy pocas anomalas son susceptibles de esta clase de tratamiento. Para que lo sean, deben estar en conflicto explcito e inequvoco con alguna afirmacin que se encuentre en algn lugar clave de la estructura de la doctrina cientfica presente. Por consiguiente, reconocerla y evaluarla depende de un firme comino miso hacia la tradicin cientfica contem-pornea.

    Este papel central de una tradicin compleja y a menudo esotrica es lo que tengo en mente, ante todo, cuando hablo de la tensin esencial dentro de la investigacin cientfica. No dudo de que el cientfico deba ser, por lo menos en potencia, un innovador, que debe poseer flexibilidad mental y estar preparado para reconocer los pro-blemas en donde stos se pre sen ten. As, gran parte del estereotipo popular seguramente es correcta, y por eso es importante para Luscar los ndices de las caractersticas de personalidad correspondientes. Pero lo que no forma parte de nuestro estereotipo y parece necesitar una integracin cuidadosa con ste es la otra cara de la moneda. Creo que tenernos muchas ms probabilidades de explotar a fondo nuestro talento cientfico potencial si reconocemos la medida en que el cient-fico bsico debe ser tambin un firme tradicionalista, o, para decirlo en las palabras de ustedes, un pensador convergente. Lo ms impor tante es que debemos entender la manera como estos dos modos de solucin de problemas, superficialmente discordantes, pueden recon-ciliarse tanto dentro del individuo como dentro del grupo.

    Todo lo que acabo de decir necesita ser elaborado y documentado. Es muy probable que, dentro del proceso, cambien algunas cosas. Este artculo es un informe sobre un trabajo en progreso. Pero, aunque insisto en que mucho de l es provisorio e incompleto, todava tengo la esperanza de que indique por qu un sistema educativo, mejor des-crito como iniciacin dentro de una tradicin inequvoca, debe ser perfectamente compatible con el trabajo cientfico en pleno progreso. Y espero, adems, haber hecho plausible la tesis histrica de que ninguna parte de la ciencia ha llegado muy lejos ni muy rpidamente antes de esta educacin convergente y, correlativamente, de que esto mismo es lo que ha posibilitado la prcti

  • 262 ESTUDIOS META HISTRICOS

    episodios dentro de la historia de la tecnologa en que la falta de la educacin cientfica ms rudimentaria ha resultado ser de gran ayuda. Recurdese simplemente que Edison invent la luz elctrica ante una opinin cientfica unnime de que la luz de arco no poda "subdivi-dirse'', y hay muchos otros episodios por el estilo.

    Pero esto no debe sugerir que las meras diferencias de educacin transforman al cientfico aplicado en cientfico bsico o viceversa. Lo menos que podra argumentarse es que la personalidad de Edison, igual para el inventor y quiz tambin para el "excntrico" de' la ciencia aplicada, lo eliminaba de los logros fundamentales de las ciencias bsicas. Manifest gran desdn por los cientficos y pensaba que eran personas de ideas desordenadas,' a las que poda contratarse cuando fuese necesario. Pero esto no impidi que, ocasionalmente, inventara las ideas ms generales e irresponsables. (Esta pauta se repite a principios de la historia de la tecnologa elctrica: tanto Tesla como Gramme idearon absurdos esquemas csmicos que, segn ellos, deban remplazar al pensamiento cientfico de sus pocas.) Episodios como ste fortalecen la impresin de que los requisitos de personali-dad del cientfico puro y los del inventor pueden ser por entero diferen-tes, y que tal vez los del cientfico aplicado ocupen un lugar interme-dio. 5 ' , : : '

    De todo esto, puede sacarse alguna otra conclusin? Me asalta un pensamiento especulativo. Si le correctamente los artculos prepara-torios, en stos se sugiere que la mayora de ustedes se encentra realmente en busca de la personalidad inventiva, esa cl.se,de persona en la que predomina el pensamiento divergente, clase que se ha producido en abundancia en los Estados Unidos. Mientras tanto, tal vez se les estn escapando a ustedes algunas de las cualidades esen-ciales del cientfico bsico, tipo bastante diferente de persona .a cuyas filas las contribuciones de los Estados Unidos han sido notoriamente escasas. Como la mayor parte de ustedes es estadunidense, lo ms probable es que esta correlacin no sea na mera coincidencia.

    5 Sob1e la actitud de los cientficos haca la posibilidad tcnica de la luz incandes-cente, vase Francs A. Janes, Thomas Alva Edisqn ,(Nueva .York, 1908), ,PP 99-100, y Harold e;. Passer, The Eleclrical Manufaclurers, 1875-1900 (Cambridge, Mass., 1953), pp. 82-83. Sobie la actitud de dison hacia los cientfic~s, vase Passer, ibid'; pp. 180-181. Para una muestra de las teorizaciones de Edison en terreno~ ya sujetos al estudio cientfico, vase Dagobert D. Rurtes, compilador, The Diary aria Sundry Observations o} Thomas Afoa Edison (Nueva York, 1948), pp. 205-244, passim ..

  • XI. LA LGICA DEL DESCUBRIMIENTO O LA PSICOLOGA DE LA INVESTIGACIN*

    EN ESTAS pginas me propongo yuxtaponer la concepcin del desarro-llo cientfico descrita en mi libro La estructura de las revoluciones cientfi-cas, con los puntos de .vista, mejor conocidos, de nuestro presidente, sir Karl Popper. 1 Lo comn sera que yo declinase tal cometido, pues no creo tanto como sir Karl en la utilidad de las confrontaciones. Adems, he admirado su trabajo por tanto tiempo, que no me es nada fcil ponerme a criticarlo ahora. Pero estoy persuadido de que, por esta vez, debe hacerse el intento. Desde antes de que mi libro fuese publicado, hace dos aos y medio, haba yo empezado a descubrir caractersticas especiales y a menudo desconcertantes en la relacin que hay entre mis ideas y las de l. Tal relacin, as como las reaccio-nes divergentes que hacia sta me he encontrado, indican que una comparacin sistematizada de ambas concepciones ayudar a escla-recer las cosas. Explicar por qu pienso que podra ser as.

    La mayora de las veces, cuando tratamos explcitamente los mis-mos problemas, nuestros puntos de vista acerca de la ciencia son casi idnticos. 2 Ambos estamos interesados en el proceso dinmico du-rante el cual se adquiere el conocimiento, y no en la estructura lgica

    * Reimpreso con autorizacin de Criticism arul the Growth ofKnowledge, L Lakatos y A. Musgrave, compiladores (Cambridge: Cambridge University Press, 1970), pp .. 1-22. Cop)Tight de Cambridge University Press, 1970.

    Se prepar este artculo accediendo a la invitacin de P. A. Schilpp de contribuir a su volumen The Phosophy of Karl R. Popper (La Salle, Ill.: Open Court Publishing Co., 1974), pp. 798-819. Les agradezco al profesor Schilpp y a los editores su autorizacin para publicarlo como parte de los documentos de este simposio, antes de la aparicin del volumen para el cual fue solicitado.

    1 Par a los fines del siguiente anlisis, revis los trabajos de sir Karl Popper logic of ScientUic Discuvery (1959), Cun;ect1tres and R~futations (1963) y The Pu11erty

  • 292 ESTUDIOS MET AHISTRICOS

    la afinidad de este grupo desva muy a menudo su inters. Al parecer, los seguidores de sir Karl pueden leer partes de mi libro como si fuesen captulos de una revisin (reciente y para algunos drstica) de su clsico La lgica del descubrimiento cientfico. U no de ellos se pregunta si la idea de la ciencia descrita en mi libro La estmctura de las revoluciones cientfji"cas no ha siclo del dominio pblico desde hace mucho tiempo. Otrn, caritativamente, describe mi originalidad como una demostra-cin de que los descubrimientos de los hechos tienen un ciclo de vida mu y parecido al ele las innovaciones de la teora. Otros ms todava se sienten en general complacidos por el libro, pero no estn de acuerdo en los dos temas, relativamente secundarios, acerca de los cuales es bastante explcito mi desacuerdo con sir Karl: mi insistencia en la importancia del compromiso profundo para con la tradicin y mi descontento con las implicaciones del trmino "refutacin". En fin, tocias estas personas leen mi libro a travs de unos singulares espejue-los, siendo que hay otra manera de leerlo. Lo que se ve a travs de esos espejuelos no es enneo: mi concordancia con sir Karl es real y sustancial. Sin embargo, los lectores que se encuentran fuera del crculo popperiano casi nunca notan ese acuerdo, y son stos los que ms a menudo reconocen -no por fuerza comprensivamente- los que para m son los problemas centrales. Mi conclusin es que hay un intercambio gestltico que divide a los lectores ele mi libro en dos o ms grupos. Lo que uno de stos ve como sorprendente paralelismo es virtualmente invisible para los otros. El deseo ele entender este fen-meno es lo que me motiva para emprender la comparacin ele mis puntos ele vista con los ele sir Karl.

    La comparacin no debe ser, sin embargo, una mera yuxtaposicin de punto a punto. Hay que atender no tanto a la parte perifrica en la cual pueden ser aislados nuestros desacuerdos ocasionales y ele menor importancia, sino a la regin central en la cual parecemos estar de acuerdo. Sir Karl y yo recurrimos a los mismos elatos; en singular medida, estamos viendo las mismas lneas sobre el mismo papel; si se nos inquiere sobre esas lneas y esos datos, frecuentemente damos respuestas casi idnticas o, por lo menos, respuestas que inevitable-mente parecen ser idnticas en el aislamiento resultante del patrn pregunta-respuesta. Sin embargo, experiencias como las que acabo de mencionar me convencen de que nuestras intenciones suelen diferir cuando decimos las mismas cosas. Aunque las lneas sean las mismas, las figuras que ele ellas surgen no lo son. Por eso digo que nos separa un intercambio gestltico antes que un verdadero desacuerdo, y por eso

    LA LGICA DEL DESCUBRIMIENTO 293

    tambin me siento desconcertado y a la vez intrigado acerca de la manera mejor de explorar nuestra brecha. Cmo voy a persuadir a sir Karl, quien sabe lo mismo que yo sobre el desanollo cientfico y que en una u otra parte lo ha dicho, de que lo que l llama un pato puede verse como un conejo? Cmo demostrarle lo que es llevar mis espejuelos cuando l ya aprendi a mirar todo lo que yo sealo mediante sus propios espejuelos?

    En esta si tu acin se requiere de un cambio de estrategia, la cual ser sugerida en este prrafo. Leyendo una vez ms varios ele los principa-les libros y ensayos de sir Karl, encuentro de nuevo una serie ele frases recurrentes que, aunque las entiendo y no desapruebo, son expresio-nes que yo nunca habra usado en los mismos lugares. lncluclable-men te, la mayora de las veces se trata ele metforas aplicadas retri-camente a situaciones que, en otras partes, sir Karl ha descrito ele manera excepcional. Sin embargo, para lo que aqu nos ocupa, estas metforas, que me parecen evidentemente impropias, pueden resultar ms tiles que las descripciones objetivas. Es decir, pueden ser sin-tomticas ele diferencias contextuales ocultas detrs ele la expresin literaria. De ser as, estas expresiones sern no las lneas-sobre-el-papel sino la oreja-del-conejo, el chal o el list6n-en-la-garganta que asla uno para el amigo al ensearle a transformar su manera de ver un dibujo gestltico. Por lo menos, eso es lo que espero de ellas. Tengo en mente cuatro de esas expresiones, las cuales tratar una por una.

    Entre los asuntos fundamentales en los cuales concordamos sir Karl y yo figura nuestra insistencia en que, al analizar el desarrollo del conocimiento cientfico, se tome en cuenta la forma en que la ciencia se practica realmente. Por eso, me alarman algunas de sus frecuen-tes generalizaciones. Una de ellas se encuentra al principio del cap-tulo primero de La lgica del descubrimiento cient(flco: "Un cient-fico -dice sir Karl-, sea terico o experimental, propone ciertos enunciados, o sistemas ele enunciados, y luego los prueba uno por uno. Ms particularmente, en el campo ele las ciencias empricas, formula hiptesis o sistemas ele teoras, y seguidamente las confronta con la experiencia mediante la observacin y el experimento. " 5 Su afirmaci6n es virtualmente un clich; pero al aplicarlo ofrece tres problemas. Es ambiguo, pues no especifica qu es lo que se est sometiendo a prueba, si "enunciados" o "teoras" . Cierto es que la ambigiiedad puede eliminarse haciendo referencia a otros pasajes ele

    5 Popper, lugli uf S

  • 294 ESTUDIOS MET AHISTRICOS

    los escritos de sir Karl, pero la generalizacin resultante es errnea desde el punto de vista histrico. Al mismo tiempo, el error es de importancia, pues la forma clara de la descripcin prescinde de esa caracterstica de la prctica cientfica que es lo que mejor distingue a la ciencia de otras actividades creativas.

    Hay una clase de "enunciado" o "hiptesis" que los cientficos someten repetidamente a prueba sistemtica. Tengo en mente los enunciados consistentes en las mejores conjeturas que el investigador se hace sobre la manera correcta de relacionar su problema con el cuerpo de conocimientos cientficos aceptado. Puede conjeturar, por ejemplo, que una determinada sustancia qumica, desconocida, con-tiene la sal de una tierra rara; que la obesidad de sus ratas experimen-tales obedece a un determinado componente de sus dietas; o que un espectro recin descubierto debe entenderse como efecto del espn nuclear. En cada caso, los pasos siguientes de su investigacin consis-tirn en tratar de probar la conjetura o hiptesis. Si sta pasa una serie de pruebas, entonces el cientfico habr hecho un descubrimiento o, por lo menos, resuelto el acertijo que traa entre manos. De no ser as, debe abandonar el problema o tratar de resolverlo con la ayuda de otra hiptesis. Aunque no todos, muchos problemas de investigacin adop-tan esta forma. Las pruebas de esta ndole son uno delos componentes normales de lo que en otra parte llam "ciencia normal" o "investiga-cin normal", actividad que da cuenta de la abrumadora mayora del trabajo realizado en el terreno de las ciencias bsicas. Obsrvese que tales pruebas no apuntan hacia la teora prevaleciente. Por el contra-rio, al estar trabajando en un problema de investigacin normal, el

    cient~co debe establecer como premisa la teora imperante, la cual consti-tuye las reglas de su juego. Su objeto es resolver un misterio, un acertijo, de preferencia uno en el que otros investigadores hayan fracasado; y la teora presente es necesaria para definir ese misterio y para garantizar que, trabajndolo bien pueda ser resuelto. 6 Por su-

    6 Para una exposicin amplia de la ciencia normal, la actividad para la que estn formados los profesionales, vase The Strncture of Scientific Reuolutions, pp. 23-42 y 135-142. Es importante observar que cuando describo al cientfico como resolvedor de acertijos y sir Karl lo desciibe como resolvedor de problemas (por ejemplo, en su Conjectures and Refutations, pp. 67, 222), la similitud de nuestros trminos -enmascara una divergencia fundamental. Sir Karl escribe (cursivas son de l): "Es cosa admitida que nuestras expectativas y, por tanto, nuestras teoras pueden preceder, histricamente, a nuestros problemas. Sin embargo, la ciencia slo comienza con problemas. Los problemas afloran esp_ecialmente cuando nos decepcionamos de nuestras expectativas, o cuando nuestras teoras nos meten en dificultades, en contradicciones." Uso el trmino "acer-

    LA LGICA DEL DESCUBRIMIENTO 295 puesto, quien se entrega a tal empresa debe probar frecuentemente la solucin hipottica que su ingenio le sugiera. Pero lo nico que se prueba es su personal conjetura. S sta no pasa la prueba, entonces lo que queda impugnado es exclusivamente su propia destreza y no el cuerpo de la ciencia prevaleciente. En fin, no obstante que las pruebas se dan con frecuencia en la ciencia normal, stas son de una clase peculiar, pues en ltima instancia lo sometido a prueba es el propio cientfico y no la teora prevaleciente.

    Pero sta no es la clase de prueba ele la que habla sir Karl. A l le interesa el camino que sigue la ciencia en su desarrollo, y est conven-cido ele que ese "desarrollo" ocurre principalmente no por acumula-cin sino por el derrocamiento revolucionario de una teora aceptada y sustitucin de sta por otra mejor. 7 (La subordinacin de "derroca-miento repetido" al trmino "desarrollo" es, en s, una extravagancia lingstica cuya misan d'etre se aclarar en seguida.) Partkndo de aqu, sir Karl subraya las pruebas realizadas para explorar las limitacio-nes de la teora aceptada o para someter la teora triunfante a una tensin mxima. Entre sus ejemplos favoritos, todos ellos alarmantes y de efectos destmctivos, estn los experimentos de Lavosier sobre la calcinacin, la expedicin para observar el eclipse de 1919 y los expe-rimentos recientes sobre la conservacin de la paridad. Todas stas son, desde luego, pruebas clsicas, pero al usarlas para caracterizar la actividad cientfica sir Karl se olvida de algo terriblemente importante: ql!e acontecimientos como sos son en extremo raros en el clesa-nollo de la ciencia. Cuando ocurren, son provocados generalmente por una crisis en un determinado campo de la ciencia {los experimen-tos de Lavoiser o los trabajos Je Lee y Yang), 9 o bien por la existencia de una teora que rivaliza con los c1~ones de investigacin presentes (la teora general ele la relatividad de Einstein). stos son, sin embargo, aspectos de lo que llam en otra parte "investigacin extraordinaria", empresa en la cual los cientficos s muestran muchas ele las caracte-

    tijo" (o rompecabezas) para subrayar que las dificultades a las que ordinariamente se enfrenta inclso el mejor cientfico son, como los crucigramas o los problemas de ajedrez, verdaderos retos a su ingenio. l es quien tiene una dificultad, no la teorfa del momento. Mi punto es casi opuesto al de sir Karl.

    7 Vase Popper, Conjectures and Refutation.s, pp. 129, 215 y 221, sobre enunciados particularmente vigorosos de esta posicin.

    8 Por ejemplo, ibid., p. 220. 9 Sobre el trabajo relativo a la calcinacin, vase Guerlac, Lavoisier: The Crucial Year

    (1961). Sobre los antecedentes de los experimentos de la paridad, vase Hafner y Presswood, "Strnng lnterference and W eak lteractions '', Science, 149 (1965): 503-510.

    ~3'-

  • 296 ESTUDIOS METAHISTRICOS

    rsticas que subraya sir Karl, pero una de las cuales, por lo menos en el pasado, se ha presentado slo de manera intermitente y en circunstan-cias muy especiales de una disciplina cientfica dada. 10

    Sugiero, pues, que sir Karl caracteriza a la ciencia entera en trmi-nos que se aplican slo a sus ocasionales revoluciones. Esto es natural y comn: las proezas de un Coprnico o un Einstein se leen mejor que las de Brahe o las de Lorentz; sir Karl no es el primero en tomar lo que llamo ciencia normal por actividad en s carente de inters. Sin em-bargo, no se pueden entender ni la ciencia ni el desarrollo del conoci-miento viendo la investigacin exclusivamente a travs de las revolu-ciones q11e produce ocasionalmente. Por ejemplo, aunque la prueba ele los comprllmisos bsicos ocurre slo en la ciencia extraordinaria, es la ciencia normal la que pone ele manifiesto tanto los puntos a probar como la manera ele probarlos. Y los profesionales se forman por la prctica ele la ciencia normal y no de la extraordinaria. Si, a pesar ele ello, logran desplazar y remplazar las teoras en las que se funda la prctica normal, esto obedece a una peculiaridad que hay que expli-car. Por ltimo, y ste es por ahora mi punto principal, una mirada cuidadosa a la actividad cientfica sugiere que, en lugar de la ciencia extraordinaria, es la ciencia normal, en la cual no ocurren las clases de pruebas de que habla sir Karl, la que mejor distingue a la ciencia de otras actividades humanas. Si es que existe un criterio de demar-cacin -y no debemos buscar, creo, un criterio rotundo ni deci-sivo-, ste puede consistir en esa parte ele la ciencia que pasa por alto sir Karl.

    En uno de sus ensayos ms evocadores, sir Karl hace remontar el origen de "la tradicin de la discusin crtica [que] representa la nica manera prctica de expandir nuestro conocimiento" a los filsofos griegos, de Tales a Platn, hombres que, segn l, alentaron la discu-sin crtica tanto entre escuelas diferentes como dentro de cada una de ellas. 11 La descripcin del discurso presocrtico con la que ilustra su aserto es excelente, slo que lo que presenta no se asemeja en nada a la ciencia. Lejos de ello, la tradicin de afirmaciones, negaciones y debates sobre los fundamentos es lo que, salvo quiz durante la Edad Media, caracteriza a la filosofa y a gran parte de las ciencias sociales. Y a desde las matemticas del pe1iodo helnico, la astronoma, la esttica y las partes geomtricas de la ptica abandonron este modo de discurso y optaron por la solucin de los problemas. Y, desde

    10 Este punto se trata ampliamente en mi Structure oj Scientific Revolutions, pp. 52-97. 11 Po)per, Conjei:tures and Refz1tations, cap. 5, especialmente pp. 148-1.52.

    LA LGICA DEL DESCUBRIMIENTO 297

    entonces, cada vez ms ciencias han sufrido la misma transicin. En cierto sentido, para poner al derecho los puntos ele vista de sir Karl, es precisamente el abandono del discurso crtico lo que marca la transi-cin hacia la ciencia. En cuanto en un campo dado ocurre tal transi-cin, el discurso se presenta slo en los momentos de crisis, cuando estn en peligro las bases de ese campo. 12 Slo cuando deben elegir entre teoras rivales, los cientficos se comportan como filsofos. Creo que por eso la brillante descripcin que sir Karl hace de las razones para la eleccin entre sistemas metafsicos se asemeja tanto a mi propia descripcin ele las razones para elegir entre diferentes teoras cientficas. 13 Como tratar de demostrarlo, en ninguna eleccin la prueba puede desempear un papel decisivo.

    Hay, sin embargo, una buena razn para creer que la prueba fun-ciona as, y el examinarla, el pato de sir Karl bien podr convertirse en mi conejo. No puede existir ninguna actividad ele resolver acertijos a menos que quienes la practiquen compartan criterios que, para ese grnpo y esa poca, determinen cundo se ha resuelto un determinado acertijo. Con los mismos crite1ios se determinar, necesariamente, el fracaso en hallar una solucin, y quienquiera que tenga que elegir podr ver en ese fracaso el fracaso de la teora sometida a prueba. Normalmente, como ya lo subray, no es as como se ve el asunto. El nico culpable es el profesional, no sus instrumentos; pero en circunstan-cias especiales que provocan una crisis dentro de la profesin -por ejemplo, un fracaso evidente o la falla repetida de la mayora de los profesionales ms brillantes- es posible que cambie la opinin del grupo. Un fracaso visto primero como personal puede llegar a verse como el fracaso ele una teora sometida a prueba. De ah en adelante, como la prueba surgi ele un acertijo y, por tanto llevaba los criterios para resol-verlo, aqulla resulta ms rigurosa y difcil de esquivar, que las pruebas existentes dentro de una tradicin cuyo modo normal es el del discurso crtico en lugar de la solucin de acertijos.

    En ciert_o sentido, la rigurosidad ele los criterios de prueba es, pues, sencillamente, un lado de la moneda, cuya otra cara es la tradi-cin de solucin de acertijos. Por eso es que la lnea de demarcacin ele sir Karl y la ma coinciden tan frecuentemente. Pero esa coincidencia

    12 Aunque yo no estaba buscando entonces un criterio de demarcacin, precisamente argument estos puntos en mi Structure of Scentijic Revolutions, pp. 10-22 y 87-90.

    13 Comprese Popper, Conjectures and RefzaJions, pp. 192-200, con miStructure ofScierztijic Rei:olutions, pp. 143-158.

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    se da nicamente en los resultados; el proceso de aplicarlas es muy dife-rente, y asla distintos aspectos de la actividad acerca de la cual debe tomarse la decisin -la ciencia o la no ciencia-. Al examinar los casos perturbadmes, por ejemplo, el psicoanlisis o la histmiografa marxista, para los cuales, segn sus propias palabras, sir Karl ide su criterio, 14 estoy de acuerdo en que no puede llamrseles "ciencias" propiamente dichas. Pero llego a esa conclusin por una ruta mucho ms segura y directa que la de l. Con un breve ejemplo se ver que, de los dos criterios, el de la prueba y el de la solucin de acertijos, este ltimo es a la vez el menos equvoco y el ms fundamental.

    Para evitar controversias contemporneas que no vienen al caso, prefiero examinar la astrologa en lugar de, digamos, el psicoanlisis. El de la astrologa es el ejemplo de "seudociencia" citado ms frecuen-temente por sir Karl. 15 ste afirma: "Haciendo sus interpretaciones y profecas en forma suficientemente vaga, [los astrlogos] pudieron justificar cualquier cosa que hubiese constituido una refutacin de la teora si sta y las profecas hubiesen sido ms precisas. Para evadir la refutacin, destruyeron la posibilidad de someter a prueba la teora. " 16 En esas generalizaciones, se capta algo del espritu de la actividad astrolgica. Pero, tomadas literalmente, como debiera hacerse para que brinden un criterio de demarcacin, son imposibles de sostener. Durante los siglos en que goz de reputacin intelectual, la historia de la astrologa registra muchas predicciones que fallaron categrica-mente.17 Ni siquiera los astrlogos ms convencidos ni sus defensores ms vehementes dudaron de la recurrencia de tales fracasos. Pero la astrologa no puede ser eliminada de las ciencias por la forma en que fueron elaboradas sus predicciones.

    Tampoco puede ser descartada por lafonna en que sus practicantes explicaron el fracaso. Los astrlogos sealaron que, por ejemplo, a diferencia de las predicciones generales acerca de, digamos, las ten-dencias de un individuo o una calamidad natural, la prediccin del futuro de un individuo era tarea inmensamente compleja, que exiga la suprema .destreza y que era extremadamente sensible a los eITores menores contenidos en los datos. La configuracin de las estrellas y los

    14 Popper, Conjectllres and Reflltations, p. 34. 15 En el ndice de Conject11res and Reji1tations hay ocho entradas llamadas "astrologa

    como seudociencia tpica". 16 Popper, Conject!lres and Rejiitations, p. 37. 17 Para ejemplos, vase Thorndike, A History ofMagi< and Experimental Science, 8 vols.

    (1923-1958), 5:225 ss.; 6:71, 101, 114.

    LA LGICA DEL DESCUBRIMIENTO 299 ocho planetas estaban cambiando constantemente; las tablas astro-nmicas empleadas para calcular la configuracin en el momento del nacimiento de un individuo eran imperfectas notoriamente; pocos hombres saban el instante de su nacimiento con la precisin necesa-ria.18 Qu de sorprendente tiene, pues, que fallasen frecuentemente las predicciones? Slo despus de que la propia astrologa se volvi implausible, estos argumentos vinieron a encenarse en un crculo vicioso. 19 Hoy en da, se esgrimen argumentos por el estilo para explicar, por ejemplo, los fracasos en la medicina o en la meteorologa. En pocas de problemas son empleados tambin en las ciencias exac-tas, en campos como la fsica, la qumica y la astronoma. 20 La forma en que los astrlogos explicaron sus fracasos no fue nada acientfica.

    Pero la astrologa no era una ciencia. Se trataba ms bien de un oficio, una artesana, algo parecido a la ingeniera, la meteorologa y la medicina tal y como se practicaron estas actividades hasta hace poco ms de un siglo. Se parece mucho, creo, a la medicina antigua y al psicoanlisis contemporneo. En cada uno de estos campos, la teora compartida era adecuada slo para establecer la plausibilidad de la dis-ciplina y para fundamentar las reglas empricas que gobernaban la prctica. Estas reglas resultaron riles en el pasado, pero ninguno de sus practicantes supuso que bastaran para impedir el fracaso recu-rrente. Se deseaban una teora ms articulada y reglas ms riles, pero habra sido absurdo abandonar una disciplina plausible y de lo ms necesaria, con una tradicin de xito limitado, sencillamente porque esos deseos no se pudiesen cumplir todava. Faltando tales elementos, sin embargo, ni el astrlogo ni el mdico podan hacer investigacin. Aunque tenan reglas que aplicar, no tenan acertijos que resolver y, por consiguiente, tampoco ciencia que practicar. 21

    18 Para explicaciones reiteradas del fracaso, vase ibid., 1: 11, 514-515: 4:368; 5:279. 19 Una penetrante relacin de las razones de que la astrologa haya perdido plausibili-

    dad se encuentra en Stahlman, "Astrology in Colonial America: An Extended Query", IVilliam andMary Q!Larterly, 13 (1956): 551-563. Para una explicacin del atractivo anterior de la astrologa, vase Thorndike, "The True Place of Astrnlogy in the History of Science", !sis, 46 (1955): 273-278.

    2 Cf mi Structllre ofScientific Revollltions, pp. 66-76. 21 Esta formulacin indica que podria salvarse el criterio de demarcacin de sir Karl,

    con slo modificar levemente su, forma de expresarlo, y conservndolo de acuerdo con su intento obvio. Para que un campo sea una ciencia, sus conclusiones deben derivarse lgicamente de premisas compartidas. De este modo, la astrologa sera eliminada no porque sus pronsticos no puedan comprobarse, sino porque nicamente los ms generales y menos comprobables son los que pueden derivarse de una teora aceptada. Como todo

    IJB-,-

  • 300 ESTUDIOS MET AHISTRICOS Comprese la situacin del astrnomo con la del astrlogo. Si la predic-

    cin de un astrnomo fallaba y ste verificaba sus clculos, an tena la esperanza de enderezar la situacin. Quiz los datos fuesen incorrectos: podan reexaminarse las observaciones antiguas y hacerse mediciones nuevas, tareas que planteban toda una variedad de problemas de clculo y del funcionamiento de los instrumentos. O quiz hubiese que hacer ajustes a la teora, bien arreglando los epiciclos, las excntricas, los ecuantes, etc., o bien haciendo reformas fundamentales a la tcnica astronmica. Durante ms de un milenio, fueron stos los acertijos teri-cos y matemticos de los que, aunados a sus correlatos instrumentales, se constituy la tradicin de la investigacin astrnmica. Al astrlogo, en cambio, no se le presentaron estos acertijos. Poda explicarse el aconte-cimiento de fracasos, pero los fracasos particulares no daban lugar a acertijos de investigacin, pues ningn hombre, por diestro que fuese, poda emplearlos en un intento constructivo por revisar la tradicin astrolgica. Haba muchas posibles fuentes de dificultad, la mayor parte de ellas ms all de los conocimientos, el control o la responsabilidad del astrlogo. Por eso, los fracasos individuales no arrojaban informacin nueva como tampoco, a los ojos de los colegas, se reflejaban en la competencia del pronosticador. 22 Aunque regularmente el astrnomo y el astrlogo se daban en una misma persona, por ejemplo Tolomeo, Kepler y Tycho Brahe, nunca existi el equivalente astrolgico de la tradicin astronmica de solucin de acertijos. Y, sin problemas que pusiesen a prueba el ingenio del individuo, la astrologa no poda convertirse en una ciencia, aun cuando las estrellas hubiesen controlado efectivamente el destino humano.

    campo que satisficiese tal condicin podra apoyar una tradicin de solucin de acerti-joE, la sugerencia es claramente tiL Casi se convierte en la condicin suficiente para que un campo dado sea una ciencia. Pero, en esta forma por lo menos, no es ni siquiera una condicin suficiente y de seguro no es una condicin necesaria. Admitira como ciencias, por ejemplo, la topografia y la navegacin, y se opondra a la taxonoma, la geologa histrica y la teora de la evolucin. Las conclusiones de una ciencia deben ser precisas Y vlidas, sin ser totalmente derivables por procedimientos lgicos de las premisas aceptadas. Vase mi Structure ofScientific Revolutions, pp. 35-51, y tambin la exposicin que sigue.

    22 Con esto no se sugiere que los astrlogos no se criticaran unos a otros. Por lo contrario, como los profesionales de la filosofa y algunas ciencias sociales, pertenecan a toda una variedad de escuelas, y la contienda entre stas era a veces llena de mordacidad. Pero ordinariamente estos debates giraban en torno de la implausibilidad de la particular teora aceptada por una u otra eocuela. No se les conceda muchffimportan-cia a lo.s fracasos de las predicciones individuales. Comprese c.on Thorndike, A History oj Magic and Expenmental Science, 5:233.

    LA LGICA DEL DESCUBRIMIENTO 301 En suma, si bien los astrlogos hicieron predicciones susceptibles de

    ser sometidas a prueba y reconocieron que a veces fallaban tales predic-ciones, no trabajaron en la clase de actividades que caracterizan nor-malmente a todas la ciencias reconocidas. Tiene razn sir Karl cuando excluye a la astrologa de las ciencias. Pero el concentrarse casi exclu-sivamente en los cambios revolucionarios de la teora cientfica le impide la mejor razn para excluirla. Este hecho puede explicar, a su vez, otra peculiaridad de la historiografa de sir Karl. A pesar de que subraya una y otra vez el papel de las pruebas en el remplazo de las teoras, por ejemplo la de Tolomeo, fueron remplazadas por otras antes de haber sido probadas verdaderamente. 23 Por lo menos en algunas ocasiones, las pruebas no son condiciones indispensables para las revo-luciones a travs de las cuales avanza la ciencia. Pero no ocurre lo mismo con los acertijos. Aunque las teoras que cita sir Karl no hayan sido puestas a prueba antes de ser desplazadas, ninguna de stas fue sustituida antes de que dejara de apoyar una tradicin de solucin de acertijos. Era un escndalo el estado de la astronoma a principios del siglo XVL Sin embargo, los astrnomos, en su mayora, pensaban que con ajustes normales de un modelo bsicamente tolemaico se enmenda-ra la situacin. En ese sentido, no puede decirse que la teora no hubiese pasado la prueba. Pero unos cuantos astrnomos, entre ello.s Coprnico, pensaron que las dificultades deban residir en el propio enfoque tolemaico antes que en las versiones particulares de la teora tolemaica, desarrolladas hasta esa poca, y los resultados de esa con-viccin estn ya registrados en la historia. La situacin es tpica. 24 Con o sin pruebas, una tradicin de solucin 'de acertijos puede preparar el camino para ser desplazada. Confiar en la prueba como 11'ota distintiva de una. ciencia es olvidarse de lo que los cientficos hacen principal-mente y, con ello, de la caracterstica primordial de su actividad. Tocio lo anterior puede servir de antecedente para descubrir rpida-mente la ocasin y las consecuencias de otra ele las locuciones favori-tas ele sir Karl. El prefacio a Conjectures and Refutations se inicia con estas frases: "Los ensayos y las conferencias ele los cuales se compone este libro son variaciones sobre un tema muy simple: la tesis de que podemos aprender de nuestros errores." Las cursivas son de sir Karl; la tesis se repite en sus escritos desde hace mucho;25 vista aisladamente, de

    23 Vase Popper, Con1ectures and Refutations, p. 246. 24 Vase mi Structure ofScientific Revolutions, pp. 77-87. 25 La cita se tom de Popper, Conjectures and Refutations, p. vii, de un prefacio que data

    '

    .l.11-

  • 302 ESTUDIOS MET AHISTRICOS

    modo inevitable obliga a compartirla. Todo el mundo puede aprender y aprende de sus errores; distinguirlos y corregirlos es tcnica esencial de la enseanza infantil. La retrica de sir Karl arraiga en la experiencia cotidiana. Sin embargo, en el contexto en que invoca este imperativo familiar, su aplicacin parece ser definitivamente impropia. Y no estoy seguro de que se haya cometido un error, por lo menos un error del que se pueda aprender algo.

    No es necesario enfrentarse a los problemas filosficos ms profun-dos que presentan los errores para ver lo que est en juego en este momento. Es un error sumar tres ms tres y obtener cinco, o concluir, de ''Todos los hombres son mortales", que "Todos los mortales son hombres". Por razones diferentes, es un error decir "l es mi her-mana", o comunicar la presencia de un fuerte campo elctrico cuando las cargas de prueba no lo indican. Es de suponerse que haya aun otras clases de errores, pero los normales probablemente comparten las siguientes caractersticas: se comete un error en un momento y lugar especificables, por un individuo determinado. Tal individuo no ha obedecido una de las reglas establecidas de la lgica o del lenguaje, o bien de las relaciones entre alguna de sas y la experiencia. O tal vez no haya reconocido las consecuencias de una eleccin particular entre las opciones que las reglas le permiten. El individuo puede aprender d-e su error slo que el grupo cuya prctica incorpora estas reglas pueda aislar la falla del individuo en aplicarlas. En suma, las clases de errores a las cuales se aplica ms obviamente el imperativo de sir Karl son las de las fallas del individuo en entender o en reconocer algo dentro de una actividad gobernada por reglas preestablecidas. En las ciencias, tales errores ocurren con ms frecuencia y quiz exclusiva-mente dentro de la prctica de la investigacin de solucin normal de acertijos.

    Pero no es ah en donde busca sir Karl, pues su concepto de ciencia oscurece incluso la existencia de la investigacin normal. En lugar de ello, examina los acontecimientos extraordinarios o revolucionarios del desarrollo cientfico. Los enores que seala no son actos sino ms bien teoras cientficas anacrnicas: la astronoma tolemaica, la toora del logisto o la dinmica newtoniana. Y "aprender de nuestros erro-res" es, correspondientemente, lo que ocurre cuando una comunidad

    de 1962, Anteriormente, sir Karl equiparaba "aprender de nuestras equivocaciones" con "aprender por ensayo y error" (ibid., p. 216), y la formulacin de por ensayo y error data por lo menos de 1937 (ibid., p. 312); en espritu es ms antigua que aqulla. Mucho de lo que se dice en seguida sobre la nocin de "equivocacin" en sir Karl se aplica igualmente a su concepto de "error"

    LA LGICA DEL DESCUBRIMIENTO 303

    cientfica rechaza una de esas teoras y la sustituye por otra. 26 Si esto no se ve de inmediato como un uso irregular, ello se debe a que despierta la parte inductivista que hay en todos nosotros. Creyendo que las teoras vlidas son producto de inducciones correctas a partir de los hechos, el inductivista debe sostener tambin que una teora falsa es resultado de un error de induccin. Por lo menos en ~rincipio, est preparado para responder estas preguntas: qu error se come-ti?, qu regla se viol?, cundo y por quin para llegar al -diga-mos- sistema tolemaico? Para el hombre que encuentra razonables estas preguntas, y slo para l, la expresin de sir Karl no presenta problemas.

    Pero ni sir Karl ni yo somos inductivistas. No creemos que haya reglas para inducir teoras correctas a partir de los hechos, y ni siquiera que las teoras, correctas o incorrectas, sean producto de la induccin. Ms bien las vemos como afirmaciones imaginativas inven-tadas de una sola vez para ser aplicadas a la naturaleza. Y aunque indicamos que tales afirmaciones pueden terminar por encon- trarse -y usualmente as ocurre- problemas que no pueden resol-ver, reconocemos tambin que esas confrontaciones problemticas suceden raramente durante cierto tiempo despus de que una teora ha sido inventada y aceptada. Segn nosotros, pues, no se ca.meti ningn error para llegar al sistema tolemaico, y por eso se me dificulta tanto entender lo que quiere decir sir Karl cuando a ese sistema, o a cualquier otra teora anacrnica, le llama error. Lo ms que podra decirse es que una teora que anteriormente no era errnea se ha convertido en errnea, o que un cientfico ha cometido el error de aferrarse demasiado tiempo a una teora. Y aun estas expresiones, de las cuales por lo menos la primera es extremadamente inconveniente, no nos devuelven al significado de error con el cual estamos ms

    26 /bid., pp. 215 y 220. En estas pginas sir Karl describe e ilustra su tesis de que la ciencia crece por revoluciones. Mientras tanto, no yuxtapone siempre el trmino "equi-vocacin" al nombre de una teora cientifica extempornea, quiz porque gracias a su buen instinto histrico no cae en tan burdo anacronismo. Sin embargo, el anacronismo es fundamental en la retrica de sir Karl, lo que da reiterados Indicios de las diferencias fundamentales que existen entre nosotros. A menos que las teoras anticuadas sean equivocaciones, no hay manera de reconciliar, digamos, el prrafo inicial del prefacio de sir Karl (ibid., p. vii: "aprender de nuestras equivocaciones"; "nuestros intentos, a menudo equivocados, por resolver nuestros problemas"; "pruebas que pueden ayu-darnos a descubrir nuestras equivocaciones") con la idea (ibid., p. 215) de que "el desarrollo del conocimiento cientfico ... [consiste en J el continuo derrocamiento de las teoras cientficas y su sustitucin por otras mejores o ms satisfactorias". _/lfe~

  • 304 ESTUDIOS MET AHISTRICOS

    familiarizados. Esos errores son los normales que un astrnomo tole-maico (o copemicano) comete dentro de su sistema, quiz en la obser-vacin, el clculo o el anlisis ele los datos. Es decir, son la clase de errores que deben ser aislados y luego corregidos, dejando intacto el sistema original. En el sentido que le da sir Karl, por otra parte, un error contamina a todo el sistema y slo puede ser corregido sustitu-yendo por otro todo el sistema. Ninguna expresin, ni nada que se le parezca, puede encubri1 estas diferencias fundamentales, como tam-poco se puede ocultar el hecho de que antes de la contaminacin el sistema posea la integridad caracterstica de lo que llamamos ahora conocimiento slido.

    Posiblemente pueda salvarse el sentido que sir Karl le da al trmino "error", pero para lograrlo debemos despojarlo de ciertos significados que tiene todava. Como el trmino "probar", el de "error" se tom prestado ele la ciencia normal, en donde su empleo es razonablemente claro, para aplicarlo a los acontecimientos revolucionarios, en donde tal aplicacin no deja de ser problemtica. Esa transferencia crea, o por lo menos robustece, la impresin prevaleciente ele que teoras enteras pueden juzgarse con los mismos criterios que se emplean para juzgar las aplicaciones de una teora dentro ele un trabajo de investiga-cin individual. Cobra entonces urgencia, para muchos, el descubri-miento ele los criterios aplicables al caso. Que sir Karlfigure entre ellos me parece extrao, pues la bsqueda va en contra de la idea ms original de su filosofa ele la ciencia. Pero no puedo entender de otra manera sus escritos metodolgicos desde la Logik der Forschung. Ahora, a pesar de todas las impugnaciones explcitas, sugerir que ha buscado consecuentemente procedimientos de evaluacin aplicables a teoras, los cuales posean la seguridad evidente que caracteriza a las tcnicas por las cuales se identifican los euores en la aritmtica, la lgica o la medicin. Me Temo que est persiguiendo una quimera nacida de la misma confusin de la ciencia normal con la extraordina-ria, y que ha hecho que las pruebas parezcan un componente funda-mental de las ciencias.

    En su Logik derForsclwng, sir Karl subray la asimetra de una genera-lizacin y su negacin con respecto a las pruebas empricas. No se puede demostrar que una teora cientfica se aplique a todos los casos posibles, pero s que no se aplica a determinados casos. La insistencia en ese axioma lgico y en sus implicaciones parece ser un paso adelante, y ele ah no debemos retroceder. La misma asimetra desem-pea un PilP el fundamental en mi Estructura de la; revoluciones cientficas,

    LA LGICA DEL DESCUBRIMIENTO 305

    en donde el fallo de una teora para dar reglas que identifiquen los acertijos solucionables se ve como la fuente de las crisis profesionales que a menudo terminan con el cambio de la teora. Lo que estoy diciendo es casi lo mismo que sir Karl, y bien puedo haberlo tomado de lo que o sobre su trabajo.

    Pero sir Karl describe como "refutacin" lo que ocurre cuando no se puede aplicar una teora a un caso dado. Y sta es la primera de una serie de expresiones relacionadas, cuya peculiaridad me ha dejado sorprendido. "Refutacin" es antnimo de "prueba". Uno y otro tr-mino provienen de la lgica y de las matemticas formales; las cadenas de argumentos a las cuales se aplican concluyen con un "Q.E.D." Invocar estos trminos implica la capacidad de lograr el asentimiento de cualquier miembro de la comunidad profesional de que se trate. No hace falta, sin embargo, decirle a ninguno de los miembros de este pblico que, cuando toda una teora o acaso una ley cientfica estn en juego, los argumentos rara vez son tan evidentes. Pueden impugnarse todos los experimentos, ya sea en razn de su pertinencia o su preci-sin. Pueden modificarse todas las teoras mediante los ms variados ajustes ad hoc, sin que, en trminos generales, dejen de ser las mismas teoras. Adems, es importante que esto sea as, pues frecuentemente el conocimiento cientfico crece por impugnacin de las observaciones o por ajuste de las teoras. Las impugnaciones y los ajustes son una parte com~ y corriente de la investigacin normal dentro de las ciencias empricas, y los ajustes no dejan ele tener un papel predomi-nante en las matemticas informales. El brillante anlisis que el doctor Lakatos hace de las rplicas permisibles a las refutaciones matemti-cas constituye el argumento ms revelador que conozco en contra de una posicin "refutacionista" ingenua. 27

    Sir Karl no es, desde luego, un refutacionista ingenuo. Sabe lo que acabo de decir y lo ha subrayado desde el principio de su carrera. Y a en La lgicu del descubrimiento cientfico, por ejemplo, escribe: "En realidad, no puede producirse ninguna refutacin concluyente de ninguna teora, pues siempre es posible decir que los resultados expe-rimentales no son dignos de confianza, o que las discrepancias que se dice existen entre los resultados experimentales y la teora son slo aparentes, y que se desvanecern cuando tengamos ms conocimien-tos. " 28 Enunciados como ste muestran una semejanza ms entre las

    27 l. Lakatos, "Proofs and Refutations", Brish ]oumalfor the Philosophy ofScience, 14 (1963-1964): 1-25, 120-139, 221-243, 296-342.

    28 Popper, Logic of Scientific Discovery, p. 50.

  • 306 ESTUDIOS METAHISTRICOS ideas de sir Karl y las mas, pero lo que hacemos con ellas difiere bastante. Para m, son enunciados fundamentales, tanto en calidad de pruebas como de fuentes. Para sir Karl, en cambio, son una limitacin esencial que amenaza la integridad de su posicin bsica. Barri con la impugnacin concluyente, pero no la sustituy con ninguna otra cosa, y la relacin que sigue tomando en cuenta es la de la refutacin lgica. Si bien no es un refutacionista ingenuo, creo que, legtimamente, puede tratrsele como tal. Si estuviese interesado exclusivamente en la delimitacin, entonces los problemas que plantea la inexistencia de las refutaciones concluyentes seran menos graves y quiz eliminables. Esto es, se llegara a la delimitacin por un c;1iterio exclusivamente sintctico. 29 El punto de vista de sir Karl sera entonces, y quiz ya lo sea, el de que una teora es cientfica si, y slo si, los enunciados de la observacin -particularmente las negaciones de proposiciones exis-tenciales singulares-pueden deducirse lgicamente de ella, quiz en conjunto con el conocimiento establecido como antecedente. Enton-ces no vendran al caso las dificultades -a las cuales me referir en breve- que se presentan al decidir si una determinada operacin de laboratorio justifica el emitir un determinado enunciado de observa-cin. Quiz, aunque la base para hacerlo as sea menos evidente, podran eliminarse las dificultades igualmente graves de decidir si un enunciado de observacin deducido de una versin aproximada -por ejemplo, manejable matemticamente- de la teora debe conside-rarse o no,_111a consecuencia de la propia teora. Problemas como stos no perteneceran a la sintaxis, pero s a la pragmtica o a la semntica del lenguaje en que estuviese expresada la teora, y por lo mismo no desempearan ningn papel en determinar su calidad de ciencia. Para que sea cientfica, una teora slo puede ser refutada por un enunciado de observacin y no por la observacin real. La relacin entre enunciados, a diferencia de la que hay entre enunciado y obser-vacin, sera la refutacin concluyente tan familiar en la lgica y en las matemticas. Por razones ya indicadas (nota 21) y que en seguida ampliar, dudo que las teoras cientficas puedan expresarse sin cambio decisivo en forma ial que permita los juicios, puramente sintcticos, que exige esta versin del criterio de sir Karl. Pero, aunque as fuese, sobre estas

    29 Aunque mi punto de vista es algo diferente, mi reconocimiento de la necesidad de enfrentar este problema se lo debo a las severas criticas de C.G. Hempel, dirigidas a quienes mal interpretan a sir Karl atribuyndole una creencia en la refutacin absoluta y no en la relativa. Vase Hempel, Aspects ofScientific Explanation (1965), p. 45. Tambin le agradezco a Hempel su crtica, penetrante y aguda, al borrador de este artculo.

    LA LGICA DEL DESCUBRIMIENTO 307 teoras reconstruidas podra fundarse solamente su criterio de delimi-tacin, pero no la lgica del conocimiento, asociada tan ntimamente con aqul. Este ltimo es, sin embargo, el inters ms persistente de sir Karl, y su nocin del mismo, muy precisa. "L~ lgica del conoci-miento", escribe, "consiste solamente en investigar los mtodos em-pleados en esas pruebas sistemticas a las que debe someterse toda idea nueva para que sea tratada seriamente. " 30 De esta investigacin, prosigue, resultan reglas metodolgicas o convenciones como la si-guiente: "Una vez que se ha propuesto y probado una hiptesis, y que se ha probado su validez, no puede ser descartada sin una 'buena razn'. Una 'buena razn' seria, por ejemplo .... La refutacin de una de las consecuencias de la hiptesis. " 31

    Reglas como stas, y con ellas toda la actividad lgica ya descrita, dejan de ser de significado puramente sintctico. Requieren que tanto el investigador epistemolgico como el investigador cientfico sean capaces de relacionar proporciones provenientes de una teora no con otras proporciones sino con observaciones y experimentos reales. ste es el contexto en el que debe funcionar el trmino "refutacin, de sir Karl, pero l no nos dice nada sobre cmo ocmrira tal cosa. Qu es refutacin sino una impugnacin concluyente? En qu circunstan-cias la lgica del conocimiento requiere que un cientfico abandone la teora aceptada al enfrentarla no a enunciados sobre experimentos, sino a los propios experimentos? Por el momento quedan sin respuesta estas preguntas, y no estoy nada seguro de lo que sir Karl nos haya dado como lgica del conocimiento. En mi conclusin, sugerir que, aunque igualmente valiosa, es absolutamente otra cosa. En lugar de una lgica, sir Karl nos da una ideologa; en lugar de reglas metodol-gicas, nos da mximas aplicables a los procedimientos.

    La conclusin, sin embargo, se pospondr hasta despus de darle una mirada ms profunda a la fuente de las dificultades que presenta la nocin de refutacin, de sir Karl. Presupone, como ya indiqu, que una teora se expresa, o puede expresarse sin distorsin, en forma tal que le permite al cientfico clasificar todo acontecimiento concebible, bien como caso confirmatorio, caso refutatorio o caso improcedente respecto de la teoria. Obviamente, esto es lo que se requiere para que una ley general sea refutable: para probar la generalizacin (x) q, (x) aplicndola a la constante a, tenemos que poder decir si a est o no est dentro del dominio de la variable x y si o no ;I (a). La misma

    30 Popper, Logic of Scientific Discovery, p. 31. 31 /bid., pp. 53-54. J'tt.-

  • 308 ESTUDIOS METAHISTRICOS presuposicin es an ms evidente en la medida ele verosimilitud elaborada recientemente por sir Karl. Exige que se obtenga primero la clase de todas las consecuencias lgicas ele la teora y luego, ele entre stas, y con la ayuda del conocimiento antecedente, se elijan las clases de todas las consecuencias verdaderas y todas las consecuencias falsas. 32 Por lo menos, debemos hacer esto si del criterio ele verosimili-tud va a resultar un mtodo de eleccin de teora. Pero ninguna ele estas tareas puede cumplirse a menos que la teora posea una articulacin lgica total y a menos que los trminos que la vinculan con la natura-leza estn lo suficientemente definidos como para determinar su apli-cabilidad en cada caso posible. En la prctica, sin embargo, no hay teora cientfica que satisfaga estas rigurosas demandas, y son muchos los que argumentan que, si as fuese, una teora dejara ele ser tl en la investigacin. 33 En otra parte, introduje el trmino ele "paradigma" para recalcar la dependencia ele la investigacin cientfica respecto ele los ejemplos concretos que llenan lo que ele otra manera seran huecos en la especificacin del contenido y aplicacin de las teoras cientfi-cas. No repetir aqu los argumentos que vienen al caso. Aunque me aparte un poco ele mi exposicin, ser til describir un ejemplo breve.

    Mi ejemplo toma la forma ele un resumen constmclo ele algn conocimiento cientfico elemental. Ese conocimiento se refiere a los cisnes y para aislar las caractersticas que aqu nos interesan har tres preg1mtas sobre l. a) Cunto puede saberse sobre los cisnes sin introducir generalizaciones explcitas como "Todos los cisnes son blancos"? b) En qu circunstancias y con qu consecuencias vale la pena agregar tales generalizaciones a lo que ya se sabe sin ellas? e) En qu circunstancias se rechazan las generalizaciones en cuanto son hechas? Al hacer estas preguntas, me propongo sugerir que, s bien la lgica es un instrumento poderoso y a fin de cuentas esencial en la investigacin cientfica, puede uno tener conocimientos slidos en formas a las que la lgica apenas si puede aplicarse. Al mismo tiempo, sugiero que toda articulacin lgica no es un valor en s, y que debe tratar ele lograrse slo cuando y en la medida en que las circunstancias la exijan.

    32 Popper, Conjectures and Refiaaton1, pp. 233-235. Obsrvese tambin en la nota al pie de la ltima de estas pginas, que la comparacin que hace sir Karl de la verosimilitud relativa de dos teoras depende de que" (no haya] cambios revolucionarios en nuestro conocimiento antecedente", suposicin que no argumenta en ninguna parte y que es difcil de reconciliar con su concepcin del cambio cientfico mediante revoluciones.

    33 Braithwaite, Scientijic Explanation (1953), pp. 50-87, especialmente p. 76, y mi Structllrt' qf Scientijic Revolutiorzs, pp. 97-101.

    LA LGICA DEL DESCUBRIMIENTO I

    309

    Imagine que le han enseado diez aves, de las cuales se acuerda, y que han sido identificadas categricamente como cisnes; que est usted familiarizado de la misma manera con patos, gansos, pichones, palomas, gaviotas y otras; y que se le informa a usted que cada uno de estos tipos constituye una familia natural. Usted ya sabe que una familia natural es un agregado de objetos iguales, lo suficientemente importantes y lo bastante distintos co10 para merecer un nombre genrico. Ms exactamente, aunque aqu simplifico el concepto ms de la cuenta, una familia natural es una clase cuyos miembros se asemejan entre s ms de lo que se asemejan a los miembros de otras familias naturales. 34 La experiencia de las generaciones hasta la fecha ha confirmado que todos los objetos observados pertenecen a una u otra familia natural. Es decir, se ha demostrado que la poblacin total del globo puede dividirse siempre -aunque no de una vez n para siempre- en categoras perceptualmente discontinuas. Se cree que en los espacios perceptuales que dejan entre s estas categoras no existe ningn objeto.

    Lo que aprende usted de los cisnes a travs de los paradigmas es casi lo mismo que aprenden los nios acerca ele los perros y los gatos, las mesas y las sillas, las madres y los padres. Su extensin y contenido precisos son, desde luego, imposibles de especificar. Pero, a pesar de ello, son conocimientos slidos. Partiendo de la observacin, pueden ser confirmados mediante otras observaciones y, en tanto, constituyen la base de la accin racional. Al ver un ave que se parece a los cisnes que usted ya conoce, podr suponer razonablemente que necesitar los mismos alimentos que los dems y con sos la alimentar. Admi-tido que los cisnes constituyen una familia natural, ningn ave que se parezca a stos mostrar caractersticas radicalmente diferentes al ser examinada de cerca. Claro est que puede usted haber siclo mal informado sobre la integridad natural de la familia de los cisnes. Pero eso puede descubrirse por la experiencia; por ejemplo, con el descu-brimiento ele varios animales -ntese que hace falta ms ele uno-cuyas caractersticas llenan el hueco entre los cisnes y, digamos, los

    34 Ntese que la semejanza entre los miembros de una familia natural es aqui una relacin aprendida y que puede desaprenderse. Obsrvese el viejo dicho: "A un occi-dental, todos los chinos le parecen iguales." Ese ejemplo me aclara tambin las simplifi caciones ms drsticas introducidas en este punto. En una discusin ms completa tendran que admitirse jerarquas de familias naturales con relaciones de semejanza entre las familias de los niveles superiores.

    143

  • 310 ESTUDIOS METAHISTRICOS gansos, por intervalos escasamente perceptibles. 35 Pero mientras eso no ocurra, sabr usted mucho acerca de los cisnes, aunque no est usted muy segtuo de lo que sabe ni conozca lo que es un cisne.

    Suponga usted ahora que todos los cisnes que ha observado real-mente son blancos. Aceptara la generalizacin de que "Todos los cisnes son blancos"? Al hacerlo as, cambiar muy poco lo que usted sabe; ese cambio ser til slo en el caso improbable de que se

    enct~entre usted un ave no blanca que, en todo lo dems, parezca ser un cisne; al hacer el cambio, aumenta usted el riesgo de que la familia de los cisnes no sea, a fin de cuentas, una familia natural. En tales circunstancias, probablemente se abstenga usted de hacer la generali-zacin a menos que tenga razones especiales para lo contrario. Quiz, por ejemplo, deba usted describir cisnes a hombres a los que no pueden enserseles directamente los paradigmas. Sin precauciones sobrehumanas, tanto de parte de usted como de sus lectores, su descripcin adquirir la fuerza de una generalizacin; y ste es a veces el problema del taxonomista. O quiz haya descubierto usted algunas aves grises que, en lo dems, son como los cisnes, pero se alimentan de otro modo y tienen mal carcter. Puede usted generalizar entonces para evitar un error conductual. O puede usted tener una razn ms terica para pensar que vale la pena hacer la generalizacin. Por ejemplo, ha observado usted que los miembros de otras familias natu-rales comparten la coloracin. Especificando este hecho en forma tal que permita la aplicacin de las poderosas tcnicas lgicas a lo que usted ya sabe aprender usted ms sobre el color de los animales en general o sobre la alimentacin de estos mismos.

    Ahora, habiendo hecho la generalizacin, qu har usted si se encuentra con un ave negra que, en todo lo dems, sea i01ial a un

    . ? e l o c.1sne. reo que casi as mismas cosas que si no se hubiese comprome-tido con la generalizacin. Examinar usted el ave cuidadosamente en lo exterior Y quiz en lo interior tambin, para encontrar otras cara~tersticas que distingan este espcimen de sus paradigmas. Ese examen ser especialmente largo y completo en la medida en que tenga usted razones tericas para creer que el color caracteriza a las familias naturales, o bien en la medida en que se sienta usted comprometido

    35 En esta experiencia, no habra necesidad de abandonar ni la categora de "cisnes" ni la categora de "gansos", pero s hara falta la introduccin de una