La amenaza de la guerra nuclear

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    La amenaza de guerra nuclear. Estrategia, poltica y tica

    Carlos Santamara

    PUBLICACIONES idatzARGITARAPENAKSAN SEBASTIAN - DONOSTIA

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    idatzEditorial Diocesana. Elizbarrutiko ArgitaldariaUrdaneta, 10. Apartado 579 Postakaxa

    Telfono (943) 46 53 2620006 DONOSTIA - SAN SEBASTIAN

    Depsito Legal: 692/85I.S.B.N.: 84-85713-45-1

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    Contenido

    Presentacin

    Algunas siglas usualesI.Cuarenta aos de no-utilizacin del arma atmica

    1. Una importante leccin de la historia2. Las guerras de Corea y del Vietnam3. Crisis del canal de Suez y de los misiles de Cuba4. El inicio de la distensin

    II.La negociacin nuclear1. Los primeros pasos2. El periodo negociador: 1963-19793. Las negociaciones SALT4. La doble decisin de la OTAN

    5. Las negociaciones tras la doble decisin6. Las conversaciones sobre armas estratgicas

    III.El progreso del arma nuclear1. Las primeras etapas2. Gigantismo y miniaturizacin.3. La mutacin balstico-nuclear4. Las armas posnucleares5. Las armas de alta tecnologa6. La guerra en el espacio

    IV.La situacin actual1. Bipolarizacin y bipolarismo2. El duopolio ruso-americano3. La situacin de Europa4. La amenaza sovitica5. Recoupage y desconfianza trasatlntica6. La Europa europea7. La fuerza francesa de disuasin nuclear8. Espaa ante la situacin nuclear

    V.Pacifismo y razones ticas contra el arma nuclear1. Pacifismo y militarismo en la Europa nuclear2. Pacifismo fsico y pacifismos ticos

    3. No-violencia y desarme nuclear unilateral4. La moral catlica ante las armas nuclearesGlosario sobre palabras relativas al arma nuclearCronologa

    Bibliografa reducida en lengua espaola

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    Presentacin

    El tema de las armas nucleares es de una permanente actualidad. Por lo que tiene de

    amenaza de posible conflagracin de alcance universal, cuyas consecuencias difcilmentepodemos imaginar. O por lo que puede significar de llamada apremiante a la sensatezhumana, a fin de alejar definitivamente el fantasma de la guerra. A ello debe aadirse, en lacoyuntura actual, la circunstancia muy concreta y particular de los debates, actuales ya o

    previsibles al menos, que ha de suscitar el anunciado referndum sobre la adhesin del Estadoespaol a la OTAN.

    Sin embargo esta obra no es fruto de la improvisacin. El Instituto de Teologa y Pastoralde San Sebastin encarg a Carlos Santamara, hace ya dos aos, la direccin de un Seminarioy un Cursillo sobre la problemtica de las armas nucleares y su relacin con la paz y la tica.Ello sirvi de acicate para que, movido por su fina sensibilidad ante todo lo que puede afectar

    profunda reflexin sobre el tema. La obra que ahora sale a la luz es el fruto de un minucioso

    trabajo, desarrollado a lo largo de estos dos aos.No supone ninguna novedad que Carlos Santamara haya dedicado su atencin y su

    exquisita capacidad de anlisis filosfico-poltico a la problemtica suscitada por el rearmeatmico. Aparte de su profesional capacitacin tcnico-cientfica, basta recordar su actuacincomo director de las Conversaciones Catlicas Internacionales, all por los aos 50, paracerciorarse de que un tema como ste poda ser abordado por l con la seguridad de que algoimportante poda decirnos. Esta expectativa no ha quedado frustrada.

    Su estudio tiene, ante todo, un mrito especial. El de ayudarnos a situar el problema de lasarmas nucleares en sus verdaderas dimensiones reales, no slo tcnicas sino tambin polticas.Y ello en la nica perspectiva en que puede hacerse sin traicionar la realidad, el intento de unsupuesto equilibrio de bipolaridad entre los Estados Unidos de Amrica y la Unin Sovitica.

    El mrito mayor de la obra radica en abrir los ojos ante cualquier tentacin desimplificar los planteamientos. Lo que se hace particularmente til e interesante ante laeventualidad de la consulta popular. Desde esta perspectiva, la obra, escrita en un lenguajeasequible a todo el mundo, puede prestar un gran servicio en el momento de prever y medirlas consecuencias de la propia decisin, sea ella la que fuere.

    No es fcil discernir qu es lo que puede haber de estrategia y qu de tica en los diversostratamientos dados a este tema. La perspectiva tica es objeto de estudio en el ltimo captulo.Los Episcopados de diversas naciones han manifestado su parecer sobre esta dimensin del

    problema. Tambin la Conferencia Episcopal Espaola habr de tomar postura sobre elmismo. Naturalmente el Autor no tiene la pretensin de corregir ninguna de las posiciones

    mantenidas ni de ofrecer un juicio propio, ms o menos original. Le basta con desvelar toda lagravedad que puede encerrar cualquier intento de mantener el problema en el nivel de lasmeras consideraciones polticas o estratgicas.

    Ms an. Los diversos juicios ticos seran difcilmente inteligibles sin el realismohistrico con que el tema es planteado en estas lneas.

    El Instituto de Teologa y Pastoral de San Sebastin no puede menos de agradecergozosamente esta valiosa aportacin de Carlos Santamara, hecha a una opinin pblica a laque, no cabe duda, habr de interesar conocer qu es lo que se trae entre manos antes dedecidir en un momento histrico de enorme transcendencia.

    San Sebastin, 1 de septiembre de 1985.

    Jos M Setin, Ob.

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    Director del Instituto de Teologa y Pastoral

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    Algunas siglas usuales

    ABC Atomic, biological and chemical

    Armas atmicas, biolgicas y qumicas.ABM Anti-Ballistic Missile

    Sistemas de misiles antibalsticos.ADM Atomic Demolition Munition

    Minas nucleares de demolicin.AFAP Artillery Fired Atomic Projectiles

    Proyectil nuclear lanzado por artillera.AGM Air-Ground Missile

    Misil aire-suelo.AIRS Advanced Inertial Reference Systems

    Sistemas de conduccin avanzada por inercia.

    ALBM Air-Launched Ballistic MissileMisil balstico aero-transportado.

    ALCM Air-Launched Cruise MissileMisil de crucero aero-transportado

    ANT Ver TNW.ASATS Anti-satellite Systems

    Sistemas antisatlites USA.ASM Air-to-Surface Missile

    Misil aire-suelo.ASROC Anti-Submarine Rocket

    Cohete antisubmarino.BMEWS Ballistic Missile Early System

    Sistema de alerta avanzado contra misiles balsticos.C3 Command, Control and Communications

    Sistema de mando, control y comunicacin para el control del desarrollo de unconflicto nuclear.

    CBW Chemical, biological WarfareGuerra qumica y biolgica.

    CED Comunidad Europea de Defensa.CEE Comunidad Econmica Europea.CEP Circular Error Probable

    Crculo de Error Probable.CM Cruise MissileMisil de crucero.

    DAM Sistemas de defensa antimisil.DEW Distant Early Warning Line

    Lnea de radars de deteccin para alerta avanzada contra misiles.EMP Electromagnetic Pulse

    Impulsin electromagntica producida por una explosin nuclear.EP Earth Penetrator

    Cabeza nuclear penetrante.ERW Enhanced Radiation Weapon

    Arma nuclear de radiacin reforzada o bomba de neutrones.FBS Forward Based Systems

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    Sistemas de defensa avanzados, en espacio y tiempo.FOBS Fractional Orbital Bombardment System

    Sistemas de bombardeo parcialmente orbitales, es decir, que en una primera fasede su trayectoria funcionan como satlites y despus como proyectiles. Armasnucleares instaladas en satlites.

    G 1 Denominacin sovitica de las Conversaciones INF.GLCM Ground-Launched Cruise MissileMisil de crucero lanzado desde el suelo.

    IAEA International Atomic Energy AgencyAgencia internacional de energa atmica.

    ICBM Intercontinental Ballistic MissileIDS Ver SDI.IGS Inertial Guidance System

    Sistema de conduccin inercial.IISS The International Institute for Strategic Studies

    Instituto internacional para los estudios estratgicos.

    INF Intermediate Range Nuclear ForcesFuerzas nucleares de alcance intermedio.Conversaciones de Ginebra sobre estas fuerzas.

    ARBM Intermediate Range Ballistic MissileMisil balstico de alcance intermedio.

    KT Kilotn.LR Long-Range

    Largo alcance.LRBM Long-Range Ballistic Missile

    Misil balstico de largo alcance.LRNTF Long-Range Theater Nuclear Forces

    Fuerzas nucleares de teatro de largo alcance.MAD Mutual Assured Destruction

    Destruccin mutua asegurada.MARV Manoeuvreable Re-entry Vehicles

    Misiles con cabezas mltiples maniobrables independientes cuyos objetivospueden ser modificados sobre la marcha.

    MBFR Mutual Balanced Forces ReductionsReducciones mutuas y equilibrados de fuerzas.

    MG Megatn.MHV Miniature Homming Vehicle

    Vehculo miniatura de cabeza buscadora.MIRV Multiple Indepently Targetable Re-entry VehicleVehculo de retorno con cabezas mltiples independientes guables haciaobjetivos programados a voluntad antes del lanzamiento.

    MRCM Medium-Range Cruise MissileMisil de crucero de alcance medio.

    NATO North Atlantic Treaty OrganizationOrganizacin del Tratado del Atlntico Norte (OTAN).

    NAC National Command AuthoritySuprema instancia USA para entrada en accin de armas nucleares.

    NBC Nuclear, biological and chimical

    Armas nucleares, biolgicas y qumicas.NOP Nuclear Operations Plan

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    Plan de operaciones nucleares.NORAD North American Air Defense Command

    Mando de la defensa area USA.NPG Nuclear Planning Group

    Grupo de planes nucleares OTAN.

    NPT Non Proliferation TreatyTratado de no proliferacin nuclear (TNP).NSTL National Strategic Target List

    Lista nacional de objetivos estratgicos de USA.OECE Organizacin europea de cooperacin econmica.OTAN Ver NATO.OTV Organizacin del Tratado de Varsovia.OUA Organizacin de la Unidad Africana.PK Probability of Kill

    Probabilidad de destruccin.PNET Peaceful Nuclear Explosion Treatry

    Tratado sobre explosiones nucleares con objetivos pacficos, entre USA y URSS.PTBT Partial Test Ban Treatry

    Tratado de suspensin parcial de pruebas nucleares.PV Pacto de Varsovia.QRA Quick Reaction Alert

    Estado de alerta reforzado que da facilidades para la utilizacin de unosdeterminados sistemas de armas.

    RV Re-entry VehicleVehculo con retorno a la atmsfera baja.

    SACEUR Supreme Allied Commande EuropeMando supremo aliado en Europa.

    SALT Strategic Arms Limitation TalksConversaciones sobre la limitacin de armas estratgicas.

    SDI Strategic Defense InitiativeIniciativa o primer paso de defensa estratgica (IDS).

    SHF Super High FrequencyFrecuencia super-alta (comunicacin con satlites).

    SHAPE Supreme Headquarts Allied Powers EuropeCuartel general de las potencias aliadas en Europa.

    SIPRI Stockholm International Pace Research InstituteInstituto internacional de Estocolmo para la investigacin sobre la paz.

    SR Short RangeCorto alcance.SRBM Short Range Ballistic Missile

    Misil balstico de corto alcance.SRTNF Short-Range Theatre Nuclear Forces

    Fuerzas nucleares de teatro de alcance inferior a 100 Kms.SSBN Ballistic Missile Submarine

    Submarino nuclear dotado de misiles balsticos.SSM Surface-to-Surface Missile

    Misil suelo-suelo.START Strategic Arms Reduction Talks

    Conversaciones para la reduccin de armas estratgicas.TNP Ver NPT.

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    TNT Trinitrotolueno.TNW Tactical Nuclear Weapons

    Armas nucleares tcticas (ANT).UEO Unin de Europa occidental.USAF US Air-Force

    Ejrcito del aire americano.WWMCSS Worlwide Military Command and Control SystemSistema USA de mando y control mundial.

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    I. Cuarenta aos de no-utilizacin del arma atmica

    1. Una importante leccin de la Historia

    Desde el lanzamiento de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, el arma atmica no havuelto a ser utilizada. El anlisis de este hecho indiscutible puede ser un excelente punto de

    partida para abordar la problemtica de la guerra nuclear. Lo que no ha ocurrido en cuarentaaos, podr suceder ahora que la Humanidad se encuentra mucho ms mentalizada que en el

    pasado sobre los peligros de una guerra atmica?Convendra examinar las circunstancias y los motivos de esta no-utilizacin. A lo largo de

    estas cuatro dcadas no han faltado graves crisis en las que para emplear las palabras deKissinger la Humanidad ha podido creer que estaba ya al borde del da final. Sinembargo, todas esas crisis pudieron ser superadas sin que llegase a estallar la guerra nuclear.

    Cules fueron las causas o las razones que impidieron la catstrofe en cada uno de estos

    momentos crticos? Como veremos sucintamente en las siguientes lneas, no han faltadoinformaciones y juicios respecto a esta cuestin por parte de los estudiosos de la estrategianuclear. Trataremos de transmitir a nuestros lectores algunas de estas enseanzas.

    Las principales crisis a las que vamos a referirnos someramente a continuacin son lassiguientes: Corea (1951); Vietnam (1954); Suez (1956) y Cuba (1962). Como iremos viendo,en todas estas crisis existi un riesgo, mayor o menor, de utilizacin del arma atmica. Dequ manera fue dominado el peligro?

    Antes de entrar en materia, conviene que recordemos aqu un hecho poco conocido: laescasa atencin que se prest, al principio, a la aparicin de la nueva arma. En efecto, enaquel momento la opinin pblica mundial no concedi una importancia excepcional a los

    bombardeos atmicos de Hiroshima y Nagasaki. El suceso pas ms bien inadvertido: fuevisto como un episodio ms de la gran contienda, una especie de traca final que vena aconfirmar de modo categrico la victoria de los aliados.

    Muchas personas acogieron con un suspiro de alivio la noticia de la brbara destruccin delas dos ciudades japonesas, dando por supuesto que estos hechos iban a significar el trminode la guerra a corto plazo. Desde el punto de vista humanitario, los nuevos bombardeos notenan ciertamente mayor importancia que la que, por ejemplo, haba alcanzado antes el

    bombardeo de Tokio, realizado por 279 aviones con bombas convencionales y que caus unnmero de vctimas superior al de Hiroshima. En realidad, tales acciones no representaban enaquella hora nada inslito en comparacin con las gigantescas matanzas que se haban

    producido ya en el curso de la guerra.

    La falta de reaccin a que aludimos salta a la vista en los comentarios de la prensa mundialen los das siguientes a Hiroshima, algunos de los cuales han sido recogidos por loshistoriadores1.

    La mayor parte de estos comentarios se limitaron a dar cuenta del xito de los bombardeos,sin llegar a reconocer la novedad radical de la nueva arma, ni a prever las consecuencias quela misma haba de tener para el futuro del gnero humano.

    Uno de los pocos observadores que estuvo a la altura de las circunstancias fue quizs elparlamentario britnico Robert Boothby, quien, al da siguiente de Hiroshima, escribi en elNews of the World su famosa frase, que an est en el aire: La bomba atmica significarel fin de las guerras o el fin de los hombres.

    La importancia de la bomba escap incluso a la perspicacia de los estrategas de la poca,

    los cuales no llegaron siquiera a intuir la revolucin que el arma atmica haba de producir enla poltica mundial. As lo hizo notar el general francs P. Stehlin en una conferencia

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    pronunciada en 1961: El empleo por primera vez del arma atmica contra las ciudadesjaponesas fue generalmente considerado por la opinin de las naciones aliadas como unademostracin decisiva del genio y de la superioridad tcnica de los americanos en el dominiode los armamentos. Para muchos militares se trataba solamente de un arma de una potenciaenormemente superior a la de las ya conocidas hasta entonces2.

    Todo esto explica que, en los primeros aos, el arma atmica fuese considerada como unarma de guerra normal, la cual podra ser utilizada sin problemas, lo mismo que cualquierotra, en caso necesario. Tal ser precisamente la doctrina americana sobre el arma atmica enlos aos del monopolio (1945-1949) y an algo ms tarde.

    Todava en diciembre de 1950, el presidente Truman repetira esta misma doctrina en unarueda de prensa, afirmando, con gran disgusto y preocupacin de britnicos y franceses, quela bomba atmica era un arma como otra cualquiera y que l mismo no vacilara en disponersu utilizacin si la juzgaba necesaria para defender los intereses americanos contra una

    posible agresin.Los hechos posteriores vendran a demostrar que las cosas no eran tan simples como esto.La primera crisis importante que se presenta despus del lanzamiento de la bomba atmica

    es la de Berln, en junio de 1948. Pero por las razones que ahora indicaremos la mismano constituy una situacin de peligro de guerra atmica como las que ms tarde se

    presentarn.Como es sabido, la divisin de Alemania en cuatro zonas levant al final de la guerra

    enormes problemas entre los aliados sovitico-occidentales. Durante varios aos la ciudad deBerln, enclavada en la zona rusa, fue una de las principales fuentes de conflictos y el

    principal motor de la guerra fra.En el 48 los rusos decidieron bloquear la capital, cerrando sus accesos a los dems pases

    ocupantes de Alemania. Intentaban por este medio hacerse prcticamente dueos de ella, loque hubiera tenido una resonancia poltica muy grande en toda Europa.

    Frente a este bloqueo, los aliados no podan menos de reaccionar, pues se trataba de unacuestin vital para su futuro.

    De momento, la bomba atmica daba a los americanos y sus aliados una superioridadindiscutible, ya que la primera experiencia atmica rusa (29 agosto 1949) haba de retrasarsetodava un ao largo, y tardara varios aos ms en cuajar en un arma operacional, es decir,lista para ser utilizada militarmente.

    En estas condiciones, parece que nada hubiese impedido a los americanos que impusieransu voluntad a los soviticos, obligando a estos a levantar el bloqueo de Berln. En efecto, la

    posesin en exclusiva del arma atmica les garantizaba el xito en caso de que se decidieran allevar a cabo esta operacin de desalojo.

    Sin embargo, semejante planteamiento careca por completo de base efectiva. En realidad,

    en aquel caso y en aquellas circunstancias, la bomba atmica no les serva para nada a losoccidentales.En primer lugar, era evidente que una aplicacin tctica de la misma sobre el terreno era

    absolutamente impensable, mxime si se tiene en cuenta que las bombas nuclearesminiaturizadas las que luego se llamaran armas nucleares tcticas no haban sidotodava inventadas. La bomba atmica slo poda funcionar del mismo modo que lo habahecho en Hiroshima, es decir, como medio de aterrorizar al adversario.

    Ciertamente, los americanos y sus aliados podan haber amenazado a los soviticos conuna accin de represalia masiva sobre su propio territorio para el caso de que no seaviniesen a suspender el bloqueo; pero esta segunda medida era tambin inviable: un

    bombardeo atmico de amedrentamiento sobre la retaguardia sovitica, a la manera de los

    realizados en el Japn, hubiese chocado frontalmente con la opinin pblica mundial. Elrecuerdo de las bombas de Hiroshima y de Nagasaki, no slo persista, sino que era cada vez

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    ms vivo a medida que pasaba el tiempo. En aquel momento, Europa y el mundo estaban yacansados de tantos horrores y anhelaban la paz y la reconstruccin. Una represalia atmica entales circunstancias no era siquiera pensable: la cosa no estaba para tales experimentos.

    Finalmente, desde un punto de vista estratgico, dicha hiptesis se hallaba tambinexcluida en virtud del principio de proporcionalidad de los medios a los fines. En Berln no

    haba motivos suficientes para una accin militar tan terrible, ya que la cuestin poltica quese trataba de ventilar por importante que fuera en s misma era prcticamenteinsignificante en relacin con los problemas que hubiese levantado una represalia atmicacontra los rusos.

    Los aliados renunciaron, pues, a las soluciones militares propiamente dichas y el conflictono lleg a estallar.

    La ingeniosa y costosa invencin del puente areo de Berlnpermiti a los aliadossalvar relativamente la situacin, sin sacrificio de los intereses occidentales ni mengua de su

    prestigio poltico-militar.

    2. Las guerras de Corea y del Vietnam

    La posibilidad del empleo de la bomba atmica se presentar ms claramente en el cursode la guerra entre las dos Coreas, apoyadas respectivamente por los EE.UU. y por laRepblica Comunista China.

    El momento lgido de esta guerra se produce en los ltimos das del ao 50, en los que lastropas del general MacArthur, tras haber experimentado serios reveses y haber estado a puntode ser lanzadas al mar por los chino-coreanos, llegan semi-victoriosamente a la frontera deManchuria.

    A la vista de las enormes prdidas y del desprestigio sufrido por sus tropas, los americanosse preguntan si no habr llegado el momento de despejar la situacin empleando las bombasatmicas, como lo haban hecho en el Japn en 1945. Nada ms fcil que esto, puesto que elejrcito de los EE.UU. dispona ya en este momento de 300 bombas atmicas, de cuarentakilotones doble potencia que la de la bomba de Hiroshima con los cuales se poda arrasarrepetidas veces el territorio de la China comunista.

    El general MacArthur propone, pues, un ataque atmico contra China. En su opinin, es lamejor ocasin para ajustar las cuentas a los comunistas y acabar con toda clase deagresiones indirectas por parte de stos, como la que los occidentales acaban de sufrir enCorea.

    Sin embargo, el presidente Truman se muestra mucho ms prudente de lo que hubieranpermitido esperar sus anteriores declaraciones, y somete las ideas de MacArthur a la crtica de

    sus colaboradores polticos y militares. No haba en aquella coyuntura una doctrinaestratgica coherente sobre el empleo de la bomba atmica. Los dirigentes americanos sevieron, pues, obligados a improvisar una salida ante una propuesta tan terrible como la que seles haca.

    De cualquier manera, nadie pareca convencido del todo: los aliados europeos insistan enque el empleo de la bomba fuera evitado a toda costa y por la razn principal que luegoveremos los propios estrategas americanos se mostraban poco propicios a dicha utilizacin.

    Finalmente, el general MacArthur perdi la partida y fue reemplazado por el generalRidgway. Desde ese momento, la guerra de Corea quedara prcticamente congelada hastaque, tres aos ms tarde, se llegara a un alto el fuego en las proximidades del paralelo 38.

    Si repasamos los argumentos que en aquel momento fueron barajados contra el empleo de

    la bomba atmica, los encontraremos de diversos tipos.

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    No faltaron, en primer trmino, las razones de base tica y humanitaria. La guerraexterminadora que se trataba de llevar a cabo contra los chinos era, en principio,mayoritariamente rechazada por la opinin. En aquel momento acababa de ser lanzado elManifiesto de Estocolmo, en el cual se peda la prohibicin del arma atmica y lacondenacin como criminal de guerra de todo gobierno que la utilizase contra cualquier otro

    pas. Aunque muchos considerasen el manifiesto como una maniobra de la propagandasovitica, no se poda dejar por completo de lado un documento, firmado por decenas demillones de personas en todo el mundo, que haba producido un terrible impacto sobre laconciencia de la Humanidad.

    Haba tambin razones polticas.Por ejemplo, la oposicin franco-britnica no poda serignorada por los americanos, en una situacin en la que stos sentan la absoluta necesidad deir en todo o, al menos, en casi todo de acuerdo con sus aliados europeos.

    Por otra parte, mirando al mundo asitico el enigmtico gigante que no haba dicho ansu ltima palabra habra tambin importantes motivos para no repetir la experiencia deHiroshima. La gente de raza amarilla hubiese experimentado un enorme choque si, porsegunda vez, hubiera recado sobre ella el tremendo castigo de la bomba atmica. El

    enfriamiento de las relaciones de los EE.UU. con el Japn y con otros Estados asiticoshubiera sido una consecuencia inevitable de este hecho.

    Pero a las razones polticas se unan otras, no menos importantes, para que la bomba nofuera empleada en Corea: las razones estratgicas.

    En efecto, el principio estratgico de la proporcionalidad de los medios a los fines, que yafue tenido en cuenta en Berln, hubo de ser aplicado tambin en el caso de Corea. El objetivocoreano no era suficiente para justificar un medio tan desproporcionado como el que se

    propona. El propio Secretario de Estado, Dean Acheson, haba declarado unos meses antesque Corea no estaba dentro del permetro de la seguridad americana: no haba, pues, motivo

    para una reaccin tan desmesurada. La guerra total que se propona en virtud del principioque entonces se hallaba en boga, de que en la era nuclear toda guerra total debe sernecesariamente nuclearno guardaba relacin con los conflictos perifricos, como lo era elde Corea.

    Claro es que esta manera de argumentar no dejaba de contener cierta ambigedad, ya queen ella se admita tcitamente y con la mayor naturalidad la posibilidad de que la bombafuese empleada en algn otro teatro de guerra ms importante.

    Anbal Romero3, apoyndose en las ideas de Kissinger, sostiene la teora de que lo que sediscuti en aquella coyuntura no fue la utilizacin del arma atmica en s mismo, sino el reaen que sta poda ser aplicada de modo ms eficaz.

    De hecho, los estrategas americanos estudiaban ya entonces otro teatro de guerra msimportante: el teatro de guerra europeo. Segn parece, sta fue la razn de fondo para que no

    se iniciara la guerra atmica en Corea: haba que reservar el arma nuclear para Europa, dondese esperaba una ofensiva rusa. Este sera el momento adecuado para la utilizacin de la bombaatmica de modo que sus efectos fueran definitivos, y no en Corea, donde la accin nohubiera tenido una influencia tan importante.

    Los estrategas americanos partan del supuesto de que el conflicto de Corea no habasurgido espontneamente, sino que era una maniobra diversionaria de los soviticos,destinada a distraer a las fuerzas estadounidenses de otro teatro de guerra mucho msdecisivo, como lo era el de Europa. Los estadounidenses haban sido informados por susservicios de que los rusos estaban preparando una agresin convencional en el continenteeuropeo. El momento en que se desatase esta agresin sera el adecuado para dar a lossoviticos la gran leccin, utilizando en toda su amplitud el poder del arma atmica.

    Norteamrica no poda, pues, aceptar el envite comunista en el lejano Oriente, olvidndosede Europa.

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    Tal fue, al parecer, la ultima ratio que pes en el nimo de los dirigentes americanospara no seguir los consejos del general MacArthur.

    Lo ocurrido despus parece probar que la supuesta maniobra sovitica no haba existido yque los estrategas americanos se equivocaron a este respecto en sus clculos. Felizequivocacin que impidi que el conflicto de Corea se nuclearizase, pues, de no haber

    mediado tal error, es muy probable que se hubiera producido una catstrofe.De cualquier manera, el caso de Corea pone de manifiesto la insuficiencia de las doctrinasestratgicas de los EE.UU. en los primeros aos 50 y la necesidad en que se encontrabanentonces los americanos, de hacerse nuevos planteamientos sobre las condiciones deutilizacin de las armas atmicas. El concepto de la guerra nuclear limitadaempieza as asurgir en las cabezas de algunos estrategas americanos, en oposicin al de la guerra total quehasta entonces haba dominado. Pero estas ideas tardarn varios aos en abrirse paso, y loharn de modo todava muy imperfecto con la doctrina Dullesde 1954, cuando ya losrusos habran conseguido su primera explosin termonuclear.

    Desde esta nueva perspectiva, la bomba atmica dejar de ser el arma absoluta, capaz deimponerse a cualquier adversario y en cualquier situacin. La nueva doctrina establecer una

    distincin entre los conflictos que pueden ser vitales para la seguridad norteamericana y otros,de carcter secundario o perifrico, de los cuales quedar excluida la utilizacin de las armasatmicas. Principio ciertamente muy peligroso pues nunca se sabr a priori dnde

    pueden estar, o no estar, exactamente esos famosos intereses vitales americanos pero querepresenta, en todo caso, cierto progreso respecto a la indefinicin de las ideas estratgicas enel momento de la guerra de Corea.

    La explosin de la primera bomba termonuclear rusa en 1953 no preocup en exceso a laopinin pblica americana, totalmente persuadida de la absoluta superioridad estadounidense;

    pero dio qu pensar a algunos estrategas que vean en ella el principio del fin de la supremacaatmica americana.

    La doctrina Dulles constituye un esfuerzo para adaptarse a la nueva realidad que seaproxima. Con ella, el arma atmica perder el carcter de arma ofensiva para todo uso:empezar a convertirse en un arma puramente disuasoria; un arma para no ser usada,destinada sobre todo a impresionar al posible adversario. Segn esta nueva perspectiva,solamente en el caso de una intervencin directa de los rusos o de los chinos estara

    justificado su empleo.De cualquier modo, algunos de los errores que se hallaban implcitos en los principios de

    guerra total y de contencin del socialismo, continuarn estndolo en la teoradullesiana, lo cual explicar algunas de las ambigedades y contradicciones de la estrategiaamericana en los aos siguientes.

    La guerra del Vietnam constituye un primer test del fracaso de la doctrina Dulles. La

    posesin del arma atmica no impedir que los norteamericanos sufran en el Sudeste asiticouna penosa derrota frente a un enemigo aparentemente insignificante para ellos. El orgulloestadounidense hubiera exigido que la bomba atmica se utilizase en este caso, aunque nofuera ms que para salvar el honor americano; pero todava ms claramente que en Corease vio que esto no era la estrategia conveniente para este tipo de guerras.

    En Corea se haba discutido el empleo del arma nuclear contra la Repblica comunistachina, un Estado al que los EE.UU. podan considerar como enemigo en aquella situacin. Lautilizacin de la nueva arma, por poderosa y destructiva que fuese, poda haber entradotodava en el marco de la doctrina Dulles.

    Pero este no era el caso del Vietnam, donde ni los chinos ni los rusos hicieron acto depresencia. En este nuevo caso se trataba de una lucha de liberacin colonial; una guerra de

    guerrillas en la que una parte de los habitantes del pas combatan contra los ocupantesfranceses, sin un frente de batalla bien definido, y en medio de una poblacin no directamente

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    combatiente, la cual evidentemente no poda ser sometida de modo indiscriminado a losefectos de un bombardeo atmico.

    Era evidente que de este modo no se poda obtener la victoria contra el Vietnam.Semejante tipo de accin militar, llevado hasta el extremo atmico, no slo no hubiera servido

    para resolver el conflicto, sino que hubiese arrumbado definitivamente el prestigio americano

    en todo el continente asitico.Esto no impidi que en algn momento se pensase en la posibilidad del empleo del armaatmica, como hubieran querido los belicistas. En el curso de la batalla de Din-Bin-Phu en1954, portaviones americanos, dotados, al parecer, de armas atmicas miniaturizadas, sehallaban estacionados en las proximidades del teatro de operaciones y hubieran podido poneren juego dichos armamentos. Pero, aparte de las dificultades tcnicas que la operacin

    presentaba sobre el terreno, los americanos no podan desdecirse de sus propios principioscontenidos en la enseanza Dulles de enero del mismo ao 54.

    Otras razones, anlogas a las que funcionaron en Corea, como, por ejemplo, el descrditode las armas atmicas ante la opinin mundial y el carcter extremadamente impoltico quehubiera tenido una nueva accin de este gnero contra los amarillos, impidieron, tambin en

    este caso, el empleo de los medios de guerra nucleares.Pero la posibilidad de utilizacin de las armas atmicas quedaba abierta y volvera a

    presentarse en la crisis de Suez y, sobre todo, en la de los misiles de Cuba.

    3. Crisis del Canal de Suez y de los misiles de Cuba

    El caso de Suez en 1956 presenta caracteres muy distintos a los de Corea y Vietnam. EnSuez hubo realmente una amenaza de guerra atmica por parte de los soviticos, aunquerpidamente superada por la actitud conciliadora de los americanos.

    En 1956 las cosas haban cambiado mucho geoestratgicamente hablando. La URSS era yauna verdadera potencia atmica. Aunque no haba alcanzado an la estricta paridad atmicacon los americanos, se hallaba ya en condiciones de causar a stos enormes daos. Poda, porejemplo, enviar bombarderos atmicos sobre el propio territorio americano y destruir en unascuantas horas lo ms importante de las principales ciudades americanas. Por otra parte, loscientficos rusos se hallaban ms adelantados que los americanos en sus trabajos para lograr loque haba de ser una mutacin importantsima en la estrategia nuclear: la fabricacin demisiles atmicos.

    En estas condiciones, los americanos se vean obligados a respetar a los soviticos y acontar con ellos para todas las cuestiones importantes. A punto de acabarse el monopolioatmico americano, haba empezado a funcionar lo que algunos llamarn el duopolio, es

    decir, el reparto del poder mundial entre las dos superpotencias.La crisis de Oriente Medio se produce a partir de la instalacin del Estado de Israel, altrmino del mandato britnico en Palestina, en 1948. En el 55 Francia e Inglaterra tratan deseguir jugando su papel tradicional en aquellos territorios. Mientras los rabes se enfrentancon los israeles, EE.UU. y la URSS hacen pesar su influencia en favor de unos u otros. Lasituacin se degrada rpidamente.

    En un primer momento, Israel es apoyado por la URSS, que le suministra abundantearmamento durante el difcil perodo de su establecimiento en territorios palestinos. Pero, pordiversas razones el Estado de Israel pasa rpidamente a la rbita de los EE.UU., en la que semantendr hasta el presente.

    Francia y Gran Bretaa apoyan tambin a Israel, con objetivos polticos no demasiado

    claros. Su actitud ante el conflicto rabe-israel en aquel momento ha sido considerada como

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    una reaccin emotiva de gobiernos colonialistas heridos en su orgullo por un rebelde deltercer mundo segn las palabras, un tanto duras, de Anbal Romero.

    El conflicto estalla al aproximarse las fuerzas israeles al canal, en rpido avance contra losegipcios. El 30 de octubre de 1956 los aliados franco-britnicos dirigen un severo ultimtum aEgipto, del que se favorece netamente la accin militar de Israel, y se exige la recuperacin

    del control del canal por los britnicos.Transcurrido el plazo de este ultimtum, el 31 de octubre, los dos aliados inician susbombardeos sobre el territorio egipcio. Es una accin imprudente que cae muy mal en casitodo el mundo y que contribuye a desacreditar la postura de los franco-britnicos.

    Las superpotencias, sin necesidad de consultarse entre s, empiezan a sentirse incmodasen su papel de gendarmes del mundo. En realidad ven la intervencin franco-britnica comouna intromisin en un asunto que ellas mismas deban resolver por encima de las potenciasmenores. En tal situacin, el 5 de noviembre de 1956, Nikolai Bulganin, jefe del gobiernosovitico, dirige una carta al premier britnico, Anthony Eden, en la que se insina la

    posibilidad de una represalia atmica de la URSS contra la Gran Bretaa. Algunas palabrasdel comunicado eran lo suficientemente claras para que los ingleses las entendieran en su

    verdadero sentido: existen pases que no tienen ninguna necesidad de enviar una flota o unafuerza area sobre las costas britnicas y que podran utilizar otros medios, como los misiles.

    La alusin a una represalia atmica sovitica aparece clara: la reaccin franco-britnicaest fuera de lugar y hay que acabar con aquello.

    Foster Dulles interviene en ese momento en apoyo de la postura sovitica. Amonesta a susaliados europeos invitndoles a actuar de modo ms razonable y emplea incluso la amenaza,haciendo saber al Gobierno britnico que, si no se aviene a razones, le ser retirada la ayudaeconmica americana.

    Ante tan poderosas razones, franceses y britnicos deciden retirar sus barcos y sus avionesdel Canal y el incidente queda terminado. Los aliados no recuperarn ya nunca su antiguainfluencia sobre el Oriente medio. El duopolio ha funcionado por primera vez.

    Los historiadores del arma nuclear convienen en dar una gran importancia a esta crisis. Enella empieza a apuntar una nueva etapa en la que el papel de las dos superpotencias crecerdesorbitadamente.

    Mucho ms grave que la de Suez fue la crisis de los misiles de Cuba, seis aos ms tarde,en 1962.

    Para entonces la situacin haba evolucionado mucho en sentido favorable a los soviticos.Estos disponan ya de 200 misiles intercontinentales y al decir de Khruschev estaban encondiciones de utilizar un arma aterradora, un misil gigante que podr situar tranquilamente

    bombas de 100 megatones en pleno santuario americano.Como consecuencia de todo esto, la crisis de los misiles de Cuba ser generalmente

    considerada como la ms grave que se haya producido en el transcurso de los cuarenta aos.Se demostr entonces que una guerra termonuclear era perfectamente posible. Tanto losdirigentes americanos como los soviticos tuvieron plena conciencia de que la catstrofe

    poda efectivamente producirse.Sin duda, los soviticos que iniciaron la operacin no haban pensado en llegar a tanto. Por

    su parte, los americanos se dieron cuenta del enorme peligro; pero no vacilaron en llevaradelante el asunto en el que se jugaban su prestigio ante el mundo y su poltica latino-americana. El propio Kennedy afirmara ms tarde que en los primeros das de enfrentamientocon los soviticos aument la sensacin de que las cosas no mejoraran y de que unaconfrontacin directa entre los dos poderes nucleares era inevitable.

    En el curso de la crisis, el presidente americano hizo saber claramente a los rusos que no

    estaba dispuesto a que se alterase el statu quo en Amrica central, ya que este territorio sehallaba evidentemente dentro del permetro de seguridad americano. A esta firmeza de los

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    americanos, los soviticos respondieron con una actitud de prudencia y slo as pudo evitarsela explosin que ambos temieron.

    En realidad, los dos adversarios estaban de acuerdo en una sola cosa, pero lo estabanplenamente: el choque atmico deba ser evitado a todo precio. Esto es lo que Robert Arondenominar la paradjica alianza ruso-americana contra el enemigo comn. Cul es este

    enemigo comn? El enemigo comn de las dos superpotencias es la guerra nuclear.Ninguna de las dos quiere llegar a sta, es decir, a lo que algunos llamarn la worst case,la peor casilla del tablero, la casilla negra, que no es otra cosa que el absurdo de una guerraatmica.

    Ambos jugadores saben que esta casilla es necesario evitarla a toda cosa. Y en este sentidopueden considerarse aliados; pero se dedican a operar en las casillas prximas con elterrible riesgo de que el tablero salte un mal da en pedazos.

    En Cuba se impuso el instinto de conservacin y pudo evitarse la catstrofe.La crisis de Cuba ha sido objeto de interpretaciones contrapuestas. Para algunos, el envo

    de misiles a Cuba fue una operacin poltico-militar perfectamente estudiada por lossoviticos, y que rindi a stos los resultados apetecidos. El episodio de Cuba vino a

    demostrar se dice que el perodo de supremaca americana haba terminado y que laURSS poda ya permitirse el lujo de crear problemas a los EE.UU., incluso dentro de su

    propio permetro de seguridad. Segn esta opinin, las consecuencias de la crisis no fueronmalas para los soviticos. Inmediatamente despus de la misma, stos empezaron a avanzarrpidamente hacia la paridad nuclear y se abri un perodo negociador durante la cual lossoviticos pudieron ya hablar de t a t a los americanos.

    Otros, en cambio, piensan que los soviticos se equivocaron en sus clculos al no haberprevisto que la reaccin americana llegara a ser tan firme.

    Dentro de esta segunda hiptesis, en la crisis de Cuba se empieza a ver con claridad que,en el terreno de la estrategia nuclear, la carencia de informacin de una de las dos partes sobrelos propsitos de la otra, aumenta el riesgo de conflicto atmico, es decir, acrecienta lainestabilidad e implica un peligro de escalada hacia la solucin extrema.

    Se supo despus de la crisis que Kennedy, unos das antes de que estallase el conflicto,haba sido enterado por sus asesores militares de que los misiles rusos no constituan unaamenaza apreciable desde un punto de vista estratgico, o dicho sea de otra manera norepresentaban un peligro real para la seguridad americana.

    Vistas las cosas desde esta perspectiva, poda creerse que Khruschev tena razn al afirmarque el envo de los misiles a Cuba era una medida defensiva: se trataba segn l de

    proteger el rgimen de Fidel contra la presin americana, manifestada pocos meses antes en elintento de desembarco de cubanos exiliados bajo la proteccin americana.

    Pero haba una tal desproporcin entre la medida adoptada por los rusos y la finalidad que

    stos atribuan a la misma, que la declaracin del presidente sovitico no poda ser tomada enconsideracin por nadie. No se poda creer que la defensa del rgimen cubano valiera la penade un enfrentamiento atmico.

    En cualquier caso, el asunto era grave desde el punto de vista poltico y a los americanosno les quedaba otro remedio que asumir con energa el desafo sovitico. La reaccinamericana fue, sin embargo, la menos peligrosa que poda darse. A pesar de tratarse de unconflicto en el rea de seguridad americana, el gobierno Kennedy no pens en aplicar ningngnero de represalia masiva, como lo hubiera exigido la doctrina Dulles. Ciertamente, unarepresalia a fondo hubiera estado por completo fuera de lugar. Kennedy se limit, pues, aexigir la retirada de los 75 misiles de alcance medio e intermedio que los soviticos tenan yainstalados en Cuba, decretando al mismo tiempo el bloqueo de la isla.

    Reducirse a presentar una queja diplomtica hubiera sido demasiado poco y el resultado dela operacin, en este caso, habra parecido una completa victoria poltica de los soviticos

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    sobre los americanos. Proceder a un desembarco en Cuba con todos los medios necesarios,significaba el principio de una guerra total, catastrfica para ambas partes.

    La URSS supo entender este lenguaje. En definitiva, slo se trataba de un torneo deprestigio poltico y, visto el cariz que tomaba el asunto, no interesaba llevar las cosasadelante. Los soviticos dieron, pues, por terminado el conflicto cumpliendo la exigencia

    americana, es decir, retirando sus misiles del Caribe a toda velocidad.Hubieran podido proceder de otra manera? Las razones polticas de prestigio ante elmundo entero y, en especial, ante los pueblos Latino-Americanos a los que los soviticostrataban de movilizar, les inclinaban sin duda a permanecer militarmente en Cuba, dando caraal bloqueo y defendiendo a su pequeo aliado. Hubieran podido intentarlo, sin duda. Peromilitarmente y psicolgicamente se encontraban en malas condiciones para ello.Militarmente, porque, mientras los americanos se hallaban prcticamente en su casa, ellosactuaban a muchos miles de kilmetros del teatro de operaciones. Psicolgicamente, porqueno disponan de una doctrina o una postura clara y coherente que pudiera justificar ante el

    propio aparato poltico-militar ruso la excesiva prolongacin de una aventura a la que no sepoda conceder excesiva importancia desde el punto de vista de la estrategia rusa en su

    conjunto.Destacados estrategas americanos dieron esta interpretacin a la crisis sin caer en

    excesivos triunfalismos. De hecho, y como se vera ms tarde, los rusos haban logrado yauna buena parte del beneficio que esperaban de la operacin. No solamente consiguieron

    permanecer polticamente en Cuba, sino que pusieron en evidencia que ellos tambindisponan de medios atmicos suficientes para inquietar a los EE.UU. en su propio continentey que el monopolio atmico americano haba terminado definitivamente.

    La crisis de los misiles de Cuba produjo en todo el mundo una tremenda impresin. LaHumanidad entera pudo comprobar que la guerra nuclear no era una fantasa, un asunto deciencia ficcin, sino que poda producirse efectivamente, en cualquier momento, como habaestado a punto de ocurrir en Amrica central. Pasado el peligro, una ola de miedo se extendi

    por todas partes, no slo por lo que haba acontecido, es decir, por el enorme riesgo deutilizacin del arma atmica por el que se haba pasado, sino tambin, y sobre todo, por lo que

    podra suceder muy verosmilmente en un futuro prximo.Puede decirse, pues, que el efecto psicolgico y poltico de los misiles de Cuba fue mayor

    que su efecto militar.La propaganda pacifista sovitica difcilmente poda justificar el hecho de que hubiera sido

    la URSS la que, en este caso, haba tomado la iniciativa de una amenaza atmica. Dentro delaparato sovitico, el relativo fracaso de la operacin levant fuertes crticas y se inici unacrisis que haba de tener prontas consecuencias en la poltica sovitica.

    En cuanto a la opinin pblica americana, tard mucho tiempo en pasrsele el susto.

    Aunque muchos comentaristas mostraban su satisfaccin por la firmeza y la prudenciademostrada por su presidente, la mayor parte de la gente exiga una nueva polticainternacional que garantizase definitivamente la no-utilizacin del arma atmica.

    La misma exigencia se extendi rpidamente por todas las naciones: era absolutamentenecesario un plan de seguridad mundial, a fin de evitar la repeticin de crisis como la queacababa de producirse.

    4. El inicio de la distensin

    Se suele convenir generalmente en que la etapa del monopolio se extiende al perodo

    transcurrido desde 1945 hasta 1955, poco ms o menos, con dos sub-perodos biencaracterizados. El primero de ellos es el del monopolio propiamente dicho,a lo largo del cual

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    los americanos son realmentelos nicos poseedores del arma atmica. Esto dura hasta el 49,que es cuando los rusos realizan su primera bomba atmica experimental. Pero har falta quetranscurran todava unos cuantos aos ms para que puedan convertir sta en un armaoperacional, o sea, hasta que logren ponerla a la disposicin efectiva de sus ejrcitos. Tal es larazn de que el monopolio se extienda virtualmente hasta el 55.

    Los rusos consiguen esta operacionalidad de su bomba en los aos 54-55. Se sabe, porejemplo, que en el 55 los soviticos estaban ya en condiciones de enviar bombarderos concargas nucleares contra los EE.UU. En ese ao el monopolio deba darse definitivamente porterminado y se entraba en una nueva etapa: la etapa de la superioridad atmica americana,no debiendo confundirse claro estsuperioridad conmonopolio.

    A partir del incidente de Cuba, la fuerza de los hechos condujo a las superpotencias a unaetapa de distensin relativa, en el curso de la cual ya no volveran a producirse crisis parecidaa las que hemos mencionado.

    Es cierto que en esta nueva etapa los armamentos atmicos irn creciendo yperfeccionndose de manera espectacular; pero, paradjicamente, la utilizacin de los mismosse ir haciendo cada vez ms difcil y menos verosmil.

    Episodios como los de Corea y Cuba se harn impensables en un futuro inmediato. Losdirigentes polticos habrn comprendido, al menos, que ya no se puede seguir jugando confuego. Tanto para los americanos como para los rusos, la crisis de Cuba habr constituido,

    pues, una leccin de extraordinaria importancia como consecuencia de la cual los tericos deambas partes se vern obligados a emprender una profunda revisin de sus correspondientesestrategias.

    Hay que hacer notar que en 1962 tales estrategias estaban en cierto modo anticuadas oagotadas. Ambas haban sido incubadas en la etapa del monopolio atmico americano y, portanto, no podan ya servir a partir del momento en que los soviticos disponan de la bombaatmica, en forma y cantidad suficiente para poder utilizarla contra cualquier adversario

    potencial.Conviene hacer notar que las dos estrategias nucleares la americana y la rusa fueron,

    en los aos 45-54, completamente dispares. Con esto queremos decir, no solamente quefueron distintas cosa obvia, sino que cada una de ellas funcion al margen de la otra,como si la ignorase por completo. No habra, pues, zonas de convergencia en las que ambas

    pudieran confrontarse: cada una seguira su propio camino, sin que el choque total llegara aproducirse: algo que pudiramos llamar un dilogo de sordos estratgico.

    Ahora bien, en una guerra comme il faut, conforme a las reglas del arte, las estrategiasde los adversarios deben acomodarse entre s de alguna manera. Los enemigos no puedenignorarse mutuamente, caminar por caminos completamente separados: no hay guerra sincontacto estratgico con el enemigo. Esto fue sin embargo lo que ocurri en los aos de la

    guerra fra, en las dos etapas a que nos hemos referido: la etapa del monopolio americano(45-54) y la de lasuperioridad americana(54-65).Durante ambos perodos, los americanos funcionaron a base de su posesin del arma

    atmica, como el arma absoluta, el arma definitiva, que haca de ellos los amos del mundo. Sedaba por supuesto que, en caso necesario, les bastara echar mano de la bomba para imponersu voluntad al adversario comunista.

    Los rusos, por su parte, no se consideraron aplastados por el monopolio americano delarma atmica: procedieron como si esta no existiese y se movieron en otros terrenos a los quela bomba no poda llegar. No trataron, pues, de oponer directamente al arma atmica otroinstrumento blico anlogo, cosa que por otra parte no estaba todava a su alcance.Intentaron sobre todo esquivarla, trasladando su confrontacin con los americanos a otros

    escenarios ms favorables para su propia accin blica.

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    La apuesta estratgica de los soviticos se apoy fundamentalmente en dos bases: la guerrarevolucionaria y un adecuado empleo de las armas convencionales. En la realidad de los aos45-65 los rusos terminaron por imponer su guerra a los americanos, mientras que stos notuvieron ocasin de utilizar el arma absoluta.

    Al parecer, esta hbil estrategia fue en gran parte debida al genio poltico militar de Jos

    Vissarionovitch Djugatchvili, ms conocido por el nombre de Stalin.Stalin tuvo desde un principio la intuicin de que el arma nuclear no podra ser empleadapor los americanos. Sus efectos eran demasiado catastrficos para que fuese utilizada comouna verdadera arma de guerra.

    El jefe sovitico afirm siempre que la estrategia sovitica de la post-guerra debafundarse en las experiencias de la II guerra mundial. Sin perjuicio de movilizar a suscientficos para que les proporcionasen lo ms rpidamente posible un arma atmica como lade los americanos4, Stalin sostuvo que haba de procederse como si los bombardeos atmicosde Hiroshima y Nagasaki slo hubieran tenido una importancia coyuntural.

    En opinin de Stalin, la poltica militar rusa deba consistir sobre todo en una inteligentereorganizacin de los ejrcitos convencionales, preparndolos para ejercer una fuerza de

    presin constante sobre Europa, incluso en condiciones de guerra nuclear. Esta ser, conStalin, una de las ideas claves de la estrategia rusa: el continente europeo es el taln deAquiles de Occidente y, como consecuencia de ello, la superioridad convencional de lossoviticos en Europa ejercer una especie de chantaje sobre los americanos, impidindolesespecular sobre la posibilidad de un ataque directo contra la URSS. Los europeos seconvertirn de esta suerte en una especie de rehenes de los soviticos, a fin de hacerserespetar por los americanos.

    Al morir Stalin, las cosas cambian bastante; pero stas y otras ideas esenciales de sudoctrina continan vigentes en las mentes de sus sucesores.

    As, en 1956, el general Krasilnikov afirmar que las tentativas de algunos tericosmilitares burgueses que pretenden demostrar la no-necesidad de importantes fuerzas armadas(de tipo clsico), no tienen ningn fundamento. La presencia de armas nucleares no slo noevita la utilizacin de armas convencionales, sino que exige de modo inevitable elacrecentamiento numrico de stas.

    Los estrategas de la poca staliniana insisten en la idea de que las armas atmicas selimitan a aumentar la potencia de fuego de las armas clsicas y que no hay arma supremaque valga: las armas clsicas sern siempre necesarias para ganar las guerras. El fin de la

    guerra no puede ser otro que la destruccin de las fuerzas armadas del enemigo, no el ataquea sus objetivos de retaguardia. Esta actitud de infravaloracin de las armas nucleares estpica de la estrategia sovitica en la etapa del monopolio americano.

    Pero lo ms importante de la estrategia staliniana no se encuentra en la idea de la

    revalorizacin de los ejrcitos convencionales, sino en la invencin de una nueva arma encierto modo ms poderosa que la bomba atmica: el arma ideolgica, la guerrarevolucionaria, la subversin mundial.

    En efecto, sin necesidad de enfrentarse directamente con los americanos ni de traspasar enningn momento el techo nuclear, los soviticos pueden hostigar a aqullos indirectamente,utilizando conflictos entre los pueblos o en el interior mismo de stos: situaciones de miseriay de injusticia en pases poco desarrollados; lucha de clases en las naciones industriales;movimientos independentistas de liberacin nacional de naciones o razas sojuzgadas;constitucin de regmenes anticapitalistas en pases del tercer mundo; zonas de inestabilidad

    poltica; conflictos menores entre pases secundarios, etc.Los EE.UU., que se consideran a s mismos como los gendarmes del mundo en virtud,

    por lo menos, de su superioridad atmica en las pocas a que nos referimos no podanmenos de acudir a estos envites que nunca llegarn a rdagos. A causa de ello, se vern

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    metidos en contiendas sumamente comprometedoras para ellos y en las cuales el armaatmica no les servir para nada, como ocurrir, por ejemplo, en la guerra de Vietnam.

    La guerra subversiva resulta de gran rentabilidad para los soviticos. Multiplica su accinblica en muchas partes del mundo y causa a los americanos enormes problemas polticos ymilitares.

    Pero las cosas no se quedan ah. Los cientficos rusos siguen trabajando como lo deseabaStalin y consiguen grandes progresos en la investigacin de las nuevas armas. Avanzanincluso ms rpidamente que los americanos, por ejemplo en la fabricacin de misiles.

    Como quiera que los alemanes en la ltima parte de la guerra haban retirado hacia el Estede su territorio los laboratorios y elementos de investigacin de los nuevos desarrollos delcohete V-2, todos estos preciosos materiales caen en manos de los soviticos, al final de laguerra, al ocupar stos la parte oriental de Alemania. Esto permite a los tcnicos rusosreanudar los trabajos de los alemanes en las condiciones ms favorables.

    A finales de 1956, los soviticos realizan ya trayectorias de ICBM (misilesintercontinentales) de ms de 5.000 kilmetros de longitud y, en septiembre de 1957, causanuna tremenda impresin sobre la opinin americana con el lanzamiento de su Sputnik, primer

    satlite puesto en rbita por el hombre alrededor de la tierra.Pocos aos despus, disponen ya de doscientos misiles intercontinentales y se encuentran

    en condiciones de causar en el santuario americano una gigantesca destruccin.Como consecuencia de todos estos progresos, la URSS se ha creado ya, en los comienzos

    de los aos sesenta, un verdadero poder atmico. Aunque todava no puede hablar de igual aigual con los EE.UU., su nueva situacin le permite desbordar en gran medida la estrategiastaliniana de diversin a la que, como hemos visto, se haba reducido en la poca delmonopolio. La estrategia staliniana ya no le basta, pero esto no significa que haya derenunciar al contenido de la misma: sin prescindir, pues, de las dos bases esenciales de laestrategia staliniana la guerra subversiva y el reforzamiento de los ejrcitos masivosconvencionales, los rusos van a aadir a su estrategia un tercer pie de la mayor importancia:un armamento atmico plenamente desarrollado.

    En 1962, en el momento de la crisis de los misiles de Cuba, esto no es todava ms que unproyecto, un intento en vas de realizacin, porque el desnivel de armas atmicas entre las dospartes es todava demasiado grande. No se ha llegado an al equilibrio, pero s puede hablarsede una relativa paridad: las dos superpotencias tienen ya una convergencia de estrategias

    propiamente nucleares, dentro de la cual pueden, de alguna manera, empezar a medirse.Esta situacin decide a Khruschev a aventurarse en la operacin de Cuba, la cual

    probablemente no hubiera tenido lugar de haber vivido Stalin, mucho ms cauto y continuistaque su sucesor.

    En Cuba los soviticos se aventurarn cuando todava no tienen fuerza suficiente para

    llevar a cabo una accin de verdadera envergadura. Fracasarn, pues, pero tras el fracasoaprendern la leccin de la realidad. Se darn cuenta de que su poder atmico es todavainsuficiente y que necesitan seguir trabajando hasta adquirir un verdadero equilibrio con losamericanos y un autntico poder atmico para poder hacer frente en este terreno a suadversario occidental.

    Gracias a esta constatacin realizarn un gran progreso en poco tiempo. As, al trmino dela dcada de los sesenta, habrn igualado ya, e incluso superado, a los americanos, tanto ennmero de misiles como en potencia de fuego atmico.

    Las cosas habrn cambiado, pues, radicalmente respecto al 62. Tambin los americanoshabrn recibido su leccin. Se darn cuenta de que su superioridad no puede ser mantenida enlos mismos trminos en que lo haba sido hasta entonces.

    En el 57 Foster Dulles haba corregido su propia doctrina. No hablaba ya de represaliasmasivas.Haba centrado su atencin sobre todo en la necesidad de utilizar armas nucleares

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    tcticas,mediante las cuales se pudiera actuar sobre objetivos concretos y no simplementeaterrorizar al enemigo potencial.

    Despus de Cuba, esta evolucin de la estrategia nuclear americana se desarrollaraceleradamente. Se renunciar a la idea de estrategia total reemplazndola por la deestrategia suficiente.Se dejar de lado la disuasin aterrorizante unilateral para plantear al

    disuasin gradual, la defensa flexible, la guerra nuclear limitada, etc.En realidad, a partir del 65 podr afirmarse que se ha entrado en una nueva etapa de lahistoria del arma nuclear: la etapa del equilibrio

    La distensin durar hasta el 79, ao en que se producen dos hechos calamitosos: lainvasin de Afganistn por los soviticos, que impedir el refrendo del SALT-2 por losamericanos, y la doble decisin de la OTAN, con la cual se abrir un parntesis de grandesincertidumbres, que, en realidad, sigue an abierto.

    II. La negociacin nuclear

    1. Los primeros pasos

    George F. Kennan dijo en 1980 que la bomba atmica es el arma ms intil que se hayainventado jams. Antes y despus de l, esta misma idea ha sido expresada de otras muchasformas, y hoy en da constituye un tpico muy manido.

    Es cierto que la bomba no ha vuelto a ser empleada desde los bombardeos de Hiroshima yNagasaki; pero no podra decirse otro tanto respecto de su utilizacin como medio de presiny de poder poltico en el mundo.

    Desde este punto de vista habra, quizs, que invertir el sentido de la frase de Kennan,afirmando que ninguna otra arma ha influido tanto, y de modo tan decisivo, sobre la marchade la Humanidad como lo ha hecho la bomba atmica.

    El general francs Lucien Poirier hace notar, a este respecto, que no hay en el mundoactual ninguna cuestin poltica, econmica o social de verdadera importancia que no se halleafectada por la presencia invisible de la bomba atmica. Viene a ser sta segn Poirieralgo as como un tercer sujeto el convidado de piedra, diramos nosotrosconstantemente presente en la mesa de las superpotencias y con el cual tienen stas que contar

    quiranlo o no para ajustar sus respectivas posiciones.La bomba atmica fue utilizada en 1945 como un arma militar propiamente dicha, aunque

    la finalidad de la operacin realizada por medio de ella fuese fundamentalmente intimidatoria.Su verdadera trascendencia histrica no aparecer hasta varios aos despus de terminada laguerra.

    Es obvio que los americanos no podan calcular las consecuencias de todo tipo que ellanzamiento de Hiroshima haba de tener en el futuro. Como es sabido, su primera finalidadfue la de obligar a los japoneses a rendirse, con la mayor economa posible de medios y vidashumanas. Este objetivo se logr; pero la historia de la bomba evolucion despus endirecciones absolutamente imprevisibles para sus inventores.

    Parece ser que en el curso de la conferencia de Postdam, en julio de 1945, Truman recibiun informe detallado sobre el xito de la explosin experimental de Alamogordo. Segn esteinforme, todo estaba preparado para que la bomba fuera lanzada tan pronto lo ordenase elmando.

    En estas condiciones, el presidente americano juzg conveniente hacer a Stalin algunacomunicacin al respecto. Lo hizo de un modo impreciso y despreocupado, sin aludir siquiera

    al carcter atmico del nuevo invento blico. Se limit a decir al jefe ruso que los Estados

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    Unidos haban desarrollado una nueva arma de una fuerza destructiva inusual y que estabandispuestos a utilizarla inmediatamente.

    Stalin que se hallaba mejor informado sobre las investigaciones atmicas de losamericanos de lo que el propio Truman poda suponer en aquel momento reacciontambin con la mayor naturalidad y manifest su deseo de que el nuevo artefacto fuera

    empleado lo ms pronto posible contra los japoneses.Tras esta especie de acuerdo de principio, qued abierto el camino para la operacinHiroshima. Ninguno de los dos interlocutores poda, sin embargo, sospechar las tremendasconsecuencias que este hecho tendra para el futuro de la Historia.

    Una vez terminada la guerra con la victoria aliada, los americanos tuvieron que volver aplantearse la cuestin: qu hacer con la bomba?

    Pensaron que tenan entre sus manos el arma absoluta, soada por los estrategas de todoslos tiempos, y que esto les permitira construir una especie de pax americana. El mundoentero podra ser conformado a su propia imagen y semejanza.

    Para llevar a cabo esta obra ingente, los americanos se impusieron dos reglas de conducta.La primera de ellas era que en un mundo democrtico, como el que iba a nacer despus de la

    guerra, la posesin de la energa atmica por los americanos no deba aparecer como un podertirnico de los EE.UU. sobre todas las dems naciones del planeta. Toda utilizacin ulteriorde la energa atmica, tanto pacfica como guerrera, tendra que ser controlada por el conjuntode los Estados, de acuerdo con el sistema que se estableciese en el nuevo orden de cosas.

    Pero segunda regla a pesar de esta democratizacin, ms aparente que real, de labomba, los EE.UU. no deban perder en ningn momento el dominio efectivo de la misma.Podran permitir a las dems naciones que intervinieran en el juego, con tal de que ste nollegase a ser peligroso para Norteamrica; pero sta deba permanecer alerta ante cualquierintento de captacin de la bomba por otros Estados.

    Los polticos americanos crean y siguen creyendo que los intereses de la Humanidadcoinciden con los de los EE.UU., y que slo stos pueden sacarla adelante.

    Pensaron, pues, que haba que establecer un sistema de control internacional de la energaatmica, pero con la condicin de que este sistema pudiera ser, a su vez, perfectamentecontrolado por Norteamrica.

    Fruto de esta filosofa fue la propuesta del Plan Baruch, primer intento de organizacinpacfica de la utilizacin de la energa nuclear en el mundo.

    El citado plan, propuesto por los Estados Unidos en junio de 1946 ante la ComisinMundial de Energa Atmica recin constituida en la ONU propona la creacin de unOrganismo internacional con plena competencia para intervenir en todas las actividadesnucleares peligrosas para la seguridad mundial.

    Segn las previsiones del plan, una vez que el nuevo organismo empezara a funcionar, la

    bomba sera prohibida. Los Estados Unidos procederan a destruir los arsenales de armasatmicas, as como los planos y medios de fabricacin de stas. Se establecera un severocontrol internacional, de modo que queda totalmente garantizado el desarme nuclear mundial.

    Ahora bien, los soviticos tenan sobrados motivos para considerarse perjudicados porestas medidas. En efecto, en caso de aceptarlas, no podran continuar sus propias experienciasdirigidas a la produccin de su propia bomba atmica. Se vendra abajo el proyecto de Stalinde constituir una industria nuclear rusa y de dar alcance a los armeros americanos en lafabricacin de la bomba atmica. Aceptar el plan equivala, para los soviticos, a congelaruna situacin de inferioridad, que en modo alguno poda convenirles.

    Tan pronto se empez a discutir en Ginebra el plan en cuestin, la representacin rusa dirigida por Andrei Gromiko present, pues, una contrapropuesta que alteraba por

    completo los trminos de la negociacin.

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    En primer lugar, la contrapropuesta exiga que la prohibicin y destruccin de las bombasatmicas fuese llevada a cabo de modo inmediato, es decir, sin aguardar a la puesta en marchadel organismo de control previsto por el plan. Los americanos deban comprometerse adestruir sus bombas en el plazo de tres meses y dar al mundo pruebas evidentes de laejecucin efectiva de esta medida.

    Los rusos rechazaban, asimismo, cualquier gnero de inspeccin o control en materia sobresu propio territorio.Finalmente, se negaron a aceptar el sistema de votacin en el seno del nuevo organismo,

    tal como lo planteaba el plan. Este prevea, en efecto, que dentro del citado organismo, loscinco Grandes renunciasen al derecho de veto de que disfrutaban y disfrutan en elConsejo de Seguridad, y que las votaciones se hicieran por simple mayora de los pases

    participantes. Los soviticos, en cambio, exigan que el derecho de veto fuese mantenido en lanueva organizacin que se pretenda establecer para el control del tomo.

    La exigencia rusa tena mucha ms importancia de lo que pueda parecer a primera vista.Mientras que por el sistema de mayoras los americanos podan mantener por tiempoindefinido el control de la bomba, el sistema de veto permitira a los soviticos interferirlo

    siempre que lo deseasen. La segunda regla de conducta que los americanos se haban trazadocomo norma de su poltica nuclear vena, pues, a fallarles por completo, si aceptaban lacontrapropuesta rusa al Plan Baruch.

    El desacuerdo entre los dos planteamientos era, pues, total, y el intento de negociacin nopoda menos de fracasar, como ocurri en realidad. Aunque el plan lleg a ser aprobado porgran mayora de los Estados componentes de la Asamblea de la ONU, los soviticos lovetaron en el Consejo de Seguridad, con lo cual qued definitivamente inutilizado. Puededecirse que, para el ao 50, ya nadie se acordaba de l.

    Hay que hacer notar que, cuando los EE.UU. presentaron el Plan Baruch, tenan elmonopolio indiscutible de la nueva arma, y que los rusos se hallaban, a este respecto, en unasituacin de inferioridad manifiesta. En tales condiciones, no podan negociar eficazmente, yno les quedaba otra salida que la de bloquear el dilogo, como lo hicieron, presentando unas

    propuestas por completo inaceptables para los americanos.Circunstancias anlogas a la que hemos expuesto se han producido bastantes veces en la

    historia de las negociaciones nucleares. La observacin de este hecho permite afirmar que,para que una determinada negociacin de desarme pueda prosperar, hace falta que existacierta paridad entre las fuerzas de las dos partes negociadoras. Una excesiva ventaja de una deellas sobre la otra impide el xito de la negociacin, ya que la desconfianza del ms dbil, enmateria tan peligrosa e imprevisible como lo es la de las armas nucleares, obliga al mismo aesquivar cualquier trato que se le proponga.

    Este principio se ha visto confirmado repetidas veces en el transcurso de los aos. Si

    muchas negociaciones de desarme han fracasado, ha sido precisamente porque se parta enellas de situaciones de evidente superioridad de una parte sobre la otra.Hasta que no se produjo una relativa paridad entre las dos superpotencias es decir, hasta

    el ao 63 no lleg a culminar ninguna negociacin importante. Pese a las ilusiones que enalgunos casos se pusieron, la mayor parte de los intentos iniciados a lo largo de la primeraguerra fra fracasaron.

    As, por ejemplo, en 1959 las visitas de Nixon a Mosc y de Khruschev a Washingtonhicieron concebir grandes esperanzas en todo el mundo. Ambos jefes de Estado llegaron a laconclusin de que era necesario convocar una conferencia cumbre en la que haban dedebatirse los problemas del desarme en toda su extensin. Se inici esta conferencia, en Pars,al ao siguiente, con la participacin de diez potencias y bajo los mejores auspicios.

    En ella iban a estar presentes Eisenhower, Khruschev, De Gaulle y Macmillan. Pero, amediados de ao, los soviticos se retiraron airadamente de la misma. El motivo aducido para

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    ello fue el incidente que se produjo por un avin espa americano que, habiendo penetrado enel espacio areo de la URSS, fue abatido por los caones antiareos soviticos.

    Esto no era evidentemente ms que una excusa diplomtica. Algunos historiadoresconvienen en que la verdadera causa de la retirada rusa de la conferencia fue la actituddominante que los negociadores americanos convencidos de su total superioridad

    adoptaron desde el principio de la misma. Esta superioridad era real, ya que en 1959 elarmamento atmico ruso se hallaba an muy poco desarrollado en comparacin con elpotencial americano.

    De acuerdo con lo que hemos sealado antes, esta desigualdad patente impeda que enaquel momento EE.UU. y la URSS pudieran negociar eficazmente. Los soviticos habanconcurrido a la conferencia sin el menor espritu negociador, nicamente con el propsito deganar tiempo para su propio desarrollo armamentstico.

    Notemos que las negociaciones nucleares presentan otras muchas dificultades, aparte de laque hemos indicado. Una de ellas es, por ejemplo, el carcter altamente tcnico de lasmismas.

    Las armas atmicas han llegado a alcanzar una extraordinaria complejidad. La aplicacin

    de montajes informticos cada vez ms afinados, la constante modernizacin de los modelos yla proliferacin aparentemente inagotable de los mismos, hacen que las discusiones en tornoal equilibrio armamentstico resulten cada vez ms complicadas.

    Desde Clausewitz, la estrategia haba sido considerada como una ciencia bsicamentehumana, por razn de su subordinacin a la poltica. Pero los nuevos saberes cientficos hanllegado a convertir la guerra en una lucha de mquinas contra mquinas que se desarrolla, encierto modo, al margen de toda voluntad humana.

    No slo la autntica concepcin estratgica va quedando relegada por las ciencias, sino quese desliga ella misma de la poltica. En las conversaciones sobre desarme se tiende a olvidarcada vez ms la naturaleza humana de los problemas.

    La necesidad de que las negociaciones nucleares recuperen su carcter poltico se sientecada vez ms vivamente en los medios internacionales.

    No se puede continuar as. No se debe intentar llegar a acuerdos arma por arma.Lo quenos hace falta ahora es la creacin de un marco polticodentro del cual el desarme nuclear

    pueda ser planteado en su pleno sentido, como una necesidad actual de la Humanidad. Estaera la manera de expresarse de uno de los ms destacados participantes en la reunin de laAlianza Atlntica a fines del ao 84.

    El miedo a las sorpresas tecnolgicas el cual existe tanto en una parte como en la otraes una de las principales dificultades para lograr ese marco poltico.

    La dinmica de las innovaciones en materia de tecnologa militar nuclear no evolucionade una manera simplemente lineal, sino que sigue una curva exponencial y se desarrolla,

    adems, por saltos sucesivos... Esta ltima particularidad, sobre todo, supone un constantepeligro de guerra nuclear. Va a ser cada vez ms difcil prever y estimar la evolucintecnolgica de los misiles nucleares. La posibilidad de una inversin de la relacin de fuerzasse hace ahora permanentemente. As escribe Dieter S. Lutz5uno de los expertos alemanesque mejor dominan el tema.

    La conclusin de todo esto es que, si no hay una voluntad poltica que est por encima detodo gnero de sospechas tcnicas, ser imposible que el esfuerzo negociador conduzca aresultados positivos.

    2. El perodo negociador 1963-1979

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    A partir de 1963 se inicia un perodo negociador que se extender hasta los ltimos aos70.

    En efecto, apenas transcurridos unos meses de la crisis de los cohetes de Cuba, y tras elpnico producido en todo el mundo por el inminente peligro de guerra nuclear que aquellaimplic, las dos superpotencias empezaron a dar prueba de una voluntad de arreglo que hasta

    entonces no haba existido. Tanto la URSS como los EE.UU. haban aprendido aquellaleccin de la Historia.Por otra parte, para 1963 los soviticos haban alcanzado ya una cierta paridad nuclear y

    esto les constaba perfectamente a los americanos. Haba, pues, que empezar a negociar enserio.

    Por de pronto, el 21 de mayo de 1963 se firm un acuerdo entre las dos superpotenciaspara la utilizacin pacfica del tomo, acuerdo que si bien no tena incidencia directa sobre lacuestin de la bomba atmica, constitua, al menos, un signo de buena voluntad por ambas

    partes.El 20 de junio se firm el convenio sobre la instalacin del teletipo rojo, de evidente

    utilidad prctica para hacer frente a situaciones de emergencia.

    Poco despus, el 5 de agosto del mismo ao, se produjo un gran acontecimiento: la firmaen Mosc del Tratado sobre prohibicin de pruebas nucleares en tierra, mar y aire, el cualtuvo amplia resonancia y fue acogido con inmensa satisfaccin en todo el mundo.

    Responda este tratado al clamor universal levantado contra la realizacin de pruebasnucleares para el perfeccionamiento de la bomba. Realmente estas experiencias tenanaterrada a la poblacin de diversos territorios. Contra ellas se haban manifestadoinnumerables protestas en todo el mundo.

    Entre los aos 48 y 55 los americanos haban hecho numerosas experiencias en Nevada yen el Ocano Pacfico. La ms sensacional de ellas fue la explosin de una bombatermonuclear en Bikini, el 1 de marzo de 1954, la cual alcanz con sus efectos radiactivos a

    pescadores japoneses que faenaban en la isla Fuku Ryu Maru a cientos de millas de distancia,hecho que fue objeto de una reprobacin universal. Tambin los britnicos llevaron a caboexplosiones experimentales en Australia. En marzo de 1957 lograron su primer lanzamientonuclear en la isla Christmas.

    Por su parte, a lo largo de todo este tiempo, los soviticos hicieron tambin numerosaspruebas, manteniendo la mayor parte de ellas en secreto, si bien los servicios occidentales deinformacin pudieron detectarlas sin mayores dificultades.

    Se ha dicho que este conjunto de explosiones atmicas lleg a producir un record de lapolucin radiactiva en la atmsfera terrestre. Sea de ello lo que fuere, la opinin pblicamundial no poda ya tolerar aquel estado de cosas. A partir de 1958 las pruebas fueronsuspendidas por un acuerdo de buena voluntad entre la URSS, los EE.UU. y la Gran Bretaa.

    Pero, desgraciadamente, este acuerdo se rompi en 1961 y las tres grandes potencias citadasanunciaron, poco tiempo despus, la reanudacin de sus respectivas experiencias atmicas.Cerca de 400 pruebas fueron llevadas a cabo solamente durante el ao 1962, la mayor partede ellas a cargo de los americanos.

    El objeto de estos nuevos experimentos era anlogo al de los anteriores: mejorar lafiabilidad de los proyectiles, aumentar la potencia destructiva de los mismos, adaptar las

    bombas a objetivos tcticos, etc.Volvi a extenderse la protesta por todo el mundo y cundi la inquietud por los peligros

    reales que tales experiencias entraaban para la Humanidad.Todo esto explica la satisfaccin general con que fue recibido el Tratado de Mosc de

    1963, al que acabamos de aludir.

    Hay que reconocer, sin embargo, que la efectividad de este tratado result mucho mslimitada que lo que se haba esperado de l en un principio.

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    En primer lugar, el Tratado de Mosc no prohiba las experiencias subterrneas. Evitaba,ciertamente, la contaminacin atmosfrica; pero al dejar abierta la puerta a pruebas bajotierra, permitiendo que stas continuasen con toda libertad, dejaba sin solucin el problemams importante, que era el de impedir que las armas atmicas continuasen perfeccionndoseindefinidamente.

    Por otra parte, y aunque el tratado fue suscrito por ms de cien Estados, algunos de los msimportantes como Francia y China se negaron a aceptarlo. Esto era grave, ya que loscientficos de estos dos pases tenan ya muy adelantadas sus investigaciones para lograr susrespectivas bombas atmicas y slo necesitaban realizar algunas pruebas ms paraconseguirlas.

    De hecho, Francia y China continuaron con sus experiencias. Francia lo hizo como siguehacindolo ahora en el islote polinesio de Mururua y tard muy poco tiempo en conseguirque su force de frappe nuclear se convirtiese en realidad. Tambin la Repblica PopularChina sigui experimentando, en sus zonas desrticas. En 1964 obtuvo una bomba de fisinde 15 kilotones y el 17 de junio de 1967 su primera bomba termonuclear.

    La India accedera ms tarde a la posesin del arma nuclear gracias a la explosin lograda

    por sus cientficos en 1974, si bien sus pruebas no seran continuadas en los aos siguientes.El fracaso relativo del Tratado de Mosc no desanim por completo a los espritus

    negociadores. En la Asamblea de la ONU de 1966 se pidi el establecimiento de un nuevoacuerdo de prohibicin de pruebas que supliera las deficiencias del anterior. Ocho aos mstarde, la URSS y los EE.UU. suscribieron un nuevo Tratado, el TTBT (Threshold Test BanTreatry), que limitaba las pruebas subterrneas a un mximo de 150 kilmetros.

    Entre los aos 63 y 67 las Naciones Unidas se esfuerzan en adoptar decisiones contra losarmamentos nucleares, aunque puramente recomendatorias. En su Asamblea de 1965aprueban una terica desnuclearizacin del continente africanoy un proyecto de Conferenciamundial del desarme. En 1966, adems de la propuesta antes citada, la Asamblea pidi a las

    potencias nucleares garantas de no agresin contra los otros Estados e inst a todos losEstados no participantes en el Tratado de Mosc de 1963 a que se adhiriesen al mismorenunciando a continuar sus propias experiencias. En la misma sesin, la ONU conden lasarmas de destruccin masiva de efectos no discriminados, como las qumicas y biolgicas, ytambin, por supuesto, las armas atmicas, de acuerdo todo ello con el protocolo de la antiguaSociedad de Naciones.

    Conviene hacer notar que, en las reuniones aludidas, la ONU se interes ya por la guerrade las galaxias, adelantndose a su tiempo, ya que la militarizacin de los espacios, queahora se teme, se hallaba an muy lejana. La Asamblea pidi a los EE.UU. que renunciasen a

    poner en rbita armas de cualquier clase, o a extender los armamentos a la luna o a losplanetas.

    El primer Tratado sobre guerra espacial fue firmado el 14 de diciembre de 1966. En elmismo se condenaba la utilizacin del espacio exterior para fines militares y se prohiba, demodo absoluto, la realizacin de pruebas. Quedaban excluidos toda clase de objetos atmicossituados en rbitas circunterrestres o estacionados en posiciones interplanetarias. La luna yotros cuerpos celestes slo podran ser utilizados para fines pacficos.

    Es evidente que tampoco este tratado tuvo una autntica eficacia prctica. Los acuerdos dela ONU se reducan, como ocurre tambin ahora en la generalidad de los casos, adeclaraciones de intenciones o proclamas de buena voluntad apoyadas con sus votos por lamayora de los pases miembros, pero carentes de operatividad sobre los autnticosresponsables, es decir, sobre las potencias armadas atmicamente.

    Un resultado de los aos sesenta fue el Tratado de Tlatelolco, cuyo objetivo era la

    desnuclearizacin de Amrica Latina. En el mismo se prohiba la experimentacin,fabricacin, importacin, instalacin, posesin y utilizacin de cualquier tipo de armas

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    nucleares en Latinoamrica. El tratado deba ser suscrito no slo por los pases soberanos delcontinentes sudamericano, sino tambin por las superpotencias y por los Estados exteriores alcontinente que tuvieran intereses en el mismo. Las superpotencias se comprometanespecialmente a no emplear armas nucleares contra los Estados latino-americanos y a noejercer coaccin sobre stos por medio de tales armamentos.

    Desgraciadamente, los soviticos se negaron a firmar el Tratado de Tlatelolco por estimarque el mismo era insuficiente. Exigan que se prohibiesen tambin las explosiones pacficas,alegando la dificultad que entraa una diferenciacin claro entre stas y las realizadas confines militares, cosa que es cierta. Por otra parte, interesada la URSS en impedir la utilizacin

    blica del canal de Panam por los EE.UU., exigi, adems, que el tratado prohibiera lacirculacin de armas atmicas por aquellos territorios.

    Importantes Estados latinoamericanos, como Brasil y Argentina, se mostraron reacios a laratificacin del tratado, por estimar que ste impeda o entorpeca sus polticas de desarrollomilitar y econmico. El Tratado de Tlatelolco constituy, pues, un fracaso diplomtico paralos EE.UU., que eran sus verdaderos promotores.

    Sin embargo, no fue un esfuerzo totalmente intil: sent un precedente y present un

    modelo de lo que poda ser un plan de desnuclearizacin de extensos territorios. Sirvi,asimismo, de experiencia para mostrar las dificultades que una accin negociadora de estegnero presenta en la realidad.

    Mucho ms efectivo que los anteriores fue el Tratado sobre la No Proliferacin de armasnuclearesdel 68. Aunque conteniendo todava graves imperfecciones, este Tratado sirvi y contina sirviendo para frenar parcialmente la expansin del arma atmica y la extensinde la misma a todos los ejrcitos mundiales.

    El proyecto del tratado fue sometido a la consideracin de las Naciones Unidas en enero de1968 por la URSS y los EE.UU. y aprobado en junio del mismo ao por la Asamblea.

    Una vez logrado un nmero suficiente de adhesiones al tratado, ste fue firmadosimultneamente en las tres capitales: Washington, Mosc y Londres. Lo suscribieron 62estados y el nmero de adhesiones fue creciendo en los siguientes aos, hasta alcanzar la cifraactual de 102 firmantes.

    El artculo primero del tratado obliga a los estados poseedores de armas nucleares a notraspasar armas o explosivos nucleares, ni medios de manejo de los mismos. Asimismo,dichos estados se comprometen a no ayudar, alentar o inducir a ningn estado no nuclear afabricar o adquirir tales armas y montajes nucleares.

    Correlativamente, el artculo 2 del tratado prohbe a los estados no nucleares adheridos altratado, la recepcin de ningn traspaso de armas nucleares u otros dispositivos nuclearesexplosivos y a no recabar ni recibir ayuda alguna para la fabricacin de tales artefactos.

    La transmisin de medios nucleares para fines pacficos est permitida por el tratado,

    siempre que los pases que se beneficien de ella se sometan a la inspeccin y supervisin de laAIEA (Agencia internacional de la energa atmica), instalada en Viena. Ms an, en elartculo 5 del tratado se garantiza esta misma transmisin: los estados nucleares firmantes seobligan a facilitar, a los restantes pases, explosivos nucleares destinados a fines pacficos, sin

    preferencias comerciales y a un costo reducido. Para los pases menos desarrolladosindustrialmente ste es, sin duda, uno de los principales alicientes del tratado. Otra clusulainvita a los pases miembros a emprender negociaciones en favor del desarme nuclearmundial. Esta importante recomendacin, aunque no tenga carcter obligatorio, trata de situaral propio tratado en un plan amplio y ambicioso, cuyo desarrollo progresivo deba haberserealizado en aos ulteriores, aunque de hecho slo lo fue muy parcialmente.

    El tratado reconoca a los pases suscribientes el derecho a retirarse del mismo, previo

    aviso anticipado de tres meses, y fijaba su puesta en vigor para el momento en que lo

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    hubiesen ratificado, al menos, cuarenta pases no nucleares. Esta cifra fue rpidamentesuperada y el tratado de no-proliferacin entr en vigor el 5 de marzo de 1970.

    Este tratado, que todava est en funcionamiento y se reactualiza por medio de sesionesquinquenales entre los pases suscribientes del mismo la prxima de ellas debe tener lugaren 1985 ha sido objeto de muchas crticas, algunas de ellas relativamente infundadas y

    otras, en cambio, de cierto peso e importancia desde el punto de vista de la eficacia deltratado.Se objeta, por ejemplo, que el tratado es desigual, que favorece a las potencias nucleares

    sobre las no nucleares y que congela las diferencias existentes entre unas y otras, perpetuandoventajas tcnicas, armamentsticas y comerciales que no debieran existir.

    Ha de convenirse en que estas desigualdades son, en cierto modo, inevitables en elcontexto actual. Pretender que sean suprimidas sera demasiado exigir a un simple tratado,cuya finalidad no era otra que la de impedir la extensin de los armamentos nucleares. Lasupresin de las desigualdades entre los Estados constituye un problema de fondo que muydifcilmente podr verse resuelto dentro de nuestro horizonte histrico.

    Ms vlida que la crtica anterior es la que se hace cuando se objeta al tratado de dejar una

    puerta abierta a la comercializacin del tomo pacfico, en condiciones tales que se favoreceindirectamente la proliferacin del arma atmica.

    En efecto, como hemos visto antes, el tratado ordena que las naciones nucleares prestenayuda a las no nucleares incorporadas al mismo, con objeto de que puedan obtener su propiaenerga nuclear para fines pacficos. Pero, para evitar que esta ayuda sea empleada con finesmilitares, las naciones beneficiarias de la misma se someten a una permanente y rigurosainspeccin internacional. Se impide as cualquier utilizacin blica de los materiales y mediosnucleares suministrados.

    Ahora bien, el tratado no prohbe que los pases nucleares proporcionen una ayuda anlogaa los pases no nucleares no pertenecientes al tratado, los cuales no estn, evidentemente,sometidos a ningn gnero de inspeccin.

    Como quiera que no existen diferencias fcilmente comprobables entre el tomopacfico y el tomo blico de hecho se puede pasar muy fcilmente del uno al otronada impide que una potencia no nuclear, ajena al tratado, desve los elementos recibidos deuna potencia nuclear, incorporada a ste, hacia fines militares.

    Es as cmo la India, pas no incluido en el tratado de no-proliferacin, logr obtener subomba atmica en 1974, gracias a la asistencia recibida de Canad, sin que pudiera acusarse aeste estado de haber infringido las clusulas del tratado.

    Queda, pues, dentro de la zona de pases no nucleares, exteriores del tratado, un campo deoperaciones comerciales donde las potencias nucleares pueden realizar buenos negocios yfomentar su propia influencia poltica, a costa de favorecer el armamento atmico de sus

    pases clientes.De esta suerte, se ha visto a potencias de las ms adelantadas en la investigaci