La “raíz cuadrada” del...

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33 revista de la facultad de filosofía y letras BUAP La “raíz cuadrada” del cuerpo 1 The “square root” of the body Mario Toboso-Martín* Dedico este trabajo a la memoria de mi amigo Paco Guzmán, quien haría poesía de las cuestiones aquí tratadas. Resumen En este artículo se presenta una revisión de la noción de cuerpo a partir de una reconsideración de la idea de capacidad. Por lo general esta idea se asocia a otras como aptitud, talento, cualidad, facultad o poder para realizar algo. La reconsi- deración que planteamos se interesa no tanto por sus potencias, como por la raíz cuadrada de ese cuerpo (guiados por el símil matemático con la raíz cuadrada y las potencias de un cierto elemento). Para ello introducimos la idea de “cuerpo- espacio” y la distinción entre las nociones de “capacidad-de” y “capacidades-pa- ra”. Estas nociones serán tomadas en consideración para explorar la naturaleza protésica del cuerpo y su plasticidad, tal y como se expresan en la incorporación al mismo de elementos artefactuales externos y en su extensión por ellos. Tam- bién se estudiará la relevancia de dichas nociones en la deconstrucción de patro- nes normativos en los ámbitos del funcionamiento y la morfología del cuerpo, y su proyección a lo social a través de la idea de diversidad funcional. Palabras clave: cuerpo-espacio, capacidades-para, capacidad-de, plasticidad, naturaleza protésica, diversidad funcional. ABSTRACT This paper presents a review of the notion of body based on a reconsideration of the idea of capacity/ability/capability. Usually the idea of ability is associated with other ideas like aptitude, talent, quality, faculty or power to do something. The review that we propose is not interested in its powers but in the square root of the body (led by the mathematical analogy with the square root and the powers of an element). For this we introduce the idea of “body-space” and the distinc- tion between the notions of “capacity-of” and “abilities-to”. These ideas will be taken into consideration to explore the prosthetic nature of the body and its plasti- city, as expressed in the body-incorporation of external art factual elements and the body-extension by them. It is also examined the relevance of these notions to deconstruct normative paerns in the areas of functioning and body morphology, and its social projection through the idea of functional diversity. Keywords: body-space, abilities-to, capacity-of, plasticity, prosthetic nature, func- tional diversity. * Instituto de Filosofía, Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC 1 La elaboración de este artículo se inscribe en el proyecto de investigación “Innovación oculta: cambio de paradigma en los estudios de innovación” (FFI2011-25475), Ministerio de Economía y Competitividad, Gobierno de España.

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La “raíz cuadrada” del cuerpo1

The “square root” of the body

Mario Toboso-Martín*

Dedico este trabajo a la memoria de mi amigo Paco Guzmán, quien haría poesía de las cuestiones aquí tratadas.

ResumenEn este artículo se presenta una revisión de la noción de cuerpo a partir de una reconsideración de la idea de capacidad. Por lo general esta idea se asocia a otras como aptitud, talento, cualidad, facultad o poder para realizar algo. La reconsi-deración que planteamos se interesa no tanto por sus potencias, como por la raíz cuadrada de ese cuerpo (guiados por el símil matemático con la raíz cuadrada y las potencias de un cierto elemento). Para ello introducimos la idea de “cuerpo-espacio” y la distinción entre las nociones de “capacidad-de” y “capacidades-pa-ra”. Estas nociones serán tomadas en consideración para explorar la naturaleza protésica del cuerpo y su plasticidad, tal y como se expresan en la incorporación al mismo de elementos artefactuales externos y en su extensión por ellos. Tam-bién se estudiará la relevancia de dichas nociones en la deconstrucción de patro-nes normativos en los ámbitos del funcionamiento y la morfología del cuerpo, y su proyección a lo social a través de la idea de diversidad funcional.

Palabras clave: cuerpo-espacio, capacidades-para, capacidad-de, plasticidad, naturaleza protésica, diversidad funcional.

AbstrAct

This paper presents a review of the notion of body based on a reconsideration of the idea of capacity/ability/capability. Usually the idea of ability is associated with other ideas like aptitude, talent, quality, faculty or power to do something. The review that we propose is not interested in its powers but in the square root of the body (led by the mathematical analogy with the square root and the powers of an element). For this we introduce the idea of “ body-space” and the distinc-tion between the notions of “capacity-of” and “abilities-to”. These ideas will be taken into consideration to explore the prosthetic nature of the body and its plasti-city, as expressed in the body-incorporation of external art factual elements and the body-extension by them. It is also examined the relevance of these notions to deconstruct normative patterns in the areas of functioning and body morphology, and its social projection through the idea of functional diversity.

Keywords: body-space, abilities-to, capacity-of, plasticity, prosthetic nature, func-tional diversity.

* Instituto de Filosofía, Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC1 La elaboración de este artículo se inscribe en el proyecto de investigación “Innovación oculta: cambio de paradigma

en los estudios de innovación” (FFI2011-25475), Ministerio de Economía y Competitividad, Gobierno de España.

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1. Introducción terminológica y semántica.De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española (vigésima segunda edi-ción, disponible en Internet), podemos encontrar para el término capacidad las siguientes acepciones (cursivas nuestras):

Capacidad. (Del lat. capacĭtas, -ātis). 1. f. Propiedad de una cosa de contener otras dentro de ciertos lí-

mites. Capacidad de una vasija, de un local. 2. f. Aptitud, talento, cualidad que dispone a alguien para el buen

ejercicio de algo. […] 5. f. desuso. Oportunidad, lugar o medio para ejecutar algo.

En la primera de las acepciones acompaña al término capacidad la prepo-sición de, en la segunda, en cambio, el término es mejor descrito mediante la preposición para. Tomaremos esta sugerencia como inspiración a la hora de formular ciertas nociones que nos permitan distinguir entre lo que vamos a considerar la ‘capacidad-de’ inherente al cuerpo como espacio y las ‘capacida-des-para’ contextuales y relacionadas con los desempeños de funcionamiento del cuerpo en entornos y circunstancias socioculturales concretas.

No perdamos de vista, igualmente, la muy interesante y sutil acepción 5, pese a que el Diccionario la exprese como en desuso. Nos habla de “oportuni-dad”, de “lugar” y de “medio para”. Bien podríamos ver en ella una especie de síntesis superadora de la distinción entre las acepciones 1 y 2 anteriores, en vir-tud de la flexibilidad y polisemia de los términos empleados en ella. A nosotros nos evoca de inmediato la noción de “capacidad” que es usada en el enfoque de las capacidades y los funcionamientos de Amartya Sen (Sen, 1999). En este enfoque la capacidad (descrita mediante el término inglés “capability”) no se refiere a la aptitud, talento o poder puestos en juego en la realización de algo, sino más bien a la ‘oportunidad’ de poder realizarlo, a las condiciones que lle-gan a ofrecer el “lugar” (como ocasión) de llevarlo a cabo, así como el “medio” en cuanto posibilidad emergente de tales condiciones favorables (Sen, 1979). Debe quedar claro, por lo tanto, que esta ‘capability’ expresada en la acepción 5, no corresponde a la ‘ability’ que se expresa en la acepción 2, ni a la ‘capaci-ty’ que refleja la acepción 1, aunque ciertamente, como acabamos de mencio-nar no se refieren a campos semánticos excluyentes, sino relacionados. Como se revela sin más en la entrada del Diccionario la distinción de los tres térmi-nos en la lengua inglesa se difumina en la española, bajo el común de “capa-cidad”. No obstante las distintas acepciones expuestas permiten rescatar sus notas diferenciadoras.

2. El patrón normativo de funcionamiento del cuerpo y cómo abordar su deconstrucción.De manera habitual se supone que los desempeños, capacidades o funciona-mientos de una persona lo son propiamente de su cuerpo, en un sentido in-herente. Se considera que ‘lo normal’ es poseer determinadas capacidades funcionales (que vamos a denominar “capacidades-para”) que dan respuesta a los requerimientos asociados a nuestros patrones culturales de vida. Tal supo-sición conduce, debemos advertirlo, a la relación entre las capacidades-para y los sistemas o conjuntos de valores implicados en tales patrones culturales, y

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al hecho de dotar de valor a ciertas capacidades-para y devaluar otras, transi-tando así de lo funcional a lo normativo.

La existencia de criterios normativos que determinan como capacidades-para ciertos funcionamientos o desempeños (y no otros) hace explícito que el sentido del término “capacidad” no debe referirse a una condición universal presupuesta del cuerpo, sino a su relación con los diferentes contextos que mo-delan el funcionamiento del mismo en el tipo de sociedad concreta en la que cada cuerpo se inscribe (Rodríguez y Ferreira, 2010).

Cuando un conjunto de capacidades-para se erige en criterio de normali-dad, llega a representar un ‘lecho de Procusto’ al que deben adaptarse todos los cuerpos, que se expresa en forma de entornos, prácticas, representaciones, cuestionarios, clasificaciones, contextos y actitudes ‘capacitistas’ (Guzmán y Wolbring, 2010). Las capacidades-para que definen este conjunto normativo definen, a su vez, las características de lo que denominamos el ‘cuerpo norma-tivo’, es decir, el patrón de funcionamientos impuesto al cuerpo en su relación con cada contexto sociocultural (Cadwallader, 2007; Toboso y Guzmán, 2010).

La reflexión en torno al cuerpo como elemento sociocultural clave debe cuestionar el esencialismo en la atribución de las capacidades-para, como ca-pacidades contextuales que conforman el cuerpo normativo, notando que el primer paso para poner el cuerpo bajo una ‘mirada capacitista’ es definir y trasladar al plano axiológico-normativo un conjunto de capacidades-para su-puestamente inherentes al mismo, obviando su naturaleza contextual (Tobo-so y Guzmán, 2010). Esa mirada capacitista no es otra cosa que la multitud de prácticas y representaciones que en la dimensión del funcionamiento producen el cuerpo normativo y su carácter regulador como norma y criterio de norma-lidad (Snyder y Mitchell, 2001).

Las mirada capacitista ofrece el cuerpo normativo como única alternativa po-sible de funcionamiento, pese a la existencia de otros cuerpos diferentes, que no se considera(n) relevante(s). El cuerpo normativo anula al resto de alternativas, las invisibiliza y excluye de los espacios sociales mediante una amplia tipología de barreras presentes en tales espacios, o directamente impide su nacimiento me-diante prácticas eugenésicas en el ámbito de la reproducción (Etorre, 2000; Pa-rens y Asch, 2000). Se pretende, así, limitar la presencia de cuerpos considerados ilegítimos, por no ser normativos, y aumentar la frecuencia y el peso estadístico del cuerpo normativo, fortalecer, en definitiva, su carácter de norma (regulado-ra y estadística), con el fin de que ‘lo normal’ sea y siga siendo lo más frecuente.

Para proceder a la deconstrucción del cuerpo normativo debemos alejar-nos de los planteamientos basados en el conjunto de capacidades-para que lo definen, y atender a lo que consideramos la ‘capacidad’ inherente del cuerpo, tomado dicho término en el sentido de su acepción 1, ya mencionada: nos refe-rimos a la capacidad-del cuerpo como espacio de ‘apropiación’ de los elemen-tos oportunos para el desempeño de las capacidades-para, pertenezcan o no al conjunto normativo socioculturalmente definido. Sería algo así como la posi-bilidad o capacidad-de transformar en ‘capacidad-para’ una supuesta falta de capacidad o (dis)capacidad. Vemos que se trata de un planteamiento que al rei-vindicar la generalidad de dicha capacidad-de apropiación e introducirla como elemento del conjunto normativo de capacidades-para, introduce con ella tam-bién la (dis)capacidad como posibilidad en el mismo, llevándonos por una vía deconstructiva más allá de la consideración habitual de ese conjunto normativo de capacidades-para como un ‘mito’ de completa eficiencia funcional.

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Proponemos que las capacidades-para del cuerpo (que también denomina-mos desempeños o funcionamientos) se basan en su capacidad-de, en el cuer-po-espacio que aloja, no las capacidades-para (las ‘potencias’ del cuerpo), sino su posibilidad u oportunidad como capacidad-de (la ‘raíz cuadrada’ del cuer-po). Cuando las capacidades-para se ven alteradas, la capacidad-de inherente al cuerpo como espacio de posibilidades permite la apropiación funcional de los elementos necesarios para su desempeño, ya sea en la misma forma o en alguna forma alternativa. Esta idea, acerca de la capacidad-de apropiación del cuerpo sobre elementos externos al mismo, que podemos denominar también su ‘plasticidad’, se relaciona con la “naturaleza protésica” del cuerpo (Grosz, 1994) y con las posibilidades de “extensión” e “incorporación” del mismo hacia diferentes artefactos, herramientas y tecnologías (De Preester y Tsakiris, 2009).

3. La idea de ‘prótesis’ y sus diferentes relaciones con el cuerpoEn su artículo “Body-extension versus body-incorporation: Is there a need for a body-model?” Helena De Preester y Manos Tsakiris examinan las bases sobre las que establecer una distinción entre la ‘extensión’ del cuerpo y la ‘incorpora-ción’ al mismo de elementos externos no corporales, atendiendo al papel de un supuesto ‘modelo corporal’ preexistente que serviría de base para tal distinción (De Preester y Tsakiris, 2009: 307). Vamos, a continuación, a seguir con algún de-talle el hilo de su exposición, pues las ideas que plantean forman parte del terri-torio que venimos esbozando y su consideración crítica nos hará avanzar en él.

La “Introducción” del art�culo (�e �reester y Tsa�iris, ����� ���) ofrece una in- del art�culo (�e �reester y Tsa�iris, ����� ���) ofrece una in-terpretación amplia de la noción de ‘prótesis’, entendida como cualquier artefac-to que no perteneciendo al cuerpo biológico constituye junto con él el mundo habitado por los seres humanos, en consonancia con la propuesta del filósofo francés Bernard Stiegler, de pensar las prótesis como algo que intrínsecamente pertenece a la vida humana y que definiría a los seres humanos como esencial-mente protésicos (Stiegler, 1998). Esta noción amplia de prótesis puede conside-rarse como sinónima de técnica, artefacto, instrumento, herramienta, etcétera, y apunta hacia la idea de que la cultura solo es posible gracias a nuestra inte-rrelación con elementos artificiales sobre los que a menudo descargamos tra-bajo físico y cognitivo, mediante el diseño y la preferencia hacia ambientes que puedan asumir dicha carga, o que almacenen e incluso procesen información por nosotros (Clark, 1999).

De manera que esta noción amplia de prótesis, resultaría aplicable no solo en su sentido rehabilitador habitual, como ‘incorporación’ de un elemento ex-terno que sustituye a una parte amputada o faltante del cuerpo, por ejemplo, sino también en un sentido habilitador, como en el caso de la escritura, de las bibliotecas o de la ‘extensión’ ofrecida por un entorno tecnológico de ‘inteligen-cia ambiental’ a tareas de funcionamiento físico o cognitivo.

No obstante, en el apartado titulado “Incorporation versus extension/body-part versus tool?” (�e �reester y Tsa�iris, ����� ���), los autores transitan hacia una no-ción mucho más restringida de ‘prótesis’, hacia la habitual en su sentido rehabilita-dor. Comienzan también a relacionar estrechamente la incorporación con la noción de ‘partes’ del cuerpo y la extensión con las herramientas externas� “When we loo� at these two different classes of experiences, prosthesis use and tool-use, it is not easy to maintain an adequate conceptual distinction between a tool that extends the body, and a prosthesis that is incorporated into the body.” (�e �reester y Tsa�iris, ����� ���, cursiva nuestra).

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Esta dificultad que señalan tiene al menos una parte de su origen en la no consi-deración de la relación y diferencia entre las dimensiones funcional y morfológica del cuerpo, que es constante a lo largo de su artículo. Si se introducen tales dimen-siones en la exposición, algunas explicaciones parecen ganar claridad y, en el caso de la cita anterior, quizá fuese más fácil “[…] to maintain an adequate concep-tual distinction between a tool that (functionally) extends the body, and a prosthesis that (morphologically and/or functionally) is incorporated into the body” (De Prees-ter y Tsakiris, 2009: 309, cursiva y paréntesis nuestros).

La funcional y la morfológica son dos dimensiones del cuerpo, aunque dife-rentes, estrechamente relacionadas. Pensemos, por ejemplo, en que la coinciden-cia morfológica de un elemento protésico externo con la parte correspondiente del cuerpo, no garantiza necesariamente la funcionalidad de dicho elemento, cuyo ajuste puede ser más estético y normativo que funcional. Por otro lado, la relación del cuerpo con un elemento externo al mismo puede ser altamente funcional, sin que este elemento corresponda morfológicamente a la parte co-rrespondiente del cuerpo. De acuerdo con los aspectos de cada dimensión que se prioricen en la práctica (morfológicos o funcionales) nos hallaremos en uno u otro caso (Wolbring, 2002).2

La noción amplia de prótesis, expuesta al comienzo del artículo de De Pres-ter y Tsakiris, en relación con el planteamiento de Stiegler, no establecía una di-ferencia estricta entre las nociones de extensión e incorporación de elementos externos al cuerpo. Consideramos por ello que esa noción amplia de prótesis se relaciona con la idea de cuerpo-espacio y su capacidad-de, pues para el cuer-po-espacio carece igualmente de validez la diferencia entre la incorporación y la extensión, recogidas ambas en el concepto de ‘apropiación’ de los elementos externos que se relacionan con el cuerpo mediante aspectos, valores, intereses, objetivos, fines, etcétera, morfológicos y funcionales.

4. Una mano de goma que es sentida como la propia manoEn el apartado titulado “Body-ownership and a pre-existing body-model” (�e �rees-ter y Tsa�iris, ����� �1�), los autores proponen atender a la evidencia empírica acer-ca del “sentido de propiedad del cuerpo” (sense of body-ownership), es decir, la sensación de que el cuerpo o una parte del mismo me pertenece: “One way to approach these questions is to consider the recent empirical evidence on the sense of body-ownership, that is, the feeling that a body-part belongs to me” (De Preester y Tsakiris, 2009: 312).

Consideran que una forma viable de estudiar el sentido de propiedad del cuerpo es mediante el experimento denominado la “ilusión de la mano de goma” (Botvinick y Cohen, 1998; Ehrsson et al. 2004; Tsakiris y Haggard 2005). Los participantes en este experimento pueden ver una mano protésica de goma que es tocada a la vez que su propia mano, oculta a su vista. Esta estimulación multi-sensorial (táctil sobre ambas manos, pero visual solo sobre la mano falsa) llega a producir que la mano de goma sea sentida como la propia mano. Mose-

2 Así, por ejemplo, como relata Gregor Wolbring, los niños afectados por la talidomida y sus padres se enfrentaron a un enfoque médico fuertemente normativo, cuya prioridad era dar “miembros artificiales” a los niños, sin explorar formas diferentes de funcionamiento posibles, tales como gatear cuando no se tiene piernas, o comer con los pies cuando no se tiene brazos. Los médicos insistieron en este enfoque normativo, a pesar de que los miembros artifi-ciales eran muy poco funcionales y meramente cosméticos. No es de extrañar que la mayor parte de los afectados prescindieran de sus piernas y brazos artificiales en cuanto fueron lo suficientemente mayores como para oponerse a sus padres y a los médicos. La realidad era que no veían sus cuerpos como deficientes ni las piernas y brazos artificiales como una forma de funcionamiento adecuada (Wolbring, 2002).

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ley et al. (���8) mostraron, incluso, que el sentido de propiedad sobre la mano de goma es acompañado de una disminución significativa de la temperatura de la mano real (�e �reester y Tsa�iris, ����� �1�).

Otros resultados experimentales sugieren, igualmente, que la estimulación multi-sensorial interviene en el sentido de propiedad del cuerpo, pero la cues-tión clave es si lo hace de manera necesaria o suficiente (De Preester y Tsakiris, 2009: 313). A este respecto se considera que el efecto de la estimulación mul-ti-sensorial que contribuye al sentido de propiedad del cuerpo no es una con-ducción pasiva de estímulos, sino que depende de la influencia moduladora de representaciones posturales, morfológicas y visuales del cuerpo: el sentido de propiedad sobre la mano de goma no se produce si la mano falsa se sitúa en una posición morfológica incongruente con respecto a la mano real, tampoco si la mano de goma es de una lateralidad diferente con respecto a la mano real ni si, en lugar de la mano falsa, se sitúa un objeto de apariencia no corporal, como un trozo de madera (De Preester y Tsakiris, 2009: 313).3

Sobre la base de estas evidencias experimentales, Tsakiris y Hanggar (2005) han sugerido que el sentido de propiedad del cuerpo sería el resultado de la modulación de la estimulación multi-sensorial sobre el marco de las representa-ciones del cuerpo recién aludidas. Los estímulos sensoriales serían procesados y finalmente sometidos a ajuste sobre una especie de “modelo corporal” (body-model) abstracto que se encargaría de mantener un sentido coherente del propio cuerpo e incluiría una descripción de referencia de las representaciones visua-les, morfológicas y posturales del mismo (Costantini y Haggard 2007; Tsakiris y Haggard 2005). Pero lo que es más importante para el sentido de propiedad del cuerpo, destacan, es que ese modelo corporal es anterior a la estimulación sensorial y posee un carácter normativo hacia la misma, es decir, su influencia moduladora determina si un objeto externo (como la mano de goma) puede ser experimentado, o no, como una parte del cuerpo: “[…] but what seems to be important for the sense of body-ownership induced during the RHI (Rubber Hand Illusion) is that the body-model operates off-line and more interestingly it seems to be normative for one’s own body, because its modulatory influence allows for an external body-part to be experienced as part of my body or not” (De Preester y Tsakiris, 2009: 313).

5. Patrones normativos que limitan la plasticidad del cuerpo-espacio La combinación del carácter normativo y preexistente del modelo corporal im-plica una evidente ‘circularidad’ argumental, pues presenta el modelo corporal como responsable (carácter normativo) de que únicamente se puedan incorpo-rar objetos externos que sustituyan a partes del cuerpo ya codificadas (carác-ter preexistente) en ese mismo modelo. En idéntico sentido recordemos que también el cuerpo normativo derivado de la mirada capacitista, una vez esta-blecido (preexistente) como patrón de funcionamiento, se erige en un elemen-to restrictivo (normativo) hacia cualquier forma de funcionamiento que no se ajuste al mismo.

3 Es importante señalar que, cuando sí se produce, el sentido de propiedad sobre la mano de goma no provoca que el participante sienta que tuviese tres manos, sino que su propia mano, oculta a su vista, es sustituida por la mano de goma que está viendo. Por tanto, no se trata de un caso de extensión del cuerpo hacia una tercera mano, sino de incorporación de la mano de goma como objeto externo en el lugar de la mano propia. En nuestra terminología, diríamos que se trata de un caso de apropiación de la mano de goma derivado de la estimulación multisensorial, que implica a la vez aspectos morfológicos y funcionales, dados en la forma de representaciones morfológicas, visuales y posturales coherentes.

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En este caso, cuando en la dimensión funcional nos referimos a los procesos de incorporación y extensión del cuerpo mediante elementos externos, ese ‘cuer-po’ es el ‘cuerpo normativo’ derivado de la mirada capacitista, y como hemos señalado, a través de estos procesos, unificados en la noción de apropiación, planteamos la deconstrucción de ese patrón normativo: la naturaleza protésica del cuerpo, es decir, la plasticidad del cuerpo-espacio, expresada en la ya men-cionada capacidad-de apropiación del mismo, contribuyen a desmontar la idea del cuerpo normativo como patrón único de funcionamiento.

Por su parte, en De Preester y Tsakiris (2009) la extensión (body-extension) e incorporación (body-incorporation) de elementos externos se refieren a un ‘cuerpo’ (body-) determinado por el modelo corporal (body-model). Este pa-trón normativo se reafirma y fortalece al limitar la posibilidad de extensión y restringir la incorporación únicamente a objetos externos asimilables a partes del cuerpo ya codificadas en el mismo modelo. La posibilidad de incorporación se limita, pues, a ‘objetos como partes’ del cuerpo ya codificadas en el modelo corporal, no dándose la posibilidad de incorporar ‘objetos como extensiones’, o partes nuevas no codificadas en dicho modelo, lo que supondría su extensión a las mismas, como en el caso hipotético de llegar a sentir o incorporar la mano de goma como una tercera mano.

A modo de símil visual proponemos imaginar el ‘modelo corporal’ (De Preester y Tsakiris, 2009: 312 y ss.) pensando en esos juguetes infantiles que son recipientes en cuyas paredes hay ciertos agujeros cuya forma está en correspon-dencia con la forma de las figuras que pueden introducirse dentro. Estas figu-ras externas serían en el símil los ‘objetos como partes’ que el modelo corporal (las paredes del juguete) permite incorporar, siendo las partes del cuerpo los agujeros recortados (codificados) en esas paredes. Sobre la base de aspectos morfológicos, expresados en las formas de los agujeros y figuras externas, las paredes del juguete (el modelo corporal) ‘de-limitan’ el espacio interior del re-cipiente, que asimilamos al cuerpo-espacio.

Esta restricción trae a escena el ‘cuerpo’ en contexto, no ya como cuerpo-espacio, sino considerado en lo morfológico a través del conjunto de sus partes y en lo funcional a través del conjunto de sus funcionamientos, o capacidades-para, desempeñadas en los contextos socioculturales en los que ese cuerpo se inscribe. Las partes del cuerpo codificadas en el modelo corporal, asimilables a los agujeros en las paredes del juguete, definen los objetos externos, las figuras externas, que pueden ser incorporados e introducidos en su espacio interior. En este sentido, las partes del cuerpo se expresan como ‘coordenadas corpora-les’ que permiten representar, incorporar, tales objetos a ese espacio, lo mismo que un sistema de coordenadas en un espacio geométrico aporta un protocolo para la representación de puntos, formas y figuras. Como sistema que codifi-ca las partes del cuerpo, el modelo corporal representará el sistema de coorde-nadas corporales que guía el proceso de incorporación de objetos como partes, es decir, las paredes del juguete a través de las cuales llegan al espacio interior solo las figuras cuya forma es la de los agujeros en las mismas.

Aunque el modelo corporal dota de un sistema de coordenadas corpora-les al cuerpo-espacio, este no se reduce a dicho sistema, pues como espacio al-berga posibilidades más allá de las coordenadas de ese sistema, lo mismo que en un espacio matemático hay puntos y formas fuera de sus ejes de coordena-das. Desde la perspectiva del cuerpo-espacio la capacidad-de apropiación se refiere a objetos externos en general, ya sean asimilables a partes del cuerpo o

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a posibles extensiones que no correspondan a tales partes, haciendo intervenir aspectos en las dimensiones morfológica y funcional. La incorporación exclusi-va de objetos como partes del cuerpo, derivada del modelo corporal, prioriza, de manera particular, aspectos morfológicos. Cuando se prioriza la dimensión morfológica, el modelo corporal representa una proyección o particularización del cuerpo-espacio a esa dimensión.

Considerado como sistema de coordenadas corporales (el sistema de las partes del cuerpo codificadas en él), el modelo corporal no tiene por qué ser el único sistema posible: podríamos tener sistemas diferentes e incluso la nece-sidad de ampliar la dimensión del sistema dado (ampliar el modelo corporal) si se extiende la dimensión del espacio que lo acoge, como veremos en el caso de los aspectos funcionales del cuerpo en relación con la noción de ‘diversidad funcional’ (Palacios y Romañach, 2006).

6. El cuerpo como sistema vivo de coordenadas para la representación del mundoDada la plasticidad del cuerpo-espacio como espacio corporal de apropiación de objetos, cuando lo de-limitamos mediante las partes del cuerpo o mediante los funcionamientos normativos lo que obtenemos son los patrones normati-vos, que restringen las posibilidades de aquél: el modelo corporal y el cuerpo normativo. Decir que lo de-limitamos significa que introducimos en dicho es-pacio los sistemas de coordenadas corporales y funcionales que son las partes del cuerpo y los funcionamientos normativos.

El cuerpo-espacio queda así de-limitado, lo mismo que el juguete infantil, ya mencionado, queda fabricado. En este símil, las paredes del juguete (el mo-delo corporal) restringen, por un lado, los objetos que se pueden incorporar y codifican, por otro, lo que se hace cuerpo (las partes del mismo), como las coor-denadas del modelo corporal que ‘contiene’ al cuerpo-espacio. Entiéndase aquí el significado del verbo ‘contener’ al menos en su doble acepción de ‘ofrecer es-pacio a algo’ y también ‘oponer frontera o límites a algo’. Como ‘raíz cuadrada’ del cuerpo el cuerpo-espacio es interior-anterior al modelo corporal y al cuerpo que este codifica, precisamente, como frontera y límites de aquel.

Para visualizar estas ideas, imaginemos una circunferencia sobre cuya lí-nea circular representamos mediante vectores radiales salientes (en un sentido centrífugo) las capacidades-para, que proyectan sus sentidos hacia diferentes contextos de acción. En esta imagen proponemos interpretar el cuerpo como la línea circular en la que se apoyan estos vectores. Justamente sobre la línea de la circunferencia estarán, notémoslo, las partes del cuerpo, en la frontera entre el afuera y el adentro (como los agujeros están en las paredes del juguete ni den-tro ni fuera del mismo), otorgando su representación corporal a los objetos ex-ternos que, según las limitaciones impuestas por el modelo corporal, pueden legar a incorporarse, y proyectándose al mismo tiempo hacia los contextos de acción que apuntan las capacidades-para.

Llegar a aumentar, mediante mejoramiento humano (enhancement, Guzmán y Wolbring, 2010) o tecnologías, el alcance de las capacidades-para puede au-mentar el sentido de agencia en el que estas se insertan. En este símil de la cir-cunferencia podemos considerar que las capacidades-para aumentan cuando aumenta la longitud de sus vectores con respecto a la circunferencia en la que se apoyan, que es el cuerpo. Es como si la dirección radial hacia afuera fuese incremental en el sentido de la agencia. De hecho, es fácil advertir que, sobre

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la circunferencia, los vectores que representan las capacidades-para se apoyan en puntos distintos de la misma y aparecen como vectores diferentes, aparen-temente sin un origen común, interior-anterior, en su centro como capacidad-de en el cuerpo-espacio. Aunque las capacidades-para pueden considerarse como los vectores salientes y sus puntas se dirijan y lleguen a contextos de ac-ción muy diferentes tienen un mismo punto-origen común (en el centro de la circunferencia): la capacidad-de en el cuerpo-espacio interior. Las capacidades-para se asientan en la capacidad-de.

El régimen de agencia implica la separación: cuerpo / capacidades-para (o funcionamientos) / contextos, pues las capacidades-para no son propiamente del cuerpo, sino que emergen en la relación de funcionamiento entre el cuerpo y el contexto sociocultural en el que se inscribe. Por el contrario, en el régimen distinto del sentido de propiedad del cuerpo, o sentido nuclear de agencia, la capacidad-de es plenamente del cuerpo-espacio, es su plasticidad, lo que pro-piamente ‘es’ el cuerpo-espacio.

En el caso de la dimensión funcional y de las capacidades-para del cuer-po como coordenadas funcionales, el proceso de apropiación sería análogo a la identificación de ‘habilitadores’ (affordances; Gibson, 1979) o apropiación del objeto representado por las posibilidades de funcionamiento que se proyectan sobre el mismo. No obstante, de acuerdo con la idea de las capacidades-para como ‘coordenadas’ preferimos hablar de la proyección o representación del ha-bilitador sobre tales coordenadas funcionales.

Lo que podemos llamar ‘conocimiento funcional’ por el cuerpo se relaciona con el conocimiento epistémico, mental. Para este conocimiento tiene sentido la noción de ‘objeto’ como algo exterior situado ‘ahí afuera’, mediato y separa-do, en abstracto, de la mente de quien lo representa. Cuando me apropio fun-cionalmente de un habilitador, el habilitador es la apropiación funcional (la representación funcional por el cuerpo) de lo que solo en abstracto podríamos considerar un ‘objeto’ funcional dado ‘ahí afuera’. Análogamente, cuando me apropio morfológicamente de un objeto exterior como ‘parte’, la parte es ya la apropiación morfológica del ‘objeto’. El conocimiento funcional se expresa a partir del acceso a información genuinamente práctica que permite detectar ‘habilitadores’ y aprovecharlos (Vega y Lawler, 2005; Vega, 2009).4

El caso de incorporación morfológica remite a una parte efectiva del cuer-po reemplazada por el objeto externo (prótesis) que se incorpora. La cuestión es que si la incorporación es óptima el objeto deja de ser tal ‘objeto’ y pasa a ser ‘parte’. De manera que cabría decir que no incorporamos objetos externos, sino partes. Algo, inicialmente dado como un objeto externo, en el proceso de incorporación (apropiación) se proyecta en una parte en un ‘estado propio’ del cuerpo, como coordenada del modelo corporal, y conduce a la sensación de pro-piedad sobre tal objeto como parte. Esto incide, a modo de analogía, en la in-terpretación de los objetos externos como estados que se representan mediante la combinación de los estados propios (partes) del cuerpo, de modos y posibi-lidades de incorporación y funcionamiento.

4 Un mismo objeto puede ofrecerse a la vez como numerosos habilitadores y proyectarse, pues, en diferentes alter-nativas de funcionamiento posibles, alguna de ellas vinculada normativamente a lo que se considere su ‘función propia’ y las demás como posibilidades emergentes surgidas en la relación de funcionamiento entre el cuerpo y el contexto.

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7. Superación de patrones normativos mediante la idea de ‘diversidad funcional’Como vimos, la posibilidad de incorporación de (o sentido de propiedad sobre) objetos externos requiere que la estimulación multisensorial procedente de ta-les objetos sea convertida en representaciones visuales, posturales y anatómi-cas congruentes por el modelo corporal, como si se tratase de un ‘aparato de representación’ que se nutriese de tales estímulos. Este proceso de representa-ción por parte del modelo corporal es el que da origen a la sensación positiva de propiedad sobre el objeto externo, que queda así incorporado a través de esta sensación. Este es el caso de la ‘ilusión de la mano de goma’, como ejem-plo de incorporación de un objeto externo.

Considerar el modelo corporal como sistema de coordenadas, o como pro-tocolo de representación de los objetos externos al cuerpo, que se vale de sus propias partes para su representación es análogo a la representación de un punto o un vector en un espacio a través de los vectores base del sistema de coordenadas de que esté provisto (en nuestro símil, las partes del cuerpo). In-terpretamos, así, el cuerpo como aparato de representación en las dimensiones morfológica y funcional.

Pensemos, pues, las ‘partes’ del cuerpo asimilables a los vectores de una base de representación de un espacio. Un objeto cualquiera en ese espacio será representado a partir de la combinación de los vectores de la base. Ese objeto llega, pues, a ser representado y conocido por el cuerpo de manera inmediata como un objeto morfológico y funcional. A modo de ejemplo, consideremos la característica de simetría bilateral del cuerpo humano, la cual se puede expre-sar mediante los dos vectores de base siguientes: lateralidad derecha (1, 0) e izquierda (0, 1). El modelo corporal correspondiente se expresará en esta base como la agrupación matricial de estos dos vectores, en la forma de la ‘matriz unidad’ de dimensión 2x2, en la que se refleja la simetría bilateral mencionada:

Pensemos, pues, las ‘partes’ del cuerpo asimilables a los vectores de una base de

representación de un espacio. Un objeto cualquiera en ese espacio será representado a partir

de la combinación de los vectores de la base. Ese objeto llega, pues, a ser representado y

conocido por el cuerpo de manera inmediata como un objeto morfológico y funcional. A

modo de ejemplo, consideremos la característica de simetría bilateral del cuerpo humano, la

cual se puede expresar mediante los dos vectores de base siguientes: lateralidad derecha (1,

0) e izquierda (0, 1). El modelo corporal correspondiente se expresará en esta base como la

agrupación matricial de estos dos vectores, en la forma de la ‘matriz unidad’ de dimensión

2x2, en la que se refleja la simetría bilateral mencionada:

Una parte del cuerpo como, por ejemplo, la mano derecha se asociará al vector de base (1,

0) y la mano izquierda al vector (0, 1). En el caso particular de una persona con

‘hemisomatognosia espacial izquierda’, o negligencia lateral izquierda,6 el modelo corporal

correspondiente tendrá como vectores de base: lateralidad derecha (1, 0) y lateralidad

izquierda (0, 0), que describen un modelo corporal diferente, cuya matriz ya no será la

matriz unidad 2x2 anterior, sino:

6 La ‘hemisomatognosia’ implica la negligencia de la persona sobre categorías espaciales y sobre los objetos en ellas. La hemisomatognosia espacial izquierda es consecuencia de una lesión en el lóbulo parietal derecho. Con menor frecuencia puede darse hemisomatognosia espacial derecha si la lesión se localiza en el hemisferio izquierdo. Una persona que padezca hemisomatognosia izquierda puede, por ejemplo, dejar de vestir la mitad izquierda de su cuerpo, o no comer el alimento del lado izquierdo del plato; en la cama puede volverse constantemente hacia la derecha, con el consiguiente riesgo de caída. En una prueba típica de diagnóstico que pide tachar todos los segmentos de línea distribuidos en una hoja de papel. Quienes padecen hemisomatog-nosia izquierda dejan de tachar muchos segmentos situados en la parte izquierda de la hoja. La explicación tiene en cuenta tanto su dificultad para atender cognitivamente a la izquierda como para realizar movimientos corporales dirigidos hacia ese lado, pues tachar líneas requiere ambas acciones: ‘orientar’ la mente y el cuerpo hacia ese lado. La hemisomatognosia afecta tanto al espacio visual como al espacio motor.

Una parte del cuerpo como, por ejemplo, la mano derecha se asociará al vector de base (1, 0) y la mano izquierda al vector (0, 1). En el caso particular de una persona con ‘hemisomatognosia espacial izquierda’, o negligencia lateral izquierda,5 el modelo corporal correspondiente tendrá como vectores de base: lateralidad derecha (1, 0) y lateralidad izquierda (0, 0), que describen un modelo corporal diferente, cuya matriz ya no será la matriz unidad 2x2 anterior, sino:

Pensemos, pues, las ‘partes’ del cuerpo asimilables a los vectores de una base de

representación de un espacio. Un objeto cualquiera en ese espacio será representado a partir

de la combinación de los vectores de la base. Ese objeto llega, pues, a ser representado y

conocido por el cuerpo de manera inmediata como un objeto morfológico y funcional. A

modo de ejemplo, consideremos la característica de simetría bilateral del cuerpo humano, la

cual se puede expresar mediante los dos vectores de base siguientes: lateralidad derecha (1,

0) e izquierda (0, 1). El modelo corporal correspondiente se expresará en esta base como la

agrupación matricial de estos dos vectores, en la forma de la ‘matriz unidad’ de dimensión

2x2, en la que se refleja la simetría bilateral mencionada:

Una parte del cuerpo como, por ejemplo, la mano derecha se asociará al vector de base (1,

0) y la mano izquierda al vector (0, 1). En el caso particular de una persona con

‘hemisomatognosia espacial izquierda’, o negligencia lateral izquierda,6 el modelo corporal

correspondiente tendrá como vectores de base: lateralidad derecha (1, 0) y lateralidad

izquierda (0, 0), que describen un modelo corporal diferente, cuya matriz ya no será la

matriz unidad 2x2 anterior, sino:

6 La ‘hemisomatognosia’ implica la negligencia de la persona sobre categorías espaciales y sobre los objetos en ellas. La hemisomatognosia espacial izquierda es consecuencia de una lesión en el lóbulo parietal derecho. Con menor frecuencia puede darse hemisomatognosia espacial derecha si la lesión se localiza en el hemisferio izquierdo. Una persona que padezca hemisomatognosia izquierda puede, por ejemplo, dejar de vestir la mitad izquierda de su cuerpo, o no comer el alimento del lado izquierdo del plato; en la cama puede volverse constantemente hacia la derecha, con el consiguiente riesgo de caída. En una prueba típica de diagnóstico que pide tachar todos los segmentos de línea distribuidos en una hoja de papel. Quienes padecen hemisomatog-nosia izquierda dejan de tachar muchos segmentos situados en la parte izquierda de la hoja. La explicación tiene en cuenta tanto su dificultad para atender cognitivamente a la izquierda como para realizar movimientos corporales dirigidos hacia ese lado, pues tachar líneas requiere ambas acciones: ‘orientar’ la mente y el cuerpo hacia ese lado. La hemisomatognosia afecta tanto al espacio visual como al espacio motor.

5 La ‘hemisomatognosia’ implica la negligencia de la persona sobre categorías espaciales y sobre los objetos en ellas. La he misomatognosia espacial izquierda es consecuencia de una lesión en el lóbulo parietal derecho. Con menor frecuencia puede darse hemisomatognosia espacial derecha si la lesión se localiza en el hemisferio izquierdo. Una persona que padezca hemisomatogno sia izquierda puede, por ejemplo, dejar de vestir la mitad izquierda de su cuerpo, o no comer el alimento del lado izquierdo del plato; en la cama puede volverse constantemente hacia la dere cha, con el consiguiente riesgo de caída. En una prueba típica de diagnóstico que pide tachar todos los seg-mentos de línea distribuidos en una hoja de papel. Quienes padecen hemiso matog nosia izquierda dejan de tachar muchos segmentos situados en la parte izquierda de la hoja. La explicación tiene en cuenta tanto su dificultad para atender cognitivamente a la izquierda como para realizar movimientos corporales dirigidos hacia ese lado, pues tachar líneas requiere ambas acciones: ‘orientar’ la mente y el cuerpo hacia ese lado. La hemisomatognosia afecta tanto al espacio visual como al espacio mo tor.

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Cuando hay ausencia de partes corporales o de funcionamientos tenemos ceros en las matrices. Por ello parece como si el modelo corporal o el cuerpo normativo no padeciesen esa condición de ausencia y aparecen como una espe-cie de cuerpo mejor no afectado por ella en su representación por las matrices unidad. La cuestión a este respecto, es darnos cuenta de que tales ausencias lo son, precisamente, con relación a los elementos ya predefinidos y presentes en el modelo (partes del cuerpo y funcionamientos normativos). Por esto el mode-lo, frente a otras alternativas posibles, parece ser maximal. Ante tales ‘ausencias relativas’ al modelo cabe la posibilidad de extensión como característica funda-mental del cuerpo-espacio, su plasticidad y naturaleza protésica.

Consideremos, por ejemplo, que el vector (1, 0) represente el funcionamien-to particular “escribir con la mano derecha” y el vector (0, 1) represente el func-ionamiento “escribir con la mano izquierda”. El funcionamiento (1, 0) definido como el espacio funcional unidimensional de los diestros es habitualmente nor-mativo sobre el funcionamiento de los zurdos. Cuando se integran ambos fun-cionamiento en un espacio bidimensional común, el funcionamiento (1, 0) deja de ser normativo. El modelo de funcionamiento, relativo a la capacidad-para es-cribir, representado por la matriz unidad de dimensión 2x2 (como la mostrada en [1]) ya no es normativo. Pero esto es así solo con relación al funcionamien-to (0, 1) como extensión de esa primera “norma” unidimensional de funciona-miento asociada al vector (1, 0).

¿Cuál será la situación con relación a otros funcionamientos posibles que no impliquen el uso de ninguna de las manos para escribir, por ejemplo, escri-bir con la boca, o con un pie? En este caso, la matriz unidad 2x2 de funciona-miento será normativa con relación al nuevo funcionamiento, ya que este no puede expresarse mediante los vectores (1, 0) y (0, 1) de su base. Este nuevo funcionamiento, que podemos expresar como (0, 0, 1), ampliará, por lo tanto, el espacio bidimensional de partida a un espacio funcional de tres dimensio-nes, cuyo modelo integrado de funcionamiento vendrá dado por la matriz un-idad 3x3 correspondiente:

Este patrón de funcionamiento no es normativo, dado que incorpora el nuevo

funcionamiento (0, 0, 1) “escribir con la boca o con el piel” ampliando, así, el espacio

inicial de funcionamiento representado por la matriz unidad de dimensión 2x2, formado por

los funcionamientos (1, 0) “escribir con la mano derecha” y (0, 1) “escribir con la mano

izquierda”. Podemos concluir que todo modelo de funcionamiento, como el expresado en la

matriz unidad 2x2, no es normativo con respecto a los modelos de dimensión inferior, los

vectores de funcionamiento (1, 0) y (0, 1), pero sí lo es, en cambio, con respecto a las

alternativas de dimensión superior, el nuevo funcionamiento de vector (0, 0, 1), que tienen

que extender el modelo anterior a una dimensión mayor, a una mayor diversidad de

funcionamientos.

El paso del modelo de funcionamiento representado por la matriz unidad 2x2 al modelo

representado por la matriz unidad 3x3, expresa la diversidad funcional del cuerpo-espacio y

lo que venimos denominando su naturaleza protésica, su plasticidad, entendida como la

capacidad de apropiación de elementos externos, en este caso de aquellos es que se basa el

desempeño de la escritura mediante la boca o mediante un pie:

Cada nueva forma de funcionamiento que se añade a un modelo previo extiende la

dimensión funcional del espacio en el que se inserta. Cada una de las nuevas alternativas

expresa la ‘diversidad funcional’ ligada al cuerpo en la dimensión del funcionamiento.

+ =

Este patrón de funcionamiento no es normativo, dado que incorpora el nue-vo funcionamiento (0, 0, 1) “escribir con la boca o con el piel” ampliando, así, el espacio inicial de funcionamiento representado por la matriz unidad de di-mensión 2x2, formado por los funcionamientos (1, 0) “escribir con la mano de-recha” y (0, 1) “escribir con la mano izquierda”. Podemos concluir que todo modelo de funcionamiento, como el expresado en la matriz unidad 2x2, no es normativo con respecto a los modelos de dimensión inferior, los vectores de funcionamiento (1, 0) y (0, 1), pero sí lo es, en cambio, con respecto a las alter-nativas de dimensión superior, el nuevo funcionamiento de vector (0, 0, 1), que tienen que extender el modelo anterior a una dimensión mayor, a una mayor diversidad de funcionamientos.

El paso del modelo de funcionamiento representado por la matriz unidad 2x2 al modelo representado por la matriz unidad 3x3, expresa la diversidad fun-cional del cuerpo-espacio y lo que venimos denominando su naturaleza proté-sica, su plasticidad, entendida como la capacidad de apropiación de elementos

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externos, en este caso de aquellos es que se basa el desempeño de la escritura mediante la boca o mediante un pie:

Este patrón de funcionamiento no es normativo, dado que incorpora el nuevo

funcionamiento (0, 0, 1) “escribir con la boca o con el piel” ampliando, así, el espacio

inicial de funcionamiento representado por la matriz unidad de dimensión 2x2, formado por

los funcionamientos (1, 0) “escribir con la mano derecha” y (0, 1) “escribir con la mano

izquierda”. Podemos concluir que todo modelo de funcionamiento, como el expresado en la

matriz unidad 2x2, no es normativo con respecto a los modelos de dimensión inferior, los

vectores de funcionamiento (1, 0) y (0, 1), pero sí lo es, en cambio, con respecto a las

alternativas de dimensión superior, el nuevo funcionamiento de vector (0, 0, 1), que tienen

que extender el modelo anterior a una dimensión mayor, a una mayor diversidad de

funcionamientos.

El paso del modelo de funcionamiento representado por la matriz unidad 2x2 al modelo

representado por la matriz unidad 3x3, expresa la diversidad funcional del cuerpo-espacio y

lo que venimos denominando su naturaleza protésica, su plasticidad, entendida como la

capacidad de apropiación de elementos externos, en este caso de aquellos es que se basa el

desempeño de la escritura mediante la boca o mediante un pie:

Cada nueva forma de funcionamiento que se añade a un modelo previo extiende la

dimensión funcional del espacio en el que se inserta. Cada una de las nuevas alternativas

expresa la ‘diversidad funcional’ ligada al cuerpo en la dimensión del funcionamiento.

+ =

Cada nueva forma de funcionamiento que se añade a un modelo previo ex-tiende la dimensión funcional del espacio en el que se inserta. Cada una de las nuevas alternativas expresa la ‘diversidad funcional’ ligada al cuerpo en la di-mensión del funcionamiento.

8. Conclusión. Proyección social de la idea de diversidad funcional, de la plasticidad del cuerpo-espacio y de su naturaleza protésica

Atendamos ahora al aspecto social de la adición de nuevos funcionamientos, capacidades-para o formas de hacer, a un conjunto previo de alternativas so-cialmente establecidas y legitimadas. Pasaremos así del análisis individual a uno de orientación social, prestando atención a un conjunto que recoja el ma-yor número de funcionamientos posibles en consonancia con la diversidad de personas que conformen el grupo social considerado. Es decir, un conjunto en el que el funcionamiento asociado a la acción de ‘desplazarse’, pongamos por caso, tome en consideración formas diferentes posibles de desplazarse de esas personas y no se limite únicamente a la forma normativa y más frecuente de ‘caminar a pie’.

No solo son diversas las personas en sus características propias y circun-stancias externas, en sus intereses, deseos, preferencias y motivaciones, sino también en su manera particular de lograr los mismos funcionamientos. Esta idea es plenamente coherente con la importancia de la diversidad de las carac-terísticas humanas y circunstancias ambientales en el planteamiento de Amartya Sen, y de hecho lo enriquece con la incorporación de esa misma diversidad en el conjunto de funcionamientos posibles que constituyen el denominado “con-junto capacidad” (Sen, 1999). Aquí, el término ‘capacidad’ debe tomarse en el sentido de la acepción 5 que vimos en el primer apartado del artículo, con un significado muy cercano al de ‘oportunidad’. Como tal conjunto, cuyos elemen-tos son todas las capacidades-para o funcionamientos posibles, ya sea en la ex-periencia de una persona o de un grupo social, el conjunto capacidad evalúa la oportunidad de alcanzar bienestar y calidad de vida basada en la satisfacción de tales funcionamientos.

Notemos que la atención a la idea de diversidad funcional da como resulta-do un conjunto de funcionamientos más amplio, representativo de un espectro, igualmente más amplio, de la sociedad, al no quedar limitado a los funciona-mientos normativos socialmente establecidos. Con ello, la mirada social logra una mayor sensibilidad, dado que, por quedar al margen de la norma, numer-osos funcionamientos posibles son muy susceptibles de verse limitados, e in-cluso anulados, por la presencia de barreras y factores contextuales adversos. Así, por ejemplo, una persona que se desplaza a pie y otra que lo hace en silla de ruedas tienen igual capacidad-para lograr el mismo funcionamiento: des-plazarse, aunque la manera en que lo llevan a cabo sea diferente. No obstan-

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te, la presencia de barreras (sobre todo arquitectónicas) en contextos sociales y entornos que de manera habitual ignoran esta diversidad, provoca que la per-sona que se desplaza en silla de ruedas vea muy frecuentemente limitada su capacidad-para lograr ese funcionamiento, lo que se traduce, indudablemente, en una pérdida notable de sus oportunidades de participación social, de su bi-enestar y su calidad de vida.

En estos casos, la posibilidad de disponer de un ambiente social favorable y respetuoso con la diversidad funcional, que no limite la amplitud del con-junto capacidad ni el logro de los funcionamientos posibles, no redundará en una pérdida de bienestar ni de la calidad de vida de las personas. Si se enfoca el planteamiento de esta manera, el mantenimiento de un conjunto capacidad amplio que incorpore la diversidad en el logro de los posibles funcionamientos, debe ir al unísono de la presencia de un ambiente social favorable y respetuo-so hacia esa diversidad, que no restrinja dicho conjunto mediante la presencia de factores ambientales limitantes (Toboso y Arnau, 2008).

Recordemos que la capacidad-de apropiación sobre elementos externos (una silla de ruedas, por ejemplo) para la realización de las capacidades-para que lo requieran (desplazarse, por ejemplo) se inscribía en una estrategia de deconstrucción del cuerpo normativo, basada, precisamente, en la adición de esa capacidad-de al conjunto normativo de capacidades-para legitimadas por el contexto sociocultural. Es decir, vimos que el conjunto de capacidades-pa-ra, agrupadas en el cuerpo normativo, no puede mantener su normatividad en presencia de la naturaleza protésica del cuerpo, de su plasticidad como cuerpo-espacio, pues todo posible déficit o ausencia en dicho conjunto podrá ser com-pletado por estas características, quizá no en la misma forma funcional que se tenía, pero sí con el mismo resultado, o similar.6

En este punto vamos a sumar el alcance social de la noción de diversidad funcional al poder deconstructivo de la ‘naturaleza protésica’ del cuerpo y de la ‘plasticidad’ del cuerpo-espacio a nivel individual, advirtiendo la comuni-dad íntima de estas tres nociones. Cabe pensar, por ello, que también la diver-sidad funcional sea un elemento relevante en el proceso de deconstrucción del cuerpo normativo, considerado el cuerpo en su dimensión funcional. Y así es.

Esta nueva vía de deconstrucción parte de la siguiente pregunta: ¿es posible poner en práctica una mirada alternativa a la ‘mirada capacitista’ sobre el cuer-po? Se trataría de ubicar esta nueva mirada en un marco más amplio, no limita-do al conjunto de capacidades-para legitimadas socialmente, sino que tomase también en consideración las minoritarias, tal y como hemos venido señalando. La reflexión se convierte, entonces, en una cuestión de tolerancia y respeto hacia la diversidad funcional que resulta de la consideración de todas las expresio-nes diferentes de funcionamiento posibles en una colectividad o grupo social.

Si toda diversidad se expresa en términos de diferencia, y si la diversidad biológica de un entorno natural, pongamos por caso, es el resultado de consid-erar todas las formas de vida diferentes que lo habitan, proteger esta diversi-

6 A tal respecto, nuestras dos personas que se desplazan, respectivamente, andando y en una silla de ruedas, pueden perfectamente realizar planes para reunirse en un punto de la ciudad, sin tener que atender a la efectividad particular de sus mutuos funcionamientos. Su efectividad será la misma siempre que el entorno esté libre de las barreras y restricciones que puedan dar al traste con su propósito de cita. Pero a esta posibilidad no solo es sensible, o afectable, la persona que se desplaza en silla de ruedas, como suele creerse. También quien camina con ‘normalidad’ puede ver alterados sus planes de llegar al lugar de la cita a causa de fallos en la red de transporte público, por ejemplo, u otros motivos. En este caso, puede darse la circunstancia de que, quizá por su ya conocida falta de accesibilidad, esta red de transportes no sea utilizada por la persona usuaria de silla de ruedas, la cual decide acudir a la cita en su propio transporte particular y llega puntualmente a la misma.

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dad requerirá atender a la preservación de tales formas. En el mismo sentido, mantener, digamos, la diversidad cultural, ideológica, étnica, religiosa, etcé-tera, de una sociedad requiere favorecer y garantizar la expresión de todas las manifestaciones diferentes que las conforman.

Lo mismo que estas tipologías diferentes de diversidad social, la diversi-dad funcional, inherente al ser humano, es el resultado de todas las expresiones diferentes de funcionamiento posibles del cuerpo en cada contexto particular. La mirada desde la diversidad funcional asume que todas las capacidades-para y funcionamientos diferentes posibles tienen un valor en sí mismos, al margen de lo eficaces que sean en el desempeño de un conjunto contextual y normati-vo de capacidades-para socialmente legitimadas. Al referirnos al cuerpo, des-de esta nueva mirada, asumiremos que la característica básica que lo define, como cuerpo-espacio, es su diversidad funcional, no su normatividad funcio-nal, como habitualmente se considera desde la perspectiva fuertemente norma-tiva de la mirada capacitista (Toboso y Guzmán, 2010).

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