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I NTRODUCCIÓN AL NUEVO TESTAMENTO /// Lic. Claudia MENDOZA EL APOCALIPSIS /// 27/02/2014 287 287 LA APOCALÍPTICA EL APOCALIPSIS DE JUAN La apocalíptica como “movimiento social” La apocalípticallegó a ser el movimiento teológico más importante del judaísmo durante la época helenística 1 . Su origen se halla unido a una transformación fundamental del pensamiento teológico de Israel que se llevó a cabo a partir del exilio experiencia histórica traumática, que pudo haber comenzado a generar dudas respecto del concepto de una teodicea histórica 2 “–. Ya otros pensadores de la época comenzaron a abrir los horizontes del estrecho marco de la lectura de la realidad como simple experiencia histórica, historia que, además, comenzaba a aparecer como un enigma difícil de descifrar 3 . La profecíaen Israel se comenzaba a apartar de una visión inmanente e histórica del futuro e incorporaba en sus expresiones elementos simbólicos de tipo mitológico4 . La revelación, centrada en la Torá y los Profetas, parecía insuficiente para entender el presente. Eran necesarias nuevas revelaciones, nuevas formas de explicar la historia que fueran capaces de generar esperanza en medio de la crisis. Cuando las circunstancias empeoraron drásticamente sometimiento político, imposiciones culturales, pérdida de identidad y, sobre todo, feroz persecución contra Israel”– algunos grupos 5 empezaron a sospechar que la salida no se iba a encontrar en el marco de los sucesos intrahistóricos. No creían posible pensar en el establecimiento del Reino de Diosa partir del transcurso más o menos normal de los acontecimientos. De esta manera surgió una nueva forma de esperanza, no ya intra históricasino meta-histórica. Dios en persona destruiría los poderes del mal, y haría bajar del cielola ansiada salvación. ¿Cuándo? Dado el contraste entre la situación presente calamitosa y el anuncio de una transformación salvífica definitiva, la esperanza de los piadosos se dirige a una futura transformación universal. 1 Si bien la cuestión del nacimiento de la “apocalíptica judía” es muy controvertida –aún prescindiendo de pronunciarse sobre las posibles influencias extranjeras, sean mesopotámicas, sean persasse puede afirmar que es sobre todo en el reinado del seléucida ANTÍOCO IV EPÍFANES (175-164 a.C.) cuando alcanza su desarrollo más pleno, cuando comienza para Israel el tiempo de los “mártires”. 2 Tal como lo plantea, por ejemplo, la interpretación deuteronomistade la historia de Israel, que surge en el exilio: Dios queda justificado en la historia porque siempre tiene la culpa Israel. Si Israel se convierte, Dios dará al pueblo una nueva posibilidad dentro de la historia. 3 Por ejemplo, JOB veía la manifestación de Dios completamente fuera del ámbito de la política y de la historia; es el creador, el vencedor del caos primordial”, del “Leviatán”. 4 DEUTEROISAÍAS con sus poemas del siervo, que sufre en pro de un orden universal” completamente nuevo. EZEQUIEL y su visión de la Jerusalén futura y del Templo, cuyas medidas tienen que ver con la especulación mítica y cosmológica. ISAÍAS 24-27 ó ZACARÍAS 9-14 ó TRITOISAÍAS, donde ya se ve completamente desarrollada una concepción mitológica del futuro, que será una de las características de la teología apocalíptica. 5 Según una hipótesis bastante generalizada, el grupo de los “hasidim” (“piadosos”) que se sumaron fervientemente a la revolución de Judas “Macabeo” –pero que no apoyaron ulteriormente a sus hermanos en el proceso de construcción de poder político que desembocó en el surgimiento del “estado asmoneo”– estaría en el origen de la teología, la espiritualidad y el interpelante movimiento apocalíptico.

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LA APOCALÍPTICA

EL APOCALIPSIS DE JUAN

La apocalíptica como “movimiento social”

La “apocalíptica” llegó a ser el movimiento teológico más importante del judaísmo durante la

época helenística1. Su origen se halla unido a una transformación fundamental del pensamiento

teológico de Israel que se llevó a cabo a partir del exilio –experiencia histórica traumática, que

pudo haber comenzado a generar dudas respecto del concepto de una “teodicea histórica2“–.

Ya otros pensadores de la época comenzaron a abrir los horizontes del estrecho marco de la

lectura de la realidad como simple “experiencia histórica”, historia que, además, comenzaba a

aparecer como un enigma difícil de descifrar3. La “profecía” en Israel se comenzaba a apartar de

una visión inmanente e histórica del futuro e incorporaba en sus expresiones elementos

simbólicos de tipo “mitológico”4. La revelación, centrada en “la Torá y los Profetas”, parecía

insuficiente para entender el presente. Eran necesarias nuevas revelaciones, nuevas formas de

explicar la historia que fueran capaces de generar esperanza en medio de la crisis.

Cuando las circunstancias empeoraron drásticamente –sometimiento político, imposiciones

culturales, pérdida de identidad y, sobre todo, feroz persecución contra “Israel”– algunos grupos5

empezaron a sospechar que la salida no se iba a encontrar en el marco de los sucesos

“intrahistóricos”. No creían posible pensar en el establecimiento del “Reino de Dios” a partir del

transcurso más o menos normal de los acontecimientos. De esta manera surgió una nueva forma

de esperanza, no ya “intra histórica” sino “meta-histórica”. Dios en persona destruiría los

poderes del mal, y haría “bajar del cielo” la ansiada salvación.

¿Cuándo?

Dado el contraste entre la situación presente calamitosa y el anuncio de una

transformación salvífica definitiva, la esperanza de los piadosos se dirige a una futura

transformación universal.

1 Si bien la cuestión del nacimiento de la “apocalíptica judía” es muy controvertida –aún prescindiendo

de pronunciarse sobre las posibles influencias extranjeras, sean mesopotámicas, sean persas– se puede

afirmar que es sobre todo en el reinado del seléucida ANTÍOCO IV EPÍFANES (175-164 a.C.) cuando

alcanza su desarrollo más pleno, cuando comienza para Israel el tiempo de los “mártires”.

2 Tal como lo plantea, por ejemplo, la “interpretación deuteronomista” de la historia de Israel, que

surge en el exilio: Dios queda justificado en la historia porque siempre tiene la culpa Israel. Si Israel se

convierte, Dios dará al pueblo una nueva posibilidad dentro de la historia.

3 Por ejemplo, JOB veía la manifestación de Dios completamente fuera del ámbito de la política y de la

historia; es el creador, el vencedor del “caos primordial”, del “Leviatán”.

4 DEUTEROISAÍAS con sus poemas del siervo, que sufre en pro de “un orden universal” completamente

“nuevo”. EZEQUIEL y su visión de la Jerusalén futura y del Templo, cuyas medidas tienen que ver con la

especulación mítica y cosmológica. ISAÍAS 24-27 ó ZACARÍAS 9-14 ó TRITOISAÍAS, donde ya se ve

completamente desarrollada una concepción mitológica del futuro, que será una de las características de

la “teología apocalíptica”.

5 Según una hipótesis bastante generalizada, el grupo de los “hasidim” (“piadosos”) que se sumaron

fervientemente a la revolución de Judas “Macabeo” –pero que no apoyaron ulteriormente a sus hermanos

en el proceso de construcción de poder político que desembocó en el surgimiento del “estado asmoneo”–

estaría en el origen de la teología, la espiritualidad y el interpelante movimiento apocalíptico.

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La espera de esta intervención definitiva es objeto de la literatura apocalíptica que florece

entre los siglos II a.C. y II d.C. y que prevé que «este mundo» llegará a su fin en medio de

terribles convulsiones. Dios pondrá fin a la historia e iniciará su reino eterno, «el mundo

que viene», en el «nuevo eón» (del griego aion, ‘edad’ ‘mundo’). “El altísimo ha creado

no un sólo eón, sino dos” (4 Esdras 7,50). Cf. Daniel 2,31-44 (la estatua de diversos

materiales que se cae).

¿Por qué este mundo está destinado a la ruina?

Porque Dios castiga el pecado de los hombres6.

Como consecuencia del pecado, “Satanás” puede tener el dominio sobre el mundo y lucha

por esto, tentando a los piadosos con la idolatría, el desenfreno moral y la impiedad. Así

“el juicio de Dios”, que será el triunfo sobre las potencias del mal y el surgir del mundo

nuevo, tiene su fecha fijada.

Por esto, en la apocalíptica, los números juegan un rol destacado.

Por ejemplo, la “tribulación” es limitada a un breve tiempo: según Daniel 7,25 y 12,7, a la

mitad de “7” = “3 y medio” (años o semanas de años).

¿Cómo? (juicio, resurrección, imágenes de esperanza)

≡ En la descripción de la escena del juicio, Dios sentado en su trono aparece como el

único “juez” pero a veces se le une la figura de “un salvador mesiánico”, netamente

distinto del “modelo davídico” de “rey-mesías” esperado por los fariseos. Este

enviado de Dios aparecerá en los cielos e inaugurará el nuevo “eón”, eliminará el

dolor, la enfermedad y la muerte, venciendo a Satanás.

Así aparece, por ejemplo, la figura del “hijo del hombre” (bar ):no$) de Daniel

7,13ss. También, y con carácter de juez y salvador, aparece la figura del “hijo del

hombre” en las parábolas del “Henoc Etíope”. El veredicto será irrevocable y

definitivo, ya no hay rescate para los pecadores que van a las tinieblas y penas

eternas, mientras los justos entrarán en la comunión eterna con Dios, nuevo paraíso.

El fin del viejo mundo viene descripto a veces como un gran incendio, en cuyo

puesto surgirá el nuevo “eón” presentado con diversas imágenes: “nuevos cielos y

nueva tierra” (cf. Isaías 65,17; 66,22), “nueva Jerusalén” junto a Dios, adornada

con piedras preciosas, “nuevo jardín del Edén”.

≡ De la resurrección de los muertos se comienza a hablar con claridad en el judaísmo

al final del s. III e inicios del s. II a.C.

Al comienzo se decía, por ejemplo, que “sólo los justos” muertos antes del “tiempo

final” “resucitarán” a la gloria futura (cf. Lucas 14,14). Más adelante se dirá que la

“resurrección” alcanzará a “todos”, no sólo a los “justos”: en el “juicio final” todos

comparecerán ante el tribunal de Dios. Según el “Apocalipsis Sirio de Baruc”, en el

“entretiempo”, las almas serán custodiadas en un lugar celestial mientras los cuerpos

reposarán en las tumbas. Después del veredicto divino se producirá la

transformación: “los justos resplandecerán de fulgor celestial y los impíos deberán

descender en el mundo subterráneo” (BarSyr 49-52).

6 Algunos textos apocalípticos –como por ejemplo el APOCALIPSIS SIRIO DE BARUC– entienden que la

raíz última del pecado de la humanidad se encuentra en “el pecado de Adán”: “Si primero Adán pecó y

trajo a todos una muerte prematura, también cada uno de sus descendientes ha atraído sobre sí la pena

futura” (BarSyr 54,15).

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≡ La espera escatológica de los primeros cristianos se sirve a menudo de conceptos y

términos apocalípticos desarrollados en el judaísmo. Pero Jesús en su predicación no

dio “plazos” (Lucas 17,20s.), sino que afirmó el advenimiento del Reino de Dios.

La comunidad cristiana primitiva esperaba en un futuro inmediato la venida del

Señor. Este “eón” pasa (1 Corintios 7,31), la venida del “hijo del hombre” es

inminente en medio de una convulsión cósmica (Marcos 13,1-27), habrá un juicio

ante el tribunal de Dios (Romanos 14,10), ante el tribunal de Cristo (2 Corintios

5,10). Pero con Cristo ya es comenzada la “nueva creación”, en Cristo se es “nueva

criatura” (2 Corintios 5,17).

Además “la esperanza escatológica cristiana” viene mediada por “el Mesías”, por la

fe en Cristo muerto y resucitado. En fin, las concepciones apocalípticas adquirieron

un nuevo significado sobre la base de la “cristología”.

Por su parte “el judaísmo rabínico” rechazó la apocalíptica, incluso en las sinagogas

los libros apocalípticos fueron destruidos, por esto hay muy pocos en lengua hebrea,

sólo nos han llegados traducciones.

La apocalíptica como “género literario”

Elementos formales del género literario “apocalíptica”

El “género literario apocalíptico” es un género narrativo en el que se cuenta cómo una

revelación divina es transmitida –por medio de visiones, audiciones, viajes a otros mundos,

escritura, etc.– mediante un ser de otro mundo (muchas veces, un “ángel”) a un ser humano

previamente elegido, y que está orientada a responder definitivamente a situaciones históricas

de sufrimiento sin salida. Esta revelación desvela una realidad trascendente que es a la vez

“temporal” (en la medida en que concierne al momento de la salvación definitiva) y “espacial” (en

la medida en que anuncia la venida de un mundo nuevo)7 .

Es importante tener presente que en la “revelación apocalíptica” hay una “doble mediación”:

(1) La del “mensaje” en sí –el “contenido” de la revelación, lo que Dios quiere comunicar–.

(2) La de la “intervención” en el proceso de recepción y/o de interpretación de ese mensaje de

algún ser de otro mundo (un “mediador” celestial: un ángel, alguien con figura humana,

Cristo Resucitado, etc.).

7 Definición basada en el importantísimo artículo de John COLLINS, “Towards the Morphology of a

Genre”, Semeia 14 (1979) 1-20: “ ‘Apocalypse’ is a genre of revelatory literature with a narrative

framework, in which a revelation is mediated by an otherworldly being to a human recipient, disclosing

a transcendent reality which is both temporal, insofar as it envisages eschatological salvation, and

spatial insofar as it involves another, supernatural world “ (ibid. p. 9). Cf. Élian CUVILIER,

“L’Apocalypse de Jean”, en: Daniel MARGUERAT, Introduction au Nouveau Testament. Son histoire, son

écriture, sa théologie, Genève (Labor et Fides 20043). 387.

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La estructura formal del proceso de revelación parece querer dejar claro que el “visionario”, por

sí mismo, es incapaz de entender el “mensaje” que la divinidad le comunica.

Ver, por ejemplo, la “incomprensión” de Daniel:

Tras la visión de las cuatro bestias y el hijo del hombre, ver Daniel 7,15-16.

Tras la visión del carnero y del macho cabrío, ver Daniel 8,15-17.

El ángel Gabriel le explica “la profecía de las 70 semanas” (ver Daniel 9,20-23).

El hombre vestido de lino es enviado al piadoso Daniel a revelar lo que ocurrirá al pueblo

al final de los días (ver Daniel 10,11-12).

Otros elementos formales del género

LENGUAJE EMINENTEMENTE SIMBÓLICO, DESCIFRADO POR UN SER CELESTIAL

Por ejemplo, la persecución de ANTÍOCO IV EPÍFANES duró aproximadamente 3 años y

medio (alrededor de 1280 días)8. De ahí surge el símbolo de “un tiempo de persecución”:

“un tiempo y tiempos y medio tiempo” o “1260 o 1290 días” o “42 meses”

Daniel 7,25 24

En cuanto a los diez cuernos, de este reino surgirán diez reyes, y otro surgirá después

de ellos: será diferente de los anteriores y abatirá a tres reyes. 25

Hablará contra el

Altísimo y maltratará a los Santos del Altísimo. Tratará de cambiar los tiempos festivos

y la Ley, y los Santos serán puestos en sus manos por un tiempo, dos tiempos y la mitad

de un tiempo. 26

Pero luego se sentará el tribunal, y a ese rey se le quitará el dominio,

para que sea destruido y aniquilado definitivamente…

Daniel 12,7

Y oí al hombre vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, jurar, levantando al

cielo la mano derecha y la izquierda, por Aquel que vive eternamente: «Un tiempo,

tiempos y medio tiempo, y todas estas cosas se cumplirán cuando termine el

quebrantamiento de la fuerza del Pueblo santo».

Daniel 12,11

Desde el momento en que se suprima el sacrificio permanente y se instale el ídolo

maldito pasarán mil doscientos noventa días…

Apocalipsis 11,2

Después recibí una vara para medir, semejante a un bastón, mientras me decían:

«Levántate y mide el Templo de Dios, el altar y a los adoradores que encuentres allí. 2No tengas en cuenta el atrio exterior del templo ni lo midas, porque ha sido entregado a

los paganos, y ellos pisotearán la Ciudad santa durante cuarenta y dos meses…

Apocalipsis 12,6.14

Y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios para ser allí

alimentada 1.260 días... […] 12,14 Pero se le dieron a la Mujer las dos alas del águila

grande para volar al desierto, a su lugar, lejos del Dragón, donde tiene que ser

alimentada un tiempo y tiempos y medio tiempo…

8 Desde el 168 a.C. –cuando Apolonio saquea Jerusalén e instala una fortaleza helenista (1 Macabeos 1,

29-35)– a diciembre del 164, en que se produce “la purificación del Templo” y su “dedicación”.

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Raramente se deja la interpretación de la “visión” al receptor humano

Dice Élian CUVILIER9: “El escritor de apocalipsis se supone que divulga secretos confiados

en otro tiempo por Dios a los antepasados célebres. Estos secretos son desvelados ahora

porque el fin está próximo. Pero esta revelación está reservada a los iniciados. Se trata de

un lenguaje codificado que recurre ampliamente al simbolismo de los números y los

colores, a las representaciones mitológicas y a las comparaciones históricas. Este lenguaje,

cuyas imágenes sólo los elegidos (con la ayuda del Espíritu de Dios o de un ángel

intérprete) pueden comprender, debe seguir siendo naturalmente oscuro e incomprensible

para los de «fuera», extraños al pueblo elegido o enemigos. Entre otras cosas, permite

fustigar y acusar al tirano perseguidor, representado bajo diversas figuras simbólicas. El

lenguaje simbólico descalifica cualquier lectura literal de un apocalipsis”.

PSEUDOEPIGRAFÍA (O PSEUDONIMIA), Y EN FORMA DE “ANTEDATACIÓN”

Los escritos apocalípticos apelan a un gran personaje –de mucha autoridad– del pasado

(Moisés, los patriarcas, Henoc, Esdras, Baruc…), esto es, recurren a la técnica de la

“antedatación” (antigüedad ficticia como elemento estilístico).

Por ejemplo, en el caso del “Libro de Daniel”, la obra es atribuida a un sabio que vivió en

la corte de Nabucodonosor (cuando el texto está compuesto en el marco de la persecución

de Antíoco). Ese personaje autorizado del pasado aparece anunciando los acontecimientos

futuros.

Dice Élian CUVILIER10: “…La pseudonimia indica una necesidad de autoridad: en una

época en la que los profetas han desaparecido y en la que, para muchos, Dios calla, es

necesario que el escrito apocalíptico se remonte a un personaje antiguo, cuya autoridad no

podrá ser contestada. Por último, este prestigioso patronazgo permitirá al apocalíptico

resolver el problema de las predicciones: así el autor podrá, de forma ficticia, recorrer toda

la historia de Israel, desde la época del personaje histórico al que se atribuye su obra, y

mostrar de esta manera todo el desarrollo del plan de Dios bajo una forma de revelación de

los acontecimientos futuros.”.

A continuación Élian CUVILIER cita Pierre PRINGENT, un especialista en ApJn11:

“Al pretender la autoridad de los antiguos inspirados, el apocalíptico simplemente es fiel a

uno de los artículos de la fe: el plan de Dios está fijado desde los orígenes. Dios no ha

podido revelárselo más que a sus más fieles servidores. Éstos lo recibieron sin entenderlo

siempre y sin poder divulgarlo. Pero este obligado silencio y esta incomprensión

garantizaban que la profecía se conservaría intacta hasta el día en que una orden divina

decretara su divulgación, habiendo llegado ese momento.”.

SISTEMATIZACIÓN, ESQUEMAS ORDENADORES

Los escritos apocalípticos intentan clarificar el aparente carácter anárquico de los

acontecimientos mediante esquemas ordenadores (por ejemplo, “periodizaciones de la

historia”, “septenarios”). Por el conocimiento del orden secreto de las historia demuestran

que su “sabiduría” viene de Dios.

Por ejemplo, ver Daniel 7,17-27 o Daniel 11 o “Las 7 cartas a las 7 iglesias” de ApJn 2-3.

9 Élian CUVILIER, Los Apocalipsis del Nuevo Testamento, Navarra (Verbo Divino, cuadernos bíblicos

110, 2002), 7.

10 Élian CUVILIER, Los Apocalipsis del Nuevo Testamento, 7.

11 La cita de P. PRINGENT la toma de la obra editada por J. MÉNARD “Exégèse biblique et judaïsme”

(Estrasburgo 1973, 283.

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La “cosmovisión apocalíptica” Su comprensión del mundo, de la intervención de Dios en él, del pueblo de Dios, de la realidad

socio-política que les toca vivir…

Dualismo / Pesimismo

La apocalíptica propone una visión dualista y pesimista del mundo presente.

El mundo presente es el lugar donde combaten las fuerzas del mal –que dominan a la

humanidad– y las fuerzas de Dios –que un día triunfarán–. Este “eón” es perverso. A pesar

del señorío de Dios, el mundo presente está dominado por Satanás y “operadores” políticos

y se caracteriza por una degeneración física y moral crecientes. No hay que esperar la

salvación en y desde este “eón”, que no camina hacia la felicidad, hacia la plenitud sino

hacia la destrucción.

Dice Élian CUVILIER12: “…la apocalíptica concede un lugar importante a los ángeles y los

demonios: su lucha en el mundo celeste tiene implicaciones en la historia de los hombres.

De esta manera, el hombre está involucrado en un combate que le supera, del que no es

dueño y en el que manifiesta, con su actitud, la pertenencia al bando de los justos o al de

los impíos”.

La estructura fundamental del Apocalipsis es el dualismo, sobre todo, el llamado

“dualismo de los dos eones”: “este mundo” (este olam, este eón) pasa, “el otro mundo” (el

otro olam, el otro eón) viene. El mundo antiguo debe perecer. No hay continuidad entre los

dos mundos. Pero no admiten “un dios malo” a la par de Yahweh: “Satanás” es un ángel

caído, no un dios, y con un espacio delimitado para obrar.

Dice Élian CUVILIER13: “Dos mundos se enfrentan y se sucederán: el mundo actual, el

«eón» presente (del griego aion, ‘edad’ ‘mundo’), en poder del mal, y el mundo futuro, el

«eón» futuro que pertenece a Dios y que procede de él. Por otra parte, el visionario es

arrastrado a menudo a un viaje al más allá, donde contempla anticipadamente la victoria

final y donde asiste a escenas celestiales.”.

Determinismo

Los apocalipsis manifiestan una visión determinista de la historia –en general, en la forma

de una especie de “teología de la historia” de tipo sapiencial– que se funda en la certeza de

la soberanía de Dios por sobre todas las cosas: todo transcurre conforme a un plan

inexorable, establecido por Dios, que el visionario puede conocer. Todo esta fijado con

antelación, desde los orígenes, y se encamina implacablemente hacia su cumplimiento.

Por ejemplo, se puede observar en el motivo del “libro” (de la vida).

Daniel 12,1-3

En aquel tiempo, se alzará Miguel, el gran Príncipe, que está de pie junto a los hijos de

tu pueblo. Será un tiempo de tribulación, como no lo hubo jamás, desde que existe una

nación hasta el tiempo presente. En aquel tiempo, será liberado tu pueblo: todo el que se

encuentre inscrito en el Libro. 2 Y muchos de los que duermen en el suelo polvoriento

se despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, para el horror

eterno. 3 Los hombres prudentes resplandecerán como el resplandor del firmamento, y

los que hayan enseñado a muchos la justicia brillarán como las estrellas, por los siglos

de los siglos.

12 Élian CUVILIER, Los Apocalipsis del Nuevo Testamento, 8.

13 Élian CUVILIER, Los Apocalipsis del Nuevo Testamento, 8.

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En el ApJn se percibe este motivo en “el libro sellado con siete sellos”.

El plan divino está irrevocablemente escrito en él, y, tras la apertura del libro, los sucesos

se desencadenan inexorablemente.

Dice Pierre PRINGENT14: “El mundo y su historia están regidos por un plan que Dios

dispuso desde el principio. Caminan, pues, inexorablemente hacia el cumplimiento

previsto. No hay azar ni libertad, ni siquiera para los perseguidores: todo está escrito en los

libros celestes. Aquellos a quienes ha sido revelado este plan pueden entender y hacer

entender hasta en sus detalles lo que ha sucedido, lo que sucede y lo que sucederá. El

apocalíptico cree en un determinismo estricto: Dios ha concedido días para todas las cosas

(1 Henoc 92,2) y nada podrá perturbar esta voluntad dispuesta (4 Esdras 4,37).”.

Dice Élian CUVILIER15: “Aquí percibimos una diferencia importante con la profecía del

AT, de la que la apocalíptica es, en cierta manera, su prolongación. Para el profeta, el

anuncio de juicio siempre es con vistas a un cambio del pueblo, que justamente podrá

evitar el juicio. Sin duda, Dios tenía un plan para el mundo, pero su lugar era el diálogo y

el arrepentimiento, y la historia adquiría su sentido de esta responsabilidad humana ante la

palabra de Dios.”.

El futuro se contempla como una nueva creación cósmica

Para la apocalíptica, la “renovación definitiva” no procede de un cambio más o menos

normal de los acontecimientos históricos sino de una “revolución dramática y catastrófica”

que tiene lugar tanto en el ámbito celestial como en el terrenal.

Por eso, para expresar esta realidad, se recurre al lenguaje mitológico, como en los textos

que hablan de la creación.

Apocalipis 21,1.4-5

Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva -porque el primer cielo y la primera tierra

desaparecieron, y el mar no existe ya, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni

fatigas, porque el mundo viejo ha pasado. v 5 Entonces dijo el que está sentado en el

trono: «Mira que hago un mundo nuevo».

Espera inminente del fin anhelado

Para la apocalíptica Dios interviene de un momento a otro, falta muy poco. El apocalíptico

cree firmemente que está viviendo en el tiempo final. Tiene los ojos fijos en el “mundo que

viene” que está apunto de llegar. El “mundo antiguo” ha llegado a su término16. Sólo debe

mantenerse firme, resistir y tener la certeza de que Dios es el Señor y que cumple sus

promesas, a pesar de que la historia presente parezca dominada por otros “señoríos”

aparentemente más poderosos.

Apocalipsis 1,1.3

Revelación de Jesucristo; se la concedió Dios para manifestar a sus siervos lo que ha de

suceder pronto [...] Dichoso el que lea y los que escuchen las palabras de esta profecía

y guarden lo escrito en ella, porque el Tiempo está cerca...

14 En: J. MÉNARD “Exégèse biblique et judaïsme” (Estrasburgo 1973, 288 (citado por Élian CUVILIER,

Los Apocalipsis del Nuevo Testamento, 8).

15 Élian CUVILIER, Los Apocalipsis del Nuevo Testamento, 8.

16 La “gnosis” transformó “el rechazo de la historia” se en un principio metafísico.

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Apocalipsis 22,6-7

Luego me dijo: « Estas palabras son ciertas y verdaderas; el Señor Dios, que inspira a

los profetas, ha enviado a su Ángel para manifestar a sus siervos lo que ha de suceder

pronto. v7 Mira, vengo pronto. Dichoso el que guarde las palabras proféticas de este

libro»“ […] v10 “Y me dijo: «No selles las palabras proféticas de este libro, porque el

Tiempo está cerca... v12 Mira, vengo pronto y traigo mi recompensa conmigo para

pagar a cada uno según su trabajo…

Ruptura de la conexión entre “pertenecer a la nación” y “ser elegido”

En la cosmovión apocalíptica sólo los fieles –los que se mantienen en la confesión de fe y

en los mandamientos de Dios– son los que participarán en el “eón futuro”. Los demás,

aunque pertenezcan a la nación, perecerán17.

Por ejemplo, según Daniel12,3, sólo el que se encuentre inscripto en el “libro” será

liberado en aquel tiempo:

Daniel 12:1-3

En aquel tiempo, se alzará Miguel, el gran Príncipe, que está de pie junto a los hijos de

tu pueblo. Será un tiempo de tribulación, como no lo hubo jamás, desde que existe una

nación hasta el tiempo presente. En aquel tiempo, será liberado tu pueblo: todo el que se

encuentre inscrito en el Libro. 2 Y muchos de los que duermen en el suelo polvoriento se

despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, para el horror eterno. 3 Los hombres prudentes resplandecerán como el resplandor del firmamento, y los que

hayan enseñado a muchos la justicia brillarán como las estrellas, por los siglos de los

siglos.

En consecuencia, se extiende cada vez más la creencia en la “resurrección individual” y

concomitantemente, en las ideas en torno al “infierno” y al “castigo definitivo”.

La idea surge, fundamentalmente, de la conjugación de dos elementos: la violencia de los

acontecimientos, que llevan a muchos justos al sufrimiento y a la muerte por amor a Dios,

y de la certeza de que Dios no abandona a sus fieles: la muerte del justo no lo puede

separar de Dios. Si el futuro se contempla como “re-creación”, la “resurrección” es un

caso particular de “triunfo sobre el caos” (= Sheol).

17 En QUMRÁN se condena al “Israel” identificado con la conducción religiosa de Jerusalén, y pretenden

ser el “nuevo Israel” del fin de los tiempos. No son un “resto sagrado” dentro del pueblo, sino una

realidad cerrada, que se ha segregado de la sociedad y vive en la marginación que ha elegido. La

experiencia de la salvación está mediatizada por la pertenencia a la comunidad de salvación, y ésta, a su

vez, significa la aceptación de un estilo de vida peculiar, con aspectos hasta ese momento impensables

en la mentalidad judía.

También EL GRUPO QUE SE NUCLEA ENTORNO A JUAN BAUTISTA muestra una clara la ruptura con el

“Israel histórico”. Además, hay una clara devaluación de toda la historia salvífica que lo hace clásico

representante de la teología apocalíptica. El llamado de Juan Bautista a la penitencia es revelador:

“¡Raza de víboras! ¿Quién os ha enseñado a huir de la ira venidera? Dad un fruto digno de penitencia

y no penséis en decir: “Tenemos por padre a Abraham”. Yo os digo: Dios puede hacer surgir hijos a

Abraham de estas piedras. El hacha descansa ya en la raíz del árbol. Todo árbol que no de buen fruto

será cortado y arrojado al fuego” (Mateo 3, 7-10). La pertenencia al “pueblo elegido” no tiene ningún

valor. Cualquier recurso a la descendencia de Abraham es desenmascarado como inútil. Lo importante

es la “penitencia”, es decir, el cambio totalmente de rumbo para responder a la seriedad del juicio

inminente. A diferencia de Qumrán, en el movimiento de Juan Bautista no hay espacio para un proyecto

de salvación en la historia. No es casualidad que Juan no funde ninguna comunidad en sentido propio.

Los que lo siguen están convencidos de pertenecer al grupo de los que escaparán de la ira futura, pero no

hacen nada para darle a ese grupo una estructura concreta.

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El Apocalipsis de Juan

Aspecto general de la obra

La obra se presenta, mediante un breve marco epistolar, como una carta dirigida a siete Iglesias:

Ap 1,4ss: “Juan, a las siete Iglesias de Asia. Gracia y paz a vosotros de parte de «Aquel que

es, que era y que va a venir», de parte de los siete Espíritus que están ante su trono, v5 y de

parte de Jesucristo, el Testigo fiel, el Primogénito de entre los muertos, el Príncipe de los reyes

de la tierra”.

Ap 22,21 “Que la gracia del Señor Jesús sea con todos. ¡Amén!”

Pero también la obra se autodescribe acertadamente como una descripción de visiones:

Ap 1,1 “Revelación de Jesucristo; se la concedió Dios para manifestar a sus siervos lo que ha

de suceder pronto; y envió a su Ángel para dársela a conocer a su siervo Juan, v2 el cual ha

atestiguado la Palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo: todo lo que vio”18

.

Las visiones

1. La visión vocacional (Ap 1, 9-20)

Es lo que le va a conferir autoridad al escrito, ya que todo lo que se va a decir es

revelación de Dios. El vidente Juan, en la isla de Patmos, el “día del Señor”, recibe el

encargo de escribir su visión y enviarla a las siete iglesias. El modo de revelación es a

través de un éxtasis visionario19

.

2. Las siete cartas a las comunidades. (2-3)

Las siete tienen una estructura similar:

Título de Cristo

Descripción de la situación de la comunidad

(aspectos positivos y negativos)

Advertencia

Premio al vencedor

3. La serie de visiones centrales (4 - 22)

Comienza con una amplia descripción de “la sala del trono”: 4-5

Luego sigue una serie de “septenarios” (7 sellos, 7 trompetas, 7 copas), jalonados con

diversas “intercalaciones” (por ejemplo, Ap 7 o 10, 1-11, 13 o 12-14).

18 Se suele considerar que en 1, 19 se ofrece algo así como un esquema de la obra: “escribe…

“…lo que has visto...” .............................. La visión vocacional: 1,9-20.

“…lo que ya es...”.................................... Las 7 cartas referidas a la vida de las comunidades: 2-3.

“…lo que va a suceder mas tarde...” ........ La revelación de los acontecimientos futuros: 4-22,5.

19 Ap 1,10 “Caí en éxtasis el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz, 4,2: Al instante caí en

éxtasis. Vi que un trono estaba erigido en el cielo, y Uno sentado en el trono...” 17,3 “Me trasladó en

espíritu al desierto. Y vi una mujer, sentada sobre una Bestia de color escarlata...” 20,11-12 “Luego vi

un gran trono blanco, y al que estaba sentado sobre él. El cielo y la tierra huyeron de su presencia sin

dejar rastro. v12 Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono; fueron abiertos unos

libros, y luego se abrió otro libro, que es el de la vida; y los muertos fueron juzgados según lo escrito en

los libros, conforme a sus obras”.

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Caída de “Babilonia” y destrucción de las potencias hostiles a Dios (17-20). La “nueva

creación” (21-22).

Contexto histórico

Conflicto entre las comunidades cristianas y el Imperio Romano, que desencadenó una feroz

persecución

La primera persecución fue la de Nerón, entre el 64 y el 68 aproximadamente, organizada

en primer lugar para distraer los ánimos ante el horror del incendio, provocado por el

mismo Nerón y que arrasó con gran parte de la ciudad. Esta persecución se circunscribió a

Roma.

Luego, le siguió la de Domiciano (81-96), que se hizo extensiva a todo el imperio.

Domiciano pretendió ser tratado y adorado como dios, imponiendo terribles penas a

quienes se negaran a hacerlo.

Los testimonios antiguos sugieren que el ApJn habría surgido en la época de la

persecución de Domiciano20

(aunque algunos autores piensan que algunas partes fueron ya

redactadas en la época de Nerón).

¿Qué dice la obra misma al respecto?

En Apocalipsis 13, se describe una “Bestia” que surge del mar, poderosa (diez cuernos),

regia (diez diademas), con títulos blasfemos en su cabeza (13,1) y que pronuncia

blasfemias (13,5-6). Hace la guerra a los santos y es adorada por los “habitantes de la

tierra” (13,7-8). Hay peligro de cárcel y de perder la vida. Por eso se reclama a los santos

paciencia y fe (13,10).

Luego se describe otra “Bestia” que surge de la tierra, al servicio de la primera Bestia, que

obliga a los habitantes de la tierra a adorar a la primera Bestia (13,11-12) y a hacerse una

imagen de ella (13,14-15). Los que no tengan la marca de la Bestia quedan excluidos de la

sociedad (13,16-17).

No es difícil captar detrás de estos símbolos un esbozo del gran drama que vivieron los

primeros cristianos bajo los emperadores romanos, especialmente bajo Domiciano, que

pretendió ser públicamente adorado como Dios.

Apocalipsis 17 habla de una célebre Ramera, que se sienta sobre grandes aguas. La mujer

aparece sentada sobre una Bestia de color escarlata y cubierta de títulos blasfemos, con

siete cabezas y diez cuernos. La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata,

resplandeciente de oro, piedras preciosas y perlas, y un nombre escrito en su frente

(17,1.3-5). Esta mujer se embriaga con la sangre de los santos y con la sangre de los

mártires de Jesús (17,6).

El ángel, a continuación, explica el misterio de la mujer y la Bestia que la lleva:

La Bestia era y ya no es, pero reaparecerá

Las siete cabezas son siete colinas sobre las que se asienta la mujer21

.

20 IRENEO (Adv. Haer. V, 30, 3) dice que la obra fue compuesta a fines del reinado de Domiciano.

21 ROMA se conoce como “la ciudad de las siete colinas” (septimontium): el Esquilino, el Aventino, el

Palatino, el Quirinal, el Viminal, el Celio y el Capitolio.

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También son siete reyes:

Cinco han caído22

.

Uno es ... “Vespasiano” (69-79).

Otro no ha llegado aún. Y cuando llegue, habrá de durar poco23

.

La Bestia, que era y ya no es, hace el octavo, pero es uno de los siete24

.

El 666 de Apocalipsis 13,18: allí termina la descripción de la terrible bestia que persigue a

los cristianos y de la segunda bestia que hace hacer la estatua de la primera para que todos

la adoren. Luego de haber presentado estas figuras simbólicas, el autor quiere dar a los

lectores una ayuda para que comprendan lo que está diciendo. Y lo hace mediante la

presentación de una especie de enigma que hay que resolver:

“¡Aquí está la sabiduría! Que el inteligente calcule la cifra de la bestia, porque es la

cifra de un hombre. Su cifra es 666”

Como se puede ver, el autor dice que los que son inteligentes calculen. No se trata entonces

de algo que va a suceder en el futuro y que por ahora no se conoce sino de algo que se

puede calcular si se tiene inteligencia. También dice que es la cifra de un hombre, ¿qué

quiere decir eso? Es que en hebreo, en griego o en latín, las letras sirven para escribir los

números. Por eso, cuando se escribe una palabra en esas lenguas se puede leer tanto una

palabra como una cifra.

Si el Apocalipsis dice que el número 666 es la cifra de una persona, y que el que es

inteligente puede calcularla, es porque hay alguna persona conocida de los primeros

lectores de la obra cuyo nombre escrito en griego o en hebreo daba esa cifra o bien,

sumado el valor de cada una de las letras que componen el nombre, se obtiene esa cifra. La

hipótesis más verosímil es la que cree ver en esta cifra el nombre de Nerón, ya que si se

escribe con letras hebreas el nombre de “Nerón Cesar”, la cifra de exactamente 666:

R S Q N W R N

200 60 100 50 6 200 50

22 Desde el advenimiento de Cristo: Augusto (-29 a 14); Tiberio (14 a 37); Calígula (37 a 41); Claudio

(41-54); Nerón (54 a 68).

23 Tito (79 a 81), que no alcanza a dos años. Con él se completa la lista de los “siete”.

24 Domiciano (81 a 96), el octavo, pero se dice que es uno de los siete. Él y uno de los de la lista, en

realidad, son uno sólo. ¿Por qué? Como Domiciano es, como Nerón, un perseguidor de la Iglesia, el

autor lo ve como un “segundo Nerón”, o, mejor, apoyado en leyendas romanas, como Nerón mismo que

ha regresado. Cuando Nerón se suicidó (el 9 de junio del 68, a los 32 años de edad, ayudado por su

secretario Epafrodito, tras regresar de Grecia y hallar a las legiones sublevadas en Italia), muchos no

creyeron que (por fin) se había muerto, y se difundió el rumor de que, curado de sus heridas, se había ido

entre los Partos, para prepara un ejército y volver a tomar el Reino. Esto generó diversas leyendas

entorno a un eventual retorno de Nerón después de su muerte. Resabios de esta leyenda se encuentran

también el cap. 13, cuando el autor dice que la Bestia tiene una herida mortal pero se cura (13, 3.12.14;

lo cual también puede aludir a la crisis de anarquía que hubo en el Imperio tras la muerte de Nerón: en

poco tiempo - 68/69 -se sucedieron tres emperadores: Galba, Otón Vitelio). Aquí, en el cap. 17, se

utiliza la leyenda popular, pero de otra forma: Nerón volvió, después de haber muerto, pero en la

persona de Domiciano, al que Tertuliano llamó “portio Neronis de crudelitate” (la mitad de Nerón en

materia de crueldad). Por eso, dice, que el octavo es uno de los siete.

NERÓN

CESAR

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El autor

Se autopresenta con su nombre “Juan”

Ap 1,1 “Revelación de Jesucristo; se la concedió Dios para manifestar a sus siervos lo

que ha de suceder pronto; y envió a su Ángel para dársela a conocer a su siervo Juan

... v4 Juan a las siete Iglesias de Asia”.

Ap 1,9 “Yo, Juan, vuestro hermano y compañero de la tribulación, del reino y de la

paciencia...”

Ap 22,8 “Yo, Juan, fui el que ví y oí esto”.

El mensaje se autodefine como “profecía”

Ap 1,3 “Dichoso el que lea y los que escuchen las palabras de esta profecía...”

Ap 22,7 “Mira, vengo pronto. Dichoso el que guarde las palabras proféticas de este

libro”.

Ap 22,10 “Y me dijo: «No selles las palabras proféticas de este libro, porque el Tiempo

está cerca...”

Ap 22,18-19 “...Yo advierto a todo el que escuche las palabras proféticas de este libro:

«Si alguno añade algo sobre esto, Dios echará sobre él las plagas que se describen en

este libro. v19 Y si alguno quita algo a las palabras de este libro profético, Dios le

quitará su parte en el árbol de la Vida y en la Ciudad Santa, que se describen en este

libro...”

El autor no se cuenta a sí mismo en el grupo de los apóstoles:

Éstos son, para él, “los doce” y pertenecen al pasado, a los fundamentos (Ap 21, 14: la muralla

de la ciudad se asienta sobre doce piedras, que llevan los doce nombres de los doce apóstoles del

cordero).

El primer escritor cristiano que hace referencia al autor de esta obra fue JUSTINO. En su “Diálogo

con Trifón” identificó al autor del “Apocalipsis” como Juan, uno de los apóstoles del Señor:

“Además, hubo entre nosotros un varón por nombre Juan, uno de los Apóstoles de

Cristo, el cual, en revelación que le fue hecha, profetizó que los que hubieran creído en

Cristo, pasarán mil años en Jerusalén; y que, después de esto, vendría la resurrección

universal...” (Diálogo con Trifón 81,4).

IRENEO25

es el primero, por lo que sabemos, que dice que tanto el Apocalipsis como el Cuarto

Evangelio fueron escritos por Juan, el discípulo del Señor.

La relación de esta obra con el Cuarto Evangelio es difícil de determinar:

o Hay diferencias de estilo, de vocabulario y de teología (especialmente, en cuanto a la

escatología).

o Pero también hay ciertas semejanzas, como por ejemplo, el título de “cordero” dado a

Cristo o la expresión “agua viva”.

25 IRENEO, Adv. Haer. III, 11, 1-3; IV, 20, 11.

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Aceptación

La primera evidencia de un uso cristiano de esta obra la tenemos en Justino26

.

También aparece en el Canon de Muratori.

Es aceptado por Ireneo, Tertuliano, Hipólito y Orígenes.

Pero ciertos sectores eclesiales lo rechazan, por el uso que de esta obra hacían los montanistas,

los valentinianos y otros gnósticos, atribuyendo la obra al hereje Cerinto.

A causa de los herejes quiliastas (milenaristas), la obra no ha sido bien vista por la Iglesia

Oriental27

.

El Reino de los mil años

El “milenarismo”

En 20,1-6, después de la caída de Babilonia/Roma, el Apocalipsis introduce una escena muy

peculiar, donde se habla de “un reino de mil años”: después que la “Bestia” es arrojada al lago de

fuego (19, 20), un ángel encadena al Dragón, la Serpiente antigua, lo arroja al abismo y lo

asegura con sellos, para que no salga a engañar. Este encierro dura mil años. Luego, el Dragón es

soltado por poco tiempo, y él guiará a la potencias del mundo (Gog y Magog) en la lucha final

contra la ciudad santa. Pero será derrotado y arrojado para siempre en el lago de azufre ardiente.

La escena ha dado lugar a muchas interpretaciones fantasiosas a través de los tiempos28

. Algunos

pensaron que, antes que llegue el fin del mundo, habrá un tiempo en que Cristo reinará sobre la

tierra junto con los mártires, reino casi fantástico en que sólo estarán los santos y que durará mil

años. La doctrina se conoce como “milenarismo” o “quiliasmo”, y surge de una interpretación

literal del pasaje.

Las “dos resurrecciones”

En este contexto se produce la resurrección de los que han muerto mártires (no de los otros

muertos). Éstos mártires reinarán con Cristo mil años. Esta resurrección es llamada “primera

resurrección”, para distinguirla de la que vendrá al final de los tiempos, y que es la “segunda”.

Las “dos muertes”

Así también, se habla de una primera muerte, que es la muerte física, y de una segunda muerte,

que es la condenación definitiva, al final de los tiempos29.

26 JUSTINO, Diálogo con Trifón 81.

27 De hecho, la Iglesia siria no lo aceptó; no aparece en el canon 60 del Concilio Laodicea (hacia el

360).

28 Joaquín de Fiore, Nicolo di Lira entre otros.

29 Ap, 20,6 “Dichoso y santo el que participa en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene

poder sobre éstos, sino que serán Sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán con él mil años”.

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APÉNDICE I

Las letras de los alfabetos griego y hebreo con sus respectivos valores numéricos

LETRAS GRIEGAS

LETRAS HEBREAS

Letras Nombre Transcripción Número Letras Nombre Transcripció

n

Número

1. a Alfa a 1 1. ‘ alep ) 1

2. b Beta b 2 2. Bet b 2

3. g Gamma g 3 3. Guímel g 3

4. d Delta d 4 4. Dálet d 4

5. e Épsilon e 5 5. H: h 5

6. z Dseta z 7 6. Waw w, v 6

7. h Eta é 8 7. Zayin z 7

8. q Zeta th 9 8. Xet x 8

9. i Iota i 10 9. Ǻt + 9

10. k Kappa k 20 10. Y d y 10

11. l Lambda l 30 11. KaV k 20

12. m My m 40 12. Lámed l 30

13. n Ny n 50 13. M:m m 40

14. c Ksi x 60 14. Nun n 50

15. o Ómicron o 70 15. Samek s 60

16. p Pi p 80 16. (ayin ( 70

17. r Rh r 100 17. P: p, V 80

18. s Sigma s 200 18. Cad: c 90

19. t Tau t 300 19. Q V q 100

20. u Ypsilon y 400 20. R:$ r 200

21. f Phi ph f 500 21. Šin/%in $/& 300

22. x Khi j kh 600 22. Tau t 400

23. y Psi ps 700

24. w Omega ó 800

Ejercicio: calcular el valor numérico de los siguientes téminos griegos

lateino (Lateinos)

teitan (Teitan)

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APÉNDICE II

“Apocalipsis 4,1-22,5: una propuesta de lectura30“

A 4 - 5: VISIÓN INTRODUCTORIA DEL ROLLO

(1) 4: El que está sentado en el trono

(2) 5: El cordero tomando el rollo sellado con siete sellos

B 6 - 7: PRIMEROS SEIS SELLOS

(1) a: 6,1-8: Primeros cuatro sellos

b: 6,9-11: Quinto sello

c: 6,12-17: Sexto sello

(2) Intercalación: 7: Los sellados en la tierra; los mártires en el cielo

C 8 - 22,5: SÉPTIMO SELLO Y TROMPETAS

A 8, 1-6: INTRODUCCIÓN

(1) 8,1: Séptimo sello

(2) 8,2: 7 ángeles reciben siete trompetas

(3) 8,3-5: Plegarias de los santos en el cielo

(4) 8,6: Los ángeles listos para tocar las trompetas

B 8, 7 - 11, 14: PRIMERAS SEIS TROMPETAS

(1) a: 8,7-12: Primeras cuatro trompetas + el águila gritando ¡Ay, ay, ay...! (8,13)

b: 9,1-11: Quinta trompeta + el primer “ay” ha pasado; el segundo está por venir (9,12)

c: 9,13-21: Sexta trompeta

(2) Intercalación: 10,1-11,14

El rollo pequeño abierto; los dos testigos + el segundo “ay” ha pasado

El tercero viene pronto (11,14).

C 11,15-22,5: SÉPTIMA TROMPETA Y COPAS

A 11,15-16,1: INTRODUCCIÓN

(1) 11,15-19: Séptima trompeta

Intercalación: 12: La mujer y el hijo varón, y el dragón

13: Las dos bestias

14: Tres visiones

(2) 15,1: 7 ángeles con 7 plagas

(3) 15,2-4: Canto de los vencedores

(2) 15,5-8: Los ángeles reciben 7 copas/plagas

(4) 16,1: Los ángeles reciben la orden de derramar las copas/plagas

B 16,2-16: PRIMERAS SEIS COPAS/PLAGAS

(1) a: 16,2-9: Primeras cuatro copas

b: 16,10-11: Quinta copa

c: 16,12-16: Sexta copa

(2) (ver intercalación en 12-14)

C 16,17-22,5: SÉPTIMA COPA/PLAGA Y CONSUMACIÓN

(1) BABILONIA (16,17-19,10)

a: 16,17-21: Séptima copa.

b: 17,1-18: Ángel intérprete (ramera, bestia, aguas)

c: 18, 1-24: Caída de Babilonia (visiones y audiciones)

d: 19,1-8: Caída de Babilonia (celebración en el cielo)

e: 19,9-10: El ángel y el visionario

(2) JUICIO FINAL (19, 11 - 20, 15)

a: 19,11-21: Las dos bestias (la venida de Cristo)

b: 20,1-10: El dragón y Satán (milenio)

c: 20,11-15: La muerte (juicio-trono)

(3) NUEVA JERUSALÉN (21,1 - 22,5)

a: 21,1-8: Nueva creación; descenso de la nueva Jerusalén

30 Jan LAMBRECHT, « A Structuration of Revelation 4,1 - 22,5 », en: J. LAMBRECHT (ed.), L’Apocalypse

johannique e l’Apocalyptique dans le Nouveau Testament. Actes de la XXXe session du Colloquium

Biblicum Lovaniense, 28-30 août 1979. Belgique (Bibl. Eph. Theol. Lov., Ed. J. Duculot 1979), 77-

104.

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b: 21,9 - 22,5: Ángel intérprete (novia)