La autonomía subversiva de Nusaybin (2/2)

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Mundua GARA 2015 9 27 igandea 21 Cengiz Kök, el coaldalde de Nusaybin, en la sede del Partido Democrático de las Regiones (DBP). Miguel FERNÁNDEZ IBÁÑEZ arrestadas poco a poco. Aquí han sido siete, pero serán más», augura Kök, quien reitera que «el pueblo kurdo ha vivido de todo y conseguirá sus derechos en 30 o 1.000 años». El cerco turco se estrechó un poco más el pasado mes de setiembre. En su camino ha- cia la ilegalización de las figuras políticas kurdas, la fiscalía de Diyarbarkir lanzó una investigación contra Demirtas por «insultar a la nación» y «hacer propaganda de una or- ganización terrorista». También han sido apartadas de sus funciones la coalcaldesa de Cizre, Leyla Imret, y Sara Kaya, quien conti- núa encarcelada en una prisión de Ankara. El pueblo de Nusaybin ha manifestado su malestar por este tipo de decisiones. «Cada dos o tres días hay disturbios en la calle y no podemos salir de casa porque la policía ata- ca a cualquier persona. La culpa de todo esto es de Erdogan» dice Bahos, de 21 años y reti- cente a mostrar su verdadera identidad. «El Estado turco y sus políticos han traído la guerra aquí. Es injusto lo que se hace con nuestra alcaldesa y otros políticos kurdos», tercia Ahmet, un joven de 29 años que tra- baja en un salón de videojuegos. Las ideas de Öçalan En 2013, el partido kurdo BDP –hoy bajo las siglas HDP– consideraba que una autono- mía dentro del Estado turco no era una op- ción realista. Sin embargo, indicaba como factible una mayor descentralización que otorgase más poder a alcaldes y entidades regionales. Cengiz Kök reconoce que las «autonomías democráticas» declaradas están ancladas en el ámbito teórico: «La práctica es ínfima porque el Estado nos presiona». «Aquí no ha cambiado nada, pero nos gusta este sistema porque tendríamos nuestros derechos y po- dríamos estudiar en kurdo», dice Arges, un joven de 19 años que no quiere revelar su verdadero nombre. ¿Por qué quieren este sistema? «Aquí el 91% somos seguidores de Öçalan y queremos sus ideas», sentencia Ahmet recordando el número de votos que obtuvieron Kaya y Kök. El sistema deseado en Kurdistán norte es similar al asentado en Rojava y que parte de los postulados de Öçalan. Eso no significaría romper las actuales frontera. «Más bien se- ría dirigir nuestro futuro dentro del Estado turco», matiza Kök. «Queremos nuestro con- trol porque ya sabemos qué sucede cuando quien manda es Ankara», dice Enver, un afa- ble cocinero de 45 años. Pero estos deseos chocan aún con el exa- cerbado nacionalismo turco inculcado des- de las guarderías. «En Ankara no quieren en- tenderlo. Dicen que todo tiene que estar conectado, pero la cultura es diferente en ca- da región. El principal problema es con la gente que dirige el sistema turco, y cuando digo esto digo una sola persona, Erdogan, que parece querer convertirse en un dicta- dor», espeta Kök. La nueva ronda de elecciones legislativas previstas para el 1 de noviembre podría em- peorar la actual coyuntura. El pueblo kurdo considera que Erdogan ha desatado esta guerra para obtener su sistema presidencia- lista. «Ha creado este caos solo por el po- der», lamenta Enver. Para eso necesitaría que el Partido Democrático de lo Pueblos (HDP) no pasase el corte electoral. Todos creen que el partido prokurdo pasa- rá el umbral del 10% necesario para acceder al Parlamento turco. También las encuestas. De no suceder así, la sospecha sobre un frau- de electoral podría incendiar Kurdistán nor- te. «Estoy en contra de la armas, pero si el HDP no está en el Parlamento vamos a ver ríos de sangre», dice preocupado Enver. «Sa- bemos que si esto sucediese sería un robo y todo lo malo del pasado volvería», aventura Bahos. En cambio, hay quienes, como Ahmet, consideran que la espiral de violencia ya no se detendrá: «La situación actual no cambia- rá. El HDP y el PKK son diferentes y la guerra ya ha vuelto». YDG-H: el autogobierno por la fuerza De momento, este mes se ha producido el mayor ataque del PKK si atendemos al nú- mero de víctimas, 16. También, por primera vez desde 2011, el ejército turco ha enviado fuerzas terrestres a Irak. La tensión crece y, tal y como deseaba Er- dogan, los políticos kurdos se encuentran en una encrucijada: por un lado tienen que de- fender la integridad del Estado y por otro ayudar a su pueblo. Cengiz Kök repite que quieren un acuerdo por la vía política, pero, si no funcionase, que es lo que la dinámica indica, es consciente de que «el pueblo po- dría ver como único camino la autodefen- sa». Este extremo ya está sucediendo en Yük- sekova, Cizre o Silopi, en donde el Estado es incapaz de entrar en importantes áreas con- troladas por las milicias urbanas YDG-H, afi- nes al PKK. En estas y otras regiones se están dando los casos más parecidos de autogo- biernos efectivos dentro de Kurdistán norte. La fuerza de las armas está volviendo a ga- nar el pulso al ímpetu político. En ciudades como Nusaybin las palabras podrían dejar paso a las balas si la cuerda se sigue tensando. Nusaybin es una ciudad co- nocida por su dilatada resistencia al Estado turco. Está situada a escasos metros de Qa- mishlo, la capital de Rojava. En 2013, los dis- turbios explotaron cuando el Gobierno cons- truyó una verja para separar ambas ciudades. «Tenemos problemas solo con aquellos que nos maltratan», lamenta Ahmet mientras desdobla el periódico kurdo Ozgur Gündem. En la portada se puede leer que tres personas han fallecido en Cizre debido a los enfrentamientos entre las fuerzas de seguri- dad y el YDG-H. Entre ellas un niño de 7 años. Una semana después la situación es aún más preocupante. Muertes que suman dece- nas y el toque de queda en vigor durante ocho días. «Todos queremos la paz y sabe- mos que estos enfrentamientos perjudican a nuestro pueblo, pero la lucha del YDG-H es necesaria por la presión del Estado», conti- núa. «La gente está muriendo. Hay que pa- rar y usar la vía política», repite Bahos. Cengiz Kök teme que los ecos más turbios del pasado se asienten de nuevo en la re- gión. Dice tener decenas de amigos que han muerto es estos 40 años. También dos her- manos que lo hicieron luchando con el PKK. «En cada familia la situación es parecida, pregunte si quiere. Hemos vivido asesina- tos, torturas... nada de esto es nuevo. La gen- te reacciona de diferente manera cuando pierde la esperanza. Por eso todo puede ex- plotar de cualquier manera y en cualquier lugar de Kurdistán». hutsa hutsa hutsa

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La presión del Estado turco ha forzado a una decena de regiones kurdas a renegar de la autoridad central. Mientras el pueblo prosigue la lucha en la calle, los alcaldes y activistas kurdos que secundaron los autogobiernos están siendo arrestados. (Publicado en el diario GARA)

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MunduaGARA 2015 9 27 igandea 21

Cengiz Kök, elcoaldalde de Nusaybin,en la sede del PartidoDemocrático de lasRegiones (DBP).Miguel FERNÁNDEZ IBÁÑEZ

arrestadas poco a poco. Aquí han sido siete,pero serán más», augura Kök, quien reiteraque «el pueblo kurdo ha vivido de todo yconseguirá sus derechos en 30 o 1.000años».El cerco turco se estrechó un poco más el

pasado mes de setiembre. En su camino ha-cia la ilegalización de las figuras políticaskurdas, la fiscalía de Diyarbarkir lanzó unainvestigación contra Demirtas por «insultara la nación» y «hacer propaganda de una or-ganización terrorista». También han sidoapartadas de sus funciones la coalcaldesa deCizre, Leyla Imret, y Sara Kaya, quien conti-núa encarcelada en una prisión de Ankara. El pueblo de Nusaybin ha manifestado su

malestar por este tipo de decisiones. «Cadados o tres días hay disturbios en la calle y nopodemos salir de casa porque la policía ata-ca a cualquier persona. La culpa de todo estoes de Erdogan» dice Bahos, de 21 años y reti-cente a mostrar su verdadera identidad. «ElEstado turco y sus políticos han traído laguerra aquí. Es injusto lo que se hace connuestra alcaldesa y otros políticos kurdos»,tercia Ahmet, un joven de 29 años que tra-baja en un salón de videojuegos.

Las ideas de Öçalan

En 2013, el partido kurdo BDP –hoy bajo lassiglas HDP– consideraba que una autono-mía dentro del Estado turco no era una op-ción realista. Sin embargo, indicaba comofactible una mayor descentralización queotorgase más poder a alcaldes y entidadesregionales. Cengiz Kök reconoce que las «autonomías

democráticas» declaradas están ancladas enel ámbito teórico: «La práctica es ínfimaporque el Estado nos presiona». «Aquí no hacambiado nada, pero nos gusta este sistemaporque tendríamos nuestros derechos y po-dríamos estudiar en kurdo», dice Arges, unjoven de 19 años que no quiere revelar suverdadero nombre. ¿Por qué quieren estesistema? «Aquí el 91% somos seguidores deÖçalan y queremos sus ideas», sentenciaAhmet recordando el número de votos queobtuvieron Kaya y Kök.El sistema deseado en Kurdistán norte es

similar al asentado en Rojava y que parte delos postulados de Öçalan. Eso no significaríaromper las actuales frontera. «Más bien se-ría dirigir nuestro futuro dentro del Estadoturco», matiza Kök. «Queremos nuestro con-trol porque ya sabemos qué sucede cuandoquien manda es Ankara», dice Enver, un afa-ble cocinero de 45 años. Pero estos deseos chocan aún con el exa-

cerbado nacionalismo turco inculcado des-de las guarderías. «En Ankara no quieren en-tenderlo. Dicen que todo tiene que estarconectado, pero la cultura es diferente en ca-da región. El principal problema es con lagente que dirige el sistema turco, y cuandodigo esto digo una sola persona, Erdogan,que parece querer convertirse en un dicta-dor», espeta Kök. La nueva ronda de elecciones legislativas

previstas para el 1 de noviembre podría em-peorar la actual coyuntura. El pueblo kurdoconsidera que Erdogan ha desatado estaguerra para obtener su sistema presidencia-lista. «Ha creado este caos solo por el po-der», lamenta Enver. Para eso necesitaríaque el Partido Democrático de lo Pueblos(HDP) no pasase el corte electoral. Todos creen que el partido prokurdo pasa-

rá el umbral del 10% necesario para acceder

al Parlamento turco. También las encuestas.De no suceder así, la sospecha sobre un frau-de electoral podría incendiar Kurdistán nor-te. «Estoy en contra de la armas, pero si elHDP no está en el Parlamento vamos a verríos de sangre», dice preocupado Enver. «Sa-bemos que si esto sucediese sería un robo ytodo lo malo del pasado volvería», aventuraBahos. En cambio, hay quienes, como Ahmet,

consideran que la espiral de violencia ya nose detendrá: «La situación actual no cambia-rá. El HDP y el PKK son diferentes y la guerraya ha vuelto».

YDG-H: el autogobierno por la fuerza

De momento, este mes se ha producido elmayor ataque del PKK si atendemos al nú-mero de víctimas, 16. También, por primeravez desde 2011, el ejército turco ha enviadofuerzas terrestres a Irak. La tensión crece y, tal y como deseaba Er-

dogan, los políticos kurdos se encuentran enuna encrucijada: por un lado tienen que de-fender la integridad del Estado y por otroayudar a su pueblo. Cengiz Kök repite quequieren un acuerdo por la vía política, pero,si no funcionase, que es lo que la dinámicaindica, es consciente de que «el pueblo po-dría ver como único camino la autodefen-sa».Este extremo ya está sucediendo en Yük-

sekova, Cizre o Silopi, en donde el Estado esincapaz de entrar en importantes áreas con-troladas por las milicias urbanas YDG-H, afi-nes al PKK. En estas y otras regiones se estándando los casos más parecidos de autogo-biernos efectivos dentro de Kurdistán norte.

La fuerza de las armas está volviendo a ga-nar el pulso al ímpetu político. En ciudades como Nusaybin las palabras

podrían dejar paso a las balas si la cuerda sesigue tensando. Nusaybin es una ciudad co-nocida por su dilatada resistencia al Estadoturco. Está situada a escasos metros de Qa-mishlo, la capital de Rojava. En 2013, los dis-turbios explotaron cuando el Gobierno cons-truyó una verja para separar ambasciudades. «Tenemos problemas solo conaquellos que nos maltratan», lamenta Ahmetmientras desdobla el periódico kurdo OzgurGündem. En la portada se puede leer que trespersonas han fallecido en Cizre debido a losenfrentamientos entre las fuerzas de seguri-dad y el YDG-H. Entre ellas un niño de 7 años. Una semana después la situación es aún

más preocupante. Muertes que suman dece-nas y el toque de queda en vigor duranteocho días. «Todos queremos la paz y sabe-mos que estos enfrentamientos perjudicana nuestro pueblo, pero la lucha del YDG-H esnecesaria por la presión del Estado», conti-núa. «La gente está muriendo. Hay que pa-rar y usar la vía política», repite Bahos. Cengiz Kök teme que los ecos más turbios

del pasado se asienten de nuevo en la re-gión. Dice tener decenas de amigos que hanmuerto es estos 40 años. También dos her-manos que lo hicieron luchando con el PKK.«En cada familia la situación es parecida,pregunte si quiere. Hemos vivido asesina-tos, torturas... nada de esto es nuevo. La gen-te reacciona de diferente manera cuandopierde la esperanza. Por eso todo puede ex-plotar de cualquier manera y en cualquierlugar de Kurdistán».

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