La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía...

136

Transcript of La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía...

Page 1: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias
Page 2: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias
Page 3: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

La Bruja del Laurel

Sandra Comino

Page 4: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

Responsable editorial Literatura Infantil y Juvenil: Natalia Méndez

Dirección de arte: Natalia Fernández

Diseño de la colección: Manuel Estrada

Corrección: Carolina Calabrese

Diagramación: Cecilia Aranda

Fotografía de cubierta: © iStock/PeskyMonkey

1a edición, julio 2014

© Del texto: Sandra Comino© De esta edición: Edelvives, 2014Av. Callao 224, 2º piso (C1022AAP)Buenos Aires, Argentina

ISBN: 978-987-642-273-4

Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723.

Talleres Gráficos Edelvives (50012 Zaragoza) Certificados ISO 9001 Impreso en España

Reservados todos los derechos. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.

FICHA PARA BIBLIOTECAS

Comino, Sandra La bruja del laurel. - 1ª ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Edelvives, 2014. 136 p.; 13,5 x 21 cm (Alandar; 22)

ISBN 978-987-642-273-4

1. Literatura Infantil y Juvenil Argentina. CDD A863.928 2

Page 5: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

Para Diana Tarnofky,

que conoció a la Bruja del Laurel desde el principio.

Page 6: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias
Page 7: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

7

LAURELES Y NARANJAS

Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias a eso, se refugió muchas veces bajo su copa y fue su árbol preferido. Por esa devoción hacia él, la llamaron la Bruja del Laurel.

Su laurel tenía hojas verdes oscuras y un perfume que no se parecía a nada, pero se diferenciaba de todo. Florecía en verano y las hojas disecadas servían para condimentar comidas. La planta en la entrada de la casa la protegía.

Él decía que la naranja combatía los males, por ejem-plo, la tristeza. E inspirar su perfume lo tranquilizaba. Tomaba litros de jugo y masticaba las cáscaras. Por esa veneración hacia la planta, le decían el Brujo del Naranjo.

Sentía que la naranja era como él. Tenía dos pieles: una superficial, la cáscara, y debajo un pellejo más tierno. Percibía el perfume de sus flores entre dulce y amargo. La

Page 8: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

8

infusión de pétalos de azahar lo ayudaba a dormir serena-mente y era capaz de curarle males físicos y espirituales.

La Bruja del Laurel y el Brujo del Naranjo vivieron cerca desde niños. Y se quisieron casi por cien años.

Page 9: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

9

UNA NOCHE

El paraje Alegrías del hogar estaba aislado del mundo. Si bien decían que tuvo la intención de ser un punto de encuentro, lo cierto fue que dividió en dos la zona agraria. Al oeste, la colonia de campesinos y al este, la Bruja del Laurel y el Brujo de los Naranjos. No se po-día decir que era un pueblo porque las casas estaban a muchos kilómetros unas de otras, pero —contaban los ancianos— que pretendió ser una aldea, con igle-sia, almacén y escuela. Sin embargo, solo prosperaron el paraje y la escuela rural, donde iban los hijos de los lugareños. Casi nadie cruzaba al este por temor a la Bruja del Laurel y al Brujo del Naranjo. Y aunque na-die los visitaba, todos sabían que ellos sí se frecuen-taban a diario. Las personas del oeste no se animaban a llamar a esas puertas, ni siquiera a traspasar la pri-mera tranquera, que ya no tenía ni color, la madera se había vuelto gris, y el verdín que se le pegaba en los inviernos lluviosos se volvía cáscara en verano. Se

Page 10: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

10

sabía mucho acerca de ellos, casi siempre de alguien que decía que había oído algo. Eso era muy asombro-so. Si no fuera por los pastos que crecían cerca de los tablones que se cruzaban formando equis de la tran-quera arruinada, se diría que allí todo estaba muerto.

De un lado del paraje las casas presumían jardi-nes, galpones pintados, sus dueños tenían teléfonos, televisores y, algunos, hasta computadoras. Del otro, luz a velas, lámpara a kerosene o a batería. El lado este nunca fue elegido por los campesinos. Decían que los pocos que alguna vez lo hicieron comenzaron a aban-donar sus chacras. Otros huyeron atemorizados por lo que oían acerca de los brujos y muchos temieron por la posible y anunciada llegada de los gitanos, que tenían vínculos con los hechiceros. También asegu-raban que los gitanos compraron tierras de ese lado porque nadie las quería por estas razones. Y estaban los que creían que los gitanos les temían a los brujos.

—Gitanos en el campo, ¿dónde se ha visto?Muchos chacareros arrendaron sus tierras y se

fueron a la ciudad. Unos cuantos renunciaron a sus pertenencias y las dejaron al libre albedrío de las ma-lezas, que las había de todas clases.

Una familia, que se enteró que algunos gitanos es-taban por llegar a un campo lindero, abandonó la casa a la hora del almuerzo, y con la mesa puesta. La casa de la mesa puesta quedó sola con la ventana abierta, y a través de la reja se podía ver el mantel que cubría la mesa y sobre él platos, vasos, cubiertos y una jarra de jugo. Algunas sillas todavía estaban tiradas en el piso,

Page 11: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

11

como si las personas se hubieran levantado de golpe y echado a correr desesperados.

El oeste, en cambio, progresaba. Pero los chicos crecían bajo la juzgada mirada de los adultos que inculcaba el miedo a los brujos y a los gitanos, por lo tanto, esa desconfianza al este se heredaba.

La noche caía sobre el paraje y casi todos dormían. Violeta lavaba los vasos y los ponía boca abajo sobre la rejilla. El paraje que se había convertido en alma-cén de ramos generales, o bar de paso, panadería, a veces correo, y hospedaje para viajantes o forasteros, se hundía en la noche. Estaba sobre un camino de tierra al que los paisanos llamaban ruta aunque nun-ca llegó a serlo porque alguien había usado el dinero destinado a asfaltarlo para otra cosa. Pero los mapas no se enteraban de los incumplimientos. Y era, por ese motivo, que quien le hacía caso al mapa tomaba ese camino, y entre ellos algunos viajeros llegaban al paraje para preguntar dónde estaba la ruta marcada en el mapa.

El paraje existía desde antes de que el camino in-tentase convertirse en ruta y perduraba hasta hoy gra-cias a que la ruta nunca llegó porque le hubiese pasa-do encima. Así, como se quedó sin ruta, conservó los clientes. En temporadas de lluvia cuando el camino se tornaba imposible de ser transitado, por el barro, la gente que no podía ir a comprar a la ciudad, lo hacía allí. Y en invierno, durante los temporales de nieve, todos negociaban, hacían trueque y Salvador, due-ño de Alegrías del hogar, vendía toda la mercadería

Page 12: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

12

acumulada. También en verano, en los días de sol, los viajeros paraban a tomar refrescos o a comprar alguna fruta. Era un almacén favorecido por la lejanía de los pueblos y su nombre le hacía honor a lo que provo-can algunas situaciones. Eso creía Salvador, por eso le había puesto así. Alegrías del hogar eran también unas flores que adornaban los ventanales.

Page 13: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

13

UN VIAJERO

Violeta miraba por la ventana, como siempre antes de ir a dormir. Veía cómo estaba el camino y se asegu-raba que el afuera se sumergiera en una medianoche tranquila. La negrura del campo estallaba en silencio que se rompía con algún ulular de búho.

Ella era la última en acostarse. Preparaba un té de menta porque le traía bienestar físico y mental. Lo necesario para conciliar el sueño y levantarse al día si-guiente e ir a trabajar a la escuela y, por la tarde, hasta la noche, ayudar a su padre en el almacén.

La casa en silencio quedaba envuelta en un leve olor a humo que se desprendía de la estufa del salón, donde ya no ardía la madera con la intensidad del día. El vapor del té subía a los anteojos, los empañaba, pero Violeta no limpiaba inmediatamente los cristales porque a esa hora podía esperar a que se desempañaran solos.

Afuera, el viento del este traía humedad que cho-caba con el aire helado del campo. El viento estancado

Page 14: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

14

guardaba gotas que no tenían fuerzas para convertirse en lluvia y se hacían niebla.

No muy lejos del paraje, Samuel conducía despa-cio entre esos bancos de niebla que parecían telas en-volventes. Llevaba horas por caminos de tierra que no lo transportan a ningún lado. El niño que viajaba en la parte de atrás dormía. Cada tanto un monte y cierta luz que salía de alguna ventana. O un perro que cruza-ba el camino para seguir el auto unos segundos, y los ladridos se desarmaban en el eco de la noche. Samuel buscaba desesperadamente un pueblo. Llevaba más de medio día perdido en esos caminos de tierra sin conseguir hospedaje. Habían comido lo que quedaba en la heladerita portátil. No sabía si eran caminos pri-vados o si conducían a alguna población. Lo turbaba que alguien apareciera de la nada y atentara contra ellos. Luego reaccionaba. No estaban en la ciudad, solo había tierra, alambrados, pastizales y más tierra.

La oscuridad para él tenía el sonido de su música. La voz del cantante le recordaba a su tierra, por eso no oía si el viento intentaba elevar la niebla. Pero sí veía que la niebla serpenteaba. Dentro del auto en esa noche fría con bruma, y con la música que le acapara-ba los sentidos, Samuel intentaba alcanzar un estado de bienestar. Miró al niño por el espejo retrovisor y sonrió. Hubiera logrado estar despreocupado de no haberse perdido, claro. Aunque no tenía apuro por llegar a ningún lado en especial. Solo deseaba comer y dormir. La quietud, a decir verdad, tampoco le mo-lestaba tanto.

Page 15: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

15

Los momentos felices llegaban de diferentes mane-ras a las distintas personas. Para Violeta era leer algo que la tuviera atrapada todo el libro. Para Salvador oír los partidos de fútbol por la radio, para algunas personas podía ser comprar cosas, para otras viajar, comer, salir, contemplar el mar. Para Corel, la niña que tanto quería Violeta, era bailar.

Para Samuel ser feliz era hacer lo que deseaba. Se sentía dueño de la noche aunque estuviera perdido. Porque estar en el medio de la nada le hacía pensar que estaba adentro del horizonte donde se juntaban el cielo y la tierra. De pronto, una señal indicaba el final del camino. La vio de casualidad y frenó de golpe. Luego, se dio cuenta de que, tal como lo in-dicaba el cartel, el sendero se separaba hacia un lado y hacia otro. Como si fuera una “T”. El camino por donde él venía se dividía en una senda hacia la de-recha y otra a la izquierda. Tenía que tomar una de-cisión. Encendió la luz interna del auto y revisó por décima vez el mapa. El mapa decía que era una ruta. Quedó detenido aunque sabía que por la niebla no debía hacerlo. Al mismo tiempo pensaba que nadie pasaría por allí. De golpe, la niebla movediza despe-jó el otro lado del camino y lo que podría haber pa-recido el reflejo de la luna era una luz alta. También vio una casa grande. La neblina se movía y él cru-zó. No iba a tomar ninguna dirección. Estacionó. Guardó la cámara de fotos. Cerró con llave, aunque le pareció una precaución inútil. Y caminó. El niño seguía dormido.

Page 16: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

16

Le llamó la atención la construcción un tanto de-teriorada. La casa tenía ventanas que daban al camino que el mapa decía que era una ruta. Caminó por la vereda de ladrillos que tenía gramilla en los bordes y había una zanja que la separaba de la falsa ruta. Un puñado de lirios secos acompañaba el sendero, al pie de la zanja, donde parecía que había agua estancada. Un leve olor a barro viejo salía de allí.

Samuel reparó en la alcantarilla y parado sobre ella observó los focos blancos sobre el cartel de la puerta que decía: Paraje “Alegrías del Hogar”. Al mis-mo tiempo se encendió una luz adentro y un perro comenzó a ladrar.

Se quedó a la espera de que algo sucediera frente a la puerta cerrada. Unas cortinas de metal en tiritas emitían un leve sonido agudo, como a llamador de viento. El perro avisó la presencia del forastero y por el ladrido pudo presagiar que no era grande, ni malo.

Samuel vio que también había luz en otra de las ventanas y abrió las cortinas para buscar un llamador. Encontró un pasador de mano, que precisamente era una mano, y la levantó para chocarla en la madera.

—¿Quién es?La voz que preguntó era de mujer. Y él contestó

que necesitaba comer y pasar la noche en algún lugar. La mujer dudó. Si bien era un paraje, no era habi-

tual que de noche llegaran viajeros, pero abrió. Samuel saludó agradecido. La chica le agradó.

Ella se quedó mirándolo. Él vio que más atrás había

Page 17: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

17

una estantería que llegaba hasta el techo y en ella se arrumbaban botellas, sifones, cajones, frascos, latas.

—¿Qué se le ofrece? —dijo la joven.Y él, antes de contestar, miró el piso de madera,

al mismo tiempo que lo capturó un olor a alcohol mezclado con aroma a pan y otra cosa que no podía descifrar. Siguió los olores con la vista, si eso fuera posible, y llegó a ver el pan en unos canastos de mim-bre al lado del mostrador de pino, luego un mármol y una canilla cuyo caño en forma de arco caía hacia la pileta.

Un lavadero de vasos. A un costado, una mesa detrás de otra en fila, cada una con dos sillas. Cuatro mesas al pie de cuatro ventanas. Todo despertaba apetito.

—Necesito comer y pasar la noche, es esto un al-bergue, ¿verdad? Somos dos.

Ella percibió que era buena persona. Podía sentir-lo en el acto. Ver en los ojos, en los gestos, en cómo se dirigió hacia ella. Samuel se quedó esperando la res-puesta de la joven debajo del marco de la puerta del boliche. En eso apareció un señor, entrado en años, poniéndose un delantal blanco y con un escarbadien-tes en la boca. Samuel le hizo un gesto para pregun-tar si podía entrar y el viejo le asintió con la cabeza. Luego la muchacha le dijo al viejo:

—¿Puede quedarse?—¿Podré cenar?El viejo miró a la joven y preguntó:—¿Podrá?

Page 18: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

18

Y ella sin responder al viejo, miró al joven y preguntó:

—¿Lo que haya?—Lo que haya.

Page 19: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

19

UN NIÑO

Samuel fue a buscar al niño, que bajó del auto casi dormido. Se sentaron en la primera mesa situada al pie del ventanal que enmarcaba la llanura frente al boliche. La chica le abrió los postigos como si fuera de día y levantó las cortinas. El camino separaba un campo borroso. Se veían las luces que se desprendían de columnas de hierro y alumbraban la niebla inquie-ta que hacía olas.

Un viejo ventilador en desuso paralizado sobre la mesa. Detrás del mostrador, en el límite del final de la repisa, una puerta. Samuel fijó la vista en las cortinas de plástico de todos los colores, que cuando se abrie-ron dejaron aparecer a la joven con un mantel, platos, pan y cubiertos.

—Las estufas están apagadas, señor, solo tienen brasas —y dirigiéndose al niño—: ¿Tenés frío? ¿Te traigo un vaso de leche caliente?

Page 20: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

20

Samuel reparó en la mano de la joven que apoyó lo que traía en la mesa contigua. Tenía un curioso anillo de oro y plata ancho hasta el nudillo con un grabado que no pudo leer. Ella pasó un trapo sobre la superficie de madera mientras esperaba la respuesta. Puso el mantel. Y la vajilla. El niño no respondió. Apoyó los brazos en la mesa y siguió adormecido.

—No importa, está cálido aquí.—¿Qué va a tomar?Luego ella fue a preparar el pedido detrás del

mostrador. Puso hielo en el vaso trago largo, agregó la bebida y la soda. Luego en los platos, queso, fiambre y papas fritas.

El forastero escribía en una libreta y cada tanto levantaba la vista para ver al niño.

Ella también lo miraba. Él volvió a hablarle cuan-do ella le trajo un plato de fideos con crema y queso.

Más tarde Samuel bajó su equipaje y traspasó la cortina de cintas, cruzó un pasillo oscuro, con olor a humedad. Más atrás, una galería, donde la última puerta verde daba a una habitación con un gran ven-tanal. Un olor a jazmín sorprendió al viajero, que se quedó bajo el marco recorriendo las cuatro paredes con la vista. Adentro estaba agradable.

—Gracias —dijo Samuel cuando ella cerró las cortinas y los postigos. Y no le dio propina porque no quiso ofenderla.

—Si le molesta el olor, los saco. Me pareció que le gustaría este cuarto, es el único que tiene escri-torio y tiene dos camas —aseguró ella tomando un

Page 21: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

21

cuaderno—. Suelo recluirme aquí cuando no hay nadie.

—Puedes tutearme, me hace viejo el usted.Samuel apoyó su libreta en el mismo lugar de

donde ella había sacado la suya. Y le encantó que hu-biera observado que él escribía.

—¿Cómo te llamás?—Lucas —dijo el niño.—¿Y tú? —preguntó Samuel.—Violeta… Si necesitan alguna cosa me avisa.

Puede usar ese timbre.Y se dio cuenta de que lo trató de usted nueva-

mente. A ella le gustaba que él le dijera de tú, porque hablaba igual que los personajes de las novelas que leía. Abrió una lata de caramelos y le convidó a Lucas. Luego se fue. Samuel se tiró vestido boca arriba, apo-yó su vista en las aspas quietas del ventilador, parali-zado él también. Lucas se acostó vestido y sin lavarse los dientes.

Violeta dormía en la habitación que tenía una sola ventana, en la parte nueva de la casa. Para llegar había que cruzar el patio. La puerta de la habitación daba a la otra galería, la nueva, que estaba enfrentada a la de los cuartos que se rentaban.

Page 22: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

22

UNA MAÑANA

Violeta olía el aire. Respiraba profundo. Le gustaba levantarse temprano. Esa mañana salió sin desayunar. Tomó el camino angosto. Había más niebla. Llegó a la escuela. Dejó la moto en el mástil y abrió, como siem-pre, primero el aula de los más chicos, luego la de los niños de primaria. Rápido, fue a la biblioteca. Ventiló. Y se dirigió a la cocina. Preparó el mate cocido y untó pan con dulce de leche, que puso en bandejas. La mañana tenía un sol escondido que se encargaría de disipar la niebla, pero ese manto blanco a ella le gus-taba, aunque el frío haría que en unos días las clases se trasladaran a la tarde.

Los chicos saludaron a la bandera y pasaron al comedor. Antes de empezar las clases desayunaban todos juntos para recuperar el calorcito que se perdía en el camino. Algunos venían caminando o a caballo, otros en bicicleta, y a varios los traían en auto.

—Hola, Corel, ¿cómo está tu hermanita?

Page 23: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

23

—Bien, ya se mejoró, y voy a volver a aprender con vos en tu casa, maestra.

Corel era una niña gitana que por las tardes iba al paraje a hacer la tarea porque su madre no sabía leer ni escribir y, además, con tantos hermanitos no podía ayudarla. El bullicio de la escuela se inyectaba en el campo. Solo había tres maestras. Una de ellas, Estela, directora y a cargo de los grandes. Laura, que era la maestra de los chiquitos y ella, Violeta, que era la en-cargada de la biblioteca.

Estaba por salir al patio por la puerta de la cocina cuando tropezó con Samuel. Violeta gritó y Samuel, del susto, también.

—¿Qué hacés aquí?—Me dijo tu padre que aquí hay Internet, ¿puedo

usarlo?—¿Ahora?—Sí, ahora, por favor.Y Violeta lo acompañó hasta la biblioteca. Samuel

la siguió. Mientras ella sacaba las fundas de la compu-tadora quiso saber:

—¿Cómo encontraste la escuela?—Seguí la huella de la moto.—¿Hola, Lucas? ¿Querés venir conmigo?—Está dormido.Violeta se quedó mirándolos, luego encendió la PC.—Tarda un poco, a veces no hay señal. —Ya he probado con la mía y no hay wi-fi.Violeta se subió a un banco de madera y tomó al-

gunos libros de los estantes de arriba, los puso en una

Page 24: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

24

bolsa; de la misma había sacado otros que colocó en el estante de abajo.

—No hace mucho que tenemos Internet. Hasta hace poco, teníamos computadora, pero no teníamos luz eléctrica.

Samuel escribía y a cada instante levantaba la vis-ta. Luego ella se fue.

Cerca del mediodía, cuando llegaron los chicos a la biblioteca, Samuel estaba todavía allí. Eran las once de la mañana, el sol entraba por el ventanal y los chi-cos se sentaron sobre la alfombra. Ya no había niebla.

—¿Qué nos vas a contar, maestra?—Hoy no les voy a contar, ustedes van a leer li-

bros de la bolsa viajera y luego podrán llevárselos a casa.

Samuel no pudo evitar escuchar.—¿Quién es el hombre, seño?—Un amigo que vino a trabajar —dijo Violeta y

poniendo las manos como para decir un secreto agre-gó—, por eso no voy a contarles.

Un grito generalizado hizo que Samuel dijera:—Si es por mí puedo irme o escuchar, pero no es

justo que los chicos se queden sin cuento —y con un gesto cómplice con los chicos desafió a Violeta, que quedó en silencio.

Lucas fue a sentarse con los niños. Otro grito al unísono y Violeta se tapó los oídos.

—Que cuente sobre la Bruja del Laurel —dijo Corel—, dale, señito.

Page 25: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

25

—¿Otra vez? —Queremos ese, maestra.—Yo también quiero ese, ¿no, Lucas? —rió Samuel

acercándose y se sentó en la alfombra.Hasta el sol que estaba bien arriba asomó un rayo

por la ventana para oír y se metió entre todos. Los chicos esperaban para escuchar el cuento. Algunos se recostaron sobre almohadones.

Page 26: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

26

UNA HISTORIA

Una noche de julio, en plena helada, un hombre golpeó a la puerta de una casa perdida en el medio del campo. El cielo se imponía como un tirano, sin nubes, atestado de estrellas. El viajero tenía una visión limpia de la fachada de la casa que tenía techo a dos aguas con paja arriba. ¿Cómo llegó hasta allí? Nadie lo supo. Pero venía del otro lado del océano. Todos venían de allá. Primera década de un siglo y la gente se zambullía en América. Estaba frente al portillo de alambre, agarrado con una mano a una tranca, con la otra a un poste. Detrás de la casa, el monte. Y en la entrada un laurel. Los perros olieron su presencia, pero se quedaron detrás del tejido, del lado de los árboles. Ladraban como para comérselo. El caminante retiró las manos de la tranca y del poste, porque dedujo que los perros habían desaprobado esa actitud. Se sacó el sombrero y esperó. Podía ver el humo que despedía su boca. Y el frío le castigaba la cara. El aire estaba helado.

Page 27: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

27

Si hasta parecía que tenía filo el viento en aquel lugar. En poco tiempo se abrió la puerta de la casa, y apareció una mujer vestida de negro con un farol en la mano y en la otra una escopeta. La mujer gritó:

—¿Quién anda allí?Y dejando el farol en el piso, apuntó al pecho del des-

conocido que ni se inmutó. Dicen que él le habló en un dialecto romaní mezclado

con árabe. Y ella le contestó en calé. Luego mezclaron cas-tellano. Y del diálogo tapado por los ladridos de los perros, poco se supo. De inmediato, la mujer agarró el farol y después de bajar la escopeta lo invitó a pasar. Fueron por el camino de piedra que iba del portillo a la casa y entra-ron por atrás. Antes de colgar el farol, la mujer le hizo un gesto para que el viajero se acercara a la cocina de leños. Poco importaba si se entendían. Ella dejó la escopeta que el forastero no paraba de mirar.

—Es para los zorros, salen por las noches. El viajero se sentó de espaldas al fuego, y la mujer del

farol destapó una olla de donde salió un vaho a guiso, lo observó, lo olió y volvió a taparlo. Le indicó dónde poner el abrigo solo con una seña. Mientras el forastero se desa-brigó y colgó el gabán en el perchero, la mujer del farol tiró adentro de la olla unas presas de aves que estaban cerca de la marlera y unas hojas de laurel. Le dio ginebra para calentar el cuerpo.

Después de un rato, en silencio, apareció una niña y los tres cenaron sin hablar. Él era un joven apuesto de aspecto desalineado. La mujer viuda que comía en silencio no era mucho mayor que él.

Page 28: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

28

El viajero pidió quedarse esa noche y la mujer lo dejó dormir en el galpón. Había varias habitaciones, pero el hombre tuvo que dormir afuera de la casa.

La madrugada caía de lleno sobre el techo de chapa y la helada se encargaba de blanquear el ramaje de lino seco que colocaban en el techo cada año para menoscabar el calor en verano o el frío en invierno. En la casa, los leños ardían rabiosos. En el galpón, un calentador a com-bustible era lo único que el forastero tenía para calentarse las manos, aunque se había acostado vestido.

Cuando el sol de la mañana llegó, la escarcha se hizo agua y la chapa helada comenzó a transpirar. Las gotas perezosas se quedaban un rato en suspenso, luego caían sobre la cama, por eso la niña se levantó y des-pués de tenderla le puso un plástico para cubrirla como todas las mañanas de invierno. Cuando ya no goteaba el techo, doblaba el nylon y lo ponía arriba del ropero, para tenerlo a mano porque también lo usaba cuando llovía.

Luego encendía la cocina de leños y el calentador. El artefacto tenía la parte inferior de bronce y ella podía ver su rostro en él. Lo lustraba para mirarse. En la casa no había espejos y nunca se había visto entera. La llama azul se elevaba, luego le ponía el filtro negro. El olor del humo se hacía insoportable, se elevaba hasta que la mecha ardía por completo. A veces era ese el olor que ella tenía en el pelo o en la ropa. La niña se llamaba Águeda y desde que había muerto su padre se encargaba de los quehaceres de la casa porque su madre ocupó el lugar del padre en el campo.

Page 29: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

29

La tos crónica de Águeda tenía que ver con las gotas de la helada, con el calentador, con el frío de la noche que entraba por la ranura de la ventana.

Águeda, todas las mañanas, ponía agua en la pava verde que gracias al sarro empezaba a silbar antes de tiempo, y así sabía cuándo el agua estaba a punto para lavarse las manos o para tomar mate.

Luego limpiaba la superficie de la cocina de leños por-que a media mañana tiraba allí trozos de carne que se convertían en churrascos jugosos que comía con pan.

La madre de Águeda salía al campo temprano con un pañuelo en la cabeza, que pasaba sus puntas por debajo de la nuca y volvía a atar arriba, para sentir menos frío, y en verano arriba del pañuelo ponía un sombrero.

El día que estaba el forastero, cuando llegó el medio-día Águeda calentó el guiso que había hecho su madre la noche anterior y le sirvió al hombre, que comió otra vez lo mismo y sin hablar.

Contaron con el tiempo que el viajero buscaba un terreno para plantar naranjas y cuando lo consiguiera traería a su hermano que además sabía cultivar. No mucho después, la madre de Águeda le arrendó un pe-dazo de tierra a unos kilómetros de la casa. Y al poco tiempo, vino el hermano menor que le ayudó con la plantación. Decían los del otro lado del paraje que eran gitanos. Pero, al mismo tiempo, dudaban porque los gi-tanos no se aferraban nunca a un lugar. Algunos comen-taban que la mujer de la casa del laurel había sido un amor del viajero, y que él la había seguido. Pero nada se sabía, en verdad.

Page 30: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

30

Águeda y Algidez (así se llamaba el hermano del via-jero) comenzaron a encontrarse para jugar y conversar. No tenían amigos, no se veían con otros niños.

El forastero y su hermano plantaron naranjas a una distancia de siete metros para que en el futuro las ramas no se tocasen, y cuando las plantas cumplieron seis años, los niños las duplicaban en edad. Justo cuando el viajero, que ya no lo era, dijo que en dos días cosecharían, llegó un frío anticipado. Todos sabían que las naranjas necesita-ban frío para estar a punto con su jugo, pero también era indispensable que la helada no las secara. La madre de Águeda pronosticó una pérdida de cosecha de naranjas si helaba. El frío fuera de época terminaba con las naranjas dulces y jugosas que no están preparadas para ese frescor, aunque las plantas, como crecían, podían soportar cada año un poco más. Abril nunca había sido tan helado y el forastero que ya no lo era dijo que si las naranjas se per-dían volvería a su país de origen.

Por eso los niños, al día siguiente, estuvieron todas las horas pensando en una solución para que no se perdiera la cosecha de naranjas. Y cuando llegó la noche le dieron vida al plan.

Una vez que la madre de ella se durmió, y el hermano mayor de él también, salieron cada uno de su casa para encontrarse. Se juntaron y reunieron tachos de chapa que pusieron al pie de las plantas de naranjas. E hicieron lo que sabían que se hacía con las plantas de manzanas, sin tener idea si les resultaría con las naranjas. Tiraron combustible en cada lata con ramitas de laurel que servía para todo, y encendieron el interior de la lata. Un camino

Page 31: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

31

de fuegos casi sin salir de los tarros, con su llama contro-lada, calentaron un poco las naranjas mientras la helada más grande congelaba el agua de los bebederos de los ani-males. El fuego no solo salvó la plantación de naranjas, sino que le dio la temperatura justa para que conservaran el jugo y fueran las más ricas de la región. El laurel verde crujía al incendiarse y un aroma hechicero salía de las la-tas. La cosecha fue excelente. La mejor. Y nadie entendía cómo las naranjas sobrevivieron al frío, porque los chicos no develaron el secreto. Guardaron las latas y no contaron nada. Decidieron estar unidos para siempre por la com-plicidad. Y se bautizaron brujos. Del naranjo y del laurel.

La campana avisó que el tiempo se terminaba, al instante en que Violeta miró a Samuel y a todos los que estaban adentro de la historia.

Los chicos aplaudían. Querían más relatos. Y tam-bién Samuel.

Corel le dijo a Lucas que la Bruja del Laurel vivía cerca de su casa.

Todos tuvieron que dejar la biblioteca. Samuel volvió a la computadora pero sentía que algo de ese relato lo había seducido. Ya afuera, los niños abriga-dos y con sus mochilas cantaban Aurora para arrear la bandera.

Samuel preguntó a Violeta mientras ella cerraba las ventanas:

—Cuentas muy bonito. ¿Inventas tú las historias?—No. Eso es verdad. Sucedió del otro lado del

camino.

Page 32: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

32

Y Violeta siguió ordenando. Cuando terminó, salió y puso en marcha la moto: —¿Nos vemos en el paraje?

Page 33: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

33

UNA GITANA

Corel, con su cuaderno abierto apoyado en la mesa de azulejos, bajo el álamo plateado, masticaba el lápiz y miraba las flores que Lesa cuidaba con tanto gusto. También observaba un gorrión que entraba y salía de su nido. Luego oía el zumbido de las abejas sobre el bebedero de las vacas. Violeta le recordó que se concentrara y fue con Samuel hasta la tina donde las vacas tomaban agua y la nube de abejas atemorizó a Lucas que volvió adonde estaba Corel. Ella tenía un cuento, cerca del cuaderno, que había sacado de la biblioteca. Y cada tanto lo espiaba porque le gustaba más el libro de cuentos que hacer la tarea. Como su madre no sabía leer ella era quien le leía en la casa a sus hermanos. Su padre sabía leer pero no leía nunca para ellos. El libro que sacaba siempre era su favorito. Tenía tres días para devolverlo. Y era un cuento euro-peo que también era el preferido de Violeta. Las doce princesas bailarinas, se llamaba, y era una historia de

Page 34: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

34

muchas princesas que bailaban todas las noches hasta romper sus zapatos. Corel también bailaba y lo hacía muy bien.

Lucas le preguntó si podía ver el libro. Y ella se lo alcanzó.

Las colmenas estaban todas juntas entre los cardos florecidos, bien al fondo donde el alambrado delimi-taba el lugar de otro dueño.

—¿Siempre viviste aquí? —preguntó Samuel a Violeta.

Y ella contestó que sí con la cabeza. —Solo me fui a estudiar.Lucas miraba el libro y levantaba la vista para vigi-

lar a su padre, a Violeta y a Corel. Luego, se entusias-mó con el cuento. Corel miraba cómo Lucas leía, pero ella tenía que resolver su tarea. De repente, Lucas justo llegó a una página donde la ilustración mos-traba una vieja que tenía poderes igual que la Bruja del Laurel. La vieja del cuento ayudaba a un soldado que iba a intentar, como tantos hombres del reino, averiguar qué hacían las princesas para romper tantos zapatos. Siempre había secretos en los cuentos. Como en la vida.

A Corel también le gustaban los zapatos, como a Violeta. Y tenía zapatos rojos para bailar flamenco. A Corel le fascinaba bailar flamenco, pero sin romper los zapatos.

—¿No conocías ese cuento?—No.—¿No tenés cuento preferido?

Page 35: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

35

—No.Salvador estaba en el boliche. Vera, la madre de

Violeta, cocinaba para la noche. Lesa, arreglaba las plantas. Así eran los días en el paraje. Estela, la direc-tora, apareció de pronto para avisar que no iría a la escuela al día siguiente, y cuando Corel la vio se sentó derecha y se concentró en la tarea, como si estuviera en la escuela. Violeta nunca conversaba así con tanta confianza con los pasajeros, pero Samuel pregunta-ba y era imposible no charlar. Actuaban como viejos amigos. Igual, ella no se atrevía a preguntar.

Se detuvieron frente al colmenar y Samuel esperó a una distancia prudencial que Violeta sacara la miel. Miró hacia la casa y saludó a Lucas que le devolvió el saludo. Las abejas seguían zumbando y Samuel tenía miedo de morir picado por millones de ellas, como había visto en tantas películas.

Violeta era parte de ese lugar y jamás podría vi-vir lejos del campo, el paraje y la escuela. Samuel pensaba que le resultaría imposible quedarse mucho tiempo allí porque hasta se podía oír el aleteo de una mariposa. Lucas y él, tan urbanos como Violeta podía imaginar, solo soportarían unos días.

Violeta volvía de las colmenas con la cobertura para el rostro en una mano y en la otra una canasta con frascos llenos de panes de miel. Caminaron por el sendero que desembocaba en un laurel de tronco partido, donde ella solía sentarse a leer cuando to-dos dormían la siesta. El tronco abanico del laurel desprendía nueve partes como gajos unidos desde la

Page 36: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

36

base, y según Salvador fue gracias a un rayo. Violeta, que conocía la leyenda del laurel, sabía que era impo-sible que un rayo lo partiera porque el laurel protegía de las tormentas. Pero dejaba que su padre contara a cada viajero que el laurel padeció al rayo y por eso tenía el tronco así. De cada tronco salían ramas que se unificaban en la copa. Cuando Samuel pasó frente al laurel poblado de semillitas rojas dijo:

—También tienes un laurel, como tu bruja.—Es que yo también lo soy.Samuel rió. Violeta le alcanzó la miel a su madre y

colgó el cubre rostro de apicultor bajo el alero. Corel también disfrutaba de las tardecitas, del si-

lencio en el paraje; casi nunca iba al pueblo y no co-nocía otros lugares. Imaginaba el mundo parecido al suyo, pero su madre le contó que el mundo era tan grande como nunca podría imaginarlo. Y que sus an-tepasados vinieron del otro lado del océano. Que ha-bían vivido casi en el mismo lugar donde vivieron las princesas de los cuentos que ella traía de la escuela.

Corel miraba cómo Estela tomaba mate con Vera, que cuando vio a Samuel le preguntó por qué Lucas no estaba yendo a la escuela.

Vera, que había sido directora de la escuela antes de Estela, la miró censurándola. Y Samuel le explicó que en su país era pleno verano y con Lucas estaban de vacaciones.

Corel seguía resolviendo tarea, Lucas leía. Hacía frío y Corel estaba sin medias.

—¿No tienes frío, Corel?

Page 37: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

37

Corel dijo que no con la cabeza. —¿Quieres que te ayude?—No, porque tengo que hacerlo sola.Corel no tenía amigos porque los padres de los

chicos de la escuela no dejaban que ningún niño o niña visitara su casa. Y, solo a veces, venía alguien a jugar con ella pero al paraje. Corel era gitana y los grandes les tenían miedo a los gitanos. No a ella. A sus padres. El padre de Corel tocaba la guitarra y ella bailaba. Violeta, en los actos de la escuela, ha-cía que Corel pudiera mostrar cómo sabía bailar con castañuelas, pero aun así las madres la miraban con desconfianza. Corel le enseñaba a las nenas a bailar flamenco en los recreos. Y ensayaba con los zapatos rojos de doble presilla y red en el rodete, tejida al crochet del mismo color. Las redes para el rodete y las chalinas las tejía Vera, que le encanta el crochet. Según qué danzaba usaba abanicos, y cuando se deja-ba el pelo suelto su madre le ponía flores en la cabeza. Su madre también bailaba flamenco y los vestidos que guardaba eran parecidos a los de las princesas bailarinas. A la madre de Corel le gustaban los en-cajes, los volados y los aros grandes, bien de gitana, del color del collar y de los zapatos. También las telas de colores brillosos, algunas con lunares gigantes. A Corel le encantaba que su madre usara enaguas de cintura, de satén, debajo de las polleras. Lesa se po-nía las enaguas enteras, con breteles, las que se veían como vestidos. Corel no usaba enaguas porque era muy chica para eso. Aunque Violeta decía que ella

Page 38: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

38

tenía enaguas de cintura cuando era niña. Águeda también usaba enaguas pero de tela de algodón, grue-sas como los camisones.

Violeta fue al sillón de madera al lado del gomero. El olor a miel derretida salía de la cocina mezclado con el aroma a puchero que Vera preparaba en una olla gigante para la cena. Violeta se encargaba de las mesas, pero como era temprano se puso a corregir la tarea de Corel.

Corel caminaba por el fondo del patio mientras esperaba y el sol se empezaba a meter atrás del cami-no ancho dejando rastros en el cielo, en las nubes, en los montes. Se empezaba a desnudar una gran sole-dad para los viajeros que se hacía notar casi como el horizonte enardecido.

—Está bien, Corel, ya podés irte, pero mañana venís de nuevo.

—¿Puedo quedarme a conversar con Lucas?—Solo un rato que ya anochece.—Puedo llevarla —se ofreció Samuel.—No, vino a caballo. No puede dejarlo.Al mismo tiempo que arrancaban los preparativos

para la cena, los viajeros y campesinos de la zona venían a tomar un aperitivo al paraje. La voz de la radio hablaba de lugares lejanos, se confundía con la de los lugareños que vociferan anécdotas. Lesa, que a esa hora tapaba algunas plantas, escuchó el galope de algún caballo que traía un jinete al bar y se daba cuenta de quién podía ser. Eran años de vivir lo mis-mo a la misma hora. La gente conservaba rutinas que

Page 39: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

39

practicaba toda la vida. Más aún en lugares donde el silencio se fusionaba con la quietud. Silencio que dejaba oír sonidos lejanos como el de los autos que pasan por el camino. Si no llovía dejaban un rastro de polvo que entraba por las ventanas de la casa y se metía por todos los rincones. En un momento del atardecer Lesa veía una telenovela y Corel la espiaba desde la puerta. A Corel le encantaba ver los besos de la telenovela, pero en su casa podía hacerlo cuando estaba sola, porque en su familia no veían besos en la tele en presencia de los chicos.

—¿Puedo llevar a Lucas hasta la tranquera de la Bruja del Laurel?

—No. El abuelo no va a querer.—Yo te pregunté a vos. Y Salvador no es mi abuelo.—No podés llevar a Lucas a caballo si no sabés si

sabe montar.—Puedo enseñarle.—Bueno, si Samuel los deja, solo hasta la tranque-

ra y sin hacer alboroto.Samuel no solo dijo que sí, sino que dejó que

Lucas decidiera. Corel no conocía a nadie que sin preguntarle nada, permitiera a su hijo cabalgar con ella. A veces, algunas madres no dejaban que sus hijos o hijas le hablaran. A ella le daba rabia ver a alguna niña rubia y blanca con madre rubia blan-ca. Pero la rabia no era por la belleza, porque ella tenía lo suyo y su madre también. La furia era por-que las niñas rubias y las madres blancas eran bien vistas en todos lados. Claro que Violeta y su madre

Page 40: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

40

eran blancas, pero distintas. Por alguna razón no discriminaban.

Corel tenía un caballo alazán de crin y cola rojizas. Se lo había regalado su papá cuando cumplió cinco. Lo domaron para que el caballo conociera a Corel y nunca la tiró. A ella le gustaba un caballo todo blanco como el de la tapa del libro de las princesas bailari-nas, pero esos animales eran difíciles de encontrar. Su papá le prometió uno para los quince. Y si no, ella se casaría con quien, sin saberlo, viniera a buscarla en ese caballo blanco. Su padre era dueño de un zaino, y el pelaje era brilloso y oscuro.

Corel salió como un rayo, con Lucas atrás. Escabroso (así se llama el caballo) era un apresurado, como su dueña.

—Despacio, niña —le gritó Salvador con las ma-nos en la cintura en la puerta del paraje—… siempre uno debe estar con el corazón en la boca. Le diré a tu padre.

Cuando Corel se daba cuenta de que Lucas no acompañaba al caballo en el galope le dijo:

—Relajate y dejate llevar, así galopás en ritmo con Escabroso. Si podés hacerlo es como flotar.

Pero cuando el caballo iba para arriba Lucas iba para abajo.

—Te va a doler la cola —reía Corel, que parecía de pluma sobre la montura.

Page 41: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

41

UN CREPÚSCULO

Samuel estaba raro. Trataba de ser objetivo en lo que observaba, sin preguntar. Creía que le vendría bien a Lucas un poco de acción. Pensaba en la extraña rela-ción que tenían todos con Corel. No sabía si extra-ña era la palabra, pero le intrigaba que la incluyeran como si fuera de la familia. Se puso a leer para espe-rar a Lucas. Al rato, ya casi no se veía sin luz. Dejó el libro abierto y pensó lo contrario a lo que había considerado hacía un rato cuando había acompaña-do a Violeta a buscar miel. Y se convenció de que les gustaría a ambos quedarse allí unos días aunque no tuvieran pensado hacerlo.

Violeta, que no estaba habituada a ver hombres leer o escribir, se quedó mirándolo. Su padre escribía cuan-do hacía cuentas. Y los demás que venían al boliche solo leían el diario. Tampoco hablaba de libros con na-die. Los hombres de allí, los que venían al bar a diario, se volvían groseros cuando tomaban algunas copas.

Page 42: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

42

—Con que te gusta Jane Austen —le dijo Samuel esa misma tarde cuando ella esperaba leyendo tam-bién y parecía intranquila.

—Sí, leí este libro muchas veces, pero me gusta releer.

Pero Lesa la llamó en ese instante—No molestes a los pasajeros.—No lo estaba molestando, él me habló.—No importa, tu padre te necesita en el bar. Ya

bastante que Corel se llevó al chico, ¿no?Lesa veía la novela pero cada tanto se asomaba

a investigar todo lo que ocurría. Siempre arreglaba las plantas. Y siempre veía novelas. Y controlaba a todo el mundo. En los momentos de las propagan-das volvía a la galería. Las plantas eran su vida. Les cortaba las hojas feas, se encargaba de modelar su crecimiento. Y en especial se dedicaba a quitarle, muchas veces, las ilusiones a Violeta. Nadie le daba permiso para eso, pero Lesa se lo tomaba. Lesa cen-suraba el amor, la alegría, la lectura, no reía nunca y estaba sola en el mundo. Decían que ocultaba un mal de amor y por eso le molestaba tanto ver a la gente que se quería. Y en su vida no tenía a nadie más que a Violeta y su familia. Lesa era una mujer solitaria que renegaba de su soledad. Una vieja sola que al-quilaba de por vida una pieza. Fue desterrada de la comunidad gitana porque su madre le descubrió una gran mentira. Violeta la conocía desde siempre y sen-tía que a veces la quería, pero Lesa era tan arrogante que otras veces sentía que no. Vera sabía ese secreto

Page 43: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

43

guardado de la mujer, pero Violeta no. Lesa ocultaba algo. A veces se comportaba como alguien que se avergonzaba por un tormento.

Violeta podía explicar qué le atraía de Jane Austen. Quién sabe, ese mundo tan atrás en el tiempo, pero que le hablaba de un universo campesino parecido al suyo, también tenía mujeres que deseaban casar a sus hijas como única meta. O tal vez esa manera de decir con ironía, esa forma de describir sentimientos, sensaciones cotidianas, del contar con descripcio-nes. O la crítica. También la espera silenciosa de las heroínas que guardaban su amor y al final los hom-bres que parecían insensibles se enamoraban en si-lencio. Como Darcy, que finalmente se enamoraba de Elizabeth Bennet, a quien en principio no vio hermo-sa. A Violeta le atraía que los hombres se volvieran románticos. Orgullo y Prejuicio era una novela que ella releía mucho. Esa indiferencia que se revertía en Darcy conmovía a Violeta, aunque ella no quería casarse jamás. A veces Violeta pensaba que había si-tuaciones y personajes que existían en esas novelas porque las escribían las mujeres.

A Violeta también le gustaba el mismo cuento que a Corel. El de las bailarinas. Y a las cinco hermanas de la novela de Austen también les gustaba bailar porque tal vez tenían algo que ver con las princesas bailari-nas. Darcy y el soldado eran hombres fríos al princi-pio, pero finalmente se enamoraban de esas mujeres fuertes. No se parecían a los príncipes espléndidos de los otros cuentos.

Page 44: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

44

Lesa estaba atenta a controlar todos los movimien-tos de Violeta. Salvador no se daba cuenta de que Lesa se metía con su hija. Vera lo sabía, pero tampoco hacía mucho por modificar la situación.

Lesa dijo:—No me gusta el forastero. No me caen bien los

que hablan de tú.Y Violeta le respondió enseguida.—A mí sí, porque es como si se hubiera escapado

de los libros que leo.—Estás llena de pavadas en la cabeza. —Lesa, ¿por qué siempre protestás?Lesa se fue sin responderle y Samuel se acercó.—¿Es tu madre?—No, alquila un cuarto desde que lo recuerdo.—¿Te regañaba?—Sí. Debo hacer lo que ella quiera para que no lo

haga.Y rieron los dos.—Vamos a caminar —propuso Violeta—, de paso

esperamos a Lucas.Y mientras Lesa los observaba maliciosamente,

desde el cuarto, furiosa, los dos salieron por el cami-no ancho hacia el este. Ya la tardecita se convertía en noche.

—¿Sabías que Jane Austen tenía veinte años cuan-do escribió esa novela?

Samuel no se parecía a Darcy. No era tímido. Pero caminaban como los personajes de la novela por el campo.

Page 45: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

45

Como Violeta no respondió, Samuel cambió de tema.

—¿De verdad existen la Bruja del Laurel y el Brujo de los Naranjos? ¿O lo inventas?

—Existen. Y son viejos que viven del otro lado. Todos hablan de ellos, si preguntás.

—Te pregunté a ti.—Se dicen muchas cosas. Es más, ahora deben

tener como cien años, son pocos los que van a visitar-los. Les echan maldiciones a la gente que transita sus caminos, principalmente a los extranjeros curiosos.

—Pero tú has dejado ir a Corel con Lucas.—Sí, pero no pasarán de la tranquera porque les

dará miedo.—Corel no parece tener miedo.—No, pero no llevará a Lucas. Él no querrá.—Claro, porque tú le inculcaste ese miedo hoy en

la escuela.—Bueno, forastero curioso, a ver… ¿Te molesta

que Lucas pasee con Corel? ¿O que se le aparezca la bruja?

—No me molesta nada de eso. ¿Por qué debía molestarme?

—Aquí les molesta a todos.—Donde vivimos está lleno de gitanos.—¿Y también de brujas?—Tal vez. Nunca se sabe.—¿Qué hacés aquí? —Es una historia muy larga.—¿Vas a quedarte mucho tiempo?

Page 46: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

46

—No lo sabemos.De pronto una nube de tierra los envolvió y tragó

al mismo tiempo que un auto a toda velocidad pasó en sentido contrario al que ellos circulaban.

—Esto debería darte más miedo que la bruja —dijo Samuel a Violeta.

—Claro que me da. Por eso esa niña me tiene siempre preocupada, sabe que si ve un auto debe ti-rarse a la banquina.

Y diciendo esto Violeta trepó a un poste de alam-brado para ver si los veía.

—Allá vienen.Violeta no preguntó más. Supo que Samuel via-

jaba mucho por trabajo y ahora había compaginado vacaciones con su hijo. Nada más.

Lucas contó que había cuervos sobrevolando la casa de la bruja. Y Violeta le dijo:

—Eso es porque están preparando algún hechizo. ¿Y salía humo de la chimenea?

—Sí.—¿Ves? Es mejor que no te acerques.Y Lucas voló hacia el paraje y no alcanzó a escu-

char a Samuel cuando dijo:—Eres mala, le fomentas el miedo al niño, y yo

¿qué haré con él? Dime, debes contarme más porque me interesa mucho todo este barullo de brujos.

—No.—Es que quiero saber más.—Mañana en la escuela.—Solo algo para mí.

Page 47: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

47

Y sentados a la orilla del camino Violeta le contó:

La bruja de Laurel no se dejaba querer por nadie. No se dejaba abrazar. Dicen que la madre le pegaba con la escoba. Y que cuando alguien levantaba un objeto, aun en la actualidad, ella no podía evitar la tristeza. De hecho, nadie abrazó nunca a la bruja más que su amigo el brujo. Él sí era un ser cariñoso, y recibió más amor. Aunque se le murió la madre, que era una gitana preciosa que lo amaba mucho. De niño la nombraba y conservaba de ella un brazalete con una piedra azul, que le regaló a la bruja cuando cumplió cien años.

Los gitanos fueron siempre nómades, por eso invertían su dinero en oro, para llevar con ellos las riquezas. Hasta se hacían dientes de oro. Y la madre del brujo tenía mucho oro. Lo primero que se dijo, en estas tierras, fue que el padre del brujo raptó a la madre porque se había enamorado de ella y las familias no simpatizaban. Cuando murió la mujer, el hombre no quiso que la familia de ella conociera a los hijos. El mayor huyó y cruzó el océano. Y cuando consiguió instalarse trajo al hermano menor. El padre no alcanzó a emigrar, murió allá, sin develar el paradero de sus hijos.

—Mmm, me parece que te inventas todo —dijo Samuel arrancando juncos del borde del camino.

Nadie sabía si entre brujos se enamoraron, pero fue-ron y son amigos del corazón, como almas gemelas, eso sí lo aseguraba todo el mundo. Llevaban casi un siglo de conocerse.

Page 48: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

48

Ellos no necesitaban decir demasiado para tener com-plicidad. Llevaban la afinidad en sus almas. Que no era solo porque se habían criado juntos.

Siempre en algún lugar del mundo una persona se pasó la vida esperando a otra, tanto como hay muchos que ya se encontraron.

Los brujos, cuando se dieron cuenta de eso, supieron que nada malo iba a pasarles mientras estuvieran juntos.

Por eso sobrevivieron a tantas adversidades y a ese desarraigo en soledad.

Un día, él le tapó los ojos con un pañuelo y le dijo a ella:—¿Qué crees que es esto?—Piedra —dijo ella.—¿Y esto?—Madera—¿Y esto?—Cuero—¿Y esto?—No sé… es suave y áspero al mismo tiempo.—Toca con las yemas y el reverso.—Es piel de durazno. —¿Y esto?—Esto es… tu piel…Y ahí fue cuando se acariciaron por primera vez.

—Y ahora no cuento más… Y Violeta salió corriendo.—No… No vale… ¿Y qué ocurrió? No me dejes

así con intriga… Era la parte más emocionante.—Mañana…

Page 49: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

49

Violeta llegó corriendo al paraje… el perro ladra-ba. Samuel la alcanzó y la agarró de un brazo:

—¿Qué dijo la bruja cuando tocó al brujo?—Quite, quite, viejo feo… no me toque o lo co-

meré también asado o mejor frito en aceite hirviendo.

Page 50: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

50

UNA FOGATA

Violeta trajo una canasta con naranjas de la última cose-cha, que Salvador almacenó en la despensa del paraje. En algunas bolsitas de arpillera había flores blancas y perfumadas que Lesa preparaba a la manera de Águeda para decorar los ambientes. No había nada más perfu-mado que las flores de las naranjas. Después de expri-mir todo Violeta volcó el jugo en una jarra de vidrio.

—Los jugos de naranjas de estos lugares son los más ricos del mundo —dijo Samuel al mismo tiempo que hacía lugar para la jarra que le daba Violeta—. ¿Puedes traer agua para Lucas?

—¿Cómo habrá aparecido la primera naranja? —preguntó Lucas.

—Debe haber venido con Colón —dijo Samuel—, o de Asia. ¿Sabes, Lucas? Me gustaría tomar fotos a la Bruja del Laurel y al Brujo de los Naranjos.

—No —dijo Violeta mientras servía el jugo a Samuel—. Las naranjas no vinieron con Colón.

Page 51: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

51

Vinieron de China. Ahora te traigo agua, Lucas. ¿No te gusta el jugo? Y tampoco será posible sacarles fo-tos, por favor.

—Iremos en son de paz y Corel será la guía.Y Lucas, atascado de alegría, dijo:—¡¡Bravo!!Violeta creyó que estaban por meterse en un lío. Y

se dio cuenta de que Samuel no era su amigo, que era un pasajero del hospedaje y que ella nada podía hacer para impedir que fuera allí pero creía que si lo hacía la traicionaba un poco. Porque de no ser por ella los cuen-tos de la bruja no le hubieran llegado. Violeta sabía que a la bruja no le gustaban las fotografías. Y no dijo más.

Page 52: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

52

OTRO DÍA

Ya en la escuela Violeta comenzó su rutina. Lucas estaba con ella para usar Internet y escribirle a su ma-dre. También había llegado Corel y los dos ayudarían a servir el desayuno.

Era miércoles. Tres días para el fin de semana. A Corel no le gustaban ni los sábados, ni los domingos. En cambio, disfrutaba de los días que iba a la escue-la. Nunca llegaba tarde. Y eso que vivía lejos, en el extremo del camino ancho, y casi nadie la invitaba a subir a un auto porque era gitana, salvo que algún fo-rastero pasara justo cuando empezaba a andar con su guardapolvo blanco y la cartera de cuero marrón, con hebillas, regalo de su abuela. No siempre iba a caballo a la escuela porque los chicos lo asustaban y porque le gustaba llegar con el delantal sin que lo embolsara el viento. Cuando hacía calor y no le quedaba otra que ir a caballo, sobre todo en la primavera, Violeta le guardaba el delantal blanco en la biblioteca y Corel

Page 53: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

53

se lo ponía al llegar y se lo quitaba antes de irse. A ella le gustaba ir a la escuela porque era el único lugar donde veía a chicos y chicas de su edad. Por eso su día preferido era el lunes. Su madre no había ido a la escuela y no entendía que a ella le gustara. Su madre no había estudiado, primero porque los padres no se asentaron en ningún lugar, y de tanto ir de un lado a otro, no hubo tiempo para clases. Segundo, porque esos mismos padres no querían que sus hijos se jun-taran con payos. Era una manera de prevenir amores no deseados y evitar dolores de cabeza.

El padre de Corel rompió con la tradición de no asentarse en un lugar. Y se afincó cerca del paraje y para eso se dedicó a la cría de caballos. Compró una casa que era vieja, pero grande. Tiró las paredes in-teriores y quedó, o parecía, inmensa. Hasta se podía entrar a caballo adentro, de haber querido. Corel te-nía fascinación por los caballos y por las puertas. En su campo había muchos caballos y pocas puertas. Le gustaba el cuarto de Violeta. Cerrar una puerta y que-darse del lado de adentro sin que nadie molestara de-bía ser un acto de verdadera libertad. Las puertas para ellas traían libertad e intimidad. A Corel le gustan algunas costumbres de payos. Se había contaminado, decía su madre disgustada. Payos y gitanos, unos y otros, hacían cosas diferentes. Los gitanos, por ejem-plo, no visitaban a los médicos. Consultaban brujas. La mamá de Corel iba a la casa de la Bruja del Laurel cuando alguien de la familia estaba enfermo, pero en la escuela nadie se animaba a preguntarle a Corel si

Page 54: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

54

veía a la bruja. Los payos exageraban todo. Querían llenarse de cosas, de muebles, de remedios, y Corel estaba en el medio de los dos mundos.

Corel ayudaba a domar caballos. Le alucinaba ver los potrillos recién nacidos. El padre no anotaba la edad de los caballos porque le miraba los dientes y sabía qué tiempo tenían. Pero, por sobre todo, re-cordaba los meses de nacimiento. Corel heredó esa pasión. Y era tan libre como su padre. Corel signi-ficaba arena. Ella tenía la piel color arena. Era una niña que no hablaba con casi nadie, pero sí lo hacía con Violeta. Vestía como gitana pero sin pañuelos porque los pañuelos los usaban las mujeres casadas. Nadie le preguntaba si era gitana, pero muchas veces le huían.

Corel escuchó una conversación de Lucas y Valentín desde el baño de las mujeres. Por eso se puso en la puerta a esperar que los chicos salieran y les dijo:

—Los brujos no son malos, pero es verdad que comen chicos cuando no les caen bien.

Y se rió para adentro cuando vio la cara de los dos. Le dio un poco de pena Lucas porque le parecía un payo lindo, pero le daba bronca que le preguntara sobre la bruja a Valentín y no a ella.

A la hora de biblioteca, Violeta contó:

Las primeras naranjas salieron del sur de China, lle-garon a Europa y de ahí a América.

Page 55: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

55

Cuentan que Luis XIV había mandado plantar na-ranjas en Versalles, porque le encantaba comer pato a la naranja. Tenía plantaciones móviles para protegerlas del frío. Y cuando helaba resguardaba sus plantas en los invernaderos. Le gustaba la ensalada de hinojo y rúcula con gajos de naranjas.

El nombre naranja venía de la lengua hindi y signifi-caba perfume adentro.

Cuando Águeda y Algidez tenían quince años, las na-ranjas estaban en su mayor plenitud.

Un año llegó al campo de los naranjos el virus de la tristeza, desde Asia (se supo después). Para que los árboles tuvieran salud tenían que tener las fibras y las venas sanas. Pero los bichos atacaron esas zonas. Entonces, las pobres plantas perdieron elasticidad y envejecieron de golpe. Los pulgones comieron hojas desaforados y las que sobrevivie-ron se enroscaron. Los tallos aparecieron perforados. No se podía matar a esos pulgones con nada. Unas pocas plantas solamente sobrevivieron y florecieron. Eso alertó a la madre de Águeda que pensaba que florecer fuera de época traía desgracias. El virus de la tristeza atacó a las naranjas y en un mes muchas se murieron, no pudieron recuperarse.

Algidez y Águeda visitaban las plantaciones a diario. Hablaban de ellas. Les hablaban a ellas. Cuando se corrió la voz que las plantas tenían el virus de la tristeza y ese año no habría cosecha, la madre de Águeda enfermó. Y fue apagándose como las plantas.

La mujer murió. Algidez le hizo una corona con flores de azahar. Porque era una tradición árabe que simbolizaba en las flores la pureza.

Page 56: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

56

Águeda y Algidez arrancaron los árboles infectados, los que se secaron e hicieron una fogata. El fuego purificó el do-lor que crecía a pesar de la dureza y la frialdad con que la mujer había criado a su hija. Ambas se querían pero no lo dijeron nunca. Ni la madre a la hija. Ni la hija a la madre.

Cuando los vecinos vieron la fogata pensaron que era por el día de San Juan. Era 24 de junio y por lo tanto in-vierno. Pero ellos no eran cristianos. Varias noches largas pasaron alrededor del fuego. Y Águeda ese día comprendió que el resto de su vida haría fogatas en los aniversarios de la muerte de su madre. En la noche más larga del año la tristeza parecía más profunda. Cuando alguien moría la desolación era inevitable.

Águeda estuvo amargada, pero Algidez la acompañó en silencio, como acompañaban los brujos buenos. Ese día de junio, porque no fue casualidad que fuese junio, cuando el brujo confesó que nunca había tenido tanto frío, ella entendió que pasara lo que pasara, nada, nunca se inter-pondría entre ellos. Ese día, en silencio, sin que ni siquiera él lo supiera, ella le juró amor eterno.

Ellos no necesitaban decirse todo como la mayoría de las personas. Ellos podían decirse sin decir, entenderse sin hablar, saber qué le pasaba a uno y a otro sin contárselo, que para algo eran brujos. Porque para ellos el silencio no era ausencia de pensamiento, sino un lugar de encuentro para sus convicciones.

Page 57: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

57

UN PASEO

Águeda tenía una habitación especial donde guarda-ba cosas secretas para el resto de las personas. Nadie sabía qué escondía allí, pero ella pasaba horas en ese cuarto. Lucas y Valentín, ayudados por Corel, de-cidieron que iban a entrar cuando la bruja saliera a visitar al brujo la tardecita del jueves. Los chicos se habían enterado de ese secreto por Corel, que se en-cargó de organizar todo. Valentín pasó por el paraje en su caballo a buscar a Lucas y luego se encontraron con Corel.

Corel sabía que Águeda iba a la casa de Algidez todos los jueves acompañada por los perros. Nunca cerraba la casa. Tampoco lo hacía Algidez cuando visitaba a su amiga.

Con un prismático que se pasaban unos a otros escondidos atrás de los cardos, cerca de la tranquera, vigilaron cuando la bruja —con un sombrero de paja y toda vestida de negro con un palo de bastón— los

Page 58: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

58

perros por detrás, salió de la casa y se fue bordeando el monte. Caminaba por un sendero que se había hecho de tanto pisar. Avanzaba lento porque no tenía apuro. Y porque estaba vieja. Pero conservaba una agilidad propia de las personas de campo, a pesar de los años que tenía.

Desde el lugar donde estaban escondidos no se veía el detalle, pero divisaban la imagen de la bruja caminando en el medio del campo mientras el viento le hamacaba el pañuelo que ella había atado debajo del sombrero. Como hacía su madre. Tardó un buen rato en llegar.

Cuando llegó a la casa del brujo golpeó las manos. Como él no la escuchó, ella con el bastón aporreó una lata que el brujo tenía sobre el portillo.

Desde el otro lado los chicos se pusieron los som-breros, también. Dejaron el caballo de Valentín atado a un árbol. Y los tres montaron el de Corel. Corel dijo que Lucas se sentara en la montura y pusiera los pies en los estribos. Valentín quedó un poco sobre el pelo. Y ella cabalgaba totalmente en pelo. Pero era la res-ponsable de los dos. Ellos no se sentían tan a gusto al ser protegidos por una chica, pero estaban en terreno ajeno y querían llegar a destino.

Entraron al camino privado y cuando ingresaron al parque de la casa de Águeda, escondieron el caballo de Corel detrás de unos fardos de alfalfa apilados. Al cuarto secreto de la bruja se entraba por detrás de la casa. En la puerta de esa despensa el piso de tierra era cucha de perros. Allí vivían y cada uno hacía un pozo

Page 59: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

59

con el cuerpo. Allí dormían tirados. Ahora estaban solo los pozos porque ellos acompañaron a la bruja. El olor a perro era insoportable aunque no estuvieran. Algunas calas salvajes contradecían el paisaje porque ahí cerquita pasaba un desagüe de la cocina y las ca-las crecían en el medio del barro. La cala era la flor preferida de Algidez. A él le gustaba la piel de la cala. La cala era venenosa, les dijo Corel. Y no había que llevarse las manos a la boca si se tocaba la flor y me-nos si se desintegraba el estambre amarillo del medio. Los chicos no supieron si eso era verdad, pero por si acaso no tocaron. La cala necesitaba mucha agua para crecer, pero una vez que florecía resistía cualquier sequía. Ese era un comportamiento brujo, contaba Corel. La cala era como un embudo blanco. El tallo fibroso no se cortaba con nada. A la bruja le duraban mucho las calas en agua porque cortaba el tallo con tijeras y en diagonal. Corel intentó cortar uno con la mano pero fue imposible. Parecía un junco carnoso y duro. Fibroso como un músculo.

Había una noria al costado de la casa. Las aletas no paraban de girar cuando los chicos estaban por entrar a la despensa. El ruido del agua daba sensación de paz. Aunque estaban inquietos. Corel dijo que allí, en esa bodega, la bruja hacía sus pociones mágicas. Había también una olla gigante arriba de un brasero.

—Ahí cocina los chicos —sonrió Corel.Los chicos la miraron. —Las brujas en la vida real no comen chicos, ton-

tos. Eso pasa en los cuentos.

Page 60: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

60

Y Valentín también sonrió. Y luego le dio tos. Tan fuerte que un loro que estaba en la ventana casi en el techo del lugar, cerca de un ventiluz, dijo:

—¡Tonto!Quedaron inmóviles.—¡Tonto!Lucas se dio cuenta de que era un loro y por mie-

do a que se le viniera encima miró a su alrededor qué podía agarrar por si tenía que defenderse, pero Valentín, que le adivinó la intención, lo tranquilizó. Y buscó un trapo con la caña que encontró allí, que luego se dio cuenta de que debía estar para desengan-char el calabocito del loro. Y enganchó el trapo con la caña y lo tapó.

Todas las paredes tenían estanterías y en ellas ha-bía frascos de diversos tamaños. Redondos, largos, cuadrados, triangulares, ovalados. Algunos tenían eti-quetas que los identificaban. Lucas agarró uno amari-llo con tapón redondo y que no decía nada. Sólo un papel blanco adherido. También había mermeladas.

Lucas sacó el tapón, que no se cayó porque estaba unido al frasco con una cadenita, y dijo:

—Huele fuerte. —A ver si es veneno.—Pero es rico el olor.—¡Tonto!—Loro metido.—¡Tonto!Y Lucas tapó el frasco y se lo puso en el bolsillo.

Disfrutaba de seguir mirando el lugar.

Page 61: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

61

También había bolsas de cartón marrón, estas sí con etiquetas. Algunas eran de semillas, otras de ho-jas para té. Y Lucas observaba cada cosa porque era como estar adentro de un libro de cuentos. Poleo, cola de caballo, menta, flor de hinojo. Ruda, ajenjo, manzanilla, ojo de gato. Los olores mezclados.

Se decía que la bruja curaba todo, y aquello pare-cía un depósito de medicinas naturales.

Lucas intentó agarrar otro frasco cuando Valentín dijo:

—Basta, nene, eso es robar.—Si hay muchos. No va a darse cuenta.—Es robar, igual. —No es robar, agarré un frasquito de curioso,

ahora lo dejo —y Lucas alumbró el techo con una linterna y de pronto vio un búho que lo miró fijo.

—¡Ayyyyyyyyyyyyy!Y después de gritar salió corriendo y los demás,

que no sabían por qué gritaba, por si acaso, salie-ron tras él. Valentín cerró la puerta y corrieron en dirección a la parva de fardos donde habían dejado el caballo.

—¡Tonto!Corel no alcanzó a decirles que había un búho

embalsamado. No le dieron tiempo. Y antes de que ella desatara el caballo, los chicos ya corrían por el camino.

Cuando los alcanzó los dos subieron y galoparon como si el viento los arrastrara en su mejor torbellino, hasta donde estaba el caballo de Valentín.

Page 62: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

62

—No los entiendo, pero así son los chicos payos. Me cansaron —y Corel se fue sin despedirse.

Lucas tenía el frasco que no había podido devol-ver. Había decidido dejarlo. Juró que iba a dejarlo. Pero era el destino, sin dudas, se dijo, lo que hizo que lo conservara. Y se conformó pensando que uno nun-ca se quedaba con un objeto que no debería tener.

Cuando Corel lo dejó se sentó en la galería al lado de su padre, que escribía. Salvador dormía una siesta. Lesa arreglaba las hortensias. Lucas decidió no contar. Y se fue a la habitación a esconder el pequeño tesoro mientras se preguntaba si eso era robar. Si eso fuera robar todos alguna vez debieron haber robado, pen-só. Destapó el frasquito. Inspiró lento. Era un aroma precioso, no podía ser veneno. Y puso el dedo en la boca del frasco, lo empapó y lo pasó por un pañuelo a ver si ensuciaba. Solo dejó una huella de humedad que se secó al instante. Y el pañuelo olía riquísimo. El aroma era casi el mismo, tal vez un poco más sua-ve en la tela que en el frasco. No había dudas. Era perfume. Y se puso en la piel. ¿Y si era perfume de mujer? Si era para mujer se lo llevaría a su madre de regalo para el día de las madres. Sintió nostalgia por su madre. Mañana le escribirá un mail y le preguntará si eso fue robar. Con su madre estaba acostumbrado a hablar de todas las cosas.

Se tiró en su cama. Extrañaba también a sus ami-gos. Y le asombró un poco, ahora que lo pensaba, esa idea de su padre de pasar por aquel lugar y no querer irse. Él sabía que cuando su padre terminaba

Page 63: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

63

de tomar las fotografías tenían un par de semanas de vacaciones, pero nunca habían planeado antes que-darse en una posada en el medio del campo, aunque aquello a su padre debía hacerle muy bien. Vivía re-clamando tranquilidad y allí todo estaba quieto. No para vivir porque ellos estaban acostumbrados a la ciudad y no veía la manera de sobrevivir demasiado tiempo en el campo. Para descansar un poco, nada más. Eso le había dicho Samuel.

Page 64: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

64

UN SUSTO

Para Salvador las tardes en el paraje solían ser movi-das después de las seis porque muchos vecinos ve-nían a tomar un aperitivo. Ese tipo de estrés era un bálsamo para Samuel, acostumbrado a otro estrés de la ciudad. Violeta ayudaba a Salvador y las mesas del boliche se ocupaban con personas que conversaban, contaban anécdotas, historias pasadas, jugaban a las cartas.

Esa tarde Samuel se incorporó a la charla y todos le querían contar historias como siempre hacían con los forasteros. A Samuel, casi como a Lucas, le interesaba mucho que le hablaran de la Bruja del Laurel; pero no sabía cómo hacer para que le contaran sobre ella.

—¿Y qué le parecen estas tierras, joven? —pregun-tó uno de los hombres que recién llegaba al boliche.

—Buenas tierras. Dicen que propicias para el cul-tivo de naranjas, ¿no?

El silencio se hizo espeso como una mermelada.

Page 65: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

65

—Bueno —dijo Samuel dándose cuenta de que había sido muy directo—, dicen que de esta zona sa-len las más ricas naranjas.

—Sí, pero también tenemos otras cosas, no solo naranjas —aseguró Salvador, que miró a Violeta maliciosamente.

—Es un gran negocio tener naranjas, pero no he visto ninguna plantación todavía desde que estoy aquí, me han dicho que hay que atravesar el otro lado.

—Si se anima —amenazó uno de los hombres que estaba desde hacía rato y llevaba varias copas de aperitivo.

Violeta trajo quesos en una gran tabla y ni miró a Samuel. Samuel creía que Violeta inventaba algu-nas cosas. No se explicaba por qué tanto misterio. Además, imaginaba que de la nada, en ese lugar, se inventaba un mundo. Una cosa insignificante, en una comunidad muy cerrada, podía ser más importante que algo serio de verdad. Casi podría decirse que vi-vían aislados de los problemas del mundo. Luego de la picada se iban a sus casas y, al día siguiente, al alba se levantaban para trabajar. Lo hacían de sol a sol y luego pasaban por el boliche. Miraban el mundo por tele-visión y se sentían privilegiados de estar a salvo. De tantas cosas. Y vivían contando. Contándose historias.

Todavía festejaban los cambios de estaciones con bailes. Cuando llegaba la primavera organizaban par-tidos de fútbol por las noches con equipos de parajes y pueblos vecinos en la cancha que Salvador tenía atrás, cerca del corral, con columnas de alumbrado.

Page 66: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

66

Con las lluvias de primavera la escuelita solía inundarse y cuando eso sucedía iban todos a sacar el agua y a limpiar. Cuando la sequía se instalaba meses, salían todos a regar los caminos para que no volara tanta tierra con el paso de los autos. Y cuando alguien necesitaba dinero hacían ferias para vender comida para recaudar. Y así juntaron para comprarle una bi-cicleta a un chico que vivía muy lejos de la escuela y no iba porque no tenía cómo llegar. Y cambiaron las luces del camino. E hicieron un mástil nuevo para el patio de la escuela. De todo eso se enteró Samuel en la tarde del aperitivo.

Samuel fue hasta donde estaba Violeta. —Violeta, necesito saber si Lucas puede quedarse

en el paraje mientras yo recorro lugares durante una parte del día. Puedo pagarle a alguien. Porque decidí que nos quedaremos aquí unos días más, hasta que finalice mi trabajo.

—Claro —contestó ella— pero no es necesario pagar nada. Será un placer estar con él y tenemos a Corel en caso de necesitar ayuda.

—Tomaré el paraje como referencia e iré desde aquí a otros lugares. Volveré para la cena y a dormir —dijo Samuel—; hace tiempo no m e sentía tan a gusto en un sitio.

Cualquiera habría sospechado de ese bienestar y repentino interés en quedarse de Samuel. Pero Violeta no.

—Voy a ver si Lucas quiere tomar algo —es todo lo que a Violeta se le ocurrió como respuesta y salió

Page 67: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

67

del boliche. Atravesó las cortinas. Cruzó el patio y vio desde lejos que la habitación de Lucas tenía la puerta abierta. Golpeó igual y no esperó respuesta para en-trar. Encendió la luz y se dio cuenta de que algo no andaba bien.

—Lucas… ¿qué pasa? ¿Llamo a tu papá?Y se sentó en la cama para conversar con él.

Cuando le pidió que la mirara vio que tenía la cara muy hinchada.

Lucas tenía una reacción alérgica. Violeta salió co-rriendo en busca de Samuel.

—¿No hay ningún médico cerca?—No, pero sí está Alberta, la enfermera, que vive

en la casa que está a un kilómetro.—Voy a buscarla —gritó Samuel.—Voy yo. Quedate con él.Violeta fue por la moto y salió.

Alberta llegó de inmediato con su valija.Le inyectó a Lucas un antialérgico y en un rato

empezó a sentirse mejor.Violeta le pidió a Lesa que la reemplazara en el

boliche.—Pero me debés una, nena. Mañana tendrás que

pintarme las uñas de los pies, de las manos y teñirme el pelo.

Violeta le prometió que sí. Samuel llevó a Alberta a su casa luego de que Lucas

mejoró. Y regresó a la habitación cuando Violeta inte-rrogaba a Lucas.

Page 68: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

68

—Algo debiste comer, Lucas, pensá. ¿Te dio algo Corel?

Lesa en ese instante llamó a Violeta, que a su pesar se tuvo que ir, y Samuel por fin pudo quedarse a solas con su hijo.

—No comí nada papá, en serio, juro, pa.Más tarde, cuando Violeta pasó a verlo de nuevo a

Lucas, que estaba solo, él le preguntó:—¿Sabes si hay perfumes que dan alergia?—Supongo que cualquier cosa puede dar alergia

si una persona es alérgica. ¿Qué comiste, Lucas?—No, no comí nada, me puse un perfume.—¿Uno que trajiste de tu casa o compraste acá?—Fíjate en mi mesa de luz.Y Violeta vio un frasquito que le resultó familiar.

Lucas le contó lo que habían hecho a la tarde en la casa de la bruja.

—No sabes todo lo que tiene, tendrías que ir a ver.—Lucas, pero eso propiedad privada. No se pue-

de entrar a la casa de alguien solo por curiosidad, no se hace. ¿Con quién fuiste?

—Yo quiero investigar si es bruja de verdad. ¿Me vas a acompañar la próxima? No le cuentes a mi papá.

—No, Lucas, pero es mejor que le cuentes vos, porque no es justo que lo preocupes con cosas que podés evitar.

Lucas pensó que se equivocó al confiar en Violeta y se dio vueltas para hacerse el dormido.

—Los grandes son todos iguales.

Page 69: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

69

—¿Qué?—Creí que eras de confiar.—Hace tres días que nos conocemos, Lucas, y creí

que eras un chico prudente. Si trajiste algo que no es tuyo vas a tener que devolverlo. Corel te llevó, ¿no?

—No es culpa de Corel. Lucas quedó asustado y enojado. ¿Cómo iba a

devolver el frasco de perfume? ¿Y si la bruja lo ha-cía caldo? Cuando Violeta se fue de la habitación Samuel, que estaba por entrar, no lo hizo y camina-ron juntos.

La noche estaba estrellada. Fueron hasta la planta de naranjas. Violeta no se dio cuenta de que Samuel se dirigió allí a propósito.

—¿Es alérgico a todo Lucas?—A algunos alimentos. Como frutillas, tomates,

naranjas.—¿Naranjas?—Bueno, en realidad el polen le da alergia, no

tanto si las ingiere, pero por si acaso no le dejo comer las frutas.

—¿No creés que lo protegés demasiado?—¿Y qué sabes tú de criar niños?—Soy maestra. —Siempre fue alérgico.—¿Y la madre de Lucas, está en el país?—No. Él vino conmigo aprovechando sus vaca-

ciones. Lo veo poco durante el año. Vive con ella y me pareció oportuno que viajáramos juntos. Dos se-manas de trabajo, luego descanso.

Page 70: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

70

Y el silencio los envolvió como si fuera un velo. Violeta se preguntó en qué semana de ese itinerario estarían.

Page 71: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

71

UN NIDO

Esa noche, cuando Águeda llegó a la despensa para guardar algunas cosas que había traído de la casa de Algidez, el loro no paraba de decir:

—Tonto, tonto, tonto.Águeda habría jurado que no había tapado a Chelo

(así se llama el loro), y le dijo:—Pobre niño, ¿esta madre no lo destapó hoy? ¿Se

aburrió toda la tarde a oscuras?—Tonto, niño tonto.Y Águeda no tuvo en cuenta las palabras de Chelo.

Aunque algo no andaba como siempre. Podía oler la inquietud. Había un desorden en los perfumes. Un frasco caído. Culpó al búho embalsamado que asus-taba a los pájaros que entraban a la despensa y salían llevándose todo por delante.

—¿Otra vez ratas en el sótano, Chelo? ¿O fue búho enojado? Pero ¿qué pregunto?, si estabas tapa-do, niño tonto.

Page 72: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

72

—Niño tonto, niño tonto.No muy lejos, Algidez se acostaba escuchando

una música en la radio que lo tranquilizaba. Apoyaba la cabeza en la almohada y recibía esa sensación que deparaba el cojín blando y la funda limpia. Hundía la cabeza en la almohada como si fuera un pajarito en su nido. Algidez recordaba que cuando era niño curaba a pajaritos que se caían de los nidos. Si se curaban le venía una sensación de bienestar, una alegría por de-volverlo al nido con los suyos.

Esa sensación de volver a un nido fue la que tuvo cuando conoció a Águeda. Y cuando estaba con ella era lo que más le gustaba de la vida.

Samuel sentía algo parecido con Violeta. Pero lo incomodaba Lesa. También Violeta se sentía turbada por Lesa. Y Lesa por todos. ¿Podía una persona des-pertar en todos, o casi todos, esa molestia? Esa era la diferencia entre Águeda y Lesa, pensaba Violeta. Solo que las personas juzgaban a Águeda. Lesa estaba incapacitada para querer y le costaba ser querida. Era peor no querer que no ser querida, pensaba Violeta.

Page 73: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

73

UN RECUERDO

No todos los recuerdos eran para traerlos en cual-quier momento. Pero había algunos que hacían bien. Violeta tenía lindos recuerdos de la infancia. Lo más lindo de su niñez eran las carcajadas de los adultos en las madrugadas de verano que mateaban en la galería cuando la luna y las estrellas alumbraban tanto que no había necesidad de encender ninguna luz.

La risa que distendía el rostro de su madre, lo ali-viaba todo. Era un remedio para cualquier dificultad. El buen ánimo ahuyentaba a la llorona. La llorona era una mujer que andaba por las noches llorando a sus hijos muertos en algún río. También a veces se veía la luz mala y decían, en esas noches de mate amargo, que a lo lejos se oían los gitanos que venían a visitar a la Bruja del Laurel. Violeta se crió con mucha curio-sidad por la Bruja del Laurel y cerca de los gitanos. Solía dormirse pensando por qué la gente le temía a los gitanos. Cada vez que llegaban al almacén, Lesa

Page 74: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

74

la escondía, porque a su vez ella necesitaba ocultarse por algo que había hecho, imperdonable para los gi-tanos. Y le decía:

—Callate, nena, que ellos se llevan a los chicos. Violeta vivió los problemas que su madre, en épo-

cas en que era directora del colegio, había tenido con la gente de los campos vecinos por admitir en la escuela a un chico gitano. Los campesinos estaban llenos de miedo por habladurías que arrastraban de boca en boca sin saber si eran ciertas. Su madre había enfrentado a todos los padres de los chicos que en esa época estaban en la escuela y les dijo:

—Si alguien me da una sola razón para no aceptar al niño gitano lo conversaremos. Pero necesito un ar-gumento razonable.

El silencio fue la respuesta más deliciosa para Violeta, que escuchaba. Y no fue lo único que hizo Vera, su madre, por los chicos gitanos. También iba a las casas para pedir que los enviaran a la escuela. Las gitanas le contaban a Vera que estaban cansadas de que las madres tomaran a los niños de la mano cuando las veían. Y las mujeres payas temían que las gitanas qui-sieran leerle la mano sin autorización. No había nada más inquietante que una gitana que olía el temor. Y ellas tenían el arte de leer la mirada y los suspiros.

Cuando Sinhué, el niño gitano, empezó a ir a la escuela se hizo amigo de Violeta. Y fue él quien le contó de la Bruja del Laurel. Su madre lo llevaba con ella para curarle el mal de ojo. Sinhué le contó que ella vivía en una casa donde todo estaba quieto y de

Page 75: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

75

noche la iluminaban las velas que ella misma fabrica-ba. Tenía muchas velas perfumadas y la casa estaba llena de alfombras para tenderse en cualquier sitio. El mal de ojo, le había contado Sinhué a Violeta, lo provoca la gente de tanto mirar mal y era como un hechizo. Al mal de ojo lo hacía quien miraba enojado. O con envidia. O con maldad, que es lo mismo que la envidia. Águeda, ni bien veía a Sinhué, decía:

—Este chico está ojeado. Y lo sentaba en una alfombra. Le ponía un plato

hondo delante, le vertía agua limpia de la bomba y luego chorros de aceite. De inmediato, ella se con-centraba en el agua del plato y Sinhué no sabía si era magia o no, pero lo cierto era que se formaban ojos de aceite en el plato con agua. Águeda aseguraba:

—¿Ves? Ahí están los ojos que te han mirado mal.Y tomaba un cuchillo y los atravesaba. Luego le

tiraba sal.—Todo el mundo sabe que el agua y el aceite no se

juntan —le dijo una vez una maestra a ambos cuando Sinhué le relataba a Violeta la cura del mal de ojo de la Bruja del Laurel. Y Violeta no sabía bien si lo decía por el plato con aceite o por ella y Sinhué.

—Tenés que llevar ruda en el zapato, Violeta, para que las brujas malas no te hagan daño —intentaba protegerla Sinhué.

Y allí fue la maestra que no supo si el niño se refe-ría en general o a ella.

Violeta escuchaba y no tomaba partido. Ni se su-mergía en el mundo de los hechizos, que la seducía

Page 76: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

76

muchísimo, ni se quedaba del lado de enfrente sin creer nada. Ella lo vivía como un cuento. Y luego con-taba las historias.

—¿Sabés, papá, como nos dicen los padres de Sinhué a nosotros? Payos.

Y Salvador seguía haciendo su tarea. —Y tienen una estampita de una Virgen negra que

se llama Montserrat y es una Virgen que fue encontra-da por chicos pastores, me contó Sinhué.

Violeta aún de adulta conservaba algunas cosas que le había regalado Sinhué. Sinhué extrañó mucho a Violeta cuando ella se fue a estudiar a la ciudad. Ahí comprendió que eran diferentes. Antes de irse, Violeta recibió un regalo del gitano que la dejó estu-pefacta. Era un anillo con palabras en oro.

—¿A qué no sabes qué dice?—No… no sé.—Dice una cosa en calé.—¿Y me vas a decir?—Cuando vuelvas.Pero a su regreso Sinhué estaba casado con una

mujer que conoció en una fiesta gitana, Soleá, la chica más linda que había visto en su vida. Y pronto nació Corel. Violeta jamás se sacó el anillo. Cuando se reci-bió y volvió al paraje y se enteró de lo sucedido, ya no quiso saber qué decía aquel grabado. Y pensó que por algo no pudieron estar juntos. Sinhué no la esperó. Tal vez esa herida fue una de las más grandes de su vida. Y ya no pudieron conservar la amistad. Él ya no

Page 77: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

77

venía más a conversar con ella en las noches de luna llena, ni la invitó más a cabalgar en su caballo zaino.

Era casi el amanecer cuando Samuel golpeó la puerta del cuarto de Violeta.

—Vi que tenías la luz encendida, por eso llamé. —¿Cómo está Lucas?—Bien. Duerme.—¿Sabés, Samuel? No debés decir que te dije,

pero creo que Lucas tiene que contarte algo.—¿Qué es, Violeta? No me asustes. —Calma. Solo dale la oportunidad de decírtelo. —Salgamos del cuarto que la noche es preciosa.

Quiero hablarte.Samuel le pidió a Violeta permiso para fotografiar

el paraje, la escuela y a algunos niños. Estaba buscan-do fotografías de lugares y personas del mundo. Y si ella lo permitía le gustaría fotografiarla también.

—Eres linda, Violeta. Me gustaría fotografiarte con Corel.

—Si ella quiere, claro.—Tienes un rostro gitano tú también —le dijo sin

darse cuenta de que le estaba acariciando la cara.Violeta caminaba y Samuel le contó que ya había

publicado un libro de rostros.—¿Creés que soy gitana, no?—Mmm, siguiendo el tono de tus cuentos, po-

drías ser hija de gitanos que te dejaron en el paraje y tus padres te recogieron y por eso quieren tanto a los gitanos.

Page 78: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

78

Violeta rió fuerte.—Vas a despertarlos a todos —le dijo Samuel. Le

acarició la frente y le dio un beso en la mejilla, el más tierno que ella recibió en toda su vida.

Violeta acarició el anillo, casi sin querer.—Ese anillo es importante para ti, ¿verdad?Violeta no respondió, pero no hizo falta.—Supongo que si pregunto si te lo regaló un gita-

no soy muy indiscreto.Rieron.Y conversaron bajo la noche helada hasta la

madrugada.

Violeta sintió que algo estaba cambiando en su vida. Tenía una rara sensación. Ya era tarde para no tenerla. En la ducha que tomaba para comenzar el día despabilada, pensaba que una noche sin dormir le prometía un día difícil.

Cuando Violeta llegó a la escuela, Corel estaba en la puerta.

—Qué temprano, Corel. ¿Sucedió algo?—No, Viole, vine para ver si veía a Lucas. ¿O ya

se fue?—¿Y desde cuándo sos amiga de Lucas, vos?Corel bajó las pestañas sobre los ojos azules. El

cabello castaño enredado por el viento y áspero como lana de oveja le caía en la cara. Tenía rasgos de prin-cesa rumana, pensó Violeta. Corel era una niña que sabía encontrar serenidad ante las situaciones difíci-les, casi como las heroínas de Austen. Tenía una paz

Page 79: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

79

interior que a Violeta le parecía que estaba con una adulta. Tal vez porque era una niña solitaria.

—Oí que se quedarían dos semanas de vacacio-nes. ¿No es lindo eso, Viole?

—Sí, pero viven lejos, Corel, y un día se marcha-rán. ¿Lo sabés, no?

—Claro, no soy tonta. ¿Y vos, maestra, lo sabés?Violeta supo que Corel tenía una percepción de

adulto porque llevaba en la sangre la sabiduría gitana y podía conversar con esa niña cosas de grandes. No lo hizo. Para algo era la adulta. Pero le preocupaban Sinhué y Soleá, qué dirían de la amistad de Corel con Lucas.

—Vos sabés que Lucas es payo, ¿no, Corel?—Ah, entonces sí pensaste que soy tonta. ¿Por

qué lo decís?—Porque tus padres me van a matar si se enteran

que estás así re amigota con él y no lo saben.—Vos sos paya y mi papá te quiere.—Sí, pero ya sabés que aún así se ocasionan

problemas.—Te gusta el papá de Lucas, ¿no?—A ver… niña… qué hacés… ¿leés mi mano?—¿Querés?—Noooo.—Dale…—No.—Ufa.—Retomemos… sabés que Lucas es payo.—Sí, que lo sé. Y vos también.

Page 80: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

80

—Sí, pero los grandes y payos hacemos tonterías y creemos en la magia, el amor, esas cosas. No quiero que tus padres se enojen. Y tendrían razón.

—También sé eso. Y tanto sé.—¿Qué querés decir, Corel?La niña no respondió. Violeta abrió la escuela.

La mañana pasaba tranquila. Corel estuvo muy pen-sativa. Las nenas no tuvieron un buen día con ella. Nunca eran muy generosas. Pero ella ignoraba a todos los que deseaban lastimarla.

Violeta, al regreso, fue a ver a Lucas. Antes de entrar a la habitación oyó que conversaban con Samuel.

—Corel me dijo que la bruja tiene perfumes para todo. Para rejuvenecer, para volver a la gente buena y para develar secretos.

—Lucas, creo que ya eres grande para creer en esas cosas.

—Pero sí. Corel sabe de esas cosas, su madre adi-vina la suerte y dijo que voy a vivir aquí para siempre.

—Lucas no hagas que me quiera ir ahora. Esto tiene que ser un descanso no un problema.

—Tú quisiste quedarte, no me eches culpa a mí, papá.

Y allí Violeta entró abruptamente al cuarto. Luego se dio cuenta de que no había golpeado. Los dos se asustaron y ella con un tono para recomponer su falta de cuidado, dijo:

—Perdón. Tendría que haber golpeado. Si me ven Lesa o mis padres me retarán. ¿Todo bien? Traigo

Page 81: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

81

mensaje de Corel. ¿Me escucharán o tendré que con-vertirme en bruja y transformarlos en sapos?

Samuel y Lucas se miraron cómplices y con pre-caución para ver quién de los dos emitía el primer sonido, rieron. Pero no hacía falta. Desde la cocina se escuchó:

—Ya se puede almorzar en este paraje y luego dormir una siesta para reparar cansancio… que ano-che todos dormimos mal.

Y Violeta para probar más aún la complicidad de los futuros sapos casi gritó:

—Corel te envía saludos, Lucas, estaba preocupa-da. Hoy a la tarde viene. Parece que tiene intenciones de pasear con un chico enojado conmigo.

—No entiendo —lo increpó Samuel cuando Violeta se fue—, ¿hay algo que Violeta sabe que yo no sé?

Varias cosas no entendía Samuel y otras no esta-ban claras para Lucas. Algunas no advertía Violeta y muchas comprendía Corel.

Eran unas raras vacaciones para Lucas. Nunca ha-bía estado en una posada tan relacionado con las per-sonas del lugar. Se sentía contento. Eran los únicos pasajeros permanentes. De todos modos, era extraño. A veces, los viajantes que paraban a almorzar o cenar parecían de la familia y juntaban las mesas. Lucas, al principio pensó que se aburriría y temía que su padre de un momento a otro se disgustara y quisiera irse. Era inevitable irse en algún momento y no faltaba mucho para eso. Algo parecido a lo que sentía Lucas le pasaba a Samuel.

Page 82: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

82

Almorzaron. Violeta con ellos. Luego ella tuvo que atender el bar para que sus padres pudieran comer. Samuel y Lucas salieron a caminar. La hora de la sies-ta en el invierno era ideal para caminar. Hacía frío pero el sol permitía disfrutar del viento. El viento aca-riciaba la cara de Lucas, que paseaba pensativo. Y sí, había algo que Samuel no sabía. Eso siempre pasaba entre padres e hijos.

Page 83: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

83

UN SECRETO

Violeta guardaba un secreto muy secreto que nadie sabía y eso era lógico porque si lo contaba dejaría de ser secreto.

Ella descubrió que tenía una sensación de querer estar con Samuel. La había tenido con Sinhué, que fue su amigo, y ahora la volvía a sentir.

Violeta recordó el día que Sinhué la llevó a ver la casa de Águeda. Era un sábado de fútbol y estaban to-dos en la canchita del boliche. Ella salió por el alambra-do de atrás. Era enero y el maíz estaba tan alto que ape-nas dobló el camino ya no corría riesgo de que alguien la viera. De niña creía que los príncipes venían por el camino del maíz. Enero dejaba que el maizal alcanzara su mayor altura y la casa de Águeda no se veía desde el camino de atrás porque los lotes de maíz la ocultaban como si la metieran en una caja. Las barbas salían de las espigas y Violeta las juntaba para hacer té. La planta más alta era más alta que ella de pie con la mano levantada.

Page 84: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

84

—Los choclos no se pueden comer aún —le dijo Violeta a Sinhué aquel día de travesura—, pero pron-to en casa haremos ensaladas con granos, huevos y mayonesa, que tan rica le sale a Lesa.

En ese momento, varios pájaros salieron del maizal dejando a unas plantas en un vibrante movimiento.

Sinhue le ayudó a subir al caballo y galoparon hasta la casa de Águeda. Lo ataron en el palenque de la entrada. Y caminaron hasta la granada florecida, que estaba pegada al portillo.

El cielo celeste se hacía cada vez más blanco hacia arriba. Todos los campos de todos los vecinos estaban sembrados. Más arriba aún las nubes se revolvían en formas amorfas. Los cuervos iban en forma de “V” para romper el viento.

—El abuelo dice que de ellos copiaron la forma del avión —dijo Sinhué a Violeta y ambos se rieron de esas interpretaciones casi folclóricas que tenía su abuelo, que decía las cosas con tanta convicción.

—¿O alguna vez viste un avión cuadrado? —le había dicho Sinhué imitando la voz de su abuelo.

—Pero tu abuelo sabe muchas cosas.—Claro. Y lo que no sabe lo inventa. Es un gran

contador de historias. Y eso lo hace sabio.—Como vos.—¿Como yo?—Sí, vos sabés contar muchas historias. Estaban por entrar cuando a lo lejos, muy lejos,

vieron un humo negro que crecía hacia el cielo. Para el otro lado.

Page 85: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

85

—Es cerca de mi casa. Deben estar quemando gomas.

—¿Gomas?—Limpieza gitana.Y ambos entraron riendo a la casa, donde Águeda

los recibió muy contenta.Águeda era una mujer sabia que en ese entonces

ya era vieja. Su casa tenía olor a leño, humedad y lau-rel. Ese día estaba haciendo dulce de higos y le ponía hojas de laurel.

—Así que eres la hija de la maestra que hizo que aceptaran a Sinhué. Te imaginaba así.

—Gracias.—No he dicho que eso fuera bueno, niña. ¿Así

que confías de la nada en una desconocida?Y los tres rieron.Águeda le hizo jurar a Violeta que ni siquiera a

su madre debía contar que la conocía y entonces po-drían verse sin problemas. Violeta no entendía mucho por qué el secreto, pero guardarlo le encantó.

—Todos tenemos siempre algún secreto —dijo Águeda—, y si uno lo cuenta deja de serlo.

A partir de ese día Violeta jamás dejó de ir a ver a la bruja, en secreto, y nunca nadie en todos estos años pudo descubrirla.

Page 86: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

86

UNA DUDA

Lucas y Samuel caminaron disfrutando el viento del invierno. Lucas escuchaba a su padre cuando le decía que quería ir a ver a la Bruja del Laurel. Él no le contó que habían ido con Corel y Valentín. Y de paso le pa-reció que podía quedar desapercibida esa visita si fue-ran juntos. Pero Violeta le propuso devolver el frasco.

Samuel deseaba ver a Águeda para fotografiarla y le pidió a Lucas que buscara a Corel.

—A Corel no le gustan las fotografías. Dice que le roban el alma.

—Supongo que a Águeda tampoco deben gustarle.—Si la engañamos la bruja se dará cuenta —ase-

guró Lucas.—Pero no vamos a mentir. No le tomo fotogra-

fías a las personas que no lo desean, Lucas. Le voy a preguntar.

—Ya sé papá. Solo trataba de ayudar. ¿De dónde habrán sacado esa idea, no?

Page 87: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

87

—Es una antigua creencia.Al final del camino Lucas le confesó a su padre

que Corel lo había invitado a ir a ver la casa de la bru-ja del laurel. Al menos no mintió. Tampoco dijo todo, pero algo más bueno se sentía.

A Samuel le llamó la atención que Lucas estuvie-ra tan cómodo y relajado en aquel lugar. También él lo estaba. Y pensaba que extrañaría a Violeta al irse. Todo empezaba a tejerse. O a destejerse. Aún era pronto para conclusiones.

—Podemos ir el lunes después de la hora del al-muerzo. Corel se va antes porque la lleva a su casa el camión del gallinero, y yo si estoy en la escuela puedo decir que quiero volver y Violeta no se opondrá.

—No me gusta mentirle a Violeta. Ella es muy buena con nosotros y recién nos conoce, ¿por qué no le decimos?

—No le vamos a mentir. Después le contamos. —Y tú ¿desde cuándo sabes todos los movimien-

tos de Corel?… Estás muy misterioso, Lucas.Pero Lucas no oyó. Solo pensaba en decirle a

Corel que los acompañara a ver a Águeda. Faltaba poco para San Juan.

Lucas le contó a Samuel que supo la historia que continuaba a la que habían escuchado en la escuela.

—¿Y cómo sabes cuál contará Violeta?—Porque la que sigue me la contó cuando estaba

con la alergia.Samuel quedó cautivo de esa imagen y le agradó.

Page 88: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

88

Resulta que el Brujo de los Naranjos era gitano. Su padre vivía en Bulgaria o Egipto, o no me acuerdo.

—Pero no es lo mismo Bulgaria que Egipto.—Te dije: no me acuerdo.

Cómo o por qué el padre eligió estas tierras para que vi-nieran sus hijos tampoco se supo, menos por qué el herma-no del brujo fue a parar a la casa de la madre de Águeda. O sí. Porque por algo se encontraron. Sí se sabía que tenían antepasados egipcios (descartado lo de Bulgaria, entonces) y que para no dejar que sus hijos fuesen integrados a la familia de la madre, el hombre los obligó a dejar el país, a cruzar el océano. Los padres del brujo se conocieron y quedaron fulminados de amor. El hombre raptó a la chica porque tanto su familia como la de ella no se soportaban. Y cuando la chica murió esas mismas familias se disputaban los hijos.

Lucas usaba palabras que no eran habituales en su vocabulario, lo que le hizo pensar que el relato lo había atrapado, hasta el punto de repetir palabras e inventar un poco. Y reconoció algún detalle un poco mezclado.

—¿De Bulgaria o de Egipto era el padre?—Mejor que te cuente Violeta, pa.A Samuel no le gustaba quedarse con intrigas.

Page 89: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

89

UN PLAN

El lunes todo salió mejor de lo planeado. Como si fuese obra de brujas, Violeta debió quedarse en la escuela para resolver cuestiones administrativas. Y Lucas, que tenía que volver con ella en la moto, tuvo que regresar en el camión del gallinero con Corel, que recibió mil recomendaciones de Violeta. El gallinero no les hablaba. Iba escuchando la radio y masticando algo. Su cara estaba llena de tierra y atrás del chasis del camión llevaba jaulas (unas sobre otras) donde colocaba gallinas. Ese era su negocio, comprar galli-nas y huevos. Mejor no preguntar qué hacía con las gallinas. Corel le contó a Lucas que el gallinero estaba loco de amor por Violeta pero ella lo detestaba.

Cuando pasaron frente al paraje y el gallinero intentó detenerse, Lucas le dijo que acompañaría a Corel y se agachó simulando atarse los cordones, para que nadie lo descubriera. Ahí todo se sabía. Bastaba que alguien emitiera alguna conjetura para que se

Page 90: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

90

derramara como lava. Rogaron cada uno en silencio que el gallinero no tuviera que resolver ningún man-dado en el paraje y se encomendaron al destino por la parte que faltaba. Llegaron a la tranquera de la casa de Corel. Samuel los esperaba al lado del auto, con las manos apoyadas en el techo.

Corel dijo que debía dejar las cosas de la escuela. Les aconsejó a Lucas y a Samuel que la esperaran en la otra tranquera. Y fue oportuno ese consejo porque al rato salió un camión lleno de caballos. Y ella fue hasta la casa por el camino bajo los cipreses.

Regresó en un rato y los tres fueron en el auto ha-cia la casa de Águeda. Corel, en el trayecto, contó que el Brujo de los Naranjos tenía un instrumento búlgaro que aprendió a tocar de chico que se llamaba tambu-rá. Le preguntó a Samuel si sabía música.

—Bulgaria —dijo Lucas y Samuel asintió.—Bueno —se impacientó Corel—, a ver si nos

ponemos de acuerdo. ¿Se puede saber qué quieren saber ustedes de Águeda? Porque yo tengo que saber.

Y Lucas, que estaba en el asiento de adelante, se dio vuelta para decirle que qué le importaba, pero Samuel se adelantó.

—Soy fotógrafo, ¿sabes, Corel? Y estoy preparan-do un libro con personajes y lugares que… ¿cómo te explico?, despierten emociones.

—Bueno —Corel tenía la costumbre de empezar las frases con la palabra bueno—, vos querés decir curiosidad.

—No exactamente.

Page 91: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

91

—A Águeda no le gustan las fotos. —¿Tú crees que es mejor no pedirle?—No sé. Tampoco me gustan a mí. Ni a mis

padres.—¿Por qué?—Porque te roba el alma cada fotografía.—Esa es una creencia, Corel, que es muy respeta-

ble, pero la fotografía es como una especie de tesoro que guarda momentos muy lindos.

Corel no respondió.—Por ejemplo, si Lucas te deja una fotografía vas

a poder acordarte de él y el de ti si tú le das una tuya.—Yo me voy a acordar igual. Pero no había pensa-

do en eso. Y yo no tengo ninguna.El auto siguió por el camino y Lucas miró a Corel,

que cambió el tema de inmediato.—Bueno, vamos a decirle a Águeda que buscás

recetas de comidas que lleven laurel, que te interesan las plantaciones de naranjas y que querés comprar cucharas de madera.

De inmediato Samuel se dio cuenta de la inteli-gencia de aquella niña. Y preguntó:

—¿Por qué cucharas de madera?—Porque Algidez es artesano, ¿no me dijeron que

quieren verlo a él también?Ambos asintieron.Samuel pensó cuánto iba a costarle aquella excur-

sión. Y no se refería precisamente al dinero.

Page 92: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

92

UNA SORPRESA

Cuando Águeda vio a Lucas descubrió algo familiar en aquel niño. Tal vez la amistad con Corel.

—Son amigos de Violeta, la bibliotecaria de la es-cuela —los presentó Corel y cuando Águeda hizo un gesto de complicidad, Samuel se dio cuenta de algo que no sabía bien qué era. Sensación de estar sereno, no.

—¿Y que lo trae por aquí, niño? —preguntó la bruja a Samuel, que no se consideraba ningún niño y pensó que la pregunta era para Lucas.

De atrás se oyó: “niño tonto”. Lucas se dio vuelta para empezar a correr y Corel lo tomó del brazo, y al mismo tiempo que sonreía le aclaró al oído:

—Cobardía, no. Ahora enfrentaremos la situación y sin huidas.

—Es un loro inofensivo. Te da miedo, ¿niño?—Niño tonto, niño tonto, niño tonto.Y Águeda con el bastón tocó la jaula que estaba

delante de la casa y ordenó:

Page 93: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

93

—Callate, Chelo, o serás estatua. Y Chelo se calló.Corel llevó a Lucas a ver dónde Águeda destilaba

perfumes y Samuel conversó con Águeda de muchas cosas, entre ellas de las cucharas de madera. Por eso luego fueron caminando a la casa de Algidez. Con to-dos los perros detrás, y Lucas y Corel charlaban sobre las esencias.

Samuel quería saber por qué le decían bruja y si era verdad que todos le temían o era parte de los cuentos de Violeta. Pero no preguntó. Águeda era como cualquier anciana campesina.

—Cuando yo era niña, estos campos eran la nada. Ahora está más poblado y la gente teme. El peligro estaba cuando no había nadie y los animales salvajes podían comerte sin que recibieras ayuda.

Lucas, en cambio, experimentaba ráfagas de te-mor que tenía que aguantarse porque no era de va-liente andar teniendo miedo por cualquier cosa que oía. Pero era chico de ciudad y encima de otro país.

Lucas no entendía por qué tanto misterio en la visita y por qué nadie visitaba a la Bruja del Laurel como ellos lo estaban haciendo. Y no le veía nada raro a la bruja. Al contrario, parecía una abuela contenta de pasear con gente.

—Esa casa —aclaró Corel, que a estas alturas se sentía guía turística—, que se ve a lo lejos, las per-sonas la abandonaron con la mesa puesta. ¿Quieren ir?

Samuel miró a Lucas, que negó con la cabeza.

Page 94: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

94

—No faltará oportunidad. Hoy debemos regresar porque dijimos que almorzábamos en el paraje.

Lucas y Samuel se miraron cómplices. Samuel alimentaba la curiosidad por esa vieja mujer. Y caminaron.

—Usted tiene pinta de extranjero que desea que-darse. ¿Acaso tiene alguna enamorada?

Lucas se detuvo. La miró a Corel y Corel miró a Águeda.

—Ya llegamos. Algidez tiene un lobo pero no hace nada, niño.

Y a Lucas le pareció escuchar niño tonto, pero de-cidió concentrar su atención en el lobo que se lamía la boca al verlo.

—¿Por qué usted está interesado en estos lugares? —preguntó Algidez a Samuel, después de saludarlo.

Y Samuel explicó que había llegado por casuali-dad, que se había perdido, que no había planeado quedarse, pero como se sintieron muy bien se queda-ron descansando en el paraje.

Y fue allí cuando tuvo que contar sobre las foto-grafías que tomaba. Por qué lo hacía y qué era eso de andar fotografiando a las personas.

Mientras, Corel y Lucas se fueron a caminar.

Page 95: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

95

ESA NOCHE

Hacía años que Violeta no cabalgaba. Lo hacía con Sinhué. Ya nada quedaba de aquel niño que la prote-gía. La había enfrentado cuando ella fue a decir que Corel tenía edad de comenzar su alfabetización. Las maestras rurales estaban acostumbradas a ir a buscar a los chicos a sus casas. Desde buscar a los chicos a conversar con los padres para que no los pusieran a trabajar. Era muy difícil que un papá no hiciera par-ticipar a sus hijos de las cosechas. Y más dificultoso era explicarles que la escuela estaba primero en la vida de un niño. La mayoría de los padres querían que los chicos trabajaran en el campo porque ellos habían trabajado en la infancia y en condiciones te-rribles. Sinhué le dijo aquella vez a Violeta que si Corel estudiaba y un día se iba del campo la culpa iba a ser suya. Violeta extrañaba al amigo de la infancia. Extrañaba la cercanía del afecto. Porque ella echaba de menos su manera de ser y sus conversaciones, los

Page 96: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

96

paseos, y ese hombre que era el papá de Corel era un extraño para ella. Ya nada era igual.

Era casi incomprensible ver cómo los años endu-recieron los lazos. Sinhué era como el viento, de na-die y en todas partes. Sinhué sintió mucho amor por Violeta y Violeta por él. Pero los gitanos no podían casarse con payos. Ni los payos con gitanos. Bueno, en realidad podían, pero no debían. Si eso ocurría alguien tenía que renunciar a su condición. Y Sinhué no quiso ni tampoco Violeta. Los dos renunciaron al amor, que el tiempo fue atenuando. Eso nunca enor-gulleció a Violeta. Pero lo peor era no entender qué le había pasado a quien alguna vez había sido su amigo.

Cuando Sinhué se casó, Violeta no fue a la fiesta porque estaba en la ciudad. Cincuenta lechones, cin-cuenta pavos, cincuenta barriles de cerveza. Nunca se vio en la zona algo semejante.

Esa noche, la de la boda, Águeda dijo en voz alta como si Violeta la escuchara a la distancia:

—Mira que eres tonta, niña. De todos los hombres que hay en este mundo te enamoras de un gitano.

Violeta ya se había dado cuenta hacía mucho de eso. Pero los amores son así. Sinhué dejó de ver a Violeta de un día para otro. Fue él mismo quien le dijo que se había casado y que su familia se había ido. Los gitanos se van de un rato para otro. Pero él tenía ganas de quedarse en ese lugar, cerca de la Bruja del Laurel.

—Yo no puedo creer que alguien se vaya a algún lugar de un rato para otro —le había confiado Violeta.

Page 97: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

97

Y Sinhué le respondió:—Porque sos paya… Aunque vos te fuiste.—Pero volví. Y vos sabías que me iba solo a estu-

diar y después volvía.—Tarde.—No esperaste.

Violeta en su cama, sin cenar y sin advertir que Samuel y Lucas tramaban otra visita, apagó la luz para que nadie le interrumpiera los recuerdos.

Violeta volvía a sentir ondulaciones en el estóma-go y esta vez no por Sinhué, sino por Samuel, y se alegró.

De golpe, Salvador apoyó el oído cerca de la puer-ta de Violeta. Golpeó y ante la ausencia de respuesta de su hija interrogó:

—¿Violeta, viste a tu madre? —No. Habrá ido al pueblo.—Es lunes hoy.—¿Y? Salvador volvió al boliche. Lesa se había encarga-

do de sembrar las dudas.—Esa mujer no puede desaparecer así de la nada

—protestó Lesa—, lo hace desde que lo recuerdo. Nunca dice adónde va.

Page 98: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

98

UNA MUJER

Vera bajó del Jeep, después de estacionarlo atrás de las higueras.

—Mujer, ¿qué haces a estas horas? ¿Te has vuelto loca?

—No, estoy preocupada y vine a tomarme un li-cor de mandarina. ¿Estás ocupada?

—No, estoy trabajando en un tema que no puedo contar.

—Eso no vale, yo cuento todo y vos nada.—Ah, para eso soy la bruja.La conversación entre Vera y Águeda fue agrada-

ble, en plena noche. Entraron a la casa y Vera le contó que estaba preocupada por Violeta. Que el extranjero la seducía y que Violeta estaba como cuando se había enamorado de Sinhué.

—Te voy a dar una receta para que el forastero se enamore de tu hija. ¿Eso quieres, maestra?

Page 99: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

99

Águeda la llama maestra desde la época en que hizo entrar a Sinhué en la escuela.

—Si sabés que esas cosas no pueden programarse, vieja mentirosa. No quiero eso. Quiero que me digas qué ocurrirá.

—”Yo puedo todo”, mujer ansiosa. ¿Cuándo aprenderán los payos a respetar los tiempos de la vida?

—No sé, Águeda. Todos estos años viniendo a este lugar en secreto. Si mi hija supiera…

—Toda mujer debe tener un secreto guardado —le aseguró Águeda—, si lo cuentas dejará de serlo.

Y fueron a la sala de pociones a ver qué sería del destino de Violeta. Pero para eso Águeda tenía que masticar hojas de laurel para activar los ojos interiores.

Y licor va, licor viene, Vera se fue de la casa de ma-drugada y tuvo que entrar en puntas de pie para que Salvador no la oyera. Samuel, que leía hasta tarde, pudo oír el Jeep y se preguntó de dónde vendría la mujer a esas horas. De inmediato, se dijo a sí mismo que no era asunto suyo. Lo que le faltaba era preocu-parse por los dueños del paraje, pensó.

A la mañana temprano, Samuel sin desayunar par-tió hacia la casa de Águeda. No tenía por qué dar explicaciones, se repetía.

La bruja estaba muy cansada. No había descan-sado demasiado después de ver el futuro. Y en cual-quier momento se chocarían los visitantes si venían tanto, pensó. Y los secretos dejarían de serlo si a cada cual le daba por decir una sola palabra.

Page 100: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

100

—Muchacho, ¿qué es lo que te inquieta? ¿No lo sabes o lo sabes y temes?

—Para algo eres bruja, bruja. Has acertado, no lo sé o lo sé y temo.

—¿Te tiro las cartas? Samuel ese día descubrió que la bruja no era tan

bruja, sino que era inteligente, escuchaba y leía los estados de ánimo.

Cuando le dijo que un niño estaba metiéndolo en problemas era evidente que se refería a Lucas. Cuando le dijo que una fuerte atracción lo alejaría de sus tierras se refería a Violeta y cuando sintió que se desmayaba alcanzó a darse cuenta de que la bruja algo tramaba, también.

Águeda, después de despertar a Samuel con agua de azahar, para desviarlo de los pensamientos oscu-ros le dijo que Algidez estaba cosechando naranjas si quería ir a tomar fotografías.

Despertó en un cuarto diminuto que tenía ven-tanas a la galería de atrás y una cortina en la puerta. Cuando se levantó y atravesó esa cortina pasó a un cuarto más grande. Anduvo por las otras habitacio-nes, y ver que cada pieza tenía otra atrás, diminuta, como un vestidor, con camas y almohadones, lo se-dujo. Seguir explorando esa casa era su intención. Samuel pensó que Águeda no era gitana porque los gitanos no tenían muebles y a ella le sobraban. La casa era inmensa y estaba pintada de diferentes colores.

—Algidez es gitano. ¿A usted le interesan los gitanos?

Page 101: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

101

Samuel comprendió que Águeda tenía una espe-cial manera de leer la mente. Pero luego se dio cuenta de que pudo haber hablado en sueños. Y hablando de sueños Samuel habría jurado que había oído la voz de Salvador. Pero qué podía hacer aquel hombre en lo de Águeda.

—Todos los payos tienen la maldita manía de que-rer saber acerca de los gitanos.

Salvador había estado en la casa. Había dejado la camioneta detrás de los nogales y no había visto el auto de Samuel atrás del tanque. Acordarse de todas las sugerencias que Águeda les daba a los visitantes para guardar los autos era un trabajo de memoria de bruja.

Salvador había entrado caminando al parque cuando el loro dijo:

—Tonto.Y Águeda advirtió el peligro. Por eso destapó el

frasco del desmayante y acostó a Samuel en el cuarti-to de atrás. A tiempo.

Salvador había venido para saber de Vera, su mu-jer, que volvía de madrugada con olor a alcohol. Y Águeda le aseguró que no debía preocuparse.

—El único secreto que tengo con ella son estas consultas y ya estoy viejo para eso —dijo Salvador.

Y Águeda respondió:—Los secretos si se cuentan dejan de serlo. Y a

veces los secretos mantienen vivas las relaciones de tantos años. ¡Hombre!

Y le dio té de poleo pero en un frasco diferente.

Page 102: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

102

Águeda esa noche se quedó quemando ramas de laurel, para ver si adivinaba el futuro de Samuel. Y para ver si era verdad lo que había leído en el fuego, se sentó en una silla de mimbre a masticar hojas de laurel que estimulaban la visión de los ojos secretos. Dos noches así y su cuerpo necesitaba descanso.

Page 103: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

103

UNA COSECHA

Exactamente tres días después, Samuel fue a la casa de Algidez. Allí estaba la familia de Corel ayudando en la recolección de naranjas. Se necesitaban muchas personas para la cosecha a mano. Samuel tomaba fo-tos, pero no a las personas. Ni Águeda, ni Algidez tenían fotos de ellos en toda su vida.

En unas canastas gigantes ponían naranjas de om-bligo, en otras las que servían para jugo, en un fuen-tón las machucadas. Algidez lo convidó enseguida con gajos que estaban en una bandeja de madera para catar el sabor, y aclaró que la helada de la noche an-terior —como había sido leve— pudo haber favore-cido el jugo. Y fue así. En efecto. Eran dulcísimas las naranjas.

La pulpa carnosa se abría como un corazón y Samuel comió más de un gajo. Luego saboreó las na-ranjas de ombligo. Algidez decidía cuáles eran las adecuadas para hacer dulce.

Page 104: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

104

La mamá de Corel preparaba el dulce de naran-ja. Corel ayudaba a desgajarlas y agregaba algunos limones en rodajas finas. Se colocaban las naranjas cortadas y sin semillas en una fuente. Por cada fuen-te repleta de rodajas le correspondían tres de agua. Reposaban una noche, luego se picaban y se ponía en azúcar. Todo iba a parar a la olla gigante. La mamá de Corel revolvía con un palo de escoba bien limpio hasta que el preparado tomaba consistencia de mer-melada. Al enfriarse se espesaba.

Samuel se quedó en la casa de Algidez. La luna menguante se veía desde la mañana y tuvo su máxi-mo esplendor en el amanecer y al mediodía. Ver la luna en el día era muy alentador. Algidez aseguró que la cosecha bajo la luna menguante le daba un sabor dulzón a las frutas. En cambio, una vez, cuando la re-colección se hizo en luna llena el sabor resultó ácido.

No había niebla casi. Sin niebla el viento se llevaba la humedad. Samuel no cenó. En el paraje le abrió un chico. Nadie estaba por ningún lado. Se fue a dormir. Del cuarto de Violeta se escapaba un hilo de luz. Sobre su cama había una bolsa de agua caliente. Lucas dormía.

Águeda usaba un ladrillo para calentarse los pies, que dejaba todo el día en el horno de la cocina y de noche envolvía con trapos viejos para ponerlo a los pies de la cama.

Algidez tenía una botella de barro que usaba para llenarla de agua hirviendo y también la envolvía en alguna camiseta vieja y la colocaba cerca de los pies.

Page 105: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

105

Violeta cambiaba el agua de su bolsa de goma va-rias veces durante la noche. Sobre la salamandra del cuarto ponía agua en una pava.

El domingo, muy temprano por la mañana, vino el panadero a traer bolsas de pan y facturas para el desayuno. Luego, a media mañana la gente llegó a comprar, se tomaban un aperitivo, comían algunas aceitunas, maníes y fiambre.

Vera cocinaba porque siempre había mucha gente para el almuerzo del domingo.

—¿De dónde vienes?—De la escuela.—¿Vas los domingos también?Violeta se hundió en el más absoluto silencio. No

quería hablar con nadie. Se recluyó a preparar tareas para la escuela. Los domingos, con la quietud de la tarde, aparecía el vacío. Cuando ni una hoja se movía de las plantas y el cielo estaba azul y la brisa no era brisa sino calma, cuando el sol estaba por irse y el crepúsculo se adueñaba del horizonte… Entonces la sensación de vacío se instalaba, pero al mismo tiempo fluctuaba. Sería por eso que no se iba. Por momentos se aquietaba. En parte porque la serenidad del ocaso provocaba esa calma y en parte porque la tranquili-dad del día de alguna manera era como una parálisis. Si todo se estancaba en la calma era muy probable que nada malo sucediera. De hecho, lo malo parecía ocurrir siempre de noche, que era cuando la mayoría de la gente tenía miedo, quién sabe, por la oscuridad. Cuando no había luz natural era posible creer que los

Page 106: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

106

fantasmas venían de visita. Y los ruidos salían de las maderas y se llamaban entre ellos.

Violeta estaba en un estado de vacío si pensaba que Samuel se iría. Abrió el ropero de la ropa que no usaba y sacó el frasco con agua de Azahar que tenía escondido entre los pañuelos, y como creía que servía para reanimar a los desmayados le iba a servir para levantarse el ánimo.

Tenían una o dos semanas por delante y pensó en dejar que las cosas tomaran su rumbo solas.

Lucas y Corel parecían conocerse desde hacía mu-cho tiempo, como viejos amigos y disfrutaban.

Page 107: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

107

UNA FIESTA

Como todos los años los gitanos preparaban la fiesta de las hogueras, que en verdad era una costumbre de los antepasados del Mediterráneo, que festejaban el solsticio de verano. En el sur, ese mismo día era el solsticio de invierno, el día más corto y la noche más larga del año. En esa noche más larga, en la casa de Algidez se hacían fogatas con todos los trapos viejos, gomas de autos que no servían y se desechaba lo in-servible. Fiesta que se prolongaba hasta el día de San Juan.

Violeta recordaba los gritos alrededor de las foga-tas en la infancia. Y las guitarreadas.

En el paraje, los campesinos también festeja-ban, pero no la fiesta de San Juan. Ellos festejan San Pedro y San Pablo. Algunos años la fiesta del 29 de junio se organizaba en el paraje. La mayoría feste-jaba San Pedro y San Pablo sin preguntarse qué se

Page 108: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

108

conmemoraba. Violeta no comprendía bien qué sen-tido tenía el festejo, pero las tradiciones eran así, se transmitían de generación en generación. A Pedro lo habían ejecutado cabeza abajo por orden de Nerón. Y a Pablo lo decapitaron. Esa imagen le había quedado a Violeta de lo que su madre le contó de pequeña. Pero los campesinos, lejos de saber eso gritaban: “¡Viva San Pedro y San Pablo!”, como si fuera un partido de fútbol. Chocolate caliente, carreras de embolsados y hasta de sortijas. Y los gitanos festejaban San Juan después del solsticio de invierno.

Lo más importante era que el fuego ahuyentaba los malos espíritus, y todo terminaba con algún asa-do. La fiesta gitana era divertida y espontánea. Corel y los demás niños quemaban el muñeco que habían preparado con telas viejas. Los grandes probaban casi todos los licores que los gitanos tenían.

—Violeta —Samuel la saludó y se alegró por fin después de casi un día sin verse.

—Hola.—Al fin. ¿Estás muy ocupada? Violeta lo hizo pasar.—Finalmente estuve en la casa de la bruja y en la

del brujo.—Bueno, muy bien.—Me han invitado a la fogata.—¿Ah, sí? Qué bien.—Pero no iré sin ti.Y el día de la hoguera Corel no pudo escuchar,

por el bullicio que hacían todos bailando y gritando

Page 109: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

109

alrededor de las fogatas, qué conversaban Samuel y Violeta.

Pero vio que se besaban. O eso le pareció. Y que Samuel la tuvo abrazada todo el tiempo. O eso le pareció. También vio que Águeda y Algidez conver-saban muy animados, observando a los únicos payos que había en la fiesta. O eso le pareció.

—¿Por qué Violeta siempre está entre nosotros? —preguntó la madre de Corel a Águeda.

—¡Ay! Soleá… Parece mentira, después de tan-tos años que preguntes… Esa niña es parte de esta familia.

Corel no entendía si la bruja lo decía de una ma-nera simbólica o en verdad Violeta era hija de algún gitano. Pero no preguntaba. Ya bastante con que su madre la miraba con desconfianza. Ahora con la pre-sencia de Samuel todo podía mejorar. Soleá ya no la celaría.

—¿Qué quiso decir Águeda? —preguntó Lucas— con que Violeta es de la familia.

—Qué chico preguntón —rezongó Corel y se fue a bailar.

—Que es querida por todos nosotros como si lo fuera —agregó Algidez, que estaba a la pesca de todas las posibles conjeturas de esos niños que todo los intrigaba.

Y le tocó bailar a Corel. Lucas quedó sin aliento. Corel se había pintado los ojos y empezó a ondular sus brazos moviendo al mismo tiempo la cabellera y

Page 110: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

110

su pollera de colores. El ritmo contagiaba el entorno mientras el reflejo de la fogata le iluminaba la cara.

—Corel, ¿decime que no le diste licor a Lucas? —preguntó Violeta.

Y Corel se fue corriendo a los brazos de su papá.

Cuando todo terminó, casi al alba, Samuel llevó a Violeta. Lucas se quedó dormido igual que Corel en las alfombras que estaban alrededor de la hoguera.

Page 111: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

111

UN FINAL

En la casa de Águeda todo era y no era igual. La gente se fue, y de las hogueras quedaron cenizas. Ella tenía una sensación de haber cumplido con una misión.

Antes de irse a dormir Águeda trajo la palangana de aluminio con agua de la bomba, luego le echó un chorro de agua hirviendo, sal y sumergió los pies. Y mientras dejaba que su mente se trasladara a otras épocas, sentía el agua entre sus dedos y la sensación de tibieza le reponía un alivio. Y se puso a leer, mien-tras sus pies descansaban. Sumergiéndose, además, en un mundo de recuerdos. Por ejemplo, cuando Algidez le enseñó a leer. Su madre no la había manda-do a la escuela.

Cuando era niña, solían pasarse la palangana con su madre, cuando estaba de buen humor. En verano, se lavaban con agua de la bomba, pero en invierno el agua de la bomba se congelaba. Debían agregar agua

Page 112: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

112

caliente. La última que se lavaba tenía que salir al patio, vaciaba la palangana y la colgaba al lado de la batea que estaba junto a la puerta.

Esa madrugada, al mismo tiempo que Águeda se lavaba los pies, Algidez tuvo una extraña sensación en el pecho, un dolor que le cortaba la respiración. No hacía mucho que había llegado de la fiesta. Y sin pen-sar decidió volver a la casa de su amiga. Y fue a caba-llo aunque nada se veía en la noche. Quien lo hubiera visto caminar ese mismo día jamás habría pensado que montara de esa manera. Pero para algo era bru-jo. Casi cien años y a caballo. Llegó rápido como un rayo a la casa de la bruja. Y la encontró como temió. Tenían los corazones conectados, por eso él pudo sa-ber qué le pasaba a ella en la distancia.

Page 113: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

113

DOLOR

Estaba sentada con los pies en la palangana, y un libro en su falda. Tenía sobre un hombro la toalla ma-rrón que era para secarse los pies.

La cabeza levemente inclinada a un costado y ha-cia atrás y los ojos abiertos. Fue él quien se los cerró. Estaba muerta. Nunca pensó que sería ella quien se fuera primero. Y le secó los pies al mismo tiempo que las lágrimas salían de sus ojos sin esfuerzo. El nudo en la garganta, la impotencia del suceso sin remedio y el pensar a quién le diría lo ocurrido, hicieron que se sentara y mirándola le dijera todo lo enojado que es-taba con ella porque se había muerto. ¿O acaso pensó que podía abandonarlo así como así después de tan-tos años? Y se vengaría de ella, sí. Y les diría a todos que había muerto. Cuando le acomodó las mangas del vestido se dio cuenta de que llevaba puesto el bra-zalete con la piedra azul.

—Bruja.

Page 114: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

114

La madrugada se transformaba en aurora. Afuera, amenazaba un ciclón. Así de golpe, los árboles se sa-cudían y dejaban que el viento desprendiera sus hojas y las lanzara hacia el cielo, para que después de cierta altura descendiera danzando. Las ramas se movían enfurecidas. El cielo tapado, nubes oscuras quietas y otras por debajo más claras avanzaban hacia quién sabe dónde. La naturaleza revuelta. Como si algo su-perior protestara por algún motivo inexplicable. Era casi increíble que hubieran visto la luna en la fiesta de las fogatas y ahora un cielo convulsionando. Y un viento que silbaba como encerrado.

Fue el primer indicio que le permitió a Violeta sospechar que algo sucedía y fue a buscar su moto. Samuel, que la oyó, le preguntó adónde iba con el temporal. Y tuvo que decirle porque era mejor ir jun-tos y en auto.

Fueron los primeros en llegar y encontraron a Algidez a los pies de Águeda.

A la mañana, los que habían sentido el vacío y los que se enteraron porque las noticias volaron como los rayos, se sentaron uno al lado de otro en círculo en la galería de la casa. La rueda concentró una causa compartida, como órbita sólida, donde el eje era el re-lato de historias. ¿Cómo saber quién había conocido a Águeda? ¿Cómo saber quiénes la querían?

Fue natural que uno se sentara al lado de otro. Violeta preparó mate y hablaron como hacía la gente en los velorios.

Page 115: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

115

Algidez fue a buscar un recipiente con naranjas secas amargas para comer. Nadie lloró. Pero todos la recordaron. La palabra y el mate. Uno hablaba y los otros escuchaban. Se respetaban los silencios. Las voces bajas como si temieran que alguien despertara o, quién sabe, el temor tenía que ver con el miedo a molestar a alguien dormido.

A Águeda le habría gustado que la despidieran de ese modo.

Había algo que no había sucedido hasta entonces. Payos y gitanos compartían la rueda. Y el miedo se mezcló con curiosidad y no se sabía bien qué era. Pero cuando alguien moría los vivos se vulneraban.

Sinhué contó una anécdota que le había escucha-do a su abuelo que había sido amigo de Águeda. Y fue un poco después que murieron las plantas por el virus de la tristeza. La madre de Águeda estaba enfer-ma y ella decidió pintar los troncos de las plantas con cal porque decía que eso las protegía de los pulgones. Como la madre no quería, ella lo hizo de noche y con la maquinita de flit, que olvidó de lavar. Cuando negó con tanta certeza que lo había hecho, la madre, en-ferma y todo, le mostró lo que había encontrado para que se diera cuenta de que la había descubierto.

Fue la primera vez que Violeta escuchó a Sinhué sin estremecerse. Porque comprendió que ahora el dueño se sus emociones era Samuel. Se alegró. Samuel no era gitano, pero vivía del otro lado del océano.

Page 116: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

116

Un campesino que solía ir al paraje nada más que los domingos y casi no hablaba con nadie llegó con plantas de alegrías del hogar y, cuando Sinhué ter-minó de contar, pidió la palabra. Él había ido con su madre a verla porque estaba empachado. Y cuando se estaban yendo, un día de mucho calor, pero mucho calor, la bruja les dijo que se curaría cuando llovieran sapitos. Contó el hombre que su madre casi lo arras-tró al rastrojero y salió hecha una furia por la maldad de la bruja en decir eso frente a un niño. Pero al día siguiente, llovieron sapitos. Fue tal la impresión de todos que ahí comenzó, al menos en su familia, el res-peto hacia la bruja. Pero para que no volviera a enfer-marse debía guardar el secreto. Y lo guardó. Porque si lo contaba dejaba de ser un secreto.

Estela también trajo una alegría del hogar. Los que llegaban con alegrías del hogar tenían secretos guardados. Y de golpe Violeta entendió el nombre del paraje…

La alegría del hogar, no solo era la flor preferida de Águeda, sino que ella decía que era la única flor que soportaba la muerte. Tan frágil en apariencia y tan duradera. No hizo falta preguntarle a los que traían alegrías del hogar si respondían a algún profundo deseo de Águeda. Los secretos vivieron hasta que se develaron.

Que una casa tuviera o no alegrías del hogar, no habría tenido tanta importancia si Águeda no hubiese

Page 117: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

117

comparado las vidas de sus visitantes con la capa-cidad de cuidar esas flores. Lo imprescindible en el caso de tenerlas, era el desafío de conservarlas y eso implicaba resguardarlas, aunque pareciese fácil. No lo lograba cualquiera. En la casa de Águeda, las alegrías del hogar se abrían con la llegada de la primavera, pero la floración se prolongaba casi todo el año. Los pétalos rojos, fucsias, algunos blancos, otros rosas, se mostraban en los días de sol, enteros y sin arrugas. En el mismo sector del jardín había otras flores de otras clases y de otros colores, pero no tenían la misma im-portancia para ella.

¿Cómo Águeda pudo entablar vínculos tan fuertes con cada uno y lograr que nadie lo contara? ¿Por qué lo había querido así? Otro secreto que Águeda se llevó a la tumba. El querer individual se había multiplica-do. Así cultivó un aislamiento que quería para pasar su vida. Pero vivió acompañada. Más que muchas personas. Aunque despertar el temor no fue inten-ción de Águeda. Eso ocurrió porque las personas que no la conocieron repetían lo que escuchaban.

Samuel volvió al paraje a ver a Lucas. Por eso Lucas no estaba en la casa de Águeda cuando llegó Corel.

Corel no comprendía la muerte, y le costaba acep-tarla aunque les sucediera a los que estaban viejos. La bruja era muy vieja. Y había vivido todo. Por eso se fue silenciosa. Sin reproches ni nada que la atara. Como si hubiera decidido que su presencia en la tie-rra ya había cumplido su función.

Page 118: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

118

El brujo también quiso contar en el velorio pero le costaba dominar la tristeza. Se sintió solo. Más que nunca. Porque había pasado una vida de amistad con ella y ahora le faltaba una parte. Y tampoco entendía la muerte de un par. Quiso contar la leyenda del lau-rel, pero en cambio le pidió a Violeta que lo hiciera.

Violeta dijo que cuando Algidez conoció a Águeda le contó una leyenda que él había oído del otro lado del océano. La leyenda del laurel pasó a ser la prefe-rida de Águeda. Desde que la oyó, cuidó mucho a su laurel, casi como a las alegrías del hogar.

Dafne era hija de Peneo, dios del río e hijo de Océano. Era una niña que de muy niña decidió no casarse nunca. Como era muy hermosa su padre le dijo que no iba a poder luchar contra sus pretendientes. Dafne quería ser soltera como Artemisa, hermana gemela de Apolo, los dos hijos de Zeus.

Decían que la flecha de hierro de Eros despertó el re-chazo de Dafne hacia Apolo. Pero la flecha de oro que entró al corazón de Apolo hizo que amara locamente a Dafne. Dafne no correspondió el amor de Apolo. Cansada de que el hombre no entendiera ni respetara su deseo, huyó a las montañas. Y Apolo la persiguió.

Un día, ella llegó a la orilla del río exhausta y rogó a su padre que la salvara de ese hombre que la acosaba. El padre dudó. Sabía que si la ayudaba corría el riesgo de no volver a verla. Pero al sentir tan desesperada a su hija, ante las egoístas caricias de Apolo, Peneo hizo que su adorada niña se cubriera de cortezas.

Page 119: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

119

Apolo se detuvo ante la metamorfosis de la piel de su amada. Y quedó petrificado al ver cómo los pies de Dafne se hacían raíces y sus brazos, ramas. Su cabello hojas, y cuando la vio bien ya no era Dafne, era un laurel. Apolo, que no podía creer que su belleza se transformara en árbol, la abrazó y ella se desintegró.

El padre lloraba mirando un laurel que hizo de ese árbol algo sagrado. Y Apolo cortó sus ramas para hacerse una corona de laureles.

Más tarde Zeus, que era el padre de Apolo, mató de un rayo a Asclepio, que era un dios que curaba con plantas medicinales. Asclepio, hijo de Apolo, resucitaba a los muer-tos y Zeus temía que se le desordenara el olimpo.

Pero no todo terminó ahí. Apolo, enojado por la muerte del hijo, mató a los Cíclopes porque habían inventado los rayos. Los cíclopes eran los gigantes de un solo ojo, como el que descubrió Odiseo de regreso a casa…

Algidez notó que Violeta se había ido por las ra-mas y estaba muy enojado. No iba a pretender que contara como él, pero había metido otros personajes de la mitología en la leyenda.

Algidez reconoció modificaciones en el relato pero no tuvo fuerzas para corregirla. Solo le preguntó:

—Te olvidaste decir que Apolo fue víctima de Eros.—Lo dije de otra manera. Igual no tiene impor-

tancia, así está bien.Antes del entierro Sinhué tocó un tema en honor

a Águeda, que le gustaba como él hacía hablar su

Page 120: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

120

guitarra de ciprés, y Corel bailó. Tanto el padre como la hija estaban vestidos de negro. Corel tenía hasta las castañuelas negras.

Todo terminó, Algidez volvió a su casa y se acostó. Al día siguiente, cuando la claridad llegó al cuarto

en tímidos retazos y pasó por el borde de la ventana, en un gesto de paz, él descubrió que estaba vivo. Lo primero que hizo fue observar los bultos inmóviles de los muebles. La ropa colgada, los percheros llenos de sombreros y las pocas plantas que sobrevivieron a la falta de agua. Las siluetas comenzaron a dibujar una imagen, en principio difusa, luego las formas —con algún tenue rayo de luz— adoptaron su figura.

Lamentó no tener foto de Águeda. Lamentó que ella no estuviera más. Pero empezó a sentir su compañía.

El silencio de la casa vieja y venida a menos se extendió hacia él como una máquina demoledora. Esa casa ya no tendría sentido para él si Águeda no venía a verlo. La vejez es muy dura con las personas. La muerte lo es. Pero así también es la vida, pensó. Se le endurecía el alma cada vez que recordaba que su amiga se había ido. Pero se le ablandaría cuando la tristeza dejara paso a los lindos recuerdos.

Corel lo visitó al día después y también tenía sen-sación de vacío. Pero no lo dijo. Le aclaró, en cambio, que él ahora debía ocuparse de las alegrías de Águeda.Él respondió que esas plantas podían aguantar sin agua unos días. Los que él iba a necesitar para levantarse.

Page 121: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

121

LA PARTIDA

Samuel le dijo a Violeta que se irían en unos días. Lucas se lo contó a Corel.Y Corel se enojó.—Bueno, Corel, en algún momento tengo que

volver a mi casa, ¿no te parece?—No, no me parece. Con qué derecho venís, ha-

cés como si vivieras acá y te vas. Eso es egoísmo puro. Pero ¿sabés qué?, no voy a extrañarte nada, payo curioso.

Lesa miró a Violeta y supo de inmediato que lo que Corel había dicho era lo que sentía también Violeta. Lesa no toleraba que a Violeta le gustara Samuel.

—Me parece que Violeta cree lo mismo que Corel. ¿Vas a extrañar al fotógrafo, niña?

Y fue Vera quien vio el rostro de Lesa plagado de envidia y no pudo callarse:

—Lesa, me gustaría saber cómo hacés para encon-trar palabras que molesten a la gente.

Page 122: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

122

Violeta se quedó helada ante lo que oyó de la ma-dre y Lesa bajó la vista.

—Estoy cansada, Lesa, no soporto más tus agresiones.

—No van a pelear ahora ¿no? Mamá, ¿qué pasa?—Te morís por decirlo, ¿no, Vera? Te morís por

verme humillada.—No, Lesa. Solo quiero que vivamos en paz.

Porque quiero que las personas se sientan libres de querer a quien deseen. Y no quiero oírte más.

—Soy una malvada —dijo Lesa descontrolada—, y vos más que yo ¿y qué?

—No dije eso.—Sí, y desde hace años te morís por contar por

qué vivo acá gracias a tu generosidad. No saben lo que es que te destierren después de la boda.

—Lo dijiste vos, querida amiga, yo no. Corel quedó con la boca abierta. Entendió por qué

Lesa siempre estaba tan enojada con el mundo, y con el amor sobre todo. Comprendió por qué odiaba todo lo que a las personas les gustaba.

Corel recordó de inmediato cosas que se fijó en Lesa desde siempre. Por ejemplo, la lucha por espan-tar los pájaros. Lesa gritó siempre que los pájaros eran inútiles, creídos e insulsos. Su canto le ensordecía el oído. Y ellos, que eran sabios, le comían las semillas de los canteros. Ella ponía hilos y les ataba trapos de colores para que el viento los agitara y así los espan-taba. También cosió un espantapájaros. La gente que no quería a los pájaros era mala, decía Águeda, y a lo

Page 123: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

123

mejor esa fue la razón de la enemistad con Lesa. La bruja decía querer sólo a la gente buena.

Lesa tampoco quería a los perros. Los pateaba si los encontraba en la puerta de su cuarto. Y no tenía cuidado cuando ponía rafia blanca con combustible en el tronco de las plantas para que no subieran las hormigas. La tenía sin cuidado que los gatos o los pe-rros se envenenaran con veneno para ratas.

—¿Y eso que pasó es tan pero tan grave? —dijo Violeta.

—Es gravísimo. Ahora entiendo todo. Águeda lo sabía, ¿no? —dijo Corel.

—Callate, niña chismosa.Y Lesa con los ojos que se le salían, al borde del

llanto se fue, luego volvió y le gritó algo a Corel.—¿Qué te dijo? —preguntó Lucas.—Me maldijo en calé. Maldición de burra no llega

al cielo —le contestó.—¿Quién es calé?—Un dialecto gitano, nene. ¡Qué ignorante!—Bueno, no se peleen ustedes ahora —intervino

Violeta—, vos qué sabés, Corel.—No, yo no sé pero si la descubrieron es que qui-

so casarse sin ser virgen y… y… intentó ocultarlo, y si la desterraron es porque la descubrieron.

—E intentó ocultarlo —la corrigió Violeta.—¿A vos te parece que es momento de corregir

con semejante noticia? Qué mujer exagerada. Y Corel le contó a Lucas paso por paso cómo las

madres descubren revisando la ropa cuando sus hijas

Page 124: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

124

mentían y por qué era algo importante en la comuni-dad gitana.

—Y ahora me voy, que me toca ablandar las cas-tañuelas que pronto es Novilunio y seguro me toca bailar.

—¿Qué es Novilunio? —preguntó Lucas.—Cuando la luna no tiene luz. La luna nueva que

no se ve. Lo contrario a Plenilunio.—¿Qué es Plenilunio?—Cuando la luna está toda iluminada, tonto.—Luna llena —dijo Violeta.—Y por qué no dice luna llena y listo.—Qué pobre es tu vocabulario, payo —y Corel se

fue. Violeta se tapó la cara para que Corel no descu-

briera su risa. Era evidente que a Corel la enojaba que Lucas se fuera, pero por otro lado ella supo que eso iba a suceder desde que lo conoció.

—Corel —la llamó Lucas.Pero Corel no lo oyó.

Cuando llegó el día de la partida Corel no apa-reció para despedirse. Era el final del mes, las clases —por el frío— ya eran por la tarde. No faltaba mu-cho para las vacaciones de invierno. Lucas intentó conversar con Corel, pero ella siguió muy enojada. Violeta la convenció para que luego se escribieran mails. O chatearan.

—Violeta, nunca pude decirle a Águeda que me llevé el frasco de perfume.

Page 125: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

125

—No hubo tiempo.Samuel le dio a Violeta un sobre marrón. Ella pre-

guntó si debía esperar para abrirlo. Y lo abrió. Era un colgante azul, de vidrio recubierto con plata que compró en la feria del pueblo. Samuel se lo ató y ella acarició el vidrio. Lo llevaría con ella siempre.

—No será un anillo de oro, pero me gustó para tí.Lucas le dio a Violeta para que le llevara a Corel

una pulsera tejida.

Samuel y Lucas se fueron y Violeta quedó casi como el laurel que tenía en la casa. Partida. No podía con ella como para consolar a diario a Corel, que des-pués de un tiempo empezó a escribirle a Lucas.

Corel entró en un estado de ansiedad que se esca-paba a la biblioteca para abrir el correo. Y luego no le bastaba la escapada porque le intrigaba la respuesta. Y volvía a escapar.

“… Ya termina el invierno por suerte y para vos termina el verano. Ojalá puedas venir el año que vie-ne. Voy seguido a ver a Algidez que siempre me pre-gunta por vos”.

“… Acá es casi otoño y tú puedes apreciar tu pri-mavera. Imagino las alegrías del hogar de Águeda que regarás a diario. ¿Qué sabes de Valentín? Te dejo aho-ra que mi madre necesita Internet”.

Page 126: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

126

“El cielo está gris. Plomizo. No cabe una nube. Todo el cielo es una sola nube. Es un cielo espeso que, a pesar del verano, es gris. Las plantas están hú-medas por la llovizna. Te extraño, Samuel. Todo es diferente sin Águeda y sin vos”.

“Hola, bruja azul, porque ahora eres tú la única bruja del paraje. ¿O no? Aquí la vida me lleva a un andar muy vertiginoso. Desde la ventana de mi altillo veo todos departamentos y me imagino que desde esa ventana ves todo el campo que tanto quieres”.

Corel y Lucas, Violeta y Samuel se escribían a dia-rio. A veces varias veces por día. Dos “Penélopes” que en vez de tejer, escribían. Violeta casi no desayunaba del apuro por abrir el correo porque cuando acá era el desayuno allá era el almuerzo. Hasta que comenzó a desayunar en el colegio en la computadora. Corel a todas horas sumaba las horas para saber qué hora era allá.

La ansiedad, la conjetura y la espera, los días pa-saban, las lunas se sucedían en sus fases. Volvió el otoño. El invierno. Y otro verano del otro lado del océano.

Un año después, Violeta estaba debajo de una planta. Las palomas revoloteaban en los fresnos. El ruido de sus aleteos hacía que levantara la vista. Miraba hacia arriba y solo veía la panza de la paloma. Los árboles se abrazaban en lo alto, cubrían el patio

Page 127: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

127

de atrás. Los fresnos y las tipas largaban semillas. Los racimos de fresnos parecían aros como los que usaba Lesa en su juventud.

Violeta caminaba por el pasaje de fresnos que desembocaba en el basural. No quería que nadie se diera cuenta de que ella estaba allí. Samuel volvería en unos días con Lucas, de vacaciones. A un año de las anteriores. ¿Vivirían siempre así? ¿Quién puede saberlo? ¿Los amores resistían el océano? ¿Alguien te-nía que cruzarlo para siempre? ¿Quién podía asegurar nada?

—Siempre he buscado a la mujer de mi vida —le dijo Samuel en un mail— y fíjate, la he encontrado pero a quince mil kilómetros de distancia.

—¿Se podrá vivir esperando? —preguntó Vera.—El tiempo dirá —dijo Salvador que pensó qué

le hubiera dicho Águeda en esa circunstancia.Violeta, acariciaba su colgante azul.

En la casa de la Bruja del Laurel decían que las alegrías rojas siempre estaban recién regadas. Estallaban de fres-cura y también se encogían cuando no recibían las visitas del Brujo de los Naranjos.

Page 128: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

128

UN REENCUENTRO

Corel preparaba un baile para la fogata de San Juan. Que Lucas volviera aunque más no fuese de visita, la ponía contenta. Antes no le gustaba el invierno.

Corel salió de la casa del brujo del naranjo de pri-sa, con algunas naranjas en la bolsa. Siempre se le hacía de noche en los caminos y su madre la retaba. Para ir a su casa tenía que pasar por la tranquera de Águeda y a veces no se resistía y entraba.

Pasó por la tranquera al galope y entró en el par-que de la casa de la bruja cuando vio un jinete cer-ca de portillo. Dejó que su caballo trotara y el cabe-llo castaño, ya no tan áspero, al viento le descubría la cara. Había alguien de espaldas sobre el caballo. Cuando estuvieron cerca él consiguió que el caballo girara. Tenía una corona de laurel que había hecho

Page 129: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

129

con sus propias manos hacía instantes, y al ponérsela a ella se miraron y él le dijo algo en calé.

Ella gritó porque el calé no le quedaba bien a un payo, pero reconoció el esfuerzo y le encantó la coro-na que ajustó con una hebilla que sacó del bolsillo.

Fue justo en el mismo lugar que hacía muchos años un viajero, una noche de invierno, también le había hablado en calé a una mujer. ¿O fue la mujer quien habló?

Ella recuperó esa sensación de bienestar y comen-zó a trotar rumbo al camino. Él montaba un caballo manso. Y los dos cabalgaron para salir de allí. Cada tanto los caballos amainaban la velocidad y ellos se miraban de caballo a caballo.

—Ahora eres tú la Bruja del Laurel.Eso fue lo que quiso decirle en calé.Llegaron al camino ancho, la ruta que no era ruta

y que fue la confusión que había traído a su padre al paraje el año anterior. El camino terminaba en otra T, pero desde el otro lado. Lucas tenía que decidir qué rumbo tomar, tal como su padre el día de la niebla.

Esta vez, a un lado la casa de Corel, al otro el para-je. Los caballos se pararon. Corel y Lucas se miraron. Ella le dio una naranja y se acomodó la corona de lau-rel. Él le dijo que estaba contento de regresar.

Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctri-cas. Él dijo que el color naranja combatía los males, como por ejemplo, la tristeza.

Page 130: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

130

Ella cabalgaba descalza, con el frío que hacía y él pudo verle en el tobillo la pulsera tejida que le dejó aquella vez.

Y los dos, sin consultarse, tomaron la misma di-rección y fueron primero al paso, luego trotaron. Ya habría tiempo de hablar.

Page 131: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias
Page 132: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias
Page 133: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

ÍNDICE

Laureles y naranjas ..................................................................................................................7

Una noche ...........................................................................................................................................9

Un viajero.........................................................................................................................................13

Un niño ...............................................................................................................................................19

Una mañana ................................................................................................................................22

Una historia ...................................................................................................................................26

Una gitana .......................................................................................................................................33

Un crepúsculo ...........................................................................................................................41

Una fogata .......................................................................................................................................50

Otro día ...............................................................................................................................................52

Un paseo ............................................................................................................................................57

Un susto .............................................................................................................................................64

Un nido ...............................................................................................................................................71

Un recuerdo ..................................................................................................................................73

Un secreto ........................................................................................................................................83

Una duda ..........................................................................................................................................86

Un plan................................................................................................................................................89

Page 134: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias

Una sorpresa ................................................................................................................................92

Esa noche .........................................................................................................................................95

Una mujer........................................................................................................................................98

Una cosecha ..............................................................................................................................103

Una fiesta ......................................................................................................................................107

Un final............................................................................................................................................111

Dolor ...................................................................................................................................................113

La partida .....................................................................................................................................121

Un reencuentro ....................................................................................................................128

Page 135: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias
Page 136: La Bruja del Laurel - edelvives.com.ar · 7 LAURELES Y NARANJAS Ella sabía que el laurel tenía poderes como, por ejemplo, desviar los truenos de las tormentas eléctricas. Gracias