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LA CAJA CASTILLA-LA MANCHA EN SUS ORÍGENES. LA
INTERVENCIÓN PÚBLICA Y EL DESARROLLO REGIONAL
REMEDIOS RAMÓN DANGLA
Universidad de Castilla-La Mancha. Albacete.
Departamento de Economía Española e Internacional. Econometría e Historia e
Instituciones Económicas.
1. INTRODUCCIÓN
2. LA INEXISTENCIA DE CAJAS DE AHORROS AUTOCTONAS EN
CASTILLA-LA NUEVA Y EL INTERVENCIONISMO ESTATAL DEL
PRIMER FRANQUISMO.
3. EL DESARROLLISMO FRANQUISTA Y LA CREACIÓN DE LAS CAJAS
DE AHORROS PROVINCIALES MANCHEGAS. La aparición de un hueco en el
mercado financiero
3.1. Los impositores de las cajas de ahorros. La conquista del mercado
3.2. La evolución de los saldos de ahorro. La consolidación de las cajas
manchegas
4. CONCLUSIONES
5. BIBLIOGRAFÍA
CONGRESO INTERNACIONAL DE HISTORIA DE LAS CAJAS DE AHORROS La Caja Castilla‐la Mancha en sus orígenes. La intervención pública y el desarrollo regional
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1. INTRODUCCIÓN
Los orígenes de la Caja Castilla-La Mancha (CCM) se encuentran en las cajas de
ahorros provinciales de Cuenca y Ciudad Real, Albacete y Toledo. Aunque la CCM
nació en junio de 1992, sus antecesoras ya tenían historia, sin embargo, nunca
comparable con la historia de las primeras Cajas de Ahorros en España, que datan de
siglo XIX.
Las cajas de ahorros surgieron para captar el ahorro de las clases humildes y así,
nutrir el crédito dirigido a las inversiones de los segmentos más desfavorecidos de la
sociedad. La importancia de esta función nunca escapó de la vista de los gobiernos que
siempre legislaron reservando al Estado la posibilidad de usar el ahorro popular para la
financiación pública. El máximo exponente de esta intervención pública lo protagonizó
el régimen franquista quien pretendía inundar el país de cajas de ahorros para financiar
la política económica del Nuevo Estado. A pesar de este interés gubernamental por la
creación y expansión de cajas de ahorros por todo el territorio nacional, en Castilla-La
Mancha no surgieron estas entidades hasta la década de los sesenta. Por ello, en este
trabajo se pretenden analizar los motivos por los cuales tardaron tanto en crearse cajas
de ahorros en la región y cómo, una vez creadas, fueron capaces de imbricarse en el
entramado económico y social manchego cimentando las bases para la futura fusión que
daría lugar a la aparición de la CCM.
Para ello dividiremos el trabajo en dos grandes apartados. En el primero, se
analizará la política financiera de la autarquía y los aspectos domésticos de la economía
manchega que dificultaron la creación de cajas de ahorros. En el segundo, estudiaremos
la legislación franquista durante el desarrollismo y cómo afectó ésta a la creación de
cajas de ahorros en la región. Estableceremos la relación entre las cajas provinciales y
el entramado económico local a través del análisis de sus pasivos y del desarrollo
económico. Lo que nos permitirá descifrar el éxito de las respectivas Cajas de Ahorros
provinciales hasta los albores de la liberalización del sistema financiero español de los
ochenta. El reto de la integración económica y la libertad de movimientos de capitales
serían la clave para afrontar la fusión y crear una institución de mayor ámbito de
actuación.
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2. LA INEXISTENCIA DE CAJAS DE AHORROS AUTOCTONAS EN
CASTILLA-LA NUEVA Y EL INTERVENCIONISMO ESTATAL DEL
PRIMER FRANQUISMO.
El origen de las Cajas de Ahorros en España se halla ligado al regreso de los
exiliados liberales que habían tenido que abandonar España durante el reinado de
Fernando VII. La nueva doctrina liberal pretendía difundir el espíritu de la previsión y
el ahorro como conductas socialmente consideradas. Estas ideas procedía de la
tradición británica y había adquirido un fuerte arraigo en muchos países europeos. En
España fue plasmado en la Real Orden de 3 de abril de 1835, relativa a Cajas de
Ahorros y Montes de Piedad, en virtud de la cual se permitía la financiación de los
Montes de Piedad y su expansión a través de la Cajas. El modelo era sencillo: captar el
ahorro de las clases populares, remunerado a un módico interés, para así nutrir a los
Montes de Piedad precursores del crédito dirigido a las inversiones de los segmentos
más desfavorecidos de la sociedad.
La rentabilización, el estimulo y la movilización del ahorro de las clases modestas
facilitaba la inclusión financiera en un país donde, la escasez de oferta de crediticia
fruto del rudimentario sistema financiero, encarecía el precio del dinero y primaba la
existencia de los mercados informales del crédito (Martínez Soto, A. 2003). Quizás por
ello, desde la legislación de 1835, se pretendía fomentar la creación de cajas de ahorros
por todo el territorio nacional quedando, al menos, una por provincia, lo que originaría
una nueva vía de financiación a un Estado fuertemente endeudado.
En efecto, desde sus inicios, la legislación española sobre las Cajas de Ahorros ha
reservado al Estado la posibilidad de usar el ahorro popular para la financiación pública.
Así, desde el siglo XIX las distintas regulaciones, que obedecen a distintos periodos
históricos y políticos, han buscado aprovechar la potencialidad de estas entidades para
contribuir a la financiación de políticas sociales y económicas del Estado, sin embargo,
el mayor grado de intervención se dio tras la Guerra Civil1.
Al finalizar la Guerra Civil las cajas experimentaron una fuerte remodelación que
respondía a los planteamientos de la política del Gobierno franquista. El régimen quería
aprovechar las infraestructuras de las cajas para captar recursos de los ahorradores y
1Existe unanimidad entre los autores sobre la intencionalidad del Estado de utilizar a las Cajas como entes financiadores de sus políticas económicas. Véase Comín Comín, F (2005), Torres Villanueva (2005). Martínez Soto, A.P. (2003).
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financiar sus políticas económicas y sociales. Las reformas de las cajas afectaban a tres
aspectos de las mismas: la organización, la expansión regional y el saneamiento de las
entidades mediante la política de fusiones (Maixé Altés, J.C. 2005) como elementos
básicos para convertirse en las instituciones financiadoras de la política franquista.
Las cajas fueron obligadas a emplear en la obra social nacional del Gobierno parte
de los recursos que destinaban a su obra benéfico-social particular y a realizar algunas
operaciones crediticias, sobre todo, desde 1951 mediante la fijación del coeficiente de
inversión obligatoria.
No obstante, el Estatuto del Ahorro de 1933 seguía siendo la norma básica que
regulaba la actividad de las cajas de ahorros. Lo que les permitía, entre otras cosas,
seguir siendo consideradas como instituciones benéfico-sociales bajo el protectorado del
Ministerio de Trabajo aunque, desde 1935 pasaban a depender del Ministerio de
Hacienda respecto a sus actuaciones económicas y financieras, dejando el protectorado
del Ministerio de Trabajo para las funciones benéfico-sociales.
Desde los primeros años del franquismo el gobierno tenían gran interés en crear
nuevas cajas de ahorros y abrir sucursales por todo el país. La expansión territorial de
las cajas buscaba convertirlas en un instrumento financiero eficaz de las políticas
agrarias y sociales del Nuevo Estado (Torres Villanueva, E. 2005). No en vano, el
Ministro de Trabajo Girón establecía por decreto (Decreto de 17 de octubre de 1947) los
ámbitos de actuación de la obra social de las cajas, así como las cantidades que debían
destinarse a estas actuaciones2. El cumplimiento de estas obligaciones y sus límites
venía garantizado no sólo por el control y posibilidad de sanción que el decreto le
confería al Ministerio sino también, porque el decreto atacaba la autonomía de las cajas
permitiendo la interferencia del Ministerio en la designación de los miembros de los
órganos de gobierno de las cajas y en su dirección. El derecho de veto del Ministerio
aseguraba que en los máximos órganos de representación y gestión de las cajas hubiera
personas adeptas al régimen que aplicarían, sin cuestionar, los mandamientos del
gobierno.
2El Decreto de 17 de octubre de 1947 determinaba tres ámbitos de actuación de la obra social de las cajas: Creación y mantenimiento de instituciones sanitarias populares, de cultura y construcción de viviendas protegidas. Para estas actuaciones, las cajas debían destinar el 85% de las ganancias líquidas que no fueran a fondo de reserva. El 15% restante iba destinado a cubrir un fondo común benéfico-social que quedaba a disposición del Ministerio para la realización de las obras benéfico-sociales de interés nacional. TORRES VILLANUEVA, E. 2005
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A pesar del interés del gobierno franquista por inundar el territorio nacional de
cajas de ahorros, durante la década de los cuarenta y cincuenta, en la región de Castilla
la Nueva sólo hubo una caja de ahorros provincial3: La Caja de Ahorros Provincial de
Cuenca, creada por la Diputación de Cuenca el 23 de abril de 1944.
Los motivos son de diversa índole, la mayor parte de tipo económico y doméstico
aunque también los hubo legales y externos: los procedentes de la naturaleza de la
propia Orden ministerial.
Atendiendo a los factores exógenos, la Orden Ministerial dió autorización oficial a
las cajas para expandirse por el territorio nacional mediante la creación de sucursales y
agencias y la absorción de otras cajas más pequeñas. Este nuevo contexto legal
permitió que cajas más grandes y con mayor tradición pudieran expandirse por las
provincias limítrofes a las de su ámbito de acción y creación.
Así, la Caja de Ahorros de Madrid se expandió por las provincias de Castilla la
Nueva estableciendo sucursales en las provincias de Ciudad Real, Guadalajara y Toledo
(Fernández Sánchez, P. 2005), lo que colisionaba con los deseos de las Diputaciones
provinciales oriundas de crear sus propias cajas de ahorros. Lo mismo ocurría con la
caja de ahorros de Valencia, que fijó sus miras en la provincia de Albacete entrando en
competencia con los intereses de la diputación albaceteña. Mientras que la provincia de
Cuenca no parecía ser de interés para ninguna otra caja competidora foránea, lo que en
este caso sí que permitió la creación de una caja de ahorros provincial por parte de la
Diputación conquense.
Sin embargo, la falta de cajas de ahorros autóctonas hasta la década de los sesenta
obedecía a otros motivos de tipo más interno. En primer lugar y como pilar del que
derivarán los demás factores, habría que atender al bajo nivel de desarrollo de Castilla la
Nueva respecto a otras regiones españolas.
La región, en ningún caso, ha aportado al PIB nacional más de un cinco por ciento
para los años estudiados. Incluso, fue perdiendo importancia con el paso de los años
(Gráfico 1). Un territorio tradicionalmente agrario que, durante las dos primeras
décadas del franquismo sufrió, si cabe más que en el resto del país, una fuerte
involución.
3El Ministerio de Trabajo, en una Orden de 6 de septiembre de 1939, encomendó un estudio a la CECAB para expandir las cajas por todo el territorio nacional, estableciendo sucursales y agencias en todas las poblaciones que superasen los 4.000 habitantes e implantando un servicio de préstamos agrícolas sin desplazamiento de prenda. TORRES VILLANUEVA, E. (2005)
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Gráfico 1: Peso del PIB p.m. del Castilla-La Nueva y sus provincias sobre España
1955
1963
1971
19790,00%
0,50%
1,00%
1,50%
2,00%
2,50%
3,00%
3,50%
4,00%
4,50%
5,00%
CASTILLA LA NUEVA ALBACETE CUENCA C. REAL GUADALAJARA TOLEDO
Fuente: La Renta Nacional y su distribución por provincias. Elaboración propia
En España, se produjo una reagrarización de la economía que fue especialmente
soportada por aquellas regiones donde mayor peso tenía el sector4. Castilla La Nueva
era una región tradicionalmente agrícola, especializada en el cultivo del cereal y
caracterizada por explotaciones agrícolas de grandes superficies5 y poco productivas,
donde la mano de obra procedía, generalmente, de jornaleros sin tierras con ingresos de
subsistencia.
No en vano, a principios del franquismo la población activa empleada en el sector
rondaba el setenta por ciento, mientras que la aportación al PIB regional nunca llegó a
superar el treinta por ciento. La ancenstral atonía y escasa productividad agraria
empeoró, aún más si cabe, tras la Guerra Civil y el estancamiento económico y social
fue tan profundo que durante los años del desarrollismo español, la agricultura seguía
siendo el segundo sector que más personas empleaba y más aportaba al PIB regional.
4Sobre los efectos de la Guerra Civil en la economía española y su reagrarización. Entre otros, TORTELLA, G. (1998). LARRINAGA, C. (2006). BARCIELA, C. (2001)
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Gráfico 2: Peso relativo de los distintos sectores sobre el PIB regional
Fuente: La Renta Nacional y su distribución por provincias. Elaboración propia
Las expectativas sobre el crecimiento económico y calidad de vida poco
halagüeñas de la economía castellana obligaron a una parte importante de su población
a emigrar a otras regiones con mayores posibilidades. Desde finales de la década de los
cincuenta Castilla la Nueva sobrellevó una pérdida de población que por término medio
anual se situaba por encima del uno por ciento, lo que en teoría debió obligar a renovar
las técnicas de cultivo y a modernizar las infraestructuras agrícolas. No obstante, el PIB
generado por el sector primario siguió suponiendo, anacrónicamente, más del veinte por
ciento del total regional y hubo que esperar a la llegada de la España de las autonomías
para que se diera una verdadera modernización de la estructura económica regional que
conquistara un desarrollo económico sostenible y que frenara la pérdida de población.
Cuadro 1.
Población de hecho en Castilla-La Mancha 1910-1991
1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1981 1991
1.536.575 1.645.203 1.827.196 1.923.849 2.030.598 1.975.539 1.706.491 1.626.845 1.651.833
Fuente: INE.
Si a las negativas perspectivas de crecimiento de la economía manchega por su
condición intrínseca, le sumásemos el efecto de un factor exógeno como fue la
congelación de los salarios monetarios a niveles pre-bélicos durante los años de
5A finales del siglo XIX Castilla-La Nueva era la tercera región con fincas de más de 500ha, sólo superada por Andalucía y Extremadura. BERNAL, A.M. En ANES, G. Ed (1999).
0,00% 5,00%
10,00% 15,00% 20,00% 25,00% 30,00% 35,00% 40,00% 45,00%
1955 1959 1963 1967 1971 1975 1979 1983 AGRICULTURA INDUSTRIA CONSTRUCCION SERVICIOS
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autarquía, nos daría como resultado una nula demanda de creación de cajas de ahorros
provinciales por parte de los manchegos.
En efecto, el estancamiento de los salarios monetarios no fue acompañado de un
movimiento en los precios de los productos agrarios en el mismo sentido. Por el
contrario, éstos últimos seguían creciendo, lo que provocó, por una parte, la
acumulación de capital de origen agrario y por otra, la reducción del consumo de los
jornaleros sin tierras hasta unos niveles próximos a la subsistencia (Barciela, C. 1986) .
El deterioro de los salarios reales mermaba la capacidad de ahorro de las clases
populares, por lo que era lógico que no se demandara la creación de ninguna institución
que, como las cajas, se dedicaban a gestionar el ahorro humilde. Y, aunque se estaba
dando una acumulación de capital en el sector, estas rentas, reservadas a unos pocos,
solían estar gestionadas por la banca privada que gozaba de más privilegios y status quo
que las cajas de ahorros, lo que les permitía tratar los recursos captados con un criterio
más empresarial, atrayendo así, a las rentas más altas6.
En segundo lugar y emanado del primero, la tardía creación de cajas de ahorros en
Castilla la Nueva se debía al fuerte arraigo que tuvieron en la región las cooperativas de
crédito agrícola o cajas rurales. Castilla la Nueva es una región extensa y poco poblada,
lo que siempre la ha caracterizado como una región con una baja densidad de población,
muy por debajo de la media nacional (Cuadro 2). Además, esta población está muy
dispersa en pequeños asentamientos rurales7.
Cuadro 2
Densidad de población. (Hab/Km2) España Castilla-La Mancha
1910 39,51 19,341920 42,27 20,701930 46,79 22,991940 51,41 24,211950 55,57 25,551960 60,44 24,86
6Paradójicamente, Desde la llegada del franquismo, la banca privada española quedó lejos de ser intervenida para que asumiera los compromisos sociales del nuevo régimen. Por el contrario, mantuvo el mismo marco liberal y autorregulador que se tenía antes de la Guerra Civil y se reestableció el control de los seís grandes banco del país en el Consejo Superior Bancario, que practicaron políticas oligopolísticas. Además, se impidió la entrada en el mercado español de bancos extranjeros, evitándo así la competencia y manteniendo el status quo. Entre otros autores, CARUANA, L. en GONZÁLEZ ENCISO, A. y MATÉS BARCO, J.M. (Coor) 2006. 7Durante los años estudiados había menos de 20 núcleos locales en la región con una población superior a 10.000 personas. Los municipios más poblados siempre han sido las capitales de provincia y en ningún caso superaron los 50.000 habitantes.
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1970 67,11 21,481981 74,59 20,471991 77,93 20,79
Fuente: INE. Elaboración propia
Esta particularidad junto con la baja tasa de crecimiento económico y el
predominio del sector agrario explicarían, por un lado, el incompleto sistema financiero
que, en general, existía en la región y, sobre todo, la preferencia por las cooperativas de
crédito sobre las cajas de ahorros provinciales.
Las cooperativas de crédito son instituciones de carácter cooperativo, por lo que su
objeto social es el de atender a las necesidades financieras de sus socios cooperativistas.
En el ámbito agrario se denominan cajas rurales o cooperativas de crédito agrícola y
buscan la captación del ahorro en el mundo rural para financiar la adquisición de
maquinaria a los agricultores. De ahí que, su ámbito de actuación sea reducido, ya que
los intereses de los socios suelen ceñirse a áreas geográficas muy localizadas. Lo que
ha dado lugar a que en Castilla-La Mancha existieran nueve cajas rurales, cuatro
provinciales (Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Toledo) y cinco locales y/o comarcales
(Casas Ibañez, La Roda, Mota del Cuervo, Villamalea y Cajacampo).
La fuerte implantación en la región de cajas rurales desde principios de siglo XX,
favoreció que éstas se convirtieran en las entidades gestoras de los préstamos agrícolas
que venían destinados a las provincias castellanas, desde 19398. Desplazando así, a las
cajas de ahorros de la obligación que les confería la propia ley. Lo que, por otra parte,
obstaculizaba la creación de cualquier caja de ahorros provincial y la posponía hasta que
aparecieran nuevas oportunidades de mercado. Sin embargo, en Cuenca que era la
única provincia en la que existía una caja de ahorros provincial, se hizo un ensayo
preeliminar de operaciones de crédito agrícola, situando como protagonistas nacionales
a la provincia y a su caja. En efecto, en 1948, fue firmando un convenio de
colaboración obligada entre la caja de ahorros provincial de Cuenca y el Servicio
Nacional de Crédito Agrícola, mediante el cual la Caja aportaba al SNCA los fondos
que a ella le correspondían del prorrateo sobre los 184 millones de pesetas al dos por
8La Orden de 6 de septiembre de 1939 obligaba a las cajas a conceder préstamos agrícolas sin desplazamiento de prenda. El objetivo era conceder hasta un total de 200 millones de pesetas a los pequeños agricultores de las zonas devastadas por la Guerra Civil, entre las que se encontraban las provincias manchegas, la vigencia de estos préstamos se prolongó hasta 1950 auque ya en 1946 se promulgó la Ley de Crédito Agrícola cuyo objetivo era conceder créditos a los agricultores para que modificaran sus métodos de cultivo, lo que obligó a las cajas de ahorros a efectuar una aportación de 184 millones de pesetas al Servicio Nacional de Crédito Agícola. TORRES VILLANUEVA, E. 2005
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ciento para ofrecer los créditos a los agricultores provinciales, ejemplo que rápidamente
fue aplicado a otras porvincias españolas.
A pesar de la importancia que pudiera parecer que le dio el gobierno franquista a
la Caja de Ahorros provincial de Cuenca y a las considerables tasas anuales de
incremento de impositores, la caja mantuvo, durante los años autarquicos, una muy
discreta cuota de mercado. El arraigo de las cajas rurales en una sociedad agraria hacía
díficil la competencia de la caja de ahorros provincial.
Gráfico 3
0,00%
50,00%
100,00%
150,00%
200,00%
250,00%
300,00%
1946 1947 1948 1949 1950 1951 1952 1953 1954 1955
TASA DE INCREMENTO ANUAL DE IMPOSITORES. CAJA DE AHRROS PROVINCIAL DE CUENCA
Fuente: CECA. Elaboración propia
3. EL DESARROLLISMO FRANQUISTA Y LA CREACIÓN DE LAS
CAJAS DE AHORROS PROVINCIALES MANCHEGAS. La aparición de un
hueco en el mercado financiero
Las nuevas necesidades de financiación del gobierno durante los años cincuenta
pusieron de manifiesto la importancia de las cajas de ahorros como entidades de crédito
y, por tanto, el interés del Ministerio de Hacienda por controlarlas. En 1951 se declaró
el decreto de inversiones obligatorias. De acuerdo con él las cajas estaban obligadas a
invertir el sesenta por ciento de sus recursos ajenos en fondos públicos españoles
admitidos a cotización oficial9.
La fuerte demanda de recursos por parte del sector público perpetuaba las
emisiones de deuda a bajo interés, que quedaban cubiertas rápidamente en cajas y
bancos, lo que despertó, aún más, el interés del Ministerio de Hacienda por conseguir el
9Entre los fondo públicos se encontraban títulos de deuda flotante o consolidada del Estado, pólizas de crédito expedidas por el Estado a favor de las cajas, cédulas hipotecarias, cédulas del Banco de Crédito Local y títulos de de renta fija de los bancos privilegiados
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control absoluto de las cajas de ahorros como instrumentos financieros para llevar a
cabo su política. Así, el 26 de julio de 1957, en los albores de la "estabilización"
desapareció el protectorado del Ministerio de Trabajo que fue sustituido por el
Ministerio de Hacienda. Reconociendo públicamente la importancia que tenían las
cajas de ahorro para la economía nacional.
La politica económica mantenida por el régimen llevo a la economía española al
borde del abismo. La expansión monetaria muy por encima del aumento de la
capacidad productiva no podía más que acarrear unas graves tensiones inflacionarias
que era imprescindible controlar. Además, y para mayor abundamiento, el sistema de
pignoración automática de la deuda estaba proporcionando a la banca privada un canal
casi ilimitado de crédito del Banco de España, lo que multiplicaba la progresiva
inflación. Por ello, entre 1957 y 1958 el Ministerio de Hacienda llevó a cabo iniciativas
que buscaban frenar el proceso inflacionista y reformar el sistema financiero10. Para
ello, entre otras medidas, se emprendió una reforma fiscal que buscaba elevar los
ingresos para equilibrar el déficit presupuestario (Comín, F. 1996), lo que permitiría
mantener una política monetaria más restrictiva que frenase el crecimiento de la oferta
monetaria y de los precios(Barciela, C. 2003).
La política monetaria restrictiva pasó por la elevación del tipo de descuento y por
la congelación de los límites del redescuento bancario para lo que era imprescindible la
colaboración tanto de los bancos, quienes todavía mantenían la posibilidad de la
pignoración de la deuda como forma de crear liquidez, como de las cajas de ahorros,
que ahora sí se iban a convertir en autenticas entidades de crédito. Se abría así una
nueva etapa en la vida de las cajas (Torres Villanueva, E. 2005).
Estas medidas estabilizadoras fueron insuficiente ya que en 1959 el Instituto
Español de Moneda Extranjera se encontraba próximo a la suspensión de pagos, lo que
obligó a iniciar los contactos con el Fondo Monetario Internacional para así, en el
segundo semestre del año comenzar a aplicar el programa de estabilización y
liberalización económica. El Plan de Estabilización buscaba alcanzar una apertura
10Al conjunto de medidas económicas que impulsó el gobierno en 1957 se le ha denominado "preestabilización" y pretendiían buscar un equilibrio interno y externo. Para lograr el interno se hacía hincapié en el control de la inflación y para el externo se devaluó la peseta, se reformó el sistema de cambios y se creó un mercado libre de divisas. Entre otros, FUENTES QUINTANA, E. 1988. BARCIELA, C. 2003. MATÉS BARCO, J.M. 2006.
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exterior de la economía y una estabilización de los precios, para lo que se determinaron
diversas medidas fiscales y monetarias.
La política monetaria se centró en controlar el crecimiento del crédito bancario,
por ello, se exigió la eliminación de la pignoración automática y el uso flexible de los
tipos de descuento e interés del Banco de España. Algunas de las medidas fueron la
elevación del tipo de descuento hasta el 6,25%, del de redescuento bancario hasta el 5%
y la pignoración de fondos publicos subió medio punto (Maixé, J.L: 2003). Una vez
concluido el Plan de Estabilización se frenó la inflación y mejoró el comportamiento del
sector exterior, lo que permitió al Banco de España rebajar en medio punto el tipo de
descuento y redescuento y suspender los límites a los créditos y descuentos a la banca
privada.
En este nuevo contexto se elaboró la Ley de Bases de Ordenación del Crédito y la
Banca, el 14 de abril de 1962 y en su articulado se recogían las reformas intitucionales
de finales de la década de los cincuenta. La política franquista respecto a las cajas tenía
dos caras, por un lado, se buscaba la expansión y eficiencia del sistema de cajas de
ahorro, por otro, se mantenía su uso para la financiación del déficit, las inversiones
públicas y las empresa públicas.
En efecto, el protectorado de las cajas bajo el Ministerio de Hacienda primó la
actividad económica-financiera de las cajas frente a la benéfico-social y se les
encomendó nuevas funciones. Se les impuso financiar al INI y a sus empresas con el 65
por ciento del incremento de sus recursos ajenos (Comín, F. 2005). No en vano, el INI
comenzó a emitir Obligaciones canjeables por acciones de empresas dependientes en
1959, una vez que cesaron las aportaciones del Estado. Las acciones eran consideradas
como fondos públicos automáticamente pignorables y admitidos a cotización en Bolsa.
Lo que se convirtió en la principal fuente de financiación del Instituto en este periodo y
las cajas en las mayores suscriptoras (Martín Aceña, P. y Comín, F. 1991).
Cuadro 3 INI. Obligaciones emitidas y su distribución entre suscriptores. (En porcentaje del total)
Cajas de ahorros Mutualidades y motepios
Instituto Nacional de Previsión
Particulares y personal INI
1959 75.8 24.0 - 0.2 1960 81.7 16.7 0.4 1.2 1961 78.3 18.2 3.1 0.4 1962 72.6 21.1 5.0 1.3 1963 51.6 43.0 4.9 0.5
Fuente: Martín Aceña, P. y Comín, F. 1991
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La inversión obligatoria en valores del INI se mantuvo hasta la liberalización
financiera de 1977 pero en 1962, cuando el INI empezó a relentizar el ritmo de sus las
emisiones y el el Plan de Estabilización había dado sus frutos relajando la demanda de
recursos públicos, las cajas se encontraron con un exceso de liquidez, ya que iban
reduciendo sus demandas inversoras al mismo tiempo que crecían los recursos ajenos,
por lo que el Gobierno las obligó a suscribir valores de empresas privadas previamente
seleccionadas por la Junta de Inversiones (Comín, F. 2005).
La Ley de Ordenación Bancaria de 1962 consolidó el intervencionismo en las
cajas al mismo tiempo que comenzó la equiparación operativa con los bancos. Desde
1964, las cajas estuvieron obligadas a dedicar el ochenta por ciento de sus recursos al
sostenimiento de la política pública y de los planes de desarrollo a través de la compra
de deuda pública, de obligaciones del INI de empresas públicas y privadas pero
seleccionadas por el Gobierno11, de créditos a los agricultores, a los promotores de
viviendas y créditos hipotecarios para la adquisición de viviendas, lo que facilitaba la
financiación de algunos agricultores, industriales y promotores inmobiliarios a tipos
privilegiados, ya que el Estado subvencionaba parte de los réditos. Sin embargo, por
otra parte, tuvieron libertad para con los recursos sobrantes poder adquirir valores
privados de renta fija, lo que les permitía equpararse con los bancos.
Fue en este nuevo contexto económico español en el que se fundaron e
implantaron las cajas de ahorros provinciales autóctonas de la Mancha. Así, el 30 de
junio de 1959 se crea la Caja de Ahorros Provincial de Albacete, el 20 de enero de 1957
la Caja de Ahorros Provincial de Toledo y en 1966 la Caja de Ahorros Provincial de
Guadalajara. La creación de todas ellas se debió a las respectivas Diputaciones
Provinciales junto con la autorización del ministerio de Hacienda para el caso de la
albaceteña. De manera que, cuatro de las cinco provincias castellano-manchegas
dispusieron de sus propias cajas de ahorros para estimular el ahorro entre sus clases más
humildes. La quinta provincia: Ciudad Real pasó a tener su Caja de Ahorros Provincial
el 13 de enero de 1982 mediante una resolución del Ministerio de Economía que
permitía la transformación de la Caja de Ahorros Provincial de Cuenca en la Caja de
11Generalmente eran empresas que pertenecían a sectores industriales estratégicos dentro de los planes de desarrollo. Lo que permitió la financiación de estas empresas a unos tipos de interés privilegiado. COMÍN COMÍN, F. 2005
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Ahorros Provincial de Cuenca y Ciudad Real. Pasando a formar parte como entidad
fundadora de esta caja la Diputación de Ciudad Real.
Aunque todas las provincias manchegas tuvieron su caja de ahorros provincial
desde la década de los sesenta, en este análisis nos centraremos en aquellas que
posteriormente se fusionaron, en junio de 1992, dando lugar al surgimiento de la Caja
de Ahorros de Castilla-La Mancha, por lo que la Caja de Ahorros de Guadalajara y su
provincia no se tendrán en cuenta para algunos resultados.
3.1. Los impositores de las cajas de ahorros. La conquista del mercado
La aparición de las cajas manchegas fue tardía pero acertada. El crecimiento,
nada más nacer, fue espectacular. En los primeros años de creación, las tasas de
crecimiento del número de impositores llegaron a alcanzar unos ritmos superiores al
doscientos por cien. Esta alta velocidad en la captación de clientes se estabilizó en los
siguientes años, dando como resultado que, en los primeros diez años de vida de las
cajas, el aumento de sus respectivas cuotas de mercado, atendiendo al número de
impositores, se situara en torno al cincuenta por ciento de media anual.
Por otra parte, la caja con mayor antigüedad de la región: la conquense, aunque
tuvo un crecimiento menor, pero seguió y captando ahorro provincial de manera
constante y nada despreciable.
Cuadro 4
Tasas de incremento medio anual de impositores. (1960-1985) C.A.P. ALBACETE C.A.P CUENCA Y
C. REAL C.A.P GUADALAJARA
C.A.P. TOLEDO
1961-65 48,55% 14,98% 0,00% 178,16% 1965-70 38,18% 13,94% 126,76% 45,16% 1970-75 14,08% 7,91% 22,87% 14,31% 1975-80 6,83% 4,45% 10,06% 7,77% 1980-85 5,98% 4,08% 5,00% 6,55%
Fuente: CECA. Elaboración propia
Si en general, los años del desarrollismo español fueron buenos para las cajas
confederadas porque se consolidaron como instituciones financieras y de crédito, en el
caso particular de las manchegas fue incluso mejor, ya que se convirtieron en las
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instituciones que más aportaron a la fuerte subida de las tasas de incremento de
impositores en España12.
La competencia a la que se enfrentaban las cajas de ahorros provinciales
castellanas por parte de otras cajas confederadas foráneas no fue obstáculo para que las
autóctotonas properaran, e incluso, les arrebataran los clientes a las otras ya instaladas.
Así, no sólo multiplicaron, año a año, el número de impositores sino también elevaron
el peso de éstos sobre el total de impositores regionales y nacionales. Desde los
primeros años de vida de las cajas manchegas, más de la mitad de los clientes usuarios
de de cajas de ahorros confederadas en la región, lo eran de las las cajas oriundas. La
preferencia de los castellano-manchegos, a la hora de guardar sus ahorros, por sus
propias cajas fue el elemento que les permitió triplicar el peso que mantenían sobre el
conjunto español.
Cuadro 5 Impositores de las Cajas de Ahorros Provinciales manchegas.
(% sobre el total de Cajas de Ahorros Confederadas) Albacete Cuenca Guadalajara Toledo Castilla La
Nueva España
1961 20,00% 34,00% 0,00% 1,62% 6,90% 0,41% 1971 66,74% 43,00% 21,56% 71,99% 54,65% 1,84% 1981 76,87% 43,78% 39,45% 82,24% 60,62% 2.10%
Fuente: CECA. Elaboración propia
Descendiendo a un análisis por provincias se extraen algunas otras conclusiones
dignas de comentar. Por un lado, en la provincia de Albacete, su Caja de Ahorros
Provincial tuvo una implantación rápida y vigorosa, en sólo dos años de vida consiguió
el veinte por ciento de los clientes de cajas confederadas en la provincia y, en la década
de los sesenta, más del sesenta y seis por ciento de los impositores, lo eran de la Caja de
Ahorros de Albacete. La existencia de una caja de ahorros foránea en territorio
albacetense incentivaba la competencia y estimulaba una agresiva política de captación
de pasivo de la caja albaceteña, lo que le permitió que a principios de los ochenta más
de dos tercios de los clientes de cajas, lo fueran de la Caja de Ahorros Provincial de
Albacete.
Lo mismo ocurrió en la provincia de Toledo, en este caso, la implantación de Caja
Madrid desde los años cuarenta en territorio toledano era el revulsivo para mejorar los
12Entre 1961 y 1970 las provincias castellanas estaban entre los 15 primeros puestos en el número de imponentes de las cajas confederadas. Situándose Toledo, Albacete y Guadalajara en los puestos uno, dos y tres respectivamente.
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servicios prestados y arrebatar así, un fuerte número de impositores a la competencia, lo
que llevó que, a principios de los ochenta, prácticamente, la mayor parte de impositores
de cajas de ahorros confederadas lo fueran de la Caja de Ahorros de Toledo.
Por otro lado y en otro sentido, se encontraba la provincia de Cuenca. En este
caso, su caja de ahorros provincial tenía tradición desde los años de la autarquía. Por lo
que no tuvo que rivalizar por la atracción de recursos frente a ninguna otra caja
confederada. La menor competencia que vivió la Caja de Cuenca fue óbice para un
fuerte aumento en la tasa de crecimiento de los impositores y, aunque mantuvo una
buena evolución, su cuota de mercado no creció con tanto vigor como lo hizo en sus
homologas.
Si atendemos a la relación entre el número de impositores y la población de hecho
en las respectivas provincias donde actuaban las cajas manchegas, la conclusión es muy
parecida.
Cuadro 6 Cuota de mercado de las cajas de ahorros provinciales manchegas
(Habitantes/Impositores) Albacete Cuenca y
Ciudad Real Toledo Guadalajara
1940 0,00 0,00 0,00 0,00 1950 0,00 0,01 0,00 0,00 1960 0,01 0,10 0,00 0,00 1970 0,29 0,16 0,17 0,11 1981 0,80 0,34 0,57 0,51
Fuente: CECA. INE. Elaboración propia
Las cajas manchegas de nueva creación fueron capaces, en menos de diez años, de
alcanzar una cuota de mercado por encima del medio punto, siendo singularmente
llamativo el caso de la Caja de Ahorros de Albacete que, en los albores de la transición
democrática, había llegado al 0,8. La competencia y el desarrollo económico de los
sesenta tuvieron sus efectos sobre la difusión del ahorro y los servicios financieros que
estaban obligadas a prestar las cajas, lo que se convirtió en un acicate para que las cajas
autoctonas puedieran arrebatar clientes a otras entidades ya instaladas e ir
consolidándose como futuros líderes financieras en sus ámbitos de actuación.
El crecimiento económico de los sesenta ponía de manifiesto el déficit de hogares
en el país. De ahí que desde finales de los cincuenta, hubiera en España una fuerte
actividad constructora de viviendas donde las cajas fueron principales artífices. La
obligación impuesta a las cajas de destinar gran parte de sus recursos a la concesión de
créditos hipotecarios para la construcción y compra de viviendas puso las bases para
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que se especializaran en este segmento de mercado, creando así, un hueco desde donde
poder instalarse a las cajas manchegas.
Al albur de esta condición las cajas castellanas nacieron y crecieron, ya que, en
general, los préstamos hipotecarios fue el servicio social más demandado por los
usuarios de las cajas. El déficit de hogares que sufría la región castellano-manchega fue
saldándose durante estos años y el censo de viviendas familiares fue creciendo a unas
tasas promedio de un cinco por ciento anual, incluso en Toledo estaba por encima del
siete por ciento.
Cuadro 7
Tasas de crecimiento de viviendas familiares por provincias Albacete C. Real Cuenca Toledo
1951-60 52,57% 59,14% 27,29% 43,18% 1961-70 67,82% 21,39% 41,49% 70,32% 1971-80 48,82% 45,40% 58,77% 73,51% 1981-90 -15,77% 3,48% -9,06% -10,73% Fuente: INE. Elaboración propia
La construcción y compra de viviendas fue una actividad económica residual hasta
los años sesenta, por tanto, su despegue generó un espacio en el mercado financiero
donde las recien creadas cajas manchegas podían hacerse fuertes y rivalizar, en
similares condiciones, con el resto de competidores. Aunque en general, las cajas de
ahorros confederadas fueron muy críticas a la política intervencionista del franquismo,
en el caso de las instituciones manchegas esta política fue un elemento precursor para su
desarrollo, crecimiento y consolidación.
En definitiva, las cajas provinciales embrionarias de lo que posteriormente sería la
Caja Castilla-La Mancha desde junio de 1992, aunque fueron de las últimas en crearse
en España, fundamentalmente por motivos económicos domésticos, una vez fundadas se
convirtieron en las adalides de los respectivos mercados provinciales. Por lo que,
cuando llegó la España de las autonomías, el gobierno regional incentivó su fusión. La
suma de unos líderes locales en una entidad mayor permitiría afrontar el reto de la
desregularización del mercado de capitales iniciada desde febrero de 1991 y sería capaz
de crear economías de escala y generar efectos sinérgicos que potenciarían el desarrollo
económico regional. Además, la aparición de una institución financiera de ámbito
regional tendría mayor capacidad para captar ahorro y ponerlo a disposición de los
nuevos gobiernos autonómicos si fuera necesario.
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2.2. La evolución de los saldos de ahorro. La consolidación de las cajas
manchegas
El volumen de depósitos en el conjunto de las cajas manchegas evolucionaba de
forma similar al número de imponentes. Conforme iban ganando cuota de mercado en
sus respectivas provincias de origen, se consolidaba el nivel de ahorro de sus clientes.
Lo que porporcianaba un peso relativo del nivel de saldos regionales sobre el conjunto
español casi igual al peso que representaban el número de clientes.
Las cajas autóctonas fueron capaces de aprovecharse del crecimiento económico
nacional y, aunque desde el punto de vista comparativo, el desarrollo fue menor en
Castilla-La Mancha (Gráfico 4), los niveles de renta y de renta per cápita crecieron en
todas las provincias favoreciendo que la política de difusión de ahorro tuviera efectos
multiplicativos donde las entidades financieras fueron capaces de aprovecharlos
captando los nuevos recursos del público.
Gráfico 4
0,00
50.000,00
100.000,00
150.000,00
200.000,00
250.000,00
300.000,00
350.000,00
400.000,00
450.000,00
500.000,00
1961 1971 1981
RENTA PER CAPITA (Pts corrientes)
ALBACETE CUENCA C. REAL TOLEDO ESPAÑA
Fuente: BBV. La renta nacional y su distribución por provincias. Elaboración propia
No obstante, en los albores de la incipiente liberalización financiera y en la ante
sala de la crisis económica internacional de 1973 se produjo un cruce de tijeras entre
ambas variables (Gráfico 5). Desde los inicios de la década el peso del ahorro regional
depositado en las cajas provinciales creció más rápidamente que el número de
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imponetes. La causa habría que buscarla en la provincia de Toledo y el distinto impacto
que sufrió de la crisis económica internacional.
La década de los setenta estuvo marcada por un fuerte ciclo depresivo de la
economía nacional e internacional. La estanflación, el desempleo, el déficit y el proceso
de transición democrática fueron las condiciones a las que se enfrentaba el país. Las
elevadas tasas de paro y la inflación limitaban la capacidad de ahorro de los
impositores, fundamentalmente en aquellas regiones muy castigadas por la crisis: las
zonas industriales13. Lo que llevo a que las tasas de crecimiento de los depósitos de
cajas y bancos se redujeran, en el conjunto nacional, a más de la tercera parte respecto a
la década anterior14. Por el contrario, en el caso de Toledo, las tasas de crecimiento de
los depósitos mantenían un ritmo que duplicaba el crecimiento de las tasas españolas y
se situaba en torno al diez por ciento, varios puntos porcentuales por encima de la tasa
media de ahorro del resto de la región y, por supuesto, de la de España .
La crisis no paralizó por completo el desarrollo económico de la provincia de
Toledo, por el contrario, creció a mayor velocidad que el resto de provincias castellano-
manchegas permitiendo que los toledanos disfrutaran de una renta per cápita mayor.
Por tanto, es lógico que este mayor nivel de renta se tradujera en unos depósitos de
mayor volumen, con lo que la caja podía disponer de más recursos para su actividad
crediticia con un menor número de clientes. De ahí, que la dimensión media de los
depósitos en la caja toledana fuera superior a la de cualquier otra caja manchega,
incluso estaba por encima de la dimensión media de los depósitos en el conjunto
español, lo que no deja de sorprender porque el nivel de renta per cápita toledano no era
mayor que el español (Cuadro 8). El efecto frontera podría estar en la base de esta
meno incidencia de la crisis y ser la clave de esta paradoja.
La proximidad de Toledo a la provincia de Madrid pudo provocar que, madrileños
con una renta per cápita más alta que los toledanos, tuvieran parte de sus ahorros en la
entidad manchega. A pesar de la crisis económica, la menor importancia de la industria
en la región y la modernización de las instituciones que trajo la transición democrática
13La crisis de los setenta fue una crisis industrial. El encarecimiento de los inputs y la irrupción de nuevos países industrializados, con costes laborales más bajos, pusieron de manifiesto que los sistemas de producción occidentales, basados en el crudo y la mano de obra como factores de producción baratos, tenían que modernizarse para mantener la competitividad internacional. Opinión comúnmente aceptada. CIRCULO DE EMPRESARIOS, (1984). SEGURA, J. (1983). 14Las tasas de crecimiento de los depósitos de las cajas españolas cayeron de una década a otra del 15,2% al 5,5%. MAIXE ALTES, J.C. (2005)
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permitieron que la economía más local no sufriera tanto el ciclo depresivo. El
desarrollo de la economía provincial, precisamente en esta década, favoreció la
aparición de clases populares con disponibilidades líquidas. Además de este factor de
tipo doméstico, la provincia de Toledo mantenía un estrecho vínculo de relaciones
económicas y sociales con Madrid, lo que podría ser el motivo de atracción de los
depósitos de residentes madrileños con intereses en la provincia de Toledo aumentando
así, la dimensión media de los depósitos en la caja provincial.
Por otra parte, la evolución del volumen de depósitos en la provincia de Albacete
fue justo la contraria. El menor crecimiento de renta per cápita de esta provincia daba
como resultado unos depósitos más pequeños y, por tanto, un crecimiento de los
mismos a menor velocidad que el del número de impositores. No obstante, en el caso
de Toledo, la desigualdad entre el crecimiento de los depósitos y el número de
impositores era mayor en valores absolutos que en el caso albacetense, por lo que el
efecto en el conjunto regional fue una aceleración en el volumen de pasivo sobre el
conjunto español.
Gráfico 5: Peso relativo de los impositores y volumen de depósitos del conjunto de cajas manchegas sobre el total español
0,00%
0,50%
1,00%
1,50%
2,00%
2,50%
3,00%
1945 1950 1955 1960 1965 1970 1981 1985
DEPOSITOS IMPOSITORES
Fuente:CECA. Elaboración propia.
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La aparición de las cajas de ahorros provinciales en los años sesenta incremetó la
importancia de los pasivos existentes en la región sobre el total en las cajas
confederadas españolas. Entre 1960 y 1970 se multiplicó por cinco tanto el peso de los
impositores como el de los depósitos manchegos sobre el conjunto nacional y, aunque el
crecimiento de la renta per cápita manchega era inferior a la media nacional, lo que
debería de haber limitado la capacidad de ahorro de los castellano manchegos, en
realidad no fue tan restringida. Los ahorros depositados en las entidadades estudiadas
tenían un tamaño muy similar a la media española, por lo que se podría deducir que los
castellano manchegos consumían menos que la media de los españoles y por ello, eran
capaces de, con una menor renta, ahorrar practicamente lo mismo que los demás, lo que
proporcionaba recursos para satisfacer las necesidades crediticias de las actividades
producitvas.
Cuadro 8 Dimensión media de los depósitos. (Pesetas corrientes)
Caja de Ahorros Provincial de Albacete
Caja de Ahorros Provincial de Cuenca y Ciudad Real
Caja de Ahorros Provincial de Toledo
España
1955 4.926 4.921 1970 21.035 26.676 34.944 27.538 1985 142.487 222.942 235.991 191.780 Fuente: CECA
Los pasivos de las cajas provinciales castellanas procedían, como no podía ser de
otro manera, de clientes de todos los sectores económicos, sin embargo, la mayor
aprotación provenía de los servicios. El desarrollo económico también llegaba a la
región y favorecía el ascenso del sector terciario frente a la pérdida de peso relativo de
la agricultura quien, por otro lado, era el principal cliente de las cooperativas de crédito
en la región. El crecimiento del sector terciario demandaba una mayor cantidad de
mano de obra que, en definitva, iban a ser los impositores de estas cajas de ahorros de
nueva creación.
El abandono del campo y el asentamiento de gran parte de la población en las
ciudades rompió el tradicional monopolio de las cajas rurales. En esta época, las clases
populares más urbanas empezaban a disponer de unos niveles de ingresos mayores y,
por lo tanto, iban a tener una capacidad de ahorro mayor, lo que favorecería el aumento
de depósitos en las nuevas cajas autóctonas.
El aumento de la renta per cápita de los manchegos y la modernización de su
estructura económica supusieron, definitivamente, la consolidación de las cajas
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provinciales. Lo que hemos demostrado mediante la estrecha correlación entre el
volumen de depósitos y la evolución del sector servicios en todas las provincias. (Tablas
1, 2 y 3).
Tabla 1: Coeficiente de correlación de Pearson y de correlación de rango de Spearman de los depósitos por grandes sectores económicos. Albacete
Depósitos Agricultura Industria Construcción Servicios Depósitos 0.994 0.993 0.905 0.997
Agricultura 1.000 0.987 0.922 0.991 Industria 1.000 1.000 0.934 0.999
Construcción 0.995 0.995 0.995 0.929 Servicios 1.000 1.000 1.000 0.995
Fuente: CECA. BBV La Renta Nacional y su distribución por provincias. Elaboración propia Clave: En la parte de la tabla situada por encima de la diagonal principal aparecen los valores del coeficiente de correlación de Pearson para el volumen de depósitos por sector económico. En la parte situada por debajo aparecen los correspondientes valores del coeficiente de correlación de rango de Spearman. En todos los casos ambos coerficientes son estadísticamente diferentes de cero con una significatividad bilateral inferior al uno por mil.
Tabla 2: Coeficiente de correlación de Pearson y de correlación de rango de Spearman de los depósitos por grandes sectores económicos. Cuenca y Ciudad Real
Depósitos Agricultura Industria Construcción Servicios Depósitos 0.945 0.993 0.920 0.994
Agricultura 0.988 0.955 0.980 0.959 Industria 1.000 0.988 0.943 0.999
Construcción 0.997 0.994 0.997 0.950 Servicios 1.000 0.988 1.000 0.997
Fuente: CECA. BBV La Renta Nacional y su distribución por provincias. Elaboración propia Clave: Idem.
Tabla 3: Coeficiente de correlación de Pearson y de correlación de rango de Spearman de los depósitos por grandes sectores económicos. Toledo
Depósitos Agricultura Industria Construcción Servicios Depósitos 0.968 0.990 0.958 0.998
Agricultura 0.995 0.987 0.993 0.978 Industria 1.000 0.995 0.977 0.997
Construcción 0.995 0.989 0.995 0.967 Servicios 1.000 0.995 1.000 0.995
Fuente: CECA. BBV La Renta Nacional y su distribución por provincias. Elaboración propia Clave: Idem.
La fuerza expansiva de las cajas se manifestó imparable sobre todo, desde la
incipiente liberalización financiera de finales del franquismo. Las medidas sobre los
tipos de redescuento de 1969, las liberalizaciones de tipos de interés de 1974 y la
aproximación en la operativa de cajas y bancos dieron paso a la libre apertura de
oficinas y la flexibilización de los procesos de fusión de 1975 así como, a la reducción
de los coeficientes legales de inversión, proporcionando un mayor dinamismo en las
CONGRESO INTERNACIONAL DE HISTORIA DE LAS CAJAS DE AHORROS La Caja Castilla‐la Mancha en sus orígenes. La intervención pública y el desarrollo regional
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cajas que favoreció la aproximación de posiciones respecto a la banca antes de que
llegara la desregularización definitiva del sistema de principios de los ochenta.
La paulatina reducción de los coeficientes legales de inversión amplió el grueso de
los préstamos de libre disposición de las cajas que fueron a parar, en términos generales,
al crédito hipotecario. Sin embargo, no todos los recursos ajenos podían ser dispuestos
por las cajas para estos esfectos. El coeficiente de caja, decretado en 1964 y
cuantificado en 1977 en el 7.75% y la existencia de otros depósitos obligatores en el
Banco de España pretendían reducir la liquidez del sistema. No obstante, la "Reforma
de Fuentes Quintana" de 1977 supuso la homologación de las cajas a los bancos al
autorizarlas a descontar letras, efectos, a realizar operaciones de comercio exterior,
cambio y arbitraje y financiación exterior. Lo que les abrió las puertas a nuevas vías de
inversión y permitió su acceso al sector empresarial, hasta entonces reservado a los
bancos.
El paulatino proceso de liberalización de las cajas durante los setenta se amplió
hasta la incorporación española a la Comunidad Europea y tuvo su continuidad
posterior para llegar a la convergencia. De entre todas las modificaciones destacan la
liberalización, en 1981, de los tipos de interés de las operaciones activas de las cajas y,
en menor medida, de las pasivas, la posibilidad de expansión por el extranjero en virtud
del R.D. 329/1983 de 9 de noviembre y en 1985, la introducción de una nueva
regulación del coeficiente de inversión que equiparaba totalmente a cajas y bancos. La
integración en la Unión Europea obligaba a homologar la legislación de todas las
instituciones financieras españolas y a reducir la brecha entre el tipo de interés de la
financiación privilegiada y el de mercado, lo que permitió a todas las cajas española
aprovechar mejor las oportunidades de mercado.
La desaparición, aunque paulatina, del coeficiente obligatorio de inversión, la
liberalización de tipos de interés y la autorización de expansión de las cajas por el
extranjero y por el territorio nacional iban a ser el acicate para que las cajas manchegas
iniciaran su proceso de fusión. El gobierno autonómico surgido de la aplicación de la
Constitución de 1978 iba a necesitar su propio instrumento financiero. Una entidad
capaz de enfrentarse a cualquier competidor y lo suficientemente grande y solvente para
afrontar con exito el proceso de desregularización de los movimientos de capitales que
se producirían a partir del 1 de febrero de 1992. Ante este contexto de liberalización,
CONGRESO INTERNACIONAL DE HISTORIA DE LAS CAJAS DE AHORROS La Caja Castilla‐la Mancha en sus orígenes. La intervención pública y el desarrollo regional
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homologación e integración en la Unión Europea surgió por fusión, en junio de 1992, la
Caja de Ahorros de Castilla-La Mancha.
4. CONCLUSIONES
Las cajas de ahorros han tenido tradición en el sistema financiero español. Desde
1839, fecha de fundación de la primera caja de ahorros en España estas instituciones
han ido desempeñando funciones financieras y actuando como entidades benéficas con
fines sociales. La lucha contra la usura, la exclusión social y la contribución al
desarrollo económico local han sido características esenciales del conjunto de cajas de
ahorros españolas.
A pesar de la tradición de las cajas de ahorros en España desde el siglo XIX, en la
región de Castilla-La Mancha no surgieron cajas de ahorros hasta bien entrado el siglo
XX. En este trabajo se pretendía conocer los orígenes de la Caja Castilla-La Mancha
(CCM) como fruto de la fusión de otras cajas provinciales y, por tanto, escudriñar los
motivos por los que se retrasó la creación de cajas de ahorros en la región manchega, así
como, la influencia que, desde este aspecto, tuvo la política intervencionista del
franquismo.
Desde este lado hemos concretado que las cajas de ahorros que dieron lugar a la
CCM mediante su fusión, en junio de 1992, fueron la Caja de Ahorros Provincial de
Albacete, de Toledo y de Cuenca y Ciudad Real. De ellas, la más antigüa es la Caja de
Ahorros de Cuenca que data de 1944, el resto se crearon en la década de los sesenta. Y
aunque desde los primeros años del franquismo, el régimen tenían gran interés en crear
nuevas cajas de ahorros y abrir sucursales por todo el país para convertirlas en un
instrumento financiero eficaz de las políticas agrarias y sociales del Nuevo Estado, en la
región castellano-manchega no triunfó esta idea por diversos motivos. En primer lugar,
y desde un punto de vista interno, el bajo nivel de desarrollo interno de Castilla-La
Nueva le hacía mantener un sistema financiero incompleto y rudimentario.
En una economía basada en la agricultura extensiva del cereal y el latifundio era
lógico que se mantuviera una elevada proporción de trabajadores del campo quienes,
tradicionalmente, tenían unos ingresos que rozaban el nivel de subsistencia. La llegada
del franquismo no hizo más que empeorar su situación al congelar los salarios a niveles
pre-bélicos, por tanto, las clases populares manchegas poca capacidad de ahorro tenían
CONGRESO INTERNACIONAL DE HISTORIA DE LAS CAJAS DE AHORROS La Caja Castilla‐la Mancha en sus orígenes. La intervención pública y el desarrollo regional
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por lo que no era necesaria la existencia de instituciones que gestionaran el ahorro de
los más humildes.
En segundo lugar, Castilla-La Mancha ha sido siempre una región poco poblada y
con asentamientos rurales muy dispersos, lo que ha propiciado la preferencia de los
manchegos por las cooperativas de crédito en vez de las cajas de ahorros. Las
necesidades financieras de los pequeños agricultores solían estar cubiertas con unas
entidades de ámbito muy local. Esta posición predominante en el mercado las convirtió
en entidades gestoras de los préstamos agrícolas que venían destinados a las provincias
manchegas desde 1939, compitiendo directamente con las funciones de las cajas de
ahorros y, por tanto, demorando en el tiempo su creación.
A los factores endógenos habría que sumarle uno externo y proviniente de la Ley.
Desde 1947, se autorizó a las cajas de ahorros a expandirse por el territorio nacional
mediante la creación de sucursales y agencias, lo que permitió que cajas más grandes y
con tradición se instalaran en las provincias Manchegas. Así Caja Madrid llegó a
Toledo, Ciudad Real y Guadalajara y Caja de Valencia se ubicaría en Albacete,
colisionando con los deseos de creación de cajas de ahorros provinciales autóctonas.
Resultados distintos son los acaecidos durante los años del desarrollismo español
y el tardo franquismo. En esta época se fundaron las cajas de ahorros provinciales
manchegas. Las necesidades de los gobiernos franquistas de financiar la estabilización
llevó a que el protectorado de las cajas se ejeciera, plena y completamente, desde el
Ministerio de Hacienda. La financiación del déficit, de la inversión y de las empresas
públicas necesitaba de la colaboración de las cajas de ahorros quienes estuvieron
obligadas a cumplir un coeficiente de inversión en distintos activos públicos. La
carteras de las cajas estaban compuestas principalmente por las obligaciones del INI y el
crédito a la construcción y compra de viviendas. Fue precisamente en este aspecto en el
que las cajas manchegas encontraron un hueco para surgir y mantener su nicho de
mercado.
El crédito obligatorio a la construcción permitió la aparición y consolidación de
estas cajas que en unos cuantos años se hicieron con una gran cuota de mercado. Todas
las cajas provinciales, a principios de los setenta, tenían más de la mitad de impositores
en sus respectivas provincias, lo que situó a las cajas manchegas a la cabeza en el
conjunto nacional en cuanto a incrementos de cuotas de mercado.
CONGRESO INTERNACIONAL DE HISTORIA DE LAS CAJAS DE AHORROS La Caja Castilla‐la Mancha en sus orígenes. La intervención pública y el desarrollo regional
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Conforme se desarrollaba la región y aumentaba el nivel de renta per cápita, las
cajas iban captando más recursos y arrebatándoles clientes a la competencia. La
incipiente modernización económica de finales de los sesenta y setenta hizo despegar al
sector servicios y a las ciudades, convirtiéndose éste en el mayor acreedor de las cajas
ya que, aunque existe una estrecha correlación entre el volumen de depósitos y el
desarrollo de todos los sectores, ésta es mayor en el caso de los servicios.
En términos comparativos, el volumen de recursos captados fue evolucionando a
la par al de la cuota de mercado hasta la década de los setenta. Desde los inicios de la
década el volumen de depósitos regionales creció más rápidamente que el número de
impositores, lo que supuso un cruce de tijeras en el peso relativo los depósitos e
impositores sobre el total español. La clave de este mayor crecimiento se encuentra en
la Caja de Ahorros Provincial de Toledo quien mantuvo un volumen de recursos y una
dimensión media de los mismos por encima de la media regional e incluso la nacional.
El desarrollo de los servicios, la menor importancia de la industria y la proximidad a
Madrid, que suponía unas las estrechas relaciones económicas y sociales con los
madrileños, pudo estar en la base de un leve crecimiento económico toledano. Así,
mientras sus correligionarios sufrían una recesión económica, la provincia de Toledo
escalaba posiciones y mejorar la renta per cápita de sus habitantes, favoreciendo el
ascenso de la caja de ahorros provincial.
En definitiva, las cajas en Castilla-La Mancha fueron capaces de hacerse hueco en
los mercados provinciales y consolidarse como las instituciones financieras referentes
en los albores de la desregularización del mercado de capitales. En este caso, el
intervencionismo franquista, criticado por la mayor parte de cajas españolas, favoreció
la aparición y consolidación de estas entidades financieras que en 1992 se fusionarían
para provechar las economías de escala que se ofrecían ante la integración económica
europea, al mismo tiempo que se fortalecían frente a la competencia exterior. El
surgimiento de una institución de ámbito regional facilitaría la financiación de los
gobiernos autonómicos y potenciaría la aparición de efectos sinérgicos sobre la
economía regional.