La calidad de pensamiento crea la calidad de vida (1)

Pensemos en una semilla. Es como un punto: pequeña, diminuta y compacta, y sin embargo posee un gran potencial. Un pensamiento es como una semilla, una semilla que puede ser positiva o negativa, según nuestro estado de ánimo, actitud y carácter. El pensamiento crea sentimientos y actitudes. A esta combinación se la llama conciencia. La conciencia humana es la capacidad de pensar, razonar, sentir y expresar. Todo esto comienza con un único pensamiento. Observamos alguna vez nuestros pensamientos? ¿Pensamos alguna vez en detenerlos, en ponerles punto final? Habitualmente permitimos que se esparzan por doquier, que divaguen por todos los rincones de nuestra mente. Los pensamientos descontrolados son como un automóvil lanzado a toda velocidad: a no ser que frenemos, nos estrellaremos. Una mente sin control está tensa y preocupada. Esto causa mucho daño. Para que nuestra mente trabaje con naturalidad necesitamos aplicar el freno. Una mente en su estado natural es pacífica, y una mente pacífica nos da claridad. Cuando vemos las cosas con claridad no hay desgaste porque nuestra mente se vuelve liviana, no se ve agobiada con pensamientos innecesarios. La mayor enfermedad de la mente es pensar en exceso, especialmente pensar demasiado en otros: en lo que hicieron, lo que deberían hacer, lo que deberían haber hecho, lo que dijeron, lo que quisiéramos que hubieran dicho, por qué lo dijeron, etc. Todo esto perturba la serenidad propia de la mente. Pensar demasiado es como comer demasiado: la pesadez nos impide mantenernos ligeros y flexibles.

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