La Casa Sola, relato de Aliaga Pereira

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La Casa Sola, relato de Aliaga Pereira Published on Servindi - Servicios de Comunicación Intercultural (https://www.servindi.org) Imprimir articulo Exportar a PDF Volver La Casa Sola, relato de Aliaga Pereira Servindi, 12 de setiembre, 2021.- Compartimos un relato nostálgico de José Luis Aliaga Pereira publicado en la revista El Labrador, editado en el distrito de Sucre, en Cajamarca, Perú. El texto fue escrito en Lima en 1992 después que fallecieran sus abuelos paternos y al poco tiempo su padre. A consecuencia de esto, su madre, que vivía junto a ellos, se vio obligada a trasladarse a la capital de la provincia donde residía su hermana. «La Casa en la que la señora vivió todo el tiempo de casada, si bien no quedó en el abandono, sufre por sus habitaciones "tristes" y "vacías"» nos explica el autor. Page 1 of 5

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La Casa Sola, relato de Aliaga Pereira

Servindi, 12 de setiembre, 2021.- Compartimos un relato nostálgico de José Luis Aliaga Pereirapublicado en la revista El Labrador, editado en el distrito de Sucre, en Cajamarca, Perú.

El texto fue escrito en Lima en 1992 después que fallecieran sus abuelos paternos y al poco tiemposu padre. A consecuencia de esto, su madre, que vivía junto a ellos, se vio obligada a trasladarse ala capital de la provincia donde residía su hermana.

«La Casa en la que la señora vivió todo el tiempo de casada, si bien no quedó en el abandono, sufrepor sus habitaciones "tristes" y "vacías"» nos explica el autor.

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La Casa SolaPor José Luis Aliaga Pereira

La casa de tejas y adobe que tiene el corral pequeño y el patio grande, ha quedado sola. La casa detejas y adobe que tiene, entre sus dos puertas, un portón de madera, ha quedado dolorosamentesola. Y la casa de tejas y adobe que lucía sobre su puerta izquierda el escudo peruano pintado en unlatón, ha comenzado a sufrir de soledad y quizás de abandono. Pero no solo la casa de tejas y adobede la calle Dardanelos signada con el numero 403 ha quedado sola; en nuestro pueblo hay muchas,demasiadas casas solas. Casas de paredes en apariencia mudas, de habitaciones tristes y vacías...¡desoladas!

Al caminar por las calles del distrito antes llamado Huauco, observamos que a las casas solas lesfalta poco para llorar. La grama crecida de sus corrales y veredas descuidadas, los cimientos yparedes carcomidas por el tiempo, el polvo y las telarañas, configuran sus lágrimas que lo dicentodo.

— ¡Mirame como estoy! —gritan.

— ¡Soy el vientre donde creciste! —claman.

El vecino, es decir el auténtico sucreño, también se encuentra triste. Las casas solas lo miran pasar yenvidian a las otras; a las que viven con sus fogones calientes, a las que miran con los ojos de susventanas, cielos rasos o de sus carrizos, la alegría o tristeza de sus hijos, a aquellas de orgullosostechos que festejan las patadas de sus niños o que aún sienten el caminar cansino de sus viejos. Ylas envidian realmente, no solo por su falta de goteras y de sus puertas que se abren y se cierran sincrujir, las envidian más cuando lucen pintadas y remozadas, todas modernas y coquetas, listas comopara las fiestas.

En esos días de jolgorio, no las saludan al despertar por las mañanas; solo conversan entre ellas,

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chismean bajito cuando las ven:

— ¿Y ésta qué se habrá creído? —se preguntan—. ¡Sus hijos viajarán, no sabe lo que la espera, niqué es sufrir ni llorar!

Mientras tanto:

— ¡Ay, cuántas casas solas! —suspira la iglesia desde sus torres, inflando sus anchas paredes.

La municipalidad, haciéndose la fuerte, la consuela:

— No te preocupes —le habla muy quedo—. Tienen que volver, ya verás; aunque sea para mayotienen que volver.

Foto del local antiguo de la antigua iglesia de Sucre

Dicen que las mujeres feas son como los jardines abandonados; en los que, de pronto, entreenredaderas y malahierbas, gratamente nos sorprende una delicada azucena, la perfección de unarosa o el penetrante olor de los geranios y violetas. Así son las casas solas, en las que, no solo nossorprenden las azucenas y las rosas; sino, también los recuerdos que nos asaltan puros y dulces,como el del hermano menor que, incontenible, lloró en un rincón desesperado por su trompo; o elrecuerdo de aquel amigo que llamaba con conocidos toques o silbidos a tu puerta; o, mucho mejor,cuando a tus ojos se presenta la casa de ella, la del primer amor, y sientes en magia que nada hacambiado, que sigue todo incólume dentro de ti; ¡cómo regresa tu alma a vestir el uniforme deestudiante y otra vez goza y padece todo, como si sucediera por vez primera!

La casa de tejas y adobe, que tiene el corral pequeño y el patio grande, está llorando su soledad.Hoy llora por sus tejas rotas, mañana por unas cuantas pajitas y después llorará por sus paredesdesnudas...

Las tejas y adobes de la casa vieja que tiene el corral pequeño y el patio grande, ¡SEÑORES!, comoel pueblo entero, esta llorando por dejarlas solas! ...

Tu, yo y todos los de corazón simple lo sabemos...

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----* José Luis Aliaga Pereira (1959) nació en Sucre, provincia de Celendín, región Cajamarca, y escribecon el seudónimo literario Palujo. Tiene publicados un libro de cuentos titulado «Grama Arisca» y «Elmilagroso Taita Ishico» (cuento largo). Fue coautor con Olindo Aliaga, un historiador sucreñode Celendin, del vocero Karuacushma. También es uno de los editores de lasrevistas Fuscán y Resistencia Celendina. Prepara su segundo libro titulado: «Amagos de amor y delucha».

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