La Corrupción
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LA CORRUPCIÓN CRÓNICA
I.- RESUMEN:
REPARTO:
1.- Narrador
2.- Hombre en necesidad de un laxante
3.- Secretaria de la Oficina de Quejas
4.-Encargado de la Oficina de Quejas
5.- Fiscal
6.- Asistente de Fiscal
7.- Dueña de ESTAFARMA
II.- GUION:
Sale al escenario el narrador.
“Mi nombre es Arañoso Patraña.
Vivo en la calle Paraguay y sus hazañas.
De coimas y sobornos me alimento.
Porque la corrupción tiene en mi país su aposento.
Mi pegajosa telaraña se extiende por doquier
Porque hay muchos corruptos para comer.
Cada persona piensa: “Solo tomo un poco, lo que es mío.
Y no se da cuenta que está armando tremendo lio.
“Lo pequeño que hago a nadie le va perjudicar.
Pero si juntas todo los pequeños, un gran daño va a sumar.
Sobre el tema quiero relatarles un cuento.
Y que a todos Ustedes le sirva como ejemplo.”
Hay una secretaria en la oficina de quejas que está hablando por teléfono con una de sus
amigas. Detrás de ella hay otro escritorio donde está sentado un oficial encargado de la
Oficina de Quejas. Él tiene sus 2 piernas apoyadas por su escritorio y un diario abierto
en su regazo. Duerme profundamente y ronca también. Entra en el escenario un
ciudadano agarrándose de su panza hinchada como si tuviera dolor. Se acerca al
escritorio de la secretaria quien no le presta atención y sigue hablando por teléfono.
SECRETARIA: “Si…Maravilloso estuvo el concierto. El ciudadano aclara su garganta para
atraer la atención de la secretaria pero no resulta: la secretaria sigue hablando.
SECRETARIA: “Si. Ya sé. Estoy insistiéndole a mi jefe que me dé libre el viernes”
Intenta otra vez el ciudadano pero más fuerte pero no le atiende la secretaria.
SECRETARIA: “No tranquila. Acá le mando una nota a tu jefe que te necesitamos para un
trabajo…que se yo, voy a inventar algo.
Finalmente, el ciudadano toca el escritorio con su mano y finalmente responde la
secretaria.
SECRETARIA: “Un segundito, señor. Enseguida estaré con usted. Estoy tomando una llamada
muy importante.”
La Secretaria sigue hablando de tonterías por 10 segundos más. El ciudadano otra vez
agarra su panza. Allí, cuelga la secretaria.
SECRETARIA: “Muy bien. ¿En qué le puedo ayudar señor?”
CIUDADANO: “Si…Sabes qué. Hace varias semanas que no he podido evacuar. No puedo ir al
baño. Estoy tapado.”
SECRETARIA: “¡Ah! Usted necesita una farmacia. Acá a la vuelta“
CIUDADANO: “¡No. Señorita! No entiende. Déjame terminar. Me fui a la farmacia y me
recetaron un laxante. Por lo menos así pensé. Compre uno a 20 $. y lo lleve a mi casa. Pero
sentía que no tuvo ningún efecto el laxante. Algo estaba mal. Guste de una de las píldoras, ¿Y
sabes lo que era?”
SECRETARIA: “Usted mismo lo dijo, señor: un laxante.”
CIUDADANO: “Tenía que ser laxante, pero era harina, señorita. ¡Harina!”
SECRETARIA (indignada): “¿Harina? ¿En serio? Y deberías hacer una queja y reportarlo.”
CIUDADANO (molesto por la incompetencia de la Secretaria): “Si. Exacto. ¿Y acaso este NO
es el Departamento de Quejas del Ministerio de Salud?”
SECRETARIA (riéndose de vergüenza): “¡Ah! ¡Ja, Ja! Y claro. Pequeño detalle. Se me olvidó.
Bueno, le voy a hacer pasar a la oficina del encargado. Pase no más.”
CIUDADANO: “¡Gracias!”
El Ciudadano sigue agarrándose la panza y pasa a la Oficina del Oficial de Quejas. La
secretaria se pone a maquillarse y mirarse en el espejo; encuentra el oficial dormido
OFICIAL: “…y…como decía, mi amigo…digo…mi señora---digo señor ¿en qué le puedo
aduyar--digo ayudar?”
CIUDADANO: “Si, señor. Resulta que hace unos cuantos días no he podido ir al baño y estoy
tapado. Me fui a la farmacia para comprar un remedio pero no hacia efecto, me lo lleve a casa y
cuando observe de cerca lo que me habían dado, ¿sabe lo que era?”
OFICIAL: “Un laxante, me imagino.”
CIUDADANO: “Tendría que ser. Así es. Pero me recetaron píldoras hechas de harina.”
OFICIAL: “¿Es cierto lo que me dice?”
CIUDADANO: “Legal. Tan verdadero como ese título que tiene Usted por la pared. Hablando
de eso: ¿Puedo mirar de cerca su título? Yo soy especialista en imprenta y tengo como hobby
los documentos”
OFICIAL (se para nervioso y se entrepone entre la pared y el ciudadano y rápidamente le da la
vuelta al título como si escondiera algo): “Ah. Bueno. Si, seguro... ¡todo en su debido momento!
Ahora, vamos a resolver su problema urgente. ¡Voy a resolver esto en seguida y mandaré a un
fiscal para ir con Ud. a la farmacia. ¡Espéreme un ratito!”
CIUDADANO: “Disculpe señor. ¿Dónde tiene su baño? Creo que me va a salir.”
OFICIAL: “Por allí, señor. A la derecha.”
El Oficial agarra el teléfono y llama a su secretaria.
OFICIAL: “Hola, querida. ¿Cómo estás? Me gusta el traje que trajiste hoy, ¿Para mi es?”
SECRETARIA: “Hola! Claro, querido. ¿Y ese día libre que me prometiste?”
OFICIAL: “Pronto, mi cielo. Pronto. Dime: ¿Esta el fiscal Plutarco Torme?”
SECRETARIA: “No, señor. Salió a almorzar.”
OFICIAL: “¿A almorzar? ¡Son las 10 de la mañana! Debería estar trabajando. ¡Qué bárbaro!
SECRETARIA: “Y no sé. No sé cuándo va a regresar.”
OFICIAL (en voz suave): “¿Y qué voy a hacer? Tengo este tipo acá con su queja de un laxante
falsificado. ¿Qué hago?”
SECRETARIA: “Hmmm….¡Ya se! Sencillo. Pídele boleta legal, su comprobante. Seguro que
no pidió cuando se fue a comprar en la farmacia y no tiene prueba alguna de que se fue a ese
lugar.”
OFICIAL: “Eres una genia, querida. Brillante te digo…”
SECRETARIA: “… ¡Gracias!, ¿y ese día libre-“
OFICIAL (descartando la pregunta): “Te debo una. Chau.”
Mira discretamente a su alrededor y ya que no ve a nadie, saca su celular y hace una
llamada.
FALSIFICADOR: “Hola”
OFICIAL: “Si. B-buenas. Este es el número de Pancho, alias el „El Falsificador‟?”
FALSIFICADOR: “Así es. Con el habla. ¿Cómo le puedo ayudar?”
OFICIAL: “Retumba su vos, señor Pancho. Parece que está en un lugar cerrado. Bueno. Resulta
que una vez me hizo un título universitario…y-y me sirvió muy bien. Ahora tengo un buen
puesto.
FALSIFICADOR: “Muy bien. Le felicito. Estoy un poco ocupado. ¿Cómo le puedo ayudar?”
OFICIAL: “Si. ¿Sabes qué? Necesito un certificado de estudio para mi hijo para conseguirle un
trabajo en un Ministerio...”
FALSIFICADOR: “¡Bueno! En media hora le llamo a este número para conseguir los datos.”
OFICIAL: “Muy bien. Espero su llamada. ¡Adiós!”
En ese mismo momento sale el ciudadano del baño, agarrado de la panza, y cuelga su
celular y dice: “¡Adiós!”
OFICIAL (se sienta y busca un bolígrafo para escribir): “¿Le salió todo bien, jefe? Ja, Ja.”
CIUDADANO: “¡Muy simpático! No. No salió nada. Falsa alarma.”
OFICIAL (sin ni escuchar lo que dijo): “¡Qué bien! Excelente. ¿Cómo me dijo que se llamaba la
farmacia?”
CIUDADANO: “ESTAFARMA. Queda en la Calle Coi-ma”.
OFICIAL (buscando todavía un bolígrafo): “¿Dónde hay un bolígrafo?. Un ratito.” Llama a la
secretaria por teléfono.
OFICIAL: “amor, ¿no tienes un bolígrafo que me prestes?”
SECRETARIA: “No. Lleve toditos a mi casa. A mi sobrinito le hacía falta en su colegio.”
OFICIAL (molesto): “¿Qué? Cuelga el teléfono, extiende su mano hacia el ciudadano,
OFICIAL: “Ya estamos listos para procesar su queja. Lo único que necesito es su boleta legal
de compras.”
CIUDADANO (sorprendido): “¿Boleta legal? ¿Qué eso es?”
OFICIAL: “Su factura, boleta de venta, comprobante. ¿Cómo voy a probar que Usted compró
ese remedio de esa farmacia, si no tiene boleta legal?”
CIUDADANO: “¡Y nadie pide boleta legal, amigo! Así no más se hace.”
OFICIAL: “Disculpe señor. Pero aquí hacemos las cosas en forma….como deben ser. Sin boleta
legal, no tenemos caso, no tenemos queja. No tenemos nada.”
CIUDADANO: “Pero…Entonces… ¿y mi…?”
OFICIAL: “Perdone señor. Pero no hay caso. ¡Hasta luego!” Le escolta a la puerta.
Se acomoda el oficial en su silla y se pone a dormir y la secretaria llama otra vez a su
amiga. Sale una persona con un letrero que dice: “Tres días después.”
Entra otra vez el señor con la panza adolorida. Ahora está más grande su panza y el
parece estar en más dolor. Al ver a la secretaria otra vez en la misma situación por
teléfono, se va directamente y cuelga el teléfono de la secretaria.
SECRETARIA (indignada): “¡No hay que ser grosero! ¿Qué le pasa a Ud.? ¿Qué necesita?”
CIUDADANO (enojado): “Pensé que podría ser que a lo mejor fue mala suerte lo que me pasó
el otro día. Le di otra oportunidad a la farmacia y pedí otra marca de laxante, más cara aun.
Compré, llevé a mi casa y ¿sabes lo que era?”
SECRETARIA: “¡Espere, espere! Esta historia me suena muy conocida… ¡Me recuerdo!” Se
para la secretaria de entusiasmo. “¡Fue arena!… ¡Le dieron píldoras de arena!! ¡Si! ¡Si!” Salta la
secretaria de felicidad.
CIUDADANO: “¡Aaaayyy! No arena, señorita. ¡Harina! Eso fue la vez pasada. Esta vez las
píldoras más caras eran de almidón. Esa farmacia está estafando a sus clientes. Y esta vez traje
conmigo la factura LEGAL.”
SECRETARIA: “¡Ah! Ok. Bueno, le llamó a mi jefe, sí. Le aviso que llegó.”
SECRETARIA:” La secretaria entra en la oficina y retira el escritorio y se caen los pies del jefe
y él se levanta como la otra vez y dice.
OFICIAL: “Si, señor. ¿En qué le puedo aduyar?
SECRETARIA: “Jefe. Viene el señor del otro día.”
OFICIAL: “¿El cobrador? No, no. ¡Dile que no estoy!”
SECRETARIA: “No el cobrador. El señor que estaba tapado y no podía hacer Ka-ká. ¿Le hago
pasar?”
OFICIAL: ¿Y tienes que hacerlo?”
SECRETARIA: “Mira. Ese es tu trabajo. ¡Atiéndelo!”
OFICIAL: “Bueno. ¿Está el fiscal Plutarco?”
SECRETARIA: “Parece que sí. Le voy a llamar.”
SECRETARIA: “Pase por favor, señor.”
Pasa el ciudadano agarrado de su panza.
OFICIAL: “¡Sí! Bueno señor, ¿cómo le puede ayudar?”
CIUDADANO: “Como le explico, me fui vuelta a ESTAFArma y retire un laxante más
poderoso y más caro. Otra vez me estafaron porque las píldoras eran de almidón.”
OFICIAL: “¡Sí! Señor. Ya tengo en camino al Fiscal Plutarco que va a llevar su recibo y la
evidencia.”
CIUDADANO (saca la botella de medicina de su bolsillo): “Si tengo. Aquí tiene! Disculpe. No
me podría prestar su baño un ratito.
OFICIAL: “Sin ningún problema. Por allí.”
aprovechando que está solo, el Oficial saca su celular para hacer una llamada. Mira a su
alrededor, marca, y habla en voz baja:
OFICIAL: “Con Pancho, alias el Falsificador.”
FALSIFICADOR: “Él Habla.”
OFICIAL: “Sí. Le habla el que pidió certificado de estudio para su hijo.”
FALSIFICADOR: “Esta por estar. He estado un poco enfermo en estos días no más. Por eso. Le
llamo apenas esté.”
OFICIAL: “Bueno: Espero su llamada. Hasta luego.”
FALSIFICADOR: “¡Adiós!”
Allí sale del baño el ciudadano con una mano en su panza y la otra por un celular. Al
mismo tiempo va llegando el fiscal Plutarco a la oficina.
FISCAL: “Buenas tardes, Lizete. El Jefe me llamó.”
SECRETARIA: “Sí. Te espera. Pasa.”
FISCAL: “¿Me llamaste…?”
OFICIAL (irónicamente): ¡Qué milagro que estas por acá!
FISCAL: “¿Yo? Seguro bromea mi jefe. A lo mejor me está confundiendo con otro fiscal.”
OFICIAL: “¡No importa! Sabes que: este señor tiene un problema con una farmacia en la Calle
Co‟yma. Dice que están vendiendo recetas falsas con píldoras de harina y almidón. Aquí está la
prueba y su factura de compra. Pasa por allí y haz algunas averiguaciones.”
FISCAL: “Como Usted manda, mi jefe.”
El fiscal agarra la prueba y sale.
Llega el fiscal y su asistente a la farmacia. Hay un mostrador con medicamentos, etc. La
dueña está atendiendo.
DUEÑA: “¡Buenas Tardes! Bienvenidos a ESTAFArma. ¿En qué les puedo ayudar?
FISCAL (con prepotencia): “Si. Buenas Tardes, señora. Yo soy el fiscal Petrucio y este es mi
asistente, el Sr. Calibracho. Venimos del Ministerio de Salud del Departamento de Quejas.
Estamos investigando una queja de que están vendiendo medicamentos falsificados en esta
farmacia.”
DUEÑA: “¿Medicamentos falsificados? Seguro que hay un error, señores. ¿Aquí? ¿En mi
local? ¡Yo les prometo que eso es imposible! Deben estar equivocados.”
FISCAL: “Desafortunadamente para Ud. no es así. Aquí tenemos la prueba...” El fiscal saca una
bolsa plástica con una botella y le demuestra a la señora.
DUEÑA: “Pero como Ud. sabe que aquí se compró eso. No tiene ningún comprobante de venta,
ninguna prueba-“
FISCAL: “…y aquí tengo el comprobante de venta.”
DUEÑA: (revisa el comprobante) “…Ah…ya veo. ¡Bueno! Parece que hubo un error. Pero les
aseguro que no pasará de nuevo, señores. ¿Les puedo dar una prueba digamos de “buena fe” que
no sucederá otra vez?” La dueña saca un billete de dinero y le entrega al fiscal como si le
estuviera pasando la mano.
FISCAL: “Este es una prueba de buena fe para mí. ¿Y qué hay de mi socio?”
DUEÑA (molesta): “¿Su socio? ¿Él también? Bueno. ¡Aquí hay para él también!” Al pasarle el
billete, lo retira al último momento y dice: “Pero… ¿tenemos un trato, cierto?”
FISCAL Y SU ASISTENTE: “Si, señora.” Los fiscales toman su dinero y se retiran de la
farmacia.
Los fiscales regresan a la oficina del oficial y pasan junto a su jefe. El jefe les cuestiona.
OFICIAL: “Y bueno. ¿Qué tal? ¿Qué encontraron en la farmacia.”
FISCAL: “¡Y nada, jefe! Nos fuimos, inspeccionamos todo y no encontramos ninguna
irregularidad. La dueña nos recibió muy bien y nos dijo que si pasó lo que pasó, fue un caso
verdaderamente excepcional y que nunca había sucedido antes y jamás sucedería otra vez. Nos
dio su palabra.”
OFICIAL: “¿Y eso no más?”
FISCAL: “Y así es. Desde luego.”
OFICIAL: “¿No hay nada más?”
FISCAL: “No señor.”
OFICIAL: “¿Por qué me pintan de burro? ¿Cuántos años fui yo fiscal para que tenga que
escuchar esto? ¡Yo sé lo que pasó!”
FISCAL: “No sé a qué se refiere, jefe.”
OFICIAL: “Mira. Dame mi parte o les voy a delatar a mi superior.” ´
FISCAL: “¿Qué? ¿De qué hablas?”
OFICIAL: “Tu última oportunidad…Entrégame lo que me corresponde o chau trabajo como
fiscal.”
FISCAL (enojado, saca su billetera): “¡Me las vas a pagar!”
OFICIAL: “No lo tomes así. ¿Quién te consiguió el caso este? Fui yo, ¿acaso no? Es solo lo que
me corresponde.”
FISCAL: “¡Veremos!”
OFICIAL: “¿Y vos? No te hagas el payaso. Pásame mi corte.” Asistente Fiscal saca su dinero y
pone una parte en el escritorio. Se van los dos de la oficina furiosos.
OFICIAL: “¡Chau!”
La escena termina con el Oficial contando su plata.
El oficial está contando su dinero de la estafa que hizo cuando entra la secretaria.
Rápidamente esconde el dinero.
SECRETARIA: “Amorcito. ¿Escuchaste sobre lo qué pasó? Ese que vino dos veces acá para
quejarse sobre su panza explotó y falleció. Estuvo tan tapado que no pudo evacuar y reventó su
barriga. “
OFICIAL: “¿En serio? ¡Qué mala suerte la suya! Y bueno, se cierra el caso“
SECRETARIA: “¿Pero sabes quién era el barrigón? Un tal Pancho, alias „El Falsificador.”
OFICIAL: “¿El panzudo? ¿Él es el falsificador de documentos? ¡Nooo, puede ser! Y…y ¿dijo
algo antes de morirse?”
SECRETARIA: “Si, sí. ¡Confesó todo! Incluso dijo que su último trabajo fue de hacer un
certificado de estudio falso para el hijo de un funcionario de acá, del Ministerio de Salud por
cual también falsificó su título!”
OFICIAL: “No… ¡no puede ser! ¿Y dijo el nombre del funcionario?”
Se va discretamente por la pared y le da vuelta a su título disimuladamente.
SECRETARIA: “No, pero…Don Carlos: ¿Está bien? ¿Qué le pasa?”
OFICIAL: “Lizete. Llama a los médicos, ¡rápido! Parece que tengo taquicardia y que puedo
tener ataque de corazón.”.
SECRETARIA: “Pronto! Manden a los paramédicos al Departamento de Quejas. Mi Jefe está
teniendo taquicardia!”
Cuelga el teléfono la Secretaria.
SECRETARIA: “No. Jefe. No pudo decir ningún nombre. Pero no se preocupe. Ya le puse a
investigar el caso al fiscal Petrucio y su asistente.”
OFICIAL: “¿Al fiscal PETRUCIO? No. ¡No puede ser!”
El Oficial se ve más agitado ahora. Allí entran el fiscal Petrucio y su asistente. Le miran
con ojos de devoradores al Oficial.
OFICIAL: “¿Qué, qué quieren Ustedes?”
FISCAL (en voz baja): “Sabemos su secreto. Usted es el funcionario con título falsificado y le
dije que me los iba a pagar. Si no nos da un millón de SOLES, puede decirle chau, chau a tu
trabajo.”
La Secretaria le mira con sorpresa.
OFICIAL (gritando): “¡UN MILLION! ¡Está LOCO Usted!” Se frota la frente sudada con una
toalla mojada.
ASISTENTE DEL FISCAL (en voz baja): “¡Un millón CADA UNO!”
OFICIAL: “¡Salgan de aquí embusteros!”
FISCAL: “Vas a ver. Vas a ver.”
OFICIAL: “Lizette, ¿y la ambulancia? ¿Dónde está?”
Allí entran dos paramédicos con una camilla. Se acuesta el Oficial por la camilla.
SECRETARIA (caminando al lado de la camilla y agarrándole del brazo al oficial): “¿Y mi día
libre? ¿Y mi día libre que me prometiste?”
OFICIAL: “¡Déjenme en PAZ! ¡TODOS! ¡Fuera!” Empieza a salir la camilla con el oficial.
OFICIAL: “¡Esperen! ¡Esperen! Necesito mi medicamento de corazón. ¿Dónde está? Allí en mi
escritorio. ¡Pásamelo Lizette! La botella nueva.”
La Secretaria le pasa una botella de píldoras. El oficial desesperado abre su botella y
toma unas pastillas y pone en su boca mientras sale en la camilla con la secretaria detrás
de él.
OFICIAL: “¿Ese gusto? Lo reconozco… ¡No puede ser! ¡Es harina!!! Noooooooooo!” El
Oficial se agarra del corazón mientras sale en la camilla.
El narrador sale al escenario.
NARRADOR
“Y así el el oficial
Cayó víctima de su propia maquinación.
Y este supuesto oficial encargado de la Oficina de Quejas
Se fue a su tumba prematura o quedó detrás de Rejas
Y la moraleja es que sí quieres jugar a ser ladrón
Puedes caer víctima de tu propia corrupción
EL FIN.