La Creacion Del Sol y La Luna

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LA CREACION DEL SOL Y LA LUNA Había una vez un extensino enorme de tierra, llena de lagunas. Era el principio del mundo y no lo habitaban sino Iraca, un cacique a quien también llamaban Raquira y su sobrino ramiriqui. Su imperio era de un verdor impresionante: verdes árboles y matorrales que crecían en las riveras de las lagunas de hunza, Tincaja, Guatavita o iguaque. Todo el territorio era plano y a lo lejos se veian las montañas, como si lo enmarcaran para que no se salieran de allí los bosques y las aguas. Pero sobre ese imperio no estaba más que el tío y su sobrino. Entonces, un día se le ocurrió a uno de ellos hacer cuerpos de barro: Raquira: mira sobrino lo que he construido de un monton de barro que he tomado de la orilla de una laguna. Ramiriqui: estupendo yo lo intentare con juncos. Ambos comentaron que les había quedado estupendo y, entusiasmados, se dedicaron durante varias jornadas a elaborar muñecos así: hombres de barro y mujeres de vejucos o juncos. Cuando tuvieron bastantes, les dieron vida y poblaron su imperio. Todos los muñequitos se dedicaron a trabajar, a la caza y a la pesca. Sin embargo, iraca y ramiriqui no estaban del todo satisfechos, pues el mundo de ellos y los nuevos habitantes era de tinieblas. Unas tinieblas a las cuales se había acostumbrado y no deseaba al fin y al cabo, por que pensaban,

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LA CREACION DEL SOL Y LA LUNA Haba una vez un extensino enorme de tierra, llena de lagunas. Era el principio del mundo y no lo habitaban sino Iraca, un cacique a quien tambin llamaban Raquira y su sobrino ramiriqui.

Su imperio era de un verdor impresionante: verdes rboles y matorrales que crecan en las riveras de las lagunas de hunza, Tincaja, Guatavita o iguaque. Todo el territorio era plano y a lo lejos se veian las montaas, como si lo enmarcaran para que no se salieran de all los bosques y las aguas.

Pero sobre ese imperio no estaba ms que el to y su sobrino. Entonces, un da se le ocurri a uno de ellos hacer cuerpos de barro: Raquira: mira sobrino lo que he construido de un monton de barro que he tomado de la orilla de una laguna. Ramiriqui: estupendo yo lo intentare con juncos.

Ambos comentaron que les haba quedado estupendo y, entusiasmados, se dedicaron durante varias jornadas a elaborar muecos as: hombres de barro y mujeres de vejucos o juncos. Cuando tuvieron bastantes, les dieron vida y poblaron su imperio. Todos los muequitos se dedicaron a trabajar, a la caza y a la pesca.

Sin embargo, iraca y ramiriqui no estaban del todo satisfechos, pues el mundo de ellos y los nuevos habitantes era de tinieblas. Unas tinieblas a las cuales se haba acostumbrado y no deseaba al fin y al cabo, por que pensaban, que lo contrario seria mejor. Ellos se imaginaban la luz y no la posean. Tampoco saban como hacerla, a pesar de muchsimos intentos y discusiones. Pasaron meses y aos hasta cuando ramiriqui decidi ir a buscar la luz all arriba, a donde diriga la mirada y no terminaba el espacio. Explico a su to iraca: Ramiriqui: subir a buscar luz to. Y comenz a subir. Iba en lnea recta y cada vez ascenda mas y mas, no sumo cuantos cuerpos el suyo se elevaba, siempre hacia arriba, con la esperanza de lograr su anhelo. De repente, cuando iraca ya ni lo vea por que sus ojos acostumbrados a las tinieblas las penetraban pero a esa distancia no distingua nada, de repente ramiriqui se volvi una inmensa y fuerte luz. Era una luz tan potente que dejaba ver todo el imperio chibcha. Con

sus rayos podan admirarse las aguas de las lagunas: sus olas, en rizos que iban y venan o se quedaban estticas por la ausencia del viento. Las madrigueras de los animales que ante tanta luminosidad, estaban alertas, asustados, sin atreverse a salir, los muecos hombres y las muecas mujeres que ya tenan la costumbre de padecer la permanente oscuridad sonrieron y daban gritos de alegra: se contemplaban mutuamente y se hallaron hermosos, examinaron los bohos que haban construido, los arcos y las flechas, las canoas, las vasijas de barro: todo cuanto utilizaban para comer, dormir, cazar, pescar y amar.

La alegra les pareci escasa, pues ramiriqui ilumino unas horas y poco a poco se alej. Despus, como un manto silencioso volvi la sombra a todo el imperio y aprendieron que era de noche. Durmieron la noche, y alguien grito despus de varias horas ramiriqui ha vuelto Primero tenuemente y despus poco a poco con ms fuerza y calor en su luz increble. Entonces comprendieron lo que era la maana y la tarde, el medio da y el da, para comparar con la noche o tinieblas. Pudieron as trabajar en el da, efectuar las caceras de animales que solamente salan de sus cuevas al ver la luz, baarse en el rio, pescar en las lagunas y alcanzar los peces a travs de sus aguas pues apreciaban sus profundidades.

Iraca, reflexionaba. Raquira: Haba que ver en la noche, debera buscar luz para las tinieblas de esa noche. Y decidi, como su sobrino ramiriqui ascender hacia el espacio de arriba. Se despidi de su pueblo comenz a subir y subir. Lo hizo al caer la tarde, de manera que la noche le sobrecogi cuando a su cuerpo no se vea. Y ocurri lo inusitado: Iraca comenz a dar destellos de una luz blanca (la de su sobrino era amarilla), no tan enceguecedora como la de ramirqui pero suficiente para iluminar de noche el imperio. Voces de contento se escucharon porque sus sbditos agradecan este nuevo portento.

Y desde aquella poca llaman Sol a Ramiriqui y Luna a Raquira o Iraca. Para el imperio muisca, el da y la noche son objeto de agradecimiento para sus caciques que les hicieron un regalo inigualable a la humanidad y hasta el infinito.