La democracia y el régimen parlamentario

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LA DEMOCRACIA Y EL RÉGIMEN PARLAMENTARIO 1. De lo consciente y lo inconsciente. De lo individual y lo colectivo Se trata de establecer el nexo entre acciones individuales y las acciones colectivas; a partir de dilucidar el significado que adquiere la relación unilateral del sujeto, que ha internalizado determinadas pautas, con lo externo; entendido como entorno ajeno. Al tiempo que se define su interacción con respecto los otros y las otras que actúan también en ese mismo entorno. Algo así como proponer, desde lo conceptual, un hilo conductor que permita entender la dinámica de ese proceso y, por esta vía, las diferencias entre el sujeto individualmente considerado y el sujeto colectivo; con todo lo que esto tiene de complejo, comoquiera que toda acción individual o colectiva supone incidir sobre la exterioridad, a la manera de proceso que la transforma. 1.1 Acerca del (la) sujeto (a) individual. Elaborar una posición al respecto, supone la asunción de uno o varios referentes. Ante todo porque está involucrada una noción del ser; en términos de subjetividad. Es decir, retomar algunos insumos conceptuales que han ejercido como significantes; al momento de dirimir una contradicción básica entre el (la) sujeto (a) entendido (a) como uno (a) autónomo (a) y lo externo, entendido como universo que circunda al (la) sujeto (a) y lo (a) afecta; en cuanto lo (a) imprime, otorgándole elementos que pueden ser tramitados o procesados. Es, en consecuencia, un tipo de relación que permite identificar una aproximación a lo que podría llamarse utilitarismo primario; a partir del cual cada sujeto (a) establece su propia visión y decide acerca de las condiciones en las que delimita su territorio subjetivo, con respecto a la territorialidad general, externa; escenario que comparte con los (as) otros (as) sujetos (as). Lo anterior es tanto como entender la relación entre la naturaleza y el (la) sujeto individual. Ahora bien, desde la perspectiva estrictamente centrada en la teoría del conocimiento; cabe una aseveración (anterior a la lógica propuesta por la corriente del pensamiento complejo) la cual, a su vez, involucra una contradicción; relativamente simple: en principio, el ser como sujeto (a) individual, construye su internalización y su autonomía; a partir de un ejercicio, mediante el cual procesa la información proporcionada por la exterioridad. Solo a partir de ahí le es dado al (la) sujeto (a) una relación conciente con esa exterioridad; en razón a que la elaboración realizada por el (ella) define, de por sí, la particularidad propia de su identidad y autonomía. Así las cosas, entonces, hablar de la identidad del ser supone utilizar un concepto asociado a la autonomía. Pero también a al ejercicio que permite la apropiación de la exterioridad; como proceso de internalización sin la cual no es posible una actuación individual conciente y diferenciada. Esto es lo mismo que asumir como verificable, en la intervención de uno (a) sujeto (a), las acciones inherentes a su identidad construida en términos de su relación con la exterioridad. Aquí cabe un entendido, de ese proceso que conlleva a la internalización individual, diferenciado. Es decir asociado a momentos y/o períodos históricos; los cuales determinan la calidad y complejidad que adquiere la autonomía, la identidad; la capacidad para regresar a la exterioridad; bien sea para transformar la naturaleza física; o para interactuar con los (as) otros (as) sujetos (as) en términos de comunicación; generando opciones de transformación cuya concreción supone una actuación conjunta. La anterior interpretación conduce a plantearnos un interrogante relacionado con la diferenciación primaria entre los (as) sujetos (as), con respecto a la visión adquirida a partir del proceso de internalización de la exterioridad. Esto supone entender (la interpretación) como dinámica; ajena a un procedimiento lineal homogéneo. Veamos:

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LA DEMOCRACIA Y

EL RÉGIMEN PARLAMENTARIO

1. De lo consciente y lo inconsciente. De lo individual y lo colectivo

Se trata de establecer el nexo entre acciones individuales y las acciones colectivas; a partir de

dilucidar el significado que adquiere la relación unilateral del sujeto, que ha internalizado

determinadas pautas, con lo externo; entendido como entorno ajeno. Al tiempo que se define

su interacción con respecto los otros y las otras que actúan también en ese mismo entorno.

Algo así como proponer, desde lo conceptual, un hilo conductor que permita entender la

dinámica de ese proceso y, por esta vía, las diferencias entre el sujeto individualmente

considerado y el sujeto colectivo; con todo lo que esto tiene de complejo, comoquiera que

toda acción individual o colectiva supone incidir sobre la exterioridad, a la manera de proceso

que la transforma.

1.1 Acerca del (la) sujeto (a) individual.

Elaborar una posición al respecto, supone la asunción de uno o varios referentes. Ante todo

porque está involucrada una noción del ser; en términos de subjetividad. Es decir, retomar

algunos insumos conceptuales que han ejercido como significantes; al momento de dirimir una

contradicción básica entre el (la) sujeto (a) entendido (a) como uno (a) autónomo (a) y lo

externo, entendido como universo que circunda al (la) sujeto (a) y lo (a) afecta; en cuanto lo

(a) imprime, otorgándole elementos que pueden ser tramitados o procesados. Es, en

consecuencia, un tipo de relación que permite identificar una aproximación a lo que podría

llamarse utilitarismo primario; a partir del cual cada sujeto (a) establece su propia visión y

decide acerca de las condiciones en las que delimita su territorio subjetivo, con respecto a la

territorialidad general, externa; escenario que comparte con los (as) otros (as) sujetos (as).

Lo anterior es tanto como entender la relación entre la naturaleza y el (la) sujeto individual.

Ahora bien, desde la perspectiva estrictamente centrada en la teoría del conocimiento; cabe

una aseveración (anterior a la lógica propuesta por la corriente del pensamiento complejo) la

cual, a su vez, involucra una contradicción; relativamente simple: en principio, el ser como sujeto (a) individual, construye su internalización y su autonomía; a partir de un ejercicio, mediante el cual procesa la información proporcionada por la exterioridad. Solo a partir de ahí le es dado al (la) sujeto (a) una relación conciente con esa exterioridad; en razón a que la elaboración realizada por el (ella) define, de por sí, la particularidad propia de su identidad y autonomía. Así las cosas, entonces, hablar de la identidad del ser supone utilizar un concepto asociado a la

autonomía. Pero también a al ejercicio que permite la apropiación de la exterioridad; como

proceso de internalización sin la cual no es posible una actuación individual conciente y

diferenciada. Esto es lo mismo que asumir como verificable, en la intervención de uno (a)

sujeto (a), las acciones inherentes a su identidad construida en términos de su relación con la

exterioridad. Aquí cabe un entendido, de ese proceso que conlleva a la internalización

individual, diferenciado. Es decir asociado a momentos y/o períodos históricos; los cuales

determinan la calidad y complejidad que adquiere la autonomía, la identidad; la capacidad para

regresar a la exterioridad; bien sea para transformar la naturaleza física; o para interactuar con

los (as) otros (as) sujetos (as) en términos de comunicación; generando opciones de

transformación cuya concreción supone una actuación conjunta.

La anterior interpretación conduce a plantearnos un interrogante relacionado con la

diferenciación primaria entre los (as) sujetos (as), con respecto a la visión adquirida a partir del

proceso de internalización de la exterioridad. Esto supone entender (la interpretación) como

dinámica; ajena a un procedimiento lineal homogéneo. Veamos:

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La internalización individual está dada por la realización de un ejercicio de apropiación de la

exterioridad, independiente. Es válida para cada sujeto (a) en su condición de ser que se

diferencia de los (as) otros (as); así sea en el período más primario. Es decir en aquel en donde

la relación con la naturaleza se ejerce a partir de insumos y procedimientos elementales. A

manera de ejemplo: los hombres y las mujeres definidos (as) como primitivos (as) en la historia de la humanidad; no establecieron un tipo de relación igual con la naturaleza; así el producto de esa relación se hubiera manifestado a través de una transformación y de uti lidad similar; en cuanto significó la provisión de recursos inmediatos en nexo con sus necesidades primarias. Cada uno (a), en su ejercicio de apropiación de la exterioridad, adquirió y procesó elementos de manera individual. Esto es lo que permite entender acciones posteriores diferenciadas; inclusive entre aquellos (as) que compartía un mismo territorio físico y tenían pautas similares; entendidas estas como insumos colectivos derivados de su relación con ese territorio común.

Vito así, entonces, no es pertinente la afirmación que reclama la vida colectiva primitiva, como

sinónimo de unanimismo o identidad colectiva, que diluye la apropiación individual de la

exterioridad. Si bien es cierto, en principio, que la intervención colectiva para la transformación

de la naturaleza, se tradujo en acciones en las cuales la división de las mismas(..o del trabajo)

no implicaba diferenciaciones en jerarquía que permitieran la acumulación individual; no es

menos cierto que estas acciones colectivas no conllevaron a subsumir lo individual, como

proceso de internalización, mediante la cual cada uno (a) construía su propia visión y pudo

elaborar conceptos diferentes, comparados con las visiones y conceptos de los (as) demás.

El ser individual, entonces, es tal en razón a su identidad y a su autonomía para elaborar

visiones y conceptos. Esto permite entender, a manera de ejemplo, el desarrollo y aplicación de

opciones individuales; en el mismo contexto de la transformación colectiva de la naturaleza. De

no ser así, el tránsito de un período a otro se hubiese producido sin ninguna contradicción; en

condiciones de homogeneidad en las cuales no habría lugar para el ensayo y la inventiva. Esto

traduce: no todos (as) reaccionaron de manera uniforme ante los retos derivados del proceso de transformación colectiva de la exterioridad. Entre otras razones, porque la construcción individual de visiones y conceptos, incluye un distanciamiento, una abstracción a través de la cual se construye la identidad individual, como instrumentos indispensable para desarrollar la autonomía como posibilidad y como requisito para la diferenciación. Esto no implica asimilar, de por sí diferenciación individual a jerarquía y/o acumulación primaria de poder atado a la

apropiación del producto derivado del trabajo colectivo. Se trata, simplemente, de entenderlo como dinámica posible, necesaria y lógica; en el contexto de la evolución traumática y compleja de la humanidad; desde períodos históricos primarios hasta períodos en los cuales se expresan los logros alcanzados; por la vía de la interacción entre las acciones colectivas e individuales. Como corolario inicial es pertinente expresar lo siguiente: La condición de sujeto (a) individual está dada por la asunción de la identidad y la autonomía; a partir de la diferenciación en el proceso de aprehensión de la exterioridad. Esta identidad y autonomía, a su vez, permite establecer una incidencia en la transformación de la exterioridad y una interacción con los (as) otros (as) sujetos (as); sin subsumirse; sin perder los referentes propios originados en su

particular visión e interpretación (concepto) de la naturaleza y de la relación con los (a) otros (as).

1.2 De la interpretación (conceptos) individuales y su incidencia en lo colectivo.

El ser individual es, de por sí, complejo. En cuanto logra, aún en su condición de individuo (a)

primario (a), construir su propia visión de la exterioridad. Este proceso está asociado a los

sentidos biológicos. La percepción, como ejercicio inicial que permite acceder a insumos

externos, ejerce como instrumento para recolectar esos datos y procesarlos. Ya ahí, la

diferenciación se establece por la vía del seguimiento y continuidad, originados en la capacidad

para retener la información e interpretarla. No es una memoria simbólica ni formal, como la de

los otros animales. Esa memoria trasciende a la repetición simple de lo aprendido, a manera de expresión espontánea y/o de respuesta instintiva a motivaciones externas. Por el contrario, es

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una memoria en constante actividad y que actúa como recurso pleno e intencional, cuando se

hace necesario recordar lo visto antes, lo vivido; a partir de experiencias individuales y colectivas. Así y solo así se puede entender la capacidad que adquiere cada sujeto (a), para proponer y desarrollar opciones dirigidas al proceso de transformación de la exterioridad. Pero también, para entender la construcción de una simbología para sí; de tal manera que ejerza como instrumento fundamental, a la hora de definir sus propias perspectivas; en cuanto expectativas originadas en su propia pulsación con respecto a los (as) ) otros (as). Entonces, la esperanza, la ilusión, los afectos, el placer como elaboración suya; constituyen referentes en los cuales se cruzan la individualidad y lo colectivo. No como derogación de lo primero en función de lo segundo; sino como interacción que el (la) sujeto (a) individual acepta, e incluso propone, en el camino hacia la obtención de un determinado fin. Ya, en esta expresión, es pertinente entrever la influencia (...en esa memoria individual, como acumulado constante) de las

tradiciones aprehendidas por la vía de la imposición y/o de la experiencia directa, que adquieren determinadas instancias simbólicas; construidas a partir de procesos individuales y colectivos. Así entonces, a manera de ejemplo, cabe analizar en ese espectro; el rol de la religión, de los códigos y paradigmas que ejercen como limitaciones al desarrollo pleno de la individualidad, en cuanto adquieren una significación que trasciende a cada sujeto (a) y lo (a) obliga a un acatamiento; so pena de quedar por fuera de esa figura de concertación colectiva que lo (a) compromete. No reconocer la concertación (a la manera de equilibrio); tuvo siempre (...y tiene ahora) para cada sujeto (a) repercusiones profundas. Inclusive, de su aceptación o no, depende en muchos casos la existencia suya como sujeto (a) individual vivo, como actor válido.

En este contexto cabe una expresión relacionada con la incidencia que adquieren las opciones

propuestas, por parte de los (a) sujetos (as) individuales; en lo que hace referencia a la

interpretación de las pautas, paradigmas y condiciones vigentes en un determinado período

histórico. En sí esas pautas y condiciones, no son otra cosa que construcciones colectivas que

trasciendan a cada individuo (a). Podría aseverarse inclusive que, en las mismas; cada sujeto se

subsume, como quiera que no le está permitido transgredirlas. Está obligado, en consecuencia,

a asumir una interpretación similar a la que realizan los (as) otros (as). Si su decisión es hacer

trasgresión, bien sea por la vía de proponer una interpretación diferente y/o de asumir la

opción directa de cuestionarlas y trabajar por su destrucción; se entiende que asume las

consecuencias a que esto conlleva…Entonces se configura, a partir de esa intervención

individual, una confrontación con la simbología e iconografías colectivas. Aquí, en esa confrontación, se enfrenta la construcción individual con la construcción colectiva. Esto es válido, como decíamos arriba, tanto para los paradigmas colectivos asociados a la religión; como para aquellos paradigmas asociados a la noción de ordenamiento y de jerarquización. Queda claro, asimismo, que estas construcciones colectivas, son posteriores a la apropiación primigenia de la exterioridad, a la internalización primera realizada por cada sujeto (a) en su contacto inicial con la naturaleza. Es decir, son elaboraciones, desarrolladas en el tiempo y en el espacio; como acciones concientes o inconcientes (...o mediante una interacción entre los dos estados) en donde se aplica el conocimiento acumulado, a manera de ordenamiento de las percepciones recibidas y almacenadas en la memoria. Pasa a ser, por esta vía, una memoria de todos y todas. Una memoria colectiva que se construye a través de la comunicación y de la

instauración de códigos e íconos que dan fe de la concertación. Toda herejía, en principio, es una acción individual. Compromete a quien realiza una

interpretación diferente y se decide a proponerla como opción. Bien sea como modificación

parcial de las pautas, paradigmas y condiciones instaurados como referentes colectivos; o

como alternativa que conlleva a una modifi9cación total, radical. Algo así como o son esas pautas y paradigmas o son estas pautas y paradigmas alternativos. Ya ahí, en esa acción de

proponer una alternativa, se configura un distanciamiento con respecto al ordenamiento

vigente. Adquiere ese hecho un significado asimilado a la ruptura. En el proceso de enfrentar

esa opción (...u opciones) con las existentes; el (la) sujeto (a) que ejerce como cuestionador

(a), desemboca en una posición herética. A partir de ahí, se trata de definir las condiciones y el

tipo de acciones a realizar, el proceso de difusión de la opción u opciones nuevas. Aquí,

condiciones, tienen que ver con los insumos recaudados para sustentar la nueva opción. Tipo

de acciones, tiene que ver con realizar una confrontación individual absoluta. O la adquisición,

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mediante el proceso de persuasión o imposición, de una aceptación de los (as) otros (as). De

tal manera que pueda presentarse y desarrollar como opción u opciones colectivas. Esto no es

otra cosa que el comienzo de una sumatoria de acciones diferenciadas; en procura de lograr la

aceptación y acatamiento, bien sea de la modificación parcial o de la erradicación de las

anteriores pautas y paradigmas y, en su reemplazo, erigir las nuevas.

De todas maneras, bien sea que se actúe n un u otro sentido, es evidente la necesidad de

cierta subyugación hacia los otros y las otras. Algo así como entender y aceptar el principio

básico relacionado con el ordenamiento y el equilibrio por la vía de la imposición de pautas y

paradigmas: siempre existan referentes establecidos como condición para el ordenamiento y el equilibrio; habrá unos códigos y obligaciones que ejercen como limitación a la libertad individual. Alcanzar unos nuevos referentes, unos nuevos códigos y nuevas obligaciones; supone la realización de acciones que controvierten lo anterior.

1.3 Del sujeto Colectivo

Ahora se trata de establecer los términos de referencia, a partir de los cuales se configura la

presencia y las acciones del colectivo; como sujeto pleno que trasciende a la individualidad pero

no la puede subsumir.

Desde una interpretación etimológica, sujeto colectivo se entiende como figura plural. Es decir,

se asume su configuración como sumatoria, simple o compleja, de individualidades con

presencia en un determinado escenario, ámbito o territorio. También involucra un concepto

adjunto, que da cuenta de una posición asimilada a la conciencia y a su significado. Algo así

como entender al sujeto colectivo en condición vinculante con respecto a una visión (o visiones)

y a una interpretación de la exterioridad que lo circunda. El problema radica en la posibilidad

efectiva para precisar el nexo entre esa figura colectiva y la individualidad, sin que implique la

disolución. Porque, a partir de una interpretación centrada en el estricto comportamiento

mecánico; podría pensarse en una dicotomía elemental, en donde la conciencia colectiva es

una expresión que traduce los acumulados históricos, en cuanto vivencias, como información

procesada que induce a una definición desde la perspectiva cultural.

De todas maneras, la interpretación de lo colectivo, supone un imaginario. Este, a su vez, debe

estar asociado al concepto de espacio físico. Algo así como establecer una dinámica en la cual

aparece la interrelación entre los (as) sujetos (as) individuales, asociados e integrados con

respecto a determinados códigos reconocidos como válidos. Ya decíamos ante, en esta misma

línea de reflexión: los referentes, entendidos como códigos, pueden ejercer como punto de equilibrio; a través del cual se expresan las coincidencias. Ahora bien, la complejidad en la interpretación del significado y alcance de este equilibrio, está dado por el análisis del recorrido previo para acceder al mismo. Tal parece que se presentan dos opciones en la interpretación. Una de ellas tiene que ver la identidad pasiva que realiza cada sujeto individual con los códigos o referentes generales que inducen al equilibrio. La otra tiene que ver con la coacción, con la imposición, por la vía de acciones ejercidas por parte de quien o quienes se erijan como centro y/o como intérpretes únicos de esos códigos.

La primera opción supone un tránsito no traumático, mediante el cual cada sujeto asume la identificación con los códigos (conciente o inconciente). Es de suponer que, ya ahí en ese tránsito hacia la identificación o reconocimiento, se configura una ruptura con respecto al yo absoluto. Se traslada parte de la identidad personal, a la identidad colectiva; como condición indispensable para acceder al equilibrio. Se entiende y acepta esa necesidad, en una perspectiva grupal, plural. Ahora bien, los códigos pueden adquirir características religiosas, o de simples premisas para el trabajo asociado; o de compromisos para establecer una figura colectiva relacionada con el ordenamiento global de obligaciones; o una sumatoria compleja de todas estas las anteriores. Lo cierto es que la aceptación se expresa como actitud soportada en

la libertad para definir. La segunda opción supone la presencia de posiciones previas; en las cuales es evidente una diferenciación en términos no solo de interpretación y elaboración con respecto a la

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exterioridad; sino también en términos de apropiación unilateral de los acumulados históricos

de las vivencias entendidas como insumos para la construcción de los códigos, referentes..o paradigmas. Aquí, entonces, se configura un recorrido traumático; por cuanto supone la restricción impuesta a las posibilidades individuales. No es ya la aceptación en libertad; es por el contrario la imposición a reconocer, tanto los referentes en sí, como también a quien o quienes los representan y los imponen.

2. De la noción de poder y su ejercicio.

Ahora es pertinente desarrollar algunos conceptos en relación al comportamiento del sujeto

colectivo; a partir de su separación con respecto a los (as) sujetos (as) individualmente

considerados. Supone, entonces, la aceptación de su existencia con expresión propia; regida

por pautas que, a su vez, pueden ejercer como referentes generales. El problema tiene que ver

con precisar las condiciones y/o prerrequisitos necesarios para consolidar la figura de la

instancia abstracta; aquella que se desprende del sujeto colectivo y se rige como referente que debe ser acatado; no solo por los (as) sujetos (as) individuales; sino también por la colectividad que se construye y se hace plena en razón a la interacción constante entre los (as) sujetos (as). Ya, aquí, puede hablarse de una prefiguración territorial y de unos vínculos que hace posible esa interacción. Supone la aceptación de la identidad individual propia de cada sujeto (a); pero también la existencia de los (as) otros (as) como pares que comparten una misma identidad colectiva.

2.1 ¿Qué es el poder?

Harbábamos arriba acerca de las condiciones en las cuales se puede concretar la aceptación,

por parte de los (as) sujetos (as) individuales, de unos referentes y/o principios básicos; por

fuera de si. Es decir, externos a cada uno a cada una. Quedó clara, en esta línea de análisis, la

interpretación, a partir de dos opciones. Una u otra, definen tránsitos diferentes hacia la

consolidación de de los principios, referentes o paradigmas que han de centrar y orienta r el

quehacer de los (as) sujetos (as) individuales; en un entorno preciso, en el cual se involucra la

aceptación de los (as) otros (as) como pares. Pero, al mismo tiempo, adquiere el significado

inherente a la separación de esos principios-referentes con respecto a lo colectivo, entendido

como sujeto que simplemente asume como sumatoria de las individualidades. Es decir, empieza

a erigirse como figura que trasciende a los (as) sujetos (as); tanto en lo individual como en lo colectivo. También habíamos expresado acerca de la connotación que esto adquiere; en cuanto supone la

presencia de quien o quienes asumen como responsables del manejo o supervisión del acatamiento debido en torno a esos principios-referentes. Es algo así como indagar con

respecto a las condiciones que debe o deben reunir ese sujeto (a), o esos (as) sujetos (as).

Desde la interpretación propuesta por Marx y Engels; podría aseverarse que el ejercicio de esa

responsabilidad supone la asunción de una posición de dominio, como efecto colateral de una

apropiación con respecto a los excedentes de los bienes producidos por la vía del trabajo, de la transformación de la naturaleza. A lo anterior podría agregarse, como extensión necesaria, la apropiación de los acumulados del conocimiento adquirido en ese mismo proceso. De ser así, entonces, surge un nuevo elemento alusivo a la cultura; entendida como superestructura construida a partir de la relación establecida con la exterioridad (naturaleza). Aparece, por esa misma vía, la figura de beneficiarios o beneficiarios. Esto, de por sí, adquiere el significado propio de unas relaciones, ya no en igualdad de condiciones; sino en las cuales se establece un dominio sobre aquellos (as) que no ejercen como tal. Otra alternativa, para la interpretación, tiene que ver con la posición Kantiana; en la cual

aparece la razón como sujeto abstracto que conduce los procesos. Por lo tanto, adquiere una connotación ajena a los (as) sujetos (as), en tanto se entiende como condición preexistente al proceso de transformación de la naturaleza. Por lo mismo, entonces, se entiende como extensión y aplicación modificada de la posición socrática y aristotélica. La variante tiene que

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ver con el de que, en Kant, la Razón aparece como abstracción que ejerce como referente,

inherente a la noción de poder; como instancia que convoca y que debe ser acatada; en cuanto se concreta a través de una figura asimilada al concepto de Estado. Ya, aún antes de Marx, Engels y Kant; Juan Jacobo Rousseau; Tomas Hobbes y Nicolás

Maquiavelo, desarrollaron teorías alrededor de ese concepto de poder y de dominio. Opciones

diferencias hacia la interpretación de ese hecho. Variantes como el equilibrio entre lo colectivo y lo individual, a través de la aceptación y la concertación (Contrato Social, postulado por Rousseau); o como la exaltación y justificación de un ejercicio de dominio, desde una perspectiva centrada en la imposición (Leviatán, de Hobbes); o como figura asociada a la intermediación y trámite conciente de un sujeto individual que impone una determinadas condiciones (El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo).

El asunto queda planteado y precisa de un desarrollo, si se pretende dilucidar el significado del

control ejercido sobre los (as) sujetos (as) individualmente considerados (as)..o sobre estos

(as), entendido como colectivo que no ejercen como beneficiarios (as) de este control.

Tal y como lo hemos insinuado, el poder no es otra cosa que el control ejercido por parte de quien o quienes adquieren la capacidad para hacerlo Acceder a esta capacidad, su explicación, se explica según sea la interpretación asumida. De todas maneras, en estricto, desde el momento en que se configura una determinada forma de control; este actúa como condicionante que impide el desarrollo, pleno y absoluto, de la libertad individual entendida en

los términos ya señalados: como posibilidad que tiene cada individuo (a) para interactuar con la exterioridad; a partir de sus propias vivencias. De su particular nexo con la misma y con el (la) otro (a). Supone, en fin, la pérdida de la autonomía primaria. Esto explica, hasta cierto punto, la tensión latente que acompaña todo proceso mediante el cual se efectúa una imposición. Una tensión ya prefigurada por Freíd en “Tótem y Tabú”..y desarrollada por (sin saberlo) por Engels en “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado”. Con mayor claridad, Marcase, identifica ese nexo en sus trabajos: “El hombre unidimensional” (en tanto que sitúa una interpretación del control político, como yunta que inhibe al –la- sujeto –a-) y en “Eros y Civilización” (en tanto se retoma todo el espectro, derivado del malestar que acompaña a cada sujeto – a-, desde el momento mismo de su vinculación forzada a la vida colectiva.).

Así entendido, entonces, el poder inhibe el desarrollo del (la) sujeto (a). Supone la instauración

de unos referentes para interpretar el nexo que cada uno (a) realiza con la exterioridad y de la internalización que este (a) efectúa, como efecto colateral de esa relación primaria. Algo así, entonces, como objetivar los acumulados de procesos anteriores, convirtiéndolos en pautas que deben ser aceptadas. Por esta vía, en consecuencia, podría entenderse esa inhibición, en condiciones similares a la que existe con respecto a los condicionantes primarios anclados en los contenidos propios de la religión. En principio, podría aseverarse que (en estricto) poder y religión causan el mismo efecto en cada sujeto (a)...la inhibición. En torno a este hecho, cabe expresar desde ahora un elemento que será desarrollado posteriormente: Cuando se actúa, de manera individual o colectiva, en contra de esa inhibición; se configura un conflicto que origina un castigo, una sanción; por parte de quienes ejercen como controladores hacia quien o

quienes actúan en contravía de los referentes. Es el caso, a manera de ejemplo, de lo sucedido con Prometeo. 2.2. El poder político.

A manera de ilustración (...Con reservas obvias), es pertinente presentar la reflexión efectuada

por Francisco Segui, el prólogo a una de las ediciones de La República (Platón); veamos: “...Si

la vida ciudadana, la polis como forma comunitaria, se hunde desgarrada por el escepticismo, el

agnosticismo y el relativismo, la polis como organización política sucumbe ante el empuje de la

democracia. Y si Sócrates buscaba la solución invitando a revisar los conceptos éticos, a

encontrar lo absoluto, Platón idea todo un mecanismo político-social. Su República no es una

descripción de un mundo ideal: es una técnica de formación de una sociedad. Aunque de vez

en vez caiga en ciertas disquisiciones sobre conceptos tales el de justicia o felicidad, está

orientada al estudio de los aparatos de control social. Su objetivo es el orden, la estabilidad

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(rechazará todo cambio que no sea un acercamiento al ideal descrito en la obra). Y para ello

parte de la educación. La educación es el principal elemento represivo, el medio más eficaz

para el control, el más apropiado homogenizador social. Educar es, para Platón, construir

ciudadanos. En la educación se hará al ciudadano: se condicionará su sensibilidad, su voluntad

y su pensamiento, de modo que nada pueda desear sino aquella situación que por naturaleza le

pertenece.

Toda técnica de control social responde a una concepción del hombre y de la vida, sin duda.

Pero es un error pensar que Platón extrae sus ideas políticas de la teoría de las ideas. Al

contrario, la Ideas serán una metafísica, una cosmovisión, una especie de creencia favorable

para llevar a cabo la política…”1

Desde la interpretación acerca del poder, propuesta y desarrollado en este escrito, es evidente

la asimilación al concepto de control. El asunto siguiente tiene que ver con su definición en

términos de control político. Lo anterior, por cuanto la noción de política, adquiere una

connotación relacionada con la actuación colectiva. Algo así como entenderla, en el contexto

permitido por los agregados adquiridos a través de determinados procesos previos. Es decir: la politica no constituye una opción originada en el proceso de internalización que efectúa cada sujeto (a), con respecto a la exterioridad. Es, por el contrario, el desarrollo de elaboraciones acumuladas, a través de procesos que trascienden a cada sujeto (a); comoquiera que se configuran a partir de una forma de apropiación realizada por parte de quien o quienes convierten esas elaboraciones, en opciones que entran a ejercer como referentes. En

consecuencia constituyen, por esto mismo, un mandato; una convocatoria que pretende el reconocimiento individual y colectivo. Está expresada en códigos (...o definiciones) que conforman un cuerpo teórico, con repercusiones prácticas en el quehacer cotidiano. Es, en otras palabras, el soporte necesario para ejercer gobierno, autoridad; por parte de quien o quienes se han separado de los (as) otros (as); en su condición de usufructuarios (as) de esos mismos códigos. La diferenciación comienza, desde el momento mismo en que aparecen insumos que la

permiten. Si bien es ilustrativa la interpretación (...un poco lineal) propuesta en el recorrido:

sociedad primitiva-esclavismo-feudalismo-capitalismo; como proceso explicativo en cuanto al origen de la dominación. Lo cierto es que el asunto es mucho más complejo. Porque supone,

entre otras cosas, retomar el entendido de la apropiación de los referentes y su imposición; a partir de un ejercicio originado en la diferenciación; pero asimismo, en nexo con el proceso de internalización individual. Valga presentarlo de la siguiente manera: si la sociedad primitiva descrita por Lewis H. Morgan, constituyó un estado en el desarrollo de la humanidad; no puede inferirse, necesariamente, la ausencia de determinadas formas de diferenciación...y de control. Con las limitaciones sociológicas y políticas propias de su investigación, el texto que la resume, tiene elementos importantes; en cuanto a la interpretación de los hechos originados en la misma investigación que se relacionan con la actividad humana. Por lo mismo es pertinente resaltar lo siguiente:

“..Los hechos indican la formación gradual y el desarrollo subsiguiente de cier tas ideas,

pasiones y aspiraciones. Aquellos que ocupan las posiciones más prominentes, caben ser

generalizados como crecimientos de ideas particulares, a las que se encuentran íntimamente

vinculadas…

..ÚLTIMO. La idea de propiedad se formó lentamente en el pensamiento humano,

permaneciendo naciente y endeble durante períodos inmensos de tiempo. Adquiriendo vida en

el salvajismo, requirió toda la experiencia de este período y del subsiguiente, de la barbarie,

para desarrollar el gérmen y preparar el cerebro humano para la aceptación de su influencia de

contralor. Su imperio como pasión por sobre todas las demás pasiones, señala el comienzo de

la civilización...”2

1 Segui, Francisco. Prólogo a La República, Tomo I. Ed.Universales, Bogotá 2 Morgan, Lewis H. La Sociedad Primitiva, edición Divulgación Cultural Universidad Nacional de

Colombia, 1972.

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Ahora bien, como lo hemos señalado arriba, el poder adquiere significado a partir de la

apropiación unilateral de insumos relacionados con el conocimiento acumulado. Esta

apropiación permite la elaboración de unas determinadas condiciones que deben ser acatadas,

por parte de quien o quienes no actúan en posición de usufructuarios. Así planteado, entonces,

no implica necesariamente un nexo primario con la posesión de bienes. Otra cosa es que la

posesión permita el desarrollo y consolidación posteriores de mecanismos de control y, por

esta vía, de imposición. Lo anterior es lo mismo que entender la dinámica del poder y del control; como una sucesión de eventos en los cuales se van estructurando unas instancias en las que predominan instrumentos conceptuales, como opciones únicas para la interpretación de la naturaleza y de las relaciones necesarias para transformarla…o, simplemente, para convivir con ella.

A partir de esta lógica para la interpretación del poder; se entiende que este adquiere una

connotación política, como opción válida en el proceso de consolidación y defensa del mismo,

por parte de quien o quienes actúan como detentadores. Lo que, en principio, era un control

en términos de pautas y códigos propuestos (...o impuestos) como única alternativa para

establecer un nexo con la externalidad; se convierte un la instauración de instancias que

identifican esos pautas y códigos con los usufructuarios. Esto supone el desarrollo de

mecanismos constitutivos de reglas orientadas a distanciar, aún más, el poder con respecto a

quienes se controla. Es decir este (el poder) se torna mucho más complejo; comoquiera que se

configura la intermediación como requisito indispensable para acceder a sus representantes. El

territorio, en este contexto, deja de ser simple externalidad primaria, natural en la cual se

efectúa la interacción y el intercambio por parte de los (as) sujetos (as). Se convierte, por lo

mismo que se consolida la figura del poder, en escenario en el cual la relaciones (...Sociales)

adquieren características, cada vez, más complejas. Ya no es, entonces, la simple aceptación

de los códigos originarios, casi siempre asociados a la religiosidad. Ahora se trata de una figura

ensanchada de este. Una ampliación del espectro; en función de los nuevos elementos que lo

acompañan y sustentan.

Vale la pena reiterar acerca del condicionamiento que se le imprime a la actuación individual.

El proceso, por medio del cual se instaura la dominación, supone una inhibición a la libertad.

Ya no existe la posibilidad de ejercer la autonomía inicial; para exteriorizar los conceptos

elaborados a partir de la relación con la naturaleza, con la externalidad. Lo que prevalece,

ahora, es la asunción de los referentes establecidos como única opción posible. Es una interpretación mediada por los códigos y las instancias desarrolladas por parte de quien o quienes ejercen como detentadores de esos referentes. A esto se agrega el hecho del nexo entre esa acción de control primaria y la evolución del sistema de apropiación de los excedentes derivados del trabajo. Se configuran, entonces, unas relaciones sociales en las que prevalece la imposición de reglas. Algo así como una sumatoria de conceptos básicos que obligan. Actuar en contravía de los mismos sitúa, a quien o quienes lo hacen, por fuera de esas condiciones. Por lo tanto debe ser entendió como desafío, como rebelión. Esto es lo que explica, en términos del concepto de legalidad, la estructuración de figuras que describen y validan el castigo; como procedimiento indispensable para mantener el control. Es ahí en donde, el poder, adquiere su

connotación política. Es pertinente, para este caso, citar la posición expresada por J.C. Friedrich, en su texto La filosofía del derecho. “..Puesto que para el derecho siempre tiene importancia fundamental que

la obligación de sus normas se encuentre firmemente anclada en la convicción de la legitimidad

de la autoridad que crea la ley, sea Dios, sea la acción popular, la importancia de las normas

legales en la vida social estará, en todo momento, hondamente influida por la fe en la

legitimidad del gobierno que las impone y por la cual son creadas. El nomos y el jus de griegos

y romanos estuvieron en vigor mientras se mantuvo la fe en la comunidad de la polis, pues la

polis estaba regulada por el nomos y el jus, debido a la constante fe del pueblo en la heroica

sabiduría de algún antiguo legislador, ya fuera un Solón, un Licurgo, o las Doce Tablas. Sin

embargo, para los judíos del Antiguo Testamento, no fue Moisés, ni siquiera los profetas, sino el

Dios único, quien habló a Moisés y le ordenó que comunicara sus leyes a su pueblo (Levítico 19:

1-2). Y fue su pueblo el que quedó convertido en una comunidad sagrada gracias a esa

Page 9: La democracia y el régimen parlamentario

comunicación, por la santidad misma del Dios que había dictado las leyes. Y de esta

santificación, al dar y obedecer la ley, se desarrolló o, quizá fuera mejor decir que se derivó,

como corolario la doctrina del pueblo elegido...”3

2.3 El concepto de Estado

Ya quedó planteada la interpretación en torno al poder y al control. Se infiere, en consecuencia,

una connotación asociada al concepto de sociedad; entendida como interacción colectiva en un

determinado territorio y cohesionada por una reglamentación; impuesta como norma de

obligatorio acatamiento.

Cabe ahora extender esa interpretación. Ya no tanto en lo que hace referencia a la

implementación coercitiva de los códigos y de las instancias a cuyo cargo está la vigilancia y

desarrollo de los mismos. Se trata de entender la dinámica que adquiere esa implementación; a

través de un proceso que va instaurando instancias, como figuras mucho más complejas en lo

que hace referencia a los mecanismos de control, de su desarrollo y distanciamiento con

respecto a la interpretación primaria, rígida de la inhibición y subyugación hacia el (..o los)

sujeto (os).

Lo que antes era un escenario en el cual se exhibían unas relaciones simples de dominación;

ahora se va convirtiendo en territorio en donde los códigos y normas conforman un sistema

lógico, abstracto. De tal manera que los (as) sujetos (as) involucrados (as) como dominados

(as), pasan a ser un colectivo que es obligado a identificarse con ese sistema complejo de

mandatos y requerimientos; intermediado por instancias próximas y lejanas. Es, en otras

palabras, una asociación forzada que tiene como justificación y como centro, la aceptación de ese sistema normativo. Al mismo tiempo, implica el reconocimiento de intermediarios que ejercen como representación válida de esa asociación (...de ese Contrato Social, diría Rousseau).

Lo anterior no supone, en estricto, la pérdida de las aspiraciones íntimas de cada sujeto (a),

entendido en los términos propuestos arriba. Por el contrario, a pesar de la imposición del

sistema de normas, persiste ese conflicto (...o malestar que llamaría Freud) latente con

respecto a esa misma imposición. Veámoslo, un poco, en los siguientes términos:

“..Creo poder decir, en resumen, que la filosofía estoico-ciceroniana del derecho tiene sus raíces

en una ética racional a la que se adjudica una validez universal, como ley de la naturaleza

humana. Esta ley, como todas las leyes de la naturaleza, es la razón inherente a la naturaleza

toda; es su significado. Por tanto, podemos, y debemos derivar leyes de esta ley (a lege

ducendum est juris exordium), porque esta ley, la ley natural, es la fuerza de la naturaleza

(naturae vis) y, por tal motivo, es la norma que define lo que es bueno y lo que es malo. El

cumplimiento de esta ley natural es tarea impuesta a los diversos estados (civitates) que

expresan la verdadera ley en las normas del jus pentium, común a todas ellas. Cada

comunidad, sin embargo, tiene su propio jus civile, válido sólo para sus ciudadanos, ya que

toma en consideración las condiciones especiales, tanto espirituales como materiales, que son

peculiares de tal comunidad. Pero ni el jus Pentium ni el jus civile deberán estar en conflicto

con el jus naturae. Si lo están, tales normas no son verdaderas leyes, sino mandatos

arbitrarios...”4

Hasta aquí queda claro, en nuestra línea de interpretación, la dicotomía que subyace a la

implementación del poder político, como una expresión de la coacción hacia el sujeto. Este

ejercicio de dominación tiene, como colateral, una forma de subyugación; en tanto supone la

imposición de limitaciones al desarrollo autónomo individual que permite acceder a la

naturaleza y tomar de ella las percepciones e impresiones necesarias para construir el bagaje

3 Friedrich, C.J., La Filosofía del derecho, ed. Fondo de Cultura Económica 4 Friedrich, C.J., obra citada.

Page 10: La democracia y el régimen parlamentario

conceptual indispensable, como proceso que consolida la independencia de cada sujeto (a). La

inhibición, derivada de la imposición de ese tipo de poder, induce a reprimir la autonomía y la

libertad; como cuota necesaria que debe otorgar el (la) sujeto (a) para disfrutar las posibilidades derivadas del poder que, a su vez, se erige como avance colectivo en la escala de la evolución humana...de la civilización; pero implica asimismo la latencia del conflicto, del deseo de libertad reprimido. Veámoslo, en términos de Marcase:

“El desarrollo del sistema jerárquico de trabajo social no solo racionaliza la dominación, sino

que también contiene la rebelión contra la dominación. En el nivel individual, la rebelión original

es contenida dentro del marco del conflicto de Edipo normal. En el nivel social, las recurrentes

rebeliones y revoluciones han sido seguidas por contrarrevoluciones y restauraciones. Desde la

rebelión de los esclavos en el mundo antiguo hasta la revolución socialista, la lucha de los

oprimidos ha terminado siempre con el establecimiento de un nuevo, y mejor, sistema de

dominación; el progreso ha tenido lugar a través de una cadena de control cada vez más

eficaz...*5

Son evidentes las limitaciones en el enfoque Freudiano propuesto por Marcase. No solo en lo

que respecta al espectro social y su dinámica; sino también en lo que hace referencia al

desarrollo y manifestación de los mecanismos de dominación, mucho más complejos que los

esbozados en ese enfoque. Habría que mirar, en perspectiva, análisis desde la interpretación

sociológica y política. Pero, de todas maneras, Marcuse permite reconocer e identificar el

conflicto entre sujeto y poder, que subyace a la tensión constante que acompaña a cada

individuo inmerso en el sujeto colectivo y en su expresión orgánica; como instancias de control.

Así la cosas, entonces, existe un nexo insoslayable entre poder político y Estado. Este último no

es otra cosa que la racionalización y organización del poder político; por la vía de instancias

jerárquicas, independientes del sujeto individual y del sujeto colectivo. A través de ellas se

expresan unas relaciones de dominio que abarcan territorios definidos. Es, el Estado, un

ordenamiento a partir del poder político. Le imprime a este una connotación abstracta, en razón

a que ejerce como referente que convoca a la aceptación; como garantía para la cohesión de

quienes comparten el territorio y que, asimismo, tienen un origen y expresiones culturales

comunes. Constituye, en otras palabras, la única posibilidad para acceder a beneficios en condiciones de igualdad. Uno de ellos, a manera de ejemplo, tiene que ver con la opción para

dirimir conflictos, entre los súbditos. Lo anterior por la vía de la interpretación lógica y neutral; a cargo de instancias creadas y desarrolladas en el marco permitido por el Estado.

4. De la democracia. De la asociación y la identidad en la confrontación.

La confrontación es un agregado del conflicto. Es su manifestación; como quiera que supone la

expresión, mediante acciones precisas y concretas, bien sea de una parte del conflicto o de la

totalidad de este. Si es lo uno o lo otro, se define a partir de los contenidos que adquieren las

acciones; pero también de, a partir de su significado con respecto al poder y sus

manifestaciones.

Lo anterior se entiende mejor, ubicado en el contexto que ejerce como escenario en el cual se

aplica y desarrolla el poder. De las instancias, procedimientos a través de los cuales se ejerce el

control. De las franjas o sectores sociales que aparecen como dominados. Inclusive, en un

análisis más preciso, de la diferenciación que adquiere la dominación; según la identidad que

pueden alcanzar algunas de esas franjas o sectores, con respecto a los beneficiarios directos del

poder. Algo así como entender una dinámica en la cual aparecen beneficiarios (as) trans itorios y

parciales; sin que esto implique la asunción del poder en sí.

5 Marcuse, Hebert, Eros y Civilización, Ed. Seix Barral Barcelona, 1968, página 92

Page 11: La democracia y el régimen parlamentario

En nuestra línea de interpretación, se trata de proponer una opción, en la cual se hace visible la

presencia de la dominación en diferentes niveles. Ya no tanto en lo que hace referencia a las

instancias y/o los aparatos ideológicos del Estado, como expresiones a partir de las cuales se

pueda explicar y generalizar la cobertura y afectación de la dominación. Lo nuestro es más la

pretensión de alcanzar una caracterización de la dinámica que adquiere la aplicación del poder

y la dominación; en cuanto que ejerce una cobertura que permea sectores específicos,

vinculándolos al proceso inherente al control político y económico; como beneficiarios

transitorios. O, simplemente, como soportes pasivos a partir de lograr su apoyo en términos de

captar su identificación con los propósitos últimos del poder. Cuando, en este marco conceptual

propuesto, se producen fricciones o rupturas; se configuran expresiones de la confrontación

que vinculan a esos sectores con acciones que expresan contenidos concretos de un

determinado conflicto; sin que esto implique la disolución de nexo con las instancias del poder.

En esta perspectiva, inclusive, cabe validar el concepto que propone un entendido del Estado,

como una sumatoria de micropoderes; a la manera de de bloque de sectores o de clases en el poder. Esta opción supone la presencia de una figura asociada al equilibrio, en el cual confluyen intereses, en veces divergentes, unidos alrededor de una (..o unas) determinadas formas de poder que les permite imponer decisiones en nexo con sus intereses estratégicos. Es más, por esta vía, podría entenderse la “delegación del poder formal”, a individuos y sectores que ejercen como expresiones “neutrales”.

Vale la pena, como ejemplo, transcribir el aparte del texto “Los Límites de la Modernización”, escrito por la profesora Consuelo Corredor Martínez. Lo consideramos importante, en razón a

que se insinúa una interpretación del poder y la dominación; a partir del análisis de un período

concreto de la historia del desarrollo político y económico en nuestro País.

“..Los alcances de esta modernización han sido bastante limitados y sus implicaciones

extremadamente conflictivas, debido a que ella se ha adelantado en un contexto marcadamente

liberal en el cual han prevalecido los intereses de las élites dominantes. El modelo liberal de

desarrollo ha significado la subordinación del Estado, minimizando su función de interpretar,

gestionar y regular los intereses colectivos, y obstaculizando la configuración de un espacio

público en el que se puedan expresar, confrontar y resolver los conflictos sociales. El Estado

colombiano es un Estado privatizado, atrapado entre el liberalismo económico y el

conservadurismo político.

En esta perspectiva liberalismo y conservadurismo no se oponen sino que, por el contrario, se

articulan y se prestan mutuos servicios. El logro de intereses particulares sin importar los costos

sociales encuentra un terreno propicio en el orden jerárquico y tradicional por el cual se vela el

conservadurismo. El costo de esa coexistencia ha sido el rezago de la organización política de

las transformaciones socioeconómicas que han trastocado el orden en que estaba cimentada.

Las restricciones derivadas de los sistemas económico y político colombianos han entretejido

una gama de relaciones tanto modernas como posmodernas, lo que hace la sociedad más

compleja y fragmentada que en el pasado. Ha sido una acumulación histórica de tensiones que

han significado en forma continua períodos de crisis y de relativa estabilidad. Y en esta

dinámica, los momentos de crisis son cada vez más severos por la fragmentación de los

escenarios y de los actores, la mayor polarización y desigualdad sentidas y una amplia

percepción del carácter excluyente de los sistemas social y político…”6

A partir de esta opción nuestra de interpretación, en consecuencia, se hace necesario presentar

un análisis que permita introducir la diferenciación acerca de los contenidos, alcances y

significación, en cuanto a niveles de expresión del conflicto, de la confrontación y las acciones

por medio de las cuales este se concreta.

4.1 El concepto de lo popular. La confrontación del poder.

6 Corredor, Consuelo. Los Límites de la Modernización, segunda edición. Editada por Cinep, página 23

Page 12: La democracia y el régimen parlamentario

La connotación que adquiere la diferenciación, en el contexto de las relaciones sociales, supone

una determinada caracterización de roles; a partir de análisis soportados en categorías

conceptuales y metodológicas. Por lo tanto, ya no se trata de una simple réplica de lo

observado, como representación objetiva. Por el contrario, significa profundizar acerca de esas

expresiones de superficie; indagando por las condiciones que la subyacen, como soporte. Ya,

en ese procedimiento, pueden y deben aparecer algunos niveles de abstracción, referidos a la

interpretación alusiva a los acumulados históricos en nexo con la participación, en esas mismas

relaciones sociales, de los (as) sujetos individuales y colectivos (as). De las condiciones en que

esta se ha producido y del grado de inserción con respecto al conocimiento, a las instancias que

lo promueven y controlan. Pero también, y con mayor énfasis habida cuenta del horizonte

propuesto en nuestro escrito, acerca del significado de esa participación con respecto al poder y

a las instancias que lo soportan, a sus manifestaciones como instrumentos de control, de

dominación y de imposición.

Ha habido, en el curso del tiempo, interpretaciones que asocian la caracterización antes aludida,

a posiciones antropológicas y culturales. Por esta vía, ha desembocado en expresiones que

delimitan (a manera de diferenciación) la intervención de los (as) sujetos individuales y

colectivos en el desarrollo de las relaciones sociales; a partir de asignarle a determinados

sectores una posición periférica, respecto a los beneficios del conocimiento, entendido como

proceso, como aprendizaje que va decantando, segregando. Aquí, en esta opción, se valida, en

veces, un instrumento de diferenciación asociado la pertenencia a una determinada raza y/o

etnia. Visto así, entonces, cabe una propuesta de interpretación generalizante; pero también de

especialización; por cuanto se establece unos condicionantes vinculados con normas y pautas, a

la manera de posición que reivindica una versión predominantemente aceptada y acatada, de cultura, como sinónimo de civilización; como paradigma, a partir del cual es posible establecer una segregación. Ya no se trata, en el anterior escenario conceptual, de admitir una posición periférica respecto

al poder y a las instancias que lo soportan. Aquí, la noción de lo periférico, está referido a un

espectro mucho más amplio; en razón a que los márgenes constitutivos de la delimitación

social, están contraídos en términos del grado de apropiación y/o de acceso a los beneficios del

conocimiento, y de la cultura asumidos como referentes de civilización. Esto no es otra cosa

que entenderlo, como adecuación, como asimilación de los roles y los paradigmas allí

consignados.

En un documento de trabajo (La Educación Superior en América Latina), presentado en el

debate al interior de la Universidad Nacional de Colombia, previo a la realización del Primer

Congreso Nacional de Educación Superior, realizado en la ciudad de Barranquilla los días 1,2 y 3

de diciembre de 1999; se expresa un concepto que consideramos válido. Veamos:

“…En estas condiciones, la Escuela, no es otra cosa que una expresión que, en principio,

transfiere el dominio estatal. No tanto en la aplicación elemental marxista de aparato ideológico; sino como complejidad que articula instancias del conocimiento, aplicadas y

estructuradas en programas y acciones, a partir del ese centro-poder, sin ser el. No es,

entonces, una aplicación a partir de la lógica lineal. Es una interacción heterogénea orientada

por unos perfiles definidos a partir de las necesidades inherentes a los intereses que impone

ese centro-poder. Es decir, lo suyo no es otra cosa que contextualizar la sociedad en términos

de su propio rol, de su significación. Con esto tratamos de establecer lo siguiente: la

globalización siempre ha existido, si asumimos que esta no es otra cosa que la imposición de

referentes a partir del dominio ejercido.

Sin pretender un traslado conceptual mecánico, las condiciones impuestas desde el centro-

poder económico y político internacional, permiten trazos que imprimen todo el quehacer

económico, político y cultural de los dependientes. Ya, de por sí, el solo hecho de reivindicar los

autóctono (como acervo cultural) es constitutivo de herejía con respecto a los modelos

considerados prevalecientes. Esto es mucho más evidente, en lo que respecta al desarrollo del

conocimiento por la vía de implementaciones programáticas escolarizadas. La escolarización, en

Page 13: La democracia y el régimen parlamentario

sí, origina rupturas si se compara con las aprehensiones y las tradiciones propias de las culturas

nativas. Porque no habría de serlo, entonces, a partir de la concreción del dominio desde el

centro hacia la periferia. En esto, por decirlo de alguna manera, se mantiene incólume el

postulado de Samir Amin, cuando en su texto en torno al capitalismo, su desarrollo e

implicaciones, habla de las culturas periféricas, atadas a las condiciones que impone el centro-

poder..7

Arribamos, así, a una opción conceptual que nos permite proponer un entendido en torno a los

sectores sociales periféricos. Es decir, aquellos sectores no solo desvinculados de los beneficios

del poder, subyugados y dominados por este; sino también segregados por la dinámica propia

del desarrollo cultural predominante. Algo así como insertos en la civilización, pero ajenos a ella, en lo que esta tiene de otorgadora de roles asociados a los paradigmas originados en ese

mismo desarrollo cultural, por parte de sus usufructuarios. Ahora bien, no puede inferirse de

nuestra expresión, el hecho de que proponemos una asimilación de intereses entre los

beneficiarios del poder y sus instancias de dominación y aquellos sectores que acceden y se

identifican con los avances del conocimiento y de la cultura que ejercen como predominantes;

como expresión avanzada de la civilización.

Surge entonces, en nuestra opinión, un insumo que soporta una segregación: lo periférico, en

cuanto sector y/o sectores considerados por fuera de la versión oficial de la cultura; entendida

esta como originaria de paradigmas, pautas y comportamientos. Para nosotros, esto no es otra

cosa que la denominación de popular, referido a esos sectores que, de por sí, adquieren una

dinámica propia y unas expresiones propias, diferenciadas. Es obvia, sin embargo, la necesidad

de apuntalar este concepto, con arreglo al significado que adquiere el contexto social y

económico; en el cual se desenvuelven estos (as) sujetos (as). Tanto en sus expresiones

individuales como colectivas. Para este caso, el problema surge al momento de establecer las

pautas y/o el horizonte teórico. Porque no puede delimitarse solo a partir de la figura

elemental asociada al lugar en el cual se sitúa con respecto a las características del beneficio

plusválico, derivado del modo de producción vigente, o prevaleciente. De ser así no habría lugar

a postular la diferenciación que se advierte en la definición anterior.

Por lo tanto, el análisis remite a un territorio de mayor complejidad: uno de los elementos clave

para dilucidar ese significado, tiene que ver con el entendido de de contexto social y

económico. Ya decíamos antes: es un escenario no determinado por la voluntad o por la

noción primaria acerca de lo ético. Por el contrario, constituye una instancia, como período

histórico. Esto, a su vez, remite a la evolución de las relaciones sociales; como proceso

soportado en sucesión de rupturas y equilibrios. Estos últimos, impuestos por quienes

adquieren posiciones de dominio. Así, entonces, cada momento (sin importar su duración) en el

cual se exhibe o manifiesta ese equilibrio; no es otra cosa que la expresión de unas

determinadas condiciones de dominación económica y política.

Ahora bien, como lo hemos postulado antes, en la franja constituida por quienes (bien sea que

se tipifiquen como sectores o como secciones del espectro social) no ejercen como beneficiarios

directos del poder, se erige la heterogeneidad. Ya ahí, se introduce otro insumo como soporte

para la segregación. A manera de ejemplo: la posición y comportamiento de aquellos sectores

sociales sobre los cuales se ejerce dominación politica y económica; pero que han accededlo a

determinados beneficios del acumulado plusválico y cultural (como poseedores y usufructuarios

del conocimiento); no puede ser el mismo, comprado con la posición y el comportamiento de

aquellos sectores absolutamente vulnerables y desvinculados de cualquier beneficio plusválico y

cultural.

Lo anterior conlleva, en consecuencia, a establecer categorías diferenciadas en el análisis de lo popular, como expresión de determinados sectores sociales; en el contexto de unas determinadas relaciones de dominación político y económico. Puede colegirse de nuestra línea

7 Pira Claudia y Cano Parmenio. La Educación Superior en América Latina, edición en cuadernillo,

noviembre 1999, Bogotá D.C.

Page 14: La democracia y el régimen parlamentario

de interpretación, una conclusión fundamental: no todo sector social dominado es,

necesariamente, un sector popular. Por lo tanto, aún a riesgo de silogismo, al momento de

tipificar acciones (inmediatas, mediatas o tendenciales) específicas de confrontación a

determinadas manifestaciones de la dominación política y económica; es preciso trabajar con

estas categorías.

Luego, el espectro de cobertura, está dado por la definición de objetivos vinculados a

conceptos y escenarios heterogéneos; en términos del nexo con los sectores sociales. No es, por esto mismo, una opción en la cual se configure una posición de clase; al menos en la versión ortodoxa marxista. No supone, asimismo, una posición necesariamente revolucionaria y/o de confrontación al origen y vertebración del poder y de las relaciones de producción vigentes. Adquiere connotaciones diversas, en la mayoría de los casos asociadas a

reclamaciones puntuales, relacionadas con determinadas condiciones de vida. Sin embargo puede, derivar en expresiones híbridas; en cuanto pueden coincidir diferentes aspectos en los cuales ejerza importancia un cuestionamiento a posiciones y/o programas gubernamentales o políticas de estado. Tal es el caso, a manera de ejemplo, de algunos movimientos populares desarrollados en relación con decisiones que vulneran determinados intereses y derechos de franjas amplias de la población. Siendo así, cabe resaltar tonos grises en la diferenciación teórica y práctica entre movimientos populares, movimientos sociales y movimientos políticos. En veces, puede hablarse de diferenciación en términos del espectro de cobertura. Otras veces, puede plantearse en relación con los contenidos de sus opciones o programas. Con respecto a este asunto del método para construir tipologías; es pertinente presentar una expresión como

la siguiente:

“… ¿Se politizan las luchas urbanas por el hecho de enfrentarse en la mayoría de los casos al

Estado, como lo afirma Castells? No podemos en este momento desarrollar la discusión sobre

el papel fundamental ocupado por el Estado en la urbanización capitalista, caracterización que

parte de una generalización, arbitraria a nuestro juicio, de la relación entre Estado y Sociedad

Civil – en el sentido dado por Marx y no en el Gramsciano-, pero si podemos afirmar que no

basta que el blanco al cual se dirigen las flechas de un movimiento social sea el Estado, para

determinar su carácter político; es el carácter de sus reivindicaciones, el contenido de clase de

sus luchas, su método y sus formas las que lo definen, y no basta encontrar un contenido

político, hay que identificar si se trata de una lucha democrático-burguesa (en lo formal o lo

real), o socialista.

Vayamos por partes:

A similitud de una huelga obrera en una empresa capitalista de Estado o de los asalariados de

un ministerio burgués que levanta reivindicaciones puramente económicas, sin plantearse

modificaciones en las relaciones de poder entre las clases, ni en el carácter del Estado o de sus

formas de ejercicio de la dominación burguesa, un movimiento de colonos o inquilinos que

solicita, por ejemplo, la regularización de la propiedad de sus tierras, o un servicio cualquiera y

que utiliza para ello el método de la negociación apoyado por llamados a la opinión pública a

través de los medios de comunicación, paradas en los organismos oficiales, etc., pero sin

plantearse en ningún momento consignas políticas, no es político. No es el agente social al cual se enfrenta un movimiento el que define el carácter de la lucha, sino el contenido concreto de clase de él, manifestado en su programa reivindicativo y su método para alcanzarlo. ..”8

Puede colegirse, entonces, lo insensato de las generalizaciones; a partir de categorías

preestablecidas. De lo que se trata no es de posicionar modelos de caracterización, como

paradigmas inamovibles. En nuestro caso, hemos efectuado un recorrido amplio; a través del

cual hemos postulado opciones de interpretación relacionadas con las condiciones que actúan

sobre los (as) sujetos (as). Esto nos ha permitido proponer la asunción de conceptos asociados

8 Pradilla Cobos, Emilio. “Mitos y realidades de los llamados movimientos sociales u rbanos”. Artículo

escrito en junio de 1981, en Méjico, D.F. Ponencia presentada al 4º Seminario Internacional cehap -peval

Los pobladores: protagonistas urbanos en América Latina; realizado en la ciudad de Medellín, entre los

días 7 y 11 de abril de 1986.

Page 15: La democracia y el régimen parlamentario

a la conciencia y al nexo entre esta y las acciones inmediatas o tendenciales; por medio de las

cuales estos (as) intervienen en procesos particulares, de confrontación.

4.2 El parlamento: origen y evolución

4.2.1 Antecedentes del concepto de intermediación.

Ya se ha señalado arriba algunos elementos vinculados a la noción del poder, entendió con

instrumento que concreta la dominación. En términos de identificación y/o del establecimiento

de tipologías, es conveniente realizar algunas precisiones. Se trata de enfatizar acerca del

contenido conceptual y práctico del rol del Estado y su desarrollo. Asimismo del entendido de

democracia y del ejercicio de la representación.

Uno de los elementos centrales tiene que ver con auscultar en torno a la transformación del

poder o, mejor sería definirlo así: el surgimiento e instauración de expresiones del poder que,

de alguna manera, ejercen como distanciamiento con respecto a los dominados, por parte de

los dominadores, por la vía de instancias que se sitúan como posibilidad de equilibrio. Algo así

como desprender esas instancias de toda connotación vinculada con los intereses inmediatos.

Lo anterior se entiende mejor, a partir de algunas definiciones (...que no son otra cosa

diferente a la tipificación). Veamos: En su escrito Ética a Nicómaco, Aristóteles expresa

conceptos asociados a la figura del poder, por la vía de señalar algunos aspectos relacionados

con las condiciones inherentes a quienes asumen el poder. Ya ahí, un tanto como se expresó

antes, aparece una noción de poder distanciado; comoquiera que se requiere de una

diferenciación, al momento de validar una determinada opción. No es, entonces para

Aristóteles, la figura de la oclocracia (gobierno de la multitud o plebe). Por el contrario, es la

asunción de una posición en la cual los roles se distribuyen, como condición necesaria al

momento de definir la gobernabilidad. Así las cosas, en consecuencia, los conceptos de

monarquía, aristocracia y democracia; adquieren presencia. Inclusive, en la referencia a las

Ciudades-Estados (Atenas, Corinto, Esparta), se prefigura la representación como instrumento

válido e indispensable.

Esto traduce condicionantes para los sujetos. El significado de la libertad, aparece como

intermediación con respecto al poder. Antes hemos referenciado este aspecto. Basta con

recordar el recorrido efectuado, a manera de ejemplo, en las expresiones de Rousseau, Marx,

Morgan, Marcuse; así como la referencia a Hobbes, en su versión del poder en Leviatán. Inclusive, es pertinente (...en la perspectiva propia del desarrollo teórico, acerca de la

organización política) hacer alusión a Alexis de Tocqueville (La Democracia en América, El Antiguo Régimen y la Revolución Francesa); Raymond Aron (Introducción a la Filosofía de la Historia, Democracia y Totalitarismo) y Max Weber (La Ética Protestante y el Desarrollo del Capitalismo).

Sin embargo, consecuente con nuestra línea de interpretación del poder y del significado de la

libertad; conviene resaltar un texto no muy divulgado y, aún menos conocido. Se trata de La

Teoría Metafísica del Estado, escrito por L.T. Hobouse. Aclarando, otra vez, la posición crítica

que nos ha acompañado al momento de transcribir algunas citas; vale la pena presentar, en

extenso, una parte del texto señalado. Particularmente la refer ida al concepto de Estado y de

libertad. Es lo siguiente:

“…Por otra parte, la familia, tal y como se mantiene en un momento determinado, es

simplemente la totalidad coordinada o asociada de sus miembros, tal y como se mantienen en

el mismo momento. Es una expresión de la vida de esos miembros, en tanto que vidas en

común o en estrecha relación entre sí. La familia, especialmente, no tiene bienestar, ni

felicidad, ni buena o mala fortuna que no sea el bienestar, felicidad y buena o mala fortuna de

alguno de sus miembros o de varios de ellos. En una organización profesional o sindical, en un

negocio o una fábrica, p. ej., hay también un conjunto en el que se pueden totalizar tantos

cientos o miles de individuos como miembros que la compongan. En todos los casos, esos

miembros cambian, en mayor o menor grado, debido a la asociación a la que pertenecen. Del

Page 16: La democracia y el régimen parlamentario

sindicato, profesión o negocio podrán decirse cosas que no serían ciertas si se dijesen de sus

miembros cuando estos no pertenecieran a ellos. Pero, repetimos, en la totalidad no hay otra

cosa que la actividad asociada o coordinada de los individuos que la constituyen. Esto sigue

siendo verdad aunque la organización pueda ser permanente, pero cambien los individuos. Una

universidad puede tener durante siglos un carácter y un sello peculiares y exclusivos. El número

de individuos que pasan por ella y reciben su influencia es innumerable. Semejante totalidad no

la constituyen solamente el número de miembros que lo ocupan en un determinado momento;

ni podemos enumerar a los que han estado bajo su influencia durante toda su existencia. Sin

embargo, su tradición, su espíritu, que no parece albergar ningún individuo aislado, lo

mantienen los individuos, se propaga de generación a generación, se rompe, quizá, a veces por

el influjo de un nuevo tipo de carácter que no es capaz de asimilar la tradición que encuentra.

De este modo, al pensar sobre la sociedad, estamos expuestos a dos errores. Por una parte,

podemos caer en negar la realidad del grupo social, rehusando concebirlo como una entidad

distinta, insistiendo en disolverlo entre sus componentes individuales, como si esos individuos

no fueran afectados por el hecho de la asociación. Por otra parte, como reacción ante este

exagerado individualismo, podemos pensar que la sociedad es una entidad distinta de los

individuos, no simplemente en el sentido de que sea un agregado de individuos considerados

en una relación especial, sino en el sentido de que se trata de un todo que, de alguna manera,

existe fuera de ellos o en la que ellos se han fusionado en perjuicio de su identidad individual.

Además, habiendo alcanzado la concepción de una entidad supra personal en la que los

individuos están inmersos, tendemos a buscar esta entidad, no en todas las diversas formas de

vida social que se entrecruzan y se cortan entre sí, sino en alguna forma especial de asociación

que parece incluir al resto para presentarse como un conjunto al que el individuo debe

pertenecer como elemento. Los escritores idealistas han encontrado esta entidad en el Estado.

Hay, pues, dos puntos que hemos de considerar: primero, la noción general de una entidad

supra personal y, después, la identificación de esa entidad con el Estado...” 9

De nuestra parte, se trata de establecer algunos elementos de reflexión; en torno al significado

de la representación. De lo presentado, hasta ahora, se infiere la importancia de los

condicionantes; al momento de definir y posicionar los contenidos teóricos y prácticos del

poder. Es decir, la evolución de las instancias de control y su justificación teórica, han pasado

por identificar y aceptar como válida la pérdida absoluta o parcial de la libertad absoluta, del

sujeto individual y del sujeto colectivo no beneficiarios del poder. Cuando más, en una

aplicación amplia de la figura asociada a la intermediación, se ha construido una variante de

esa libertad absoluta, por la vía de desarrollar una opción en la cual esos sujetos individuales y

colectivos acceden a una expresión en esas instancias; a través de delegar. O lo que es lo

mismo: a través de la cesión de parte de esa libertad; tal vez la fundamental.

4.2.2 La concreción de la intermediación. Caso: Parlamento.

Siendo así, entonces, hacemos tránsito hacia el origen de este concepto en Occidente. En el

siglo XIII, se conoció (para el caso británico), una figura primaria de parlamento anglosajón

(Witenagemot). Un tipo de representación absolutamente distanciada de los súbditos

dominados, no beneficiarios del poder. Asumió roles en nexo con los intereses inmediatos de

sectores, aunque no vinculados directamente a la Corona, ejercían una fuerte influencia. En

principio ejercieron como Consejo Asesor, en lo que respecta a la consecución de recursos y/o a

la orientación y aplicación de lo que podría llamarse como el gasto público. Con algunas

variantes, en términos de su connotación política, en el siglo XVI; este tipo de Consejo Asesor,

mantuvo un significado asociado a la representación de determinados sectores, en su relación

con la Corona. Aunque, en estricto, carecía de la fuerza necesaria para erigirse como alternativa

de gobierno; de todas maneras prefiguró el surgimiento de agrupaciones políticas, entendías

como partidos, si aplicamos el método de análisis que se hizo vigente en los siglos XVII y XVIII,

para el caso del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Otra cosa fue, con la

9 Hobouse, L.T., Teoría Metafísica del Estado, Ed. Aguilar, 1981, páginas 26-27. Traducción de

Dalmacio Negro Pavón.

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diferenciación propia inherente al significado de la Revolución Francesa, la expresión de los

Jacobinos en la Asamblea Nacional y el desconocimiento de la autoridad del Rey.

El concepto de Nación – Estado (siglo XVI; permitió identificar una evolución fundamental, en lo

que respecta a las agrupaciones políticas; en tanto que la influencia de la Reforma Protestante,

proveyó insumos importantes, fundamentalmente en lo que hace al Calvinismo. Fue algo así

como la culminación de un proceso iniciado tres siglos antes, en contra del poder de la Iglesia

Católica y su rol en los asuntos políticos y económicos. Encontramos allí, en el contexto de ese

proceso anterior a la Reforma y en los hechos posteriores a esta, elementos determinantes,

para entender expresiones políticas como las de los Whig y los Tory (presbiterianos-liberales y

conservadores, respectivamente).

La Guerra Civil Inglesa (1642-1649), constituyó una expresión importante, en lo que respecta al

rol del Parlamento. Recuérdese nuestra anotación anterior, en cuanto al signif icado inicial

adquirido por esta figura colectiva, como representación. En la línea de interpretación

propuesta, no es otra cosa que la evolución de los Consejo Asesores del Rey y, en veces

recaudadores de recursos u orientadores para efectos del gasto público.

Es pertinente resaltar, en el contexto de los antecedentes y significado de la Guerra Civil

Inglesa, la convocatoria efectuada por Carlos I, al Parlamento en 1640 (denominado

transitoriamente como Parlamento Largo); con la intención de promover la consecución de

recursos para su guerra en contra de Escocia. Ya, de por sí, obraba un contenido religioso en la

confrontación. Anglicanos y Presbiterianos. La oposición de Tomás Wentworth, a las

pretensiones de Carlos I, puede ser entendida como un intento por reivindicar la autonomía

parlamentaria; más allá de las simples exigencias de contraprestación planteada por otros

miembros del Parlamento. Posteriormente, Oliver Cromwell, retomaría (a nombre de un híbrido

entre autonomía del Parlamento y la expresión del Puritanismo) la confrontación radial al Rey

Carlos I. Este proceso derivó en la disolución, en 1648, por parte de Cromwell del Parlamento,

la expulsión de quienes se oponían a sus acciones militares en contra del Rey y a la posterior

configuración del denominado Parlamento Rabadilla, con sus adeptos. Terminada la influencia

de Cromwell, en 1660 (febrero) el Parlamento se reúne y decreta su propia disolución, a partir

de marzo de 1660.

La denominada Revolución Gloriosa de 1688 en Inglaterra; tuvo como centro el conflicto entre

el Parlamento (como evolución del entendió y aplicación práctica de los anteriores Consejo

Asesores del Rey) y Jacobo II. Aquí, el Parlamento, actuó en su condición de coalición de

agrupaciones políticas y religiosas. El punto de comienzo, en la ruptura y expulsión de Jacobo

II, tuvo que ver con la confrontación entre católicos y protestantes; a raíz de decisiones

asumidas por el Rey (Jacobo II), en contravía y vulneración de derechos de la mayoría

protestante. Se promovió entonces, por parte del Parlamento, la asunción de la dupla María II y

su esposo Guillermo III. En términos tendenciales, podría decirse que la intervención del

Parlamento durante la Revolución Gloriosa, tuvo como repercusión importante la instauración

de una figura de equilibrio político entre la Monarquía y el Parlamento. Cabe recordar que ya,

desde el siglo XV. Para profundizar en este aspecto, es posible consultar las acciones realizadas

por la Asamblea de Nobles, como consejeros del Rey en la modalidad de Consejo Privado(..O

Privy Council, como se le conoce en Inglés), apareció la figura politica asimilada al Gabinete,

como expresión de una relativa independencia. Puede entenderse, incluso, que la incidencia del

Parlamento en la designación de los ministros, constituye un avance, a finales del siglo XVIII y

comienzos del siglo XIX.

Corolario transitorio: Aunque aparezca limitado al caso de Inglaterra, el ejemplo anterior, define el hilo conductor

que ha tenido la intermediación. Hemos visto, en su origen, como el Parlamento constituyó un

distanciamiento profundo y radical, con respecto a los súbditos no beneficiarios. El recorrido,

desde los Consejo Asesores y/o Recaudadores, hasta la versión evolucionada en los siglos XVI y

XVII; permite inferir un perfil cercano a la suplantación de la libertad absoluta. Es, en la línea

de interpretación propuesta, una decantación, un filtro. No es otra cosa diferente a lo ya

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analizado, en cuanto al origen, evolución y significado de las instancias de intermediación;

como expresiones del control y del poder. Esta afirmación, sin embargo, no supone desconocer

la importancia de la democracia representativa; en el contexto de la evolución de la

confrontación al poder absoluto y autoritario. Inclusive, porque la evolución de este tipo de

intermediación, permitió la separación de poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial). En este

sentido, la influencia de Charles Louis Montesquieu, (en el siglo XVIII) fue fundamental.

4.2.3 El Parlamento y los Regímenes Parlamentarios.

Nos corresponde, ahora, avanzar en cuanto al alcance logrado; en ese proceso de

representación ya analizado arriba. No se trata, ni de eludir, ni de hacer abstracción de los

principios básicos que sustentan nuestra opción de interpretación. Simplemente, arribamos a un

momento, en cual la descripción tiene que expresarse. No solo en cuanto a su connotación,

como extensión de un determinado modelo de representación; sino también en lo que respecta

a su significado como escenario para la expresión de las agrupaciones políticas. Así, entonces,

supone establecer dos referentes básicos. Uno de ellos, asociados al poder ejecutivo. El otro,

vinculado al poder legislativo.

En su versión actual, el Parlamento, se consolida en el siglo XIX. A manera de anécdota, es

pertinente referir el caso del Althag en Islandia y del Tynwald, en Isla de Mon (adscrito a la

Corona Británica); como los Parlamentos más antiguos.

En cuanto a sus características básicas, la descripción es la siguiente: existe un aspecto, a

manera de generalidad, en cuanto a la división politica y administrativa en dos sectores,

instancias o cámaras. Para el caso, a manera de ejemplo, del Reino Unido, estas divisiones se

denominan Cámara de los Lores, que ejerce como instancia de Tribunal Superior y Cámara de

los Comunes, que ejerce como instancia que designa al Gabinete, incluido el Primer Ministro.

Para el caso de España, aparece también la modalidad bicameral, en el contexto de la

denominación Congreso de los Diputados. Otra instancia importante, para el mismo caso de

España, es el Consejo de Ministros. De todas maneras, queda claro el hecho de la designac ión

del Presidente a cargo del Congreso de Diputados. En el caso de Alemania (Estado Federal), las

instancias adquieren la denominación Bundestag (Cámara Baja. Es aquí en donde se hace la

designación del Canciller, quien ejerce como conductor del gobierno) y Bundesrat (Consejo

Federal). En el Caso de Italia, las instancias se denominan Senado de la República y Cámara de

Diputados. El ejecutivo es ejercido por un presidente designado en sesión conjunta del

Parlamento, adicionado con representaciones de algunos entes territoriales.

En lo que respecta a las funciones generales, entendidas como funciones legislativas; la

división politica y administrativa (además de la ya señalado, para el caso del ejecutivo, en los

ejemplos anteriores); permite una cobertura de orientación y de control. Es, además, un

escenario en el cual se dirimen aspectos fundamentales asociados a la expedición de

normativas de aplicación al interior y al exterior .En este caso, comoquiera que el ejecutivo

recibe un mandato limitado al programa de gobierno previamente aprobado. Esto permite

entender la dinámica de los partidos políticos y su significado. Así, entonces, los electores y las

electoras (..Los delegatarios de su libertad, en el entendido que hemos manejado aquí); votan

por un partido determinado y su programa de gobierno. Es de anotar la presencia de

diferencias precisas, en lo concerniente a la formación del equipo de gobierno, en los diferentes

países con Régimen Parlamentario. Veamos, a manera de ilustración, un ejemplo para el caso

de España, en tratándose de una Nación que, a su vez, tiene características asimiladas a

conflictos internos de nacionalidades que no hacen primacía (Catalanes y Vascos). Además de

ejercer como Monarquía Constitucional.

Según la metodología utilizada y la línea de interpretación propuesta, reiteramos acerca del

concepto básico adjudicado a la representación; como intermediación de la libertad de los

sujetos individuales y colectivos, no beneficiarios (as) del poder. Insistimos, no se trata en este

escrito, de desarrollar una posición respecto a las teorías acerca del Estado; por cuanto esto

significaría a introducción de otros elementos de referencia. Sin embargo, en lo que hemos

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señalado aquí, ya se puede percibir una posición respecto a su evolución y significado. Por

ahora, en lo pertinente al significado de los regímenes parlamentarios, como una forma de

gobierno; consideramos suficiente. Al menos en términos de reflexión y caracterización.

5. El Régimen Parlamentario, su importancia actual.

En este escrito hemos recabado acerca del significado de la libertad individual y colectiva, con

respecto al poder. Uno de los elementos de mayor connotación, ha sido el análisis de la

intermediación; entendida como figura por medio de la cual las representaciones actúan como

mandatarias. El problema surge, según nuestra línea de interpretación, al momento de

efectuar seguimiento y caracterización, no solo en lo que respecta a su nexo efectivo con los

mandantes; sino también en torno a su rol en el escenario político y social, entendido en un

contexto en donde el Estado ejerce como referente. A su vez, el Estado, tiene una estructura

que, en términos generales sigue siendo ortodoxa. Es decir, supone la preeminencia de

intereses asociados a aquellas clases y/o fracciones beneficiarias directas del capital.

No se trata, insistimos en esto, de exhibir un discurso nihilista. Más bien es una postura en la

cual presentamos el análisis a partir de conceptos políticos transversales. Esto supone, por lo

tanto, un método vinculado a la complejidad de las relaciones políticas y sociales; sin que

implique hacer abstracción de la dominación ejercida por los beneficiarios directos del poder y

del capital, sobre aquellos sectores periféricos, segregados. Algo así como entender la dinámica

del desarrollo centrada en una división de clases insoslayable.

Visto así, entonces, no podemos hacer elusión de estos conceptos al momento de analizar el

significado de los regímenes parlamentarios. Porque, en fin de cuentas, estos no traducen una

reivindicación, ni una aplicación de la libertad plena de los sujetos individuales y colectivos. Las

restricciones son evidentes; comoquiera que el ejercicio de la representación como

intermediación, nos regresa a la posición inicial: el poder político y económico, ha construido

instancias de dominación que le permiten consolidar su opción. Esto es lo mismo que hablar de

una gobernabilidad fundamentada en variantes de diferentes teorías de Estado. Ya hemos

señalado algunas de ellas. Sin embargo, es pertinente recordarlas.

Una de ellas tiene que ver con la posición de Tomás Hobbes (Leviatán). Es de anotar su hilo

conductor: la centralidad como fundamento del poder. Este, a su vez, es condición necesaria

para mantener el control. En perspectiva, significa validar las condiciones que permiten la

división entre las clases y/o sectores sociales; por la vía de reconocer la prevalencia de aquellas

clases o fracciones de estas que ejercen como beneficiarias directas del capital; a costas de

aquellas clases y/o sectores no beneficiarios.

Otra tiene que ver con la aplicación de la figura del Contrato Social (J.J. Rousseau), con

modificaciones tendenciales. El equilibrio, se convierte en la posibilidad de presentar

determinadas opciones de intermediación; a partir de instancias aparentemente neutrales. Aquí

es necesaria otra precisión: nuestra interpretación de la división de poderes en la estructura

Estatal (ejecutivo, legislativo, judicial), supone entenderla como consecuencia del desarrollo

político, social y económico. Además, este desarrollo, ha sido traumático, no lineal. Inclusive, en

muchos casos, se concretaron y siguen concretándose, a partir de luchas específicas y

generales, lideradas por obreros, campesinos y sectores urbanos (asimilados a lo que

entendemos como pequeña y mediana burguesía).

En el caso de Alexis de Tocqueville, Charles Louis Montesquieu y Max Weber, se entiende una

aportación a la Teoría del Estado, como sublimación del la dominación. Algunas de sus opciones

han mutado en posiciones construidas como alternativas modernas para fortalecer variables

específicas en cuanto al rol del Estado. Consideramos pertinente, en este contexto, hacer

alusión a un texto ya citado antes (“Los Anarquistas: Selección de escritos, realizada por Irving

Louis Horowitz). Esta vez, citaremos un aparte del escrito de Errico Malatesta, contenido en el

texto referido.

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“..Hay una enfermedad del pensamiento humano, la tendencia metafísica, que hace que el

hombre, después de haber abstraído por un proceso lógico la cualidad de un objeto, se

encuentre sometido a una especie de alucinación que le induce a tomar lo abstraído por lo real.

Esta tendencia metafísica, a pesar de los triángulos de la ciencia positiva, tiene todavía fuertes

raíces en el pensamiento de la mayoría de nuestros contemporáneos. Es tal su influencia que

muchos conciben al gobierno como un ser real, dotado de ciertos atributos de la razón, de

justicia, de equidad, independientes de las personas en que encarna.

Para ellos, el gobierno, o más bien el Estado, es el poder social abstracto; es el representante,

abstracto siempre, de los intereses generales; es la expresión de los derechos de todos, y es

considerado como limitado por los derechos de cada uno. Este modo de concebir el gobierno

aparece apoyado por los interesados, a quienes importa salvar el principio de autoridad y

hacerle prevalecer sobre las faltas y errores de los que se turnan en el ejercicio del poder.

Para nosotros, el gobierno es la colectividad de los gobernantes; y los gobernantes, reyes,

presidentes, ministros, diputados, etc., son aquellos que aparecen adornados de la facultad de

hacer las leyes para reglamentar las relaciones de los hombres entre sí, y de hacer ejecutar

estas leyes; son los que decretan y recuerdan los impuestos; imponen el servicio militar; juzgan

y castigan las infracciones y contravenciones a las leyes; intervienen y sancionan los contratos

privados; monopolizan ciertos ramos de la producción y ciertos servicios públicos, por no decir

toda la producción y todos los servicios; favorecen o impiden el intercambio de productos;

declaran la guerra y ajustan la paz con los gobernantes de otros países…Los gobernantes, en

una palabra, son los que tienen la facultad, en grado más o menos elevado, de servirse de la

fuerza colectiva de la sociedad, es decir, de la fuerza física, intelectual y económica de todos,

para obligar a todo el mundo a hacer lo que favorece a sus designios particulares. Esta facultad

constituye, en nuestro sentir, el principio de gobierno, el principio de autoridad...”10

En estas condiciones, el análisis de los regímenes parlamentarios, nos convoca a ubicar

referentes en términos del ejercicio de la intermediación, de la representación; como una forma

concreta que adquiere la dominación. En consecuencia, hablar de su importancia, significa un

proceso de cotejación con respecto a resultados específicos. Algo así como posicionarlo en

relación con determinados avances en el desarrollo e implementación de expresiones concretas

de la democracia, en un entendió de la dominación del capital.

Uno de esos aspectos relevantes, tiene que ver con la estructura, composición y funciones. El

hecho de ejercer (el Parlamento) como colectivo en el cual confluyen partidos y fuerzas

políticas las cuales, a su vez, asumen la representación de mandantes heterogéneos; supone

concretar un tipo de intermediación con respecto al poder. Es decir, en el espectro político,

social y económico vinculado al concepto de Estado; se entiende como una sección de este. Es

una figura diferente al presidencialismo; pero no elimina la figura del poder ejecutivo. De lo que

se trata es de filtrar su designación; por la vía de incidir en la misma. De tal manera que, el

Parlamento, adquiere la potestad de esa designación o de su revocatoria. Todo esto asociado al

hecho de reivindicar el rol de los partidos y/o fuerzas políticas, como bancadas homogéneas.

Esto permite, por lo tanto, un tipo de ejercicio programático, derivado de los resultados

electorales. Si se trata de precisar algunas ventajas, en comparación con los regímenes

presidencialistas, vale la pena señalar la potestad parlamentaria para decidir acerca de la

revocatoria del mandato a quien haya sido designado como primer ministro, presidente,

canciller, etc., según el caso. Lo anterior, en razón al referente programático. Otro aspecto

importante está en relación con la posibilidad de permitir desarrollos de mayor complejidad, en

lo que corresponde a esa figura parlamentaria. Tal es el caso, a manera de ejemplo, del

proceso de integración en los países de la Comunidad Europea. El análisis de este proceso y sus

implicaciones, de por sí, amerita un escrito aparte.

10Malatesta, Errico. Citado por Irving, Louis H. en Los Anarquistas. Ed. Alianza Editorial, tercer edición

1982, páginas 89-90

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