La Dicotomía

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La dicotomía Esto es un escrito sencillo, salido de la experiencia, del dolor, de la alegría, en lo posible, de la fe. No hay citas increíbles y certeras, nada del otro mundo, aunque trato de hablar de él. Nuestro querido San Rafael, ha sido llamado muchas veces una burbuja, un oasis en el desierto que significa la Iglesia en Argentina. No es ninguna verdad lejana de comprender. Jerárquicamente al menos, en cuanto a curas, estamos muy bien plantados…vocaciones hay….buena doctrina (aunque decayendo)…un obispo que sin ser mejor, tampoco es lo peor….digamoslo así, de una manera sencilla: vivimos tranquilamente, mientras la Iglesia a nivel mundial se cae a pedazos. Esa es la impresión de muchos. Cada tanto, de afuera como dicen (demostrando un sentido eclesial y de Cuerpo Místico muy particular y deficiente) nos llega alguna bomba que sacude nuestros pobres cimientos: “en la basílica de Luján se realizó un concierto”, “destituyen al obispo de Ciudad del Este, que era excelente e hizo crecer la diócesis”, “nombran obispo al rector de la UCA, que defiende la novela Esperanza Mia, donde el cura se enamora de la monja”, “El papa dijo el famoso quien soy para juzgar, o también no importa si un judío, musulmán o católico educa al niño, mientras no pase hambre, o sino metete en política, tal vez te haga pecar, pero te confesas y listo, seguí nomás”. Panorama desolador. Pero también, aparecen otras cosas: “la guerra musulmana se encrudece, mueren X cristianos en claro martirio”, “multitudinaria manifestación en Francia contra el gobierno laicista”, “Obispo estadounidense reza de rodillas frente a clínica abortista”, o “El papa alienta a las familias a cuidar a los abuelos, habla de la Virgen y del diablo, nombra las injusticias de la sociedad globalizadora y la necesidad de convertirse a Dios” Panorama no tan desolador…pero…si antes pasó lo otro, ¿en qué quedamos?

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Escrito propio 1

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La dicotomaEsto es un escrito sencillo, salido de la experiencia, del dolor, de la alegra, en lo posible, de la fe. No hay citas increbles y certeras, nada del otro mundo, aunque trato de hablar de l. Nuestro querido San Rafael, ha sido llamado muchas veces una burbuja, un oasis en el desierto que significa la Iglesia en Argentina. No es ninguna verdad lejana de comprender. Jerrquicamente al menos, en cuanto a curas, estamos muy bien plantadosvocaciones hay.buena doctrina (aunque decayendo)un obispo que sin ser mejor, tampoco es lo peor.digamoslo as, de una manera sencilla: vivimos tranquilamente, mientras la Iglesia a nivel mundial se cae a pedazos. Esa es la impresin de muchos.Cada tanto, de afuera como dicen (demostrando un sentido eclesial y de Cuerpo Mstico muy particular y deficiente) nos llega alguna bomba que sacude nuestros pobres cimientos: en la baslica de Lujn se realiz un concierto, destituyen al obispo de Ciudad del Este, que era excelente e hizo crecer la dicesis, nombran obispo al rector de la UCA, que defiende la novela Esperanza Mia, donde el cura se enamora de la monja, El papa dijo el famoso quien soy para juzgar, o tambin no importa si un judo, musulmn o catlico educa al nio, mientras no pase hambre, o sino metete en poltica, tal vez te haga pecar, pero te confesas y listo, segu noms.Panorama desolador.Pero tambin, aparecen otras cosas: la guerra musulmana se encrudece, mueren X cristianos en claro martirio, multitudinaria manifestacin en Francia contra el gobierno laicista, Obispo estadounidense reza de rodillas frente a clnica abortista, o El papa alienta a las familias a cuidar a los abuelos, habla de la Virgen y del diablo, nombra las injusticias de la sociedad globalizadora y la necesidad de convertirse a DiosPanorama no tan desoladorperosi antes pas lo otro, en qu quedamos? Ac en San Rafael, la burbuja, tambin suelen pasar ciertos sucesos que nos sacuden, para bien o para mal. Viene un sacerdote de visita que est misionando en la franja de Gaza, con un testimonio increble de amor y fe en Dios. Todos los fines de semana distintas agrupaciones catlicas hacen apostolado por las casas, hospitales, geritricos, etc.Pero (siempre los hay), el obispo organiza multitudinaria confirmacin en el anfiteatro, que se convierte en un mamarracho litrgico. En la parroquia San Antonio los nuevos esposos entregan la comunin a los fieles. Uno va a la misa del domingo, y el cura se saltea oraciones prescriptas en el misal, mientras el muchacho de la guitarra desentona una cancin melosa y las doas hablan a los gritos dentro del templo. Agrrense de la que se viene..Amor sin doctrinaCuando se suceden estas cosas, los cruces son inevitables, y las aguas se dividen claramente, como el Mar Rojo ante los hebreos. Surgen los catlicos tradicionales, retrgrados, exigentes, doctrinales, contra los buenazos, amorosos, caritativos a matarse entre s mientras cruzan como balas las palabras misericordia, amor, tradicin, ley, respeto, sagrado, pobres y bla bla bla. Las causas, se hablarn en otra ocasin. Los responsables, se denunciarn como corresponde. A nosotros, nos toca la rectitud de accin e intencin en la medida de nuestras fuerzas y la gracia de Dios. Hay una nota caracterstica del catlico hodierno, y es fruto directo de la filosofa dialctica, enemiga fundamental de la armona que logra la vida cristiana y del verdadero combate contra el mundo que debe librarse. Nuestro mal de raz es la divisin de las cosas, contraponerlas, enfrentarlas, sin razn o con ella, pero, lo mas lamentable, sin estar a la altura de la discusin. Me refiero.tantos los carismticos con su joda y sentimentalismo, como los catlicos denominados tradicionales, deben mirar y de una vez por todas imitar realmente y a conciencia de su carcter cristiano impreso en sus almas por el bautismo y ratificado en la confirmacin, a las fuentes, a los primeros seguidores de nuestro Seor, a sus santos, a Cristo mismo.No puede el catlico hodierno, enfrentar la hecatombe que se desarrolla dentro de la Iglesia con mas dicotomas y dialcticas. Hablamos de la realidad: al amor a Dios y al prjimo, en el sentimiento y en las obras, brota directamente de la Fe, vivida en su integridad y en su pureza, lo que significa rectitud de actos piadosos y seguridad doctrinal.Entonces, quienes todo es amor, sin reglas, sin leyes, aprendan, nunca el catlico separ ambas cosas, vive con el yugo de la ley, pero con la liviandad del servicio a Dios. Y ama al prjimo con ardor, porque a Dios lo am primero. Un buen ejemplo de esto es que las leyes litrgicas y la doctrina no se tiran por la borda cuando me siento muy bien con Jess, que es re copado..pattico realmente. Y para la otra rama, quienes la rigurosidad de la doctrina, el cumplimiento estricto de las leyes eclesisticas y las formas de la Iglesia perenne ocupan mayormente sus asuntos, digmoslo sin trapujos, aquellos catlicos mas formados y activos, vale siempre el correctivo: una gota de miel atrae mas que un tarro de hiel. El catlico santo y justo, nunca contrapuso la libertad a la esclavitud por Dios, la caridad extrema con la extrema rectitud en la fe, el buen trato, la tan aclamada misericordia, con la estricta justicia.La tarea no es fcil, y el objetivo no es acabar con las discusiones y peleas, necesarias dira, sino suavizarlas. Hasta los oasis mas ricos alguna vez se secan.

Doctrina sin amor

Prdida del sentido de lo..sagrado? qu es eso?La presencia de Dios en el mundo invadido por el pecado, es casi una contradiccin, pero es verdadera, vivid en el mundo, pero sabiendo que no pertenecis al mundo. El cristiano se mezcla, sabiendo que es luz, que es sal, que es distinto y algo separado del resto, algo elevado por el mismo bautismo a la semejanza con Dios, y que con mas razn debe guardarse de toda mancha y pecado ante tan inmensa condicin. A su vez, Dios ha auxiliado a los pobres hombres, con signos visibles, como incansables recordatorios de un padre que sabe que sus hijos pueden olvidarse de l, Santa Misericordia!, que contempla la fragilidad de sus nios predilectos, y con milagros, apariciones, santos suscitados por su gracia, les recuerda su constante Providencia y cuidado paternal.Pero sobre todo, Dios mismo, la segunda persona de la Trinidad Santa, ha querido quedarse con nosotros hasta el fin del mundo, es ese pequeo pan, que sin ser tal, que adoramos da y noche en varias capillas de nuestra ciudad. Es esa apariencia de pan que recibimos de rodillas y con piedad en cada comunin, a Dios gracias porque en muchas de nuestras iglesias los comulgatorios se han vuelto a usar, como antao. Es al Dios invisible en la sagrada hostia a quien adoramos, recibimos para santificacin nuestra y a quien debemos el mayor de los respetos, aquel que puede ser tocado slo por las manos del sacerdote, consagradas a l.Cuando no se sabe qu es sagrado.

A pesar de las bondades que nuestra ciudad alberga, no faltan las irregularidades y sacudidas de vez en cuando. El hecho es local, ocurrido en la parroquia San Antonio de Padua, de nuestro San Rafael, donde, como muchos saben, la nueva pareja de esposos distribuy la comunin a los fieles. Se divulg la noticia rpidamente por Facebook, y luego algunas pginas la compartieron, a su vez, se encendi un acalorado debate, entre quienes ven algo as como una falta de respeto y claro oportunismo de la Comunin; y quienes ven un acto de amor y fraternidad, como si fuera la forma natural con la que cualquier catlico debe tratar la santa Eucarista.La nota mas relevante, es la desacralizacin, que consiste en no dar debida reverencia a lo que est dedicado a Dios, a mezclar mbitos que no se corresponden entre s, tomar lugares que no corresponden con los ministros sagrados, utilizar un sacramento para abusar de otro. El breve relato de los hechos sera as: una joven pareja se casa en la parroquia, invitando de Mendoza al p. Valenzuela; en el momento dado de la misa, los jvenes esposos se encargan de distribuir la comunin; se sucede el escndalo al aparecer una foto de la boda; distintas personas se quejan ante el prroco Gutierrez, que asegur no saber nada, ya que el casamiento se realiz fuera del horario de misas normales, y ante el obispo, que asegur haber tomado cartas en el asunto.Reflexiones: El prroco se encarga de todo lo que sucede en su parroquia, y en los tiempos que corren, donde la heterodoxia y mala doctrina corren como ros desbordados, consideramos una falta de previsin no estar preparado para lo que podra haber pasado. No es la primera vez que desde la parroquia llegan noticias acerca de abusos o irregularidades a la hora de celebrar la misa, adoracin o encuentros; desde la baja calidad en materia de msica religiosa-no-litrgica, pasando por la comunin en la mano, la hora de adoracin con msica ambiental, hasta ruidosas exclamaciones dentro de la iglesia acompaadas de aplausos, todo ello por parte de fieles instruidos y seguidores del espritu franciscano. Da para desconfiar si alguien de Mendoza viene a celebrar algo. Hubo un antecedente, que no trascendi tanto, con otro sacerdote venido de Mendoza tambin a celebrar un casamiento, donde, con la debida denuncia al obispo, se sancion al susodicho (obviamente, de palabra, no consta ningn documento, al menos pblico sobre eso). Cobra, como dijimos, gran importancia el tema del escndalo, que amplo a continuacin.Si el hecho result difundido y escandaloso, nos preguntamos por que no se ha dicho nada al respecto a tenor de la situacin a nivel diocesano, siquiera con un documento escrito. No queremos saber la condena al sacerdote, al menos saber que de hecho algo se hizo, y que se advierta a los fieles sobre cuestiones bsicas a la hora de administrar y recibir la comunin. Pero, en cambio, todo de palabra. Incluso el dato llega de conversaciones y preguntas privadas, lo cual, repetimos no est a la altura de la circunstancia. Creemos que tanto el prroco como el obispo deben dar cuenta a sus fieles de lo ocurrido, al menos recordando con nfasis lo que la Iglesia ensea sobre lo ocurrido.Finalmente, para compensar el silencio de nuestros pastores, traemos el documento Redemptoris Sacramentum:http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccdds/documents/rc_con_ccdds_doc_20040423_redemptionis-sacramentum_sp.htmlAlgunos extractos que hablan por s solos:[38.] As pues, la doctrina constante de la Iglesia sobre la naturaleza de la Eucarista, no slo convival sino tambin, y sobre todo, como sacrificio, debe ser rectamente considerada como una de las claves principales para la plena participacin de todos los fieles en tan gran Sacramento.[97] Privado de su valor sacrificial, se vive como si no tuviera otro significado y valor que el de un encuentro convival fraterno.[98]Tambin se debe recordar que la fuerza de la accin litrgica no est en el cambio frecuente de los ritos, sino, verdaderamente, en profundizar en la palabra de Dios y en el misterio que se celebra.[100][45.] Se debe evitar el peligro de oscurecer la complementariedad entre la accin de los clrigos y los laicos, para que las tareas de los laicos no sufran una especie de clericalizacin, como se dice, mientras los ministros sagrados asumen indebidamente lo que es propio de la vida y de las acciones de los fieles laicos.[116] (Veo la foto y no puedo sacarme estas palabras de la cabeza)Corresponde al sacerdote celebrante distribuir la Comunin, si es el caso, ayudado por otros sacerdotes o diconos; y este no debe proseguir la Misa hasta que haya terminado la Comunin de los fieles. Slo donde la necesidad lo requiera, los ministros extraordinarios pueden ayudar al sacerdote celebrante, segn las normas del derecho.[173][92.] Aunque todo fiel tiene siempre derecho a elegir si desea recibir la sagrada Comunin en la boca,[178] si el que va a comulgar quiere recibir en la mano el Sacramento, en los lugares donde la Conferencia de Obispos lo haya permitido, con la confirmacin de la Sede Apostlica, se le debe administrar la sagrada hostia. Sin embargo, pngase especial cuidado en que el comulgante consuma inmediatamente la hostia, delante del ministro, y ninguno se aleje teniendo en la mano las especies eucarsticas. Si existe peligro de profanacin, no se distribuya a los fieles la Comunin en la mano.[179] (Sobre este prrafo hay que aclarar: el permiso debe ser expreso, de parte de la CE y dado por la Santa Sede. La prctica es absolutamente moderna e introducida desde ambientes de poca devocin, admitida por la Santa Sede a tenor de no aumentar las divisiones. Durante la historia de la Iglesia, siempre se consider indigno que el laico tomara por s mismo la hostia consagrada. Numerosos obispos y cardenales hoy en da sostienen, basados en el magisterio perenne, que la comunin en la boca es un retroceso en la vida espiritual por defecto al considerar el misterio de Dios).[93.] La bandeja para la Comunin de los fieles se debe mantener, para evitar el peligro de que caiga la hostia sagrada o algn fragmento.[180] (No la veo en la foto.)[94.] No est permitido que los fieles tomen la hostia consagrada ni el cliz sagrado por s mismos, ni mucho menos que se lo pasen entre s de mano en mano.[181] En esta materia, adems, debe suprimirse el abuso de que los esposos, en la Misa nupcial, se administren de modo recproco la sagrada Comunin. (Agreguemos: de modo recproco y a los fieles)Sobre los ministros extraordinarios:[154.] Como ya se ha recordado, slo el sacerdote vlidamente ordenado es ministro capaz de confeccionar el sacramento de la Eucarista, actuando in persona Christi.[254] De donde el nombre de ministro de la Eucarista slo se refiere, propiamente, al sacerdote. Tambin, en razn de la sagrada Ordenacin, los ministros ordinarios de la sagrada Comunin son el Obispo, el presbtero y el dicono,[255] a los que corresponde, por lo tanto, administrar la sagrada Comunin a los fieles laicos, en la celebracin de la santa Misa. De esta forma se manifiesta adecuada y plenamente su tarea ministerial en la Iglesia, y se realiza el signo del sacramento.Todava, si lo aconsejan razones de verdadera necesidad, conforme a las normas del derecho,[256] el Obispo diocesano puede delegar tambin otro fiel laico como ministro extraordinario, ya sea para ese momento, ya sea para un tiempo determinado, recibida en la manera debida la bendicin.[157.] Si habitualmente hay nmero suficiente de ministros sagrados, tambin para la distribucin de la sagrada Comunin, no se pueden designar ministros extraordinarios de la sagrada Comunin. En tales circunstancias, los que han sido designados para este ministerio, no lo ejerzan. Reprubese la costumbre de aquellos sacerdotes que, a pesar de estar presentes en la celebracin, se abstienen de distribuir la comunin, encomendando esta tarea a laicos.[258]Mas palabras, sobran.In Christo fortitudo nostra.