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LA DIMENSIÓN GENERACIONAL DEL 15M
Joaquín Galindo Ramírez, [email protected]
Universidad Complutense de Madrid (UCM), España
Mario C García Chicano, [email protected]
Universidad Complutense de Madrid (UCM), España
Arturo Rodríguez Sáez, [email protected]
Universidad Complutense de Madrid (UCM), España
RESUMEN
La situación social y política a partir de la crisis financiera, iniciada en 2008, y la
posterior agudización de sus efectos debido a factores endógenos en España, generó un
escenario social y político donde emergerá un ciclo de protesta en el que la juventud
tendrá un peso significativo. La hipótesis central que manejamos en este trabajo es que
la juventud, entendida como variable generacional, ha desempeñado un rol de liderazgo
activo en el proceso de cambio social y político.
Para comprender cuáles han podido ser las aportaciones y las características propias de
esta generación en torno al 15M, nos servimos de la idea de generación desarrollada por
K. Mannheim. De esta forma, interpretamos la idea de generación en un sentido
“vivencial”, de experiencias grupales compartidas y de forja de elementos comunes que
cohesionan al grupo. Desde estos fundamentos buscamos explicar el factor generacional
como dimensión clave para comprender el fenómeno del 15m.
Con este objetivo de investigación presentaremos tres aproximaciones que nos permitan
discernir los elementos generacionales de mayor relieve dentro del movimiento 15M.
En primer lugar, llevaremos a cabo un análisis de la composición social que nos permita
fundamentar con datos nuestra hipótesis de partida. En segundo lugar, analizaremos el
uso de las nuevas tecnologías de la comunicación como uno de los atributos
diferenciadores que señalan a la juventud al frente de la protesta. Y, en último lugar,
interpretaremos el discurso y las ideas propuestas por el 15M en clave generacional.
Queremos, por tanto, avanzar la hipótesis de que el 15M fue un escenario que
probablemente anuncia el inicio de un relevo generacional en la dirección política de
España.
PALABRAS CLAVE: Juventud, 15M, generación, rebeldía, discursos
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1. Introducción: contexto general de protesta previo al movimiento 15M.
La situación política de España en los años previos a 2011 está atravesada en lo
inmediato por la crisis económica que sufre el país desde el final de 2007 y a partir de
2008. Los problemas económicos generalizados acentúan muchos de los rasgos que
estaban ya en gestación en los años precedentes a la crisis económica (deslegitimación
de una parte de la clase política, desempeño del bipartidismo, corrupción, etc.) y
disparan otros que permanecían en latencia y aparecían de forma cíclica según la
coyuntura económica (desempleo, precariedad, frustración, etc.), dando paso en 2011 a
un sentimiento mayoritario de indignación social y política, y muy particularmente entre
la juventud y los jóvenes integrantes y seguidores del 15M.
El movimiento logró que la población se identificara con muchas de sus demandas,
dando lugar a un apoyo social que se extendió a la mayoría de las capas y estratos
sociales del país, como seña del éxito moral del 15M, lo cual atestigua por ejemplo el
estudio de Ipsos Public Affairs1 según el cual unos 30 millones de españoles conocían el
Movimiento 15M, un 78% de la población, de la cual un 76% apoyaba sus
reivindicaciones. Datos similares aporta el barómetro 2905 del CIS de junio de 20112 o
el estudio para la Fundación Alternativas de Calvo, Gómez Pastrana y Mena de 2011
-focalizado en el 15M de Salamanca- que refiere un 80% de conocimiento.
El acontecimiento masivo que supuso el 15M en términos de cuestionamiento de la
política nacional en el conjunto de la población, tiene algunas manifestaciones propias
en el caso de los jóvenes, que según sea el caso, incrementan el hecho social apreciable
en otras edades e incluso aportan nuevas posibilidades de análisis y nuevos elementos
generacionales. Podría decirse que entre la juventud indignada el sentimiento de
desilusión de los mayores se transforma en frustración y desorientación entre los
jóvenes, cuyo futuro alberga malas expectativas, ‘lo tienen negro, negro (...)’ (CIS
2921: 3).
1 Noticia consultable en: http://rtve.es/n/452598 (acceso 25 abril 2016)
2 Disponible en http://www.cis.es/cis/opencm/ES/1_encuestas/estudios/ver.jsp?estudio=11424 (acceso 19 abril
2016)
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La impugnación discursiva del sistema político en el 15M es muy visible en tres
cuestiones generales: el bipartidismo y turnismo de los dos grandes partidos, la ley
electoral y la corrupción (Razquin 2015: 7). Problemas que en el 15M tuvieron una
importancia considerable respecto de su posición política hacia el sistema. Los jóvenes
son un grupo social que no se identifica en términos históricos con la etapa de la
transición iniciada tras el franquismo. No la vivieron y les es ajena. No tienen los lazos
vivenciales ni sentimentales con esos años y experiencias y su conocimiento de la
misma es indirecto. La facilidad para deshacerse de los vínculos que genera un proceso
de aceleración política que no se ha vivido, mientras se está viviendo otro proceso
distinto pero intenso también y con sus propias sensaciones, emociones y vinculaciones
es alta.
El carácter generalista o formal (Calvo et al. 2011: 14) de las propuestas del 15M y su
transversalidad facilitaron el apoyo masivo. Sin embargo, algunas variables algo más
específicas de la juventud en tanto que parte esencial del propio movimiento indignado
no están tan presentes en la memoria colectiva que ha dejado el 15M en España. Son
aspectos concretos relativos al activismo juvenil y a sus formas propias de actuación,
que desembocaron en el 15M pero que venían ya de atrás, con las masivas
manifestaciones muy ligadas a valores tradicionales de la izquierda (No a la Guerra,
Bolonia, Foros Sociales) o a valores postmaterialistas menos tradicionales (Nunca Máis,
contra el Canon Digital o la Ley Sinde).
Este clima social de protesta general, de impugnación del statu quo y de queja que
explosiona en el 15M tenía fundamentalmente dos posturas según se vio al calor de las
movilizaciones: por un lado, un 62% veían en el movimiento una evolución del sistema
(Calvo et al. 2011: 14), mientras que un 38% lo consideraban un movimiento de
ruptura. La agitación en la calle aumentó considerablemente según los propios datos del
Ministerio del Interior, pasando en 2011 de unas 21000 manifestaciones a más de
44000 en 2012, siendo muchas de ellas achacables al ciclo de protesta indignado
(Gutiérrez Marín et al. 2015: 8).
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2. El concepto de generación
Todo proceso de cambio social y político está condicionado tanto por el entramado de
estructuras e intereses, como por el orden simbólico existente en un momento histórico
determinado. Bajo estos condicionamientos operan los actores sociales en su más
amplia diversidad: clases sociales, grupos de interés, colectivos singulares, fracciones
sociales significativas, entre otras modalidades de actores. Una de estas modalidades,
con cierta raigambre en la sociología, es la de generación, del que haremos uso para
explicar algunas de las dimensiones del fenómeno del 15-M.
A modo de definición previa diremos que una generación se refiere al grupo o colectivo
de personas que coinciden en un lugar (contexto), tiempo (historia) y, relativamente, en
edad (natalidad), y que se reconocen como grupo de referencia. Añadimos que
comparten un haz genérico de pasiones e intereses y que en un momento histórico
extraordinario juega un papel de cambio de alto valor simbólico y de cierta eficacia
ideológica e institucional3.
El movimiento 15-M, que en el siguiente epígrafe analizamos, ha sido liderado, al
menos parcialmente, por una generación que comparte no solo el lugar y la edad, sino el
hecho de ser en su mayoría hijos de las clases medias que ven frustradas sus
expectativas vitales y profesionales de futuro (biografías individuales dentro de un
marco histórico compartido) y que, en conjunto, apuestan por una mayor
democratización, regeneración, y modernización del sistema político y económico.
Pero, ¿qué es una generación?, ¿es un grupo de referencia, es una clase social, es una
convención para denominar la coincidencia en el tiempo de un colectivo?
Suelen diferenciarse en España generaciones como las de 1914, 1927, la de la Guerra
Civil, la de 1956, la de 1968 o la generación de los 80. La idea de generación cuenta con
un amplio análisis y reconocimiento en el pensamiento social. Así, para Mannheim, una
generación es un colectivo que comparte un tiempo y espacio comunes que predisponen
a sus miembros hacia un tipo de pensamiento y acción en los procesos históricos
relevantes. Frente a la concepción positivista o “biologicista”, de tradición francesa
3 En expresión de Hirschman, A. (1978): Las pasiones y los intereses. Buenos Aires: Fondo de Cultura
Económica.
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(Comte) –centrada en la idea de la sucesión lineal de grupos humanos basada en la
edad– y la tradición romántica alemana– la vivencia del cambio como experiencia
dependiente del pasado histórico-, tenemos el enfoque planteado por Mannhein, al que,
no obstante, podemos seguir vinculando parcialmente a la aproximación historicista
alemana.
Este pensador adopta críticamente la idea de generación o “unidad de generación”
mediante la noción de “lugar de la generación”, no como lugar de clase (condiciones
económicas y sociales compartidas), sino como de “vivencia” de los mismos
acontecimientos y experiencias que inciden en la toma de una conciencia colectiva
común. Una vivencia que constituye, en realidad, el hecho de que un grupo de edad
comparta una “conciencia” similar que les lleva a formar parte de un grupo de
referencia con una identidad común: participar en un destino común y en las ideas en
que este se despliega. Pero, ¿cómo llegan a formase esos vínculos generacionales?
Siguiendo a Mannheim, son los grandes acontecimientos que irrumpen en la vida social,
y que señalan una discontinuidad de tipo social o institucional, los que sirven para que
un colectivo tome conciencia de su destino histórico y tarea como generación.
En realidad, según Mannheim, una “unidad generacional”, en el sentido de energeia
aristotélico, es una potencialidad en búsqueda de realización, no a través del espíritu de
su tiempo (Zeitgeist) o tradición vigente (Gadamer), sino a través de una de las nuevas
tendencias dominantes de su tiempo. En circunstancias problemáticas (crisis política y
económica), puede adquirir la forma de un paradigma generacional o giro histórico en el
proceso de cambio social.
La generación implica, según Mannheim, no sólo un vínculo de “contemporaneidad”
temporal sino sobre todo de “coetaneidad” vivencial mediante el que se forja un cierto
destino colectivo que “envuelve” el destino individual (en expresión de Heidegger). En
la terminología del sociólogo húngaro, la generación constituye una cierta unidad de
destino en un momento de giro o viraje histórico de una nación, dependiente del
acontecer social y de las fuerzas socializadoras realmente existentes en un momento
determinado. En nuestro caso, el contexto de agotamiento histórico del modelo de
organización política surgido de la transición de 1978 (crisis territorial y de
representación), y la profundización de un modelo de crecimiento económico de base
especulativa que precipita la crisis de la agencia política y la devaluación del trabajo
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asalariado fordista y de los derechos sociales, son los fundamentos estructurales de
fondo que indican un final de ciclo histórico o era, en el que una generación trata de
iniciar un nuevo proyecto histórico dentro de las posibilidades que brinda la coyuntura.
En este sentido, el concepto sociológico de generación de Mannheim está lejos del
concepto elitista de Ortega –dicha concepción lleva a interpretar los sucesos como una
contestación organizada por una minoría selecta o consciente– y estaría más cerca de la
idea de movimiento social. De suerte que el 15-M habría sido un movimiento social, no
necesariamente elitista, aunque liderado por un grupo altamente organizado, que
conecta con una transformación en curso de los fenómenos del presente o “momento
estructural” (Manhheim) (crisis económica y política) que conduce a una generación, a
su parte más consciente, a encajarse de manera activa y conflictiva en un proceso de
mutación histórica.
Obviamente, el concepto de generación tiende, en su simple visión biológica o
positivista, a borrar el concepto de clase social o de posición social, y lo que supone en
términos de intereses y conflictos de clase. Pero si el concepto de generación lo
fundamos en la atinada reflexión de Mannheim, es decir, en la idea de generación como
vivencia colectiva de cambio en momentos de viraje histórico expresada por actores
sociales bajo la forma de movimiento social reflexivo, entonces la generación se
convierte en herramienta de análisis social con capacidad para explicar la
transformación acelerada de los fenómenos sociales o del cambio social.
Esto supone que toda unidad generacional implica una triple comunidad: de fecha o
edad aproximada de una cohorte, de espacio o contacto vital y, sobre todo, esencial, de
unidad y conciencia colectiva “contra” el tiempo presente y de proyección en “favor” de
un tiempo futuro superador de un presente que se percibe como alienante. No obstante,
es imposible pensar la generación desanclada del pasado y la tradición compartida, de la
palabra y el sentido que les une, y desde la que parten hacia el momento de ruptura. Por
ello, las ideas que mueven el presente hacia una nueva dirección nunca rompen del todo
con “el surco trazado por el tiempo” pasado, por la memoria colectiva (Lledó).
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3. Caracterización generacional del Movimiento 15M
Siguiendo con la cuestión generacional, antes planteada, analizamos a continuación la
composición social del movimiento 15M, no sólo su núcleo duro, sino su naturaleza o
dimensión generacional.
No es una novedad afirmar que el 15M tuvo un marcado carácter juvenil, como lo
atestiguan los diversos trabajos sociológicos realizados hasta la fecha, por ejemplo el
estudio del CIS 2921 de 2011 anteriormente citado, estudios de los que podemos
incluso acotar cohortes representativas como la horquilla que va de los 19 a los 30 años
(Fernández Steinko 2011, Calvo 2011) como parte fundamental del movimiento, lo cual
recuerda que la dimensión etaria es una componente más de las distintas variables en las
que operacionalizar el concepto de generación. Sin embargo, hemos aludido
previamente y le hemos conferido una especial significación a la idea de generación
como voluntad de mundo (Mannheim). Una auténtica Weltanschauung que como recoge
ya la producción sociológica en torno al 15M se concreta en su particular función como
movimiento ‘despertador/activador de conciencias’ (CIS 2921: 14, 20).
Dado que queremos destacar la importancia del elemento generacional relacionándolo
con esa idea de época, a la hora de caracterizar el movimiento 15M damos importancia
a los elementos que ya han sido señalados. En nuestro caso, son definitorios y
proporcionan pistas que apuntan en la dirección de un nuevo orden simbólico producto
de un determinado momento histórico. Además, tanto en su práctica activista como en
su contexto sociopolítico, anuncian y modulan la praxis juvenil del reciente período de
cambio social.
De entre esos elementos destacaremos dos: por un lado, el uso de las nuevas tecnologías
de la información y la comunicación como expresión de las nuevas formas de acción
colectiva que lleva a cabo la juventud y (2), por otro, trazar un retrato de la composición
social del 15M que fundamente empíricamente nuestra tesis de partida: el 15M como
movimiento generacional.
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3.1. Prácticas activistas en el 15M: los jóvenes toman la red
No cabe duda de que el capital militante del núcleo duro del 15M se desarrolló en un
clima de nuevas prácticas políticas muy ligadas a los movimientos sociales y a los
nuevos movimientos sociales. Ciertamente es posible ligar la experiencia 15M a otras
experiencias previas y posteriores en el tiempo en una suerte de transnacionalización de
la protesta. En gran medida por el uso de las nuevas tecnologías de la información -TIC-
en los distintos movimientos de protesta, desde los levantamientos árabes hasta Occupy
o el Umbrella Movement de Hong Kong (Fernández-Planells 2015). Asimismo, hubo
una relación sustantiva entre activistas del 15M y de Tahrir o de Occupy Wall Street.
Por ejemplo, intercambio de tuits o de documentación y noticias o apoyos en la difusión
de eventos en Facebook y llamamientos en la red (Peña López et al. 2014, Romanos
2016). En definitiva, el campo político queda marcado por la conectividad que genera
el campo tecnopolítico que propician las tecnologías de la información y la
generalización de su utilización, al estilo de lo que Castells definiera como la
autocomunicación de masas (Castells, 2009) y que sin ser exclusiva de la juventud,
tiene a los más jóvenes como principales usuarios tanto en el 15M como en las últimas
protestas globales. Internet ciertamente ha alterado las instancias de mediación
asentadas en la práctica política, se da un verdadero ataque a las intermediaciones, que
pueden ser cortocircuitadas propiciando nuevos espacios de actividad para aquellos que
sepan utilizar la tecnología (Subirats, 2015: 125).
En el caso del 15M, el 96% de sus participantes declaraban utilizar Facebook, en el caso
de Twitter un 46% o el correo electrónico un 43% (Toret et al. 2013, diapositiva 33).
Del mismo modo, los más jóvenes para informarse particularmente de cuestiones
políticas prefieren las redes sociales. Aunque destaca que sobre el 15M un 86% declaró
haberse informado por la televisión y un 33% a través de Internet (INJUVE 2011).
Esta especificidad que otorgan las TIC como herramientas al servicio de la protesta
política y del activismo militante, es un elemento de fuerte impronta generacional, que
desterritorializa la protesta, desmaterializa los espacios y aporta práctica tecnopolítica
de ciberprotesta. Dotándose por tanto de un uso táctico y estratégico de las tecnologías
de la comunicación (Subirats, 2015: 129).
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La movilización de recursos que se da en los días y meses previos al 15 de mayo, está
en relación con la gran capacidad de disposiciones que incorporan los activistas
precursores o madrugadores (Tarrow, 1990) que convocan la manifestación y posterior
acampada en Sol. Esta es otra característica del movimiento indignado: poseen una
‘masa ingente de cualificaciones (...) puestas al servicio del movimiento social’
(Fernández Steinko, 2011). Ante la posibilidad de oportunidad política junto con la
situación incremental de recursos movilizadores de los días de protesta, ya el mismo 15
de mayo se decide mantener la acampada como modo de perpetuación de la protesta
(Della Porta y Diani, 2011), de visibilización y de agregación de participantes.
Esa amplitud comunicativa en el 15M estuvo acompañada de una organización
descentralizada, con carácter asambleario como expresión de una necesidad deliberativa
que se genera en los momentos de fuerte construcción identitaria. Cuestión claramente
perceptible en el propio desarrollo del 15M y sus posteriores derivas y evoluciones
organizativas. Lo cual también arroja luz sobre otro de los comportamientos
tradicionalmente asignados a la juventud y a la condición juvenil, el carácter espontáneo
e impulsivo de sus actuaciones. En el 15M, como veremos a continuación, hubo
organizaciones que estuvieron presentes en todo momento antes, durante y después; lo
que no excluye efectivamente que el movimiento se sirviera de elementos espontáneos,
pero desmiente que fueran unos sucesos no pensados ni que no fueran expresión de
unos deseos concretos.
3.2.Composición y origen generacional del 15M.
Hemos visto hasta ahora cuál era a grandes rasgos el contexto social y político de
emergencia del 15M. También hemos esbozado algunas de las prácticas desarrolladas
por sus miembros, pero ¿quiénes eran y de dónde provenían?
La confluencia que se da en el mundo de la protesta en los primeros años de la crisis
económica había ido tomando fondo y forma a lo largo del segundo gobierno de Aznar.
La lenta maduración de los movimientos de protesta y el catalizador que supone la crisis
financiera de 2007 y 2008 eran signos evidentes de otro elemento o idea fuerza que
galvaniza el estallido 15M: el sistema político daba señales de agotamiento. La política
y la idea-país surgida de la transición a la democracia de finales de los años setenta
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requería de una actualización. Uno de los antecedentes inmediatos del movimiento 15M
fue la toma de conciencia colectiva frente a ese cerramiento institucional que entre otros
ejemplos, se manifestaba en un consenso estilo “Groβe Koalition” (“gran coalición”) en
distintos asuntos en los que tanto PP como PSOE se alineaban en el voto. El apoyo de
ambos partidos a las leyes de control de Internet, de pago por los contenidos digitales o
la Ley Sinde (en referencia al apellido de la Ministra de Cultura), propició la unión de
muchos internautas que pasaron de ser usuarios de la red a agentes activos de protesta.
La etiqueta #NoLesVotes comienza a aglutinar a asociaciones contra esas proposiciones
de ley y proyectos gubernamentales. Es el momento en el que surge el movimiento
Anonymous impulsado por las revelaciones de WikiLeaks y confluyen con las
asociaciones de internautas y contra la SGAE (Sociedad General de Autores y Editores),
agencia centralizadora de los cobros por derechos de autor. Es en estos momentos
cuando se articula la ciberprotesta (Razquin 2015: 4-5). Muchos de ellos proceden del
mundo de la informática y tienen profesiones liberales, en muchos casos con empleos
precarios, otros en cambio son estudiantes o desempleados.
La crisis económica reactiva las protestas, las cuales traían un rico aprendizaje del
pasado, de experiencias anteriores y de momentos históricos protagonizados por otras
generaciones precedentes.
En torno a los problemas más acuciantes como el de la vivienda surgen colectivos de
protesta como ‘V de Vivienda’ (2009), que entre otras acciones organizaba sentadas en
la Puerta del Sol. En torno a la situación social y del sector público aparece a partir de
un grupo de Facebook el movimiento ‘Estado del Malestar’.
Después de diversos actos públicos y asociativos, nace la Asamblea de Coordinación
Ciudadana (Razquin 2015: 9-12) que daría lugar después a la Plataforma de
Coordinación de grupos pro-Movilización Ciudadana, en torno a la cual se configura el
colectivo Democracia Real Ya -DRY- como escisión de la Asamblea de Coordinación
Ciudadana.
La importancia de las prácticas tecnopolíticas se explica en gran parte por la presencia
de esta nueva geNERDación global compuesta por los nativos digitales, jóvenes para
quienes Internet es un medio habitual. Incluso, muchos proceden de la informática como
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área profesional. En estos momentos previos, se empiezan a ver jóvenes procedentes de
la Universidad, del movimiento estudiantil y de las luchas anti Bolonia. De ahí se pasa a
la posterior irrupción en torno a Estado del Malestar y #NoLesVotes del grupo Juventud
Sin Futuro -JSF- y la asociación estudiantil Contrapoder. El lanzamiento del manifiesto
de JSF en abril de 2011 fue secundado por el mundo universitario, el mundo intelectual
y por los estudiantes organizados. Se produce un trasvase de activistas entre JSF y
DRY: es la izquierdización del movimiento indignado y su juvenización, como se
aprecia en el gráfico siguiente:
Gráfico 1.Fuente: Gather Estudios, 2011.
El manifiesto de JSF recoge en gran medida lo que son las demandas y las quejas del
movimiento 15M, es muy generalista (trasciende el ámbito universitario) y muy
generacional: destaca expresamente la defensa de la juventud como futuro del país
(Razquin 2015: 15). También es apreciable el sesgo generacional en algunas propuestas
más sectoriales como la defensa de la educación pública o las oportunidades de empleo.
La importancia de la juventud en el 15M trasciende el mero dato de edad. Podemos
identificar algunas variables más específicas de la generación más joven. Factores que
se dan especialmente en esa franja que va desde el final de la adolescencia hasta la
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entrada en la madurez. Son unos jóvenes en general hijos de profesionales urbanos y
periurbanos, a los que se suman los hijos de las clases populares beneficiados por el
ascensor social que otorga la formación, la educación y el sistema meritocrático
(Fernández Steinko 2011: 4) hasta entonces vigente.
En el siguiente cuadro (gráfico 2) puede observarse la extracción social de la mayoría
de los participantes en el 15M en sus momentos de gestación y explosión (Blanco
2011):
Gráfico 2. Fuente: J.L. Blanco, 2011.
Como puede observarse, es de entre las clases altas, las nuevas clases medias y los
obreros cualificados de donde proceden mayoritariamente los integrantes del
movimiento, a los cuales esas variables o factores propios les marcan
significativamente: desempleo masivo (tasas de más del 50%), precariedad laboral,
sesgo ideológico hacia la izquierda (INJUVE 2011: 10-16, Calvo 2011:8), formación
elevada o universitaria (70%) (Calvo 2011: 7).
Son variables sociales que imponen una determinada concepción de la protesta y que la
matizan. Hubo una visible paridad de género (Fernández Steinko 2011: 4) y
transversalidad en las propuestas, que hizo que los apoyos fueran masivos y que se
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implicasen otras generaciones encuadradas en la función de observador (CIS 2921: 17).
Implicación necesaria y reclamada por los indignados hacia el resto de cohortes y
generaciones, de forma que trascendieran ese estatus observador a favor de una práctica
para la acción. Que implementasen una agencia generacional -y generativa-, que les
incluyera en ese millón y medio de personas que fueron participantes muy activos del
15M o de esos 8,5 millones que participaron de una forma u otra, reconfigurando así esa
cifra de hasta 34 millones que apoyaron o simpatizaron con el movimiento 15M a nivel
estatal (Toret, 2013: diapositiva 133).
4. El discurso del 15M: generación y cambio
Tras haber visto el concepto de generación y los diferentes colectivos participantes en
que la juventud4 se alza como generación predominante, es turno para repasar el marco
de significado5 que elaboró el 15M como movimiento social; todo ello de modo que
podamos conjugar algunos rasgos señalados previamente con las demandas realizadas.
En primer lugar, más allá del diagnóstico establecido por el movimiento, es reseñable
un aspecto que recala sobre la identidad, y es el hecho de que una emoción como la
indignación, se haya convertido en un elemento transversal y vertebrador del colectivo
(Laraña y Díez, 2012). El denominado “movimiento de los indignados” alude, por un
lado, a un sentimiento común de indignación frente a una situación compartida que
considerada como injusta e intolerable, y frente a la cual se establece un diagnóstico que
conforma un marco de significado; pero por otro, a un rasgo propio de una generación
que no está dispuesta a tolerar lo intolerable: los indignados, ubicados en un lugar de
generación común, investidos por la coetaneidad ante una determinada vivencia, y en
4 Nos alejamos de una visión de la juventud ligada a la adolescencia. Son numerosos los estudios que
apuntan la dilatación de la franja generacional juvenil en los últimos años, ampliándose desde la
adolescencia hasta la emancipación del hogar, que variando en función de los casos, puede alcanzar los
últimos años de la treintena.
5 Emplearemos el concepto de “marcos de significado” a partir de la definición de Snow y Benford
(1992): “un marco de significado es un esquema interpretativo que simplifica y condensa el mundo
exterior al destacar y atribuir significado a los objetos, situaciones, acontecimientos, experiencias y
acciones que se han producido en el entorno presente o pasado de cada individuo”.
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un lugar –contexto- y tiempo –historia- determinados, se alzan como movimiento que
aspira el cambio.
Y desde este punto de vista, no debemos dejar de relacionar ambos aspectos: las
vivencias compartidas que atraviesan a una generación como motor de cambio, quedan
reflejadas e impregnan el diagnóstico, y por ende, el marco de significado de un
movimiento como el 15M. El de los indignados.
Repasando el marco de significado del 15M, podemos señalar don grandes ejes que se
interrelacionan entre sí y sobre los cuales se estructuran las principales demandas. Estos
son:
1) Regeneración de la clase política: es sin duda la exigencia central del marco
de significado del movimiento. Y de esta primera, se desprende un segundo
núcleo.
2) Democratización de la economía: en una línea similar a la regeneración
política, se exige una mayor representación social en las decisiones económicas.
4.1. Regeneración de la clase política
Posiblemente, el elemento más inspirador de la indignación del 15M, sea el
comportamiento de la clase política ante la crisis económica, que ha dejado patente la
ruptura con un gran sector de la sociedad. El distanciamiento entre sociedad y clase
política en los últimos años iba aumentando progresivamente, traduciéndose en el
descenso en la intención de voto; además, algunas decisiones tomadas a raíz de la crisis
intensificaron dicho distanciamiento, de ahí que la regeneración política y del sistema
democrático sea el bloque principal del diagnóstico 15M. Así lo atestigua el
seguramente más conocido de sus lemas y que además da nombre a su plataforma
‘DemocracriaRealYa’ (DRY). Dentro de este primer bloque, se distinguen varios
aspectos:
- Ruptura de la partitocracia: el cambio de legislaturas en los últimos años entre
PP y PSOE en el poder ejecutivo ha provocado una “alternancia sin alternativa”,
que ha desembocado en el bipartidismo. La ruptura de este bipartidismo, que no
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ofrece grandes diferencias entre conservadores y progresistas/socialdemócratas,
está vinculada con la siguiente de las exigencias.
- Cambio del sistema de representación Parlamentario: la crítica al actual
sistema de representación parlamentario proporcional al territorio es otro de los
puntos fuertes del diagnóstico. Con este sistema, parten con ventaja las fuerzas
más votadas –lo que facilita el bipartidismo- y también los partidos nacionalistas.
Este último aspecto es uno por los cuales se ha etiquetado al 15-M como una
movilización nacionalista española (Lamo de Espinosa, 2012); es significativo,
además, que algunos de los partidos políticos que han tenido menos simpatía al
movimiento han sido los de índole nacionalista como CIU o PNV, ya que saldrían
claramente damnificados en caso de que prosperara este cambio de sistema de
representación parlamentario. “Cambio electoral ya”.
- Ley de responsabilidad política: una de las cosas que más ha dolido en la
ciudadanía ha sido el alto nivel de corrupción que ha salpicado a un segmento de la
clase política durante un momento tan delicado como ha sido la crisis económica,
incluyendo a altos cargos. Por ello se pide la aprobación de una ley de
transparencia de cuentas en la que la actividad política sea más nítida y conlleve el
pago de las responsabilidades. “No hay pan para tanto chorizo”.
- Mayor vinculación entre política y ciudadanía: este distanciamiento entre
políticos y ciudadanos responde sobre todo a la falta de representación y
comprensión por parte de los primeros con el grueso de la sociedad, y así lo hace
saber el 15-M a través de la proposición de nuevas formas democráticas que
permitan una vinculación más estrecha y constante en las decisiones importantes
mediante las nuevas posibilidades que ofrecen las TICs. Se considera que con las
nuevas facilidades tecnológicas, es posible una relación mucho más estrecha entre
política y ciudadanía. “No nos representan”.
- Política que no sucumba a los intereses del mercado: de aquí se va a desprender
el segundo gran eje del marco de significado, y es que para el 15-M la política ha
actuado al servicio de los intereses económicos en un clima de connivencia. “No
somos mercancía en manos de políticos y banqueros”.
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Observando a grandes pinceladas esta primera parte del marco o diagnóstico, resulta
innegable la caracterización generacional de muchos de sus elementos. La idea de “re-
generación política” lo comprende en sí mismo. La democracia, ligada al modelo de
estado de bienestar, necesita nutrirse de nuevos parámetros que reconozcan los cambios
generacionales: lo que antes pudo valer, hoy no funciona. De ahí que se demande la
incorporación de elementos que caracterizan a una nueva generación, como pueden ser
el empleo de las TICs para acercar a una clase política que ha acusado su
distanciamiento con los ciudadanos, o la renovación de alternativas más allá del
espectro que tradicionalmente ha sido cubierto por PP y PSOE facilitado por una ley
electoral que se antoja no tan representativa para el nuevo tiempo histórico.
Pero esta impregnación generacional también se dejará ver en el segundo gran eje del
marco de significado, que relacionado con la regeneración democrática, busca una
nueva forma de hacer economía.
4.2. Democratización de la economía
Aquí residen las peticiones de naturaleza económica que, obviamente, se desgajan de la
crisis de credibilidad política y que se deben en gran medida a las decisiones tomadas a
raíz de la crisis económica. El rescate a los bancos y cajas de ahorro, a los que se acusa
de grandes culpables, fue la gota que colmó el vaso y que inserta en el diagnóstico del
15-M la necesidad de un mayor compromiso por parte del Estado en las medidas
económicas, que de una forma cada vez más gradual, parecen recaer sobre un sistema
global. No obstante, si bien es cierto que no se puede tildar al 15M como un
movimiento “antisistema”, sí se deja desprender un cierto espíritu contra el capitalismo
financiero: uno de sus lemas más repetidos -“El capitalismo no crea futuro… lo
devora”- así lo hace indicar.
Esto último no deja de estar relacionado con la connivencia entre políticos y miembros
del sistema económico, un hecho acicate de la indignación y que provoca la necesidad
de democratizar la economía de manera que las consecuencias sean asumidas entre
todos y no unos pocos. Se pueden distinguir tres grandes exigencias en materia
económica:
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- Exigencia de pago de la deuda a los bancos y cajas de ahorro: los bancos son
considerados como los grandes culpables de esta crisis económica, ayudados por la
permisividad de los políticos; no obstante, fueron rescatados por el gobierno, lo
cual ha supuesto un motivo más para la indignación. Se exige el pago de la deuda a
los bancos, en lugar del recrudecimiento de las condiciones de vida para las clases
más populares. “No es mi crisis es tu estafa”.
- Regulación del mercado laboral: una de las consecuencias sociales más
ostentosas de la crisis ha sido el aumento imparable de las tasas de paro. Además,
el número de jóvenes desocupados por la falta de trabajo es alarmante, lo cual
también se unió a la congelación de las pensiones en 2011. Se presenta como
imprescindible una regulación del mercado laboral que dé facilidades para su
reinserción en él de aquellos que han perdido sus trabajos durante la crisis, la
inclusión de generaciones más jóvenes que ven estancados sus futuros
profesionales, así como un salario mínimo digno. “El futuro de España emigra a
Alemania”.
- Dación en pago de la hipoteca: sin duda, uno de los aspectos más dramáticos de
esta crisis ha sido el del pago de la hipoteca, ya que muchas familias se han
quedado sin hogar por la imposibilidad de pagarla. Además, la dación en pago de
la casa no ha sido aceptada por los bancos, lo que se ha considerado excesivamente
cruel teniendo en cuenta el clima de recortes sociales. Esta dación en pago de la
vivienda es una de las exigencias primordiales en este marco de significado del 15-
M. “Estoy ¡¡¡indignad@!!! Por los desahucios que practican los bancos, contra
familias arrojadas a la miseria y el paro”.
Prescindir del rasgo generacional para entender la exigencia de plantear nuevas formas
de hacer economía o de regeneración política, supondría prescindir de aquellos
elementos que en un tiempo y espacio determinados se presentan como motor del
cambio en el seno de una sociedad. Contemplar el marco de significado de un
movimiento como el 15M, que se produce en un lugar generacional concreto–tanto del
tiempo como del espacio-, es también contemplar la conciencia que un grupo o
colectivo comparte ante la experiencia de una vivencia común: es la voz de una
generación que pretende incorporar a su mundo aquello que a sí misma atraviesa.
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En esta línea resulta imprescindible comprender que la juventud tiene un papel
predominante como motor generacional, pues aunque el 15M sea trazado como un
movimiento intergeneracional, la presencia mayoritariamente juvenil es innegable (de
clase media y media alta). Sin ir más lejos, Mayo del 68, que fue caracterizado como
preponderantemente juvenil, también contó con el apoyo de obreros o intelectuales que
se encontraban en una franja de edad mayor. En este sentido es crucial tener en cuenta
los diferentes niveles de implicación que se dan en un movimiento tan plural como el
15M. Así lo hace Antón (2012), que distingue entre:
1) Amplia ciudadanía indignada: comparten sentimiento de indignación y
participan de forma puntual para mostrar su indignación, pero igualmente
pueden votar a alguno de los partidos convencionales.
2) Ciudadanía activa: participan regularmente en las movilizaciones cuando se
producen llamamientos a la acción.
3) Activistas: en su mayoría jóvenes que fomentan la difusión del movimiento a
través de las redes sociales y que pretenden mantener viva la llama de este.
Aunque por supuesto la participación de personas de diferente edad es visible en las
grandes movilizaciones, el núcleo activista que llama a la movilización, que mantiene su
participación de forma más constante en el tiempo y que promueve la acción de forma
más insistente, es la juventud o cohorte que representa el “espíritu” de la nueva época.
Algo que, en definitiva, no debe suponer una sorpresa por el peso específico que
tradicionalmente ha jugado en los movimientos sociales; pero que además muestra su
importancia en el 15M a través de su marco de significado generacional, pues son
muchos los puntos en que se relacionan sus demandas con las necesidades y la
conciencia común que en un colectivo como la juventud, manifiestan. Ejemplo de ello
es la renovación de las formas de entender la relación entre políticos y ciudadanía, la
difusión de mensajes a través de TICs y redes sociales o el hostigamiento específico que
la juventud vive laboralmente como consecuencia de la crisis. El protagonismo
generacional es patente.
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5. Conclusiones: la generación en favor de un tiempo superador
Este trabajo analiza el movimiento 15M a la luz del hecho generacional. Aunque el 15M
es un objeto de análisis pluridimensional y poliédrico, presentado como un movimiento
intergeneracional y transversal, nosotros hemos sostenido en esta comunicación que la
juventud, como grupo de edad, ha desempeñado el papel principal de motor histórico
del cambio, constituyéndose como una de las variables cruciales de análisis para poder
interpretar el momento de viraje histórico, en contra del consenso acerca de su escaso
papel en la sociedad española (Benedicto y Morán, 2014).
Con este objetivo de investigación nos hemos apoyado en el concepto de generación
desarrollado por Mannheim como herramienta teórica y metodológica de análisis.
Según Mannheim lo que define a una generación son las “vivencias” y acontecimientos
históricos que comparten en un determinado lugar y tiempo un colectivo. Este “lugar de
generación” incide en la toma de conciencia común y predispone, pero no determina,
para compartir unas mismas ideas y modelos de acción en “un momento estructural”
que interrumpe el devenir y funcionamiento de una sociedad.
El caso del 15M puede ser observado e interpretado desde estas lentes conceptuales. Los
jóvenes que participaron activamente en el movimiento compartían no sólo edad
biológica, sino que esa “dimensión etaria” estaba atravesada por el conjunto de hechos
históricos vividos como drama personal y social, lo que les permitió identificarse como
grupo de referencia. El conjunto de factores históricos que anudan la idea de “momento
estructural” y que son la condición estructural de posibilidad para que la juventud tome
conciencia de su común drama y tarea como generación son, como hemos puesto de
relieve: 1) la crisis económica y financiera, y 2) la crisis política e institucional. Esta
doble crisis, si bien la política se precipita como consecuencia de la primera, elevó el
paro juvenil hasta máximos históricos, frustrando sus proyectos de vida. Ante estos
acontecimientos, el sentimiento moral de indignación se apoderó de buena parte de la
sociedad, entre ellos los jóvenes.
El análisis empírico realizado sobre la composición social del 15M y sus prácticas de
acción colectiva nos demuestra el carácter marcadamente generacional del movimiento.
La radiografía socio-demográfica muestra que la cohorte de edad más numerosa y
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representativa en el 15M son los jóvenes, principalmente la horquilla comprendida entre
los 25 y los 34 años, período que coincide generalmente con la finalización de estudios
y despegue de la carrera profesional. Además, los datos muestran que estos jóvenes
pertenecen de forma mayoritaria a las clases medias y medias altas y, en menor medida,
a las clases trabajadoras. Han sido los hijos de las clases medias, con recursos
económicos y cognitivos, los que han liderado el proceso de cambio social (Ortí, 2015).
También hemos analizado el marco general de significado o discurso del 15M. Los dos
principales ejes de este discurso han sido la voluntad de regeneración política e
institucional, y la necesidad de democratizar la economía. Este discurso
regeneracionista logró conectar con los intereses y demandas de amplias capas de la
población, disputando, quizá por primera vez en la democracia, la hegemonía cultural
de las elites políticas y económicas. El conocimiento y reconocimiento del 15M por
parte de la población fue, como hemos podido comprobar, muy numeroso. Esto indica
que las ideas y argumentos elaborados por el movimiento lograron resonar de manera
extensiva y efectiva en la sociedad. En buena medida esto fue posible gracias al uso de
las nuevas tecnologías de la comunicación, que brindaron la estructura técnica para
difundir su mensaje más allá de los medios de comunicación convencionales (Robles,
Díez, Castromil, Rodríguez, y Cruz, 2015). La utilización de las nuevas tecnologías,
como instrumento comunicativo y organizativo dentro del movimiento, muestra un
sesgo generacional que hace de estas herramientas una expresión de la acción colectiva
juvenil.
Por último, el discurso del 15M, pese a tener un carácter generalista e intergeneracional,
ha sido producido fundamentalmente por una generación, que situada de manera activa
en el proceso de giro histórico, se despliega contra la hegemonía ideológica (Gramsci) o
el espíritu de su tiempo (Zeitgeist) en favor de un tiempo superador. El discurso desvela
cómo los acontecimientos han sido orientados ideológicamente hacia el progreso y la
reforma política y social, ya que no tendría por qué haber sido de ese modo, pudiendo
haberse producido una reacción conservadora. La generación del cambio ha sido capaz
de leer los acontecimientos de su época y las fibras sociales necesarias para lograr el
apoyo y simpatía de la opinión pública.
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Sin embargo, el ciclo de cambio continúa ahora por derroteros institucionales y habrá
que ver qué dirección histórica toma realmente esta generación. Incorporamos en la
comunicación datos sobre el papel ideológico y político del movimiento, expresado en
la distinción reforma o ruptura, ahora toca ver si esta generación se inclina por una
ruptura, que hoy parece improbable, o una reforma social e histórica amplia.
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