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    Pascual Garca Alba Iduate*

    INTRODUCCIN

    La justificacin de la guerra en Irak fue la pretendida posesin, por esepas, de armas de destruccin masiva, que supuestamente constituan unaamenaza real y significativa para el mundo. Despus de la guerra, la

    discusin se centr en si realmente Irak posea armas de destruccin masiva.De esa forma, quienes justifican la guerra preventiva parecen haber ganadobuena parte del debate, gracias a la manipulacin de la informacin y de losmensajes en los medios de comunicacin, pues lograron desviar la discusinpblica al terreno particular que les conviene, evitando el anlisis desdeuna perspectiva ms general. Esa perspectiva debiera ir ms all del asuntoparticular de Irak, y enfocarse en la ausencia o no de justificacin de lasguerras preventivas, decididas unilateralmente por quienes detentan el pode-

    ro militar. En realidad y por el contrario de lo que ha sido resaltado antela opinin pblica, el punto principal del debate no debiera ser el de quesi Irak posea o no armas de destruccin masiva, sino el de las condicionesbajo las que se justifica ir a la guerra. Los llamados neo-cons, un grupode radicales de derecha que se encuentran entre los ms cercanos colabo-radores de George W. Bush, han avanzado una nueva doctrina queequivale, en los hechos, a que las guerras justas son las que emprendan losEUA. Pero vayamos por partes.

    LA DOCTRINA BUSH DEL ATAQUE

    PREVENTIVO

    *Profesor-Investigador del Departamento de Economa de la UAM-Azcapotzalco. Es tam-

    bin comisionado en la Comisin Federal de Competencia. Las opiniones aqu expresadas

    son responsabilidad nica del autor.

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    1. LA GUERRA JUSTA

    Tradicionalmente se ha considerado que las guerras justas son las quese pelean en defensa propia. Pero ahora los neo-cons de EstadosUnidos y sus simpatizantes en el resto del mundo, sostienen que talconcepto es demasiado restrictivo en un planeta en que, debido a loscambios tecnolgicos en los armamentos, diversos gobiernos irresponsa-bles y agresivos (rogue countries,les llaman los neo-cons estadounidenses)o grupos terroristas con recursos y protegidos por esos gobiernos (comoAl-Qaeda de Osama Bin Laden, de quien dicen los neo-cons, sin prueba

    concreta alguna, que tena relaciones con Saddam Hussein), pudie-ran con facilidad obtener armas de destruccin masiva: nucleares, qumicaso biolgicas. En esas condiciones, esperar a que los gobiernos u organi-zaciones terroristas ataquen sera, nos dicen, suicida. Para cuando losEstados Unidos u otro pas respondiera a un ataque terrorista conarmas de destruccin masiva, el dao causado con esas armas sera yadevastador e irreversible. (A propsito y slo como referencia al margen,la capacidad de destruccin de Irak en la guerra, si as se le puede

    llamar al alevoso e innecesario ataque norteamericano e ingls contra esepas, fue tan insignificante, que las principales bajas de los aliadosintervencionistas se debieron a accidentes y al fuego amigo, como lellamaron a que por error americanos o ingleses dispararan contra suspropias tropas. Tambin son mucho mayores las bajas que se siguieronregistrando como consecuencia de la resistencia iraqu a la ocupacin,que las de la guerra propiamente dicha).

    Por el peligro de que las armas de destruccin masiva sean as

    utilizadas, dicen los neo-cons, se justifican los ataque preventivos,no obstante la oposicin no slo de los gobiernos sino de la pobla-cin en general de casi todos los pases del mundo. Sin embargo,algo hay de atendible en el argumento de los promotores de losataques preventivos. Si Osama Bin Laden pudiera, por ejemplo,detonar una bomba atmica contra un objetivo norteamericano, o deotro pas occidental, muy probablemente lo hara. De ah que sea noslo justificable sino casi necesario, para la seguridad del mundo,

    prevenir situaciones de riesgo como sa, mediante el uso de la fuerzamilitar si es preciso.

    El punto es el de quin va a decidir si tal situacin de apremiopara la seguridad mundial es real, o un simple pretexto de los pode-

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    rosos para atacar a quienes difieren de ellos, o se oponen a susintereses. Si la decisin se deja al que ejerce la fuerza, estaramos deregreso al mundo incivilizado de la ley del ms fuerte. De ah que elejercicio de la fuerza para prevenir daos mayores deba estar reguladopor el derecho internacional. Por ello ahora la doctrina aceptada porcasi todos los pases, y que ha sido arbitrariamente rechazada por losEUA y alteres en el mundo, a la defensa propia aade el consen-timiento de la comunidad internacional, como justificante de unaguerra.

    Es decir que, segn la ortodoxia del derecho internacional, una

    guerra legtima depende de que se cumpla al menos uno de los dossupuestos siguientes:

    a) La guerra sea emprendida en defensa propia ante el ataque real oinminente de algn enemigo.

    b) La guerra sea sancionada por un organismo internacional conautoridad legtima para ello, en especial el Consejo de Seguridadde la Organizacin de las Naciones Unidas.

    Este doble esquema de legitimacin de la guerra logra dos prop-sitos. Por un lado, responde a la preocupacin de que el mundo pudieraser demasiado pasivo ante la amenaza de que algn pas, encabezadopor un rgimen irresponsable o alguna organizacin terrorista, emprendaun ataque sorpresivo con armas de destruccin masiva contra quien se led la gana. Por el otro, impide que la decisin de la guerra preventivaquede al arbitrio de un solo pas, que invariablemente tender a ser un

    pas que se sienta ms poderoso que la vctima de su ataque. En esteesquema, no slo las guerras preventivas podran en principio justificar-se. La comunidad internacional podra promover guerras para, porejemplo, evitar genocidios por parte de gobiernos tirnicos, en contra desus propias poblaciones.

    2. EL CONCEPTO DE GUERRA PREVENTIVA

    La justificacin tica de la guerra defensiva, en oposicin a la preven-tiva, es casi tan vieja como la conciencia misma del mundo moderno. Sibien es cierto que en el pasado se ha considerado que el ataquepreventivo puede justificarse, bajo el rubro de autodefensa, ante ata-

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    ques inminentes que requieren de una respuesta rpida, ese no es elcaso de la doctrina del ataque preventivo de Bush. Si alguien apunta aotra persona con una pistola con el propsito de causarle dao, esapersona podra intentar disparar antes que su atacante, y cualquiertribunal del mundo reconocera su accin como defensa propia. Pero ladoctrina de la prevencin va mucho ms all, pues como lo seala Falk(2001: 273):

    La prevencin, en contraste, justifica atacar primero no en unacrisis, como lo hizo Israel sobre la base de una justificacin plausible, si

    bien no del todo convincente, cuando tropas rabes enemigas se juntaronmasivamente en sus fronteras despus de desechar la presencia de tropasde paz de la ONU; sino sobre la base de intenciones oscuras, de preten-didos vnculos con grupos terroristas, supuestos planes y proyectos deadquirir armas de destruccin masiva, y anticipaciones de posibles daosfuturos. Es una doctrina sin lmites, sin ninguna sujecin ante las Nacio-nes Unidas o al derecho internacional, sin ninguna dependencia del juiciocolectivo de gobiernos responsables y, lo que es peor, sin ninguna demos-

    tracin convincente de su necesidad.

    En su obra Sobre la ley de la guerra y la paz, publicada porprimera vez en 1625, Hugo Grotius (1995), afirma que es legtimomatar a quien se prepara a matar. Un siglo despus, Emmerich deVattel (1975) argument, en La ley de las naciones, que una nacintiene el derecho de resistir el dao que otra nacin le busque infringir,y usar la fuerza contra el agresor. Puede incluso anticiparse a los

    planes de otros. Pero debe ser cuidadosa de no actuar bajo sospe-chas vagas o dudosas, de otra manera corre el riesgo de convertirse enla parte agresora. En el caso de la doctrina de Bush no se cumple elsupuesto de defensa propia ante un ataque inminente del enemigo,que justifique el ataque preventivo, sino que es producto de un afn delos halcones de la administracin de Bush de afirmar ante el mundoel podero militar norteamericanos y su voluntad de actuar contraquienes desafen a Estados Unidos. Como lo sealara el senador

    norteamericano Robert Byrd (2001: 482) en vsperas del alevosoataque contra Irak:

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    Esta nacin est a punto de embarcarse en la primera prueba deuna doctrina revolucionaria, aplicada de manera extraordinaria en untiempo desafortunado. La doctrina de la prevencin la idea de que losEstados Unidos (u otro pas) pueden legtimamente atacar a algunanacin que no est amenazndolos inminentemente, pero pudieraamenazarlos en el futuro- constituye un giro radical de la idea tradicio-nal de la autodefensa. Aparece como contravencin de la ley internacionaly de la Carta de las Naciones Unidas. Y est siendo probada en unaetapa de terrorismo mundial, haciendo que muchos pases alrededor delglobo se pregunten si estarn pronto en nuestra lista de pases a ser

    atacados o en la lista de algn otro pas. Altos funcionarios de laadministracin se han negado a renunciar al uso de armas nuclearescuando discuten un posible ataque contra Irak. Qu podra haber msdesestabilizador y tonto que esta incertidumbre, particularmente en unmundo donde la globalizacin ha unido los vitales intereses econmicosy de seguridad de muchas naciones? Hay grandes fracturas emergiendoen nuestras viejas alianzas, y las intenciones de los Estados Unidos depronto son objeto de dainas especulaciones mundiales. El

    antiamericanismo sobre la base de desconfianza, desinformacin, sospe-cha, y una retrica alarmante de los lderes de Estados Unidos estdestruyendo la una vez slida alianza contra el terrorismo global queapareci despus del 11 de septiembre.

    Ms adelante en su discurso, el senador Byrd (2003: 483-4)seala tambin, al respecto del unilateralismo norteamericano:

    Llamar a jefes de estado pigmeos, etiquetar a pases enteros comodiablicos, denigrar a poderosos aliados europeos como irrelevantes estetipo de insensibilidades no le hace ningn bien a nuestra gran nacin.Podemos tener un masivo poder militar, pero no podemos pelear solosuna guerra contra el terrorismo global. Necesitamos la colaboracin y laamistad de nuestros tradicionales aliados y de nuestros nuevos amigos, alos que podemos atraer con nuestra amistad y con nuestra riqueza.Nuestra sorprendente maquinaria militar nos ser de poca utilidad si

    sufrimos otro devastador ataque en nuestro territorio que dae severamen-te nuestra economa. Nuestro poder militar est ya sobrecargado. Ynecesitaremos el apoyo creciente de esas naciones que pueden ofrecertropas, no slo firmar cartas echndonos porras.

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    3. ANTECEDENTES HISTRICOS DE LA GUERRAPREVENTIVA

    Ya hacia finales del siglo XIX, Bismarck haba llamado la atencin sobrelo absurdo de las doctrinas del ataque preventivo, a las que atinadamentecalific de suicidio por miedo a la muerte. Desdichadamente, Bismarckfue desplazado y sucedido por otros lderes ms agresivos, que estuvieronen dos ocasiones a punto de provocar la muerte del estado alemn (Betts,2003). Antes de George W. Bush, varios presidentes de los EUA yotros personajes de Norteamrica haban desechado explcitamente la

    doctrina del ataque preventivo. Schell (2001: 506-26) cita diversosantecedentes. En 1953, el presidente Dwight Eisenhower, cuando lepresentaron planes para iniciar una guerra preventiva para desarmar ala Unin Sovitica de Stalin, respondi:

    Todos nosotros hemos odo este concepto de la guerra preventivadesde los primeros das de Hitler. Yo recuerdo que esa fue quiz laprimera vez que lo o. En estos das y tiempos []yo no creo en tal

    cosa; y, francamente, yo ni siquiera me dignara a escuchar a nadie queseriamente viniera a hablarme de ello.

    El ministro de la Suprema Corte de los EUA, Robert Jackson, quefungi como fiscal norteamericano en los juicios de Nuremberg, dijo ensu declaracin inicial de posiciones:

    Nuestra postura es la de que cualesquiera que sean los agravios que

    una nacin pueda tener, sin importar qu tan objetable el estatus quo enque se encuentre, la guerra agresiva es un medio ilegal para arreglar esosagravios o para alterar esas condiciones.

    La idea del ataque preventivo no es tan radical ni tan revolucionariacomo lo supone el senador Byrd, en los prrafos citados arriba. Dos mesesdespus del bombardeo nuclear de Hiroshima y Nagasaki, el general LeslieGroves, quien haba sido el supervisor por parte del Pentgono del Proyecto

    Manhattan para desarrollar la bomba nuclear dijo:

    Si furamos verdaderamente realistas en vez de idealistas, como pa-rece que lo somos, no permitiramos que ninguna potencia extranjera con

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    la que no estuviramos firmemente aliados, y en la cual no tuviramos unaconfianza absoluta, fabricara o poseyera armas atmicas. Si tal pascomenzara a construir una capacidad para fabricar armas atmicas, noso-tros destruiramos esa capacidad antes de que hubiera progresado tantocomo para convertirse en una amenaza para nosotros.

    Esa propuesta del general Groves nunca fue considerada seriamentepor el presidente Truman y, hasta antes de Bush hijo, haba sidodesechada por cada subsiguiente gobernante de los EUA. Ya cit laposicin de Eisenhower al respecto. La poltica exterior de este presi-

    dente se bas en la contencin del comunismo mediante acuerdos regionales,como la OTAN, y la extensin de bases militares en torno de la UninSovitica. En 1956, sorprendi a aliados y enemigos al oponerse a laguerra del canal de Suez, lanzada por Gran Bretaa, Francia e Israel,por no ser una guerra defensiva contra Egipto, a pesar de las alegadasprovocaciones asociadas con las posiciones anti-israelitas y anti-occi-dentales de Nasser.

    Schell recuerda que en 1961, durante la crisis de Berln, algunos

    asesores de Kennedy hicieron el sorpresivo descubrimiento de que elpodero nuclear sovitico no era tan fuerte como pareca, y que la UninSovitica era ms vulnerable militarmente de lo que hasta entonces sehaba pensado. Ellos propusieron entonces un ataque preventivo paradesarmar a los soviticos. Cuando se lo comentaron al consejero en jefede la Casa Blanca, Ted Sorensen, ste les grit: Ustedes estn locos!No debiramos permitir que gentes como ustedes anduvieran por aqu.

    Un antecedente ms cercano es el del padre de George W. Bush,

    el expresidente de los EUA George H. W. Bush (vase Bookman,2002). Despus de que los EUA haban concluido con xito laGuerra del Golfo, para desalojar a los iraques que haban invadidoKuwait, un grupo de halcones del Departamento de Defensa comenza disear una estrategia de ataque preventivo para la poltica deseguridad de los EUA. Al igual que la actual estrategia de seguridaddel joven Bush, ese documento contena la visin de unos EUA comocoloso dominador del mundo, imponiendo su voluntad y manteniendo

    la paz mundial a travs de su podero militar y econmico. Cuando laversin final del documento fue conocida por el pblico, atrajo talescrticas que fue rpidamente retirado y repudiado por el primer pre-sidente Bush. Cabe recordar que en ese entonces el actual vicepresidente

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    Dick Cheney era secretario de la defensa, y Paul Wolfowitz, quiensupervis la elaboracin del documento, y es hoy subsecretario delactual secretario de defensa Donald Rumsfeld, era subsecretario depoltica del Pentgono.

    Tomasky (2003: 36) resume los puntos principales de ese docu-mento de la defensa, llamado Defence Planning Guidance. Segn l loscuatro puntos principales de este documento que finalmente fue recha-zado por la administracin del padre de George W. Bush eran:

    a) El principal objetivo de los EUA ser el de mantenerse como la

    nica superpotencia mundial, impidiendo, por cualquier medio ne-cesario, el surgimiento de cualquier rival de significancia.b) El mantenimiento de esa preeminencia requerir que los Estados

    Unidos acten en defensa de sus intereses propios, aun a costa delos intereses de la comunidad internacional.

    c) Por lo tanto, los EUA debern rechazar el internacionalismo colec-tivo las alianzas permanentes (la OTANexceptuada parcialmente)seran despreciadas, y las futuras coaliciones consistiran de formacio-

    nes ad hoc, a menudo sin durar ms all de la crisis confrontada.d) Finalmente, el mantenimiento de este orden mundial posiblementerequerir la accin preventiva en diversos frentes, por una variedadde razones: una defensa de Polonia y Lituania de un ataque ruso;intervenciones en pequea escala en Panam y las Filipinas; inva-siones para detener la proliferacin de armas de destruccin masivaen lugares como Corea del Norte e Irak.

    Estos halcones esperaron pacientemente una dcada, para que elnerviosismo entre los norteamericanos, proveniente de los ataques del 11de septiembre, creara las condiciones propicias que les permitieransalirse finalmente con la suya, con la publicacin de la Estrategia deSeguridad Nacional de George W. Bush en septiembre del 2002,documento que recogi su propuesta antigua. Ya antes, en 1998, lehaban presentado al entonces presidente de los EUA, William Clinton,en una carta abierta, la propuesta de que el gobierno norteamericano

    implementara una estrategia para deponer a Saddam, y que de pasadainsista en la cuestin del supuesto derecho de los EUA para lanzarataques preventivos. Decan en esa misiva (Project for the New AmericanCentury, 1998: 200):

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    Nosotros le urgimos a que articule este propsito, y que su administra-cin preste atencin a la implementacin de una estrategia para remover delpoder al rgimen de Saddam Hussein. Esto requiere una interaccin com-pleta de esfuerzos diplomticos, polticos y militares. Si bien estamosperfectamente conscientes de los peligros y dificultades para la implementa-cin de esta estrategia, creemos que los peligros de no implementarla sonmucho mayores. Creemos que los Estados Unidos tienen la autoridad bajolas resoluciones existentes de la ONU para tomar los pasos necesarios,incluyendo acciones militares, para proteger nuestros intereses vitales en elGolfo. Pero de cualquier manera, la poltica de los Estados Unidos no

    puede continuar siendo paralizada por una equivocada insistencia en launanimidad en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

    La carta fue firmada por el grupo autodenominado Project for theNew American Century, una organizacin de prominentes halconesneoconservadores, entre los que destacan diversos personajes que fueronprominentes durante las administraciones republicanas de RonaldReagan y de Bush padre, y que en la administracin de Bush hijo llegaron

    a desempear una influencia casi sin paralelo. Destacan en especialDonald Rumsfeld, Richard Perle, William Kristol y Paul Wolfowitz.Su organizacin declara tener como propsito: promover el liderazgoglobal de los Estados Unidos de Amrica.

    Las presiones de los halcones no cayeron en odos sordos. Elentonces presidente Clinton, algunos meses despus de la publicacin dela carta, promulgaba la Irak Liberation Act of 1998 (Congress of theUnited States of America, 1998), que en su seccin 3 a la letra

    sealaba: Deber ser la poltica de los Estados Unidos apoyar esfuer-zos para remover al rgimen encabezado por Saddam Hussein delpoder en Irak y promover la emergencia de un gobierno democrticopara remplazar a ese rgimen. En 1993, Clinton orden un bombar-deo preventivo contra Irak, por el supuesto atentado de agentes iraquescontra el expresidente Bush padre, en una visita por Kuwait, que a lapostre result ser una aparente mentira de las patentemente corruptasfuerzas de seguridad kuwaites (Hersh, 1993).

    Pero como lo ha sealado la que fuera secretaria de estado conClinton, Madeleine Albright (2003), el ataque preventivo siempre haestado en el arsenal de respuestas de Estados Unidos, para ser utilizadoen situaciones excepcionales. Lo novedoso con George hijo es que lo ha

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    enunciado como la parte central de su poltica de seguridad y defensa,con lo que segn Albright ha irritado a los aliados norteamericanos y hadebilitado a los EUA.

    George W. Bush comenz su presidencia en el 2001 con la idea demantener un perfil bajo de su administracin en los asuntos internacio-nales. Es cierto que los halcones militaristas fueron incorporados desdeel comienzo como parte de su gabinete, pero tal parece que ello fue msbien para tener contentos a los conservadores republicanos que lo habanapoyado en su campaa por la presidencia. Antes del ataque terroristade septiembre de 2001, nunca les hizo mucho caso. Pero despus de

    esos ataques todo cambi, ms por incapacidad e ineptitud que pordiseo, ante el pasmo de no saber bien a bien qu hacer, y la fuertepresin de los ciudadanos norteamericanos porque se hiciera algo.

    Tambin, como veremos ms delante, influy la escasa legitimidad conla que Bush lleg a la presidencia de los EUA. Luego del ataque exitosoa Afganistn, que elev la popularidad de Bush ante el electorado nor-teamericano, ste se engolosin, y comenz a suscribir las ideas extremistase irresponsables de sus asesores neo-conservadores. Schell, en el trabajo que

    coment arriba (Schell, 2003: 512), escribe, respecto de la idea de la guerrapreventiva y dems aspectos de la poltica de seguridad de Bush:

    Cmo ha sucedido que el presidente Bush revivi e implement estaidea que haba sido enterrada y desechada desde haca mucho? Nosotrossabemos la respuesta. El punto de arranque fue el 11 de septiembre. Eltema de la guerra al terror incluy desde el comienzo el propsito deatacar preventivamente, utilizando la fuerza militar. Pieza por pieza, se

    construy un puente desde el objetivo de capturar a Osama Bin Laden,al de frenar la proliferacin (de armas de destruccin masiva), sobre unabase global. Primero vino la idea de declarar culpables a regmenesenteros en la guerra al terror, luego la idea del cambio de rgimen(comenzando por Afganistn), luego la prevencin, luego la ms ampliaafirmacin de la dominancia en el mbito global. Gradualmente, el temams importante de la actualidad el creciente peligro de las armas dedestruccin masiva- fue subsumido como una especie de apndice en la

    guerra contra el terror. Cuando el proceso madur, el resultado fue el de unplan de Groves aumentado una idea irresponsable e impracticablecuando fue concebida, cuando slo una potencia nuclear hostil estaba enprospecto (la Unin Sovitica); y ms ahora, cuando en el mundo de hoy

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    existen nueve potencias nucleares (si se cuenta a Corea del Norte) ymuchos otros pases ms tienen la capacidad de producir armas nucleares.

    4. VIGENCIA DE LA CONTENCIN Y LA DISUASINEN EL MUNDO ACTUAL

    Con la proliferacin de armas nucleares, as como otras armas de destruc-cin masiva, la guerra entre pases que posean esas armas y sean capacesde utilizarlas efectivamente el uno contra el otro no puede ser la manerade resolver sus problemas. Schell (2003) cita a los dos hombres cuyo

    trabajo fundamental en fsica tuvo quiz ms que ver que el de cuales-quiera otros dos cientficos, con el desarrollo de la bomba atmica. En1945, el gran fsico nuclear dans, Niels Bohr, dijo simplemente enpalabras cuya verdad ha sido confirmada por los cincuenta aos deexperiencia en la era nuclear: Estamos en una nueva situacin comple-tamente diferente que no puede ser resuelta mediante la guerra. Por suparte Einstein seal algo similar cuando en 1947 asever que: Estepoder bsico del universo no puede ser acomodado en el caduco concepto

    de los nacionalismos estrechos. Porque no hay secreto y no hay defensa;no hay posibilidad de control excepto a travs de la comprensin crecientey de la insistencia de los pueblos del mundo.

    Durante las dcadas de la Guerra Fra, la disuasin entre ambaspotencias la entonces Unin Sovitica y los EUA- fue eficaz paraevitar el holocausto nuclear que tanto fue temido por muchos. Simple-mente las dos potencias mundiales de entonces saban que aun siganaran la guerra nuclear total, las prdidas seran extensas. Una

    hazaa como la de Pirro, cuando dijo, otra victoria de esas y estamosliquidados, slo que aqu no habra que esperar una segunda ocasinpara que se produjera la liquidacin de potencias y quiz de civilizacio-nes enteras. El clculo racional, ms que un instinto pacificador, fue loque durante la Guerra Fra impidi la confrontacin nuclear entre lasdos potencias.

    Pero hete aqu que en el actual mundo unipolar, dicen los delpartido de la guerra de Bush, la disuasin y la contencin, que tan

    eficaces fueron en el pasado, ya no funcionan. El propio Bush (2003:269), en un discurso pronunciado en la Academia Militar de losEstados Unidos en West Point, dijo:

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    Los ms graves peligros yacen en esta peligrosa interaccin deradicalismo y tecnologa. Cuando la difusin de armas qumicas, biol-gicas y nucleares, sucede junto con la adquisicin de tecnologa de misilescuando eso ocurre, aun los estados dbiles y pequeos grupos podranobtener un poder catastrfico para golpear a las grandes naciones. Nues-tros enemigos han declarado precisamente estas intenciones, y han sidodescubiertos en la bsqueda de estas armas terribles. Ellos quieren lacapacidad de chantajearnos, o de lastimarnos, o de lastimar a nuestrosamigos y nosotros nos opondremos a ellos con todo nuestro poder.

    Por mucho del siglo pasado, la defensa de Norte Amrica durante

    la Guerra Fra se bas en las doctrinas de disuasin y contencin. Enalgunos casos, esas estrategias siguen funcionando. Pero nuevas amena-zas requieren nuevas ideas. La disuasin la promesa de represaliamasiva contra naciones- nada significa contra redes terroristas en lasombra, sin nacin o ciudadanos que defender. La contencin no esposible cuando dictadores desquiciados y con armas de destruccinmasiva pueden arrojar esas armas mediante misiles o drselas secre-tamente a grupos terroristas.

    Estos razonamientos muestran claramente la confusin mental deBush y de sus consejeros. Respecto a la imposibilidad de disuadir ocontener a los grupos terroristas, tienen toda la razn. Pero son preci-samente las caractersticas de esos grupos la de moverse en las sombraspor todo el mundo y la de no tener naciones ni poblaciones quedefender- y que los vuelven incontenibles y no susceptibles de disuasin,las que tambin los vuelven inmunes contra las guerras, preventivas o

    no. Las guerras se hacen contra pases y contra ejrcitos, no contra cosascomo el terrorismo. Slo como eufemismo se habla de guerra contra elterror, como se hace cuando se habla de guerra a la ignorancia o a lasdrogas (Roth, 2004).

    Estados Unidos y sus aliados fueron a la guerra a Afganistn acombatir el terror, efectivamente derrotaron al gobierno fundamentalistade ese pas, pero no destruyeron al terrorismo, ni capturaron a OsamaBin Laden. La guerra contra el terror requiere una eficaz conjuncin

    de labores de polica, de inteligencia y de coordinacin internacional,entre otras cosas, pero no necesariamente una guerra contra pases.Esa lgica torcida de declarar guerras por confusin en los objetivos estan absurda, como si Estados Unidos se declarara la guerra a s

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    mismo porque en el combate a las drogas ha descubierto que muchosnarcotraficantes y muchos drogadictos son norteamericanos y operanen su territorio.

    Las mltiples tareas que se ha fijado Bush en su guerra contra elterror, justificar ataques preventivos, amenazar a enemigos y a amigosque no se plieguen a todo lo que los Estados Unidos quieren, combatirla proliferacin de armas de destruccin masiva, aplicar medidas deseguridad interna que violan sin necesidad los derechos humanos de susciudadanos y de extranjeros, promover cambios de rgimen; parecenestar distrayendo de lo que en realidad es o debiera ser la guerra contra

    el terror: una tarea eminentemente policiaca, de inteligencia, y de coo-peracin internacional. Como lo seala Ullman (2002: 242-3):

    La respuesta de Bush an no se ha enfocado de lleno en las causasdel extremismo (un trmino ms apropiado para entender el terrorismo).Tampoco ha explorado plenamente las consecuencias de cualquier polticade prevencin, sin importar qu tan justificada pueda parecer. Y, al lidiarcon los medios para eliminar acciones terroristas, su definicin de un eje

    del mal ha aadido la prevencin de armas de destruccin masiva comoun objetivo clave. La cuestin, sin embargo, es la de si Corea del Norte,Irn o Irak pondran esas armas a disposicin de los terroristas. Laprudencia sugerira que cualquier probabilidad de tal diseminacin serademasiada. Pero en otro sentido, los objetivos adicionales pueden fcil-mente diluir el principal esfuerzo contra el terrorismo, especialmente si elcambio de regmenes se convierte en el prximo objetivo.

    Pero salvo en casos excepcionales, de pases muy dbiles que nece-sitan del apoyo de grupos terroristas para mantenerse en el poder, comopudo haberlo sido el gobierno de los talibanes en Afganistn, losgobiernos tienen en general pocos incentivos para pasar las armas dedestruccin masiva a grupos terroristas. Incluso en el reciente caso de Pa-kistn, se sabe que sus cientficos nucleares pasaron secretos a algunosgobiernos, y aunque se sospecha que tambin se los pudieron haberpasados a terroristas, ello no es tan claro, y adems stos tienen menos

    posibilidades de llevarlos a la prctica, con el desarrollo y fabricacin delas armas correspondientes. En el caso de Saddam los norteamericanosargumentaron que tena ligas con Al-Qaeda, cuando era sabido portodos que eran enemigos. Al atacarlo, las probabilidades de que se

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    tornaran aliados ocasionales creci. El ataque preventivo entonces au-menta los peligros que dice combatir.

    Los pases que tienen armas de destruccin masivas no tienenincentivos para promover que otros las tengan tambin, en especialgrupos terroristas. Durante la Guerra Fra, la Unin Sovitica siemprefue reticente a cooperar con China para que este pas desarrollara susarmas nucleares, a pesar de ser, al menos en teora, su aliado comunista.La utilidad de poseer armas de destruccin masiva depende de queotros no las tengan, o de que no estn dispuestos a usarlas. Esto ltimosera especialmente difcil de suponer en el caso de grupos terroristas.

    Entonces, pases como el anterior Irak de Saddam, tienen incentivosdemasiado escasos como para colaborar con la adquisicin de armasde destruccin masiva por parte de grupos terroristas, pues lo ms proba-ble es que esos grupos las usaran, antes que contra nadie, contra losregmenes en esos pases. Antes de la guerra para deponer a Saddam,Mearsheimer y Walt (2003: 422) escribieron:

    La falta de evidencia de alguna genuina conexin entre Saddam y Al-

    Qaeda no es sorprendente porque las relaciones entre Saddam y Al-Qaedahan sido pobres en el pasado. Osama Bin Laden es un fundamentalistaradical (como Khomeini), y detesta a los lderes seglares como Saddam.Similarmente, Saddam ha reprimido consistentemente los movimientos fun-damentalistas dentro de Irak. Dada esta historia de enemistad, es improbableque el dictador iraqu le diera armas nucleares a Al-Qaeda.

    La intensa presin americana, por supuesto, podra forzar la uninde estos aliados improbables, de la misma manera como Estados Unidos

    y la Rusia comunista se volvieron aliados en la Segunda Guerra Mundial.Aun as sera improbable que Saddam compartiera su ms valioso arma-mento con Al-Qaeda, por desconfianza de que fuera utilizado de maneraque pusiera en peligro su propia supervivencia. Durante la Guerra Fra,los Estados Unidos no compartieron toda su experiencia en armas dedestruccin masiva con sus propios aliados, y la Unin Sovitica se nega dar armas nucleares a China, a pesar de sus simpatas ideolgicas y derepetidas peticiones chinas. No hay evidencia de que Saddam actuara

    de manera diferente.

    El argumento de que la disuasin no trabaja ya contra pases esclaramente falso e insostenible. Una diferencia entre los grupos terroris-

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    tas y los pases, es que stos tienen un domicilio para devoluciones.Estados Unidos atac a Irak, pero no a Corea del Norte, precisamenteporque fue disuadido, hasta ahora, de atacar a este ltimo pas, por sucapacidad de hacer dao a Corea del Sur, y a las tropas americanas ahapostadas. Nadie cuestiona que Estados Unidos y Corea de Sur pue-den sin duda derrotar a Corea del Norte. Pero se calcula que podranmorir 500 mil personas, entre civiles y militares surcoreanos y militaresnorteamericanos apostados en Corea del Sur. An despus de la gue-rra, cuando se demostr que Saddam no representaba peligro importantealguno para los EUA, Bush sigui manteniendo que el ataque preven-

    tivo fue necesario porque Saddam est loco, y la disuasin o la contencinno operan contra los locos.Pero como lo han sealado diversos analistas, la creencia de que el

    comportamiento pasado de Saddam mostraba que no poda ser conte-nido descansaba en una lgica falsa y en una historia distorsionada.Saddam fue siempre bastante racional, lo que no le quita lo cruel(Mearsheimer y Walt, 2003). Se lanz a una guerra contra Irn porquese sinti amenazado por la agresividad del nuevo gobierno fundamentalista

    de ese pas, y juzg correctamente que los Estados Unidos lo apoyaran,por sus diferencias de entonces con Irn, al grado de incluso haberleprovisto de los conocimientos y materiales necesarios con que produjoarmas qumicas, as como el silencio cmplice cuando decidi utilizarlas.Su principal error fue invadir Kuwait, pero el mismo Estados Unidos lehizo pensar que se mantendra al margen, cuando la embajadora nor-teamericana en Irak, April Glaspie, le manifest a Saddam el 25 dejulio de 1990, que nosotros los EUA- no tenemos opinin sobre los

    conflictos entre rabes, como el desacuerdo de ustedes con Kuwaitrespecto de sus fronteras.En ese entonces, Irak estaba financieramente quebrado por su gue-

    rra con Irn, y la opcin de hacerse del petrleo kuwait pareca unriesgo bien calculado de su parte. Finalmente, se ha dicho que el haberexpulsado a los inspectores de armas de la ONU, cuando no tena armasde destruccin masiva, es prueba de su locura. Se trata de un argumen-to extrao de los partidarios de la guerra. Si no tena armas de destruccin

    masiva no haba que disuadirlo de usarlas. Por otro lado, la expul-sin fue racional, como respuesta a la Ley de Liberacin de Irakpromulgada ese ao de 1998, por el presidente Clinton. Si no reaccio-naba hubiera perdido fuerza y apoyos entre los mismos iraques.

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    Sin embargo, diversos partidarios de la guerra no son tan escpticoscomo Bush respecto de la eficacia de la disuasin. Por ejemplo, dos delos ms reconocidos miembros de los neo-conservadores, han manifes-tado (Kaplan y Kristol, 2003: 212):

    Una Amrica fuerte, capaz de desplegar su fuerza rpidamente y conefectos devastadores en regiones importantes del mundo hara menosprobable que los amenazadores de la estabilidad regional intentaran alte-rar el estatus quo en su favor. Podra incluso disuadir a tales amenazadoresde incurrir en costosos esfuerzos para armarse en primer lugar. En sentido

    contrario, una Amrica cuya voluntad de proyectar su fuerza estuviera enduda, slo puede promover tales amenazas. El mensaje que deberamosestar mandando a nuestros enemigos potenciales es: Ni siquiera teatrevas a pensarlo. Esta clase de disuasin ofrece la mejor receta parauna paz duradera; es mucho ms barata que las guerras que seguiran sifallamos en la construccin de tal capacidad.

    Lo anterior no implica que los autores neo-conservadores citados

    condenen la guerra preventiva. Para ellos sera un complemento de ladisuasin, pues mostrara la disponibilidad de Estados Unidospara responder a los retos que les lancen sus enemigos. No slo, segn estalgica, para disuadir a los enemigos hay que tener los cuchillos afilados,sino tambin de repente usarlos. Lo extrao es que para Bush, es laineficacia de la disuasin y la contencin en el mundo de hoy la quejustifica su doctrina del ataque preventivo. Tambin la principal asesorade Bush en materia de seguridad (Condoleezza Rice) manifest antes

    del 11 de septiembre y por tanto antes de que Bush y ella misma semanifestaran contra el uso de la disuasin en el caso de Irak-, que erala disuasin y no la guerra el camino adecuado para enfrentar a Saddam.Escriben Mearsheimer y Walt (2003: 421), respeto de este giro de 180grados en la posicin de la consejera Rice:

    Irnicamente, algunos de los funcionarios que ahora abogan por laguerra solan reconocer que Saddam no tena la capacidad para emplear

    armas nucleares con propsitos ofensivos. En el nmero de enero/febrerode 2000 de Foreign Affairs, la consejera de seguridad nacional Ricedescribi cmo deberan reaccionar los Estados Unidos si Irak adquirieraarmas de destruccin masiva. La primera lnea de defensa, escribi ella,

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    debiera ser una clara y clsica declaracin de disuasin si ellos adquie-ren armas de destruccin masiva, sus armas sern intiles porque cualquierintento de usarlas les traer la destruccin de su nacin. Si ella crea quelas armas de Irak seran intiles en 2000, por qu piensa ahora queSaddam debe ser depuesto antes de que las obtenga? Y adems, porqu piensa ahora ella que un arsenal de armas nucleares le permitira aSaddam chantajear a la comunidad internacional entera, cuando ella nisiquiera mencion esta posibilidad en 2000?

    Creo que la respuesta a estas preguntas que se hacen los autores

    citados es clara. Como lo discuto en otra seccin, los neo-conservadoreshan dado muestras de carecer de un sentido moral, ms all de susarengas individualistas, y de que s son persistentes en cuanto a defendersus intereses. En el 2000 Bush no haba emitido sus grandes diseos dereformar, o ms bien de destruir, el derecho internacional. Cuandolo hizo, la pobre Condoleezza o apechugaba o se iba. Aunque a losrealistas norteamericanos y en esto el moralista de Bush se cueceaparte de la mayora de sus colaboradores-, la cuestin moral en lo

    relativo a las estrategias de prevencin, disuasin y contencin no parecedemasiado relevante, sino a lo mucho un efecto de segundo orden comolo ha dicho la propia Condoleezza Rice; termino esta seccin con unacita moralista de Richard Falk (2002: 274):

    Lo que est en juego con la prevencin, con relacin a la imagina-cin de un eje del mal, es ms oculto y siniestro. Lo que temen enWashington, me temo, no son las acciones agresivas de estos pases sino

    el que su adquisicin de armas de destruccin masiva pueda darles poderde disuasin respecto de los Estados Unidos y otras naciones. Desde elfin de la Guerra Fra los Estados Unidos se han dado el lujo de no serdisuadidos por nadie en la poltica mundial. Es esta circunstancia la quehace al unilateralismo de Bush particularmente preocupante para otrospases, y debe ser entendido con relacin a las intenciones del Pentgono,contenidas en un reporte filtrado el pasado diciembre, de aumentar elapoyo de sus acciones en el uso de armas nucleares, en una variedad de

    circunstancias estratgicas. En West Point, Bush declar que nuestrosenemigos han sido descubiertos tratando de adquirir estas armas terri-bles. Nunca se les ocurre a nuestros lderes que estas armas no sonmenos terribles en las manos de los Estados Unidos, especialmente cuan-

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    do su uso est contemplado como una opcin poltica sensible. Hay cadarazn para que otros teman que cuando los Estados Unidos no puedanser disuadidos por alguien ms, otra vez se vean sujetos a la tentacin deHiroshima, de amenazar con el uso, o de usar tales armas, en ausenciade cualquier prospecto de que alguien le conteste en especie.

    5. LA SANCIN INTERNACIONAL EN LALEGITIMIDAD DE LA GUERRA

    La parte que es un tanto problemtica en el esquema todava vigente,

    a pesar de Bush y compaa, de la guerra justa (en defensa propia ocon sancin internacional) es la de la sancin de la comunidad mun-dial a la guerra, preventiva o no. Ello se debe a que la representatividadmundial es generalmente asumida por organizaciones cuya legitimi-dad es a veces cuestionable y casi siempre limitada. Ms an, a veces serecurre a una organizacin para que sancione una guerra, a vecesa otra. La guerra de los Balcanes cont con la sancin de la OTAN,en vez de la de la ONU. Quiz ello se justificaba por el carcter

    regional del conflicto y la concentracin de los riesgos sobre Europa.En trminos ms pragmticos, la explicacin es quiz la de que Rusiaprobablemente hubiera hecho uso de su derecho de veto en el Consejode Seguridad de la ONU. Sin embargo, es esta ltima institucin laque tiene el mandato ms claro de la comunidad internacional paraactuar en este aspecto.

    Contra la legitimidad del Consejo de Seguridad de la ONUen estosmenesteres, se han levantado diversos argumentos con una buena dosis

    de validez. En especial se argumenta la escasa representatividad delrgano, en el que slo participan cinco miembros permanentes (China,Francia, la Federacin Rusa, el Reino Unido y los EUA) y dieztemporales, elegidos peridicamente por todos los estados miembros yque forman parte del consejo durante dos aos; y que el derecho de vetode cualquiera de los miembros permanentes impida la toma de decisionesnecesarias, aunque cuenten con el respaldo de la mayora, incluso decasi unanimidad, salvo por el pas del veto. Esto ltimo es especialmente

    problemtico cuando alguno de los miembros permanentes, o alguno desus aliados, es la parte que debe ser objeto de la accin preventiva opunitiva. Por ejemplo, Estados Unidos veta todas las resoluciones queafecten a Israel.

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    Otros argumentos que usualmente se erigen contra el Consejo pa-recen menos vlidos. A veces se seala que tienen demasiado peso pasescon poca fuerza en la economa mundial, y que para que las decisionesdel Consejo tuvieran mayor probabilidad de ser atendidas, el votodebiera ser proporcional a alguna variable correlacionada con elpoder real de las naciones, como por ejemplo el PIBde cada pas. Estorecuerda las discusiones que se daban al inicio o en los antecedentesde las democracias modernas, cuando se discuta si slo se debieraconceder el sufragio a quienes fueran propietarios, alfabetos o varones.Quiz en el futuro el derecho internacional siga el derrotero de las

    constituciones nacionales, en las que cada cabeza cuenta igual, y elvoto de los organismos nacionales sea en proporcin a la poblacin,sin distingos entre dbiles y poderosos. No hay razn por la que desdeun punto de vista tico el ideal de que todos sean iguales ante elderecho, la ley o el poder, sin importar su fuerza o su riqueza, secircunscriba slo al mbito nacional.

    Cualesquiera que sean la composicin y las reglas ideales de unorganismo como el Consejo de Seguridad, no cabe duda que son por el

    momento, y lo sern por mucho tiempo, irrealizables, no obstante lasiniciativas de Kofi Annan. Pero los defectos de este organismodeben inspirar su mejoramiento, que necesariamente deber ser paulatino,si no se quiere poner en riesgo la posibilidad misma de que exista unorganismo ms o menos representativo de la voluntad internacional. Aqucomo en pocos casos se cumple con tanta claridad el dicho aqul de quelo perfecto es enemigo de lo bueno. Las crticas de que no hay organis-mos suficientemente representativos de la comunidad mundial, o de que

    en la prctica han sido ms o menos irrelevantes son, la mayora de lasveces, del todo certeras. Pero en un mundo en que el poder hegemnicolo ejerce una sola potencia, es urgente fortalecer lo que se tiene. ElConsejo de Seguridad como rbitro de las guerras preventivas sersiempre una mejor opcin que la de que la nica gran potencia super-viviente de la guerra fra se arrogue el poder de decidir por el mundo,sin consultar o ignorando, cuando le convenga, a los dems pases.

    Han sido precisamente los EUA uno de los pases que ms han

    criticado y en ocasiones opuesto resistencia y hasta boicoteado al Con-sejo de Seguridad. Es el pas que en los ltimos aos ha ejercido msveces el veto como miembro permanente de esa institucin. Ha ejercidopresiones para que los dems pases voten de acuerdo con sus intereses,

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    lo que socava la ya de por s endeble legitimidad de dicho Consejo. Estaspresiones van desde amenazas de represalias econmicas y financierashacia quienes votan libremente en su contra, hasta simplemente ignoraral organismo y enfrentarlo con hechos consumados.

    En el caso de la guerra contra Irak, qued claramente de manifiestoque Estados Unidos consideran a los organismos internacionales slocuando pueden serviles como comparsa, y los ignoran o atacan cuandopretenden actuar libremente. Primero quisieron que el Consejo aprobarala guerra, y montaron en clera cuando se enteraron de que al menosdos pases con derecho a veto se opondran (Francia y Rusia.) Luego

    quisieron forzar un voto aunque no fuera formalmente vlido, al enfren-tar el veto de esos pases, pero con la intencin de lograr una mayorasimple en el consejo, que segn ellos les dara legitimidad ante elmundo. Cuando vieron que tampoco lograran esa mayora simple,gracias a la posicin de pases como Chile y Mxico, que aguantaron laspresiones, simplemente decidieron actuar sin acudir de nuevo a eseorganismo, argumentando que era innecesario, mediante interpretacionespor dems falaces de decisiones previas del propio Consejo.

    Esta actitud de los EUA contra los organismos internacionales,cuando actan con independencia de sus intereses, no es nueva ni seorienta slo contra el Consejo de Seguridad de la ONU. EstadosUnidos lleva dcadas de haberse auto excluido de la UNESCO, porquesegn ellos, ese organismo de las Naciones Unidas para promover laeducacin, y cuyas decisiones se toman por votacin, es una instancia depromocin de valores socialistas y antiliberales, que se oponen a losideales libertarios de la democracia y el capitalismo norteamericanos.

    Un caso realmente ridculo es el de la posicin de ese pas en lo relativoa la Corte Penal Internacional. Por un lado dicen estar a favor de eseorganismo en formacin, pero por el otro insisten en que sus soldadossean inmunes a las acusaciones ante esa corte por delitos de guerra.

    Como la mayora de los pases no est de acuerdo con esa salve-dad absurda, los EUA se han dedicado a firmar acuerdos con pasesen lo individual, mediante los cuales esos pases se comprometen a noponer, en su caso, a disposicin de esa Corte, soldados americanos

    que pudieran encontrarse en su territorio. A los que no firman lesretiran el apoyo militar, lo que les es contraproducente, pues ese apoyosirve sobretodo a los norteamericanos. Lo dan para que diversospases combatan guerrillas o grupos terroristas, lo que est entre las

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    prioridades de los propios norteamericanos, o bien para el combate alas drogas, mediante el cual les pasan a otros la responsabilidad decombatir las malas adicciones de sus ciudadanos, cada vez msdependientes de las drogas.

    Esas presiones contra pases soberanos son insostenibles, pues depersistir se revertiran contra los propios Estados Unidos, y lo nico quemuestran es que al gigante le dan pataletas. Desdichadamente a algunosles entra miedo y se pliegan. Pero Estados Unidos no puede reir conel mundo. Su capitalismo depende de la globalizacin. El libre comercioque pregona por todas partes no puede florecer en un ambiente de

    tensiones polticas permanentes. Las guerras contra el terrorismo y elnarcotrfico no pueden prosperar sin la participacin de todos los pa-ses. Aunque no le guste, si alguien necesita de los organismosinternacionales para actuar con eficacia en el mundo, es precisamenteEstados Unidos: puede actuar aqu y all como bravucn, pero nopuede hacerlo siempre. Necesita de la legitimidad internacional que slopueden brindarle esos organismos, de otra suerte la oposicin a susactuaciones ser cada vez mayor y el costo de llevarlas a cabo tambin.

    Ni siquiera la nica gran potencia del mundo, con todo su poder ytoda su tecnologa, tiene los recursos para resolver todo por la fuerza. Elque haya escogido a Irak y no a otros pases, como Corea del Norte porahora, para realizar su demostracin de podero y sealar a los pasesdel mundo lo que les puede esperar si se interponen en su camino, esms bien una prueba de que su poder, aunque enorme, no es ilimitado.De entre sus enemigos en boga, escogi al ms dbil. Aun as, el costofiscal y los efectos negativos de la guerra sobre la economa norteame-

    ricana han sido significativos. Estos costos se elevaran considerablementesi decidieran actuar militarmente y de forma simultnea contra todos lospases que considera enemigos de sus intereses.

    Pero sera iluso pretender que, habida cuenta de las deficiencias delos organismos internacionales, la potencia ms poderosa, la nica su-perpotencia restante, se limitara a seguir al pie de la letra unas reglasmal diseadas. Incluso la mayora de los pases no estaran de acuerdocon la resultante pasividad de Estados Unidos ante situaciones que

    pueden requerir su intervencin en beneficio de la comunidad interna-cional, como pudo haberlo sido su actuacin en los Balcanes. El mundovera con simpata una intervencin norteamericana que tuviera la anuenciade todos los pases del mundo excepto, por poner un ejemplo extremo,

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    la de un solo pas, pero con derecho de veto en el Consejo de Seguri-dad. Pero si quiere Estados Unidos mantener un liderazgo moral en elmundo, podr y deber a veces torcer un poco las normas, pero no losprincipios que fundamentan la ley internacional.

    En especial, deber asegurar la anuencia de la mayora de lospases, en vez de menospreciar, como lo han pretendido Bush y com-paa, a la opinin mundial y a las organizaciones internacionales.Incluso para ser eficaz en su accin, no puede seguir sosteniendo quetendrn coaliciones cambiantes de acuerdo a sus intereses, tambincambiantes, y que un pas hoy amigo se convierta en enemigo slo por

    no estar en un punto particular de acuerdo con la potencia hegemnica,como les acaba de suceder a Francia y a Alemania con lo de laguerra contra Irak. Lo nico que lograrn as es el debilitar la fuerza de susalianzas para cuestiones realmente fundamentales para ellos, en las quecomparten posiciones e ideologas ms con pases como Francia y Ale-mania que con Pakistn, por poner un ejemplo.

    Madeleine Albright (2003: 9), quien fuera secretaria de estado enla administracin de Clinton, dijo respecto de las relaciones con Europa,

    algo que no habra razn para no aplicarlo, en lo esencial, al resto delmundo:

    El reto para los Estados Unidos, sin embargo, es el de un marcode decisin para Europa que la mayora de Europa pueda adoptar condignidad (si bien no necesariamente Francia.) Para ayudar en estamisin, la OTANdebiera ser utilizada en Afganistn (donde finalmenteha ganado un papel pero dos aos despus del 11 de septiembre) y en

    Irak, donde su participacin pudiera aliviar la presin sobre las alta-mente tensionadas fuerzas norteamericanas. La administracin de Bushdebera dar la bienvenida entusiasta a los esfuerzos europeos por desa-rrollar una capacidad independiente de respuesta rpida, especialmentepara conducir operaciones de pacificacin y para responder a emergen-cias humanitarias. Cuando los europeos efectan tareas importantes,como los alemanes y los turcos en Afganistn durante el ao pasa-do, merecen ser congratulados, a pesar de diferencias sobre temas menores.

    Ms aun, los europeos debieran ser invitados, no dirigidos, a trabajarcercanamente con Washington en los retos ms difciles, incluyendo elrepresentado por el programa nuclear de Irn. Quiz por encima detodo, los europeos deben ser tratados como adultos. Si tienen diferen-

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    cias con Estados Unidos, esas diferencias debieran ser consideradasseriamente, no desechadas como seales de debilidad (o vejez) oequivalentes a traicin. Washington necesita recordar que aliados ysatlites son cosas claramente diferentes.

    6. LA INFLUENCIA DE LOS NEO-CONS

    Desde antes de que Osama Bin Laden se volviera famoso, las organi-zaciones ms conservadoras de la derecha norteamericana, dentro de suprograma para hacer avanzar su paradigma reaccionario no slo en

    Estados Unidos sino en todo el mundo, proponan que Estados Unidosoperara, en la escena internacional, ignorando a las Naciones Unidas,organizacin a la que siempre han criticado y menospreciado. Entre lasacciones que habra que tomar, segn esas organizaciones, est la decastigar a los pases mal portados, segn los Estados Unidos mismoslos definan. Estas organizaciones suelen utilizar para la promocin desus doctrinas, la figura de los conocidos como think tanks de derecha.Con la llegada de George W. Bush a la presidencia de su pas, y sobre

    todo despus del 11 de septiembre del 2001, estas organizacionesvieron incrementada su influencia.A pesar de su nombre, estos grupos se dedican ms a difundir

    ideologa que a hacer avanzar el conocimiento. Slo hay que ver lasdeclaraciones de objetivos que ellos mismos se fijan. En ningn caso seproponen hacer avanzar la investigacin acadmica en s, sino en sucaso, utilizarla para impulsar un programa definido ex ante. Al gradotal, que catalogan de izquierdistas a otros think tanks con una propuesta

    ms acadmica, como sera por ejemplo, la Brookings Institution. Suelenconsiderar que los departamentos de estudios sociales, polticos o econ-micos de las universidades norteamericanas, no son sino guaridas desocialistas, que pretenden destruir las libertades de ese pas, promovien-do el crecimiento del gobierno, defendiendo el cobro de impuestos,proponiendo polticas liberales, entre otros pecados en contra de laideologa individualista a ultranza que les motiva y apasiona, al gradode ver como enemigos irreconciliables a quienes piensan diferente, y a

    los que hay que combatir, con la fuerza del odiado estado si es nece-sario. Defender a los intereses privados es para ellos la nica funcinvlida del gobierno, sobre todo tratndose de los intereses de los grandesconglomerados econmicos.

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    De esos grupos nutri Bush a su equipo de trabajo. Segn TheEconomist(Febrero 15-21, 2003):

    Donald Rumsfeld y Condoleezza Rice son veteranos de la InstitucinHoover. Dick Cheney y su esposa mantienen relaciones duraderas con elAmerican Enterprise Institute(AEI). Elaine Chao, secretaria de trabajo,es alumna de Heritage. El gabinete de poltica de la defensa era encabe-zado hasta hace poco por Richard Perle, el halcn mayor del AEI, y uncuarto de los miembros de ese gabinete salieron de la Institucin Hoover.Cientos de empleados de nivel ms bajo de la administracin, formaron

    sus capacidades en ese tipo de instituciones. Si la gente hace la poltica,dice el jefe de la Heritage Foundation, entonces esas organizaciones, lodice con orgullo, se estn convirtiendo en el gabinete en la sombra de losEstados Unidos.

    Dentro de este selecto grupo, Colin Powell parece moderado, noobstante su historial de oponerse a los recortes del gasto en defensa paraaumentar el gasto social, o de que los homosexuales participen en el

    ejrcito de su pas, por no hablar de su completa rendicin ante suscompaeros de gabinete ms radicales en lo relativo a la guerra contraIrak.

    De los mencionados, el anterior jefe del gabinete de defensa, RichardPerle, debi dejar su cargo como jefe, aunque sigue siendo parte dedicho gabinete, debido a que su asociacin con empresas que sonproveedoras de armamento al ejrcito norteamericano, y que han obte-nido contratos bajo circunstancias sospechosas, lo volva vulnerable. Pero

    l no es el nico. Bush ha dado a empresas amigas de su administracincontratos para la reconstruccin de la infraestructura petrolera y de otrotipo en Irak, de manera discrecional, sin que hubiera licitacin previa.El caso ms escandaloso es el de la empresa Halliburton, de laque Dick Cheney era, hasta pasar a desempear el cargo de vicepre-sidente del gobierno de Bush, el principal directivo.

    Lo anterior es muestra de que la falta de escrpulos de la derechasuele no conocer lmites, cuando de hacer negocios se trata. Adems de

    fantica, agresiva y violenta, suele ser corrupta. Por ahora el pueblonorteamericano, despus del trauma del 11 de septiembre de 2001 y dela euforia de sus victorias en Afganistn e Irak, no parece prestarledemasiada importancia a estos detalles. Por menos que eso, en otras

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    circunstancias ms normales, defenestraron a Richard Nixon. La pre-gunta obligada es la de cundo se aplacarn los nimos en Norteamrica,para que su sistema electoral funcione de nuevo como un sistema decontrapesos similar al que en el pasado le ha funcionado. La recientecada de popularidad de Bush en las encuestas parece indicar que lasaguas se apaciguan en Norteamrica. Al momento de escribir estaslneas (febrero de 2004), es difcil saber si Bush podr reelegirse, peroel que las encuestas entre los norteamericanos lo pongan en duda esun elemento esperanzador.

    Lo dicho respecto del dogmatismo y extremismo conservador de la

    administracin de Bush puede parecer una exageracin. Ojal lo fuera,pero no lo es. La resea de una reunin de conservadores hace pocoms de un ao en Arlington, Virginia, en la que Cheney, el vicepresi-dente de Estados Unidos, fue el orador principal, da muestra deltalante de estos grupos que han logrado infiltrarse a la administracindel gobierno norteamericano, especialmente con la llegada de Bush. Lareunin fue convocada por la Conferencia de Accin Poltica Conserva-dora, la CPAC por sus siglas en ingls. Segn esa resea (The

    Economist, Febrero 8-14, 2003), los asistentes a esta reunin, enca-bezada por el vicepresidente de Estados Unidos, manifestaron su odiocontra el establishmentliberal; los burcratas que gastan improductivamenteel dinero de la gente; los profesores liberales que corrompen a lajuventud con ideas marxistas y de cmo ser homosexual; y contra lospacifistas que quieren minar la voluntad nacional de autodefensa. Lasintervenciones llevaron ttulos como: Islam, religin de paz?; o Mi-tos, mentiras y terror: la creciente amenaza del ambientalismo radical.

    Llevaban camisetas con leyendas como Da una oportunidad a laguerra; portaban distintivos con consignas como la de Combate alcrimen: a balazos; o Muslim=Terrorista; entre otras gracejadas queaparentemente hicieron feliz a Cheney.

    Mucho se ha hablado del unilateralismo como amenaza a la convi-vencia de las naciones en el nuevo orden internacional. Pero hoy, con laactitud belicosa de Bush, hay otro aspecto que no hay que pasar poralto. El de una agenda derechista que Bush y sus colaboradores le

    quieren recetar no slo a Estados Unidos, sino al mundo. Como dicePacker (2003): Los conservadores de hoy no tienen un concepto delbien pblico, ellos ven a los americanos como inversionistas y consumi-dores, no como ciudadanos, pero, Entre otras cosas, el 11 de septiembre

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    record a los americanos que ellos necesitan un gobierno: dentro de lastorres, los empleados pblicos suban y los privados bajaban.

    El oponerse a la doctrina de la guerra preventiva tiene tambin, hoypor hoy, esa dimensin: la de oponerse a un grupo fundamentalista,radical, dogmtico y reaccionario. En su lenguaje mesinico y fanticoreligioso, los mensajes de Bush se parecen a los de cualquier ayatolafanatizado. Mientras el primero promete derrotar al eje del mal, losotros juran destruir al gran Satn. Bush conjura a Dios tras sus desig-nios, los fundamentalistas a Al. Por algo dicen que los extremos sejuntan. Por algo tambin el distanciamiento entre los gobernantes actua-

    les norteamericanos y sus ms liberales contrapartes en la Europa a laque el fantico de Donald Rumsfeld, no se cansa de llamar, despecti-vamente, la vieja Europa.

    7. LAS CONTRIBUCIONES DE BUSH

    Ese es el mundo ultraderechista de los neo-cons que han ideado ladoctrina del ataque preventivo (sin la sancin internacional, por supues-

    to). Bush no era miembro explcito de esa especie de cofrada. Perociertamente desde el 11 de septiembre del 2001 goza de sus simpatasincondicionales, en una relacin de sentimientos correspondidos. Bushmerece ser reconocido como el principal proponente y fundador dedicha doctrina. Ello no obstante de que no parece haberla adoptadodesde el principio de su administracin, y de que algunos elementos dela doctrina del ataque preventivo unilateral fueron adoptados desde laadministracin de Clinton, en un documento del Consejo de Seguridad

    Nacional; y de que, adems, el bombardeo ordenado por el mismoClinton contra instalaciones aparentemente para fabricar armas de des-truccin masiva en Irak, se efectu bajo la justificacin de esa doctrina.Pero ha sido Bush el que ha llevado esa doctrina claramente a laprctica, al ir a la guerra en Irak, en contra de la voluntad expresa dela mayora de los pases del mundo, con lo que explcitamenterechaz la doctrina tradicional de la guerra justa.

    Pero Bush no se qued ah, sino que ha puesto su grano de arena

    en la definicin conceptual de la nueva doctrina. En la medida que elataque preventivo contra Irak perdi credibilidad, al constatarse que,tuviera o no ese pas armas de destruccin masiva, stas nunca repre-sentaron un peligro inminente contra Estados Unidos, Bush enfil sus

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    bateras a justificar la guerra en la necesidad de destituir a un malvoloy demonaco tirano como Saddam Hussein, que abusaba de su propiopueblo (su lenguaje no se distingue en tono al de los fanticos religiososque combate). Lo extrao es que el mismo Bush lleg a la presidenciadel gobierno norteamericano bajo la promesa de no involucrar a su pasen pleitos en los que no estuviera en juego la seguridad de la nacin.

    Hasta antes del 11 de septiembre se mantuvo al margen de lamediacin en el conflicto entre palestinos y rabes, que tanto ocup ypreocup a su antecesor en la presidencia de Estados Unidos. Pero loms extrao es que los neo-cons, que ahora lo apoyan en todo lo que

    hace y dice, siempre haban rechazado y criticado el que EstadosUnidos se vieran involucrados en lo que llaman national building,trmino con el que designan a cualquier intervencin norteamericanapara deponer tiranos, proteger derechos humanos de extranjeros y otrascausas que no tengan que ver con la proteccin de los intereses norte-americanos directos. Pero as son de inconsistentes y convenencieras lasderechas en todo el mundo. Discuten como si creyeran en los principiosque dicen defender, pero los traicionan a la primera oportunidad cuando

    as conviene a sus intereses. En este caso, su verdadera intencin parecehaber sido mostrar la supremaca militar norteamericana y minar laautoridad de los organismos internacionales, a los que detestan, enespecial a las Naciones Unidas, y as lo dicen en cuanto panfleto alrespecto sus think tanksrelacionados publican.

    Los antecedentes lejanos y recientes de Estados Unidos apoyandotiranos o deponiendo gobiernos democrticamente electos cuando as haconvenido a sus intereses son tan frecuentes, que no es necesario men-

    cionarlos para mostrar que la justificacin de la guerra que se sac Bushde la manga, huele ms a cinismo que a una verdadera argumentacinpoltica y tica. Adems que deja en el aire la razn por la que seescogi a Irak y no a otros pases con igual o peor recordde violacina los derechos humanos en sus propios territorios. Quiz para simularalgo de esa falta de congruencia, ahora Estados Unidos se estninvolucrando ms en causas diversas en el mundo: en Palestina y enLiberia, por ejemplo. Pero si quisieran corregir las injusticias en el

    mundo, deponiendo por la fuerza a cuanto tirano existe, no les van aalcanzar ni su podero militar ni sus recursos econmicos.

    Otra contribucin directa de Bush al cuerpo de principios a losque con certeza se les pone su nombre: Doctrina Bush, es el de que su

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    gobierno se arrogue el derecho de calificar y castigar, como enemigos, atodos aquellos que no se pongan de su lado en cuanta confrontacin,militar o poltica, emprendan Estados Unidos; o peor aun, que apoyeno simpaticen con sus enemigos. Esta posicin la enunci claramentedesde la destruccin de las torres gemelas en Nueva York, cuandoamenaz con tratar como enemigos a los que se interpusieran en elcamino de su pas en la guerra contra el terrorismo.

    A nadie ha atacado militarmente Bush por el simple motivo desimpatizar con sus enemigos. Pero ha utilizado toda suerte de amena-zas y sanciones econmicas para intentar corregir a los que no entienden

    que elAmerican Wayes el nico camino correcto. Arriba mencion lassanciones a los que no firman acuerdos para minar a la Corte PenalInternacional, como ejemplo. A Mxico se le hizo saber que el trato deamigo cercano se termin, por no haberlo apoyado en el Consejode Seguridad de la ONU. Aunque la verdad sea que despus del iniciode su guerra contra el terrorismo, el asunto dej de ser conside-rado como prioritario, y que lo volveran a incluir en su agendacuando lo consideraran conveniente. (Recientemente, a principios del

    2004, Bush present un proyecto de ley al Congreso de EstadosUnidos, que ofrece la nacionalizacin a quienes lleven ms de tresaos trabajando en aquel pas y que ha halagado al gobierno mexi-cano, en su objetivo de mejorar las condiciones de los emigrantes deMxico hacia el pas del Norte; y ha ofrecido de nueva cuenta suamistad al presidente Vicente Fox).

    De esa manera, paso a pasito, lo que era, en la concepcin tericade los think tanksde derecha, una nueva doctrina de la intervencin

    militar, que justificaba el ataque preventivo sin consentimiento interna-cional y condenaba el national building, se convirti, bajo la inspiracinde Bush y bajo la accin de su gobierno, en una peligrosa posicin quesostiene:

    a) Son legtimas las guerras que emprenda Estados Unidos paraprevenir que gobiernos irresponsables, segn los califique el propioEstados Unidos, se hagan de armas de destruccin masiva.

    b) Son legtimas las guerras que emprenda Estados Unidos contraaquellos tiranos que incurran en su desagrado. Slo a este pascorresponde definir quines son los malos que merecen tal trata-miento.

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    c) Las guerras legtimas no requieren la sancin favorable de organis-mo internacional alguno, en especial, del Consejo de Seguridad delas Naciones Unidas, en los que algunos odiosos y envidiosos,como los franceses, tienen demasiada ingerencia.

    d) Estados Unidos considerar enemigos a los amigos, aunque seanocasionales, de sus enemigos; as como a los que lo obstaculicen ensus enfrentamientos contra sus enemigos. Las sanciones podrn irdesde la descortesa de no recibir a sus mandatarios en el ranchoprivado de Bush, hasta retirarles la ayuda militar o imponerlesalguna sancin econmica.

    Esta teora como tal no tiene mayor mrito intelectual, pero serun referente forzado para cualquiera que se dedique a estudiar el temade las guerras. Ella es, sin duda, una hazaa asombrosa para alguiencomo Bush, padre por adopcin de tal teora, y por mayora de mritoen su promocin en la prctica y en su enunciacin explcita enalgunos aspectos. Lo sorprendente es que el propio Bush reconoce suescasa preparacin intelectual. l mismo cuenta que pas por la

    Universidad de Yale como por una competencia de beber alcohol.Cuando se le pregunta si tambin consuma drogas, se niega a res-ponder, lo que equivale casi a un reconocimiento. Su aficin alcohlicacon exclusin casi de cualquier otro inters continu durante muchosaos, hasta que ya bastante mayorcito se encontr con un pastor deuna secta religiosa militante que lo reform. Desde entonces se dedica la poltica con un fervor religioso. Habla de poltica como quienpredica el Bien divino. Habla de sus enemigos como representantes

    del Mal (recurdese su categorizacin de Corea, Irn e Irak como eleje del Mal).Una cuestin un tanto paradjica es que Bush, con todo y su

    agresiva posicin a favor de la guerra, cuando en principio pudo, dejoven, haber participado en una, la rehuy, aparentemente. En efecto,parecen haber indicios de que cuando pudo haber sido reclutado comosoldado para la guerra de Vietnam, se inscribi en las guardias nacionalesde Texas y utiliz la influencia paterna, ya entonces un reconocido

    poltico republicano, para evitar ser enviado a ese conflicto. No slo eso. Niuno slo de los halcones guerreristas en su gabinete que le acompaanen su fanatismo a favor de la guerra, ha participado en guerra alguna.Como lo seal en su momento Fallows (2002: 536):

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    La figura militar ms experimentada del gabinete de Bush, ColinPowell, ha sido caracterizada como titubeante, por su obvia incomo-didad con una aventura que no apoyan la mayora de los aliados. Susinstintos ilustran la sociologa general del debate sobre Irak. Como regla,los ms insistentes promotores del ataque preventivo dentro del gobiernoy en la prensa, ni haban servido en el ejrcito ni vivido en pases rabes.Los militares veteranos estuvieron generalmente en contra de la gue-rra. Por ejemplo, Paul Wolfowitz, el secretario auxiliar de defensa y lderintelectual del partido de la guerra dentro del gobierno, era un estudiantede programas de postgrado durante los sesenta. En sentido opuesto,

    Richard Armitage, su escptico contraparte en el Departamento de Es-tado y aliado de Powell en su peticin de que se ejerza algo demoderacin, es un graduado de la Academia Naval, que sirvi tresperodos en Vietnam.

    No slo el ser evasores del servicio militar distingue a estos persona-jes, como Paul Wolfowitz, Donald Rumsfeld o Dick Cheney. No obstantesu limitada visin intelectual y analtica, su capacidad de porfiar los ha

    llevado con Bush a alturas que quiz ni ellos mismos sospechaban.Supieron estar en los lugares adecuados para hacer avanzar sus posicio-nes doctrinarias. Tienen un gran sentido de la poltica, en la connotacinmala de la palabra, o como se dice en Mxico, de la grilla. DiceLemann (2002: 287):

    Una razn por la que los halcones son tan interesantes es la deque parecen romper todas las reglas y salirse con la suya. El

    mundo de la poltica exterior se enorgullece de mantener un consensobipartidista, de manera que ubicarse fuera del consenso debiera, terica-mente, suprimir cualquier influencia. Pero los halcones han desafiadoel consenso por treinta aos, desde que se opusieron a la poltica dedetentecon la Unin Sovitica durante la administracin de Nixon, yahora tienen ms influencia que nunca. El presidente Bush, se supone,insiste en una absoluta fidelidad personal, y en que se guardeninternamente todos los debates, pero los halcones tienen objetivos que van

    ms all de la reeleccin; ellos anuncian o filtran posiciones antes queBush (Paul Wolfowitz, el secretario auxiliar de defensa, declar amenos de una semana despus del 11 de septiembre, que EstadosUnidos terminaran con los estados que apoyan el terrorismo), y su

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    crculo incluye gente que se port mal durante la campaa del 2000, comoWilliam Bristol, el editor del The Weekly Standard, que apoy a JohnMcCain. La actitud de Washington hacia los halcones parece ser dedesaprobacin mezclada con admiracin oculta. Tienen una actitudque usualmente vuelve imposible mantenerse en los puestos, y sin embargohan conquistado altas posiciones y las han mantenido. Su persistenciaoperacional y su arrojo intelectual les da una influencia desproporcio-nada el origen de casi todas las declaraciones doctrinales de Bush delltimo ao puede ser claramente relacionado con los halcones.

    Por supuesto que poder no es sinnimo de razn. La posicin delos neoconservadores tiene poco mrito intelectual, si es que tiene algu-no. Sus argumentaciones son ampliamente reconocidas en el medioacadmico norteamericano como poco slidas. Esta superficialidad noescapa incluso a algunos editorialistas. Recientemente David Frum yRichard Perle (2003), dos de los ms reconocidos idelogos de losneoconservadores, publicaron un libro en defensa de sus doctrinas. Valela pena reproducir algunos de los puntos hechos en uno de los comen-

    tarios, aparecido en un medio que siempre estuvo a favor de la guerraen Irak y contina defendiendo el concepto del ataque preventivo enar-bolado por la administracin de Bush (The Economist, 10-16 de juniode 2004):

    La ambicin no es un pecado en un libro. Ni tampoco, el cielo losabe, lo es la brevedad. Pero un libro de menos de 300 pginas que sepropone reorganizar el sistema norteamericano y el mundo entero, est

    condenado a saltarse detalles importantes. Las relaciones de Norteam-rica con las Naciones Unidas son tratadas en siete rpidas pginas; lasrelaciones con Rusia en menos de tres. Esto hace que el lector sepregunte si la audacia de la agenda neoconservadora est fincada comoellos mismos la ven- en un pensamiento claro, lenguaje plano y corajemoral, o si nace de un irresponsable desprecio por la complejidad, de laszonas grises o de la posibilidad de consecuencias no buscadas.

    Ciertamente este libro contiene un lenguaje directo. Ninguna con-templacin por parte del seor Perle y del seor Frum para con lasensibilidad de los musulmanes: Norteamrica, ellos alegan, est en guerracon una rama radical del Islam que busca destruir la civilizacin occiden-

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    tal. Este enemigo no consiste solamente de un pequeo grupo de cons-piradores, puesto que el pequeo grupo goza de una amplia simpatapopular y est apoyado por una diversidad de estados malportados,incluyendo aliados, en teora, de Norteamrica como Arabia Saudita.Aun concediendo que el cercano oriente puede ser complicado, los autoresno quieren complicaciones que nublen la gran pelcula. Los extremistasreligiosos y los militantes seglares; los sunnis y los shiitas; los comunistasy los fascistas en el Medio Este, estas categoras se mezclan unas conotras. Todas derraman del mismo manantial enorme de ira incendiaria. Ytodas tienen el mismo blanco: los Estados Unidos.

    Finalmente concluye la resea:

    George Bush ha sido acusado de dejar que su poltica exterior seamanejada por superhalcones como el seor Perle. Algo de superficialoptimismo acerca de la capacidad norteamericana para corregir todos losdesaguisados del mundo, por la fuerza si es necesario, ha influido en lapoltica. Y sin embargo este libro muestra los lmites de su influencia. Sus

    autores no parecen reconocer que el poder que Norteamrica tiene en-frenta restricciones. El seor Bush, despus de Irak, parece haberaprendido algo de esto. l, probablemente, no cree que la guerra contrael terror pueda ser el nico elemento organizador de la poltica norte-americana incluso al punto de determinar qu actitud tomar respecto delas relaciones de Inglaterra con Europa. El presidente encuentra conve-niente el posar como lder de una nacin completamente involucradadesde el 11 de septiembre en una guerra total anloga a la guerra contra

    Hitler. Los neoconservadores realmente lo creen.

    El que Bush haya asumido una actitud de alto riesgo, como fue lade entregar la poltica de defensa a un grupo de acelerados doctrinarios,ante las presiones que le significaron los ataques terroristas del 11 deseptiembre, puede deberse al menos parcialmente a la escasa legitimidadde su presidencia. Un gobernante con legitimidad limitada suele asumiractitudes de alto riesgo para justificarse ante su ciudadana. Es algo

    similar a lo que pasa a las empresas cuando enfrentan la probabilidadde quiebra, que tienden a asumir riesgos excesivos para intentar salvarsea como d lugar. Hasta hace poco, el presentarse ante los norteameri-canos como el presidente de la guerra, firme para defender la seguridad

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    de los ciudadanos amenazados por enemigos peligrosos, le haba rendidofrutos. Aunque como lo mencion, la estrategia parece debilitarse amedida que se avecinan las elecciones.

    Como quiera que sea, los acontecimientos y la agresiva respuesta deBush hicieron que a los norteamericanos se les olvidara el sospechosoorigen de su victoria en las elecciones del 2000. En efecto, su contrin-cante demcrata Al Gore obtuvo ms votos individuales que l. Pero enEstados Unidos la eleccin la gana quien tenga ms votos electorales,los cuales corresponden a los estados. Todos los votos electorales de unestado se van al que obtenga la mayora en las votaciones en ese esta-

    do, independientemente de si es una mayora unnime o de un solo voto.Pero el problema realmente serio fue el de que el resultado se definicon los votos electorales de la Florida, donde es gobernador Jeb Bush,el hermano de George W. El conteo de los votos en ese estado terminpor darle la victoria a Bush por 537 votos. La Suprema Corte deFlorida, dominada por demcratas, mand que se recontaran los votos.Ante la apelacin de los republicanos, la Suprema Corte de los EUA,dominada por los republicanos, revoc la decisin de la corte local, a

    pesar que el respeto a las decisiones locales ha sido una bandera de losjueces republicanos.Hoy sabemos que de haberse continuado con el recuento de votos en

    Florida, Al Gore, y no George Bush, sera el presidente de los EstadosUnidos. Dice Howard Zinn (2003: 468-9):

    La Suprema Corte se dividi de acuerdo a lneas ideolgicas. Loscinco jueces conservadores (Rehnquist, Scalia, Thomas, Kennedy,

    OConnor), a pesar de la usual posicin conservadora de no interferencia

    con los estados, revocaron la decisin de la Suprema Corte de Justicia deFlorida y prohibieron ms conteos de votos. Dijeron que el recuentoviolaba el requerimiento constitucional de proteccin igualitaria ante laley, porque haba diferentes estndares en diferentes condados de Floridapara el conteo de votos.

    Los cuatro jueces liberales (Stevens, Gisburg, Breyer, Souter) ar-

    gumentaron que la Corte no tena derecho de interferir con lasinterpretaciones de la ley estatal de la Suprema Corte de Justicia deFlorida. Breyer y Souter incluso argumentaron que si el problema era elde una falla en la uniformidad de estndares en el conteo, la solucin

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    era entonces que hubiera una nueva eleccin en Florida con estndaresuniformes.

    El hecho de que la Suprema Corte se hubiera negado a cualquierreconsideracin de las elecciones, signific que estaba decidida a que sucandidato favorito, Bush, se convirtiera en presidente. El ministro Stevenslo seal con algo de amargura, en su reporte minoritario: Aunqueposiblemente nunca sabremos con completa certeza la identidad del gana-dor de la eleccin presidencial de este ao, la identidad del perdedor esperfectamente clara. Es la confianza de la nacin en el juez como guar-

    din del estado de derecho.

    8. LA GUERRA EN IRAK SE LLEV ALGO MSQUE A SADDAM

    Despus de los ataques a las Torres Gemelas de Nueva York, elgobierno norteamericano ha introducido diversas reformas para incre-mentar la eficacia de sus fuerzas del orden contra el terrorismo, dentro

    del territorio de su pas. As, se introdujo la Ley Patriota (Patriot Act)y se adoptaron diversas reformas para permitir la detencin de ciudada-nos acusados de ligas con el terrorismo, sin acceso a un abogado y sinplazo para que se les acuse formalmente; o el espionaje telefnico o deotro tipo, sin que el afectado pueda alegar violacin a sus derechos. Estetipo de acciones ha sido aplicado a los detenidos en Guantnamo,quienes llevan dos aos recluidos sin acusacin formal alguna. Perotambin algunos civiles norteamericanos, detenidos en territorio estado-

    unidense, han sido sujetos a esos tratos.Los norteamericanos a lo largo de su historia han sido proclives alimitar las libertades y a perseguir a los disidentes cuando se sientenamenazados, por algo o alguien; sea o no real la supuesta amena-za. Alan Brinkley (2003) hace un recuento de los ltimos cien aos.Algunas de las acciones tomadas el siglo pasado atentaron fuertemen-te contra las libertades en un pas que se precia de ser el ms libredel mundo. Durante la Primera Guerra Mundial se emitieron la Ley de

    Sedicin y la Ley de Espionaje. Al amparo de estas disposicionesse prohibi del correo el material sedicioso, incluyendo cualquier cosaque criticara al gobierno. La Ley de Sedicin hizo una ofensa criminal decualquier lenguaje o accin que atacara al gobierno de Estados Unidos,

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    la bandera, o los uniformes del ejrcito o la marina. Bajo esta ley, elgobierno se dio a la tarea de suprimir asociaciones polticas y organiza-ciones laborales. Pero los principales objetivos de la persecucin fueronlos norteamericanos de ascendencia alemana.

    Despus de la guerra, lo que se conoci como el Miedo Rojo fuesupuestamente una reaccin a la amenaza bolchevique. El resultadofue que se persigui a sindicalistas y a intelectuales considerados deizquierda, esfuerzos en los que destacaron el procurador general MitchellPalmer y el entonces joven prometedor J. Edgar Hoover. En laSegunda Guerra, las reacciones no fueron muy distintas. En ese

    entonces destac el confinamiento de ciudadanos norteamericano deascendencia japonesa en campos de concentracin dentro de los Esta-dos Unidos. Despus vino el McCartismo para perseguir a los crticosdel sistema americano, en lo que fue una anticomunista cacera debrujas. Pero en los sesenta surgi un fuerte movimiento en defensa de losderechos civiles, que haba hecho que los viejos das de las liber-tades coartadas parecieran cosa del pasado. Si bien la Ley Patriticade Bush parece palidecer ante otros golpes a las libertades en Estados

    Unidos, su significancia proviene de que surge cuando esas violacionesa las libertades parecan cosas del pasado. Tambin de que como laguerra al terror no tiene una finalizacin clara, nadie sabe cundo esasrestricciones sern levantadas.

    Despus de los ataques terroristas, pocos dudan que el gobiernode Norteamrica tenga la justificacin para endurecer sus leyes yacciones contra el terrorismo. Lo criticable es la absoluta discreciona-lidad con que conduce su guerra contra el terrorismo, violando las

    garantas esenciales de sus propios ciudadanos y de los del resto delmundo. Adems, la guerra contra Irak ha puesto mayor presin contrala libertad de opinin de los norteamericanos, ahora tambin por partede sus propios conciudadanos, motivados por las campaas aleccionadorasde las empresas privadas de comunicacin, que as buscan congratu-larse con el gobierno. En lo que sigue dar algunos ejemplos de loscasos ms sonados.

    El primero es el de Natalie Maines, una simptica y agraciada

    jovencita norteamericana. Difcilmente alcanzaba los 20 aos de edadcuando sucedieron los hechos que narro. Hasta ese entonces el xito lesonrea como voz principal del grupo las Dixie Chicks, de msica tpicanorteamericana. Sus canciones, si bien algo picantes, difcilmente po-

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    dran acarrearle problemas polticos. Pero hete ah que cuando estaba apunto de estallar la guerra contra Irak, en un concierto fuera de EstadosUnidos se le ocurri decir que se avergonzaba de que Bush fuera supresidente, por haber determinado hacerle la guerra a un pas indefensocomo Irak. Quiz por su corta edad, pens que el paraso de lademocracia que sin duda le contaron en la escuela que era EstadosUnidos, era de verdad. Que no tendra por qu temer represalia algunapor expresar con libertad sus puntos de vista. Al fin de cuentas ella esamericana, y no la ciudadana de un pas bajo la frula de un strapatirano, como Irak antes de que los americanos lo salvaran, a fuerza de

    bombardeos y tanques de guerra, del dspota Hussein.Error craso. El establishmentse movi rpido para instrumentar unboicot contra esta traidora. A travs de los medios, en especial latelevisin, se orquest que los patriticos norteamericanos dejaran decomprar los subversivos discos de las Dixie Chicks. Rpidamente lasventas de la msica de este grupo se desplomaron, poniendo en peligrolo que hasta entonces haba sido un gran xito comercial. Haca unassemanas, estas peligrosas adolescentes haban ganado un Grammy, lo

    que se considera la mayor hazaa musical en el pas de las barras y lasestrellas. Es decir, cayeron las nias desde muy alto, por la ingenuidadde su lideresa, que crey que era ciudadana de un pas tolerante, quenunca le hara algo tan poco americano, como castigarla por la expre-sin de sus opiniones. Lo anterior me recuerda el boicot, en los 60, delos norteamericanos en contra de los Beatles, porque John Lennon dijoque eran ms famosos que Jess, y que los fren temporalmente en suentonces carrera arrolladora al mximo estrellato de la msica pop.

    Ojal las Chicks tambin lograran sobreponerse, pero no parece queser el caso.Este es slo un ejemplo de muchos. Las cadenas de televisin

    americanas, adems de presentar una visin pro Bush burdamente sesgadaen toda la cobertura de la guerra, se dedicaron a incitar a su pblicocontra quienes se expresaron en algn momento en contra. Entre ellos,diversos actores de cine y televisin, los que experimentaron, como lasChicks, un declive al menos temporal en sus carreras artsticas. A veces

    pareca que las televisoras competan en su encono contra la disidencia.Hubo casos extremos. Recuerdo a una reportera de la cadena Fox denoticias, con un claro aspecto de asitica que, quiz por eso, querademostrar que en su celo patritico y conservador podra ser tan radical

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    o ms que cualquier patritico y conservador norteamericano anglosajn.Para ello present una lista de quines a su juicio tendran que pagarlas consecuencias por no haber sido lo suficientemente solidarios conBush. Todo iba aparentemente bien, hasta que se le ocurri sealarentre los malditos nada menos que a Colin Powell, por haber estorbadocomo paloma que es, dijo, los esfuerzos de los preclaros patriotas, comoel secretario de defensa Donald Rumsfeld. El conductor del programa,que hasta entonces haba festejado todas las ocurrencias e incitacionesagresivas de su repo