La Empresa

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La empresa 1. Introducción 2. La empresa y la producción en el corto plazo 1. Introducción La empresa es la institución o agente económico que toma las decisiones sobre la utilización de factores de la producción para obtener los bienes y servicios que se ofrecen en el mercado . La actividad productiva consiste en la transformación de bienes intermedios (materias primas y productos semielaborados) en bienes finales, mediante el empleo de factores productivos (básicamente trabajo y capital ). Para poder desarrollar su actividad la empresa necesita disponer de una tecnología que especifique que tipo de factores productivos precisa y como se combinan. Asimismo, debe adoptar una organización y forma jurídica que le permita realizar contratos , captar recursos financieros, si no dispone de ellos, y ejerce sus derechos sobre los bienes que produce. La empresa es el instrumento universalmente empleado para producir y poner en manos del publico la mayor parte de los bienes y servicios existentes en la economía . Para tratar de alcanzar sus objetivos , la empresa obtiene del entono los factores que emplea en la producción, tales como materias primas, maquinaria y equipo, mano de obra, capital, etc… Dado un objetivo u objetivos prioritarios hay que definir la forma de alcanzarlos y adecuar los medios disponible al resultado deseado. Toda empresa engloba una amplia gama de personas e intereses ligados entre sí mediante relaciones contractuales que reflejan una promesa de colaboración. Desde esta perspectiva, la figura del empresario aparece como una pieza básica, pues es el elemento conciliador de los distintos intereses. El empresario es la persona que aporta el capital y realiza al mismo tiempo las funciones propias de la dirección : organizar, planificar y controlar. En muchos casos el origen de la empresa esta en una idea innovadora sobre los procesos y productos, de forma que el empresario actúa como agente difusor del desarrollo económico. En este caso se encuentran unidas en una única figura el empresario-administrador , el empresario que asume el riesgo y el empresario innovador. Esta situación es característica de las empresas familiares y, en general, de las empresas pequeñas.

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Definición de Empres y tipos de empresa

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La empresa1. Introducción2. La empresa y la producción en el corto plazo

 

1. Introducción

La empresa es la institución o agente económico que toma las decisiones sobre la utilización de factores de la producción para obtener los bienes y servicios que se ofrecen en el mercado. La actividad productiva consiste en la transformación de bienes intermedios (materias primas y productos semielaborados) en bienes finales, mediante el empleo de factores productivos (básicamente trabajo y capital).Para poder desarrollar su actividad la empresa necesita disponer de una tecnología que especifique que tipo de factores productivos precisa y como se combinan. Asimismo, debe adoptar una organización y forma jurídica que le permita realizar contratos, captar recursos financieros, si no dispone de ellos, y ejerce sus derechos sobre los bienes que produce.La empresa es el instrumento universalmente empleado para producir y poner en manos del publico la mayor parte de los bienes y servicios existentes en la economía. Para tratar de alcanzar sus objetivos, la empresa obtiene del entono los factores que emplea en la producción, tales como materias primas, maquinaria y equipo, mano de obra, capital, etc… Dado un objetivo u objetivos prioritarios hay que definir la forma de alcanzarlos y adecuar los medios disponible al resultado deseado. Toda empresa engloba una amplia gama de personas e intereses ligados entre sí mediante relaciones contractuales que reflejan una promesa de colaboración. Desde esta perspectiva, la figura del empresario aparece como una pieza básica, pues es el elemento conciliador de los distintos intereses.El empresario es la persona que aporta el capital y realiza al mismo tiempo las funciones propias de la dirección: organizar, planificar y controlar. En muchos casos el origen de la empresa esta en una idea innovadora sobre los procesos y productos, de forma que el empresario actúa como agente difusor del desarrollo económico. En este caso se encuentran unidas en una única figura el empresario-administrador, el empresario que asume el riesgo y el empresario innovador. Esta situación es característica de las empresas familiares y, en general, de las empresas pequeñas.Por otra parte, y a medida que surgen empresas de gran tamaño, se produce una separación, entre las funciones clásicas del empresario. Por un lado, esta la figura del inversionista, que asume los riesgos ligados a la promoción y la innovación mediante la aportación de capital. Por otro lado, se consolida el papel del directivo profesional, especializado en la gestión y administración de empresas. De esta forma, se produce una clara separación entre la propiedad y la gestión efectiva de la empresa.El empresario actual es un órgano individual o colegiado que toma las decisiones oportunas para la consecución de ciertos objetivos presentes en las empresas y de las circunstancias del entorno. El empresario, individual o colegiado, es el que coordina el entramado interno de la empresa con su entorno económico y social.

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2. La empresa y la producción en el corto plazo

La empresa y la producción

La empresa es la unidad económica de producción encargada de combinar los factores o recursos productivos, trabajo, capital y recursos naturales, para producir bienes y servicios que después se venden en el mercado.

Tipos de organización empresarial

Hay tres formas fundamentales de organización empresarial: la propiedad individual, la sociedad colectiva y la sociedad anónima. Una empresa de propiedad individual es aquella que es propiedad de un individuo, que lógicamente tiene pleno derecho a recibir los beneficios que genere el negocio y es totalmente responsable de las perdidas en que incurre.La propiedad individual es la forma más simple de establecer un negocio. Aunque la propiedad individual es simple y flexible, tiene serios inconvenientes, pues la capacidad financiera y de trabajo de una persona es limitada.Una empresa de propiedad colectiva es aquella cuyos propietarios son un número reducido de personas que participan conjuntamente en los beneficios.Las teorías de la organización se basan en análisis del comportamiento de los distintos individuos y colectivos que integran la empresa. En la gran empresa se observa una disociación entre la propiedad – en manos de los accionistas – y los que controlan efectivamente, el equipo directivo. Además, con frecuencia, el equipo directivo delega la gestión de algunas de las actividades de la empresa en unidades con poder autónomo de decisión, como son las divisiones. El comportamiento de la empresa se convierte en el resultado de las previsiones de grupos con poder ejecutivo y objetivos distintos. Bajo este modelo, la empresa no responde a un criterio único, sino que este será el resultado de un proceso de negociación desarrollado en el seno de la empresa.

Los mecanismos de control

La empresa crea mecanismos de control e incentivación de los gestores con autonomía directiva que aminora las perdidas por comportamientos inconscientes con sus objetivos. Entre los elementos que contribuyen a ejercitar el control destacan:

a. El control de resultados y la auditoria interna, esto es, la investigación periódica de las actividades desarrolladas por la empresa o sus divisiones con el objetivo de identificar las desviaciones respecto al comportamiento considerado optimo y, en su caso, penalizarlas.

b. El empleo de sistemas de incentivos, monetarios o de otro, tipo, que estimulen el logro de los objetivos globales de la empresa.

c. La competencia dentro de la empresa mediante la comparación de los resultados de las distintas divisiones.

d. El aprovechamiento de la información que, en las empresas privadas, provee el mercado de capitales a través de la cotización de las acciones.

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La toma de decisiones

En cualquier caso resulta interesante estudiar como se desarrolla el proceso de toma de decisiones en este tipo de modelos.

a. Niveles de alta dirección. La alta gerencia o dirección decide la distribución de los recursos entre los distintos departamentos y esto se lleva a la practica por el presupuesto.

A la hora de decidir, cuando se detecta un problema es cuando se analizan algunas alternativas. No se suelen llevar a cabo estudios coste-beneficio detallados o reglas marginalitas, sino que se establecen dos criterios simples:

1. el criterio financiero o presupuestario, que nos dice si hay fondos disponibles para la propuesta, y

2. el criterio de mejora de la situación de partida sin ningún tipo de duda.

La empresa únicamente se ocupa de un horizonte temporal a corto plazo. Frente a la incertidumbre que le plantean las acciones de sus competidores se supone que se alcanzara algún tipo de solución tácita. Esto es lo que se denomina un entorno negociado.Cada uno de los propietarios o socios es responsable de las perdidas en que incurra la empresa. Estas sociedades, al tener todos sus socios responsabilidad ilimitada y dado que la gente es reacia a exponer su fortuna personal, suelen reducirse a empresas personales o familiares, y por lo general pequeñas.

Cada vez que muere un socio, o renuncia, debe formarse una nueva sociedad. Asimismo, la admisión de un nuevo socio plantea ciertos problemas, ya que todos los socios deben estar de acuerdo, antes de que cualquiera de ellos pueda vender su parte a un tercero.

La sociedad anónima

En una sociedad anónima el capital esta dividido en pequeñas partes alícuotas llamadas acciones, lo que facilita la reunión de grandes capitales. Cada socio accionista tiene una responsabilidad limitada, en concreto solo responde del capital que ha aportado, pero no se responsabiliza de las deudas sociales de la empresa.

En estas sociedades hay una clara separación entre la propiedad, que es de los accionistas, y la dirección, que la tiene el Consejo de Administración, que suele contratar a técnicos especializados en las diversas áreas de la empresa.

La sociedad anónima no plantea problemas de continuidad. Al ser legalmente una "persona jurídica" cuando uno de sus accionistas muere, la sociedad sobrevive, pues las acciones se trasladan a sus herederos sin ocasionar ninguna perturbación. Asimismo, si uno de los accionistas decide salir del negocio, no tiene mas que vender sus acciones y no hay ninguna necesidad de reorganizar la compañía.

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La empresa y los beneficios

La función de producción es la relación que existe entre el producto obtenido y la combinación de factores que se utilizan en su obtención.

La función de producción nos dice que la cantidad de producto Q que una empresa puede obtener es función de las cantidades de factores utilizadas; digamos capital (K), trabajo (L), tierra (T) e iniciativa empresarial (H), de modo que:

Los beneficios se definen como la diferencia entre los ingresos y los costes. Los ingresos son las cantidades que obtiene la empresa por la venta de sus bienes o servicios durante un periodo determinado. Los costes son los gastos ligados a la producción de los bienes o servicios vendidos durante el periodo considerado.

Una primera explicación de por qué las empresas realmente pretenden alcanzar este objetivo sería que la competencia les obliga a comportarse tratando de minimizar los costes, lo que implica maximizar la diferencia entre los ingresos y los costes.

La función de producción

Dada una cantidad fija de factores, la cantidad de producto que se puede obtener depende del estado de la tecnología.

La relación entre la cantidad de factores productivos requerida: trabajo (L), capital (K), tierra y recursos naturales (T) e iniciativa empresarial (H) y la cantidad de producto (Q) que puede obtenerse se denomina función de producción. Analíticamente:

Hay miles de funciones de producción diferentes en la economía española. Al menos una para cada empresa y producto.

La función de producción y el corto plazo

Muchos de los factores que se emplean en la producción son bienes de capital, tales como maquinarias, edificios, etc.

El corto plazo es un periodo de tiempo a lo largo del cual no pueden variar algunos de los factores, a los que se denomina factores fijos. La empresa si puede ajustar los factores variables, incluso a corto plazo.

Para facilitar el análisis consideramos que estamos estudiando la evolución de la producción de trigo de una empresa agrícola y que tan solo pueden producirse variaciones en las cantidades utilizadas de trabajo permaneciendo constantes los demás factores productivos.

En el cuadro 7.1, en la primera columna, aparece la cantidad de trabajo que se emplea en la producción de trigo. La segunda columna muestra el producto o productividad total (PT), esta es, la cantidad de producción que se obtiene para diferentes niveles de trabajo.

Asimismo, la tercera columna recoge los valores del producto o productividad marginal del trabajo (PMaL), que se define como el aumento de producto que se obtiene cuando la cantidad de trabajo utilizada se incrementa en una unidad.

Como puede observarse, el producto total de trabajo arranca del origen de coordenadas, pues si se utilizan 0 unidades de trabajo, se obtiene 0 unidades de producto y es

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creciente. Aumenta de forma continua conforme se incrementa la cantidad empleada de trabajo, haciéndolo a un ritmo creciente hasta que se contrata el cuarto trabajador.

Como consecuencia de la forma de la curva del producto total, la curva del producto marginal inicialmente crece hasta alcanzar un máximo, al nivel del punto de inflexión de la curva del producto total, y después decrece.

La curva de producto total muestra la relación entre la cantidad de un factor variable (el trabajo) y la cantidad de producto obtenida. La curva de producto marginal de un factor variable (el trabajo) muestra el aumento en el producto obtenido utilizando una unidad adicional de ese factor.

La ley de los rendimientos decrecientes

La justificación del comportamiento observado en la figura 7.1 descansa en la llamada ley de los rendimientos decrecientes esbozada en el Capitulo 2, y que refiere a la cantidad de producto adicional que se obtiene cuando se añaden sucesivamente unidades adicionales iguales de un factor variable, a una cantidad fija de uno o varios factores.

La ley de los rendimientos decrecientes establece que el producto marginal de un factor variable de producción disminuye, traspasado un determinado nivel, al incrementarse la cantidad empleada de ese factor.

Esta ley constituye una importante regularidad técnica generalmente observada, pero no goza de validez universal. Es frecuente que solo se cumpla después de haber añadido un numero considerable de dosis iguales del factor variable.

El producto medio

La última columna del Cuadro 7.1 recoge el producto medio o productividad media (PMeL) del trabajo correspondiente a cada nivel de empleo de factor trabajo.El producto medio del trabajo es el cociente entre el nivel total de producción y la cantidad de trabajo utilizado.

En la literatura económica al producto medio del trabajo se le suele denominar productividad del trabajo, e indica el nivel de producción que se obtiene la empresa por unidad de trabajo empleado.

La representación grafica de los valores del producto medio (PMeL) contenidos en el cuadro 7.1 muestra que, al igual que el producto marginal (PMaL), el producto medio aumenta inicialmente cuando aumenta la cantidad de trabajo, y, a partir de un cierto nivel, en el ejemplo considerado el quinto trabajador, empieza a decrecer. El máximo producto o productividad media se denomina optimo técnico.

La relación entre el producto total, el producto medio y el producto marginal

Dado que el producto medio del trabajo se ha definido como la razón entre el producto total y la cantidad empleada de trabajo PMeL _q , Len términos geométricos equivale a la pendiente del radio vector trazado desde el origen de coordenadas a cada uno de los puntos de la curva de producto total. Esta pendiente en una primera fase aumenta hasta el nivel de aplicación del factor trabajo Lo, donde alcanza un máximo, y posteriormente disminuye.

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Por otro lado, el producto marginal del trabajo lo hemos definido como el aumento en el producto utilizado por unidad adicional de trabajo:

PMaL q L

Si el producto que una empresa lanza al mercado experimenta una demanda creciente, ésta deseara expandir la producción. De forma inmediata la empresa puede hacer que la mano de obra existente trabaje horas extraordinarias, y también puede incrementar el número de empleados contratados.

A largo plazo, pues, las empresas tienen la posibilidad de alterar, la cantidad de cualquiera de todos los factores que emplean en la producción.Las propiedades técnicas de la producción a largo plazo se establecen en torno al concepto de rendimientos de escala, y éste se aplica solo al caso en que todos los factores varien simultáneamente en la misma proporción.

Fijándonos en el comportamiento de la cantidad producida de un bien diremos que existen rendimientos o economías de escala crecientes cuando al variar la cantidad utilizada de todos los factores, en una determinada proporción, la cantidad obtenida del producto varia en una proporción mayor.

En el ejemplo considerado (Cuadro 7.2), las cantidades empleadas de capital y trabajo pasan respectivamente de 2 unidades y 16 unidades físicas al doble, es decir, 4 y 32, respectivamente, y la producción, de 1000 a 2200.

Asimismo, existen rendimientos constantes de escala cuando la cantidad utilizada de todos los factores y la cantidad obtenida de producto varían en la misma proporción. Finalmente, diremos que existen rendimientos de escala decrecientes cuando al variar la cantidad utilizada de todos los factores en una proporción determinada, la cantidad obtenida de producto varia en una proporción menor.

La eficiencia técnica

El conocimiento de la tecnología es un primer paso de esta elección, pues la empresa buscara la eficiencia técnica y desechara aquellas combinaciones de factores que, para obtener una cantidad de producto determinada, exijan el empleo de mayores cantidades de dichos factores.

Supongamos que se pueden emplear tres técnicas o métodos diferentes para obtener una unidad de producto empleado dos factores de producción, capital y trabajo. (Cuadro 7.3):

La técnica A emplea 2 unidades de capital y 16 de trabajo. La técnica B emplea 4 unidades de capital y 8 de trabajo. La técnica C emplea 3 unidades de capital y 17 de trabajo.

Un método de producción es técnicamente eficiente si la producción que se obtiene es la máxima posible con las cantidades de factores especificadas.

La eficiencia económica

Desde un punto de vista de eficiencia económica, la técnica o método de producción elegido será aquel que sea mas barato para un conjunto de precios de los factores. En el

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cuadro 7.4 se evalúan los costes de las dos técnicas o métodos de producción eficientes, el A y el B, bajo el supuesto de que el precio del capital sea 5000 pesetas al día por maquina y que el precio del trabajo sea de 1000 pesetas al día por trabajador.De acuerdo con estos precios de los factores, el coste total en que se incurre es inferior en el caso de la técnica A que en el de la B, por lo que la empresa optara por la primera. Nótese, sin embargo, que si varían los precios del capital y del trabajo el método elegido para producir puede variar. Así, por ejemplo, si ahora el precio del trabajo es 2000 pesetas por trabajador al día y el del capital no se altera, el método mas barato será el B, con un coste total de 36000 pesetas.

La sustitución en el empleo de unos factores por otros

El ejemplo que se ha considerado la incidencia del precio relativo de los factores en la utilización de los mismos. Así, cuando el precio del trabajo es de 1000 pesetas y el del capital de 5000 pesetas al día, el método de producción que resulta ser económicamente eficiente es el A.

El método de la producción económicamente eficiente minimiza el coste de oportunidad de los factores utilizados para obtener un nivel de producción dado.

 

 

 

 

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Universidad César VallejoFacultad de Ingeniería

Escuela de ingeniería Agroindustrial

¿QUÉ ES UNA EMPRESA Y QUIÉN ES EMPRESARIO?

Conferencia dado en la ciudad de Guatemala

Autor: Rafael Termes

El título que he escogido para la plática que se me ha invitado a pronunciar ante ustedes, alumnos de la muy estimada UFM, invitación que sinceramente agradezco, pregunta ¿qué es una empresa y quién es empresario? Empezaré, pues, directamente, respondiendo a ambas preguntas, que, por otra parte, es imposible disociar. Para mí, empresa económica o mercantil es una comunidad de personas que, aportando unas capital y otras trabajo, se proponen, bajo la dirección del empresario, el logro de un objetivo que constituye el fin de la empresa. Este objetivo, para que la empresa se justifique económica y moralmente, debe ser bifronte: por un lado, añadir valor económico, es decir, generar rentas, crear riqueza para todos los participantes en la empresa y, por otro lado, prestar verdadero servicio a la sociedad en la que la empresa se halla ubicada. Sin estas dos condiciones -prestar servicio y crear riqueza- la empresa mercantil no se justifica. Precisemos los términos. Por un lado, prestar servicio, en el sentido de verdadero servicio, es decir, un servicio que contribuya al bien común; si no es así, la empresa no se justifica moralmente. De aquí que haya empresas que, a pesar de crear riqueza, no se justifican moralmente por la naturaleza dañina, material o espiritualmente, de la actividad a que se dedican. Por otro lado, crear riqueza, añadir valor económico, es decir, generar rentas para los que integran la empresa como aportantes de capital, trabajo y dirección. Por eso hay empresas que, aun cuando la naturaleza de su actividad sea irreprochable desde el punto de vista moral, no se justifican económicamente al no llegar a generar rentas suficientes para remunerar satisfactoriamente tanto el trabajo como el capital empleados.Veamos con algún detalle lo que se refiere a la renta generada. Si del importe de las ventas netas deducimos el coste de las primeras materias más los costes incurridos en su transformación, prescindiendo de los gastos de personal, de las amortizaciones que son gastos sin desembolso y de los intereses y otros costes financieros inherentes a las deudas, habremos obtenido lo que, grosso modo, podemos llamar valor económico añadido por la actividad empresarial. Este valor económico añadido, la renta generada, se divide en partes, recibiendo, según sea el adjudicatario, un nombre distinto cada parte. La parte que va a remunerar el trabajo se llama salario; la parte que va a remunerar los fondos de terceros se llama interés; la parte que va al Estado se llama impuesto; la parte que va a los titulares del capital de riesgo, es decir, simplificadamente, a los accionistas, se llama beneficio.Detraída del valor económico añadido la renta bruta para el trabajo, compuesta de los salarios convenidos más los gastos e impuestos inherentes, hay que detraer también la parte que corresponde a los suministradores de capitales de deuda, a todos los plazos, es decir, los costes financieros, de conformidad con los tipos de interés contratados. Lo que queda hay que repartirlo entre amortizaciones, impuesto sobre el beneficio y beneficio neto para los accionistas.

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Ahora bien, el resultado después de impuestos que la empresa obtiene para sus accionistas puede serles totalmente repartido, totalmente retenido o parcialmente repartido y parcialmente retenido. La porción retenida en forma de reservas pertenece evidentemente al accionista, pero éste no tiene ningún acceso a la misma. El importe de las reservas acumuladas a lo largo de los sucesivos ejercicios se añade al valor nominal de las acciones, y a las reservas por primas de emisión si las hubiera, constituyendo el valor contable de los fondos propios o patrimonio de los accionistas de la empresa.Si un accionista quiere entrar en posesión de este patrimonio no tiene otro camino que vender las acciones que lo representan; es decir, buscar a alguien que le sustituya, en todo o en parte, en el capital de la empresa. La venta podrá tener lugar mediante una transacción privada, a un precio libremente convenido entre vendedor y comprador o al precio de Bolsa si las acciones cotizan. Pero rara vez el precio de venta coincidirá con el valor contable de los fondos propios.De aquí que el valor contable tiene escaso, por no decir nulo, significado para el accionista de una compañía; lo que verdaderamente le interesa es el valor de mercado. Por lo tanto, si la preocupación de la empresa debe ser dar equilibrada satisfacción a todos sus componentes y, a fin de cuentas, a los accionistas, que han adquirido las acciones sin ningún compromiso por parte de la empresa, pero con unas determinadas expectativas de rendimiento, podemos concluir que el objetivo financiero de la empresa, supeditado al fin general antes definido, es lograr el mayor valor de mercado posible para el patrimonio de los accionistas. Es decir, lograr, mediante comportamientos que, en todo caso, respeten las normas éticas, el mayor valor posible de las acciones.Quisiera detenerme en las dos últimas cosas que, sintéticamente, acabo de decir.Primera, que, si bien el objetivo financiero puede cifrarse en la maximización del valor de las acciones, este objetivo financiero debe estar supeditado al objetivo general de la empresa que, como dije al empezar, es generar riqueza, no de cualquier modo, sino prestando verdadero servicio a la sociedad. Segunda, que la maximización del valor de las acciones hay que lograrlo mediante comportamientos que siempre, en todo lugar y momento, respeten las normas éticas.Esto viene a cuento porque, en los últimos tiempos, ciertos analistas financieros y consultores empresariales han inventado y vendido una teoría según la cual el único fin de la empresa es crear valor para el accionista, es decir, maximizar el precio de mercado de la acción. Esta teoría, de acuerdo con lo que vengo diciendo, es falsa. Pero ha servido para que gestores, desprovistos de criterios morales, han prácticamente ignorado que el valor de mercado de una acción no puede ser otro que el valor actual del flujo de beneficios esperados, a lo largo de un horizonte dilatado, descontado al coste de capital, que viene determinado por la rentabilidad que los accionistas esperan obtener de su inversión que, lógicamente, supone añadir una prima de riesgo a la rentabilidad sin riesgo, tipificada en la propia de los títulos de deuda del Estado. Y, en contra de este fundamental aserto, estos gestores sin escrúpulos se han dedicado a manipular resultados y expectativas, no sin la connivencia de ciertos bancos de inversión y analistas financieros, a fin de lograr una cotización ficticia de la acción.Máxime si su retribución, o parte de la misma, dependía del valor que alcanzasen las acciones, de acuerdo con los planes de “stock options”, que siendo, en sí mismo, un correcto modo de lograr que el propósito de los gestores coincidiera con el interés de los accionistas, ha sido deformado, dando lugar a toda clase de escandalosos abusos.Hecha esta precisión de carácter ético vuelvo al hilo del discurso para decir que de la definición de empresa que antes dí se siguen dos importantes consecuencias. La primera es que la empresa no puede confundirse con el empresario ya que éste es sólo una parte del todo que es la empresa, aunque pueda pensarse que es la más importante. La segunda consecuencia es que la empresa tampoco puede confundirse con el capital,

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cualquiera que sea la forma jurídica que el capital adopte. El capitalista individual, la sociedad regular colectiva, la sociedad comanditaria, la sociedad limitada o la sociedad anónima no son la empresa; no son más que distintas manera de constituir y ostentar la titularidad del capital que, en cualquier caso, sólo es una parte de la empresa.Capital, trabajo y empresario son, pues, los tres elementos necesarios para que haya empresa. Tanto si se trata de la más elemental empresa artesanal como si se trata de la mayor empresa multinacional. Pero, ni el capital ni el trabajo ni el empresario son la empresa; la empresa es una realidad superior que comprende los tres elementos dichos, aunque en muchas legislaciones, la empresa, como tal, no tenga personalidad jurídica reconocida.La división entre capitalistas, trabajadores y empresario, de acuerdo con las respectivas aportaciones a la empresa, es, es la mayoría de los casos, una distinción de razón ya que, en la práctica, las condiciones se mezclan. Hay trabajadores que son al mismo tiempo accionistas; y aunque puede haber empresarios que no tengan capital invertido a riesgo en la empresa, en muchos casos el empresario es también accionista. Por otra parte, tampoco el trabajo es una característica exclusiva de las personas que prioritariamente llamamos trabajadores, ya que el empresario trabaja, y por lo general mucho, en la labor de dirección.Sin embargo, esta distinción entre capitalistas, trabajadores y empresario, aunque sea de razón, puede ser útil para intentar responder a la segunda parte del título de la plática: ¿quién es empresario? Dejando aparte, por muy poco significativas, las definiciones de “empresario” y “emprendedor” que podemos encontrar en los diccionarios de la lengua, creo que es interesante retener la definición de empresario que en 1973 dio Israel Kirzner.“Empresario, dice Kirzner, es aquella persona que está lo suficientemente alerta para detectar oportunidades hasta entonces no descubiertas y dispuesto a aprovecharlas para obtener la recompensa”. Esta definición no es meramente académica. Para Kirzner, y para todos los que en la vida práctica están en su línea de pensamiento, el empresario descubre la oportunidad de beneficio de la misma manera que un viandante descubre un billete de mil dólares abandonado al margen de la acera. Muchas personas pasaron antes al lado del billete y ninguno lo vio; sólo uno lo descubrió y, al apropiárselo, de acuerdo con la máxima popular “quien lo descubre se lo queda”, obtuvo la recompensa del descubrimiento. La analogía utilizada para amparar la definición de empresario dada por Kirzner, es preciso interpretarla adecuadamente. De ella no hay que deducir, bien al contrario, que la actividad empresarial esté al servicio de una economía de suma cero; en el sentido de lo que gana uno -el que descubre el billete- es a expensas de lo que pierde el otro- en este caso, el que extravió el billete. El énfasis de la figura hay que ponerlo en la comparación entre el que “descubrió” el billete y los muchos que pasaron a su lado y no lo “descubrieron”.De ello se deduce que, entre los componentes de la empresa a que antes me refería - capital, trabajo y empresario- empresario es el que aporta la función de “inventar”, que viene del verbo latino “invenire”, que significa hallar, encontrar, descubrir, las oportunidades de beneficio, con independencia de que participe o no en el capital de la empresa. Es por tanto erróneo decir que sólo es empresario el que compromete sus recursos en la empresa. Puede haber y hay empresarios que no son capitalistas; pero no hay ninguno, de verdad, que no sea “inventor” en el sentido que queda dicho. Sólo el que posee la facultad de “descubrir” las oportunidades de beneficio puede ser emp resario. El empresario nace, no se hace. Quizás en ninguna otra materia se pone más de manifiesto la verdad del viejo aforismo: “quod natura non dat, Salmantica non praestat”. No es nada extraño, en efecto, que un licenciado que acude a una escuela de negocios para cursar un master en dirección de empresas, aportando un expediente lleno de sobresalientes y matrículas de honor, se vea rechazado tras la entrevista personal que sirvió para detectar

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que el candidato no reunía las capacidades innatas que determinan la condición de empresario. Lo cual no obsta para aceptar, por otro lado, que las capacidades o aptitudes que el empresario nato posee, son desarrollables y perfeccionables, mediante la formación empresarial.La concepción de la empresarialidad como la facultad de descubrir pone además de manifiesto que el ejercicio de la función empresarial no supone ningún coste, en el sentido de que el descubrimiento, en sí mismo, no requiere el empleo de recursos. Sin embargo, más adelante, en su obra de 1989, traducida al castellano con el título “Creatividad, capitalismo y justicia distributiva”, utilizando el ejemplo de un tal Jones, atrapado en un profundo hoyo donde da la casualidad que hay una buena cantidad de tablones de madera, clavos viejos y un martillo, que le sirvieron para hacer una escalera con la que salir del apuro, Kirzner distingue entre “descubrimiento” - la manera de salir del hoyo- que, efectivamente, no requiere empleo de recursos, y “producción deliberada” - la construcción de la escalera- que utiliza los recursos para explotar el descubrimiento. Y distingue también entre “búsqueda” y “descubrimiento” resultado de la búsqueda. Jones, en vez de maldecir su mala suerte y quedarse quieto en el hoyo esperando que alguien -¿el Estado providente?- viniera a sacarle de él, se dedica a hurgar dentro del hoyo, “buscando” la manera de salir. Cuando ve los tablones y herramientas, “descubre” la solución y se pone manos a la obra para “producir” la escalera que le proporciona el “beneficio” de salir al aire libre.Antes dije que la empresa es una comunidad de personas, porque personas son las que aportan capital, trabajo y espíritu empresarial. Pero la empresa está, además, en relación con otras personas, ya que personas son los proveedores y los clientes, y personas son las que constituyen el entorno en el que la empresa se desenvuelve. Y todas estas personas, las de dentro y las de fuera, deben ser tratadas de acuerdo con la dignidad que les es propia, como seres racionales y libres. Lo cual quiere decir que la misión esencial del empresario, en cada momento y circunstancia, es conducir a los hombres que integran la empresa al logro del objetivo empresarial, en términos de servicio a prestar y en términos de renta a generar, al tiempo que, guiado por la prudencia, procura que sus decisiones contribuyan al desarrollo integral de las personas que forman la comunidad empresarial, sin dañar a las que desde el exterior están en contacto con la empresa.Ahora bien, toda decisión de un directivo empresarial, como acto humano que es, tiene tres valores: económico, psicológico y ético. Dichos valores corresponden, respectivamente, al valor de lo que hace el sujeto en cuanto con ello él y otras personas pueden satisfacer sus necesidades (valor económico); al aprendizaje para hacer cosas que el decisor, o las personas a las que la decisión afecta, adquieren al realizar la acción (valor psicológico); y, por último, al cambio que se produce en el interior de las personas, en función de la naturaleza de los actos realizados y de la intención que les animó a realizarlos (valor ético).El valor económico de los actos del sujeto tiene su origen y explicación en la satisfacción de las necesidades humanas y, en función de la utilidad que los bienes o servicios producidos por tales actos proporcionan, se refleja, más o menos perfectamente, en los precios de mercado de dichos bienes y servicios. El valor psicológico y el valor ético de los actos humanos son valores subjetivos, es decir, expresan realidades que se producen en el interior de las personas y, en consecuencia, no pueden ser objeto del mercado. La confianza, el afecto, la sinceridad, la lealtad, la honradez, etc. no podrán ser nunca materia de compraventa, pero la influencia de estas cualidades personales es decisiva para la generación de valor económico real. Por ello, la correcta actuación del dirigente empresarial exige que el decisor, después de analizar la factibilidad de las alternativas, a la luz de su valor económico, expresado por los indicadores del mercado, elija en función,

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además, del valor que las alternativas en juego tengan para el desarrollo integral de las personas, incluyendo la del propio decisor.Elegir en función no sólo del valor económico sino además del valor psicológico y ético de los actos humanos, puede suponer un coste de oportunidad; es decir, el decisor renuncia a un cierto beneficio a corto plazo que otra alternativa podía haberle aportado. Sin embargo, al hacerlo, el decisor es consciente de que ha elegido la mejor alternativa para los demás y para él mismo, en orden al desarrollo integral de las personas. La experiencia y también la razón nos dicen que, a la larga, los beneficiosos efectos psicológicos y éticos de la decisión tomada, en todas las personas que forman la empresa o están en contacto con ella, conducirán a mejores resultados también económicos. Así lo testifican multitud de profesionales y empresarios que saben renunciar al enriquecimiento rápido o al beneficio inmediato en aras de la rentabilidad sostenida a largo plazo, que es la garantía de la continuidad, el desarrollo y la expansión de la empresa entendida como comunidad de personas.Supuesto todo lo que acabo de exponer, me parece conveniente, para acabar, referirme a los modelos de dirección de emp resas y a su bondad en orden al logro del objetivo empresarial.En 1878, cien años después del inicio de la revolución industrial, Frederich Winslow Taylor, uno de los profetas de los tiempos modernos, cuya biblia, según se ha dicho, era el cronómetro, da en la industria del acero los primeros pasos de lo que se llamaría la “administración científica”, cuyo valor cultural clave es la competición. La obsesión de Taylor por el salario basado en la tarea y la prima, pone de manifiesto que este paradigma de organización, que con razón puede llamarse “mecanicista”, supone que las personas actúan exclusivamente por motivaciones extrínsecas, es decir, por la retribución, en dinero o su equivalente, que la realización de la acción le ha de proporcionar, desde el exterior de ellas mismas. Son evidentes las deficiencias de este modelo mecanicista de organización y, sin embargo, hubo que esperar al final de la segunda guerra mundial para que la teoría de las relaciones humanas, iniciada hacia 1930, intentara poner fin a los fallos de la lógica de la eficacia tayloriana, introduciendo el análisis sociológico y psicológico de lo que se empezaba a denominar “factor humano”, al objeto de insertar a los trabajadores en el proyecto empresarial común, mediante las llamadas “relaciones industriales”, que en aquel período se pusieron de moda. Uno de los adelantados de este momento fue Elton Mayo, psicólogo australiano, quien en 1923 entró en la Western Electric Company de Cicero (Illinois) donde empezó sus experimentos sobre la materia.Parece claro que la escuela de las “relaciones humanas” había descubierto, por así decir, la motivación intrínseca del obrar humano, entendiendo por tal aquel tipo de fuerza que atrae a una persona para que realice una acción determinada a causa de las consecuencias que se seguirán en él por el puro hecho natural de ser el ejecutor de la acción. Dichas consecuencias pueden abarcar desde el agrado que le proporciona la realización de algo que le gusta hacer, hasta la satisfacción ligada al logro de un cierto aprendizaje, para cuya obtención es necesaria la reiteración de la acción. Con la entrada de la psicología y la sociología en el mundo de la empresa, la escuela de las relaciones humanas había introducido el “paradigma psicosociológico” de dirección, que supone que los seres humanos actúan tanto por motivaciones extrínsecas como por motivaciones intrínsecas.Es cierto que el “paradigma mecanicista” puede proporcionar, por lo menos durante un tiempo, “eficacia” en la empresa, y no lo es menos que el “paradigma psicosociológico” puede proporcionar “atractividad” para que las personas se adhieran a la organización. Pero para que las personas en la organización no sólo realicen con eficiencia y satisfacción sus cometidos, sino que participen, más aún, cooperen de propia iniciativa a los fines corporativos, es necesario otro paso. Es necesario lo que mi desaparecido

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colega del IESE, el Profesor Juan Antonio Pérez López, llamaba “unidad”. Unidad es la dimensión que expresa la medida en que la adhesión a la organización es debida específicamente a la motivación trascendente de los individuos, llamando motivación trascendente al tipo de fuerza que lleva a actuar a las personas por las consecuencias de sus acciones para otras personas; dicho en forma sencilla, por afán de servicio. Admitido que el fin de la empresa es servir, resulta fácil concluir que, si todas las personas de la empresa se mueven precisamente por afán de servir, se producirá la identificación de estas personas con el objetivo final de la empresa; es decir, se producirá la “unidad” de pensamientos y actuaciones que asegurará el éxito de la empresa.Ahora bien; aunque, en orden a la “unidad”, sea tan importante que las personas desarrollen su disposición a prestar servicio, es evidente que el hecho de que una persona actúe por motivaciones trascendentes no excluye que, simultáneamente, existan en la misma persona otros impulsos, intrínsecos y extrínsecos, que determinen su manera de obrar. El convencimiento de que en las personas existen estas tres clases de motivaciones es lo que da paso al “modelo antropológico” de dirección de empresas, que puede llamarse así porque parte, precisamente, de la verdad sobre el hombre y sus motivos para actuar de una u otra forma. El “paradigma antropológico” es el único completo, porque tiene en cuenta las tres clases de motivaciones humanas, extrínsecas, intrínsecas y trascendentes, y, además, es el único que, sin merma de los objetivos instrumentales o subordinados, puede conducir al logro del verdadero objetivo final de la empresa, que, al tiempo que crea valor, se propone servir.

Ciudad de Guatemala, 4 de septiembre de 2003