La Espiritualidad Mariana de La Orden Carmelita

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    LA ESPIRITUALIDAD MARIANA DE LA ORDEN CARMELITA

    Una de las notas caractersticas de la espiritualidad del Carmelo es la presencia dela Virgen Mara en nuestra vida, la comunin con su persona, la imitacin de sus

    virtudes, el culto de especial veneracin. El Carmelo, segn una expresinmedieval, es "todo de Mara".

    No se trata pues de una nota marginal del carisma, sino de una de las expresionesms ntimas y ms queridas de nuestra tradicin.

    El c. 3 de las Constituciones ofrece una novedad importante en la legislacin de lasCarmelitas Descalzas. Por vez primera en la legislacin de la Orden un tema detanta raigambre espiritual como es el espritu mariano encuentra un puesto derelieve e informa, con breves y sintticas pinceladas, el sentido global de laconsagracin religiosa y de la vida contemplativa de las Carmelitas Descalzas. Nocabe duda que aunque la conciencia del espritu mariano de la Orden ha sido

    siempre viva en el Carmelo, la riqueza doctrinal del Concilio Vaticano II acerca delmisterio de Mara en el misterio de Cristo y de la Iglesia, y las orientaciones dealgunos documentos postconciliares, especialmente la Exhortacin de Pablo VIMarialis Cultus, han ofrecido a los textos legislativos la posibilidad de realizar untratamiento adecuado de uno de los puntos bsicos de nuestra espiritualidad.

    El capitulo 3, aunque con brevedad, nos ofrece una preciosa sntesis de historia yde espiritualidad marianas, traza las pautas de una consagracin religiosa que tieneque ser, segn la ms pura tradicin del Carmelo, "marieforme", a imitacin deMara; indica en la meditacin de la palabra de Dios el punto de convergencia entreuna espiritualidad carmelitana y una imitacin de la Virgen Mara que "meditabatodas estas cosas en su corazn" (Cfr. Lc 2, 19,51). Esta experiencia vital e

    ininterrumpida de amor y de veneracin hacia nuestra Seora se concentra en lacelebracin litrgica, en la devocin personal y comunitaria, en esa especialdedicacin al servicio y culto de la Virgen que caracteriza el Carmelo.

    Sintetiza muy bien los motivos y aspectos de esta vida mariana el n. 53 de lasConstituciones. Podemos resaltar estas palabras claves, cuyo contenido va a serdesarrollado desde el punto de vista de la historia, de la espiritualidad y del culto, alo largo de este comentario.

    "Las Carmelitas Descalzas, llamadas a formar parte de la orden de laBienaventurada Virgen Mara del Monte Carmelo, pertenecen a una familiaconsagrada especialmente a su amor y culto, y camina hacia la plenitud evanglica

    en comunin con la Santa Madre de Dios."

    En el ttulo de la Orden con su explcita alusin a la Virgen se encuentra el sentidopleno de nuestra identidad en la Iglesia como Orden vinculada a Mara. "El Carmeloes totalmente mariano" (Len XIII), como reconoce la Iglesia.

    La presencia de la Virgen en nuestras comunidades acrecienta el sentido de"familia", por la constante y comn referencia a la Virgen como presencia maternaen medio de sus hijos e hijas; la dedicacin a su amor y a su culto, como especialconsagracin, determina la intensidad del culto mariano, dentro de la ms puratradicin litrgica y espiritual de la Iglesia, renovada actualmente por lasorientaciones del Concilio Vaticano II.

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    La consagracin religiosa y la vida cristiana vivida en el Carmelo tienen como meta,segn la espiritualidad de la Orden, la perfeccin de la caridad, del amor de Dios ydel prjimo; la tensin hacia la santidad que caracteriza nuestra vida tiene en laVirgen Mara no slo el modelo mas alto sino tambin la compaa mas eficaz;nuestra vida consagrada al servicio de Cristo y de la Iglesia tiene en el amor de laVirgen su ejemplo mas aleccionador; adems, la doctrina y la experiencia espiritual

    de nuestros Santos, indican que Mara es la Madre que acompaa nuestro caminode vida espiritual para que lleguemos, de su mano, "hasta la cima el Monte de laperfeccin que es Cristo".

    El sello mariano, connatural a nuestra historia y a nuestra espiritualidad, debemanifestarse en una vida que refleje en los hijos e hijas la presencia viva de laMadre, que imprima carcter de hondura espiritual, de sencillez personal ycomunitaria, de armona y caridad al ambiente de nuestras comunidades, por undeseo de imitar las actitudes ms caractersticas de la vida de la Virgen que PabloVI, en una bella pgina ha resumido en la Marialis Cultus n. 57.

    Entre las virtudes caractersticas de la Virgen Mara que pueden marcar la vida de la

    carmelita descalza se mencionan la oracin y la contemplacion que en Mara conactitudes permanentes de meditacin de la Escritura, de memoria de las maravillasde Dios en su historia personal y en la de su pueblo, de atenta comunin con losmisterios de su Hijo, como resalta toda la tradicin mariana del Carmelo Teresiano.Hasta llegar a la ms perfecta identificacin con los sentimientos y con la obrasalvfica de Cristo y de su Espritu.

    Se recuerda adems la dedicacin eclesial de nuestra vocacin contemplativa queen Mara tiene el modelo ms excelso, tanto por su total consagracin a la misinmaternal hacia la Iglesia - en su vida terrena y ahora en el cielo - como por elcarcter escondido y fecundo de este servicio de oracin y comunin con Cristo enfavor de la Iglesia, de ferviente intercesin por la salvacin de todos los hombres y

    por una invocacin constante, como en un perenne Pentecosts, del envo delEspritu Santo sobre la Iglesia.

    Se sugiere, finalmente, que la misma abnegacin evanglica debe tener un carctermariano, recordando con estas palabras que la Virgen, por su cualidad de primeradiscpula del Seor es el modelo de la abnegacin evanglica con el ejerciciocaracterstico de las actitudes del discpulo de Jess, tan subrayadas por laespiritualidad mariana de los Santos del Carmelo: la humildad, la obediencia a lavoluntad del Padre, la pobreza, el olvido de s, el servicio desinteresado, lacomunin intensa en los padecimientos de Cristo en favor de su Cuerpo que es laIglesia.

    Es una abnegacin evanglica que en Mara aparece centrada en lo esencial, en lointerior, por ser Inmaculada y Santa; y en nosotros, sin desviarnos de lo esencial,requiere tambin la mortificacin voluntaria, la austeridad; as como la negacin detodo aquello que pudiera oscurecer el sentido totalmente mariano de nuestra vidaque tiende a la pureza del corazn, como se refleja en la Virgen Madre y Esposa.

    Con estos rasgos doctrinales enunciados por las Constituciones, y que encuentranfcilmente eco en la fecunda tradicin espiritual de la Orden queda enunciado enlneas generales el sentido de nuestra vocacin carmelitana en lo esencial. Es decir,en esa nota mariana que ha permanecido ntegra a travs de las historia de nuestrafamilia religiosa y que se ha ido enriqueciendo, especialmente a travs de lostestigos ms eximios de nuestra vocacin.

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    I. LA ESPIRITUALIDAD MARIANA DE LA ORDEN

    El n. 54 de las Constituciones ofrece en el texto y en las notas una sntesis de laespiritualidad mariana de la Orden tanto en sus orgenes como en la experiencia deSanta Teresa y de San Juan de la Cruz.

    Se trata de un texto legislativo sobrio y denso pero que traza las lneas maestras dela historia y de la espiritualidad mariana del Carmelo. Un texto del que vamos aresaltar los valores ms importantes.

    1. En los orgenes de nuestra devocin mariana

    Hay tres palabras claves que sintetizan los orgenes de nuestra relacin carismticacon la Virgen Mara: el lugar del Monte Carmelo, el nombre o ttulo mariano de laOrden, la explcita mencin de la dedicacin de la Orden del Carmelo al servicio denuestra Seora.

    a) El lugar: una capilla en honor de la Virgen Mara en el Monte Carmelo

    Un annimo peregrino de principios del siglo XIII nos ofrece, en un documentosobre los caminos y peregrinaciones de la Tierra Santa, el primer testimoniohistrico mariano acerca de la Orden. Nos habla de una "muy bella y pequeaiglesia de nuestra Seora que los ermitaos latinos, llamados "Hermanos delCarmelo" tenan en el Wadi 'ain es-Siah. Otra redaccin del mismo manuscritohabla de una iglesia de nuestra Seora.

    Posteriormente el ttulo de la Virgen Mara se le dar a todo el monasterio, cuandose ample notablemente la primitiva capilla, como consta en varios documentosantiguos (cfr. Bullarium Carmelitanum, I, pp. 4 y 28). Este dato primordial de la

    capilla del Monte Carmelo dedicada a la Madre de Dios es significativo yprcticamente es el hecho del que se desprende la ms antigua devocin de losCarmelitas a la Virgen. Desde el principio de su fundacin los Carmelitas hanerigido una pequea capilla dedicada a la Virgen Madre de Dios en su misma tierrade Israel.

    Suponemos que esta capilla estaba presidida por una imagen de la Madre de Dios.La tradicin antigua de la orden nos ha transmitido algunas imgenes antiguas, deinspiracin oriental. Entre ellas algunas del tipo de la Virgen de la ternura o de laVirgen sentada en un trono con su Hijo. Todo ello indica que los ermitaos delMonte Carmelo queran dedicarse por entero al vivir en obsequio de Jesucristo bajola mirada amorosa de la Virgen Madre, y que ella presidi desde sus misma cuna el

    nacimiento de una nueva experiencia eclesial. De aqu el hecho que se la reconozcacomo Patrona, segn las palabras del General Pedro de Millaud al Rey de InglaterraEduardo I a propsito de la Virgen Mara "en cuya alabanza y gloria esta mismaOrden fue fundada especialmente" (Cfr. Ibidem, 606-607). Una afirmacin que latradicin posterior confirmara constantemente.

    b) El nombre: "Hermanos de la Bienaventurada Virgen Mara del Monte Carmelo"

    As aparece el ttulo de la Orden en algunos documentos pontificios, con unareferencia explcita a la Virgen Mara, como consta por la Bulla de Inocencio IV, Exparte dilectorum (13-1-1252): "De parte de los amados hijos, los ermitaoshermanos de la Orden de Santa Mara del Monte Carmelo" (Analecta Ordinis

    Carmelitarum 2 (1911-1913) p.128). En un documento posterior (20-2-1233)Urbano IV (en la Bula Quoniam, ut ait) hace referencia al "Prior Provincial de laOrden de la Bienaventurada Mara del Monte Carmelo en Tierra Santa" y aade que

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    en el Monte Carmelo est el lugar de origen de esta Orden donde se va a edificarun nuevo monasterio en honor de Dios y "de la dicha Gloriosa Virgen su Patrona"(Bullarium Carmelitanum I, p.28).

    Este nombre, "Hermanos" que es signo de familiaridad e intimidad con la Virgen, hasido reconocido por la Iglesia, y ser en adelante fuente de espiritualidad cuando

    los autores carmelitas posteriores hablen del "patronazgo de la Virgen" y de sucualidad de "Hermana" de los Carmelitas.

    c) La consagracin a la Virgen

    El Carmelo profesa con su dedicacin total al servicio de Jesucristo como Seor dela Tierra Santa, segn el sentido de seguimiento y de servicio que tiene el textoinicial de la Regla en su contexto histrico y geogrfico, su total consagracin a laVirgen Mara. As lo reconoce un antiguo texto legislativo del Capitulo deMontpellier, celebrado en 1287: "Imploramos la intercesin de la gloriosa VirgenMara, Madre de Jess, en cuyo obsequio y honor fue fundada nuestra religin delMonte Carmelo" (Cfr. Actas del Captulo General de Montpellier, Acta Cap.Gen., Ed.Wessels-Zimmermann, Roma 1912, p.7). Esta especial consagracin que se une alrecuerdo del seguimiento de Cristo tendr una lgica consecuencia en la frmula dela profesin que incluir la mencin explcita de la entrega a Dios y a laBienaventurada Virgen Mara.

    2. Una tradicin espiritual viva

    Tras los datos histricos reseados que pertenecen a los albores de la experienciamariana del Carmelo, las Constituciones sealan los elementos mas significativosde la espiritualidad mariana de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz. Sinembargo podemos condensar en algunas orientaciones la riqueza doctrinal delespritu mariano de la Orden, tal como ha sido vivido a partir de los orgenes,enriquecido por la devocin y los escritos espirituales de algunos carmelitasinsignes.

    a) Los ttulos de amor y de veneracin.

    Se puede afirmar que la antigua tradicin carmelitana ha expresado los vnculos deamor con la Virgen a travs de una serie de ttulos relativos al misterio de Marapero percibidos con un sabor especial desde la experiencia de la vida del Carmelo.As, en los orgenes, predomina la denominacin de Patrona de la Orden, perotambin se va haciendo camino la expresin ms dulce de Madre, como aparece enfrmulas antiguas de Captulos y Constituciones, como estas: "En honor de nuestroSeor Jesucristo y de la gloriosa Virgen Mara, Madre de nuestra Orden delCarmelo"; "Para alabanza de Dios y de la bienaventurada Virgen Mara Madre deDios y Madre nuestra", como dicen las Constituciones de 1369.

    En la antfona "Flos Carmeli" se invoca a la Virgen como "Madre dulce" (Mater mitis)y Juan de Chimineto habla de Mara como "fuente de las misericordias y Madrenuestra". Los dos apelativos estn en relacin con el misterio de la Virgen Madre deDios en la expansin de su maternidad hacia los hombres. A estos ttulos hay queaadir el de Hermana, asumido por los Carmelitas del siglo XIV en la literaturadevocional que narra los orgenes de la Orden, a partir del profeta Elas quecontempla profticamente en la nubecilla la futura Madre del Mesas, y se complaceen ilustrar las relaciones de la Virgen con los ermitaos del Monte Carmelo.

    Desde otro punto de vista doctrinal, los Carmelitas, en la contemplacion el misteriode la Virgen, han puesto de relieve su Virginidad, admirando en ella el modelo de la

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    opcin por una vida virginal en el Carmelo y su relacin con la contemplacion. Porlas mismas razones los Carmelitas siempre estuvieron entre los defensores delprivilegio de la Inmaculada Concepcin de la Virgen, en las controversias de la edadmedia, sea a nivel de teologa, sea a favor de la introduccin de la fiesta en elCalendario de la Orden que la celebraba con particular devocin. De aqu tambin lainsistencia de los autores carmelitas en la filial contemplacion de la Virgen Pursima

    y del compromiso de imitar en la Virgen esta actitud espiritual, simblicamentereflejada en la capa blanca del hbito de la Orden.

    b) Privilegios para la Orden.

    La historia y la espiritualidad mariana de la Orden, sobre todo durante los siglosXIV-XVI, se enriquecen de motivos devocionales que van aumentando la tradicinhistrica primitiva. La Virgen Mara aparece como una autntica Protectora de laOrden en momentos difciles de su evolucin y su expansin en Occidente. ELCatlogo de los Santos Carmelitas ha recogido la visin que el General de la OrdenSimn Stock tuvo hacia el ao 1251, cuando la Virgen se le aparece y le haceentrega del hbito de la Orden asegurndole la salvacin eterna para todos los que

    lo lleven con devocin. Al Papa Juan XXII se le atribuye un documento, llamadocomnmente Bula Sabatina, que lleva la fecha del 3 de marzo de 1322, en el cualrefiere la visin que el mismo Papa tiene de la Virgen que le promete unaproteccin personal a cambio de la ayuda que l mismo preste a los Carmelitas; enla Bula se alude al privilegio de una liberacin de las penas del Purgatorio paratodos aquellos que hayan llevado dignamente el Santo Escapulario, mediante laaccin maternal de la Virgen que ir a liberar a sus devotos el sbado siguiente asu muerte.

    Estos dos hechos han polarizado la atencin popular hacia la devocin marianapropuesta por los Carmelitas y han monopolizado, en cierto sentido, la visinespiritual que la Orden ha tenido del misterio de Mara, que es sin duda mucho ms

    rica, ms evanglica, ms espiritual.

    La Orden desde el siglo XIV quiso celebrar con una fiesta especial, laConmemoracin de la Virgen Mara del Monte Carmelo, los beneficios recibidos porintercesin de nuestra Seora. Esta fiesta tena a la vez el sentido de recordar laproteccin de Mara y de realizar la accin de gracias por parte de la Orden. En laeleccin de la fecha, como se sabe, influye la parcial aprobacin de la Ordenobtenida en el Concilio II de Lyon, el 17 de julio de 1274, cuando haba estado enpeligro la extincin de la Orden. Posteriormente, la fecha del 16 de julio fueconsiderada como el da tradicional de la aparicin de la Virgen a San Simn Stock;de esta forma el recuerdo de la proteccin de la Virgen se concentr en elagradecimiento particular por lo que constitua la suma y compendio del amor de la

    Virgen para los Carmelitas: el don del Santo Escapulario y sus privilegios.

    c) Espiritualidad mariana de la Orden: Mara, modelo y Madre

    Una nota distintiva de la actitud de los Carmelitas hacia la Virgen Mara es el deseode imitar sus virtudes dentro de la propia profesin religiosa. Ya el conocido telogocarmelita Juan Baconthorp (1294-1348) haba intentado hacer en su comentario ala Regla un paralelismo entre la vida del Carmelita y la vida de la Virgen Mara; setrata de un principio exegtico de gran importancia porque centra la devocin en laimitacin. Otro gran telogo, Arnoldo Bostio (1445-1499), ha cantado en su obraacerca del Patronazgo mariano sobre la Orden, el sentido de intimidad con laVirgen, la especial filiacin del carmelita, la comunin de bienes con la Madre, el

    sentido de la "hermandad" con Ella. El Beato Bautista Mantuano (1447-1516) es uncantor eximio de la Virgen en su produccin potica. Como fieles intrpretes de la

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    tradicin carmelitana llevan a su esplendor el sentido de la intimidad con la Virgeny su conformacin interior al misterio de Mara el P. Miguel de San Agustn (1621-1684) y su dirigida Mara de Santa Teresa (1623-1677).

    Aunque no es ste el lugar para desarrollar la doctrina de todos estos autores,hemos querido dejar constancia de una rica tradicin doctrinal y espiritual del

    Carmelo que encontrar en los representantes del Carmelo Teresiano una dignacontinuidad y profundizacin de la espiritualidad mariana.

    d) Liturgia y devocin popular.

    Los Carmelitas han expresado su devocin y consagracin a la Virgenespecialmente por medio de la liturgia. Han erigido templos en su memoria yvenerado su imagen. Los antiguos Rituales de la Orden, a partir del siglo XIII,muestran el fervor litrgico del Carmelo en la celebracin de las fiestas marianas dela Iglesia, con la aceptacin de nuevas celebraciones; se trata de fiestas que enotros lugares y en otras Ordenes, no son acogidas con tanto fervor, como la fiestade la Inmaculada Concepcin. La fiesta de la Conmemoracin Solemne de la Virgendel Monte Carmelo se convierte en la fiesta principal. El antiguo rito jerosolimitano,seguido por la Orden, reserva a Mara mltiples invocaciones en las horascannicas, con antfonas marianas a final de cada hora y con una solemnizacinespecial de la Salve Regina de Completas.

    En honor de la Virgen se celebran sus misas votivas y el nombre de Mara seintroduce con frecuencia en los textos litrgicos de la toma de hbito y de laprofesin. Se puede decir que la liturgia carmelitana ha dejado una profunda huellade espritu mariano en la tradicin espiritual y ha plasmado interiormente ladedicacin que la Orden profesaba a la Virgen Nuestra Seora. Junto a la liturgiaflorecen caractersticas prcticas de devocin popular de la Iglesia, como el Angelusy el Rosario, y otras propias de la Orden, unidas a la devocin del Escapulario.

    3. La espiritualidad mariana en el Carmelo teresiano

    La segunda parte del n. 54 de las Constituciones presenta la lgica continuidad dela experiencia mariana del Carmelo en Santa Teresa y en San Juan de la Cruz conestas palabras: "Santa Teresa y San Juan de la Cruz, han reafirmado y renovado lapiedad mariana del Carmelo". Sigue a continuacin una breve y jugosa sntesis delpensamiento mariano de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz. Dentro del espacioque ofrecen estas pginas de breve comentario vale la pena alargar un poco ms lavisin que ofrecen de este punto las Constituciones para ver hasta qu punto eltema mariano se enriquece en los Santos de la Orden y como queda configuradoactualmente en nuestra espiritualidad, a partir de la doctrina y experiencia deTeresa de Jess, de Juan de la Cruz y de otros testigos eximios del CarmeloTeresiano.

    a) Santa Teresa de Jess y la Virgen Mara

    Toda la experiencia mariana de Santa Teresa que se encuentra diseminada en susescritos, se puede componer en un mosaico que ofrece una hermosa imagen deMara; nos servimos de tres lneas importantes de esta doctrina teresiana.

    a. Devocin mariana y experiencia mstica mariana

    Desde la primera pgina de los escritos teresianos aparece la Virgen entre losrecuerdos ms importantes de la niez de Teresa; es el recuerdo de la devocinque su madre Doa Beatriz le inculcaba y que ejercitaba con el rezo del Santo

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    Rosario (Vida 1,1.6); es conmovedor el episodio de su oracin a la Virgen cuandopierde su madre Doa Beatriz, a la edad de 13 aos: "Afligida fume a una imagende nuestra Seora y suplicaba fuese mi madre con muchas lgrimas. Parecameque aunque se hizo con simpleza me ha valido; porque conocidamente he hallado aesta Virgen soberana en cuanto me he encomendado a ella, y, en fin, me hatornado a s" (Vida 1,7). La Santa atribuye, pues, a la Virgen, la gracia de una

    proteccin constante y de manera especial la gracia de su conversin: "me hatornado a s". Otros textos de la autobiografa nos revelan la permanencia de estadevocin mariana: cuando acude a la Virgen en sus penas (Vida 19,S), cuandorecuerda sus fiestas de la Asuncin y de la Inmaculada Concepcin (Ib. 5,9; 5,6), ola Sagrada Familia (Ib. 6,8), o su devocin al Rosario (Ib. 29,7; 38,1).

    Muy pronto la devocin a la Virgen pasa a ser, como en otros aspectos de la vida dela Santa, una experiencia de sus misterios cuando Dios hace entrar a Teresa encontacto con el misterio de Cristo y de todo lo que a l le pertenece. En laexperiencia mstica teresiana del misterio de la Virgen hay como una progresivacontemplacin y experiencia de los momentos ms importantes de la vida de laVirgen, segn la narracin evanglica. As por ejemplo, tenemos una intuicin del

    misterio de la obumbracin de la Virgen y de su actitud humilde y sabia en laAnunciacin (Conceptos de Amor de Dios 5,2; 6,7). Por dos veces la Santa Madreha tenido una experiencia mstica de las primeras palabras del Cntico de Mara, el"Magnificat" (Relacin 29,1; 61), que segn el testimonio de Mara de San Jos conmucha frecuencia "repeta en voz baja y en lenguaje castellano"' (Cfr. B.M.C. 18, p.491).

    Contempla con estupor el misterio de la Encarnacin y de la presencia del Seordentro de nosotros a imagen de la Virgen que lleva dentro de s al Salvador: "Quiso(el Seor) caber en el vientre de su Sacratsima Madre. Como es Seor, consigotrae la libertad, y como nos ama hcese a nuestra medida" (Camino Escorial48,11). Contempla la Presentacin de Jess en el templo y se le revela el sentido

    de las palabras de Simen a la Virgen (Relacin 35,1): "No pienses cuando ves a miMadre que me tiene en los brazos, que gozaba de aquellos contentos sin gravestormentos. Desde que le dijo Simen aquellas palabras, la dio mi Padre clara luzpara que viese lo que yo haba de padecer" ( Cfr. tambin sobre el nacimiento deJess la Poesa 14 y sobre la presentacin Camino 31,2). Tiene presente la huda aEgipto y la vida oculta de la Sagrada Familia (Carta a Doa Luisa de la Cerda, 27 demayo de 1563, y Vida 6,8).

    Tiene una especial intuicin de la presencia de Mara en el misterio pascual de suHijo; participa con ella en la pena de su desolacin y en la alegra de laResurreccin del Seor. A Teresa le gusta contemplar fortaleza de Mara y sucomunin con el misterio de Cristo al pie de la Cruz (Camino 26,8). En los

    Conceptos de Amor de Dios (3,11) describe la actitud de la Virgen: "Estaba de pie yno dormida, sino padeciendo su santsima anima y muriendo dura muerte". Haentrado msticamente en el dolor de la Virgen cuando se le pone el Seor en susbrazos "a manera de como se pinta la quinta angustia" (Relacin 58); haexperimentado en la Pascua de 1571 en Salamanca la desolacin y eltraspasamiento del alma ( que es como una noche oscura del espritu); todo ello lehace hacen recordar la soledad de la Virgen al pie de la Cruz (Relacin 15, 1.6). Enesta misma ocasin le dice el Seor que: "En resucitando haba visto a nuestraSeora, porque estaba ya con gran necesidad ... y que haba estado mucho conella- porque haba sido menester hasta consolarla" (Ib.).

    En varias ocasiones ha podido contemplar el misterio de la glorificacin de la Virgen

    en la fiesta de su Asuncin gloriosa (Vida 33,15 y 39,26). Tiene conciencia de quela Virgen acompaa con su intercesin constante la comunidad en oracin, como leacaece en San Jos de Avila (Vida 36,24) y en la Encarnacin (Relacin 25,13).

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    Cuando en una altsima experiencia mstica de le da a conocer el misterio de laTrinidad percibe la cercana de la Virgen en este misterio y el hecho de que laVirgen, con Cristo y el Espritu Santo son un don inefable del Padre: "Yo te di a miHijo y al Espritu Santo y a esa Virgen. Qu me puedes dar tu a mi? (Ib.)

    Se puede afirmar que la Santa ha tenido una profunda experiencia mstica mariana,

    ha gozado de la presencia de Mara y ella misma, la Madre, le ha hecho revivir susmisterios. Por eso es una profunda conviccin de la doctrina teresiana que losmisterios de la Humanidad de Cristo y los misterios de la Virgen Madre formanparte de la experiencia mstica de los perfectos (Cfr. Moradas VI,7,13 y ttulo delcap.; 8,6).

    b. Mara, modelo y madre de la vida espiritual.

    Santa Teresa ha expresado en algunas lneas doctrinales su experiencia y sucontemplacin del misterioso de la Virgen

    Mara. Hubiera, sin duda alguna, trazado una hermosa sntesis de espiritualidadmariana si, como fue su intencin, hubiese comentado el "Ave Mara" como hizocon el Padre Nuestro en la primera redaccin del Camino de Perfeccin.

    Podemos afirmar que entre las virtudes caractersticas de la Virgen que SantaTeresa propone a la imitacin, hay una que las resume todas. Mara es la primeracristiana, la discpula del Seor, la seguidora de Cristo hasta el pie de la Cruz(Camino 26,8). Es el modelo de una adhesin total a la Humanidad de Cristo y a lacomunin con El en sus misterios, de manera que Ella es el modelo de unacontemplacion centrada en la Sacratsima Humanidad (Cfr. Vida 22,1; MoradasVI,7,14).

    Entre las virtudes que son tambin las de la vida religiosa carmelitana podemoscitar: la pobreza que hace Mara pobre con Cristo (cfr. Camino 31,2); la humildadque trajo a Dios del cielo "en las entraas de la Virgen" (Camino 16,2) y por eso esuna de las virtudes principales que hay que imitar: "Parezcmonos en algo a lagran humildad de la Virgen Santsima" (Camino 13,3); la actitud de humildecontemplacion y de estupor ante las maravillas de Dios (Conceptos de Amor deDios, 6,7) y el total asentimiento a su voluntad (Ib.).

    Su presencia acompaa todo nuestro camino de vida espiritual, como si cada graciay cada momento crucial de madurez en la vida cristiana y religiosa tuvieran que vercon la presencia activa de la Madre en el camino de sus hijas. As la Virgen apareceactivamente presente en toda la descripcin que la Santa hace del itinerario de lavida espiritual en el Castillo Interior. Es la Virgen que intercede por los pecadorescuando a ella se encomiendan (Moradas I, 2,12). Es ejemplo y modelo de todas lasvirtudes, para que con sus mritos y con sus virtudes pueda servir de aliento sumemoria en la hora de la conversin definitiva (Moradas III 1,3). Es la Esposa delos Cantares (Conceptos de Amor de Dios, 6,7), modelo de las almas perfectas. Yes la Madre en la que todas las gracias se resumen en su comunin con Cristo en el"mucho padecer": "Siempre hemos visto que los que mas cercanos anduvieron aCristo nuestro Seor fueron los de mayores trabajos: miremos los que pas sugloriosa Madre y sus gloriosos apstoles" (Moradas VII 4,5). Por eso la memoria deCristo y de la Virgen, en la celebracin litrgica de sus misterios, nos acompaa yfortalece (Cfr. Moradas VI,7,11.13).

    c. La Virgen Mara y el Carmelo

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    Teresa de Jess con su vocacin de Carmelita ha entrado profundamente en toda laantigua tradicin espiritual del Carmelo. En el monasterio de la Encarnacin deAvila ha podido impregnarse de toda la rica espiritualidad mariana de la Orden, talcomo en el siglo XVI la expresaban la tradicin histrica, las leyendas espirituales,la liturgia carmelitana, la devocin popular, la iconografa carmelitana. En susescritos el nombre de la Orden esta siempre unido al de la Virgen que es Seora,

    Patrona, Madre de la Orden y de cada uno de sus miembros. Todo es mariano en laOrden, segn Santa Teresa: el hbito, la Regla, las casas.

    Cuando es nombrada Priora de la Encarnacin, en 1571, coloca en el lugar primerodel coro a la Virgen, porque comprende que en Mara hay una convergencia dedevocin, de amor y respeto por parte de todas las religiosas. El gesto tiene unhermoso eplogo mariano, con la aparicin de la Virgen (Relacin 25). En una Cartaa Mara de Mendoza (7 de marzo de 1572) dice afectuosamente: "Mi 'Priora' (laVirgen Mara) hace estas maravillas". Acoge con gozo al P. Gracin, tan devoto dela Virgen, como ella recuerda con frecuencia en sus Cartas, y se entusiasma con elconocimiento que l tiene y le comunica de los orgenes de la Orden, tal como erannarrados en los libros de entonces (cfr. Fundaciones, c.23) Tiene plena conciencia

    de los privilegios del Santo Escapulario, como parece aludir en esta frase apropsito de la muerte de un carmelita: "Entend que por haber sido fraile quehaba guardado bien su profesin le haban aprovechado las Bulas de la Orden parano entrar en el Purgatorio (Vida 38,31).

    Con idntico espritu mariano, como un servicio de renovacin de la Orden denuestra Seora y por impulsos de la Virgen, emprende la tarea de la fundacin deSan Jos. Ya en las primeras gracias que Cristo le hace, encontramos la alusin dela presencia de la Virgen en el Carmelo (Vida 32,11).

    Despus es la misma Virgen la que activa la fundacin de San Jos con idnticaspalabras y promesas y con una gracia especial concedida a Teresa de pureza

    interior, una especie de investidura mariana para ser Fundadora (Vida 33,14). Alconcluir felizmente la fundacin de San Jos la Madre Teresa confiesa sussentimientos marianos: "Fue para m como estar en una gloria ver poner elSantsimo Sacramento... y hecha una obra que tena entendido era para servicio delSeor y honra del hbito de su gloriosa Madre" (Vida 36,6). Y aade: "Guardamosla Regla de nuestra Seora del Carmen... Plega al Seor sea todo para gloria yalabanza suya, y de la gloriosa Virgen Mara, cuyo hbito traemos" (Ib. 36, 26.28)Como respuesta a este servicio mariano, ve a Cristo que le agradece "lo que habahecho por su Madre" y ve a la Virgen "con grandsima gloria, con manto blanco ydebajo de l pareca ampararnos a todas" (Ib. 36, 24).

    En la narracin de los progresos de la Reforma, Teresa tiene siempre el cuidado de

    subrayar la continuidad con la Orden, el servicio hecho a nuestra Seora, laespecial proteccin que Ella le dispensa en todas las ocasiones. As, por ejemplo, elencuentro con el Padre Rubeo y el permiso obtenido para extender los monasteriosteresianos: "Escrib a nuestro Padre General una carta... ponindole delante elservicio que hara a nuestra Seora, de quien era muy devoto. Ella deba ser la quelo negoci" (Fundaciones, 2,5). Todo el libro de las Fundaciones parece estar escritoen clave mariana, pues son continuas las alusiones de Teresa a la Virgen y a suservicio, como cuando escribe: "Comenzando a poblarse estos palomarcitos de laVirgen nuestra Seora ..." (Ib. 4,5); o cuando subraya: "Son estos principios pararenovar la Regla de la Virgen su Madre y Seora y Patrona Nuestra" (Ib. 14,5),como dice a propsito de la fundacin de Duruelo. Cuando vuelve la vista atrs, alfinal del libro de las Fundaciones, contempla todo como un servicio de la Virgen y

    una obra en la que ha colaborado la misma Reina del Carmelo: "Nosotras nosalegramos de poder en algo servir a nuestra Madre y Seora y Patrona... Poco apoco se van haciendo cosas en honra y gloria de esta gloriosa Virgen y su Hijo ..."

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    (Ib. 29,23.28). La misma separacin de calzados y descalzos hecha en el Captulode Alcal, en 1581, es contemplada por Teresa con una referencia pacificadora a laMadre de la Orden: "Acab nuestro Seor cosa tan importante... a la honra y gloriade su gloriosa Madre, pues es de su Orden, como Seora y Patrona que esnuestra ..." (Ib. 29,31).

    El recuerdo de la Virgen sugiere a Teresa en diversas ocasiones el sentido de lavocacin carmelitana inspirada en Mara. As por ejemplo con una alusin implcita ala Virgen escribe: "Todas las que traemos este hbito sagrado del Carmen somosllamadas a la oracin y contemplacin (porque este fue nuestro principio, de estacasta venimos, de aquellos santos Padres nuestros del Monte Carmelo, que en tangran soledad y con tanto desprecio del mundo buscaban este tesoro, esta preciosamargarita de que hablamos" (Moradas V 1,2).

    En el contexto anterior y posterior la Santa habla de la vocacin la oracin, tesoroescondido y perla preciosa - dos alusiones evanglicas - que estn dentro denosotros, pero que exigen el don total de nuestra vida para comprar el campodonde esta el tesoro y adquirir la perla preciosa. Mara aparece como la Madre de

    esta "casta de contemplativos", por su interioridad en la meditacin y la entregatotal del Seor. En otra ocasin Teresa llama la atencin sobre la necesidad de laimitacin de la Virgen para poder llamarnos de veras hijas suyos: "Plega a nuestroSeor, hermanas, que nosotras hagamos la vida como verdaderas hijas de laVirgen y guardemos nuestra profesin, para que nuestro Seor nos haga la mercedque nos ha prometido" (Fundaciones 16,7). En el amor a la Virgen y en la adhesina la misma familia se encuentra para la fraternidad teresiana el fundamento delamor recproco y de la comunin de bienes, como sugieren estos dos textos: "Asque, mis hijas, todas lo son de la Virgen y hermanas, procuren amarse mucho unasa otras" (Carta a las monjas de Sevilla, 13 de enero de 1580, 6). "Por eso traemostodas un hbito, porque nos ayudemos unos (monasterios) a otros, pues lo que esde uno es de todos" (Carta a la M. Priora y Hermanas de Valladolid, 31 de mayo de

    1579,4).

    Estas pginas muestran como la Santa Madre ha vivido intensamente la tradicinmariana del Carmelo y la ha enriquecido con su experiencia mstica, su devocin yla orientacin doctrinal de sus escritos. Para la carmelita descalza la Virgen es, enla perspectiva teresiana, modelo de adhesin a Cristo, de vivencia contemplativa desu misterio y de servicio eclesial; para cada monasterio, la Virgen es la Madre quecon su presencia acrecienta el sentido de intimidad y de familia, alienta en elcamino de la vida espiritual, preside la oracin como ferviente intercesora ante suHijo.

    b) San Juan de la Cruz y otros autores del Carmelo

    La visin contemplativa que los autores del Carmelo Teresiano tienen de la VirgenMara est profundamente influenciada por la doctrina de Santa Teresa y de SanJuan de la Cruz. Pueden bastar algunas indicaciones.

    a. Sntesis del pensamiento mariano de San Juan de la Cruz

    Las alusiones marianas que el Santo Padre tiene en sus escritos son muy sobrias,pero estn dotadas de ese toque de genialidad propio del Doctor Mstico, paraintroducirnos en los aspectos ms sublimes del misterio de Mara.

    - En comunin con el misterio de Cristo. En los Romances sobre el Evangelio de SanJuan (nn.8-9), clave bblica de toda la doctrina de San Juan de la Cruz en laperspectiva de la historia de la salvacin, la Virgen aparece en el esplendor de su

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    comunin con la Trinidad, en su privilegio y misin de ser Madre del VerboEncarnado, en la aceptacin y consentimiento de la obra de la redencin; la VirgenMara es testigo del misterio, "Madre graciosa" que trae en sus brazos a Dios,Esposa-Iglesia y Humanidad en la que se han consumado los desposorios de Dioscon el hombre: "abrazado con su esposa, que en sus brazos la traa".

    El vrtice de esta comunin se alcanza en la cruz, cuando la Virgen participa en eldolor redentor de Cristo, aunque est exenta de pecado, y no sufra porque tieneque ser purificada, sino porque Cristo la asocia a su accin salvadora (Cntico B,20,10; Cntico A 29,7).

    - Bajo la mocin del Espritu Santo. En un contexto significativo, hablando de lasalmas que se han identificado totalmente con la voluntad de Dios, de modo quetodas sus operaciones, obras y ruegos, vienen de la mocin divina, el Santo Padreha escrito: "Tales eran las de la gloriossima Virgen nuestra Seora, la cual,estando desde el principio levantada a este alto estado, nunca tuvo en su almaimpresa forma de alguna criatura, ni por ella se movi, sino siempre su mocin fuepor el Espritu Santo" ( Subida III, 2,10). En esta afirmacin se encuentra el

    principio de una accin constante y total del Espritu en Mara, elevada desde elprincipio a este altsimo estado de comunin con Dios, en un dinamismo decreciente fidelidad y cooperacin con las mociones del Espritu Santo.

    - Modelo de contemplacion y de intercesin. Modelo de confianza, discrecin yatencin en las Bodas de Can, la Virgen hace valer su poderosa intercesin antesu Hijo: "El que discretamente ama no cura de pedir lo que le falta y desea sino arepresentar su necesidad para que el Amado haga lo que fuere servido, comocuando la bendita Virgen dijo al amado Hijo en las bodas de Can de Galilea, nopidindole derechamente el vino, sino dicindole: "No tienen vino (Jn 2,3)" (CnticoA y B 2,8). La presencia de la Virgen est implcita en este pensamiento del Santo:"Una palabra habl el Padre, que fue su Hijo, y sta habla siempre en eterno

    silencio, y en silencio ha de ser oda del alma" (Dichos de luz y amor 104; cfr.Subida II, 22,3-6). Mara es el silencio contemplativo que ha acogido la Palabra. Poreso Juan de la Cruz, uniendo siempre Mara y Cristo, puede exclamar: "la Madre deDios es ma" (Oracin del alma enamorada).

    b. Otros testigos de una vida espiritual mariana en el Carmelo.

    Se puede afirmar que la experiencia del misterio mariano est indisolublementeunida a la espiritualidad carmelitana y que cuando sta alcanza en algunos testigosel esplendor de un testimonio para la Iglesia, encontramos acentos sublimes eneste aspecto mariano y contemplativo.

    Podemos citar al Beato P. Francisco Palau y Quer O.C.D. que ha contemplado laVirgen como figura perfecta de la Iglesia en su libro Mis Relaciones. O recordar larica doctrina mariana e Santa Teresa de Lisieux, caracterizada por eldescubrimiento evanglico de la sencillez de Mara y de su "camino" a travs de losepisodios del Evangelio, como paradigma del camino del cristiano. Se puederecordar la devocin de la Beata Isabel de la Trinidad hacia la Virgen Mara,"Alabanza de gloria" y "Espejo de Justicia", sumergida contemplativamente en elmisterio de la Encarnacin, y "Janua coeli" que introduce en el misterio de Cristo ydel Espritu. Tambin la Beata Edith Stein ha dedicado en sus escritos pginashermosas a la Virgen, presentndola como mujer, tipo perfecto de la Iglesia, Madreuniversal en su cooperacin de Cristo y del Espritu al pie de la Cruz. Otras Santas ySantos del Carmelo, desde San Rafael Kalinowski a Santa Teresa de los Andes, nos

    han dejado un hermoso legado de doctrina y experiencia mariana que enriquece eilustra el patrimonio mariano de la Orden.

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    Pueden bastar estos testimonios para poner de relieve cmo la tradicin mshermosa del Carmelo - su sentido mariano - permanece y se renueva a travs de lavivencia contemplativa del Carmelo Teresiano.

    II. ORIENTACIONES Y SUGERENCIAS

    La visin panormica de la espiritualidad mariana de la Orden nos permite ahoratrazar, siguiendo los nmeros de las Constituciones, una serie de orientaciones ysugerencias para llevar a la vida concreta de la carmelita descalza este espritumariano.

    1. Contemplacin, imitacin, comunin

    Ya el n. 2 de las Constituciones haba establecido el principio del carcter marianode nuestra vida con estas palabras: "Al elegir a la Virgen Mara por Madre y

    Patrona, la Orden se ampara bajo su proteccin y ve, en el misterio de su vida y desu unin con Cristo, un modelo e ideal de consagracin". Entre las notas de lavocacin carmelitana se recuerda la llamada a una vida "en intimidad con laBienaventurada Virgen Mara" (Constituciones n.10).

    a) La contemplacin

    No cabe duda que el principio mariano de nuestra vida debe partir, como hemospodido apreciar en la espiritualidad de la Orden, del mismo principio vital delCarmelo que es la oracin y la contemplacion. Para conocer a la Virgen hemos decontemplar su vida a la luz del Evangelio y penetrar con sabidura en las actitudesevanglicas que nos la presentan como Madre de Cristo y primera discpula del

    Seor: "La contemplacin de la Virgen Mara, perfecta realizacin del ideal delCarmelo, se hace luz para seguir sus pasos" (Constituciones n.55). Se puede decirque con estos trminos, la espiritualidad del Carmelo Teresiano ha enfocado de unamanera muy actual la devocin mariana, partiendo de la contemplacion de sumisterio a la luz de la Biblia y del dogma.

    b) La imitacin

    De la contemplacion a la imitacin. Entre las virtudes caractersticas de Mara quepueden tener un relieve especial para las carmelitas, las Constituciones recuerdan:el seguimiento de Mara, como una forma de seguir a Cristo, a travs de su vidaevanglica; la pobreza espiritual, con todas las resonancias bblicas que tiene la

    imagen de Mara "pobre del Seor", dcil a la eleccin divina y ardiente en el cantode sus misericordias (cfr. L.G.n. 55); la pobreza espiritual tiene sus resonancias enla espiritualidad de la pobreza y del desasimiento teresiano, en la vida teologal deJuan de la Cruz, en la confianza ilimitada de Santa Teresita como camino deinfancia espiritual. La meditacin constante de la Palabra de Dios es la actitudevanglica que mejor manifiesta la sintona entre la vida de Mara y la vida delCarmelo (cfr. Lc 2,19.51); a esto se aade la multiforme expresin de la caridad,que en Mara reviste el carcter de una entrega totalitaria al amor ce Dios y alservicio de los hermanos, con amor de esposa y de madre, con una total virginidaddel corazn y una atencin a las necesidades de los prjimos que Mara expresa consu intercesin en Cana.

    El crecimiento en las virtudes de Mara es garanta de comunin con Cristo y deinsercin progresiva en el misterio de la Iglesia. En este esfuerzo de conformar

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    nuestra vida a la suya, tenemos la garanta de una vivencia cada vez mas profundade una entrega y de una participacin en la vida de la Iglesia, como lo fue toda lavida de la Virgen Mara.

    c) La comunin espiritual

    La vida del Carmelo es comunin con la vida de la Virgen, como bien lo hemos vistoexpresado en la tradicin espiritual de la Orden. Una emblema de esta comunin esel Santo Escapulario, don de la Virgen Mara, signo de su proteccin y a la vezsmbolo expresivo de nuestra consagracin interior. Una antigua antfonacarmelitana ha recogido esta sntesis de la espiritualidad del Santo Escapulario:"Santa Madre de Dios, gloria del Monte Carmelo, reviste de tus virtudes a la familiaque t has escogido, y defindela de todo peligro". Pio XII haba compendiado laespiritualidad del Escapulario en este sentido tradicional de signo de proteccin ysmbolo de consagracin, compromiso de imitacin de las virtudes de la Virgen:"Reconozcan en este memorial de la Virgen un espejo de humildad y castidad; veanen la forma sencilla de su hechura un compendio de modestia y de candor; veansobre todo significado con simbolismo elocuente la oracin, con la cual invocan el

    auxilio divino; reconozcan por fin en ella su consagracin al corazn santsimo de laVirgen Inmaculada" (Acta Apostolicae Sedis 42 (1950) 390-391).

    Por el profundo sentido carmelitano que tienen estas palabras de Pablo VI dirigidasal Captulo General de los Carmelitas, vale la pena recordar estas orientaciones queson un compromiso de vida mariana en el camino carmelitano de la vida deoracin: "Que la Virgen os afiance en vuestra vocacin carmelita. Que ella osconserve el gusto por las cosas espirituales, que ella os alcance los carismas de lassantas y difciles escaladas hacia el conocimiento de lo divino y hacia las inefablesexperiencias de sus noches oscuras y de sus jornadas luminosas. Que ella ponga envuestras almas aspiraciones de santidad y de testimonio escatolgico del reino delos cielos. Que ella os haga ejemplares y fraternos en las Iglesia de Dios. Que ella,

    por ltimo, os introduzca algn da en la posesin de Cristo, a quien habisconsagrado vuestra vida desde ahora, y en el goce de su gloria" (AAS 59 (1967)779).

    2. Formacin bblica y teolgica

    La primera parte del n. 56 de las Constituciones sugiere un compromiso deformacin espiritual para conocer cada vez mejor el misterio de Mara. En estecampo el primado hay que concederlo a la sagrada Escritura. Una slida devocinmariana tiene en la Palabra de Dios su mejor fundamento, como podemos desumirde la rica doctrina del Concilio Vaticano II y de la Exhortacin Marialis Cultus y de laEncclica Redemptoris Mater. A la luz de la Escritura se pueden comprender mejor

    las implicaciones de los dogmas de la fe en los que la Virgen Mara aparece siempreunida al misterio de Cristo y del Espritu para iluminar y realizar el misterio de laIglesia.

    Siguiendo la tradicin de la Orden hemos de beber en las fuentes puras de laEscritura, de los Santos Padres, del Magisterio de la Iglesia y de la Liturgiarenovada, el conocimiento de la Virgen que nos lleva a la imitacin de sus virtudesy a la comunin espiritual con su persona y con su misma vida.

    3. Culto litrgico

    La Orden ha dado siempre mucha importancia al culto mariano en su liturgia, desdemltiples puntos de vista y con el recuerdo frecuente de la Virgen en la celebracinde los misterios

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    No podemos olvidar que la reflexin teolgica del Vaticano II y de la Marialis Cultusde Pablo VI acerca de la presencia de Mara en la liturgia nos ofrece la oportunidadde repensar seriamente este filn privilegiado de la espiritualidad carmelitana quees la liturgia mariana.

    Si se leen con atencin algunos textos fundamentales del Concilio (como el n.103

    de la Sacrosanctum Concilium) se puede afirmar que dos palabras resumen muybien el sentido de la conexin entre la liturgia y el misterio de Mara: presencia ymodelo.

    Mara es una presencia obligada en la celebracin de los misterios de Cristo tantoen el ao litrgico, como en la Eucarista, y los sacramentos. Por su "uninindisoluble" con el misterio de su Hijo, ella est presente en la celebracin delmisterio de Cristo que es la liturgia. Por eso la recordamos cada da en la liturgia delas horas y en la plegaria eucarstica. Y por eso su presencia no se reduce slo a lasfiestas marianas sino tambin a todo el arco del misterio de Cristo. Por otra parte,la Virgen es el "modelo de la actitud espiritual con que la Iglesia celebra y vive losdivinos misterios. La ejemplaridad de la Santsima Virgen en este campo dimana

    del hecho que Ella es reconocida como modelo extraordinario de la Iglesia en elorden de la fe, de la caridad y de la perfecta unin con Cristo, es de aquelladisposicin interior con que la Iglesia, Esposa amadsima, estrechamente asociadaa su Seor, lo invoca y por su medio rinde culto al Padre Eterno" (Marialis Cultus n.16).

    Este principio que tanto valora la exigencia de una vida teologal intensa en laparticipacin litrgica, nos recuerda que aun cuando la liturgia no seaexplcitamente mariana por celebrar el misterio de la Virgen, es siempreimplcitamente mariana porque hay que celebrar los misterios con los mismossentimientos de Mara, modelo eximio de unin con Cristo y de docilidad al Espritu,como Virgen que escucha la Palabra, Virgen que ora, Virgen que ofrece, Virgen

    Madre, Madre y maestra que ha hecho de su vida un culto espiritual (Ib. nn.17-21).

    De esta actitud fluye tambin el culto especial hacia Nuestra Seora en el nicoculto de Cristo, las expresiones de devocin y de veneracin que esmaltancontinuamente la liturgia de la Iglesia.

    Estos principios pueden dar un nuevo impulso para renovar el sentido del cultolitrgico mariano, tan tradicional y tan fecundo en nuestra historia.

    A la luz de estos principios se pueden leer las sugerencias a propsito de los actoslitrgicos marianos de la Orden, abiertos naturalmente a la generosa creatividadque segn las orientaciones de la Iglesia, puede acrecentar una liturgiaautnticamente mariana en sus motivaciones interiores y en el explcito recuerdode la Virgen en el ao litrgico, en las fiestas propias de la Orden, en la memoriasemanal de nuestra Seora, en las referencias cotidianas que en la liturgia sepueden hacer a la Virgen Mara.

    4. Expresiones de devocin

    Junto a la liturgia la Iglesia promueve otras formas devocionales de culto y deoracin en honor de la Virgen Santsima. La Orden acoge con gozo las recientesorientaciones del Magisterio de la Iglesia en este campo, especialmente la doctrinade la Marialis Cultus, con todas las posibilidades que ofrece para intensificar ladevocin mariana.

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    Se recomiendan los actos personales de devocin con los que se puede cultivar esteejercicio de comunin con la Virgen, como el Santo Rosario, devocin recomendadapor la Santa Madre y que ha recibido en las orientaciones de la Marialis Cultusnn.42-55 un enriquecimiento desde el punto de vista teolgico y pastoral.

    Se habla tambin de una oracin por las necesidades de la Iglesia y del mundo,

    como invocacin a la Virgen, especialmente a travs de la recitacin de las letanasmarianas; estas invocaciones, tanto las tradicionales letanas lauretanas como lasque ha propuesto la Congregacin para el Culto Divino en el rito de la Coronacinde una imagen de la Virgen, responden por una parte a la necesidad de reconocerlos privilegios y ttulos de la Madre de Dios, pero quieren ser el incentivo de unaimitacin para que, recitando las letanas, tratemos de imitar a la Virgen enaquellas virtudes que la proponen como modelo de nuestra vida.

    Otras sugerencias acerca del culto mariano y de sus expresiones devocionalesquieren ser un estimulo a la creatividad, una puerta abierta para que en nuestrosCarmelos la nota mariana que tiene que impregnar toda la vida tenga tambin susadecuadas expresiones de devocin. Para ello habr que recordar las posibilidades

    que ofrece la Marialis Cultus con sus orientaciones que deben guiar todo ejerciciode devocin mariana, y que son criterios de renovacin de la devocin mariana:bblico, litrgico, ecumnico, antropolgico (cfr. Marialis Cultus, nn.29-39).

    5. El recuerdo de San Jos y de los Santos de la familia del Carmelo

    El capitulo de la vida mariana de la Orden se cierra con el recuerdo de San Jos porsu unin con Mara en el misterio de Cristo y por la especial devocin que la SantaMadre profesaba a quien fue su protector, su mdico y maestro de oracin (cfr.Vida 6, 6-8) .

    No se puede olvidar que en el comienzo del carisma teresiano la figura de San Josocupa un lugar privilegiado. Cristo mismo quiso que la primera fundacin fuesededicada a San Jos y prometi la presencia del glorioso Patriarca, junto a la suya ya la de Mara, para que simblicamente cada Carmelo fuese como un "Nazaretviviente" (cfr. Vida 32,11). Varias gracias recibidas por la Santa durante el perodoque precedi la fundacin demuestran su vinculacin activa al carisma del CarmeloTeresiano (Cfr. Vida 33,12; 33,14-15; 36,5.6.11) .

    Por su silencio y por su fidelidad, por su actitud de siervo del misterio, por su vidahumilde y escondida, por su intensa comunin con Cristo y la Virgen en Nazaret,por su consagracin virginal y su justicia evanglica - San Jos es el hombre justopor excelencia - la figura de San Jos esta viva en la tradicin de la espiritualidadcarmelitana.

    La memoria de la Virgen y de San Jos, nos llevan a alargar la comunin de losSantos, con el recuerdo de esa familia del Carmelo que ya ha llegado a la gloria delcielo. Son los santos y santas de nuestra Orden, los conocidos y los quepermanecen escondidos a los ojos de los hombres. Los que tienen una presenciaeclesial y los que han fecundado la historia de la Iglesia con el silencio de su vidacontemplativa, las obras de su apostolado, la sangre de su martirio.

    Acordarnos de la Virgen Mara significa tener conciencia de nuestra Orden como unafamilia de hermanos y hermanas, presentes en el mundo, peregrinos que caminanhacia el cielo. Por eso cada da los recordamos para que nos alienten con suejemplo y nos ayuden con su proteccin.

    CONCLUSIN

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    El Carmelo es totalmente mariano. Las Constituciones ponen de relieve esteaspecto fundamental de la espiritualidad de la Orden en todos sus aspectos, desdelos ms profundos - la vida en comunin e imitacin de Mara - hasta los mssencillos - una devocin personal y comunitaria.

    La fidelidad a este aspecto de nuestra vida es garanta de continuidad con la ms

    pura tradicin del Carmelo, renueva la alianza de amor que en la Iglesia la Virgenha querido hacer con nuestra familia religiosa.

    En Mara se unen los Carmelos esparcidos por el mundo en un compromiso deservicio de Cristo y de la Iglesia, a imitacin de la Virgen, Sierva del Seor, quesilenciosamente sigue los pasos de su Hijo y coopera con El para la salvacin delmundo, con la oracin y con una vida entregada al misterio de la salvacin.