La Eucaristia

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El sacrificio de la Misa, que ensea la Escritura Por Steve Ray Tomado de Apologetica.org Querido amigo protestante: Me preguntas porqu los catlicos re-sacrifican a Jesucristo continuamente en la Misa. Te voy a contestar esta pregunta pero no en dos o tres lneas. Si ests verdaderamente interesado en lo que la Iglesia Catlica ensea, y creo que lo ests, te tratar como a un amado hermano en Cristo e intentar una explicacin ms profunda. La cuestin ser respondida a su debido momento, una vez que te haya dado un pantallazo sobre asuntos ms de fondo. Usar desde el primer momento las Escrituras y la historia. Me gustara antes de nada definir algunos trminos y fuentes de autoridad en este campo antes que comencemos. Cuando lleguemos al momento de la respuesta, si bien tal vez no ests de acuerdo conmigo, sin embargo podrs ver que los catlicos tienen una montaa de evidencia bblica para hablar de la Misa. La de los catlicos es una posicin que ciertamente se puede mantener no slo con evidencia bblica, sino tambin histrica, y se enmarca muy bien en la visin global de salvacin, segn lo ha revelado Dios. Y si no llegamos a coincidir en todo, entonces quedar claro que en los textos bblicos no todo es claro y evidente, y gente que se acerca a la Biblia honestamente puede tener desacuerdos. Nosotros leemos la Biblia - tu y yo - a travs del cristal de la tradicin, yo de una tradicin que lleva dos mil aos, tu a travs de una que lleva quinientos. Segn entiendo, tu pregunta se puede resumir as: Cmo puede ser la Misa, es decir, el ofrecimiento incruento de Cristo, un verdadero sacrificio, mientras que a la vez los catlicos niegan que sea un re-sacrificar a Jesucristo? Si en verdad es un sacrificio, no es eso negar y contradecir directamente las Escrituras, que nos ensean que Jesucristo se sacrific de una vez y para siempre? No es suficiente aquel sacrificio de Cristo? Porqu debemos acudir a otros repetidos sacrificios? Cmo podemos llamar al sacrificio de Cristo ofrenda, y al mismo tiempo llamar ofrenda a la Misa? No hacen injuria a Cristo los catlicos celebrando sacrificios?

Presupuestos necesarios antes de entrar en temaAntes que profundicemos sobre el sacrificio de la Misa, debemos preguntarnos con qu autoridad, es decir, a partir de cules fuentes autoritativas sabemos nosotros qu cosa es la Eucarista, qu cosa representa, y como la debemos celebrar. Como un buen protestante que era, yo consider siempre la Cena del Seor o Comunin como un rito que celebrbamos una vez al mes para recordar mentalmente qu cosa el Seor hizo por nosotros. As de simple. Sin embargo, la Iglesia Catlica hoy, y la Iglesia de los primero siglos, entendieron la Eucarista como mucho ms que eso. Entonces, es la Eucarista algo ms que un simple recuerdo? Cmo lo podemos saber? Y antes que nada, el Nuevo Testamento ensea todo lo que la Eucarista es y significa? De hecho, tenemos en las Escrituras pocos detalles de esa celebracin[1]. Los detalles fueron dados a los creyentes por Pablo y los Apstoles en persona, mientras vivan y establecan sus tradiciones en las Iglesias (2Tes 2,15; 3,6; 1Cor 11,2). Los escritos del Nuevo Testamento no tenan la intencin de ser manuales sobre

Cmo celebrar la Cena del Seor. Ms bien, esa informacin haba sido ya entregada a las iglesias y confiadas a los superintendentes (obispos). Las cartas consiguientes fueron instrumentos correctivos, para enderezar abusos en lo que ya haba sido enseado con anterioridad. El sentido de estas lneas, antes de pasar a explicar qu cosa sea la Eucarista, es demostrarte que uno no puede ir a la Biblia presuponiendo que todos los detalles y explicaciones sobre todas las cosas estarn all claramente expresadas, como si fuese un divino manual de cmo celebrar la Cena del Seor, a modo de gua para la celebracin. Las cosas no son as[2]. El hecho que los Reformadores, reunidos en Marburg (Alemania) en 1529 no llegaron ni remotamente a un acuerdo sobre el tema de la Cena del Seor, creo que es algo muy significativo. Cuando visit Marburg en 1983, buscando mis races protestantes, vi con inters el mural que los representa, sentados, debatiendo hasta los menores detalles, pero sin poder llegar a una conclusin unnime sobre el significado de las Escrituras con respecto al tema. Si la evidencia bblica es tan clara, como algunos dicen, no entiendo porqu incluso aquellos grandes reformadores de la Iglesia, y todos sus 28.000 grupos protestantes herederos de ese pensar, tengan tantas diferencias al respecto, llegando algunos a negar que la Eucarista (y tambin el Bautismo) tenga ningn valor en el plan actual de salvacin (con plan actual de salvacin traducimos aqu lo que los anglfonos llaman dispensation, dispensacin; en la teologa catlica eso se llama economa de la salvacin). Te das cuenta que hubo una sola doctrina sobre la Eucarista por mil quinientos aos, desde el primer siglo de la historia de la Iglesia? Cuando los reformadores abrieron las compuertas de las confusin, causada por la libre interpretacin y el juicio privado, la misma tom forma de distintas escuelas dogmticas. No haban pasado an cincuenta aos desde las 95 tesis de Lutero, se public un libro en alemn que llevaba por ttulo: Doscientas definiciones de las palabras Esto es mi Cuerpo Desde la perspectiva de Lutero, desanimado por las facciones que ya comenzaban a formarse, escribi: Hay casi tantas sectas y creencias como cabezas; este no admite el Bautismo; aquel rechaza el Sacramento del altar; un tercero dice que hay un mundo intermedio entre el presente y el da del juicio; no falta quin ensea que Jesucristo no es Dios. No hay nadie, sin embargo, por ms bufn que sea, que no afirme que l est inspirado por el Espritu Santo, y que no considere como profecas sus sueos y desvaros (citado en Leslie Rumble, Bible Quizzes to a Street Preacher [Rockford, IL: TAN Books, 1976], 22). Desde la perspectiva de la Iglesia primitiva, la celebracin de la Eucarista fue entregada en herencia a la Iglesia por los mismos Apstoles, y no por medio de manuales, y ni siquiera por cartas apostlicas, que vendran luego. La Iglesia era la depositaria de esta informacin y de esta prctica, la depositaria de la enseanza apostlica. Fue ella la que entreg a las futuras generaciones la enseanza y la prctica que haba recibido. Es en este sentido que la Iglesia habla de la Sagrada Tradicin que en ella se preserva. Por eso considero que los Padres Apostlicos y los dems Padres de la Iglesia son muy importantes, pues ellos son testigos autnticos de la Tradicin Apostlica depositada en la Iglesia, al modo como un hombre rico deposita su dinero en un banco (San Ireneo). Esta era, de hecho, la primera y primordial fuente de instruccin durante los primeros siglos. El principio de la Sola Scriptura simplemente no exista; es ms, los Padres rebatan a aquellos que proponan doctrinas supuestamente bblicas que no contaban con el apoyo de la enseanza y Tradicin Apostlica constantes. Era la Iglesia la que trasmita la verdad. Ella era la columna y fundamento de la verdad (1Tim 3,15). Martn Lutero escribe: Esto s debemos

concederles (a los catlicos) como verdadero, a saber, que el Papado tiene la Palabra de Dios y el oficio de los Apstoles, y que nosotros hemos recibido las Sagradas Escrituras, el Bautismo, el Sacramento y el plpito de ellos. Qu sabramos de estas cosas si no fuera por ellos? (Sermons on the Gospel of John, Chap. 14-16, 1537, en el volumen 24 de Luthers Works, St. Louis, Missouri: Concordia Publi. House, 1961, 304). De modo que no contestar a tu pregunta recurriendo solamente a la Biblia, aunque por cierto har eso tambin; consultar tambin a los Padres de la Iglesia, porque respeto el modo cmo ellos interpretaron los textos y las enseanzas. Ireneo que Clemente, vio a los santos Apstoles y convers con ellos, sonndole an en sus odos sus predicaciones, y teniendo las autenticas tradiciones ante sus propios ojos. Y l (Clemente) no era el nico; vivan an muchos que haban sido instruidos por los Apstoles... En el mismo orden y con la misma sucesin la autntica tradicin recibida de parte de los Apstoles y entregada por la Iglesia, y la predicacin de la verdad, han sido confiadas a nosotros. (Adversus Haereses, 3.3.2s). Yo respeto sus enseanzas - debo admitirlo ms de lo que lo hacen los evanglicos de hoy en da, que han tirado por la borda y contradicho quince siglos de presencia y gua del Espritu Santo en su Iglesia. Encuentro particularmente curioso cunto aprecian, muchos evanglicos, a sus profesores y maestros actuales, y a la vez cunta ignorancia tienen de aquellos primeros maestros, maestros ciertamente extraordinarios.

Qu es la Misa?Con este breve trasfondo, vayamos un poco ms adelante. Preguntas qu significa la palabra Misa. En s misma la palabra es insignificante. Viene de la conclusin latina de la celebracin, cuando el sacerdote despide la asamblea con las palabras: Ite, Missa est, que literalmente significa: Id, es ya el final. El uso prolongado de este saludo final hizo que la palabra Misa significase toda la celebracin. La Misa es una liturgia o servicio muy amplio y profundo, que contiene misterio y tipologa. Incorpora la belleza y el poder de la Pasin de Cristo, recrendola frente a nuestros ojos. Es simblica y es real, de lenguaje simple y a la vez tipolgico. Es paradojal y a la vez simple. Contiene toda la dignidad, profundidad, simbolismo, hondura y realidad espiritual que se esperara del acto de culto central de la Iglesia fundada por Jesucristo y los Apstoles. Incorpora toda la tipologa del Antiguo Testamento, que era su sombra. La Misa fue profetizada por Malaquas (Mal 1,11), como lo entendi la Iglesia primitiva (lo veremos ms adelante). Misa es simplemente otro ttulo del servicio divino, de la liturgia, del compartir el Cuerpo de Cristo en la Cena del Seor.

La Misa como sacrificio: el AltarSignifica la Misa un verdadero sacrificio? Si, de varios modos. Describo el ms sencillo en primer lugar. En el Antiguo Testamento, un sacrificio comenzaba con una ofrenda, algo que era llevado solemnemente ante la presencia de Dios, y all ofrecido a l. Este es el primer sentido de oferta o sacrificio en la Misa. El pueblo de Dios se rene alrededor de la mesa del Seor (es decir, del altar, el lugar del sacrificio; Mal 1; 1 Cor 10,21). A los Israelitas Dios les manda que traigan las primicias de la tierra para ser puestas en el altar y ofrecer as su adoracin. Y ahora, he aqu he trado las primicias del fruto de la tierra que me diste, Seor. Y lo dejars delante del Seor tu Dios, y adorars delante de Seor, tu Dios (Dt 26,10).

La Iglesia siempre ha considerado esto, en la Misa, como profundamente significativo. Cuando nos reunimos, cada uno desde su propio lugar, para adorar a Dios, traemos nuestros dones para ofrecerle. En un cierto sentido, estos son depositados sobre el altar como una ofrenda. Qu ofrecemos a Dios? Muchas cosas: a nosotros mismos (Rm 12,12), nuestras alabanzas (Heb 13,15) y nuestros dones (1Cor 16,2), etc. El ofertorio, durante la celebracin, es la manera de ofrecer estas cosas a Dios de modo real y a la vez simblico. Dicho sea de paso, smbolo no es una mala palabra... Tengo un amigo que dice que el Evangelio ya no encierra ms simbolismos. Tiene razn, ahora se revela mediante smbolos. Lo ms extrao, es que este amigo mo celebra la Cena del Seor y dice que es solamente ... un smbolo! A mi modo de ver, esto es una contradiccin con sus principios. Los smbolos, de hecho, son necesarios, y corresponden perfectamente con el modo humano que nuestra mente tiene de entender. Usamos smbolo para todas las cosas. Tambin para protestantes, el Bautismo y la Comunin son smbolos, al igual que las cruces en las iglesias, los altares de madera, las banderas cristianas, los anillos de boda, inclinar nuestras cabezas o hacer gestos con las manos, arrodillarnos, cerrar los ojos para rezar, tener la Palabra de Dios en alto cuando predicamos desde el plpito, imponer manos, etc. Todas estas cosas son smbolos. (Para ms sobre este tema, ver el excelente libro de Thomas Howard Evangelical Is Not Enough, publicado por Ignatius Press.) Durante el ofertorio, traemos dos cosas para depositar en el altar. Pero antes que nada, es el altar un concepto del Nuevo Testamento, o es resabia perimida del Antiguo? La Iglesia Catlica tiene un altar (Heb 13,10; 1 Cor 10,21; etc). Ignacio de Antioquia (35-107 d.C.) y los primeros creyentes cristianos coinciden: Asegrense, por lo tanto, de que todos celebren una comn Eucarista; porque hay uno slo Cuerpo de Nuestro Seor Jesucristo, y una sola copa de unin con su Sangre, y un solo altar del sacrificio, del mismo modo como hay tambin un solo obispo, con su clero y mis compaeros servidores, los diconos. Esto asegurar que todo lo que hagis estar de acuerdo con la voluntad de Dios (Carta a los de Filadelfia 4, escrito alrededor del 106 d.C.). Nota las cuatro palabras claves que constantemente aparecen: cuerpo, sangre, altar y sacrificio. El estudioso protestante J. N. D. Delly comenta sobre esta ltima cita: La referencia de Ignacio a un solo altar, del mismo modo como hay tambin un solo obispo nos revela que l tambin pensaba [en la Eucarista] con trminos de sacrificio. Tambin hay un altar en el Cielo, de oro (Is 6,6; Ap 6,9; 8,3.5; 9,13; 11,1; 14,18; 16,7). Da la impresin que no podemos escapar de los altares..., comenzando con las ofertas sacrificiales de los hijos de Adn, pasando por Abraham, y llegando a la Cruz y la Mesa del Seor, el altar al que se refera el autor de la carta a los Hebreos; e incluso al final mismo del texto inspirado vemos que Dios no nos dispens de los altares en esta nueva era espiritual en los cielos, sino que vemos que tiene un altar de oro frente a su trono, y el Cordero del sacrificio eternamente ante sus ojos. Impresionante. Los catlicos tienen altares que representa tanto la Cruz del Seor como su ltima Cena (en realidad una misma cosa); los protestantes tienen una mesa delante en sus templos que no es para nada un altar. De todos modos, an conservan los as llamados altar calls, es decir, los llamados al altar, cuando invitan a la gente a venir adelante y recibir a Cristo. Es muy irnico ver cmo usan todos los smbolos de los catlicos pero vacos de su autntico y original contenido. Retomaremos este tema ms adelante. En la Iglesia, despus de la Liturgia de la Palabra y de la Oracin de los Fieles, tenemos lo que llamamos Ofertorio. Aqu entregamos nuestros dones al Seor. Tambin damos algo de nuestro

dinero a Dios y a la Iglesia, para lo que haga falta. Esto correspondera a las ofrendas y diezmos del Antiguo Testamento. Se trata de una ofrenda en el sentido bblico, es decir, algo entregado libremente, ofrecido al Seor. Estos dones, reales y simblicos, son trados ante la presencia del trono de Dios; ellos representan a los creyentes, nosotros, que ofrecemos sobre el altar no solamente dones, sino tambin - y principalmente - a nosotros mismos, nuestras familias, todo lo que somos y tenemos. Cuando veo una familia, en la celebracin dominical, llevando al altar los dones de pan y vino, me veo a m mismo y a todo lo que poseo siendo recibido por el sacerdote y depositado sobre el altar. Me entrego a la Cruz, renuevo mi entrega a Dios, entrego mi vida como l entreg la suya, me entrego a la voluntad de Dios, soy nuevamente ofrecido a Dios como sacrificio viviente y santo. l toma lo poco que le puedo ofrecer, y lo convierte en el mismo Cristo. Todo lo que soy es consumido por el Padre, no ya en llamas de inmolacin como suceda en el Antiguo Testamento, sino en como una ofrenda y una bendicin de accin de gracias y de aceptacin. Me da la impresin que los catlicos, frecuentemente, no se dan cuenta de la belleza de la Misa, como probablemente t cuando eras un joven catlico; esto sucede porque no leemos lo suficiente, no estudiamos, no rezamos, no practicamos suficientemente estos misterios tremendos. Es una verdadera lstima cuando estos riqusimos misterios estn delante de nuestros ojos y nosotros no los advertimos. Jess regaaba a sus seguidores, como lo hace an hoy, dicindoles Tienen ojos y no ven... (Mc 8,18). Llevamos al altar el vino y el pan, frutos de la tierra, dones de Dios, elaborados por las manos del hombre. Tomamos algo que l nos dio, lo convertimos en pan y en vino, y le devolvemos parte de sus dones. Damos gracias a Dios por sus dones, por la vida, por los frutos de la tierra. Bendigo seas por siempre, Seor!.

Presencia Real o simblica?Ahora bien, el pan y el vino estn sobre el altar. Qu sucede luego? Sabemos que Jess no dijo que el pan y el vino representaban su Cuerpo y su Sangre (aunque si en arameo existen las palabras para representar, que bien hubiese l podido usar, si hubiese tenido esa intencin), sino que dijo que el pan y el vino son su Cuerpo y su Sangre. De hecho algunos estudioso piensa que la palabra cuerpo en griego estara traduciendo la palabra carne en arameo (la lengua que us Jess), ya que no hay una palabra ms exacta para significar cuerpo en arameo que la palabra carne. De modo que Jess estara diciendo Esta es mi carne. Suena bastante catlico, verdad? La Presencia Real de Jess en la Eucarista no fue jams negada en la Iglesia primitiva, excepto por los gnsticos. Porqu negaran los gnsticos la Presencia Real? Porque ellos consideran a Jess como slo un hombre, y Cristo sera un espritu que vino sobre Jess, es decir, seran Jess y Cristo dos entidades distintas. Cristo no tuvo, segn esta doctrina, un cuerpo real, y por lo tanto no puede existir tal cosa como Presencia Real del Cuerpo y Sangre de Cristo en la Eucarista. Los Padres de la Iglesia, curiosamente, argumentaban en el sentido opuesto: dado que se da una Presencia Real en la Eucarista, luego Jess tiene que haber tenido un cuerpo real cuando vivi en la tierra. Un argumento ms que interesante, verdad? No te resulta llamativo que los Protestantes sigan ahora el razonar del gnosticismo, en vez de acordar con las enseanzas y prcticas de los primeros cristianos? No hubo otro modo de pensar en la Iglesia de los primeros siglos hasta bien llegado el siglo IX; y recin en el siglo XIV surgieron enseanzas que negaban la Presencia Real del Seor en la Eucarista,

interpretando las palabras del Seor de un modo simblico, en vez de literal. (Y pensar que son los Protestantes los que deben interpretar todo ms literalmente!) Imagnate por un momento a Jess siendo interrumpido por Santiago o por Juan, mientras dice Esto es mi Cuerpo... Juan se apresura a corregirlo: No, no es tu cuerpo, slo simboliza tu cuerpo. Y Jess que lo mira con atencin y le dice: Qu has dicho?. Como veremos, fue eso lo que le hizo perder la fe a Judas; fue precisamente en aquel momento de fe en la Eucarista, que Satans entr en l. Dejaremos de un lado, por el momento, la cuestin de la Presencia Real, aunque en mi libro escribir sobre el tema con lujo de detalles, y se estudiando el Antiguo como el Nuevo Testamento, la Iglesia primitiva, la Reforma y los tiempos modernos. Tambin inclu en mi libro Crossing the Tiber una Breve Historia de la Resistencia; de esta resistencia - como sabes - t eres (y yo era) descendiente. Volviendo a la cuestin del Sacrificio: las palabras de Jess en la institucin de la Cena del Seor estn cargadas de sentido sacrificial. De hecho toma lo que era un sacrificio (la Pascua) y lo transforma con nueva simbologa y con nueva realidad. Aquello que los judos coman cada ao - y ellos tenan que comer el cordero del sacrificio, de lo contrario no tendra ningn efecto simbolizaba al Cordero que habra de venir. Pero ahora que el verdadero Cordero se haba ofrecido, deban tambin comer el Cordero, no de modo simblico, sino real. Corderos temporales - Cordero Eterno. Los primeros eran smbolos, el segundo - Realidad. Los judos previamente coman el smbolo, mientras que el nuevo Pueblo de Dios come la Realidad. Esto es mi Cuerpo que ser entregado por vosotros.Palabras por cierto extraas! Cuando vemos estos pasajes en el original griego, y a la luz de la cultura juda - cosa que haremos enseguida - descubrimos que hay un uso extenso de terminologa sacrificial.

Leyendo la Biblia en su contexto vitalPero antes de entrar a ver la naturaleza sacrificial de la Eucarista, recordemos algunos pasajes importantes de la Escritura: Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judos... Entonces Jess dijo: Haced recostar a la gente. Haba mucha hierba en aquel lugar. Se recostaron, pues, como cinco mil hombres. Entonces Jess tom los panes, y habiendo dado gracias, los reparti entre los que estaban recostados... Cuando fueron saciados, dijo a sus discpulos: -Recoged los pedazos que han quedado... Entonces, cuando los hombres vieron la seal que Jess haba hecho, decan: -Verdaderamente, ste es el profeta que ha de venir al mundo! (Jn 6,4.10-14). La palabra griega para gracias es eucaristeo, de donde proviene nuestro uso de la palabra Eucarista. Juan, intencionalmente, repite esta palabra en el versculo 23, donde debe ser vista como una alusin a la intencin eucarstica del pasaje. Esta conclusin se justifica an ms si consideramos que el evangelio fue escrito al final del primer siglo, cuando la Cena del Seor era llamada, tcnicamente, Eucarista, como queda claro de las cartas de San Ignacio de Antioquia, discpulo de Juan (ver por ejemplo su carta a los Efesios 13, a los de Filadelfia 4, a los de Esmirna 7), y tantos otros. El estudioso protestante Oscar Cullman escribe: El largo discurso de Jess en el evangelio de Juan... ha sido considerado desde tiempos antiguos por la mayora de los exegetas un discurso sobre la Eucarista... Aqu el autor hace que el mismo Jess establezca la separacin entre

el milagro de la multiplicacin material del pan material y el milagro del Sacramento (Early Christian Worship, traducido por A. Stewart Todd and James B. Torrance, Philadelphia, Westminster Press, 1953, p. 93). Este es el nico milagro obrado por Jess en su ministerio terreno que ha sido registrado por los cuatro evangelistas, demostrando as la importancia del evento. Jess establece el escenario para el discurso del Pan de Vida, que ha bajado del cielo. Con la multiplicacin de los panes Jess demuestra su poder para proveer de pan a todos, preparando una mesa en el desierto, que es un modo velado de hablar del mundo. Pronto veremos que Jess explica que el pan que l ofrece, en la Eucarista, es su carne, que es ciertamente comida que ser suministrada a travs de su Iglesia a todos los hombres, en todos los lugares, de todos los tiempos. El tono sacrificial usado por los evangelistas en los evangelios sinpticos sugiere que los primitivos cristianos asociaban ya desde antiguo el milagro de los panes con la Eucarista, teniendo en cuenta que los evangelios fueron escritos en la segunda mitad del primer siglo. El histrico protestante y anti-catlico Philip Schaff escribe: Aqu el ms profundo misterio del cristianismo toma cuerpo una y otra vez, y la historia de la Cruz se reproduce ante nuestros ojos. Aqu la alimentacin milagrosa de los cinco mil se perpetua espiritualmente... Aqu Cristo... da su propio cuerpo y sangre, sacrificados por nosotros... como comida espiritual, como el verdadero pan que baja del cielo (History of the Church, Grand Rapids, MI, Eerdmans, 1980, 1:473). En esta narrativa, Juan nos da una hermosa descripcin de la Iglesia: toda la gente que hacan cinco mil personas (sin contar mujeres y nios) representan la Iglesia universal, reunida en pequeos grupos de cincuenta y de cien, que representan a las iglesias locales, todas alimentadas por Cristo, el gran Sumo Sacerdote, que distribuye el pan a todos, a travs de las manos de sus sacerdotes, los Apstoles. Ms adelante, en el mismo captulo, Jess explica que el pan es su carne, que debe ser comida, as como deba comerse la carne del Cordero Pascual. Esta poniendo de este modo el fundamento para la futura enseanza apostlica y para los sacramentos de la Iglesia. Despus de la multiplicacin de los panes, Jess dice: Yo soy el pan vivo que descendi del cielo; si alguno come de este pan, vivir para siempre. El pan que yo dar por la vida del mundo es mi carne. Entonces los judos contendan entre s, diciendo: -Cmo puede ste darnos a comer su carne? Y Jess les dijo: --De cierto, de cierto os digo que si no comis la carne del Hijo del Hombre y bebis su sangre, no tenis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitar en el da final. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida... Desde entonces, muchos de sus discpulos volvieron atrs, y ya no andaban con l. Entonces Jess dijo a los doce: -Queris acaso iros vosotros tambin? Le respondi Simn Pedro: Seor, a quin iremos? T tienes palabras de vida eterna (Jn 6, 51-55, 66-68). Cmo aceptaran los primeros destinatarios del evangelio de Juan? No olvidemos que este evangelio fue escrito entre el 90 y el 100 d.C. Segn George Beasley-Murray, tal vez el exegeta bautista ms importante en estos tiempos, no es necesario interpretar el texto exclusivamente en el sentido del cuerpo y sangre de la ltima cena del Seor; sin embargo, es evidente que ni el evangelista ni sus lectores cristianos pudieron haber escrito o ledo estos dichos de Jess sin una referencia conciente a la Eucarista; por lo menos hay que decir que ellos reconocieron el evento de la cena del Seor

como el cumplimiento ms perfecto (de lo dicho en el discurso del Pan de Vida). Ver George Beasley-Murray, John, vol. 36 del Word Biblical Commentary, Waco, TX, Word Books, 1987, p. 95). En este discurso parecera como si Jess se decide hablar de un modo particularmente difcil, deseando asustar a sus discpulos innecesariamente... Les habl palabras duras de entender, invitndolos, aparentemente, a ser canbales; como resultado, muchos se escandalizaron y se alejaron definitivamente de l. La palabra griega que Juan usa para comer, no es la que se usa habitualmente para describir una delicada cena: es la expresin griega que significa morder, comer ruidosamente, y se podra traducir como masticar su carne (ver Raymond Brown, The Gospel according to John I-XII [New York, NY: Doubleday, 1966], 283). Este escndalo dice Cullman pertenece ahora al Sacramento, del mismo modo que el escndalo contra el cuerpo humano pertenece al divino Logos (Oscar Cullman, Early Christian Worship, 100). Y los Protestantes de tradicin Anabaptista y Zwingliana s se escandalizan por la Eucarista. Este es el nico caso (en el evangelio), al menos que haya sido registrado, de discpulos que se alejan de Jess por una cuestin doctrinal. Como Protestante, yo tambin me haba escandalizado y alejado del significado real de estas palabras. Porqu Jess no detuvo la desbandada de los discpulos? El hubiese podido, con facilidad, decirles: Esperen, no ven que estoy hablando de un modo simblico? Retornad, pues les estaba hablando de modo figurativo. Como no lo hizo, muchos de sus discpulos se alejaron de l. Pero los Doce permanecieron con l: se dieron cuenta que sus palabras eran palabras de vida eterna. Este pasaje fue entendido, desde los primeros das de la Iglesia, como una explicacin que anticipa la Eucarista. San Basilio Magno (330-379 d.C.) escribi en su epstola Al patricio Coesaria, sobre la Comunin: Es bueno y saludable comulgar todos los das, y participar as del santo cuerpo y sangre de Cristo. Porque l lo dice con gran claridad: el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna (The Nicene and Post-Nicene Fathers, 2d. series, 8:179). Segn Raymond Brown, hay dos grandes indicaciones que nos llevan a pensar que aqu (en Juan 6) se est hablando de la Eucarista. La primera indicacin es la insistencia de Jess sobre la necesidad de comer y alimentarse de su cuerpo y su sangre: no podemos tomar estas palabras como una simple metfora que nos hablara de aceptar su revelacin... De modo que si queremos atribuir a las palabras de Jess en Juan 6,53 un sentido positivo, debemos referirlas a la Eucarista: Tomad, comed: esto es mi cuerpo; ... bebed ... esta es mi sangre. La segunda indicacin que se refiere a la Eucarista es la frmula que encontramos en Juan 6,51, donde Juan nos habla de carne, mientras los evangelios sinpticos, contando la ltima Cena del Seor, nos hablan de su cuerpo. Sin embargo, hay que saber que no hay una palabra hebrea o aramea para cuerpo, como entendemos nosotros esta palabra; por este motivo, muchos estudiosos mantienen que en la ltima Cena lo que Jess verdaderamente dijo fue el equivalente arameo de Esto es mi carne. (The Gospel According to John I-XII, 284-285). Debemos recordar una vez ms que Juan escribi su evangelio entre el 90 y el 100 d.C.; de este perodo se conservan documentos que demuestran que la Eucarista era claramente celebrada por la Iglesia Catlica, en todo el Imperio Romano, como la participacin en el cuerpo y la sangre de Cristo literalmente. Si la Eucarista deba tomarse en sentido simblico, y cualquier otra prctica se hubiese visto como idolatra, Juan hubiese podido aclarar fcilmente la doctrina, como de hecho le gustaba aclarar en su evangelio (ver Jn 1,42; 21,19). Hubiese podido aclarar a sus lectores que se trataba de un modo simblico de hablar, y no significaba lo que los primeros cristianos pensaban que significaba. Pero Juan escribi un evangelio sacramental, y saba exactamente lo que estaba escribiendo, y porqu.

El marco del discurso: la Pascua y el traidor

Luego leemos las palabras de Jess a Judas en el mismo contexto de Juan 6: Jess les respondi: No os escog yo a vosotros, los doce, y sin embargo uno de vosotros es un diablo? Y l se refera a Judas, hijo de Simn Iscariote, porque ste, uno de los doce, le iba a entregar (Jn 6,70-71). El contexto del pasaje es siempre importante para su interpretacin. Mientras se lee la Biblia, hay que preguntarse siempre cosas como porqu pone el autor este evento en este lugar, y no en aquel otro? O bien qu conclusin espera de nosotros el autor al poner estas palabras en este contexto? En nuestro pasaje, nos parece contextualmente significativo que Juan mencione la traicin de Judas en este lugar de su narracin. Dnde encontramos nuevamente, en los evangelios, el evento de la traicin de Judas? En cada uno de los evangelios la mencin de Satans que entra en Judas se menciona en el contexto de la ltima Cena. Cada evangelio comienza el relato con el aviso que era la Pascua, y termina con la asercin de que Satans entr en Judas exactamente como en Juan 6. Y esto se explica porque Juan enmarca su discurso eucarstico en el captulo 6 de tal modo que el lector vea el claro paralelo con los relatos sinpticos de la Cena del Seor. El primer versculo de Juan 6 dice que Jess dio su discurso sobre la necesidad de comer su carne durante la Pascua. La mencin que luego hace de Judas parecera totalmente fuera de lugar aqu, excepto si se entiende dentro del marco eucarstico de todo el captulo. Qu maravillosa es la Biblia!

La institucin de la EucaristaPasemos ahora a ver la institucin de la Eucarista, segn la trae el evangelio de Marcos (escrito en la ltima parte del primer siglo). Marcos escribi: Y mientras coman, tom pan, y habindolo bendecido lo parti, se lo dio a ellos, y dijo: Tomad, esto es mi cuerpo. Y tomando una copa, despus de dar gracias, se la dio a ellos, y todos bebieron de ella. Y les dijo: Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos. (Mc 14,22-24). Parece que Jess, intencionalmente, usa terminologa de Exodo 24,8: He aqu la sangre del pacto que el Seor hizo con vosotros, segn todas estas palabras. Es aqu, como notarn, que Jess cumpli lo prometido en Juan 6: Esto es mi cuerpo... esta es mi sangre. Qu palabras podran ser ms claras que estas? En ese momento Jess y los Apstoles estaban comiendo la cena de la Pascua, el cordero del sacrificio, que era la prefiguracin del cuerpo del Seor, y ahora, sentados en esa misma mesa, Jess levanta un pedazo de pan y dice: Esto es mi cuerpo. Es interesante notar que en el texto griego, el sustantivo cuerpo lleva un artculo definido que, segn la gramtica griega, hace que la expresin aparezca con particular fuerza, cosa que se pierde en la traduccin al espaol. Literalmente podramos traducirlo como este aqu es mi cuerpo; se est declarando que esto (el pan) es mi cuerpo. Jess dijo estas palabras en arameo, la lengua que hablaban l y sus Apstoles. Algunos estudiosos piensan que las palabras de Jess aqu fueron Esto es mi carne, ya que no hay una palabra aramea para designar cuerpo, sino carne. Lo cual se entendera muy bien con aquello de Juan 6, cuando Jess dice: vosotros debis comer mi carne y beber mi sangre. Ahora vemos lo que nos dice Lucas en su evangelio: Cuando lleg la hora, se sent a la mesa, y con l los apstoles, y les dijo: Intensamente he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer; porque os digo que nunca ms volver a comerla hasta que se cumpla en el reino de Dios. Y habiendo tomado una copa, despus de haber dado gracias, dijo: Tomad esto y repartidlo entre vosotros; porque os digo que de ahora en adelante no beber del fruto de la vid, hasta que venga el

reino de Dios. Y habiendo tomado pan, despus de haber dado gracias, lo parti, y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo que por vosotros es dado; haced esto en memoria de m. De la misma manera tom la copa despus de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por vosotros. (Lc 22,14ss). Pablo y Lucas agregan los elementos de memoria, recuerdo (griego anamnesis), que no incluye Marcos o los dems evangelios. Hay indicaciones de desarrollo litrgico an en el Nuevo Testamento mismo (ver The Study of Liturgy, ed. por Cheslyn Jones, Geoffrey Wainwright, Edward Yarnold, and Paul Bradshaw [New York, NY: Oxford Univ. Press; 1978, 1992], 204). La palabra memoria es un trmino sacrificial, y se usa en la versin griega de los Setenta (se llama la versin de los Setenta a la versin griega del Antiguo Testamento, que era ampliamente usada en los tiempos de Jess). En Lev. 24,7 la palabra anamnesis traduce el hebreo azkarah, que era una sacrificio memorial ... Este sacrificio particular (azkarah) era entendido como un recuerdo perpetuo de la alianza (Dictionary of New Testament Theology, ed. por Colin Brown [Grand Rapids, MI: Zondervan Publ., 1979], 3:239). Anamnesis se usa en Nmeros 10,10, donde nuevamente hace mencin al sacrificio, por lo cual la expresin de Jess en la ltima Cena sin duda tena para sus oyentes un carcter sacrificial. No podemos pensar que pas inadvertido a Jess, en aquel momento crucial de la ltima Cena, el hecho que la palabra anamnesis (o su equivalente en arameo) tena esa significacin sacrificial... Ms bien debemos pensar que lo que Jess est haciendo es, precisamente, dar un contexto sacrificial a esa Eucarista que instituye durante la celebracin juda de la Pascua; Pablo, en 1 Corintios, parece que capt muy bien este aspecto.

Lo reconocieronFinalmente con respecto a Lucas, me gustara comentar uno de los momentos ms interesantes del Nuevo Testamento. Parece evidente que se est haciendo referencia en este pasaje a la Eucarista, ya sea por el uso de la misma terminologa, por el escenario de la historia, y por la fecha en que fue escrito el evangelio. Leemos en Lucas: Y he aqu que aquel mismo da dos de ellos iban a una aldea llamada Emas, que estaba como a once kilmetros de Jerusaln. Y conversaban entre s acerca de todas estas cosas que haban acontecido. Y sucedi que mientras conversaban y discutan, Jess mismo se acerc y caminaba con ellos. Pero sus ojos estaban velados para que no le reconocieran. Y l les dijo: Qu discusiones son estas que tenis entre vosotros mientras vais andando? ... Entonces Jess les dijo: Oh insensatos y tardos de corazn para creer todo lo que los profetas han dicho! No era necesario que el Cristo padeciera todas estas cosas y entrara en su gloria? Y comenzando por Moiss y continuando con todos los profetas, les explic lo referente a l en todas las Escrituras. Se acercaron a la aldea adonde iban, y l hizo como que iba ms lejos. Y ellos le instaron, diciendo: Qudate con nosotros, porque est atardeciendo, y el da ya ha declinado. Y entr a quedarse con ellos. Y sucedi que al sentarse a la mesa con ellos, tom pan, y lo bendijo; y partindolo, les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos y le reconocieron; pero l desapareci de la presencia de ellos. Y se dijeron el uno al otro: No arda nuestro corazn dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino, cuando nos abra las Escrituras? Y levantndose en esa misma hora, regresaron a Jerusaln, y hallaron reunidos a los once y a los que estaban con ellos ... Y ellos contaban sus experiencias en el camino, y cmo le haban reconocido en el partir del pan. (Lc 24,13-17.25-33.35). Qu modo en verdad extrao que tienen estos viajeros de contar cmo y cundo reconocieron que era Jess! Y qu modo extrao de concluir con la narracin evanglica! Despus de su resurreccin,

Jess les estaba explicando las Escrituras, mientras caminaban juntos. Y comenzando por Moiss y continuando con todos los profetas, les explic lo referente a l en todas las Escrituras. Este tiene que haber sido uno de los sermones explicativos ms hermosos de todos los tiempos, predicado por el mismo Jess! Sin embargo, an siendo el mismo Jess el que les explica las Escrituras, ellos no entendieron quin era l. Pero, cuando Jess tom el pan, lo parti, lo bendijo y se los dio les fueron abiertos los ojos y le reconocieron. Este es un paso muy interesante: los discpulos no presentan el descubrir a Jess como consecuencia de una predicacin bblica, sino que ms bien declaran que le haban reconocido en el partir del pan (Lc 24,35). Es de notar que Lucas emplea aqu las mismas palabras que Jess us unos captulos antes, cuando instituy la Eucarista (tom, bendijo, parti y dio). Las nicas veces que el Nuevo Testamento emplea estas palabras de esta manera son cuando el evangelista habla de la Eucarista y... aqu en Lc 24. Estaba Lucas tratando de decir algo, al cerrar su evangelio con este relato histrico? Raymond Brown escribe: La insistencia que demuestra Lucas de explicar que los discpulos reconocieron a Jess en el partir el pan, ha sido tomada comnmente como una enseanza eucarstica, de modo de poder convencer a la comunidad de que tambin ellos podan encontrar a Jess resucitado en el partir el pan eucarstico (The Gospel according to John I-XII, 1100).

La Eucarista en la enseanza de PabloDe cualquier modo que sea, vayamos ahora a las palabras de Pablo en 1 Corintios, sin perder de vista Malaquas 1,11. Pablo escribe: Porque yo recib del Seor lo mismo que os he transmitido: que el Seor Jess, la noche en que fue entregado, tom pan, y despus de dar gracias, lo parti y dijo: Esto es mi cuerpo que es para vosotros; haced esto en memoria de m. De la misma manera tom tambin la copa despus de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto cuantas veces la bebis en memoria de m. Porque todas las veces que comis este pan y bebis esta copa, la muerte del Seor proclamis hasta que l venga. De manera que el que coma el pan o beba la copa del Seor indignamente, ser culpable del cuerpo y de la sangre del Seor (1Co 11,23-27). Pablo confirma aqu las palabras de Jess y la tradicin oral de la Iglesia, ya que estas cosas no se haban escrito an en los evangelios. De hecho, si damos un vistazo a la cronologa, 1 Corintios es probablemente la primera evidencia escrita de las palabras de Jess en la ltima Cena. Digamos un par de cosas sobre este pasaje, antes de seguir adelante. Las palabras recibir y transmitir son palabras tcnicas usadas para la trasmisin de la tradicin apostlica (ver tambin 1 Cor 15,3). Los corintios no aprendieron sobre la Cena del Seor leyendo el Nuevo Testamento. Lo aprendieron por la tradicin entregada o transmitida por Pablo mediante enseanza oral y ejemplos (2 Cor 11,2; 2 Tes 2,15; 3,6), tradicin que Pablo, a su vez, recibi directamente del Seor, o tal vez directamente de los Doce Apstoles (Gal 1,18, etc). Las cartas del Nuevo Testamento no tuvieron nunca la intencin de reemplazar la tradicin enseada por los Apstoles, Palabra Viva de Dios entregada personalmente (1 Tes 2,13). Las cartas de Pablo no se enviaban ni eran vistas como manuales de iglesia con instrucciones completas sobre la Cena del Seor, ya que los de Corinto ya haban sido instruidos convenientemente por el mismo Pablo, en persona. Sus cartas tenan como finalidad corregir abusos y prcticas defectuosas que se haban introducido en la prctica religiosa de los fieles de Corinto. La fe haba sido entregada oralmente, por la instruccin hecha por parte de los apstoles a los santos (Judas 3), es decir, a la Iglesia. Las

cartas fueron enviadas mucho ms tarde para alentar y exhortar las iglesias en lo que ellas ya saban por tradicin (1 Cor 4,17; 2 Pe 3,1-2). Con respecto a la palabra memoria, debo hacer algunos comentarios. Segn Thomas Howard, en su libro Evangelical Is Not Enough (San Francisco, Ignatius Press, 1984), la palabra memoria no expresa el contenido ltimo de la palabra griega anamnesis, que es usada en el momento de la institucin de la Eucarista. La palabra sugiere una memoria que, a la vez, significa un hacer presente (106). El Theological Dictionary of the New Testament usa la palabra re-presentacin y el hacer presente por parte de la comunidad, al Seor que instituy la Cena (1:348). Este re-llamar o re-presentar significa que algo pasado se hace presente, algo que, aqu y ahora, nos afecta vital y profundamente. En otras palabras, la Eucarista es el hacer presente al verdadero Cordero Pascual, que es Cristo De este modo, desde los primeros das, la Iglesia entendi la Eucarista como el representar del sacrificio de Cristo, con su poder salvador actual. Todas las antiguas liturgias dejan claro que en el culto eucarstico la Iglesia experimenta el poder del Salvador presente (Olive Wyon, The Altar Fire, Londres, SCM Presss, 1956, 35-36). El autor protestante Max Thurian escribi: Este memorial no es un simple acto de recogimiento subjetivo, es una accin litrgica que hace presente al Seor que llama ante el Padre celestial, como un memorial, el nico sacrificio del Hijo, y esto lo hace presente al Hijo en su memorial (The Eucharistic Memorial, II, The New Testament, Ecumenical Studies in Worship, segn se cita en el Dictionary of the New Testament, editado por Colin Brown, Gran Rapids, MI, Zondervan Publ. 1979, 3:244). Jess dice que el Cliz es la Sangre de la Nueva Alianza, haciendo clara referencia a las palabras de Moiss. Este modo de hablar y usar los trminos, est sacado ciertamente del lenguaje sacrificial del Antiguo Testamento, y Ex 24,8 en particular: Entonces Moiss tom la sangre y la roci sobre el pueblo, y dijo: He aqu la sangre de la alianza que el Seor ha hecho con vosotros, segn todas estas palabras. Jess nos est hablando de verdadera sangre, no de un vino simblico que representa sangre. Haciendo referencia a las palabras de la alianza de sangre de Moiss, Jess dice: Esta es mi sangre de la alianza, mientras entrega el cliz a sus discpulos, ordenndoles que beban su sangre, de la cual l les haba hablado y explicado extensamente en su discurso de Juan 6. Finalmente, una palabra con respecto a profanar el Cuerpo del Seor: ser culpable del cuerpo y la sangre de alguien tena en aquel tiempo el significado de ser culpable de homicidio. Cmo poda ser alguien culpable de homicidio si el cuerpo (pan) es slo un smbolo? La presencia real del Cuerpo de Cristo es necesaria para que se pueda cometer una ofensa contra el mismo. Cmo puede alguien ser culpable del cuerpo y sangre de Cristo por comer un trozo de pan o beber un sorbo de vino? Nadie es culpable de homicidio si comete violencia contra la imagen o la estatua de una persona sin tocar a esa persona fsicamente. Las palabras de Pablo no tienen sentido sin el dogma de la Presencia Real (Leslie Rumble and Charles M. Carty, Eucharist Quizzes to a Street Preacher [Rockford, IL.: TAN Books, 1976], 7-8). Me gustara comentar un ltimo pasaje de Pablo antes de considerar con ms detalle el centro de la cuestin, es decir, el Sacrificio Eucarstico, y el hecho de que hay un solo sacrificio ocurrido en el tiempo, y que el sacrificio diario de la Misa es una re-presentacin de aqul nico y singular sacrificio, y no una re-crucifixin de Jess. Tenme un poco de paciencia...

Pablo contina: Os hablo como a sabios; juzgad vosotros lo que digo. La copa de bendicin que bendecimos, no es la participacin en la sangre de Cristo? El pan que partimos, no es la participacin en el cuerpo de Cristo? Puesto que el pan es uno, nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan. Considerad al pueblo de Israel: los que comen los sacrificios, no participan del altar?... digo que lo que los gentiles sacrifican, lo sacrifican a los demonios y no a Dios; no quiero que seis partcipes con los demonios. No podis beber la copa del Seor y la copa de los demonios; no podis participar de la mesa del Seor y de la mesa de los demonios. (1 Cor 10,15-18.20-21). Qu significa, en este pasaje, la palabra participacin (griego koinona)? Se trata de lenguaje simblico? No, significa una participacin real. San Agustn, queriendo describir lo que sucede en la Eucarista, pone en boca de Jess las siguientes palabras: Tu no me vas a convertir en ti, como sucede con la comida corporal, sino ms bien tu te convertirs en m (Confesiones, 7,10,16). An el Theological Dictionary of the New Testament de Gerhard Kittel ensea que koinonia denota participacin, comunin, con el sentido de cercana profunda. Expresa una relacin que es mutua. Significa participacin, comunicacin, comunin. San Juan Crisstomo dice: Porque, qu cosa es el pan? El Cuerpo de Cristo. Y en qu cosa se convierten los que participan de l? En el Cuerpo de Cristo: no muchos cuerpos, sino en un solo cuerpo (Homila sobre 1 Corintios). No slo participamos con un gesto simblico, sino que, como lo dice claramente Pablo, participamos en verdad del cuerpo y sangre de Cristo. Cmo podra ser eso as, si la participacin es meramente simblica? Los evanglicos fundamentalistas se atribuyen la cualidad de ser los que toman la Biblia en su sentido ms literal: la Biblia dice lo que quiere decir, y quiere decir lo que dice. Sin embargo, como buen fundamentalista que era, no dudaba en dejar de lado el sentido literal de estos pasajes, como as tambin la interpretacin de la Iglesia primitiva, para poder quedarme con la Biblia segn la tradicin fundamentalista en la que haba sido instruido y la que haba aceptado. La Eucarista representa, tambin, la unidad del Cuerpo de Cristo, que los Protestantes han quebrado. No hay ejemplo ms fuerte de la unidad del Cuerpo de Cristo que el ejemplo del pan y del vino. El pan est hecho de muchos granos separados, que son recogidos y triturados para obtener la harina, de la cual se amasa y hornea un solo pan. La uvas, originalmente separadas, son cosechadas y trituradas para obtener el fruto de la vid, el vino. As como los muchos granos forman un solo pan, tambin nosotros, cuando comemos ese nico pan, el Cuerpo de Cristo, nos transformamos en un solo cuerpo. Nos convertimos en su cuerpo de un modo muy real, al participar y comer su Carne y beber su Sangre. Recuerda que Pablo ensea que comemos de un solo pan, lo cual indica el cuerpo real de Cristo, ya que si nos atenemos al smbolo exterior, comemos panes separados, distintos. Los catlicos comen de un solo pan, Cristo resucitado, el Pan de Vida. La Eucarista es la cumbre y la fuente de la unidad, como lo ensea claramente el Catecismo de la Iglesia Catlica: La Eucarista es nuestro pan de cada da. El poder que encierra este manjar divino lo convierte en vnculo de unidad. Su efecto es la unidad, de tal modo que, transformados en su Cuerpo y hechos sus miembros, podamos convertirnos en aquello que recibimos (2837, citando a San Agustn, Sermn 57,7)

Pero nos podemos preguntar: Pablo piensa en trmino sacrificiales? Demos un vistazo a las palabras que usa, y a los ejemplos que da. Recordemos que 1 Corintios no es un manual o catecismo de las doctrinas cristianas. Esa doctrina haba sido ya trasmitida a los de Corinto mediante tradicin oral (1 Cor 11,2), por Pablo personalmente. La carta tena por intencin ser una misiva de carcter correctivo, para hacerles recordar y profundizar el conocimiento y la prctica eucarstica que ya posean y practicaban. El sentido sacramental del pan y el vino no solamente se presuponen en esta carta, sino que son la base de toda la presente argumentacin... La bebida y la comida espiritual aparecen ahora, con mayor claridad, como el Cuerpo y la Sangre de Cristo; y aunque la base ltima de esta definicin ser dada slo ms tarde (1 Cor 11, 23-26), Pablo la supone ya aqu como algo comnmente compartido con sus lectores, que tiene la fuerza suficiente como para fundamentar la argumentacin que sigue... Lo que los escritos del Nuevo Testamento presuponen ... es an ms importante de lo que de hecho dicen (The Study of Liturgy, 191). Notemos algo interesante: Pablo compara tres diversos sacrificios. Para sus lectores, el sentido era claro. Cada sacrificio se ofrece sobre un altar (mesa del sacrificio): en primer lugar el sacrificio de los judos (v. 18), luego el de los paganos (v. 19-21, ofrecido a los dolos), y finalmente el de los cristianos, la Eucarista. Mediante estas comparaciones, Pablo confirma el carcter sacrificial de la Eucarista cristiana. La mesa del Seor es un trmino tcnico comn en el Antiguo Testamento que se refiere al altar del sacrificio (Lev 24,6.7; Ez 41,22; 44,15; Mal 1,7.12), de modo que los lectores de la carta habran captado inmediatamente la correlacin que Pablo estaba sugiriendo. En este sentido estoy sorprendido de que en mis primeros das como catlico no haba notado este importante detalle: la mesa del Seor en la Iglesia, a la cual se refiere Pablo, y que enraza con la terminologa y la prctica del Antiguo Testamento, es ahora el altar del nuevo sacrificio, del cual habla Malaquas (1,11). Observemos que la mesa del Seor se menciona dos veces en el primer captulo de Malaquas, antes y despus de la promesa de Dios de un sacrificio nuevo y universal ofrecido por los gentiles. La mesa del Seor, o sea el altar del sacrificio, ser el lugar de esta ofrenda, que corresponde con la Eucarista, ofrecida en la mesa del Seor de 1 Corintios 10,21. Permteme que te haga esta pregunta: sabas estas cosas cuando dejaste la Iglesia Catlica? Acaso el paralelismo no es impactante e inequvoco? Malaquas enmarca dos veces el sacrificio sin mancha de los gentiles con los trminos sacrificiales de mesa del Seor. San Pablo entonces utiliza esta misma terminologa para explicar el nuevo sacrificio ofrecido sobre la mesa del Seor en la Iglesia. El sacrificio de la Eucarista sobre la mesa del Seor es comparado con los otros sacrificios ya sobradamente conocidos que se ofrecen sobre mesas de altares tanto paganos como judos. Pablo, el ms brillante discpulo del ms lcido rab judo, Gamaliel, no est usando esta terminologa del Antiguo Testamento a la ligera: es un alumno aventajado... l sabe que sus lectores interpretan esta terminologa sacrificial ponindola en relacin con la Eucarista. Se puede poner en duda que Pablo, el brillante maestro de la Torah, comprendi la Eucarista en trminos sacrificiales, interpretando la mesa del Seor como un cumplimiento de Malaquas 1:11?. El paralelismo que Pablo dibuja entre la participacin de judos y paganos en sus sacrificios mediante la comida de la carne de las vctimas y el gape cristiano en Cristo por medio de la Eucarista nos demuestra que l considera la comida de la Eucarista como una comida sacrificial y ello implica que la Eucarista misma es un sacrificio (Jerome Biblical Commentary, ed. by Raymond E. Brown, Joseph A. Fitzmyer, and Roland E. Murphy [Englewood Cliffs, NJ: PrenticeHall, 1968], 269).

A veces me he emocionado tanto con el Seor y la Iglesia que me he atascado al escribir. El Seor ha sido tan maravilloso.

Respondiendo a tu preguntaAhora podemos encarar al fin vuestra pregunta especfica: cmo puede ser la Misa un sacrificio real y no implicar un nuevo sacrificio de Cristo? En resumidas cuentas, y creo que he hecho esta aclaracin en mi artculo de Ankerberg, hay slo un nico sacrificio, un sacrificio eterno, y nosotros estamos participando en l diariamente en las dimensiones del tiempo y del espacio, en el plano temporal. Los protestantes tienden a enredarse en el tiempo (lo s, yo he pasado por ello) mientras que los catlicos tienden a ver las cosas en trminos de tiempo y de eternidad. Lo mismo sucede cuando discutimos acerca de la intercesin de los santos. Nos encontramos con protestantes que argumentan: Dnde dice la Biblia que debamos rezar a los santos difuntos? El catlico se sorprende y responde: dnde dice la Biblia que los santos estn muertos? Es simplemente cuestin de perspectiva. Los protestantes tienden a poner un tejado de estao sobre sus cabezas, no son capaces de ver ms all de la dimensin del tiempo y de la esfera temporal-, hacia la eternidad. Para ellos los santos han muerto y el sacrificio de Cristo est terminado y consumado. Para un catlico, los santos estn vivos, [3] pero en otra dimensin (cielo), y el sacrificio de Cristo fue realizado hace dos mil aos, pero es an un acontecimiento real y un evento eterno a los ojos de un Dios y de una Iglesia no contenidos en el tiempo solamente, y sin la restringida visin que los Protestantes han aceptado debido a la tradicin que heredaron. Decir que Cristo muri una sola vez y ya no muere ms (Heb 7:27; 9:12; 10:10), y decir a la vez que es ofrecido en cada misa como sacrificio, parece contradictorio o paradjico a un Protestante que tiende a considerar todas las cuestiones horizontalmente en vez de verticalmente, pero esto no resulta problemtico si cambias tu forma de pensar, si ensanchas tu visin para pensar bblicamente. Djame preguntarte: cmo puede ser Jess un Rey que est sentado a la derecha del Altsimo (Heb 1:3) y ser a la vez un Cordero sacrificial, un sacrificio sobre el altar (Rev 5:6)? Cmo puede l estar en ambos lugares en dos condiciones tan radicalmente diferentes? Cmo puede l estar sentado en el cielo a la derecha del Padre y al mismo tiempo estar en un lugar diferente, en nuestros corazones (Col 1:27)? l ahora tiene capacidades asombrosas, prerrogativas nunca ejercidas mientras estuvo en la tierra, cuando renunci por un tiempo al uso de algunas prerrogativas de su divinidad (Fil 2:5-11). Encaramos ahora una de esas paradojas que lo son slo aparentemente. Vuelven los catlicos a sacrificar a Cristo en el altar en cada Misa? NO. Vuelven los catlicos a hacer presente y a participar en el nico sacrificio de Cristo en la Misa? SI. Remitmonos de nuevo a Malaquas 1:11, que profetiza sobre el futuro sacrificio inmaculado sobre la Mesa del Seor: Pues desde el sol levante hasta el poniente, grande ser mi Nombre entre las naciones, y en todo lugar se ofrecer a mi Nombre un sacrificio de incienso y una oblacin pura. Pues grande ser mi Nombre entre las naciones, dice Yahveh Sebaot. Destaquemos los plurales y los singulares aqu. En todo lugar ( = plural, en todos los lugares) y una oblacin pura (singular). Una ofrenda ofrecida en todo lugar. Habiendo ya discutido este versculo, no quiero extenderme en este punto, pero esto se corresponde maravillosamente con la Misa, como ya lo enseaban los

primeros cristianos en una poca tan temprana como el siglo I, cuando los apstoles estaban todava vivos, y desde entonces la interpretacin est tan claramente diseminada durante los dos primeros siglos, que puede admitirse que fue una clara enseanza apostlica, que provena de los mismos apstoles. Recordemos que ellos pensaron muchas cosas que no han sido conservadas en los escasos documentos que hemos recopilado en el canon. De este modo tenemos un nico sacrificio ofrecido en mltiples lugares en el futuro entre las naciones por todo el mundo - una excelente descripcin de la Misa. Debemos ahora subrayar la vigencia del sacrificio de Cristo. No es solamente un nico y definitivo sacrificio, aunque por cierto est referido al tiempo y al espacio, sino que es tambin perpetuo en su realidad y efectos, referido a la eternidad. Es un sacrificio incesante y sus efectos continan. Cristo siempre se ofrece a s mismo al Padre. l siempre se ofrece, aunque slo muri una vez (Heb 7:5). Esta es la singular oblacin pura de Malaquas. l siempre ofrece esta inmolacin, de la que el hecho fsico ya pas pero cuyo valor permanece. l constantemente intercede por nosotros como Sumo Sacerdote. Cristo es, a la vez, sacerdote y ofrenda sacrificial. La pasin y la muerte de Cristo son cosas pasadas, pero l, que padeci su pasin y su muerte, permanece para siempre revestido de los mritos de su pasin y su muerte. T muy bien podras estar de acuerdo con esto, porque tambin comprendes la consumacin de la obra de Cristo, ofrecida una sola vez, eficaz para siempre. En la escena apocalptica, Cristo permanece de pie, ante el Padre, sobre el altar dorado, ante el trono, con un corte en el cuello: Entonces vi, de pie, en medio del trono y de los cuatro Vivientes y de los Ancianos, un Cordero, como degollado (Rev 5:6). Esto ha sido bellisimamente representado en una pintura de Jan Van Eyck titulada La Adoracin del Cordero, que se conserva en Gante (Blgica). He tenido el privilegio de permanecer ante esta pintura entusiasmado durante casi una hora analizndola y valorndola. Es probablemente mi pintura favorita de todas las de la Historia del arte (con el Descendimiento de la Cruz, de Rembrandt, en segundo trmino, que vi en Munich). El Cordero permanece majestuosamente sobre el altar con su garganta acuchillada abierta a la manera de los sacrificios del Antiguo Testamento. El Espritu Santo sobrevuela por encima de l derramando su luz sobre todo. La sangre fluye del Cordero a un cliz. Personas de los cuatro puntos cardinales del globo (del lugar por donde sale el sol y por donde se pone, para Malaquas) vienen hasta el Cordero a compartir una misma copa y una misma carne y a adorar en el eterno sacrificio representado en todo tiempo. Cristo no cesa de ofrecer su sacrificio. Est eternamente intercediendo por su pueblo. Cuando la era de la redencin haya concluido y la Segunda Venida haya sido llevada a trmino, slo entonces el sacrificio de Cristo habr sido completado. Un sacrificio es completado cuando aquellos por quienes es ofrecido gustan sus frutos y reciben todos los beneficios de su eficacia. Cristo entonces no tendr ya que ofrecerse ms a s mismo en lo sucesivo como una vctima propiciatoria y expiatoria sobre el altar. Cristo se ofrece como vctima a s mismo precisamente para toda la humanidad en la tierra, para los hombres que viven todava en el tiempo, en trance de ser justificados y redimidos. Esta ofrenda permanente del sacrificio de la Cruz terminar cuando llegue el final de los tiempos. La ofrenda que Cristo presenta al Padre es para este mundo y se dirige a la consumacin del ltimo da. Ha habido muchas especulaciones de los telogos, catlicos y protestantes mano a mano, sobre la naturaleza de la Cena del Seor. Los telogos catlicos han discutido y especulado sobre la

naturaleza y efectos de la Eucarista en un intento de sondear las profundidades de este misterio de los misterios, tan sencillo y tan profundo al mismo tiempo. Tan temporal y tan eterno simultneamente. La teologa se aproxima siempre ms a una completa comprensin de su plenitud, pero esa plenitud ser reservada para el ltimo da, en el que lo que es visto dbilmente en un espejo ser visto y comprendido plenamente. El pan y el vino consagrados significan no slo el cuerpo y la sangre de Cristo sino tambin su sacrificio. La consagracin de las dos especies es una inmolacin simblica, pero el simbolismo es sacramental y as contiene lo que significa. La Misa es un sacrificio, porque significa y al mismo tiempo contiene la completa realidad del sacrificio de la Cruz. En lo que sigue, y por algunos prrafos, quiero sacar partido del excelente libro de Marie-Joseph Nicolas Qu es la Eucarista?, ya que es profundo y sencillo de comprender. Tengo unos setenta libros en mi estantera que tratan exclusivamente de la Misa y la Eucarista, pero no tengo tiempo para citarlos todos, lo que estoy seguro que tendrs en cuenta. La Misa: un nuevo sacrificio? Qu significan las palabras la completa realidad del sacrificio de la Cruz? Si queremos comprenderlas hay dos opiniones extremas que debemos eliminar. Una va demasiado lejos, la otra se queda corta. La primera podra argumentar as: el tiempo y el espacio han sido abolidos en el misterio de la Eucarista; lo que yo hago presente en la Misa es la pasin, la muerte y adems la resurreccin de Cristo. Esta explicacin es absolutamente imposible. El tiempo no es como el espacio. Lo que ha pasado no existe de modo muy prolongado en la forma dominada por el tiempo que abarcan los hechos histricos de la pasin y de la muerte. La coexistencia entre el ayer y el hoy no es posible. Por el contrario, el cuerpo glorificado de Cristo est ausente DE y, sin embargo, coexiste CON nosotros. Nosotros existimos al mismo tiempo, el mismo momento en la duracin. Hacerlo presente no es devolverle el ser que ya no tiene, es poner su ser donde pueda entrar en contacto con nosotros. De ningn modo, entonces, est Cristo presente en el altar como sangrante y muerto, sino de acuerdo con su estado presente como triunfador sobre la muerte. Otros dicen que lo que es ms importante en el sacrificio de la Cruz es el sacrificio interior, el estado completamente espiritual e inmanente de oblacin en el que se sumi su alma. La oblacin interior de Jess no ha dejado de existir, contina en el cielo y ello es expresado de un modo particularmente sorprendente y visible por el don de s mismo en la Eucarista. Pero esta explicacin de los hechos no ve con suficiente claridad que el sacrificio de la Eucarista es el sacrificio de la Cruz. Podra parecer que hay, de acuerdo con este punto de vista, dos momentos del nico sacrificio, el momento eucarstico en tanto que mero signo y conmemoracin del "momento" histrico y al mismo tiempo como una nueva exteriorizacin y encarnacin de la disposicin interior de Jess. Debemos ir todava ms lejos y defender esta idea de permanencia en la primera explicacin que est ausente en la segunda. Slo tenemos que recordar la idea de la permanencia del sacrificio de la Cruz en s mismo. No es slo el estado del alma de Cristo en oblacin lo que permanece, es tambin lo que l ofrece, su naturaleza humana inmolada pero victoriosa sobre el sufrimiento y la muerte, revestida con los mritos que posee como fruto permanente de su sacrificio. Lo que ha pasado sirve a lo que permanece: el sufrimiento de Cristo y su muerte, que son hechos que han pasado, est al

servicio de ese estado de vctima que es continuamente agradable a Dios. Cristo es eternamente aquel que muere por nosotros y se ofrece a s mismo como tal. El sacerdote, cuando consagra el pan y el vino, lo hace presente para nosotros en este mismo estado, o, ms acertadamente, Cristo mismo, a travs de la mediacin del sacerdote, se hace a s mismo presente como tal, como la vctima, triunfadora de la muerte, que est como ascendiendo de la muerte por nuestra causa. Esto es lo que el Concilio de Trento significa mediante las palabras: es el mismo sacrificio porque es el mismo sacerdote, la misma vctima, ofrecida de otro modo. En la Misa, el mismo sacrificio es ofrecido de un modo simblico y sacramental. La Misa es el sacramento del sacrificio de la Cruz, en todo aquello que el sacrificio de la Cruz tiene de perdurable. Esta es la razn por la que el Concilio nos hace la aclaracin de que la Misa posee todas las cualidades del sacrificio de la Cruz y aplica sus frutos a nosotros. Como hemos dicho, la fuerza del sacrificio de la Cruz est en el poder con que, a los ojos de Dios, est revestido Cristo. Cristo est contenido en la Eucarista como ejerciendo este poder y aplicndolo aqu y ahora a aquellos que comparten la Eucarista. No hay, por tanto, exageracin en afirmar que la Eucarista es el sacrificio de la Cruz hecho presente una vez ms. La idea de renovacin que esta expresin implica es, sin embargo, no del todo exacta. En este punto estamos abordando una presencia, actual y activa, de la vctima que est siempre sacrificndose y esto es lo que Cristo es hasta el final de los tiempos. Cuando decimos al creyente: Debes asistir a Misa como si estuvieras presenciando el sacrificio de la Cruz, estaramos exagerando si quisiramos decir con ello que el creyente debe sentir compasin de Cristo como si estuviera sufriendo aqu y ahora. No exageramos si decimos que ellos deben participar de la ofrenda que Cristo hace de s mismo en nuestro nombre, una ofrenda que, en el pasado, fue dolorosa y sangrienta y, porque fue as, retiene toda su virtud en el presente. La Misa, por consiguiente, no es un nuevo sacrificio, es decir, no aade nada nuevo al de la Cruz en el plano sacrificial. No pone delante de Dios ningn nuevo acto de propiciacin y de expiacin, y por lo tanto no le proporciona ninguna nueva razn para conceder gracia a la humanidad. Es la misma vctima la que est presente en ese estado siempre activo, conferido a ella por su inmolacin seguida de la resurreccin. Este estado eucarstico no aade nuevo valor en el orden del sacrificio. La Misa es un sacrificio solamente por su relacin con el sacrificio de la Cruz. Sin embargo, cada Misa es un verdadero sacrificio. Cada consagracin es un acto sacrificial, aunque en el orden sacramental, es decir, en tanto significa y contiene el acto del sacrificio eterno e invisible del que es el signo sensible. Hay, como sabemos, tantas presencias de Cristo como hostias consagradas. Pero hay solamente un nico Cristo presente en todas ellas. Esto es lo que San Pablo afirma, aun cuando todos nosotros hemos separado los panes individuales en cada parroquia, estamos todos recibiendo un nico pan. De modo similar, hay muchas ofrendas sacrificiales, tantas como Misas se dicen, pero hay un solo sacrificio de Cristo, que est expresado en todos esos sacrificios. Hay muchos sacrificios que estn referidos a un solo sacrificio absoluto y que adquieren cada uno su carcter sacrificial slo en virtud de esta relacin. Nos ayudara comprender esto si siempre tuviramos en mente que hay un Autor principal de la multitud de consagraciones eucarsticas, un solo sacerdote verdadero e invisible, representado por la multitud de sacerdotes en las Misas: es Cristo en la gloria, el sacerdote eterno.

Y no deberamos creer que la Nueva Alianza aboli el sacerdocio. En el Antiguo Testamento hubo tres niveles de sacerdocio: el Sumo Sacerdote (Aarn y sus sucesores), los Levitas como sacerdotes ministeriales, y luego todo el pueblo de Dios como sacerdocio universal (Ex 19:6: Seris para M un reino de sacerdotes y una nacin santa. Estas son las palabras que has de decir a los hijos de Israel). Vemos tres niveles de sacerdocio: Sumo Sacerdote (slo uno), sacerdocio ministerial (el de todos los Levitas) y el sacerdocio universal (todo el pueblo de Dios). Es lo mismo hoy! Tenemos tres niveles: un Sumo Sacerdote (Jesucristo), sacerdotes ministeriales (los apstoles y sus sucesores, los obispos y sacerdotes), y el pueblo de Dios (una nacin de sacerdotes). Hay una maravillosa continuidad.

Qu aporta de nuevo la celebracin de la Misa?Volvamos a la Misa. Qu hay de nuevo entonces en la Misa, diferente de la nica Crucifixin? Qu aade el sacrificio eucarstico al sacrificio de la Cruz perpetuado en la persona de Cristo glorificado? Para usar una terminologa ms tcnica, qu aade el sacramento a la realidad que hace presente? Lo primero y principal, aade el hecho de hacernos presente esta realidad, de insertar el sacrificio trascendente de Cristo en nuestro tiempo humano del que l sale por su resurreccin. La eternidad asoma en nuestro tiempo, o bien nosotros somos elevados, transportados al cielo para compartir la liturgia revelada en el libro del Apocalipsis. Cualquiera de las dos perspectivas es la misma; somos introducidos en un suceso eterno, una liturgia celestial, un servicio de adoracin csmica. No debemos olvidar que la salvacin de cada hombre se logra durante el tiempo de su vida terrena mediante el contacto, a travs del encuentro con su Salvador. Este encuentro personal, esta respuesta de cada uno de nosotros a Dios, que toma nuestra carne y nos da su vida, es puesto en primer plano y de modo esencial por medio de la fe, una fe que es tambin una aceptacin. El objeto de esta fe que salva y justifica es Cristo en el acto verdadero por el que nos salva. La vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me am y se entreg a s mismo por m (Gal 2:20). Tengo que apropiar y hacer mo ese sacrificio redentor hecho por Cristo en mi nombre. Esta es la condicin que yo debo satisfacer si estoy verdaderamente dispuesto a recibir en m mismo la salvacin, el perdn de Dios, su amor y su gracia. La idea que subyace bajo la institucin de los sacramentos es llevar a cabo este acto salvfico de Cristo de modo sensible, concreta y exteriormente presente. Me adhiero a esta presencia por la fe que toma posesin de su objeto y someto a m mismo al acto todopoderoso por el que soy salvado. Cada sacramento es un acto invisible de Cristo en el alma y se fundamenta en el sacrificio de Cristo, del mismo modo que cada recepcin provechosa de un sacramento est fundada en mi fe en el sacrificio de Cristo que muri por m. En la Eucarista, es el sacrificio mismo el que se hace actual y presente para m. Toda su eficacia est puesta a mi disposicin. Yo creo y yo recibo. La eficacia del sacrificio de Cristo es ofrecida a, y puesta a disposicin de, cada hombre existente en esta esfera del tiempo en que cada sacrificio de Cristo es injertado. Slo la Eucarista da a Cristo esta existencia en nuestro tiempo humano. Su muerte y su resurreccin lo apartan de ella. Sin el sacerdote, que le sirve como su instrumento y, en cierto sentido, como la prolongacin de su humanidad (una continua encarnacin, como, en cierto modo, es tambin el Cuerpo de Cristo, la Iglesia), Cristo podra ciertamente ofrecer su sacrificio, pero no desde esta

tierra y en el tiempo terrestre. De modo similar, el Verbo no hubiera podido hacerse hombre y uno de nosotros sin la porcin de carne que tom de la Virgen Mara. Estamos ahora en disposicin de mostrar ms al detalle qu hay de nuevo en el sacrificio de la Misa en comparacin con el de la Cruz. Mirmoslos individualmente. Cada consagracin implica una nueva y real intervencin de Cristo, puesto que l es el sacerdote principal e invisible de la Misa. Es l quien se ofrece a s mismo y no -hablando con propiedad- el sacerdote que ofrece la hostia. Esta intervencin no es una nueva ofrenda en relacin con la ofrenda que l perpetuamente hace de s mismo y que es el verdadero estado de su ser glorioso. Se trata de una aplicacin de Su eterna ofrenda, su insercin en un punto dado en el espacio y en el tiempo. El sacrificio de la Misa, por lo tanto, no adquiere con su ofrenda sacramental ningn mrito nuevo, ninguna eficacia nueva, ningn nuevo valor de sacrificio, sino una nueva aplicacin de su eficacia. La Misa aplica la eficacia del sacrificio de la Cruz a un momento dado del tiempo y al hombre que vive en el tiempo. El sacrificio de la Cruz, por tomar esta forma sacramental, ha aadido esto: se ofrece a travs de la Iglesia, es decir, por medio de los hombres. Cristo Sacerdote acta aqu por medio de un instrumento al que el poder de su sacerdocio pasa y da vida a las palabras y a los gestos humanos visibles. Y debido precisamente al uso de este instrumento el sacrificio limita no su valor intrnseco sino su alcance efectivo. Tiene a la vista los objetivos de la Iglesia aqu presente, de los sacerdotes y de los fieles de la feligresa, y sale al encuentro de su fe. A primera vista esto parecera limitar el horizonte del sacrificio de Cristo, pero de hecho lo perfecciona, no en el sentido de que lo haga ms perfecto en s mismo, sino en cuanto ampla su radio de accin en lo humano. Es decir: la Misa hace posible que el sacrificio de Cristo sea ahora ofrecido tambin por los hombres a Dios en y por medio de su Cabeza y Sacerdote soberano, Cristo el Seor. De modo similar, la vctima del sacrificio de la Misa asume todas nuestras ofrendas personales. Es uno de los principios esenciales de la Alianza de Redencin (y podemos llamarlo el principio de la Co-redencin) que los hombres, lejos de ser dispensados por el sacrificio de Cristo de ofrecerse ellos mismos en sacrificio, se hacen ms capaces por ello de hacerlo as. Las vctimas imperfectas que nosotros somos alcanzan valor por su unin con la vctima perfecta. Ofrecindose a s mismo por mediacin de los hombres, Cristo ofrece a los propios hombres con l. Esto est admirablemente expresado mediante la liturgia del ofertorio. El pan y el vino tomados de la Creacin son el smbolo de aquello que los hombres han recibido de Dios, de todos sus bienes, de su verdadero ser. La transubstanciacin del pan y del vino en el ser verdadero de Jesucristo expresa perfectamente el hecho de que Jesucristo asume por completo lo que tenemos y lo que somos. Tras la Consagracin, ya no ofrecemos a Dios nuestras ofrendas, sino a Cristo en nosotros. Slo Dios que se hace hombre poda traer a la existencia la vctima perfecta, pero al encarnarse incorpora a s todo lo humano, y hace que toda la Iglesia sea su cuerpo y como una extensin de s mismo.

Finalmente, el sacrificio de Cristo, hacindose eucarstico, realiza ms plenamente la idea del sacrificio, como hemos explicado. Cuando muere en la Cruz, Cristo rene ciertamente a toda la comunidad de los hombres en l mismo. l ofici de sacerdote y ofreci su sacrificio. Esta vctima fue visible, objetiva, externa. Tampoco falt un nico simbolismo de sin igual eficacia, en tanto en cuanto la clase de muerte que l escogi, levantndolo como hizo con los brazos extendidos, significa genuinamente la total entrega de una vctima obediente y sumisa, su ofrenda a Dios y su don a los hombres. Sin embargo, la misma realidad de esta inmolacin cruenta no permita que tuviese un carcter ritual. En la Cruz, Cristo fue la vctima visible, pero no fue visiblemente el sacerdote, puesto que sufri pasivamente y los autores de su inmolacin, lejos de realizar una ceremonia sagrada en nombre de todos nosotros, perpetraron un crimen odioso y sacrlego. El sacrificio de Cristo se convirti en un hecho ceremonial slo en su forma eucarstica, permitiendo que la inmolacin de Cristo este siempre realizndose, de acuerdo con el deseo de los hombres que viven en el tiempo y no pueden existir sino mediante la repeticin de sus actos. El sacrificio de Cristo no cesa de ser real, "comienza de nuevo" en las formas sagradas y litrgicas, que son simblicas. Fue Cristo mismo quien, antes del momento efectivo de su muerte, cre esta caracterstica de su sacrificio, vinculndola a nuestra condicin terrestre. l ofreci su sacrificio ritualmente en la ltima Cena antes de ofrecerlo de modo efectivo en la Cruz. No debemos nunca olvidar que estamos hablando de un rito que contiene una realidad que es doble: por una parte la realidad de Cristo ofrecindose a s mismo, una vctima inmolada y glorificada; por otra parte la realidad de los hombres ofreciendo sus vidas reales y su ser real, su existencia cotidiana. Nuestra participacin en el sacrificio sacramental sera una hipocresa si consistiera slo en formas y signos vacos, si no supusiera la ofrenda autntica de nuestras propias vidas en unin con Cristo, en las condiciones reales en que vivimos. La vida sacramental no es nunca autosuficiente, presupone nuestra vida real, tanto la de Cristo como la de los Cristianos. Presupone la vida real y el don de la vida hasta el da de nuestra muerte. Presupone y exige una gran fe. Esto nos ayudar a comprender cmo la Misa es el sacrificio de toda la humanidad y cmo, por otra parte, es el sacrificio de la Iglesia en exclusiva, es decir, de la humanidad ya efectivamente redimida. Slo los que creen pueden participar en ella, por ello slo mediante la fe y la aceptacin de la misma participamos en ella. Slo mediante la ofrenda a Dios en Cristo de nuestros bienes terrenales tenemos parte en la vctima perfecta que es Cristo. Es slo la Iglesia, por tanto, en sus miembros vivos, la que est unida a Cristo en el sacrificio eucarstico. Pero este sacrificio intercede por todo el mundo. Ofrece la salvacin al mundo entero. Esto significa que todo el mundo tal como es, todo lo que existe en la naturaleza humana, est en consecuencia abierto a recibir la gracia de Cristo, y est autorizado para apropiarse y aprovechar para s de su muerte y resurreccin. Podemos resumir diciendo que el sacrificio de la Misa aade nuestra parte al sacrificio de la Cruz, que no adquiere, por ello, ms valor o eficacia, sino un carcter ms humano. Al explicar esto es habitual insistir en el hecho de que cada Misa es una nueva aplicacin de la eficacia del sacrificio de la Cruz. Pero no debemos olvidar que la eficacia del sacrificio de la Cruz radica sobre todo en su ascendencia sobre el Corazn de Dios Padre, su valor como culto perfecto. La aplicacin a los hombres del "poder" del sacrificio de Cristo y es entonces cuando su eficacia alcanza su

consumacin- implica siempre el ofrecimiento de su valor por medio de los hombres. Y eso es lo que de hecho sucede. Cada Misa contiene en s misma, en toda su plenitud, la adoracin de Cristo, su accin de gracias, su deseo de reparacin, pero pasando a travs de la Iglesia, a travs de nosotros, y haciendo as nuestra su ofrenda y su adoracin. As, acabamos donde comenzamos: El Sacrificio de la Misa es el sacrificio de Cristo representado de modo sacramental, proporcionndonos su Cuerpo y Sangre en cumplimiento de su promesa. Creo que ahora quedar ms clara su naturaleza, segn lo ensea el Catecismo. Si no, lase lo anterior y hgase el intento de comprenderlo de nuevo. A modo de recordatorio, el Catecismo declara: El sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucarista son un nico sacrificio: La vctima es una y la misma: la que se ofrece ahora por medio del ministerio de los sacerdotes, es la que se ofrece a s misma en la cruz; slo el modo de ofrecerse es diferente. En este divino sacrificio que es celebrado en la Misa, el mismo Cristo que se ofrece una nica vez de manera cruenta en el altar de la Cruz es contenido y es ofrecido de modo incruento. As pues, por qu los Protestantes alegan siempre que el mundo catlico tiene otro sacrificio, o dicen que volvemos a sacrificar a Cristo una y otra vez sin cesar? Uno dijo: Con todos los fragmentos del cuerpo de Cristo que los catlicos y t comis, me pregunto si quedar algo de Cristo en el cielo. Qu estupidez! Quiero pensar que es simplemente una equivocacin y no un intento de confundir a la gente o de engaarla. No quisiera considerarte uno de ellos. Tiendo a imaginarte honesto y sincero en estas materias y espero estar en lo cierto. Tambin creo que la historia est del lado catlico, especialmente si consideramos las citas que us en este artculo. Djame citarte una ltima vez a San Justino, que fue decapitado por su fe en 165 d. C. Segn las palabras de Dios por boca de Malaquas, uno de los doce profetas, como dije antes, acerca de los sacrificios en este tiempo presentados por vosotros [los Judos]: No me complazco en ti, dice el Seor, y no aceptar los sacrificios de tus manos; desde la puesta de sol hasta el ocaso Mi Nombre ser glorificado entre los gentiles, y en todos los lugares se ofrecer incienso a Mi Nombre, y una oblacin pura: porque Mi Nombre es grande entre los gentiles dice el Seor, pero t lo profanas. l entonces dijo a esos Gentiles, esto es, a nosotros, que en todas partes se ofreceran sacrificios a l, esto es, el pan de la Eucarista as como el cliz de la Eucarista, confirmando ambos que nosotros glorificamos Su Nombre y t lo profanas. Ignacio, el discpulo de Pablo y Pedro, escribe en el siglo I, Pero mira a esos hombres que tienen esas equivocadas nociones acerca de la gracia de Jesucristo que ha descendido hasta nosotros, y observa cmo lo que ellos son se opone al espritu de Dios... Ellos incluso se abstienen de la Eucarista y de la oracin pblica [litrgica], porque no admiten que la Eucarista es el mismsimo cuerpo de nuestro Salvador Jesucristo, cuya [carne] sufri por nuestros pecados, y al que el Padre en su bondad revivi. En consecuencia, en vista de que ellos rechazan los dones de Dios, estn condenados en sus mismas rebeldas. Deberan haber aprendido mejor la caridad, si aspiraban a conocer alguna vez la resurreccin... Rechaza el sectarismo, porque es el comienzo de todo mal" [4]. Si tengo que elegir entre ponerme de parte de estos nuestros nobles predecesores en la fe, que son la primera generacin despus de los apstoles, o bien ponerme de parte de los actuales protestantes, caprichosamente aferrados a "la sola Biblia", que tiran por la borda quince siglos de

Iglesia, entenders que la cosa est fuera de discusin: me quedo con los primeros; es buena compaa! S que la presente respuesta fue mucho ms larga de lo que t probablemente supusiste, o deseaste, pero quise ser un poco ms detallado, con la esperanza de darte un buen pantallazo. Espero ayudarte a clarificar las cosas y facilitarte que comprendas las enseanzas Catlicas, histricas y bblicas, acerca de la Eucarista. Por esa razn dediqu mucho tiempo a los pasajes de la Biblia, las citas de los primeros Padres de la Iglesia y la explicacin sobre cmo se entiende desde una perspectiva catlica lo que la Misa actualiza. An suponiendo que no ests de acuerdo, espero que al menos trates con un poco ms de respeto intelectual a tus hermanos Catlicos, ya que esta enseanza es muy defendible desde el punto de vista bblico, y es ciertamente viable. No es ni antibblica ni incomprensible, aunque qu duda cabe de que es un profundo misterio. No ser capaz de mantener una gran correspondencia durante los prximos meses, puesto que tengo varias conferencias que preparar, un curso sobre la Biblia que comienzo a impartir en Noviembre (para el cual pensamos que participaran cientos de Catlicos (y Protestantes), y adems me veo presionado por el editor para terminar el segundo libro. Adems mis chicos estn pensando que estoy casado con este dichoso ordenador. Quiero tomarme un descanso. Dios te bendiga, Pablo, y espero que podamos seguir siendo amigos mientras compartimos estos asuntos tan importantes para los dos. Si gustaras de sugerencias en relacin con buen material de lectura sobre esto para profundizar en tu bsqueda, me encantara sugerirte algunos ttulos, y no el que menos mi libro, que aporta multitud de nuevos datos. He encargado tambin para ti un libro que te mandar por correo cuando est aqu. Que recibas las mejores bendiciones de Dios sobre ti, tu familia y tu congregacin, ya que te esfuerzas en servirle en santidad y amor. En Cristo, Steve Ray *** Dos Anexos: 1) Un pasaje del Catecismo Catlico de John Hardons y 2) el prrafo original de mi carta a John Ankerberg que motiv esta conversacin. Un breve fragmento del Catecismo Catlico de John A. Hardons (NY: Image Books, 1981) EL SACRIFICIO DE LA MISA Ya en la ltima Cena, Cristo dej claro a los apstoles que lo que l estaba haciendo en ese momento y lo que completara sobre el Calvario era un sacrificio, que deseaba que ellos continuaran en su memoria. En el Judasmo, el pan y el vino fueron componentes que integraban el sacrificio de modo habitual. Las palabras que Jess utiliz al instituirlo, cuando habl de la Nueva Alianza, de su

cuerpo que debera ser entregado, de su sangre que debera ser derramada, de hacerlo en memoria de l- todas ellas tienen profundas implicaciones sacrificiales. En los tiempos apostlicos la Iglesia no dud de que, mientras el sacrificio de la cruz fue ciertamente adecuado para la redencin del mundo, Cristo se propuso perpetuar este sacrificio de un modo ritual hasta el final de los tiempos. Este fue uno de los principales temas de la carta a los Hebreos, que dio por hecho que Cristo se haba ofrecido una sola vez a s mismo a Dios Padre sobre el altar de la cruz, pero tambin lleg a afirmar que su redencin fue un hecho que se extiende en el tiempo. El sacerdocio de Cristo permanece para siempre, puesto que l sigue intercediendo por todos los que se llegan a Dios a travs de l (Heb. 7:24-25). Se trata de una renovacin del Calvario. La estrecha asociacin de lo que hizo Cristo en la ltima Cena con lo que hizo el Viernes Santo ha sido la norma de la Iglesia para relacionar ntimamente ambos fenmenos. Por este motivo, el sacrificio del altar no es meramente una conmemoracin vaca del Calvario, sino un verdadero y propio acto de sacrificio, por medio del cual Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, mediante una inmolacin incruenta, se ofrece a s mismo como vctima aceptable al Padre eterno, como hizo en la Cruz. Slo la manera de ofrecerse es diferente. El sacerdote es el mismo, esto es, Jesucristo, cuya persona divina el ministro humano representa en el altar. Por razn de su ordenacin, el ministro es constituido sumo sacerdote y posee el poder de realizar las acciones "in persona Christi", en lugar de la autntica persona de Cristo. La vctima es tambin la misma, es decir, el Salvador en su naturaleza humana con su verdadero cuerpo y sangre. Worth recalc que lo que convierte a la Misa en un sacrificio es que Cristo es un ser humano vivo con una voluntad humana, capaz, no obstante, de ofrecer (por tanto sacerdote) y de ser ofrecido (por tanto vctima), no menos verdaderamente hoy que cuando ocurri en la cruz. La re-presentacin significa que en la cruz, Jess ofreci a s mismo y todos sus sufrimientos a Dios inmolndose hasta su muerte fsica, pero una inmolacin que l ofreci libremente a su Padre celestial. En el altar, por razn del estado glorioso de su naturaleza humana, la muerte ya no tiene ms poder sobre l (Rm. 6:9). En consecuencia, el derramamiento de su sangre es imposible. Sin embargo, de acuerdo con el plan de la divina providencia, el sacrificio continuo de Cristo es manifestado en la Misa mediante signos externos que son smbolos de su muerte. Cmo puede ser eso? Por la transubstanciacin del pan en el cuerpo de Cristo y del vino en su sangre, su cuerpo y su sangre estn ambos realmente presentes. Pero eso no es todo. Su separacin en la consagracin representa la actual separacin de su cuerpo y de su sangre. Entonces la re-presentacin conmemorativa de su muerte, que efectivamente tuvo lugar, sobre el Calvario, es mostrada simblicamente por medio de smbolos separados que representan el estado de vctima. El Catolicismo, por consiguiente, afirma que debido a que Cristo est realmente presente en su humanidad en el cielo y en el altar es ahora capaz, y lo fue el Viernes Santo, de entregarse como ofrenda libremente al Padre. No puede morir ya desde el momento en que est ahora en un cuerpo

glorificado, pero la esencia de su oblacin sigue siendo la misma: el continuo sometimiento de su voluntad a la voluntad del Padre. La Misa es un memorial de la pasin de Cristo y de su muerte durante toda la liturgia Eucarstica, como aparece ya en un ritual del siglo II. Los Apstoles en sus memorias, que son llamadas Evangelios, han dado por hecho que Jess orden hacerlo; que l tom pan y, despus de dar gracias, dijo: Haced esto en memoria ma; este es mi cuerpo. De igual modo, tom tambin el cliz, dando gracias, y dijo: Esta es mi sangre. Y lo dio a ellos una sola vez. Se conmemora slo la muerte de Cristo? La Iglesia ensea que es un memorial de su muerte y Resurreccin, si bien obviamente de diferentes formas. Cuando nosotros decimos que la Misa conmemora la muerte de Cristo, queremos decir que de modo misterioso Cristo realmente se ofrece a s mismo como sacerdote eterno y que su oblacin no es slo un recuerdo psicolgico sino una realidad mstica. Cuando decimos que la Misa es un memorial de su resurreccin, esto significa tambin que no es simplemente un recuerdo mental. Despus de todo, el Cristo que est ahora en el cielo y el sacerdote principal en el altar es el Salvador glorificado. Su resurreccin no es solamente un hecho que tuvo lugar una vez, sino un hecho continuado en la historia de la salvacin. Llamar a la Misa un memorial de la resurreccin puede evocar la imagen de una grata memoria que suavemente cruza la mente. Debera decirnos ms bien que en la Misa el Seor glorificado est presente y es nuestro centro, y nos une a todos nosotros, todava mortales, con l, que es nuestra resurreccin. El Santo Sacrificio de la Misa es el medio querido por Dios para aplicar los mritos del Calvario. En este punto sera til clarificar una cuestin, por otra parte complicada: Cmo aplica la Misa los mritos de la pasin y muerte de Cristo? Durante el periodo de la Reforma, esta fue una de las ms espinosas cuestiones que abord la Iglesia, a cuyos sacerdotes algunos decan que estaban equivocados al declarar que la Misa fuera una fuente de gracia divina. Y se les deca que, bien ellos y el magisterio de la Iglesia estaban equivocados, o bien estaba confundido San Pablo cuando escribi que cuando Cristo muri, l, por otra parte, ofreci un nico sacrificio por los pecados, y luego tom su lugar para siempre, a la derecha de Dios (Heb. 6: 10). El dilema parece insoluble: O Cristo muri de una vez por todas y su muerte es suficiente para la redencin de la humanidad, o a pesar de su muerte nica y suficiente la Misa debera, de algn modo, "subsanar" lo que fue "insuficiente" en la pasin del Salvador. El Concilio de Trento se aplic a la solucin en un memorable artculo que resume quince siglos de fe Catlica en la eficacia de la Misa, mas una eficacia que depende enteramente del Calvario. El sacrificio [de la Misa] es verdaderamente propiciatorio, de modo que si nos acercamos a Dios con un corazn recto y verdadera fe, con temor y reverencia, con pesar y arrepentimiento, por medio de la Misa podemos obtener misericordia y encontrar gracia que nos auxilie en tiempo de necesidad. Por medio de esta oblacin el Seor es apaciguado, l concede gracia y el don del arrepentimiento, y