La extinción de la comunidad “El Barco” bajo el decreto de un nuevo aeropuerto
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La extinción de la comunidad “El Barco” bajo el decreto de un nuevo aeropuerto.
Por Paola Ascencio
La resignación se incrementa a medida que las casas siguen siendo demolidas. El sustento, el
patrimonio y las historias de alrededor de 40 familias han quedado atrapadas entre los escombros
de la injusticia. Y es que como Don Juan, poco más de setenta personas ya han visto sus viviendas
destruidas bajo la orden de la construcción de un nuevo aeropuerto.
No es la primera vez que las comunidades cercanas a los terrenos —próximamente comerciales—
se ven afectadas tras el decreto de un proyecto que promete ser innovador. Durante el año 2001,
el anuncio de la construcción de un aeropuerto en la ciudad de México, con una inversión inicial
de 18 mil millones de pesos y la expropiación de casi cinco mil hectáreas sobre las tierras de
Texcoco, detonó un movimiento social en Atenco, que terminó por cancelar la edificación de dicha
base aérea.
Y en esta ocasión con el nuevo plan para construir el "Aeropuerto Internacional de la Ciudad de
México” —anunciado el pasado 03 de septiembre por el presidente Enrique Peña Nieto bajo la
sombra de Los Pinos— se planea nuevamente la utilización de 4, 430 hectáreas de tierras que
comprenden parte de Texcoco, Atenco y Ecatepec. Mismas tierras que abarcan el suelo del cual la
comunidad "El Barco" fue desalojada.
Cerca de 300 elementos uniformados entre Policía Municipal, y elementos antimotines de la
Secretaría de la Seguridad Ciudadana, arribaron durante la mañana del viernes 03 de octubre a los
campos de la comunidad
ubicada en el kilómetro 12
a un costado de la
autopista Peñón- Texcoco;
con el fin de saquear a los
habitantes del predio que
supuestamente se
encontraba fincado de
manera irregular.
En el comunicado de
prensa del Ayuntamiento
de Texcoco, Nazario
Gutiérrez Martínez,
secretario del Ayuntamiento y encargado del operativo, mencionó: “Las personas fincaron sus
viviendas sin permiso alguno, ya que desde su procedencia, los terrenos no podían contar con
permiso de construcción ni a nivel estatal, ni municipal. Por lo que siguiendo una demanda de
hace más de un año formulada por la Dirección de Desarrollo Urbano, finalmente el juzgado da la
razón al ayuntamiento y lo que se hace es ejecutar simplemente la sentencia".
Fotografía: Javier Salinas, “La Jornada”,
Elementos uniformados, cercaron el costado de la autopista Peñón-Texcoco y extendieron sus
máquinas de carga para desalojar de sus casas a alrededor de 40 familias que habitaban en el
predio “El Barco”, derribando su único patrimonio y sus muros de esfuerzo, con maquinaria
pesada. Casas de concreto, lámina y de viviendas de hasta dos pisos y con una inversión de más de
150 mil pesos, se vieron en ruinas en minutos.
Con contratos de compra-venta en las manos,
los supuestos invasores se opusieron a la
extracción violenta de su mobiliario, mismo que
no sólo fue saqueado de la tranquilidad de sus
hogares, sino maltratado e incluso destruido a
pesar de las contrastantes declaraciones de las
autoridades ante el suceso.
Los habitantes de la zona afectada, buscaron
entre los escombros del abuso, algunas de sus
pertenencias y objetos de valor, que yacían
amontonados en el pasto frente a lo que fueron
sus viviendas. Además, aseguraron que desde
hace poco más de 10 años pagaron por esos
terrenos a Ejidatarios de Tocuila, — entre ellos Felipe González, Teresa Herrera Deheza y José
Daniel Ruiz— a quienes dieron una cantidad de entre 60 a 100 mil pesos para construir en las
tierras no sólo sus casas, sino sus vidas.
“Quieren construir aquí su pinche aeropuerto por eso nos desalojan. Nosotros compramos, no
somos invasores, somos compradores y contamos con toda la documentación; quieren estos
terrenos para su terminal aérea”, dijo una de las vecinas afectadas al periódico La Jornada
durante la mañana del suceso.
El Ayuntamiento de Texcoco, sin embargo declaró en su comunicado de prensa que aquél acto de
autoridad nada tiene que ver con
asuntos como el Aeropuerto, sino
que es un acto completamente
municipal, donde buscaba una
regulación del uso de la tierra.
Luego de una demanda de hace
poco más de un año formulada
por la Dirección de Desarrollo
Urbano, el juzgado dio la razón al
ayuntamiento por lo que los
representantes legales de la
Fotografía: Javier Salinas, “La Jornada”, sábado 4 de octubre p. 27
Fotografía: Javier Salinas “La Jornada”.
Una de las viviendas destruidas aún conserva un documento de amparo pegado sobre
su puerta. Fotografía: Paola Ascencio
Asociación de Vecinos del Barco, solicitaron un amparo.
El amparo, mismo que la comunidad del “El Barco” asegura, cuentan con él, fue ignorado por las
autoridades. Por su parte, el Ayuntamiento de Texcoco señaló que dicho juicio no entró en vigor
“como tal”, dando pie a la ejecución de la sentencia.
Luego de presentarse la orden por parte del Ayuntamiento de Texcoco, un aviso en papel les
informó un 29 de septiembre. En no menos de cinco días el personal del municipio trasgredió las
barreras de su privacidad.
Más de setenta personas entre adultos mayores, jóvenes y niños, quedaron sin hogar después de
que 60 viviendas fueran destruidas.
Ahora con los tabiques de cemento que
construían sus ilusiones y los proyectos
de vida en sus manos, buscan el
consuelo y el refugio entre sus seres
queridos y piden explicación al
gobierno.
Juan Vidal de 77 años, actualmente
renta un pequeño cuarto para vivir
junto a su esposa y señala que no puede
alojar con él a sus viejas mascotas tras
perder su vivienda. Y es que “el espacio
no les da”.
Este hombre, asegura que adquirió el
terreno en 45 mil pesos, luego de que la
ejidataria Teresa Herrera Deheza se lo
vendiera, aunque con ayuda de Felipe Gómez, logró consumar la deuda en pagos de 1,250 pesos
al mes. Además añade que utilizó el dinero de su pensión para invertir en la construcción de su
ahora casa derrumbada. Vivienda que en total tuvo una inversión de alrededor de 200 mil pesos.
“Yo fui el primerito que empezó a fincar hace 13 años. Ahora que si me hubieran dicho en ese
momento que no podía hacerlo, iba directo con el señor Felipe González con el que me arreglé y
me vendió, y que me regresara mi dinero, pero nunca nos dijeron nada. No es justo que hagan
esto”, menciona.
Aún cuando las autoridades derribaron
alrededor de 60 inmuebles presuntamente
irregulares, algunos de los afectados
corrieron con suerte momentánea. Y es
que personas como Carmen Zamudio no
fueron desalojados tras no poder concluir
Juan Vidal Hernández, sentado dentro de su casa recientemente demolida por las autoridades. Fotografía: Paola Ascencio
Algunas viviendas del predio “El Barco” tras el desalojamiento.
Fotografía: Paola Ascencio
con el operativo. La afectada señaló que no la desalojaron por tener a su hijo enfermo adentro,
pero recibió un plazo uno no mayor a 15 días para retirarse de su hogar.
“El gobierno aquí nos ha dejado sin la tierra, vamos a ser quitados. Nosotros llevamos desde el 92
en esta casa. Yo apenas tengo para mis medicinas porque me atropellaron y estoy malo, ahora
dígame ¿cómo vamos a sobrevivir?,” menciona José Jorge Silva Zamudio, hijo de Carmen y quien
reside en una de las veinte casas que aún quedan en pie.
Durante el incidente, algunos de los locatarios mencionaron que tras encontrarse inconformes
bajo el desalojo, policías de la movilización respondieron con agresiones y golpes a los habitantes
de la comunidad, dejando a su vez algunas de sus pertenencias obsoletas. Por lo que de acuerdo al
periódico la Jornada publicado el 05 de octubre, las familias afectadas “hicieron un llamado al
presidente Enrique Peña Nieto y al gobernador mexiquense, Eruviel Ávila Villegas para que se les
reubique en otro sitio o se les indemnice”, además durante las semanas posteriores, señalaron
que buscarían con la forma de proceder contra los ejidatarios por el “robo descarado”.
No sería sorpresa encontrar rastros de corruptela donde los funcionarios contribuyen a actos de
impunidad, mientras en casos como este, los desalojados —temerosos ante un grupo de 300
uniformado que saquean sus viviendas—, apagan sus voces ante el miedo a las autoridades
locales. Y es que además de tener contratos de compra-venta, los habitantes de la zona contaban
con servicios públicos brindados por el mismo Ayuntamiento, tales como electricidad, limpieza de
letrinas y pago del impuesto predial. Pago que al ser realizado, acepta a un inmueble como parte
del territorio por un municipio.
Los ejidatarios en respuesta a sus
peticiones de inconformidad,
aseguraron a los afectados que se
ha hablado de una indemnización
“por valuación de casa”. Sin
embargo sobre el terreno del
predio “El Barco”, sólo reposan
las ruinas del atropello y la
parcialidad a un gobierno
autoritario.
“Estaban diciendo que todos los
ejidatarios estaban de acuerdo en
dar una indemnización. Y ahora
nos piden dos mil pesos que para
valuación. Eso era antes, ahorita
qué si ya no hay nada, si ya nos las tiraron. ¿De dónde saco yo dos mil pesos, si todo se me fue
ahí?. Yo la verdad, a mis años me doy cuenta de que es pura tranza”, explica Juan Vidal Hernández.
Juan Vidal Hernández mostrando su identificación oficial con la dirección marcada
como el predio “El Barco”. Fotografía: Paola Ascencio.
Ahora, a un mes desde el anuncio oficial de la base comercial aérea que se encontrará entre los
tres más grandes del mundo, — y que tendrá una zona de impacto en 11 municipios del Estado de
México y tres delegaciones del Distrito Federal—, los
campos ubicados dentro del territorio donde se
visualiza la construcción, recibieron en menos de dos
semanas cientos de camiones de carga que han
comenzado a aplanar el espacio para dar la bienvenida
a un nuevo aeropuerto y su nueva infraestructura.
Misma que comprende la ampliación de ocho carriles
de la autopista Peñón-Texcoco y que ocupará gran
parte del predio donde la comunidad de “El Barco”
habitaba.
A pesar de las exhaustivas declaraciones que Delfina
Gómez, alcaldesa de Texcoco realizó sobre su
preocupación por poner en riesgo el desarrollo urbano
del municipio, y el no otorgamiento de permisos para
la edificación del nuevo Aeropuerto Internacional de la
Ciudad de México hasta conocer el proyecto, las
órdenes de construcción del nuevo aeropuerto de la
ciudad de México han llegado a su territorio.
La pregunta sería, ¿Tenemos que quedarnos con los brazos cruzados ante un gobierno que
desaloja a sus habitantes por el interés
de una política neoliberal?
El gobierno del país se ha mantenido bajo
una respuesta autoritaria y violenta que
sacude los intereses de sus habitantes
por los políticos. La ineficacia sigue
siendo una forma de autoridad ante el
pueblo que lucha por sobrevivir en un
mar de peces gordos que se comen a los
suyos.
Cerca de 15 comunidades aledañas y
dentro de las tierras —que pronto serán
utilizadas para escuelas, hospitales y
comercio privado bajo la orden del nuevo aeropuerto de la ciudad de México—, se verán
desalojadas y quebrantadas desde sus humildes cimientos. Cambiando sus vidas de un momento
para otro, bajo la promesa de un proyecto innovador que se plantea como una solución a la
economía del país.
Fuente: Proyecto Nuevo Aeropuerto D.F
Maquinaria pesada ha ingresado a las tierras de Atenco en las últimas
semanas. Fotografía: Paola Ascencio
Lejos de la edificación de un aeropuerto nuevo en la Ciudad que “cambiará el futuro del país”,
poniéndolo bajo el desarrollo de un país como una plataforma logística con infraestructura de
transporte multimodal que genere costos competitivos y de valor agregado, el proyecto
fortalecerá únicamente a un ambiente de negocios de empresas privadas, aún cuando México
sigue sosteniéndose de actividades primarias donde la expansión de los alimentos agrícolas
impulsan la economía.