La Filosofía Como Práxis

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La filosofía como práxis. Una reconsideración de Pierre Hadot JORGE MARTÍNEZ BARRERA INSTITUTO DE FILOSOFÍA PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE I No se puede dudar acerca de la deuda que la filosofía ha contraído en los últimos años con la obra de Pierre Hadot. Además del enorme trabajo de erudición efectuado sobre textos antiguos, lo cual ya merece a Hadot un lugar de relevancia indiscutible en los círculos especializados, hay un aspecto de su obra sobre el cual, estoy seguro, se discutirá cada vez con mayor interés. No se trata, por cierto, de ningún aporte “original”, o “creativo”. Por el contrario, Hadot se permite recordarnos una cara fundamental de la filosofía y lo hace, dicho sea de paso, en una serie de escritos donde la belleza literaria va a la par de la profundidad del pensamiento. Me refiero a sus esfuerzos por revivir la venerable concepción de la filosofía como práxis, como manera de vivir. Hadot insiste una y otra vez en la necesidad de no perder de vista la inspiración originaria de la filosofía como un ejercicio de vida humana, incluso haciéndose cargo de la enigmática expresión aristotélica del final de la Ética Nicomaquea, en donde el Estagirita señala justamente el carácter no humano de la vida contemplativa1. 9 II Este ideal de la vida contemplativa es el que anima a los filósofos de la antigüedad. Sería absurdo, por no decir anacrónico, buscar un “sistema” filosófico entre ellos. De lo que se trata para los antiguos es de organizar la vida conforme a las exigencias de la contemplación; por otra parte, esa transformación de la propia biografía será tanto más sublime cuanto más lo sea el objeto contemplado. Y ese objeto contemplado supremo no es otro que Dios. Un aspecto importante de esto último es que la presencia divina, sin ser inmediatamente evidente, se deja escrutar en todas y cada una de las substancias, sean éstas sublunares o no. Esto es importante porque estamos frente a una vida contemplativa que no consiste en lo esencial en una ascesis que presuponga la aniquilación del asombro ante el mundo, ni el saber científico como posible expresión de tal admiración. Pero si la filosofía es una manera de vivir, es preciso responder a la pregunta por la vinculación entre ese saber y el modo como el hombre contemplativo habrá de ordenar su propia existencia. ¿Qué hay tan potente en el saber del mundo y de Dios como para interpelar a la (re)organización de la vida entera? Y es aquí donde Pierre Hadot inserta su tesis ejemplificándola con el mismo Aristóteles2 y con los estoicos. Para estos últimos, por ejemplo, si bien la filosofía pareciera dividirse en tres partes, la física, la ética y la lógica, esas partes no lo son, estrictamente hablando, de la filosofía sino del discurso filosófico. La filosofía misma como manera de vivir no es una teoría dividida en partes, sino “un acto único consistente en vivir la lógica, la física y la ética”3. En una palabra, no se trata de detenerse en la sola consideración de las partes del discurso, sino en hablar y pensar bien para el caso de la lógica. No se trata de detenerse en la sola consideración “científica” del mundo físico, sino de contemplar y admirar la belleza del cosmos, belleza que es más evidente cuanto más

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Una reconsideración de Pierre Hadot

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La filosofa como prxis.Una reconsideracin de Pierre HadotJORGE MARTNEZ BARRERAINSTITUTO DE FILOSOFAPONTIFICIA UNIVERSIDAD CATLICA DE CHILEINo se puede dudar acerca de la deuda que la filosofa ha contrado en los ltimos aos con la obra de Pierre Hadot. Ademsdel enorme trabajo de erudicin efectuado sobre textos antiguos, lo cual ya merece a Hadot un lugar de relevancia indiscutible en los crculos especializados, hay un aspecto de su obra sobre el cual, estoy seguro, se discutir cada vez con mayor inters. No se trata, por cierto, de ningn aporte original, o creativo. Por el contrario, Hadot se permite recordarnos una cara fundamental de la filosofa y lo hace, dicho sea de paso, en una serie de escritos donde la belleza literaria va a la par de la profundidad del pensamiento. Me refiero a sus esfuerzos por revivir la venerable concepcin de la filosofa como prxis, como manera de vivir. Hadot insiste una y otra vez en la necesidad de no perder de vista la inspiracin originaria de la filosofa como un ejercicio de vida humana, incluso hacindose cargo de la enigmtica expresin aristotlica del final de la tica Nicomaquea, en donde el Estagirita seala justamente el carcter no humano de la vida contemplativa1.9

IIEste ideal de la vida contemplativa es el que anima a los filsofos de la antigedad. Sera absurdo, por no decir anacrnico, buscar un sistema filosfico entre ellos. De lo que se trata para los antiguos es de organizar la vida conforme a las exigencias de la contemplacin; por otra parte, esa transformacin de la propia biografa ser tanto ms sublime cuantoms lo sea el objeto contemplado. Y ese objeto contemplado supremo no es otro que Dios. Un aspecto importante de estoltimo es que la presencia divina, sin ser inmediatamente evidente, se deja escrutar en todas y cada una de las substancias,sean stas sublunares o no. Esto es importante porque estamos frente a una vida contemplativa que no consiste en lo esencial en una ascesis que presuponga la aniquilacin del asombro ante el mundo, ni el saber cientfico como posible expresin de tal admiracin. Pero si la filosofa es una manera de vivir, es preciso responder a la pregunta por la vinculacin entre ese saber y el modo como el hombre contemplativo habr de ordenar su propia existencia. Qu hay tan potente en el saber del mundo y de Dios como para interpelar a la (re)organizacin de la vida entera? Y es aqu donde Pierre Hadot inserta su tesis ejemplificndola con el mismo Aristteles2 y con los estoicos. Para estos ltimos, por ejemplo, si bien la filosofa pareciera dividirse en tres partes, la fsica, la tica y la lgica, esas partes no lo son, estrictamente hablando, de la filosofa sino del discurso filosfico. La filosofa misma como manera de vivir no es una teora dividida en partes, sino un acto nico consistente en vivir la lgica, la fsica y la tica3. En una palabra, no se trata de detenerse en la sola consideracin de las partes del discurso, sino en hablar y pensar bien para el caso de la lgica. No se trata de detenerse en la sola consideracin cientfica del mundo fsico, sino de contemplar y admirar la belleza del cosmos, belleza que es ms evidente cuanto ms profundamente se lo conoce, desde las micropartculas hasta las galaxias. Y no se trata tampoco dedetenerse en la sola teora de la accin, sino de obrar recta y justamente. Todo esto marca una de las notas ms salientes dela filosofa occidental antigua, a saber, la integracin del saber cientfico-sistemtico en un proyecto de existencia. La ciencia no queda aqu absolutizada sino conservada en una perspectiva ms vasta, de la cual es, precisamente, sierva4. Y puesto que la presencia de ese punto central en el cuadro de las ciencias antiguas es tan evidente, stas no necesitan acudir al subterfugio de la interdisciplinariedad para recuperar la unidad del saber que se evapora cuando esa fuerza centrpeta desaparece.IIIComo se puede avizorar, estamos muy lejos de una concepcin de la filosofa como sistema, incluso de la nocin mismade autor, contra la cual tanto se ha opuesto Michel Foucault, por ejemplo. La idea de un autor parece extraa en el contexto de la filosofa antigua. Si dejamos a un lado las consideraciones etimolgicas, me parece evidente que un autor, o el concepto mismo de autor remite invariablemente a la idea de un sistema, esto es, a una peculiar y personal manera de apropiarse el mundo, en la cual a veces cuenta ms la presencia del pensador que la del mundo mismo. Por cierto, en la filosofa antigua no hay autores, sino hombres sabios, tambin llamados prudentes, ms all de los preciosismos filolgicos. Toda la importancia del discurso filosfico radica en su capacidad de producir una verdadera transformacin del alma. Hay en el sabio una disposicin habitual, una hxis, a dejarse invadir por la hermosura del mundo y dejar que ella sola hable, aun cuando la exigencia de una transmisin a los otros por medio de inevitables verbalizaciones o conceptualizaciones plantee problemas pedaggicos enormes. Contemplata aliis tradere, resume Santo Toms parareferirse a esta urgencia de comunin en la sabidura, la cual no puede darse en ausencia del Amor en cuanto la transmisinparece participar de la sobreabundancia del acto contemplativo. Es un acto de Amor lo que descubrimos en el zcalo de la sabidura. Filosofa significa ante todo esa disposicin amorosa, y por eso Aristteles se permite hablar de la ciencia como de una virtud que, a estas alturas, remite a mucho ms que a una capacidad habitual de razonar de una determinada manera. El sabio no es un constructor de sistemas. El sabio no encuentra su solaz en un movimiento pendular perpetuo entre su yo y sus ideas puras. El filsofo que verdaderamente lo es y no slo de nombre, sintoniza su espritu con la marcha del universo en un movimiento de excentricidad respecto de s, en un movimiento que exige el silencio de la algaraba de uno mismo, de las propias ideas e incluso de la vida poltica. El bien buscado por la poltica es algo superficial respecto de lo que buscamos, se permite afirmar Aristteles en la tica Nicomaquea5. Y eso que buscamos est resumido en los siguientes versos de W. Blake, citados por Pierre Hadot: To see a World in a Grain of Sand And a heaven in a Wild Flower, Hold Infinity in the palm of your hand And Eternity in an Hour6.En una palabra, si la contemplacin es un encuentro amoro-so con lo divino en el cual el propio espritu debe callar, la idea de un autor, o de un pensador est fuera de lugar en esta experiencia. La atraccin inconmensurable que produce el Amor no deja espacio para iniciativas autorreferenciales. Lo divino en cuanto objeto supremo de la contemplacin mueve a ese acto en cuanto es amado, esto es, en cuanto en ello llega a su fin, tanto temporal como teleolgicamente el movimiento investigativo del espritu7.IVLa filosofa es, pues, en su expresin ms sublime, una actividad, incluso, la ms noble de las prxeis. La buena accin, notanto en su sentido moral estricto, sino ms bien en cuanto a su nobleza superior, es aquella en la cual consiste la felicidad, es decir, una accin contemplativa. Y lo prctico no es necesariamente lo que se refiere a las interacciones. El pensamiento no es prctico nicamente cuando se ejercita en vistas de los resultados que se obtienen de la actuacin, sino que lo son mucho ms la contemplacin y la meditacin que tienen su fin en s mismas y se ejercitan por s mismas, sostiene Aristteles nada menos que en la Poltica, es decir en la obra donde se ocupa de las ms importantes acciones humanas8. La praxis suprema es la contemplacin y esto debiera incluso orientar la configuracin de la vida poltica desde el comienzo hasta el final: Tampoco es necesario que las ciudades aisladas de las dems y que han elegido esa clase de vida no tengan ninguna actividad (). As pues, la sabidura prctica no es en lo esencial un asuntode integridad moral sino de direccin de la propia vida hacia el puerto de la contemplacin amorosa de lo otro que uno mismo, sin desconsiderar la posibilidad de que las primicias de eso otro que uno mismo ya inhabiten en uno mismo de una manera inexpresable. Todo esto no significa una desestimacin de la perfeccin moral como un objetivo cuya plausibilidad slo un necio objetara; pero se trata de reubicarla en su funcin propedutica, incluso instrumental, respecto de la accin contemplativa. Si la ciencia, por ejemplo, ha de encontrar su sentido en su papel de sierva de la contemplacin genuina, es decir, si ella no se consolida autnomamente, entonces la pregunta por la rectitud moral del cientfico ya no parece descontextualizada. No estamos en condiciones de garantizar la evidencia de la conexin entre virtud moral y vida contemplativa en la tica Nicomaquea, por ejemplo, pero s en la Suma de Teologa de Santo Toms, donde claramente la plenitud moral cumple un papel dispositivo respecto de la contemplacin Este modo prctico de considerar la filosofa se ha mantenido a lo largo de los siglos, aunque con una importante interrupcin en la Edad Media, segn Pierre Hadot, con la aparicin de las universidades y con la fagocitacin teolgica de la filosofa.

Pero el proceso de emancipacin de esta ltima, operado en buena medida gracias al movimiento averrosta latino, resultaren una versin tambin universitaria y sistemtica de la antigua sierva11.En otro orden de cosas, pero siempre bajo esta consideracin prctica de la filosofa, si ella es ante todo una manera de vivir y no solamente un discurso, es preciso referirse a su dimensin teraputica. Por cierto, no basta con repetir, al modo de un mantra, la expresin magntica de filosofa como manera de vivir. Se impone aclarar en qu consiste esto y en ese sentido, una vez ms Pierre Hadot aclara las cosas. Si esta forma de vida es tambin una terapia del alma, entonces deseamos saber sus particularidades:() esta teraputica est destinada ante todo a proporcionar la paz del alma, es decir, a liberar de la angustia, angustiaque provocan las preocupaciones de la vida, pero tambin el misterio de la existencia humana: temor de los dioses, terrorde la muerte. Todas las escuelas concuerdan sobre el propsito de la filosofa: alcanzar la paz del alma, incluso si ellas divergen cuando se trata de determinar los medios para llegar a ese fin12.VHe seguido hasta aqu las decisivas observaciones de Hadot tanto ms necesarias cuanto es cada vez ms evidente la jibari-zacin de la filosofa en sus moldes sistemticos y universitarios. Estimo, sin embargo, que existen algunas dificultades conel tratamiento de la llamada filosofa cristiana. Esos problemas nacen a mi juicio de la concepcin teolgica propia de lafilosofa antigua, en especial de Aristteles, y la naturaleza del Dios cristiano. Todo, desde el acto de contemplacin hasta ladimensin curativa del mismo, resulta profundamente convulsionado cuando estamos frente a un primer motor inmvil quesuscita, es verdad, amor en quienes lo contemplan, o cuando estamos frente a un Dios que, se nos dice, am l mismo primero al mundo y a los hombres. La vida contemplativa, si es as como hemos de entender a la filosofa, no puede tener el mismo carcter cuando el dios desconocido revela en parte su naturaleza, y de esa revelacin surge un dato inesperado: su carcter trinitario, que es el fundamento del Amor. En este punto es preciso ser conscientes de los riesgos de un non sequitur metodolgico: se trata de no confundir los planos de la filosofa con los de la Teologa sobrenatural. Pero an en ese caso, no es menos cierto que aqulla ya no puede seguir guardando su carcter originario, que no prevea la honda perturbacin interna producida por la irrupcin de un nuevo punto de arribo al cual tambin la razn est convocada. Por cierto, no puede haber acto de fe genuina sin una base racional.Si la filosofa, tal como quiere Aristteles, ha de estar movida y organizada por la contemplacin de Dios, entonces noes lo mismo cuando ese dios es una nesis noseos que suscita un amor reactivo, o cuando l mismo es la fuente y principiodel Amor. Esta es una diferencia capital ya advertida por San Pablo y subrayada por los Apologistas griegos, sin que esto signifique renunciar a la idea de la filosofa como manera de vivir. La filosofa o sabidura cristiana, configurada de acuerdo a las exigencias del Dios del Amor, ya no puede permanecer en un terreno donde lo ms importante es, en el fondo, el cuidado de s, el cual aparece como acabamiento supremo y necesario cuando el dios contemplado es absolutamente impermeable al dolor o a la felicidad humanos. En una palabra, me parece que es preciso discutir la tesis de Hadot en cuanto a la casi total dependencia helenstica de la filosofa cristiana, o por lo menos precisar me-jor el verdadero alcance de una y otra filosofa. Por otra parte,si bien la metamorfosis discursivo-acadmica de la filosofapuede ser leda como una degradacin de su antigua jerarqua auna funcin ancilar, tal capitis diminutio es, bien pensado, unaganancia. La fuerza que destron a la filosofa pudo operar engran medida gracias a que ella misma ya se encontraba lo sufi-cientemente dbil como para solicitar, en dramtico silencio, el15La filosofa como prxis. Una reconsideracin de Pierre Hadot~ Opsculo Filosfico N 3, pp 9-22auxilio de una renovacin que ya no poda esperarse de sus pro-pias energas. Baste para convencerse de ello el testimonio deSan Pablo, por ej. en Col. 2, 8, o de los Apologistas griegos13.Juliusz Domanski sostiene que ya en los comienzos del cris-tianismo, si bien la filosofa griega fue percibida como una ma-nera de vivir, ella careca de credibilidad debido al fracaso en larealizacin prctica de los elevados ideales morales propuestos.En el fondo, el motor de la filosofa era el orgullo y la perse-cucin del aprecio, del aplauso y la gloria. Incluso Scrates noestaba libre de esto; l slo despreciaba la gloria con sus pala-bras. Y para peor, la realizacin de la vida filosfica se revelabacomo una pose, una fanfarronera (). Esta puesta en duda delvalor de la tica practicada por los filsofos paganos influencifuertemente la apreciacin de la filosofa por parte de los cristia-nos, as como tambin la concepcin cristiana de la filosofa engeneral14. No concuerdo totalmente con la tesis de Domanskirespecto de las causas del desprecio cristiano hacia la filosofapagana, pero s creo que es evidente el malestar suscitado porella en pensadores de la talla de un San Juan Crisstomo, porejemplo15.Si pues, la filosofa se reconstituye como sierva de la teo-loga hacia finales del s. XII y la primera mitad del XIII, ellole garantiz su supervivencia al menos como discurso. De nohaber sido as, habramos asistido sin ms a los funerales de lanoble dama y su historia slo sera un obituario.VISi bien es cierto que, tal como afirma Dom Jean Leclercq,citado por Hadot, en la edad media monstica y en la mismaantigedad, filosofa no designa una teora o una manera deconocer, sino una sabidura vivida, una manera de vivir segnla razn16, no resultara menos pertinente recordar el quiebreintroducido en la nocin de sabidura producido por el cristia-nismo. No me consta que Hadot tome en cuenta la radical trans-16La filosofa como prxis. Una reconsideracin de Pierre Hadot~ Opsculo Filosfico N 3, pp 9-22

figuracin que una determinada manera de vivir padece cuandoes alcanzada por la presencia de un Dios toto coelo distinto.El mismo Hadot reconoce que su propia formacin cristiana espreocupantemente lacunaria: fue para m unaexperiencia completamente ajena al cristianismo. Eso me pare-ca mucho ms esencial, mucho ms fundamental que la expe-riencia que yo poda vivir en el cristianismo (). El cristianis-mo me pareca ms bien ligado a la trivialidad cotidiana17. Ytambin sostiene: El sentimiento de la naturaleza existe ya enel Evangelio. Jess habla del esplendor de los lirios del campo.Pero yo he dicho que el sentimiento ocenico, tal como yo lo heexperimentado, que es diferente al sentimiento de la naturaleza,es ajeno al cristianismo porque no hace intervenir ni a Dios nia Cristo18.As pues, segn Hadot, debemos al cristianismo pre-escols-tico nada menos que el haber conservado el ideal clsico de lafilosofa como praxis. Pero tambin el cristianismo parece serel gran responsable de la reduccin discursivo-sistemtica de lafilosofa al aceptar el combate contra la teologa escolstica conlas mismas armas que sta. Como se ve, esta teologa es paraHadot una petrificacin dogmtica de verdades que primitiva-mente tenan una importancia capital en la organizacin de lavida. Estimo sin embargo que ste es un diagnstico incorrecto.En realidad, la inspiracin de la teologa escolstica est anima-da por el mismo espritu heurstico que lleva a los estoicos, porejemplo, a profundizar su conocimiento cientfico del mundoy de Dios. Hadot pasa por alto, por ejemplo, la relevancia indis-cutible de la teologa moral. A la escolstica debemos la idea deque existe una conexin intrnseca entre la naturaleza de Diosy la vida moral, asunto completamente desconocido en la filo-sofa de las cosas humanas de Aristteles.Es inevitable, en suma, la impresin de una cierta superfi-cialidad en el tratamiento de la llamada escolstica, que a es-tas alturas suponemos encarnada principalmente, para Hadot,en Toms de Aquino. Hubiramos deseado incluso una iden-17La filosofa como prxis. Una reconsideracin de Pierre Hadot~ Opsculo Filosfico N 3, pp 9-22tificacin ms precisa de la vida contemplativa y no solamen-te un remedio contra las angustias de la vida. El Tratado dela Beatitud de la Summa Theologiae de Toms de Aquino, porejemplo, contiene algunas reflexiones que podran haber sidoaprovechadas en beneficio de aquella precisin, especialmenteen lo relativo a la individualizacin del Bien Supremo.Brevemente y para concluir, la superacin de la teolo-ga escolstica podra ser el camino para la rehabilitacin delsentido primigenio de la filosofa como prxis. Pero tambincon ello corremos el riesgo de ponernos en la situacin espiri-tual del hombre antiguo, esto es, un hombre en busca de un Diosobstinadamente indiferente al dolor y al sufrimiento humanos.La tica del cuidado de s, consecuencia directa de este silencioinconmovible de Dios19, tiene entonces, desde la mirada esco-lstica, no ya un sentido teraputico sino, en el mejor de loscasos, paramdico, a la espera del verdadero Terapeuta.NOTAS1 Esto, probablemente en respuesta a Protgoras.2 A decir verdad, algunos de estos seres no ofrecenun aspecto agradable. Sin embargo, la Naturaleza que los hafabricado con arte procura placeres inefables a quienes, cuando loscontemplan, pueden conocer las causas y son filsofos de verdad(). As pues, no hay que dejarse vencer por una repugnanciapueril por el estudio de los animales menos nobles, pues en todaslas obras de la Naturaleza hay algo maravilloso. Es preciso recordarlo que Herclito dijo a unos visitantes extranjeros que al momentode entrar se detuvieron al verlo calentarse ante su fogn. ste losinvit a entrar sin temor dicindoles que tambin hay dioses en lacocina. Del mismo modo se debe abordar sin disgusto el examende cada animal con la conviccin de que cada uno ejercita su partede naturaleza y belleza (De part. An. 644b 31).18La filosofa como prxis. Una reconsideracin de Pierre Hadot~ Opsculo Filosfico N 3, pp 9-22

3 La philosophie comme manire de vivre, en Exercices spirituelset philosophie Antique. Prface de Arnold I. Davidson. Pars. d.Albin Michel. 2002 p. 292-3 (las traducciones de los pasajes deHadot me pertenecen).4 Existe una proximidad etimolgica entre servus y conservare.Debo esta observacin a mi colega de Louvain, Jean-Michel Counet.Esta idea de la articulacin de la ciencia con la vida contemplativa,idea que parece marcar una caracterstica esencial de la filosofa deOccidente, paradjicamente tambin est expresada con rigurosaclaridad por Averroes en su Discurso decisivo:Si la tarea de la filosofa no es ms que el estudio y la consideracinde los seres, en tanto que son pruebas de su Autor, es decir, entanto que han sido hechos pues los seres slo muestran al autorpor el conocimiento de su fbrica y cuanto ms perfecto sea elconocimiento de su fbrica, tanto ms perfecto ser el conocimientodel autor- y si la Ley religiosa invita y exhorta a la consideracin delos seres, est claro entonces que lo designado por este nombre es obligatorio o est recomendado por la Ley religiosa.Que la Ley religiosa exhorta a considerar los seres y a buscar suconocimiento por medio del intelecto, es evidente en ms de unaaleya del Libro de Dios, loado y ensalzado sea, como cuando dice:Extraed conocimiento, vosotros los que estis dotados de visin (Corn, 59, 2). Averroes: Sobre filosofa y religin. Introducciny seleccin de textos de Rafael Ramn Guerrero. Pamplona.Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 1998, p.76.5 EN, 1095b 24.6 William Blake: Auguries of Innocence, en Complete Writingswith Variant Readings, Ed. Geoffrey Keynes, London, 1972, p.435, 1-5. Citado por P. Hadot en The Sage and the World, enPhilosophy as a Way of Life. Edited and with an Introduction byArnold I. Davidson. Blackwell, 1995, p. 260.7 Y mueve < la causa final> en cuanto que es amada, mientras quetodas las dems cosas mueven al ser movidas. () Y es unaexistencia como la mejor para nosotros durante corto tiempo ().Y la inteleccin que es por s tiene por objeto lo que es ms noble19La filosofa como prxis. Una reconsideracin de Pierre Hadot~ Opsculo Filosfico N 3, pp 9-22

por s, y la que es en ms alto grado, lo que es en ms alto grado.() y la contemplacin es lo ms agradable y lo ms noble. Si,por consiguiente, Dios se halla siempre tan bien como nosotrosalgunas veces, es cosa admirable; y, si se halla mejor, todavams admirable. Y as es como se halla. Y tiene vida, pues el actodel entendimiento es vida, y l es el acto. Y el acto por s de les vida nobilsima y eterna. Afirmamos, por tanto, que Dios esun viviente eterno nobilsimo, de suerte que Dios tiene vida yduracin continua y eterna; pues Dios es esto. (Met. 1027b 3-30.Trad. Garca Yebra).8 Pol. 1325b 14ss. (trad. Julin Maras y Mara Araujo).9 Pol. 1325b 23.10 Suma de Teologa, IIa-IIae, q.180, a.2. Ver tambin: Ruedi Imbach,Vie active et vie contemplative dans la perspective de ThomasdAquin, en AA. VV. Le dpassement de soi dans la pensephilosophique. Neuchtel. Les ditions de la Baconnire. 1994. Vertambin : Juliusz Domanski, La philosophie, thorie ou manire devivre ? Les controverses de lantiquit la renaissance. Avec uneprface de Pierre Hadot. Suisse, ditions universitaires Fribourg Pars, ditions du Cerf. 1996, pp. 28-29.11 La filosofa conquistar su autonoma respecto de la teologa,pero este movimiento nacido como reaccin contra la escolsticamedieval, se situar en el mismo terreno que ella. Se opondras al discurso filosfico terico otro discurso terico (). Noes solamente un asunto de moral; es todo el ser quien resultacomprometido. La filosofa antigua propone al hombre un arte devivir. La filosofa moderna, al contrario, se presenta ante todo comola construccin de un lenguaje tcnico reservado a especialistas(Pierre Hadot: La philosophie comme manire de vivre, pp. 298-300. Trad. Propia). Permtaseme una nota humorstica. Cito untexto del filsofo argentino Mario Bunge : () la complicacinde algunos textos es artificial: no se debe a la complejidad oprofundidad del asunto, sino a la oscuridad o confusin del autor.Ejemplo tomado al azar de La crisis de las ciencias europeas, deEdmund Husserl, el fundador de la fenomenologa y maestro deHeidegger: Como ego primigenio, yo constituyo mi horizonte de20La filosofa como prxis. Una reconsideracin de Pierre Hadot~ Opsculo Filosfico N 3, pp 9-22

otros trascendentales como cosujetos dentro de la intersubjetividadtrascendental que constituye el mundo. Por si quedara duda, Husserlaclara dos pginas despus: El yo inmediato, que ya perdura enla esfera primordial perdurable, constituye en s mismo a otrocomo otro. La auto-temporalizacin mediante la de-presentacin,por decirlo as (a travs del recuerdo), tiene su anlogo en miauto-enajenacin (empata como una depresentacin en un nivelsuperior, depresentacin de mi presencia primigenia meramentepresentificada. Qu galimatas! (). Todos estos textos se ajustana la regla: Cuando no tengas nada que decir, dilo en difcil, y losincautos lo tomarn por profundo. 100 ideas. El libro para pensary discutir en el caf. Buenos Aires. Ed. Sudamericana. 2006, p.46. Para una expresin ms acadmica de esta queja, ver ticaNicomaquea, 1095a 25-26.12 Pierre Hadot: Un dialogue interrompu avec Michel Foucault, enExercices spirituels, p. 309.13 El ms benvolo entre ellos, San Justino, llega a considerar a lafilosofa pagana como una propedutica a una sabidura superior:Apologa I, 59; Apologa II, 10, 12. Ver tambin: Taciano: Discursocontra los griegos, 1, 2, 3, 4, 25, 42; y finalmente, aunque algocaricatural, puede consultarse el testimonio de Hermias el Filsofoen su Escarnio de los filsofos paganos. Los textos correspondena Padres apostlicos y apologistas griegos (s. II). Introduccin,notas y versin espaola por Daniel Ruiz Bueno. Madrid. BAC,2002.14 Juliusz Domanski, op. cit., p. 28-29 (traduccin ma).15 Contrariamente a lo que parece afirmar tcitamente Domanski,la tica antigua no era tan fcilmente asimilable a la cristiana.La crtica cristiana a la moral antigua, ya sea aristotlica oprincipalmente estoica, no es solamente el hecho de no haberreconocido la necesidad del auxilio sobrenatural para vivirla. Enese sentido se impone una reflexin ms honda acerca de la virtudde la castidad, por ejemplo, algo sobre lo cual el cristianismo hainsistido desde siempre y cuya explicacin no puede recurrir alvulgar infantilismo psicoanaltico.16 Dom Jean Leclercq: Pour lhistoire de lexpression philosophie