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«Antes de invadir nuestro territorio y destruir nues- tra cultura y anular nuestra identidad, el islam trata de acabaD> con el cristianismo, asegura la periodista italiana Oriana Fallaci en La fuerza de la razón, su último libro. La obra, editada por Rizzoli Internacio- nal, salió a la venta el lunes pasado en Italia. EL MUNDO ofrece en exclusiva la segunda entrega con extractos de una propuesta intelectual en la que FalIaci alude al peso de la tradición cristiana en Eu- ropa y se queja del «insuperable círculo que los ita- lianos han trazado en tomo al Pensamiento. La in- superable barrera en el seno de la cual sólo se puede callar o unirse al coro de las condenas y las mentiras que expresan reverencia por el enemigo y falta de respeto por la lucha contra él». La fuerza de la Razón (y ll) La iglesia católica no defiende a Cristo frente al islam .. Por ORIANA FALLACI Soy una atea cristiana. No creo en eso que denominamos con el término Dios. Ya lo escribía en mi primera Esfera Armilar. Desde el día en que recuerdo no creer (cosa que sucede bastante pronto, es de- cir cuando, de niña comíenzo a preguntarme sobre el atroz dilema: Dios existe o no existe), pienso que Dios ha sido creado por los hom- bres y no viceversa. Creo que los hombres lo han inventado por sole- dad, impotencj¡i y desesperación. Es decir, para dar una respuesta al misterio de la existencia, para atenuar las irresolubles preguntas que la vida nos arroja a la cara... ¿Quién somos, de dónde venimos, a dón- de vamos? Qué había antes de nosotros y de estos mundos, miles de millones de mundos, que con tanta precisión giran en el universo. Qué vendrá después... Creo que lo hemos inventado incluso por debi- lidad, es decir por miedo a vivir ya morir. Vivir es muy dificil. Morir es siempre un trauma. Y el concepto de Dios que ayuda a afrontar esos dos momentos puede proporcionar un alivio infinito. Es algo que entiendo perfectamente. De hecho, envidio al que cree. A veces, me siento in- cluso celosa de los creyentes. Nunca, sin embargo, hasta el punto de madurar la sospecha y, por lo tanto, la esperanza de que Dios exista. Un Dios que con todos los miles de millones de mundos que hay tenga el tiempo para localizarme y ocu- parse de mí. Ergo, me las apaño sola. Y por si eso no fuese suficiente, soporto mal a las iglesias. Sus dogmas, sus liturgias, su presunta autoridad espiritual, su poder. ... .,. desesperación, debilidad y miedo a vivir ya morir. Veo en él la ocultación del Dios abstracto, omnipotente y despiadado de casi todas las religiones. Zeus que re- duce a cenizas con sus rayos, Je- hová que se venga con sus ame- nazas y sus venganzas o Alá que sojuzga con su crueldad y sus es- tupideces. Y en vez de esos tira- nos invisibles e intangible s, una idea que nadie había tenido o, en cualquier caso, nadie habia divul- gado. La idea del Dios que se ha- ce Hombre. Es decir, la idea del Hombre que se hace Dios, Dios de sí mismo. Un Dios con dos bra- Z\lSYdos piernas, un Dios de car- ne que se lanza a hacer o a inten- tar hacer la Revolución del Alma. Un Dios que hablando de un Creador sentado en el Cielo (¿quién nos escucharía sí no?), se presenta como su hijo y explica que todos los hombres son sus hermanos y, por lo tanto, a su vez, hijos de aquel Dios y capaces de vivir su enseñanza divina. Vi- virla predicando e] Bien, que es fruto de la Razón y de la Libertad, dando Amor, que antes de ser un sentimiento es un razonamiento. Un silogismo del que deduje que la bondad es inteligencia y la mal- dad. una estupidez.. 'Un Dios. por último que afronta el drama de la Etica desde el hom- bre. Con el cerebro de un hombre, el corazón de un hombre. las pala- bras de un hombre y los gestos-de un hombre. Un Dios que es más que benignidad. Más que dulzura, ternura, dejad que los niños se acerquen a mí. Como unhombre, echa con cajas destempladas a los fariseos y a los rabinos que comer- cian con la religión. Como un hombre afronta el tema dellaicis- mo: dad al César lo que es del Cé- sar y a Dios lo que es de Dios. Co- Y no comulgo con los curas. Incluso cuando se trata de personas inte- ligentes e inocentes, no consigo olvidar que están al servicio de ese poder y hay siempre un momento en el que aftora mi innato anticleri- calismo. Un momento en el que soooo al fantasma de mi ábuelo ma- terno que era un anarquista y cantaba: «Con las tripas de los curas colgaremos al rey». Y sin embargo, repito que soy cristiana. Lo soy aunque rechazo varios preceptos del cristianismo. Por ejemplo, el precepto de poner la otra mejilla, de perdonar (un error que incentiva la estupídez y que ya no cometo). Y soy cristiana porque me gusta el discurso que está en la base del cristianismo. Me convence. Me seduce hasta tal punto de que no le encuentro contraste alguno con mi ateísmo y'con mi lai- cismo. Hablo, obvi;¡mente, del discurso de Jesús de Nazaret, no de aquel elaborado o traicionado por la Iglesia católica e incluso por las iglesias protestantes. Un discurso que, superando ]a metafísica, se concentra sobre el Hombre. Que reconociendo el libre albedrio, es decir reivindi- cando la conciencia del Hombre, nos hace responsables de nuestras acciones y se- ñores de nuestro destino. En ese discurso, veo un himno a la Razón, al raciocinio. Y porque donde hay raciocinio hay posíbilidad de optar y donde hay posibilidad de optar hay libertad, veo en él un himno a la Libertad. Al mismo tiempo, veo en él la superación del Dios inventado por los hombres por soledad, impotencia ... 'La batalla de Kahlenberg', cuadro que representa el triunfo germano polaco contra las tropas tutcas en Viena en el Siglo XVII. mo un hombre detiene a los cobar- des que van a lapidar a la adúltera: el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Como un hom- bre grita contra la esclavitud. ¿Quién se había levantado contra la esclavitud? ¿Quién se había atrevido a decir que la esclavitud es ínaceptable, inadmisible e in- concebible? En definitiva. lucha como un hombre. Se enfada, se atOlmenta, se equivoca, sufre, ciertamente pe- ca y, por fin, muere. Muere sin mo- rir, porque la vida no muere. Rena- ce síempre, resucita siempre. Es eterna. Y,junto al discurso de la Razón, la idea de la Vida que no muere es el aspecto del cristianismo que más me convence. El que más me seduce. Porque en ella veo el re- chazo de la Muerte. la apoteosis de la Vida. La pasión por la vida se come a sí misma, pero es Vida y el con- trario de la Vida es la nada. En definitiva. los principios que es- tán en los cimientos de nuestra civilización. Esta mañana me he vuelto a leer el famoso ensayo que Benedetto Croce publicó en 1942: "Para que no podamos no decimos cristianos». (Si, aquel ensayo donde, en contra de los profesorcillos que exaltan el Faro de Luz, observa: «La larga edad de gloria que fue llamada Medie- vo completó la cristianización de los bárbaros y animó a la defensa contra el islam. tan amenazador para la civilización europea»). Hay dos cosas en dicho ensayo que me llaman poderosamente la atención. El lapidario juicio con el que exalta lo que yo he llamado Revolución del Alma, y la fuerza con la que sostiene que todas las revoluciones que han venido des- pués se derivan del cristianismo. «El cristianismo ha sido la mayor revolución que jamás haya realí- zado la Humanidad. Ninguna otra se le puede comparar. Res- pecto a él, todas las demás son li- mitadas». Por otra parte, no es necesario acudir a Croce para darse cuenta de que, sin el cristianismo, no ha- bría existido el Renacimiento, no habría existido la Ilustración, no habria existido siquiera la Revolu- ción Francesa, que, a pesar de sus monstruosidades, nació del respe- to porel Hombre y, en ese sentido, algo de positivo ha dejado. No ha- bría existido el socialismo o, me- jor dicho. el experimento socialis- ta. Ese experimento que fracasó de una forma tan desastrosa pero que, como la Revolución France- sa, dejó algo de posítivo. Y tampo- co habría existido el liberalismo. Ese libÚalismo que está en los ci- mientos de la sociedad civil y que hoy todo el mundo acepta o finge aceptar. A mi juicio. no habría existido siquiera el ya difunto fe- minismo. Por lo tanto. despojado de las bellas fábulas sobre los milagros y sobre las resurrecciones físicas. lavado de las superestructuras católicas, liberado de los yugos doctrinarios, es decir reconduci- do a la genial idea del espléndido nazareno, el cristianismo es real- mente una irresistible provoca- ción. Un clamoroso desafio que el hombre se hace a sí mismo. Yeso aumenta la culpabilidad de una Iglesia católica que guiando a la Triple Alianza, favoreciendo y be- neficiando al islam, se ha hecho y se sigue haciendo la primera res-

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«Antes de invadir nuestro territorio y destruir nues-tra cultura y anular nuestra identidad, el islam tratade acabaD> con el cristianismo, asegura la periodistaitaliana Oriana Fallaci en La fuerza de la razón, suúltimo libro. La obra, editada por Rizzoli Internacio-

nal, salió a la venta el lunes pasado en Italia. ELMUNDO ofrece en exclusiva la segunda entregacon extractos de una propuesta intelectual en la queFalIaci alude al peso de la tradición cristiana en Eu-ropa y se queja del «insuperable círculo que los ita-

lianos han trazado en tomo al Pensamiento. La in-superable barrera en el seno de la cual sólo se puedecallar o unirse al coro de las condenas y las mentirasque expresan reverencia por el enemigo y falta derespeto por la lucha contra él».

La fuerza de la Razón (y ll)La iglesia católica no defiende a Cristo frente al islam

..

Por ORIANA FALLACI

Soy una atea cristiana. No creo en eso que denominamos con eltérmino Dios. Ya lo escribía en mi primera Esfera Armilar. Desde eldía en que recuerdo no creer (cosa que sucede bastante pronto, es de-cir cuando, de niña comíenzo a preguntarme sobre el atroz dilema:Dios existe o no existe), pienso que Dios ha sido creado por los hom-bres y no viceversa. Creo que los hombres lo han inventado por sole-dad, impotencj¡i y desesperación. Es decir, para dar una respuesta almisterio de la existencia, para atenuar las irresolubles preguntas quela vida nos arroja a la cara... ¿Quién somos, de dónde venimos, a dón-de vamos? Qué había antes de nosotros y de estos mundos, miles demillones de mundos, que con tanta precisión giran en el universo.Qué vendrá después... Creo que lo hemos inventado incluso por debi-lidad, es decir por miedo a vivir ya morir. Vivir es muy dificil. Morires siempre un trauma. Y el concepto de Dios que ayuda a afrontaresos dos momentos puede proporcionar un alivio infinito. Es algoque entiendo perfectamente. De hecho, envidio al que cree. A veces, me siento in-cluso celosa de los creyentes. Nunca, sin embargo, hasta el punto de madurar lasospecha y, por lo tanto, la esperanza de que Dios exista. Un Dios que con todoslos miles de millones de mundos que hay tenga el tiempo para localizarme y ocu-parse de mí. Ergo, me las apaño sola. Y por si eso no fuese suficiente, soporto mala las iglesias. Sus dogmas, sus liturgias, su presunta autoridad espiritual, su poder.

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.,. desesperación, debilidad ymiedo a vivir ya morir. Veo en élla ocultación del Dios abstracto,omnipotente y despiadado de casitodas las religiones. Zeus que re-duce a cenizas con sus rayos, Je-hová que se venga con sus ame-nazas y sus venganzas o Alá quesojuzga con su crueldad y sus es-tupideces. Y en vez de esos tira-nos invisibles e intangible s, unaidea que nadie había tenido o, encualquier caso, nadie habia divul-gado. La idea del Dios que se ha-ce Hombre. Es decir, la idea delHombre que se hace Dios, Diosde sí mismo. Un Dios con dos bra-Z\lSYdos piernas, un Dios de car-ne que se lanza a hacer o a inten-tar hacer la Revolución del Alma.Un Dios que hablando de unCreador sentado en el Cielo(¿quién nos escucharía sí no?), sepresenta como su hijo y explicaque todos los hombres son sushermanos y, por lo tanto, a suvez, hijos de aquel Dios y capacesde vivir su enseñanza divina. Vi-virla predicando e] Bien, que esfruto de la Razón y de la Libertad,dando Amor, que antes de ser unsentimiento es un razonamiento.Un silogismo del que deduje quela bondad es inteligencia y la mal-dad. una estupidez..

'Un Dios. por último que afrontael drama de la Etica desde el hom-bre. Con el cerebro de un hombre,el corazón de un hombre. las pala-bras de un hombre y los gestos-deun hombre. Un Dios que es másque benignidad. Más que dulzura,ternura, dejad que los niños seacerquen a mí. Como unhombre,echa con cajas destempladas a losfariseos y a los rabinos que comer-cian con la religión. Como unhombre afronta el tema dellaicis-mo: dad al César lo que es del Cé-sar y a Dios lo que es de Dios. Co-

Y no comulgo con los curas. Incluso cuando se trata de personas inte-ligentes e inocentes, no consigo olvidar que están al servicio de esepoder y hay siempre un momento en el que aftora mi innato anticleri-calismo. Un momento en el que soooo al fantasma de mi ábuelo ma-terno que era un anarquista y cantaba: «Con las tripas de los curascolgaremos al rey».

Y sin embargo, repito que soy cristiana. Lo soy aunque rechazovarios preceptos del cristianismo. Por ejemplo, el precepto de ponerla otra mejilla, de perdonar (un error que incentiva la estupídez y queya no cometo). Y soy cristiana porque me gusta el discurso que estáen la base del cristianismo. Me convence. Me seduce hasta tal puntode que no le encuentro contraste alguno con mi ateísmo y'con mi lai-cismo. Hablo, obvi;¡mente, del discurso de Jesús de Nazaret, no deaquel elaborado o traicionado por la Iglesia católica e incluso por lasiglesias protestantes. Un discurso que, superando ]a metafísica, se

concentra sobre el Hombre. Que reconociendo el libre albedrio, es decir reivindi-cando la conciencia del Hombre, nos hace responsables de nuestras acciones y se-ñores de nuestro destino. En ese discurso, veo un himno a la Razón, al raciocinio.Y porque donde hay raciocinio hay posíbilidad de optar y donde hay posibilidad deoptar hay libertad, veo en él un himno a la Libertad. Al mismo tiempo, veo en él lasuperación del Dios inventado por los hombres por soledad, impotencia ...

'La batalla de Kahlenberg', cuadro que representa el triunfo germano polaco contra las tropas tutcas en Viena en el Siglo XVII.

mo un hombre detiene a los cobar-des que van a lapidar a la adúltera:el que esté libre de pecado que tirela primera piedra. Como un hom-bre grita contra la esclavitud.¿Quién se había levantado contrala esclavitud? ¿Quién se habíaatrevido a decir que la esclavitudes ínaceptable, inadmisible e in-concebible?

En definitiva. lucha como unhombre. Se enfada, se atOlmenta,se equivoca, sufre, ciertamente pe-ca y, por fin, muere. Muere sin mo-rir, porque lavida no muere. Rena-

ce síempre, resucita siempre. Eseterna.

Y,junto al discurso de la Razón,la idea de la Vida que no muere esel aspecto del cristianismo quemás me convence. El que más meseduce. Porque en ella veo el re-chazo de la Muerte. la apoteosis dela Vida.

La pasión por la vida se come así misma, pero es Vida y el con-trario de la Vida es la nada. Endefinitiva. los principios que es-tán en los cimientos de nuestracivilización. Esta mañana me he

vuelto a leer el famoso ensayoque Benedetto Croce publicó en1942: "Para que no podamos nodecimos cristianos». (Si, aquelensayo donde, en contra de losprofesorcillos que exaltan el Farode Luz, observa: «La larga edadde gloria que fue llamada Medie-vo completó la cristianización delos bárbaros y animó a la defensacontra el islam. tan amenazadorpara la civilización europea»).

Hay dos cosas en dicho ensayoque me llaman poderosamente laatención. El lapidario juicio con

el que exalta lo que yo he llamadoRevolución del Alma, y la fuerzacon la que sostiene que todas lasrevoluciones que han venido des-pués se derivan del cristianismo.«El cristianismo ha sido la mayorrevolución que jamás haya realí-zado la Humanidad. Ningunaotra se le puede comparar. Res-pecto a él, todas las demás son li-mitadas».

Por otra parte, no es necesarioacudir a Croce para darse cuentade que, sin el cristianismo, no ha-bría existido el Renacimiento, nohabría existido la Ilustración, nohabria existido siquiera la Revolu-ción Francesa, que, a pesar de susmonstruosidades, nació del respe-to porel Hombre y, en ese sentido,algo de positivo ha dejado. No ha-bría existido el socialismo o, me-jor dicho. el experimento socialis-ta. Ese experimento que fracasóde una forma tan desastrosa peroque, como la Revolución France-sa, dejó algo de posítivo. Ytampo-co habría existido el liberalismo.Ese libÚalismo que está en los ci-mientos de la sociedad civil y quehoy todo el mundo acepta o fingeaceptar. A mi juicio. no habríaexistido siquiera el ya difunto fe-minismo.

Por lo tanto. despojado de lasbellas fábulas sobre los milagrosy sobre las resurrecciones físicas.lavado de las superestructurascatólicas, liberado de los yugosdoctrinarios, es decir reconduci-do a la genial idea del espléndidonazareno, el cristianismo es real-mente una irresistible provoca-ción. Un clamoroso desafio que elhombre se hace a sí mismo. Yesoaumenta la culpabilidad de unaIglesia católica que guiando a laTriple Alianza, favoreciendo y be-neficiando al islam, se ha hecho yse sigue haciendo la primera res-

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ponsable de la catástrofe que es-tamos viviendo. Porque, antes deinvadir nuestro territorio y des-truir nuestra cultura y anularnuestra identidad, el islam tratade acabar con esa irresistible pro-vocación. Con ese clamoroso de-safío.

,.Saben cómo? Por medio de la

rapiña ideológica. Es decir, roban-do al cristianismo, fagocitándolo,presentándolo como un brote de-generado, definiendo a Jesucristocomo «un profeta de Alá». Es de-cir, un profeta de segunda clase.Tan inferior a Mahoma que, casiseiscientos años después, éste tu-vo que comenzar desde el princi-pio. Para poder adueñarse mejorde nuestro Jesús de Nazaret, losteólogos musulmanes niegan in-cluso que fuese crucificado. Lometen en sus jaimas a comer co-mo un comilón, a beber como un.borrachin y a azotarse como unmaníaco sexual. Y, después, sen-tencian: Pobrecillo, a su manerapredicaba el verbo de Alá, perosus degenerados discípulos llama-ron crístianismo a lo que en reali-dad era ya el islam, traicionaron loque había dicho y....

Intentan robar incluso el judaís-mo. Cuando afirman que el primerprofeta de Alá fue Abraham. Co-mo fundador de la estirpe de Is-rael, el viejo Abraham ocupa unlugar irrelevante (Es obvio que, sifuese judia, no lloraría por eso. Ami juicio, un fundador de una es-tirpe que para mayor gloria deDios quiere degollar a su propiohijo es mejor perderlo que encon-trarlo). Moisés, por su parte, seconvierte en un impostor que atra-viesa el mar Rojo con las barcazasde la mafia albanesa. Un charlatánque se va a la Tierra Prometida pa-ra jugársela a Arafat, su rival. Pe-ro de esas infamias, el judaísmo sedefiende con uñas y dientes.

La Iglesia católica, no. La Igle-sia católica sabe bien que, paralos musulmanes, Cristo murió de .

un costipado y que en la tienda selo pasa de miedo con las huríes.Sabe bien que sus teólogos hanefectuado siempre esa rapiñaideológica y que siempre han con-siderado al cristianismo como unaborto del islam. Sabe bien que elimperialismo islámico siempre haquerido conquistar Occidente.porque Occidente es el primero yel auténtico intérprete del racioci-nio cristiano. Sabe bien que el co-lonialismo islámico siempre soÜócon sojuzgar Europa.' porque,además de ser rica, evolucionaday tener mucha agua, Europa es lacuna del cristianismo (un cristia-nismo manipulado cuanto quie-ran, traicionado cuanto qúieran,pero, al fin y al cabo, cristianis-mo).

Sabe bien la Iglesia que sin elcrucifijo los franceses nunca ha-brian vencido a los moros que ha-bían llegado hasta Poitiers. Quesin el crucifijo, 'Ios españoles deFernando de Aragón e Isabel deCastilla nunca habrían reconquis-tado Andalucía. que los norman-dos nunca habrían liberado Síci-

lia, que el zar Iván el Grande nun-ca habría puesto fin a dos siglos ymedio de dominación mongol enRusia. Sabe bien que sin el crucifi-Jo nunca habríamos roto el segun-do asedio a Viena y nunca habría-mos podido hacer frente a los500.000 otomanos de Kara Musta-fá (1). (Santidad. en 1683. defen-diendo Viena estaban también los

polacos. ¿Recuerda? Llegados de

Varsovia y guiados por el heroicorey Juan Sobieski. ¿Recuerda loque gritó Sobieski antes de la baotalla? <dSoldados, no es sólo Vienalo que tenemos que salvar! lEs elcristianismo, la idea de la cristian-dad!». <Recuerda que gritaba du- .rante la batalla? «iSoldados, lu-chemos por la Virgen de Czesto-chowa!». Sí, sí, por la Virgen deCzestochowa. La Virgen negra dela que usted es tan devoto).

En otras palabras, La Iglesia ca-tólica sabe bien que sin el crucifijonuestra civilización no existiría.

Sabe también que una de las raí-ces de las que nació la civilización,la raiz de la cultura grecorromana,no nos fue transmitida por Avice-na y Averroes como el diálogo eu-roárabe quiere hacemos creer.Nos fue transmitida por San Agus-tin que habia integrado la culturagrecorromana en la teología cris-tiana unos siete siglos antes deAvicena y Averroes. Y por últimosabe bien la Iglesia católica que,sin la irresistible provocación, sinel clamoroso desafío, hablaríamostambién nosotros una lengua queno dispondría del vocablo «Liber-tad». Vegetaríamos también noso-tros en un mundo que, lejos de re-chazar la muerte, ve en la muerteun privilegio.

EPILOGOLa reincidente herejía está consu-mada Y Mastro Cecco se preparapara ir, para volver a ir, a la ho-guera. No a la hoguera de nuestracivilización que, repito, está ya ar-diendo. El pobre Mastro Ceceo yla pobre Mastra Cecca puedenimaginar ya desde ahora mismo elauto sacramental con el que losalumnos de Sigrid Hunke cele-bran su castigo (un auto sacra-mental con el ceremonial de siem-pre, aunque modificado con el pa-so de los siglos). Lo imagino enFlorencia, en la plaza Santa Cro-ce, donde Messer Jacopo de Bres-cia me quemó en 1328 y donde, en2002, el ex republicano de Salóquería hacer lo mismo. La plazaestá llena de una multitud que nosabe bien quién es el reo o la rea,qué está pasando o de qué parteponerse.

En cambio, sabe que la ajusticia-da morirá entre atroces sufrimien-

tos y, desde este punto de vista, lacosa promete. Al menos tanto co-mo un partido de fútbol.

Están repletos los balcones re-quisados por las damas y los caba-lleros de la Triple Alianza. Parla-mentarios, europarlamentarios,extra parlamentarios, lideres de los

K.. La Iglesia católica, favoreciendo ybendiciendo al islam, es responsablede la catástrofe que estamos viviendo»

«De las infamias, el judaísmo sedefiende.con uñas y dientes. LaIglesia católica no»

partidos, obispos, arzobispos, car-denales, ayatolás, imames, directo-res de periódicos, altos funciona-rios y funcionarios de la RAl. Cadauno de ellos enarbola una banderao una bufanda con los colores delarco iris, mientras las campanas to-can a muerto. Hacía una eternidadque callaban las campanas. El plu-riculturalismo las había mantenidoen silencio por consideración conel Profeta. Pero dado que hoy setrata de hacerlas tocar a muerto, elalcalde de Florencia ha concedido

un permiso especial. Su tañido esbastante sombrío. Tanto más quese mezcla con la estridente voz delos muecines que ladran sus inevi-tablesAlah akbar. .

En este escenarío, desfila el cor-tejo, alma del evento. Lo abren losfrailes dominicos que avanzan lle-vando el estandarte con el lemaIustitia et Misericordia, rematadocon una rama de olivo. Una rama

(según la noticia de la página 78 dela Inquisición toscana) idéntica a laque hoy simboliza la actual coali-ción del Olivo.

Tras los frailes dominicos, lospadres combonianos que distribu-yen a los clandestinos «permisosde residencia en nombre de Dios».Después, los antiglobalización consus elegantísimas batas blancas di-señadas por los estilistas de lo poli-ticamente correcto. Detrás, los ka-mikazes palestinos, tunecino~, ar-gelinos, marroquíes. sauditas, etc.,con los explosivos a la cintura yuna madre que exhibe un espléndi-do cheque en dólares.

y después, el Gran Inquisidorque, exhibiendo su kaffiah, desfi-la a lomos de un purasangre ira-quí. Esta vez, el Gran Inquisidorno es Fray Accursio. Es el obispode Caserta. Tras él, los hermanosPecadores de la Vanguardia Na-cional con el jeque Ahmed Yasinen silla de ruedas y la gorda nieta

de Mussolini que avanza, entrelas risas de la multitud, pOliandoun cartel que dice «Partido delAbuelo». A su espalda. Mortadello(2) y el émulo de Togliatti (3) que.desfilan de la mano con un cal1elsobre el que 'está escrito «Partidodel Voto».

Tras ellos, los hermanos Aulla-dores del Frente Antimperialista,los Franciscanos de Asís que llevan

de la mano a los magistrados de co- ..razón tierno, y los cuatro soft-infi-bulistas a los que obesos preladoscastrados y reducidos a eunucosalaban a coro: «iAmame, Alfreee-dooo! Amame, como yo te amo».Por último, 'los periodistas provocalágrimas y los dibujantes mea con-ditio que, felices por mi ya inmi-nente martirio, proclaman a gritopelado el Requiem Aeternam.

Al final de todos, me arrastro yo,descalza, desangrada, consumida,envuelta en un sambenito que pare-ce un burka y ridiculizada con unamitra de pan de azúcar que me hancoloca:do en la cabeza. A mi lado, elEjecutor de la Justicia que, esta vez,no es Messer Jacopo de Brescia. .."

Es la jefa de las Brigadas Rojasque ha conseguido un permiso porbuena conducta y que, tras haber-me atado al palo, me pregunta (se-gún el ceremonial establecido porel santo Oficio) en qué religión de-seo morir. Si respondo en la católi-ca, apostólica y romana o, todavíamejor, en la islámica, puede ejercertodavía 'la misericordia a la quealuden los estandartes de los domi-nicos olivistas. Es decir, estrangu.¡arme y quemarme muerta. Si res-pondo (como responderé) con unablasfemia, entonces no. Declaran-do que ella sólo responde de susacciones ante el proletariado me-tropolitano, me quema viva. ..-

Entendámonos. Imagino que mequema viva, sin creérmelo demasia-do. El auto sacramental es unaapuesta políticamente arriesgadaentre los crucifijos y las campanas.símbolos demasiado incorrectos pa-ra el Diálogo Euroarabe. Pero dehecho, pienso que el castigo llegará.

-como explica Alexis de Tocquevilleen la conclusión de su insuperablelibro sobre la democracia.

En los regímenes dictatoríales oabsolutistas, explica Tocqueville, eldespotismo golpea groseramente elcuerpo. Lo encadena, lo tortura, losuprime con las detenciones, lasprisiones y las inquisiciones. Con'"las decapitaciones, los ahorcamien-tos, los fusilamientos y las lapida-ciones. Haciendo esto ignora el al-ma que, intacta, puede levantarsesobre las carnes martitizadas ytransformar a la victima en héroe.

Al contrario, en los regímenesinertemente democráticos, el des-potismo ignora el cuerpo y se cebacon el alma. Porque es al alma a laque quiere encadenar, torturar y su-primir. De hecho, no les dice a lasvictimas: «O piensas como yo omueres». Les dice: «Elige. Eres librede pensara de no pensar como yo.Y si piensas de una forma diferentea la mía, no te castigaré con el auto ¡.:sacramental. No tocaré tu cuerpo,no confiscaré tus bienes, no te qui-taré tus derechos políticos. Inclusopodrás votar. Pero no podrás ser vo-tado, porque yo sostendré que eresun ser impuro, un tonto o un delin.cuente. Te condenaré a la muelie ci-vil, te convertiré en un fuera de laley. y la gente no te escuchará. Másaún, los que piensan como tú tam-bién te abandonarán para no sufrír,

a su vez, el mismo castigo". 'f:CSigueen página 2~

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Viene de página 27Aliade después Toequeville queen las democracias inanimadas,en los regímenes inertemente de-moerÚtieos, se puede decir todo,menos la verdad. Se puede expre-sar Iodo. difundir todo, excepto elpensamiento que denuncia la ver-dad.

Porque la verdad coloca a lasdemocracias contra la pared. Damiedo. Y cuanto más ceden al mie-/:-0 y, por miedo. trazan en torno alpensamiento que denuncia la ver-dad un muro insalvable. Una invi-

sible pero insuperable barrera en .el interior de la cual sólo se puedeo callar o unirse al coro. Si el escri-

tor salta ese muro, supera esa ba-n'era. el castigo surge a la veloci-dad de la luz. Peor aún. Los queponen la rueda del castigo en mar-cha son precisamente los que, ensecreto. piensan como él, pero quepor prudencia se cuidan mucho deoponerse a los que lo anatemati-zan y lo excomulgan. De hecho,durante algún tiempo, tergiversan,dan un golpecito al muro y otro a':!!; botas. Después callan y, aterro-rizados por el riesgo que incluso

'dicha ambigüedad comporta, sealejan pisando con la punta de lospies, abandonando al reo a susuerte. En definitiva, lo que hacenlos apóstoles cuando abandonan aCristo arrestado por voluntad delSanedrin y lo dejan solo inclusodespués de la pantomima de Cai-fás, es decir durante el Vía Crucis.

Aclaremos esta cuestión. No measusta ninguno de los dos casti-gos, La muerte del cuerpo porque,cuanto más odio la Muerte, cuantomás la considero un derroche dela naturaleza, menos la temo (tan-to en la paz como en la guerra, enkI salud como en la enfermedad,siempre he jugado con la Muerte alos dados y el que crea que me va aamedrentar con el espectro del ce-menterio comete una grosera es-tupidez).

y tampoco me asusta la muertedel alma, porque ya estoy acos-lumbrada al papel de fuera de laley. Cuanto más se intenta atena-zarme, anatematizarme y exco-mulgarme, más desobedezco. Másme rebelo. Y esta herejia reinci-dente lo confirma.

En cambio, me molesta el insu-perable círculo que los italianoshan trazado en torno al Pensa-

A,iento. La insuperable barrera enel seno de la cual sólo se puede ca-llar o unirse al coro de las conde-nas y de las mentiras que expre-san reverencia por el enemigo yfalta de respeto por el que luchacontra él.

Traducción: José Manuel Vidal

NOTAS(1) Kara Mustafá: Gran visir delImperio Otomana que 1683 em-prendió una expedición contraAustria ysitió Viena. pero fuederrotado por tropas germano-polacas hasta que se batió en re-tirada. Fue condenado a muertepor urden del sultán Mehmet IV.

(2) 'Mortadella': Sobrenombrecon el que se designa despecti-vamente en Italia a RomanoProdi. presidente de la Comi-siÓn Europea.

(:!) Palmiro Togliatti: Dirigen-te histórico del Partido Comu-

nista Italiano. que participó ensu fundación en 1921.

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