La génesis de las categorías lógicas y el juicio apofántico según Husserl

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La génesis de las categorías lógicas y el juicio apofántico según Husserl. Mirko Škarica Resumen. En su libro Experiencia y juicio, Husserl aborda el problema de la génesis de las categorías lógicas básicas, a saber, la de sustancia y accidente, y que tienen su expresión en el juicio apofántico. Husserl sostiene que dichas categorías se originan en la estructura de la experiencia pre- predicativa que pasa a determinar la estructura lógica de la expresión del juicio predicativo o apofántico. Pero a la vez aborda el problema de la génesis de la acción, sosteniendo que la experiencia pre-predicativa que genera las categorías lógicas determina a la vez la acción, señalando así una fuente común para la teoría y la praxis. La teoría de Husserl se ve cuestionada en ambos aspectos por el parecer de Heidegger expresado en alguna de sus obras. Según este autor, puede sospecharse que en el análisis de la estructura de la cosa real se proyecta la estructura del juicio apofántico, esto es, que se interpreta la estructura de la cosa como soporte de propiedades (sustancia y accidente) conforme la estructura de la proposición que expresa al juicio apofántico (La pregunta por la cosa y El origen de la obra de arte). Es sabido, además, que Heidegger sostiene que el trato primario con los entes es de carácter práctico y que proporciona un saber que es anterior al saber teorético y que de algún modo funda a este (Ser y tiempo). En el caso de Husserl, el saber práctico y el saber teorético son diferentes pero no de modo tal que uno de ellos tenga prioridad genética respecto del otro, en el entendido de que tienen una base de origen común en la experiencia. Con respecto a dicha cuestión Gadamer, en su obra La ética dialéctica de Platón, aborda el respectivo planteamiento de Heidegger en Ser y tiempo, pero interpretándolo a la luz de la idea de experiencia de Aristóteles expuesta en su Metafísica, de tal modo que pareciera conciliar a Heidegger con la posición de Husserl. En la presente ponencia se pretende, en primer lugar,

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La génesis de las categorías lógicas y el juicio apofántico según Husserl.

Mirko Škarica

Resumen.

En su libro Experiencia y juicio, Husserl aborda el problema de la génesis de las categorías lógicas básicas, a saber, la de sustancia y accidente, y que tienen su expresión en el juicio apofántico. Husserl sostiene que dichas categorías se originan en la estructura de la experiencia pre-predicativa que pasa a determinar la estructura lógica de la expresión del juicio predicativo o apofántico. Pero a la vez aborda el problema de la génesis de la acción, sosteniendo que la experiencia pre-predicativa que genera las categorías lógicas determina a la vez la acción, señalando así una fuente común para la teoría y la praxis. La teoría de Husserl se ve cuestionada en ambos aspectos por el parecer de Heidegger expresado en alguna de sus obras. Según este autor, puede sospecharse que en el análisis de la estructura de la cosa real se proyecta la estructura del juicio apofántico, esto es, que se interpreta la estructura de la cosa como soporte de propiedades (sustancia y accidente) conforme la estructura de la proposición que expresa al juicio apofántico (La pregunta por la cosa y El origen de la obra de arte). Es sabido, además, que Heidegger sostiene que el trato primario con los entes es de carácter práctico y que proporciona un saber que es anterior al saber teorético y que de algún modo funda a este (Ser y tiempo). En el caso de Husserl, el saber práctico y el saber teorético son diferentes pero no de modo tal que uno de ellos tenga prioridad genética respecto del otro, en el entendido de que tienen una base de origen común en la experiencia. Con respecto a dicha cuestión Gadamer, en su obra La ética dialéctica de Platón, aborda el respectivo planteamiento de Heidegger en Ser y tiempo, pero interpretándolo a la luz de la idea de experiencia de Aristóteles expuesta en su Metafísica, de tal modo que pareciera conciliar a Heidegger con la posición de Husserl. En la presente ponencia se pretende, en primer lugar, presentar el pensamiento de Husserl con respecto a los dos problemas planteados en especial a la luz de su obra Experiencia y juicio señalando de paso sus limitaciones. Mi tesis es que el planteamiento de Husserl, si bien es acertado, requiere de un análisis más exhaustivo que tenga en cuenta el uso del lenguaje.

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Texto.

Heidegger, en su obra El origen de la obra de arte, trata de aclarar, por supuesto y primeramente, lo que es en esencia una obra. Advierte, sin embargo, que se suele entender la obra como una suerte de cosa. Es así, entonces, que antes de emprender su principal cometido, pasa revista a cómo se ha entendido en general a la cosa. La cosa se ha entendido como sujeto de propiedades, además como una unidad que se da en torno a una multiplicidad de sensaciones; y finalmente como sustrato material que recibe una forma. Heidegger objeta esas tres maneras de entender la cosa, en razón de que no le permiten comprender la esencia de la obra. Para introducción de mi ponencia, sólo me interesa aquí, su objeción respecto de la primera manera de entender la cosa, esto es, como sujeto de propiedades, bajo la estructura de sustancia y accidente. La razón de fondo de su objeción al respecto radica en que sospecha que dicha comprensión está de antemano prefijada en la medida que, al parecer, se proyecta sobre la cosa la estructura de la expresión del juicio apofántico, la proposición, esto es, estructura de sujeto y predicado. Esta objeción la replantea Heidegger a modo de cuestión en La pregunta por la cosa, y en los siguientes términos: “¿Se interpretó la estructura de la esencia de la cosa como soporte de propiedades de acuerdo a la estructura de la proposición como unidad de ‘sujeto’ y ‘predicado’? ¿Extrajo el hombre la estructura de la proposición de la estructura de la cosa, o introdujo la estructura de la proposición en las cosas?”. Al respecto, en El origen de la obra de arte, expresa que si bien la cuestión no parece resuelta, parece dudoso que la cuestión, en tales términos planteada, si quiera pueda resolverse. Heidegger, al plantear esa objeción, tiene en mente que esa manera de entender la cosa no permite dar cuenta de la obra, en tanto ente útil. Para Heidegger debiera haber una posibilidad de dar con una base común que explique tanto la cosa como el útil, y esa base común no puede ser la que se señala como base del juicio apofántico, esto es la estructura sustancia-accidente. Es sabido, por lo demás, que Heidegger apunta a un saber pre-apofántico y que tiene un carácter estrictamente práctico, conforme a lo sustentado en Ser y tiempo (Cf. en especial § 15). Ahora bien, en lo que respecta a Husserl, en su investigación acerca la génesis del juicio apofántico, pretende explicar de modo especial la génesis de las categorías de sustancia y accidente a partir de la experiencia de la realidad. De ese modo se ve que tiene en mente que la comprensión de las cosas bajo la estructura de sustancia y accidente no es impuesta a partir de la expresión proposicional del juicio apofántico, sino más bien al revés, que se genera por imposición de la experiencia de la realidad. Pero eso no es todo, como se verá, Husserl entiende que la base de tal génesis, esto es, de las categorías lógicas de sustancia y accidente, es la base común también para la praxis. Trataré, en lo que sigue, mostrar su pensamiento al respecto. Los primeros indicios de su planteamiento se hallan ya en sus Investigaciones lógicas. Me refiero en particular a la idea de que la praxis como la teoría tienen una base común, pero aún no relacionando dicha base con la experiencia, lo que se viene a establecer recién en Experiencia y juicio. Es cierto que Husserl no se refiere expresamente a algo en común entre la praxis y la teoría, pero está claramente supuesto. En la Investigación Quinta, como es sabido, se introduce el concepto de vivencia intencional. En tanto vivencia intencional tanto los actos que podríamos denominar teoréticos como de actos que podríamos denominar prácticos tienen la estructura de dirección a un objeto que se hace presente en cada acto en particular. Así por ejemplo, tanto el percibir algo, el imaginar algo, etc., como el querer algo, el pretender algo, etc. son de igual manera actos intencionales. Pero la cuestión no es esa, si tanto actos de carácter teorético como actos de carecer práctico son igualmente intencionales. La cuestión más bien es si unos y otros pueden tener algo en común que

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pueda permitir pensar en una base común. Husserl, en Investigaciones lógicas deja en claro que actos intencionales de diferente índole pueden tener en común un mismo objeto intencional, a saber, un estado de cosas (Sachverhalt). Es así entonces que todos los actos intencionales, tanto teoréticos como prácticos, si bien tienen en común el tipo de estructura –estar dirigidos a algo, a un estado de cosas-, pueden tener en común, además, el mismo contenido, o mejor el mismo objeto intencional, es decir, el mismo estado de cosas. Un pasaje de la Investigación Quinta resulta muy ilustrativo de lo dicho. En el § 17, tratando de afinar la comprensión del contenido intencional del acto intencional, sostiene que puede darse un contenido idéntico en un juicio, una representación, un deseo, en una pregunta o en una duda, es decir el mismo estado de cosas. Por ejemplo, se puede juzgar que el cuchillo está sobre la mesa, pero también se puede imaginar que el cuchillo está sobre la mesa, o desear que el cuchillo esté sobre la mesa, o preguntar si el cuchillo está sobre la mesa. En todos esos actos, de juicio, de representación, de deseo, etc., se trata de un mismo contenido, de un mismo estado de cosas. En forma más explícita, en el § 20, Husserl destaca la posibilidad de que un mismo estado de cosas sea materia de actos intencionales de diferente cualidad o índole, diciendo: “El contenido en el sentido de materia es un componente de la vivencia concreta, componente que esta puede tener de común con actos de una cualidad muy distinta. Este componente resaltará con la mayor claridad, si establecemos una serie de identidades en las cuales cambian las cualidades de acto, mientras que la materia sigue siendo la misma idénticamente. No son menester para ello grandes operaciones. Recordemos la expresión usual de que el mismo contenido puede ser una vez contenido de una mera representación, otra vez contenido de un juicio, en otros casos contenido de una pregunta, de una duda, de un deseo, etc. Quien se representa que acaso haya en Marte seres inteligentes, se representa lo mismo que quien enuncia que hay en Marte seres inteligentes, y que quien pregunta: ¿Hay en Marte seres inteligentes?, o quien desea: ¡Ojalá haya en Marte seres inteligentes!, etc. De propósito formulamos en forma explícita las expresiones exactamente correspondientes. La igualdad del ‘contenido’ con diversa cualidad de acto encuentra su visible expresión gramatical, y la armonía de las fórmulas gramaticales puede indicar la dirección de nuestro análisis” (Esta última observación me permitirá mas adelante hacer un nexo con el análisis del lenguaje respecto del problema aquí planteado). Ahora entramos de lleno en la parte polémica del planteamiento husserliano. Hasta ahora se ha dicho sólo que puede haber un contenido común entre estos tipos de índole tan diferente, pero la cuestión de fondo parece ser para Husserl cual sea la relación entre un acto de juzgar, netamente teorético, y los otros tipos de actos no-judicativos, como un deseo, por ejemplo. En la Investigación Sexta § 68, Husserl alude directamente al problema planteado por Aristóteles, esto es, la separación entre actos judicativos y actos no-judicativos, como deseo, etc. Y allí manifiesta claramente su rechazo a la posición de Bolzano quien consideraría reductibles los actos no-judicativos a una suerte de enunciado acerca de dichos actos. Así por ejemplo, en el caso de la expresión de un deseo se enunciaría implícitamente que se está deseando, lo cual convertiría a una expresión de deseo en un acto de enunciado acerca del deseo. Por razones, por lo demás obvias, Husserl rechaza dicha reducción de los actos no-judicativos a los judicativos, pero en decurso de sus Investigaciones lógicas pareciera caer en una suerte de reducción semejante, como pasaremos a ver. En efecto, en un pasaje crucial de Investigaciones lógicas, § 36, Husserl no sólo sostiene que el juicio apofántico se genera en virtud de una síntesis biradial, sino que, a su vez, sostiene que en virtud de dicha síntesis se constituye el estado de cosas, como objeto intencional. Para mayor claridad pone el ejemplo del siguiente juicio: “La lluvia ha llegado”. El contenido del juicio se podría expresar así:

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“Que la lluvia ha llegado”, en el sentido de que es eso lo juzgado, es decir, el estado de cosas juzgado. Husserl no acepta que el juzgar consista en una afirmación de un estado de cosas previamente constituido, como pensaría Frege.1 Muy por el contrario, Husserl sostiene que el juzgar más bien consiste en enlazar los elementos que pasan a constituir el estado de cosas que se juzga. “Que la lluvia ha llegado” no es un estado de cosas previamente constituido y sobre el cual se pasa a juzgar, sino que es el resultado de la síntesis judicativa de dos objetividades, a saber, “La lluvia” y “La llegada”. Es decir, es en el acto de juzgar que se constituye el estado de cosas, en este caso, “Que la lluvia ha llegado”. Dice, al respecto: “Y en este enlace se constituye para nosotros la conciencia del estado de cosas. Llevar a cabo el juicio y ser ‘consciente’ de un estado de cosas en esta forma ‘sintética’ de poner algo ‘respecto de algo’, son lo mismo. Se lleva a cabo una tesis y con respecto a ella una segunda tesis dependiente, de modo que, en la fundamentación de esta tesis en otra viene a constituirse intencionalmente la unidad sintética del estado de cosas” (Cf. § 36). Que el concepto de estado de cosas, al igual que el concepto de ser copulativo, se originan el acto de juzgar mismo, es sostenido expresamente por Husserl en el § 44 de la Sexta investigación de LU. Lo problemático, como señalé, radica en que Husserl viene a indicar aquí que la conciencia intencional de un estado de cosas se lleva a cabo en un acto de juzgar. Si esto es así, pereciera que de algún modo estaría reduciendo los actos intencionales no-judicativos, sean de orden teórico o práctico, a los actos de juzgar. Por cierto, según el texto citado, podría pensarse que lo dicho vale sólo para la constitución del estado de cosas como objeto juzgado, pero no como objeto de otro tipo de acto, como duda, por ejemplo, o deseo, mandato, etc. Podría pensarse que en cada tipo de acto ocurre algo semejante que en el juicio, esto es, que hay algún tipo de enlace o síntesis de objetividades en que se constituye el estado de cosas respectivo. Así podría pensarse que al desear, por ejemplo, que el cuchillo esté sobre la mesa, se constituye el estado de cosas deseado en el acto de desearlo, de modo semejante a como ocurre en el juicio. Esto parecería una tesis plausible, toda vez que se sostiene que en cada acto intencional se hace presente el objeto intencional respectivo. Si fuese así, lo problemático se diluiría, pues, no habría una suerte de reducción de los actos no-judicativos al juicio, ni, por ende, de los actos de carácter práctico al acto teorético por antonomasia, como es el acto de juzgar. Lo problemático sería ahora otro asunto, en que no entraremos aquí. La duda acerca de cómo ve en definitiva Husserl el asunto acerca de si el estado de cosas se constituye o no en el acto de juzgar sólo se plantea si se tiene en cuenta el texto citado de Investigaciones lógicas. Pero si se recurre a la obra Experiencia y juicio (Erfahrung und Urteil), se ve que Husserl da señales que esta objetividad que denomina ‘estado de cosas’ (Sachverhalt), se constituye en el juicio, al punto de denominarla ‘objeto categorial o sintáctico’, en razón de su origen. En efecto, en la Segunda Parte, § 58, de la obra citada, Husserl habla de la constitución de los estados de cosas, como objetividades del entendimiento, que denomina ‘objetividades categoriales’. Pero para comprender el planteamiento husserliano, es conveniente tener en cuenta previamente lo que el autor sostiene sobre qué es un objeto en sentido estricto y como se constituye. Se tiene conciencia de un objeto en sentido estricto en la medida en que en el nivel de la aprehensión sensible se tiene conciencia de algo como uno y lo mismo a través de variaciones y que, además, se puede traer a conciencia repetidamente como lo mismo, ya sea mediante el recuerdo o mediante nuevas percepciones (Cf. § 13). Mediante tal

1 Sobre la diferente manera de concebir el juicio de parte de Frege y Husserl puede leerse mi siguiente artículo: “El juicio predicativo simple en Frege y Husserl: una confrontación”, en Anuario Filosófico (Pamplona-España), vol. XXXVII/1 (2004), pp. 129-155.

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actividad de la conciencia objetivadora se va generando un acervo permanente de conocimiento, que es base tanto del conocimiento teorético como del práctico (Cf. § 14). Husserl distingue dos momentos a nivel de la sensibilidad, a saber, un momento aprehensivo y un momento explicitante. En el momento aprehensivo se mantiene asido un objeto como el mismo en el flujo del tiempo. En el momento de explicitación, en cambio, se va asiendo diversas determinaciones como dadas en el objeto aprehendido. Es así que mediante estos dos momentos se constituyen las propiedades como determinaciones relativas a un mismo sustrato. No se aprehenden las diversas determinaciones como determinaciones autónomas una respecto de otra, sino como pertinentes a un mismo sustrato. Es aquí, en este nivel de la sensibilidad, donde se originan las categorías lógicas primeras, que operarán a nivel del juicio apofántico. Hay, pues, una suerte de síntesis pre-predicativa de objeto y propiedad, que es una síntesis de identidad, que se presenta a modo de una superposición (Überschiebung) y que da origen a las categorías lógicas primeras (Cf. § 24). Pero en esta actividad objetivante a nivel de la sensibilidad, más precisamente en el contemplar explicitante, se va constituyendo el objeto como sustrato de las diversas propiedades que se perciben como propiedades en un objeto idéntico, pero sin establecer aún un juicio sobre él. Está claro que en ese nivel no se constituye aún el estado de cosas. Ahora bien, ¿cómo se constituye el estado de cosas? Al igual que lo declarado en LU (§ 44) para Husserl la actividad objetivante mediante la cual se constituye el nuevo tipo de objeto que es el estado de cosas es la actividad judicativa predicativa simple, esto es, la actividad apofántica. Dice: “En este sentido se trata aquí de operaciones objetivadotas de una nueva especie; no es sólo una actuación sobre las objetividades pre-dadas y aprehendidas de manera receptiva, sino que en el conocimiento predicativo y en su sedimentación en el juicio predicativo se constituyen objetividades nuevas, que a su vez pueden incluso ser captadas y convertidas en tema: son las estructuras lógicas que, como procedentes del κατεγορειν, del juzgar enunciativo, llamamos objetividades categoriales o también objetividades del entendimiento (puesto que juzgar es una operación del entendimiento)” (Cf. § 47). Se refiere así Husserl a la constitución del estado de cosas. La diferencia radical entre la constitución del objeto simple y el estado de cosas radica en que el objeto como sustrato con propiedades variables, el objeto simple, se constituye en una actividad uniradial, en cambio, el estado de cosas, como síntesis de objetividades, una que hace de sustrato y otra que hace de adjetividad en una nueva unidad, se constituye en virtud de una actividad sintética o biradial (Cf. § 50). La tesis de Husserl es que en el acto de juzgar se constituye el estado de cosas, confirmando lo sostenido en Investigaciones lógicas. Al igual que allí, la base demostrativa de su tesis la pone en el hecho de que se suele establecer como sujeto de un ulterior juicio el contenido de un juicio anterior. En un juicio apofántico simple se asevera o enuncia ‘S es p’, es decir, se predica algo de ‘S’; y ulteriormente se asevera ‘Que S es p es r’; es decir, se predica ahora algo acerca de ‘Que S es p’. Si bien ‘Que S es p’ en tanto sujeto es establecido uniradialmente, ‘S es p’ (el juicio) es establecido biradialmente. En el primer caso (‘S es p) hay una síntesis de ‘S’ y ‘p’, en el segundo caso (‘Que S es p es r’) una síntesis de ‘Que S es p’ y ‘r’. El hecho aludido de la sustantivación del contenido de un juicio para ponerlo como sujeto de un juicio ulterior le permite sostener a Husserl que el estado de cosas sustantivado se halla preconstituido en el juicio previo (Cf. § 58). La argumentación de Husserl apunta a distinguir la actividad propia del juzgar un contenido de cara a la otra actividad, esto es, la de establecer un contenido como sujeto de otro juicio. Su propósito, en otras palabras, es distinguir entre juzgar que S es p y nombrar que S es p, juzgar un estado de cosas y nombrar un estado de cosas. Ahora bien, el estado de cosas como objeto nombrado

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uniradialmente se preconstituye en un acto de juzgar previo, y que tiene una estructura biradial sintética. Pero ese estado de cosas que se ha preconstituido en el acto de juzgar, no sólo es susceptible de ser objeto de un nombre, sino además, objeto de un deseo, o de una orden, etc. Es el momento de retomar el problema planteado inicialmente. Es de advertir aquí, que la argumentación de Husserl se apoya, talvez de un modo subrepticio, en la expresión oral de los actos respectivos a que alude. Este recurso no es del todo, sin embargo, desechado por Husserl mismo, como se puede leer en Investigaciones lógicas, cuando, a propósito de que se puede dar un mismo ‘contenido’ en actos de diversa cualidad, esto es, apofánticos y no-apofánticos, dice expresamente: “La igualdad del ‘contenido’ con diversa cualidad de acto encuentra su visible expresión gramatical, y la armonía de las fórmulas gramaticales puede indicar la dirección de nuestro análisis” (IL V § 20). Es legítimo, por ende, plantear el problema así: ¿Se han de reducir o retrotraer las oraciones de carácter práctico a las oraciones enunciativas? La respuesta habría de ser, en un cierto sentido sí, en otro sentido, no. En un trabajo anterior expuse en qué sentido, según mi entender, Husserl retrotrae las oraciones no-apofánticas a las apofánticas, estableciendo una suerte de prioridad de estas últimas por sobre las otras, pero salvando el carácter de unas y otras.2 Allí sostengo que no puede tratarse de que, por ejemplo, antes que se establezca una pregunta de si se da un estado de cosas, haya que formar previamente el juicio de que se da tal estado de cosas; pues en tal caso no tendría sentido la pregunta misma, pues ya se tiene la respuesta. Otro tanto valdría para el caso de un deseo, pues si se juzga de antemano que se da efectivamente un estado de cosas del cual se desea que sea efectivo, no tiene sentido desearlo. Mi interpretación, entonces, que pretende hacer comprensible lo planteado por Husserl, es la siguiente: el estado de cosas, como objetividad que se hace presente en la conciencia intencional como contenido de un acto debe tener sentido, esto es, debe ser plausible de darse o de efectuarse; de lo contrario el acto no tendría sentido, esto es, sería insensato o absurdo. Por ejemplo, no podría desear que mis naranjas den leche para hacer queso, pero sí que den un jugo dulce. Los estados de cosas son los que constituyen justamente el sentido de los actos de enunciar, de desear, ordenar, etc. Ahora bien, la conciencia de la plausibilidad de los estados de cosas sólo se da en la conciencia de uno en la medida en que a partir de la experiencia uno va estableciendo juicios sobre ellos. En mi concepto, a esto apunta el planteamiento de Husserl. Dicho de otra manera, los juicios acerca de la realidad van asentando en la conciencia el sentido lógico de dicha realidad, y esto es, por otra parte el modo en que se va determinando el sentido del habla en general. De paso esto mostraría que, como pretende Husserl, la génesis de las categorías lógicas está a la base de los actos apofánticos de igual modo que de los actos no-apofánticos. Sobre eso último sabemos que el parecer de Heidegger en Ser y tiempo es contrapuesto al de Husserl, toda vez que pone en duda, por una parte que la estructura de los entes reales se corresponda con las categorías de sustancia y accidente, según vimos al comienzo, y por otra, que el saber práctico tenga una base común con el apofántico. Quisiera, para terminar, sólo señalar la posición de Gadamer expresamente de cara a la posición de Heidegger en Ser y tiempo. Me parece pertinente hacerlo en razón de que en medio de las cuestiones de fondo tratadas por Husserl, ante el pronunciamiento en contrario de Heidegger, Gadamer muestra inclinarse, si no abiertamente, si explícitamente, por el parecer de

2 Al respecto puede leerse mi trabajo: “Prioridad de las oraciones apofánticas sobre las otras oraciones. Interpretación de un planteamiento en Investigaciones lógicas de Husserl”, en Sylvia Eyzaguirre (editora), Fenomenología y Hermenéutica. Actas del I Congreso Internacional de Fenomenología y Hermenéutica (Universidad Andrés Bello) (2008), pp. 85-9

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Husserl, tomando para ello la posición de Ser y tiempo y reintempretándola a la luz de la Metafísica de Aristóteles A 1-2. Gadamer intenta una interpretación del texto desde la perspectiva heideggeriana expresada en Ser y tiempo. Asocia la experiencia (empeiría) de las cosas (prágmata) definida por Aristóteles con la circunspección (Umsicht) que se da en el trato (Umgang) con los entes intramundanos, entendidos como útiles (Zeuge), conforme a la concepción de Heidegger.3 Según Gadamer, Aristóteles en el inicio de su Metafísica no pretende hablar de la actividad científica como un mero ‘factum’, sino como una de las posibilidades del existir del individuo humano. Según Gadamer “el horizonte inexplícito” del planteamiento aristotélico es el siguiente: “Todo individuo humano (Dasein) está en un mundo y por cierto de modo que ‘tiene’ su mundo, es decir, está desde siempre en una comprensión de sí mismo y del mundo en que vive”.4 El cuidado (Sorge) original del individuo humano está puesto en su instalación existencial en su mundo, para lo cual requiere de un dominio confiable que abarque su mundo en totalidad. Gadamer considera que este planteamiento se refleja en el texto aristotélico en alguna medida, en especial cuando habla del deseo natural de saber que posee el hombre, y que si bien se afinca en la experiencia sensible, se proyecta hasta el saber de lo universal, en la techné y en la episteme. Es conveniente destacar una aclaración dejada caer por Gadamer en el inicio de su interpretación del texto aristotélico para, al parecer, marcar cierta diferencia con el planteamiento heideggeriano en Ser y tiempo. Me refiero al carácter que podríamos denominar utilitarista o pragmático del planteamiento heideggeriano al considerar el trato originario (Umgang) con los entes intramundanos, y su correspondiente saber, la circunspección pragmática (Umsicht), que acompaña al trato con estos como útiles para algo. Al hablar del cuidado originario puesto por el individuo humano en la instalación existencial en su mundo, Gadamer aclara que el cuidado aludido no tiene sólo el carácter de un ejecutar práctico utilitario, sino que cooriginariamente también el carácter de un ver puro de lo que es.5 Hecha esta aclaración, Gadamer pasa a interpretar el pasaje de la Metafísica en que se alude al surgimiento del universal (to kathólu) desde la experiencia (empeiría), el cual es fundamento de la techné y de la episteme.

3 El texto de Heidegger en cuestión corresponde a Sein und Zeit, Primera sección, capítulo III, § 15. El texto de Gadamer se halla en “Die Idee der Wissenschaft”, en Platos dialektische Ethik und andere Studien zur platonischen Philosophie, Felix Meiner Verlag, Hamburg, 1968, pp. 13-22. 4 Gadamer, o. c., p. 16.5 Cf. o. c., p. 17.