LA GENTE DE ATÁNQUEZ. PRÁCTICAS Y RE-DEFINICIÓN DEL ...

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LA GENTE DE ATÁNQUEZ. PRÁCTICAS Y RE-DEFINICIÓN DEL ESPACIO KANKUAMO. Presentado por: JUAN SEBASTIÁN ZAPATA MUJICA Director: EFRÉN PIÑA RIVERA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES CARRERA DE SOCIOLOGÍA TRABAJO DE GRADO COLOMBIA 2016 1

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LA GENTE DE ATÁNQUEZ.

PRÁCTICAS Y RE-DEFINICIÓN DEL ESPACIO KANKUAMO.

Presentado por:JUAN SEBASTIÁN ZAPATA MUJICA

Director:EFRÉN PIÑA RIVERA

UNIVERSIDAD JAVERIANA

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

CARRERA DE SOCIOLOGÍA

TRABAJO DE GRADO

COLOMBIA

2016

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Page 2: LA GENTE DE ATÁNQUEZ. PRÁCTICAS Y RE-DEFINICIÓN DEL ...

Tabla de siglas y acrónimos......................................................................................3Resumen....................................................................................................................... 4Introducción................................................................................................................6Capítulo I. Contexto del pueblo kankuamo. Paisaje, gente y prácticas económicas..................................................................................................................12

La Sierra: del espacio del no tiempo al bien como mercancía.............................12

El paisaje serrano....................................................................................................... 14

Atánquez, la vertiente suroriental.............................................................................15

La gente de Atánquez................................................................................................ 21

Sus prácticas económicas..........................................................................................26

Capítulo II. De arriba abajo y de adentro afuera, prácticas y espacio............37Covarita........................................................................................................................37

Baudelino....................................................................................................................44

Capítulo III. Proceso de re-definición del espacio kankuamo...........................51La congregación..........................................................................................................55

Los capuchinos y la producción de un espacio público. Adentro y afuera....... 65

La gente de Aritama, un certificado científico. Arriba y abajo........................... 77La reetnización............................................................................................................87

Anotaciones finales................................................................................................... 99Referencias............................................................................................................... 107Anexos...................................................................................................................... 112

1. Glosario..............................................................................................................112

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Tabla de siglas y acrónimos

CTC: Concejo Territorial de Cabildos

DANE: Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas

ELN: Ejército de Liberación Nacional

EPL: Ejército Popular de Liberación

FARC: Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia

Incora: Instituto Colombiano Para la Reforma Agraria

OIK: Organización Indígena Kankuama

ONG: Organización no gubernamental

RIK: Resguardo Indígena Kankuamo

TNNM: Territorio Nacional de Nevada y Motilones

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Resumen

El presente trabajo interpreta el proceso de re-definición del espacio kankuamo

(Atánquez, Resguardo Indígena Kankuamo, Sierra Nevada de Santa Marta)

mediante la construcción y descripción de una serie de hitos a saber: la

congregación, los capuchinos y la producción del espacio público, La gente de

Aritama y la reetnización, los cuales son relatados a través de la experiencia de

Baudelino y Covarita, dos personajes ficticios a los que se les imputa las prácticas

más representativas que producen el espacio kankuamo.

La perspectiva relacional que guía el trabajo supone un esfuerzo por escapar a

binarismos y separaciones rígidas como historia/geografía, cultura/naturaleza,

arriba/abajo o adentro/afuera. Derivado de esto se pone en tensión la vigencia del

uso de categorías como “indígena” o “mestizo” que hasta al momento han sido la

camisa de fuerza para estudiar el caso kankuamo.

Palabras clave: espacio, kankuamo, arriba, abajo, adentro, afuera, prácticas, hitos,

relacional, Atánquez.

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Ilustración 1 Cóndor sobrevolando el río Guatapurí entre Yosagaka y la Finlandia. Límites entre el Resguardo Arhuaco y Resguardo Indígena Kankuamo. [Archivo personal], abril de 2016.

.. .por el cielo pasaron dos cóndores, Don Segundo nos gritó para que losviéramos, pues

debido a su velocidad, en unos pocos segundos ya se habrían ido. «Yo creo que en cinco minutos ya pueden estar en los nevados, esos animales son muy grandes

y ahí donde los ve deben estar altísimo y deben ir muy rápido. Si un avión se demora una hora de Valledupar a Bogotá... Los nevados están aquí no más y

esos animales vuelan muy rápido...» Pregunté a Don Segundo si en Atánquez no se veían cóndores, a lo que respondió: «¡ Uuuu, si antes había hasta leones! y

todas las tardes las nubes bajaban hasta el pueblo y a las cinco de la tarde ya no se veía nadita. Lo que pasa es que la juventud ahora es muy sinvergüenza y ya no

se interesa por las cuestiones dentro de la naturaleza, por eso es que ya no hay cóndores en Atánquez, porque hasta la tierra se civiliza...»

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Introducción

Nunca he visto una aparición de ninguna índole y no creo en ningún dios. Sin

embargo, guardo mis inquietudes acerca de la explicación funcionalista del

fenómeno religioso. Incluso, me pregunto si “religioso” es el término adecuado para

referirse a toda esa serie de fenómenos. Leer relatos como el que hace el Padre

Eugenio de Valencia a comienzos del siglo XX (Historia de la Misión Guajira,

Sierra Nevada y Motilones (Colombia), 1924) sobre las expresiones culturales de

los “arhuacos” y leer interpretaciones que sobre estas han hecho las ciencias

sociales, me hace tener mis dudas. Al respecto Figueroa (2001, pág. 173) recuerda

“que el ‘punto de vista’ del misionero no se desasemejaba mucho de las

modalidades explicativas generadas desde la antropología ‘clásica’” . (sic.) Sin duda

esto es cierto, pero no lo es menos que las modalidades explicativas de las ciencias

sociales contemporáneas no distan mucho del punto de vista de la sociedad en

general, pues las ciencias sociales, por más distanciadas, objetivas o reflexivas que

se pretendan, hacen parte del proceso social y se desenvuelven dentro de su lógica,

y no por fuera de ella. Entonces, el creer que “lo religioso” en general, desde lo que

pregona el Papa en la Plaza de San Pedro, hasta el poporeo de una persona de la

Sierra Nevada, puede ser explicado por lo científico me hace cuestionarme, y

pensar si acaso no somos presos de la ciencia, en tanto ideología que pretender

abarcarlo y explicarlo todo, como haría el más recalcitrante de los cristianos desde

su discurso bíblico. Eso es algo que no tengo resuelto y que no pretendo resolver

en este trabajo. Sin embargo, esta inquietud me llevó a querer abordar el mundo

“mágico-religioso” de Atánquez, donde según había leído, se practicaba el “ritual

del pagamento” (La recuperación de la memoria histórica de los kankuamo: Un

llamado de los antiguos. Siglos XX-XVIII, 2003)

Tuve la oportunidad de ir a trabajar allá por la invitación de Daniel y Henry Mateus,

con quienes estoy infinitamente agradecido. Junto a Daniel, conseguimos una casa

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en el barrio Medellín de Atánquez. Una de las primeras experiencias fue acompañar

a quien sería un gran amigo, guía y maestro, Diógenes Segundo Arias y otro

kankuamo a hacer un pagamento con el mamo Bernardo Torres, un arhuaco con

quien también estoy plenamente agradecido. Lo que habían escrito Morales y

Pumarejo (2003) era cierto, ¡ese misterioso mundo del pagamento seguía vivo! Me

disponía pues a indagar por un ethos religioso kankuamo y su influencia sobre la

relación hombre-naturaleza, todo enfocado en el famoso pagamento.

En una reunión que se hizo en la kankurwa1 de Atánquez, se discutió con algunas

personas de allá la pertinencia y el alcance de nuestras investigaciones y se decidió

que lo del pagamento no iba. No era de su interés y consideraban que vulneraba su

“intimidad como pueblo” . Se acordó entonces una ruta de trabajo que indagara por

“la otra cara de la Sierra Nevada”, un lugar que no sólo era paraíso y exuberancia,

sino también desierto, desecamiento de bosques y ríos, y territorio en disputa por

múltiples actores: grupos armados, empresas capitalistas, misiones religiosas,

académicos (sobre todo ingenieros de minas y antropólogos), nativos y colonos.

Fue así como llegué al tema territorial, que terminaría tratando bajo la categoría de

espacio, gracias a la orientación del profesor Efrén Piña, otra persona que merece

una mención por su paciencia, dedicación y entusiasmo. Con él se diseñó la

pregunta que guiaría toda la realización del trabajo escrito: ¿cómo se define el

espacio kankuamo en el contexto del Resguardo Indígena Kankuamo?

La pertinencia sociológica de preguntarse por el espacio está en que este, en tanto

categoría, permite abordar el problema del orden social desde una perspectiva

relacional donde lo simbólico y lo material se producen de manera recíproca, así,

al describir cómo deviene el espacio kankuamo se puede observar tanto el cambio

en el paisaje como en la cultura de quienes lo habitan. Por otra parte, concebir el

1 Casa “ceremonial” destinada a la discusión de temas organizativos entre arhuacos y kankuamos (Zareymakú, 1997).

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espacio como un proceso producido por las prácticas es conocer “de qué están

hechas” las personas, pues las prácticas son la manifestación subjetiva de la

estructura social (Bourdieu, 1977 )

El espacio ha sido problematizado por las ciencias sociales a partir múltiples

perspectivas; desde la teoría del reflejo, por ejemplo, donde es concebido como una

mera expresión del orden social (Delgado Mahecha, 2003); hasta las “teorías

radicales”, donde autores como Harvey conciben el espacio como el producto de

un orden social situable en un lugar y en un momento determinado, que no es un

simple reflejo sino, que juega un papel activo dentro de la producción misma de ese

orden social (Harvey, 1994) Como se ve, la problematización del espacio ha sido

la problematización del orden social y este trabajo no es la excepción, pues al

preguntarse por el espacio kankuamo se está problematizando la estructuración del

orden social en el caso kankuamo.

Este trabajo tiene un carácter descriptivo, por lo que se detalla de manera ordenada

cómo se define el espacio kankuamo. Además, al ser exploratorio plantea una serie

de interrogantes que surgen del diálogo entre el caso concreto y la teoría

sociológica.

La metodología que se utilizó para definir el espacio kankuamo es cualitativa. La

principal estrategia de recolección de información fue la etnografía. Durante poco

más de cinco meses se compartió la vida cotidiana con la gente de Atánquez, se

observaron sus prácticas, se participó de algunas de ellas (como ir a misa, coger

hoja de coca, jugar en el colegio, caminar el territorio o cocinar, entre muchas otras)

y se entablaron conversaciones en las que a veces no había una ruta temática y a

veces había una serie de preguntas que permitían orientar los tópicos a tratar.

Para la producción del documento escrito se siguieron dos rutas en particular, la

primera fue la construcción de hitos, los cuales permitieron referenciar situaciones

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clave en las que el espacio kankuamo se fragmentó produciendo diferentes

espacialidades. Estos hitos tienen como propósito la identificación de ítems que

resultan estratégicos para la definición del espacio kankuamo, es decir, son

referentes elaborados arbitrariamente cuyo único fin es la identificación de las

espacialidades que producen el espacio kankuamo. Su exposición se hace de

manera cronológica para facilitar la lectura del documento, pero el propósito no es

establecer relaciones de causalidad.

La segunda ruta en la producción escrita fue la creación de un relato encarnado por

Covarita y Baudelino mediante la técnica de la imputación, esta se caracteriza

porque:

Sus personajes, las relaciones de los mismos y los sucesos de sus vidas dejan de ser individuos e individuales y se hacen seres y momentos “típicos”, “que condensan”, que reúnen las “cualidades” y “caracteres” necesarios para sus descripciones, sus biografías, nos muestran, nos hagan ver una manera diferente la realidad. (Vasco, S/F. b)

Además, esta técnica tiene la pretensión de proporcionar los datos a la gente con

que se trabajó y que sean registrados como propios. Este es un rasgo característico

que resalta Rappaport (2015) de la imputación en Fals Borda y que aquí se espera

reproducir.

El primer capítulo construye una imagen de los kankuamo: quiénes son, cómo y

dónde viven. Se trata de una contextualización que busca situar al lector en medio

del caso que aquí se problematiza. Con ese objetivo, tanto los hitos como el relato

tienen un asidero firme, una experiencia concreta de la cual dar cuenta. Desde el

macizo nevado litoral más alto del mundo, pasando por su vertiente suroriental y

enfocándose en Atánquez se recorre el paisaje serrano. También se hace un

recuento de qué actividades productivas permiten la vida allí y cuántas son las

personas que figuran en ese espacio.

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El segundo capítulo relata la experiencia de Baudelino y Covarita, dos personajes

que recogen la generalidad de las prácticas que producen el espacio kankuamo. Este

relato se basa en las dimensiones de altura y profundidad, diferenciando las

prácticas en arriba/abajo y adentro/afuera. Cada uno de los hechos relatados, por

más insignificantes que parezcan, revisten el significado de un proceso

caracterizado por el encuentro conflictivo entre el mundo “occidental” y el mundo

serrano. Ningún detalle es anecdótico y, por el contrario, todo el relato y cada una

de sus partes, constituyen la base testimonial que reafirma la actualidad de los hitos

descritos en el siguiente apartado.

El tercer capítulo identifica cuatro hitos definitivos en la producción del espacio

kankuamo: i) la congregación, ii) los capuchinos y la producción del espacio

público, iii) La gente de Aritama y iv) la reetnización. Cada uno de ellos es

abordado como una espacialidad que trae consigo un conjunto de prácticas, estas

son la forma en que se concreta el espacio. Así mismo, en la reetnización se

identifica un espacio sagrado con base en el estudio de Morales y Pumarejo (2003)

En las anotaciones finales se contrasta la experiencia de Covarita y Baudelino con

lo analizado en los hitos poniendo en tensión la rígida división espacial en

arriba/abajo y adentro/afuera y proponiendo una representación de las prácticas

que definen el espacio kankuamo en un plano cartesiano roto. Igualmente se

cuestiona la pertinencia de las categorías “indígena” y “mestizo” para

problematizar la experiencia kankuama.

También se aportan algunas reflexiones surgidas a lo largo de la definición del

espacio que pueden constituir puertas de entrada a futuras investigaciones.

Por último, es importante aclarar que toda la información recolectada, el estudio de

trabajos previos sobre los kankuamo o su Sierra, así como la discusión de la

experiencia misma, no son un trabajo individual, son el producto del constante

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debate con Daniel Mateus. Con él queríamos hacer una tesis conjunta, pero

lamentablemente las normas de la Facultad no lo permitieron... Debido a esto, en

las anotaciones finales se dedica un espacio en particular a la discusión con el

trabajo que él presentó a la Carrera.

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Capítulo I. Contexto del pueblo kankuamo. Paisaje, gente y prácticas

económicas.

En este capítulo se caracterizará la situación actual (2015) del espacio kankuamo,

con la pretensión de construir una imagen que permita al lector hacerse una idea

completa de cómo es la gente de Atánquez, sobre qué paisaje se mueve y de qué

actividades productivas vive.

La contextualización parte de un bosquejo de lo que es la Sierra como espacio

definido desde la “simbólica serrana” (Mendoza Tolosa, 1988), pasando por los

nuevos usos que sobre ese espacio ha dado el capitalismo contemporáneo y

enfocándose finalmente, en la vertiente suroriental de la Sierra y particularmente

en Atánquez y su gente.

La Sierra: del espacio del no tiempo al bien como mercancía

Los animales, las aves, las aguas, los Chunduas (picos nevados) y todo lo que vemos primero nació en la Sierra Nevada antes de nacer en otras naciones; aquí nació la comida que sirve para el sustento diario, aquí están el padre y la madre del bosque, de los humanos, etc. todo está aquí representado en la Casa Sagrada de la Sierra Nevada de Santa Marta. La laguna es la hembra del Cerro Sagrado, y son cuatro los puntos originales representados por las cuatro tribus2: Koguis, Arzarios, Arhuacos y Kankuamos los que sostienen la Sierra Nevada. (Zareymakú, 1997)

Tanto lo visible como lo invisible conforma la Sierra Nevada (Mendoza Tolosa,

1988), el universo que desde el comienzo de los tiempos parió a “las cuatro tribus

que la sostienen en equilibrio”.

Para lograr éste (sic.) equilibrio, los mamos se reunieron y dialogaron, acordando cómo iban a sostener la Sierra y junto con ella el resto del mundo. Esto es lo que nos explica, porque (sic.) durante milenios no hubo problemas en la Sierra, pues

2 Tribus que a partir de excavaciones arqueológicas Dolmatoff postuló como “clanes totémicos” de la civilización Tairona (Autores varios, 1985)

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todo era armonía y equilibrio que se acabó a partir de la invasión española y la educación impuesta con ideas ajenas al pensamiento de los mamos. (Zareymakú, 1997)

La Sierra va más allá de donde la tecnología occidental logra ver (mediante sistemas

de georreferenciación); sus verdaderos límites están dados por una serie de sitios

de pagamentos que interconectados entre sí conforman la Línea Negra, una

delimitación espacial que ha sido parcialmente reconocida por la ley bajo la

Resolución 837 del 4 de enero de 1973 y la resolución 837 del 29 de agosto de

1995. Estos sitios de pagamento se encuentran dispersos en la inmensidad del

macizo y funcionan como “conectares de secuencias de un mapa espacializado de

relatos históricos siempre reconstruido desde el presente” (Morales Thomas P. ,

2011, pág. 371) yendo y viniendo desde los picos nevados hasta las cálidas tierras

bajas (Ereira, 2012).

El hecho de que se busque que la Línea Negra, (una delimitación espacial

claramente anclada a una simbólica serrana basada en el pagamento) sea

reconocida por el Estado, no es gratuito. Otras formas de concebir/usar (Harvey,

1994) la Sierra han ido transformando su configuración espacial y actualmente no

sólo se delimita por lugares de pagamento, sino que también se encuentra, como se

afirma:

rodeada por las extensas ganaderías del Cesar, las fincas bananeras del Magdalena y otras explotaciones agropecuarias, bordeada por el oleoducto que transporta el crudo hacia la costa y el ferrocarril de carbón de la Drummond, entre las minas de El Cerrejón y la troncal que conecta en su último tramo el centro del país con la costa norte (Rivera Rodríguez, 2011 , pág. 82)

Lo cual, sumado a la riqueza hídrica han hecho de la Sierra un verdadero commodity

(Svampa, 2012) ante los ojos de las empresas capitalistas.

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El paisaje serrano

Es tal la biodiversidad de la Sierra Nevada, que en el primer documental que sobre

los kogi dirigió Alan Ereira (1990), al referirse a su ecosistema dijo que “casi todos

los animales y casi todas las plantas de cualquier parte del mundo pueden encontrar

un hogar aquí, sólo los pájaros pueden abandonar, todo el resto está atrapado en el

entorno que le corresponde”; y debido a su importancia ecológica la UNESCO la

declaró en 1979 como una reserva biosférica para el mundo (Instituto de

investigación de recursos biológicos Alexander Von Humboldt, 2007 ).

La Sierra se alza en forma de pirámide triangular alcanzando los 5770 metros sobre

el nivel del mar en tan solo 48 kilómetros de distancia horizontal. Dicha

triangularidad complejiza las características del paisaje, porque cada una está

expuesta a los Vientos Alisios de forma diferenciada, haciendo que adquiera rasgos

particulares; de lo que se tiene que sus suelos y ecosistemas no sólo varían en

función de los pisos térmicos sino por la exposición a los Vientos Alisios. De las

tres vertientes, la suroriental es la única que se encuentra expuesta de forma directa

al paso de dichas corrientes lo cual la convierte en la parte más seca de la Sierra:

La Sierra de los kankuamo no es una sierra de selvas exuberantes ni de montes encumbrados. Es una Sierra quebrada, herida por la erosión, reseca por veranos que no acaban de terminar, sembrada de cactus, hijos de los vientos de la Guajira (Morales & Pumarejo, 2003, pág. 19)

Y debido a que es esta la vertiente que nos interesa, es sobre ella que hablaremos

de forma específica a lo largo del presente trabajo pues allí viven los kankuamo.

Ellos, según recuerda un mamo que cita Mendoza Tolosa (1988, pág. 68):

Los de Casta Kakatukua, nativos también de la Sierra Nevada de Santa Marta. Ellos eran poporeros igual que nosotros, con las mismas leyes de las Ciencias Ocultas y

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Tradicionales, pero con distinta lengua y con sus propias costumbres. Ellos son los Atanqueros,

Quienes están en estrecha relación por lazos de parentesco con las gentes de los

corregimientos de Chemesquemena y Guatapurí ubicados en la cuenca media del

Río Guatapurí (1800 msnm) el cual nace en la laguna Curigua (4400 msnm) y

vertiginoso escurre por la vertiente suroriental de la Sierra. Junto a este río, de los

nevados descienden importantes afluentes para la hidrografía del caribe

colombiano como el Palomino, Ranchería, Cesar, Fundación, Aracataca y Don

Diego, que ricos en peces no sólo han bañado las cálidas tierras bajas, sino que han

servido como fuente de vida a los cuatro pueblos aborígenes.

Atánquez, la vertiente suroriental

Atánquez ha sido denominada como la frontera entre el valle y la Sierra (Morales

& Pumarejo, 2003) y esto se debe a que mucho antes de que los españoles entraran

allí, esta ya era, como lo afirman estos dos autores:

Una región de contacto entre dos zonas arqueológicas de tradiciones muy distintas. En su territorio, se encuentran dos estilos de vida, dos formas de adaptación al entorno físico. Por otra parte, entre estas culturas prehistóricas y protohistóricas y los desarrollos de tiempos históricos hay una cierta continuidad que se proyecta desde el pasado hacia el presente. En primer lugar, esta continuidad es establecida por la ubicación del valle en sí mismo, lo que constituye una puerta de enlace (aunque pequeña) entre las montañas y las llanuras, haciendo parte de entornos geográficos, ecológicos y culturales que difieren mucho entre sí. En las montañas, se desarrollaron culturas de tipo andino, de niveles avanzados, caracterizadas por una sociedad estratificada, un sistema teocrático y unas profundas bases agrícolas. Por otro lado, en las tierras bajas vecinas, vivían los horticultores de la selva tropical; unos grupos dispersos con una estructura social simple y una vida ceremonial poco desarrollada. Pero mientras que los primeros ocuparon una posición privilegiada de defensa y refugio, los últimos ocuparon una ruta de migración natural, siempre expuesta a contactos y agresiones desde la costa, desde los bancos del río Magdalena o desde las extensiones septentrionales de los Andes. El valle de Aritama [Atánquez] se encuentra entre estas dos regiones y debe

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suponerse que este hecho ha contribuido hasta cierto punto a la formación de su configuración cultural local. (Dussan & Reichel-Dolmatoff, 2012, págs. 42-43)

Debido a esta particular situación geográfica, varios autores han abordado el

problema del cambio en los kankuamo partiendo de que históricamente se ha

producido una disposición al contacto que ha permitido “asimilar” (Dussan &

Reichel-Dolmatoff, 2012), “transculturar” (Mateus Albeiro, 2016) o “sincretizar”

(Morales Thomas P. , 2016) más fácilmente la cultura hispana con la indígena-

serrana.

Si bien esta situación de frontera parece ser innegable, también lo es el hecho de

que poco a poco Atánquez se acerca más a Valledupar a la vez que mantiene una

misma distancia con “la Sierra” (léase: asentamientos de Arhuacos, kogis y wiwas).

Esto se debe a la construcción de carreteras3 que han convertido aquel viaje de “más

de un día a lomo de mula” (Romero, 1955) desde Valledupar hasta Atánquez, en

apenas una hora a bordo de los “carros de la vía”, por un costo de $8.0004.

Entre más se acerca Atánquez a las tierras bajas, más variopinta resulta su

arquitectura. En los años cincuenta del siglo XX, la mayoría de las casas eran de

bahareque y con techo de paja (Dussan & Reichel-Dolmatoff, 2012); hoy el patrón

dominante no es ese, pero tampoco pareciera haber alguno: en una misma cuadra

puede haber casas de dos niveles, con pisos enchapados y grandes ventanales

polarizados al mejor estilo costeño; junto a casas como la de los años cincuenta

pero con techo de zinc; colindando también con alguna casa de un solo nivel, con

pequeñas ventanas y piso de tierra. (Ver. Ilustraciones 2 para el Atánquez de los

años cincuenta y 3 Atánquez años dos mil)

3 Otros tipos de factores también han acercado más a Atánquez a la dinámica nacional. La llegada del internet, de los smartphones y de la televisión nacional, ahora ponen en red a la gente de Atánquez con el resto de Colombia y el mundo.

4 Precio del pasaje Atánquez-Valledupar para el año de 2015.16

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Ilustración 3 Arias, W. [walter enrique arias ariza]. 2008, octubre 28. ATANQUEZ AYER Y HOY WEA.

[Archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=alnG66dElpE

Ilustración 2 Arias, W. [walter enrique arias ariza]. 2008, octubre 28. ATANQUEZ AYER Y HOY WEA.

[Archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=alnG66dElpE

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Hay otro lugar de Atánquez, que por su diseño arquitectónico sí tiene un sabor

marcadamente “vallenato”, se trata de la plaza, que con su forma cuadrada busca

concentrar a su alrededor los principales edificios institucionales: la estación de

policía y la iglesia. Allí también está la estación de “los carros de la vía” que son

los que transportan a la gente desde y hacia Valledupar.

La plaza, pese a su pretensión concéntrica no logra aglutinar la vida del lugar y sólo

se convierte en un escenario principal durante los días del Corpus Christi; de resto,

no es más que el lugar de salida y entrada al corregimiento debido a la estación de

carros.

Desde la plaza, hacia el Cerro Juaneta se extiende Atánquez por entre calles

desniveladas y antiguos arroyos5 que hoy yacen secos. Antiguamente sólo existían

dos barrios, La Plaza y La Loma, pero el crecimiento demográfico ha hecho que en

la actualidad haya más de una decena que han difuminado esa marcada diferencia

de antaño entre bajeros (los de La Plaza, los “civilizados”) y arriberos (los de La

Loma, los “indios”) (Dussan & Reichel-Dolmatoff, 2012).

Muy cerca de La Plaza se encuentra el cementerio católico del corregimiento, sin

embargo, este no es el único que hay, pues en el barrio Medellín se encuentra el

cementerio evangélico. Es muy curioso que para una población de apenas siete mil

habitantes haya dos cementerios, pero esto se debe a la profunda fragmentación

religiosa que se manifiesta en un total de siete iglesias protestantes, una iglesia

católica, y un par de iglesias clandestinas6 que funcionan en casas de manera

intermitente.

5 En la descripción que hacen Dussan y Reichel-Dolmatoff (2012) de Aritama [Atánquez] llama la atención la particular importancia que tienen los “abundantes arroyos que recorren el pueblo” y que hoy no son más que un recuerdo que sólo las torrenciales lluvias se atreven a revivir.

6 Se lograron identificar al menos dos casas que funcionan como sitio de reunión para culto evangélico durante el 2015. En el contexto del Resguardo, se determinó la prohibición de entrada de más iglesias al territorio, por lo cual las nuevas iglesias deben operar de forma secreta.

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Además de los cementerios, otro tipo de lugares se revisten de sacralidad dentro de

Atánquez, son los sitios de pagamento y pese a que muchos de ellos han sido

destruidos u olvidados, hay otros que aún emanan misterio y a los cuales la gente

teme, dañarlos o retirar los bojotes que allí se han depositado, dicen, puede causar

incluso la muerte.

Asociada a esta simbólica serrana, pero enmarcada en el proceso de reetnización

aparecen las kankurwas que son grandes casas de bahareque con techo de paja

utilizadas para “ceremonias rituales” y reuniones deliberativas. Estas “casas

ceremoniales” son de reciente construcción y actualmente son usadas

continuamente para debatir temas administrativos.

En las mañanas, las calles de Atánquez permanecen solas, pues las personas han

subido a las fincas a trabajar, solo al atardecer el lugar se llena de gente. Sin

embargo, la vida del corregimiento no se va con las personas pues recorrer sus

calles es recorrer su historia. Allí se superponen una cantidad de arquitecturas que,

una sumada a la otra, dan cuenta de un espacio compuesto a partir de la

multiplicidad que, lejos de configurarse bajo una lógica lineal donde un estilo llega

para suprimir al anterior; se configura a partir de un espacio fragmentado pero

coherente dentro de un mismo proceso (Harvey, 1994)

Los kankuamo son gente de Atánquez, pero no únicamente de allí. Doce

corregimientos componen la totalidad del Resguardo Indígena Kankuamo que es la

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forma político-jurídica bajo la que se organiza el territorio kankuamo desde 2003

(Ver: ilustración 4).

Ilustración 4 Mapa del territorio kankuamo. [Fuente: Morales, P (2011)]

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De los otros once corregimientos vale la pena hacer mención de Chemesquemena

y Guatapurí. Estos, son los asentamientos de la parte alta del resguardo y colindan

con el Resguardo Arhuaco y con el Resguardo Kogi Malayo Arhuaco

respectivamente, allí se respira un ambiente más serrano. En Guatapurí aún hay

tierras colectivas y las constantes visitas de arhuacos y kogis han reactualizado

permanentemente muchas de las prácticas serranas que en Atánquez parecen

haberse amalgamado con otras de corte “occidental” . Si Atánquez es la frontera

entre la Sierra y el valle, Chemesquemena y Guatapurí parecieran estar justo del

lado donde comienza lo serrano. Sin embargo, entre 2014 y 2015 las vías para

carros y camiones se extendieron desde Atánquez hasta allá, trayendo “un poco más

acá” a estos dos corregimientos.

Pese a la avanzada “occidental” que se cierne día a día sobre la parte alta del

Resguardo, las prácticas serranas no ceden: algunos tramos de la vía Atánquez-

Chemesquemena/Guatapurí están sin pavimentar debido a que hay pagamentos que

imposibilitan la construcción completa de la carretera pavimentada.

Así como en Atánquez se produce un proceso histórico con espacialidades

fragmentadas, en el resto del Resguardo ocurre lo mismo. Y entre antenas

retransmisoras, vías pavimentadas, iglesias o bases militares hay sitios de

pagamento o lugares sagrados o de misterio claramente asociados a ese pasado en

el que “los mamos sí sabían”.

La gente de Atánquez

A través de excavaciones arqueológicas Dussan y Recihel-Dolmatoff (2012)

encontraron terrazas agrícolas, artefactos líticos y sarcófagos, que les permitieron

establecer que antes de las oleadas migratorias de las tierras bajas de finales de

Siglo XIX y comienzos de Siglo XX, quienes habitaban la región de Atánquez eran

21

Page 22: LA GENTE DE ATÁNQUEZ. PRÁCTICAS Y RE-DEFINICIÓN DEL ...

parte de la “Civilización Tairona”. No obstante, habiendo encontrado algunas

puntas de flecha característica de las tribus nómadas de las tierras bajas, indicio que

los habría llevado a corroborar el carácter fronterizo de esta región entre Sierra y

valle.

A finales del Siglo XIX una plaga de langostas arrasó con los cultivos de los

labradores de las tierras bajas (Morales & Pumarejo, 2003), muchos de los cuales

decidieron trasladarse a Atánquez, un lugar en la serranía adyacente que debido a

su altura no era hábitat de este tipo de plagas y que por su particularidad

socioeconómica resultaba muy prometedor, en especial debido a los cultivos de

caña y cacao. Estas personas, además de traer consigo las prácticas del “progreso”

y la “productividad” se proyectaban dentro de una economía nacional orientada a

la mercantilización de la fuerza de trabajo y del entorno biofísico.

Apenas unos años después, recién iniciado el Siglo XX, otra oleada de “bajeros”

subió a Atánquez, esta vez se trataba de personas que huían de las guerras civiles

que remecían las fronteras del incipiente Estado nacional.

Con el asentamiento permanente de personas que desarrollaban su existencia a

partir de prácticas no-serranas, se enlazaron dos modos de vivir. Por un lado,

estaban los nativos que usaban poporo, hablaban el kampanake1, hacían

pagamentos y vestían de manta blanca; por el otro estaban los “bajeros” que habían

subido a la Sierra en busca de un futuro de “progreso”, el cual labrarían con

machete, tumbando lo que para los colonos parecía monte virgen, pero que ya había

sido trabajado por los aborígenes. Poniendo a producir esas hostiles tierras, siempre

“con la ayuda de Dios".

1 Nombre que le dan a la desaparecida lengua de los kankuamo en el instituto Caro y Cuervo. Ver: (Trillos Amaya, 1996)

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Page 23: LA GENTE DE ATÁNQUEZ. PRÁCTICAS Y RE-DEFINICIÓN DEL ...

Este fue el panorama que encontraron los esposos Reichel-Dolmatoff, una aldea

dividida en placeros y ¡omeros representantes de dos mundos distintos: el

“civilizado” y el “indio”. En ese entonces Atánquez tenía 261 casas habitadas en

promedio por 7 personas cada una, lo que sugeriría un total aproximado de mil

ochocientos habitantes. En la actualidad allí viven más de siete mil personas y,

además debido al crecimiento demográfico se han fundado varios asentamientos

alrededor de Atánquez que en La gente de Aritama (2012) no son tenidos en cuenta

sino en contadas ocasiones y bajo la categoría de “poblaciones satélite” .

Para el año 2014, la población total del “Pueblo Indígena Kankuamo” que vivía

dentro del Resguardo era de 11.492 personas (Kankuama IPS, 2014 ) (Ver tabla:

Censo de la Población del Pueblo Indígena Kankuamo). Este dato lo podemos

complementar con el censo realizado por el DANE en el año 2005 (Ministerio de

Cultura, República de Colombia, S.F.) , en el que se comprende a la totalidad de

personas que se consideran kankuamo dentro del territorio colombiano. Según estas

cifras alrededor del 20% de los kankuamo vive en centros urbanos, especialmente

Riohacha y Bogotá, de lo cual se deduce que la totalidad de personas para 2014

debía estar alrededor de los catorce mil habitantes.

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Page 24: LA GENTE DE ATÁNQUEZ. PRÁCTICAS Y RE-DEFINICIÓN DEL ...

CENSO DE LA POBLACIÓN DEL PUEBLO INDÍGENA KANKUAMO*

Pueblo Familias Personas

Atánquez 2206 7775

Guatapurí 186 604

Chemesquemena 140 460

La Mina 332 1101

Los Haticos 120 390

Ramalito 76 284

Rancho de la Goya 26 92

Pontón 42 166

Río Seco 84 300

Mojao 51 163

Las Flores 10 36

Murillo 37 121

Total 3310 11492

*T a b la rea liza d a p o r la IP S K a n k u a m a (2 014)

Sin embargo, el rigor y la calidad de los datos levantados por el DANE son

cuestionables, pues más adelante, el mismo informe dice que un total de 694

personas aún hablan la “lengua nativa”, cuando es de público conocimiento que ya

nadie la sabe y que en los años sesenta murió la última persona que la sabía

(Morales Thomas P. , 2016). Además, para los años cincuenta, cuando los esposos

Reichel-Dolmatoff permanecieron en la región por más de catorce meses realizando

una investigación (La gente de Aritama. La personalidad cultural de una aldea

mestiza de Colombia), apenas un puñado de personas la hablaba y se restringían a

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Page 25: LA GENTE DE ATÁNQUEZ. PRÁCTICAS Y RE-DEFINICIÓN DEL ...

usarla en momentos rituales y en espacios que no fueran públicos, pues la violencia8

que se ejercía en ese entonces hacia “lo indígena” era aún mayor a la que la que

logramos identificar durante nuestra experiencia en ese mismo lugar.

Además, tal y como lo establece María Adriana Pumarejo (2000) la adscripción a

la categoría de “kankuamo”, ha estado fuertemente asociada a la pertenencia a la

Organización Indígena Kankuama, organización política que lidera el proceso de

reivindicación, recuperación y reinvención de lo kankuamo. Entonces, si los

encuestadores del DANE llegaron preguntando a las personas si ellas se reconocían

como kankuamo, muchas personas pudieron dudar si se hacía referencia a la

organización política o al pueblo indígena, de allí se sugiere que el número de

kankuamos debió ser más alto de lo que registra el censo. Sumándose a los

problemas metodológicos, cabe recordar que la década del dos mil estuvo

fuertemente marcada por el conflicto armado en la Sierra Nevada y específicamente

en la región kankuama, lo cual sin duda debió significar difícil acceso para los

funcionarios públicos en determinadas áreas sin dejar de lado la población en

desplazamiento. Al respecto, Morales (2016) recuerda que, durante las primeras

décadas del presente siglo, los kankuamo, tristemente lideraron las estadísticas

nacionales de pueblo indígena con mayor cantidad de personas desplazadas.

8 Violencia que se expresaba no sólo bajo la desaprobación de cualquier rasgo indígena por parte de los “placeros” -calificativo que será aclarado más adelante en este trabajo, en oposición al calificativo de “lomeros”- sino que también y sobre todo se expresaba en la incorporación de lo que Daniel Mateus (2016) ha llamado la ética del “ódiate a tí mismo” y que consistía en el avergonzarse de hablar la lengua nativa, usar ropa indígena, hacer pagamentos o en tener pelo largo, por ejemplo; y de un sin fin de expresiones de una violencia simbólica hacia lo indígena que fue antecedido por una violencia física muy marcada ejercida por los misioneros en donde se llegaba a quemar lugares de pagamento o a cortar las manos a quien poporiara. Ver: Nabusímake: Memorias de una Independencia. Colectivo Audiovisual Zhigonezhi 2012

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Cerca de las doce mil personas que viven dentro del Resguardo han encontrado más

o menos un mismo tipo de prácticas económicas que les permite dar solución a sus

necesidades materiales y desarrollarse como personas del pueblo Kankuamo.

Sus prácticas económicas

Si bien las tierras productivas de Atánquez están ubicadas en sus montañas

aledañas, al ser terreno montañoso pueden llegar a inclinaciones que superan los

45°, lo cual las convierte en pendientes difíciles de trabajar y además suelen ser

arrastradas tras las fuertes temporadas de lluvia.

Tanto las herramientas indígenas como las no indígenas han transformado a lo largo

de la historia el paisaje de la Sierra, sin embargo, es el fuego el que mayor capacidad

de transformación ha tenido en la zona (Dussan & Reichel-Dolmatoff, 2012), esto

se le suma a la aridez característica de la vertiente suroriental.

Podría decirse, siguiendo a Dolmatoff y Reichel-Dussan (2012), que casi en su

totalidad, el paisaje kankuamo es un paisaje antrópico que mediante hachas y

machetes ha sido despejado y deforestado seriamente. La acción de los animales

también cuenta en este proceso. En otras palabras, la actual huella ecológica9 que

sobre el paisaje kankuamo pesa se debe más que nada a los requerimientos

productivos no indígenas:

El aumento de la población que se produjo durante la segunda mitad del siglo XIX, debido a los inmigrantes de las tierras bajas, fijó nuevas exigencias sobre los recursos de la tierra. La introducción de plantaciones de café, de más ganado y de más trapiches para la fabricación de azúcar, llevó necesariamente a la utilización de las regiones que hasta ahora no habían sido explotadas y también a la creación de aldeas satélite que se convirtieron en centros de nuevas áreas de colonización. Al mismo tiempo, se cambió la estructura social y a partir de la interacción de todos

9 La huella ecológica es el impacto ambiental que ejerce la actividad humana sobre los recursos del planeta tierra. Para medir dicho impacto se discrimina entre recursos renovables y recursos no renovables (Donella Hager Meadows, 2006)

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Page 27: LA GENTE DE ATÁNQUEZ. PRÁCTICAS Y RE-DEFINICIÓN DEL ...

estos factores surgieron nuevas formas de adaptación. Debido a los nuevos objetivos y los nuevos medios para llegar a ellos, así como a los nuevos conflictos y las nuevas formas de evitarlos, se tenía que lograr un nuevo equilibrio entre el hombre y la tierra. (Dussan & Reichel-Dolmatoff, 2012, pág. 240)

No hace falta sino imaginarse un colono queriendo crear una gran plantación de

café en las que, para él, eran prístinas tierras que los indios por siglos habían tenido

intactas, pues esa era la mentalidad de los primeros viajeros que recorrían la Sierra

en el Siglo XIX (Uribe Tobón, 1988).

Para que esto sucediera, es decir, para poder implementar un cultivo extensivo de

café se hizo necesario contratar empleados, a la vez que utilizar herramientas

modernas y tecnología innovadora (como la de arar o regar la tierra) para la

producción. Esto generó circulación de mercancías, entre ellas la fuerza de trabajo.

La transformación tecnológica de la forma de trabajar la tierra y la expansión de la

frontera agrícola, en última instancia terminaron por generar nuevos asentamientos

que poco a poco se fueron fundando alrededor de nuevas áreas productivas. Es

decir, nuevos requerimientos generaron nuevas formas de adaptación que

terminaron transformando profundamente el espacio tanto geográfico (paisaje)

como social (prácticas sociales en un espacio concreto).

Pese a que desde la primera mitad del Siglo XX las tierras ya no eran posesiones

comunales, existe aún la figura de propiedad privada compartida, donde distintas

personas siembran variedad de productos y así cada una hace uso de la cosecha que

sembró. Este sistema de propiedad se basa en un principio muy importante que

caracteriza las relaciones de los indígenas de la sierra10, el principio de

10 María del Rosario Ferro (2012) Realiza un bello trabajo etnográfico en el que interpreta cómo mediante un sistema de intercambios se establece un orden entre los arhuacos y el medio físico que los rodea. Mediante dones (makuruma en Iku) se produce un constante equilibrio entre indígenas y ancestros-naturaleza. Los dones se realizan entre los hombres cuando se saludan intercambiando ayo, mediante pagamentos con los ancestros y espíritus, pero también mediante el intercambio de comida entre vecinos y amigos. Este sistema de intercambio, que tanta fuerza tiene entre los iku aún persiste entre los kankuamo, aunque la fuerza estructurante es aparentemente mucho más relativa.

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Page 28: LA GENTE DE ATÁNQUEZ. PRÁCTICAS Y RE-DEFINICIÓN DEL ...

reciprocidad, así, por ejemplo, “el propietario siembra el campo con cafetales y

permite que otra persona siembre plantas de alimentos entre los árboles durante tres

o cuatro años. De esta manera, el caficultor evita el gasto que implica el desyerbe

...” (Dussan & Reichel-Dolmatoff, 2012, pág. 249) y a su vez, quien no es

propietario se sirve del cultivo de alimentos para subsistir.

Si bien con el modelo de ordenamiento propio que viene funcionando desde 2006

(Modelo Participativo Del Ordenamiento Del Resguardo Indígena Kankuamo) se

apunta a la recuperación de la ya perdida propiedad colectiva, a este problema se le

suma el hecho que solamente 944.21 hectáreas11 (Resguardo Indígena Kankuamo.

Organización Indígena Kankuama O.I.K. 2006), equivalentes al 3% de la totalidad

del resguardo, son aptas para cultivos no extensivos (propios de una economía

basada en la agricultura de pancoger) mientras que el 79% de las tierras, es decir

22.184.36 hectáreas son para uso exclusivamente forestal (ibíd.). Además de que

ya se perdió la concepción comunal de la tierra, ocurre la fragmentación por

herencia, en donde “un propietario va repartiendo tierras a sus hijos que conforman

una familia nueva” (2006, pág. 36) generando así el minifundio, el cual, no supera

las veinte hectáreas.

La forma en que se expande la frontera agrícola o se renuevan las tierras cultivables

es mediante el despeje de grandes árboles, la quema del monte y la siembra de

cultivos. Este método, que en el corto plazo es el más rápido y efectivo, tiene

implicaciones sumamente nocivas para los mismos habitantes de la región. En

primer lugar, porque es común que las quemas se salgan de control y terminen 11

No obstante, un signo de desprecio o enojo sigue siendo el rechazo de alimentos; así mismo una forma muy común y efectiva de establecer lazos de parentesco es mediante el obsequio de pequeñas porciones de alimento.

11 El estudio dice que los criterios se basan en la “clasificación agroecológica”, sin embargo, no dice qué entidad ha diseñado dicha clasificación.

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Page 29: LA GENTE DE ATÁNQUEZ. PRÁCTICAS Y RE-DEFINICIÓN DEL ...

incendiando cultivos en etapa productiva, así como nacederos de agua y cuevas o

árboles que sirven como refugio para los animales silvestres. Las personas intentan

evitar que las quemas excedan las fronteras de las tierras ya cosechadas llamando a

todos los vecinos para que ayuden a cuidar el fuego, sin embargo, es muy común

escuchar quejas de vecinos que dicen no haber sido avisados de la quema y que han

Ilustración 5 Tierras de la Finlandia quemadas por

incendio no controlado de vecinos. [Archivo personal],

terminado perjudicados. (Ver:

ilustración 5)

En segundo lugar, prenderle fuego a la

tierra como método de desyerbe hace

que el ciclo metabólico de la tierra

nunca se complete pues lo que debería

convertirse en abono orgánico para el

suelo y el subsuelo se calcina

convirtiéndose en una delgada capa de

nutrientes que es rápidamente

consumida con la próxima siembra.

Esta ruptura del proceso metabólico no

es simplemente un problema biológico,

es ante todo un problema ecológico, que

implica una brecha entre el humano, su

actividad productiva y su medio de

producción (Wittman, 2009 ).

abril de 2016.

Otro elemento fundamental en la actividad económica del pueblo que supieron

identificar los Reichel-Dolmatoff y que volvió a ser señalado por la Organización

Indígena Kankuama (2012) es la producción artesanal. Ya hacia los años cincuenta

del Siglo XX, la pareja de antropólogos veía que la producción de mochilas y

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hamacas de fique y sombreros de paja representaban importantes ingresos para los

hogares, y específicamente para las mujeres, sin embargo, cada vez más la

significación económica de la fabricación de estos productos ha desplazado su uso

al interior de la comunidad, pues con el dinero recibido se suelen comprar

cachuchas, morrales o hamacas de fabricación industrial. Ya la mayoría de niños y

niñas usan bolsos y maletas de poliéster o plástico vendidos en Valledupar y sólo

es común el uso de la mochila en las personas adultas.

El valor de uso de estos productos ha cambiado debido a la cada vez mayor

importancia que ha cobrado el valor de cambio. Es por eso que ya hay productos,

como la hamaca de fique o el sombrero de paja que no se producen en la región,

pues si bien en un momento era muy popular su fabricación, con la entrada en el

mismo mercado de sombreros y hamacas más baratas fabricadas de manera

industrial, la producción local dejó de ser rentable así que se suspendió de forma

definitiva y como estos productos se hacían con fines comerciales y no culturales,

quedaron extintos en menos de setenta años12. Por su parte, la mochila no ha

desaparecido, aunque también ha sufrido su mercantilización. Con el cambio en el

valor de uso y valor de cambio, crece la tendencia a la fabricación de mochila con

lana traída de Cundinamarca y Boyacá (pues la que producen los arhuacos resulta

muy costosa) en menoscabo de la mochila de fique. Así mismo, el cambio en la

connotación de la mochila hace que ahora intervengan en su producción manos

tanto de hombres como de mujeres, cuando según las costumbres tradicionales de

los indígenas serranos, esta es de producción exclusiva de las mujeres y con fines

no comerciales.

12Esta deducción resulta de la triangulación entre la información propiciada por Dussan y Reichel-Dolmatoff (2012) y lo observado durante la experiencia vivida en 2015.

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Page 31: LA GENTE DE ATÁNQUEZ. PRÁCTICAS Y RE-DEFINICIÓN DEL ...

Otro tipo de productos que señalaron Dussan y Reichel-Dolmatoff (2012) como el

sombrero13 y los cestos de palma o chinchorros de fique, que eran muy populares

en la región han desaparecido por completo siendo sustituidos por sombreros,

hamacas y recipientes fabricados de manera industrial y vendidos en las tierras

bajas. Resulta inquietante el por qué hay productos como la mochila que se han

mantenido como técnicas a través del tiempo, pese a haber cambiado de significado,

mientras que otro tipo de técnicas han sido desplazadas con todo y su significado

como en el caso del chinchorro y el sombrero.

Al respecto, llama la atención que los productos desaparecidos fueron rápidamente

reemplazados por semejantes, producidos en las tierras bajas. Mientras que los que

no fueron reemplazados, como la mochila, sí se emplazaron en el mercado de las

tierras bajas tanto que hoy es muy común ver personas de las tierras bajas e incluso

de otras regiones como Bogotá, usando mochilas serranas. Con el contacto del valle

con la Sierra se abrió la permanente circulación de productos, unos subieron y otros

bajaron, pero nada se mantuvo igual. En ese movimiento algunas técnicas y

productos quedando en el camino.

Entre los primeros cultivos comerciales que se instauraron en la región,

encontramos la caña y el café, cultivos que hoy en día tienen gran importancia para

la economía agrícola de la región. Durante los años setenta, con la bonanza

13 Sobre la producción de sombreros, la pareja Dussan y Reichel-Dolmatoff (2012, pág. 271) escribía: “Bien puede decirse que la fabricación doméstica de sombreros es la base estable de la economía familiar. El café, la caña de azúcar, el ganado u otros cultivos o actividades traen ingresos ocasionales, pero el humilde sombrero de paja (...) es la base de la vida para la mayoría de los habitantes de la aldea. ” Y continúa diciendo que la forma de pago más popular en la aldea eran los sombreros, por encima del dinero y que incluso los tenderos preferían ser pagados en sombreros, así mismo “Hasta hace aproximadamente 20 años la mayoría de los hombres también tejían sombreros, pero en la actualidad solo los más pobres lo hacen, y a menudo intentan ocultar su actividad a los extraños o a los aldeanos de un estatus más alto. Los hombres dejaron de tejer como consecuencia directa del establecimiento de una red de carreteras que conecta entre sí a las poblaciones de las tierras bajas y que finalmente puso a Aritama más cerca del contacto con la vida urbana. ”

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marimbera14 vivida en Colombia la vertiente suroriental de la Sierra también sintió

el remezón, sin embargo, hoy en día no tiene mayor significado económico el

cultivo comercial de la marihuana. Desde entonces, las FARC, ELN y EPL se

asentaron en la Nevada (Conferencia Episcopal de Colombia, 2004).

El café siempre ha sido cultivado bajo la sombra de árboles y matas altas,

especialmente árboles de aguacate y matas de plátano. La época más fuerte de

cosecha es de septiembre a diciembre y su importancia es tal que el calendario

escolar termina en octubre para que los niños puedan irse con sus familias a las

fincas a recoger la cosecha por una temporada relativamente larga (dos o tres

meses).

A diferencia del café que demora casi tres años en empezar a dar cosecha, y

posteriormente un año entero en volver a dar frutos, la caña tarda únicamente un

año y su ciclo está por los seis meses. Al molerla se puede obtener panela, así como

pequeños dulces derivados de ella. Su calidad ha adquirido renombre en la región,

tanto así que los dulces de panela que se venden en el aeropuerto de Valledupar y

en las tiendas de souvenirs tienen el sello de Atánquez. Además, de la panela se

destila el jugo de caña y de ahí se fabrica churro o ron artesanal, que, pese a estar

prohibido por la ley es la bebida más consumida, superando con creces a la cerveza

o el aguardiente. No obstante, a pesar de ser el alcohol más consumido, sobre él

pesa el estigma de “indio” que tiempo atrás caía sobre la carne de iguana15.

14 La bonanza marimbera fue un fenómeno de economía agraria basada en el cultivo de marihuana que se implementó en la Sierra Nevada y cuyo mayor auge ocurrió en los años ochenta. La modernización de este tipo de cultivos se dio de la mano con los Peace corps del gobierno estadunidense que buscaban frenar el comunismo en los países “subdesarrollados”. (Puente, 2008)

15 Morales y Pumarejo (2003) señalan que una forma denigrante de etiquetar a los atanqueros, muy popular entre la gente de Valledupar era referirse a la persona de Atánquez como “indio atanquero que come iguana con cuero”.

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Según un informe realizado por la OIK (2009 ) las principales actividades

económicas estaban dadas por la agricultura, que comprendía cultivos de pancoger,

caña, café y frutales; pecuaria, con bovinos y especies menores; y la fabricación de

artesanías, especialmente de mochilas.

Pese a que hay una influencia ganadera de suma importancia en el departamento

del Cesar, Sierra arriba siempre ha sido difícil el cultivo de ganado, además, porque

en los periodos de sequía (que son cada vez más fuertes y duraderos) el agua escasea

tanto que a veces ni siquiera alcanza para las personas. Sin embargo, en ocasiones

se ven un par de hombres arriando un grupo de vacas y toros a pedradas por las

filudas laderas de la montaña, cosa que no pocas ocasiones termina con algún

animal muerto o herido y que por lo demás desgasta sobremanera a las personas

quienes deben ir corriendo al ritmo de los ariscos animales y estar pendientes de

que sigan el camino correcto y no se dispersen por las montañas.

El burro es usado como el medio de carga más popular, seguido por las mulas y los

caballos que tienen un precio tan elevado que pocas personas se pueden dar el lujo

de tenerlos. Como las serpientes son abundantes en la región, siempre son una gran

amenaza para estos animales y el ganado en general. Con menor intensidad en los

tiempos recientes, pero con igual capacidad de riesgo, es percibido el león de monte

y el jaguar. Del león de monte (Puma concolor), se escuchan historias recientes de

no más de cinco años y se está constantemente alerta pues en las fincas de un lado

u otro siempre se está viendo rastro del poderoso felino. Del jaguar es mucho más

difícil oír historias nuevas, no obstante, hasta los niños que trabajan en las fincas

afirman haber visto alguna vez uno. En las partes altas del RIK, colindando con el

Resguardo kogi-malayo-arhuaco y con el Resguardo arhuaco, es más común oír

historias y se pueden apreciar pieles de estos animales en las paredes de las casas,

pieles que siempre están disponibles a ser comercializadas ante una buena oferta

económica.

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Los cerdos domésticos suelen ser tenidos en las calles, atados con una soga que los

rodea el cuello a algún palo frente a las casas. Gallinas y pollos corren libres por

Atánquez y únicamente permanecen amarrados los gallos de pelea, los cuales

representan posibilidades de ingresos económicos importantes, pues en ocasiones

se han llegado a apostar fincas enteras en solo una riña.

La carne de monte es una fuente de alimento muy importante sobre todo para las

personas que permanecen temporadas largas arriba, en las fincas. Se suelen cazar

cauqueros (Mazama gouazoubira), pavas de monte (Penelope Obscura), iguanas

(iguana iguana), ñeques (Dasyprocta fuliginosa), arditas (Sciurus carolinesis) y

saínos (Tayassuidae), no obstante, si la situación apremia se puede tirar a cualquier

ave pequeña que este rondando y comer hasta cuatro ejemplares en una misma

comida para suplir la porción que se obtiene de un animal más grande. Además, la

gente recuerda sin tapujos16 que en las ocasiones en que se logró cazar a un león de

monte, se disfrutó de un sancocho memorable. Otros, por su parte reconocen un

sabor característico en carnes como la de la iguana o la del ñeque, sin embargo,

recuerdan el haber probado carne de tigrillo (Leopardus tigrinu) o león y aseguran

que no lo volverían hacer debido a su insipidez y dureza.

El comercio de carne de monte no es una práctica que se haya extendido, este tipo

de animales solo es cazado para la subsistencia. La única excepción que se puede

señalar es la venta de iguanas, que se capturan vivas, y se guardan en costales o

amarradas hasta por quince días para ser vendidas. Debido a la velocidad de estos

animales, para que no escapen, les fracturan las patas, se les pela la piel de un dedo

de cada extremidad dejando expuesto el nervio y se hace una especie de nudo entre

patas delanteras y patas traseras respectivamente, de esta forma los animales

16 Es importante señalar que la gente no se avergüenza de haber comido carne de monte y haberla disfrutado e incluso desear comerla nuevamente, pues en el tiempo de Aritama un estigma muy fuerte pesaba sobre la “carne de monte” por su obvio carácter indígena. Incluso, un dicho ofensivo con el que se solía etiquetar a las personas de Atánquez era “indio atanquero que come iguana con cuero” (Morales & Pumarejo, 2003)

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Page 35: LA GENTE DE ATÁNQUEZ. PRÁCTICAS Y RE-DEFINICIÓN DEL ...

quedan totalmente inmóviles, no sólo debido a la fractura de las patas sino al

amarrado que se les hace con los nervios vivos.

Con el cambio en el valor de cambio que se le da a la tierra, el monocultivo ha ido

depredando las plantaciones de pancoger y consecuencia de ello la importación de

alimentos de otras regiones del país (y por contrabando desde Venezuela) han

suplido la demanda de productos que antes se cultivaban en la misma región. Una

o dos veces por semana suben desde Valledupar camiones cargados de plátano,

piña, papaya y hasta yuca. Esto es algo que molesta mucho a la gente de Atánquez

y suele ser tema de conversación, sin embargo, más allá de alguna tímida idea que

no tiene acogida no se ha hecho mayor cosa para revertir el problema.

Respecto a la guerra, la gente de Atánquez ubica los años dos mil como la fecha

definitiva en que se dejó de trabajar la tierra de forma dedicada y sistemática:

“Cuando subíamos a las fincas nos decían guerrilleros o que éramos sus mensajeros; cuando bajábamos después de tener tiempo de haber estado ahí, los guerrilleros nos señalaban como informantes de los paramilitares. Después el que tenía problemas con alguien iba y se inventaba que fulano era de las FARC o paraguayo, y así fue que entre nosotros mismos terminamos desatando la carnicería. Esa época fue muy tesa.” 17

Fue en este contexto que muchas fincas quedaron abandonadas y hoy en día los

adultos mayores, que alguna vez desmontaron esos terrenos encuentran una

alternativa económica en la fabricación y venta de mochilas y los jóvenes prefieren

irse al ejército o desplazarse para encontrar formas de producción urbanas en

Valledupar, Riohacha o Bogotá.

Algunos actores externos que impactan la Sierra son el Embalse de Los Besotes, en

donde han represado el agua del río Ranchería; la Ruta del Sol y la Variante Los

17 Entrevista realizada a don Encarnación Arias en Atánquez. Octubre de 2015.

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Contenedores y la Línea Férrea y el Puerto Carbonífero MPX. De estos

megaproyectos, hasta 2012 ninguno había sido consultado previamente con los

pueblos interesados y por eso han sido rechazados categóricamente a través de la

Sentencia T-547 de 2010 (Cabildo Indígena del Resguardo Indígena Kankuamo,

2012) Con el monocultivo de palma de aceite para la producción de

biocombustibles, los suelos han sido afectados debido a la utilización de

agroquímicos, además, su producción demanda vastas extensiones de tierra y

requiere grandes cantidades de agua lo cual genera tanto el incremento en los costos

de la tierra como la escasez de agua.

Hasta el momento hemos hecho un recorrido por la Sierra Nevada, específicamente

por su vertiente suroriental, donde se ubica el actual Resguardo Indígena

Kankuamo. Hemos visto cómo es el paisaje de los kankuamo, de qué manera su

situación geográfica ha contribuido a la actual conformación demográfica y

cultural, y bajo qué tipo de prácticas se reproducen en tanto grupo social. Hasta

aquí ha llegado la contextualización. Lo que viene a continuación es un relato

dividido en dos partes que busca describir las prácticas típicas de la gente de

Atánquez.

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Capítulo II. De arriba abajo y de adentro afuera, prácticas y espacio.1

El siguiente relato condensa la experiencia vivida en el Resguardo Indígena

Kankuamo durante el segundo semestre de 2015 mediante la construcción de dos

personajes ficticios - Covarita Arias Montero “Mamacova” y Baudelino Villazón

Mindiola - que, si bien no existen como tal, sí reúnen lugares comunes

desarrollados a través de las prácticas más características diferenciadas en

arriba/abajo y adentro/afuera. “Son pues personajes construidos con base en la

materia prima que suministra la vida, bajo la guía del análisis, de la interpretación,

[y] del ejercicio teórico” (Vasco, S/F. b) realizado en este documento.

Sobra advertir al lector que este relato es una parte constitutiva del texto con el

mismo valor que el resto del documento y que cada situación que recrean los

personajes es el resultado de un juicioso trabajo de imputación y no una aleatoria

secuencia de anécdotas. Por más que algo pueda parecer trivial, es sin duda un

momento, lugar y/o práctica cargada de significado que da cuenta de cómo son los

kankuamo hoy en día (2015).

Covarita.

Antes de que los gallos cantaran alboradas, Covarita ya estaba despierta. Con

cuidado pasó por entre las camas donde dormían sus hijos, aunque debido al

reducido espacio, rozó sin querer al vejé, el más pequeño de la casa; sin embargo,

él no despertó, ya estaba acostumbrado a dormir entre estrujones y ajetreo. Sin darse 18

18 En anexos revisar Glosario para las palabras y expresiones propias de la gente de Atánquez usadas en el siguiente relato.

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cuenta, ella ya estaba prendiendo el fogón, eso era casi un impulso vital, como

respirar o comer.

El fogón hace parte del patio interno, que es donde confluyen personas de tres casas

diferentes, entre todas cuidan las matas de yuca y guandú, los palos de guineo y

aguacate, y las plantas medicinales que dan vida a ese espacio interior. Día tras día

cocinan juntas las familias Arias Maestre, los de la casa de dos niveles con techo

verde; Arias Montero, los de la casa de bahareque; y Arias Arias, quienes

últimamente han estado remodelando la casa; sus paredes hasta hace poco, lucían

como las de los Arias Montero, pero ahora son rojizas, como el ladrillo que las

recubre. Esto ha sido posible gracias al dinero que manda un familiar que vende

mochilas en Bogotá.

Covarita, o Mamacova, como le dicen en Atánquez es quien suele hacer el desayuno

para las tres familias, aunque siempre en co-labor con Teonice Arias, esposa de

Delfín Arias, ellos son los de la casa de bahareque. Una ollada de café es lo primero

que preparan, tiene que ser muy grande pues debe durar toda la mañana. Después,

mientras charlan sobre la cosecha de café o sobre los grados de parentesco de algún

viejo abuelo de la familia Arias, amasan el maíz molido para hacer bollos, los cuales

pondrán a hervir envueltos en bolsas plásticas. Mientras una mujer va metiendo los

bollos a la olla, la otra, baja un racimo de guineo verde con el cual quedará completo

el desayuno.

La comida alcanza para todas, sin embargo, con un poco de café es suficiente para

Mamacova. Dicen que perdió el apetito cuando su hijo mayor fue asesinado por el

ejército, lo hicieron porque subía mucho a la finca y en esa época “la cosa estaba

tesa”, el que subía a la finca era tildado de guerrillero. Quienes más la conocen

saben que no sólo es la muerte de su hijo.

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-Desde que metieron al esposo a la cárcel ella no volvió a sé la misma. Pero lo que

la enfermó no fue eso, sino que el sinvergüenza hubiera violado a Machu, su hija,

y que además la hubiera dejado preñada. Lo del finado y esto, la han secado cada

vez más, pobre Covarita ¡cómo está de acabada! - Le comentaba Teonice a Juvenal

y Alejandrina, los de la casa de dos niveles, mientras repartían el guineo y los bollos

entre la niñamenta.

El piso del patio es el mismo que el de la casa de los Arias Montero, barro pisao,

lo llaman en la región. La única diferencia es que el ardiente sol de mediodía

calienta el piso de afuera tanto que ningún cachaco soportaría andar por ahí sin tenis

o botas. Eso, sin embargo, no cohíbe a Mamacova, ella está acostumbrada a andar

descalza de aquí para allá. Lo que sí la cohíbe es salir al espacio público sin zapatos.

Cuando niña, era normal ver a la gente descalza andar por ahí, sin pena, como los

indios de arriba. Pero había un cura al que siempre tocaba saludar muy

educadamente

-Y si él veía a uno descalzo le iba dando era penca, así fue que aprendimos la

importancia de los zapatos. Llamaban Padre Herrera, él era cachaco de España -

Le dijo Covarita a uno de sus hijos mientras se ponía el único par de zapatos que

tenía, recordando en voz alta por qué no salía descalza de la casa. No era una

necesidad corpórea, era una necesidad social.

Se disponía a visitar a la mamá, en el barrio La Lomita. Sin embargo, uno de los

cinco perros que vivía en la casa se robó un bollo de maíz que había sobrado del

desayuno. Era la tercera vez en una semana que esa perra hacía lo mismo. La visita

quedó aplazada. Cogió el hico que generalmente funcionaba como bocado para el

burro y amarró a la perra a una de los palos de guineo, y con la lima de metal que

se usa para sacarle filo al machete y la rabia de ver a la perra robando comida, se le

acercó39

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-¡A ver si esta vez sí aprendei a dejar de robar, jedionda! - Le gritó a la perra.

- Para qué vas a tené los dientes largos si aquí en el pueblo ni siquiera sirves para

cazá, nada más robas, y ya estásjecha para irte a montiá... - Terminó de decirle al

animal, mientras le rebajaba los colmillos a la altura de los incisivos que aún no

había perdido. Tras soltarla, la perra salió despavorida por uno de los dos espacios

que conformaban la casa de los Arias Montero.

Aunque, a decir verdad, esos dos espacios a veces son solo uno, pues lo que los

separa es una traslúcida tela que el viento mueve a su antojo. Uno de ellos no suele

ser usado más que para dormir, allí están las camas, todas juntas, una al lado de la

otra. El otro espacio, es un corredor que conecta la calle con el patio interno, sus

paredes están adornadas con recortes de revista y un par de fotos en blanco y negro

de la familia que tomó Don Gerardo en los años cincuenta, cuando estuvo una larga

temporada recorriendo el pueblo de arriba abajo con una libretica, anotándolo todo

y preguntando cosas raras. Bajo las imágenes, está el televisor, que todo el día

permanece prendido, simbolizando “el adelanto”, sin embargo, casi nadie se sienta

a ver lo que allí transmiten. El electrodoméstico está sobre una vieja mesa de

madera, y bajo ella hay una gran pila de cebollines, entre los que saltan unos pollitos

pequeños que entran y salen de la casa. La ventaja de tener piso de tierra es que si

algún animal defeca, solo basta hacer un hueco y tapar con la tierra covada.

Perros y pollos no son los únicos animales que se ven dentro de la casa, de vez en

cuando algún colibrí entra y toma de los pequeños líquenes que nacen en las paredes

de bahareque. De esas mismas paredes, se descuelgan pedazos de carne

envenenados que sirven como cebo para ratas y ratones.

En una de las paredes, también hay una pequeña repisa, donde reposa la tinaja: una

vasija de barro que conserva el agua fresca y absorbe los residuos de tierra que el

agua ha traído consigo del río. Pese a que tienen nevera, Mamacova y todos los40

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Arias Montero, prefieren usar la tinaja para mantener el agua a una temperatura más

baja que la del ambiente.

A la hora del almuerzo se reúnen las tres familias alrededor del fogón.

Indistintamente, comen con o sin cubiertos. Eso sólo cobra importancia si la comida

es en la Iglesia, ahí sí es importante dejar de ser tan “rústico”. Nuevamente,

Covarita pasa de largo, en la tarde, otro café será suficiente.

-Mamacova, tenei que comé, o si no te vai a enfermá y va a tocá bajar hasta el

Valle. Y allá todo es lejos, todo es caro y la gente se burla porque hablamos distinto.

El que se quiere mejorá... busca el remedio -dijo Delfín Arias. Para evitar más

comentarios, ella se sirvió una cucharada de arroz y le ralló un poco de queso, lo

comió sin ganas.

A pesar de todo, ella no dejaba de sonreír ni de trabajar. Cuando había que cocinar,

cocinaba. Cuando había que lavar, lavaba. Cuando había que coger el machete, lo

cogía. Y cuando no había nada por hacer, tejía. Es decir, siempre había algo por

hacer.

-A mí nadie me enseñó a tejé. La gente de por aquí le viene en la sangre, es como

aprendé a hablá, uno no se ha dado cuenta y ya está echando chiste. - Le explicaba

una vez Covarita a un par de cachacos que le preguntaban por las técnicas del

te j id o . -L o que no me gusta es tejé en el pueblo, sólo tejo en la casa o yendo hacia

la finca, cuando ya no hay gente por ahí. -

Y así fue. Sólo cuando cogió camino rumbo al cerro Juaneta, saliendo por la Loma

Blanca, sacó de la mochila que tenía terciada, un pequeño chipire, del que fue

tejiendo una mochila de fique. En Atánquez ya casi nadie teje en fique, pero ella lo

hace de pura terquedad. No es que no sepa trabajar la lana, es que hay algo que la

hace preferir el fique, que, sin mirar, mientras va caminando transforma en mochila.41

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Es otro impulso vital, como prender el fogón o respirar. Lo que un día fue una gran

penca de maguey pronto se transformará en una mochila que pasará por varias

personas y recorrerá la Sierra cargando mangos, mamones, alguna honda para cazar

pájaros o incluso una iguana, o una ardita recién tirada.

Antes de salir del pueblo, se cruzó con varios compadres, con todos se saludó.

-Mamacova, ¿cómo ha seguido? - Le preguntó un conocido del barrio Medellín.

-N o ’mbe, aquí, vea. Mejorando gracias a Dios. - Respondió, midiéndose en sus

palabras y en la información que propinaba.

-Y entónce, Mamacova, ¿ya va pa’rriba? - Le preguntó el hijo de una antigua

vecina que ahora vivía en el barrio Los Destechados.

-Entónce compadre, ya voy pa’rriba - Contesto Covarita.

La diferencia es que esta vez no subía a la finca a trabajar. Iba a buscar a Baudelino

Villazón Mindiola, un viejo atanquero que era famoso por hacer remedios contra

las picadas de culebra. Por eso, y porque siempre había preferido vivir arriba en la

finca, incluso, cuando los paraguayos y la época “tesa”. Debido a eso, conocía

varios mamos de bien arriba, de esos que “todavía saben de verdad”. Baudelino

hacía las veces de encomendero con los mamos, desde jóven se había dedicado a

eso. Él era el enlace entre la gente de Atánquez y “los indios de arriba”. Cuando

una persona necesitaba algún trabajo tradicional, iba a donde Baudelino y le pedía

el favor, entonces, él subía hasta donde algún mamo y le comentaba de qué se

trataba el asunto, el mamo le decía qué debía hacer la persona interesada y qué

debía enviar: a veces una botella de ron de cabeza; a veces, un par de cuentas de

collar de algún color específico. Dependiendo el tipo de trabajo, los materiales

cambiaban y así mismo las restricciones, que podían ser abstinencia sexual o dieta

alimenticia.

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De tanto hacer eso, Baudelino había ganado confianza con los mamos y a la vez

había aprendido cómo y dónde hacer cierto tipo de pagamentos. Dicen algunos que

por eso es que nunca lo mató la guerrilla, ni el ejército, ni los paraguayos, porque

él estaba asegurado por los mamos. Otros, sobre todo quienes asisten a las iglesias

evangélicas, dicen que nunca le pasó nada porque se la pasaba haciendo

“porquerías” y tenía un pacto con el diablo.

El caso es que Covarita necesitaba con urgencia un trabajo tradicional, un trabajo

de los mamos. Hacía tiempo que se alimentaba mal y se sentía enferma, sin ganas

de hacer mayor cosa. Eso se debía a la pérdida del hijo y la violencia del marido.

Sí, ella sabía eso. Pero también sabía que esos acontecimientos tenían una

explicación, se trataba de algo que nunca le había dicho a nadie. Desde niña, su

papá le había mandado a hacer una aseguranza, el problema es que hacía un par de

años se le había roto.

Un Cristo crucificado de metal, amarrado a un par de cuentas de collar rojo por

medio de un hilo blanco de lana de oveja, eran la aseguranza. Esta la había

acompañado desde su infancia, cuando el papá la hizo bautizar por Javier

Rodríguez, un cura del orfelinato de San Sebastián que había ido a oficiar un par

de matrimonios y a celebrar la fiesta del Corpus Christi. Una vez bautizada, recibió

el Cristo plateado. Al día siguiente, Covarita y su papá emprendieron un viaje hasta

Serankua, un pueblo arhuaco muy cerca de los nevados. Demoraron poco más de

un mes en la travesía. En el camino se quedaban en la casa de amigos kogi y

arhuacos, con quienes comerciaban escopetas, churro, animales y mochilas. Así,

iban consiguiendo medios para poder continuar el viaje. Una vez llegados a

Serankua, un mamo arhuaco que decía ser hijo de los últimos kankuamo de manta

que huyeron de Atánquez cuando los misioneros se tomaron la Sierra, añadió a ese

crucifijo el par de cuentas rojas. Desde entonces, Covarita siempre había cargado

su aseguranza guindada a la mochila. Lo único, es que cambiaba de mochila cuando

iba a caminar por el pueblo, pues le daba vergüenza el solo hecho de pensar que

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alguien la viera con eso. Habría sido motivo de burla y escarmiento por parte de los

vecinos, cuando no, castigada físicamente por el misionero de turno.

-Compadre Baude, casi no llego. ¡Esta montaña cada vez se empina más, n’joda!

- Exclamó Covarita para romper el hielo.

-Ñenda comadre, es que ya no somos tan briosos- Respondió Baudelino.

-Bueno, ¿y por aquí sí ha llovido? Porque en el pueblo ya tiene meses de no caer

una sola gota.

-Hom be... ¡No va a llové estando yo acá! Si yo siempre pago con los arhuacos,

aquí nunca falta el agua. Del arroyito ese que hay al lado del cañal bonito que se ve

allá, del arroyito ese, pa’ca, nunca falta el agua -

-Bueno, pues me vai a hacer el favor de ir a donde ese mismo mamo pa que me

componga la aseguranza. ¡Pero eso sí! Tú ni la podei ver. Tú se la entregas así

envueltica al mamo y le dices que una cuenta se me rompió y la otra se perdió

cuando el hilo que la unía a la cruz se reventó. -

-Y o le digo al mamo. Pero de una vez te digo que te va a tocar ir hasta

Cargamíntukua y traer piedras de allá. Si querei una aseguranza poderosa te va a

tocar ir hasta allá. -

Baudelino

Con la encomienda para el mamo, Baudelino continuó hacia arriba. El sol aún no

se ponía, pero las nubes y la neblina ya se cernían sobre la Sierra, haciendo la

caminata más llevadera.

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Entre las nubes, cortando el cielo pasó cantando un pájaro amarillo con negro. Ese

sonido transportó inmediatamente a Baudelino a las Cuevas de Chiló, lugar donde

antes se iba a aprender a tocar carrizo.

-Este chiflido es un son de chicote. Llaman son de Amores Nuevos. Ese lo tocaba

Bernabé Arias clarito, completico- Se dijo a sí mismo, tornándose algo nostálgico.

Las historias dicen que antes, los mamos iban a esas cuevas a “aprender el lenguaje

de la naturaleza” y salían convertidos en pájaros.

El ave siguió su camino, al igual que Baudelino, quien iba acompañado de su

escopeta y su perro cazador. Para la noche no había sino yuca y algo de cidra. Con

un poco de suerte se haría a algún animal de monte para cenar, incluso, preparar un

sancocho de león, tal y como lo había hecho años atrás con su familia no le habría

disgustado, pues pese a que algunas personas critican el comer carne de monte, el

suculento sabor de la carne de león y el estómago rugiente de hambre serían

suficiente argumento. No obstante, hacía bastante que no se veía rastro del fiero

felino y pese a que siempre llegaban rumores de algún sospechoso merodeador, la

llegada de las escopetas significó casi la extinción de la especia en las montañas

aledañas.

Hacía años, había sembrado frente a su casa un higuerón, con la certeza de que

cuando estuviera grande sería el paradero de pavas que podría tirar, garantizando

así la obtención de alimentos para pasar largas temporadas en la finca. Esa era su

última opción, pues si no aparecía ningún animal en el camino de seguro el higuerón

proveería a Baudelino de alguna pava de monte.

Antes, todas las familias duraban hasta seis meses arriba sin bajar al pueblo, pero

con la creciente importancia de los colegios, cuando los niños tenían edad para

escolarizarse, se veían forzadas a irse a vivir al pueblo. Baudelino es de los pocos

que aún pasa más tiempo arriba en la finca que abajo en el pueblo. Pero sus hijos,

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que ya son adultos, no hacen parte de la excepción. Todos viven en el pueblo y

cuando no están ahí es porque han ido a comerciar hacia Nabusímake, Sabana

Crespo o Pueblo Bello. Sólo suben a la finca cuando hay cosecha de café, pero no

pasan más de una semana arriba, sienten que pierden el tiempo trabajando tanto y

tan duro para terminar vendiendo muy barato lo producido. Hay muchos cultivos,

como el de la mora, los cítricos o el aguacate, que no son rentables, así que prefieren

dejar que se pudran antes que imprimirles más tiempo del que el que ameritan.

-Pero papá, es más dinero el que se gasta alquilando un camión para llevar las

naranjas hasta Valledupar, que el que se recupera vendiéndolas - Le decía Jesús, el

hijo mayor a Baudelino la última vez que discutían sobre el trabajo en la finca. Eso

era cierto, pero al viejo no le importaba, cuando bajaba a Atánquez no encontraba

nada que hacer más que gastar el poco dinero que tenía en churro o cerveza. Le

fastidiaba el estridente sonido de los picós, que recientemente amplificaban más

reggaetón que vallenato, y le molestaba ver cómo se peleaban las personas por

pertenecer a iglesias distintas. Eso era algo que todo el mundo tenía claro, la

división de las personas era ocasionada por las iglesias.

-Q ue si es de la Iglesia de Emaús, que si es de la Iglesia Católica, que si es de la

Vida Nueva o que si es de esta otra. Ahora eso es lo que mira la gente para ver si

ayuda al otro o no, antes no era así. Uno pasaba por tal parte y ahí estaban

construyendo una casa, entonces uno paraba y se quedaba unas tres horitas

ayudando y luego sí seguía su camino. Yo alcancé a vivir eso. - Le respondía

Baudelino a su hijo Jesús, cuando este le proponía que dejara la finca y se fuera a

vivir al pueblo. -Además, allá hay que estar elegante todo el tiempo, pendiente de

la ropa, del sombrero, de tener las uñas cortas, de bañarse todos los días, de no

hablar muy duro. Sé cómo comportarme allá, pero prefiero la forma de comportarse

acá, además, cuando se me da la gana de bajar .. .bajo ¡y ya! -

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Cuando llegó a la casa encontró visita. Se trataba del mamo que iba a buscar para

lo de la aseguranza de Covarita, quien traía consigo algo de carne para compartir.

El arhuaco ya estaba en la casa, pues esta no tenía puerta que restringiera la entrada.

A diferencia de las casas de abajo, arriba las casas son todas de bahareque, no tienen

ventanas y por lo general están compuestas por un solo espacio en donde se cocina

la comida y se duerme. No hay camas y se suele dormir sobre una troja improvisada

hecha con musgo, hojas de plátano o costales vacíos.

La visita se debía a una propuesta que tenía el arhuaco para Baudelino. Varias fincas

de la gente de Atánquez habían sido abandonadas cuando la “época tesa” y lo que

quería el mamo era que volvieran a sembrar comida ahí, pero quería que lo hicieran

de manera conjunta, que levantaran una propiedad colectiva. Baudelino dijo que lo

pensaría, pero en el fondo la idea no terminaba de sonarle. Él sentía que era como

compartir a la mujer... eso de no estar separados por una cerca le generaba

inseguridad e incomodidad, se desanimaba de solo pensar en los posibles

problemas, debido a diferentes técnicas en la siembra o a la repartición de las

cosechas.

Alrededor del fogón había algunas ollas, en ellas se cocinó la yuca. La carne que

había llevado el visitante se cocinó directo en la brasa. La noche caía, y el viento

frío bajaba de la nevada, por lo cual los dos hombres se acomodaron alrededor del

fogón, este les propinaba calor y comida.

Un extraño ruido se escuchó donde el fuego no alcanzaba a alumbrar, de inmediato

el arhuaco cogió un madero encendido para poder ver de qué se trataba, era un

animal, pero este se movió con más rapidez huyendo del amenazante fuego.

Baudelino sacó un foco de una de sus mochilas terciadas y apuntando hacia el lugar

de donde provenía el sonido, dejó en evidencia al animal, se trataba de un gato que

había sido atraído por el olor a carne.

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“Mizu, mizu” gimoteaba Baudelino en voz alta para llamar al gato, pues él había

aprendido que así era como los gatos entendían. El arhuaco, silencioso, pensó para

sus adentros -Kankui se civilizó, pero todavía no ha olvidado lengua del todo. A

ese animal lo llamamos “mizi” nosotros los arhuacos. Mi papá, que sí alcanzó a oír

al kankuamo de manta, decía que nuestras lenguas se parecían tanto que podíamos

hablar kankuamo con arhuaco y entendernos normal... - Arisco, el gato salió en

huida.

También en silencio, Baudelino miraba al fuego, concentrado, pensaba en lo bonita

que se estaba viendo la auyama que había sembrado meses atrás. Eso era algo que

le consumía mucho tiempo, el reflexionar acerca del estado de los cultivos.

-O ye compadre, menos mal que viniste, porque yo te iba a ir a buscar. Traigo una

aseguranza que se desmigajó todita, pa vé si la arreglas, es pa una amiga de

Atánquez, llaman Mamacova. Ella es de los Arias Montero, de La Lomita. -

-¡Cómo va a ser! - Exclamó el arhuaco - Cuando una aseguranza se rompe hay

que hacer un trabajo especial. Le tenei que decí a tu comadre que tiene que subir

hasta mi casa, pero que venga sin haber comido sal en tres días, y que traiga

bastimento para que tenga qué comer mientras está por acá -

-Bueno compadre, yo le digo cuando me vea con ella. En todo caso ahí te dejo la

aseguranza para que la vayai trabajando. - Respondió Baudelino, y cambiando de

tema le dijo -Hoy escuché chiflar al pajarito ese toche, el amarillo con negro, ese

pájaro sí canta bonito, es un carricero completo. -

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-¡A h no, no, no! Esos pájaros sí chiflan lindo. Pero por Atánquez ya casi no se ven,

ahora sólo se ve gallinazo, ya ni siquiera cóndor volvió a arrim ar...- Añadió el

mamo.

-L o que pasa es que la juventud ahora es muy sinvergüenza y ya no se concentra

dentro de las cuestiones de la naturaleza, por eso es que ya no hay cóndores en

Atánquez, porque hasta la tierra se civiliza. - Respondió Baudelino nuevamente.

El fuego se fue consumiendo mientras los hombres compartían historias sobre el

kankuamo de antes, sobre los mamos que se convertían en animales y sobre cómo

la primera iglesia de Atánquez sólo pudo ser levantada después de que un

importante mamo de la región hiciera los trabajos tradicionales necesarios.

También hablaron de cómo el baile del Cansamaría se había transformado en la

fiesta del Corpus Christi.

-E l Tani Cansamaría es un baile muy importante porque se le hace al padre

espiritual del bosque y del agua, a la madre espiritual de los nevados y las aves. Se

hace en un mes especial para que haya lluvias y alimento y para que no caiga plaga

a los sembrados. Pero el kankuamo casi deja acabar el baile. - Le reclamó el

arhuaco al kankuamo.

-Eso que tú dicei es verdá. En los años cincuenta, estuvo un man que tomó muchas

fotos de Atánquez. Para ese tiempo sólo quedaba un danzante de cucamba, que son

los que visten como los mamos para el Tani, llamaban Víctor Cucamba, él era el

único que sabía por dónde debía pasar el recorrido de las cucambas y dónde debían

hacer los pares. Pero ese man sí fue teso, él solo logró sacar las cucambas adelante

y ahora, ¡son un poco que bailan en Corpus! -

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-T e voy a contar un secreto. Ese Víctor nació pa mamo, por eso él sabía cómo bailar

Cucamba, que era lo mismo que bailar Tani. Lo que pasa es que capuchino

persiguió tanto a los mamos, que en Atánquez sólo quedó él y para ese tiempo ya

kankuamo le daba vergüenza ser indio, por eso casi nadie bailaba Cucamba... de

pura vergüenza, porque los que sabían se perdieron pal monte o se hacían los que

no sabían n a d a . - Dijo el arhuaco casi susurrando, en voz baja, cada vez más,

como apagándose a la par con el fogón. El humo se apoderó de la casa. Durmieron.

A la mañana siguiente, muy temprano, Baudelino ya estaba despierto. Como ya era

costumbre, se levantó primero que el sol y con movimientos inconscientes, aún

entredormido, prendió el fogón dando inicio al día, antes de que los gallos cantaran

alboradas.

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Capítulo III. Proceso de re-definición del espacio kankuamo.

Afirmar la existencia del espacio kankuamo requiere mencionar los marcos de

referencia que nos permiten afirmar ese espacio como un hecho descriptible. Para

ello nos apoyaremos principalmente en el enfoque que sobre las prácticas desarrolla

Bourdieu (1977 ) y en algunas pistas sugeridas por Harvey (1994).

Tanto el geógrafo inglés como el sociólogo francés tienen en común el diálogo con

la teoría de Marx debido a que la producción del hombre en tanto sujeto social, esta

mediada por la transformación y apropiación de la naturaleza (Schmidt, 2011).

Dicha transformación se sintetiza en el trabajo, pues allí cuerpo inorgánico (espacio

biofísico) y cuerpo orgánico19 (ser humano en sí), se hacen uno mediante el proceso

productivo (Marx, 1976 ). Esto significa que la relación entre hombre y naturaleza

no sólo tiene un carácter histórico sino también geográfico. Y del proceso relacional

entre historia (tiempo) y espacio (geografía) se produce el orden social (Harvey,

2000 )

Así como el fenómeno de la asimilación en la naturaleza viva en general cambia lo inorgánico en orgánico, también el hombre se asimila en el trabajo aquel “cuerpo inorgánico” y lo transforma sin embargo, cada vez más, en un componente “orgánico” de sí mismo. Pero este sólo le es posible porque él mismo pertenece inmediatamente a la naturaleza, que de ninguna manera es tan sólo un mundo exterior opuesto a su interioridad (...) El hecho de que el hombre “viva” de la naturaleza tiene por lo tanto no sólo un sentido biológico sino también, ante todo, social. La vida biológica de la especie sólo resulta posible a raíz del proceso vital social. (Schmidt, 2011, pág. 88)

La expresión concreta del desarrollo de este proceso aparece en la actividad

productiva ya que allí es donde se transforman humano y naturaleza de forma

19Como productos de un mismo proceso (el trabajo), vale la pena preguntarse si en términos espaciales sería correcto entender cuerpo inorgánico y cuerpo orgánico como dos espacialidades que se funden en un mismo espacio, que para este caso sería el espacio kankuamo del que se derivarían cuerpo kankuamo y paisaje kankuamo.

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relacional. En otras palabras, la capacidad transformadora de la acción humana

expresada en la práctica productiva permite observar cómo está ordenado el mundo

socio-natural en un momento histórico particular.

La forma en que un orden social concreto es subjetivado es un tema que Pierre

Bourdieu intenta resolver con el concepto de habitus, ya que este da cuenta de cómo

la estructura social cobra cuerpo mediante las prácticas que los agentes realizan,

así, por ejemplo, el que una persona prefiera comer iguana o no comerla, se puede

explicar por el habitus, pues este es la condensación de la estructura en prácticas

concretas. La forma en que la estructura se va haciendo habitus ocurre por la

distribución de capitales, los cuales no son más que formas de trabajo acumulado,

formas sociales, culturales y económicas, que se expresan en capacidades

cognitivas socialmente construidas (Bourdieu, 2000 ) que permiten a los agentes

ser y estar en el mundo.

La distribución de capitales, es decir, la distribución de los saberes que hacen actuar

de cierta forma a las personas también sitúan a los agentes en el espacio social

(Bourdieu, 1984) de forma tal que quienes posean en una medida similar un

determinado tipo de capital estarán más próximos en el espacio social y, por tanto,

estarán orientados a desenvolverse en la vida de formas semejantes (preferir

emplear el tiempo de ocio en ir a los museos que, en ir a tomar cerveza, por

ejemplo). Aquí aparece el espacio social no como el uso y la construcción social

del entorno biofísico sino como el posicionamiento de los agentes en la vida

cotidiana a partir de sus disposiciones hechas práctica:

La posición de un agente determinado en el espacio social puede ser definida por la posición que él ocupa en los diferentes campos, es decir, en la distribución de poderes actuantes en cada uno de ellos, sea principalmente el capital económico - bajo sus diferentes especies - , el capital cultural y el capital social (...) Se puede así construir un modelo simplificado de un campo social en su conjunto que permite pensar, para cada agente, su posición en todos los espacios de juego posibles (...) Se puede describir el campo social como un espacio

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multidimensional de posiciones tal que toda posición actual puede ser definida en función de un sistema multidimensional de coordenadas cuyos valores corresponden a los valores de las diferentes variables pertinentes: donde los agentes se distribuyen así, en la primera dimensión, según el volumen global de capital que ellos poseen y, en segunda, según la composición de su capital: es decir, según los pesos relativos de las diferentes especies en el conjunto de sus posesiones. (Bourdieu, 1984)

La forma que toman esas distribuciones de capital, es decir, la forma que toma el

espacio social en sí mismo “determina los poderes actuales o potenciales dentro de

los diferentes campos y las posibilidades de acceso a los beneficios específicos que

ellos procuran” (ibíd. p. 29).

El espacio es un concepto de interés para Bourdieu en la medida en que “el

conocimiento de la posición ocupada en este espacio encierra una información

sobre las propiedades intrínsecas y relacionales de los agentes” (ibíd. p. 29). Es

decir, que la posición que una persona ocupa en el espacio social permite establecer

quién es y cómo se comporta.

Pese a que el problema del orden social es abordado de formas diferentes en

Harvey, Marx y Bourdieu, el espacio aparece ahí como una puerta de entrada para

responder a esa pregunta tan cara a la sociología: ¿cómo ordenan las personas el

mundo?

Mediante las prácticas concretas Marx (1976 ) y Bourdieu (1977) encuentran que

se puede establecer aquella relación entre las personas y el espacio20 socialmente

construido y por ende entre la acción y la estructura. En ese orden de ideas,

podemos suponer el espacio no como una constante material, donde a través del

tiempo se expresan distintos sistemas culturales sino como la constante

concatenación de lo material y lo simbólico, expresado en prácticas concretas.

20 Naturaleza en Marx, siguiendo a Schmidt (El concepto de naturaleza en Marx, 2011)53

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Entender cómo esos discursos y prácticas en sí, introducidas por las misiones se

incorporaron, es decir, pasaron a ser prácticas para sí, se hará apoyándose en el

concepto de dispositivo que Agamben (2011) desarrolla a partir de una lectura del

trabajo de Foucault. Este concepto será entendido como el “conjunto de prácticas y

mecanismos (invariablemente, discursivos y no discursivos, jurídicos, técnicos y

militares) que tienen por objetivo enfrentar una urgencia para obtener un efecto más

o menos inmediato” (ibíd. Pág. 254) pero que se practican de forma inconsciente,

naturalizada y están orientados a la gubernamentalización:

Llamo dispositivo a todo aquello que tiene, de una manera u otra, la capacidad de capturar, orientar, determinar, interceptar, modelar, controlar y asegurar los gestos, las conductas, las opiniones y los discursos de los seres vivos. No solamente las prisiones, sino además los asilos, el panoptikon, las escuelas, la confesión, las fábricas, las disciplinas y las medidas jurídicas, en las cuales la articulación con el poder tiene un sentido evidente; (...) y, por qué no, el lenguaje mismo, que muy bien pudiera ser el dispositivo más antiguo. (ibíd. pág. 257) (Cursiva mía)

Definiremos, pues, el espacio como una red de prácticas y será mediante la

descripción de estas que daremos cuenta de cómo se define el espacio kankuamo en

el contexto del Resguardo Indígena Kankuamo.

Para ello es necesario hacer una mirada a los múltiples lugares que conforman el

espacio kankuamo e identificarlos como hitos que dan cuenta de cómo es que se ha

consolidado esa realidad. Hitos, según la versión virtual de la RAE en tanto “mojón

o poste de piedra, por lo común labrada, que sirve para indicar la dirección o la

distancia en los caminos o para delimitar terrenos ” Y como indicativo de un

acontecimiento o “hecho muy importante que marca un punto de referencia dentro

de un ámbito o contexto ”. Es decir, hito en tanto signo símbolo (Kondrátov, 1973),

que como tal, ha sido construido de forma arbitraria pero convencional, con fines

comunicativos. Que no pretende establecer secuencias temporales de causalidad,

sino que señala momentos claves que permiten entender cómo se delimita el

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espacio kankuamo. Estos hitos se exponen de forma cronológica por simple

facilidad expositiva, pero escapan a otro tipo de pretensiones.

Lo que se hará es “exponer cómo ha sido posible el devenir” (Harvey, 1994) de esa

particular configuración espacial. Esto implica, considerar el espacio como una

multiplicidad de espacialidades que se superponen una a otra produciendo un

espacio que se complejiza a través del desarrollo de las relaciones sociales y de

poder, pues encontramos que hay varias formas de usar el espacio mediante

prácticas (Bourdieu, 1977 ) que entran en conflicto, haciendo del espacio algo

fragmentado pero coherente dentro de un único proceso (Harvey, 2000 ).

Una vez puestas las herramientas sobre la mesa, se analizarán los hitos que

delimitan el espacio kankuamo, la categoría que nos permitirá ahondar en la vida

de la gente de Atánquez, en su forma de ser y estar en el mundo.

La congregación.

“Cuando vinieron los misioneros (...) tenían la Biblia y nosotros la tierra.Nos dijeron: vamos a rezar. Cerramos los ojos.

Cuando los abrimos, teníamos la Biblia y ellos la tierra”Desmond Tutu

Para el caso kankuamo distintas nociones del espacio operan dentro de una misma

lógica entrando en colisión y produciendo crisis y conflicto (Harvey, 1994). El

primer hito necesario para comprender la consolidación del espacio kankuamo es

lo que Morales y Pumarejo (2003) han llamado la congregación:

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En 1775, el cura Joseph Pacheco21 pudo constatar que el pueblo de Atánquez era habitado temporalmente y los naturales de ese lugar se encontraban viviendo en sus fincas de labor. El sacerdote se precia en sus escritos de haber logrado atraer a muchos indígenas a la vida civil, haciéndolos labrar sus terrenos en las cercanías al pueblo “que aunque ásperos y erosionados, eran capaces de producir mieles y panelas, las mejores de la jurisdicción del Valle (Dupar)” procesadas en pequeñas estancias de trapiches (Morales Thomas P. , 2011, pág. 60)

La reducción de los “indios” a la vida “civilizada” era parte de la estratagema

colonial, que junto con la centralidad y el control de los desplazamientos hacían

que hubiera una interiorización del orden social y jerárquico por parte de los

pobladores nativos (Herrera Ángel, 2002) Sin embargo, en las llanuras del Caribe

hubo una marcada y continua dificultad por parte de las autoridades coloniales para

ordenar y controlar el espacio. De ello dan testimonio varios documentos22 en los

que queda manifiesto el desinterés por parte de los curas de ir a oficiar misa a

lugares lejanos, despoblados y hostiles; o donde se lee la preocupación por el

impacto casi estéril que tenía la fundación de pueblos de misión en los cuales se

pretendía congregar a los naturales de esas tierras alrededor de la iglesia pero que

no dejaban de ser sino lugares de paso dentro de las rutas productivas de los

indígenas a lo largo y ancho de la Sierra.

A lo largo de los siglos XVIII y XIX hay una serie de documentos23 (Morales

Thomas P. , 2011) en los que funcionarios eclesiales y estatales se lamentan de la

poca consistencia que han tenido sus políticas dentro de la Sierra Nevada, pues para

los otros pueblos de misión, que eran San Sebastián de Rábago (hoy Nabusímake),

21 Joseph Pacheco fue un cura misionero que participó en la fundación de varios poblados en el continente americano durante el siglo XVIII (para el caso de Puerto Rico ver: (Historia de Yauco, 2006), para el caso de Colombia ver: (La recuperación de la memoria histórica de los kankuamo: Un llamado de los antiguos. Siglos XX-XVIII, 2003))

22 Para documentos de las Llanuras del Caribe ver: Ordenar para controlar... (Herrera Ángel, 2002)y documentos sobre la Sierra Nevada y Atánquez en particular ver: La recuperación de la Memoria Histórica ... (Morales & Pumarejo, 2003)

23 Por ejemplo, para finales del siglo XVIII Atánquez es un poblado “mucho más moderno que el del Rosario que se halla fundado a distancia de este como ocho leguas al pie de la propia serranía. Allí como que tienen tierra donde labrar dentro de los mismos resguardos, todos saben la doctrina, oyen misa sin faltar un día los que son de precepto: se confiesan cada año: están instruidos en los misterios de la fe: tienen trato familiar con los españoles y últimamente se distinguen en todo de los del Rosario. ” (Cursiva mía) (Morales Thomas P. , 2011, pág. 62)

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San Antonio y El Rosario. Se registra una y otra vez que los “indios de nación

amaca” sólo llegaban allí transitoriamente para ocasiones muy puntuales y luego

seguían sus dispersos caminos en lo vasto de la serranía moviéndose por distintos

pisos térmicos donde tenían ubicadas sus fincas, a largas distancias unas de otras.

Cosa que contrasta con las descripciones de Atánquez, las cuales entre más se

acercan en el tiempo más distancia toman de las realidades de San Sebastián, El

Rosario y San Antonio. El caso de Atánquez resulta excepcional24.

Según los datos que recoge Morales (2011) la gran diferencia entre Atánquez y los

otros pueblos de misión radicaría en que en los otros pueblos la congregación se

pretendía lograr bajo la imposición del culto católico y la asistencia rutinaria a la

Iglesia. Los curas veían la veneración a Dios como argumento suficiente para que

los indios permanecieran congregados en los pueblos. Por su parte, Joseph Pacheco

decidió poner unos trapiches como enganche para que los indios asistieran a misa

y eso representaría una ruptura fundamental entre los indios atanqueros y los de los

otros pueblos de misión.

La importancia de este evento radica en que los indios aruacos (como se llamaba

genéricamente a los indígenas de las vertientes no litorales de la Sierra Nevada)

tenían un orden social en el que los problemas materiales ya tenían una solución

simbólica y ambos se reforzaban mutuamente de manera indisoluble25. Los curas

pretendían imponer unas soluciones simbólicas que no hacían sentido a unas

24En la primera mitad del siglo XVIII el modelo de las relaciones sociales de producción cambió en los Andes Centrales (Herrera Ángel, 2002), donde los indios pasaron de ser un obstáculo que debía ser eliminado para el progreso de la civilización a ser fuerza de trabajo presta a ser explotada. Por su parte, en la Llanuras del Caribe la baja intensidad de presencia institucional no lograba alcanzar el ritmo del proceso colonizador andino, sin embargo, ese cambio de modelo de las relaciones de producción sí tuvo eco en Atánquez donde la integración de los indios a la vida civilizada pasaba por la vinculación al sistema económico colonial antes que por la vinculación al sistema religioso.

25 Sobre la manera en que materia e idea son inseparables entre los indígenas arhuacos véase: Vasco (El Pensamiento Telúrico Del Indio, 2002) (Materia, Energía Y Conciencia Entre Los Embera., 2004)

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condiciones materiales que ya llevaban impregnadas en su esencia las explicaciones

necesarias. Mediante los trabajos tradicionales26, como el pagamento o el baile del

tani cansamaría, entre otros, la seguridad ontológica se garantizaba para los

indígenas, pues estas eran formas efectivas de asegurar la fertilidad, controlar las

enfermedades o armonizar las relaciones entre las personas. Allí los repertorios

ofrecidos por la iglesia simplemente sobraban y no lograban calar dentro del

complejo sistema sociocultural de los indígenas de aquel entonces. De lo que se

desprende la constante resistencia que ha habido hacia el catolicismo:

Otras aldeas, más orientadas hacia lo criollo, pueden estar orgullosas de su participación en la historia colombiana, pero el orgullo de Aritama [Atánquez] es no haber participado. Incluso hoy en día las personas todavía sienten y piensan en un nivel previo, aquel nivel de la persecución indígena y del trabajo misionero, de los primeros contactos con las tropas “extranjeras” y de la repentina lucha en las montañas. Lo importante aquí es la actitud marginal y mágica, la creencia en la “causa justa” de los indígenas y en su “poder secreto” sobre sus perseguidores. Emocionalmente estas tradiciones son indígenas y no españolas. (Negrilla mía) (La gente de Aritama. La personalidad cultural de una aldea mestiza de Colombia, pág. 46)

Con la implementación de trapiches de caña los indígenas encontraron otra forma

de producirse. De la dispersión por distintos pisos térmicos pasaron a encontrar en

la venta de la fuerza de trabajo una forma de adquirir mercancías para subsistir. A

su vez, esto repercutió de forma paulatina en el cambio que hubo en el sistema

religioso pues al encontrarse congregados, ya no era tan fácil visitar a los mamos

26 Los trabajos tradicionales son los trabajos dirigidos por los mamos que buscan reproducir un equilibrio entre lo simbólico (parte espiritual) y lo material (Zareymakú, 1997). Desarrollado mediante pagamentos, danzas, cantos, ayunos, adivinaciones, y un largo repertorio “ritual”. Estos rituales “realizan el tejido vital entre entidades, a partir del cual pueden circular los flujos energéticos y de pensamiento, que relacionan mamos (autoridades tradicionales), dueños de los existentes (Jaba y jate), y materiales sagrados, en una relación de intercambio que permite que las partes se reconfiguren y se apropien del sewá (conocimiento) que cada uno posee. ” (Horta Prieto, 2014) Para una aproximación a los trabajos tradicionales en la Sierra, ver: (Arbeláez, 1990), (Ereira, 2012), (Giraldo Jaramillo, 2010) y (Vallejo, 2009)

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dispersos en lugares específicos en la Sierra para hacer los trabajos tradicionales,

trabajos que por otro lado empezaban a hacerse innecesarios pues no había que

hacerle pagamento a lejanas lagunas a las que ya no se acudía en busca de alimento

alguno (Morales & Pumarejo, 2003); mientras que los oficios del cura se

encontraban siempre a la mano en la iglesia del pueblo27, tan a la mano que incluso

llegaban a ir hasta tres veces al día a misa durante el tiempo de la congregación

(ibíd.)

La introducción de trapiches de caña fue la introducción de nuevas prácticas que

irían moldeando poco a poco de forma diferente, la forma en que humano y entorno

biofísico se construían. Y como vimos, esta actividad productiva no sólo significó

la integración del cuerpo orgánico de los indígenas a la economía colonial como

fuerza de trabajo, sino también la vinculación del cuerpo inorgánico de los

indígenas (el espacio geográfico) como una mercancía dentro del sistema

económico de la época. La ruta por la cual ocurrió esta integración del espacio al

sistema colonial se dio justamente mediante la congregación de los indios en un

pueblo, pues con esto se consolidó una unidad productiva permanente, capaz de

generar mercancías para la comercialización. El valor que tenía el suelo empezó a

ser de cambio, transformando el valor de uso, pues las prácticas que lo tejían

estaban orientadas a vender la producción de mercancías más que a la reproducción

de la vida en sí.

27 La sustitución de lo tradicional por lo católico es evidente en un ejemplo que dan Morales y Pumarejo (2003) en donde ante las apariciones de aparatos, O fantasmas, como los llaman Dussan y Reichel-Dolmatoff (2012) causadas por la no realización de pagamentos la solución es rezar un padre nuestro y enseñar una cruz. Lo que significa que ante el olvido de ciertas prácticas (pagamento) que generó la implementación de otras nuevas (cultivo y procesamiento de caña de azúcar) la respuesta cultural también cambiaba, y la aparición de aparatos ya no se le contrarrestaba haciendo pagamentos, pues con una oración bastaba. El sistema social total de antaño se resquebrajaba ante la aparición de nuevas condiciones materiales y nuevos sistemas semiológicos.

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Con el cambio en las prácticas agrícolas, además de la mercantilización espacial y

la integración de los indígenas al sistema colonial como fuerza de trabajo, se

tendieron vías de comercio entre los centros urbanos y Atánquez, sustentando

cambios severos no sólo en las prácticas económicas, sino en todo el sistema

cultural de los atanqueros de aquel entonces. Cada vez cobraban más importancia

las vías de comunicación entre Atánquez y Valledupar, pues la circulación de

mercancías resultaba vital para el crecimiento de los trapiches de panela, a su vez

que otras mercancías que subían hacia la Sierra en forma de lamparillas de petróleo,

ropa, publicaciones europeas y materiales de construcción como alambres,

puntillas, martillos, hachas, etc. reforzaban la necesidad de intensificar la

comunicación permanente entre Atánquez y las tierras bajas28.

Atánquez se construyó como el pueblo de mayor acumulación y circulación de

capital dentro de la Sierra y esto tuvo un impacto importante dentro del

ordenamiento espacial. La vida de la gente comenzó a organizarse en función de

los trapiches y no en función de los sitios de pagamento. Las prácticas lentamente

empezaron a estar orientadas por y hacia elementos impuestos por los

colonizadores, dejando a su vez viejas prácticas como la “contemplación hierática

de las montañas como un gesto ritual” (Rocha Vivas, Miguel 2010) o el uso

tradicional del poporo29.

28 Sin embargo, las particularidades geográficas de la zona impedirían que hubiera carreteras entre Valledupar y Atánquez hasta la segunda mitad del siglo XX, pues según relata Dolmatoff (1948) sólo era posible acceder al corregimiento tras muchas horas a lomo de mula.

29 Si bien el uso del poporo se está recuperando, este ahora se hace bajo una serie de orientaciones contemporáneas que no coinciden con aquellas motivaciones tradicionales de kogis, wiwas o ikus. Por ejemplo, ahora el uso del poporo se hace fuertemente condicionado por los códigos estéticos e higiénicos occidentales y la hoja de coca mascada no se escupe de manera indiferente en el piso, sino que se recoge de forma cuidadosa en recipientes con el fin de no hacer reguero y siempre se lavan los dientes después de una jornada de poporeo para que los dientes no queden manchados. A su vez que el poporo se constituye en un elemento distintivo y deseable que los vincula más a las representaciones cotidianas que hay hoy de los indígenas serranos, motivo que no se encuentra dentro de la estructura emocional tradicional que orienta a wiwas, kogi e ikus.

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En términos poblacionales la caña y sus trapiches también generaron cambios

importantes. Al consolidarse Atánquez como un lugar donde el progreso tomaba

forma, las personas de las tierras bajas vieron allí una oportunidad de vida civilizada

en un pueblo de reciente, pero prometedora creación. Esto significó la redefinición

del uso de ciertos espacios, pues sitios que antes eran de pagamento fueron

destruidos arbitrariamente por quienes los desconocían para expandir la frontera

agrícola (Zhigoneshi, 2012).

Mientras que nuevas prácticas se introducían desde las tierras bajas hacia lo alto de

la Sierra y entraban en disputa con las prácticas tradicionales de los indios, la

política colonial en el Virreinato de la Nueva Granada también sufría cambios

importantes: los indios dejaban de ser ese incómodo e incomprensible ser sin

espíritu que debía ser eliminado por la fuerza y empezaba a concebirse como ese

ejército de reserva de fuerza de trabajo disponible para producir riqueza30. Pero no

sólo fueron concebidos como productores de riqueza económica, también como

productores y conocedores del espacio, pues eran ellos quienes conocían las rutas

que conectaban los lugares importantes dentro del territorio, conocían dónde y

cómo conseguir comida y dónde estaba ese quimérico Dorado que tanto excitaba a

los colonizadores. Al respecto Dussan y Reichel-Dolmatoff (2012) relatan cómo

tras la guerra total de exterminio que adelantaron los conquistadores en 1599 en la

Sierra Nevada contra los Tairona, lograron el aparente control del territorio a su vez

que lo echaron a perder todo pues terrazas agrícolas, casas y caminos quedaron

abandonados. Extrañamente, ese exterminio terminó por ser una desoladora forma

de definir una espacialidad que serviría de preámbulo para el orden colonial.

30Así lo propone Herrera (2002) para el caso de los indios de las llanuras del Caribe. Bajo esta hipótesis del cambio de la política hacia los indígenas es que Martha Herrera (2002) plantea que se pudieron integrar los indígenas a la dinámica colonial pues antes no se buscaba más que su eliminación.

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¿Habría sido posible, y cómo, la concreción de un espacio colonial en la Sierra

Nevada sin la guerra ordenada por don Juan Guiral Velón?

En 1599, el gobernador don Juan Guiral Velón condujo a las fuerzas españolas hacia una guerra total de exterminio. Condenó a muerte a todos los caciques, llevándolos a la horca o a la hoguera, ordenó quemar sus casas y campos, y sus aldeas fueron saqueadas por sus tropas. A este precio logró finalmente la paz, pero la tierra había sido devastada, y el elemento humano que la había hecho productiva fue eliminado o diseminado (...) Los caminos pavimentados, que en otra época habían sido cuidados por los habitantes de las aldeas que comunicaban, estaban ahora cubiertos de maleza. Las aldeas mismas habían caído en ruinas, porque sus habitantes habían huido o muerto, víctimas de nuevas epidemias o a manos de las tropas españolas. Los grandes campos de maíz que habían sido quemados se habían cubierto de maleza. Cuando finalmente Velón había echado a perder la Sierra Nevada a comienzos del siglo XVII, los españoles se encontraron a sí mismos siendo amos de la selva y de las ruinas; las aldeas florecientes, con sus campos, sus caminos y su gran cantidad de personas activas, habían desaparecido. (Dussan & Reichel-Dolmatoff, 2012, pág. 37)

Cuando en los trapiches el cura Pacheco vio la posibilidad de congregar a los indios,

también vio la posibilidad de reordenar un espacio bajo una lógica distinta,

mediante la introducción de nuevas prácticas. La congregación de los indios en

Atánquez marcaría el cambio entre la conquista y la colonia para la vertiente

suroriental de la Sierra Nevada y el espacio pasaría de ser ese hostil nicho de indios

salvajes y caníbales a ser un lienzo virgen en el que se podrían plasmar las más

anheladas promesas de civilización y progreso (Uribe Tobón, 1988).

Pese a que la administración espacial empezaba a estar en manos de “los

españoles”, la caña no significó un cambio sustancial de la estructura social, pues

su misma lógica marcaba límites muy claros. Si bien los indios encontraban allí una

alternativa de vida, la cultura en la que se habían formado los empujaba a actuar de

otra forma. Sin duda, la resistencia más grande que hubo a la congregación y al

proyecto colonial en general, fueron las propias limitaciones estructurales que no

permitían que hubiera comunicación entre los dispares sistemas socioculturales.

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Mientras una parte del indio cultivaba la caña de azúcar, otra parte de su ser31 sentía

la urgencia de ir a donde los mamos para hacer los debidos pagamentos; y en

muchas ocasiones los indios terminaban por abandonar el pueblo para volver a

cumplir sus deberes tradicionales en la espesa serranía. “La posibilidad de

trasladarse de un pueblo a otro o a sus fincas de cultivo representaba para estos

indígenas una manera de resistir a las presiones de los sacerdotes y al contacto con

los españoles” (Morales Thomas P. , 2011, pág. 65)

La forma en que los habitantes de la vertiente suroriental de la Sierra se reproducían

en tanto seres biológicos y sociales cambió con la introducción de nuevas prácticas

(Bourdieu, 1977 ) traídas desde España, la relación hombre-naturaleza (Schmidt,

2011) no sería nunca más la misma. El congregarse en un pueblo y trabajar para

vender mercancías supuso una fragmentación espacial (Harvey, 1994), ya que

antes ese mismo espacio se vivía de manera trashumante, y las prácticas allí

desarrolladas estaban orientadas a la adaptación según los distintos pisos térmicos

y sus posibilidades productivas.

Nuevas técnicas y tecnologías, así como nuevos motivos para trabajar la tierra,

entraban a conformar esas capacidades cognitivas socialmente construidas

(Bourdieu, 2000 ) que permitían a la gente de Atánquez practicar el espacio de

forma diferente. No obstante, esas nuevas capacidades generaban conflicto y crisis

(Harvey, 1994) con los conocimientos serranos de antaño, ya que distintas

concepciones y usos del espacio se practicaban sobre un mismo suelo.

Podría sintetizarse la congregación como la creación de una espacialidad regida por

un “conjunto de prácticas y mecanismos” - dispositivos (Agamben, 2011) -

enmarcadas en unas relaciones de poder que concebían y usaban el espacio desde

31 La “partición del indio” en dos, el que trabajaba en los trapiches y el que necesitaba hacer pagamento, se asemeja a los efectos producidos por el doble vínculo de Bateson (Pinzón, 2004), en donde dos órdenes contradictorias se le imponen a la persona haciéndola entrar en crisis.

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una lógica colonial, en donde el indio era útil en tanto fuerza de trabajo y conocedor

de la geografía. Geografía que, entre otras, se creía virgen y salvaje, aunque

prometedora y disponible de ser explotada económicamente junto al indio que la

andaba. Pero más aún, la congregación en tanto dispositivo significó la concreción

de un espacio concreto que reunía a los indios alrededor de una serie de prácticas

que exigían de ellos la reducción espacial, la concentración en un mismo sitio,

alrededor de los trapiches y la Iglesia.

La actualidad de este hito, o la forma en que hoy el espacio se sigue definiendo a

partir de las prácticas de la congregación, se observa muy bien en la parte del relato

en que Baudelino es descrito como una persona poco común entre la gente de

Atánquez, por ser de los pocos que aún permanecen largas temporadas arriba en las

fincas, en contraste con la gran mayoría de personas que, debido a la importancia

que cobran las instituciones como el colegio, se ven forzadas a congregarse en el

pueblo para poder cumplir necesidades como el ir a misa o dar una educación

formal a los hijos.

Prácticas como el cargar un crucifijo como aseguranza se han mantenido desde ese

entonces, pero no en detrimento de las “prácticas tradicionales”, sino como un

nuevo ingrediente que llega para complejizar lo ya existente. Esto se hace evidente

en la aseguranza de Covarita, que se componía de dos cuentas de collar (tal y como

son las aseguranzas entre los arhuacos) atadas a un crucifijo obtenido en la iglesia

de Atánquez durante un bautismo.

El espacio kankuamo no se reescribe por la entrada de la colonia, se fragmenta en

diversas espacialidades que juntas hacen parte de un mismo proceso.

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Los capuchinos y la producción de un espacio público. Adentro y afuera.

“La Piedra Atravesá era un lugar de Pagamento.Hoy, solo queda su nombre, pues esta fue,

como muchas otras, borrada por la dinamita. Construir las calles principales de Atánquez

le ha costado caro a los lugares de Pagamento.”

(Pumarejo Hinojosa, 2000 )

Desde finales del siglo XVIII hasta finales del siglo XIX, hay muy poca

información de archivo sobre la Sierra Nevada (Morales & Pumarejo, 2003), debido

a las guerras civiles que sacudían el continente americano y que terminarían por

escindir esa entidad territorial en repúblicas independientes de la corona española.

Por la convulsa situación político militar por la que atravesaba la América española,

los territorios de colonia pasaron a un segundo plano pues lo importante era decidir

quién los iba a controlar dándose por supuesto la situación de sumisión de los

nativos en dichos lugares. Entre tanto, el orden social estructurado alrededor de la

simbólica serrana volvía a florecer de espaldas a los ilustres problemas de las élites

criollas y española (Morales & Pumarejo, 2003), no obstante, los trapiches

seguirían atrayendo con su magnético poder a los indios que poblaban la región de

Atánquez.

Este hito se caracteriza por la división espacial entre afuera (espacio público) y

adentro (espacio no público), dos espacialidades producidas a partir de la labor

misionera de los capuchinos de Valencia, quienes llegarían al Territorio Nacional

de Nevada y Motilones32 por el encargo del gobierno nacional de “reducir a la vida

civilizada” a los naturales de aquellas hostiles y encumbradas tierras.

32 El Territorio de Sierra Nevada y Motilones fue una división territorial de los Estados Unidos de Colombia creada en 1871 que operó hasta 1886 en los que se comprendía desde las regiones litorales de Riohacha y Santa Marta hasta la Serranía del Perijá.

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En 1876 el cura Rafael Celedón visitó el Territorio de Sierra Nevada y Motilones,

el cual había sido creado cinco años atrás, tras recorrer la vertiente norte de la Sierra

Nevada y la vertiente suroriental, comunicó al obispo Romero de Santa Marta la

preocupación que le suscitaba el abandono en que se encontraban los indios

“arhuacos-kóggabas”. Concretaron así, con la intermediación de monseñor

Agnozzi la presencia de seis misioneros que fueron enviados por los capuchinos de

Valencia (Uribe Tobon, 1986). La presencia de los capuchinos significó la

concesión definitiva del Territorio Nevada y Motilones a la iglesia católica (Ver:

Ilustración 6 Mapa del Territorio de Nevada y Motilones. [Fuente: de Valencia, E (1924)]

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ilustración 6). Sin embargo, su presencia fue intermitente debido al constante

sabotaje al que se vieron sometidas por parte de los liberales33 quienes se oponían

a su labor evangélica34.

Como el “pueblo más poblado35, menos ignorante y más trabajador de los

Territorios Nacionales” calificó Rafael Celedón al corregimiento de Atánquez

(Morales & Pumarejo, 2003) pese a que algunos hombres usaran el poporo y

conservaran el dialecto antiguo, “las creencias antiguas, combatidas duramente por

los sacerdotes, han sido olvidadas en su mayoría, y sólo conservan unas pocas como

restos de su ‘gentilidad’” . (ibíd. pág. 93). No obstante la preocupación suscitada

por las “atávicas” prácticas indígenas, el pueblo se encontraba en un nivel tal que

fue posible fundar la escuela pública del corregimiento de Atánquez, la cual con un

año de funcionamiento, ya tendría cincuenta estudiantes que pese a su inicial estado

de ignorancia e incapacidad para persignarse, o deletrear el abecedario, tras

jornadas de siete horas de estudio y doble sesión diaria de oración, terminarían por

complacer a Juan José Cuebas, el primer maestro de la escuela (ibíd.)

El hecho de que hubiera 86 casas en el pueblo, en su mayoría habitadas por indios

posibilitó la fundación de la escuela pública, en la cual se enseñarían una serie de

33Los liberales a los que se hace referencia aquí eran los adeptos al Partido Liberal Colombiano quienes se oponían a las políticas del Partido Conservador Colombiano orientado por los valores católicos decimonónicos de comienzo de siglo que se oponían al ateísmo, al comunismo e impulsaban políticas como la de la “reducción de los salvajes” a manos de misiones religiosas. Además, partido Liberal y Conservador desencadenaron una serie de disputas que acabarían desangrando a media Colombia en lo que hoy se conoce como la época de La Violencia.

34 Debido a las denuncias liberales varias veces los capuchinos hicieron publicaciones de carácter nacional e internacional para justificar su accionar y “desvanecer algunas acusaciones injustas que se han lanzado en la prensa contra la labor evangélica llevada a cabo en el Vicariato de la Goajira” (Mision de La Goajira, Sierra Nevada Y Motilones, a Cargo de Los Reverendos Padres Capuchinos, 1915 )

35 Con 86 casas, de bahareque y techo de paja, Atánquez era el asentamiento humano más denso demográficamente en el territorio de Nevada y Motilones para el decenio de 1870 (La recuperación de la memoria histórica de los kankuamo: Un llamado de los antiguos. Siglos XX­XVIII, 2003)

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prácticas político religiosas (que iban desde la persignación hasta la historia patria

o la gramática castellana) y se castigarían duramente otras como el uso del poporo,

del pelo largo o del kampanake36. El Mamo José Romero recuerda que durante el

período más agresivo de los capuchinos, el uso del poporo era castigado con la

amputación de las manos (Zhigoneshi, 2012). Si bien no hay información suficiente

sobre el período de las guerras civiles (sobre todo la de los Mil Días) y se presume

que los trapiches fueron el imán que atrajo a los indios y los mantuvo congregados,

es acertado afirmar que la violencia física también jugó un papel preponderante en

la eliminación de prácticas serranas y en la retención de los indios alrededor de los

trapiches y la iglesia pues, como veremos con la comparación de algunas fotos de

archivo, el modus operandi de los capuchinos era el mismo en Atánquez y en los

otros pueblos de misión, sin embargo, debido a las particularidades de cada lugar,

los métodos variaron de un pueblo a otro. (Ver: ilustraciones 8 para el caso de

Atánquez a mediados del siglo XX y 7 para el caso de Nabusímake a comienzos de

siglo XX)

La escuela colindaba con la cárcel del pueblo, otra edificación empleada por las

autoridades para el aislamiento espacial de quienes se comportaran como no era

debido. Un correcto modo de comportarse en público empezaba a ser sancionado,

a la vez que la reclusión en calabozos se erigía como una nueva amenaza contra lo

indígena. Dussan y Reichel-Dolmatoff (2012) corroborarían que la lengua

indígena, ya en vía de extinción sólo era usada en espacios no públicos y para actos

rituales concretos.

36 Nombre de la lengua que anteriormente se habló por los indios de Atánquez (Bilingüismo Desigual En Las Escuelas de La Sierra Nevada de Santa Marta. Problemas Etnoeducativos., 1996)

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Ilustración 7 Kankuamos formando en Atánquez, años cincuenta del Siglo XX. [Fuente: Bunkwa- Make

(2012)]

Ilustración 8[aquileon22. 2012, mayo 19.] NABUSIMAKE: Memorias de una independencia 1.2. [Archivo de

video]. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=1ZTl79VhLIs

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Durante la época colonial, la evangelización constituyó un discurso de gran fuerza performativa en la construcción de un espacio occidental. El modelo espacial de la “reducción”, aplicado en la fundación de pueblos y ciudades del Nuevo Mundo, estaba relacionado con la manifestación visual de un orden divino, cuya expresión terrenal se concretaba en el área arquitectónica demarcada por la iglesia y su relación con la plaza cuadrada. Este ámbito, en el que se concentraba la mayoría de las actividades de la vida “en policía” de los nativos, era la expresión, desde el punto de vista del espacio, de un discurso central de la colonización, y representaba la materialización de un orden opuesto al caos de la civitas diaboli. (Morales Thomas P. , 2011, pág. 232)

La concreción del orden occidental pasaba por la cuadriculización del espacio y por

el control de las actividades que allí realizaban los nativos. De la burda

congregación de indios alrededor de los trapiches se pasó a la creación de

dispositivos de autocontrol y disciplinamiento que regirían el espacio público, es

decir, se incorporó en los atanqueros cierto tipo de prácticas que buscaban

homogenizarlos bajo el discurso de la civilización. Así, no solo se mecanizan en

form a de rutina, como los trapiches de la congregación, movimientos, actitudes y

funciones corporales (necesidad de defecar y orinar), sino que incluso se interviene

la carne de los cuerpos (Mateus Albeiro, 2016, pág. 31) incorporando en la gente

de Atánquez un deber ser cargado de connotaciones antiindígenas.

Cuando llegaron la escuela y los internados se produjo una gran paradoja en el niño, que tenía que seguir una línea chamanística por un lado, y por el otro obedecer los poderes de la otra historia. Esto hizo estallar su cuerpo, comenzaron a desarrollar una imaginería aterradora entre la fuerza que lo culpabilizaba por ser indio y otra que lo atacaba por dejar de ser indio. Se trataba de un doble vínculo_tal y como lo describió Gregory Bateson, un doble vínculo peligroso37 (Pinzón, 2004)

37 “El antropólogo y epistemólogo Gregory Bateson describió las características del doble vínculo en la esquizofrenia, (. . .) El doble vínculo es una sin salida o paradoja psicológica que se produce en el individuo cuando recibe dos órdenes contradictorias que deben cumplirse por igual.” (Pinzón, 2004)

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Esa forma de ser contradictoria que se le imponía a los indígenas se expresó

espacialmente en formas diferenciadas de comportarse adentro y afuera, es decir,

se definió un espacio no-público (adentro de la casa) donde los indios no eran

controlados por el código de comportamiento público y un espacio público (afuera)

donde aquellos dispositivos de autocontrol dominaban la forma de ser y estar de los

atanqueros.

Con la definición de un espacio público (afuera), no solo se garantizaba una zona

común para el recreo de los habitantes del pueblo (Remesar, Antoni & Ricart, Núria

2013) sino que se reflejaban los objetivos de los grupos dominantes (Capel, Horacio

1975) los cuales dictaminaban qué estaba bien y qué mal, concentrando y

observando “en policía” la actividad de los nativos.

Esa nueva espacialidad que se empezaba a definir, pareciera ser homologable con

lo que Lefebvre ha denominado espacio público, donde coincidían la relación de

los individuos concentrados en grandes grupos y los códigos jurídicos y culturales

promulgados por los grandes poderes institucionales como el Estado y/o la Iglesia

(Lefebvre, Henri 1971), es decir, allí donde grandes grupos de personas se

relacionaban por los códigos de comportamiento, dictados por los poderes

institucionales, podía hablarse de espacio público. Dichos códigos de

comportamiento, serían aquellos dispositivos de autocontrol que buscaban

homogenizar a las personas en el espacio público. Para nuestro caso, en la plaza y

alrededor de la iglesia confluían todas o casi todas las personas del pueblo, ante la

permanente vigilancia que lograba interiorizarse en las personas, haciendo que estas

se comportaran de acuerdo a unos marcos de referencia establecidos por los

dominantes38. Sin embargo, a la par del surgimiento de un espacio público se

38 Esos marcos de referencia de los dominantes se expresaban en prácticas como la lectura, ir a misa, o hablar español. Dussan y Reichel-Dolmatoff (2012) catalogarían este tipo de prácticas como portadoras de prestigio en contraposición a las indígenas las cuales serían motivo devergüenza.

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definía un espacio no-público (adentro) en el que los códigos de los poderes

administrativos no eran el referente de las interacciones y las prácticas, estos

espacios estaban lejos de la plaza o en el interior de las casas, donde las autoridades

no tenían permanente acceso ni control (Ver capítulo II).

En Atánquez, ser blanco o estar asociado a ese discurso era símbolo de prestigio,

mientras que ser indio era ser inferior y por tanto,significaba desprestigio en el

pueblo. El tiempo de la vergüenza comenzaba y el principio que parecía regir las

representaciones de lo indígena se podría resumir en “odia lo indígena: ódiate a ti

mismo” (Mateus Albeiro, 2016). Sin embargo, lejos de estar resuelto el asunto por

medio de la vergüenza, ese doble vínculo seguía operando y mientras era motivo

de vergüenza denotar indigenidad en los espacios públicos, los espacios no-

públicos eran espacios desprovistos de castigos violentos por parte de las

autoridades. Allí las formas de enunciación todavía estaban fuertemente

emparentadas con la simbólica serrana.

Los dispositivos que definirían el espacio público (ir a misa, hablar español, vestirse

como “civilizado”, leer etc.) empezarían a diferenciarse de las prácticas de los

espacios no-públicos (andar descalzo, hablar kampanake, vestir de manera

tradicional, etc.) configurando así dos espacialidades distintas dentro del mismo

pueblo: adentro y afuera.

Hacia los años cincuenta, Dussan y Reichel-Dolmatoff (2012) encontraban que el

autocontrol en el espacio público era una pauta generalizada, de esta manera tener

un comportamiento “sobrio y serio” era un requisito para desenvolverse

adecuadamente allí, mientras que en los espacios no-públicos estos rasgos perdían

importancia. De lo que deducen que el espacio público convertía a las personas en

sujetos vulnerables de señalamiento y castigo social.

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Esto se sustenta en la prevenida actitud de Covarita en el espacio público, o en las

normas mencionadas por Baudelino, las cuales prescribían una cierta forma de

presentación: uñas cortas, pelo peinado, uso de zapatos, etc. Pautas de

comportamiento que no regían ni rigen aún la vida adentro, donde se puede comer

con la mano y sin cubiertos, se puede dormir en una cama con palomas o pollos, y

donde lo privado (el complemento de lo público) no existe, pues volátiles telas

separan de forma intermitente los espacios, haciendo que en reducidas habitaciones

confluyan varias personas haciendo que espacios privados, para verse el cuerpo

desnudo, por ejemplo, no existan.

Analizando las fotos del archivo de los Reichel-Dolmatoff el carácter masculino

del espacio público sale a flote. Así, es posible observar cómo los hombres

modificaron más rápidamente su presentación personal cortando su pelo, usando

ropa “civilizada” (pantalón, cinturón, zapatos y camisa) debido a que

constantemente practicaban el espacio público. Entre las fotos de mediados del

siglo XX no aparece un solo hombre con pelo largo o vestido tradicional mientras

que sí aparecen mujeres descalzas, con manta cruzada y usando cuentas de collar.

(Ver: ilustraciones 9 y 10)

Ilustraciones 9 y 9 Arias, W. [walter enrique arias ariza]. 2014, marzo 12. Gaita Kankuama Pueblo Indigena Colombiano asentado en la Sierra Nevada. [Archivo de video]. Recuperado dehttps://www.youtube. com/watch ?v=T0BjoKeRKYE

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De aquí se sugiere que los hombres estuvieron sometidos a un proceso más fuerte

de “civilización” por ser ellos los que debían presentarse constantemente en

público, mientras que las mujeres, destinadas al espacio no-público conservaron

elementos de la simbólica serrana por más tiempo. De ser así, sería de alto valor

para la Organización Indígena Kankuama volver sobre aquellas ancianas que rara

vez se ven por el pueblo y que permanecen más que todo dentro de las casas, pues

debido a su baja exposición a los espacios públicos debieron estar más

constantemente en contacto con la lengua nativa y con las historias de los antiguos.

Dentro de la tradición serrana, el tejido de la mochila es a la mujer lo que el uso del

poporo a los hombres, sin embargo, el uso del poporo fue totalmente erradicado

entre los kankuamo y para los años cincuenta ya no hay registro de su uso, mientras

que el tejido de mochila pervivió hasta la actualidad pese a que se ha visto

modificado su significado debido a la mercantilización. Una y otra vez el espacio

público parece estar fuertemente asociado a lo masculino-occidental mientras que

lo doméstico parece estar más en asocio con lo femenino-serrano. Pese a que el

hombre denotara prepotencia y alevosía dentro de la casa, las decisiones finalmente

siempre eran tomadas por la mujer (Dussan & Reichel-Dolmatoff, 2012). No en

vano, quienes preparan el alimento suelen ser Covarita y Teonice, y de este hecho,

que garantiza la energía básica para el día a día, depende lo que se haga o deje de

hacer el resto de la jornada. Abajo en Atánquez, el control sobre el fogón lo tienen

las mujeres.

Pero la definición del espacio público no pasa únicamente por la prohibición de

cierto tipo de prácticas y su reemplazo por unas de talante “español” . La creación

de un espacio “civilizado” también fue la eliminación del espacio “salvaje” . Hasta

poco antes de la congregación, las pocas y deshabitadas casas de Atánquez

generaban preocupación entre otras, porque servían de guarida a “fieras salvajes”74

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(Morales & Pumarejo, 2003), fieras que no vuelven a ser motivo de preocupación

una vez congregado el pueblo. Durante nuestra estadía en el RIK, intentamos

recoger historias sobre la presencia de felinos grandes, boas o animales que

pusieran en riesgo la vida de las personas. Si bien todos coinciden en que aún se

escucha de la presencia de leones en las montañas aledañas, esto ocurre en las fincas

y hace ya muchos años que no hay presencia de estos en el corregimiento.

Sobre la domesticación del espacio recordamos el acto de limar los dientes a una

de sus perras llevado a cabo por Covarita. Lo que a simple vista podría verse como

un acto vengativo, reviste toda una concepción de los animales en el que no se da

margen a la más mínima expresión de “salvajismo” o mejor, de “animalidad”; de

no ser para enfrentarse al entorno hostil de arriba o de los lugares donde no ha

habido un proceso de domesticación que convirtiese el espacio en algo público.

El caso de Covarita también sirve para ilustrar cómo se empezó a modificar la

presentación personal en función de los requerimientos del espacio público, espacio

producido a partir de la práctica de los capuchinos, quienes vieron que no era

suficiente con congregar a los indios alrededor de los trapiches y la iglesia, sino que

había que letrarlos, sacarlos del pecado, y, en fin, civilizarlos todo lo que fuera

posible. Al fin y al cabo, no terminaba de verse bien una procesión católica que

concluyera con un frenético baile alrededor de una piedra y no con una disposición

sobria y “civilizada” frente al altar de la iglesia39.

La introducción de un sistema de producción basado en la explotación del indígena

y su espacio, por parte de los colonizadores, significó ante todo la modificación de

las redes de prácticas, sin embargo, esto no ocurrió únicamente en la esfera

económica, pues la esfera del poder también sufriría cambios importantes: debido

39 Dussan y Reichel-Dolmatoff (2012) señalan que debido a que la celebración del Corpus Christi siempre concluía con los indios bailando alrededor de La Piedra de Yesío, las personas de la plaza decidieron removerla de allí para evitar más vergüenzas.

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a su “avanzado estado de civilización” (Morales & Pumarejo, 2003) Atánquez fue

elegida como capital del Territorio Nacional de Nevada y Motilones40, y durante

algunos meses allí vivió su prefecto, lo cual significó que Atánquez se volviera un

punto de paso obligatorio entre las diversas redes de comunicación del TNNM, un

entrecruce de caminos de relevancia en el mapa de las “rutas civilizatorias” .

La consolidación de Atánquez como la capital del territorio de Nevada y Motilones

marca un hito en la definición del espacio kankuamo porque significó la

diferenciación de las prácticas que las personas desarrollaban adentro y afuera.

Debido a la concreción de un espacio público, el prefecto del Territorio se trasladó

de forma permanente al corregimiento y esto hizo que un volumen importante de

capitales se concentrara y circulara por Atánquez de forma significativa, atrayendo

españoles y personas de las tierras bajas, que junto a las ilusiones de progreso

traerían consigo costumbres y prácticas que contrastarían con el mundo serrano,

distinguiendo lo no indígena como lo legítimo, de lo indígena que representaría lo

ilegítimo e indeseable.

La producción del espacio público (afuera) debe entenderse ante todo como un

dispositivo que buscaba (y busca) la homogenización de la gente de Atánquez a

través de un conjunto de prácticas provenientes del discurso civilizatorio, prácticas

enunciadas por Baudelino y descritas a partir de la experiencia misma de Covarita.

Dispositivo claramente articulado a unas relaciones de poder entre los capuchinos

y los indios atanqueros, que además produciría esa diferencia entre indio y

atanquero, en donde el primero significaría “salvajismo” y el segundo

“civilización” .

40La elección de Atánquez como capital del TNNM se dio en el concubinato entre la misión de capuchinos de la Goajira, Sierra Nevada y Motilones y el gobierno nacional. Al respecto, llama la atención el porqué Valledupar se consolidó de manera posterior como la definitiva capital regional dejando a Atánquez en un segundo nivel de importancia.

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De la Sierra Nevada, un espacio inculto “plagado” de “templos de adoración al

diablo”, perteneciente a los “salvajes indios de nación amaca”, se desprendió una

parte que fue llamada Atánquez, un pequeño poblado que congregaba a los indios

alrededor de la producción de panela y la salvación del espíritu. Además, se produjo

un espacio público repleto de normas que moldeaban a los atanqueros mediante

prácticas propias del mundo occidental, tales como escribir, usar calzado o hablar

español. Estas espacialidades no llegaron para borrar a esa Sierra Nevada prístina,

llegaron para amalgamarla. El espacio público no eliminó los espacios producidos

desde la simbólica serrana, los fragmentó contrastando prácticas indígenas con

prácticas no indígenas.

La gente de Aritama, un certificado científico. Arriba y abajo.

“El monte (...) no sólo fue el refugio contra los peligros representados por la agresión de otros hombres. También lo fue frente a otras amenazas. Paradójicamente, la montaña

también era lo inculto, lo que estaba fuera de control. Es decir, que a la vez que era refugio, era el lugar de perdición. De las “montañas y garras del demonio” sacaron los

frailes de la misión de Becerril del Campo a los indios Acanayutos hacia 1717 (...) Era perentorio sacar a los hombres de los montes, pues vivían allí como fieras. Los hacía

‘díscolos é indisciplinados’”

(Herrera Ángel, 2002)

El tiempo de Aritama41 resulta fundamental en el proceso de redefinición espacial

por dos razones. La primera porque fue a partir de la investigación, que luego se

41 Aritama fue el seudónimo que pusieron a Atánquez los esposos Reichel-Dolmatoff, quienes en un tiempo de bruscos cambios se encontraron con la solicitud de sus habitantes, de evitar el verdadero nombre del corregimiento, para que no quedara registrado que allí vivían indios de manta, como en los otros pueblos serranos. La vergüenza se cernía sobre la gente de Aritama, habitantes de un poblado ficticio con un pasado bastante indeseable.

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titularía The people o f Aritama42, que se dictaminó científicamente que la

personalidad cultural de aquellos aldeanos ya no era más indígena y se encontraba

en un estadio avanzado de mestizaje, lo cual permitía afirmar:

En muy pocas poblaciones del país, la cultura indígena y la mediterránea se han amalgamado tan perfectamente, desarrollando el proceso de absorción étnica con tanta armonía y creando un elemento humano nuevo, ecuánime y consciente de su pasado y porvenir (...) [En donde] ha surgido el Atanquero, producto extrañamente fusionado de dos razas y dos culturas, individuo que por una rara ley privilegiada desarrolló en sí lo bueno, positivo y eterno de ambos mundos, sin conocer el conflicto entre ellos. (Reichel-Dolmatoff, 1948 , pág. S/N)

La segunda razón es que hubo un “diseño racista de la distribución espacial del

pueblo de Atánquez. El cual quedó dividido en la bajería, donde estuvieron

ubicados los ‘españoles’ y la arribería, ocupada por los ‘indios’” (Figueroa Pérez,

2001, pág. 189) Que los Reichel-Dolmatoff supieron identificar y describir muy

bien en La gente de Aritama.

Si bien es posible afirmar que esto empezó a ocurrir desde el momento mismo de

la congregación, en el tiempo de Aritama se hizo evidente la producción dicotómica

del espacio. No obstante, esta dinámica arriba/abajo no tendría su única expresión

en el binarismo barrial, también se expresaría en Valledupar/Atánquez,

Atánquez/Chemesquemena-Guatapurí, Atánquez/La Sierra, Atánquez/las fincas.

Como veremos a partir de relación arriba/abajo es posible avanzar en la respuesta

a la pregunta de cómo se define el espacio kankuamo.

(Ver: ilustraciones 11 y 12)

42 Fue en el contexto de las promesas del “desarrollo” que se escribió esta obra y eso marca un hito importante en su desarrollo, pues varias veces el análisis se ve viciado por un cierto evolucionismo propio de la época.

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Ilustración 10 Casas abajo, en el corregimiento de Atánquez. [Archivo personal] diciembre de 2015

Ilustración 11 Casa arriba, en la finca la Finlandia. [Archivo personal] abril de 2016

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En 1951 Gerardo Reichel-Dolmatoff y Alicia Dussan llegaron a Atánquez guiados

por el filósofo atanquero Rafael Carrillo Lúquez43 (fundador del Instituto de

Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Colombia), quien les conseguiría

un antiguo depósito como lugar de vivienda. Con un vistoso letrero de madera los

antropólogos bautizaron la casa como “Cancuama”. Sin embargo, pocos días duró

ese provocativo rótulo, pues una noche algún vecino enfurecido lo hizo arder con

todo y los cultivos que habían hecho frente a la casa los nuevos moradores. El

mensaje era claro, ese pasado indígena debía quedar en el olvido y no hacía falta

que unos extraños llegaran a recordar lo que tanto había costado erradicar. Esto se

hizo evidente no solo en el título de la investigación (La gente de Aritama. La

personalidad cultural de una aldea mestiza de Colombia) también los archivos

fotográficos de Dolmatoff dan cuenta del cambio que tuvo su investigación.

En la Biblioteca Luis Ángel Arango reposan ocho cajas44 con las fotografías

realizadas durante la estancia en Atánquez de Dolmatoff y Alicia Dussan. Las fotos

tomadas en 1951 están tituladas genéricamente como “Etnografía de los indios

Kankuama” mientras que las tomadas en 1952 aparecen bajo el nombre de

“Etnografía de la cultura criolla, Atánquez”. De hacer una etnografía de un grupo

indígena en Atánquez se pasó a hacer una etnografía de la cultura criolla en

Aritama.

Teniendo en cuenta que Dolmatoff fue un antropólogo oficial para el gobierno

colombiano y que sus decisiones siempre eran tenidas en cuenta para la

43 Según recuerda Hermes Basilio Arias, fue Rafael Carrillo quien de puerta en puerta advirtió a la gente de Atánquez que no hablaran la lengua nativa delante de los Reichel-Dolmatoff, pues ellos sabían mucho de lingüística y luego harían dinero a costa de quienes allí vivían sin retribuir nada a cambio.

44 Tras un intenso proceso de negociación entre la OIK e Inés Reichel (hija de Gerardo y Alicia) se logró la concesión parcial de los derechos de uso de cuatro cajas a la Organización Indígena, sin embargo, aún hay cuatro cajas que la gente de Atánquez no conoce.

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implementación de políticas a grupos indígenas (Vasco, Erasmus Gerardo Reichel-

Dolmatoff: Fascismo Y Antropología En Colombia., S/F. a), Thepeople o f Aritama

(Ver: ilustración 13) fue el aval de cara a las élites del país que certificó la positiva

absorción del indígena kankuamo a la sociedad nacional. “Es claro el papel que

tuvo su libro sobre Atánquez, que acaba de publicarse por primera vez en castellano

(por algo lo escribió y publicó únicamente en inglés), en la vida de los kankuamo,

a quienes declaró en ese libro definitivamente desaparecidos y transformados en

campesinos, hasta el punto que ellos mismos comenzaron a negarse como

indígenas.” (ibíd.) The people o f Aritama es un hito en la delimitación del espacio

kankuamo, porque significó por casi medio siglo, el acta de defunción de los

kankuamo, de cara a quienes decidían sobre el territorio nacional.

A mediados del siglo XX, Dolmatoff

era uno de los pioneros de la

antropología en Colombia (junto a

Paul Rivet, entre otros). Él fundó el

primer departamento de antropología

del país (en la Universidad de los

Andes). En ese contexto sus trabajos

eran completamente innovadores y

arrojaban información nunca antes

pensada sobre el mundo indígena y

rural. En ese entonces el paradigma

funcionalista mandaba la parada en

las ciencias sociales en las cuales él

fue formado45. Entre otras, dicha

45Más adelante en el tiempo, Dolmatoff se vería fuertemente influenciado por el estructuralismo de Lévi-Strauss, pero cuando realizó el trabajo con la gente de “Aritama”, aún no era evidente. No obstante, el antropólogo francés elogió alguna vez The people o f Aritama calificándolo de estudio “modelo” y “monumental”.

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corriente no encontraba mayor inconveniente en lanzar predicciones y establecer

leyes.

Esa teoría coincidía con la política integracionista del Estado colombiano respecto

a los indígenas, que se postuló bajo la dirección del Instituto Indigenista

Interamericano, del cual Dolmatoff era representante oficial para el gobierno

colombiano (Vasco, S/F. a). Por un lado, los estados nacionales buscaban mestizar

biológica y culturalmente a los indígenas para sacarlos así de su inaceptable estadio

de barbarie. Por el otro, la epistemología teleológica a la que pertenecía Dolmatoff

veía una sucesión causal de etapas en donde “A” era superado por “B” y “B” era

superado por “C”. En ese contexto, pareciera que Dussan y Dolmatoff fueron a

evaluar un caso particular de transición entre el mundo indígena (“A”) y el mundo

nacional (“B” ¿o “C”?), a supervisar cómo funcionaba esa integración a la sociedad

nacional.

Sin embargo, aquí es necesario hacer dos salvedades, i) desmarcarse de lo dicho

por Vasco respecto a que fueron Dussan y Dolmatoff quienes le dijeron a los

kankuamo que ya no eran indios, haciendo que ellos se lo tomaran como una verdad

irrefutable, dándole el estatus de dispositivo a The people o f Aritama. Quienes le

dijeron eso a los kankuamo fueron los capuchinos tiempo atrás, lo que hicieron los

Reichel-Dolmatoff simplemente fue ir a supervisar y evaluar lo hecho por las

misiones. Si bien The people o f Aritama es un hito en la definición del espacio

kankuamo no es un dispositivo para la gente de Atánquez, al fin y al cabo, ellos no

tuvieron acceso a ese estudio en su traducción completa sino hasta 201246. Ahora

bien, sí fue un dispositivo científico para la elite nacional, el cual les permitió

ejecutar políticas concibiendo a los pobladores de Atánquez como mestizos y no

46Hacia los años ochenta, María Cristina Echeverría adelantó una serie de trabajos entre la gente de Atánquez de los cuales se desprendería una escuela de gaita y chicote, una asociación de artesanas y sesiones de lectura de The people o f Aritama con traducción simultánea hechas por ella misma, entre otras importantes actividades.

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como indígenas. ii) Es posible identificar ese pensamiento teleológico en la obra de

Dussan y Dolmatoff, pero es igualmente fácil identificar un sinnúmero de

contradicciones que parecieran sugerir un agrietamiento en esa forma de interpretar

la realidad. Así, sobre el final de la obra se lee que:

En realidad, aquellos despreciados como “indios subdesarrollados” están más cercanos ideológicamente a la civilización occidental que los “españoles” locales o los criollos de las tierras bajas. El campesino indígena conservador vive bajo un sistema de valores y demuestra un tipo de personalidad mucho más occidental que la visión de la vida del criollo emergente. Entre los primeros, su catolicismo del siglo XVIII y su respeto por el debido proceso de la ley, por la vida familiar y por la autoridad de la aldea están en clara oposición con el materialismo del criollo promedio, con su hedonismo, con su desprecio por la ley y la autoridad con su perturbada vida familiar.

Pero tampoco puede haber dudas sobre el resultado final. Al parecer, no solo Aritama sino todo el mundo criollo se está volviendo cada vez menos occidental. Permanecen las formas institucionales de la civilización occidental, pero su contenido es nuevo, porque sus valores básicos y motivaciones son ahora los de unas personas para quienes la condición humana tiene un significado diferente del que tiene para Occidente, del que tenía para sus padres, para aquellos que todavía eran capaces de mirar a sus ancestros con legítimo orgullo. (Dussan & Reichel- Dolmatoff, 2012, pág. 528)

De esto se obtiene que no es tan fácil despachar este clásico de la antropología

colombiana, si bien es imperante tener en cuenta el contexto de la obra y las

motivaciones políticas del antropólogo austrocolombiano y otrora miembro del

Servicio Secreto de Adolf Hitler (Oyuela-Caycedo, 2012).

Pese a los problemas epistemológicos ya señalados de La gente de Aritama, la

exhaustiva descripción que sobre la vida de aquel pueblo se expone en el libro,

resulta clave no solamente para los ejercicios académicos que se hagan sobre la

región, sino también para la reconstrucción de una memoria histórica, la

recuperación de tradiciones indígenas e incluso, si se quiere, para el proceso de

reetnización. La división espacial del pueblo fue algo que llamó marcadamente la

atención de los Reichel-Dolmatoff, la vida en La Plaza era algo totalmente distinto

a la vida en La Loma (Ver: ilustraciones: 14 y 15).

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Ilustración 14 Las jovencitas de La Plaza aún visten la Ilustración 13 Mujer de La Loma [Fuente: Mateus,

mantilla española. [Fuente: Dussan & Reichel-Dolmatof D (2016)]

(2012)]....La división es clara para todos los habitantes y, el hecho de ser un placero o un

lomero significa mucho más que simplemente ser residente de una zona geográfica específica dentro de la aldea. Implica diferencias en cuanto al rango social, la actividad económica, la participación religiosa. Significa tensiones, desdén, miedo y frustración, porque mientras los habitantes de la Loma tienen una tendencia hacia la tradición y el aislamiento, hacia las costumbres del campesinado de orientación indígena de la montaña, la tendencia de los de La Plaza es hacia el “progreso” y hacia el contacto con el mundo exterior (...) la presente división entre los dos barrios es, en muchos aspectos, una división de carácter emocional y carece mucho de su anterior significado en términos de casta y raza. (Dussan & Reichel- Dolmatoff, 2012, págs. 53-54)

Hoy en día esta división no es tan clara pues la pertenencia a los barrios no significa

automáticamente un tipo específico de personalidad. Es más, una misma persona

puede encarnar prácticas tanto de orientación indígena como “españolas” o

“civilizadas”. En el tiempo de Aritama (mediados del siglo XX), había dos sistemas

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culturales (indígena-serrano e hispano) encarnados en las personas de un barrio u

otro que luchaban por situarse como el sistema de valores legítimo dentro del

pueblo. El desarrollo del proceso ha continuado y las fronteras entre “lo indio” y

“lo civilizado” parecen ser más difíciles de delinear y la misma persona que toca

en un carrizo47 un son de chicote48 puede grabar en un estudio un vallenato con

acordeón.

Se sugiere pues, desde una perspectiva multiescalar, que la dinámica arriba/abajo

se ha extrapolado y ya no ocurre entre La Loma y La Plaza, pero sí persiste a nivel

de resguardo donde las prácticas de las personas de Atánquez están más orientadas

a la dinámica nacional mientras que las personas de los pueblos altos del resguardo

(Guatapurí y Chemesquemena49) tienden a comportarse de acuerdo a las

costumbres del campesinado de orientación indígena. Covarita sólo sacó su chipire,

para continuar tejiendo una mochila, cuando salió de Atánquez por la Loma Blanca,

cogiendo camino hacia las fincas, pues abajo en el pueblo, se siente observada y

señalada. Así mismo, cierto tipo de prácticas como el pagamento colectivo o el

conocimiento de los mamos, son accesibles sólo en la medida en que se deje abajo

a Atánquez y se suba hacia la Sierra, tal es el caso de Baudelino quien hace de

encomendero de pagamentos entre la gente de Atánquez y los mamos arhuacos.

Es importante resaltar que, para las poblaciones de las tierras bajas, Atánquez es un

pueblo de indios “arriba en la Sierra”, y bajo el dicho violento de “indio atanquero

que come iguana con cuero” se les suele estigmatizar. Así mismo las personas de

Atánquez ven en Valledupar una ciudad de gente con más dinero y con otras pautas

47 Flauta de madera con boquilla en cera de abeja y pluma de algún ave que se usa en la región.48 Melodía y baile relacionado con los cantos de animales, especialmente aves, batracios y

felinos. (Bermúdez, 2006 )49Decir que las personas de Chemesquemena y Guatapurí tienden más hacia las costumbres

indígenas que las personas de Atánquez, no significa que sean “tan indígenas” como las personas de La Loma en los años 50, significa que en relación a las personas de los poblados bajos tienen una inclinación mayor hacia las costumbres de tradición serrana.

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Page 86: LA GENTE DE ATÁNQUEZ. PRÁCTICAS Y RE-DEFINICIÓN DEL ...

de comportamiento, lo cual los hace sentirse incómodos cuando bajan al Valle,

deseosos de volver pronto al corregimiento natal. Desde este punto de vista

Atánquez es visto desde las tierras bajas como una población arriba, en la Sierra.

Sin embargo, para los otros pueblos indígenas, Atánquez es un pueblo de indios

civilizados que ya olvidaron los nombres de los cerros y los materiales de

pagamento. Para ellos, Atánquez es un referente de abajo, en el que se puede

conseguir todo tipo de insumos “civilizados” como memorias USB con vallenato,

gaseosa, material para construcción, carne de ganado doméstico, armas y

violencia50. A eso, últimamente se le ha sumado la ampliación de la carretera que

conecta a las partes más altas del resguardo (Guatapurí y Chemesquemena) a la red

vial nacional. Ahora no es necesario bajar tanto para “untarse de occidente” y

vender y comprar lo que sea necesario.

Los lomeros parecían estar destinados a ser absorbidos por la dinámica de la aldea

y la aldea por la dinámica nacional, esa es una predicción concluyente que se

establece en La gente de Aritama. Con este dispositivo en mano fue que el Gobierno

Nacional determinó que la ampliación del Resguardo Arhuaco se haría hacia las

tierras de los atanqueros pues ellos no eran más que colonos advenedizos, que según

los Reichel-Dolmatoff treinta años atrás ya habían dejado der ser indígenas.

La Sierra de Atánquez no era más ese lugar de “aruacos adoradores”, pero era más

que un pueblecito de indios que trabajaban en trapiches de panela e iban a misa.

Era un lugar donde se creía en el poder de las piedras, en la hechicería y en el

santísimo sacramento de la iglesia católica. Atánquez era el lugar donde vivían

“indios” y “civilizados”, incluso, donde vivían “indios civilizados”. Un lugar

50 Figueroa (2001) cita a Dolmatoff diciendo que: “raras veces, en mis viajes por la Sierra Nevada, he visto tantas manifestaciones de desprecio, odio y agresión por parte de los colonos mestizos contra los indefensos Kogi, como en esta región” refiriéndose a la región de Atánquez y sus cabeceras del Río Guatapurí.

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arriba en la Sierra, donde viven los indios atanqueros comedores de iguana con

cuero, pero también un pueblo abajo, donde se celebra la misa, se puede conseguir

escopetas y ya no se paga a las lagunas como es debido. Un espacio público afuera,

donde es inadmisible andar descalzo como los “indios” de arriba, a la vez que

adentro, donde no importa comer sin cubiertos ni tener un espacio privado.

La gente de Aritama sirvió como un certificado que predecía que los atanqueros no

eran indígenas y con base en eso, el espacio kankuamo se redefinió pues se les

otorgó licencia legal a los arhuacos para empezar a ocuparlo. Las consecuencias

serían tan inesperadas que la misma conclusión científica de los Recihel-Dolmatoff

quedaría por el piso...

La reetnización.

En la segunda mitad del siglo XX aparecieron las guerrillas de izquierdas en

Colombia, fruto de la Violencia que encendió el campo colombiano durante la

primera mitad del mismo siglo; por la desigual distribución de la tierra e

influenciadas además por la Revolución cubana y en algunos casos apoyadas por la

Unión Soviética y China. Con tesón fueron ganando legitimidad y terreno frente al

Estado colombiano, el cual pretendían tomar por las armas. En este contexto, las

FARC, una de las guerrillas, logró posicionarse de manera ventajosa frente al

Estado colombiano en la vertiente suroriental de la Sierra.

Hacia 1980 el Incora trabajaba en la compra de tierras a colonos para la ampliación

del Resguardo Arhuaco. Las fincas de la región de Atánquez fueron objeto de esta

política51 pues quienes allí trabajaban no eran más que campesinos mestizos, o al

51 La política de “Saneamiento de Resguardos” tuvo su auge en la Sierra Nevada a comienzos de la década de los 90. (Figueroa Pérez, 2001)

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Page 88: LA GENTE DE ATÁNQUEZ. PRÁCTICAS Y RE-DEFINICIÓN DEL ...

menos eso certificaba el estudio hecho por Dussan y Reichel-Dolmatoff (2012).

Rápidamente la noticia se expandió por el pueblo: los arhuacos estaban dejando sin

tierra a los atanqueros y esto hizo que se tomaran medidas en el asunto, pues una

cosa era que los llamaran civilizados aquí e indios allá. Al fin y al cabo, en la

práctica simplemente eran. Pero otra muy distinta era comprarles las tierras a la

fuerza ya que esto significaba arrancarles una parte de su ser. Veamos:

Por esa época venían aquí las FARC entonces uno acudía a ellos pa’ que ellos ayudaran a arreglar las cuestiones. Incluso el primer debate territorial que se hizo junto con los Arhuacos fue iniciado por ellos (...) ellos buscaron la unión de las otras etnias. Reunían a ciertas personas, dos, tres personas de cada etnia y les preguntaron que si los atanqueros los conocían como una etnia y dijeron que si, que lo único que no era posible era que hayamos olvidado sus costumbres y su idioma pero que se podría recuperar. Entonces también nos dijeron que se podría trabajar con los mamos(sic).52

La presencia del Estado colombiano era mínima (las FARC tenían el control sobre

la región), y mediante el reconocimiento de los derechos étnicos a los arhuacos

intentaban ampliar su legitimidad en la región (Figueroa Pérez, 2001), sin embargo,

“los imaginarios dominantes en las narrativas etnicistas [llevaron]

a ver a los campesinos y colonos como afuereños y su presencia (...) como ilegítima

en la región.” (ibíd. P. 205) lo cual hizo que la legitimidad ganada con los arhuacos

se convirtiera en legitimidad perdida con los atanqueros, a quienes se buscaba

expulsar de su espacio. Por su parte, las FARC diseñaron un escenario de

concertación entre arhuacos y a tanqueros.

y allá estaba una señora que le llaman Leonor Zalabata y ella siempre charlaba conmigo a pesar del problemazo que teníamos, siempre estaba al lado mío, ella es arhuaca, una mujer sabia y rica en pensamiento (...)Me dijo: “Basilio, a mí lo único que me preocupa de ustedes es que el indígena no se hace, sino que nace". A mí me sorprendido esa palabra: “n a ce . ” yo nací siendo indígena (...) y nos dijo esto:

52 Entrevista a Diógenes Segundo Arias Montaño en La Finlandia. Noviembre de 2015.

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“solamente así los kankuamos así pueden volver a enderezar la pata que le faltaba a la mesa para que tenga 4 patas en la Sierra Nevada. ”53

Debido al enfrentamiento por la tenencia de la tierra, los atanqueros se dieron

cuenta que en la cosmogonía indígena-serrana siempre habían tenido su lugar como

indígenas, como “la cuarta pata de la mesa”54. En este contexto comenzó una

introspección colectiva que terminaría por expresarse de manera orgánica en el

Primer Congreso del Pueblo Kankuamo convocado el 28 de febrero de 1993 por

quienes después conformarían la Organización Indígena Kankuama. Pese a los

dictámenes oficiales que los declaraba como campesinos, decidían

autorreconocerse como indígenas, con el claro objetivo de que el gobierno no les

quitara las tierras que tenía destinadas para los arhuacos. Sin embargo, como

veremos, una cosa llevó a la otra y lo que empezó como una reacción en defensa

del territorio, terminó en un importante proyecto de reivindicación y reinvención:

El discurso de reetnización kankuamo debe ser ubicado en un contexto global: el de la revitalización étnica que, a su vez, está colocado en el contexto de las relaciones específicas del Estado colombiano con los distintos estamentos de la población civil. Como resultado de las transformaciones por la nueva Constitución se ha entrado en la Sierra Nevada de Santa Marta a ejecutar las políticas conocidas como “saneamiento de resguardos” (...) En este contexto los kankuamos reclaman la creación de un resguardo para su territorio en el municipio de Valledupar. (Figueroa Pérez, 2001, págs. 203-204)

Reetnización se refiere a los procesos de resurgimiento de pueblos indígenas que

se pretendían extintos en los contextos nacionales. En Colombia:

Ha sido imposible hasta ahora, para la literatura antropológica, abordar el tema sin que tanto el autor como el lector perciban un sabor amargo: no quieren quebrar la apariencia de ser políticamente correctos con los pueblos indígenas, mientras que,

53 Entrevista a Hermes Basilio Arias en Atánquez. Diciembre de 2015.54 Desde la cosmogonía serrana, la Sierra Nevada siempre ha sido sostenida por cuatro

piedras del fogón o cuatro patas de la mesa. Desde que los kankuamo dejaron de hacer los trabajos tradicionales; kogis, wiwas y arhuacos explican el desequilibrio en la Nevada por la ausencia del kankuamo, de la cuarta pata de la mesa.

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dentro de sí mismos, no pueden evitar sentir que cualquier reetnización es un acto de falsificación (Caviedes Pinilla, 2012)

Morales y Pumarejo (2003) lo utilizan para abordar la identidad de los kankuamo,

la cual consideran tiene un carácter histórico anclado en el pasado de la región. Esto

significa que la actual identidad kankuama ha estado marcada por la relación con

las sociedades colonial y republicana, y no puede buscarse en un pasado

precolombino.

Como discurso localizado, es decir, en el caso puntual de los kankuamo plantea

ciertas particularidades que requieren atención. En el plano discursivo surgió “un

nuevo significado del territorio como elemento relacionado al cuerpo indígena de

forma indisoluble. Lo que nosotros llamamos ‘condiciones geográficas’ o ‘medio

ambiente’ para ellos es naturaleza hecha Madre, hecha cuerpo.” (Mateus Albeiro,

2016, pág. 71) y si bien esta apropiación discursiva no ocurre de manera mecánica,

es lícito afirmar que:

...las estructuras lingüísticas y cognitivas de los Kankuamo son radicalmente diferentes a las de las etnias hermanas. Éstas (sic.) [las “etnias hermanas”] conceptúan al mundo (la Sierra) desde nociones históricamente construidas y configuradas para explicarlo y entenderlo como ente vivo, como madre, mientras que la baraja de conceptos que los Kankuamo emplean para definir al mundo como una Madre se restringe a las nociones hispánicas. (Ibíd. pág. 72)

No obstante, el plan etnoeducativo busca generar conocimiento a partir de este

discurso (Resguardo Indígena Kankuamo. Organización Indígena Kankuama

O.I.K, 2008) y pese a que avanza con tímidos pasos en ese proceso de reinvención

la expectativa aparece frente a los “inesperados caminos de la reetnización”

(Morales Thomas P. , 2011), así mismo surge la gran pregunta de hasta qué punto

la reetnización puede realmente generar las condiciones de posibilidad para que se

generen formas nuevas (¿o antiguas?) de conocimiento.

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Page 91: LA GENTE DE ATÁNQUEZ. PRÁCTICAS Y RE-DEFINICIÓN DEL ...

Sin embargo, más allá de lo estrictamente discursivo, es posible identificar un rasgo

sumamente importante que se manifestó en la acción política originada por la

tenencia de la tierra y es que los atanqueros no peleaban por la tierra sino por su

tierra. Es decir, luchaban contra la desterritorializaión. Este problema resulta

relevante pues, como lo afirma Vasco:

La tierra condensa el pasado del grupo, ya que en ella se ha cristalizado el trabajo de las anteriores generaciones, pero para el indígena lo es en la medida en que le dio origen y en ella se encuentran las tumbas de sus antepasados (Vasco, 2002)

La lucha por la tenencia de la tierra cobró dimensiones colectivas y pese a que la

finca iba a ser comprada únicamente a su propietario José Almiro Romero, el hecho

tocó las fibras de todo un pueblo que vio amenazada su existencia por la avanzada

de los arhuacos. La reacción fue colectiva pues un pedazo de tierra, legalmente

perteneciente a una sola persona, era socialmente concebida como parte constitutiva

de todas y cada una de las personas. En este punto se puede afirmar, siguiendo a

Daniel Mateus (El Cuerpo Indígena Kankuamo: Proceso, Flexibilidad Y Memoria.,

2016) que el cuerpo kankuamo (en tanto materia simbólicamente transformada) no

se desprendió del territorio pese al violento embate misionero, ya que sobre él se

tejían una serie de prácticas colectivas que trascendían los marcos legales

construyendo un cuerpo socio-natural colectivo.

Al autorreconocerse como kankuamos, el espacio que construían, en tanto proceso

laboral fue resignificado como espacio kankuamo. Sin embargo, la lucha por la

revitalización kankuama hasta ahora empezaba y urgía ser reconocidos por la ley

nacional, no sólo como una cultura indígena sino como un territorio indígena, pues

de lo que se trataba era de salvaguardar las tierras en que históricamente habían

vivido y sobre las que se tejían un sinnúmero de prácticas impregnadas de esa

identidad en reivindicación.

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La Finlandia era una finca propiedad de José Almiro Romero. Su venta, en términos

legales era una transacción entre el INCORA y su propietario, pero socialmente fue

asumida de manera conjunta por la gente de Atánquez, ya que sobre ella se tejían

una serie de prácticas que conformaban una colectividad. Así mismo, la reacción

contra su venta fue colectiva y a partir de allí se empezó a defender como un bien

común.

Tras todo el revuelo por el resurgimiento de un grupo indígena que oficialmente

había desaparecido a mediados del siglo XX, una misiva técnica fue a corroborar o

desmentir la existencia de los indígenas en cuestión. Entre ellos, dos antropólogos

eran los encargados de “certificar la indigenidad” de dichas personas.

Así fue como llegaron María Adriana Pumarejo Hinojosa y Patrick Morales

Thomas a Atánquez y tras la recopilación de la memoria oral, la descripción

Ilustración 15 Primera edición de La recuperación de la etnográfica y la revisión de archivos

memoria... [Archivopersonal] históricos empezaron a reconstruir un

saber fragmentado con el objetivo de

reetnizar desde la memoria. De ese

trabajo salió la publicación de La

recuperación de la memoria histórica

de los kankuamo: Un llamado de los

antiguos. Siglos X X - XVIII (Ver:

ilustración 16). Este libro hizo las veces

de certificado, como La gente de

Aritama, sólo que en vez de predecir la

desaparición de los indios de Atánquez,

corroboraba una identidad

históricamente construida que mediaba

entre el mundo “occidental” y el mundo

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Page 93: LA GENTE DE ATÁNQUEZ. PRÁCTICAS Y RE-DEFINICIÓN DEL ...

serrano. Los kankuamo no habían muerto.

Situando el pagamento como el elemento esencial de la “personalidad indígena”

del pueblo de Atánquez y, a la vez, como el mediador entre el mundo de la Sierra

y el mundo de las tierras bajas, Morales y Pumarejo (2003) determinaron que

alrededor de una geografía sagrada, delimitada por lugares de pagamento es

posible hacer una lectura del proceso histórico de los kankuamo. Este hallazgo es

de una relevancia preponderante, pues de lo que se trata es de la identificación de

un espacio sagrado basado en el pagamento dentro del espacio kankuamo.

El trabajo realizado por Morales y Pumarejo (2003) aporta a la pregunta por el

espacio kankuamo en la medida en que define una espacialidad sagrada producida

a través de la práctica del pagamento. Haciendo la salvedad de que el pagamento

aparece como un dispositivo mediador entre dos formas de vivir el mundo. Este

paradójico hecho se concreta en la fiesta del Corpus Christi donde no sólo se recrea

la historia de la conquista (Morales Thomas P. , 2011) sino que se expresa la

sincretización de manera ritual en las danzas y los recorridos por lugares de

pagamento, altares, sitios de misterio así como en la iglesia misma alrededor de

todo Atánquez, produciendo así una tradición negociada que ha pasado por

decisiones, conflictos y creaciones y que está sometida a actualizaciones y

renovaciones constantes (Pumarejo Hinojosa, 2000 )

Con este diagnóstico, el reconocimiento de algunos mamos kogi y arhuacos; y una

gestión burocrática monumental, en 1997 el Estado colombiano reconoció como

grupo indígena a los kankuamos y en el 2003 se les otorgó la figura de resguardo

con un área total de 24.000 hectáreas (O.I.K, 2009 ). Con esto los kankuamo

encontraban un reconocimiento oficial que se veía materializado en el

reconocimiento espacial de su existencia. La legalización del espacio kankuamo era

un hecho.

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Al constituirse como resguardo, adquirieron una serie de derechos y deberes

diferenciales consagrados en la ley 160 de 1994, entre los que se comprende el

carácter inalienable e inembargable del territorio, el derecho a la propiedad

colectiva del mismo, el derecho a la gestión y al gobierno local bajo los usos y

costumbres propias de la cultura indígena.

Mucho se ha dicho acerca de la instrumentalización política y económica de una

supuesta identidad indígena para el caso de los “neo-kankuamo”55. Como ha

recordado Caviedes (2012), hasta el momento siempre ha quedado un sabor amargo

con los procesos de reetnización, pues no dejan de sonar a falsificación, sin

embargo, Morales (2011) ha demostrado con creces que el caso kankuamo

desborda la instrumentalización política de la identidad, pues en los rituales se

encuentran “idiomas” cargados de significados que no obedecen a coyunturas

políticas recientes.

En este punto es preciso hacer un par de aclaraciones. En primera instancia, que la

identidad histórica de los kankuamo es innegable, como también lo es el hecho de

que la reetnización se da en el contexto de la nueva Constitución Política de

Colombia, que en 1991 establece una serie de derechos diferenciales para los

pueblos indígenas. Una cosa no contradice a la otra y es evidente que la nueva

Constitución sirvió como carta de navegación para que la gente de Atánquez se

posicionara como sujetos de cierto tipo de derechos (los referidos a pueblos

indígenas y minorías étnicas). Sin embargo, hay que ser críticos pues la reetnización

no sólo se expresa a través del lenguaje del Corpus Christi y los pagamentos. La

manera como esos derechos diferenciados son ejercidos son una de las principales

55 Como recientemente se les ha llamado en la prensa. Ver: La Gran Tragedia de la Sierra Nevada. En el portal digital www.kienyke.com febrero 24 de 2016.

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quejas de la gente de Atánquez, dicen que los abanderados del proceso

reivindicativo y de la Organización Indígena Kankuama sacan provecho de los

recursos que se les otorga en tanto pueblo indígena. Este no es el lugar para debatir

qué tan cierto resulta esto, pero sí es importante señalar que la corrupción o el

acaparamiento de recursos de forma desmedida no contribuye a ningún proceso de

reetnización. Es preciso aclarar esas inconformidades de cara a la comunidad pues

lo que se termina generando es una desconfianza que desfavorece al proceso

organizativo.

En segunda instancia y reconociendo el carácter histórico de la identidad

kankuama, urge desmarcarse de los postulados de Morales y Pumarejo. Ellos, al

igual que los Reichel-Dolmatoff orientaron su investigación en función de unas

categorías impuestas por la élite nacional:

...la realización del concepto de etnicidad sobre el pueblo kankuamo nos fue encomendada precisamente a nosotros [ a Morales y Pumarejo] desde la División de Asuntos Indígenas (...) del Ministerio del Interior como un paso imprescindible en el reconocimiento otorgado por el Gobierno a las nuevas poblaciones étnicas surgidas en el país. (Morales Thomas P. , 2011, pág. 23)

Ellos arrancaron la investigación teniendo una falsa pregunta como guía: “¿son

realmente indígenas kankuamo las personas de Atánquez?” Atrapados en esa

categoría y sin someterla a un juicio crítico, no tuvieron más que la simple opción

de responder “si” o “no”. Si bien resolvieron el problema remitiendo lo identitario

a una historia regional. Encontraron que sí había una cultura indígena,pero también

era evidente el impacto del mundo “occidental” .

Ese es el sinsabor que queda con el concepto de reetnización, que se reconoce la

presencia indígena, pero... un sinfín de rasgos no indígenas salen a flote y no

terminan de entrar en la categoría de indígena.

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Este trabajo, a diferencia de los de Morales, Pumarejo y los Reichel-Dolmatoff no

busca meter la realidad en la categoría prefabricada de “indígena” o “mestizo”, por

el contrario, pone en tensión esas formulaciones coloniales y abre nuevas

preguntas: ¿dónde queda y cómo se debe tratar esa otra parte que no es indígena

dentro de los kankuamo?, ¿es acaso “indígena” la categoría más pertinente para

sintetizar la experiencia del proceso histórico de los kankuamo? La reetnización

rápidamente reconfigura las relaciones de poder en el escenario local, regional y

nacional para los kankuamo, pero ¿qué tanto puede incidir en la transformación de

las estructuras simbólicas que subyacen en las prácticas de la gente de Atánquez?

Tras más de veinte años de reetnización, la gran mayoría de las familias atanqueras

se ven cada vez más congregadas abajo en Atánquez y pasan menos tiempo arriba

en las fincas. Sin embargo, a la salida del pueblo, los antiguos lugares de pagamento

siguen emanando prohibición, temor y respeto. Los dispositivos “occidentales” de

la colonia llegaron para quedarse. Es muy poco probable que la reetnización logre

erradicar prácticas como el español, el uso de zapatos o el ir a misa. Lo que sí se ha

podido observar es que se han recuperado espacios como el del mamo, donde

alrededor de un fogón, noche tras noche se reúnen algunas personas a poporear,

hablar (en español) y escuchar los sonidos de la naturaleza.

A este espacio en particular no se le ha hecho mayor referencia porque aún es

incipiente, sin embargo, es sin duda una reconquista de la reetnización. Así mismo,

lentamente aparecen personas con el pelo largo que han realizado trabajos

tradicionales con mamos arhuacos o kogis para recibir el poporo. Este tipo de

personas no son el común denominador, por eso no se ven recogidas en la

experiencia de Baudelino ni Covarita quienes condensan las prácticas de la gente

de Atánquez en general, pero son importantes de mencionar pues en el mediano

plazo podrían constituir un nuevo hito en la definición del espacio kankuamo.

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Atánquez es un corregimiento que congrega a su alrededor un número importante

de personas. Allí bajan wiwas y arhuacos de lugares lejanos a participar en cultos

evangélicos. Ahí mismo suben personas de Valledupar para conseguir hoja de coca,

mochilas, tomas56 y hasta aseguranzas o rones con plantas para la buena suerte. En

la plaza de Atánquez se ve llegar gente con una presentación personal bastante

trabajada: sombrero, pantalón de paño, zapatos de cuero, cinturón de cuero y

camiseta o camisa de cuello; en sus casas, apartados del espacio público, se les

puede ver descalzos o con guaireñas57, corchando58 lana para tejer mochilas,

preparando una olla de comida para varias familias alrededor del fogón y

empleando palabras que hacen referencia a lugares, prácticas o animales específicos

del territorio y que por tal pertenecen al kampanake 59 y no al español.

Atánquez es un espacio público que congrega a las personas alrededor de cierto

tipo de prácticas, también es las fincas como la Finlandia donde arhuacos y

atanqueros se reúnen a hablar yendo y viniendo entre el español y el iku60 sobre

temas como el parentesco de las familias o el estado de los sembrados. Es un

espacio sagrado, pues ancestralmente todos los mamos de la Sierra Nevada así lo

han adivinado, también es sagrado porque allí se erige la iglesia, en donde reposa

el santísimo sacramento. Además, esa misma iglesia sepulta bajo su estructura la

tumba de un antiguo mamo al que se le hace pagamento, pagamento que se

realizaba con una piedra específica con la cual se levantó la estructura de la iglesia.

Ver: ilustración 17. 56 57 58 59 60

56Las tomas son cocidos con plantas medicinales hechas por los médicos tradicionales.57 Zapatos de fabricación casera con cuero de oveja y suelas de neumático.58 Proceso de conversión de la lana de oveja en hilo para tejer. Se realiza mediante una

herramienta llamada carrumba.59 Tuteka, zuzugao, chipa susu, mizu, susu karo, chipa susu, Chiskuindja, Bunkuamake, son

apenas algunos ejemplos.60 Nombre que recibe la lengua de los arhuacos.

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Ilustración 16 Iglesia de Atánquez (Sol de conejo) [Archivo de Daniel Albeiro Mateus] noviembre de 2015.

La historia de la iglesia y el ritual del pagamento, llevaron a Morales y Pumarejo

(2003) a corroborarle al Estado colombiano que Atánquez era territorio kankuamo

y así lo sancionó la ley en 2003.

El espacio kankuamo es ese conjunto de prácticas que corresponden a los cuatro

hitos aquí estudiados: la congregación, los capuchinos, La gente de Aritama y la

reetnización. El espacio kankuamo está arriba en la Sierra, pero también abajo

donde ya no se consulta a los mamos. El espacio kankuamo es las prácticas de

Covarita, temerosa de tejer en el pueblo y cargando la aseguranza compuesta por

un crucifijo y unas cuentas de collar rojo. Este espacio es un proceso compuesto

por múltiples espacialidades que forman parte de la experiencia de Baudelino, el

mismo que concede efectividad al pagamento y bautizó a uno de sus hijos como

Jesús. El espacio kankuamo es dispositivos como el espacio público, o los trapiches

de panela a la vez que lugares de pagamento y sembrados de coca.

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Anotaciones finales

El espacio kankuamo es un proceso compuesto por múltiples espacialidades. Estas

son experiencias que la gente de Atánquez vive de manera concreta mediante las

prácticas (como hacer un pagamento, cazar un animal, leer la biblia o usar zapatos,

entre muchas otras), las cuales están impregnadas de la cultura “occidental” y

serrana, en muchos casos de forma difusa y amalgamada.

Las experiencias y prácticas pueden situarse alrededor de alguno de los cuatro hitos

identificados en este trabajo: i) la congregación, ii) la producción del espacio

público por parte de los capuchinos, iii) La gente de Aritama y iv) el proceso de

reetnización. Con estos hitos se han producido espacialidades diferenciables en

altura (arriba/abajo) y profundidad (adentro o espacio no publico/afuera o espacio

público), así como un espacio sagrado que media entre el mundo de las tierras bajas

y el mundo de la Sierra (Morales & Pumarejo, 2003) y (Morales Thomas P. , 2011).

El lector atento se dará cuenta de que la división espacial en altura y profundidad

significa partir el espacio de forma cartesiana, algo muy problemático si se tiene en

cuenta el contexto serrano al que pertenece Atánquez. Como se anunciaba en la

introducción, lo que busca este trabajo más que establecer relaciones de causalidad

medibles cuantitativamente, es describir proceso de forma cualitativa. Esto se hizo

mediante el relato de Baudelino y Covarita, en él es posible diferenciar una serie de

prácticas abajo en el corregimiento estando adentro de la casa y afuera en el

espacio público. Sin embargo, esta diferenciación es imposible de hacer cuando se

está arriba en la finca, pues la línea divisoria de adentro y afuera se desdibuja,

finalmente allí no hay una puerta que separe esas dos espacialidades.

Representar el espacio partiendo del modelo de altura y profundidad sería trazar un

eje “Y” (altura) y un eje “X” (profundidad), empero, analizando la experiencia de

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Covarita y Baudelino, es preciso representar ese flujo en la división de “X” en la

división de arriba, por lo tanto, se propone el siguiente modelo de representación

de las prácticas en el espacio kankuamo. Ver: ilustración 18.

Arriba | Y I ■

Prácticas serranas

Ilustración 17 Plano cartesiano roto: tipo de prácticas que definen el espacio kankuamo.

De la descripción de los hitos también surgen algunas inquietudes que vale la pena

plantear, pues su carácter teórico resulta pertinente para este ejercicio académico.

El espacio público que se produjo con la llegada de los capuchinos se caracteriza

por la aglomeración de grandes grupos de personas regidos por códigos de

comportamiento dictados por poderes institucionales tales como el Estado o la

Iglesia lo cual se pareciera, como se dijo en su momento, homologable al concepto

de espacio público de Henri Lefebvre (1971 ), pero ¿si es posible traslapar la

conceptualización de un espacio urbano europeo a la experiencia de Atánquez?

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Este mismo hito (la producción del espacio público) se identificó como un

dispositivo (Agamben, 2011) espacial orientado a la homogenización de las

personas por medio de un conjunto de prácticas provenientes del discurso

civilizatorio. La gente de Aritama también se identificó como un dispositivo que

permitió a la elite nacional tomar la decisión de concederle algunas tierras

atanqueras a los arhuacos so pretexto de que quienes las ocupaban eran mestizos.

¿Es posible entender el espacio sagrado, identificado en la obra de Morales y

Pumarejo (2003) como otro dispositivo? si bien este se caracteriza por la sacralidad

(tal y como los dispositivos, según Agamben) no parece tender a homogenizar bajo

un conjunto de prácticas a las personas sino a mediar entre distintos modos de vivir

el mundo que incluso pueden llegar a ser irreconciliables, en últimas, ¿todo

conjunto de prácticas es indefectiblemente un dispositivo?

Con Baudelino y Covarita se hizo evidente que una misma persona puede

presentarse de distintas maneras dependiendo el espacio en que se encuentre.

Erving Goffman (2009) habla de los múltiples “y o ”, concepción que plantea la

identidad como una negociación transada en la interacción, variable de situación en

situación, ¿podría plantearse que el “y o ” de la gente de Atánquez es un significado

en permanente construcción, variable de una espacialidad a otra?

Siguiendo la caracterización de Figueroa (2001) sobre los orfelinatos, ¿es posible

aseverar que Atánquez se construyó como el primer orfelinato de la Sierra Nevada,

décadas antes que los de los otros pueblos de misión?, además, fuese o no esto

correcto, ¿por qué quienes habitaban la vertiente suroriental de la Nevada se vieron

seducidos por el proyecto civilizatorio que allí llevaban los misioneros, por qué

fueron tan dados a los trapiches, a la misa y a la congregación en comparación con

los otros pueblos de la misma Sierra?

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Hacia los años cincuenta del siglo XX, los Reichel-Dolmatoff comprobaron que la

cultura de “Aritama” estaba orientada hacia las tierras bajas, justo en la época que

Eric Hobsbawm (1995) ha llamado la edad de oro del capitalismo, en la que, según

él, todos los rincones del mundo se vieron tocados por las promesas de la

modernización. Con la experiencia de la reetnización, pareciera ser que la cultura

de Atánquez vuelve a orientarse hacia arriba, ¿es posible que esto se deba a una

nueva edad en el capitalismo?

El espacio aparece como la constante concatenación de historia y geografía, de

cultura y naturaleza. Es mucha más que el paisaje pues está impregnado de la fuerza

de trabajo que lo transforma: el espacio es idea (significados, concepciones,

proyecciones) y materia (trabajo, prácticas, sudor y en el contexto kankuamo,

también sangre) Es imposible dividir de manera cuadriculada y reduccionista el

espacio kankuamo pues este es producido por un proceso complejo que antes que

ser concluido debe ser sometido a múltiples preguntas y problematizaciones.

Las categorías tradicionales de “indígena” y “mestizo” parecen quedar cortas para

entender qué son los kankuamo en tanto proceso. Esto se ha hecho evidente en la

concepción que sobre ellos tienen: en Valledupar les dicen indios, y en la Sierra les

dicen civilizados, entonces ellos se preguntan: ¿nosotros qué es lo que somos? “El

kankuamo impregna todo con su particularidad, él desborda los límites sacros de la

tradición serrana, resignifica y apropia valores no indígenas externos a la Sierra y

se configura a sí mismo como un nuevo y desconocido ser humano” (Mateus

Albeiro, 2016, pág. 136)

La esterilidad de dichas categorías ha llevado una y otra vez a que la gente de

Atánquez sea concebida de manera incompleta, unas veces por verles el lado

“mestizo” del cambio, y otras, por verle el lado indígena-serrano. Pero el problema

va más allá, el Estado diseña sus políticas diferenciando tajantemente entre

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indígenas y campesinos61, y esto ha llevado a que las personas pertenecientes a un

mismo proceso histórico y cultural se enfrenten entre “los kankuamo” y “los de

Atánquez libre”. En el pasado, las mismas políticas de Estado enfrentaron a los

arhuacos y a los kankuamo y pese a que el problema se solucionó por la vía de la

reetnización, el enfrentamiento cobró vidas tanto de los unos como de los otros.

En el contexto del Resguardo, no hay casos comprobados de muertes por pertenecer

a Atánquez Libre o a la OIK, sin embargo, sí es evidente el dolor y el sin sabor tan

grande que hay por parte de quienes se sienten obligados a “volverse indios”. La

coyuntura política los ha llevado a enfrentarse entre sí como si se tratara de

enemigos. ¿Será necesario que las políticas de Estado sigan enfrentando a las

poblaciones entre sí?, ¿será necesario esperar a que se vuelvan a cobrar vidas?,

¿serán los de la OIK los verdaderos enemigos de Atánquez Libre y viceversa?,

¿cuál es el papel que debe jugar el Estado en todo esto?, ¿necesariamente debe jugar

un papel el Estado?

Tal y como se prometió al comienzo de este trabajo, con base en la definición del

espacio kankuamo, aquí se hará una reflexión respecto al trabajo que recientemente

Daniel Albeiro Mateus realizó (El Cuerpo Indígena Kankuamo: Proceso,

Flexibilidad Y Memoria., 2016) En él se hace una aproximación al caso kankuamo

desde el concepto de transculturación, allí él concluye que:

Observar el proceso Kankuamo como contradicción o como estrategia política resulta muy sencillo, pero reduce enormemente la versatilidad y la variación del caso Kankuamo. Por eso propusimos desde un principio el concepto de transculturación como puerta de entrada. El indígena que analizamos no es un fósil viviente, ni un simple portador de una cultura en extinción, el indígena que abordamos difiere también del Kogi, del Wiwa y del Arhuaco, el indígena que

61Evidencia manifestada, por ejemplo, en las políticas diferenciadas para Indígenas reconocidas en la constitución de 1991 y en la hasta el día de hoy negativa a las Zonas de Reserva Campesina (proyectos político-jurídico que buscan mejorar la cuestión agraria para los campesinos reduciendo la concentración de tierras y enfatizando la eficacia económica de la pequeña propiedad)

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estudiamos se constituye sobre la base del amalgamiento y de la fusión de valores y conductas históricamente diversas (...) [y como] un cuerpo flexible que se reactualiza con constancia. (pág. 136) (cursiva mía)

La pertinencia del concepto de transculturación está en que permite entender un

proceso de contacto y cambio social, como la emergencia de una realidad sui

generis, mediante el tránsito de manera activa de dos culturas y no mediante la

supresión de una cultura sobre otra. (Malinowski, 1978) Sin embargo, la

transculturación como concepto, no concibe el conflicto y esto resulta insuficiente,

pues una parte innegable del proceso kankuamo ha sido justamente eso: conflicto,

crisis e incluso violencia. En él ha habido resistencia y sometimiento. Ese es el sin

sabor que queda con la conclusión de Mateus (2016), pues al entender el proceso

kankuamo como un movimiento elástico (flexible), queda de lado que hay

elementos irreconciliables entre las culturas que se contrapuntean y esto es

importante anotarlo, pues el proceso kankuamo no solo ha sido contradictorio sino

también doloroso.

Ahora bien, el cuestionarse por la existencia de los kankuamo resulta vacuo e

impertinente, pues ellos mismos han decidido reivindicarse como tal y hace rato

tomaron cartas en el asunto. No obstante, una de las grandes preguntas que queda,

es hasta qué punto el proceso de reetnización trastoca las prácticas que producen el

espacio, hasta qué punto un proceso político puede transformar las prácticas y

hábitos estructurados por formas de trabajo acumulado (capital cultural, social y

económico) que han sido incorporados en el largo plazo.

Hace ya más de veinte años los kankuamo cogieron las riendas de su historia y

empezaron a darle vuelco a lo que los misioneros empezaron a fraguar hace siglos,

y que, de un modo u otro, continuó recientemente a manos de los paramilitares: el

exterminio físico y cultural de los kankuamo. Sin embargo, ¿cuáles son las

condiciones de posibilidad que se han abierto con la reetnización?, ¿finalmente se

concretará el espacio del mamo?

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Pese al interés que siento por el apasionante tema de “lo religioso” y a que es de

interés para toda una rama de la sociología, creo que aprendí que no siempre es

pertinente preguntarse por ese tipo de temas, ¿para qué?, ¿de qué les sirve a las

poblaciones con las que se trabaja?, ¿cuál es el papel que debe tener el sociólogo

en la formulación de proyectos investigativos, el de protagonista y líder...?, ¿a

quién le serviría más un trabajo que “desentrañe la lógica” del pagamento, a los

kankuamo o a los misioneros?, que aún hoy siguen llamando a la evangelización

de los mamos y las gentes que no conocen la palabra del dios católico.

Finalmente, cabe preguntarse por qué en Colombia persista el problema del despojo

de la tierra a los campesinos e indígenas con las armas en la mano, tal como se

presentaba hace 162 años en Estados Unidos, genocidio relatado poéticamente por

el Jefe Seattle, de la tribu Swamish, en su carta magistral dirigida al presidente de

los Estados Unidos de esa época, carta que se tituló La profecía del Jefe Seattle.

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Ilustración 18 Diógenes Segundo Arias Montaño, otro kankuamo y Mamo Bernardo Torres hacen un

pagamento en la vía Atánquez - Chemesquemena/Guatapurí. [Archivo personal]. Septiembre de 2015

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Anexos

1. Glosario

Vejé: el menor de la familia.Época tesa: La época en que el conflicto armado más impactó a la región de Atánquez.Hico: Soga gruesa que se usa como riendas para los animales de carga y para colgar hamacas.Jecha: madura, vieja.Chipire: base por donde se comienza a tejer la mochila.Covada: cavada, excavada.Chiste: chisme, historia.Chisme: ollas y utensilios de cocina en general.Paraguayos: forma cotidiana de referirse a los paramilitares.Churro: ron artesanal destilado de caña de azúcar.Troja: cama improvisada con musgo y hojas grandes de alguna planta.Bastimento: aliños y comida en general.Desmigajado: roto, dañado.Jedionda: adjetivo denigrante.León: puma.Tigre: jaguar.Ardita: ardilla.Tuteka: Lagarto nocturno de la familia de los gecónidos.Zuzugao: mochila.Chipa susu: puntada de tejido en fique.Mizu: gato.Susu karo: puntada de tejido en fique.Chiskuindja: río que recorre Atánquez.Bunkuamake: nombre propio de un cerro de la región Kampanáke: nombre que se la ha dado a la legua kankuamo.

de Atánquez.que hablaban los antiguos

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