La Gente Mas Feliz de La Tierra

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LA GENTE MAS FELIZ DE LA TIERRAEs una historia para hacerlo rer, para hacerlo llorar, para construir su fe, Usted caminar con Demos: Cuando l corteja al estilo armenio, a una chica de slo quince aos, Rose Gabrielian. Cuando l pondera profecas "que no tienen sentido" Cuando l y Rose, se enfrentan a la trgica prdida de su hijita querida. Cuando l le hace frente a una crisis de sus negocios, descubre una enfermedad mortal en sus vacas lecheras, se enfrenta a una voluntad de Dios para su vida. La historia personal de Demos, nos comparte un poderoso secreto que, todos los creyentes necesitamos conocer para sobrevivir a los problemas contemporneos. Descubra usted, como ser la gente ms feliz de la tierra!. INDICE Prefacio__________________________________________________________ _9 1.Un mensaje desde lo alto de la Montaa _________________________13 2.Avenida "Unin Pacific" ______________________________________37 3.Una bomba de tiempo _______________________________________59 4.El hombre que cambi su modo de pensar _______________________75 5.Afianzamiento del cielo _______________________________________91 6.Hollywood Bowl ____________________________________________111 7.Tiempo de prueba __________________________________________127 8.La cafetera Clifton _________________________________________149 9.Los pies sobre la mesa ______________________________________177 10. El mundo comienza a girar ___________________________________197 11.La cadena de oro __________________________________________211 12.Al da _____________________________________________________246 13.Cmo puedo tener una relacin con Dios? _____________________249 14. In memoriam _____________________________________________251

PREFACIO

Era un da gris de diciembre en 1960, cuando llevamos nuestra furgoneta al penltimo aparcamiento frente al Hotel Presidente de la ciudad de Atlntico. Segundos despus, un Cadillac con matricula de California dio la vuelta hacia el lugar libre junte a nosotros y se baj un hombre corpulento, la cabeza cubierta con un sombrero "Stetson " de ala ancha. Extendi una mano enorme llena de cicatrices par el duro trabajo. Soy Demos Shakerian, dijo. Dio la vuelta hacia el otro lado de su automvil y sostuvo abierta la puerta para que descendiera una mujer bonita de pelo oscuro. "Y ella es mi esposa Rose". Les dijimos que ramos periodistas de la revista "Guideposts" y que

tenamos asignada la labor de investigar el fenmeno de "hablar en lenguas", aadiendo rpidamente que estbamos all "solamente para observar" Nos divertimos mucho. El Hotel Presidente era escenario esa semana de una convencin regional de la organizacin llamada " Fraternidad Internacional de Hombres de Negocios del Evangelio Completo", de la cual, Demos era fundador y presidente. Habrn venido miles de personas hasta la ciudad de Atlantic, de toda la costa oriental, unas para encontrarse con el curtido granjero del sombrero "Stetson", otros para compartir historias de lo que el Espritu Santo haba hecho en sus vidas, y los dems, como nosotros, slo como observadores, un poco ms que temerosos. "Al observar el emocionalismo", nos dijimos el uno al otro "gritar, alzar los brazos, frenticos testimonios, esas viejas tcnicas usadas para manipular a las masas hasta el emocionalismo. ".. Estuvimos observando... y nada de eso ocurri. Demos, desde el frente de la pista de calle del hotel, diriga la reunin con la callada sensibilidad de quien est escuchando una voz, que el resto de nosotros no poda ir. En lugar del caos que esperbamos, rein un gozo ordenado en la convencin. Habindonos presentado prevenidos contra esas manifestaciones emotivas, que no se llegaron a producir, nos hallamos sin defensa contra el amor con que nos topamos esa semana, y con nosotros, cientos de personas iniciaron el camino en el Espritu. Durante los quince aos que han pasado desde aquel diciembre, hemos seguido el movimiento pentecostal en diferentes partes del mundo, parque nos hemos dado cuenta de que es donde se hallan las buenas noticias, el entusiasmo, los cambios de vida, la realidad viva de la iglesia de hoy. Y cuando procedimos les advertimos un hecho interesante, donde quiera que hablsemos con personas cuya fe estuviese viva, hombres o mujeres, nios o viejos, catlicos romanos o menonitas, una y otra vez la historia comenzaba con este extraordinario grupo de hombres de negocios y con un granjero de Downey, California, que se llama Demos Shakarian. Como era posible, nos preguntbamos, que este hombre tmido, sin don de gentes, con una sonrisa amable, un hombre que jams parece tener prisa, que nunca

pareca tener idea de lo que iba a hacer al da siguiente, pudiera tener tal en millones de personas? Nos decidimos a entrevistarlo para descubrir su secreto. Fue ms fcil decidirlo que hacerlo. Demos puede encontrarse en Boston o Bangkok o Berln, y Demos no contesta su correspondencia. Pero durante los ltimos cuatro aos conseguimos hacerle un buen nmero de visitas. Demos y Rose vinieron a nuestra ciudad para vernos; mas tarde nos reunimos en el chalet de un amigo comn en Suiza. Trabajamos juntos en Mnaco y en Palm Springs. Charlamos en automviles, aeropuertos y restaurantes armenios. Pero la mejor de todas las ocasiones que pasamos con Demos y Rose fue en su casa en Downey, la misma casa que construy en 1934, cuando naci su primer hijo. La casa del padre de Demos est contigua a la suya y permanece vaca desde que aqul falleci. Aunque esta casa es ms grande y con ms espacio, Demos y Rose profieren vivir en ella, parque bueno... les evoca ciertas memorias... Y, poco a poco, comenzamos a captar el secreto de Demos. Parte del mismo, lo trajo su familia desde Armenia. Esta vieja nacin cristiana es la que ms ha sufrido par su fe. Y desde lo ms profundo del sufrimiento han emergido las percepciones. No se trata, sin embargo, de una misin mayor o distinta de la que pueda tener cualquier raza o nacin. Se trata de un secreto que cada uno de nosotros necesita conocer, porque, cuando lo conocemos, coma Demos dice, "no importa cules sean las condiciones del mundo que nos rode seremos siempre las personas ms felices de la tierra." Noviembre 1975 John y Elizabeth Sherrill Chosen Books Lincoin,Virginia

Captulo 1 Un mensaje desde lo alto de la montaa

Una noche Rose y yo viajbamos en automvil a travs de Los Angeles, de regreso a casa, cuando de pronto me sent impulsado a salirme de la autopista y pasar enfrente de la casa en donde viva mi abuelo Demos, cuando lleg a Amrica.

Despus de cuarenta y dos aos de matrimonio, Rose ya est acostumbrada a estos inesperados impulsos mos, de modo que aunque fuese la una de la madrugada, no dijo una sola palabra cuando yo di la vuelta hacia el lugar que antes se llamaba "Los Angeles Flats". La casa de estuco, de forma cuadrada, haba desaparecido del nmero 919 de la calle Boston. Permanecimos sentados en el automvil durante unos momentos, contemplando los nuevos edificios federales que han reemplazado las viejas casas del antiguo vecindario. Luego le di vuelta al automvil y regres a la autopista. Pero conmigo, en la clida noche de California, viajaban recuerdos del abuelo. Saba por que haba necesitado dar aquel rodeo esa noche, era debido a una profeca que habamos escuchado Rose y yo a primera hora de la noche. Habamos estado en una reunin de "hombres de Negocios del Evangelio Completo", en Beverly Hills, en donde alguien haba hecho una prediccin, proclamaba que estaba transmitiendo las propias palabras de Dios y que una gran persecucin contra los cristianos tendra lugar muy pronto en muchas partes del mundo, inclusive en los Estados Unidos de Amrica. Que tendramos que hacer nosotros con tal afirmacin? Qu haba hecho mi familia con un mensaje similar haca ya un siglo? Porque hubo entonces tambin una profeca y todo lo que sucedi desde entonces en la vida de mi abuelo, en la vida de mi padre y en la ma propia, fue resultado de haberla tomado en serio. Eran las dos de la maana cuando llegamos a la entrada de nuestra casa en Downey, una noche de luna demasiado bella para desperdiciarla durmiendo. Yo soy un trasnochador, para desesperacin de Rose, as que ella se fue a la cama, mientras yo acerqu la vieja silla de la sala junto a la ventana, me sent en la oscuridad y dej que mi mente vagase par el pasado. Yo no conoc al abuelo Demos, falleci antes de que yo naciera, pero tango que haber escuchado cuentos que se referan a l, al menos un millar de veces. Conoca tan bien cada detalle de los mismos, que, cuando me sent mirando los naranjos plateados por la luna me pareci estar contemplando otro paisaje, muy lejano en el tiempo y en el

espacio. Esto no es difcil para un armenio. Somos un pueblo del Antiguo Testamento, el pasado y el presente estn entretejidos de tal forma en nuestras mentes que lo que pas hace cien aos, o mil, o dos mil, es tan real para nosotros como la fecha presente del calendario. He escuchado contar este relato marchas veces y hasta puedo evocar en este momento al pueblo de Kara Kala situado slidamente en la rocosa falda del Monte Ararat, la montaa segn la Biblia donde se poso el Arca de No. Al cerrar los ojos, veo las casas de piedra, el granero, el cobertizo, y la casa de la granja de una sola habitacin donde viva mi abuelo Demos. En la casa de mi abuelo haban nacido cinco hijas ningn varn, y eso era una desgracia entre los armenios, coma lo era entre los antiguos israelitas. Poda imaginar al abuelo yendo hacia la iglesia cada domingo por la maana con sus cinco hijas. A pesar de que la mayora de los armenios son ortodoxos, el abuelo y muchos otros en Kara Kala eran presbiterianos. Podan verlo marchar aquel domingo a travs de la aldea hacia la casa en dnde se reuna la iglesia, con su cabeza erguida ante su silencioso reproche. En vista de su gran necesidad, siempre me haba sorprendido que mi abuelo no hubiese aceptado inmediatamente el extrao mensaje que corra por lo alto de las montaas desde haca cincuenta aos. El mensaje lo trajeron los rusos. Al abuelo le gustaban los rusos, pero era una persona de mucho sentido comn para aceptar esos cuentos milagrosos. Los rusos venan en grandes caravanas de carretas cubiertas. Vestan como la gente nuestra, con tnicas largas, de cuello alto, sujetas par la cintura con un cordn a manera de cincho, los hombres casados, con barba. Los armenios no tenan ninguna dificultad para entenderse con ellos, ya que la mayora de los nuestros hablaban tambin ruso. Ellos escuchaban los cuentos de lo que los rusos llamaban "la efusin del Espritu Santo" sobre centenares de miles de cristianos, ortodoxos rusos. Los

rusos, venan como quien trae regalos, regalos del Espritu Santo que queran compartir con nosotros. Podra an escuchar al abuelo y a la abuela hablando a altas horas de la noche despus de una de estas visitas. Uno tiene que admitir, hubiese dicho el abuelo, que todo lo que hablan los rusos es bblico. Me refiero a que el don de sanidad, est en la Biblia. Tambin est el de hablar en lenguas. Tambin el don de profeca. Lo que sucede es que todo eso, no suena... armenio con lo cual hubiese querido decir confiable. Con los pies en la tierra, prctico. Y la abuela, con su corazn siempre abierto hubiese respondido "sabes, cuando ests hablando de profecas y de sanidad ests hablando de milagros". "Pues si". "Si alguna vez "recibiramos el Espritu Santo" en esa forma crees que tambin nosotros podramos pedir un milagro?" Quieres decir un milagro, como tener un hijo?." Y luego la abuela se habra puesto a llorar. S, como un hecho, que en una cierta soleada maana de maya de 1891, la abuela estaba llorando. En el transcurso de los aos, varias familias que vivan en Kara Kala haban comenzado a aceptar el mensaje de los pentecostales rusos. El cuado del abuelo, Magardich Mushegan fue uno de ellos. Recibi el Bautismo del Espritu Santo y en sus frecuentes visitas a la granja de los Shakarian sola hablar del nuevo gozo que haba encontrado en su vida. En este da particular, 25 de mayo de 1891, la abuela y algunas otras mujeres estaban cosiendo en un rincn de la casa de campo de una sola habitacin, es decir, la abuela trataba de coser, porque las lgrimas caan sobre la tela que yaca en su regazo. A travs de la habitacin, cerca de la ventana en donde la luz era ms clara, Magardich Mushegan se hallaba sentado con la Biblia abierta sobre las rodillas, leyndola. De improviso, Magardich cerr la Biblia de un golpe, se puso de pie y cruz la habitacin. Se detuvo delante de la abuela, con su espesa barba negra, movindose a causa de la emocin. "Goolisar", dijo Magardich "el Seor acaba de hablarme". La espalda de la abuela se enderez. "De veras, Magardich?" Me esta dando un mensaje para ti, prosigui Magardich. Gocilisar, exactamente

de hoy en un ao dars a luz un nio". Cuando el abuelo regres de los campos, la abuela sali a su encuentro a la puerta de la casa con la noticia de la maravillosa profeca. Complacido y deseando creer, a pesar de su escepticismo, el abuelo no dijo palabra. Tan slo sonri y se encogi de hombros y marc la fecha en el calendario. Los meses pasaron y la abuela qued encinta de nuevo. Para aquel entonces, todos en Kara Kala saban acerca de la profeca, y el pueblo esperaba en suspenso. Luego, el 25 de mayo de 1892, exactamente un ao despus de que se recibi la profeca, la abuela dio a luz un varn. Esta fue la primera vez que mi familia tuvo un encuentro con el Espritu Santo en forma tan personal. Todos los vecinos de Kara Kala estuvieron de acuerdo en que el nombre escogido para el pequeo nio era perfecto; fue llamado Isaac, porque fue como el hijo de Abraham largamente esperado, el hijo de la promesa. Estoy seguro de que era un hombre feliz y orgulloso quien desfilaba con su familia a la iglesia todos los domingos despus del nacimiento de su hijo Isaac. Pero el abuelo era muy terco, todos los armenios lo son. Se consideraba a si mismo demasiado inflexible para aceptar sin reservas que haba presenciado una profeca sobrenatural de la misma clase que se menciona en la Biblia. Quiz la prediccin de Magardich haba sido solamente una afortunada coincidencia. Pero al fin, en un mismo da, todas las dudas de mi abuelo desaparecieron de una vez por todas. En el ao 1900, cuando Isaac tenia ocho aos y su hermana menor, lamas, cuatro, llegaron noticias de que un centenar de cristianos rusos se acercaban por la parte alta de la montaa en sus carretas cubiertas. Todos se alegraron, en Kara Kala era costumbre preparar una fiesta para los visitantes cristianos cuando llegaban. A pesar de no estar de acuerdo con "el evangelio completo" que predicaban los rusos, el abuelo consideraba sus visitas como un tiempo reservado para el Seor, e insista en que la bienvenida tuviese lugar en la explanada frente a su propia casa.

Ahora, el abuelo se senta orgulloso de su fino ganado. Al escuchar la noticia de la llegada de los rusos march al corral para inspeccionar su manada. Elegira el mejor de sus novillos,el ms gordo, para aquella comida especial. Desafortunadamente, sin embargo, al inspeccionarlo result que el ms gordo de sus animales tena una falla, era tuerto. Qu debera hacer? El abuelo conoca la Biblia muy bien, saba que no deba ofrecer un animal imperfecto al Seor, acaso no dice el capitulo 22 de Levtico, en el versculo 20: "Cualquier casa que tenga defecto no debis ofrecerla, pues sta no ser aceptable...?" Vaya dilema! Ningn otro animal de la manada era suficientemente gordo para alimentar a un ciento de huspedes. El abuelo mir alrededor, nadie estaba mirando. Supngase que lo destace y simplemente esconda la cabeza defectuosa? Si, esto es lo que hara! El abuelo condujo el animal tuerto al cobertizo, lo degoll el mismo, y a toda prisa meti la cabeza en un saco y la escondi debajo de un montn de grano de trigo trillado en un rincn obscuro. El abuelo estuvo apenas a tiempo, parque cuando terminaba de condimentar el novillo, oy el rumor de las carretas que llegaban a Kara Kala. Que vista tan estupenda...! Por la polvorienta carretera se vea la conocida caravana de carretas, coada una de ellas, tirada par cuatro caballos baados de sudor. Al lado del conductor del primer carro erguido y en posicin de mando, como de costumbre, iba sentado el patriarca de la barba blanca que era el jefe y profeta del grupo. El abuelo y el pequeo Isaac corrieron camino arriba a dar la bienvenida a los huspedes. Por todas partes del pueblo se hacan preparativos para la fiesta. Pronto, el enorme novillo se estaba asando sobre un lecho de carbones encendidos. Esa noche todos se juntaron ansiosos y hambrientos en torno de las tablas de madera que les serviran de mesa. Sin embargo, antes de que la cena pudiese comenzar, la comida deba ser bendecida. Estos viejos cristianos rusos no oraban nunca, ni an daban gracias par las

comidas, hasta no haber recibido lo que llamaban "la uncin". Esperaban ante el Seor, hasta que, segn sus palabras, el Espritu Santo descendiese sobre ellos. Ellos clamaban (y sto diverta un poquito al abuelo) que podran sentir descender la presencia del Seor y cuando este ocurra alzaban sus brazos y danzaban de gozo. En esta ocasin, como siempre, los rusos esperaron la uncin del Espritu y tal como suceda, uno y despus otro, comenzaron a bailar en su lugar a la vista de todos. Todo marchaba como siempre. Pronto vendra la bendicin de los alimentos y la fiesta comenzara. Pero, para consternacin del abuelo, el patriarca alz de pronto la mano, no en seal de bendicin, sino coma seal para que todos parasen. Dirigiendo al abuelo una mirada penetrante, aquel hombre alto de barba blanca se alej de la mesa sin decir una palabra. Los ojos del abuelo seguan los movimientos del anciano, mientras el profeta cruzaba el patio en direccin al establo. Reapareci despus de un minuto. En su mano sostena el saco que el abuelo haba escondido debajo de un montn de trigo. El abuelo comenz a temblar. Cmo pudo saberlo aquel hombre! Nadie lo haba visto. Los rusos todava no haban llegado al pueblo cuando l escondi la cabeza. Ahora el patriarca pona el saco delante de mi abuelo y lo dejaba abierto, revelando a todos la cabeza con el ojo lechoso. Tienes algo que confesar, hermano Demos?" pregunto el ruso. "Si, yo lo tengo", dijo el abuelo temblando, pero como lo supo? Dios me lo dijo", respondi el hombre con sencillez. T todava no crees que El habla a su pueblo como lo haca en el pasado. El Espritu me dio esta palabra de conocimiento por una razn especial, para que t y tu familia creis. Habis estado resistiendo el poder del Espritu. Hoy es el da en que deja de resistirlo". Ante vecinos y huspedes, aquella noche el abuelo confeso el engao que haba proyectado. Con las lgrimas rodando por su hirsuta barba, pidi perdn. "Mustrame", dijo al profeta, "cmo puedo yo recibir al Espritu de Dios?". El abuelo se arrodill, y el anciano ruso pos sus manos marcadas por el duro trabajo, sobre su cabeza. Inmediatamente el abuelo prorrumpi en una gozosa oracin, en una lengua que ninguno de nosotros conoca. Los rusos llamaban a esta clase de

xtasis "lenguas" y lo tomaban como un signo de que el Espritu Santo estaba con quien as hablaba. Aquella noche, tambin la abuela recibi "su Bautismo en el Espritu Santo". Este fue el principio de grandes cambios en la vida de mi familia, y uno de los primeros sntomas fue un cambio de actitud hacia el ms famoso ciudadano de Kara Kala. Este era conocido en toda la regin como el nio profetaa pesar de que aquellos das del incidente de la cabeza del novillo, el nio profeta contaba con cincuenta y ocho aos. El verdadero nombre de aquel personaje era Efim Gerasemovitch Klubniken, y tena una peculiar historia. Era de origen ruso y estaba su familia entre las primeras pentecostales que haban cruzado la frontera para asentarse permanentemente en Kara Kala. Desde su primera infancia Efim haba mostrado un don para la oracin, practicaba frecuentes y largos ayunos, oraba sin cesar en veladas de oracin de toda la noche. Como todos los vecinos de Kara Kala lo saban, cuando Efim tena once aos oy la voz de Dios llamndolo en una de sus vigilias de oracin. Esa vez continu orando durante siete das con sus noches y durante ese tiempo recibi una visin. Este hecho en s mismo no era extraordinario. En verdad, coma el abuelo acostumbraba a mascullar, cualquiera que pasase tanto tiempo sin comer ni dormir tena mucha probabilidad de comenzar a ver cosas. Pero lo que Efim fue capaz de hacer durante esos siete das no resulta fcil de explicar. Efim no saba leer ni escribir, sin embargo, cuando se sent en su pequea cabaa de piedra en Kara Kala, vio ante si una visin de mapas y un mensaje escrito en una bellsima caligrafa, Efim pidi pluma y papel, y durante siete das, sentado en la dura banca de la mesa de madera donde coma su familia, copi laboriosamente la forma y hachura de las letras y los diagramas que pasaban trente a sus ojos. Cuando hubo terminado el manuscrito fue llevado a personas del pueblo que saban leer, y resulto que aquel nio analfabeto haba escrito en caracteres rusos una serie de instrucciones y advertencias. En un tiempo futuro que quedaba sin especificar, escribi el

muchacho todos los cristianos de Kara Kala estaran en gran peligro. Predijo una poca de inexplicable tragedia para toda la regin, cuando centenares de miles de hombres, mujeres y nios seran brutalmente masacrados. El tiempo llegara, adverta, cuando todos los habitantes de la regin tendran que huir. Deberan irse a una tierra atravesando el mar. A pesar de que jams haba visto un libro de geografa, el muchacho profeta dibuj un mapa que mostrara exactamente el lugar a donde los cristianos deberan huir. Para asombro de los adultos, el mar que haba dibujado con tanta precisin no era precisamente el cercano Mar Negro o el Mar Caspio, ni tan siquiera el ms lejano Mediterrneo, sino el distante e inimaginable Ocano Atlntico. No haba dudas acerca de este, ni tampoco acerca de la identidad de la tierra que se dibujaba al otro lado del mapa, raramente era la costa este de los Estados Unidos de Amrica. Pero los refugiados no se quedaran all, continuaba la profeca. Deberan seguir viajando hasta llegar a la costa oeste de la nueva tierra. All, escribi el muchacho, Dios los bendecira y los hara prosperar, y hara que su semilla fuese una bendicin para las naciones. Un poco despus, Efim escribi tambin una segunda profeca, pero lo nico que todo el mundo conoca de esta otra era que se refera a un futuro todava ms lejano, cuando la gente tendra otra vez que huir. Efim pidi a sus padres que sellaran la segunda profeca en un sobre y repiti las instrucciones previas que haba recibido. Se le dijo en su visin que nicamente un profeta, elegido por el Seor para esta tarea, podra abrir el sobre y leer la profeca a la iglesia. Cualquiera que se atreviese a abrir el sobre entes, morira. Bueno, lo cierto es que mucha gente en Kara Kala sonrea ante estos cuentos del nio. Sin duda tena que haber alguna explicacin para aquella lectura "milagrosa". Quiz haba aprendido a leer y escribir en secreto, con el nico motivo de hacerle un broma a

los del pueblo. Otros sin embargo, comenzaron a llamar a Efim el nio profeta y no estaban demasiado convencidos de que el mensaje fuese genuino. Cada vez que llegaban noticias frescas sobre la situacin poltica a estas tranquilas cortinas del Monte Ararat, cogan las ya amarillentas hojas para leerlas de nuevo. Los problemas entre los musulmanes-turcos y los cristianos-armenios parecan crecer en intensidad. En agosto de 1896 cuatro aos antes de que el abuelo degollara el novillo tuerto ,,no hubo acaso una turbo enfurecida de turcos que asesin a seis mil cristianos armenios en las calles de Constantinopla? Pero Constantinopla estaba muy lejos, y haban pasado muchos aos desde que se dio la profeca. Las profecas de la Biblia se daban en docenas y an hasta centenares de aos antes de que se produjesen los sucesos profetizados, pero la mayora de la gente de Kara Kala, el abuelo entre ellas, crea que esos genuinos dones profticos haban cesado al completarse la Biblia. Y despus, a poco de comenzar el nuevo siglo, Efim anunci que el tiempo del cumplimiento de la profeca que haba escrito haca casi cincuenta aos, estaba cerca. "Tenemos que escapar a Amrica. Todos los que permanezcan aqu perecern" Aqu y all en Kara Kala, familias pentecostales empaquetaban sus casas y abandonaban las pertenencias que haban sido sus posesiones desde tiempos inmemoriales Efim y su familia, fueron de las primeras en marcharse. Cada vez que un grupo de pentecostales abandonaba Armenia, eran la irrisin de los que quedaban atrs. Estos buenos paisanos escpticos e incrdulos, inclusive muchos cristianos, rehusaban creer que Dios poda dar instrucciones exactas a la gente moderna de nuestros das. Pero las instrucciones demostraron ser correctas. En 1914 un perodo de horror inimaginable invadi Armenia. Con una cruel eficacia, los turcos iniciaron su sangrienta labor de conducir a dos tercios de la poblacin hacia el interior del desierto de la Mesopotamia. Ms de un milln de hombres, mujeres y nios murieron en aquellas marchas mortales, inclusive todos los habitantes de Kara Kala. Otro medio milln fue masacrado en sus pueblos, en un programa que le servira mas tarde a Hitler de modelo

para exterminar a los judos. "El mundo no intervino cuando los turcos barrieron a los armenios", record a sus seguidores, "tampoco intervendr ahora". Los escasos armenios que consiguieron escapar al asedio, llevaron consigo relatos de gran herosmo. Explicaron que a veces los turcos ofrecan una oportunidad de negar su fe, a cambio de sus vidas. El procedimiento favorito de los turcos era encerrar a un grupo de cristianos en un establo y prenderle fuego "Si estis dispuesto a aceptar a Mahoma en lugar de Cristo, abriremos las puertas." Una u otra vez, los cristianos elegan morir, cantando himnos de alabanza mientras las llamas los devoraban. Los que haban obedecido al aviso del Nio Profeta y haban buscado asilo en Amrica, escuchaban las noticias con espanto. El abuelo Demos se contaba entre los que haban huido. Despus de su experiencia con el patriarca ruso, el abuelo no volvi a dudar de la validez de la profeca. En 1905 vendi la granja que haba pertenecido a su familia durante generaciones y acept a cambio el poco dinero que quisieron darle para ella. Despus seleccion las pertenencias que la familia podra llevar consigo a sus espaldas, inclusive su propia tetera rusa de bronce. Y con su esposa y sus seis hijas, Shushan, Esther, Siroon, Magga, Yerchan y Humas, y el, orgullo ms de su vida, su hijo de trece aos Isaac, parti para Amrica. La familia lleg a salvo a Nueva York, pero conscientes de la profeca, no se quedaron all. De acuerdo con las instrucciones escritas comenzaron a viajar a travs de esa tierra nueva y salvaje para ellos hasta que llegaron a Los ngeles. All, para su dicha, hallaron un pequeo sector armenio en pleno proceso de crecimiento donde ya vivan algunos amigos de Kara Kala y con la ayuda de esos amigos, mi abuelo comenz a buscar casa. "The Flats" era la localidad ms barata de Los ngeles y sin embargo fue solamente al juntarse con otras dos familias que pudo llevar a su familia a vivir en la casa de estuco en forma cuadrada en el nmero 919, de la calle Boston. El pasaje del barco, el viaje a travs de los Estados Unidos y su parte del alquiler

de la casa, acab con todo el dinero que obtuvo por la venta de la finca ancestral y el abuelo se puso inmediatamente a buscar trabajo sin xito alguno. La gran depresin de los ltimos aos de 1800 todava se dejaba sentir en California, no haba puesto de trabajo disponible, especialmente para un recin llegado que no hablaba ni una palabra en ingls. Todas las maanas el abuelo iba a las oficinas de empleo y siempre regresaba con el paso ms vacilante que el da anterior. Pero haba un tiempo cada semana, cuando todas las preocupaciones se hacan a un lado, el culto de adoracin del domingo. La casa de la Calle Boston tena un saln al trente, bastante grande, que de pronto se convirti en el lugar de reunin de la comunidad. Los servicios se llevaban a cabo segn las costumbres que traamos de reuniones en las iglesias en el hogar, all de Kara Kala. El punto de enfoque era una mesa grande en la que descansaba una Biblia abierta. A ambos lados se sentaban los hombres, alineados segn orden de edad, los ancianos en primer lugar, despus los jvenes y finalmente los nios; al otro lado las mujeres, tambin en orden de edad. Los ancianos continuaban llevando sus pobladas barbas negras, aunque de vez en cuando un hombre joven asombraba a todo el mundo al dejarse crecer tan solo el bigote. Y se esperaba que al menos para asistir a la iglesia (aunque no durante la semana), los hombres llevasen sus tnicas de vivos colores, las mujeres sus vestidos largos bordados, con sus tocadas en la cabeza, tejidos a ganchillo, tal como se haba hecho por generaciones. Que alivio tiene que haber proporcionado al abuelo encontrar apoyo espiritual en aquel grupo de cristianos... Haca mucho tiempo que haban aprendido que Dios poda hablarles directamente desde la Biblia. Con su necesidad de un trabajo en su mente, el abuelo se arrodillaba sobre la pequea alfombra oriental, que haba sido trada de su vieja nacin, para pedir 'por una palabra'. Y enseguida toda la congregacin comenzaba a orar en voz baja, a menudo en

xtasis, en desconocidos y exticos idiomas llamados lenguas". Al final, uno de los mayores se acercaba a la Biblia y colocaba su dedo en un pasaje elegido al azar. Siempre las palabras parecan hablar directamente sobre la necesidad del momento. A veces eran acerca de la fidelidad de Dios, y otras, acerca de la venida de los das de leche y miel, tal como lo haba predicho el Nio Profeta. De cualquier modo la pequea iglesia armenia esperaba que llegasen esos ansiados das, pero mientras duraba la espera, poda gozar de esos hermosos momentos de comunin. Un da llego un nuevo motivo de aliento. Sucedi que el abuelo y su cuado Magardich Mushegan (el mismo que haba predicho el nacimiento de Isaac) caminaban por la Calle San Pedro de Los ngeles en busca de trabajo en los establos. Cuando al pasar por la calle de al lado llamada Azusa, se pararon en seco. Junto con el olor de caballos y arneses de cuero les lleg el inconfundible sonido de gentes que alababan a Dios en lenguas. No saban que en los Estados Unidos hubiese personas que adorasen a Dios en la forma como ellos lo hacan. Se acercaron precipitadamente al establo transformado de donde procedan las voces y llamaron a la puerta. Por aquel entonces el abuelo ya haba aprendido unas pocas palabras en ingls. Podemos, entrar.. nosotros...? Por supuesto! La puerta se abri de par en par. Hubo abrazos, manos levantadas a Dios en accin de gracias, cnticos y alabanzas al Seor, el abuelo y Magardich regresaron a la calle Boston con la noticia de que que pentecosts haba llegado hasta estas lejanas tierras desde el otro lado del mar. Nadie saba entonces que la calle Azusa llegara a ser un nombre famoso. Comenzaba un avivamiento aqu en ese viejo establo de caballos de alquiler que esparcira la renovacin carismtica por diferentes lugares alrededor del mundo. En aquel momento, el abuelo vio aquel otro cuerpo de creyentes como una clara confirmacin de la promesa de Dios de que hara cosas nuevas y maravillosas en California.

Cuales seran estas cosas, el no alcanz a vivir para verlas el tan ansiado trabajo estable que por fin lleg, se convirti en tragedia. Un da, en 1906, el abuelo lleg a casa con el paso ms ligero, Haz encontrado trabajo! dijo la abuela. S lo he encontrado. Todos los miembros de la casa se reunieron alrededor del abuelo que contaba la gran noticia. All en Nevada, en otro estado junto a California, explic, los ferrocarriles estaban contratando persona. El rostro de la abuela perdi la sonrisa, haba odo hablar de Nevada. Se trataba de un desierto donde la temperatura suba por encima de los 48 grados centgrados y donde los hombres caan muertos mientras intentaban llevar acabo el duro trabajo de tender la lnea. Pero t te olvidas replic el abuelo, que soy granjero. Estoy acostumbrado a trabajar al aire libre en el sol. Por otro lado, Goolisar, madre de mi hijo, tenemos otra opcin?. As fue como el abuelo pidi a los ancianos de la iglesia que se reuniesen y recibi la bendicin tradicional por el viaje. Despus, con una muda de ropa arrollada dentro de una manta se dirigi hacia el desierto. Muy pronto el cartero trajo un giro postal cada semana a la casa de la calle Boston. Y entonces un verano por la noche, lleg el cable que la abuela haba estado temiendo desde el principio. En un da de calor agobiante, el abuelo se haba desplomado mientras trabajaba en la lnea del ferrocarril. Su cuerpo sera enviado por tren de regreso. Y con la muerte de mi abuelo, mi propio padre, Isaac, tom el empleo para el que no estaba preparado, porque a los 14 aos se haba convertido en cabeza de la familia. Desde haca varios meses, pap venda peridicos en la esquina de una calle del centro de Los ngeles. Ganaba casi diez dlares al mes lo cual era una valiosa contribucin mientras el abuelo viva, pero insuficiente para alimenten ahora a su madre y a sus seis hermanas. Incluso en el gran momento periodstico que fue el terremoto de San Francisco de 1906 cuando vendi seis atados de peridicos "extras" en una hora, apenas

alcanz para poner un poco ms de leche sobre la mesa. Pap nunca hubiese tomado dinero por el que no hubiese trabajado. En los primeros aos del siglo, todava circulaban monedas de oro, las piezas de oro de cinco dlares eran de un dimetro aproximadamente al de las de una moneda de cinco centavos de ahora. Un da, un cliente con mucha prisa, deposit en su mano una moneda, recogi los tres centavos de cambio y se alej rpidamente. Pap estuvo a punto de deslizar la moneda en el bolsillo de su delantal azul de vendedor de peridicos que llevaba escritas las palabras "Los Angeles Times cuando se dio cuenta, al mirarla con detenimiento, que la moneda que tena en la mano era en realidad una moneda de oro de cinco dlares. Seor! grit. Pero el cliente ya estaba a casi de una cuadra de distancia. Pap puso una pesa encima de sus peridicos y ech a correr tras el hombre. Un vehculo pblico pas frente a l. Sin pensarlo dos veces pap mont, pag el pasaje con sus preciosas ganancias y sigui al individuo. Cuando por fin lo alcanz, pap salt del tranva. "Seor". El hombre se volvi finalmente. "Seor, esto no es una moneda de cinco centavos", dijo pap en su ingls y extendi su mano, el oro brillo con el sol. A menudo pienso en aquel hombre que tom su moneda sin extender por lo menos un reconocimiento. Me gusta pensar que si hubiera podido ver los hambrientos rostros esperando coda noche a la puerta del nmero 919 de la calle Boston, le hubiera dicho al muchacho que se quedara con la moneda. Diez dolares al mes no eran suficientes para la familia. Por las noches, despus del trabajo, pap comenz a recorrer las oficinas de empleo como haba hecho antes el abuelo. Pero si el trabajo para los hombres escaseaba. Los trabajos para un muchacho todava eran ms difciles de encontrar. Por fin, supo que haba una plaza en una fbrica de arneses. El sueldo era poco, quince dlares al mes, pero aun as era ms de lo que poda ganar con la venta de peridicos, y pap tom el empleo. Un da en 1908, cuando papa tena diecisis aos, vino a casa desde la fbrica para

escuchar alarmantes palabras de la abuela. Isaac!. Escucha que noticias tan estupendas! dijo la abuela. Si que necesitamos buenas noticias, respondi pap a travs del pauelo que a menudo se pona en la boca. El fino polvo del cuero en la fabrica de arneses se le depositaba en los pulmones y le haca toser continuamente. He encontrado trabajo!, dijo la abuela. Pap no poda creer lo que escuchaban sus odos. Ninguna mujer armenia trabajaba por un sueldo. En su antiguo pas los hombres se ocupaban de la manutencin de sus familias, le recordaba a la abuela en la cocina, mientras l lavaba sus cabellos sucios por el polvo del cuero. Pero Isaac no te das cuenta de lo que significa para ti llevar esta carga? ests ms delgado que un palillo. Incluso te he odo hablar ayer con rudeza a tu hermana Hamas. Pap se ruboriz, pero mantuvo el aplomo. No tomars ese trabajo. Ya lo tengo. Es una familia muy amable de Hollenbeck Park. Lavar, planchar y har algo de limpieza. Entonces voy a empacar y me marcho de casa, contest pap con lentitud, mientras abandonaba la cocina. Subi a la habitacin y la abuela le sigui. Se mantuvo en pie en el umbral de la puerta mientras pap ataba sus ropas en un paquete. S tu trabajas, ya no me necesitas a m aqu. Al da siguiente, despus de todo, la abuela inform a la gente de Hollenbeck Park que no les lavara la ropa. Pero en la fbrica de arneses la tos de pap fue empeorando. No mejoraba, ni siquiera cuando lo hicieron capataz al ao siguiente, y con ello poda, a veces, estar fuera de la planta. La abuela acostumbraba comentarme cmo se quedaba despierta en cama escuchando toser a pap durante toda la noche cuando por fin persuadi a pap de que fuese a visitar al mdico. El doctor confirmo lo que toda la familia ya saba, si pap no abandonaba la fbrica de arneses, no llegara a los veinte aos. La interrogante era de qu otra forma podra l sostener a su madre y a sus hermanas? Y en este momento, como sola hacerlo siempre la familia en tiempos de perplejidad, pap se volvi a la iglesia. La iglesia pentecostal armenia ya no se reuna en el saln de la calle Boston. Conforme los hombres haban ido encontrando trabajo aqu y all, lo primero que hicieron

fue construir un edificio para la iglesia. Se trataba de un pequea estructura en la calle Gless, de tal vez 20 por 10 metros, con bancas sin respaldo, que se podran arrinconar hacia la pared cuando el gozo del Seor mova la congregacin a danzar en el Espritu. Al frente de la sala se hallaba la tradicional mesa. Puedo imaginar a mi pap dirigindose hacia la "mesa", en la misma forma en que lo haba hecho en muchas ocasiones el abuelo. Se arrodill en la pequea alfombra marrn oscuro y expres su necesidad, mientras detrs de l se agrupaban los ancianos, inclusive Magardich y su hijo Aram Mushegan de quien se deca que era tan fuerte que poda levantar una carreta del suelo mientras se reparaba una rueda. Fue Aram quien coloc su dedo en la Biblia y ley en voz alta estas extraas y hermosas palabras: "Bendito sers t en la ciudad, y bendito sers t en el campo. Bendito ser el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, y el fruto de tus bestias, la cra de tus vacas y los rebaos de tus ovejas" (Deut. 28: 34). Tierra? Pap se pregunto Ganado?, pero las hermosas palabras del capitulo 28 de Deuteronomio continuaban: El Seor enviar bendicin sobre ti, en tus establos, y sobre todo aquello que emprendas y te bendecir en la tierra que el Seor tu Dios te da". Y mientras pap escuchaba, se daba cuenta de que haba una sola cosa que siempre haba deseado hacer. Lo que haba estado soando durante todos los das cuando trabajaba las mquinas cortadoras de cuero. Deseaba trabajar con vacas, con cosas verdes y frescas que crecan al aire libre. Pero se necesita mucho dinero para adquirir tierra, lo recordaba a menudo, cuando sus pensamientos llegaban a este punto. Ahora, con la promesa de las Escrituras que se repetan sus odos, se decidi. Pap aviso a la fbrica de arneses, y al cabo de dos meses estaba sin empleo. Y casi al mismo tiempo comenz a darse cuenta de una cosa. Las frutas y verduras que se exhiban en las tiendas de los alrededores de la ciudad, no slo eran demasiado

caras para que familias modestas como la suya las pudieran comprar, si no que adems eran pequeas y plidas como si hubiesen sido cortadas antes de tiempo. Que pasara, se preguntaba, si l las llevase a la ciudad a vender, de casa en casa? Y as fue como pap comenz su prspero negocio. Al sur y al este de Los ngeles, se encontraba una rea llena de pequeas granjas cuyos dueos eran armenios, que cultivaban algunas de las verduras y frutas mejor seleccionadas del mundo. Pap tom el poco dinero que haba estado ahorrando mes tras mes para el ajuar de sus hermanas y con l hizo dos compras, una carreta y un caballo de pelo rojizo de dos aos, llamadoJack". Al da siguiente, pap condujo a "Jack" y su carreta a un cruce de ferrova que se llamaba Downey, en aquellos das no era aun un suburbio de la ciudad, sino un poblado a veinticinco kilmetros en el campo. El viaje le llevaba casi tres horas cada vez, pero pap disfrutaba cada minuto de ese tiempo. El aire limpio y fresco llenaba de salud sus malsanos pulmones. En la mente de pap comenzaban a emerger los sueos, un da tambin l sera un granjero. Incluso poseera vacas. Sera un lechero, el mejor del pas. Pero entre tanto, quedaba mucho trabajo por hacer. Aquel da, en Downey, pap fue de granja en granja a comprar lechugas aqu, toronjas all, naranjas en otro lugar zanahorias en cualquier otra parte y cualquier otra fruta o verdura que estuviesen en su punto mas alto de la cosecha. Luego con el carro cargado con productos de primera calidad, regresaba a Los ngeles. Mientras Jack iba de arriba abajo, hacia sonar el empedrado de las calles con las herraduras de sus patas, pap anunciaba a voz en cuello su mercanca: Fresas maduras! i Naranjas dulces! Espinacas recin cortadas!. Su producto era bueno y sus precios justos, as que la prxima vez que volvi, encontr a las amas de casa esperndolo. Pas un ao y ahora pap tena diecinueve, y luca bigote de moda. El dinero del

ajuar para sus hermanas se haba repuesto y aumentado. Con su salud renovada y el negocio floreciente, pap comenz a pensar en una familia propia. Ya haba echado el ojo a la muchacha que quera por esposa, una chica de quince aos, con ojos negros y pelo negro que se llama Zarouhi Yesseyian. No es que la conociese personalmente. De acuerdo con las costumbres armenias, un muchacho y una chica no pueden hablarse antes de que las familias se hayan puesto de acuerdo para el matrimonio. Pap solo saba que cuando pasaba cerca de su casa entre la Calle Sexta y Gless, el corazn le daba saltos en el pecho. Puesto que el pap haba fallecido, uno de los ancianos de la iglesia hizo la peticin formal de la mano de Zarouhi. El hombre manifest los propsitos de pap en cuanto hubiese ahorrado lo suficiente para el pago inicial, vendera su productivo negocio y comprara tierra para ganado. Despus de sto, proclamaba el joven, nicamente el cielo azul de California le pondra lmites. As que pap se cas. Muy pronto, l y mi madre estuvieron en disposicin de comprar cuatro hectreas de tierra con cultivos de maz, algunos eucaliptos y tierra de pasto en el corazn de Downey. Y lo ms hermoso de todo, tres vacas lecheras. Con sus propias manos l y mam construyeron una casita de tablas de madera rstica. Mam acostumbraba decir que era una casa muy fcil de limpiar; las tablas de treinta centmetros que formaban el piso, encajaban tan mal entre ellas, que el agua de fregar se filtraba por las ranuras de la madera del piso hacia la tierra que haba debajo... De pronto me di cuenta de que mientras estaba sentado en la silla de la sala de estar y haca recuerdos, el cielo se haca claro tras los naranjos. Y todava mis pensamientos seguan hurgando el pasado. El 21 de julio de 1913, an antes de que pap y mam terminasen la casita de madera en Downey, naci su primer hijo. A diferencia del abuelo, quien tuvo que esperar tanto para un hijo, el primer beb de pap y mam fue un nio. Me llamaron Demos. En la mesa, junto a mi, la gran tetera de bronce que el abuelo haba trado a sus espaldas desde Kara Kala comenzaba a reflejar la primera luz del da. Volv a mirarla,

contempl sus costados que brillaban como el oro a la luz de la aurora. Y me pregunt si al darme el nombre de mi abuelo, mis padres haban adivinado el papel misterioso que la profeca jugara tambin en mi propia vida.

CAPITULO 2 Avenida Unin Pacific

A pesar de que mis padres se trasladaron a Downey cuando yo tena ocho meses, siguieron asistiendo a la pequea iglesia de la calle Gless. Pap deca que era de sus iglesias de donde los armenios obtenan su fuerza. Pap tambin me enseo dos habilidades a la vez. Tan pronto mis manos fueron suficientemente grandes me ense a ordear y tan pronto como fui lo bastante alto para subir un cesto de naranjas y llegarle a la cabeza de "Jack", me ense a ponerle el arns. Muchas de mis primeras memorias que recuerdo son de cuando unca a Jack al carro y salamos con mi familia hacia la iglesia; para entonces ya tena dos hermanas, Ruth y Lucy. El viaje tomaba tres horas tanto de ida como de regreso, y el servicio con todo y almuerzo, duraba cinco, y yo disfrutaba cada momento. Me gustaba observar a aquellos musculosos granjeros y trabajadores levantando sus manos al aire mientras el Espritu se mova por toda la congregacin, los rostros elevados al cielo, hasta que sus largas barbas apuntaban hacia adelante, paralelas a la mesa. Me gustaba escuchar sus voces profundas y encantadoras que cantaban el antiguo salterio armenio. An los sermones levantaban los nimos en aquella pequea construccin de la calle Gless, porque hacan revivir el pasado. Armenia, nos recordaba el predicador, es la nacin cristiana ms antigua del mundo, y tambin la que ms ha sufrido a causa de su fe. Las recientes masacres de los turcos eran tan slo las ltimas entre los recuerdos de salvajes atentados que los vecinos haban perpetrado con intencin de aniquilar a esta pequea nacin inflexible, y de tanto or la misma historia, lleg a convertirse en la fibra y el hueso de todos nosotros. "Estamos en el ao 287, comenzaba el predicador, y el joven San Gregorio se est preguntando si debe regresar a su hogar en su amada Armenia".

Gregorio haba cado en desgracia con el Rey y por ello se encontraba exiliado de su pas, pero en el exilio haba tenido la oportunidad de escuchar el mensaje de Cristo. Finalmente, a pesar del riesgo, decidi regresar para compartir el evangelio con sus compatriotas. El Rey pronto sabe de su retorno, lo manda a apresar y lo encierra en la ms lbrega mazmorra del castillo, para que muera de inanicin. Pero no antes de que la hermana del rey escuchara a Gregorio y se convirtiera. El predicador describa con vivos colores el cuadro de la joven bajando furtivamente las hmedas escaleras de piedra de la negra y maloliente prisin, escondiendo un pan o una calabaza llena de leche de cabra, bajo una andrajosa capa. Por catorce aos, la princesa consigui mantener vivo a Gregorio. Por aquel entonces una espantosa enfermedad se apodera del rey, una extraa locura le hizo revolcarse en el suelo aullando como un animal. Durante sus momentos de lucidez el Rey suplic a los mdicos que lo curasen, pero ninguno lo consigui. "Gregorio puede curarte" sugiere su hermana. "Gregorio muri hace muchos aos" respondi el Rey, "sus huesos yacen podridos bajo este mismo castillo". "El est vivo" le dice ella quedamente, y describe sus catorce aos de vigilia. De modo qu, Gregorio es sacado de su mazmorra, sus cabellos se han tornado blancos como la nieve del Monte Ararat, pero su mente y su espritu estn sanos. En el nombre de Jesucristo, Gregorio increpa al demonio que atormenta al rey, y en aquel mismo instante el Rey es sanado. Juntos, en el ao de 301, l y San Gregorio se dedican a la conversin de toda Armenia. En el largo camino de regreso a casa yo reviva de nuevo la historia, recordaba al hombre paciente en su mazmorra, encerrado mientras los aos transcurran uno tras otro, sin perder jams la fe, sin perder nunca la esperanza, esperando solamente que llegase el momento perfecto que el Seor le tena preparado... Cuando la ltima de sus seis hijas se cas, la abuela vino a vivir con nosotros a la pequea casa de madera; la recuerdo bien, una mujer menuda de cabellos blancos cuyos

ojos brillaban orgullosos de su nico hijo varn. Lo nico que lamentaba, sola decir, era que el abuelo Demos no hubiera vivido lo bastante para ver a los Shakarian con tierra propia de nuevo. Goolisar muri all en su pequea habitacin, una mujer feliz y realizada. Cuando yo tena diez aos, la lechera prosperaba. Las tres vacas se haban convertido en treinta, despus en cien y ms tarde en quinientas, y tambin las cinco hectreas originales se haban convertido en cien. Ahora pap soaba con poseer la granja ms grande y mejor de California. Si el trabajo era todo lo que necesitaba para conseguir su propsito, entonces todo estaba solucionado por que mi padre saba ciertamente trabajar y saba tambin cmo conseguir que todos los dems trabajsemos. Adems de m, trabajaban en el establo con nosotros, un grupo de mxicoamericanos que vivan en un barracn vecino y con ellos mi padre y yo aprendimos espaol. No se quien disfrutaba ms de los relatos, si nosotros con los cuentos mexicanos o ellos con los recuerdos de mi padre de la vida en Armenia. Nunca se cansaban de escuchar los relatos acerca de Efim, el nio profeta, o como Magardich Mushegan haba predicho el nacimiento de pap. Cada vez que se sumaba una mano ms al trabajo, mi pap tena que contar los mismos relatos. Y despus tendra tambin que describir el funeral de Efim en 1915, el ms grande que se haba visto jams en "Los Angeles Flats". Efim no haba asistido a la iglesia de la calle Gless (donde los servicios se tenan en lengua armenia) sino a la iglesia de habla rusa, a unas pocas cuadras de distancia. En la fecha del gran funeral, no solamente estas dos congregaciones se juntaron, sino tambin las de los armenios y rusos ortodoxos, que se tuvieron que tragar sus reparos al "salvaje culto pentecostal" y asistieron al servicio, porque muchos de ellos haban venido a Amrica como resultado de la profeca de Efim. Y que hay de la segunda profeca? preguntaban los mxico-americanos. La que an est por cumplirse?

Sigue bien guardada. La tiene el hijo de Efim. Y morirs t si la abres? "A menos que tu seas la persona sealada por el Seor" Quin crees que ser esta persona? Pero, por supuesto, nadie conoca la respuesta... Fue en la poca en que el joven profeta muri que recib la herida que me causara tantos problemas. Nunca supe como me haba roto la nariz. Un muchacho de diez aos, que trabaja en una granja, generalmente se da muchos golpes. De cualquier modo, cuando comenc a notar que no poda or con tanta facilidad como los dems nios del quinto grado, mam me llevo al doctor. Yo se dnde est el problema, Zarouhi", dijo el mdico, pero no lo que se puede hacer. Demos se rompi la nariz y sano mal. Los conductos nasales y auditivos estn bloqueados. Se puede intentar operar, pero por lo general estas operaciones no tienen buenos resultados." Y tampoco dicha operacin obtuvo buen xito en mi caso. Cada ao iba al hospital para que tratasen la obstruccin, pero otra vez volvan a cerrarse los conductos. En clase me tena que sentar en primera fila para poder or al maestro. Sin embargo, no recuerdo ni una vez en que Jess no fuese como un amigo ntimo durante estos meses en que la sordera iba en aumento; cada vez lo senta a El ms cerca ya no pude seguir participando en los juegos con los dems nios despus de la escuela ( no elijamos a Demos que no oye bien"). As que comenc a sentirme slo por completo. No es que me importase demasiado. Mi ocupacin favorita en la granja era deshierbar el maz, porque poda alejarme por los campos hablando con el Seor en voz alta. Los veranos cuando tuve doce y trece aos, las lneas de los surcos que se unan en la distancia me parecan como una inmensa catedral que se arqueaba sobre mi cabeza. All alzaba mis manos en el aire al estilo como lo hacan los hombres de nuestra iglesia. "Djame or de nuevo, Jess!" No escuches lo que dice el mdico acerca de que no me curar... !

Que bien recuerdo los detalles de aquel domingo de 1926 cuando contaba trece aos. Recuerdo que me levant y me vest en mi habitacin del segundo piso de la nueva casa. Ahora ya pap tena mil vacas lecheras, y haba construido una casa de estilo espaol de dos pisos, con paredes de estuco blanco, con tejas rojas. Me senta raro mientras me vesta para ir a la iglesia. Raro en una forma muy bonita, como si todo mi cuerpo estuviese en algn tono espiritual no usual. Baj la larga escalera de caracol a tomar mi desayuno cantando. Mis padres y hermanas ya estaban en la mesa; por aquel entonces tres nuevas chicas se haban aadido a la familia. La ms joven, Florence, era todava una beb de dos aos, pero las otras cuatro chicas estaban charlando emocionadas sobre el viaje semanal a la ciudad. Yo trat de unirme a ellas pero pronto abandon la idea. Cmo poda yo hablar con gente que mascullaba las palabras? Nuestro viejo caballo "Jack", ya no jalaba el carro de la familia hacia la iglesia cada domingo. El ao anterior cuando "Jack" cumpli 16 aos, pap lo solt en los potreros por el resto de su vida como un bien merecido retiro. En su lugar ahora tenamos un carro Studebaker con una capota de lona y caja con ejes de repuesto, debajo del asiento trasero, como prevencin contra lo desparejo del camino. Aquel domingo la iglesia herva de emocin. No haba ni una sola persona en el lugar que no recordase lo que haba sucedido la semana anterior. La madre de una de las muchachas de la congregacin haba dejado Armenia hacia dos meses para reunirse con su hija en Amrica. No se haba recibido ni una noticia de ella desde entonces y la hija estaba histrica. Como la congregacin haba comenzado a orar por esta situacin, el esposo de ta Esther, el to George Stepanian, de pronto se puso de pie y se dirigi hacia la puerta. Por largo tiempo estuvo observando calle arriba como si viera horizontes lejanos. Al fin habl: "Tu madre est bien. Estar en Los ngeles dentro de tres das". Tres das despus lleg la madre. Y por ello el sentido de expectativa era tan alto aquel domingo, todos se

preguntaban qu nueva forma tomara la siguiente bendicin de Dios. Quizs alguien recibira alguna gua... Y mientras yo pensaba en esto, algo empez a suceder, pero no a otra persona sino a m. Sentado en la banca de atrs con los dems muchachos, sent algo as como si me hubiesen echado un cobertor de lana sobre los hombros. Mir a mi alrededor, asombrado, pero nadie me haba tocado. Intente mover los brazos, pero stos se resistan a obedecer como si intentase moverlos dentro del agua. De pronto mi mandbula comenz a temblar como s tuviese fro a pesar de que "el cobertor" me haca sentir calor. Los msculos de la parte posterior de mi garganta estaban tirantes. De pronto sent un fuerte deseo de decirle a Jess que lo amaba, pero cuando abr la boca para decirlo, las palabras que salieron de mis labios eran incomprensibles para m. Saba que no era armenio, ni espaol, ni ingls, pero era una lengua que flua de m como si toda mi vida la hubiese hablado. Me volv al muchacho que tena a mi lado y vi que me miraba con una gran sonrisa. Demos ha recibido al Espritu! grit, y toda la gente de la iglesia se volte. Alguien me hizo una pregunta, pero a pesar de que le entend perfectamente slo pude responderle con los balbucientes gozos de los sonidos nuevos. Toda la iglesia comenz a cantar y a alabar al Seor con jbilo, mientras yo adoraba al Seor en mi nueva lengua. Incluso horas despus, mientras conduca hacia casa, a todo el que se diriga a m no poda sino responderle en lenguas. Sub a mi habitacin y cerr la puerta, todava las estticas e ininteligibles slabas surgan de mi interior. Me puse mi pijama y apague la luz. Y en aquel momento el sentimiento de la presencia del Seor vino sobre m ms fuerte que nunca. Era como si el invisible manto haba permanecido sobre mis hombros durante todo este tiempo se hubiera vuelto irresistiblemente pesado, aunque no en forma desagradable. Ca al suelo y qued tendido en la alfombra absolutamente desamparado, incapaz de incorporarme y meterme en la cama. No se trataba de una experiencia

aterradora sino como un momento sano y refrescante, como el momento especial antes de caer en un sueo profundo. Mientras yaca all, en mi habitacin, el tiempo tom calidad de eternidad, y en la eternidad escuch una voz. Era una voz que reconoc claramente, porque la haba escuchado muchas veces afuera en mi verde catedral de los campos de maz. Demos, puedes sentarte?, pregunt. Lo intent, pero sin resultado. Una fuerza increblemente fuerte, y a la vez sumamente gentil, me mantena donde estaba. Saba que era un muchacho fuerte, no tan fuerte como Aram Mushegan, pero por supuesto muy fuerte para mis trece aos. Sin embargo, mis msculos no tenan ms fuerzas que un ternero recin nacido. La voz habl de nuevo. Demos!, Y dudars alguna vez de mi poder? No, Seor Jess. La pregunta se repiti por tres veces y tres veces di la invariable respuesta. Entonces, de sbito, el poder que pareca rodearme comenz a dejarse sentir en mi interior tambin. Sent una fuerza de sobrehumana energa, como si pudiese salir volando de la casa y navegar por los cielos en el poder de Dios. Me sent como si pudiera mirar hacia la tierra desde la misma perspectiva de Dios y como si se pudieran ver las necesidades humanas desde su ventajoso punto, para poder suplirlas. Y durante este rato El estuvo murmurando a mi corazn: Demos, el poder es el derecho de nacimiento de todo cristiano; acepta el poder, Demos. Y pronto estaba amaneciendo. Pude or el cenzontle a travs de mi ventana. Me sent en la cama. Qu haba odo yo?... Haban pasado aos sin que pudiera or un pjaro cantar. Me puse de pie de un salto, me senta hermosamente entero y vivo, me vest rpidamente. Eran pasadas las cinco de la maana, pap y yo tenamos que estar en los establos a las cinco y media. En cuanto abr mi puerta aquella maravillosa maana, pude escuchar el sonido de los huevos al frerse abajo en la cocina. El chocar de los platos, el canto de los pjaros, el sonido de mis propios pies al bajar corriendo las gradas de baldosa roja; stos eran pequeos sonidos que no me haba dado cuenta antes de que existiesen. Entr en la cocina como un relmpago.Pap, mam,

puedo or! La sanacin no fue total. Cuando mam me llev de nuevo al doctor descubri que oa con un 90 por ciento de normalidad. Por qu me qued con un 10 por ciento de sordera? No lo s, ni me preocupa en absoluto. Recuerdo que mas tarde, ese mismo lunes por la maana, cuando habamos terminado de ordear, me fui solo a mi verde catedral. El maz ya estaba alto, listo para la cosecha. Me sent entre dos surcos, cort un elote, lo deshoj y mordisque los blancos granos que resultaron lechosos y dije: Seor, yo s que cuando sanas a las personas es porque tienes algn trabajo para que ellas cumplan. Quieres mostrarme, Seor, el trabajo que me tienes asignado? Antes, cuando los dems chicos de mi clase soaban en convertirse en estrellas de "baseball", yo soaba en convertirme en profeta. Despus de todo era apenas un poco mayor que el Nio Profeta cuando tuvo su visin. Pero los aos fueron pasando sin que yo recibiera este hermoso regalo. La profeca tomar gran parte de tu vida, pareca decir el Seor, pero t no sers el profeta. Entonces, un da tuve una experiencia que me hizo preguntarme si iba a convertirme en sanador. Mi hermana menor, Florence, tena seis aos cuando se cay y se golpe contra una tubera que sala de uno de los establos y se rompi el codo derecho. Cuando el cirujano y el especialista le arreglaron la rotura confiaban en que Florence podra hacer uso de su mano derecha, pero el codo quedara doblado y rgido para siempre. Cuando le quitemos el yeso podremos empezar sesiones de terapia. Con paciencia la nia recuperar el diez o quizs el veinte por ciento de la articulacin, es lo mejor que se puede esperar". Un domingo en la iglesia, un tiempo despus del informe mdico, yo sent de nuevo la sensacin del calor, sent que me ponan el cobertor pesado sobre mis hombros. No necesitaba preguntar de quin se trataba, ni tuve que preguntar lo que tena que hacer,

tena que caminar a travs de la sala y orar por la sanidad del brazo de Florence. As que mientras todos cantaban un himno, me levant calladamente de mi banca y me dirig a la seccin de las mujeres. Me incline sobre Florence, sentada en la ltima banca, su brazo derecho envuelto en un pesado cabestrillo de yeso. El calor de mi espalda baj por mis brazos hasta mis manos. Florence, musit, voy a orar por tu codo. Sus grandes ojos negros me miraron con solemnidad. Puse mis manos sobre el yeso. Realmente, casi no or sino que permanec de pies sintiendo como el calor de mis brazos y mis manos flua hacia el yeso que cubra el codo de Florence. Siento algo! murmur Florence, algo caliente! Y eso fue todo. En un momento la sensacin del manto de calor me abandon y regres a mi asiento. No creo que ms de media docena de personas nos observaron. Pocas semanas despus quitaron el yeso. A la hora de la comida mam nos dijo que el especialista haba puesto una mano sobre la blanca y magullada piel del codo de Florence, tomo la mueca con la otra mano y con extrema precaucin intent enderezar el brazo herido, unos tres o cuatro centmetros. Como el antebrazo hizo el movimiento completo atrs, y luego hacia adelante, hizo mover el brazo en crculos, y en su rostro apareci una sonrisa de incredulidad. Bien...! comenz a decir, bien, mejor de lo que esperaba. Mucho mejor! est... como un brazo que jams se hubiera roto! Y as, en el campo de maz, ese verano me hall preguntndole al Seor si la sanacin era el trabajo que iba a encomendarme. De nuevo cre escuchar una respuesta: Por supuesto. Quiero que toda mi Iglesia se interese por esta labor. T vers maravillosas sanaciones y algunas a travs de tus manos. Pero Demos, ste tampoco es el trabajo "especial" para ti. Para entonces yo tena diecisiete aos y cursaba segundo ao en la secundaria. Debera de estar ya en mi ltimo ao pero haba perdido dos aos a causa de mi sordera, cuando pap compr una segunda granja. Ahora disponamos de lugar para construir nuestros propios silos y el capital suficiente para instalar mquinas de ordear

mecnicas. Tambin se dedic a otros negocios. Haba sido un verdadero quebradero de cabeza para nosotros y tambin para nuestros vecinos granjeros, el transportar la leche hasta la embotelladora. De modo que pap inici una empresa que se ocupaba de transportar la leche. Despus, al notar que el precio del jamn estaba aumentando en los Angeles, se dedic tambin a la crianza de cerdos. Ms tarde a empacar carne. "El Seor bendecir todo lo que emprendas ...pareca en verdad, que todo lo que Isaac, el hijo de la promesa, emprenda, estaba destinado a prosperar. Su xito era ms sorprendente adems, puesto que atravesbamos los aos de depresin econmica, por all de los treinta. Para entonces, pap ya me haba dado a manejar mi propio rebao, y an recuerdo al maestro que me enseaba contabilidad decirme con esperanzas, que yo consegua ms ganancias con mis treinta vacas que la mayora de los profesores de la Escuela Superior de Downey. Por nuestra casa ahora pasaban polticos, hombres de negocios, dirigentes de la comunidad, y mi madre, la tmida y pequea emigrante armenia, se encontr preparando cenas en su casa semanalmente para la gente ms poderosa y prominente. Era una cocinera maravillosa, y muy pronto, sus platos armenios como "dolmas", "kuftas" y "katash" se hicieron famosos en todo el sur de California. Pero lo que recuerdo especialmente de mi madre, es que ella se tomaba las mismas molestias para cocinar, fuese quien fuese el husped. Muchos vagabundos pasaban en aquellos das, y reciban el mismo trato que el Alcalde de Downey, el mejor juego de porcelana, los cubiertos de plata y un mantel en la mesa. Si no habla comida caliente, la preparaba, la haca enseguida, carne, verduras, dulces caseros, a la vez que deca en su limitado ingls. -Sintense, sintense! No hay prisa para comer! Y entre tanto, yo me senta atrado cada vez mas hacia otra casa. Fuese cual fuese el negocio de la finca que me llevase al este de Los Angeles, siempre encontraba una excusa para acercarme a la casa color crema de Sirakan Gabrielian, en la Avenida Union

Pacific 4311, con la esperanza de que su hija apareciera casualmente por el jardn. No es que pudiese hablar con ella en el caso de que apareciese por que la conversacin entre chicos y chicas, salvo en caso de que estuviesen comprometidos, era algo inaudito en las comunidades armenias. Pero el solo saber que estaba cerca me produca una felicidad indescriptible. El domingo era otra ocasin ansiosamente esperada, el domingo cuando Rose Gabrielian se sentaba con las dems muchachas en el lugar destinado a las mujeres, era la chica ms bonita de toda la iglesia, la muchacha a quien todos los muchachos seguan disimuladamente con la mirada. El nombre de su padre Sirakan, significaba en armenio llamado y eso me gustaba. Como mi propio padre, Sirakan Gabrielian haba comenzado de la nada. Eventualmente haba conseguido reunir unos cien dlares, y as como mi pap, compr una carreta y un caballo. Sirakn, sin embargo, en lugar de transportar frutas y verduras con su carreta, se dedic a recoger basura. Haca bastante falta en Los Angeles hacia el final de siglo, y pronto pudo comprarse una segunda carreta y despus una tercera. Sirakan y su familia eran ortodoxos armenios, sin embargo viva muy cerca de la iglesia de la Calle Gless, y al escuchar los alegres cantos que sala por las ventanas abiertas, semana tras semana, l decidi investigar de qu se trataba. Al poco tiempo se uni a nuestra congregacin y por poco le cuesta la vida. Para muchos armenios ortodoxos, los pentecostales eran algo as como traidores a su antigua fe. Ver que uno de los suyos se sumaba a este odiado grupo, era lo mismo que verlo muerto. Y por ello decidieron sepultarlo. Un da, cuando Sirakan lleg al botadero de basura de la ciudad con su carga, se encontr con un grupo de creyentes ortodoxos que lo esperaban. Ellos maniataron sus brazos y piernas y lo llevaron a un hoyo que ellos haban cavado en el suelo arenoso. Ya lo haban tirado en el hoyo y lo haban cubierto con varias capas de tierra, cuando una carreta conducida por pentecostales lleg, y durante la lucha que sigui Sirakan pudo librarse.

Me diverta escuchar cmo contaba esta historia Sirakan. Tambin me gustaba escucharlo hablar de su matrimonio. Cuando Sirakan tena veintin aos su padre decidi regresara Armenia a buscarse una esposa, por que la madre de Sirakan haba fallecido haca algunos aos. El negocio de Sirakan tambin estaba prosperando, por lo que le pidi a su padre que le trajese tambin una esposa para l. El padre de Sirakan tuvo xito en ambos casos. Para su hijo eligi una muchacha muy bonita de trece aos, que se llamaba Tiroon Marderosian. Para facilitar su entrada en los Estados Unidos se cas por poder en Armenia, y luego inici el largo viaje para unirse al esposo que jams haba visto. Ms tarde se dara cuenta de cun providencial haba sido la eleccin. Pocas semanas despus, los turcos atacaron aquel territorio armenio y las dos esposas fueron las dos ltimas mujeres que salieron vivas del pueblo. La bienvenida que Tiroon recibi en Los Angeles debi ser la ms extraa que una joven esposa haya experimentado jams. Sirakan no esperaba a su padre y a las dos mujeres hasta el da siguiente. Regresaba del basurero de la ciudad, para encontrarse a una nia de mirada aterrada parada a mitad de la sala. Con sorpresa adivin que deba tratarse de su esposa, y que l estaba cubierto de suciedad de pies a cabeza. Qudate aqu!, le grit Qudate aqu mismo! como si la pobre nia tuviera otro lugar a donde ir. Sali corriendo por la parte trasera de la casa y media hora despus, limpio, cepillado y perfumado,el joven Sirakan, "Amado" Gabrielian, dio su formal discurso de bienvenida a la joven dama, quin se sinti ya ms aliviada. Estos eran los padres de Rose, los que algn da elegiran un marido para ella. Pero yo no poda acercrmeles directamente para pedirles a su hija en matrimonio. Tanto en mi caso como en el suyo, era la familia quien deba tomar la iniciativa. Cmo temblaba yo la noche en que comenc a dar a entender mis intenciones a mi padre! Era una noche de junio de 1932, y estbamos todos sentados alrededor de la mesa en el comedor, la puerta estaba abierta para dejar entrar la brisa. Pap, sabes que

ya tengo diecinueve aos?" le dije. Pap se limpi el bigote y cort otro pedazo de carne, y continu, "estoy a punto de graduarme en la escuela superior, y estoy ayudando a pagar las granjas. Y t tenas diecinueve aos cuando te casaste." Mis cinco hermanas dejaron de comer. Mam dej el tenedor al lado del plato, y pregunt Hay una muchacha en particular? S. Es Cristiana? Oh,si! "Es..." comenc". "Ella es Rose Gabrielian". "Ah..." suspir mam. As que..." dijo pap. "Oh..." corearon todas mis hermanas a la vez. Y as comenz a elaborarse el ceremonial que desde haca siglos preceda la propuesta de matrimonio. Primero, a pesar de que las familias se vean cada semana en la iglesia y eran amigos ntimos, se tena que preparar un encuentro oficial. Este delicado asunto se manejaba por medio de un intermediario cuidadosamente escogido. Despus de largas discusiones (en las que por supuesto no se me consultaba para nada) mam y pap estuvieron de acuerdo en que la persona adecuada para esta delicada tarea era Raphael Janoian, el esposo de la hermana de pap, Siroon. Un buen augurio, me dije a m mismo, porque de los seis hombres que se haban casado con las hermanas de mi padre, el to Janoian era mi favorito; l era dueo de un predio de chatarra donde, cuando yo tenia catorce aos, me permita escoger entre sus viejos repuestos de automvil con los que yo pretend construirme mi primer automvil. Y este predio de chatarra lo pona en contacto diario con la familia de los Gabrielian, debido a la compaa de transporte de stos. An recuerdo como corr hacia su automvil cuando l regres de la cita formal de casa de Sirakan Gabrielian. Pero el to Janoian no iba a descargar su encargo tan fcilmente. Deliberadamente se dirigi hasta nuestra sala de estar, acept una tasa de te muy fuerte y dulce, y comenz a sorberlo lentamente. Y bien, Raphael, dijo mi padre apurndolo. Pues bien, Isaac, respondi el to Janoian, hemos acordado la fecha. Los Gabrielian estarn encantados de recibir una visita de los Shakaran el da veinte del mes entrante.

La visita ya estaba acordada! Entonces, por lo menos, no lo haban rechazado de plano, y sto significaba que Rose, sin duda, iba a tomarme en consideracin. Este pensamiento haca que mi cabeza volase. Por fin lleg el veinte de julio. Termin mis obligaciones en el establo en un tiempo desusado y comenc a prepararme para la visita, me ba, me duch, y me ba de nuevo. Me cepill los dientes hasta casi quitar el esmalte. Us los dos, Listerine y Lavoris". Me cepille la suciedad que la granja dejaba en mis uas hasta que el cepillo perdi sus cerdas. Escuche como pap sacaba el Packard de la cochera. Una ltima subida por las escaleras para limpiar una mancha de mis zapatos y una nueva aplicacin de antispticos en la cortada que me haba hecho en la cara despus de mi tercera afeitada. Demos" tron mi padre. "Qu pretendes? Estar ms bonito que Rose?" Apretado entre mis hermanas en la parte trasera del automvil pens que los veintisiete kilmetros entre Downey y el este de Los ngeles jams me haban parecido tan distantes. Finalmente llegamos al nmero 4311 de Unin Pacific. Marchamos como una tropa por el camino de grava, a lo largo de las bellamente alineadas matas de albahaca, perejil y otras hierbas de cocina. La puerta principal se abri de par en par, y all, de pie, estaban: Sirakan, Tiroon, Eduardo el hermano mayor de Rose, tos y tas abuelas y un sinnmero de primos. Y detrs de todos ellos se hallaba Rose, con un vestido veraniego del color de su nombre. No pude verla mucho, porque la reunin se deshizo de inmediato, y como era costumbre armenia, en grupos que se excluan mutuamente, los hombres en un lugar del gran saln y las mujeres en el otro. De vez en cuando, yo miraba hacia el grupo donde Rose estaba sentada con mis hermanas y me preguntaba de que estaran hablando las chicas. Rose tena la misma edad de mi hermana Lucy y me preguntaba si yo podra hablarle a Rose con la misma naturalidad y facilidad con que lo haca Lucy. Tampoco tom parte en la solemne conversacin que mantenan mi padre y Sirakan Gabrielian desde dos

cmodos sillones, uno junto al otro. Fuera lo que fuese que hablaban entre ellos, ambos hombres parecan satisfechos; ya en la puerta, el seor Gabrielian dijo a mi padre: "Le har llegar tu mensaje a Rose", Y dos semanas ms tarde el to Janoian transmiti la histrica respuesta: Rose se casara conmigo. Ahora venan las cinco noches tradicionales de celebracin en la casa de la novia para festejar una respuesta afirmativa: si. Haba alegres noches de cantos, comidas especiales, discursos y mutuas felicitaciones, porque entre los armenios no son dos individuos, sino dos familias, las que se casan la una con la otra. Una noche Rose nos dio un concierto de piano, y mi corazn se infl de orgullo al contemplar sus dedos volando con tanta ligereza sobre el teclado. Yo haba tomado lecciones de violn una vez, pero lo dej de mutuo acuerdo con mi profesor y con todos los que estaban dentro de los limites del auditorio. Florence haba heredado ambas cosas, el violn y las lecciones, y ella tambin toc para ambas familias reunidas; tena ocho aos, y su gil brazo derecho se inclinaba amorosamente alrededor del brillante instrumento de madera. Vino la noche de entregar la "prenda", ese regalo tradicional del chico a la muchacha, que simbolizaba la nueva relacin. En este caso, se trataba de un reloj de pulsera de diamantes. El regalo haba sido elegido tambin por mis padres, pero a m me tocaba la tarea de cruzar la habitacin hasta donde estaban sentadas las mujeres y colocar el reloj alrededor de la mueca de Rose. En un repentino silencio, sintiendo los odos de cada uno de los presentes en la habitacin sobre mi persona, mis dedos se volvieron duros, como de madera. Primero, no poda abrir el cierre, y despus no lo poda cerrar. Record con nostalgia mi tractor cuyas piezas poda desmontar una por una y volverlas a montar sin tener que pensar ni un momento. Al final, Rose acerc su mano derecha y abroch el cierre por m. Por supuesto, quedaban todava decisiones que tomar por parte de nuestros

mayores, tales como dnde y cundo tendra lugar la boda. La iglesia de la Calle Gless, todos estuvieron de acuerdo, era demasiado pequea para os centenares de personas que vendran, y a la vez, los familiares pertenecientes a la iglesia ortodoxa antes se dejaran matar que poner all los pies. No, la boda sera en la casa paterna del novio, segn la costumbre del viejo pas, y la fiesta que seguira (y que era por supuesto, el suceso principal de las solemnidades armenias) se llevara a cabo en la doble pista de tenis del jardn posterior de la granja. En cuanto la fecha los Gabrielian preferan esperar por lo menos un ao. Los tiempos han cambiado, explicaban, desde que mi madre se cas a los quince aos y la madre de Rose a los trece. Una mujer necesitaba madurez para cuidar de una familia en estos das. Tendramos que esperar a que Rose tuviera diecisis aos. Y mientras se discutan nuestros asuntos, Rose y yo todava no nos habamos dicho una palabra. Tradicionalmente, el momento tendra despus de la fiesta formal del compromiso, donde incluso los parientes ms lejanos seran invitados, pero estas reuniones familiares eran solamente los preliminares. A la cuarta noche de celebracin ya no pude aguantar ms. Lanc las milenarias tradiciones por el aire y me puse de pie de un salto. Seora Gabrielian, dije a travs de aquella muchedumbre de cabezas, puedo hablar con Rose? Durante unos horribles instantes la seora Tiroon Gabrielian me mir en silencio. Despus, con un movimiento de cabeza, que pareca preguntarse a dnde iran a parar los jvenes de hoy, n o s c o n d u j o a Rose y a m a la otra habitacin, coloc dos sillas de altos respaldos, una al lado de la otra en el centro de la sala y se marcho dejndonos solos. Por vez primera en nuestras vidas. Y de repente todos esos hermosos discursos que yo haba preparado de antemano se me escaparon. Yo haba ensayado delicadas obras maestras para expresar mis sentimientos de amor y haba recordado frases poticas en armenio, por que el padre de la novia, alarmado por la "nueva locura de

Hollywood" que reinaba en la ciudad, no permita una palabra de ingls en su casa. Yo pretenda decirle que era la muchacha ms hermosa del mundo, y que estaba dispuesto a Pasar toda la vida hacindola feliz. Pero no pude recordar una sola palabra, y all me qued sentado con la lengua trabada como estpido. Al final, horrorizado, las primeras palabras que salieron de mis labios fueron: "Rose, s que Dios nos quiere juntos". Ante mi asombro, sus brillantes ojos cafs se inundaron en lgrimas. Demos, "musit, he orado durante toda mi vida para que el hombre con quien me tuviera que casar me dijese esas palabras antes de todo" Tres semanas despus lleg el momento del compromiso oficial cuando la novia recibira el anillo. Fuimos juntos a un almacn de mayoreo a escoger el diamante, acompaados, por supuesto, de una larga tropa de familiares. El nombre de la dependienta, todava lo recuerdo, era seora Earhart, hablamos acerca de su hija Amelia, que acababa de cruzar el Ocano Atlntico sola en su avin. Descubr a Rose mirando a hurtadillas un diamante pequeo que haba en una de las bandejas, pero mi madre haba elegido otro. No se nos ocurri a ninguno de los dos contradecir su decisin. La fiesta de compromiso tuvo lugar en la tienda de vveres al seor Gabrielian, donde haba cupo para trescientas personas. Despus de esto se me permiti visitar a Rose tan a menudo como quisiera, lo cual suceda todas las noches cuando yo no trabajaba. Mientras transcurra ese ao largo para mi, mi madre, Rose y mis hermanas fueron saliendo de compras cada vez ms a menudo. Por tradicin, la familia del novio compra el ajuar de la novia, y para elegir un bolso y un sombrero se poda disfrutar de media docena de salidas. La compra favorita de Rose fue un vestido marrn oscuro y unos zapatos que hacan juego. En la comunidad armenia solamente las mujeres casadas llevan colores obscuros; Rose estaba convencida de que parecera unos cinco aos mayor cuando se los pusiese. La boda tuvo lugar el 6 de agosto de 1933. Aquella maana el clan entero Shakarian

se dirigi hasta la parte este de Los ngeles donde ella viva, para "llevarse la novia a casa". Puesto que el banquete ms importante del da se hara por la noche, los Gabrielian sirvieron un almuerzo de cinco platos que para los armenios era una pequea merienda. Despus, ambas familias partieron hacia Downey, en una caravana de veinticinco automviles adornados con flores. En casa, la alambrada que rodeaba a dos canchas de tenis, haba desaparecido detrs de grandes cascadas de rosas. Del resto del da puedo recordar tan slo momentos aislados. La larga barba de color castao del pastor Perumean se sacuda hacia arriba y hacia abajo sin descanso al comps de la lectura del antiguo servicio armenio. Colgaban hilos de lamparillas entre las palmeras y los camareros con casaca blanca luchaban por sostener los tremendos azafates de shishkebab" y el tradicional "pilaf, plato de bodas hecho de dtiles y almendras, que mi madre haba pasado das enteros preparando. Recuerdo que haba quinientos invitados y cada uno de ellos, segn pareca, haba escrito un poema en armenio que tena que escucharse y ser aplaudido por la concurrencia entera. A las once de la noche, yo me senta mareado de tanta fatiga, y haba lgrimas en los ojos de Rose por que llevaba zapatos blancos con tacn alto desde por la maana. Cuando nos pusimos de pie para despedir a la interminable cantidad de parientes y amigos, estbamos seguros de una cosa, Rose y yo estbamos al final completamente, irrevocablemente y permanentemente casados en todo el sentido de la palabra armenia .

CAPITULO 3 Una bomba de tiempo

Era la tradicin, que equivale a decir lo aceptamos sin cuestionario, que el novio y la novia deban pasar su primero y quiz segundo ao de matrimonio con la familia del novio. La sombra sobre esta gran casa de estilo espaol, era por aquel entonces , la quebrantada salud de mi hermana Lucy. A los once aos haba recibido una herida en el

pecho en un accidente del autobs escolar, ahora cada vez se quejaba ms de molestias al respirar. La ciruga no consegua mejora alguna, ni tampoco nuestras oraciones conseguan una sanacin permanente. Por qu Seor? preguntaba yo una y otra vez. Por qu sanaste el codo de Florence, pero no sanas el pecho de Lucy?. Rose y yo estbamos viviendo con mi familia cuando naci nuestro hijo Richard en octubre de 1934. Enseguida comenzamos a construir una casa para nosotros al lado. Los aos que siguieron fueron un verdadero desafo para nuestros negocios lecheros. Incluso durante la depresin econmica los negocios fueron creciendo con ms rapidez de lo que pap jams pudo soar cuando trabajaba entre el polvo del cuero de la fabrica de arneses, o cuando apuraba a "Jack", con una carreta cargada de vegetales. Ya tenamos la granja lechera ms grande de toda California y pap tena un nuevo sueo, poseer la lechera ms grande del mundo. Nos decan que aqu, en esta parte del mundo ya exista la lechera que tena tres mil vacas de ordeo. Esa se convirti en nuestra meta. Junto con este sueo vinieron otros, ampliamos nuestra caravana de camiones lecheros. Ya tenamos trescientos y si tuvisemos quinientos podramos servir a todo el estado. Tambin podramos usar nuestra flota de camiones para acarrear ensilaje y para llevar los cerdos y el ganado de carne hasta las plantas procesadoras. Las ambiciones nuestras fueros creciendo ms y ms, por que en los Estados Unidos no haba lmites en cuanto al trabajo que pudiera lograr un armenio. Y probablemente lograra mucho ms. Yo tom a mi cargo un proyecto especial, el proyecto de construir "Reliance Number Three', la tercera de nuestras granjas lecheras, que nos dara capacidad para tres mil cabezas de ganado. Compramos un terreno como de veinte hectreas y empezamos la construccin de corrales, silos y un moderno establo y cremera donde la leche pasaba de la vaca a la botella sin ser tocada por manos. De vez en cuando me preguntaba brevemente si Dios tendra an el plan para mi

vida que yo haba sentido con tanta seguridad cuando era nio. Pero el hecho era de que Dios ya no estaba en el centro de mi vida. Por supuesto que siempre bamos a la iglesia de la Calle Gless, todos los domingos, con nuestro pequeo hijo Richard dando saltos en el asiento trasero. Pero cuando yo era honesto conmigo mismo me daba cuenta de que los negocios se haban convertido en el objeto principal de mis pensamientos y energa. Frecuentemente comenzaba el trabajo a las siete de la maana para terminar despus de las once de la noche. En 1936 me lance a una nueva empresa, una planta de fertilizantes y desde entonces yo me sentaba a menudo en mi escritorio toda la noche. Incluso cuando oraba, mis oraciones eran enfocadas en el precio de la alfalfa, o en el rendimiento en kilmetros que daban nuestros camiones. Por ejemplo, haba toda esas importantes decisiones con las que el dueo de una lechera se enfrenta, cmo seleccionar el mejor hato. Un buen torete de calidad, que incluso a mediados de los aos treinta, poda costar quince mil dlares. Pero a pesar de este precio, respaldado por un "pedigree cinta azul" comprar un toro era siempre como una lotera. La incgnita resida en que si el animal poda transmitir sus cualidades deseables a sus cras, y un toro capaz de lograrlo consistentemente, era solo uno entre mil. De modo que yo oraba entre el ruido y el polvo del lugar de la subasta de ganado. "Seor. T hiciste estos animales. T ves cada clula y fibra. Indcame cual es el toro que tengo que comprar". A veces me llevaba el toro mas delgado de todos y lo vea despus convertirse en un criador de campeones. Siempre llev conmigo mis creencias pentecostales a los establos. Muchas noches pasaba mi mano en un ternero febril, o sobre una vaca que tena un parto difcil, y observaba al veterinario sorprendido cuando la oracin haca lo que l no podan hacer. Si, es verdad que todava crea. La palabra "Reliance", nombre de nuestra empresa familiar quera decir precisamente confianza en Dios y si la tenamos todos los das en El.

Slo que pareca que yo siempre estaba recibiendo del Seor pero dndole muy poco. Por eso es que me senta tan perplejo por la profeca que se refera a Rose y a m. Milton Hasen era un pintor de casas en una poca cuando nadie pintaba sus casas. Era un noruego alto, delgado, de cabellos rubios y que haba pasado muchas penas. Sin embargo, era la persona ms alegre que jams haba conocido. Sabamos cundo vena a visitarnos por que oamos bajar por la calle cantando himnos evanglicos a todo pulmn. Una noche, cuando Rose, Milton y yo estbamos en nuestra pequea sala de estar, Milton alz sus largos brazos y comenz a temblar. Milton perteneca a una denominacin particular de pentecostales; cuando el Espritu descenda sobre l, cerraba los ojos, levantaba sus manos y hablaba en una voz fuerte y retrica. Rose y yo ramos "naves escogidas", que el haca tronar. Nosotros "ramos guiados paso a paso". Mantengan la mente en las cosas del Seor, clam Milton. Ustedes entrarn a travs de las puertas de la ciudad y nadie las cerrar delante de ustedes. Hablarn de cosas santas con los jefes de estado alrededor del mundo. Yo mir a Rose y vi que estaba tan atnita como yo. "Importantes hombres de estado?" Viajes a travs del mundo entero? Ni Rose ni yo habamos salido jams de California, y con un nio de tres aos y otro beb en camino, nuestros sueos o esperanzas estaban concentradas alrededor de nuestro pequeo hogar. Milton tuvo que leer la expresin de nuestros rostros. No me echis la culpa, amigos, dijo en su acostumbrado tono amable. No hago ms que repetir lo que dice el Seor. Tampoco yo entiendo todo sto. Estoy seguro de que me habra olvidado de la profeca de Milton, casi al instante, de no haber sido por una sorprendente segunda experiencia. Algunos das despus, por intuicin, se me ocurri entrar por casualidad a un servicio entre semana de una iglesia, en una parte de la ciudad que yo no conoca. Al terminar el sermn, el pastor hizo un llamado al altar. Tal vez por que yo estaba convencido de que mi vida espiritual no era la que deba ser, acept la invitacin y me arrodill en el reclinatorio. El pastor fue pasando frente a cada uno de los que estbamos arrodillados e imponiendo manos en uno tras otro. Cuando me lleg el turno, dijo

con una voz que retumb por la iglesia: Hijo mo, t eres una nave escogida para un trabajo especfico. Yo te estoy guiando. Tu visitars altos oficiales de gobierno en muchas partes del mundo en el nombre del Seor. Cuando t llegues a una ciudad, las puertas se abrirn y ningn hombre podr cerrarlas. Recuerdo que me levant un poco indeciso. Qu increble coincidencia! me dije a mi mismo, no es concebible que este pastor nos conozca a mi y a Milton Hasen, Ser este mensaje algo que de verdad proviene de Dios? Yo no entiendo, "mantn tu mente ocupada en las cosas del Seor", me haban dicho Milton. Yo bien saba que era teologa sana y yo tambin saba que mi mente, aunque intentase algo diferente, estaba siempre lista a ocuparse de los negocios privados de la familia Shakarian. El ao siguiente sucedieron en nuestra familia dos grandes acontecimientos: el primero fue el nacimiento de nuestra hija Geraldine, en octubre en 1938, el siguiente fue la muerte de mi hermana Lucy la primavera siguiente, a la temprana edad de 22 aos. Esta hermana ma tena la misma edad que Rose y era ciertamente la ms hermosa de mis hermanas y tambin la ms sensible e inteligente, cuyo ambicionado sueo era el de convertirse en maestra de escuela, sueo por cierto poco comn entre las muchachas armenias de aquellos das. Lucy era tan apreciada en el Colegio Whittier, donde estudiaba, que en el da de su funeral se suspendieron las clases como un tributo a su memoria. Por primera vez en muchos aos yo me enfrentaba a una de las grandes preguntas que atormentan la mente humana: Para que venimos al mundo? Cul es el significado de la muerte? y de la vida? Yo miraba en la Iglesia de la Calle Gless a amigos y familiares durante la acostumbrada comida del funeral y me repeta esas preguntas. La muerte para nosotros los armenios era la seal para que nos reuniramos todos los parientes, inmediatos hasta los ms lejanos y despus del funeral, la costumbre requera ofrecer una comida formal. Esta era una verdadera necesidad all en armenia por las grandes distancias que muchos

miembros tenan que recorrer para venir hasta el funeral. Pero aqu en California esta comida se converta en una especie de sacramento de la unidad familiar. Yo me sent al lado de mi padre en un extremo de la mesa larga, puesta cerca del altar y podan mirar hacia el extremo opuesto donde se sentaba mi madre. A su lado se sentaba Rose, que tena a la pequea Gerry en su regazo y junto a ella el otro hijo nuestro, Richard, que ya contaba con cuatro aos. El to Magardich Mushegan haba muerto haca ya algunos aos, pero cerca de Richard se sentaba Aram, el hijo de Magardich y a continuacin el hijo de ste llamado Harry. En esta ocasin se encontraban tambin las seis hermanas de pap y sus esposos y mis cuatro hermanas restantes, Ruth, Grace y Roxanne con su esposo y sus respectivas familias; la ms pequea, Florence, que era ya segn la mentalidad de nosotros los armenios, una mujer hecha y derecha a sus 15 aos. En las restantes mesas en torno de la nuestra se hallaban los sobrinos y los primos y un sinnmero de parientes polticos... Y todos habamos prosperado. Estos armenios eran gente orgullosa y fuerte, los hombres con estmagos de hierro ciertamente bien alimentados y las mujeres con sus mantillas de seda negras. Me vino a la mente entonces la profeca que haban trado a toda esta gente desde tan lejos, hasta esta tierra de abundancia: "Yo os bendecir y os har prosperar", haba prometido Dios all en las montaas de Kara Kala y ahora que miraba a mi alrededor ciertamente lo podan constatar. Pero haba tambin otra parte de la profeca: "Yo har que vuestra descendencia sea una bendicin para