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P. Gregorio Iriarte, OMI La Globalización: Un Gran Desafío a la Ética Cristiana I.- FRENTE AL MAYOR DE LOS RETOS 1) La globalización, algo inexorable Se está abriendo en le mundo una gran polémica entre los panegiristas de la globalización y sus acérrimos impugnadoras. Unos la alaban como impulsora y causante de importantes factores positivos en el área de la economía mundial y otros, por el contrario, le achacan el ser generadora de desempleo y de graves males que afecten, sobre todo, al mundo de los pobres. La opiniones están profundamente divididas, pero lo cierto es que, más allá de interpretaciones favorables o recriminatorias, el fenómeno de la globalización es un hecho que está teniendo inmensas repercusiones a nivel mundial, con consecuencias muy profundas, no solamente en el área del comercio o de la economía, sino en todas las áreas económico- sociales y políticas de nuestra sociedad. Aunque algunos piensen que el fenómeno de la globalización tiene preponderancia principalmente en el área comercial y financiera, sin embargo, día a día se ve más claro que está afectando y configurando el futuro inmediato a nivel planetario. La globalización es algo inexorable. De buena o de mala gana todos estamos atrapados en ella. El fenómeno de la globalización, no sólo es imparable, sino que sus efectos se irán sintiendo, con un impacto creciente, en toda la sociedad. Nos queda, por lo tanto, una sola opción lógica frente al bombazo planetario de la globalización: el de trabajar para que sus claras tendencias deshumanizadoras, elitistas y discriminadoras se tornen en factores de humanización, de mayor participación y democracia, a través de nuestra capacidad de discernimiento, nuestros aportes teóricos y nuestras actitudes personales y grupales. 2) La globalización lo abarca todo Hay unanimidad en afirmar que estamos viviendo ya los albores de una "nueva era". Una de las características más perceptible e impactante es lo que se ha dado en llamar el "proceso de globalización o mundialización" La globalización, desde el punto de vista latinoamericano, es inducida y asimétrica: inducida , porque nuestros pueblos y nuestros gobiernos no tienen el más mínimo control de todo ese proceso,

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P. Gregorio Iriarte, OMI

La Globalización: Un Gran Desafío a la Ética Cristiana

I.- FRENTE AL MAYOR DE LOS RETOS

1) La globalización, algo inexorable

Se está abriendo en le mundo una gran polémica entre los panegiristas de la globalización y sus acérrimos impugnadoras. Unos la alaban como impulsora y causante de importantes factores positivos en el área de la economía mundial y otros, por el contrario, le achacan el ser generadora de desempleo y de graves males que afecten, sobre todo, al mundo de los pobres.

La opiniones están profundamente divididas, pero lo cierto es que, más allá de interpretaciones favorables o recriminatorias, el fenómeno de la globalización es un hecho que está teniendo inmensas repercusiones a nivel mundial, con consecuencias muy profundas, no solamente en el área del comercio o de la economía, sino en todas las áreas económico-sociales y políticas de nuestra sociedad.

Aunque algunos piensen que el fenómeno de la globalización tiene preponderancia principalmente en el área comercial y financiera, sin embargo, día a día se ve más claro que está afectando y configurando el futuro inmediato a nivel planetario.

La globalización es algo inexorable. De buena o de mala gana todos estamos atrapados en ella. El fenómeno de la globalización, no sólo es imparable, sino que sus efectos se irán sintiendo, con un impacto creciente, en toda la sociedad.

Nos queda, por lo tanto, una sola opción lógica frente al bombazo planetario de la globalización: el de trabajar para que sus claras tendencias deshumanizadoras, elitistas y discriminadoras se tornen en factores de humanización, de mayor participación y democracia, a través de nuestra capacidad de discernimiento, nuestros aportes teóricos y nuestras actitudes personales y grupales.

2) La globalización lo abarca todo

Hay unanimidad en afirmar que estamos viviendo ya los albores de una "nueva era". Una de las características más perceptible e impactante es lo que se ha dado en llamar el "proceso de globalización o mundialización"

La globalización, desde el punto de vista latinoamericano, es inducida y asimétrica: inducida, porque nuestros pueblos y nuestros gobiernos no tienen el más mínimo control de todo ese proceso, y asimétrica, porque está creando una élite vinculada a una economía de punta, mientras quedan a margen, hundidos en inmensos bolsones de pobreza los sectores mayoritarios de la población.

Este proceso de mundialización se esta dando en el área de la economía, de la política, de la estrategia militar, de la tecnología, de la informática, de la ingeniería genética, de las comunicaciones...

-En el área de la economía: imposición y aceptación del modelo neo-liberal, el marcado como juez y parte; la especulación y del "blanqueo" como fuentes de máximo lucro; concentración acelerada de los ingresos en pocas manos; desocupación, aumento de la pobreza, economía informal, creciente poder de las multinaciones, internacionalización del comercio...

- En el área social: fragmentación y debilitamiento de las organizaciones populares, urbanización creciente y deshumanizadora, migraciones, aumento de la agresividad y violencia, marginación y exclusión de grandes sectores de la población...

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- En el área de la cultura: inmenso poder de los M.C.S., informalización, consumismo, individualismo, hedonismo, pluralismo y permisividad en aumento...

- En el área de la ética:   crisis en la moral pública, corrupción generalizada, relativismo y subjetivismo ético, autonomía de la economía frente a la ética, la manipulación genética...

- En el área de lo religioso: retorno de lo sagrado, intimismo e individualismo religioso, sectarismos, evasionismos, fundamentalismos...

II.- LAS FALACIAS DE LA GLOBALIZACION

1) El capitalismo: matriz de la globalización

Todo el proceso de mundialización ha nacido con la marca de fábrica de signo capitalista. La internacional solidaria del proletariado ha sido reemplazada por la internacional de los poderosos.. Como modo de producción de ha "transnacionalizado" la máxima eficacia con la consecuencia lógica de la explotación y la discriminación. Huyendo del fundamentalismo del mercado.

Nuestros países ha conquistado formas de gobiernos democráticas, aunque en muchos aspectos sean ellas más representativas y formales que participativas y reales, sin embargo, los mecanismos que rigen la economía y las finanzas son absolutamente autocráticos y verticalistas.

El poder real que las grandes corporaciones de las finanzas, de la industria y de la informática detentan es cada vez más poderoso y más peligroso ya que no está suficientemente controlado por una legislación apropiada ni por autoridades con legitimidad y competencia.

El capital transnacional está más vinculado a la especulación y a la usura que a la inversión y producción. Los volátiles circuitos financieros son más lucrativos que la producción de bienes de consumo para satisfacer las necesidades humanas fundamentales. De ahí la constatación de un crecimiento económico sin generación proporcional de empleo.

En el área económica es donde con mayor fuerza y contundencia se ha instalado la globalización. Los procesos de automatización, de informatización y robotización, más y más vinculados a una tecnología de punta, van desplazando a niveles, cada vez menos significativos, tanto al trabajo humano, como a la materia prima.

La teoría económica basada en la fe ciega en el libre mercado acentúa las, cada vez más profundas, desigualdades económicas. El mercado trata de crear empleos sólo en la medida en que permite al capital reproducirse con las máximas tasas de ganancias y en el menor costo y tiempo posible.

2) Ricos, más ricos y pobres, más pobres

Todo ello desemboca en el gran drama que vive nuestro mundo: la profundización de la brecha que distancia a los pobres y de los ricos, países industrializados cada vez más opulentos frente a ese ochenta por ciento que constituye la población de los países pobres.

Nada quizás más desconcertante y horrible que ese dato últimamente aportado por el P.N.U.D. (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo): Nos comunica que 358 personas supermillonarias poseen una cantidad de dinero superior a casi la mitad de la población mundial. Exactamente, ese reducido número de personas acaudaladas, tiene unos activos mayores a lo que poseen el 45% de las personas y los Estados de todo el mundo.

El informe correspondiente al año 1996 de esa prestigiosa institución nos dice también que unos pocos han tenido grandes beneficios económicos a costa de muchos otros. En efecto, en

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la actualidad, 1.600 millones de personas están en peores condiciones económicas que hace 15 años, y 89 países están ahora en peor situación económica que hace 10 años.

Analizando el decenio de 1975 a 1985, se constata que la economía mundial creció en un 40%, sin embargo, en ese mismo lapso de tiempo, el número de pobres aumentó en el mundo en un 17%. Un 18% de los países más pobres del mundo están ahora en peor situación económica que hace 10 años ya que sus ingresos han disminuido dramáticamente.

En los últimos 30 años, la participación en el ingreso mundial del 20% más pobre de nuestro planeta se redujo de un 2,3% a un 1,4%. En contraposición a esto, el 20% más rico aumento sus ingresos de un 70% a un 85%.

Como lógico resultado de esta distribución, cada vez más inequitativa, se duplicó la relación proporcional entre los más ricos y los más pobres del mundo: hace tres décadas atrás, el 20% más rico del mundo (unos 1.200 millones de personas) tenían un ingreso 30 veces mayor que el 20% más pobre, (unos 1,200 millones de personas). En la actualidad, los primeros tienen unos ingresos 60 veces más altos que los segundos.

En América Latina y el Caribe, aunque varios países comenzaron una lenta recuperación a finales de los 80, sin embargo, en el momento actual, todavía hay en nuestra región 18 países cuyos ingresos son inferiores a los de hace 10 años.

El Banco Mundial comunica (no sin cierta ironía) que, con relación al año 1996, tiene dos noticias que informar, "una buena y otra mala". La "buena" es que se ha dado un crecimiento económico en A.L., aunque éste sea considerado como totalmente insuficiente. La "mala" es que los ricos de América Latina se ha vuelto más ricos y los pobres, más pobres.

Según este informe del Banco Mundial, uno de cada 3 latinoamericanos es pobre y un total de 86 millones de personas (es decir, el 18% de la población) sufre extrema pobreza. En términos económicos eso quiere decir que esa personas tienen que arreglarse para sobrevivir con menos de un dólar por día.

Si las cosas siguen como en estos últimos años, el número de pobres crecerá en América Latina a un ritmo de un millón de personas por año. Se calcula que cada minuto que pasa hay dos pobres más en nuestra región.

Según las proyecciones de analistas especializadas, si las condiciones no cambian fundamentalmente, en el año 2.005 habrá en América Latina 176 millones de nuevos pobres. Para evitarlo tendrían que cambiar radicalmente, no sólo las tasas de natalidad, sino, sobre todo, las tasas de crecimiento económico y los índices de distribución equitativa.

3) Globalización o dualización...?

El término "globalización" trata de indicarnos que estamos caminando hacia un mundo de mayor unidad, tanto en lo económico como en lo comercial, financiero, tecnológico, político... La "dualización nos advierte de lo contrario: nuestro mundo camina hacia una mayor diferenciación y discriminación, tanto económica como social. Se está gestando una realidad mundial clara y dramáticamente dual. Si analizamos fríamente el proceso de mundialización percibimos que las tendencias secesionistas y discriminatorias, sobre todo en el ámbito económico-financiero son más profundas y humanamente más negativas que las tendencias unitarias y globalizadoras. Peor aún: éstas profundizan a agraban a aquellas.

El libre mercado, propugnado como modelo a ser asumido internacionalmente, privilegia a los más fuertes. Tienen la opción de imponer, según sus intereses, las cláusulas de los contratos en detrimento de los más débiles. Esto se da, tanto a nivel interno de los países, como a nivel internacional. El neo-liberalismo instaura, en última instancia, la ley del más fuerte en la medida en que falla la igualdad que se supone debe existir siempre entre las partes contrastantes.

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III.- CUESTIONANDO A "LA MAGIA DEL MERCADO"

1) El "gangsterismo" del libre mercado

La "magia del mercado", brújula, código deontológico y faro orientador del "proyecto neo-liberal", está minando las bases mismas del capitalismo clásico. Y ésto lo está logrando en la medida en que hace prevalecer, de un modo absoluto, el interés lucrativo personal, sobre las más elementales exigencias del bien común. Ha convertido el dinero en la medida exclusiva de felicidad y autorrealización de las personas. Lo que era un mero medio de cambio, lo han constituido en un fin en sí mismo, en una pseudo-religión, donde el culto se reduce a la idolatría del máximo lucro. El éxito y la eficacia son dos virtudes cardinales que deben adornar el espíritu de sus adeptos. ¡El multi-millonario más explotador y despiadado puede pasar como símbolo y dechado de las más altas virtudes ciudadanas!

Los modelos de "ajuste estructural" nos están llevando a un verdadero "gangsterismo" del mercado en la medida en que, a nivel mundial, se van desconectando y alejando de toda consideración ética y aún socio-política.

2) Las profundas limitaciones del mercado

El neoliberalismo globalizador considera al libre mercado como regulador máximo de la economía, motor de eficiencia y gestor de una adecuada distribución del ingreso. el mercado premia con ganancias a quienes mejor satisfacen las necesidades del público y castiga a quienes encarecen los precios o deterioran la calidad de los productos.

A esto se une la toma de conciencia que nuestra sociedad ha ido tomando acerca de las graves deficiencias de los modelos de economía planificada y colectivista y de las deficiencias de los llamados"Estados de Bienestar". El intervencionismo del estado en la economía, muchas veces sometido a criterios político-partidistas, ha producido con frecuencia, corrupción administrativa, burocracia parasitaria y peligrosas distorsiones económicas.

Pero el concepto de "mercado absoluto" para impulsar y orientar la economía a nivel mundial es, no sólo cuestionable, sino distorsionador y generador de gravísimas injusticias a nivel mundial.

La experiencia histórica demuestra que es imposible resolver los múltiples problemas de la economía mundial y nacional sin la presencia sin la presencia orientadora y reguladora del estado y de organismos internacionales.

Los costos humanos del proyecto económico-globalizador son terriblemente altos. Según datos del P.N.U.D., en todos los países que han aplicado el "ajuste estructural", ha aumentado sensiblemente la proporción de personas que viven debajo del umbral de la pobreza.

Por otro lado, no todas las cosas tienen un valor comercial. El mercado, no abarca , ni puede abarcar, todo el ámbito de relaciones de la vida humana. Como dice Juan Pablo II en su encíclica "Centessimus Annus".

"Existen necesidades colectivas y cualitativas que no pueden ser satisfechas mediante sus mecanismos hay exigencias humanas importantes que escapan a su lógica hay bienes que, por su naturaleza, no se pueden ni se deben vender o comprar"(C.A.n.40)

"Un auténtico desarrollo humano exige del mercado, no sólo que brinde ventajas materiales, sino que esto lo haga en forma equilibrada, cambiando la eficiencia , con la equidad y la sustentabilidad. Los mercados no son un fin en sí mismos. Son un medio más para el desarrollo. Por lo tanto, deben estar al servicio de las personas y no éstas al servicio del mercado" (PNUD.Informe.1992).

3) En la globalización no hay lugar para la justicia social

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La doctrina social de la Iglesia reconoce tres categorías en relación a la justicia. La justicia conmutativa, la justicia distributiva y la justicia social. La justicia conmutativa regula los intercambios y los contratos particulares, Pero la justicia social mira el bien común. La justicia social no se opone a la conmutativa sino que garantiza su fucionamiento en forma más justa y más amplia.

No se puede desconectar las ganancias e las responsabilidades sociales. No se puede implantar estructuras económicas al margen de la ética si no queremos caer en un sistema anti-humano y salvaje. Los efectos deshumanizadores que genera el modelo los podemos percibir también en los países industrializados. A pesar de su reducido crecimiento demográfico, tienen actualmente,35 millones de desocupados y más de 100 millones de pobres.

Los países pobres lanzan al mercado del trabajo, cada año, 37 millones de jóvenes . Es evidente que el neo-liberalismo, con su sistemática prescindencia de los valores éticos, está destruyendo todo lo que pueda llevarnos a una verdadera solidaridad social. En la práctica, lo que está globalizando con la mayor eficacia destructiva, es la desigualdad social. Se globaliza la liberación de los mercados, la especulación financiera, el consumismo, las tecnologías de punta...pero no los valores éticos o el pleno empleo.

La globalización se orienta hacia la creación de nuevos monopolios, nuevos privilegios mercantilistas, nuevos autoritarismos oligárquicos... pero no hacia la solución de los problemas humanos y sociales que, no solamente los relega, sino que los agrava y los aumenta. Sus publicitados "milagros" económicos siempre han generado, como contraparte, verdaderos "infiernos" sociales.

4) ¿Cambios a la vista?

Los excesos absolutistas del libre mercado, a nivel mundial, parecería que han asustado a sus propios inspiradores.

El Banco Mundial considera actualmente que tiene que haber una accióm recíproca entre el mercado y el estado. Tanto el mercado como el Estado tienen importantes e irreemplazables funciones que cumplir.

El director-gerente del F.M.I. Michel Camdessus, dice "que las medidas de "ajuste económico estructural" no son suficientes , por sí solas, para lograr el progreso económico y, mucho menos, el progreso social.

Para el Presidente del BID, el uruguayo Enrique Iglesias: "El Estado es el primer responsable de asegurar la gran reconciliación de lo económico con lo social. El mercado esto no lo va a resolver por sí sólo. El mercado no tiene un horizonte social". (Cit. en "El mercado es la panacea universal del desarrollo?" Alternativas. Nguyen Thai Hop. Ed. Lascasiana. Nicaragua. p. 105 y s.)

Michel Camdessus resume estas nuevas ideas en forma gráfica: "Adam Smith y el los neo-liberales actuales hablan frecuentemente de la "mano invisible del mercado" que, misteriosamente, lo arregla todo. En realidad, tienen que estar presentes "tres manos": La mano invisible del mercado, la mano de la justicia del Estado y la mano fraterna de la solidaridad" (M. Candesus, cit. por Thai Hop o.c.p.105 y s.)

La globalización está cuajada de antagonismos. El mito optimista del neo-liberalismo: "Que cada uno persiga y consiga el máximo lucro individual y la "mano invisible del mercado" solucionará los intereses de todos", comienza a ser cuestionado por los propios impulsores del modelo.

5) Sin "satanizar" la globalización

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El fenómeno globalizador, con su enorme complejidad, exige de nosotros un detenido y profundo discernimiento. Dentro de su dinamismo universalizador encontramos aportes concretos y positivos, que no sólo deben ser reconocidos y valorados, sino también apoyados y promovidos.

a) Uno de esos aportes está relacionado con la creciente conciencia de universalidad que, superando sectarismos y nacionalismos "chauvinistas", abre horizontes frente a las visiones excesivamente provincianas. La "aldea planetaria" hace que vivamos los grandes acontecimientos de nuestro mundo con mayor cercanía y con creciente interés y sensibilidad.

b) No se puede actualmente abordar el proyecto de una sociedad más justa sin integrar a ella la dimensión globalizadora. La globalización, con todo su inmenso potencial de nexos transnacionales, puede constituirse en un eficaz instrumento para la preservación y defensa del medio ambiente, para el control del narcotráfico y de la carrera armamentista, para garantizar la paz entre los pueblos o etnias enfrentadas, para la búsqueda de soluciones al problema del hambre, para luchar efectivamente en contra del analfabetismo, las discriminaciones de género, raciales, religiosas... para controlar el blanqueo de dinero sucio, para enfentar, a nivel mundial, el problema de las migraciones, del desempleo, del terrorismo, de la xenofobia...etc.

c) Frente al desprestigio creciente de los partidos políticos y al anquilosamiento de los sindicatos, como instancias mediadoras de participación ciudadana, están emergiendo, a nivel mundial, nuevos poderes, cobijados bajo la expresión genérica de "sociedad civil". El aporte cívico se está constituyendo en un real poder popular en muchos lugares. Se van creando redes de solidaridad, despertando a la gente, sobre todo a los jóvenes, de sus sueños alienantes y rompiendo los pequeños horizontes del individualismo narcisista. La presencia femenina es cada vez más gravitante y cuestionadora, así como las de organzaciones cívicas, los grupos étnicos, gremiales, juveniles, culturales... Los movimientos, día a día más numerosos, en su lucha por los derechos humanos, por la defensa del medio ambiente, contra el tráfico de armas... etc.

d) A partir de la "Cumbre de Copenague" se está dando una fuerte y positiva autocrítica dentro de los poderosos Organismos de Desarrollo Mundial (Banco Mundial, FMI, BID...) que pocos años atrás prohijaron e impusieron sus "recetas" a escala mundial, tendiente a corregir la excesiva "ortodoxia" en la aplicación del modelo. Se trata, sobre todo, (es muy importante recalcarlo), en que el componente social debe estar mucho más presente en las estrategias y en los proyectos económicos de los Estados y que la presencia del Estado debe ser mayor y más decisiva. Como lo dijo en tono denunciativo el propio Director - Gerente del F.M.I., Michel Camdessus; "Hemos pasado de un fundamentalismo del Estado a un fundamentalismo del mercado". Hay inquietud por encontrar ese justo medio.

f) La vocación política es más que nunca necesaria, no ya al servicio de un Estado o como medio para la toma del poder, si no para no dejar un poder absoluto en manos de los políticos o de altos "ejecutivos transnacionales". La política no puede estar disociada de la economía y la economía no puede estar disociada de las necesidades e intereses de la sociedad. Esta presencia, cada vez más dinámica y más organizada, es la gran palanca para revertir las propuestas más deshumanizantes de la globalización.

IV.- EXIGENCIAS ETICAS PARA CAMINAR EN LA GLOBALIDAD

1) Superando la concepción economicista y reduccionista

El pensamiento neo-liberal, enquistado en las corrientes globalizadoras, se basa en una antropología de tipo reduccionista, obsesionada en la dimensión del "tener", en detrimento de la del "ser".

El desarrollo limitado al área de lo económico es totalmente parcial e insuficiente. La economía y el desarrollo no son solamente cuestiones técnicas. Tienen siempre una dimensión ética.

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Cuando hablamos de ética entendemos "un sistema jerarquizado de valores según el cual se ordenan los comportamientos de las personas y de los grupos sociales".

La visión economicista, predominante en la dinámica globalizadora, enfoca todo el proceso mundial desde un punto de vista exclusivamente material y tecnológico. Parte de una concepción unilateral del desarrollo, reduciendo toda la complejidad y todas las apetencias del ser humano, al área de las necesidades materiales. Comprender que el desarrollo no está en los objetos, sino en las personas y proponerlo en términos, no meramente economicistas, sino "humanos", implica un cambio profundo y necesario en la racionalidad económica predominante en las corrientes globalizadoras.

2) La centralidad de la persona

Para la ética cristiana, el marco referencial, la praxis en todos los aspectos de las relaciones humanas, es el de "considerar siempre a la persona como el centro y el fin, nunca como medio o como elemento marginal". Por lo tanto, el valor de la persona constituye el origen y el objetivo también de la actividad económica.

Este principio que afirma y defiende a la persona como fundamento, causa y fin de todas las instituciones es el fundamento del cual se han deducido los principales aportes de la Doctrina Social de la Iglesia. Este principio responde a las exigencias de la naturaleza humana y, por lo mismo, debería ser aceptado por todos.

3) El "destino universal de los bienes de la creación"

Es el primero de esos criterios. Siempre estuvo presente este principio en la genuina tradición cristiana. El Concilio Vat. II lo asumió y lo explicitó con gran fuerza y claridad. La "GAUDIUM ET SPES" lo expresa así:

"Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad... Quien se halla en situación de necesidad extrema tiene derecho a tomar de la riqueza ajena lo necesario para sí... El conjunto de instituciones consagrados a la previsión y a la seguridad social pueden contribuir al destino común de los bienes" (G.S. 69).

La Encíclica "Populorum Progressio" de Paulo VI, insiste en esta misma idea, agregando que todos los derechos económicos están supeditados a este gran principio. Dice Paulo VI:

"Todos los demás derechos, sean los que sean, comprendidos los de propiedad y comercio, a ello están subordinados; no deben estorbar, antes al contrario facilitar su realización y es un deber social grave y urgente hacerlos volver a su finalidad primera" (P.P.22).

Juan Pablo II ha vuelto a insistir sobre primer principio confrontándolo con el derecho de propiedad, en la Encíclica "Sollicitudo Rei Socialis"

"Es necesario recordar, una vez más, aquel principio peculiar de la doctrina cristiana: los bienes de este mundo están originariamente destinados a todos. El derecho a la propiedad privada es válido y necesario, pero no anula el valor de tal principio. En efecto, sobre ella grava una hipoteca social, es decir, posee, como utilidad intrínseca, una función social fundada y justificada precisamente sobre el principio del destino universal de los bienes (S.R.S. nº 42)

4) La satisfacción de las necesidades humanas fundamentales

Este es el fin primario de la economía. El fin de una economía humana no es el lucro ni la máxima rentabilidad. Una economía regulada únicamente por la oferta y la demanda no llega a satisfacer las exigencias básicas de toda la sociedad. La economía debe modelarse y desarrollarse de acuerdo a las necesidades. (P.Lebret cit. por M. Vidal. Páginas. nº 142)

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Una economía justa tiene que ser una economía orientada hacia la satisfacción de las necesidades humanas, lejos de los falsos criterios consumistas cuyos fines se reducen a la obtención de las satisfacciones superfluas, efímeras o suntuarias.

El lucro excesivo se realiza muchas veces con la manipulación de las necesidades ajenas.

El ansia desmedida de lucro es uno de los errores básicos del liberalismo económico, (MM 11) provocando una economía de interés exclusivamente individualista y profundiza, cada vez más, la brecha que separa a las clases privilegiadas de los pobres.

5) Desarrollo humano e integral junto con el desarrollo técnico

El desarrollo económico impulsado por el poder de la técnica no puede ir separado del desarrollo humano. El desarrollo sin ética se convierte en un desarrollo salvaje, ha afirmado Juan Pablo II. Es necesario que la Técnica sea humanizada por la ética. El terreno de las decisiones concretas corresponde a la racionalidad científica de la economía. La ética ha de respetar siempre la autonomía de la ciencia, pero le corresponde el emitir juicios de valor sobre las decisiones concretas en cuanto en ellas están comprometidos valores fundamentales de las personas. (Marciano Vidal. "Una ética económica fundamental". Página 142. Lima. Dic. 1996)

Es urgente volver a lo humano.   El énfasis se ha puesto en el mero crecimiento, reduciendo la complejas y variadas apetencias del ser humano a las de tipo material. El desarrollo no puede limitarse a la acumulación de riquezas, ni se puede medir un auténtico desarrollo integral de las personas con indicadores economicistas, como el "Producto Interno Bruto", o la "Renta Per Cápita".

La economía y los economistas no pueden ser los máximos rectores de la política de nuestros países. La política es el conjunto de propuestas y actividades ordenadas al bien común de la sociedad.

La "Cumbre de Copenhague" tomó plena conciencia de las graves consecuencias que está generando en nuestro mundo el distanciamiento o divorcio entre la economía y la ética.

La Cumbre de Copenhague sugiere el que se vayan integrando las políticas económicas, sociales y culturales de manera que se apoyen mutuamente, y el promover la distribución equitativa de los ingresos con un mayor acceso de todos, en equidad e igualdad, a los recursos. Juzga que es una prioridad básica para los gobiernos el impulsar el pleno empleo y que los programas de ajuste estructural incluyen objetivos de desarrollo social, acrecentando los recursos asignados a este rubro.

6) Hacia una economía solidaria

El modelo socio-económico vigente nos quiere presentar a la economía y la solidaridad como dos ideas o propuestas irreconciliables y antagónicas. Se pretende reducir la solidaridad a un plano totalmente secundario, a mero paliativo, ante los efectos tan negativos de los modelos monetaristas... Según ellos, la solidaridad, como expresión de la caridad cristiana o del altruismo, debe aparecer después que la economía ha cumplido su tarea. Para los economistas del sistema no es necesario, ni siquiera conveniente, que la economía y todo el sistema de producción y distribución de bienes y beneficios sean solidarios, ni tampoco las estrategias y las estructuras socio-económicas.

La tendencia monetaristas de los modelos económicos en vigencia se alejan, cada vez más, de la solidaridad y de las exigencias de la justicia social; se basan, fundamentalmente, en relaciones de fuerza, de influencia, de conflicto y de competividad.

La teoría económica convencional parte del supuesto de que los sujetos económicos son movidos por el interés y el lucro personal. Sin embargo, ésto no corresponde totalmente a la verdad. También el hombre, más allá de sus egoismos, es un ser sensible ante el dolor ajeno y

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es capaz de sentirse identificado con los más nobles ideales de otras personas y de asumir como propias las necesidades de sus hermanos y aún de entregar la vida por ellos.

Es evidente que la solidaridad tiene grados y sería un error no reconocerla en muchas de nuestras relaciones y aún en ciertos comportamientos económicos actuales. El mismo mercado nos está diciendo muy elocuentemente que nos necesitamos unos de otros.

Sin embargo, las tendencias monetaristas de los modelos económicos en vigencia, se alejan, cada vez más, de la solidaridad y de las exigencias de la justicia social; se basan, fundamentalmente, en relaciones de fuerza, de influencia, de conflicto y de competitividad.

La teoría económica convencional parte del supuesto de que los sujetos económicos son movidos por el interés y el lucro personal. Sin embargo, ésto no corresponde totalmente a la verdad. También el hombre, más allá de sus egoísmos, es un ser sensible ante el dolor ajeno y es capaz de sentirse identificado con los más nobles de otras personas y de asumir como propias las necesidades de sus hermanos y aún de entregar la vida por ellos.

Por lo tanto, el principio fundamental para construir unos modelos de economía solidaria parte del reconocimiento explícito del valor intrínseco de la persona humana como tal. La centralidad de la persona debe ser el horizonte referencial de todos nuestros proyectos económicos promocionales.

Esta concepción humanista de las realidades económicas imprime ese sello cristiano que debe caracterizar a todos nuestros proyectos. La persona humana nunca debe ser considerada como un medio, sino siempre como el fin, el fundamento y la causa de todas las realidades temporales. Todo ello se enmarca dentro de una concepción universalmente aceptada.

La visión economicista que predomina en muchos de nuestros tecnócratas es parcial, ya que parte de una antropología reduccionista. Un desarrollo que se limite sólo a lo económico, no responde a la realidad integral de la persona ni a sus más profundas apetencias humanas.

Antes de nada es necesario que estamos convencidos de la conveniencia, de la oportunidad y de la necesidad ineludible de impulsar proyectos de economía solidaria. Estos proyectos, si bien no implican una negación de la economía de mercado, tampoco quiere decir que se identifiquen con ella.

Se están dando actualmente muchas experiencias de incorporación de la solidaridad en proyectos de desarrollo económico. Debemos conocer esos nuevos caminos y aproximarnos a ellos y, en la medida de nuestras posibilidades, asumirlos.

Para nuestros pueblos marginados y excluidos, el ejercicio de su libertad personal y de su autorealización, pasa, en gran medida, por la formación de organizaciones intermedias, grupos de trabajo, asociaciones de distinto tipo, cooperativas, pequeñas empresas autogestionarias...

Nuestras respuestas como cristianos, como integrantes de CARITAS, pueden ser de dos tipos: la de adaptarnos para seguir viviendo dentro de un modelo global de alta exclusión y día y día más dependiente de intereses e ideologías foráneas, o de la impulsar grupos autogestionarios que vayan construyendo su propia identidad cultural, religiosa, económica y social.

En términos globales, tenemos que hacer frente al aumento de la pobreza en los sectores mayoritarios, a la discriminación social, al deterioro ecológico, a las migraciones masivas, a la pérdida de identidad, al comsumismo, al individualismo, al hedonismo...

Pero frente a toda esa realidad negativa, vemos que van surgiendo nuevos actores sociales. Bajo la denominación de "sociedad civil" vemos cómo van surgiendo por doquier nuevos sujetos sociales: movimientos femenistas que, bajo la problemática general "de género" cuestionan y sacuden los cimientos mismos de nuestra sociedad machistas y androcéntrica, los comités cívicos, las organizaciones de derechos humanos y de justicia y paz, los grupos

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ecologístas, los movimientos indígenas y los campesinos sin tierra, las ONGs, las juntas vecinales, las cooperativas, los grupos autogestionarios...

Nuevos actores que quieren convertirse, y lo van logrando, en sujetos transformadores y liberadores y en interlocutores válidos de los excluidos. Que luchan porque el pueblo sea protagonistas de sus propios proyectos económicos, sociales y políticos.

Pero estas luchas, ya sean indigenistas, femenistas, barriales o económicas, no se deben agotar en sí mismas. Sin perder su pecualiaridad, deben desarrollarse siempre dentro de una visión política y una visión global que abarque los desafíos que nos presenta la post-modernidad. Lo reivindicativo (lucha salarial, mejores condiciones de trabajo...) deber insertarse dentro de una visión y una estrategia política. Hay que ampliar los horizontes hacia problemas que afectan a todos, ya sean éstos económicos, culturales, sociales, de género ambientales...etc.

El pueblo debe re-apropiarse de su propia identidad cultural. Debe LLegar a expresarse como actor y sujeto social.

Uno de los factores más importantes en lo que se ha dado en llamar "emergencia de la sociedad civil" es la presencia, cada vez más generalizada e impactante, de la mujer en distintas áreas del acontecer nacional e internacional. La mujer ha ido ganando espacios de gran importancia, pero aún no se ha llegado a alterar el carácter discriminatorio de nuestra sociedad y en la Iglesia en contra de ella. Más bien, los medios de comunicación y todo el sistema publicitario están acentuando la imagen de la mujer como objeto sexual, reduciéndola a un simple "medio" para obtener prestigio social o placer. Esta agresión constante en contra de la mujer nos está diciendo que la lucha en el ámbito de género, tienen que plantearse en muchos frentes: en el económico, en el cultural, en el social, en el laboral, en el religioso, en el familiar... etc.

La peculiaridad de la lucha en cada uno de los frentes debe estar siempre orientado por la búsqueda de la propia identidad. En esta búsqueda, lo mismo que en cualquier proyecto realmente promocional que impulsemos, tendrán que estar presentes tres grandes valores, ahora más necesarios que nunca: la dignidad, la autonomía y la autoestima. (Helio Gallardo. Primer Encuentro Latinoamericano de CARITAS. Junio 1996)

La dignidad abarca el reconocimiento teórico y práctico de la fundamental igualdad de derechos, tanto de la mujer, como de los grupos sociales marginados y excluidos.

La autonomía hace referencia, sobe todo, al aspecto económico, pero, en general, implica ser sujeto, como persona y como grupo, de las propias opciones y decisiones, sin estar supeditados institucionalmente a las inspiraciones y decisiones de otros.

La autoestima guarda relación con la propia imagen personal y social. Los grupos humanos, reiterativamente marginados y oprimidos, tienden a interiorizar esta sub-valoración y tienen el peligro de actuar aceptándola como algo lógico y natural. Por eso es muy necesario que se desarrolle de un modo constante y sistemático los valores de la autoestima, impulsando y construyendo la propia identidad.