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Los desastres de la Guerra/ Guérilla ou les désastres de la guerre –Serie RTVE- España/Francia (1983)

PUNTO DE VISTA HISPANO-FRANCÉS

Dirección: Mario Camús. Director de Producción: Juan Estelrich. Fotografía: Fernando Arribas. Director Artístico: Gil Parrondo y Ramiro Gómez. Ambientador: Julián Mateos. Montaje: José L. Berlanga. Guión: Jorge Semprún, Rafael Azcona y Eduardo Chamorro. Música: Antón García Abril. Intérpretes: Sancho Gracia ( Juan Martín, “El Empecinado”), Bernard Bresson ( General Leopoldo Hugo), Francisco Rabal (Goya), Pierre Santini ( Napoleón), Philippe Rouleau (rey José I), Francisco Cecilio (Fernando VII), Jean Claude Dauphin (Savary, duque de Rovigo), Antonio Orengo (Carlos IV), María Elena Flores (reina María Luisa), François Gendron (mariscal Murat), Florence Raguideau (Catalina Thomas), Manolo Zarzo (guerrillero García), Manuel de Blas (general Palafox), Manuel Aleixandre (canónigo Escoiquiz), Conrado Sanmartín (general Cuesta), Toni Isbert (general Wellington), Mario Pardo (Marchena), Julien Thomas (Constant, valet de chambre), José María Muñoz (Louis Hugo).

Argumento Episodio primero: Le piége de Bayonne

Unas velas aparecen en la oscuridad iluminando el rostro de Goya. El pintor medita sobre

los terribles acontecimientos que ha presenciado en los años de la Guerra de la Independencia. Su voz surge de esa oscuridad, como si sus palabras volvieran a ella, y no hay luz para una razón que se ha ocultado ante tanto horror.

Bayona 14 de abril de 1808. Un carruaje llega por la noche al palacio de Marrac del que desciende un Emperador presuroso. Al mismo tiempo que desea ver al conde de Tournon- Simiane, ordena a su ayuda de cámara Constant “que le prepare algo para la noche.”El conde le informa sobre la situación en España: el pueblo español se encuentra irritado por la presencia de los soldados franceses y por su falta de reconocimiento al rey Fernando VII, coronado poco después del motín de Aranjuez. Hay un gran riesgo de disturbios. Napoleón pregunta que se puede hacer con Godoy, odiado por el pueblo, por todas las clases sociales. El Emperador añade sobre el rey Carlos IV que solo pensaba en relojes, en la caza y que no debió dejar el poder al favorito.

Hay un receso durante el cual, el activo el Emperador se decide por una de las damas que esperan en una cámara, mientras su interlocutor se ha dormido de cansancio. Poco más tarde, el Emperador regresa, despierta al conde Tournon y le pregunta por qué España no se parece a ninguna otra nación. El conde responde que los españoles tienen un fuerte carácter. Pero el Emperador le replica que hay cien mil soldados franceses en España y que una nación que tiene muchos curas es fácil de someter.

Napoleón escucha un informe sobre España del conde de

Tourmón

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En una calle de Madrid un sacerdote que lleva un viático es humillado por varios soldados

franceses. El pintor Goya presencia el suceso. Más tarde, en su estudio, habla con un conocido sobre la situación, especialmente sobre la abdicación del rey Carlos y que el pueblo se muestra ilusionado con Fernando. Saben que éste se reunirá con el Emperador en Vitoria. Goya dibuja una extraña figura a la que pone el rótulo de “Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer..”

La comitiva real de Fernando VII ha hecho un alto en el camino hacia Vitoria. Se pregunta al general Savary que les acompaña, por qué todavía no tienen noticias de que el Emperador haya llegado a Vitoria. Savary aconseja a Fernando que debe conseguir el reconocimiento como rey del Emperador. Fernando contesta a Savary que se adelante y que marche a Bayona para que obtenga una carta del Emperador con ese reconocimiento.

En Bayona, Napoleón explica a Savary que la monarquía española está vieja, que debe rejuvenecerse y al mismo tiempo mejorar las instituciones. Reflexiona, que el mal del país está en la pésima Administración española y que todo debe cambiar, de tal manera, que los españoles digan de él que fue el “regenerador de nuestra patria”. Savary comprende con estas palabras que el que no reconocimiento de Fernando está en los proyectos de Napoleón. La cuestión estriba quien ocupará el trono libre. Savary confiesa que al salir de Madrid se había percatado de que el mariscal Murat pensaba que el trono de España sería para él. Napoleón responde que Murat le ha demostrado que no es un hombre de estado.

Carlos IV está cazando por la mañana. Se le comunica que Murat quiere verle. El mariscal le informa que su hijo Fernando se encuentra en Bayona y que el emperador quiere oír, de viva voz, su versión de los hechos que provocaron el motín de Aranjuez. Godoy ha sido liberado de su prisión del Escorial por el mariscal y les espera también en Bayona.

En un carruaje, el Emperador comunica a Savary que reconocería a Fernando como rey, si se demuestra que su padre no ha abdicado bajo la coacción del motín de Aranjuez. Si fuera así,

aprobaría el matrimonio con una princesa imperial, pero en todo caso, le ordena que debe llevarlo a Bayona por todos los medios. Por último, le confiesa que el final de la intriga llegará, cuando su hermano mayor José, el actual rey de Nápoles, sea coronado como rey de España. Como consecuencia, se convocará una Asam-blea de nobles y representantes que dará al pueblo español una Constitución acorde con los tiempos. De esta manera, España entrará, por fin, en la era Moderna. Nápoles 19 de abril. José es informado de los planes de su hermano y lo comenta con su mujer. Ésta le contesta que no marchará a España hasta que los españoles le acepten como rey. Le anuncian a José la visita de un general y del coronel Leopoldo Hugo. A éstos les

informa que deben partir para España donde seguirán unidos. Al coronel Hugo, el rey José le recuerda su éxito al anular al insurgente Fra Diabolo, pero le preocupa la conducta que lleva en su

Fernando VII y Escoiquiz

EL rey José Napoleón y su mujer Julia

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vida privada y desea que en España no haya escándalos. Una vez en su residencia, el coronel Hugo se reúne con su mujer y llama a sus hijos. Uno de ellos, Víctor, acude acompañado por una niña. Su esposa reprocha a Hugo que mantenga en el mismo Nápoles una relación con otra mujer. Si Víctor es también propenso a aficionarse a las mujeres, se debe al ejemplo de su padre.

Castilla abril de 1808. Juan Martín, futuro guerrillero “El Empecinado”, atraviesa un pueblo donde varios soldados franceses es-tán requisando grano. En su casa habla con varios amigos sobre la situación del país. El barbero lee la Gaceta de Madrid del 9 de abril en donde se notifica que el rey Fernando está en Bayona. El periódico recomienda la concordia con los franceses, pero Juan Martín añade que los franceses se com-portan más bien como invasores que como aliados. Más adelante les comunicará sus planes.

Los reyes Carlos y Maria Luisa llegan al castillo de Marrac en Bayona, donde les recibe Godoy, mientras que Fernando presencia la llegada desde una ventana. Poco des-pués, el Emperador conversa en los jardines con el consejero de Fernando, el abate Escoiquiz, al que informa sobre su recelo, de que con la actual casa real, no estará tranquilo si estallase un conflicto con las potencias del norte de Europa. Por lo tanto, para él, el trono de España está vacante. Los intereses del imperio exigen que los Borbones dejen de reinar en España.

Por la noche los reyes cenan con el emperador, el cual informa a Carlos que le ha

asignado el castillo de Compiegne, dotado de suficiente caza y una renta de ocho millones de francos. Deberá redactar un documento cediendo la corona a su persona y, además, espera que la retirará de su hijo. Hace entrar a éste en el comedor. Carlos y María Luisa reprochan duramente a Fernando su conducta. El primero le exige su renuncia al trono y la devolución de la corona.

El barbero, el único que sabe leer de la partida

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Fernando permanece silencioso, lo cual provoca la cólera de su madre que llega a pedir la pena de muerte al Emperador.

Madrid 29 y 30 de abril. Va-rios soldados franceses llegan a una prisión exigiendo en nombre de Murat, la libertad de un tal Marchena, detenido por la Inquisición. El mariscal Murat se queja ante los miembros de la Junta de Castilla, presidida por el infante Don Antonio, de los incidentes que se están registrando entre la población civil y los oficiales franceses. Les informa, ade-más, del deseo del Emperador, de que el infante don Francisco de Paula y la reina de Etruria, viajen a Bayona el dos de mayo próximo. Al salir del palacio real el público congregado le insulta, gritando contra Napoleón y dando vivas al rey Fernando.

Goya en su estudio está pintando un retrato del rey Fernando. Un conocido entra muy emocionado para darle las noticias de la salidas de los infantes, la agitación del pueblo de Madrid y que los franceses han disparado a la muchedumbre. A continuación las imágenes muestran tres escenas del Dos de mayo. En la primera, los soldados franceses contienen y controlan a una multitud tras una serie de disparos. En la segunda, unos madrileños atacan a un grupo de mamelucos en una calle. La tercera es una breve descripción de la resistencia y la toma del parque de Monteleón. Goya dibuja en su estudio las imágenes de lo que ha visto.

Episodio segundo: Le guérillero

Varios coraceros franceses cabalgan por el campo castellano en pleno verano. Un vigía

avisa de su presencia a Juan Martín, el cual prepara una emboscada con sus hombres. Matan después de una breve lucha a los jinetes y arrojan sus cadáveres a un pozo. Un fraile testigo del encuentro, dice al Empecinado que las valijas que transportan los franceses pueden ser importantes y le sugiere su entrega al general Cuesta que se encuentra en Benavente. El general Cuesta se entrevista con el Empecinado. Éste reconoce que los cuatro hombres de su partida han matado alrededor de trescientos franceses, pero dadas las dificultades que han tenido no han hecho prisioneros y las presas o el botín los han repartido entre los pueblos. En la última correspondencia interceptada aparece una carta de Napoleón a Savary ordenando que envíe refuerzos al mariscal Bessieres. El general amonesta al Empe-cinado advirtiéndole de que las presas debía de haberlas entregado y que las

partidas son la causa de las represalias francesas en los pueblos. Por ello, ordena que la partida

General Gregorio García de la Cuesta (Conrado Sanmartín)

Liberación de Marchena

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Dos de Mayo. Lucha contra los mamelucos.

Dos de Mayo. Defensa del parque de Monteleón.

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sea disuelta e incorporada a su ejército, que, además, está en vísperas de una batalla importante. Precisamente con el ejército del mariscal Bessieres. Un sargento informa a los guerrilleros de la próxima unión del ejército de Castilla de Cuesta con el de Galicia a las órdenes de Blake para batir a Bessieres y el nombramiento de José I como rey de España.

El cortejo del rey José pasa por varios pueblos siendo aplaudido por los vecinos. En Bibriesca, el alcalde le da la bienvenida. José dice a sus acompañantes que desde que ha llegado a España solo ha oído hablar de seguridad, que en lugares por donde ha pasado el pueblo le recibe en silencio. Reconoce que los españoles no le quieren y eso se debe a la conducta de Murat en Madrid. Durante esa conversación, aparece un oficial con la noticia de que el mariscal Bessieres ha vencido a los generales Cuesta y Blake en Medina de Rioseco. Como único enemigo importante solo queda el ejército español del Sur, el ejército de Andalucía. En Rioseco se han capturado mil quinientos soldados españoles que José I decide convertir en un batallón de su guardia personal como medida de clemencia.

En el mismo pueblo donde el Empecinado eliminó a los coraceros, otros soldados franceses azotan al cura amigo del Empecinado al descubrir el pozo con los cadáveres. Uno de estos soldados enfurecido atraviesa al fraile con su bayoneta.

La partida del Empecinado está informada de que han acuchillado a los frailes y buscan a su jefe. Éste reconoce que en Rioseco murieron dos hombres de su antigua partida y que se deben dirigir hacia Madrid, abandonando la zona de sus correrías con la esperanza de que llegue a España algún tipo de ayuda inglesa. Dos fugados de los prisioneros de Rioseco aparecen anunciando que gran parte de los capturados han desertado dejando al rey José sin la prevista escolta española. La partida decide pasar a la provincia de Guadalajara.

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En el Palacio real de Madrid la nobleza española desfila delante del rey José en señal de reconocimiento. Suenan los nombres de los nobles más importantes como del duque del Infantado, conde de Ayerbe, el de Campoalange etc.. El rey, a pesar de todo, se encuentra desa-nimado y no desea saludar desde el balcón a la multitud ni asistir al refresco que se ha previsto. Confiesa a Savary y al embajador Laforest que la situación, en realidad, es mala. No se ha podido ocupar Zaragoza ni Valencia. Lo más preocupante es que lleva tiempo sin tener noticias del general Dupont al que supone avanzando por el interior de Andalucía. Se lamenta que debe con-quistar el reino, puesto que tiene enfrente a toda España.

En una casa rural el Empecinado observa la llegada de varios soldados franceses con un rebaño de ovejas. Sus hombres atacan de improviso para recuperar el ganado. En plena lucha, les anuncian que los franceses se van. Ha tenido lugar la batalla de Bailén y el rey José ha decidido abandonar Madrid.

En el Madrid recuperado, Goya habla en su casa con el Empe-cinado. Le aconseja que deje de matar. Le muestra las láminas que ha dibujado sobre su visión de la guerra. Son imágenes de las atrocidades cometidas por ambos contendientes. Unas se refieren al saqueo de Córdoba, pero otras corresponden a las de los prisioneros franceses asesinados en Andujar como venganza. Goya opina, que con todo ese horror, el rey José parece un buen hombre. El Empecinado, en cambio, insiste que nunca dejará de luchar.

Una columna francesa avanza por un camino polvoriento. El Empecinado y sus hombres vigilan sus movimientos esperando una ocasión favorable para atacar. Uno de los coches se detiene por una avería y queda aislado con una escolta de siete soldados. La partida los elimina de forma silenciosa con los cuchillos y descubren que solo hay una mujer en el vehículo. José I se reúne en Burgos con el coronel Hugo y le dice que ejerció de rey en Madrid solo durante nueve días. Al preguntarle el coronel sobre los planes que se han previsto, José responde que deben retirarse hacia el Ebro y levantar el sitio de Zaragoza. El Emperador ha decidido venir a España con nuevas divisiones. El rey encarga al coronel que debe eliminar a un guerrillero, llamado el Empecinado, que ha capturado a una prima del mariscal Moncey.

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Dos de Mayo en Madrid. El final

Acatamiento de la nobleza española al rey José

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En un pueblo del centro de Castilla varios confidentes sugieren al Empecinado que debe huir, ya que ha sido denunciado al general Cuesta por raptar a una mujer y robar sus joyas. El Empecinado contesta que hablará con Cuesta para aclarar este malentendido. Al llegar a la localidad donde espera que se encuentre el general es detenido y encadenado en un cala-bozo. Sus guardianes comentan las ventajas de entregarlo a los franceses para cobrar una recompensa. El coronel Hugo es informado por uno de los guardianes de la detención del líder guerrillero, no obstante, los hombres de la partida consiguen suministrarle a través de una ventana herramientas para romper las cadenas. El Empecinado se deshace de los grilletes, incendia la paja de la celda, abre la puerta del calabozo, consigue eliminar al guardián y escapa de la prisión en el momento en que el coronel Hugo llega para hacerse cargo del reo.

Episodio tercero: le Royal Etranger

El Emperador se encuentra escribiendo en una tienda cerca del puerto de Somosierra. Le

comenta a Savary, que ha venido a informarle sobre las defensas españolas del puerto, que prepara varios decretos para hacer felices a los españoles a pesar suyo. Estos decretos acabarán con la Inquisición, las aduanas interiores, los privilegios señoriales y permitirán, en definitiva, que España entre en la Historia Moderna. Sobre la forma de rebasar las posiciones españolas del puerto, el Emperador ha previsto que se atacará de frente. Quiere llegar a Madrid antes que el mariscal Ney. Los lanceros polacos se encargarán de tomar las posiciones españolas del puerto con una carga audaz.

Un jinete pide permiso al Emperador para empezar el ataque. La niebla cubre las baterías españolas, mientras los artilleros escuchan la llegada de los lanceros sin poder verlos. Los lanceros surgen de la niebla rebasando las baterías y algunos soldados disparan desordenadamente antes de huir, otros gritan ¡traición!. Napoleón cabalga con sus generales hacia un altozano. Un jinete informa que Madrid se encuentra detrás de la próxima loma. Es el 2 de diciembre. El Emperador intentará obtener la capitulación para que su hermano no entre en una ciudad destruida.

La partida del Empecinado se encuentra con varios soldados dispersos al mando de un capitán. Éste le informa que Napoleón ya ha entrado en Madrid y que la Junta Central ha abandonado Aranjuez y se dirige hacia Andalucía. El pueblo de Madrid deseaba luchar, pero dos miembros de la Junta de Defensa de la ciudad, el duque del Infantado y el general Morla eran contrarios a ello. El primero desapareció con sus hombres y el segundo firmó la capitulación, pasándose a continuación a los franceses. El Empecinado decide que hostigará a la reta-guardia del ejército francés. Al tomar esa decisión, el capitán le proporcionará la mitad de las armas y pertrechos que transporta.

En una estancia del palacio del Duque del Infantado en la localidad de Chamartín, el Emperador dicta los decretos que había preparado en Somosierra. Cuando habla de

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castigar a los traidores, irrumpe en la habitación la madre del duque del Infantado, que pide a gritos clemencia. Napoleón no cede, puesto que el duque ha presidido la Junta de Defensa de la capital. Vencidos los ejercitos españoles, ahora debe expulsar a los británicos de España. Al preguntar si hay noticias del mariscal Soult, se le contesta que estas no llegan, los correos son interceptados por los insurgentes. En consecuencia, notificará a su hermano la creación de cinco batallones que se llamaran del Real Extranjero y que escoltarán los correos. Estos batallones se compondrán de todos los prisioneros extranjeros, incluidos algunos franceses que se rindieron en Bailén, ya liberados. Se sugiere al Emperador el nombre del coronel Hugo para mandar el Real Extranjero debido a su experiencia en la lucha contra la insurgencia. El español Marchena traducirá los decretos.

Una mujer vestida de maja espera en otra estancia. El emperador la observa, luego le dice a su valet Constant que la despida, porque apesta demasiado su perfume. Solo acepta el olor de las hembras en estado puro.

El coronel Hugo inspecciona a los soldados que le han asignado. Le mencionan que hay suizos, walones, alemanes, irlandeses..Su plan es: primero, disciplinar a la tropa y después proporcionarla un ideal para combatir. Descubre a los franceses vencidos de Bailén, que solo son una pequeña parte en el Real Extranjero. Más adelante, el coronel Hugo coincide en las escaleras del Palacio Real con Marchena que lleva los decretos para la firma. El rey José le ordena pacificar el norte de la región de Madrid y le informa de las actividades del Empecinado. El coronel Hugo descubre entre las personas asistentes en palacio a la prima del mariscal Moncey que fue capturada por el Empecinado durante la retirada de agosto. A las preguntas del coronel sobre detalles personales del guerrillero, la dama responde que casi no le pudo ver, pero le asegura que lo reconocerá, aunque se encuentre perdido entre cien hombres.

En un pueblo cerca de Madrid el guerrillero explica a sus hombres que hasta ahora habían combatido a tropas que iban de paso, pero ahora todo ha cambiado. Parte de un ejército les está buscando. Desde este momento, lucharán de forma menos cómoda, ocultándose de manera que a los franceses les costará trabajo verlos. Este tipo de combate se lleva a cabo. Cuando el coronel Hugo cabalga con varios hombres por un bosque, oyen varios disparos que derriban a uno de los jinetes. No consiguen descubrir el origen del ataque.

En la plaza de un pueblo el coronel Hugo dice al alcalde que todas las pruebas acusan a los vecinos de ayudar a los guerrilleros y en conse-cuencia decide dar un castigo ejemplar. Varios hombres son atados y condenados a ser ahor-cados por encubridores. Las cabezas de estos hombres apa-recen colgadas de las ramas de unos árboles.

En el Palacio Real el Emperador habla con su her-mano José sobre la situación. Éste se queja de que los españoles le odian. Su interlocutor le responde que lo que los españoles odian de verdad, es el cambio, la novedad. Napoleón amenaza que si los españoles no se acostumbran a una monarquía constitucional, si no la aceptan, dividirá a España en varias regiones con gobiernos militares en cada una y no habrá más lenguaje que el de la pólvora. José replica que los españoles es lo único que entienden. El Emperador observa el retrato de Felipe II y musita un comentario sobre la lucha de éste contra los ingleses. Comunica a José que perseguirá al ejército de Sir John Moore. Cuando lo destruya, los españoles les respetarán.

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Hugo hace su entrada como gobernador militar de Ávila. El alcalde, al reci-birle, le confiesa que está al corriente de que la disciplina de sus soldados es buena. Hugo le tranquiliza en el sentido de que la mayor parte de sus hombres permanecerá fuera de la ciudad para no crear problemas a la pobla-ción. Al disponer de fuerzas con una gran movilidad, podrá actuar contra el Empecinado que se encu-entra en esa zona. En la región de la Vendee, logró terminar con la rebelión de los realistas con una táctica parecida.

Marchena entra en el estudio de Goya preguntando sobre su pintura actual. El pintor responde que está pintando el silencio. Su interlocutor le comunica que el rey espera su regreso a palacio. Goya dice que, al caer Zaragoza, los soldados franceses destruyeron a sablazos los dibujos que había regalado a Palafox. Le enseña una muestra de ellos y Marchena elogia la luz que reflejan. El afrancesado le informa de que el rey José quiere fundar una Academia de Artes y Ciencias y cuenta con él. Goya replica que lo pensará. Cuando Marchena sale, Goya vuelve a repetir una y otra vez, “mares de sangre.”

En un aposento de una casa cerca de Ávila el coronel Hugo contempla desde una ventana el anochecer mientras los asistentes preparan la habitación. Cuando salen, entra una mujer vestida con ropas de soldado. Se trata de Catalina, la amante del coronel, que pregunta cuanto

tiempo deben permanecer fuera de la ciudad. Hugo contesta que el tipo de guerra que hace exige estas incomodidades.

Una columna francesa con carros de munición es asaltada por los hombres del Empecinado vestidos de coraceros que, antes habían alejado a la escolta. Los carros son volados por el propio guerrillero. En una de las prisiones los soldados torturan a los presos. Uno de ellos confiesa que la madre y los hermanos del Empe-cinado viven en el pueblo de Castrillo escondidos.

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El Empecinado recibe la noticia de la detención de su madre. Mientras tanto, el coronel Hugo, es informado de que la mujer se niega a comer. El coronel se pregunta cómo reacci-onará el guerrillero. En un tribunal militar de Ávila, el coronel Hugo anuncia que en Cebreros se han hecho seis prisio-neros. Cuatro españoles y dos alemanes. Considera que estos últimos son desertores que serán fusi-lados inmediatamente, en cambio, los españoles serán considerados como prisioneros de guerra. Debido a que son agri-

cultores se les liberará de inmediato para que se ocupen de los trabajos de sus tierras. Hugo prosigue hablando a los asistentes que felicitará al Empecinado, al que públicamente llama “señor Juan Martín”, por haber sido nombrado capitán de caballería por la Junta Suprema. Concluye que le invitará a comer cuando sea general y le ofrecerá la “paz de los valientes”. Al terminar el juicio decide poner en libertad a la madre del guerrillero y fusilar a los alemanes. Hugo comenta a su hermano Louis, mientras presencia el fusilamiento, que la clemencia desconcierta al enemigo. Siembra dudas en él. En cambio la crueldad lo refuerza en su odio. Un ayudante reflexiona en voz

alta que han detenido a la madre del Empe-cinado solo para ponerla en libertad. Hugo asiente.

El coronel Hugo pasa revista sus hombres al lado de las murallas de Ávila. Siente que alguien le mira fija-mente. Es el Empecinado que está entre la multitud. Cuando Hugo, cada vez más incómodo, se vuelve hacia el lugar donde estaba el guerrillero, el rostro de éste ha desaparecido.

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Voladura de carros de municiones por el Empecinado

Fusilamiento de dos desertores alemanes.

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Episodio cuarto: L´affrontement Paris. Savary, ahora Ministro de Policía, habla con Louis el hermano de Hugo. Éste le

informa que un Comité secreto de la Junta de Cádiz ha preparado un atentado contra el Emperador, el encargado de ejecutarlo es un agente de su hermano. Savary contesta que el atentado no se llevará a cabo porque el Emperador no piensa ir a España. Éste estima que la situación en ese país es periférica y no trascendental para los intereses del imperio. Como advertencia, añade que un conspirador importante el general Laurie, se había escondido en casa de la mujer de Hugo. Era amigo del general Moreau, antiguo jefe de Hugo, a pesar de que habló con el propio Savary de olvidar el pasado, éste le hizo fusilar para prevenir el futuro. El hermano de Hugo visita a su cuñada. Ésta le pregunta si su marido sigue viviendo con la aventurera. Louis reconoce que todavía continúa con Catalina, pero añade, que el rey José le ha hecho general, ahora gobernador de Guadalajara y le ha obsequiado con cédulas hipote-carias por un valor de doscientos mil francos. Aparecen los hijos de Hugo a los que su tío cuenta las hazañas de su padre.

Brihuega. Primavera de 1811. En un campo de entre-namiento, el general Hugo vigila y controla los ejercicios de sus hombres. Como medida ejemplar, un soldado es ajusticiado por robar pan.

El Empecinado, disfra-zado de oficial francés, llega a una casa convertida en cuartel. Se anuncia como Louis Hugo el hermano del general. Penetra hasta las habitaciones de éste y sorprende a Catalina. En ese momento aparece el propio Hugo que alerta a los soldados de la guarnición. El Empecinado logra escapar con sus hombres aprovechando la confusión.

En la corte del rey José, durante una recepción, el general Hugo relata que en la última hazaña del guerrillero solo se llevó un libro en la visita que hizo a su aposento. Reconoce que unos meses antes, también había logra-do introducirse en su campamento, haciéndose pasar por el general Villacampa, otro guerrillero. Mani-fiesta a su hermano, que los guerrilleros le recuerda la época de la Revolución, pero que estos insurgentes no son los repre-sentantes de una posible Revolución Española. En otro salón, Marchena habla de los estrenos de obras francesas. El corregidor de Madrid, don Dámaso de la Torre, solicita permiso al rey José para presentar a su hijo. A las preguntas del rey, el niño responde

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que se llama Carlitos y que la espada de juguete que lleva es para “matar franceses”. El rey habla con varias personas de la Corte. Pregunta qué recuerdo dejará en este país. El embajador francés Laforest le responde que será un recuerdo de bondad y tolerancia. José replica que el pueblo le llama Pepe Botella, que se le desprecia. Los interlocutores le citan su viaje triunfal por Andalucía, después de la invasión del ejército francés en esa región. José termina reconociendo que al Emperador ya no le interesa España y recomienda al general Hugo que traiga su familia a Madrid.

En las ruinas de un monasterio el Empecinado hace leer el libro escrito por el general Hugo, donde éste expone su idea de lo que debe ser un ejército de la Republica.

En un pueblo, varios soldados del Real Extranjero incendian las casas y desalojan a los vecinos. Hugo comunica al alcalde que todos los pueblos que ayuden a la guerrilla serán incendiados y sus habitantes expulsados del lugar.

El general Hugo recibe noticias de que el convoy donde viaja su familia ha salido de Bayona. Comunica a su amante que la familia vivirá en Madrid mientras él seguirá en Guadalajara. El rey José hace algo parecido. Su mujer Julia está en París y el rey tiene una amante en Madrid. Oyen ruidos en el exterior debido a la llegada repen-tina de un coche. En su interior se encuentra dego-llado uno de los oficiales.

El convoy donde viaja el coche de la familia de Hugo avanza por el Camino Real, mientras los guerrilleros vigilan sus movimientos. Deciden co-locar lo que llaman un “cartel de advertencia” para que los componentes del convoy lo vean. Se trata de los cuerpos de dos soldados franceses apoyados en un árbol, después de haber sido ejecutados.

Los generales Hugo, Guye y el afrancesado Marchena coinciden en el estudio de Goya. Marchena comenta que los periódicos de Cádiz notifican que los liberales han conseguido avanzar en leyes que han costado meses de discusión, mientras que en Madrid han sido suficientes los decretos de Napoleón para llegar a los mismos fines. Goya replica, si la libertad es algo que se concede o que se conquista. Hugo confiesa que lleva dos años luchando con la guerrilla. Goya le responde que conoció al Empecinado en Madrid después de la batalla de Bailén. A la pregunta de Hugo sobre su opinión como persona, Goya responde que el Empecinado le pareció un hombre que reflejaba fuerza y sinceridad. Marchena sugiere a Hugo que escriba una carta al Empecinado, ya que un hombre así no puede servir a Fernando VII.

El guerrillero está informado de la progresión del convoy donde viaja la familia de Hugo y ordena que otro guerrillero, El pastor, no intervenga. Que no rapte a la mujer de Hugo. Lo ordena como brigadier, no como guerrillero. Por fin, Hugo se reúne con su familia en Madrid, después de un viaje que ha durado tres meses. Notifica a sus hijos que irán al Internado de Nobles en la calle Hortaleza. A la pregunta de su esposa de que cuando se reunirá con ellos en Madrid, contesta que ahora es conde de Sigüenza, que le deje en paz y libertad, que en la corte no la faltarán honores. En caso contrario, Hugo menciona que pediría el divorcio y añade que Savary está al corriente de sus secretos de París.

La familia del

general Hugo viaja a Madrid

id en un convoy

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El refugio de los guerrilleros

Los guerrilleros preparando la comida

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El rey José visita a los afectados por el hambre

Lectura de los artículos de la Constitución en las cortes de Cádiz

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Marchena se encuentra en un lugar convenido con los lugartenientes del Empecinado. Han concertado una cita para entregar una carta del general al jefe guerrillero. Marchena lee la carta en presencia de todos los hombres de la partida. La carta ofrece la posibilidad de entrar al servicio del rey José con honores y promociones. Los guerrilleros responden que ya conocen las obras del general en los pueblos más cercanos y por eso no creen en sus buenas intenciones. Marchena contesta a su vez, que el verdadero enemigo es Wellington Ha penetrado con su ejército en España y por donde ha pasado, ha actuado con crueldad. El jefe guerrillero le despide con otra carta y le devuelve el libro que tomó en la anterior visita al alojamiento de Hugo. No interesa la oferta de Hugo.

Los guerrilleros se alejan del lugar del encuentro. La guerra continúa.

Episodio quinto El rey José, en su palacio, pregunta a los que le rodean la causa de que la gente se

muera de hambre en Madrid. Se le responde que ha habido requisas de grano en Toledo para alimentar a las tropas y que las partidas de guerrilleros han cortado los aprovisionamientos. Los alimentos que la gente consume, entre ellos, las almortas, son sustancias venenosas. El rey exige que se encuentre grano como sea y decide donar la mitad de sus ingresos para paliar la calamidad, pero, condicionado, a que el pueblo no conozca esta procedencia. A continuación se entrevista con el general Hugo al que interroga sobre el estado en que se encuentra su lucha contra la guerrilla del Empecinado. Hugo responde que la guerra no es solo contra esta partida en particular, sino contra la región, contra todo el país... Su intento de atraerlo a las filas josefinas ha fracasado.

El rey José decide visitar un hospital de enfermos para comprobar la magnitud de la catástrofe. Se le comunica que los muertos ya se elevan a veinte mil. En las calles unos carros recogen los cadáveres y el rey descubre al pintor Goya que marcha detrás de del cortejo fúnebre de su mujer. El rey ordena el envío de sus condolencias.

Al llegar al palacio, el rey habla con O´Farril y con sus consejeros del asedio de Cádiz. También de la promulgación por las Cortes de una Constitución. Una barca deposita en una playa cercana a Cádiz a un hombre del Empecinado. Se trata de García. En la iglesia de San Felipe Neri de esta ciudad se leen varios artículos de la Constitución, mientras que a continuación unos diputados analizan las definiciones de “nación” y de “soberanía”. Varias

A Marchena le tapan los ojos antes de ver al

Empecinado

Marchena lee la carta de Hugo a los guerrilleros

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voces afirman que el futuro rey puede destruir este principio de soberanía. En una taberna de Cádiz, García discute con varias personas sobre la nueva Constitución. Alguno expresa sus temores de que el rey Fernando la suprimirá, mientras, que otro opina que esta Constitución es hermana gemela de la acordada en Bayona por los afrancesados. García necesita una copia de la Constitución para leerla por los pueblos de la España ocupada y hacerla jurar a las autoridades locales. A la pregunta sobre si los franceses les dejaran hacerlo, García contesta que ahora les buscan por la Alcarria, pero que la partida se trasladará a la Mancha para difundir la jura de la Constitución por los pueblos. Cree que los franceses no prevén este cambio de táctica.

En las Cortes de Cádiz tiene lugar la lectura solemne de los artículos de la Constitución. En un pueblo de Castilla donde Hugo tiene su cuartel general, Louis el hermano del general, le notifica que han apresado a un correo inglés. En la documentación encontrada parece una nota del embajador británico Wellesley comu-nicando a su hermano, lord Wellington, que ha pasado por Cádiz un hombre de la partida del Empecinado y que la guerrilla de éste ya no se encuentra en la Alcarria. En la documentación apa-recen documentos sobre los futuros movimientos del guerrillero. Aunque Louis le aconseja a su hermano que no se fíe de esta información, Hugo contesta que el general británico se la ha hecho llegar deliberadamente. Supone que el guerrillero molesta a Wellington y que con los papeles del correo se le sirve en bandeja. Está claro que el inglés quiere ganar la guerra solo. En consecuencia, Hugo da las órdenes de dirigirse a la Mancha.

En un paraje de la llanura castellana, un jinete informa al general Hugo que el Empecinado se encuentra en Tembleque con solo siete hombres. Este pueblo se está a cuatro leguas de ese lugar. En la plaza principal de Tembleque el Empecinado habla de la Constitución y después de hacer jurar al alcalde, afirma que ya está proclamada en esa localidad. En ese momento un lugareño anuncia de la llegada de numerosos jinetes franceses. Éstos entran en la plaza y tiene lugar un breve encuentro cuando los guerrilleros intentan huir. Lo consiguen a duras penas, pero su jefe resulta herido. En un pueblo cercano, mientras curan al Empecinado, éste se pregunta por la forma en que ha sido sorprendido. García le sugiere que la información que tenían los franceses tiene su origen en Cádiz. Uno de los asistentes, que parecía ser un agente del embajador Wellesley, prestó mucha atención a la noticia de su nuevo desplazamiento. El jefe guerrillero decide pedir explicaciones al general inglés, pero más adelante.

Varios oficiales franceses llegan por la noche a un campamento pidiendo una entrevista con el rey José. Son oficiales del mariscal Marmont, que informan al rey que han sido derrotados en los Arapiles por Wellington. El ejército del mariscal ha sido aniquilado y el británico tiene vía libre hacia Madrid.

El Empecinado lee la constitución en Tembleque

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En su despacho de Madrid el rey José decide partir hacia Valencia para unirse al mariscal Suchet. Recibe la visita de una marquesa española que le ruega poder acompañarle. Como ha sido su amante, teme por su vida si se queda en la capital.

Madrid 12 de agosto de 1812. El ejército aliado hace su entrada en la capital junto con las partidas de guerrilleros que

son aclamados por la población. En un salón del palacio real las nuevas autoridades esperan la llegada del general británico, cuando éste aparece, el general español Villacampa le presenta a los jefes guerrilleros, Juan Palarea (“El Médico”), Manuel Fernández (“El Abuelo”), Francisco Abad (“El Chaleco”) y Juan Martín (El Empecinado) . Wellington manifiesta al Empecinado que tenía ganas de conocerlo. Éste le contesta que estuvo a punto de no conseguirlo, porque el general Hugo casi le manda al infierno. El general británico cierra el dialogo con la apostilla de que a un guerrillero no se le reduce fácilmente. A los presentes, informa que ha venido a proclamar la Constitución, aunque ironiza sobre la misma, ya que el pueblo no la entiende, y solo desea el regreso del rey. La alianza con España le obliga a aceptar estos hechos. Villacampa dice a los guerrilleros que tengan paciencia. Primero habrá que echar del país a los franceses, luego al general británico. El pueblo de Madrid lee un bando de Wellington y varios hablan de que les parece más bien uno del general Murat.

Unas explosiones alarman al Empecinado y a sus hombres mientras comen en una cuadra. El general Villacampa les dice que Wellington ha ordenado volar la real fábrica de porcelanas del Retiro. Esta voladura da origen a una tensa entrevista entre el guerrillero y el general inglés. Wellington explica la voladura como una medida que evitará que se refugien en la fábrica soldados franceses. El español replica que lo mismo ha sucedido con las hilaturas de Béjar y que las tropas británicas han saqueado Badajoz. Wellington contesta que la guerra se hace en su país, en España y que no se pueden dejar ventajas a los enemigos a las espaldas de los ejércitos aliados. Añade, que los españoles no son admirables como militares y que solo lo son de una sola guerra. El Empecinado le contesta que los aliados están destruyendo el país y que de esta forma, España será mucho más débil al terminar la guerra. Concluye comentando, que el botín recogido por los franceses se dirige a la frontera en un convoy, éste debe ser recuperado y restituido.

Entrada del ejercito británico en Madrid

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Batalla de Vitoria. Los soldados recogen los tesoros abandonados por los franceses

Batalla de Vitoria. El triunfo de Wellington, jefe supremo del ejército aliado

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Episodio sexto: Ferdinand VII, le désiré Desde una loma Wellington observa la retirada de las tropas francesas. Decide que les

atacará en Vitoria. En uno de los carruajes viaja el rey José mientras el Empecinado también vigila la marcha de las columnas francesas. En la misma columna también está el general Hugo con su hermano. Éste le informa que su mujer y los niños ya están en París, lo mismo que su amante Catalina. El general francés es consciente de que son vigilados por la guerrilla y ordena que se

destaquen cuatro patrullas a los lados y una, a reta-guardia, para cubrir el ca-mino. Por la noche, Hugo y su hermano cenan ancas de ranas y hablan de la gran batalla que deberá produ-cirse dentro de poco tiempo. Esa misma noche, varios guerrilleros que buscan ra-nas son sorprendidos por los franceses que hacen un prisionero. El soldado que lo ha capturado informa a Hugo que el Empecinado acampa muy cerca. El general Fran-cés decide atacarle, a pesar de la orden general de retirada. Este ataque sor-prende a la partida mientras duerme y la obliga a retirarse

a un bosque. Cuando los guerrilleros contraatacan, se escuchan en la lejanía varios cañonazos. La batalla de Vitoria ha comenzado y el Empecinado pone fin al encuentro con Hugo, para incorporarse a esta batalla.

Vitoria 22 de junio de 1813. En medio de los restos de una batalla, los británicos saquean los carros y los civiles despojan los cadáveres, Wellington observa los resultados y recibe una espada como vencedor.

Valençay 11 de noviembre 1813. El Emperador habla con Fernando VII. Comenta que ya no le puede llamar “hijo adoptivo”, que sus ejércitos abandonaran España y que ahora comienza su reinado.

De regreso a España Fernando VII le dice al general Palafox que se debe comenzar desde cero. Es una alusión a prescindir de lo hecho por las Cortes. En la localidad de Daroca los consejeros del rey Fernando le advierten que su tío, Luis de Borbón Cardenal de Scala, arzobispo de Toledo y Presidente de la Regencia le recibirá con la Constitución en la mano. Ahora se trata de su entrada en Madrid. Escoiquiz se opone al juramento de la Constitución por parte del rey y repite el mismo argumento que dijo a Napoleón: Fernando es rey absoluto por la Gracia de Dios y solo responsable ante él. Palafox razona que se trata de una nueva etapa en la historia y manifiesta estar a favor del juramento. El rey le ordena retirarse y después comenta a Escoiquiz y a Montijo que Palafox es intocable porque se trata de un héroe. Montijo le informa de la actuación de sus agentes y que las tropas del general Elio también están de su parte contra la Constitución. Fernando concluye que no prestará juramento.

Días después, en Valencia, cuando el Arzobispo le presenta la Constitución, Fernando VII le obliga a arrodillarse para que bese su mano y afirma que es su real voluntad no prestar juramento

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a la Constitución, ni a los decretos de las Cortes. Son todos nulos. Los soldados desfilan ahora delante del rey como nueva figura en la historia. Es el triunfo del absolutismo.

El rey Fernando llega a Madrid en un carruaje arrastrado por varios hombres. La gente grita “¡vivan las cadenas!” y “¡viva la monarquía!”. En otras escenas los gritos son de “¡muerte a los liberales!” y que “¡vuelva la Inquisición!”. En un calabozo varios presos se quejan de que han dado al pueblo una Constitución sin derramar sangre y que solo les queda ahora la cárcel. En su taller el pintor Goya pinta sus cuadros del Dos de Mayo, se oyen gritos de “¡afrancesado!” y “¡traidor!” al tiempo que una piedra rompe el cristal de una ventana.

En la nueva corte española se celebra un baile. Los asistentes hablan de la entrada de los

aliados en París y sus opiniones son de que el orden prevalece sobre la revolución y que todas las ratas están a buen recaudo. El rey Fernando llega su despacho y habla con el general Elio. Ambos saben que las cárceles están atestadas de liberales, pero el problema es que los jueces carecen de cargos concretos para acusarles. Fernando replica a los informantes, que se trata de librepensadores, que no pueden estar en libertad. Se le informa que los jueces no pueden condenar opiniones, a lo que el rey responde que la autoridad y la ley son él, el mismo rey. Pregunta si alguno merece alguna consideración. Se le responde que el pintor Goya solicita ir fuera de España a algún balneario por encontrarse mal de salud. Ahora está pintando un retrato del propio rey.

La serie finaliza con un repaso de todos los protagonistas mencionando su destino personal una vez que ha terminado la Guerra de la Independencia.

Consideraciones

Las palabras que pronuncia Goya en las primeras imágenes pueden ser un resumen y

una reflexión sobre el contenido de la serie: “Fernando VII me ha perdonado, lo que no significa que yo sea inocente. ¡Nadie es ya

inocente, cuando ha visto tanto, y todo lo que yo he visto!. He visto como las ideas más nobles de ilustración libertad y progreso se convertían en lanzas, sables y bayonetas, tras las que se escudaban un nuevo y bárbaro impulso de dominación. He visto incendios, saqueos y violaciones en nombre de un nuevo orden de cosas, que si algo trajo, fue la sustitución de la horca por el

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garrote vil. He visto, que a la barbarie se respondía con la atrocidad, que el odio, solo encontraba el odio por respuesta y que la sangre, solo engendraba sangre, nuevamente sedienta de venganza. No ha habido a mi alrededor idea alta o digna que no resultara, al fin, compañera de la tortura del secuestro o la traición. En nada, de todo lo que han visto mis ojos, encontraría el hombre justo reposo para su angustia. No hay inocencia en mí, ni en mi época, quizás solo son inocentes mis pinturas, reflejo del espanto.”

“Hasta ahora, la única tentativa seria e inteligente de evocar la Guerra de la Independencia española sin los habituales apartados melodramáticos o las variaciones del flamenco. Una coproducción de alto coste dirigida por Mario Camús (Oso de Oro de 1983 en Berlín)1. El título de la serie inspirado en los alucinantes dibujos de Goya proporciona el tono. Los diálogos del argumento a cargo de Jorge Semprun y Georges Neveux ponen de manifiesto las paradojas de este conflicto de una rara crueldad: se asiste a la toma de conciencia nacional de un pueblo que se indigna y resiste a un invasor que desea - de forma accesoria – ofrecerle perspectivas progresistas (Napoleón procede a abolir la Inquisición). En consecuencia, la invasión francesa va a contribuir a reforzar el absolutismo en el país y el pretendido alumbramiento del oscurantismo y de la superstición, pasa por pillajes y masacres. Finalmente, por primera vez, un ejército potente y superior en número, constata que puede ser vencido por el conquistado.”

El comentario de Hervé Dumont director de la Cinemateca suiza en el capítulo dedicado en la Guerra de la Independencia en Napoléon et le Cinéma2, puede resulta demasiado simplista, ya que la serie de televisión permite abordar durante casi seis horas muchos aspectos del conflicto que en anteriores ocasiones resultaban demasiado bana-les. La presencia de una parte francesa en la producción y en la elaboración del guión, permite llegar a un nuevo punto de vista lleno de sugerencias. Así, la serie ofrece varios apartados en los que se puede apreciar, una primera parte, que describe una monarquía española decadente o antipática, según sea el rey Carlos IV o su hijo, y un Emperador que aparece con una fisonomía de persona inteligente y decidida a reformar España. El mismo rey José ofrece una imagen de humanidad y comprensión. Sin embargo, el pueblo español se subleva y ataca a los franceses. La razón que se da en la serie, es que los soldados franceses se comportan como invasores y no como aliados. Es lo que afirma al principio el propio Empecinado. La escena del cura vejado por esos soldados puede parecer reveladora, aunque no tanto, si se considera que estos soldados se están riendo de una práctica – a su parecer, supersticiosa - como es la reverencia hacia los sacerdotes que llevan la comunión a los enfermos. Estos sucesos sucedieron así, a pesar de los intentos de los mismos oficiales franceses para evitarlos. Desde esta perspectiva, el conflicto se situará entre los buenos deseos del rey José y los actos represivos de los oficiales napoleónicos. El guión - mejor sería decir la adaptación histórica -

1 El Oso de Oro otorgado a Mario Camús en Berlín se debía a la película La Colmena. La referencia al premio, es para destacar la calidad del director en esta serie. 2 Napoléon et le Cinéma. Un siècle d´images. Dirección Jean-Pierre Mattei. Editions Alain Piazzzola. Cinémathéque de Corse. Ajaccio. Pag.. 295

José Bonaparte (Philippe Rouleau)

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escrito por Semprún, Azcona y Chamorro demuestra claramente el influjo de la cultura multinacional del primero, que funciona aquí de forma bastante positiva. Semprún tiene una amplia experiencia en películas de sesgo político que han tenido bastante fortuna, por contar también con la buena calidad de los realizadores, especialmente el griego Costa-Gavras.

La segunda parte de la serie, una vez que en Madrid ha sido instalado el rey José – paradójicamente en la serie no se oye la palabra Intruso como era vulgarmente reconocido – se centra en el enfrentamiento del general Hugo y el Empecinado. Es un duelo de dos profesionales: uno de la lucha insurgente y el otro de la táctica militar. Deberá triunfar la audacia y la suerte que se combinan con las oportunidades, la ideología se aparca, prevalece la lucha por la supervivencia, hasta tal punto, que se han excluido casi por completo las ventajas de la caballerosidad. Por ello, no se ahorran mostrar las crueldades cometidas por ambos bandos. Durante este duelo personal, la figura típica del afrancesado, representada por Marchena, carece de fuerza ideológica, ya que sus argumentos resultan tan poco convincentes, que a veces se convierten en patéticos. El afrancesado español no podrá hacerse cargo de parte del control administrativo de la España josefina, porque le falta capacidad moral, y sobretodo intelectual, para ello. Es posible que esta visión, sea una concesión a la copartícipe producción española. Pero más adelante, en el episodio quinto, hay que justificar a la actuación del guerrillero y eso se debe completar con una ideología. La mejor solución es la “conversión” de toda la partida a la “buena nueva” de la Constitución y su difusión mediante una proclamación progresiva en la España ocupada. A partir de esa jura, los campesinos tendrán una “justificación moral” para atacar a los soldados franceses, y no el simple hecho de que les confisquen los alimentos y puedan morir de hambre.

Existe en los últimos episodios una interpretación particular por parte de la producción francesa de una visión desagradable y traidora del militar inglés. Este prototipo, encarnado por un Wellington altanero y antipático, que no duda en intentar que el jefe guerrillero sea capturado por los franceses para que la gloria del triunfo final solo le pertenezca a él. Para completar esta visión negativa, el general británico, de evidente ideología conservadora, incluso reaccionaria, se permite una opinión negativa sobre la Constitución que encajará muy bien con la llegada a España de un odioso Fernando VII, que solo piensa en restaurar el absolutismo y acabar con los liberales. El último episodio es una clara descripción, de que la consecuencia de la lucha ha sido retornar al punto de partida del Antiguo Régimen: Fernando VII es el “Deseado”, los españoles pueden gritar que mueran los liberales o viva la Inquisición. Lo que más les llene de morbosa autosatisfacción. El círculo se cierra de forma pesimista con el anuncio del exilio de Goya, el artista de pensamiento liberal, y una visión lúgubre sobre el futuro del reformismo hispano.

Podría deducirse que esta serie no separa claramente al bien del mal en cualquiera de los dos bandos. Ambos tiene sus razones para lo que hacen, razones, que además, resultan lógicas y hasta cierto punto convincentes, sobretodo porque en un conflicto de este tipo, la maldad y la bondad están tan mezcladas que la ambigüedad permite a los espectadores obtener conclusiones diferentes. El Emperador quiere mejorar España liberándola de una Administración atrasada y hacer felices a los españoles “a su pesar”, pero eso sin que le afecte que sus soldados asesinen y roben. Los “patriotas” lucharán hasta el final por un rey malvado, que solo desea el poder absoluto sin importarle los sacrificios que la guerra ha supuesto. La consecuencia ideológica de la lucha, la Constitución, debe ser abolida para que el gobierno antiliberal retorne a modificar espiritualmente a la nación y que vuelva a ser lo que era antes de la llegada de los franceses. El aliado inglés apoya la lucha de los patriotas españoles, pero lo hará de forma perversa, procurando que el país se arruine, para que una vez debilitado, España deje de ser una potencia rival para gran Bretaña.

En esta serie de coproducción, no puede funcionar claramente, como en la de Curro Jiménez, la creación de un mito, para delimitar la identidad de la sociedad, fijando el “nosotros” como el opuesto al “otro”.3 Es decir el “otro”, el invasor francés, no puede aparecer como el

3 Esta idea del “otro” como opuesto al “nosotros” que comprenda al enemigo exterior se comenta por Manuel Palacio en La historia en la televisión de la publicación Ficciones Históricas. El cine histórico español en Cuadernos de la Academia. Nº 6 septiembre 1999. Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España. Págs 146 y 147.

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enemigo exterior, si se tienen en cuenta las razones que esgrimen el Emperador y su hermano. En cambio, la identidad del “otro” aplicada al aliado inglés se presenta como más evidente. Solo se necesita ser un poco arrogante, y Wellington lo era, pero también tenía otras buenas cualidades que no se han querido mostrar en esta serie.

Para algunos críticos fran-ceses, el papel de Napoleón en la película se considera poco afor-tunado: “Pierre Santini es un actor celebre, su cara, muy conocida, recuerda a otros papeles que dibujan un Napoleón, denso, bastante desa-gradable, muy autoritario que no utiliza su encanto. Portador de un discurso político, muy claro, varias veces reafirmado nos revela lo que los autores (del guión) piensan del Emperador. El ser humano raramente se revela detrás del político, llevado por una voluntad sin fallos, y una determinación que no se puede más que respetar. Cuando aparece lo hace en circunstancias más bien desagradables.”4

Sin embargo un suceso con una actriz, - que sucedió en realidad - es interpretado como un argumento que da más fuerza a esta imagen. “Se le ve, en efecto, encargar a uno de sus oficiales buscarle una mujer para una noche. Después de algunos instantes sale de la habitación gritando y ordenando que se la despida porque su perfume le enferma. Para un teleespectador y sobre todo para una telespectadora este comportamiento es insufrible. La brutalidad de Napoleón con respecto a las mujeres, es preciso señalarlo, raramente ha sido mostrada en la pantalla.”5

4 David Chanteranne y Isabelle Veyrat – Masson, Napoléon a l´écran. Cinéma et télévision. Nouveau Monde Editions /Fondation Napoléon. Paris.2003 pag. 134. 5 Id pag. 134. Que la pantalla no haya mostrado el comportamiento de Napoleón con determinadas mujeres no significa que ese comportamiento “insufrible” no haya ocurrido. El incidente de la serie se ha basado en un episodio contado por Constat, su valet, en sus memorias, en donde relata que Napoleón se había sentido fascinado por una joven actriz española de quince o dieciséis años. Esta actriz era vigilada por su tía, pero el prefecto del palacio, Bausset, acordó con ella que la sobrina iría a la cámara del Emperador en el palacio del Infantado en Chamartín. La cantidad de perfumes que se había puesto provocó el rechazo del Emperador: “¡Constant, gritó viéndome, llévate esta pequeña! . Ella me matará con sus olores: esto no se puede soportar. ¡Abrid todas las ventanas, las puertas... pero sobretodo llevárosla, daros prisa!” Constant la despidió a esas horas de la noche, no sin lágrimas por parte de la actriz española, que desaparecieron cuando recibió 10.000 francos que

Una actriz española demasiado perfumada para el emperador

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El personaje de Napoleón aparece en Los Desastres de la guerra diferente de lo que habitualmente estaba acostumbrado el telespectador francés. Esto se debe a que en Francia el efecto de películas y telefilmes en que aparece el Emperador ha sido más importante que en España. Entre estas proyecciones existen varias dedicadas a vida amorosa del emperador, como son los episodios referentes a las relaciones con Maria Walewska, madame Sans Gêne, etc que presentan un retrato mucho más romántico y menos depredador que la serie que se comenta. Es lógico que el telespectador francés tenga una propensión menos aceptable que el español hacia el Emperador, cuando en el caso de éste la situación es inversa. Napoleón siempre ha sido “el malo”, para los españoles, aunque, éstos, de forma subliminal también le han admirado. Las imágenes que se han visto en España son muy diferentes, y a pesar de que algunas películas, como la norteamericana Desiree han querido presentarlo con un aura de romanticismo, la realidad es que Napoleón mantiene una imagen negativa para el espectador medio español. La serie lo intenta hacer algo más presentable.

Fundamentalmente, más racional dando argumentos con los que basa sus decisiones. En cuanto al principal rival de los franceses, El Empecinado, encarnado por Sancho

Gracia, su presentación también es correcta. El actor convence con su personaje. No obstante, hay un factor que juega a su favor y ha sido la reciente serie de Curro Jiménez, que todavía estaba muy presente en la memoria popular, donde Sancho Gracia interpretaba al bandolero bondadoso que también lucha contra los franceses. En cierto modo, el telespectador no podía dejar de recordar a Curro Jiménez convertido ahora en el Empecinado, que hace la guerra a los franceses con métodos que recuerdan a los del bandido andaluz. En la serie Los desastres, los compañeros del Empecinado están mucho más desdibujados en la representación de sus papeles que en la de Curro Jiménez, con la idea de dar más realce al jefe guerrillero, incluso se prescinde de los matices cómicos que se muestran en la otra serie anterior La máscara negra. Solo tiene alguna relevancia el guerrillero García y no se mencionan los nombres de los lugartenientes del Empecinado que incluso llegaron a tener bastante importancia en la Guerra de la Independencia. Como no se ha podido visualizar la película El Guerrillero (Juan Martín el Empecinado) realizada en 1930 por José Buchs, suponemos que esta segunda aparición en la pantalla ha sido efectuada con cambios importantes respecto al personaje que se filmó cincuenta años antes. Teniendo en cuenta que el film precedente de Buchs, El Dos de Mayo, rodado tres años antes estaba planteado con caracteres de epopeya nacional, parece lógico que su protagonista sea un verdadero héroe popular, que no tendría mucho que ver con el protagonista de la serie televisiva.

aparecen en las cuentas reservadas del Emperador de fecha 17 de diciembre de 1808. Louis Constant Wairy, Mémoires intimes de Napoléon Ier par Constant son valet de chambre. Mercure de France Paris 1967. II . Págs 22 y 23.

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Otros personajes de la serie también resultan bastantes convincentes, especialmente los que están a cargo de la parte francesa. Es posible que el coronel, luego general Hugo, interpretado muy correctamente por Bernard Bresson, “represente” menos de lo que pudo ser en la realidad, ya que la personalidad de Hugo debía tener bastante fuerza, según se deduce de sus datos biográficos. En Los desastres aparece como demasiado “compresivo” hacia la guerrilla, intentando compararla en algunas ocasiones con tropas regulares. En la realidad, esta evolución llegó a tener lugar después de que ambas partes comprendieron que la escalada de atrocidades solo llevaría a una situación insostenible. En cambio, su hermano Louis, interpretado por un actor español no convence, lo mismo ocurre con el español que interpreta a Tournon en el primer capítulo.

Con respecto a Goya, este personaje ya fue interpretado por el mismo actor, Francisco Rabal, varios años antes y regresaría a lo mismo en Goya en Burdeos, otra realización de Carlos Saura mucho más reciente. Por lo tanto, su presencia llena la pantalla con la misma fuerza trágica que tuvo el pintor, sobretodo cuando refleja en sus dibujos las imágenes de los desastres de la guerra que sirven como ilustración de las presentaciones de los capítulos. Uno de los momentos más importantes que expresa las contra-dicciones de Goya, sobre su liberalismo casi afran-cesado y su patriotismo superado por los excesos que los patriotas comenten, es la conversación que mantiene con el Empecinado en la que aconseja a éste que deje de matar, tras mostrarle los dibujos inspirados en las atrocidades de ambos bandos y añade su impresión de que el rey José es una buena persona. Finalmente, la reunión de Goya con Marchena refleja muy bien las dos posiciones de los liberales españoles. El segundo se muestra muy proclive a los franceses, por cuanto en la lucha contra el oscurantismo, vale todo, incluso el aceptar la autoridad y el despotismo de un extranjero. Esto servirá de revulsivo a España, que al final aceptará la tutoría de un Emperador y de un rey que cambiará la forma de vivir de los españoles. Marchena está tan fuera de la realidad, que, incluso, cuando se encuentra con Hugo en el convoy que se dirige a hacia Vitoria, no reconoce que aquello es el fin, sino una retirada transitoria. En cambio, el pesimismo no le permite a Goya aceptar, en ese momento el ofrecimiento de formar parte de la Academia de Artes y Ciencias. En otra entrevista

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posterior, en su estudio, con Marchena y Hugo, pregunta si la libertad que se disfruta en Madrid no ha sido en realidad una libertad concedida más bien que ganada.

El personaje de Marchena (Mario Pardo) aparenta en la serie más importancia de la que en realidad tuvo. José Marchena era licenciado en Derecho por Salamanca. Emigrado a Francia, regresó a España en marzo de 1808 como funcionario del ejército francés, lo cual no le impidió ser encarcelado por la Inquisición. Liberado por Murat, se incorpora al Ministerio del Interior, creado en febrero de 1809 por el rey José. En 1812 llegó a jefe de división de este ministerio. Ferviente afrancesado simultaneó su trabajo con una activa labor de propaganda en la prensa, concretamente en el Correo Político y Militar de Córdoba.6

La realización de Los desastres de la guerra obedece a las constantes profesionales y artísticas del director Mario Camús.7 La experiencia de éste en televisión procede de las series Si las piedras hablaran, Curro Jiménez y Fortunata y Jacinta entre otras, rodadas con anterioridad a Los Desastres. Entre esas constantes figura la concepción de un buen narrador de historias, sin que su duración no sobrepase los límites normales. Se aprecia que Camús es además escritor de guiones, porque no existen saltos o equidistancias entre los diferentes planos o escenas. La serie ha sido rodada con una cierta economía de medios, que se nota de una forma u otra, pero el espectador no necesita más medios visuales porque lo que se narra tiene suficientes imágenes atractivas. Por ejemplo, para las escenas del Dos de Mayo tres pinceladas son suficientes para conseguir una impresión de lo que sucede sin necesidad de recurrir a mucha figuración. Lo mismo ocurre con los combates o con la presencia de las tropas francesas, en lo convoyes o en las marchas. No es imprescindible la presencia de numerosos soldados y además es posible que así fuera en la realidad.

Otra peculariedad de Los desastres es la ausencia de una gran espectacularidad; los acontecimientos se van describiendo con una gran sencillez a pesar de la importancia que tuvieron en modificar la historia de España. Así, se va narrando de forma muy simple, sin entrar en complejidades o grandilocuencias de los temas abordados. Se parte, además, de que el espectador es lo suficientemente adulto como para comprender lo que está apareciendo en la pequeña pantalla. Por otra parte debe poseer una cultura inicial que le hace identificar lo que visualiza.

En la serie, en cambio, no aparece otra de las constantes del director: dar más interés a los personajes que al relato. Por el contrario éste tiene suficiente fuerza en los acontecimientos como para admitir la sucesión de los mismos. El cine de Camús tiene un tono pesimista y en Los desastres esta característica, una estética de perdedor, aparece frecuentemente en detalles como, lo que Goya expresa, las quejas del rey José, y sobretodo en las escenas de los franceses asesinados o los españoles ejecutados. El sentimiento pesimista cierra el final cuando se menciona el destino de los personajes. Efectivamente: ha perdido el Empecinado, que será ejecutado en 1825; ha perdido el rey José su trono y el país; ha perdido el general Hugo su puesto al salir de España; ha perdido Marchena obligado a un nuevo exilio; ha perdido Goya que debe esperar el permiso real para abandonar el país; ha perdido Fernando VII el afecto del pueblo ya que su vuelta ha sembrado las semillas de los enfrentamientos civiles del siglo XIX; ha perdido Napoleón la guerra con las potencias centrales que se ratifica con su exilio a la isla de Elba...Todos, todos han perdido, todos son víctimas, pero sobretodo el pueblo de España, que con el retorno del rey Deseado, vemos que maldice a los librepensadores, y comenta, increpa, que el único lugar adecuado para ellos es el calabozo. El compromiso moral del director y los guionistas se pone de manifiesto en las lúgubres

6 Juan López Tabar, Los famosos traidores. Los afrancesados durante la crisis del Antiguo Régimen.(1808 – 1833). Biblioteca Nueva. Madrid 2001. Págs.33 y 56. Una descripción detallada de las peripecias de los españoles que colaboraron desde sus inicios con la Republica francesa, especialmente Marchena, aparece en José Manuel Fajardo, La epopeya de los locos. Españoles en la Revolución francesa. Vergara. Barcelona 2002. Hay también una biografía de Marchena por Juan francisco Fuentes, José Marchena. Biografía política e intelectual. Editorial Crítica. Barcelona. 1989. 7 Estas constantes se relacionan en el libro de José Luis Sánchez Noriega, Mario Camús . Cátedra. Signo e Imagen/Cineastas. Madrid 1998. págs 368 a 384.

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imágenes de Goya que invitan a un juicio moral sobre los hechos que han conducido a tanta barbarie, a tanto desastre.

El triunfo del bien no aparece en los duros años que se describen en Los desastres. La utopía social que proclaman, tanto los afrancesados como los constitucionalistas, ha consistido en pregonar la posibilidad de crear una sociedad en la cual el triunfo del bien sea garantizado por la misma estructura de esa sociedad y en cual las fuerzas del mal serán desterradas de la vida del hombre y del País. Pero la sociedad, o si se quiere, el pueblo, de entonces no comprende estas propuestas, porque intuye que esa utopía no ha sido posible, ni nunca lo será. Solo le resta, en uno u otro caso, el exilio o gritar ¡viva las cadenas! en un alarde de histerismo colectivo, que de vez en cuando aparece, y que es tan terriblemente familiar, a lo largo de la historia de España.

La música coral del compositor Antón García Abril, que desde 1967 ha compuesto la mayor parte de las partituras de Camús, proporciona muy bien el tono dramático que el espectador mantiene a lo largo del relato.

El año de realización de Los desastres era 1983 y se presentó en febrero de 1984 en la segunda cadena francesa, en momentos que España estaba acelerando su negociación para incorporarse a la Unión Europea, la cual se cerró en junio de 1985. Esto significa que el momento de la construcción de una Europa liberal y solidaria había llegado a su fin. Además, en ambos países estaban en el poder Gobiernos socialistas que habían pasado por una amplia reflexión sobre la evolución ideológica de sus partidos. La idea antigua basada en los antiguos sueños de que la unión de todos los europeos podía alcanzarse, era un objetivo que se podía materializar en breve tiempo. Quizás, se debería aludir al sueño napoleónico de esta unión, que fracasó en España por las maniobras tenebrosas del oscurantismo español y la codicia de unos mariscales franceses, ahora se superaba cuando los dos países ya estaban de acuerdo en ser socios de una gran empresa colectiva, donde los mercaderes tendrían un papel mucho más importante que dos siglos antes. El progreso había jugado muy bien su baza. ¿Acaso esto es un circulo que se cierra con dos siglos de retraso? La polémica ya no es necesaria si este retraso se ha superado. Quizá sea bueno reflexionar sobre ello.

La historia en realidad.

Para la reconstrucción histórica del periodo de la serie, los guionistas se han apoyado en

una documentación bastante aproximada a determinados hechos, mientras que en otros, ha sido necesario resumir en una escena varios acontecimientos, porque el periodo que abarca y su síntesis así lo exigía. No obstante, una duración de casi seis horas proporciona bastante info.-mación sobre los sucesos históricos, cuyo análisis requiere cierto detenimiento.

En las primeras escenas el Emperador recibe un informe verbal del conde de Tournon, persona de confianza y al que se le encargaban determinadas misiones diplomáticas. Lo que el conde le cuenta es una versión literal de un escrito suyo. En una carta enviada al emperador el 20 de marzo desde Burgos, Tournon escribe:

“La Nación española no se parece a ninguna otra y no se la puede juzgar sino desde dentro. Juzgo importantísimo que V.M.I. se decida venir lo más pronto posible y no adopte ningún partido hasta ver las cosas por sí mismo. Los españoles tienen un carácter noble y generoso, pero tienden a la ferocidad y no soportarán ser tratados como nación conquistada. Reducidos por la desesperación serán capaces de las más grandes y valientes revoluciones y de los más violentos excesos.”8

El día 29 de marzo Tournon habló en París con el Emperador y le expuso las conocidas ideas sobre el pueblo español.

Otra escena importante es la conversación que mantienen el canónigo Juan Escoiquiz, antiguo preceptor de Fernando, y el Emperador. La descripción de estos hechos se podría basar en

8 Manuel Izquierdo Hernández, Antecedentes y comienzos del reinado de Fernando VII. Ediciones Cultura Hispánica. Madrid 1963 pag.369

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el relato del valet del emperador Constant en sus memorias9 y las del consejero Escoiquiz que lo comentó con el arzobispo Pradt.10 El diálogo que transcurre en la serie televisiva es el siguiente: -“Sire” -“No se lo tome tan a pecho, canónigo. Los reyes estarían fatigados del viaje. Dígame, ¿se encuentra usted bien en Bayona?” -“Desde luego Sire, quiero decir en lo que se refiere a mi humilde persona, pero Su Majestad el rey Fernando se ha sentido, digamos, que extrañado, ante el recibimiento que Su Majestad Imperial ha hecho a su padre.” -“Pues, ¿no es el que corresponde al rey de España.?” -“Sire, el rey de España es Fernando y vuestra Majestad Imperial no encontrará un aliado mejor dispuesto ni más sumiso a vuestra augusta...” -“No, no. Si le dejo a usted hablar es capaz de disuadirme de mis propósitos con su gran elocuencia ciceroniana.” -“Sire.” -“Con la casa de Borbón en España yo no estaría tranquilo si me viera empeñado en otra guerra con las potencias del norte.” --“Sire, eso significa que el trono...” -“¡Está vacante! Canónigo. Exacto.” -“Entonces yo cometí un tremendo error trayendo al rey a esta celada. Debí llevarle al campo de Gibraltar como pensé en algún momento.” -“Y pensó muy bien, en efecto. Es exactamente lo que debería haber hecho. (Tira de la oreja Escoiquiz) Canónigo, los intereses de mi casa y del Imperio exigen que los Borbones dejen de reinar en España.”

En la misma tarde de la llegada de Fernando a Bayona, el 20 de abril de 1808, Fernando VII fue a devolver al Emperador la visita que le había hecho ese mismo día, ya que Napoleón le había invitado a cenar al castillo de Marrac. Después de esta cena, el Emperador se dirigió a Escoiquiz indicando que quería hablar a solas con él. El canónigo ha dejado escrita con extraordinario detalle el contenido de esta conversación,11 que tuvo lugar a las siete de la tarde, en la que habla demasiado, tanto, que es extraño, que un Emperador le pudiera escuchar con la paciencia que perdía al poco tiempo con este tipo de conversaciones. El Emperador comenzó con:

-“Hace ya mucho tiempo, canónigo, que en razón de la buena imagen que se me ha dado de su rectitud y de vuestros conocimientos desearía hablar con usted de los asuntos de vuestro príncipe, más aún que en la posición en que me encuentro no me puedo dispensar de tomar parte en la desgracia de su padre que ha implorado mi protección. No debo rehusarla: Europa entera tiene sus ojos puestos sobre mí. Las circunstancias en las que Carlos IV ha hecho en Aranjuez su renuncia a la corona de España, rodeado como estaba de guardias sediciosos y de un pueblo sublevado, evidencian muy bien que él fue obligado a firmarla; y como en esta misma época mis tropas estaban ya en España, muy próximas a la Corte, en apariencia, estaría, en apariencia,

9 Constant, Mémoires intimes. pags. 480 a 487. 10 M. De Pradt . Mémoires historiques sur la révolution d´Espagne. Rosa. Librairie. Paris 1816. pag.131. 11 Juan Escoiquiz , Idea sencilla de las razones que motivaron el viage del rey Fernando VII a Bayona en el mes de abril de1808. Imprenta Real. Madrid 1814. Esta conversación se reproduce en Pradt paginas 267 a 340.

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autorizado a hacer creer que yo habría tomado parte de esta violencia, que ofrece a todas las cortes el ejemplo peligroso de un hijo que ha conspirado contra su padre y le ha destronado. Mi honor está interesado en rechazar esta sospecha, y probar al mundo que soy incapaz de apoyar un atentado tan injusto y escandaloso. Yo no me decidiré a reconocer a Fernando VII por legitimo soberano de España, hasta que su padre, que me ha enviado su protesta formal contra su pretendida renuncia, tenga plena libertad para renovar este último acto a favor de su hijo.”

“En cuanto al resto, es necesario decirlo, los intereses de mi imperio exigen que la casa de los Borbones, que es una enemiga implacable de la mía, sea despedida del trono de España. Es también el interés de vuestra nación que esto tenga lugar así, porque alejando de ella una dinastía cuyos últimos reyes la han causado los males que la irritan en este momento, ella gozará, bajo la que yo propondré de poner en el trono, de una mejor Constitución; por otra parte, convertida por este medio en la aliada íntima de Francia, ella estará siempre al abrigo del único enemigo, capaz por su proximidad y por su potencia de perjudicarla. Carlos IV ha comprendido bien que sus hijos no son capaces de mantener, en las circunstancias que se encuentra España, las riendas del gobierno, y queriendo preservar a su pueblo de todas las desgracias que le amenazan, está dispuesto a cederme sus derechos y los de su familia al trono de España.”

“Usted propondrá a Fernando de mi parte que renuncie a sus derechos a la corona de España, a cambio de que yo le ceda el reino de Etruria, con el título de rey, y le aseguraré una entera independencia a él y a sus herederos varones a perpetuidad; le dirá que yo le adelantaré, a título de donación, una anualidad de las rentas de este estado, a fin de que tenga los medios necesarios para establecerse.”

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“Tan pronto como el tratado sea firmado, le daré en matrimonio mi sobrina; y por este medio él tendrá una prueba inequívoca de mi amistad; si él acepta estas proposiciones, este tratado será hecho con todas las formalidades y solemnidades necesarias; en el caso contrario, será con su padre, que debe llegar el próximo día, con quien tomaré los compromisos, y entonces, ni el príncipe ni los suyos tendrán de mí ninguna compensación, y no serán aceptados para tratar conmigo. En cuanto a la nación española, yo me comprometo, si el príncipe Fernando suscribe mis demandas, a conservar, bajo la nueva dinastía que la daré, su entera independencia, sus leyes, sus costumbres y su religión. He aquí a lo que se reduce mi propuesta en este punto. Yo no quiero quitar ni un solo pueblo o aldea a España. En cuanto al resto, si mis propuestas no se aceptan por vuestro príncipe, él puede, si quiere, regresar a sus estados; pero ante todo, fijaremos un plazo para su vuelta y después, las hostilidades comenzarán entre nosotros.”12

- “Yo no temo nada de la única potencia que podría dar cierta inquietud. El emperador de Rusia, a quien yo comuniqué en Tilsit, mis proyectos sobre España, que datan de esa época, los aprobó y me dio su palabra de honor de no oponerse. En cuanto a las otras potencias ellas se guardarán de intervenir. En todos los casos la resistencia de los españoles no será importante. Los grandes y los ricos, ante el miedo de perder su fortuna, permanecerán tranquilos y emplearán toda su influencia en calmar al pueblo. Los clérigos y los monjes, que yo tendré buen cuidado de hacerlos responsables de los desordenes, utilizaran también su influencia y usted sabe que ellos tienen mucha. El populacho solo, puede ser que organice alguna sublevación en algunos puntos, pero algunos castigos severos les harán recordar su deber. Créame, canónigo, los países en que hay muchos monjes son fáciles de subyugar: yo ya tengo experiencia de eso. Esto es lo que ocurrirá con los españoles, sobretodo cuando ellos verán que yo les prometo la integridad de su independencia, de su monarquía, una Constitución más liberal, más razonable y conservar su religión y sus costumbres.”13

Los argumentos empleados por el consejero del rey español hacían poca mella en la mente del Emperador que parecía decidido al cambio de dinastía a cualquier precio. Es curioso que el canónigo pintase un cuadro bastante aproximado de lo que pasaría si la guerra estallase comenzando con una sublevación de todos los españoles. Como los detalles minuciosos de esta conversación se publicaron en Idea sencilla de las razones que motivaron el viage del rey Fernando VII a Bayona en el mes de abril de1808 editado 1814 y el libro de Pradt lo fue en 1816, es difícil de saber si el canónigo no incorporó en este encuentro la descripción posterior de unos acontecimientos que luego sucedieron tal y como se los auguraba al Emperador. Esta conversación se desarrolló sin testigos y la reconstrucción de la misma parece demasiado detallada y laboriosa para que una persona la pueda redactar, con tanta fidelidad, palabra por palabra. En definitiva, el mentor de Fernando VII se retrata como un visionario perfecto de lo que pasaría, para justificar ante la historia haber aconsejado equivocadamente la reunión de Fernando VII en Bayona.

Cuando Escoiquiz regresó a su alojamiento esa misma tarde del día 20, se encontró con que Fernando había reunido su Consejo. La causa era, que después de la comida con el Emperador, éste había enviado a Savary para anunciar a Fernando de forma concluyente, de la misma forma que había hablado a Escoiquiz, que el Emperador había resuelto de forma irrevocable destronar a los Borbones de España. Exigía a Fernando en su nombre y en el de su familia, la renuncia a la Corona a favor de la dinastía Bonaparte. Lo más increíble, era oírlo de labios del propio Savary, que en algún momento pareció prestarse al extraño papel de valedor ante su jefe, cuando llegó a asegurar a Fernando en Vitoria, que sería reconocido como rey por el Emperador en cuanto llegase a Bayona. 14El relato de Escoiquiz sobre su conversación con Napoleón terminó por

12 Pradt pags 267 a 271. 13 Pradt pags. 317 a 319. 14 Según el Conde de Toreno, Savary llegó a decirle en Vitoria: “Me dejo cortar la cabeza, si al cuarto de hora de haber llegado Vuestra Majestad a Bayona, no le ha reconocido como rey de España y de las Indias..” Conde de Toreno, Historia del Levantamiento, Guerra y Revolución de España. Baudry librería Europea. París tomo I. Pág. 66. Posiblemente es exagerada esta anécdota del historiador español.

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desmoralizar a los presentes. 15 Estos decidieron votar la propuesta del Emperador y solo tres lo hicieron favorablemente, uno de ellos el propio Escoiquiz. Lo más curioso es que el consejero publicó un certificado de su negativa a la abdicación, pero este certificado es de fecha del día 27 del mismo mes, no del 20, el día del Consejo.

Ante la negativa de Fernando a renunciar al trono, Napoleón cortó los contactos con aquél en espera de la llegada de Carlos IV. Por otra parte, una sola entrevista fue suficiente para que Napoleón, tuviera una idea de la personalidad de Fernando. En los siguientes días el desprecio por éste se iba incrementando.

En este primer episodio aparece la cena que tiene lugar entre los reyes, Godoy y Napoleón con la presencia posterior de Fernando, en donde se presenta una situación de fuerte violencia verbal entre los componentes de la familia real. El dialogo de la serie televisiva es el siguiente:

El rey Carlos IV se dirige a la reina -“Luisa, toma de esto que está muy bien hecho. Todos los días y en todo tiempo, con sol,

con lluvia , con nieve, después del desayuno ¡ A cazar! Napoleón le interroga.

-“Entonces, ¿los asuntos los despachabais por la tarde?” -“Después de comer seguía el mismo ejercicio hasta el anochecer, luego por la noche,

Manuel me informaba de cómo marchaban las cosas. Interviene la reina.

-“Su presencia aquí es el mejor consuelo que su Majestad Imperial podía regalarnos.” El rey lo confirma. -“Y que lo digas, después de tantas calamidades.” Napoleón les informa ahora a ambos de su plan. -“Bien. Las calamidades quedaron finalmente atrás. Atendiendo a vuestros deseos de

retiraros finalmente de los azares de la política, he dispuesto que se os adjudique el castillo el parque y el bosque de Compiegne donde no os faltará la caza y además una renta de ocho millones de francos. Nosotros nos ocuparemos de redactar el tratado de la cesión de la Corona de España a mi persona...que espero retiréis de la cabeza de vuestro hijo. Le tenemos aquí. Napoleón hace una seña para que hagan entrar en la sala a Fernando, pero Godoy se excusa al Emperador:

-“Sire, mi presencia puede resultar embarazosa. ¿Puedo retirarme? Inicia su salida pero el Emperador le sugiere otra puerta para que no coincida por la que entrará

Fernando. Este hace su entrada y al reconocer a los presentes se detiene y permanece silencioso. Su padre le interpela: -“Fernando te exijo que renuncies al Trono, que tan inicuamente has usurpado” Ante el silencio del hijo. La madre interviene encolerizada y a continuación el rey:

15 Izquierdo pág. 387

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-“¿A que viene ese silencio?¡Responde! ¿Todavía no has insultado bastante nuestras canas?”

-“Solo hemos recibido de ti deshonras. Si no haces por mí, hazlo por el bien de nuestra España.”

Como Fernando continúa sin hablar, la reina María Luisa estalla: -“Bellaco. O reconoces como rey a tu padre..” Se vuelve hacia el Emperador, gritando: -“¡ A muerte, Sire. Debéis condenarlo a muerte. El Emperador, lo expulsa de la sala. -“Retiraos” En líneas generales, la citada escena se aproxima bastante a la realidad. Los reyes

llegaron a Bayona el día 30 de abril y fueron invitados a cenar por el Emperador que les trató como soberanos reinantes. Varios autores cuentan que Carlos IV nada más llegar al comedor preguntó: “¿Y Manuel , dónde está Manuel?”.16 Napoleón ordenó que el favorito se incorporase rápidamente a la mesa y abandonara la que en ese momento mantenía en la del Gran Mariscal. Durante la comida el rey “hizo honor a la cocina francesa, que le parecía fuerte para su gusto, porque cada vez que se servía decía a la reina: “Luisa, come de esto, es bueno”: esto complació mucho al Emperador del que se conocía su sobriedad.”17

En esta cena Napoleón habló con Carlos IV de recuperar la Corona que, según dijo, Fernando le había usurpado.

- “Falta solamente que Vuestra majestad llame a su hijo y le requiera para dar por terminado su gobierno, renunciando a sus culpables pretensiones y por un acto escrito, firmado de su puño, le devuelva la Corona. No estaría bien que yo lo hiciese, porque no soy su padre ni su rey, sino tan solo un soberano amigo y aliado de VV.MM. Esto no obstante, si lo juzgase conveniente para imponer mayor respeto a ese hijo extraviado, yo estoy pronto a acompañarle y asistirle en este grave paso que es inevitable.”18

Convencido Carlos IV llamó a su hijo y con todos los presentes delante le exigió la firma del documento.

La mayor parte de los historiadores narran que esta escena entre los padres y el hijo se desarrolló con una gran tensión que estuvo a punto de llegar a violencia física. Según parece, se basan en lo escrito por el arzobispo Pradt. Éste, a su vez, cita el relato que le hicieron el propio Escoiquiz y el Emperador.19Constant también describe este ambiente de violencia, ya que cuenta que nada más llegar los reyes a Bayona tuvo lugar una ceremonia de besa manos con los nobles y grandes de España que habían acompañado a Fernando. Después de la ceremonia Carlos IV se retiraba a sus habitaciones, pero Fernando hizo además de seguirle. Carlos IV hizo un gesto con el brazo como rechazándole y le interpeló con voz temblorosa: “¿Príncipe, queréis todavía ultrajar mis cabellos blancos?” 20

En cuanto al relato de Pradt es el siguiente, según Escoiquiz:

16 En Izquierdo aparece esta pregunta de Carlos IV comentando que procede de varios historiadores españoles que no citan la fuente. Izquierdo comenta que procede del prefecto del palacio de las Tullerías, Bausset en sus Memorias anecdóticas, en realidad aparece en las citadas memorias de Constant, Mémoires intimes de Napoléon Ier par Constant son valet de chambre en la pagina 485. Vol.I 17 Constant pag. 484. 18 Manuel de Godoy, Cuenta dada de su vida política por don ... sean memorias críticas y apologeticas para la historia del reinado del señor Don Carlos IV de Borbón Vol. VI pag. 245. 19 Izquierdo menciona que la única referencia es la de Pradt, a quien se lo había relatado el propio Napoleón. Izquierdo pag. 398. Pradt menciona que además se lo contó Escoiquiz y que hay un artículo del Moniteur. Pradt pag. 129. 20 Constant , pág. 482

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“Carlos hizo llegar solo a Fernando al palacio (de Marrac) y allí en presencia de la reina y

Napoleón le significó, que si al día siguiente, a la seis de la mañana no le había devuelto la corona por un acto firmado de su propia mano, sin explicaciones y sin condiciones por su parte, él, su hermano y sus acompañantes, serían tratados como emigrados. Para dar fuerza a estas palabras, Napoleón añadió que se vería obligado a declararse el protector de un padre, de un rey desgraciado, contra un hijo rebelde que le había ofendido cruelmente. El príncipe sorprendido quiso responder, pero su padre, tan ciego como desafortunado, le impuso silencio, gritando que su hijo había querido destronarle, asesinarle, le llenó de injurias e incluso se levantó de su asiento para maltratarle. El grado de irritación del rey y hasta de la reina era tal, que habrían aterrado al propio Napoleón.

Escuchemos a éste: “Volviendo al palacio, el rey Carlos, atravesó con gran agitación las habitaciones del

castillo de Marrac, pasó al jardín y después de haber dado tres o cuatro vueltas, llamó a todas las personas que se encontraban presentes y como un hombre lleno de un sentimiento que le oprimía, se puso a contar en ese estilo animado, pintoresco lleno de imágenes, de nervio y de originalidad que le era tan familiar, de todo de lo que acababa de ser testigo. Sus descripciones nos habían transportado en medio de los actores de esta horrible escena; él se quejaba de las conspiraciones de su hijo, de la pérdida de la monarquía que había conservado entera en medio de los desordenes de Europa; de los ultrajes hechos a sus cabellos blancos. Era dijo él, el rey Príamo. Estas fueron sus expresiones cuando parándose de golpe hubo un momento de silencio. La escena ya era demasiado fuerte, cuando la reina llegó a interrumpirla, estallando en inventivas y amenazas contra su hijo y después de haber reprochado que les hubiera destronado, ella me pidió hacerle subir al cadalso. ¡Que mujer! ¡Que madre! gritó; me da horror. Ella me ha interesado por él.” 21

En solo dos escenas, la serie Los Desastres de la guerra ha sintetizado bastante bien la serie de acontecimientos que se resumen en las reuniones que tuvieron lugar entre el Emperador y los miembros de la familia real española.22

21 Pradt. Pag 130 22 Existe un trabajo de Edourad Duceré, Napoléon a Bayonne. Editions de la Couronne. Biarritz que proporciona más información de las reuniones que tuvieron lugar en aquellos días. El relato de la cena comentada en estas páginas circuló por toda Europa. Incluso en la prensa británica apareció un dibujo con el título El lenguaje de mercado en Bayona o la cena imperial, en donde se ridiculizaba ccon caricaturas a los protagonistas del acontecimiento, los reyes de España y el Emperador. Pág 91

Carlos IV (Antonio Orengo) Reina María Luisa (María Elena Flores)

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Combate de Somosierra

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Al principio del episodio primero nada más llegar el Emperador al castillo de Marrac, unos campesinos de Bayona interpretan un baile en honor del Emperador. Esta escena es relatada por el propio Constant, que precisa, “siete hombres y diez mujeres improvisaron una danza llamada la pamperruque al otro lado de la verja del castillo de Marrac”23.

Las referencias al ejército regular español aparecen en una escena del Dos de Mayo con el asalto al cuartel de Monteleón. Escena breve, pero eficaz en su tratamiento descriptivo, que ilustra de manera resumida al espectador que hubo varios asaltos, rechazos y finalmente la ocupación del cuartel. En otra escena el Empecinado se entrevista con el general Cuesta y éste le reprocha la forma peculiar de hacer la guerra que dará origen a represalias francesas en los pueblos de la región donde actúe. Más adelante, se informa al rey José que este general ha sido derrotado en Medina de Rioseco, lo cual le permitirá llegar a Madrid. La presencia del ejército regular español vuelve a la pantalla en la escena del combate de Somosierra. Este combate se reconstruye con poca fortuna, ya que los jinetes polacos – no eran lanceros todavía – surgen de la niebla como si hicieran una carga fantasmal. Una carga no se hace con niebla, eso sería absurdo, los polacos sufrieron bastantes bajas, pero en todo caso, esta carga sirvió para facilitar el acceso a Madrid al Emperador. Si embargo, estos detalles carecen de importancia en el conjunto general.24

En cuanto al Empecinado, las dos biografías más completas de Florentino Hernández Girbal25 y Andrés Cassinello Pérez26 son posteriores a la realización de la serie, pero permiten comparar los hechos que se comentan. Respecto al general Hugo hay una reciente reedición de sus memorias,27 que permiten contrastar las biografías citadas, junto con un reciente trabajo de André Lebourleux sobre su personalidad, que aporta, además una información muy interesante sobre su vida privada.28

Los episodios segundo y tercero se basan en el enfrentamiento entre el Empecinado y el general Hugo. Este planteamiento de la serie se basa en tomar los mismos planteamientos de otras películas donde la guerrilla sigue siendo el elemento principal de la resistencia española contra Napoleón. En cambio, la parte francesa no describe a un ejército regular que casi siempre cae en emboscadas preparadas por guerrilleros, sino, más bien, se cuentan las tácticas de un general especialista en la lucha contra la insurgencia. Hugo se había iniciado en la contrainsurgencia en la Vendeé en Francia y continuó en Italia, donde neutralizó a Michel Pezza, conocido como Fra Diabolo. El duelo personal entre el general Hugo y el Empecinado, no puede considerarse de una manera “clásica” en el sentido de un ganador o un perdedor. El general Hugo, es un militar profesional que tiene bajo su mando a tropas entrenadas para acabar con la insurrección. Ésta se presenta como una banda de individuos, mandada por un hombre que carece de formación militar, con orígenes campesinos, y que actúa, basándose en la experiencia que está adquiriendo en este tipo de guerra para decidir, en los momentos más críticos, como se debe actuar. Los guerrilleros no han sido entrenados para combates convencionales de formaciones en filas, columnas o batallones, donde la rapidez de una maniobra tiene menos importancia que la disciplina o la preparación. En pocas palabras, en un combate frontal, de forma clásica, entre ambos jefes con fuerzas similares en número, - de hecho era así, según Cassinello29, el general Hugo contaba con tres mil hombres de infantería y caballería y el Empecinado dos mil hombres y seiscientos jinetes - el resultado siempre

23 Constant pag. 477. 24 La carga de Somosierra se analiza con detalle en la película Cenizas. 25 Florentino Hernández Girbal Juan Martín El Empecinado. Terror de los franceses. Ediciones Lira.Madrid 1985 26 Andrés Cassinello Pérez,Juan Martín “El Empecinado “ o el amor a la libertad Editorial San Martín. Madrid 1995 27 Joseph – Leopold Hugo, Mémoires du général Hugo, gouverneur de plusieurs provinces et aide –major - général des armées en Espagne. 3v. Ladvocat. Lavauzelle. Paris. 1823. Fac-sim. 28 André Lebourleux. Le général Léopold Hugo. 1773-1828. Ce héros au sourire si doux. Revue d´Histoire de Bayonne, du Pays Basque et du Bas-Adour. Société des Sciences Lettres et Arts de Bayonne. Nº 159 .2004. Págs. 153-232. 29 Cassinello págs. 94 y 96

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se resolvería con el triunfo del general Hugo. De esta forma, los análisis de los enfrentamientos que describirían cada unos de estos contendientes no pueden ser nunca coincidentes. Lo que para el general Hugo puede parecer una victoria, porque su enemigo se ha retirado después de un encuentro, para el Empecinado, la retirada es una forma de combatir en sí misma, no el resultado de una acción. “Para los guerrilleros el terreno o las ciudades, valen solo como lugar de un combate que aspira a la destrucción del adversario, mientras que para las fuerzas convencionales que se le oponen, el terreno o el dominio de las poblaciones supone la medida del éxito o el fracaso. Creo que este caso es uno de los que evidencian claramente la distinta concepción estratégica de los dos bandos: el control del territorio, perseguido primordialmente por los franceses, contrapuesto a hostilizar permanente al enemigo, donde quiera que se encuentre, que constituye la esencia del hacer de Juan Martín.”30

Es correcta históricamente la presentación inicial del guerrillero atacando varios grupos de soldados franceses. De hecho, estos ataques se iniciaron antes del Dos de Mayo, con una partida de doce hombres que - según un cronista admirador del guerrillero - causaron ochocientas bajas a los franceses.31

El Empecinado se une al ejército regular desde primeros de junio de 1808 y participa a las órdenes del general Cuesta en las batallas de Cabezón y Medina de Rioseco. Ambas, sobretodo la segunda, son derrotas del ejército español, falto, en parte, de entrenamiento y en inferioridad de caballería con respecto al francés. A partir de mediados de julio, el Empecinado vuelve a su antigua actividad de guerrillero. No se sabe si este retorno se ha efectuado de acuerdo con sus antiguos jefes del ejército regular o lo ha hecho por estar incluido en las listas de dispersos. Soldados desaparecidos que no vuelven a filas o que desertan.

Después de la batalla de Bailén el Empecinado y sus hombres persiguen los convoyes que evacuan Madrid en dirección a Vitoria. Cerca de Carabias, la partida sorprende a un convoy compuesto por un carruaje y doce hombres que viajaban entre dos columnas de seis mil soldados. En el carruaje estaba una mujer embarazada que fue conducida a la casa del propio Empecinado. Un cronista anónimo la identifica como la sobrina – en la serie se dice “prima”, porque la actriz es de cierta edad - del mariscal Moncey, mientras que otro cronista menciona que era la esposa de M. Bardot, joyero de Carlos IV. El guerrillero conduce a esta mujer a su propia casa en Castrillo y encarga su custodia a la familia. Como consecuencia de esta captura, parece que el botín excitó la codicia de sus vecinos - especialmente de un tal licenciado Frutos - que robaron la casa y le indispusieron mediante varios informes con el general Cuesta. A pesar de que el Empecinado se

30 Id. Pg. 97 31 Anónimo. Apuntes de la vida y hechos militares del brigadier Don Juan Martín Díez El Empecinado, por un admirador de ellos. Imp. Fermín Villalpando. Madrid 1814, Citado por Cassinello pág. 52.

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había entrevistado poco antes con el general en Salamanca para informarle de esta captura, es arrestado por orden del propio Cuesta en Burgo de Osma después de un rápido viaje a Madrid en busca de justicia por el robo cometido en su casa. El alcalde de Osma, afrancesado encubierto manda que lo encarcelen con grilletes. 32

Mientras el Empecinado está encarcelado en Osma, la llegada a España de nuevos refuerzos franceses a la cabeza de los cuales está el Emperador, ha derrotado a los tres ejércitos españoles en el norte y han podido situar una avanzada en Aranda de Duero. La dama francesa prisionera en Castrillo descubre su identidad, como sobrina de Moncey, al licenciado Frutos, el cual le facilita la huida en el mismo carruaje que fue capturada. Una vez en Aranda, esta dama informa de la presencia del Empecinado en la cárcel de Burgo de Osma y hacia allá se dirige un grupo de soldados para hacerse cargo de él. Mientras tanto, el Empecinado, consigue arrancar los grilletes, ataca al alcaide y a tres de sus ayudantes cuando estos abren la puerta del calabozo, sale a la calle y corriendo se pierde en los campos cercanos a la ciudad, en el momento en que suenan las trompetas de los franceses que llegan a Burgo de Osma. 33

Esta descripción de la fuga resulta tan novelesca, y más propia de la de un héroe de tebeo, que las escenas que aparecen en la serie sobre este hecho, algo más cercanas a lo que pasaría en la propia realidad. Se sabe que el Empecinado tenía varios partidarios en Osma que intercedieron para liberarle ante el alcalde y no debieron de contentarse con informarle de la proximidad de los franceses, sino que le facilitaron los instrumentos necesarios para romper los grilletes. También, es posible que los miembros de su partida no se quedaran con los brazos cruzados durante el mes y medio que su jefe estuvo detenido.

En los meses siguientes, la actividad del jefe guerrillero se centró en los ataques a convoyes, correos y destacamentos con pocos soldados, mientras que su partida se iba incrementando hasta llegar a unos 60 hombres a principios de 1809.

Respecto a la prisión de la madre del Empecinado, Lucía Díez, que en la serie parece que es idea del propio Hugo, en realidad este episodio tuvo lugar a finales de 1809 y la orden partió del comandante militar de Aranda del Duero que tenía información detallada de la familia del guerrillero. Éste se entera de la noticia, después de una emboscada cerca de Santa María de Nieva, donde captura a varios oficiales franceses. Uno de los biógrafos del Empecinado cita que entre los prisioneros estaba el general Chic (¿) ayudante de campo del rey José que después de su captura, y una vez, que es llevado hasta Valencia de Alcántara para ser entregado al ejército de Extremadura, se ofrece escribir al comandante de Aranda para que ponga en libertad a la madre del Empecinado.34 En realidad, lo que sucedió, es que el Empecinado intercedió ante el jefe guerrillero fray Julián Delica, el Capuchino, el cual había capturado al general Franceschi que viajaba de Galicia a Madrid, para que le diera un trato humanitario. Consecuencia de ello, el general Belliard, gobernador de

32 Hernández Girbal pags 113-138 33 id págs 144 y 145 34 Esta versión es la que aparece en Apuntes de la vida y hechos militares del brigadier Don Juan Martín Díez El Empecinado, y es citada por Hernández Girbal. Págs 163 a 167.

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Madrid, agradece en una carta al guerrillero esta gestión y le brinda la oportunidad de pasar al servicio del rey José. Es posible que por ello se libere también a la madre del guerrillero.35

No entra en este capítulo contar con detalle las hazañas del jefe guerrillero, sino comentar su duelo con el general Hugo. Este enfrentamiento comienza en junio de 1810, cuando la fama del guerrillero es tan importante que el propio rey José ordena a Hugo la eliminación de la partida. Este encargo se hizo en una entrevista entre Hugo y el rey José: “Voy a reemplazar al general Tilly en el gobierno de Segovia, porque tengo necesidad de poneros tras la pista del Empecinado, que atormenta la provincia de Guadalajara, y que sus éxitos sobre las columnas francesas, hacen cada día más preocupante.”36

La descripción de esta lucha entre Hugo y Juan Martín presenta versiones, y - sobre todo interpretaciones - muy diferentes, si se tiene en cuenta la versión española o la francesa. Según la parte española, la descripción se centra en una serie de acciones en las que los guerrilleros aniquilan columnas de caballería, ocupan por sorpresa pueblos, matan a guarniciones y escapan, si están cercados o en inferioridad de condiciones, antes de que lleguen a un choque frontal con los soldados de Hugo. En este año 1810, no hay una destrucción de la guerrilla del Empecinado, pese a que Hugo en sus memorias escribe las veces que vence al guerrillero: encuentro de Sotoca, derrota del Empecinado, su dispersión; Sigüenza, nuevo ataque del Empecinado, es derrotado; en-cuentro de Cifuentes, dispo-siciones del Empecinado, su derrota; derrota del Empecinado en Val de Saz; derrota del Empecinado en Cogolludo. etc..

La narración de estos encuentros por los historiadores españoles no es tan detallada37 como la que hace Hugo, y se comenta que, en los casos de enfrentamiento directo, los guerrilleros se dispersaban después de un combate. Por otra parte, en los encuentros que narra Hugo, a veces, no era el Empecinado el jefe que tenía enfrente, sino una fracción de la partida. Este es el caso de Cogolludo donde el jefe de los guerrilleros era Nicolás de Isidro. No se menciona en estos combates a Sotoca y Sigüenza. En el de Cifuentes, que tiene lugar el 14 de septiembre se relata, por parte la española, que la lucha tiene lugar durante todo el día, que los empecinados no ceden un palmo de terreno y que al llegar la noche se suspende la lucha. Los franceses se acogen a Cifuentes para pernoctar.38 En cambio, Hugo escribe que después de varias cargas de su caballería, la del Empecinado huye y la infantería se dispersa de improviso.39

En la serie de televisión Los desastres, la partida del Empecinado se presenta mucho menos numerosa de lo que en realidad era. En pleno enfrentamiento con el general Hugo, se ha dicho, que la caballería de los guerrilleros podía ascender a seiscientos jinetes y a unos dos mil hombres de infantería. Fuerza de caballería muy estimable en la guerra, pues el ejército regular

35 Cassinello páginas 73 y 74 36 Mémoires du général Hugo Tome I .pag. 159 37 Posiblemente una de las mayores dificultades para encontrar información es que no existe una hoja de servicios del Empecinado en los archivos militares. Hernández Girbal opina que el propio Fernando VII ordenó su destrucción. Por esta razón, parte de los acontecimientos, los historiadores españoles los han reconstruido en base a las hojas de servicios de los subordinados. 38 H. Girbal pag 246 39 Hugo. Tome II pags 238 y 239

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El barbero (Miguel Rellán) y el guerrillero García (Manuel Zarzo) fieles seguidores del Empecinado. En la realidad, uno de los lugartenientes, Saturnino Abuin el Manco le traicionó en la acción del Rebollar en Febrero de 1812

español planteó algunas batallas con un número similar de jinetes, como es el caso de Medina de Rioseco. Hugo cita cifras similares para esta partida subrayando que sus tropas eran inferiores en número. En el combate de Cifuentes, cita que tenía tres cientos cincuenta jinetes y mil de infantería. Podría en este caso incluirse la observación, de que en las memorias o en los partes de los oficiales de los ejércitos, se tiende a dar más importancia numérica al adversario para resaltar mayores méritos en un encuentro que se cuenta como favorable. Con todas estas limitaciones, un cierto grado de exageración es siempre previsible, tanto por parte de lo que escribe el general Hugo, como de los admiradores del jefe guerrillero. No obstante, el mérito narrativo de la serie televisiva es haberse centrado en el enfrentamiento personal de ambos, porque para contarlo, no se necesita una gran figuración. Las breves escenas de ataques a los grupos de soldados franceses son suficientes para que el espectador vaya comprendiendo el tipo de guerra que se hacía.

A medida que pasaba el tiempo el general francés comenzó a tener una opinión positiva del jefe guerrillero y, en el mes de diciembre, le envió una carta por medio de un individuo que tenía a su mujer e hija como rehenes. El texto es el siguiente:

“V. S. debe creer que tengo de vmd. una opinión bastante buena para creer que pueda dar crédito a las mentiras que se cuentan y especialmente sobre la derrota del mariscal Masena. Estas cosas pueden hacerse a los hombres sin talento y no a los sensatos. Las cosas políticas deben tener término dentro de muy poco tiempo, y algunos hombres que sirven contra nosotros conocerán que han resistido en balde demasiado tiempo.”

“Los españoles de todas las opiniones convienen en que no se podrá encontrar más

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grandes cualidades que las que adornan al rey José I. ¿Por qué han de ser en adelante cubiertos de sangre los campos de España? ¿Por qué se han de matar españoles por españoles? ¿Por qué ha de excitarse la destrucción de los pueblos y la generación presente, para lograr a un rey cuando tenemos el mejor en el trono de Madrid?”

“Muchos males pueden evitarse aún, y particularmente en esta parte todo puede acabarse. ¿Qué dificultad puede haber en que vmd, sirviese a la España bajo el reinado de José I? Y los valientes oficiales y soldados que vmd, tiene a su lado así de infantería como de caballería ¿no podrían entrar a su servicio y recibir una organización verdaderamente militar?”

“Si vmd, quiere conocer mis proposiciones, no solamente relativas a vmd, sino a todos los oficiales y soldados, pueden enviarme a una persona de confianza para conocerlas. Y si quiere comprender en ella a la Junta de Huerta Hernando puede también hacerlo. Espero una contestación pronta, y le aseguro de mi perfecta consideración.”

El mariscal de campo J. L. de Rugo. Humanes y diciembre 7 de 1810.40 La respuesta del Empecinado era citar las atrocidades que los soldados franceses habían

cometido en los pueblos después de haberlos ocupado. El jefe reunió a sus lugartenientes para comentarles la recepción de la primera y su contestación. En este sentido la serie televisiva es muy veraz y la presencia de Marchena en esta escena es para dar mas realce a la actuación de los afrancesados en la administración francesa. El general Hugo comenta esta correspondencia de la forma siguiente: “Una persona afín que había enviado la víspera para sondear al Empecinado, había encontrado a este general, y me había traído una respuesta llena de jactancia por medio de la cual yo me apercibí que él aceptaría el combate.”41

Durante al año 1811 el forcejeo entre ambos jefes continúa con encuentros, como Cogolludo, Jadraque, Auñón, Horcajo.. en los que Hugo se declara siempre victorioso, porque el jefe guerrillero abandona el escenario de la lucha con sus hombres. Sin embargo no se logra su aniquilación y ni mucho menos su captura. A mediados de septiembre de 1811, el general Hugo

40 Cassinello págs 225 y 226 41 Hugo. Tome II. Pag.315

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pide su relevo por motivos de salud y más tarde se le destina a Madrid como subinspector general. Ambos, Hugo y el Empecinado ya no volverán a encontrarse. Si en la serie televisiva continua este enfrentamiento, puede suponerse que es simbólico, ya que el Empecinado estuvo a punto de ser capturado o muerto en la acción del Rebollar, en febrero de 1812, debido a la traición de uno de sus lugartenientes, Saturnino Abuin el Manco que se había pasado a los franceses. Éste había decidido dar ese paso tras la comedia que fue su captura unas semanas antes. Otro lugarteniente, Villagarcía, que también se había pasado a los franceses, participó en esta acción que, casi consigue, lo que Hugo no pudo: la destrucción de la partida. El general Guye, marqués de Rio –Milano, sucesor de Hugo, había sido el beneficiario de este éxito.

Hasta el presente, la lucha de guerrillas había sido contemplada en España con la visión parcial de los individuos comprometidos en ella, pero ha sido poco difundida la opinión, o más bien el sentimiento, de los militares franceses encargados de su neutralización. ¿Cómo pensaban? ¿Cuál era su estrategia? ¿Qué posibilidades tenían? El propio general Hugo ha escrito en sus Memorias unas interesantes reflexiones sobre esta guerra que acabaría convirtiéndose en una infernal pesadilla para muchos:

“No se puede tener una idea de todas las dificultades que presentaba siempre la pacificación de mi región: se tendía solo a la destrucción del Empecinado, la cual hubiera supuesto de manera infalible la disolución de la Junta; pero esta destrucción no era una operación fácil: se ha visto que por la sorprendente actividad del jefe enemigo, por la reconstrucción y el crecimiento de sus fuerzas, por los auxilios que se le prestaba de todas partes, yo estaba obligado a movimientos continuos. Pero, se me podría objetar, ¡usted, no persigue e insiste, lo suficiente para conseguir el éxito! Esto es cierto, y es así, porque la des-trucción era imposible, por muchas razones, algunas de las cuales ya se han citado, tales como la dispersión de los vencidos y la indispensable necesidad de poner los heridos, así como los prisioneros, en seguridad después de cada encuentro. Añadamos la importancia de no alejarme demasiado de mis bases, por el miedo de exponerlas a las contramarchas y golpes de mano del enemigo. “

“Una columna, cuyo único objetivo ha sido perseguir continuamente al Empecinado se encuentra con carencias, como yo las tenía, a la continuación de los combates, por la falta de informaciones y de individuos que las proporcionan: se ha debido creer que yo no tenía ni unas ni otros, aunque yo hablase el lenguaje del país; que tenía en muchos lugares personas a los que había hecho servicios; que confidentes, seguros y bien pagados, recorrían los pueblos; que informaciones muy costosas me fueron proporcionadas sobre el entorno de don Juan Martín y de la Junta. A pesar de todo esto, ¡yo no sabía frecuentemente nada, no era prevenido a tiempo, no recibía todos los informes ni todas las notas que se me enviaban!”

“Esta columna después de los combates, ¿debía abandonar a los heridos para seguir más fácilmente al enemigo? ¡Sin duda, no! No pudiendo llevar a continuación a esos desgraciados, con frecuencia ni transportables, debía regresar a las bases seguras y próximas; la persecución se interrumpía, como consecuencia”...

Entrenamiento riguroso del Real Extranjero

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El general Hugo y el Empecinado eliminan personalmente a sus adversarios

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“El movimiento combinado de varias columnas, parece entonces, el único sistema que se debe utilizar. ¡Sin duda! Pero a menos, que fuera mediante una sorpresa, ninguna de ellas había encontrado a las tropas de la Junta. Una dispersión o una retirada, bajo la protección de un ejército español, las habría salvado de la destrucción. Esto no podía ser de otra forma, más que mediante las guerrillas, estas partidas formadas sin orden, frecuentemente derrotadas, se relevaban siempre, sin cesar en sus movimientos, mal despreciadas porque estaban vestidas sin esa uniformidad brillante, que solo era propia de los cuerpos regulares; de esas partidas, la más temible especie de tropas, no para figurar en una línea de combate, sino para impedir que la opinión pública se inclinara hacia una dinastía extranjera, para aislar los ejércitos y hacerlos hambrientos en el seno de la abundancia, para cortar sus comunicaciones, inquietar sus puestos y obligar a los generales en jefe a destacar divisiones enteras, las cuales se debilitaban por la dispersión... Las guerrillas eran entonces la parte temible de la nación, en donde no había una masa o un cuerpo de resistencia: en un estado exaltado de opinión, se podía, o así, debía considerarse en muchas provincias, como la nación armada.”42

Existe en esta serie un cierto desfavorable a los británicos. Se atribuye a Wellington (Toni Isbert) un papel importante para el intento de eliminación del guerrillero, facilitando la captura de un correo inglés que lleva información de los movimientos de la partida para que los franceses la pudieran destruir. La explicación que se proporciona es que el comandante en jefe inglés tenía envidia de la fama del guerrillero y quería hacerle caer en una emboscada. En realidad, Wellington se apoyaba bastante en las partidas guerrilleras para tener información sobre los movimientos de

los ejércitos franceses y limitaba su cola-boración solo para estos casos. Únicamente para acciones muy especiales, la partida de Julián Sánchez el Charro estaba incorporada a su ejército, más bien, como una unidad de caballería ligera que se dedicaba a misiones de reconocimiento. El general británico era muy consciente de que las partidas no le quitaban un gramo de la fama que conseguía después de las batallas que ganaba a los franceses. Tanto es así, que cuando el ejército aliado entró en Madrid en julio de 1812, no le importó que su ejército fuera precedido por los jefes de las partidas más destacadas como Juan Palarea (el Médico), Manuel Fernández (el Abuelo), Francisco Abad (el Chaleco) y el Empecinado.

Los guerrilleros dependían mucho de los suministros británicos para armas y

municiones. El propio Empecinado tuvo una entrevista en Salamanca con el primer comandante británico, sir John Moore, en noviembre de 1808 para pasarle una documentación que había encontrado en un correo francés sobre los movimientos de los ejércitos franceses. Moore entregó al

42 Hugo. Tome II. 2 e Partie Pags .329-333

Disciplina en el Real Extranjero. Castigo por robar pan

Wellington (Toni Isbert)

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Empecinado dieciocho mil reales, como pago de la información, para la compra de armas43. Por lo tanto, parece poco convincente una entrevista entre Wellington y el Empecinado en los términos en que se presenta en la serie, aunque los argumentos y hechos que ambos esgriman sean reales. Es posible, que con esta entrevista, se reflejen las tensiones que existían entre los mandos militares españoles y británicos por el nombramiento de Wellington como general en jefe de los ejércitos aliados.

En cuanto al combate que tiene lugar entre el Empecinado y el general Hugo poco antes de la batalla de Vitoria sabemos que no ocurrió, porque Hugo había abandonado casi un año antes su objetivo de aniquilar la partida y quien en realidad lo consigue es su sucesor, el general Guye, debido, a lo comentado: la traición de dos lugartenientes del jefe guerrillero. No obstante, podemos suponer que es una transposición en el tiempo del combate del Rebollar y casi el desquite de Hugo, ya que las escenas de este combate evidencian la superioridad táctica y el entrenamiento de los soldados franceses.

En el episodio cuarto hay algunas escenas referentes al viaje a Madrid de la familia del general Hugo en la que aparecen varios cadáveres de soldados franceses dejados por la guerrilla como advertencia. Existe un relato muy detallado de este viaje escrito por Adéle Foucher, mujer de Víctor Hugo, que cuenta minuciosamente las múltiples y curiosas peripecias del mismo. El escritor tenía nueve años cuando realizó el viaje y parece que dictó estos recuerdos de su niñez a su mujer. El convoy en que viajaba estaba escoltado por mil quinientos soldados de infantería y ciento cincuenta jinetes. En este viaje, que duró varias semanas, no parecieron esos cadáveres de soldados franceses y solo tuvieron un encuentro ligero con los guerrilleros. En cambio, al regresar a París, en otro convoy, pudieron contemplar a la entrada de Vitoria los restos de un hombre:

“Entrando en Vitoria, el vehículo pasó al pié de una cruz sobre la que se habían clavado los miembros de un joven cortado en trozos; se había tenido la horrible intención de reajustar los trozos y de rehacer con estos jirones un cadáver. Era el cuerpo del hermano de Mina, capturado por los franceses. El carruaje pasó, y los niños se echaron hacia atrás para no recibir las gotas de sangre.” 44

Las últimas escenas de Los desastres referentes a la llegada de Fernando VII y los hechos que transcurrieron hasta su llegada a Madrid, en los que se relata su “conspiración” para disolver las Cortes y eliminar a los liberales, se han tratado con bastante aproximación a la realidad. Antes de que el rey llegara a Valencia existieron una serie de reuniones de los consejeros del rey con varios militares para sondearles sobre su posición ante la decisión del monarca de no jurar la Constitución. La reunión más importante tuvo lugar en Daroca y asistieron Fernando VII, el infante don Carlos, los duques de Osuna y Frías, el conde de Montijo y el general Palafox. Todos los presentes, menos Palafox, opinaron que el rey no debería jurar la Constitución.45 Lo mismo sucedió en otra reunión que tuvo lugar en Segorbe pocos días después. En el llano de Puzol cerca de Valencia la comitiva real se encontró con que el presidente de la Regencia, el cardenal don Luis de

43 H. Girbal pag 149 44 Adéle Foucher, Victor Hugo raconté par un temoin de sa vie. Esta biografía escrita en 1863 con la intervención del propio Víctor Hugo, fue revisada y corregida. Posteriormente se publicó en 1985 con el título Victor Hugo raconté par Adéle. Los detalles del viaje aparecen en el capítulo XVIII. Le Voyage, y la anécdota del descuartizado en la pág 72. No hay constancia de la personalidad del ajusticiado y esa identificación sobre el hermano de Espoz y Mina, sería lo que le contarían al niño. 45 Izquierdo Hernández, Antecedentes y comienzos del reinado de Fernando VII. Pag. 725 y 726

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Borbón había salido a recibirle y allí tuvo lugar la escena en donde el rey le obligó a besar su mano como símbolo del triunfo absolutista.

“Al entrar en el llano de Puzol la comitiva regia encontró la del Presidente de la Regencia que, acompañado del Ministro interino de Estado, había salido de Valencia a recibir al Rey. Advertido éste de quien llegaba, ordenó hacer alto; apeóse y quedó al borde del camino. El Cardenal hizo lo mismo, sin moverse tampoco pues por considerarse todavía la máxima autoridad de España esperaba que el Rey fuese a saludarle. Pero el monarca no dio un solo paso y al fin hubo de hacerlo el Cardenal. Don Fernando le recibió con enojado rostro y volviéndolo desdeñosamente le alargó la mano. Al estrecharla con la suya el Presidente notó que el Rey intentaba llevarla hasta sus labios para que la besase, señal de vasallaje y sumisión; don Luis de Borbón reteniéndola hizo entonces el movimiento contrario y por cinco o seis segundos hubo un ligero forcejeo entre ambos. Cansado el Rey de aquella resistencia y rojo de cólera, con energía extendió más el brazo e imperiosamente dijo:- “Besa.”Inclinóse entonces el débil Presidente de la Regencia y selló con su boca aquella fórmula de humillación, imagen del triunfo absolutista.”46

“¡Quel roman que ma vie!” se ha dicho en Francia sobre la vida de Napoleón. Otro tanto sucede con el Empecinado. ¡ Que novela su vida!.Cuando se analiza la cantidad de sucesos y acontecimientos que ocurrieron en su existencia, surge la evidencia de que la historia supera con mucho a la ficción. La imaginación se queda pequeña ante tantas aventuras. No es extraño que desde Galdós47, pasando por Hardman48, hasta la ultima biografía novelada de Ignacio Merino,49 la vida del Empecinado, más que una historia, es una pura novela. Lo mismo se podría decir del general Hugo. Si leemos con detalle, tanto sus Memorias, como lo que ha

escrito el propio Víctor Hugo, el relato novelado supera a una fría descripción histórica. Y esto tiene un gran poder de fascinación. Además una serie televisiva de la calidad de Los desastres de la guerra, ayudan a reavivar la imaginación, pues ésta crea de forma inevitable y hasta subliminal, nuevas escenas que se podrían añadir a las que nos han presentado. En este caso, el tiempo se hace corto, y es aquí, en este balance, donde podemos percibir, que con todas las limitaciones posibles, este resumen de la historia nos gustaría ampliarlo cuando investigamos sobre la realidad de unos hechos. No es fácil resumir en seis capítulos toda la tragedia histórica que la serie, más que presentar, propone, pero hay que reconocer que, estas imágenes permiten establecer un dialogo con el pasado, que aunque nos parezca anacrónico, imperfecto y a veces desconcertante, es mucho más satisfactorio de lo que se podía esperar. El mérito del director y de los componentes del

46 Citado por Izquierdo, pagina 731, basado en Historia de la vida y reinado de Fernando VII, Rey de España. Tomo II. Pag 24. Obra anónima. Según parece su autor pudo ser Estanislao de Kostka Vayo 47 Entre las múltiples ediciones de las obras de Benito Pérez Galdós, una de las más completas es la de Obras Completas de Benito Pérez Galdós. Tomo I Episodios Nacionales. Juan Martín el Empecinado. Págs 958 – 1050. En esta novela Galdós se había documentado bastante bien sobre las acciones de la partida y describe los enfrentamientos con Abuín, la acción del Rebollar etc.. 48 Frederick Hardman publicó en 1846 Peninsular Scenes and Sketches traducido al castellano por Gregorio Marañon como El Empecinado visto por un inglés. Espasa Calpe. Argentina. Buenos Aires. 1946. En este libro Hardman solo cuenta, en plan novelístico, algunos pasajes de las aventuras del Empecinado, como la fuga de la cárcel de Burgo de Osma, la captura del convoy con la sobrina de Moncey. El escrito está enmarcado en la novela romántica de mediados del siglo XIX. 49 Ignacio Merino, Por el Empecinado y la libertad. Maeva ediciones. Madrid 2003. La biografía novelada del guerrillero, está escrita con mucha fuerza descriptiva. Se basa en los libros de Cassinello y Hernández Girbal. El autor se ha apasionado por el personaje y transmite muy bien esta pasión al lector. Solo tiene algunos pequeños errores históricos como el de adjudicar al Empecinado la captura de Franceschi, o que Blake era un general inglés.

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La Guerra de la Independencia en el cine y la televisión

equipo que ha filmado la serie, quizás radique en que, cuando se nos mencione al Empecinado, a Marchena, al general Hugo, a Napoleón, a Goya... nuestra memoria visual recurrirá de forma inevitable, inconscientemente, a recordar los rostros de los personajes que hemos visto interpretar unos “desastres” que han marcado de forma tan profunda al país. El director

Mario Camús es uno de los directores más importantes de la cinematografía española de

los últimos treinta años. Sus comienzos como guionista le han permitido cimentar una carrera en la que además de dirigir sus películas suele también escribir el guión. El caso de la serie Los desastres es algo excepcional porque, como se ha comentado, el argumento era en gran parte responsabilidad de Semprun, Azcona, Chamorro y Neveux. Camús demuestra en general su calidad en las adaptaciones literarias que han ido acercando al espectador español a novelistas tan notables como Ignacio Aldecoa, Camilo José Cela, clásicos como Calderón de la Barca, Galdós y García Lorca. La actividad del director es muy considerable ya que permanece activo con un ritmo de trabajo muy superior a otros directores, alternando, tanto la realización de películas clásicas como series de televisión. Una característica interesante es que aunque los encargos cinematográficos sean puramente comerciales, Camús sabe rodearse de colaboradores de reconocido prestigio como Miguel Rubio y Antonio Gala para los guiones; Antón García Abril y Sebastián Mariné para la música. Todo ello permite detectar una línea de coherencia en todas sus películas. Camús se define ante todo como un narrador de historias, y esta definición, aparentemente sencilla, le facilita desarrollar una serie de relatos que aunque parecen completamente alejados entre sí, sean históricos, dramas personales, musicales, sociales, etc, en todos ellos, la narración del tipo que sea, es correcta. Es posible que el espectador no se sienta entusiasmado con lo que ve por su falta de espectacularidad, pero en todo caso no queda engañado. Lo que se cuenta, se cuenta bien, con economía de medios y eludiendo barroquismo con la cámara o efectos de iluminación. Camús se dirige de forma directa al espectador, sabiendo que su gran bagaje cultural le permite expresarse en la pantalla con facilidad. Parte de que este espectador tiene la formación suficiente como para comprender y apreciar la historia que le están contando de manera simple y no moralizante. Todo ello permite que la calidad de las películas de Mario Camús sea perfectamente compatible con la rentabilidad comercial.

Mario Camús es titulado del Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas en el que coincide con otros directores como Basilio Martín Patino, José Luis Borau, Manuel Summers, Miguel Picazo entre otros. Colabora con Carlos Saura en los guiones de Los golfos(1969) y Llanto por un bandido(1962). Su primer película es Los farsantes (1963) con guión escrito con Daniel Sueiro y basado en un relato de este novelista, le sigue Young Sánchez (1963) según una narración de Ignacio Aldecoa, amigo personal del director, y situada en el mundo del boxeo. Las siguientes películas son el melodrama Muere una mujer (1964) y La visita que no tocó el timbre (1965) esta última inspirada en una comedia de Joaquín Calvo Sotelo y con la colaboración en el guión del escritor Antonio Gala. Estas dos películas tienen un carácter más bien comercial, que el director justifica por su necesidad de sobrevivir en la industria, además de hacer guiones. En el mismo año que La visita se estrena Con el viento solano, según la novela de Ignacio Aldecoa que relata el mundo de la marginación de los gitanos y su enfrentamiento con la Guardia Civil. En los años siguientes los criterios políticos hacia el tipo de cine que hacían los directores del llamado Nuevo Cine Español cambian, algunos deben hacer un cine nada creativo, para poder continuar dirigiendo.

En su etapa comercial destacan los musicales rodados con el cantante Raphael, Cuando tú no estás (1966), Al ponerse el sol (1967), Digan lo que digan (1968); historias de amor como Volver a vivir (1967), melodramas como Esa mujer (1968) protagonizada por Sara Montiel . En 1970 rueda La cólera del viento que cuenta las luchas de los anarquistas en el campo andaluz de principio de principios del siglo XX. La descripción de la luchas de clases campesinas, es confundida por algunos críticos de entonces como un Western español. La leyenda del Alcalde de Zalamea (1971), según la obra de Calderón de la Barca, permite al director embarcarse en la

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filmación de un clásico, experimento que fue muy bien acogido por la crítica, que apenas hace referencia a la actualidad del conflicto. Por estos mismos años Camús trabaja en varias producciones de televisión como Si las piedras hablaran (1972), con guiones de Antonio Gala y Los camioneros (1973-4), lo cual le había facilitado el rodaje del Alcalde que era una producción de TVE.

La siguiente película es la excelente Los pájaros de Baden-Baden (1974) basada en un novela corta de su amigo Ignacio Aldecoa. La película describe con gran sensibilidad, la relación y la dolorosa ruptura, de dos personas situadas en diferente estrato social. Camús considera que con el film se encuentra firme en su ataque a la burguesía y algún crítico considera que “es una de las mejores películas que ha dado el cine español en su historia.” La joven casada (1975), es simultánea a la serie de TVE Paisajes con figuras, con guiones de Antonio Gala y supone un trabajo de compromiso al servicio de la protagonista, la actriz Ornella Mutti.

A partir de 1975, con la transición a la democracia, Camús filma varias películas importantes. La primera es Los días del pasado (1977), una de las primeras películas que aborda el tema de la lucha de los guerrilleros contra el régimen de Franco a principios de los años cuarenta. Película muy bien recibida, es uno de los mejores films sobre la posguerra española. Al mismo tiempo, el trabajo de Camús en TVE continúa con la dirección de episodios de Curro Jiménez (1977-8) y la serie Fortunata y Jacinta según la novela de Galdós.

La difícil y magnifica adaptación en 1982 de la novela de Camilo José Cela La colmena hace que Camús sea premiado con el Oso de Oro en el festival de Berlín. Los santos inocentes (1984), basada en la conocida novela de Miguel Delibes es otro éxito de crítica que la juzga valorando el gran trabajo de adaptación literaria. Incluso, alguno de los críticos escribe que “pocas veces se ha conseguido una traslación tan afortunada entre literatura y cine”. Ambas películas producidas por Televisión Española suponen a la vez éxitos comerciales, ya que la primera consigue una recaudación de 341 millones de pesetas y la segunda alcanza casi los 524 millones.

Camús retorna al drama amoroso e intimista con La vieja música (1985), la adaptación literaria con La casa de Bernarda Alba (1986), según la obra de García Lorca y La rusa (1987), que es también un interesante arreglo de la novela de Juan Luis Cebrián, centrada en el turbio mundo de los servicios secretos y las tensiones internas del gobierno de la Transición. Es la primera película de Camús donde aparecen los miembros de ETA.

En 1990 se realiza el rodaje de la serie televisiva La forja de un rebelde, una obra de gran ambición que, como una epopeya, abarca la historia de España desde la época de la guerra de Marruecos hasta la Guerra Civil, La serie está basada en la novela de Arturo Barea que luego se estrena en las salas comerciales.

Después del sueño (1992), fue un gran fracaso comercial de Mario Camas que vuelve con otro guión suyo, al mundo de los terroristas, tanto de ETA como de los GAL, en la notable Sombras en una batalla (1993), que participa en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes y recibe dos premios Goya, uno de ellos, para el guión. Las siguientes tres películas, Amor propio (1994), Adosados (1996) y El color de las nubes (1997), reinciden, con más o menos fortuna, en la temática de la sociedad española de los años noventa con sus deseos, ambiciones y fracasos. Adosados consigue el premio al mejor guión y mejor película de la critica internacional en el XX Festival de Montreal

La propuesta de una serie once capítulos de televisión sobre el personaje de la novela popular, El Coyote, termina con el rodaje La vuelta del Coyote (1998) en donde aparecen los personajes creados por el prolífico José Mallorquí en la España de los años cuarenta. La realización es una película de aventuras sin gran trascendencia. Finalmente Mario Camús vuelve otra vez al mundo de los terroristas etarras y las consecuencias de su lucha, en la dolorosa relación sentimental de una pareja, que oculta la venganza por un crimen gratuito, en la sugestiva La playa de los galgos (2001)50

50 La nota sobre Mario Camús se han basado en el libro de José Luis Sánchez Noriega, Mario Camús . en el que lamentablemente no aparece una valoración de las series televisivas del director con la excepción de La forja de un rebelde.