La honra de los siervos de Dios

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La honra de los siervos de Dios

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El que recibe a un profeta como profeta, recibirá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo como justo, recibirá recompensa de justo. Y cualquiera que como discípulo dé de beber aunque sólo sea un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, en verdad os digo que no perderá su recompensa.  (Mateo 10:41-42)

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La honra de los

siervos de Dios

Dios ha establecido el universo en base a leyes o

principios.

Estas leyes se cumplen si o si, creamos o no, nos

gusten o no.

Cuando nos alineamos a esas leyes, se desata la

bendición de ese principio sobre nosotros.

Cuando violamos esas leyes sufrimos las

consecuencias.

Una de esas leyes es: La honra a los siervos de Dios.

Si uno reconoce y honra a los siervos de Dios, la

bendición se desata sobre nuestras vidas.

El principio

enunciado

El que recibe a un profeta como profeta, recibirá recompensa

de profeta; y el que recibe a un justo como justo, recibirá

recompensa de justo. Y cualquiera que como discípulo dé de

beber aunque sólo sea un vaso de agua fría a uno de estos

pequeños, en verdad os digo que no perderá su recompensa.

(Mateo 10:41-42)

Recibir, “dejomai”, recibir, aceptar, tolerar, hospedar, acoger, dar la bienvenida, creer, aceptar como verdadero.

La bendición de cumplir

este principio

Aconteció también que un día pasaba Eliseo por Sunem; y había allí una mujer importante, que le invitaba insistentemente a

que comiese; y cuando él pasaba por allí, venía a la casa de ella a comer.

Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo entiendo que éste que

siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios. Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y

pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se quede en él.

Y aconteció que un día vino él por allí, y se quedó en aquel

aposento, y allí durmió. Entonces dijo a Giezi su criado: Llama a esta sunamita. Y cuando

la llamó, vino ella delante de él.

Dijo él entonces a Giezi: Dile: He aquí tú has estado solícita por nosotros con todo este esmero; ¿qué quieres que haga por ti?

¿Necesitas que hable por ti al rey, o al general del ejército? Y ella respondió: Yo habito en medio de mi pueblo.

Y él dijo: ¿Qué, pues, haremos por ella? Y Giezi respondió: He

aquí que ella no tiene hijo, y su marido es viejo. Dijo entonces: Llámala. Y él la llamó, y ella se paró a la puerta.

Y él le dijo: El año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo. Y ella dijo: No, señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu

sierva.

Mas la mujer concibió, y dio a luz un hijo el año siguiente, en el tiempo que Eliseo le había dicho.

(2 Reyes 4:8-17)

Vino luego a él palabra de Jehová, diciendo: Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado

orden allí a una mujer viuda que te sustente.

Entonces él se levantó y se fue a Sarepta. Y cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí una mujer viuda que estaba allí

recogiendo leña; y él la llamó, y le dijo: Te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba.

Y yendo ella para traérsela, él la volvió a llamar, y le dijo: Te ruego

que me traigas también un bocado de pan en tu mano.

Y ella respondió: Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de

aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y nos

dejemos morir.

Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero

hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de

la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo.

Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja

no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en

que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra.

Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su

casa, muchos días.

1 Reyes 17:8-15

El principio se cumple a pesar

que los siervos de Dios no son

perfectos

Elías era un hombre de pasiones semejantes a las

nuestras, y oró fervientemente para que no

lloviera, y no llovió sobre la tierra por tres años y

seis meses.

(Santiago 5:17)

Las consecuencias de

violar este principio

Después subió de allí a Betel; y mientras subía por el

camino, unos muchachos salieron de la ciudad y se burlaban

de él, y le decían: ¡Sube, calvo; sube, calvo! Cuando él miró

hacia atrás y los vio, los maldijo en el nombre del SEÑOR.

Entonces salieron dos osas del bosque y despedazaron de

ellos a cuarenta y dos muchachos.…

2 Reyes 2:23-24

Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió

una propiedad, y se quedó con parte del precio, sabiéndolo

también su mujer; y trayendo la otra parte, la puso a los pies de

los apóstoles. Mas Pedro dijo: Ananías, ¿por qué ha llenado

Satanás tu corazón para mentir al Espíritu Santo, y quedarte con

parte del precio del terreno?

Mientras estaba sin venderse, ¿no te pertenecía? Y después de

vendida, ¿no estaba bajo tu poder? ¿Por qué concebiste este

asunto en tu corazón? No has mentido a los hombres sino a Dios.

Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró; y vino un gran temor

sobre todos los que lo supieron. Y los jóvenes se levantaron y lo

cubrieron, y sacándolo, le dieron sepultura.

Después de un lapso como de tres horas entró su mujer, no

sabiendo lo que había sucedido. Y Pedro le preguntó: Dime,

¿vendisteis el terreno en tanto? Y ella dijo: Sí, ése fue el precio.

Entonces Pedro le dijo: ¿Por qué os pusisteis de acuerdo para

poner a prueba al Espíritu del Señor? Mira, los pies de los que

sepultaron a tu marido están a la puerta, y te sacarán también a ti.

Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró. Al entrar los jóvenes,

la hallaron muerta, y la sacaron y le dieron sepultura junto a su

marido. Y vino un gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos

los que supieron estas cosas.

(Hechos 5:1-11)

El ejemplo de Jesús

Salió Jesús de allí y vino a su tierra, y le seguían sus discípulos. Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y

muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos

milagros que por sus manos son hechos? ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón?

¿No están también aquí con nosotros sus hermanas?

Y se escandalizaban de él. Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa. Y no pudo hacer allí

ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. Y estaba asombrado de la incredulidad de

ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.

(Marcos 6:1-6)

La ordenación:

Una manifestación de la honra a los siervos de Dios

En la iglesia de Antioquía eran profetas y maestros Bernabé; Simeón, apodado el Negro; Lucio de Cirene; Manaén, que se

había criado con Herodes el tetrarca; y Saulo. Mientras ayunaban y participaban en el culto al Señor, el Espíritu Santo dijo: «Apártenme ahora a Bernabé y a Saulo para el trabajo al

que los he llamado.»

Así que después de ayunar, orar e imponerles las manos, los despidieron.

Hechos 13:1-3

No descuides el don espiritual que está en ti, que te fue

conferido por medio de la profecía con la imposición de

manos del presbiterio

1 Timoteo 4:14