La Humildad

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LA HUMILDAD

Francisco de Sales

La humildad debería ser lo habitual en el ser humano.

“Los más generosos acostumbran a ser los más humildes.“ (René Descartes)

“La vida es una larga lección de humildad.“

(James Matthew Barrie)

“Es muy probable que nadie aprenda nada en absoluto, a menos que primero aprenda humildad.”

(Edward George Bulwer Lytton)

“Causa mucho mejor efecto que los demás descubran tus cualidades sin tu ayuda.”

(Judith Martín)

“Cuanto más grandes somos en humildad, tanto más cerca estamos de la grandeza.”

(Rabindranath Tagore)

Dios tiene dos tronos. Uno en lo más alto de los cielos y otro en el más humilde de los corazones.”

(D.L. Moody)

“Huyamos de esa falsa humildad que se llama comodidad.” (José María Escrivá de Balaguer)

“La humildad es algo muy extraño. En el momento mismo

en el que creemos tenerla ya la hemos perdido.” (San Agustín de Hipona)

“La modestia es el complemento de la sabiduría.”

(Bernard Le Bouvier de Fontenelle)

“Para llegar al conocimiento de la verdad hay muchos caminos: el primero es la humildad, el segundo es la humildad, el tercero es la humildad.”

(San Agustín de Hipona)

“Sé humilde si quieres obtener la sabiduría. Sé más humilde aún cuando la hayas adquirido.”

(Blavatsky)

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Francisco de Sales

En la lucha entre la soberbia y la humildad, ha de ganar siempre esta última.

“Una persona sabia actúa sin proclamar sus resultados. Archiva sus méritos

y no se queda arrogantemente en ellos, no desea demostrar su "superioridad" ante los demás.”

(Tao Te Ching)

“Los instrumentos de Dios son siempre los humildes.” (San Juan Crisóstomo)

La humildad es reconocer lo que somos.

La arrogancia es un obstáculo en el camino de la humildad.

“La humildad es una virtud de realismo, pues consiste en ser conscientes de nuestras limitaciones e insuficiencias

y en actuar de acuerdo con tal conciencia.” (Anónimo)

“Ser humilde es permitir que cada experiencia te enseñe algo.”

(Anónimo)

“Los verdaderos maestros de la sabiduría mística del Oriente ascendieron a sus más altos niveles de conciencia trascendiendo su ego, transformándose en seres universales al fundirse con el río del mundo. Pero para todos ellos

los primeros peldaños del sendero estuvieron hechos de humildad.” (Anónimo)

“Humildad: actitud de la persona que no presume de sus logros,

reconoce sus fracasos y debilidades, y actúa sin orgullo.” (Real Academia Española de la Lengua)

“No supone presunción reconocer al Mmaestro en uno mismo. Hacerlo así eleva, colma y compromete a la vez: se precisa humildad para aceptar el peso de este compromiso y del camino a recorrer por esta vía. La verdadera humildad no consiste sólo en no querer parecer más de lo que uno es. Es también aceptar ser más de lo que uno parece ser. Hay una falsa

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modestia que es, sencillamente, miedo a las responsabilidades. Y es un obstáculo para dejar emerger el Mmaestro interior.” (Dürckheim)

Cuando leí este texto me impresionó tanto que pensé en

más de una ocasión que, a partir de su lectura, se

marcaba un antes y un después en mi vida.

El asunto de la humildad nos trae algunos quebraderos de

cabeza, y varios conflictos interiores, a quienes estamos

interesados en ser cada día personas más íntegras y

estar más en contacto con nuestro centro.

La humildad es una demostración de equilibrio, de

autoestima, de paz, de comprensión, de modestia…

Los humildes aparentan ser los simples, los sin carácter o

sin personalidad, los que nada son, y, por el contrario, son

los que más son.

Humilde es quien no tiene necesidad de demostrar algo o

de representar su personaje con oropeles, fanfarrias y

alharacas; quien se conoce, y sabe de sus limitaciones, de

su papel, del respeto a lo demás y los demás; quien sabe

que lo importante no es lo que se muestra sino lo que

permanece en el interior, que lo importante no es lo que

se exterioriza sino lo que se interioriza, y que lo

importante no es asombrar al mundo, sino asombrarse

uno mismo de haber evolucionado hacia lo máximo que se

puede aspirar: ser humilde.

En la medida que uno es más humilde, se desarrolla una

visión más auténtica de la realidad. La humildad no se

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lleva bien con el ego, y tiende a bajarle del pedestal y

ponerle en su sitio.

El humilde sabe, y por eso no necesita hacer ruido ni

demostrar nada.

No confundirlo con ser sumiso, o manso, o con dejarse

pisar. Utilizando la asertividad (ver capítulo de la asertividad)

cuando es necesario, usando la presencia, silenciosa pero

rotunda, de los humildes.

ATENCIÓN No hay que confundir humildad con humillación. El humilde no debe permitir que se le humille o menosprecie, aunque él no le dé importancia a ser o no ser valorado, ya que el sentido que tiene de sí es el de una persona que sabe que no son importantes los juicios de valores, que las medidas que usa la sociedad actual para valorar no son adecuadas para él, y que, en un caso extremo, sólo llegaría a aceptar que su humildad es su mayor valor.

SOLUCIONES O SUGERENCIAS (según ideas sacadas de www.corazones.org)

Estos son los pasos en el Ccamino de la humildad: CONOCERSE:

Conocer la verdad de uno mismo. La Biblia dice que es necesaria la humildad para ser sabios: donde hay humildad hay sabiduría. Cuidado con la soberbia, que siempre está presente dentro del hombre, ensombreciendo la conciencia, embelleciendo los defectos propios, buscando justificaciones a los fallos y a los pecados. No es infrecuente que, ante un hecho

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claramente malo, el orgullo se niegue a aceptar que aquella acción haya sido real, y llegue a pensar: "no puedo haberlo hecho", o bien "no es malo lo que hice", o incluso "la culpa es de los demás". ACEPTARSE: Una vez se ha conseguido un conocimiento propio más o menos profundo, viene el segundo escalón de la humildad: aceptar la propia realidad. Resulta difícil porque la soberbia se rebela cuando la realidad es fea o defectuosa. Aceptarse no es lo mismo que resignarse. Si se acepta con humildad un defecto, error, limitación, o pecado, se sabe contra qué luchar y se hace posible la victoria. Ya no se camina a ciegas, sino que se conoce al enemigo. Pero si no se acepta la realidad, ocurre como en el caso del enfermo que no quiere reconocer su enfermedad: no podrá curarse. Pero si se sabe que hay cura, se puede cooperar con los médicos para mejorar. Hay defectos que podemos superar y hay límites naturales que debemos saber aceptar. OLVIDO DE SÍ: El orgullo y la soberbia llevan a que el pensamiento y la imaginación giren en torno al propio yo. La mayoría de la gente vive pensando en sí mismo, "dándole vuelta" a sus problemas. El pensar demasiado en uno mismo es compatible con saberse poca cosa, ya que el problema consiste en que se encuentra un cierto gusto incluso en la lamentación de los propios problemas. Parece imposible, pero se puede dar un goce en estar tristes, pero no es por la tristeza misma sino por pensar en sí mismo, en llamar la atención. El olvido de sí no es lo mismo que indiferencia ante los problemas. Se trata más bien de superar el pensar demasiado en uno mismo. En la medida en que se

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consigue el olvido de sí, se consigue también la paz y alegría. Es lógico que sea así, pues la mayoría de las preocupaciones provienen de conceder demasiada importancia a los problemas, tanto cuando son reales como cuando son imaginarios. El que consigue el olvido de sí está en el polo opuesto del egoísta, que continuamente está pendiente de lo que le gusta o le disgusta. Se puede decir que ha conseguido un grado aceptable de humildad. El olvido de sí conduce a un santo abandono que consiste en una despreocupación responsable. Las cosas que ocurren -tristes o alegres- ya no preocupan, solo ocupan. DARSE:

Este es el grado más alto de la humildad, porque más que superar cosas malas se trata de vivir la caridad, es decir, vivir de amor. Si se han ido subiendo los escalones anteriores, ha mejorado el conocimiento propio, la aceptación de la realidad y la superación del yo como eje de todos los pensamientos e imaginaciones. Si se mata el egoísmo se puede vivir el amor, porque o el amor mata al egoísmo o el egoísmo mata al amor. En este nivel la humildad y la caridad llevan una a la otra. Una persona humilde, al librarse de las alucinaciones de la soberbia, ya es capaz de querer a los demás por sí mismos, y no sólo por el provecho que pueda extraer del trato con ellos. Cuando la humildad llega al nivel de darse, se experimenta más alegría que cuando se busca el placer egoístamente. Se es más feliz en dar que en recibir. La persona generosa experimenta una felicidad interior desconocida para el egoísta y el orgulloso. Dios se deleita en los humildes y derrama en ellos sus gracias y dones con abundancia bien recibida. El

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humilde se convierte en la buena tierra que da fruto al recibir la semilla divina.

DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL Los conocimientos pueden producir presunción y egocentrismo, pero la sabiduría produce humildad. El que conoce, alardea de ello; el que sabe, se calla, porque no necesita demostrarlo. La humildad es la evidencia silenciosa de haber llegado un poco más allá, de ser más sabio y más íntegro. Es el reflejo de un estado interior, y quizás sea, aunque no lo sepas, la aspiración máxima. RESUMIENDO

En el Ccamino del auto-conocimiento se va haciendo cada vez

más presente la humildad. La evolución no te lleva a ser más, o

ser superiores, sino a ser menos y ser más humilde. Al ir

acercándote al centro, te vas dando cuenta de que no necesitas

valorarte en función de cuánto sabes o cuánto tienes, sino de

cuánto no necesitas y de cuánto puede desprenderte.