La jornada Jorge Moch

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Jorge Moch [email protected] Twitter: @JorgeMoch Esta democracia nuestra tan… televisiva EN ESTE MÉXICO TAN nuestro, y decir tan nuestro significa descompuesto, tan corrupto e hipócrita, hemos logrado, los unos con criminal intención y los otros por omisión, apatía o miedo, pervertir el concepto elemental de la democracia, gobierno del pueblo cuya soberanía radica en el que debería ser el más alto deber cívico: votar la insaculación de aquellos que por un breve tiempo tendrán la responsabilidad de administrar con decoro el dinero público. En cambio, la hemos convertido en ese adefesio que padecemos a diario y con el que se llenan el hocico tantos vividores del sistema que, lejos de consagrarse al deber implícito en toda obligación gubernamental y más lejos todavía de sacrificar vida y obra al bienestar público, las encauzan al enriquecimiento explicable y criminal, a lucrar con canonjías que usos y costumbres podridos obsequian a un nombramiento de servicio a la nación y hacer divisa de la necesidad de la gente; a cosechar votos llegando a extremos penados por la ley, como hacer acopio de credenciales de elector en intercambio sucio de promesas u obsequios que van desde una humilde “despensa”, es decir, una bolsa de supermercado con logo partidario que contiene una botella de aceite, una bolsita de sal, un par de paquetes de fideo seco y quizá una lata de puré de tomate, hasta dinero en efectivo, pantallas planas, dispositivos electrónicos como tablets y, tal que metonímico berrido de concurso televisivo… ¡un auto! En los estamentos de gobierno se multiplican “ladies” y mirreyes, tiranuelos y señoritos feudales de camioneta blindada y escolta feroz, que habitan aislados herméticamente de la realidad en casas de precio estratosférico e históricamente caracterizados por el nepotismo (suelen heredar curules o gubernaturas a hijas y ahijados, queridas o sobrinos), pero sobre todo por una virulenta prepotencia (vienen a la memoria de corto plazo las lamentables escenas del neandertal diputado federal y también aspirante a diputado, claro, del PRI-PVEM, ese engendro mafioso, Fernando Zárate, disparando un artero cabezazo, aprovechando una distracción del inspector delegacional del Distrito Federal, José Antonio Cuéllar Rodríguez, amparándose, además de su mayor corpulencia y el hecho de estar rodeado de sus secuaces, en un

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  • Jorge Moch [email protected]

    Twitter: @JorgeMoch

    Esta democracia nuestra tan televisiva

    EN ESTE MXICO TAN nuestro, y decir tan nuestro significa descompuesto, tan corrupto e hipcrita, hemos logrado, los unos con criminal intencin y los otros por omisin, apata o miedo, pervertir el concepto elemental de la democracia, gobierno del pueblo cuya soberana radica en el que debera ser el ms alto deber cvico: votar la insaculacin de aquellos que por un breve tiempo tendrn la responsabilidad de administrar con decoro el dinero pblico. En cambio, la hemos convertido en ese adefesio que padecemos a diario y con el que se llenan el hocico tantos vividores del sistema que, lejos de consagrarse al deber implcito en toda obligacin gubernamental y ms lejos todava de sacrificar vida y obra al bienestar pblico, las encauzan al enriquecimiento explicable y criminal, a lucrar con canonjas que usos y costumbres podridos obsequian a un nombramiento de servicio a la nacin y hacer divisa de la necesidad de la gente; a cosechar votos llegando a extremos penados por la ley, como hacer acopio de credenciales de elector en intercambio sucio de promesas u obsequios que van desde una humilde despensa, es decir, una bolsa de supermercado con logo partidario que contiene una botella de aceite, una bolsita de sal, un par de paquetes de fideo seco y quiz una lata de pur de tomate, hasta dinero en efectivo, pantallas planas, dispositivos electrnicos como tablets y, tal que metonmico berrido de concurso televisivo un auto!

    En los estamentos de gobierno se multiplican ladies y mirreyes, tiranuelos y seoritos feudales de camioneta blindada y escolta feroz, que habitan aislados hermticamente de la realidad en casas de precio estratosfrico e histricamente caracterizados por el nepotismo (suelen heredar curules o gubernaturas a hijas y ahijados, queridas o sobrinos), pero sobre todo por una virulenta prepotencia (vienen a la memoria de corto plazo las lamentables escenas del neandertal diputado federal y tambin aspirante a diputado, claro, del PRI-PVEM, ese engendro mafioso, Fernando Zrate, disparando un artero cabezazo, aprovechando una distraccin del inspector delegacional del Distrito Federal, Jos Antonio Cullar Rodrguez, amparndose, adems de su mayor corpulencia y el hecho de estar rodeado de sus secuaces, en un

  • fuero legislativo evidentemente mal empleado para abusar), prepotencia que muchos sospechamos que tras la fachada de altanera insufrible esconde una naturaleza cobarde: por eso los polticos mexicanos suelen dar esquinazo, salir por la puertita trasera del escenario, palidecer, balbucear o hacer vergonzoso mutis cuando son interpelados por un ciudadano indignado en medio de la grandilocuencia vacua de su pinchurriento discurso de siempre.

    La democracia, en cambio, la de rostro amable, sa existe solamente en los medios lacayunos y ninguno como en la televisin. La realidad de las campaas electoreras (no las podemos definir propiamente como electorales) es brutalmente contrastante con su smil televisivo. En los spots de la propaganda partidista no hay candidato malo, ni vil, ni vendido, ni transa, ni corrupto, ni taimado; all todos son mujeres y hombres de pro, sinceros, amistosos, sonrientes siempre a pesar de la adversidad y, en resumen, si los candidatos de veras se parecieran tantito siquiera a sus avatares televisivos, en lugar de Mxico esto sera Nueva Zelanda.

    Porque habla de coherencia social el desalmado que quiere privatizar el ISSSTE y el Seguro Social, y porque habla de honestidad el que es un ratero probado de siete suelas, y de templanza el que pillamos en una bacanal con meretrices, y de valor el que prob varias veces ser un redomado culero, y de vocacin de servicio la desgraciada que atropell hace un par de meses a un ciclista y se niega a pagar las curaciones. En el contraste ensean el cobre, y all es donde debemos los ciudadanos quiz considerar su verdadera naturaleza: exactamente en lo contrario a lo que dicen ser en sus machacones, falsarios y onerosos, carsimos anuncios, spots, espectaculares, inserciones y cualquiera recurso meditico por donde asoman constantemente la jeta: si se dicen interesados es que les vale madre; si juran ser honestos es que son unos pillos de la peor calaa; si preconizan derechos humanos, son crueles y proclives a la represin y la tortura; si proclaman los derechos de la mujer, seguramente son misginos.

    As no habr sorpresas. Interpretando el revs de su promesas.

    Exactamente como tienen al pas los malditos mustios: patas arriba.