La Materialidad de La Memoria

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Anna Forné

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  • La materialidad de la memoria en Las cartas que no llegaron de Mauricio Rosencof (Uruguay, 1930-2000)

    artculo recibido:

    30 de julio de 2009;

    aprobado: 15 de

    diciembre de 2009;

    modificado: 13 de enero

    de 2010.

    La materialidad de la memoria en Las cartas que no llegaron de Mauricio Rosencof (Uruguay, 1930-2000)

    resumeN El objetivo del presente trabajo consiste en indagar

    sobre la reconstruccin de la genealoga familiar

    y de la identidad propia que realiza el autor

    uruguayo Mauricio Rosencof en Las cartas que no

    llegaron. La materialidad de la memoria tiene un

    lugar destacado en la novela; las historias sobre-

    puestas se configuran con base en espacios

    y objetos vinculados con la infancia del protago-

    nista adems de la historia familiar. En la novela

    se instala un juego doble en el que la inmediatez

    referencial se combina con unas estrategias de fic-

    cionalizacin complejas analizadas en tres partes,

    correspondientes a las piezas memorialsticas ms

    importantes en la novela: el lbum de familia, las

    cartas y la palabra.

    palaBras claVeUruguay, dictadura, memoria, identidad, literatura.

    The materiality of memory in Mauricio Rosencofs Las cartas que no llegaron (Uruguay, 1930-2000)

    aBstractThis article examines the way that Uruguayan

    author Mauricio Rosencof reconstructs family

    genealogy and self identity in Las cartas que no

    llegaron. The materiality of memory has an impor-

    tant place in the novel: the superimposed stories

    take shape through spaces and objects tied to the

    protagonists childhood and the family history.

    The author employs a double entendre in which

    referential immediacy is combined with complex,

    fictionalizing strategies. The latter, corresponding

    to the three most important elements regarding

    memory in the novel, are analyzed separately: the

    family album, the cards, and the word.

    Key wordsUruguay, dictatorship, memory, identity, literature.

    Anna Forn se doctor por la Universidad de Lund, Suecia, en 2001 con una tesis sobre la rees-critura hipertextual en Son vacas somos puercos de Carmen Boullosa. Actualmente tiene un cargo deposdoctoradoen laUniversidaddeGotemburgo,Suecia,financiadoporLaRealAcademiade Letras, Historia y Antigedades. Su proyecto de investigacin actual trata de la inscripcin literaria de las memorias de la dictadura en el Cono Sur. Tambin dirige junto con la doctora Rossana Nofal, Universidad Nacional de Tucumn/coNicet (Argentina) y el doctor Mximo Badar coNicet/usam/idaes un proyecto internacional sobre La gravitacin de la memoria: Tes-timoniosliterarios,socialeseinstitucionalesdelasdictadurasenelConoSurfinanciadoporstiNt (The Swedish Foundation for International Cooperation in Research and Higher Eduaca-tion). Entre sus publicaciones recientes se encuentran: El desdoblamiento de identidades en El Bataraz de Mauricio Rosencof, Hipertexto 9 (Invierno 2009): 95-105, en http://www.utpa.edu/dept/modlang/hipertexto/hiper9Indice.htm; Literatura y testimonio en Punto Estrella de Mirtha Fernndez Pucurull, en Caminos de lectura. Antologa de textos y aproximaciones anal-ticas al texto literario, ed. Eva Lfquist y Victoria Thrnryd (Lund: Studentlitteratur), en prensa;Laautoficcintestimonial:ObliviondeEddaFabbri,Telar 7, en prensa; y La escritura de la experiencia carcelaria en el Uruguay posdictatorial, Revista de la Biblioteca Nacional, Montevi-deo, Uruguay, en prensa. [email protected]

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    Historia Critica No. 40, Bogot, eNero-aBril 2010, 245 pp. ISSN 0121-1617 pp 44-59

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    La materialidad de la memoria en Las cartas que no llegaron de Mauricio Rosencof (Uruguay, 1930-2000)

    En Uruguay, a diferencia del caso argentino, la vuelta a la demo-craciasecaracterizabaporunsilenciooficialmenteinstaladoconrespecto a los crmenes de lesa humanidad cometidos durante la ltima dictadura cvico-militar (1973-1985). En forma de una reaccin contra la ausencia de medidas jurdicas naci la prosa car-celaria, un gnero literario que se form como un efecto secundario del encarcelamiento masivo y prolongado de presos polticos que distingui a la dictadura uruguaya. Las primeras expresiones del gneroseconfiguraronsegnelprotocolodesarrolladoenAmricaLatina en relacin con la poltica cultural de la Revolucin Cubana, la novela testimonial o novela-testimonio, institucionalizada en 1970 cuando la Casa de las Amricas instal un premio literario para la categora testimonio. En lneas generales, el gnero en su forma fun-dacional se caracteriza por priorizar la funcionalidad de la prosa como un espejo verdico de una realidad, representada de manera inmediata. En el Uruguay de la posdictadura el gnero inicialmente lleg a cumplir la funcin que el testimonio jurdico podra haber hecho en el caso de haberse iniciado un proceso legal contra los responsables de los crmenes de lesa humanidad. Por lo tanto, la narracin de la prosa carcelaria inicial se organiz de tal manera que las experiencias personales podran leerse como una evidencia objetivamente comprobable1. Con el tiempo y el desplazamiento de los lmites de lo decible2,sehizoposiblereformularyreconfigurarlasexperiencias y las memorias de la crcel con un toque ms personal y con base en un repertorio narrativo ms amplio.

    1. A propsito de los testimonios que constituan la base eviden-cial durante los juicios contra los comandantes en Argentina en 1985, Elizabeth Jelin ha sealado que las circunstancias de enunciacin conllevaron a que el testimoniante se viera obligado a transformar en evidencia las experiencias, las emociones y las ideologas, de modo que tuvieran aprobacin como decla-racin legal. Elizabeth Jelin, Los derechos humanos entre el Estado y la sociedad, en Nueva historia argentina. Tomo 10. Dictadura y demo-cracia (1975-2001), ed. Juan Soriano (Buenos Aires: Editorial Sudameri-cana, 2005), 541-542.

    2. MichelPollak,Memoria, olvido, silen-cio. La produccin social de identidades frente a situaciones lmite (La Plata: Ediciones Al Margen, 2006), 55.

    El artculo es el resultado del proyecto de investigacin En la frontera entre el documento y la ficcin.Testimoniosdelasltimasdictaduras militares en Argentina y Uruguay, que ha tenido el apoyo de La Real Academia de Letras, Historia y Antigedades, Suecia, y el proyecto de intercambio La gra-vitacin de la memoria: testimonios literarios, sociales e institucionales de las dictaduras en el Cono Sur, financiadoporelprogramaInterna-tional Grants for Younger Resear-chers de The Swedish Foundation for International Cooperation in Research and Higher Education.

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    En calidad de uno de los lderes de la organizacin guerrillera mlN-t (Tupamaros)3, Mauricio Rosencof, junto con ocho presos ms, fue declarado rehn de la dictadura en 1973 y bajo amenazas constantes pas doce aos aislado en diferentes calabozos, pozos y celdas de los cuarteles uruguayos. En su prosa escrita en la poca posdicta-torial Rosencof retorna una y otra vez a sus memorias de los tiempos de la dictadura que pas encarcelado en condiciones extremadamente duras4. En 1987 public junto con Eleuterio Fernndez Huidobro, otro de los rehenes, el testimonio Memorias del calabozo. En esta narracin dialogada, los autores no solamente testimonian sobre las condiciones inhumanas a las que fueron sometidos durante doce aos de aisla-miento en los calabozos de los cuarteles militares del Uruguay, sino que tambin narran acerca de las diferentes cosas que les permitieron sobrevivir en medio de la eternidad del abandono y la banalidad del mal. En uno de los apartados iniciales de Memorias del calabozo, Las leyes de la irrealidad, Rosencof y Fernndez Huidobro describen cmo el silencio total y la oscuridad de los bales de los vehculos en los que fueron transportados, o el fro y la soledad de los calabozos, convirtieron el espacio reducido en un lugar irreal e ilusorio en el que se borraron los lmites tem-porales. En dilogo con Rosencof, Fernndez Huidobro cuenta que:

    En las condiciones en que nosotros estbamos, comenzamos a introducirnos, sin

    saberlo an, en el universo en el cual vamos a vivir: un universo que est construido

    por nuestra propia imaginacin y nuestros propios clculos. Si es real o no es real,

    no importa mucho. operaba como si fuera real5.

    Es en estos mundos alternativos de la imaginacin donde Mauricio Rosencof, como tantos otros presos, busca refugio cuando la realidad llega a ser insoportable. En algunas ocasiones la bs-queda es consciente; en otras, es una consecuencia de las dursimas condiciones fsicas y psquicas que obligan a los presos a entrar en mundos paralelos imaginarios.

    En el momento de la publicacin de Memorias del calabozo, pre-valece la funcionalidad del texto como testimonio. Por tanto, los autores solamente mencionan la existencia e importancia de los mundos alternativos de la imaginacin, poniendo el acento en la des-cripcin de los espacios concretos, los acontecimientos, los hechos y los verdugos. Mientras que Fernndez Huidobro sigue culti-vando la prosa documental en textos como por ejemplo Historia de los Tupamaros (1986-87), La tregua armada (1987) o La fuga de Punta Carretas (1990), Mauricio Rosencof abandona el gnero testimonial

    3. Movimiento de Liberacin Nacional, fue la guerrilla urbana activa en Uru-guay en los aos sesenta y setenta. El actual presidente electo del Uruguay, Jos Mujica, fue uno de los lderes del movimiento y uno de los rehenes de la dictadura.

    4. Rosencof fue un dramaturgo recono-cido antes de caer preso. En tiempos posdictatoriales adems ha escrito obras teatrales que podran leerse como expresiones de las experien-cias carcelarias, como por ejemplo El saco de Antonio (1985) y El combate del establo (1985).

    5. Eleuterio Fernndez Huidobro y Mauricio Rosencof, Memorias del calabozo (Montevideo: Banda Orien-tal, 2005), 15-16.

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    despus de la publicacin de Memorias del calabozo6.Encambio,recurrealaficcinyalpoemaenprosaconelfindereconfigurarsusmemoriasdelcalabozo,conunnfasisespecial en los aspectos que no caben en el marco del testimonio documental. El hipo-textodeestasnarracionesdeficcinesel testimoniodadoenMemorias del calabozo, que de diferentes maneras se integra y se reescribe en las tres obras de Rosencof. stas podran agruparse bajo el concepto de la serie carcelaria: las novelas El bataraz (1997) y Las cartas que no llegaron (2000), y el poema en prosa Conversaciones con la alpargata (1989).

    En trabajos anteriores analic cmo algunas estrategias narrativas tomo el desdo-blamiento y la animalizacin del narrador-protagonista se emplean en El Bataraz, con elfinderepresentarlosmundosalternativosalosquerecurrenlospresosdeloscala-bozos de la dictadura7. En este trabajo estudiar la materialidad de la memoria en otra de las fbulas carcelarias de Mauricio Rosencof, Las cartas que no llegaron. Partir de la hiptesis de que esta obra presenta un nuevo tipo de testimonio literario, de carc-terautoficcional,queconbaseenunacercamientopersonal,creativoeimaginativo a las evidencias histricas transgrede los alcances convencionales tanto de la novela testimonial como de la autobiografa, instalndose narrativamente a caballo entre lareferenciaylaimaginacinyentrelaverificabilidadylacreatividad.EnestanovelaMauricio Rosencof intenta reinterpretar y reelaborar los sentidos del pasado, recons-truyendo la genealoga familiar a partir de un inventario de los restos materiales de la familia juda exterminada en los campos de concentracin nazis, empresa iniciada en la soledad de los calabozos de la dictadura uruguaya. En funcin de la realizacin de la resignificacinyrevaloracindelossentidosdelpasado,seinstalaenlaescrituradelamemoria un juego doble en el que la inmediatez referencial de las evidencias materia-lessecombinaconunasestrategiasdeficcionalizacincomplejas,queseanalizarnen tres partes, correspondientes a las piezas memorialsticas ms importantes en la novela: el lbum de familia, las cartas y la palabra.

    1. la materialidad de la memoriaEn Las cartas que no llegaron los relatos superpuestos, que se

    desarrollan en diferentes tiempos y espacios, se configuran conbase en sitios y objetos vinculados con la infancia del protagonista y con la historia familiar que el narrador (idntico al protagonista) revisitaoinventa,conelfinderecomponerlagenealogafamiliar.En este sentido, emplear el concepto de la materialidad de la memo-ria. Es decir, la bsqueda identitaria relatada en la novela ancla en las evidencias materiales para enmendar el vaco memorialstico, consecuencia de una historia familiar fracturada y causa de un

    6. Mauricio Rosencof tambin tiene una produccin periodstica-ensa-ystica importante. Algunos textos estn compilados en Las agujas del tiempo (Montevideo: Aguilar, 2003).

    7. Anna Forn, El testimonio en quie-bra: Repertorios narrativos y lgicas discursivas en El Bataraz de Mauricio Rosencof, en Actas de las V Jornadas Nacionales Espacio, Memoria e Identi-dad (Rosario: Universidad Nacional de Rosario, 2009); El desdobla-miento de identidades en El Bataraz de Mauricio Rosencof, Hipertexto 9 (invierno 2009): 95-105.

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    vaco identitario. Tanto en los casos en que la reconstruccin arraiga en un objeto tangible y real, como cuando faltan las evidencias materiales, la instancia narrativa recurrealasestrategiasrecreadorasdelaficcinyreconstruyelahistoriafamiliarenbsqueda de la identidad propia. La bsqueda identitaria narrada en Las cartas que no llegaron, por tanto, se realiza como una arqueologa de los objetos perdidos y de los lugares abandonados, que al ubicarse podran permitir una reconexin con el pasado familiaryunaresignificacindelahistoriaeidentidadpropias.Elrelatodeesteviajese inicia en los calabozos de la dictadura uruguaya8 y se teje aos ms tarde en una habitacin con ventana como un homenaje a los padres:

    Y estas son las cartas, mi Viejo, que te quise escribir desde donde escribir no se

    poda, y que te escribo hoy, mi Viejo, desde donde s puedo, junto a una ventana que

    durante tantas eternidades no tuve, con vista a un patio, pequeo, de entre casa,

    donde se mezclan los racimos de glicinas, y estallan los jazmines del cielo y los del

    pas aroman, y pienso en mam, su patio de las mil macetas9.

    El punto de partida de Pierre Nora, al introducir el concepto de lieux de mmoire o sitios de memoria, es que actualmente se habla tanto de la memo-ria porque queda tan poco de ella; ya no existen los verdaderos ambientes o entornos de memoria (milieux de mmoire), desvane-cidos como consecuencia de las alteraciones de los modos de vida y el cambio de los ncleos de transmisin memorialstica tradicio-nales10. Esta transformacin en los modos de concebir y pensar el pasado sealada por Nora conlleva una distincin entre la memoria verdadera vivida, de carcter social y espontneo, y la histo-ria, producto de una prctica intelectual de reconstruir, organizar y representar las huellas del pasado: Con la aparicin de la huella, de la mediacin, de la distancia, no estamos en el reino de la memo-ria verdadera sino de la historia11. A continuacin Nora sostiene que la memoria es material y espacial, a diferencia de la historia que es temporal y relacional: La memoria arraiga en lo concreto, en espacios, gestos, imgenes y objetos; la historia se vincula estric-tamente con las continuidades temporales, las progresiones y las relaciones entre cosas12. En consecuencia, los sitios de memoria de los tiempos modernos emergen como una suerte de compen-sacin por la prdida de la memoria espontnea, y a causa de su carcter archivstico la reconstitucin de la memoria depende de la materialidad de la huella y de la visibilidad de la imagen13. Adems,

    8. Y fue en el retorno al interminable territorio de dos por uno del cala-bozo, que comenzaron mis conversa-ciones con pap. Mauricio Rosencof, Las cartas que no llegaron (Buenos Aires: Suma de Letras, 2005), 112.

    9. Mauricio Rosencof, Las cartas, 87.

    10. Pierre Nora, Between Memory and History: Les Lieux de Mmoire, Representations 26 (Primavera 1989): 7.

    11. With the appearance of the trace, of mediation, of distance, we are not in the realm of true memory but of history. Pierre Nora, Between Memory and History, 8. (La traduc-cin es ma)

    12. Memorytakesrootinthecon-crete, in spaces, gestures, images, and objects; history binds itself strictly to temporal continuities, to progressions and to relations between things. Pierre Nora, Between Memory and History, 9. (La traduccin es ma)

    13. Pierre Nora, Between Memory and History, 13.

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    apunta Nora, este pasaje de la memoria a la historia ha llevado a que cada grupo social necesiteredefinirsuidentidadatravsdelarevitalizacindesupropiahistoria,debuscar sus orgenes y la identidad propia14. Sin embargo, la distancia y la fragmenta-riedad convierten el proceso de reconstituir el pasado en un acto de representacin, en el sentido original de la palabra segn Nora15. Esta reconstruccin representacional delpasado,ancladaenlashuellasmaterialesdelarchivoydelaimagen,alfinyalcabo,es la expresin de una bsqueda identitaria: [] es diferencia lo que buscamos, y en la imagen de esta diferencia, el espectculo efmero de una identidad irrecuperable. Ya no es gnesis lo que buscamos sino el desciframiento de lo que somos a la luz de lo que ya no somos16.

    En Las cartas que no llegaron, como veremos, la reconstitucin de la memoria pro-pia y de la genealoga familiar depende, por un lado, de la materialidad de la huella y de la visibilidad de la imagen. Por otro lado, es la inversin afectiva y creativa que complementa y completa el proceso de representacin, iniciada en el momento en que la reconstruccin intelectual de la historia fracasa a causa de la fragmentariedad de las evidencias histricas materiales. De hecho, el sentido etimolgico de repre-sentacin es la accin y efecto de representar, y el de representar, evocar algo que la imaginacin retiene. El vocablo de representacin adems connota el hacer presente algo o sustituir a la realidadpormediodeunafigura,una ima-gen o una idea17. Recordemos que segn la hiptesis, a partir de un acercamiento personal, creativo e imaginativo a las evidencias histricas, esta novela transgrede los alcances genricos conven-cionales por medio de una combinacin representacional de los documentos archivstivos y los residuos de la memoria imagina-rios e imaginados, rescatados a partir de la labor arqueolgica configuradaenlanovelaatravsdelaspartesmemorialsticasdellbum de familia, las cartas y la palabra, que demuestran un grado decrecientedematerialidadconcreta,compensadaporlaficcio-nalizacin mediante la imaginacin.

    A propsito de la relacin entre un lugar y su sentido, Nora acenta la importancia de la carga simblica para que un sitio se convierta en un lieu de mmoire: Hasta un sitio puramente material, como un archivo, se convierte en un lieu de mmoire solamente si la imaginacin lo inviste de un aura simblica18, o sea, el propsito fundamental de los sitios de memoria es materializar lo inmaterial e inmortalizar la muerte. En este sentido, la bsqueda emprendida y representada por Mauricio Rosencof en Las cartas que no llegaron

    14. Pierre Nora, Between Memory and History, 15.

    15. Pierre Nora, Between Memory and History, 17.

    16. []itisdifferencethatweareseeking,andintheimageofthisdifference,theephemeralspectacleof an unrecoverable identity. It is nolongergenesisthatweseekbutinstead the decipherment of what we are in the light of what we are no longer. Pierre Nora, Between Memory and History, 18. (La traduccin es ma)

    17. Diccionario de la Real Academia Espaola. Vigsima segunda edicin. http://buscon.rae.es/draeI/.

    18. Evenapurelymaterialsite,likeanarchive, becomes a lieu de mmoire only if the imagination invests it with a symbolic auraPierre Nora Between Memory and History, 19.(La traduccin es ma. Subrayado en el original)

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    podra leerse como un viaje heurstico que inviste de sentidos tanto las evidencias del archivo, como los silencios del pasado gracias al poder de la imaginacin. Como ha advertido Andreas Huyssen, entre otros, hoy en da con el reconocimiento de la laguna semitica entre la realidad y su representacin, tambin es preciso admitir una varie-dad de posibilidades representacionales de lo real y de sus memorias19.

    2. el lBum de familiaLa materialidad de la memoria tiene un lugar destacado en las historias que se

    superponen en forma de un palimpsesto en Las cartas que no llegaron. Es el protagonista quien desde el calabozo intenta reconstruir su identidad con base en objetos, persona-jes y espacios vinculados con su propia infancia en Montevideo, adems de la historia de los descendientes judos en Polonia, desde el tiempo antes de que sus padres emi-graran hasta el exterminio unos pocos aos despus. Puesto que el protagonista no tiene un idioma en comn con sus propios padres ni con sus familiares polacos, y asi-mismo carece de una memoria genealgica debido a los muchos silencios familiares, serenlamaterialidaddelamemorialugares,nombres,palabrasespecficas,cartasy fotos donde anclar su bsqueda identitaria.

    La historia contada en Las cartas que no llegaron empieza y termina en el espacio maternal, la cocina y el patio de la casa montevideana donde la madre de Moishe crea un mundo cerrado de memorias, analgico a la caja de zapatos donde guarda las fotos de los familiares aniquilados en los campos de exterminio nazis. A este espacio cerrado regresa Moishe/Mauricio imaginativamente en su aislamiento carcelario en un intento por conectar el tiempo y el espacio en la bsqueda de una identidad a la cual aferrarse para resistir las tentativas de los militares por quebrarlo. El espacio de la madre es el nutritivo; all se cuidan las plantas del patio, all se preparan los platos tradicionales y all se preserva la memoria material de la familia perdida y del hijo fallecido, el hermano mayor de Moishe.

    En la primera parte de la novela, Das de barrio y guerra, el Moishe narra su infan-cia en el Montevideo de los aos treinta y cuarenta, una historia que circula alrededor del espacio cerrado de la madre, en cuya cocina se leen los domingos las cartas que el padre recibe de su hermana del gueto y del campo de concentracin polacos. Estas cartas se encuentran incorporadas en el relato, pero permanece encubierto si son

    realesoficticias.Estosescritosapcrifos,en laencrucijadade lofabuladoyloautntico,lleganatenerunafuncinsignificativaenla reconstruccin de la identidad propia representada en la novela.

    Enelrecintocerradodelamadre,elobjeto-espaciomssignifi-cativo es la caja de zapatos que contiene sus memorias de Polonia.

    19. Andreas Huyssen, present pasts. Urban Palimpsests and the Politics of Memory (Stanford: Stanford Univer-sity Press, 2003), 19.

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    En la caja, que saca de vez en cuando para mostrrsela a Moishe, estn las fotos de su madre y sus hermanas que quedaron en Polonia:

    Mi madre tiene una pila de fotos as de grandes en una caja de zapatos. Las cajas

    son para guardar cosas. En las cajas hay de todo. Y mi mam, en la caja de zapatos

    tiene a las hermanas de ella, a la mmele, que es la mam de ella, de mi mam;

    y mi mam me llama, y con un dedo dice: Esta es irene y esta es Anna, que tiene

    dos niospero que en la foto no hay nadie, y que son como vos; y por qu no

    vienen?; y mi mam, y cmo van a venir? []20.

    Lainsercindeunlbumdefotosalfinaldelanovelacomoundetalleconcretoen forma de fotografas archivsticas de los propios familiares de Mauricio Rosencof, adems de su instalacin como un elemento narrativo, es un repertorio artstico que en el contexto posdictatorial del Cono Sur se asocia con la circulacin de las fotos de los desaparecidos en las acciones de aparicin con vida iniciadas por las madres de Plaza de Mayo. En la mltiple contextualidad de Las cartas que no llegaron, esta instala-cin adems se inscribe en la bsqueda identitaria de los hijos de los sobrevivientes del Holocausto, pues como seala Nora con respecto a la reconstruccin represen-tacional del pasado arraigada en el archivo y la imagen, se trata de la expresin de una bsqueda identitaria tpica de la contemporaneidad cuando carecen las memorias vividas y espontneas21. Podramos aadir, junto con Andreas Huyssen, que ms all del marketing de la memoria de la industria cultural occidental, en algunas partes del mundo como por ejemplo en las sociedades posdictatoriales del Cono Sur, la cultura de la memoria tiene una carga poltica acentuada e involucra debates sobre los Derechos Humanos, la justicia y la responsabilidad colectiva, lo cual tiene implicaciones impor-tantes a la hora de interpretar los trabajos de la memoria22.

    En este sentido, el concepto de posmemoria de Marianne Hirsch resulta particu-larmente revelador a la hora de pensar las materialidades de la memoria en forma de imgenes en Las cartas que no llegaron. En Family Frames: Photography, Narrative, and Postmemory Hirsch des-taca la complejidad de la interpretacin de las fotos de lbum de parientes que han pasado por los campos de concentracin; por un lado las imgenes de lbum en s no sealan esta conexin, y por otro lado producen una carga simblica fuerte en el contexto presente: [] un mensaje tan sencillo, y al mismo tiempo, tan car-gado de sentido que parece suplicar por una narracin y por un oyente, por una historia de un sobreviviente23. Hirsch subraya la presenciasimultneadevidaymuerteenlosretratosfotogrficos,

    20. Mauricio Rosencof, Las cartas, 23.

    21. Pierre Nora, Between Memory and History, 18.

    22. Andreas Huyssen, Present pasts, 15.

    23. [] a message so simple and, at the same time, so overlaid with meaning that it seems to beg for a narrative and for a listener, for a survivors tale. Marianne Hirsch, Family Frames: Photography, Narrative, and Postmemory (Cambridge: Harvard UP, 1997), 19. (La traduccin es ma)

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    resultado de su naturaleza indxica; es el contexto de lectura y no el contenido lo quedeterminaelsignificado,yaqueelespectadorreemplazaocomplementaloquela imagen omite. En este sentido Hirsch establece una distincin entre el pasado y el futuro, entre padres e hijos, entre la memoria del sobreviviente y la posmemoria de los hijos de los sobrevivientes. La posmemoria se distingue de la memoria por una diferencia generacional y de la historia por una conexin personal. En el caso de la posmemoria, destaca Hirsch, la conexin con el objeto o la fuente es la inversin ima-ginativa y la creacin24.

    En Las cartas que no llegaronRosencofdibujaunaficcinsobresmismo,unaautofic-cin en la que las imgenes en forma de retratos de un lbum de familia sealan motivos cotidianos que sin embargo se inscriben en una historia familiar de persecu-cin, prisin, sufrimiento y muerte. Esta genealoga de motivos familiares inscritos enunahistoriacolectivadepartidasconstituyelaconfiguracinnarrativadelaiden-tidad fragmentada de Moishe. Solamente es por medio de la creacin imaginativa que es posible acceder a las memorias familiares, y a travs de ellas a constituir la identi-dad propia. La novela puede leerse como una reconstruccin de quin podra haber sido, dirigida hacia el futuro y las generaciones venideras; la dedicatoria es a la nieta de Rosencof: Esta palabras son para tu naciente memoria, Ins, eslaboncito ltimo rielado de sonrisas, hijita de la hija y de todas estas sangres. EL ABUELO.

    Las cartas que no llegaron se inscribe en el campo narrativo que Leonor Arfuch ha denominado el espacio biogrfico, en el cual la subjetividad ntima se representa ms all de los lmites genricos establecidos, en un juego doble en el que la inmediatez referencialsecombinacondistintasestrategiasdeficcionalizacin.Enelespaciobio-grficoesimposibleequivocarsedelaintencindetrazarhuellasautobiogrficas,sibien stas se proyectan de modo ambiguo25. Para Arfuch la referencialidad inmediata del lbum de fotos enlaza el mundo visual de la temprana infancia y la fase preverbal de las memorias infantiles, una suerte de topografa interna de memorias desconec-tadas, propensas a despertar delante del material cotidiano del lbum de fotos26. En el contexto histrico en el que se abre el lbum de Rosencof, se trasmite quizs ante

    todo una imagen de la intrusin violenta en la esfera privada, una fractura irreparable de las genealogas que no se salda con el paso del tiempo y las generaciones27. Tambin Marianne Hirsch seala al respecto:

    Las fotografas con su conexin umbilical perdurable a la

    vida son precisamente el medio que conecta la primera y de

    la segunda generacin, la memoria y la posmemoria. Son los

    sobrantes, las fuentes fragmentarias y los bloques constructivos,

    24. Marianne Hirsch, Family Frames, 20-22.

    25. Leonor Arfuch, Crtica cultural entre poltica y potica (Buenos Aires: Fondo de Cultura Econmica, 2007), 45.

    26. Leonor Arfuch, Crtica cultural, 50.

    27. Leonor Arfuch, Crtica cultural, 53.

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    acribillados, de la labor de la posmemoria. Afirman la existencia del pasado y, en su

    bidimensionalidad plana, sealan su distancia infrangible28.

    El lbum de fotos en el contexto posmemorial evocado en Las cartas que no llega-ron evidencia la fragmentariedad y tortuosidad de una genealoga truncada y alejada, reconstruidaimaginariamentepormediodelaficcionalizacindelasmemoriasfamilia-res. Por medio de la materialidad de los pedazos y huellas sobrantes es posible conectar con y recrear el pasado, una labor que sin embargo depende de la imaginacin, puesto que sta le permite al narrador-protagonista tejer una narracin del pasado en los espaciosdeunahistoriafracturada,yapartirdealltambintramarunaautoficcin.

    En sus trabajos sobre la produccin social de identidades en situaciones lmite, Michel Pollak ha demostrado que la necesidad de narrar sobre una experienciaextrema est vinculada no solamente al acto de testimoniar, sino tambin al deseo y a la necesidad de reestablecer los lazos sociales, de recuperar la comunidad emocional perdida a causa de las experiencias y los acontecimientos monstruosos. Los registros testimoniales ms formalizados e institucionalizados como el judicial y el histrico no dan cabida a una representacin plena de la experiencia traumtica por excluir de sus protocolos representacionales las facetas individuales e ntimas de la experiencia traumtica, lo que toca a la identidad de una persona29. La narracin emotiva de las experiencias lmite, por tanto, se articula ms all del registro testimonial, adoptando repertorios narrativos diversos.

    En su anlisis de Atravesando la noche. 79 sueos y testimonio acerca del genocidio de Andrea Surez Crica, Miguel Dalmaroni destaca la importan-cia de la mezcla de gneros en la formacin de sentidos nuevos e imprevistos, resultados de un proceso que desengancha del ideario revolucionario del patrn testimonial para inscribir en el marco de estasnarrativaslashistoriasbiogrficasntimas,sinllegararedu-cirlasignificacincolectivadelrelato:

    [] esa plasticidad que abre el gnero a una construccin no

    prevista de sentidos que puede deberse a varios factores, pero

    uno que resulta decisivo est en la intervencin inevitable de

    las biografas privadas, de la esfera de la ms recndita intimi-

    dad, en un relato de extrema significacin colectiva30.

    Segn Dalmaroni, se usan los mismos materiales que los tes-timonios y los discursos polticos pero en vez de presentar una versin coherente, reproductora de los sentidos rituales de un

    28. Photographs in their enduring umbilical connection to life are pre-ciselythemediumconnectingfirst-and second generation, memory and postmemory. They are the leftovers, the fragmentary sources and build-ingblocks,shotthroughwithholes,oftheworkofpostmemory.Theyaffirmthepastsexistenceand,intheirflattwo-dimensionality,theysignal its unbridgeable distance. Marianne Hirsch, Family Frames, 23. (La traduccin es ma)

    29. MichelPollak,Memoria, olvido, 104.

    30. Miguel Dalmaroni, La palabra justa. Literatura, crtica y memoria en la Argentina 1960-2002. (Santiago de Chile: ril editores, 2004), 119.

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  • La materialidad de la memoria en Las cartas que no llegaron de Mauricio Rosencof (Uruguay, 1930-2000)

    discurso heredado31, ofrecen a base de la voz narrativa subjetiva un discurso de sig-nificadosinacabadoseinestables,sinllegararenunciarlapropiaposicinpolticaeideolgica clara.

    En la obra de Mauricio Rosencof no es hasta un decenio despus de la cada de la dictadura, y despus de haber publicado un testimonio y varios ensayos sobre sus experienciascarcelarias,queelautorpuedeacercarseeneldisfrazdelaficcinalasdimensiones ms personales e ntimas de sus experiencias. En Las cartas que no llegaron se representa la historia familiar de persecucin, partidas, sufrimientos y muerte que constituyensuidentidadyquedefinensuslazosemotivos.Enelespaciobiogrficosepuedenrepresentarlosaspectosntimosenelactoambiguoenelquelaficcionaliza-cinsirvepararestituirynarrarunrelatoautobiogrficoconmarcasreferencialesmaterialesevidentes.Pormediodelaimaginacinyconelfindereconstituirunahistoria perdida a travs de sus objetos, se formula un relato complejo en la frontera entrelofactualyloficcional.

    3. las cartasPor medio de las cartas imaginarias que los familiares escriben en el gueto y en

    Treblinka,fabuladasenlaprimerapartedelanovela,ylascartasreales,enformade un sustituto de las conversaciones nunca tenidas con el padre, Mauricio intenta unir el tiempo y el espacio, el entonces y el ahora, en la bsqueda de una identidad la queconfiarasunieta.Elsilencioeselverdaderocrimendelesahumanidaddicelata/hermana que escribe las cartas que no llegaron32.Conelfindeexpiarestecrimenajeno,Rosencofenunintentoporrevisarlamemoriadelosperdidos,ficcionalizalagenealoga familiar y la memoria colectiva de los miles de inmigrantes al Cono Sur que escaparon de las cmaras de la muerte de la Alemania nazi, para una generacin posterior perder a sus hijos en las mquinas de horror de las dictaduras. Las cartas imaginarias de Treblinka son el eco de los gritos que emanan de los galpones delcampo de concentracin, y ms tarde de los cuarteles y crceles de las dictaduras:

    Es la forma, tal vez la nica, que tiene un hombre de dejar una huella, de decir a

    los dems cmo vivi y muri. Con sus gritos hace valer su derecho a la vida, enva

    un mensaje al mundo exterior pidiendo ayuda y exigiendo resistencia. Si ya no queda

    nada, uno debe gritar33.

    El grito desvanece y las cartas no llegan ms, cuando la hermana y sus compaeras reciben un jabn en el que ven la inscripcin que hace que lo nico que queda es rezar el Kadish, el rezo judo en memoria los muertos. Es hasta este momento que vuelve Mauricio

    31. Miguel Dalmaroni, La palabra justa, 121.

    32. Mauricio Rosencof, Las cartas, 29.

    33. Mauricio Rosencof, Las cartas, 29.

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    Rosencof cuando en su reconstruccin de la genealoga familiar por medio de la ima-ginacin formula las cartas que no llegaron. Tiempo y espacio, entonces y ahora se unen en las cartas de Treblinka, las voces silenciadas del campode concentracin se enlazan con las del narrador preso:

    Estas cartas nunca te van a llegar, isaac. o te van a llegar cuando ya no estemos,

    y entonces ser para nosotros una forma de estar. Tal vez estas cartas las escriban

    otros. Que Moishe sepa que tambin son nuestras, para que sepa qu fue de sus

    tos, de sus primos, de sus abuelos. Queremos formar parte de su memoria, isaac34.

    El grito que le llega a Mauricio en el calabozo le hace iniciar el viaje al pasado, en bsqueda de las palabras perdidas en el camino. Los silencios de la infancia y palabras extraviadas, vestigio de la confusin de lenguas de la inmigracin y la incapacidad de los padres de nombrar las experiencias, es lo que impela a Rosencof a recorrer el camino de vuelta no solamente a la infancia, que en el horror del calabozo parece ser el paraso perdido35, sino adems todo el camino hacia la historia de la familia polaca, una travesa que lleva a cabo tanto por la palabra escrita y la imaginacin, como en forma de un viaje a Polonia en busca de las huellas materiales de la familia extermi-nada. En Varsovia busca el apellido de la familia en la gua telefnica, en las vitrinas de Auschwitz rastrea una valija con el apellido de la familia, un pelo perteneciente a un miembro de la familia, o una brocha de afeitar:

    [] afirm los pies en la tierra maldita bendecida por tantos que la anduvieron, y

    entr a mirar y leer me-ti-cu-lo-sa-men-te valija por valija [] eran valijas y valijas

    estibadas con el nombre al frente, una pirmide de valijas que haban llegado a

    destino, pap, mir qu destino, y te lo juro, Viejo, las mir una por una, una por

    una, y nada, all no estaban, all no estbamos, ni en esa gua, mi viejo, estba-

    mos vos y yo36.

    El nico rastro concreto que encuentra es la similitud entre la forma de la aper-tura de las cmaras de gas y la de la plancha que su madre trajo dePoloniaaUruguay.Eldestinofinaleselpueblo,Belzitse,dondeel padre trabajaba de sastre. All tampoco nadie quiere recono-cer la existencia de la familia Rosencof. Cuando todas las huellas materiales, menos la caja de fotos de la madre, han sido exter-minadas, resta la reconstruccinficticiaqueenLas cartas que no llegaron encuentran su forma en el gnero epistolar. Al abrir ima-ginariamente la caja de zapatos de la madre y fabular las cartas de lahistoriafinaldelosfamiliaresapartirdelaconcreticidaddelas

    34. Mauricio Rosencof, Las cartas, 39.

    35. Ruben A. Chababo, Las casas de la memoria, en Memoria y Represen-tacin. Configuraciones culturales y literarias en el imaginario judo latino-americano, ed. Ariana Huberman y Alejandro Meter. (Rosario: Beatriz Viterbo, 2006), 79.

    36. Mauricio Rosencof, Las cartas, 103.

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  • La materialidad de la memoria en Las cartas que no llegaron de Mauricio Rosencof (Uruguay, 1930-2000)

    fotos, el narrador reconstruye por medio de la imaginacin la genealoga familiar y su propia identidad. [] la fantasa, sabes?, es la nica cualidad humana que no est sujetaalasmiseriasdelarealidad,dicelahermanaquecarteadesdeTreblinka37.

    Al iniciar la reconstruccin en la infancia, la etapa de la vida en que la identidad se formaconellenguaje,Rosencofreponeenelmoldedelaautoficcinlagenealogafami-liar,talcomopodrahabersido:[]experimentarsignificanecesariamentevolver a acceder a infancia como patria tracedental de la historia, dice Agamben en Infancia e historia38. En este sentido Las cartas que no llegaron es, como seala Victoria Daona, un libro bisagra que intenta rellenar las lagunas de una historia marcada por la violencia de los regmenes totalitarios, en contrapunto con la felicidad cotidiana e inocente de la infancia39. Daona destaca las cartas como la frontera que marca el lmite entre lo interior y lo exterior, lo propio y lo ajeno; solamente por medio de la ficcionalizacindelpasadodesconocidoestelmitepuedefracturarseytraspasarse.El lmite entre lo interior y lo exterior no solamente consiste en el concreto de las paredes carcelarias, sino que tambin tiene una dimensin imaginaria en el tiempo y en el espacio. En tanto que el lbum de fotos quizs es el cronotopo ms completo y reconocible de nuestra identidad familiar40, parece que el cronotopo de la novela es ms complejo en su reconstruccin de lo que ha sido a partir de las palabras ausentes de los protagonistas41.

    En correspondencia con el padre Rosencof intenta reconstruir la genealoga familiar, la memoria colectiva y su propia identidad. Por qu hablamos tan poco?42, Mauricio le pregunta al padre desde la crcel hacindole saber lo poco que acuerda, lo poco que sabe, quiero ms memo-rias43, dice. El deseo, la peticin de memorias los formula Mauricio desde la celda de dos por tres metros que durante doce aos va a constituir su espacio real. En estas circunstancias empieza a tejer la historia familiar y le pide al padre que comparta sus memorias, palabras e imgenes de la vida en Polonia. A posteriori recompone el tejido en un cuarto con ventana, en el cual piensa su padre al con-tarle que viaj a Polonia siguiendo sus huellas, pero que regres a Montevideo con las manos vacas y el corazn espeso44. Solamente es por medio de las palabras del padre, y gracias a la imaginacin, como es posible recomponer la historia familiar: Creo, pap, que te escribo para escribirme. Me escribo como si me hablara45.

    En la novela la lectura de las cartas tiene un carcter ritual46, asimismo la insistencia de la madre en que Moishe aprenda los nombres de los familiares que aparecen en las fotos de la caja de

    37. Mauricio Rosencof, Las cartas, 40.

    38. Giorgio Agamben. 1978. Infancia e historia. (Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editora, 2007), 74.

    39. Victoria Daona, Testimonio y Literatura: La escritura de Mauricio Rosencof (Tesis de licenciatura en Letras, Universidad Nacional de Tucumn, 2009), 95.

    40. Leonor Arfuch, Crtica cultural, 47.

    41. Victoria Daona, Testimonio y litera-tura, 97.

    42. Mauricio Rosencof, Las cartas, 62.

    43. Mauricio Rosencof, Las cartas, 62.

    44. Mauricio Rosencof, Las cartas, 89.

    45. Mauricio Rosencof, Las cartas, 89.

    46. Victoria Daona, Testimonio y litera-tura, 99.

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    zapatos. Cuando cesan de llegar las cartas que el padre sola leer en la mesa de la cocina los domingos, las manos vacas del cartero llegan a simbolizar el vaco y el silencio que se instala en el espacio maternal de la cocina. Para llenar la laguna Moishe adulto (Mauricio) fabula las cartas que no llegaron desde el silencio del calabozo. De esta manera se forma el cronotopo de la novela a partir de la palabra ausente, recreada de un vaco en un espacio cerrado de otro tiempo.

    4. la palaBraLa tercera y ltima parte de la novela, Das sin tiempo, circula en torno a la

    palabra mgica e incomprensible. Por medio de la palabra una parte de la genealoga familiarsereconstruye,puespormediodeaquellaelprotagonistafinalmentellega a su padre, ms all de los silencios familiares.

    La familia Rosencof no solamente carece de un sitio en comn, sino tambin de un idioma compartido. Moishe no puede comunicarse bien con sus padres porque no habla yiddish. En Las cartas que no llegaron los medios de comunicacin de la madre son mate-riales, las memorias trasmitidas por la madre enlazan lo inmediato de la visualidad de la fotografa con un ciclo preverbal de olores, sabores, visiones y experiencias tcti-les, evocados por Mauricio cuando en Varsovia siente el olor de la cocina de la madre al pasar por una panadera. El lenguaje del padre, por otra parte, se relaciona con lo inmaterial, lo que inevitablemente se pierde cuando se silencian las memorias y las experiencias en la mesa de la cocina montevideana. Como demuestra Giorgio Agamben, la experiencia est fuertemente relacionada con la manifestacin lingstica, y los pri-meros acercamientos a la lengua se realizan en la infancia, y es durante sta cuando tiene lugar por primera vez el descubrimiento trascendental de la diferencia entre lan-gue y parole. Por eso, sostiene Agamben, Babel (la salida de la lengua pura y paradisaca y la entrada en el balbuceo infantil) es el origen trascendental de la historia. Por eso tambin es necesario volver a la infancia para poder experimentar, alcanzar la histo-ria47. En Las cartas que no llegaron, es durante los das sin tiempo en la crcel cuando el narrador alcanza la palabra y puede, a partir de ella, recomponer la historia. El captulo se inicia con las palabras: Lo que no recuerdo es la palabra. Era una sola palabra y no la recuerdo. Al despertar s. Cuando despert tena la palabra que jams haba odo, dicha en un idioma inslito, inexistente, alguna lengua muerta, antigua, qu s yo48.

    La palabra que escucha el protagonista es la palabra que marca el inicio de la genealoga familiar, una historia que no es literatura, aunque nada, nadie me obliga compele, exige la fidelidad de loshechosque,porlogeneral,unaveznarrados,pierdenfidelidad49. A partir de esta palabra originaria la novela pone en evidencia el doble

    47. Giorigio Agamben, Infancia e historia, 73.

    48. Mauricio Rosencof, Las cartas, 107.

    49. Mauricio Rosencof, Las cartas, 108.

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  • La materialidad de la memoria en Las cartas que no llegaron de Mauricio Rosencof (Uruguay, 1930-2000)

    juegonarrativoquerenedocumentoyficcinenuncontrapuntodepalabrasenlazadas,sibienindependientes.Enestemovimientoenelespaciobiogrficoesposiblereconsti-tuirlagenealogafamiliargraciasalafuerzadelapalabraylamagiadelaficcin.

    La palabra que percibe Moishe en su aislamiento nunca la logra pronunciar, si bien despierta con la conviccin de que la palabra la pronunci el padre y a pesar de no poderlarepetir,captaelsignificado.EnelespacioreducidodelcalabozoMoisheinicialasconversacionesimaginariasconelpadre,quederivanenlarecreacinficcionali-zada de la genealoga familiar y de la propia identidad. La palabra que percibe Moishe es el brete ssamo50 de su reconstruccin de la memoria, y por medio de la palabra finalmenteseencuentranpadreehijo,msalldelasfronterasdelosmuroscarcela-rios; por medio de la palabra Moishe puede volver a la experiencia y la historia: Todas las palabras tienen sortilegio; algunas, misterio51.

    coNclusioNesEn Las cartas que no llegaron, la reconstruccin de la memoria y la recreacin de

    una identidad propia ancla en las materialidades de la memoria. Las fotos guarda-das de los familiares exterminados en los campos de concentracin producen una diseminacin compleja de significados, desapercibidos por el nionarrador perorecuperados por el narrador-protagonista adulto desde los calabozos de la dictadura uruguaya. A partir de una conexin creativa con los residuos materiales fragmen-tarios el narrador-protagonista de Las cartas que no llegaron empieza a armar la memoria genealgica de su familia juda-polaca. Esta reconstruccin se instala en el espaciobiogrfico,enelquelaambigedadcreadaporlacombinacininesperadade la subjetividad y la referencialidad crea nuevos sentidos imprevistos. En este sen-tido, la novela estudiada transgrede los alcances convencionales tanto de la novela testimonial como de la autobiografa, al instalarse narrativamente entre la referen-ciaylaimaginacinyentrelaverificabilidadylacreatividad.Estareconstruccinde la genealoga familiar, de carcter autoficcional en su expresin de bsquedaidentitaria, se inicia evocando, tanto narrativa como visualmente, las piezas memo-rialsticas ms concretas a las que tiene acceso el narrador: las fotos de los familiares exterminados en Polonia. La falta de otras huellas materiales, evidenciada en el viaje realizado en busca de posibles trazos de los familiares polacos, obliga al narra-dor-protagonista a recurrir a la imaginacin para poder recrear la historia. De esta

    manera la historia tejida en Las cartas que no llegaron conlleva una resignificacindelossentidosdelpasado,configuradosenformade cartas apcrifas, imaginadas para traer a la memoria la histo-riafamiliarconelfindeencontrarlaidentidadpropia.

    50. Mauricio Rosencof, Las cartas, 108, 120.

    51. Mauricio Rosencof, Las cartas, 120.

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    Historia Critica No. 40, Bogot, eNero-aBril 2010, 245 pp. ISSN 0121-1617 pp 44-59

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