La Mayoría #1

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Número 1 – Abril 2015 El campo del Orcasitas es una necesidad para el barrio. * * *

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¡Primer número de La Mayoría!

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Número 1 – Abril 2015

El campo del Orcasitas es una necesidad para el barrio.

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Orcasitas es un barrio obrero muy especial. Un barrio construido en

base a la lucha de trabajadores que se esforzaron por conseguir que sus

calles de barro se convirtieran en asfalto y adoquines, y que sus chabolas

fueran casas de ladrillo. Esta historia permanece presente en el barrio,

manteniendo una tradición de activismo combativo y siendo un recuerdo

constante para los poderosos el hecho de que cuando el pueblo se une,

puede lograr lo que se proponga. Por esa razón, Orcasitas no es querido por

el Ayuntamiento ni por la Comunidad de Madrid. Estas instituciones sirven

directamente a los intereses de grandes banqueros y empresarios, que

entienden que sus beneficios están por encima de lo que necesita el pueblo.

El PP se ha encargado de establecer un gobierno mafioso y corrupto, que

odia intensamente a todos los movimientos sociales, pues temen

enormemente que no se callen ante el bandidaje constante que tantos

beneficios les está aportando, a ellos y a sus amigos empresarios.

Este bandidaje se traduce en el empobrecimiento de los barrios

obreros. En unas ocasiones a través del empeoramiento de los servicios

públicos con el objetivo de que nos desplacemos a lo privado o concertado,

dándonos a entender que es la única manera de encontrar un servicio

decente. Un claro ejemplo de esto ha sido la masificación del instituto Ciudad

de Jaén. En otras ocasiones, sencillamente buscando ahorrar un dinero que

luego se destina a proyectos que no son necesarios y que únicamente

benefician al empresario de turno, como es el caso de las marquesinas que

acaban de cambiar o esas farolas que ni siquiera iluminan con suficiente

intensidad. Finalmente nos encontramos con fondos que se destinan a zonas

diferentes de Madrid, zonas cuyos habitantes no son mayoritariamente

obreros, como puede ser el barrio de Salamanca con un servicio de limpieza

diario mientras en Orcasitas limpian un par de veces a la semana. Como se

ve, los fondos públicos se usan para beneficio privado, el dinero que hemos

aportado todos con nuestro sudor y nuestro esfuerzo, estos políticos se

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aseguran que caiga en sus bolsillos de una manera u otra. Pero por si fuera

poco, cuando el gobierno central destina 8,6 millones de euros para mejorar

Orcasitas, ese dinero desaparece, estafándonos y robándonos a todos.

Los vecinos de Orcasitas, trabajadores honrados, gastamos nuestro

dinero en la mejora de la calefacción con la promesa por parte del gobierno

de la Comunidad de que ese dinero sería devuelto. Nuestro campo de fútbol

es uno de los pocos que sigue siendo de tierra en todo Madrid, cuando en la

última campaña electoral nos prometieron que le pondrían césped. Pero es

que además hace falta poner ascensores en los edificios, pues muchos de

nuestros vecinos mayores tienen serios problemas con las escaleras. Aparte

hace falta financiar programas que permitan mejorar el futuro de nuestra

juventud. Esos millones deberían servir para todo esto, pero el gobierno de la

Comunidad de Madrid se los ha gastado en otras cosas.

Como vecinos de Orcasitas tenemos que entender que esto es un

problema político, y con esto no nos referimos a quién se encuentre en las

instituciones, sino a las instituciones en sí mismas. Si una panda de chorizos

se han apropiado de ellas y durante muchos años no hemos sido capaces de

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frenarles, es que las instituciones no funcionan. Por esa razón es necesario un

control democrático desde la base, desde los barrios, desde los centros de

trabajo, que nos permita poder actuar en casos como estos.

Ahora estamos con las manos atadas, pero eso no significa que no

tengamos capacidad de acción, sólo significa que debemos hacer más

esfuerzo para movernos. Es necesario luchar por evitar que esta gente

convierta nuestro barrio en un gueto, ya que eso es lo que pretenden, crear

barrios donde la marginalidad esté al orden del día, de tal manera que ellos

puedan seguir mangoneando sin ningún tipo de oposición. Para plantarles

cara debemos empoderarnos como barrio y para ello no nos queda más

remedio que mejorar nuestra organización. La Asociación de Vecinos debe

ser nuestro centro aglutinador, debemos conseguir que nuestros vecinos,

que los dueños de las tiendas, que nuestros amigos, que todo orcasiteño o

persona que frecuente Orcasitas esté en contacto de manera directa o

indirecta con la asociación, de tal manera que cuando la asamblea de la

Asociación se mueva, toda Orcasitas se mueva. Es nuestro deber luchar por

nuestro barrio, por nuestro pasado de lucha, pero también por nuestro

presente, porque no nos encontramos en la condiciones que nos merecemos

como trabajadores y vecinos, pero sobre todo por nuestro futuro, porque

ninguno de nosotros queremos que Orcasitas se convierta en un nido de

marginalidad, porque todos queremos que nuestros hijos y nietos crezcan en

el mejor de los barrios posible.

Debemos organizarnos y luchar, recuperar el dinero que nos deben, pero no

quedarnos ahí, debemos demostrar la dignidad de nuestro barrio, debemos

arrancarle a cualquiera que esté en el poder, cada una de las mejoras que

necesitamos, seguir forjando la unidad en la lucha de los vecinos, porque esa

será la base para la construcción de una sociedad mejor.

Orcasitas es un ejemplo, Orcasitas responde y Orcasitas debe vencer.

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El Hospital 12 de Octubre es uno de los mayores referentes de la

sanidad pública madrileña. Para la vecindad de Orcasitas cobra aún mayor

importancia pues es el centro más cercano a nuestro barrio. Como el resto de

la sanidad, este hospital está siendo desmantelado, sobre todo en los últimos

años, por el régimen de empresarios y banqueros, quienes financiando las

campañas electorales de los principales partidos, se han asegurado de que

aquellos que llegan al poder político asuman a rajatabla sus dictados.

Podemos hablar de varios grupos que se han visto afectados por todo

este proceso de desmantelamiento de nuestro hospital. En primer lugar está

el personal sanitario, que se ha visto reducido en un 15,6%, derivando esto

en el colapso de las urgencias, en listas de espera cada vez más largas que

retrasan las intervenciones quirúrgicas y por supuesto en el deterioro de los

derechos laborales de los trabajadores y las trabajadoras que permanecen en

este sector.

En segundo lugar, está el personal no sanitario, entre estos las

trabajadoras de Ferrovial, que se han convertido en un ejemplo de lucha y de

unidad para la clase trabajadora. Ante la amenaza de un ERE por parte de la

empresa que se amparaba en la tramposa Reforma Laboral de 2012, el

Comité de Empresa terminó asumiendo un ERTE para evitar una cantidad aún

mayor de despidos. Pero a pesar de los esfuerzos de negociación, como era

de esperar, el resultado no está siendo nada alentador para la plantilla, ya

que cada mes 28 compañeras entran en el paro de forma rotativa. Esta

medida no sólo repercute gravemente en las economías familiares de las

trabajadoras que son arrojadas al paro, sino que además supone un aumento

de la carga de trabajo para las que permanecen.

A día de hoy la plantilla ya se ha visto reducida en 67 personas desde

finales de 2013. Es importante subrayar que la empresa había justificado el

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ERTE por no considerar necesario “tanto” personal. Sin embargo, las

trabajadoras son conscientes de que esto no es más que una excusa para

mantener intactos los beneficios de sus directivos, ya que la empresa estuvo

sustituyendo a las trabajadoras en paro por trabajadoras de otros centros,

tratando así de reducir los costes salariales. Ante esta infracción del ERTE, la

plantilla decidió el pasado mes de septiembre organizar una huelga

indefinida para que no se produjeran estas sustituciones y que quedara así en

evidencia la excusa mentirosa de Ferrovial. Durante casi una semana,

mantuvieron el pulso y la unidad sindical entre CCOO, UGT y USO, y lo

ganaron.

En tercer lugar están los usuarios, los pacientes y entre ellos, los

enfermos de Hepatitis C. La Plataforma de Afectados por la Hepatitis C

(PLAFHC) -compuesta sobre todo por una parte de los enfermos- estuvo

encerrada 3 meses en este mismo hospital. Según esta Plataforma, en tan

sólo un año, más de 4.000 personas han fallecido por falta de acceso al

fármaco necesario. Tratándose de algo evitable, los datos resultan

devastadores. Las promesas incumplidas por parte del gobierno han sido una

constante, pero esta Plataforma no se rindió. Llevaron la cuestión hasta el

Parlamento Europeo y ha sido sólo tras una dura lucha que han conseguido

que el gobierno elaborara un Plan Estratégico Nacional de Abordaje de la

Hepatitis C.

Fabricar Sofosbuvir cuesta 130$, sin embargo, el laboratorio Gilead

que especula y se lucra a costa de la salud de millones de personas en el

mundo, ha impuesto un precio de 84.000$ en EEUU. A esto hay que añadirle

el coste del resto de medicamentos que deben acompañar al tratamiento.

Como vemos, mientras el gobierno entiende como una emergencia

salvar en 24 horas a la banca privada con miles de millones de euros de

dinero público, no entiende como emergencia la muerte de doce personas

diarias, ya que ha tardado más de tres meses en responder a las urgentes

demandas de esta Plataforma cuando cada minuto contaba para poder evitar

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esas muertes. Se trata de una lucha digna, por el derecho a la vida, y como

tal, los afectados decidieron finalizar el encierro confluyendo con las Marchas

de la Dignidad que tuvieron lugar el pasado 21 de marzo.

En un hospital, hay tres ejes fundamentales:

personal sanitario, personal no sanitario y pacientes.

Por un lado, eliminando puestos de trabajo de

médicos, enfermeros, fisioterapeutas, etc., la carga de

trabajo se hace insoportable para el personal sanitario

que queda, lo cual se traduce en un empeoramiento

de la calidad en la atención a los pacientes. Por otro

lado, el servicio de limpieza es una de las medidas de

seguridad fundamentales que se deben tomar en un

hospital. La privatización de este servicio también

pone en grave riesgo nuestra salud, pues antepone el afán de lucro de

empresarios y accionistas, a la calidad de las condiciones laborales del

personal de limpieza que es quien con su esfuerzo diario, nos asegura unas

condiciones de higiene óptimas. Finalmente, gracias a la lucha de la PLAFHC

vemos cómo algo tan importante como la vida no puede estar ceñido a la

capacidad económica de cada persona para adquirir un fármaco.

Por desgracia, estos tres casos son sólo una prueba más de que los

dos principales partidos, PP y PSOE, han venido legislando a favor de una

minoría y pasando por alto los derechos fundamentales de la mayoría. En

efecto, ¿qué ocurre cuando las decisiones políticas se dejan en manos de los

representantes de esta oligarquía financiera? Ocurre que la economía, en vez

de ser enfocada hacia la cobertura de las necesidades de la población, se

enfoca hacia el aumento de las ganancias de unos pocos ladrones, quienes a

pesar de necesitar a esa mayoría trabajadora para mantener su desahogado

nivel de vida, se permiten el lujo de mirarla por encima del hombro y

además, de jugar con nuestras vidas.

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Estas son tres graves consecuencias de un sistema que convierte en un

negocio lo que es de todos, incluso la salud. Un sistema que en su lucha por

la supervivencia busca apoderarse de los sectores más rentables de la

sociedad (sanidad, educación, transporte...), aquellos que generan unos

beneficios estables. Por todo ello, es cada vez más necesario organizarse

políticamente para hacer confluir estas y otras muchas luchas, plantándole

cara, conjuntamente, a esa clase social que vive a costa de nuestro trabajo y

conquistar el poder para construir una nueva sociedad libre de toda

explotación.

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Nuestro barrio pertenece a la periferia. Para muchos, forma parte de

lo que en otros lugares se conocería como suburbios, es decir un barrio

situado a las afueras, donde habitan las clases más bajas del pueblo y que

vive en la marginalidad. Sabemos que las gentes de Orcasitas luchamos por

evitar que nuestro barrio se relacione con esto último. Somos humildes, eso

está claro, pero ni la delincuencia es nuestro modo de vida ni estamos

conformes con ser el último mono al que mira el ayuntamiento.

Esta situación la viven muchos barrios a las afueras de la M30 y la

realidad es que esto no es una casualidad. El proceso de exclusión y

desamparo que vive nuestro barrio es útil para los intereses de aquellos que

gobiernan este país. Orcasitas, como la mayoría del sur de Madrid fue

construido y habitado por la clase obrera inmigrante de otras regiones de

España. Esta clase obrera, aliada con los pequeños empresarios locales, era

de las más reivindicativas del estado, sindicada y organizada en base a sus

intereses económicos y políticos lucharon de sol a sol por una vida mejor. Sus

logros fueron muchos y sus méritos inconmensurables, cualquiera que se

moleste en leer un poco de historia lo verá.

Pero esta historia se torna triste en los 80, cuando la

desindustrialización dejó a gran cantidad de jóvenes sin trabajo, y de repente,

la heroína entró en el barrio destrozando la vida de muchos obreros, llevando

a tantos otros a la exclusión social. ¿Qué consecuencias trajo esto? Una

generación retirada de la lucha, una generación que perdía el vínculo con la

organización, con todo lo que permitía que Orcasitas fuera un barrio mejor

cada día, suponiendo un lastre que arrastró a otras generaciones más

combativas.

El paro es una lacra, la clase obrera encuentra su fuerza mientras se

encuentra trabajando ya que es en el momento en el que, si está organizada,

puede mirar cara a cara a los grandes empresarios y decirles, aquí estamos

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nosotros y esto es lo que queremos. Por esa razón, que en los barrios obreros

se instale la delincuencia es beneficioso para los grandes empresarios y

banqueros. Esto mantiene la capacidad de consumo de estos barrios a la vez

que reduce su organización y combatividad, porque mientras los obreros nos

centramos en resolver estos problemas, ellos siguen ganando dinero a

raudales. El miedo, la sensación de abandono y el cansancio van haciendo

mella, amenazando con agotar las fuerzas y la organización de los vecinos.

Pero por suerte para todos Orcasitas no se rinde. Y así debe

continuar. Pero es necesario que nuestra lucha contra la marginalidad

continúe y eso conlleva muchos puntos. La primera parte es un plan de

prevención, exigiendo el derecho a un trabajo digno, estable y saludable,

creando mecanismos para conseguirlo como el fomento de la inversión

pública para la reindustrialización, un Servicio Público de Empleo que asegure

de verdad la incorporación al trabajo de toda persona, y una mensualidad

para los trabajadores en paro lo suficientemente digna como para garantizar

sus necesidades más fundamentales. Otro elemento de prevención es una

educación igualitaria, para lo que es necesario.

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