Desde tiempos remotos, los sonidos han sido parte del quehacer humano y de casi todo lo que existe. El hombre primitivo se comunicaba por sonidos; los animales, el aire, el agua tienen sonido. Luego, con el

pasar del tiempo esos sonidos fueron transformados por el hombre en música. La música nos permite bailar, soñar, alegrarnos, evocar recuerdos pasados, relajarnos; también nos relaciona con muchas costumbres y tradiciones, etc.

Una magnífica propiedad que tiene la música es captar la atención en los niños pequeños de 3 a 7 años; así pues, cuando están distraídos, dispersos y de pronto escuchan una música o canto, entonces dejan todo lo

que en ese momento les distrae, para tomar atención y concentrarse en la música; a tal punto que, sí se les pide movimientos con sus cuerpecitos o se les da indicaciones, ellos lo realizan sin dudar. Esta propiedad de captar la atención en niños con la música es muy bien aprovechada por los maestros del nivel inicial y primario, quienes sacan el máximo provecho de la música para el aprendizaje en los niños. Aprendizaje que dicho sea de paso es muy divertido y significativo en ellos.

En fin, la música es como una “caja de Pandora” llena de sorprendentes potencialidades; es el hombre quien debe encontrar la mejor forma

de disfrutarla y saber sacar el mejor provecho de ella.

Sonia Jurado Sánchez