La Napia de Cezanne

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LA NAPIA DE CEZANNE Un cuento tabaquista. NOTA DEL AUTOR: Este relato no pretende en absoluto ser una apología del tabaco, en absoluto niega los efectos tóxicos y adictivos del tabaco ni quiere ser una de esas defensas de los “derechos del fumador” al estilo de la propaganda del “Club de fumadores por la tolerancia” y otros lobbies de las multinacionales tabaqueras. El fumar es una adicción absurda, nociva, absurda y completamente desaconsejable. La temática tabaquista de este tabaco no es una apología del tabaco si no simplemente un juego fetichista completamente irracional, referido al tipo de fetichismo denominado capnolagnia o capnogalia que es el propio de las personas que encuentran sexualmente atractivo ver la manera en que ciertas personas fuman, comúnmente personas de distinto sexo. Si eres un fetichista del tabaco es muy posible que encuentres divertido este relato, si no lo eres quizá también te pueda gustar. Sigfrido. 1

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Relato sobre chicas y tabaco. Sentíros libres de copiarlo, reproducirlo, traducirlo y usarlo con cualquier fin creativo.

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LA NAPIA DE CEZANNEUn cuento tabaquista.

NOTA DEL AUTOR:

Este relato no pretende en absoluto ser una apología del tabaco, en absoluto niega los efectos

tóxicos y adictivos del tabaco ni quiere ser una de esas defensas de los “derechos del fumador” al

estilo de la propaganda del “Club de fumadores por la tolerancia” y otros lobbies de lasmultinacionales tabaqueras. El fumar es una adicción absurda, nociva, absurda y completamente

desaconsejable. La temática tabaquista de este tabaco no es una apología del tabaco si no

simplemente un juego fetichista completamente irracional, referido al tipo de fetichismo

denominado capnolagnia o capnogalia que es el propio de las personas que encuentran sexualmente

atractivo ver la manera en que ciertas personas fuman, comúnmente personas de distinto sexo.

Si eres un fetichista del tabaco es muy posible que encuentres divertido este relato, si no lo

eres quizá también te pueda gustar.

Sigfrido.

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LA NAPIA DE CEZANNE

Érase una vez que la sección de la ciudad de San Donoso del Club de fans de LaNapia de Cezanne tenía una animada reunión. Beatriz, una de las socias, rubia de cientosesenta y ocho centímetros, quizá demasiado delgada, con nariz algo afilada, diecinueve

años de edad y porte erguido como una bailarina, había expuesto al resto de los socios,casi todos chicas, su preocupación por el estado de la voz de Idoia Cabrera, la cantantedel grupo.

-Pero si Idoia tiene una voz maravillosa- la contradecía su compañera Priscila.-A todos nos encanta Idoia, pero ¿Escuchaste su último concierto en directo enRadio Tarambana? Tenía la voz cascada y le costó horrores llegar a algunas notasaltas.

La mayoría de las socias no quería aceptar que Idoia Cabrera, su ídolo, pudiera tener problemas con su voz, por lo que la reunión se alborotó bastante.

- Venga, venga- intervino Victoria, la activa presidenta de la sección local del club defans. Victoria era una chica de veinte años morenita y menuda, de solo un metro ymedio de estatura pero bien proporcionada y, haciendo olvidar su estatura, lista,madura y con iniciativa - las dotes artísticas y el carisma de Idoia están por encimade toda duda, pero lo cierto es que últimamente tiene algunas dificultades con suvoz. Ya habréis visto en su últimos disco como más de una vez casi se queda sinaire antes de acabar una frase.

-  Ay si, yo también lo oí. Nuestra pobre Idoia- se lamentó Vicente, causando eltímido asentimiento de otros miembros del club- ¿Por qué le pasará esto ahora?

- Es el tabaco- afirmó convencida Beatriz- Parece mentira que Idoia fume, pero fumamucho y eso le afecta a la voz.- Oh venga ¿Qué tiene que Idoia fume? Es solo tabaco- protestó Mariluz, una chica

gordita, algo apagada y poco valorada que era la única socia que fumaba.- Mariluz, tienes que reconocer que si trabajas con tu voz, fumar no es la mejor idea-

dijo Mónica. Mariluz, sabiéndose en minoría, calló contrariada y poco convencida.

La mayoría de los socios reunidos se convencieron de que Beatriz tenía razón ydiscutieron si debían hacer algo, si debían ponerse en contacto por el grupo paracomunicarles su preocupación por la voz de su cantante. Finalmente decidieron que,aprovechando que La Napia de Cezanne cantaría en un par de semanas en San Donoso

y que, como sección local del club de fans, les darían algunos pases especiales para

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estar entre bambalinas, la presidenta y Beatriz le harían saber su preocupación a IdoiaCabrera en persona. Beatriz porque era ella quien había sacado el tema y Victoria porque,además de ser presidenta del club, todos los miembros confiaban en ella, les dabasensación de eficacia y madurez.

Victoria se había hecho bastante seria y formal en sus años de adolescencia como

defensa ante la inseguridad causada por su corta estatura, casi se había hecho unarevieja, pero lo cierto es que según iba acabando su adolescencia estaba recuperando laseguridad en si misma, por lo que en su trato familiar y amistoso ya se notaba algúnresquebrajamiento de la coraza de formalidad, empezando a asomar una Victoria mástierna y espontanea. Sin embargo en el club seguía manteniendo su imagen de personaseria y eficiente, que parecía encajar mejor con el rol de presidenta.

La sección del Club de fans de La Napia de Cezanne en la ciudad de San Donosorecibía un trato de privilegio respecto a otras secciones, al ser la sección de la ciudad de

origen del grupo musical. Por eso Victoria y Beatriz pudieron conseguir pases especialescon los que, tras el concierto, pudieron moverse a su gusto entre bambalinas y por loscamerinos e incluso, tras un rato de espera, saludar personalmente a los músicos. Lasavisaron de que Idoia se había aseado y cambiado, y que ya podían visitarla en sucamerino. Idoia ya las conocía de otras ocasiones y las recibió con familiaridad, con elpelo aun mojado, vestida con ropa cómoda y botella de agua mineral en mano. Las dosfans felicitaron calurosamente a la cantante por lo bien que habían hecho el concierto ydespués se pusieron algo serias.

- Idoia- dijo Victoria algo dubitativa- como fans vuestros que somos sabes que tienestodo nuestro apoyo, pero no creo que hiciéramos bien si, al ver algún problema enel grupo, nos lo calláramos y no os advirtiéramos.

La cantante se sorprendió un poco ante el tono serio de sus fans.

- Bueno, sois unas de mis fans más importantes y para La Napia la opinión de susfans es muy importante, así que os agradeceré cualquier comentario que mequerráis hacer.

- Mira Idoia- dijo Beatriz relevando a Victoria- Últimamente nos hemos fijado en quetu voz falla algunas veces, que a veces te cuesta alcanzar algunas notas, la voz sete rompe y te quedas como sin aire. No te pasa a menudo, claro, pero cantando en

directo se nota más esa falta de aire y nos preocupa que estos problemas puedanir a más.

La estrella del pop escuchaba a Beatriz pensativamente mientras daba un trago deagua, echaba mano a sus cigarrillos y se encendía uno con desenvoltura.

- Y nos parece que la causa de esos problemas con tu voz es eso- añadió Victoriaseñalando al cigarrillo de Idoia Cabrera.

- ¿El tabaco?- preguntó Idoia, a lo cual las dos chicas asintieron mientras daba una

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buena calada al cigarrillo- En fin, seguramente fumar no es lo mejor para la voz,pero tampoco soy cantante de ópera, no creo que sea tanto problema.

- No quisiera molestarte pero ¿No te parece que no tiene sentido arriesgar la voz por un vicio tan absurdo y desagradable como fumar? No parece propio de ti- añadióVictoria con el asentimiento de Beatriz.

La cantante sonrió sorprendida por que aquellas dos fans fueran tan sinceras alexpresarle su opinión, no era muy corriente que se atrevieran a cuestionarla de esamanera.

- Pero chicas, fumar no es absurdo y desagradable, fumar es una maravilla.

Las dos fans la miraron con incredulidad y desconcierto.

- Si, ya se que no es lo mejor para la salud pero es una gran satisfacción.- Perdona Idoia, pero no se que puede tener de bueno el fumar para que te

compense.- Oh, fumar es cálido y reconfortante, sabe rico cuando le coges el punto, hace que

los momentos buenos sean mejores y es muy agradable sentir como el humo entradentro de ti ¿Nunca lo habéis probado?

Victoria negó con la cabeza.

- Lo probé una vez y no me pareció interesante- dijo en cambio Beatriz.- El sabor del tabaco es muy distinto a cualquier otra cosa, así que es normal que la

primera vez no te gustara, pero os aseguro que si de verdad lo probarais medaríais la razón.

Impulsivamente la cantante cogió su cajetilla y la tendió hacia sus fans.

- Coged uno chicas, fumad un pitillo para ver si os parece algo tan horrible. Tenéisque conocer lo que es fumar por vosotras mismas.

Si se lo hubiera dicho cualquier otra persona, Beatriz y Victoria hubieran rechazado elofrecimiento sin más, pero como fans de Idoia daban un especial valor a lo que ella decía.Para ellas Idoia Cabrera era una persona con una especial sensibilidad y comprensión delas cosas, por lo que pensaron que Idoia tendría una buena razón para invitarlas a fumar un cigarrillo. Por eso, aunque reticentes, cogieron sendos cigarrillos y dejaron que una

sonriente Idoia les diera fuego.

Saborearon el humo sin inhalarlo. Victoria tratando de identificar saboresdesconocidos que le resultaban extraños y Beatriz reencontrándose con algo que apenashabía conocido pero que reconocía. Idoia cambió de tema y les preguntó por lasactividades del club de fans y las tres hablaron de eso mientras fumaban.

- ¿Porqué no probáis a tragar el humo?- Les preguntó Idoia a las chicas.- ¿Cómo se hace eso?- preguntó Victoria.

- Tenéis que tener cuidado porque, como no tenéis práctica fumando, es fácil que os

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haga toser. Dad una calada pequeñita, luego entreabrid un poco los labios y aspirar despacio, simplemente como respirando por la boca lentamente, para que el humoos llegue a dentro. No lo aspiréis muy profundamente y retenedlo un poco. Miradcomo lo hago yo- dijo Idoia dando una calada mínima a su cigarrillo ya casiconsumido, aspirando el humo levemente y reteniéndolo tres o cuatro segundosantes de expulsarlo.

Las dos chicas la imitaron. Victoria al pie de la letra mientras que Beatriz, confiada por haber tenido una experiencia anterior con el tabaco, tomó una cantidad mayor de humo. Al aspirar Victoria sintió un cosquilleo intenso en la garganta y más abajo, pero consiguióno toser y retener el humo. Beatriz en cambio sintió esas sensaciones con más intensidady no pudo evitar toser mientras Victoria echaba el humo en un prieto chorrito. Idoia seacercó a Beatriz para confortarla.

- Uf- dijo Victoria sorprendida- noto como si se me fuera un poco la cabeza.-  Al tragar el humo la nicotina entra con más fuerza y si no estás acostumbrada te

marea – le explicó Idoia- ¿Te encuentras bien?- Un poco mareada, pero nada serio. Es una sensación curiosa.

Idoia dio una última calada a su cigarrillo y aplastó la colilla en un cenicero.

- Mejor que fuméis lo que queda de cigarrillo sin tragar el humo, que tampoco esalgo necesario. Si siguieras tragando el humo sin tener costumbre- le explicó aVictoria- el mareo podría ser realmente desagradable.

Beatriz y Victoria hicieron caso a Idoia, aunque Beatriz, avergonzada por haber tosidoal tragar el humo, volvió a intentarlo una vez, esta vez con mucho menos humo yconsiguiendo hacerlo sin toser, quitándose así la espinita en su amor propio.

- ¿Resultó tan malo como esperabais? – les preguntó la cantante cuando acabaronsus cigarrillos.

- Bueno, no tan malo- contestó Victoria con la aquiescencia de Beatriz- fumar esalgo extraño pero es más sencillo de lo que esperaba.

- Fumar tiene su gracia- añadió Beatriz yendo más lejos que su compañera- yentiendo que se le pueda coger gusto, pero no creo que valga la pena.

- Chicas, sois duras de pelar pero al menos reconocéis que no es simplemente algodesagradable. Como os decía, el gusto de fumar no es algo que se comprenda a laprimera, se adquiere con la práctica. Cuando una conoce de verdad el tabaco

fumar es una delicia. Me imagino que no es posible que entendáis lo que es ser fumadora.

Pasaron a otros temas e Idoia les contó que en un par de semanas La Napia deCezanne saldría de mini gira por las Islas Canarias, aprovechando las fiestas de carnaval.Darían un par de conciertos, entrevistas en radio y prensa y rodarían un par de escenaspara un videoclip. Parecía un viaje interesante. De repente Idoia se quedó pensativa.

- Chicas ¿Os gustaría veniros conmigo a las Canarias?

- ¡Claro!- contestaron ambas entusiasmadas.

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- Creo que os podré colocar en la comitiva como “asistentes especiales” o algo así. Aver si os gusta ir de “gruppis” de gira, ja ja. Lo pasaremos bien.

Victoria y Beatriz estaban encantadas con la invitación.

- Pero os pongo una condición. Volviendo al tema del tabaco, me da un poco de

pena que no entendáis que fume, si no se sabe lo que es ser fumadora no sepuede entender lo rico que llega a ser fumar. Por eso os pongo la condición de quelos días que estemos de gira seáis fumadoras.

- ¿Cómo? ¿Nos pides que empecemos a fumar?- preguntó Victoria incrédula.- Nooo, claro que no. Será solo algo temporal, solo estaremos cinco días de viaje,

muy poco tiempo así que no os vais a enganchar. Pero la única manera deentender realmente lo que es fumar es viviendo como fumadora. Fumar no es soloalgo que se hace, es una forma de vida. Ya se que parece una idea un poco loca,pero haced el experimento de ser fumadoras durante unos pocos días y conocedde propia mano lo que es el tabaco. Además, siendo fumadora, me gusta estar congente que fuma, aunque solo sean fumadoras temporales.

Las chicas dudaban.

- No se Idoia, nada me gustaría más que ir con vosotros de gira, pero lo de fumar puede resultar muy duro- dijo Beatriz.

- Ya viste que fumar ese cigarrillo no fue tan complicado y tampoco espero quefuméis mucho ni que me sigáis el ritmo. Venga, será divertido.

Las chicas dudaron pensativas un rato. Hubieran descartado de inmediato unacondición así si viniera de otra persona, pero para ellas el criterio de Idoia Cabrera teníaun especial valor.

- Quizá tengas razón. No parece tanta cosa- dijo Beatriz mirando para su compañeraVictoria- ¿Qué te parece?

- Bueno, seguro que es un viaje divertido- aceptó Victoria.

Las dos chicas se lo pasaron muy bien en la gira. Ya habían estado en conciertos deLa Napia de Cezanne en otras ocasiones, viendo lo que se cocía tras el escenario, peroestar en primera fila durante una mini-gira entera fue divertidísimo y muy interesante para

ellas, viviendo casi como estrellas. El primer día, cuando llegaron por la mañana alaeropuerto de Las Palmas, tras estar todo el viaje sin poder fumar Idoia Cabrera se dirigióinmediatamente al área de fumadores de la zona VIP. Encendió su cigarrillo sin perder unsegundo y, tras un par de profundas caladas que calmaron placenteramente su ansia denicotina, tendió la cajetilla a sus dos acompañantes.

- Recordad nuestro trato- les dijo a las chicas.

 Ambas cogieron cigarrillos y dejaron que Idoia les diera fuego.

Fumar les costó algo de trabajo. Aunque Idoia se encendía un cigarrillo con frecuencia

el primer día solo ofreció cigarrillos en cinco ocasiones a la rubia y a la morochita, a los

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que se añadió alguna calada suelta que les ofreció de su propio cigarrillo. El segundo díafumar les resultó más fácil y el tercero ya les resultaba algo familiar y relajado e incluso, apesar del susto cuando Idoia les ofreció tan temprano, superaron sin complicaciones laprueba de fumar un cigarrillo tan pronto acabaron el desayuno.

Junto a cinco cigarrillos individuales, Beatriz y Victoria también fumaron el tercer día

algún cigarrillo a medias con Idoia, un gesto que les resultó entrañablemente amistoso ycercano. “Nunca os había visto fumando” les dijo el bajista de La Napia de Cezanne “Seos ve con un aire muy guay”. Las chicas se alegraron de que les dijeran que tenían buenaspecto fumando, temían tener un aspecto raro al fumar por lo que tras el comentariofumaron con un estilo más relajado. Al bajista le había parecido que Victoria era unafumadora especialmente estética, al ser pequeñita el cigarrillo parecía más grande y largoentre sus delicados y bonitos dedos.

El cuarto día Victoria se sorprendió de si misma cuando hacia el final de la mañana

Idoia le ofreció un cigarrillo y se sintió contenta por la invitación a fumar ¿Es que ahora legustaba fumar? Victoria fumó analizando la experiencia y concluyó que no encontrabanada especial en el fumar, pero que de alguna manera si que resultaba agradable.Beatriz, sin pensar en la cuestión, también encontró el cuarto día que fumar tenía ciertointerés. Con talante investigador Victoria probó con cuidado a inhalar el humo, para ver siahora le resultaba distinto a cuando lo hizo por primera vez, notando que le resultaba másfácil. Beatriz se dio cuenta de lo que había hecho Victoria al ver como tardaba en salir deentre los labios de Victoria un apretado chorro de humo, por lo que pronto imitó suexperimento. Tragar el humo les resultaba demasiado impactante, pero en alguna de susposteriores fumadas del día volvieron a inhalar alguna caladita, asombradas por lamanera en que sentían la nicotina golpeando en sus sistemas nerviosos. Durante elquinto día para las dos chicas fumar siguió siendo una parte del entretenimiento. Antes decoger el avión acompañaron a Idoia a una sala para fumadores VIP y encendieron losúltimos cigarrillos.

- ¿Qué tal fue el vivir como fumadoras?- preguntó Idoia a las chicas.- Pensaba que iba a ser más difícil y al principio si que lo fue un poco, pero al final

ha sido… interesante- explicó Victoria.- Quería que entendierais por que la gente fuma, por que lo hago yo.- Creo que lo entendemos Idoia- le dijo Beatriz- Aunque afecte a tu voz eres tu la que

debe decidir si te compensa fumar o no.

- Si- coincidió Victoria- pero aunque sigas fumando espero que cuides tu voz todo loque puedas.- Claro que si chicas, os lo debo a vosotras y a todo mi público.

Idoia vio que los cigarrillos de las tres estaban casi consumidos.

- En fin chicas ¿Listas para volver a ser no-fumadoras?- preguntó la cantanteintrigada por la posibilidad de que las chicas decidieran convertirse en fumadoras,pero sin decidirse a preguntarlo directamente.

- Si, volvemos a la normalidad- contestó Victoria.- Se acabó la gira- dijo Beatriz.

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Dieron una última calada a sus cigarrillos y los apagaron en un cenicero de pie.

Las dos fans se reincorporaron a sus rutinas. Consideraron que el fumar había sidoparte del viaje y dieron por cerrada la experiencia. Victoria estaba algo escamada

pensando si no se habrían pasado con el tabaco, si sentiría algún efecto de enganche,pero al igual que Beatriz no experimentó ninguna dificultad por no fumar y no tuvieronninguna dificultad en volver a la normalidad, continuando con su vida de no-fumadoras.Sin embargo ya no miraban a la gente que fumaba igual que antes, ahora las miraban concierta simpatía, entendiendo que para ellos fumar no era algo absurdo.

Beatriz se encontró con Mariluz, la compañera del club de fans, en una calle comercialacompañada por una prima. Se pararon a charlar un momento y luego decidieron entrar  juntas en una tienda de ropa. Al salir Mariluz sacó sus cigarrillos, ofreció a su prima querechazó la invitación y se encendió un cigarrillo. Beatriz se descubrió mirándola conatención. Tras acabar el viaje por las Canarias había considerado que su experiencia con

el tabaco había sido un hecho aislado, una condición extravagante y juguetona delprograma de viaje, por lo que acabado el viaje se había acabado el fumar, sin que esto lehubiera resultado complicado. Sin embargo ahora tenía curiosidad y se preguntaba sifumar otro cigarrillo sería igual que en el viaje con Idoia y Victoria. Dudó si sería buenaidea pedirle un cigarrillo a Mariluz. Ella no fumaba y no quería ser fumadora pero pensóque tras estar fumando en la gira con La Napia no había tenido dificultad en no fumar más, por lo que no habría problema en fumar ahora un cigarrillo.

- ¿Me das un pitillo?-

Mariluz la miró con sorpresa antes de decirle: “Claro”. Entregó un cigarrillo a Beatriz yle dio fuego observándola con curiosidad. Beatriz saboreó el humo del tabaco y reconocióla experiencia, le pareció como si no hubiera pasado tiempo desde su último cigarrillo.Pensó que realmente fumar no le gustaba tanto, tenía su puntillo pero era poca cosa. Leresultaba algo agradable pero intrascendente. Aun así se sintió contenta, como si sehubiera rencontrado con alguien que le caía simpático.

El padre de Victoria había dejado de fumar hacía años, pero su madre era unafumadora moderada. Unas semanas después de la mini gira por las Islas Canarias,

Victoria se encontraba tomando café con su madre en la cocina de casa. Tras dar unossorbos a sus cafés, su madre abrió la cajetilla que se había traído a la mesa y seencendió un cigarrillo. Victoria sintió una punzada de nostálgica envidia al ver a su madrefumar.

- Mamá ¿Puedo cogerte un cigarrillo?

La madre de Victoria se quedó pasmada un momento, sorprendida por la inéditapetición.

- Coge uno si quieres, ya eres mayor para fumar si te apetece.

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Victoria cogió un cigarrillo y se lo encendió ante la atenta mirada de su madre.

- ¿Has empezado a fumar?- No mamá- Contestó tras soltar una bocanada de humo con naturalidad-

recientemente he fumado algo pero no fumo.

La madre de Victoria la contemplo con una disimulada sonrisa, sorprendida de ver fumando a su sensata y formal hija. La madre de Victoria llevaba varios años siendo laúnica persona fumadora de la casa y, para su propia sorpresa, no pudo evitar sentirse unpoco complacida por la expectativa de que su hija empezara a fumar. “No me gustaría quefumara mucho, claro”, pensó la madre de Victoria tratando de ser razonable, “pero seríadivertido si de vez en cuando fumara, así tendría compañía para fumar. Además, se la vecontenta fumando”.

La misma Victoria estaba algo sorprendida de estar fumando con su madre y dehaberle pedido un cigarrillo, pero en el momento de pedírselo le pareció que no era unapetición tan rara y que, después de todo lo que había fumado con Idoia y Beatriz, un solo

cigarrillo sería inofensivo. Sin embargo al saborear su cigarrillo, reencontrando lassensaciones que había conocido durante la mini gira canaria a pesar de lo distinto delcontexto, se dio cuenta de que le estaba gustando fumar el cigarrillo pese a no estar degira con La Napia de Cezanne. Ahora no estaba de viaje, era el cigarrillo en si, potenciadopor la compañía, la fuente de satisfacción. Era como si antes no hubiese saboreado deverdad el tabaco.

- ¿Te gusta fumar?- le preguntó a Victoria su madre curiosa antes de dar una largachupada a su cigarrillo.

- Si- confesó Victoria- sabe rico. No me extraña que la gente se enganche a esto.

“Me parece que realmente me gusta fumar. Tengo que tener cuidado”, pensó Victoriaantes de dar otra calada e inhalarla lentamente.

Días más tarde hubo otra reunión de la sección local del Club de fans de La Napia deCezanne. Comentaron las últimas noticias del grupo que todas habían visto en su weboficial. Dos de las socias traían otra noticia sobre el grupo que habían visto en versionesen red de periódicos normales. El plato fuerte de la reunión fue el relato del viaje deBeatriz y Victoria con el grupo y todas las preguntas que sobre el viaje les hicieron sus

compañeras. Las dos chicas omitieron en su descripción del viaje que Idoia Cabrera leshabía puesto la condición de fumar para poder ir con ella, pensando que iba a resultar bastante chocante.

Tras la reunión acudieron en tropel a la terraza de una cafetería cercana. Pidieronrefrescos, cafés y otras infusiones y, tras unos sorbos, Mariluz sacó sus cigarrillos conactitud levemente furtiva, fruto de ser la única fumadora del grupo. Mientras Mariluzextraía un cigarrillo su mirada se posó en Beatriz, sentada cerca, que la había mirado alsacar los cigarrillos. “¿Y si le ofreciera un pitillo?” pensó Mariluz “Por una vez estaría bienno ser la única que fumara”.

- Beatriz ¿Quieres un pitillo?

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- Gracias- aceptó Beatriz con una sonrisa traviesa tras una leve vacilación, causandola sorpresa de sus compañeras.

- ¿Has empezado a fumar?- le preguntó Arcadia.- No, solo me apetece fumar uno- se explicó Beatriz.

 Al ver la escena, Victoria pensó que podía unirse a Beatriz y Mariluz. Después de

aquel cigarrillo con su madre había fumado otro, esta vez con una tía y con su abuelapaterna, una octogenaria que aun fumaba un pitillo de vez en cuando. Había ido de visitaa casa de su abuela junto con una tía y una prima, y cuando su tía ofreció festivamente unpitillo a su abuela Victoria pidió otro para sí, para diversión de su abuela que nunca lahabía visto fumar. Además, en otro par de ocasiones, golosamente había pedido un par de caladas a su madre. Beatriz también había ampliado sus experiencias con el tabacofumado un par de cigarrillos un sábado por la noche, saliendo con amigas.

- Mariluz, no querría abusar pero ¿Me darías a mi otro cigarrillo?- pidió Victoria.

El resto de los presentes quedó asombrado ¿Había una especie de epidemia? Mariluzaceptó la petición encantada, dejó coger un cigarrillo a la presidenta y le dio fuegoamablemente. Pensó esperanzada que quizá terminara la incómoda situación de ser laúnica fumadora del club. El que otras chicas fumaran un cigarrillo, sobre todo si una deellas era la respetada presidenta, le podría quitar el estigma de viciosa extravagante sinvoluntad. Victoria soltó una bocanada de humo contenta.

- Pero chicas ¿Qué mosca os ha picado? – les dijo Vicente a Victoria y Beatriz.- Fumamos algo durante la mini gira con La Napia- confesó Beatriz entre humo.- Ja, ja, ja. Fuisteis a advertir a Idoia sobre los riesgos del tabaco y volvéis como

fumadoras- bromeó Priscila.- No somos fumadoras- puntualizó Victoria sosteniendo el cigarrillo elegantemente

con el antebrazo alzado- no estamos fumando de manera habitual ¿VerdadBeatriz?

- Es cierto, un cigarrillo no te convierte en fumadora. No estamos enganchadas.-  Aunque la verdad es que el tabaco es muy rico- dijo Victoria tras soltar una

bocanada de humo- No esperaba que el fumar me pudiera gustar así, me pareceque me resultaría muy fácil engancharme.

Mariluz le dirigió una mirada de comprensión, con una contenida sonrisa satisfecha y

Beatriz hizo un gesto de no estar de acuerdo.

- Yo no encuentro tan bueno el tabaco así que no creo que me pudiera enganchar,no lo encuentro tan interesante como para convertirlo en costumbre- explicó Beatrizantes de dar una calada a su cigarrillo.

- ¿Y por qué estás fumando entonces?- le preguntó Arcadia.- Es solo por capricho, al ver que Mariluz iba a fumar me apeteció, pero no me

parece tan interesante.

Estando con la gente del club de fans Victoria fumaba con un estilo diferente a cuandoestaba viajando con La Napia de Cezanne o cuando fumó en familia. Ahora fumaba con

un estilo más formal, metida en su rol de presidenta del club. El mostrarse madura y seria

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era su método habitual para hacer olvidar su corta estatura y le había servido paraconseguir que sus compañeras confiaran en ella como presidenta de la sección del club,por lo que ahora fumaba con ademanes propios de una fumadora madura.

Unas semanas más tarde La Napia de Cezanne tocaba en una ciudad suficientemente

cercana a San Donoso como para que la sección de San Donoso de su club de fanspudiera plantearse acudir al concierto. Fletaron un autobús y allá se fueron, con muchashoras de antelación. Después de comer partieron hacia el auditorio al aire libre donde loschicos de La Napia de Cezanne y su troupe hacían pruebas de sonido y donde lesdejaron entrar por ser fans y paisanas del grupo. Idoia Cabrera acabó de probar losmicros y bajó del escenario para reunirse con el grupo, tras una breve parada para pedirleun cigarrillo a un tramoyista

- Me alegro de que vinierais, sois mis fans más importantes.- Gracias- dijeron todos como un coro de escolares.- Seguro que os gusta el concierto de esta noche ¿Alguien tiene fuego?

Victoria, Beatriz y Mariluz se llevaron las manos a bolsos y bolsillos. Mariluz, con máspráctica, fue más rápida y encendió el cigarrillo de Idoia.

- Gracias- contestó mientras el humo salía de su boca y antes de echar un potentechorro- Ya me imaginaba que vosotras también tendríais fuego- añadiódirigiéndose a Victoria y Beatriz con una sonrisa triunfante.

-  Alguna vez he fumado- reconoció Victoria- y pensé que en el concierto meapetecería fumar.

- ¿Entonces al final te gustó fumar?- Si, si que me gusta- dijo Victoria sin dudar.-  A mi no tanto- dijo Beatriz- pero últimamente estoy un poco nerviosa y me relaja.

Idoia no añadió nada pero Mariluz miró a Beatriz de una manera significativa al darsecuenta de que Beatriz ya estaba enganchada.

- En este concierto hay una sorpresa. Vamos a cantar una canción nueva que enbuena parte os debo a vosotras- dijo Idoia mirando a Beatriz y Victoria- a ver si os gusta.

Tras aquel encuentro del club de fans en que Mariluz le había dado un cigarrillo,Beatriz había seguido encontrando ocasiones para fumar en sus salidas nocturnas con

amigas distintas a las del club de fans. No encontraba el fumar tan interesante por lo quepensó que no podía prescindir de aquello en cuanto quisiera. Para no resultar unagorrona, un fin de semana al salir de noche se compró una cajetilla de cigarrillos para nopedir a las amigas fumadoras e incluso poder devolverles sus anteriores invitaciones, por lo que la semana siguiente la empezó teniendo una cajetilla en el bolso. Esperando unautobús compartía la parada con un señor que estaba fumando y se preguntó que talsería fumar un cigarrillo así porque si. Encendió ese cigarrillo y el jueves ya habíaacabado la cajetilla. Compró más tabaco el viernes por la noche, teniendo sus propioscigarrillos, fue encontrando cada vez más ocasiones para fumar y empezó a notar que eltabaco la tranquilizaba. Lo que no sabía es que le tranquilizaba porque ya empezaba aponerse nerviosa cuando llevaba bastante tiempo sin fumar, o sea, que empezaba a

engancharse a la nicotina.

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Victoria también había encontrado ocasiones para fumar, en alguna ocasión fumó uncigarrillo con su madre pero también, cuando su madre empezaba a pensar en Victoriacomo en una incipiente fumadora, le rechazó varias invitaciones porque no quería que

aquello se convirtiera en una rutina. Cuando iba a visitar a su abuela Victoria llevaba unpaquete de cigarrillos de su madre para invitarla a uno y fumar con su abuela, pensandoque un cigarrillo de vez en cuando ya no perjudicaría a su abuela y supondría unainterrupción de la monotonía de su vida de anciana. Fumar con la abuela era como unatravesura cómplice y cariñosa. También fumó alguna vez estando con amigas fumadoras,pero siendo cuidadosa en no convertirlo en una pauta de comportamiento.

En una ocasión, después de muchos días sin que Victoria fumara un cigarrillo, trastomar un café con su madre y su hermano, su madre encendió un cigarrillo y Victoria lepidió una calada. Victoria recibió el cigarrillo y dio una lenta calada, que saboreó e inhalócon cuidado devolviéndole el cigarrillo a su madre.

- Victoria, si te apetece fumar ¿Por qué no te enciendes un cigarrillo?- dijo su madretras ver como su hija exhalaba el humo satisfecha.

- No, no quiero enviciarme. Me gusta mucho fumar y me resultaría muy fácilengancharme.

- Haces bien, pero ya hace bastante que no te he visto fumar nada.- Pensé que a lo mejor estaba fumando demasiado a menudo y que era mejor frenar.- ¿Entonces ya no vas a fumar?- intervino su hermano.- No creo, quizá… no se.- Victoria, haces bien en no querer engancharte. Aunque no fumo tanto yo estoy

enganchada y no es algo muy positivo que digamos. Disfruto fumando pero es unfastidio necesitarlo, así que no me gustaría que te engancharas. Pero si tienescuidado puedes darte el gusto de fumar algo sin coger el vicio.

- Pero mamá- dijo el hermano- ¿No será demasiado peligroso? Es más segurosimplemente no fumar ¿Por qué correr el riesgo?

- Por el placer de fumar, te olvidas de que fumar es un placer- contestó la madre.- No vale la pena. Es más importante la salud.-  Ay Mauro, eres un puritano. Claro que vale la pena disfrutar, en la vida no todo es

utilidad y eficacia. Disfrutar es importante en la vida. Si decides fumar algúncigarrillo claro que corres el riesgo de pasarte y engancharte, como casi todo tieneun riesgo. Pero ¿Vas a dejar de andar en bici por si te atropellan o no vas a

relacionarte nunca con chicas por temor a una enfermedad venérea?- Pero ¿Es posible fumar un poco sin engancharse?- dijo Mauro con escepticismo.- Estoy convencida- afirmó la madre de Victoria y Mauro.

Victoria había asistido al debate entre su madre y su hermano como una espectadora,sorprendida y luego divertida al ver que, de tan enfrascados como estaban en el debate,los dos habían acabado hablando como olvidando que ella estuviera delante. No comentónada de lo que se había debatido y se guardó su opinión para si, no queriendo quitar larazón a ninguno de los debatientes, pero el sábado siguiente al coincidir con una conociday una amiga de esta, cuando estas se pusieron a fumar Victoria contempló los cigarrilloshumeantes como si fueran apetitosas golosinas para adultos, por lo que para sorpresa de

las dos fumadoras, les pidió un cigarrillo y se unió a la fumada. El domingo, en la animada

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sobremesa tras la comida en familia con tíos y primos, también fumó en compañía de susfamiliares. Al verla fumar su hermano Mauro le dirigió una mirada acongojada. En cuantopudo Victoria se acercó a su silla, le susurró que no creyera que pretendía ser una adultaautosuficiente y que siempre sería su hermanita pequeña, tras lo cual le dio un beso en lamejilla. La idea de fumar un cigarrillo de vez en cuando era muy atractiva para Victoria ypensó que se lo podía permitir.

El concierto fue tan emocionante como solían serlo los conciertos de La Napia deCezanne y las chicas y los escasos chicos del club de fans se lo pasaron muy bien. A lahora de los bises, en el primero de ellos, llegó la sorpresa que les había prometido IdoiaCabrera. Empezaron a sonar acordes que el público no pudo identificar y el público quedóalgo desconcertado. Sin que los músicos dejaran de tocar bajito, Idoia tomó la palabramientras el público callaba expectante.

- Queremos obsequiaros con una nueva canción que seréis los primeros en

escuchar. Es un canto a la amistad y a los pequeños placeres de la vida. Esperoque os guste.

Los instrumentos subieron su volumen y se lanzaron impetuosamente a la ejecuciónde la melodía, cálida y emotiva pero alegre. Idoia empezó a cantar y todos escucharonatentamente hasta que algunas chicas pudieron corear el estribillo:

 Amiga vente conmigo Acéptame un cigarrillo

Fumando y charlando contentasTodos los problemas

Dejamos atrás

 Amiga vente conmigo Acéptame un cigarrillo

Fumando y charlando de todoNo hay nada que importe

Más que la amistad

Durante una parte instrumental de la canción Idoia Cabrera sacó un paquete decigarrillos escondido tras un bafle, le ofreció a una de las coristas y ambas se encendieron

los cigarrillos. En la siguiente parte instrumental se dirigió a las primeras filas del público einvitó a fumar a algunas de las espectadoras.

- ¿Fumamos un pitillo?- gritó al público festivamente antes de volver a cantar.

Mariluz, Victoria y Beatriz, como mucha gente fumadora del público, cogieron la idea yempezaron a ofrecer tabaco a sus acompañantes. Cuando llegó la última repetición delestribillo este fue coreado por un montón de gente que movían sus manos alzadas alcompás de la música y sosteniendo cigarrillos. Arrastradas por la emoción de la canción,un montón de no fumadoras estaban fumando los cigarrillos que les habían ofrecido susamigas fumadoras. La canción no tuvo un final propiamente dicho, sino que los músicos

hicieron una transición instrumental y, sin parar de tocar, empezaron a interpretar “El bus

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urbano”, un mítico gran éxito de su primer álbum que el público coreó enfervorecidodionisíacamente.

Después del concierto las fans de San Donoso volvieron a su ciudad sin tener ocasión

de volver a hablar con el grupo, pero un par de días más tarde pudieron hablar por Internet con Idoia.

- Chicas, después de la mini gira por las Canarias acompañada por Victoria y Beatrizme pareció buena idea hacer una canción en que se desestigmatizara el tabaco,para recordar a la gente que también tiene su parte buena- explicó a sus fans.

La canción nunca fue publicada en un disco ni reproducida en ninguna cadena deradio o televisión porque ni la productora ni ninguna emisora se atrevieron a sacar unacanto al tabaco, pero fue una canción habitual en sus conciertos y bastaba que sonaransus primeras estrofas para que se empezaran a ofrecer cigarrillos y para que fumadoras y

muchas no fumadoras corearan la canción esgrimiendo sus cigarrillos como banderas. Lacanción también acabó apareciendo en programas de P2P y circuló abundantemente sinnecesidad de lanzamiento discográfico. Incluso apareció en Internet un video de airecasero de La Napia con esa canción.

En la sección de San Donoso del Club de Fans de La Napia se notó la influencia de lacanción. Cuando se reunían y ponían canciones del grupo, al escuchar la canción eraninevitables los ofrecimientos de cigarrillos por lo que pronto se incrementó el número defumadoras del club, entre fumadoras habituales y esporádicas. El tabaco se convirtió enparte del imaginario de los fans de La Napia de Cezanne.

¿Y que fue de nuestras amigas del club? Por supuesto Mariluz siguió fumando, ahoradejando de sentirse aislada por ello e incluso disfrutando de cierta consideración deexperta en tabaco entre las nuevas fumadoras habituales y ocasionales del club.

Beatriz pronto se confirmó como fumadora. Pronto tuvo que asumir que no estabafumando simplemente porque pasara por un período de cierto nerviosismo sino que eltabaco había llegado a su vida para quedarse, era una auténtica fumadora. El recientetabaquismo de Beatriz le supuso alguna discusión con sus padres, pero como adictaBeatriz no tenía opción y se mantuvo firme, consiguiendo el reconocimiento de sucondición de fumadora y de la condición de zona de fumadores de su cuarto. Pronto fumó

incluso delante de sus padres. El fumar se hizo para ella algo completamente necesario,su medicina cotidiana y su ritual. Además de quitarle el mono de nicotina de maneraeficaz y adorable, Beatriz, que siempre había sido algo alterable, se dio cuenta de que elritual de fumar le resultaba apaciguador, una especie de terapia ocupacional para cuandono sabía muy bien que hacer. Así fue desarrollando un estilo elaborado y estilizado alfumar, como una especie de tai-chi o de representación de mimo con cigarrillo. Suconsumo de tabaco creció hasta estabilizarse, ella decía que en doce cigarrillos, pero enrealidad no solía bajar de quince.

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Victoria también siguió fumando. Mientras que Beatriz fumaba quince Victoria fumabadiez, pero en el caso de Victoria a la semana, no al día como Beatriz. Finalmente se habíaanimado a disfrutar de su nuevo placer y a hacerlo con cierta frecuencia. Victoria seconvirtió en una fumadora social ocasional y estuvo satisfecha de su decisión, leencantaba fumar esos diez cigarrillos semanales y no sentía que le perjudicaran. Habíaconseguido un difícil equilibrio que no es frecuente lograr. Solía fumar al menos la mitad

de los cigarrillos el fin de semana y algún otro entre semana. Había días en que nofumaba en absoluto o que solo se daba el capricho de un par de caladas.

En buena medida Victoria había conseguido acomodarse en un tabaquismo tanmoderado porque jamás fumaba sola, para ella fumar era un acto social y el tabaco elperfecto aderezo de la amistad, como un glutamato que intensifica el sabor de lacompañía y los buenos ratos compartidos. En cambio para Beatriz el tabaco era sumedicina y su refugio. Cuando Beatriz fumaba era un acto individual e incluso, cuandoestaba en compañía y se ponía a fumar, era como si se retirara un poco del grupo, elfumar la ponía en una virtual burbuja protectora desde la cual podía seguir relacionándosecon los demás pero de una manera sutilmente más distante. Para Beatriz el fumar se

convirtió también en parte básica de su imagen, le parecía que le quedaba bien.

La gente no se sorprendía al ver que Beatriz fumaba, era una chica que daba laimagen de fumadora. En cambio todo el mundo se sorprendía al ver por primera vez aVictoria encender un cigarrillo. Victoria tenía un aire fresco y natural, era una chicaencantadora que, al ir superando se adolescencia y su viejo complejo por su estatura, sehabía vuelto más abierta, cálida y espontánea. Incluso como presidenta de la secciónlocal del club de fans de La Napia de Cezanne empezaba a relajar su pose defensiva decuadriculada eficiencia. En realidad el ritualismo de fumar se convirtió en una excepciónen la espontaneidad de Victoria. La gente no se esperaba que una dulce morochita comoella fumara. Incluso en ocasiones ocurría que alguien al verla desde lejos fumando conalguna amiga, a causa de su estatura se imaginaba ver a una niña fumando en compañíade una adulta, preguntándose escandalizado como la adulta había podido ser tandesaprensiva para dar tabaco a una niña, hasta que el desconocido miraba mejor ydescubría que no era una niña la encantadora fumadora. Antes de verla fumando a lagente le resultaba absurda la idea de que Victoria fumara y pensaba “no es posible quefume”, pero cuando empezaba a fumar, con placer evidente, veían que para ella era algode lo más natural y pensaban “ah, claro que fuma”. Cuando fumaba parecía como si elfumar encajara perfectamente con ella. Con el humo envolviéndola como un velo etéreo ycirculando por sus vías respiratorias como si fuese un acto fisiológico, Victoria se veíacomo un pez en el agua.

 Aun siendo una fumadora tan moderada Victoria era una fumadora más proselitistaque Beatriz. Como para Beatriz el fumar era su doping cotidiano y su defensa, no tenía elimpulso de compartirlo con los demás. En cambio para Victoria era fundamental fumar encompañía, para ella el que unos amigos fumaran juntos tenía una carga emocional yfestiva semejante al de un grupo de amigos compartiendo una cena o una merendola.Una fumada compartida era una pequeña celebración. Por eso cuando se juntaba conotra gente a fumar solía invitar y animar a fumar, a que hicieran una excepción, apersonas que no fumaban.

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Los amigos y amiguetes fumadores le resultaban muy útiles a Victoria para poder darse el gusto de fumar, pero no siempre tenía fumadores disponibles, por lo que enocasiones buscaba compañía para fumar en no fumadores, animándoles a fumar con ellasendos cigarrillos o un cigarrillo a medias. No lo hacía llevada por un impulsomefistofélico, por más que algunos no fumadores entendieran esas incitaciones a fumar como una travesura maliciosa. A Victoria no le atraía la idea de llevar “al mal camino”, ni

pensaba en que estuviera poniendo en riesgo la salud de sus amigas y amigos alincitarles a fumar, por un lado porque ella misma fumaba de una manera muy moderada ypor otro porque simplemente veía estas invitaciones como gestos afectuosos. Eracorriente que personas que no solían fumar aceptaran fumar con ella porque Victoriahacía que el fumar pareciera de lo más natural y lúdico. Viéndola fumar con evidenteplacer parecía algo tan inocente y tan tentador como comer una jugosa manzana. Así que junto a sus amiguetes fumadores Victoria pronto tuvo una colección de amigas y primasque, no siendo fumadoras, en ocasiones fumaban con ella. Para su sorpresa un par desus amigas si que acabaron convertidas en fumadoras diarias.

Para fumar Victoria se juntaba principalmente con amigas, pero también con amigosvarones. Su relación con el otro sexo había cambiado al superar la adolescencia. Deadolescente Victoria se sentía como un patito feo a causa de su estatura y algúncomentario desagradable de algún quinceañero indeseable también había contribuido aalejarla de los chicos. Pero acabó dándose cuenta de que su estatura no era obstáculopara que los chicos la encontraran atractiva por lo que, sorprendida y divertida por eldescubrimiento, empezó a hablar con los chicos con más seguridad y empezó a resultarledivertido. Le encantaba lo tiernos que muchos chicos podían llegar a ser y empezó acultivar algunas amistades masculinas. Sin llegar aun a tener novio tenía unos cuantosamigos especialmente cercanos con los que le gustaba pasar el rato con la excusa de ver una exposición, un espectáculo, estudiar juntos o con cualquier otro motivo. Eranencuentros agradables y excitantes pero que no dejaban de ser inocentes, porque Victoriaen estas cosas, aunque era más espontánea que la españolita media que entiende quecharlar con un chico ya es ligar y que el sexo es básicamente algo de lo que hablar (discurso de libertina y vagina de beata), no llegaba a ser tan osada en el amor como parair mucho más lejos. Con todo, Victoria aprendió a tratar con los chicos con confianza y adisfrutarlo, por lo que sus amigas empezaron a verla como una chica con éxito entre loschicos.

 A Victoria le gustaba ofrecer un cigarrillo o fumar uno a medias con sus amigas.

Cuando se juntaban varios fumadores a fumar ofrecía cigarrillos o tomaba uno si leinvitaban y no llevaba tabaco encima, cosa corriente de lunes a viernes. En esosencuentros de pandilla con presencia de fumadores, si tenía tabaco también solía ofrecer a los no fumadores, pero si el no fumador era un chico con frecuencia en vez de ofrecerleun cigarrillo le ofrecía compartir el suyo. En las ocasiones en que quedaba a solas conalgún amigo varón no fumador y le apetecía fumar, nunca les ofrecía un cigarrillo sino queles ofrecía compartir uno. A Victoria le pasaba como a la morena y la rubia de la zarzuela,ofrecía el cigarrillo con tal gracia que no lo podían resistir. Ni el chico más contrario altabaco dejaba de dar al menos una calada si Victoria se la ofrecía. El cigarrillo compartidoera para Victoria un acto lleno de afecto, ternura y complicidad.

 Aquí se acaba nuestra historia. A partir de entonces nuestras amigas fueron felices,

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comieron perdices y fumaron rico tabaco.

Sigfrido.

[email protected]

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