La Neurosis Infantil

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Iván Eduardo González Antero 30 de noviembre de 2015 LA NEUROSIS INFANTIL El comité americano de psiquiatría infantil, admite la existencia de psiconeurosis (la de ansiedad, la fóbica, la de conversión, la obsesivo compulsiva, la depresiva y la disoci ativa) y de organeurosis. Las neurosis infantiles presentan particularidades que solo pueden ser comprendidas dentro del cuadro de la dinámica evolutiva del niño. En el caso de los niños, los síntomas a diferencia del adulto, parecen proceder del conflicto como un compromiso pasajero, modificable, como defensa en un momento necesario pero lábil, como un alto en el desarrollo; como signo pleno de implicaciones para establecer un dialogo, como sufrimiento mal comprendido; analizando en estos casos el conjunto de la organización de la personalidad y considerando edad y situación, es como se llega a comprender las características de esta sintomatología. Anna Freud dice que un trastorno mental no es clasificable de neurosis infantil hasta que el conflicto patógeno ha sido interiorizado totalmente. Según esta autora lo que caracteriza al estado neurótico es el uso inmoderado y continuo de los mecanismos de defensa de los que dispone el niño: la negación de la realidad exterior, la utilización excesiva del rechazo hasta que el yo y el ello llegan a ser extraños entre si, el exceso de proyección, la fragmentación de la personalidad, etc. S. Lebovici considera que la neurosis infantil es más compleja que la del adulto, ya que la existencia de síntomas neuróticos no conducen al diagnóstico de una organización neurótica específica. En ciertos casos solo pueden comprenderse remplazando los accidentes neuróticos, en el cuadro de la patología familiar.

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La neurosis podría definirse como la estrategia que desarrolla la persona para eludir lo inaceptable (decepción, frustración, ira…), aunque con frecuencia lo que más trata de evitar el mecanismo neurótico es el sentimiento de angustia existencial o ansiedad. En pocas palabras, la personalidad neurótica es aquella que mantiene elevados mecanismos de defensa para no enfrentarse a emociones, pensamientos, o instancias de la realidad (tanto interna como externa) que le resultan amenazantes.

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Iván Eduardo González Antero 30 de noviembre de 2015

LA NEUROSIS INFANTIL

El comité americano de psiquiatría infantil, admite la existencia de psiconeurosis (la de ansiedad, la fóbica, la de conversión, la obsesivo compulsiva, la depresiva y la disoci ativa) y de organeurosis.

Las neurosis infantiles presentan particularidades que solo pueden ser comprendidas dentro del cuadro de la dinámica evolutiva del niño. En el caso de los niños, los síntomas a diferencia del adulto, parecen proceder del conflicto como un compromiso pasajero, modificable, como defensa en un momento necesario pero lábil, como un alto en el desarrollo; como signo pleno de implicaciones para establecer un dialogo, como sufrimiento mal comprendido; analizando en estos casos el conjunto de la organización de la personalidad y considerando edad y situación, es como se llega a comprender las características de esta sintomatología.

Anna Freud dice que un trastorno mental no es clasificable de neurosis infantil hasta que el conflicto patógeno ha sido interiorizado totalmente. Según esta autora lo que caracteriza al estado neurótico es el uso inmoderado y continuo de los mecanismos de defensa de los que dispone el niño: la negación de la realidad exterior, la utilización excesiva del rechazo hasta que el yo y el ello llegan a ser extraños entre si, el exceso de proyección, la fragmentación de la personalidad, etc.

S. Lebovici considera que la neurosis infantil es más compleja que la del adulto, ya que la existencia de síntomas neuróticos no conducen al diagnóstico de una organización neurótica específica. En ciertos casos solo pueden comprenderse remplazando los accidentes neuróticos, en el cuadro de la patología familiar.

El diagnóstico y el pronóstico, en relación a una sintomatología neurótica, no pueden hacerse más que en función del periodo evolutivo del niño, de sus capacidades y posibilidades que se le ofrecen y en función de la formación de sus padres. El valor de un signo neurótico en el niño solo puede ser considerado refiriéndonos a su historia, al sentido que toma la organización de la personalidad a su cambio o rigidez y a sus capacidades de superación.

M.R. Khan distingue tres tipos de neurosis infantil, según la personalidad de los adultos:

Neurosis infantil media Traumatismos acumulados que impiden que el niños internalice las experiencias Una falsa organización de sí mismo

El proceso neurótico se inicia en la infancia. La angustia queda sujeta a una defensa tan radical que no puede hacerse una nueva evaluación de los peligros. El problema continúa con la formación de tendencias neuróticas, los que constituyen un intento exagerado de

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lograr seguridad y que son susceptibles de entrar en conflicto entre ellos mismos y con otras tendencias. En un momento dado, la angustia puede aumentar, las defensas se hacen más intensas y rígidas y es entonces cuando ocurre la formación de los síntomas. La etiología de las neurosis depende:

1. Factores constitucionales de base hereditaria que condicionan la intensidad de impulsos y necesidades primarias, la angustiabilidad, y a la predisposición individual para el uso de algunas formas de defensa en lugar de otras.

2. Condiciones morbogenas en el nucleo familiar, particularmente actitudes y tendencias engranadas en el carácter de los padres que actúan en formas repetitivas o persistentes en el sentido de quebrar la espontaneidad y la voluntad del niño.

3. Ciertas situaciones traumáticas son importantes en cuanto a la selección de síntomas, particularmente en las fobias y las neurosis conversivas.

4. Factores tales como el desarrollo deficiente de la capacidad integradora de la personalidad, rigidez e intolerancia irracional de la conciencia moral.

La neurosis representa los intentos ineficaces irracionales de obtener integración intra e interpersonal en circunstancias difíciles. Cuando las capacidades constitucionales de un sujeto se ven expuestas a dificultades ambientales tempranas, conducen a la formación de pautas rígidas de la personalidad. Cuando posteriormente esa personalidad es sujeta a situaciones de exigencia o apremio, resulta la neurosis.

En el síntoma, una tendencia o impulso inconsciente es parte reprimido o en parte satisfecho. La satisfacción solo parcialmente permitida por las fuerzas represoras, se hace en forma simbolica. Es por tanto el producto de una transacción en que la energía reprimida es parcialmente descargada en forma distorsionada.

Trastornos en las comidas, si son suficientemente serios, y, sobre todo, manifestaciones de ansiedad, ya sean en la forma de terrores nocturnos o de fobias, deben ser considerados como síntomas definitivamente neuróticos. Pero el estudio de los niños pequeños generalmente muestra que esta ansiedad toma formas varias y disfrazadas, y que aun tempranamente, a los dos o tres años, muestran modificaciones de la ansiedad que implican la actuación de un proceso de represión muy complicado. Después de haberse sobrepuesto a los terrores nocturnos, por ejemplo, se presentan en ellos, por algún tiempo, trastornos del sueño, como dormirse tarde, despertarse temprano, tener un sueño fácilmente perturbable o intranquilo, incapacidad de dormir por la tarde, hechos todos que a través del análisis se manifiestan como formas modificadas del pavor nocturno originario.

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA

Ajuriaguerra, J. (2001) Manual de Psiquiatría Infantil. Barcelona: Masson.