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LA ODA DE A. POLIZIANO A HORACIO Francisca Moya Universidad de Murcia En el año 1482 el humanista Cristóforo Landino publicó la primera edición comentada de Horacio 1 . Ya habían salido a la luz otros poetas: Virgilio, en 1478, editado y comentado por Beroaldo y, asimismo, entre los años 1474-1480, en ediciones también comentadas, Ovidio, Marcial, Juvenal Estacio y Propercio, todas ellas de Domicio Calderini. La edición de Landino, de valor inestimable todavía en nuestros días, que fue reeditada en Venecia en 1483 y en 1486 en Monte Ferrato, supuso sin ninguna duda una aportación fundamental al mundo del Humanismo. Para la mencionada edición compuso Poliziano este elegante poema 2 : AD HORATIVM FLACCVM ODE DICOLOS TETRASTROPHOS ANGELÍ POLITIANI Vates threicio blandior Orpheo, Seu malis fidibus sistere lúbricos Amnes, seu trémulo ducere pollice Ipsis cum latebris feras; Vates aeolii pectinis arbiter, 5 Qui princeps latiam sollicitas chelyn, Nec segnis títulos addere noxiis Nigro carmine frontibus; 1 Christophori Landini Florentini in Q. Horatii Flacci libros omnes ad Illustrissimum Guidonem Feltrium Magni Federici Ducis filium Interpretationes. Impressum per Antonium Miscominum Florentiae, Anno Salutis MCCCCLXXXII, Nonis augusti. 2 Está recogido en Prose volgari inedite e Poesie latine e Greche edite e inedite di A. Ambrogini Polizia- no, raccolte e ¡Ilústrate da Isidoro del Lungo, Firenze, G. Barbera, Editore 1867 (edición reproducida en Hildes- heim, G. Olms, 1976). 551

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LA ODA DE A. POLIZIANO A HORACIO

Francisca Moya Universidad de Murcia

En el año 1482 el humanista Cristóforo Landino publicó la primera edición comentada de Horacio1. Ya habían salido a la luz otros poetas: Virgilio, en 1478, editado y comentado por Beroaldo y, asimismo, entre los años 1474-1480, en ediciones también comentadas, Ovidio, Marcial, Juvenal Estacio y Propercio, todas ellas de Domicio Calderini. La edición de Landino, de valor inestimable todavía en nuestros días, que fue reeditada en Venecia en 1483 y en 1486 en Monte Ferrato, supuso sin ninguna duda una aportación fundamental al mundo del Humanismo.

Para la mencionada edición compuso Poliziano este elegante poema2:

AD HORATIVM FLACCVM ODE DICOLOS TETRASTROPHOS ANGELÍ POLITIANI

Vates threicio blandior Orpheo, Seu malis fidibus sistere lúbricos Amnes, seu trémulo ducere pollice

Ipsis cum latebris feras; Vates aeolii pectinis arbiter, 5

Qui princeps latiam sollicitas chelyn, Nec segnis títulos addere noxiis

Nigro carmine frontibus;

1 Christophori Landini Florentini in Q. Horatii Flacci libros omnes ad Illustrissimum Guidonem Feltrium Magni Federici Ducis filium Interpretationes. Impressum per Antonium Miscominum Florentiae, Anno Salutis MCCCCLXXXII, Nonis augusti.

2 Está recogido en Prose volgari inedite e Poesie latine e Greche edite e inedite di A. Ambrogini Polizia­no, raccolte e ¡Ilústrate da Isidoro del Lungo, Firenze, G. Barbera, Editore 1867 (edición reproducida en Hildes-heim, G. Olms, 1976).

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Quis te a barbárica compede vindicat? Quis frontis nebulam dispulit, et situ 10 Deterso leuibus restituit choris

Curata iuvenem cute? O quam nuper eras nubilus et malo

Obductus senio! quam nítidos ades Nunc vultus referens, docta fragrantibus 15

Cinctus témpora floribus! Talem purpuréis reddere solibus

Laetum pube nova, post gélidas nives, Serpentem, positis exuuiis, solet

Verni temperies poli 20 Talem te choréis reddidit et lyrae

Landinus veterum laudibus aemulus, Qualis tu solitus Tibur ad uvidum

Blandam tendere barbiton. Nunc te delitiis nunc decet et levi 25 Lascivire ioco; nunc puerilibus Insertum thyasis aut fide gárrula

ínter ludere virgines.

Traducción:

Vate más dulce que el tracio Orfeo ya quieras detener los fluyentes ríos con la lira, ya con vibrante pulgar hacer que te sigan

con sus mismas guaridas las fieras;

Vate, señor del plectro eolio, 5 que eres el primero en atreverte con la latina cítara y sin miedo a poner con negro verso en frentes culpables los títulos que ellas merecen.

¿Quién te libra de la barbárica atadura? ¿Quién te ha quitado de la frente la niebla y, tras limpiar 10 la herrumbre, te ha devuelto a los ligeros coros,

remozado de tu tersa piel?

¡Oh, que nebuloso estabas hace poco, y »£tf« - ^ por mísera vejez! ¡Qué esplendente es el semblante con que ahora apareces, ceñidas tus doctas sienes 15

de flores fragantes!

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Tal suele entregar de nuevo al sol rutilante la remplaza del cielo primaveral la serpiente, gozosa de sus nuevas escamas, tras las gélidas nieves,

luego de abandonados sus despojos3, 20

A ti te ha devuelto así a las danzas y a la lira Landino, de las glorias de los antiguos émulo, acostumbrado, cual tú, en el fresco Tívoli

a tensar el dulce bárbito.

Ahora te conviene divertirte con deleites 25 y ahora con ligeras bromas; ahora jugar en medio de los tiasos juveniles o con lira

locuaz entre las vírgenes.

Parece lógico pensar que Poliziano meditó bien este poema en el que querría exponer en la breve extensión de una oda las ideas fundamentales que le sugería la obra de Horacio, edi­tada por un maestro suyo, ideas que había que transmitir al lector destinatario del trabajo.

La oda constituye como tal un ejemplo admirable de poesía, digno de parangonarse a los mejores poemas horacianos. No sólo responde a las «leyes» que rigen esta clase de com­posiciones, desde la estructura hasta la métrica, sino que rebosa lozanía, amén de aliento poético. Para componer estos versos, que sirven de presentación del libro al lector, acude Poliziano al rico acervo clásico que le habían proporcionado sus lecturas; así volverá a decir, pero de otro modo, lo ya dicho, y en su reutilización de materiales de los autores clá­sicos, constituirá un homenaje de admiración a éstos, a Horacio sobre todo; con «viejas palabras» elogiará el trabajo dé'Landino y proclamará con orgullo que de nuevo reina la poesía o que los valores del clasicismo han renacido.

Consta el poema de siete estrofas, que dan lugar a un número de versos habitual en Hora­cio. El texto de cada una de ellas goza de sentido completo, sin que exista encabalgamiento, si bien los contenidos aparecen organizados en parejas. Las dos primeras estrofas hablan de Hora­cio; la tercera y la cuarta se refieren al trabajo de Landino; la quinta y la sexta a Horacio rena­cido; y por último, la séptima sirve de cláusula en la que se ensalza el gozo del nuevo «ahora».

Trataremos a continuación de mostrar cómo para decir lo que pretende se sirve Polizia­no de algunas fuentes muy significativas.

En la primera estrofa se pone de relieve la suavidad de la poesía de Horacio y se com­para al poeta nada menos que con el mítico Orfeo, paradigma de la poesía y de la música, afirmándose, incluso, de modo hiperbólicamente laudatorio, la superioridad del vate roma­no con respecto al músico tracio. Seguidamente se reconocen o confieren a Horacio los mis­mos poderes que Orfeo poseía, la capacidad de detener con su música el curso de los ríos o conducir a las fieras. Son poderes éstos que se reconocían igualmente a los magos, pero, sin olvidar que Orfeo pasaba por ser uno de ellos, es la música en sí, o la palabra acompañada de música, la que, como aquí se implica, es capaz de lograr efectos prodigiosos. Horacio puede ostentar esas facultades porque es poeta; el elogio auténtico que lleva a cabo Poli­ziano es el elogio de la poesía y, en consecuencia, el de aquellos, que habiendo recibido el don divino de ésta, lo actualizan en cada una de sus obras.

3 Su piel o camisa anterior.

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Todo lo cual aparece expresado con palabras de Horacio, de Ovidio, Virgilio, Séneca, etc., tal como se evidencia en los ejemplos que iremos aportando4:

El verso l5 constituye el mejor elogio que podría dedicar a Horacio, no sólo por lo que dice sino por el cómo se sirve de modo evidente de las palabras horacianas, aunque Ovidio pueda estar gravitando también sobre su memoria poética. En los versos 2 y 36 se eviden­cia el trabajo de un artesano del verso que ha sabido combinar el seu malis, que evoca a Horacio con el recuerdo de Virgilio (cf. el sintagma sistere amnes) o de Ovidio (al añadir el adjetivo lubricus a los ríos); en el verso 3 trémulo pollice y ducere descubren la presencia de Ovidio o los satíricos Juvenal y Persio; el Séneca trágico le presta las palabras para insis­tir en el verso 47 en el gran poder de la música.

En estos versos no sólo están las palabras de los antiguos, sino todo un mundo de evo­caciones implícito en ellas y que el Humanismo potenciará.

Así, por ejemplo, comenzar con una mención a Orfeo, con quien se compara a Horacio, es mucho más que ensalzar a Horacio, ya de por sí significativo. El mito de Orfeo se utili­za, desde Petrarca y Boccaccio, en los tratados teóricos del Humanismo para explicar el nacimiento de la lírica, cuya temática característica era el elogio de la divinidad; aludir a Orfeo y su poesía es lo mismo que hablar del papel civilizador de ésta; no sólo alabar su poder sobre la naturaleza, sino, y sobre todo, su poder de erradicar la barbarie, y de barba­rie hablará Poliziano.

Pero además de ello, Poliziano reutiliza el lenguaje, consciente de que hay más impli­caciones que las que aparecen a primera vista. Lo vemos en la utilización del adjetivo blan-dus; este adjetivo, que se aplica a la poesía desde la antigüedad, estaba desde luego en Horacio, por lo que Poliziano lo podía haber utilizado sencillamente como un calco, pero aquí puede tener el valor de un término casi «técnico», es decir, pertenece o connota un len­guaje especializado, el de las teorías poéticas de la época.

Dentro de las virtudes del discurso, la suavitass es un término pragmático en el sentido de los efectos que se producen sobre el lector; la suavitas es la capacidad de atraer al lec­tor; así aparecerá con claridad en la Poética de Scaligero y así se vislumbra en el texto de Poliziano. Si la poesía es capaz, como se dice hiperbólicamente con el mito, de detener los ríos, cuya naturaleza es la de no detenerse, o de mover las piedras9, que tienen como con­dición la de estar fijas, mucho más se moverán los ánimos y las voluntades de los lectores sólo con la inmensa fuerza de una lira y de un pulgar que pulsa las cuerdas.

4 Omitiremos lugares en que sólo aparece un término o una idea similar; nos centraremos en lo que parece una copia directa, aunque en algún caso haya alguna leve variación. Iremos situando a pie de página los versos de Poliziano y a continuación las fuentes latinas.

5 v. 1: VATES THREICIO BLANDIOR ORPHEO // HOR. carm. 1, 24, 13: quid si Threicio blandius Orpheo I OV met. 11,2: Threicius vates et saxa sequentia ducit.

6 vv. 2-3: SEV MALIS FIDIBVS SISTERE LVBRICOS/ AMNES // HOR. carm. 3, 24, 58: seu malis uetita legibus

alea;/ VERG. georg. 1, 479: (infandum!); sistunt amnes terraeque dehiscunt/ OV. am. 3, 6, 81: supposuisse manus ad pectora lubricus amnis. v. 3: AMNES, SEV TREMVLO DVCERE POLLICE // OV. ep. 18, 26: pollice quas trémulo conscia siccat anus.l IVV. sat. 7, 237: exigite ut mores teneros ceupollice ducat IPERS. sat. 5, 40: arti-ficemque tuo ducit sub pollice uultum.

7 v. 4: IPSIS CVM LATEBRIS FERAS // SEN. H. O. 1055: ipsis cum latebris ferae.

8 Poliziano utiliza el adjetivo blandus con valor semejante. 9 Las piedras donde se esconden las fieras; la poesía, Horacio como Orfeo, puede mover a las fieras junto

con sus escondrijos.

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En la segunda estrofa reconoce Poliziano que Horacio no es sólo el verdadero señor de la poesía lírica, concretada en la poesía eólica, no sólo el primero que introdujo esta clase de poesía en el Lacio, consiguiendo así ennoblecer la poesía latina, sino también el autor satírico capaz de señalar con el dedo a los que merecen su censura. Para manifestar lo pri­mero el humanista tiene detrás sobre todo al mismo Horacio; horaciano es el verso 610 aun­que Poliziano, como lo pudo hacer Horacio, tuviese en mente a Lucrecio; más libre es la reutilización que hace en el verso 8 del material clásico".

Poliziano ha querido señalar las diferencias de género existentes en la obra horaciana; sin duda ninguna Poliziano prefiere la poesía lírica; a ella dedica en su oda mayor exten­sión, más elogios en su valoración12; Horacio intentó y logró traer al Lacio la poesía lírica griega, pero tampoco dudó ni sintió pereza13 en escribir otra clase de poesía, la satírica; cier­tamente por ella comenzó. La reutilización de las fuentes con cambio de mensaje se perci­be de modo especial en el la expresión nigro carmine.

Con niger (nigra bilis, nigri sales), opuesto a candidas, se puede aludir a un poema que zahiere, que muestra los defectos y vicios, como, por el contrario, con candidus es designado el poema que no hiere a nadie. Con nigrum carmen Poliziano se puede referir a un tipo de poesía más o menos satírica, como conviene en buena manera a Sátiras, Epístolas y Epodos.

Con la poesía satírica Horacio iba a poner sobre las frentes (de los romanos, aunque no hace mención de ello) las marcas, los tituli indicadores de sus faltas y delitos. Con títulos addere noxiis frontibus Poliziano quiere aludir a la condición de esclavos que ostentan quie­nes actúan en contra de las normas morales; por ello, éstos, como los esclavos, tienen que mostrar en su frente la nota censoria, y así lo hizo Horacio con su nigrum carmen.

En la tercera estrofa aparece ya de modo bastante elocuente la conciencia que se tiene del cambio espiritual que se ha producido; ahora es posible calificar de «barbarie» los siglos pasados, y a su vez erradicarla por completo con la ayuda del clasicismo recuperado. Este tema de la barbarie se liga al elogio de Landino, por cuanto éste, dicho todo con interroga­tivas retóricas, ha reivindicado a Horacio de la situación en que se encontraba en la Edad Media, como se observa en barbárica compes, o frontis nébula o, de modo positivo, al afir­mar que ha sido restituido a su antiguo estado, a la juventud de su poesía; es decir, ahora se puede leer y entender a Horacio tal y como él escribió, tal como lo entendían sus lectores contemporáneos, el círculo de sus cultos amigos, pues también ahora —se deduce— hay círculos capaces de apreciar la belleza de su poesía.

Los textos que encontramos detrás de esta estrofa nos ponen de nuevo cara a cara con Horacio, aunque tampoco falte aquí el eco ovidiano14:

10 v. 6: QVI PRINCEPS LATIAM soLLiciTAS CHELYN.// HOR. carm. 3, 30, 13 2. princeps aeolium carmen al ítalos/deduxisse modos./ LUCR. 5, 9: quiprinceps uitae rationem inuenit eam.

11 v. 8: NIGRO CARMINE FRONTIBVS/ ADDERE // TIB. Lygd. eleg. III, 2, 28: atque haec in celebri carmina fronte notet:/APR VERG. Aetna 77: ...uates /sub terris nigros uiderunt carmine manes.

12 Cf. sollicitas/ nec segnis; también princeps y Latiam, frente afrontibus. 13 Cf. Nec segnis, con litotes muy significativa, que evoca posiblemente la jerarquía en cuanto al valor de

los géneros literarios. 14 v. 10: Qvis FRONTIS NEBVLAM DISPVLIT, ET SITV/ DETF.RSO // OV. met. 1, 267: fronte sedent nebulae,

rorant penaeque sinusque. v. 11: LEVIBUS RESTITVIT CHORIS // HOR. carm. 1, 1,31: Nympharumque leves cum Satyris chori. v. 12: CVRATA IVVENFM cum? II HOR. epist. 1, 2, 29: in cute curando plus aequo operata iuuentus I HOR.

epist. 1,4, 16: me pinguem et nitidum curata cute uises.

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Vuelve Poliziano a hablar de la lírica con la mención de las ligeras danzas y de la eterna juventud de la obra horaciana, a la que alude con palabras de las Epístolas; pero merece la pena reparar sobre todo en situ del verso 8, apenas una palabra, que trae a la mente un verso de la muy significativa oda horaciana que sirve de cierre a sus tres libros (III 30, 2): regalique situ pyramidum altius; con situ deterso Poliziano está haciendo al lector un importante guiño; está diciendo que la obra de Horacio es un monumento que permanece y que es más soberbio que los reales sitios de las pirámides; ahora ese situs está limpio; a ese edificio se le ha quita­do todo lo que la vejez y la desidia había acumulado sobre él, y está de nuevo radiante.

La cuarta estrofa, la segunda del segundo par, sirve para insistir en el trabajo de Landi-no con el establecimiento de un antes y un después de la edición de su maestro. Antes el poeta latino estaba nubilus, entre nieblas, había tenido que soportar el peso de unos años que lo habían cubierto de lo peor de la vejez; por el contrario, ahora está, frente a la anti­gua obscuridad, brillante, resplandeciente; vuelve a presentar su rostro nítido, y sus sienes ostentan de nuevo la corona de bien olientes flores. Para este canto de alegría15 Poliziano acudirá, además de Horacio, al vitalismo de Ovidio, sobre todo en el verso 16.

La quinta estrofa con el símil de la serpiente, que se despoja de su antigua piel para apa­recer renovada tras el invierno, le sirve para tocar indirectamente uno de los temas más caros a Horacio, el de la primavera, amén de proporcionarle la ocasión de ofrecer, con pala­bras de otros hechas suyas16, un nuevo elogio a Landino, artífice de este cambio producido en la obra de Horacio, elogio que desarrollará en la siguiente estrofa, pero le sirve sobre todo para pintar la nueva realidad del Renacimiento.

La serpiente —dice— vuelve nueva, renovada, a los soles de púrpura y vuelve feliz des­pués de haber soportado las nieves del invierno. Horacio también regresa de la misma manera, como lo han hecho y están haciendo —aunque Poliziano no lo explícita— los demás autores clásicos, gracias al trabajo de los humanistas.

En la sexta estrofa el florentino proclama abiertamente el nombre de Landino; una reno­vación tal se debe a él; por ello Horacio volverá a las danzas y a la lira; ahora bien, esto ha sido posible porque hay una sintonía, una cercanía muy grande entre autor y editor; se encuentran en una especie de complicidad; Landino es un émulo, un admirador y seguidor de las glorias de los antiguos y, como Horacio, amante de la poesía lírica y experto en ella, pues acostumbra, como hiciera el latino, a tensar las cuerdas del bárbito en el mismo lugar que Horacio tenía en sus delicias, en Tibur17, lo que dice con palabras del venusino.

15 v. 14: OBDVCTVS SKNIO! QVAM NíTIDOS ADES // HOR. ep. 13, 5: et decet, obducta solvaturfronte senec-

tus.l OV. trist. 4, 3, 9: inque meam nítidos dominam convertite vultus. v. 15: NVNC VVITVS REFERENS, // OV. epist. 16, 244: ad vultvs referens singula verba tvos. v. 16: DOCTA FRAGRANTIBUS CINCTUS TéMPORA FLORIBUS! / / OV. am. 3, 9: ...' cinctus /témpora cum Caluo,

docte Catulle, tuo / OV. met. 2, 27 verque novum stabat cinctumflorente corona. I OV. ex Pont. 3, 1, \\:Tu ñeque uer sentís cinctum flor ente corona. /SIL. ITAL. 13, 366: témpora murali cinctus turrita corona.

16 v. 17: TALEM PVRPVREIS REDDERF. SOLIBVS //APP. VERG. CIRIS 37'.purpúreos ínter soles et candida Lunae. v. 18: LAETVM PVBE NOVA, POST GéLIDAS NIVES, // APR VERG. ROSIS NASC. 49: Collige, uirgo, rosas dum

flos nouus et nouapubes. /GRATT. 307: lacte novampubem facilique tuebere maza. ILUCR. 6, 107: nec cohi-bere niues gélidas et grandinis imbris. I OV. fast. 1, : nec noua per gélidas herba sit usta niues v. 19: SERPEN-TEM, POSITIS EXWIIS, SOLET // VERG. georg. 3, 437: cumpositis nouis exuviis nitidusque iuuenta. I VERG. Aen. 2. 473: nunc positis nouis exuviis nitidusque iuuenta.

17 v. 22: LANDINVS VETERVM LAVDIBVS AEMVLVS,// VERG. Aen. 10, 371: spemque meam, patriae quae nunc subit aemula laudi I OV. met. 6, 83: ut tamen exemplis intellegat aemula laudis.

v. 24: BLANDAM TENDERE BARBITON.// HOR. carm. 1, 1, 34: Lesboum refugit tendere barbiton.

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En la alabanza de Landino está implícito el reconocimiento y admiración hacia todos los demás, el orgullo del humanista, que se siente capaz, como lo está haciendo en esta oda, de ser un nuevo Horacio, de llenar de nueva vida la semilla hecha obra de los antiguos.

La séptima estrofa que cierra el poema, dirigida de nuevo al poeta latino, y en la que se evocan una serie de lugares de su obra, manifiesta que ahora ya puede gozar Horacio de lo que a él le agrada, a saber, puede compartir y favorecer la alegría de los jóvenes.

La última estrofa es aprovechada por Poliziano para situar en ella, repetido literalmen­te, un gliconio horaciano18; habla a las claras del nuevo nunc de Horacio; en pleno Huma­nismo es el mismo nunc que vivía el poeta; el florentino recoge aquí el tono festivo, primaveral, de danzas y juegos de jóvenes y muchachas, tantas veces expresados por el venusino, y lo hace sirviéndose de su gramática; lo muestran estos importantes ecos:

Los versos 25-28 de Poliziano

Nunc te delitiis nunc decet et levi Lascivire joco; nunc puerilibus Insertum thyasis aut fide gárrula

ínter ludere virgines.

ostentan sobre todo una evidente relación con HOR, carm. 1, 4, 9-12:

Nunc decet aut uiridi nitidum caput impediré myrto aut flore terrae quem ferunt solutae; nunc et in umbrosis Fauno decet immolare lucís,

seu poscat agna siue malit haedo.

El nunc decet de Horacio está en el v. 25 de Poliziano, y la repetición de nunc en el latino se recrea en el poeta humanista en los versos 25 y 26; la disyuntiva aut del v. 10 de Horacio está en el v. 27 de Poliziano, pero, además, el seu ...sive malit del verso 12 está recogido al principio de la Oda del humanista en el seu malis del v. 2, aunque en el trabajo de composi­ción llevado a cabo por éste no pueda olvidarse el eco de otra oda horaciana (C. I 3, 15-16)19.

En lo dicho hasta aquí se comprueba que un cúmulo de fuentes directas e implícitas sus­tentan este poema20, como lo hacen en toda la producción literaria de Poliziano; en toda su obra vemos el caudal riquísimo de la literatura griega y latina asimilado y recreado21.

Ocho veces aparece Horacio, y no sólo el de las Odas, sino también el de las Epístolas; once, Ovidio, en varias de sus obras; cuatro, Virgilio, y tres la Appendix Vergiliana, cuya pater-

18 v. 28: ÍNTER LVDF.RE VIRGINES.// HOR. carm. 3, 15, 4: Ínter ludere virgines. 19 quo non arbiter Hadriae/ maior, tollere seu poneré volt freía. Cf. cómo el término arbiter aparece en el

verso 5 de Poliziano, lo que confirma el eco de esta oda horaciana. 20 Poliziano se sirve naturalmente de procedimientos ya utilizados por los propios autores clásicos. 21 Comprobamos que Poliziano mantiene similar modo de actuar hasta su muerte, si es verdad, como pare­

ce, que su última obra, o de las últimas, fue una Silva que compondría en el mismo año en que murió, 1494, y que permaneció inédita hasta hace relativamente poco, el año 1954, en que fue editada por A. Perosa (Angelí Poli-tiani Sylva in scabiem. Testo inédito a cura de Alessandro Perossa, Roma, Edizioni di Storia e Letteratura, 1954), y de nuevo en 1960 por G. del Guerra (Uno sconosciuto carme sulla lúe di Angelo Poliziano, Pisa, Scientia vete-rum, 1960); éste mantiene que no se trataba de una scabies, sino de una lúes, una enfermedad contagiosa, en con­creto venérea, la sífilis, que apareció en 1493 y que Poliziano padeció; de ella, afirma, murió. En esta silva, que es lo que nos interesa, vemos utilizados materiales, fuentes, procedentes de Virgilio, Ovidio, Lucano, Estacio, Valerio Flaco, Plinio, Aristóteles, como mostró en su comentario Perosa; hizo lo mismo que en esta Oda o lo mis­mo que, por ejemplo, en sus Estancias.

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nidad virgiliana no estaba en cuestión en ese momento. En dos ocasiones encontramos a Lucre­cio, aunque el texto aportado al verso 18 podría omitirse, puesto que hay un ovidiano similar. Una vez Séneca, Juvenal, Persio, Tibulo (las elegías de Lígdamo), Silio Itálico o Gratio, aun­que pueda dudarse de si estos últimos están necesariamente detrás del poema de Poliziano.

La presencia de Ovidio habla del conocimiento y éxito de este poeta, que, si sólo nos atuviésemos a estos datos, parecería superar en influjo al propio Horacio, lo cual, evidente­mente, no es así. Las demás fuentes insisten en el conocimiento de los clásicos de Polizia­no y en su acierto al elegir sus palabras. En cuanto a Horacio, el Horacio lírico sobre todo, es éste el que deja sentir su presencia por doquier en Poliziano; es su espíritu el que está detrás de la Oda22. Una oda dedicada a elogiar a Horacio tenía que ser por necesidad inten­cionadamente horaciana, y relacionado con ello está la elección del léxico o de la métrica.

El poema es ciertamente obra de un poeta; Poliziano lo era y bueno, por lo que es lógi­co que en él se esmerase por diversas razones; por causa de Landino, su destinatario, por Horacio, el poeta editado y renovado, y por él mismo, que querría estar a la altura de sus homenajeados y de las ideas expuestas.

El léxico utilizado en el poema es adecuado y rico. De las ciento treinta palabras de que consta la Oda, incluidas preposiciones (a, ab, et, cum), conjunciones (aut, seu, quam), adverbios {nunc) o interjecciones (o), exclamativas, hay muy pocos términos repetidos.

Dos veces aparecen utilizadas nueve palabras: blandus (vv. 1 y 24); fides (vv. 2 y 27); frons (vv. 8 y 10); levis (vv. 11 y. 25); talis (vv. 17 y 21), quam (vv. 13 y 14); quis (vv. 9 y 10); reddo (vv. 17 y 21); seu (vv. 2 y 3); soleo (vv. 19 y 23); vates (vv. 1 y 2). Tres veces aparecen: te (vv. 9, 21 y 25), y nunc (vv. 15, 25 y 26), y en cuatro ocasiones se encuentra la conjunción et (vv. 10, 13, 21 y 25).

Las repeticiones, además, no lo son por casualidad; así, blandus aparece en el primer verso para calificar la poesía de Horacio, al propio vate, y en la cláusula de la penúltima estrofa referido a la lira, al instrumento y medio de esa poesía; fides, uno de los nombres de la lira, se encuentra en el segundo verso y en el penúltimo, situados en correspondencia simétrica, sin duda buscada. En el caso de frons, que aparece en versos casi consecutivos (sólo hay uno en medio), Poliziano quiso buscar la ambigüedad y el contraste; en el primer caso se trata de las frentes de los romanos que merecían la censura; en el segundo es la fren­te de Horacio que ha sido de alguna manera censurada, cubierta por la niebla de un mal conocimiento. En el caso de levis, aparte de la oportunidad del adjetivo para referirse de modo directo o indirecto a las odas de Horacio, se observa que en la primera aparición se habla de leves, ligeras danzas, y en la segunda de ligero juego, diversión, de palabras, sin duda, que acompañan las danzas de las que se hace mención en la estrofa; la repetición del verbo reddo sirve a la comparación establecida entre la renovada serpiente y el renovado Horacio. En cuanto a talis, quam, o qualis es evidente que la reiteración es enfática, sobre todo en el caso de talem, que está a la cabeza de las estrofas quinta y sexta23, por lo que es, naturalmente, buscada; la repetición de seu es meramente gramatical. Finalmente, hecha excepción de et, que no necesita explicación mayor, enfática es la presencia de los dos nunc finales, y pretendidamente significativa la repetición de vates en los versos 1 y 2.

22 Baste de ejemplo la última estrofa de la Oda, a la que ya hemos aludido, y que, como es lógico, debe representar uno de los momentos más significativos del poema.

23 En la quinta estrofa se habría esperado qualem, para establecer la comparación (talis/'qualis).

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A la vista de los datos es necesario señalar la riqueza de vocabulario de que hace gala nuestro autor en este poema, y por ello hay que insistir en la muy exquisita elección de tér­minos, todos ellos representantes del mejor latín, avalado por el uso de los mejores autores y, en particular, con el referente horaciano. Si nos centramos en la adjetivación, se com­prueba que es igualmente apropiada; también en esto ha pretendido el humanista seguir a Horacio, poeta elogiado por la adecuada utilización y decorosa economía de los adjetivos.

Los adjetivos que encontramos en la Oda son éstos: aemulus, aeolius, blandus, doctus, flagrans, garrulus, gelidus, laetum, latius, levis, nitidus, noxius, novus, puerllis, purpureus, threicius, trémulas, vernus, uvidus.

La mayoría son adjetivos propios o relacionados, directa o indirectamente, con la poe­sía lírica (aeolius, blandus, doctus, fragrans, garrulus, levis, puerilis, purpureus, threicius, vernus o uvidus); con latius {laña Chelys) se concreta que esta poesía se hizo por obra del poeta venusino del Lacio. Como marca negativa de una realidad que debe criticarse: noxius.

A la renovación llevada a cabo por Landino se alude con novus o laetus, referidos los adjetivos a la serpiente con la que se compara el resurgir de Horacio, y de la misma mane­ra, marcando el contraste, se utiliza gelidus para referirse al pasado que se opone al vernus del presente. Renovación, rejuvenecimiento, renacimiento son ideas que, como vamos repi­tiendo, campean a lo largo de la oda.

En cuanto a la métrica, también Poliziano pretende seguir de cerca a Horacio. Como reza el título, es una oda dicolos, es decir, compuesta en dos clase de cola, el asclepiadeo menor, de doce silabas, y el gliconio, de ocho. Es éste un esquema métrico muy querido al poeta venusino, como lo muestra el número de veces que está representado en sus odas24. También por el número de versos, veintiocho, está en la línea de muchas de las odas hora-cianas. En cuanto a la prosodia, ésta es absolutamente correcta, y, si reparamos, por ejem­plo, en la cesura, vemos que el poema la mantiene siempre, como era norma, tras el primer coriambo, es decir tras la sexta sílaba de los asclepiadeos; pero, además de ello, Poliziano, consciente de la función que una cesura debe tener, utiliza su posición para destacar térmi­nos altamente significativos.

Así pues, están situados ante cesura los siguientes términos: Threicio (tracio es Orfeo), fidibus (fides es uno de los nombres de la lira), trémulo (el adjetivo alude al movimiento de los dedos al pulsar la lira), aeoli (sabemos que decir poesía eolia es lo mismo que decir líri­ca), latiam (indica que ya se ha hecho latina esta poesía antes griega); títulos (las marcas o notas que critican y evidencian las culpas; es la otra poesía que compone Horacio, mucho menos representada en esta Oda), barbárica (sirve para recordar el anterior estado de la poesía horaciana y la situación de ignorancia anterior al Humanismo), nébula (insiste en la misma idea de falta de brillo, de oscuridad); levibus (es levis un adjetivo adecuado a la poe­sía y a las danzas), eras (por primera vez un verbo ante cesura para aludir al pasado de Horacio), senio (destaca ese estado de inmerecida vejez de la obra); referens (verbo para apuntar el presente), purpuréis (evoca no sólo sol y primavera, sino belleza, amor, temas de los poemas horacianos), nova (adjetivo para mostrar la renovación de su obra), positis (de

24 La estrofa de tres asclepiadeos menores y un gliconio aparece en diez odas (I 6, 15, 24, 33; II 12; III 10, 16; IV 5, 12); la de dos asclepiadeos, un ferecracio y un gliconio en siete odas (I 5, 14, 21, 23; III 7, 13; IV 13); dísticos de gliconios y asclepiadeos en doce odas (I 3, 13, 19, 36; III 9, 15, 19, 24, 25, 28; IV 1, 3); el asclepia-do menor en serie monóstica en tres odas (I 1; III 30; IV 8) y el asclepiadeo mayor en serie monóstica también en tres odas (I 11, 18; IV 10).

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nuevo el pasado, en eficaz contraste), choréis (danzas compañeras de la lírica), veterum (alusión a los escritores clásicos), solitus (referido a Horacio, descrito como poeta lírico). Los tres últimos términos situados ante cesura: delitiis, ioco y thyasis insisten de modo especial en que la lírica horaciana se ha hecho de nuevo realidad presente.

Por tanto, y en primer lugar, el humanista italiano elige adecuadamente el esquema, con el que quería honrar a su maestro pero, no menos, como ya hemos visto, a Horacio, al que Landino, en palabras de Poliziano, renueva, cumpliendo por su parte esa especie de vatici­nio que Horacio proclamara: «no moriría», sino que se renovaría continuamente, dicho en la imagen de la vestal que sube al Capitolio con el Pontífice25. Poliziano es testigo de que Horacio sigue vivo más allá de lo que él imaginaba para su obra; él lo va a a renovar al revi­vir sus ideas y al utilizar sus palabras, capaces de suscitar similares sentimientos.

Poliziano con justicia y verdad ha hecho un magnífico y contenido elogio de Horacio; ha dicho de él lo mejor que se podía decir, que es el representante por excelencia, el pri­mero y único, de la poesía lírica. Y para mostrar de qué se trataba ha traído de la inmensa riqueza del vocabulario latino todos los términos con que la lira se nombra, los griegos y los latinos, pectén, chelys, lyra, barbiton, fides, y ha subrayado la función de esta poesía en la juventud y la primavera, a la que canta.

Horacio no era ignorante, sin embargo, de que la vejez y la muerte gravitan sobre esa misma juventud y primavera, pero Poliziano con el vitalismo del Humanismo reinante omi­te cualquier referencia a ello; ni vejez ni muerte están en el poema; la vejez sólo aparece referida al pasado; la única vejez es la padecida por la obra de Horacio antes de que Landi­no la devolviera a su antigua juventud.

Poliziano es un hombre de su época, el eximio representante también de su momento, el del Humanismo, y tras el elogio de Landino está el de todos cuantos han hecho o harán tra­bajos similares, de todos los que están comprometidos de una manera u otra a resucitar el clasicismo y contribuir con su propia obra a acercarlo. Es el Humanismo frente a la Edad Media, que la mayoría de humanistas, no siempre con justicia, desprecia. Pero desde luego Poliziano contribuyó como el que más al resurgimiento y actualización del mundo clásico; su perfecto conocimiento de los autores se percibe en todas sus obras, ya sea en las escritas en latín, en griego o en italiano; ya sea en las de creación, ya en las que se dedica a comen­tar las obras de los antiguos.

El prestigio que adquirió muy pronto en Florencia, el que perteneciese a ese grupo de élite de los Medici, en donde florecían a la vez personajes como Marsilio Ficino o el pro­pio Botticelli, explica a las claras que su poema encabece la edición de Landino, que su maestro sintiese el orgullo de unir en esta importante contribución a los estudios latinos el nombre de su alumno. Para Poliziano debió de ser a su vez un honor escribir este poema de alabanza a quien le enseñó.

Imitar a un poeta, seguirle de cerca, servirse de ideas y palabras de otros, implica dis­poner de una múltiple red de evocaciones, que engrandecen las posibilidades de lectura de la obra, además de tener la posibilidad de rendir homenaje al autor o autores utilizados.

Un modesto homenaje hemos querido rendir a un verdadero maestro en muchas artes, el Profesor Trigueros Cano, que tan bien conoce a Poliziano.

25 Cf. C. III 30, vv. 6-9.

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