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  • 8/3/2019 La Opinin Pblica-Berrio

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    LA OPININ PBLICAJordi BerrioPortal de la Comunicacin | Aula abiertaDepartamento de Periodismo y de Ciencias de la Comunicacin.Universidad Autnoma de Barcelona

    1. Introduccin

    No resulta fcil definir qu es este fenmeno social que conocemos como opinin pblica. Hay quien

    dice que es un fantasma. Childs (1965) reuni unas cincuenta definiciones de dicho concepto, lo que

    indica que no existe ninguna definitiva y que no se ha llegado a acuerdo alguno entre los

    especialistas sobre el tema. Sin embargo, podemos constatar una evidencia: seguimos hablando de

    opinin pblica, lo que quiere decir que el concepto sigue siendo til a fin de explicar ciertas

    conductas sociales. No podemos, por lo tanto, abandonar la nocin, pero debemos ser prudentes a la

    hora de valorar algunas de las utilizaciones que se hacen de ella en la prctica diaria de la vida

    poltica y en la de los negocios. En la vida ordinaria, fuera de los mbitos acadmicos y cientficos, se

    usa la nocin de una forma que no dudar en calificar de chapucera. Cualquier mente mnimamenteanaltica no admitir que se pueda hacer corresponder, sin ms, la opinin pblica con el resultado de

    las encuestas o los plebiscitos y elecciones que se celebran consuetudinariamente. De acuerdo con

    estos argumentos, me propongo exponer las principales aproximaciones que se han realizado al

    fenmeno que nos ocupa, siempre desde una posicin crtica, empezando, eso s, por una

    aproximacin histrico-gentica de la creacin de los pblicos modernos, sujetos activos de la opinin

    pblica, y de los sistemas polticos democrticos que han sido el medio en el que la opinin de los

    pblicos ha alcanzado un papel funcional.

    La nocin de opinin pblica supone, en principio, que se trata de opiniones, y esto quiere decir juicios sobre cuestiones de inters general. Las opiniones se mueven en un terreno que podemos

    considerar que existe entre el conocimiento y la ignorancia, y se articulan alrededor de temas

    respecto a los que no se pueden tener ideas definitivas; son juicios que no son ni verdad ni mentira.

    Las opiniones se movern, por lo tanto, en el campo de la verosimilitud; de lo que es creble o

    probable. No tiene sentido que alguien diga que opina que la Tierra es redonda, porque es una

    cuestin de hecho. La Tierra es o no es redonda. En cambio, s se estar de acuerdo en que la

    pertinencia de hacer la paz o la guerra es una cuestin sobre la que se pueden tener ideas varias, lo

    que quiere decir que la opinin supone una posicin personal; no dira compromiso, pero s eldecantamiento de una persona hacia una explicacin de las cosas que permite ms de una

    posibilidad. Por otro lado, las opiniones implican racionalidad e informacin en grado variable, y

    siempre deben argumentarse de forma positiva o negativa. Por otra parte, las cuestiones que son

    objeto de conocimiento son impersonales; no dependen de nadie particularmente, y, en

    consecuencia, no requieren ningn compromiso personal. No es necesario argumentarlas, sino,

    sencillamente, demostrarlas.

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    Las opiniones siempre suponen juicios individuales, lo que hace que al hablar de opiniones colectivas

    se corra el riesgo de crear abstracciones que carecen de cualquier tipos de correspondencia con

    nada que tenga una realidad emprica. Sin embargo, y tal y como enuncibamos anteriormente, estas

    abstracciones pueden ser tiles para explicar unas determinadas situaciones que s se dan en la

    sociedad.

    Cuando se habla de opinin pblica, generalmente se quiere hacer referencia a algo que va ms all

    de las opiniones individuales, e incluso de su suma. Se puede admitir que los temas que afectan al

    conjunto de la sociedad originan debates y procesos de informacin que ayudan a los individuos a

    formar sus opiniones individuales. Por lo tanto, se tratar siempre de opiniones de personas

    concretas, pero que son el resultado de la interaccin comunicativa directa, cara a cara, o indirecta, a

    travs de los medios de comunicacin. La existencia de opiniones individuales requiere que haya

    ciudadanos capaces de tenerlas, es decir, personas razonablemente informadas o muy informadas y

    que tengan la suficiente autonoma de juicio como para poderse formar ideas personales de los

    problemas que afectan a la comunidad.

    De estas generalidades podemos sacar algunas consecuencias. La primera es que, para que se

    pueda hablar de opinin pblica, es necesario que exista la posibilidad de informar y de informarse

    con una libertad suficiente. En este punto todo el mundo est ms o menos de acuerdo. Despus,

    debe aceptarse la necesidad de un debate social ms o menos libre o condicionado. En este punto

    existen algunas diferencias.

    Asimismo, tendremos que admitir que, para que pueda hablarse de opinin pblica, es obligado que

    se manifieste de una u otra forma. No se pueden confundir nunca la confidencialidad o los juicios no

    expresados con la opinin pblica, ya que sta requiere necesariamente publicidad. Las opiniones,por lo tanto, es necesario que sean manifestadas; despus tambin ser necesario que estas

    opiniones manifestadas tengan algn tipo de operatividad social, esto es: que sean cultural y

    polticamente relevantes.

    Una ltima consecuencia que tambin tendremos que extraer de lo que hemos dicho hasta ahora es

    que el ejercicio de la razn pblica precisa que haya ciudadanos capaces de razonar con libertad de

    conciencia y con capacidad crtica; es decir, que haya pblicos. Es evidente que las masas

    compuestas por sujetos indiferenciados o las multitudes reunidas en un lugar y en un espacio de

    forma circunstancial no son, no pueden ser, los sujetos de la opinin pblica. La existencia depblicos activos es un fenmeno moderno que est relacionado con la creacin de las democracias

    que se establecieron en algunos pases a raz de las revoluciones burguesas.

    La opinin pblica es fundamentalmente un conjunto de procesos de comunicacin que se realizan

    entre los ciudadanos, y entre stos y el gobierno. Tales procesos se llevan a cabo mediante contactos

    directos y tambin indirectos, a travs de los medios de comunicacin. Esta realidad indiscutible ha

    llevado a considerar a los medios de comunicacin como los instrumentos indispensables para el

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    ejercicio de la razn pblica en las sociedades complejas actuales. Pero a menudo se ha errado

    cuando se han pretendido considerar los contenidos de los medios y la opinin pblica como una

    misma cosa. Es lo que Allport (1937) ha denominado el malentendido periodstico de la opinin

    pblica. Los medios de comunicacin, si desempean bien su funcin, vehiculan las opiniones de la

    gente o le procuran las informaciones oportunas para que los pblicos puedan formrselas. Pero si se

    convierten en instrumentos de propaganda, entonces ya no est claro si van a favor o en contra de la

    opinin pblica.

    2. El desarrollo de las sociedades modernas

    Para poder entender el fenmeno social de la opinin pblica de forma que vaya ms all de la mera

    superficie fenomnica, ser necesario estudiar histricamente cmo se produjo; cules fueron las

    circunstancias econmicas, polticas y sociales que lo propiciaron; cules las ideas procedentes de la

    filosofa que le confirieron coherencia lgica y conceptual, y, finalmente, qu disciplinas sociales le

    han otorgado un contenido especfico, como por ejemplo la ciencia poltica, la sociologa o, ms

    especficamente, los estudios sobre comunicacin social.

    Si las variadas concepciones conviven y debaten acadmicamente, todas ellas se han nutrido de

    diversas posturas tericas construidas histricamente. Y es que la expresin opinin pblica que se

    usa actualmente, se remonta a mediados del siglo XVIII. No obstante antes de aquel momento se

    manejaban trminos parecidos como opinin comn, opinin popular, voluntad general, vox populi,

    etc. que hacen referencias indirectas sobre la opinin pblica.

    De esta manera, Protgoras hace referencia a creencias (opinin) de las mayoras, Herodoto de la

    opinin popular, Demstenes de la voz pblica de la patria, Cicern habla del apoyo del pueblo yTito Libio de la opinin unnime. Pero, como es sabido, son los filsofos griegos quienes hacen los

    mayores aportes y precisiones. Platn, hace por ejemplo una separacin entre doxa (opinin) y

    epistema (ciencia), es decir el saber del vulgo, frente al autntico conocimiento de la ciencia

    reservado a una minora. En cambio, para Aristteles la doxa es solo un conocimiento probable, de

    esta manera, el hombre para opinar no requiere acudir a la ciencia, pues posee el criterio del sentido

    comn, de sus experiencias directas y de las comprobaciones empricas.

    Desde siempre, y especialmente desde el Renacimiento con Maquiavelo, se ha considerado que las

    opiniones populares tenan su influencia en la conducta de los hombres, y particularmente de loshombres de gobierno. Shakespeare consider la opinin concubina del xito (Speier, 1950). Por su

    parte, los filsofos creadores del pensamiento poltico liberal, tales como John Locke, David Hume y

    James Madison, valoraban las opiniones ms bien como reputacin; es decir: aquello que los dems

    piensan de nosotros. Por lo tanto, en la prctica, durante la Edad Media y hasta bien entrada la Edad

    Moderna, la voluntad popular, si es que exista, no tena ningn papel poltico formal. Pero,

    ciertamente, ya se conceda importancia a los juicios y prejuicios sociales que configuran la cultura de

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    una comunidad. En funcin de ello, en los estados absolutistas modernos, poda ser tenido en cuenta

    el sentir popular, segn la voluntad del prncipe, pero no tena ningn papel formal dentro del sistema

    poltico. As pues, si bien la relacin entre las opiniones populares y los gobiernos es una cuestin

    que viene de lejos, no ser hasta los gobiernos democrticos modernos cuando adquirir fuerza

    operativa.

    Hobbes sealar que la conciencia se convierte en opinin, nivelando los actos del crear, del juzgar y

    del imaginar, en tanto Locke, habla de la Ley de la opinin, de gran importancia como la Ley divina y

    la Ley estatal. Ella no es otra cosa que la idea que de uno tienen los dems. De los fisicratas,

    Mercier de la Riviere, en 1767, expondr su doctrina de la opinin sealando que quien manda no es

    el rey, sino el pueblo a travs de la opinin pblica.

    Pero quien utilizar por primera vez el trmino opinin pblica ser J.J. Rousseau, quien desde 1750

    se preocupar sistemticamente del poder que reviste9. En medio de esta preocupacin, la revolucin

    francesa ser el movimiento histrico que permitir que se traslade el monopolio de la opinin pblica

    por parte del pequeo crculo de los ilustrados, a manos del pueblo. Pero ser el liberalismo el que

    articule de manera ms precisa una teora de la opinin pblica. Desde el comienzo de la escuela

    clsica con Adam Smith, David Ricardo y otros defendern el rgimen de opinin frente al

    despotismo. Cada uno de sus representantes aportarn elementos favorables para el desarrollo de

    las libertades individuales, entre ellas las de opinin. Frente a este planteamiento se eleva la

    concepcin marxista. Para Marx y Engels, no existe una opinin pblica general que nace en la

    sociedad civil, sino una opinin que pertenece a la clase dominante. Por ello, para el marxismo la

    falsa conciencia se condensara en la opinin pblica oficial.

    En el siglo XX, quienes se interesarn por la opinin pblica sern los que comparten las tesis de lasociologa del conocimiento (Max Scheler, Karl Mannheim, Robert K. Merton, P. Berger y T.

    Luckmann, entre otros), para quienes el individuo aislado en pocas oportunidades crea, de manera

    individual, opiniones. Pero, otras relaciones sociales, distintas a las de clase (religin, grupo tnico,

    nacionalidad, grupo poltico, etc.), pueden ser determinantes en la construccin de las opiniones de

    los individuos.

    Si uno de los rasgos importantes que encontramos en los fenmenos contemporneos de opinin

    pblica es que personas privadas opinan en pblico sobre temas de inters general de la sociedad,

    ser necesario que busquemos cundo y cmo se establece la separacin entre las esferas privada ypblica de la vida. Por otro lado, hablar significa razonar, y, por lo tanto, lo que estudiaremos ser el

    uso de la razn en pblico, segn los caminos que nos ofreci la filosofa poltica de la Edad

    Moderna.

    La primera separacin entre el mbito privado de la familia, el trabajo, el oficio o la propiedad, y la

    actividad como ciudadano y como miembro de una comunidad poltica que configuran las esferas

    privada y pblica, respectivamente, la encontramos en la polis griega (Arendt, 1974). El ciudadano,

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    adems de ser cabeza de familia y propietario, era miembro de derecho de una comunidad poltica.

    No parece ser que existiera nada similar a lo que actualmente entendemos por opinin pblica, ya

    que la voluntad de los ciudadanos se expresaba directamente en los organismos de decisin poltica,

    al ser la democracia directa. La publicidad (comunicacin en pblico) en las ciudades estado griegas

    se ejerca directamente en el gora y en las asambleas polticas.

    En la Edad Media, la distincin entre lo pblico y lo privado queda diluida por las caractersticas de la

    sociedad feudal. No existe otra comunicacin pblica que la del rey y los nobles, smbolos vivientes

    del poder divino: es la denominada publicidad representativa. Son personas pblicas en todos los

    aspectos de su vida. En cuanto a los siervos, no juegan ningn papel en las decisiones que afectan a

    la comunidad, ni tampoco son propietarios de las tierras de la forma en que lo sern los burgueses

    ms adelante (Habermas, 1981). En la Baja Edad Media, con el resurgimiento del comercio y de las

    ciudades, aparece y se desarrolla un nuevo estamento, la burguesa. Se trata de unos individuos que

    carecen de papel poltico y reducidos a la vida privada, pero que estn libres de las servidumbres

    feudales.

    La Reforma Protestante provocar cambios importantes en las conciencias europeas. Una de las

    consecuencias ms decisivas, de cara a crear una nueva publicidad, fue la lectura de la Biblia,

    traducida a las lenguas vulgares, que preconizaban las iglesias reformadas. Naturalmente, la

    expansin de su lectura fue facilitada por el invento de la imprenta, a partir de la cual los libros

    pudieron difundirse de un modo desconocido hasta entonces. Por otro lado, se consolidaron y

    desarrollaron nuevos gneros literarios, principalmente la novela, y se formaron nuevos pblicos

    lectores, ampliados an ms con la aparicin de la prensa desde finales del siglo XVII. De esta forma,

    se cre una publicidad literaria protagonizada esencialmente por la burguesa. Dicha publicidadliteraria fue no slo precursora, sino tambin forjadora, de una nueva publicidad poltica, a medida

    que los nuevos ideales democrticos fueron abrindose camino.

    Los burgueses eran personas privadas que no posean, en un principio, ningn papel poltico. Paso a

    paso, fueron ganando poder econmico y capacidad cultural, erigindose como sociedad civil

    enfrente, y diferenciada, del Estado. Tambin poco a poco, los burgueses fueron aprendiendo a

    comportarse en pblico, participando de forma progresiva en los salones en Francia, donde se reuna

    la clase dirigente para tratar temas polticos, filosficos y culturales. En Gran Bretaa, la institucin

    donde se congregaron burgueses e intelectuales fueron las casas de caf. En ellas se lea la prensa,se discuta de poltica y los escritores difundan sus obras (Habermas, 1981; Von der Heyden-Rynsch,

    1998).

    Fue as como los miembros de la burguesa configuraron su subjetividad y su capacidad razonadora,

    a la vez que desarrollaron la economa capitalista.

    Progresivamente se hicieron con el poder econmico, pero, en cambio, el poder poltico permaneci

    en manos de la aristocracia cortesana hasta que tuvieron lugar las distintas revoluciones, primero en

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    Gran Bretaa y despus en Estados Unidos y Francia. Fue entonces cuando se establecieron los

    regmenes democrticos, en cuyo interior la nueva publicidad poltica poda realizar su funcionalidad

    de legitimar la accin de los gobiernos.

    Sin embargo, las primeras democracias estuvieron restringidas a los crculos de burgueses, ya que

    las clases populares quedaron al margen. Esta democracia liberal primitiva gozaba de una publicidad

    poltica bastante coherente, dado que las minoras activas que tenan derecho a voto podan reunirse

    fcilmente en los mbitos descritos anteriormente y disponan de una prensa que evolucion de forma

    paralela al despliegue del sistema poltico liberal (Chartier, 1995).

    Las democracias se desarrollaron en el transcurso de los siglos XIX y XX. Las clases populares

    fueron integradas en el nuevo espacio poltico ampliado, aunque el verdadero sufragio universal, es

    decir, con el voto femenino, no se alcanz, en la mayora de pases, hasta muy avanzado el siglo

    pasado (en Catalua no se implant hasta 1932). Pero el establecimiento de la democracia de masas

    se pag al precio de la comunicacin. Efectivamente, los procedimientos empleados hasta entonces

    en la publicidad poltica se declararon insuficientes. Los antiguos cenculos donde la comunicacin

    era directa, cara a cara, no podan absorber a los nuevos actores polticos. La prensa de calidad era

    minoritaria, y los nuevos peridicos populares de grandes tirajes tampoco llegaban a todo el mundo,

    y, adems, se especializaron en el sensacionalismo y el entretenimiento, lo que los hizo poco

    eficaces para la creacin de una publicidad poltica de alcance universal.

    La incorporacin de la radio y la televisin cambi el panorama de forma radical. Eran medios que

    tenan grandes potencialidades y pronto alcanzaron unas audiencias autnticamente masivas. As es

    como, de forma sinttica, se concreta en las democracias modernas el papel de las opiniones

    colectivas como instancias legitimadoras de las acciones de gobierno.

    3. Las distintas posiciones tericas sobre el fenmeno de las opiniones colectivas

    La opinin pblica ha sido contemplada, en nuestros das, desde varias posiciones tericas. En

    realidad, puede decirse que cada escuela cientfica se ha aproximado al fenmeno desde su

    particular perspectiva. Por ello, si se pretende ofrecer una visin general de los estudios que se han

    destinado a aclarar las circunstancias que intervienen en la ordenacin de las conductas y opiniones

    colectivas, ser imprescindible proporcionar no una, sino algunas visiones tericas sobre el tema que

    nos ocupa.

    Teora normativa

    Empezar en primer lugar por la teora normativa, denominada as porque nos indica cmo tiene que

    ser la comunicacin pblica desde el punto de vista poltico y tambin tico para que pueda ser

    relacionada con los fenmenos de la opinin pblica. La teora normativa parte de la existencia de

    personas privadas que se renen, directa o indirectamente, en calidad de pblico, para discutir sobre

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    temas de inters general. Segn lo dicho, esta corriente considerar que, en sentido estricto, no

    puede hablarse de opinin pblica si no es en un rgimen de libertades y en un sistema poltico en el

    que lo que piensa y quiere la gente condicionar tanto las leyes como las acciones del ejecutivo, a

    travs de vas institucionales como por ejemplo los parlamentos, las elecciones o los vnculos

    informales que deben existir entre ciudadanos y gobierno. De lo que hemos expuesto hasta ahora

    puede extraerse otra idea bsica, y es que la opinin pblica debe ser expresada por personas

    ajenas al gobierno y al sistema poltico en general, lo que, a su vez, supone la separacin entre

    sociedad civil y Estado.

    La comunicacin, tal y como acabamos de ver, fue directa al principio de las sociedades burguesas,

    ya que los ciudadanos se reunan en los salones, en las casas de caf o en otras instituciones

    sociales que cumplan la misma finalidad. En la sociedad actual, sin que hayan desaparecido las

    relaciones cara a cara y sin quitarles importancia, muchos de los temas de inters general se

    elaboran y se elevan a pblicos a travs de los medios de comunicacin. Por ello es necesario

    renovar, adaptar, las visiones tericas al uso hasta hoy, e, incluso, crear otras nuevas.

    La teora normativa ha sido desarrollada principalmente por Jrgen Habermas. Se trata de una

    propuesta realizada desde la perspectiva de una democracia deliberativa, es decir, basada en la

    posibilidad, y ms an, en la necesidad de que los temas de inters colectivo sean discutidos desde

    posiciones racionales y ticas.

    Habermas analiza la opinin pblica a partir de una perspectiva histrica, en lo referente al origen del

    concepto. Se trata del proceso filosfico de concrecin del concepto a partir de los pensadores

    polticos ilustrados y tambin del proceso de constitucin de las democracias liberales. Se califica a

    esta teora de normativa porque se definen las condiciones polticas, ticas y racionales que sonnecesarias para que puedan darse los fenmenos que conocemos como opinin pblica. De acuerdo

    con lo dicho, se desprende que no todos los fenmenos colectivos de decantamiento de opiniones

    pueden considerarse como opinin pblica. Quedaran excluidos los procesos inducidos a base de

    acciones de propaganda, manipulacin o violencia. Est claro que slo son posibles las discusiones

    racionales dentro de un marco razonable de libertades pblicas.

    Hasta aqu el origen y formacin del concepto dentro de las democracias liberales primitivas, pero

    Habermas tambin se plantea la evolucin del concepto desde su origen hasta el momento actual. En

    un trabajo reciente (Habermas, 1998) vuelve a tratar el tema de la opinin pblica, tras habernoslegado, durante ms de treinta aos, su teora social basada en la accin comunicativa. Recordemos,

    por ltimo, que el autor alemn propugna una reconstruccin de la modernidad y, por lo tanto, de la

    racionalidad y la aspiracin al progreso, al margen de los retrocesos ahistricos de la

    postmodernidad.

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    Positivismo

    Desde otra perspectiva terica, desde la tercera dcada del siglo XX, y fundamentalmente en Estados

    Unidos, se ha trabajado para construir una ciencia de la opinin pblica en el sentido positivista y

    conductista del trmino (Allport, 1937; Hyman, 1957; Berelson y Steiner, 1964), construyendo un

    edificio emprico para estudiar las opiniones colectivas. Aquellos que defienden esta corriente

    rechazan las concepciones abstractas que no tienen referente emprico. Parten de la evidencia de

    que las opiniones son siempre individuales y de que slo se pueden estudiar si se manifiestan.

    Rechazan las abstracciones por considerarlas metafsicas. De acuerdo con lo anterior, se rechazan

    conceptos como pblico si quiere decir algo que vaya ms all de comportamientos individuales.

    Como se trata de estudiar las opiniones, debes ser tenidas en cuenta cuando aparecen, y en caso

    contrario, provocarlas. Los referndums y las elecciones son actividades sociales a travs de las

    cuales se manifiestan las preferencias de los ciudadanos. Innumerables acciones sociales, como el

    consumo, tambin sirven para expresar sus preferencias. Pero la forma ms clara y directa de

    hacerlo es preguntando a la gente; de aqu las encuestas para medir las opiniones y actitudes de los

    individuos que forman las colectividades. Una entrevista demoscpica estructurada se basa en un

    cuestionario que tiene por objeto convertir en tangible aquello que, en principio, no lo es. Si las

    entrevistas se multiplican, entonces puede tenerse una idea de las opiniones del universo estudiado,

    segn las normas aportadas por las teoras de los grandes nmeros. De los estudios demoscpicos

    propugnados por aquellos que mantienen una actitud emprica puede inducirse una definicin de

    opinin pblica, que no es otra que la suma de las opiniones particulares. Siguiendo esta lnea de

    pensamiento, se cree que los medios llegan al conjunto o a la mayora de individuos que forman las

    colectividades. Sin embargo, sus efectos deben estudiarse en cada individuo particular: lasinfluencias, as como las opiniones, slo las encontraremos en los comportamientos particulares.

    La ciencia de la opinin pblica se ha convertido en una verdadera ingeniera social que proporciona

    informacin til a aqul que desee poseer datos sobre ciertos aspectos de la conducta de la gente. La

    confeccin de encuestas se convirti en una verdadera industria desde que George Gallup mont su

    empresa en la dcada de los treinta del siglo pasado (Blondiaux, 1998) y empez a medir opiniones y

    ofrecerlas a la prensa de Estados Unidos. Ms tarde esta actividad se extendi por Europa, de forma

    evidente, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial. Actualmente, los estudios de las opiniones

    se han convertido en un instrumento insustituible para los partidos polticos en la organizacin decampaas electorales, y para los gobiernos empeados en auscultar el sentir popular cotidianamente.

    Tambin en el mundo de la publicidad comercial y en el de los estudios de mercado el uso de las

    tcnicas demoscpicas resulta ya cotidiano.

    Sin embargo, de forma objetiva, debemos aclarar que la pretendida ciencia de la opinin pblica no

    ha explicado la cuestin fundamental de cmo las opiniones individuales se articulan en las opiniones

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    colectivas para producir consecuencias sociales y polticas. Sin resolver esta cuestin no puede

    hablarse de ciencia, sino slo de una prctica emprica ms o menos til. Segn dicho argumento, las

    tcnicas desarrolladas no van ms all de una ingeniera social de corto alcance, aunque til para

    aquellos que slo pretendan obtener visiones fotogrficas de las actitudes y opiniones de la gente.

    A pesar de la universalidad que ha alcanzado actualmente la confeccin de encuestas de todo tipo,

    no han faltado voces cientficas que han criticado su uso en general, y particularmente las destinadas

    a medir opiniones y actitudes. Una de las crticas que ha tenido ms impacto ha sido la realizada por

    Pierre Bourdieu. El socilogo francs argumenta que las preguntas de los cuestionarios inducen a

    contestar aunque los encuestados no tengan ninguna opinin formada sobre la cuestin. Por otro

    lado, la propia confeccin del cuestionario parte del malentendido basado en la confianza de que lo

    que se pregunta a la gente es aquello que les preocupa. En definitiva, podra decirse que al

    confeccionar una encuesta se encuentra lo que quiere encontrarse, y no lo que existe (Bourdieu,

    1973).

    Profesin periodstica

    Desde otra perspectiva completamente distinta, tenemos las aportaciones que hizo Walter Lippmann

    al respecto. Este autor escribi un libro muy original, hace mucho tiempo (Lippmann, 1922), en el que

    sita la opinin pblica en un contexto diferente de los expuestos anteriormente, lejos de las

    cuestiones ticas y polticas, as como tambin de las medidas empricas de las opiniones

    individuales. Centra el tema fundamental de la opinin pblica en los estereotipos con carga

    emocional que dominan las opiniones de las personas. A travs de su experiencia como periodista,

    saba que los medios crean o reflejan los estereotipos y los difunden en el ambiente social,invadiendo las mentalidades de la gente. Los estereotipos son expresiones o frases que expresan

    unas ideas preconcebidas que se aplican selectivamente a los temas, buscando provocar las

    connotaciones adecuadas. Como ejemplo, diremos que las expresiones banda terrorista, lavado de

    cerebro o armas de destruccin masiva intentan evitar que los pblicos analicen crticamente los

    temas controvertidos. Lippmann cree que aqul que controle la creacin y uso de estos smbolos

    podr dominar la notoriedad pblica. Uno de los aspectos que debe tenerse en cuenta es que los

    estereotipos son temporales; al variar las circunstancias, pierden su validez. La verdad es que los

    profesionales de la informacin colaboran a ello porque el uso de estereotipos les simplifica su labordiaria. Emplear sobreentendidos convierte sus mensajes en simples y comprensibles.

    Espiral del silencio

    Hasta aqu hemos visto cmo la opinin pblica es estudiada desde la ms pura racionalidad terica

    en la teora normativa y desde la perspectiva tambin racional que la circunscribe al mbito emprico;

    tambin la hemos analizado desde el punto de vista de la profesin periodstica. Ahora deberamos

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    contemplar la opinin pblica como un fenmeno surgido de las pulsiones instintivas y de los

    sentimientos profundos de nuestra especie. Desde esta perspectiva, lo que es sustantivo en la

    opinin pblica sera el instinto de grupo. Se trata de la teora de la espiral del silencio, desarrollada

    por la investigadora alemana Elisabeth Nolle-Neumann. Esta teora se desarroll en una poca en

    que el sistema comunicativo ya estaba dominado por la televisin; en una poca tambin en que ya

    no poda dudarse de la influencia de los medios en los procesos cognitivos de las audiencias (Nolle-

    Neumann, 1995). Esta autora recupera las concepciones de autores como John Locke, David Hume y

    otros a partir de las cuales se consideraba la opinin como reputacin; es decir, aquello que los

    dems piensan de uno mismo. La gente es muy sensible a este hecho. Nadie quiere sentirse aislado;

    por lo tanto, tender a aadirse a las opiniones que se perciben como mayoritarias. Nolle-Neumann

    considera que todos tenemos una especie de capacidad, o de sensibilidad casi estadstica, que nos

    lleva a detectar cules son las tendencias, opiniones y modas que avanzan, y cules las que

    retroceden. Por ello, ante un proceso de manifestacin de las opiniones colectivas, actan los

    mecanismos psicosociales descritos. En un proceso electoral, por ejemplo, siempre existen

    expectativas distintas respecto a los partidos que participan en los comicios. Existen estados de

    opinin decantados hacia una fuerza u otra que pueden aumentar en intensidad o que pueden

    cambiar de sentido. Se trata de la nocin denominada clima de opinin. Este clima es apercibido por

    los individuos, lo que lleva a profundizar todava ms las tendencias. Aquellos que creen que

    ganarn, actuarn con ms seguridad y contundencia en sus relaciones comunicativas

    interpersonales, mientras que a los que se creen en minora les pasar lo contrario. Entonces se

    originar un proceso denominado espiral del silencio, que es como la investigadora alemana ha

    denominado su teora. La espiral del silencio no har sino reforzar las tendencias que van a favor delclima de opinin.

    Precisamente, las personas ms aisladas del resto son las que con ms intensidad participan en los

    cambios de ltima hora. Porque desean participar en la victoria: se trata de lo que ha dado en

    denominarse efecto carro del vencedor. Todo este conjunto de procesos psicosociales explicaran

    tanto los fenmenos de formacin de opiniones como los de cambio e, incluso, de cambio repentino.

    Tal y como hemos visto, si en la teora normativa hablbamos del ejercicio en pblico de la

    racionalidad dentro de una sociedad democrtica, en la teora de la espiral del silencio debemos

    basarnos en los vnculos instintivos e irracionales que mantienen unidas a las personas dentro de suscolectividades. No se trata tanto de teora poltica como de antropologa social aplicada al estudio de

    los procesos de opinin.

    Temas y atencin pblica

    Por ltimo, deberamos contemplar los trabajos relacionados con las estructuras del sistema

    comunicativo que rigen la elaboracin de temas y que centran la atencin pblica. Nos referimos a los

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    trabajos de Niklas Luhmann, por un lado, y a los que podramos decir que provienen de la escuela

    italiana. El funcionalismo sistmico de este autor alemn se aparta radicalmente de la teora

    normativa. Por lo tanto, prescinde de la verdad y la mentira, as como tambin de las cuestiones

    ticas, para centrarse en los elementos estructurales. As pues, lo importante en la comunicacin

    pblica radica en describir cmo se elaboran los temas y cmo unos desplazan a otros. Luhmann

    parte del papel que juega la complejidad en su teora social. La realidad ambiental siempre es ms

    compleja que la capacidad que poseen los sistemas para procesarla. En consecuencia, la reduccin

    de la complejidad es una de las labores bsicas del sistema comunicativo, ya que los espacios y

    tiempos con que cuenta son limitados, como tambin lo es la atencin de los pblicos. A partir de

    aqu nos dice que la opinin pblica no puede ya ser considerada como un fenmeno polticamente

    relevante, sino como la estructura temtica de la comunicacin pblica (Luhmann, 1978: 87). La

    cuestin central, por lo tanto, es cmo se elaboran y procesan los temas, siguiendo las reglas de la

    atencin pblica, basadas en la actualidad y la novedad. De forma sinttica, podramos decir que lo

    importante no es qu se dice, sino de qu se habla.

    Similarmente en algunos aspectos, un conjunto de autores italianos encabezados por Carlo Marletti

    tambin han situado el punto neurlgico de la comunicacin pblica en los procesos de seleccin y

    elaboracin de los temas que centran la atencin de los pblicos. Los autores italianos han estudiado

    en su detalle los procesos periodsticos como es el caso de las rutinas profesionales de

    elaboracin de los temas, pero tambin, a diferencia del funcionalismo sistmico, la capacidad del

    sistema poltico y de los distintos poderes de la sociedad de influir en la seleccin de los temas

    (Marletti, 1985). Esta corriente, denominada tematizacin, pretende aclarar los procesos sociales de

    elaboracin de los temas desde sus orgenes en los acontecimientos, pero, especialmente, a partirdel momento en que llegan a los pblicos. Los temas nacen, se enriquecen, decaen y, finalmente,

    desaparecen de la atencin pblica.

    4. Conclusin

    Tal y como se desprende de la presente exposicin, la opinin pblica es un tema abierto. Se ha

    definido y vuelto a definir. Ha ido evolucionando a medida que tambin lo hacan los sistemas poltico

    y comunicativo. Actualmente vivimos una poca de cambios muy y muy importantes. La introduccin

    de las redes telemticas sin duda abrir nuevas posibilidades a las relaciones sociales. Hay quienhabla ya de una nueva esfera pblica. Los sistemas democrticos estn cambiando, aunque no

    parezca, a veces, que lo hagan demasiado positivamente. Por otro lado, la construccin de la Europa

    unida puede abrir nuevas e insospechadas perspectivas a los sistemas polticos de futuro. Por todo

    ello, no cabe la menor duda de que tendremos que seguir trabajando tericamente para dibujar los

    perfiles que adquirirn las relaciones comunicativas entre los ciudadanos y los caminos que seguirn

    los acuerdos colectivos sobre opiniones y actitudes.

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