La pintura

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LA PINTURA La pintura artística es el arte de la representación gráfica utilizando pigmentos mezclados con otras sustancias aglutinantes orgánicas o sintéticas. En este arte se emplean técnicas de pintura, conocimientos de teoría del color y de composición pictórica, y el dibujo. La práctica de el arte de pintar, consiste en aplicar, en una superficie determinada —una hoja de papel, un lienzo, un muro, una madera, un recorte de tejido, etc.— una técnica determinada, para obtener una composición de formas, colores, texturas, dibujo, etc. dando lugar a una obra de arte según unos principios estéticos. La pintura es una de las expresiones artísticas humanas más antiguas y una de las seis Bellas Artes. En la estética o teoría del arte modernas la pintura está considerada como una categoría universal que comprende todas las creaciones artísticas hechas sobre superficies. Una categoría aplicable a cualquier técnica o tipo de soporte físico o material, incluyendo los soportes o las técnicas efímeras así como los soportes o las técnicas digitales. -EL COLOR A LO LARGO DE LOS DIFERENTES PERIODOS DEL ARTE Egipto. La preocupación naturalista no existió en absoluto si exceptuamos algún periodo aislado (Akenatón). Los colores planos, que servían de relleno a unas figuras contorneadas de modo firme y seguro, podían tener un contenido simbólico, o decorativo. No se contemplaba el claroscuro, por supuesto. Como sabemos, la función del arte iba mucho mas allá que la plasmación de la realidad. China. Algo parecido ocurre aquí. La pintura china hacía mucho hincapié en el contenido. El artista debía llegar a un estado espiritual óptimo para empezar su trabajo. Su actividad suponía una fusión casi mística con la naturaleza, y los colores y las formas, catalogadas en verdaderos recetarios, no pretendían ser expresión individual del artista, sino continuadores de la tradición; ni tampoco plasmación naturalista, sino una impronta espiritual. El aspecto más desarrollado de la pintura fue el grafismo, el trazo, derivados de su importantísima tradición caligráfica. India. La influencia griega hizo que algunas pinturas presentaran interés por el claroscuro, aunque la estilización expresiva, también de gran contenido espiritual, jugara un papel preponderante.

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Grecia. El conocimiento de la pintura griega lo tenemos sólo indirectamente, a través de referencias como las de Plinio o Vitrubio. Según esto, y algunas versiones de obras famosas realizadas en mosaicos, la pintura griega, como todo el arte griego, tuvo un gran interés naturalista. Conocemos incluso episodios anecdóticos en los que pintores como Zeusis hacen que los pájaros piquen en uvas pintadas por él. Todo esto (lo último, claro, es discutible) nos hace pensar en un acusado interés por el claroscuro y el color. Roma. Heredera de la tradición cultural griega, Roma transforma el naturalismo idealizado griego, y lo hace realista. En el caso de la pintura, el uso del color se hace de forma extraordinariamente vivaz, hay un interés por los mas variados motivos, paisaje, retrato, bodegón... Se pintan detalles tan cotidianos como las transparencias de un frutero, con todo su rico juego de color, luz y sombra. Gran parte de este conocimiento lo debemos a las excavaciones de Herculano y Pompeya, y en zonas colonizadas de Egipto. También el mosaico con sus peculiaridades que lo diferencian de la pintura, se nos presenta como todo un ejemplo de interés cromático. Bizancio. La persecución de las representaciones artísticas religiosas, la idea de que a toda pretensión de representar a Dios es perniciosa, y el desprecio por el cuerpo, de los pasajeros y lo accidental, son razones que nos ayudan a entender el arte Bizantino. El color se utiliza de forma plana, irreal y simbólica. Grandes fondos dorados y brillantes, colores que niegan toda ilusión de profundidad, tratamiento geométrico de ropajes, rostros simplificados que no buscan reflejar ningún rasgo individual. Edad Media. Algo parecido podemos decir de este periodo El color sigue siendo un relleno plano de espacios, espiritual y simbólico. Hay un denodado interés por los colores brillantes. Un escrito de la época nos relata como un monje dice sentirse elevado' a mundos superiores, con la contemplación de los alucinantes matices de las piedras preciosas, los colores dorados, refulgentes... En las miniaturas, el color es tratado con extraordinario detalle, y muchas veces con un evidente carácter compositivo y abstracto. El dibujo rígido y contorneante encierra los colores.

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Renacimiento. Con la mirada vuelta a la Antigüedad Clásica, se recuperó el interés del hombre por la naturaleza, y por sí mismo. Progresivas conquistas de varios pintores recuperaron el color para recrearse en la naturaleza y en su visión idealizadas de ella. El gran precursor fue Giotto, con sus figuras monumentales, con fuerte sensación de tridimensionalidad, gracias al dibujo, al escorzo y al claroscuro. Masaccio, representa la conquista de los valores táctiles de la figura, plásticamente modelada, con gran atención a la anatomía. El estudiado claroscuro, provee a lo que pinta de una sensación de peso, de consistencia. Pero también integra sus figuras en el fondo, recreando en el cuadro un ambiente total e integrador. Piero de la Francesca es otro maestro del claroscuro, con algún ejemplo inusual e inquietante. Se dice que recreaba modelos de arcilla, que luego iluminaba con luz artificial, para observar mejor los efectos de luz y sombra. Leonardo da Vinci, tiene en la luz una de sus mayores preocupaciones. La concibe como una lenta fusión del blanco y el negro. No presta gran interés por el color como tal, y sus cuadros son grisallas levemente cubiertas por colores transparentes. El paso de la luz a la sombra es siempre muy tenue, sin contrastes. La luz acaricia literalmente los objetos. La gran revolución del color se produce en Venecia. A diferencia de los florentinos, los pintores venecianos desdibujan los contornos, pintan con colores brillantes y ricos. Es de gran influencia la adopción de la técnica al óleo, aprendida de los flamencos. Puede que influya en todo esto la especial luminosidad y la atmósfera de la ciudad, además del carácter abierto y ecléctico de los venecianos. El gran pintor de la luz y el color es Giorgione. Supera el divorcio existente entre color y claroscuro. Las sombras las hace, no con colores terrosos y grisáceos, sino con vivas pigmentaciones. Luz y color son una misma cosa. Se interesa por la atmósfera y el ambiente de la naturaleza. Sus gran discípulo fue Tiziano. Fue muy grande su interés por el color. La forma se definía a partir de él. Empezaba algunas obras entonando con colores, directamente, sin esbozo previo, construyendo el cuadro progresivamente. Toda una anticipación de modernidad. Barroco. La ruptura del ideal clásico, da paso a una serie de pintores, que con un interés creciente por la realidad humana en toda su dimensión, por las calidades texturales y cromáticas de los objetos, y por el claroscuro, constituyen la Era de Oro de la pintura. Caravaggio centra su interés en la luz, a la que supedita el color. Esta es potente, situada fuera del marco de la obra, incide con fuerza sobre las figuras, que se representan en un espacio neutro e indefinido. Los contrastes son muy fuertes, las zonas iluminadas determinan la composición, en relación

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con el amplio espacio oscuro. Además, su utilización de la luz es expresiva, la dirección en que incide tiene también gran importancia en la composición. Rembrandt también utiliza el claroscuro como eje fundamental de su expresión pictórica, y su interés por el color queda reflejado en su particular manera de pintar, utilizando mucho empaste, envolviendo la forma. Todos sus cuadros están inmersos en un ambiente muy especial, muy humano, intimista, reflexivo, anti—clásico, muy personal. Otros pintores que usaron el claroscuro: Vermeer, Rubens, Ribera, Velázquez, La Tour... A partir del siglo XVII el fenómeno más importante de la Historia del Arte en cuanto al color y a la luz en la pintura se refieren, es la ruptura del espacio pictórico clasicista. El progresivo abandono del naturalismo, la ilusión de profundidad, etc.; que desde el Renacimiento hasta el siglo XIX, había caracterizado a la producción pictórica. Esto empieza a materializarse en el Impresionismo, cuando una serie de cambios como las pinceladas divididas, el tratamiento de las formas, el hecho de que sea el espectador quien en última instancia organiza perceptivamente la obra...;entran en franca oposición a la tónica imperante desde el Renacimiento. A partir del Impresionismo, pintores como Renoir, Van Gogh, Cezanne...; hacen aportaciones personales como la utilización completamente autónoma y expresiva del color, la explotación del concepto bidimensional de la pintura y la negación de la ilusión de profundidad. A todo esto suceden las sucesivas experimentaciones de las vanguardias artísticas, y la pintura se ocupa de la interacción de sus elementos básicos, desligados de la referencia inmediata con la realidad, y entre ellos la luz y el color. La luz, probablemente haya salido malparada de todo esto. En los casos en los que las alusiones naturalistas se hayan eliminado, la luz como organizadora de las formas ya no tenga mucho sentido. Va a ser el color, en su estado mas o menos puro, el gran protagonista de la pintura desde ENTONCES -EFECTOS PSICOLÓGICOS DEL COLOR "Los colores actúan sobre el alma, en ella pueden excitar sensaciones, despertar emociones e ideas que nos calman o nos agitan y, provocan la tristeza o la alegría" Goethe. Numerosos autores han especificado el carácter psicológico de los colores tomados individualmente. Aunque los efectos pueden ser atemperados o modificados más o menos por distintas asociaciones, es conveniente que lo señalemos:

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El rojo, color del fuego y de la sangre, es el color que produce el calor y sus rayos, más próximos al infrarrojo en el prisma, penetran profundamente en los tejidos humanos. El rojo aumenta la tensión muscular; por este hecho es causa de una presión sanguínea más fuerte y una respiración más intensa. El rojo es el color de la vitalidad y de la acción, y ejerce una influencia poderosa sobre el humor de los seres humanos. El anaranjado es incandescente, ardiente y brillante. Por el hecho ser reconfortante y estimulante, puede calmar o irritar. El amarillo, es la luz solar, el color del buen humor y de la alegría. Ensayos psicológicos han probado que el amarillo es el color más alegre. Es el centro de la luminosidad muy elevada en el prisma, estimulante a la vista y, por lo tanto, de los nervios. Los tonos amarillo caliente parecen calmar ciertos estados de excitación nerviosa, Se emplea este color en el tratamiento de la psiconeurosis. El verde, color calmante, tranquilizador, es el color de la naturaleza, Es fresco y húmedo. Su tono parece producir cierto sosiego al espíritu, dando la impresión de paso insensible del tiempo. Se emplea el verde en el tratamiento de las enfermedades mentales, tales como la histeria y la fatiga nerviosa. El verde induce a los hombres a tener un poco de paciencia. El azul es el color que se asocia al cielo y al agua. Es claro, fresco y transparente. Resulta difícil concentrarlo intensamente. En consecuencia, permanece ligero y aéreo. Se ha comprobado que la tensión muscular decrece por la influencia de una luz azul, De ahí que este color sea capaz de disminuir la presión sanguínea y de bajar el pulso de la respiración. En el plano emotivo, el azul inspira la paz y la introspección, En la práctica está comprobado que el azul es el color más calmante y universalmente preferido. El púrpura, es un color calmante y algo melancólico. Su calidad es delicada, fresca y aérea. Antaño, a causa de su elevado precio, se convirtió en color regio y por ello, aún en nuestros días, parece impresionante, pomposo y magnífico, Martín Lang, en estudios sobre el color, indica los siguientes caracteres psicológicos de los diversos colores: Rojo: Vigoroso, impulsivo, activo y simpático. Anaranjado: Sociable, amable. Amarillo: Intelectual, idealista, filósofo. Verde: Comprensivo, tolerante, condescendiente, sensitivo. Azul verdoso: Sensitivo, artista.

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Azul: Conservador, sensitivo, serio, concienzudo, precavido. Púrpura: Extraño, misterioso, artista, satisfecho, crítico, maligno. Castaño: Sosegado, conservador, perseverante. Blanco: Gentil, limpio. Negro: Ligero, sofisticado. En el "American Painter and Déc" leemos también, que: El rojo ejerce una acción estimulante y es creador de reacciones emocionales. El azul color frío, produce efectos conservadores, moderados. El verde es refrescante, calma la excitación y modera la iluminación solar demasiado viva. El castaño reposa, pero produce una depresión cuando se emplea solo; se debe asociar con el amarillo o el anaranjado, El anaranjado es muy luminoso y conduce a la alegría. El violeta, color particularmente "digno", tiende a provocar la tristeza. El negro, empleado solo, es deprimente, pero es útil para provocar contrastes. El blanco, símbolo de la pureza, es frío si no se le asocia con el rojo, amarillo o anaranjado, PINTURA MURAL La pintura mural es un tipo de pintura bidimensional condicionada por los paramentos arquitectónicos o muros que actúan de soporte. Son las condiciones de solidez y de permeabilidad de los muros lo que influye este tipo de pinturas muy sensibles a la humedad. Estas circunstancias aconsejan no pintar en fachadas, logias u otros lugares expuestos a la acción de lluvias o nieblas, o en los muros que, por razones de construcción o de emplazamiento, tengan humedad. Procedimientos técnicos Una de las técnicas propias de la pintura mural y la más común es el temple. Requiere de un proceso de preparación del muro previo a la ejecución de la obra. Primero se le da un enlucido de yeso blanco, que no sea calizo, se lijan

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las irregularidades y se pasa una mano de templa por toda su extensión. Cuando está seca se disimulan los fallos o grietas con una masilla confeccionada con tres partes de yeso blanco y una tierra blanca, amasada con el mismo temple, la cual se conserva en un envase apropiado para ser utilizada de un día para otro. Una vez seco este material se lija y se repasan de templa. Puede ocurrir que las superficies de los muros o techos, a pesar de todas las preparaciones señaladas, no ofrezcan las garantías necesarias, procediéndose en este caso a forrarlas con tela de retor o un tejido de hilo de poco cuerpo. Antes de realizar la decoración pictórica propiamente dicha ha de procederse a enfundar, o sea pintar los muros con las tintas generales, de acuerdo con el boceto. Como la decoración mural no permite improvisaciones ni tampoco copiar del natural, el pintor ha de estar rodeado durante la ejecución de la obra de todos aquellos antecedentes y elementos que le ayuden a triunfar en su cometido. El boceto en este caso es indispensable y en él han de estar implícitamente resueltos la distribución de las masas, los valores cromáticos y la entonación. Aunque en algunos casos se dibuja directamente es conveniente preparar dibujos de las figuras hechos a su tamaño y de las arquitecturas u ornamentos de trazado complejo, sobre papel fuerte. Una vez hecho todo esto se procede a pintar al temple. Gracias a todos los procesos previos los colores penetran muy bien en la pared y se consigue una conservación muy durable, aunque tiene la dificultad, para el pintor, que la obra al fresco tiene que pintarse sin posibilidad de error y con celeridad, de modo que casi nunca es posible corregir o retocar. La pintura mural se desarrolló durante el largo periodo del paleolítico superior. Se pintaba en las paredes, ya que desde siempre el hombre ha necesitado expresarse a través de superficies coloreadas que oscilan entre el signo abstraído de la naturaleza y el dato que se toma partiendo de la realidad natural. Las cuevas de Altamira (Santander, Cantabria) son un ejemplo clarísimo de este tipo de pintura mural. Los investigadores aseguran que eran las duras condiciones climáticas las que obligaban a los pintores en trabajar en cuevas. Hoy en día, las técnicas que usaban para hacer ese tipo de pintura mural producen admiración por su sencillez y porque son perdurables. Los instrumentos que usaban para extender los colores eran sus propios dedos o pinceles. Para crear los colores usaban como aglutinante la grasa animal, a la cual añadían diferentes pigmentos para colorarlo. Se sabe que los productos más usados eran el óxido de manganeso, que producía tonalidades grises y

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rojizas, y el óxido de hierro, de una gamma entre el rojo y el ocre. También usaban el carbón, y en algunos casos, sangre. Este procedimiento fue ideal para conseguir una adherencia perfecta sobre las rocas porosas de las cuevas.