La poesía épica (cantar del mio cid)

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La poesía épica: el Cantar de Mio Cid - Cantar del destierro Le hubiesen convidado con agrado, pero ninguno se atrevía; tan grande era la saña que le había cobrado el rey Don Alfonso. Antes de anochecer en Burgos entró la carta del rey, con gran despacho y fuertemente sellada: " A mío Cid Ruy Díaz que nadie le diese posada. y aquel que se la diese le daba palabra de que perdería los haberes, e incluso los ojos de la cara, y que además (perderían) los cuerpos y las almas". Gran pesar sentían las gentes cristianas; se escondían de mío Cid, pues no se atrevían a decirle nada. El Campeador se adelantó a su posada; tan pronto como llegó a la puerta, hallóla bien cerrada, por miedo del rey Alfonso que así lo había dispuesto: que si no la tiraban, que no se la abriese por nada. - Cantar de las bodas "Merced os pedimos como rey y señor: con vuestro consejo queremos hacerlo, que nos pidáis las hijas del Campeador; casar queremos con ellas, para su honra y nuestro provecho." Por algún tiempo el rey pensó y meditó: "Yo desterré al buen Campeador; y haciéndole yo a él mal, y él a mí gran provecho, del casamiento no sé si gustará; mas pues vosotros lo queréis, comencemos la plática"

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La poesía épica: el Cantar de Mio Cid

- Cantar del destierro

Le hubiesen convidado con agrado, pero ninguno se atrevía;

tan grande era la saña que le había cobrado el rey Don Alfonso.

Antes de anochecer en Burgos entró la carta del rey,

con gran despacho y fuertemente sellada:

" A mío Cid Ruy Díaz que nadie le diese posada.

y aquel que se la diese le daba palabra

de que perdería los haberes, e incluso los ojos de la cara,

y que además (perderían) los cuerpos y las almas".

Gran pesar sentían las gentes cristianas;

se escondían de mío Cid, pues no se atrevían a decirle nada.

El Campeador se adelantó a su posada;

tan pronto como llegó a la puerta, hallóla bien cerrada,

por miedo del rey Alfonso que así lo había dispuesto:

que si no la tiraban, que no se la abriese por nada.

- Cantar de las bodas

"Merced os pedimos como rey y señor:

con vuestro consejo queremos hacerlo,

que nos pidáis las hijas del Campeador;

casar queremos con ellas, para su honra y nuestro provecho."

Por algún tiempo el rey pensó y meditó:

"Yo desterré al buen Campeador;

y haciéndole yo a él mal, y él a mí gran provecho,

del casamiento no sé si gustará;

mas pues vosotros lo queréis, comencemos la plática"

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- Cantar de la afrenta de Corpes

"¡Ahora encuentran libres las heredades de Carrión!

Sin vergüenza las casaré, pese a quien pese."

Anduvieron en pláticas los de Navarra y Aragón,

tuvieron su junta con Alfonso de León.

Hicieron sus casamientos doña Elvira y doña Sol:

los primeros fueron grandes, pero son mejores éstos;

las casa con mayor honra de la que antes fue.

Ved cómo aumenta la honra del que en buen hora nació,

cuando señoras son sus hijas de Navarra y Aragón.

Hoy los reyes de España sus parientes son,

a todos alcanza honra, por el que en buen hora nació.

Dejó este siglo mío Cid, de Valencia señor

el día de Pascua de Pentecostés: ¡de Cristo tenga perdón!

¡Así nos haga a todos, justos y pecadores!

Estas son las hazañas de mío Cid el Campeador:

en este lugar se acaba la narración.