Políticos versus Partidos: discordia y desunión en el sistema de ...
La Politica de La Discordia y Las Alianzas Militares
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LA POLITICA DE LA DISCORDIA Y LAS ALIANZAS MILITARES
EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
JESUS DAVID ROJAS FERREIRA
Tte Armada Nacional
d6901378
DR. CARLOS ANDRES PRADO
UNIVERSIDAD MILITAR NUEVA GRANADA
FACULTAD DE RELACIONES INTERNACIONALES
HUMANIDADES I
TURBO, ANTIOQUIA
2010
INTRODUCCION
Al dar un vistazo al panorama internacional tras la Primera Guerra Mundial,
el mapa político de Europa se muestra con reajustes territoriales causados como
consecuencia de los distintos tratados internacionales y la disolución de los
imperios centrales, se completaron con la instauración de regímenes
democráticos. Parecía que el futuro de la paz y de la democracia estaba
asegurado. Pero solo era un espejismo diplomático maltrecho.
En una gran guerra pareciera que la acción bélica deja a un lado la política,
como en un lugar supuestamente accesorio. Pero se ha demostrado que a lo
largo de la historia de la Segunda Guerra Mundial, los combatientes iniciaron y
siguieron entretejiendo ayudas explicitas y pactos secretos con sus aliados que,
en el caso de los vencedores, los Aliados, van a condicionar y establecer la
organización del mundo tras el final del conflicto armado; y en el caso del Eje
Berlin-Roma-Tokyo, los vencidos, será la hecatombe para su existencia estatal y
poblacional en el siglo XX. Se pretende establecer ¿Cómo se construyeron
políticamente las alianzas militares de la Segunda Guerra Mundial, y cuál fue su
impacto desde el punto de vista político para cada uno de los actores y para
Europa?
Este ensayo tiene su objetivo en demostrar que la verdadera punta del
iceberg para que sucediera la Segunda Guerra Mundial es la diplomacia política
de los estados europeos como un arte de discordia y resentimientos que
acrecentó y llevo a su cenit un desastre monstruoso e inhumano que se hubiera
podido evitar.
LA DIPLOMACIA DE LA DISCORDIA Y LAS ALIANZAS MILITARES
EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Se pretende establecer ¿Cómo se construyeron políticamente las alianzas
militares de la Segunda Guerra Mundial, y cuál fue su impacto desde el punto de
vista político para cada uno de los actores y para Europa?
Iniciemos hablando de Eje Roma-Berlín-Tokio, como una alianza cuyo
principal acuerdo diplomático era entre tres grandes potencias: Alemania, Italia y
Japón. A estos se unió otros estados menores, unos por afinidad política y otros
por temor. Esta alianza germano-nipona ya había sido pedida en 1914 por el
geopolítico Haushofer, pero en esa época nadie le tomó en serio. Ocaña (2003)
afirma que este nuevo bloque logró su establecimiento debido a las coincidencias
que existían entre sus sistemas de gobierno, económico e ideológico de los tres
países. De igual forma, compartían tres coincidencias de connotación negativa:
fueron los países menos favorecidos por el Tratado de Versalles. Añadimos que
el concepto Eje Roma-Berlín fue utilizado por primera vez por Benito Mussolini en
noviembre de 1936, en el pacto firmado el 25 de octubre de 1936 entre la Italia
fascista y la Alemania nazi, su idea era crear un Eje alrededor del cual girarían los
otros estados de Europa. Este pacto de amistad se concretó a iniciativa de Italia,
que se estaba afrontando a una fuerte oposición en la Sociedad de Naciones con
motivo de sus guerras de ocupación en Somalia y Abisinia, consiguiendo con ello
el apoyo de Alemania que ya había abandonado la Sociedad de Naciones
en 1933. A la postre, en mayo de 1939, esta relación vendría en la alianza
denominada Pacto de Acero y finalmente completaría también a Japón tras la
firma del Pacto Tripartito el 27 de septiembre de 1940.
Para Ocaña (2003), además de las tres grandes potencias que dan
nombre al pacto, se aglutinaron al mismo: Hungría, Rumanía, Bulgaria y
Eslovaquia, ya separada del resto de Checoslovaquia en virtud de los acuerdos
de Múnich de 1938. Otro país, considerado por los aliados como parte del Eje
fue Finlandia, aunque nunca firmó el tratado. En su relación con Alemania,
Finlandia se relacionaba como cobeligerante, un término que englobaba a países
regidos por gobiernos títeres de los nazis como Croacia o la Francia de
Vichy. Siam fue otro estado cobeligerante, que apoyó a Japón, quien tenía a su
vez una serie de gobiernos títeres tales como Manchukuo (el gobierno establecido
por Japón en Manchuria), la China de Nanking, la Segunda República Filipina, o
el Gobierno Provisional de la India Libre. Una parte de las regiones asiáticas y del
Pacífico estuvieron siempre bajo el dominio y control militar nipón. Pero este no
fue capaz de construir alianzas en su lucha contra los Aliados. Igualmente Italia
tenía Albania y Abisinia como estados títeres aunque de menor peso.
Vásquez (2009), asevera que cuando estalló la guerra en septiembre de
1939 con la invasión alemana en territorio polaco, extrañamente fue la Unión
Soviética la que colaboró con Alemania en el despedazamiento de Polonia, con el
pacto secreto Molotov-Ribbentrop de 1939 y que para muchos investigadores fue
determinante para que Hitler se decidiera finalmente a invadir Polonia. Sobre el
particular, Alexandr Chubarian, director del Instituto de Historia de la Academia de
Ciencias de Rusia, considera que disiente de los que argumentan que el citado
pacto fue el detonante de la II Guerra Mundial. Confirma que Hitler resolvió
invadir Polonia mucho antes de firmar el pacto de no agresión con la URSS, y en
la primavera de 1939, ya había puesto en marcha los preparativos de la agresión,
incluso fijo el 26 de agosto de 1939 como la fecha tentativa para el asalto, pero el
ejército alemán no pudo cumplir ese plazo y emprendió la invasión el 1 de
septiembre. (NOVOSTI, 2009). Agrega que independientemente del resultado de
sus negociaciones con la URSS, Hitler no tuvo ninguna duda en cuanto a sus
planes de invadir Polonia (Ibíd.) Al analizar esto, se rechaza el enfoque del
historiador ruso porque sin esta alianza la URSS hubiera apreciado la guerra
contra Polonia como una intimidación próxima a su seguridad. Esa es la
justificación además por la cual existieron unas alianzas diplomáticas secretas
mediante los cuales Alemania y Rusia se repartieron Polonia. La diplomacia nazi
estaba al corriente que no bastaba con comunicar a la URSS del ataque a
Polonia, sino que era necesario permitir que invadieran parte de Polonia para que
dicho país no se sintiera intimidado por Alemania (Ibíd.)
Para Donanfer (2007) Japón e Italia se mantuvieron al margen por distintas
razones, pero para suerte de los alemanes, Polonia sucumbió en menos de un
mes a su maquinaria de guerra. El pacto de acero ya entonces se demostró una
farsa y quedó claro que tanto Italia como Japón no tenían propósitos de
comprometerse con la guerra de Hitler. Está claro que los intereses del Japón
estaban en el Pacífico y Estados Unidos era el gran impedimento a esos anhelos
de expansión imperial. Italia, por su parte, quiso mantener su estilo de
conveniencia en el sentido de comprometerse militarmente con el equipo
triunfador. A pesar de la obstinación alemana, Mussolini se conservó neutral hasta
donde le fue posible y sólo cuando vio caer a Francia decidió entrar en guerra.
Hasta el fatídico 10 de junio de 1940, Mussolini se mantuvo expectante y vacilante
aguardando la suerte de Alemania en el campo de batalla. Al ver que una
potencia histórica como Francia se desmoronaba ante el avance incontenible del
ejército alemán, Mussolini, temeroso de ser la próxima víctima del antiguo cabo
austríaco, se apresuró en unir el destino de su país a la suerte de Alemania.
A partir del ingreso de Italia en la guerra, los desaciertos militares se
sucedieron en cadena y gravitarían de manera determinante en la suerte militar
del Eje Roma-Berlín-Tokio (Donanfer, 2007.).
La guerra análoga que mantuvo Japón en el Pacífico no puede por lo
menos compararse con la guerra paupérrima de Mussolini en los Balcanes pero
su resultado final fue igualmente negativo para la destino militar del Eje. Los
japoneses dudaban de los alemanes, los alemanes recelaban de los japoneses e
Italia y temía de los alemanes. Esta extraña trilogía fue cualquier cosa menos un
Eje y representó el contraste de lo que debería ser una alianza político-militar en
cualquier lapso de tiempo. El Eje Roma-Berlín-Tokio fue un pacto paradójico que
sus pueblos pagaron muy oneroso en el campo de guerra y en la hecatombe de
sus países. Alemania acabó la guerra con sus ciudades devastadas por
bombardeos y la toma de sus ciudades; Japón sufrió las secuelas horrorosas de
las bombas atómicas en su territorio y la Italia musolinesca se transformó en una
república fanfarrona sin peso ni gloria en el escenario mundial (Ibid.)
Siguiendo este análisis de la diplomacia, el bloque Aliado estuvo
conformado principalmente por Londres-Washington-Paris-Moscú, ¿Cómo
naciones que en ambos casos hacían gala de sus firmes convicciones
democráticas, se aliaron con la comunista, antiimperialista y totalitaria URSS? A
diferencia del eje que mantuvieron sus distancias y desconfiaron mutuamente de
trabajar en equipo, estos fueron capaces de hacer a un lado sus antipatías
personales, nacionales y político-ideológicos, para aliarse juntos a y sacar
adelante una causa común la sobrevivencia como estados (Congrains, 1983,
p.101.).
Sorprende esta unión de potencias con intereses tan encontrados que
tenían que ventilar sus diferencias a puerta cerrada. Ya que estaban preocupados
porque Hitler encontró un aliado en extremo oriente, el Japón. Esta alianza
germano-nipona ya había sido demandada en 1914 por el geopolítico alemán
Haushofer, pero entonces nadie le tomó en serio. En 1931 Japón se había
adueñado de Manchuria, desgajándola de China, Y en 1937 había atacado
directamente a China. Esta es la circunstancia que mueve a que las potencias
marítimas (Inglaterra y EEUU) estuvieran dispuestas a no soportar que Japón les
frenara el acceso al inmenso mercado chino.
Para Ocaña (2003), todas las potencias “blancas” tenían colonias en el
sureste asiático, desde los enormes EEUU (en Filipinas) hasta la diminuta
Holanda (en Indonesia), atravesando por Inglaterra (en Birmania y Malaya) y
Francia (en Indochina). Colonias que se advertían amenazadas por Japón. Pero al
oponerse al crecimiento del poderío japonés, obligaron a estos, a buscar un nuevo
aliado: el III Reich. El gobierno imperial japonés emitió en agosto de 1940 un
objetivo: la creación de lo que de forma llamativa especificaron como "esfera de
coprosperidad de Asia Oriental". Se trataba de crear una asociación de estados
de Asia y del Pacífico bajo la hegemonía japonesa. Ese propósito expansionista
jugó la partida del anticolonialismo y bajo el eslogan de "Asia para los asiáticos"
trató de obtener el apoyo de las poblaciones esclavizadas al colonialismo
europeo. La respuesta fue, sin embargo, bastante frágil ya que a menudo la
opresión japonesa fue aún más brutal que la de franceses, británicos u
holandeses. El único país que apoyó a Japón fue Tailandia (la antigua Siam)
donde un gobierno dictatorial firmó un tratado de no agresión con Japón en junio
de 1940 del que se aprovechó para obtener algunas ventajas territoriales en sus
zonas fronterizas. Sin embargo, a continuación tropas japoneses penetraron por la
fuerza en el país obligando la firma de un Tratado de Alianza con Japón, con la
subsiguiente declaración de guerra contra Gran Bretaña y Estados Unidos (Ibíd.).
Brotaba así una realidad alarmante: las dos principales fuerzas marítimas de
Eurasia, la del Atlántico y la del Pacífico estaban a punto de quedar bajo el control
de dos potencias hegemónicas e imperialistas. Con esta situación, Rusia,
incomunicada totalmente de los mares, se advertiría sujetada a todo lo más a un
rol de súbdito del eje Berlín-Tokio, mientras que la gran potencia marítima
Inglaterra y la emergente (EEUU) verían imposibilitadas su acceso a los mercados
euroasiáticos a través de sus dos principales fachadas marítimas. Entonces
aparecieron las famosas conferencias o pactos de cooperación “secretos” entre
estas potencias. Con una coyuntural histórica tras el éxito de la invasión del África
del Norte, Churchill y Roosevelt celebraron una conferencia en
Casablanca (Marruecos) en enero de 1943. Aquí se acordó el desembarco en
Sicilia y se adoptó la idea de Roosevelt de exigir la "rendición incondicional" de
Alemania, Italia y Japón. A estas siguieron mas conferencias como la de Yalta y
Potsdam en las que pretendieron repartirse el mundo, ajustar cuentas a los
países vencidos, reorganizar el mapa mundial y mantener el equilibrio de poder y
la hegemonía con las tendencias políticas y económicas de moda.
Se demuestra con esto que la política de este periodo estableció las
alianzas militares de la Segunda Guerra Mundial en las arenas movedizas de las
relaciones internacionales de la época. Esta situación geopolítica que se dibujaba
a raíz de las alianzas político-militares en la segunda guerra mundial en el mundo
en 1939-40 fue descrita por el geopolítico Spykman de una manera magistral.
Éste dividió el mundo en tres grandes elementos geopolíticos: el centro de la
masa euroasiática (Heartland o Corazón del Mundo), las fachadas marítimas de
Eurasia (Rimland o País del Borde), y América (World Island O Isla Mundial) .
Spykman teorizó que el Heartland y la World Island ambicionaban a la vez
dominar el Rimland. Para la primera esa era la forma de proyectar el poder que le
daban sus ingentes recursos a escala mundial, consiguiendo una hegemonía
planetaria. Por esa misma razón la World Island debía impedirlo. Pero había una
tercera opción: que el Rimland quedara bajo el control de unas pocas potencias
estrechamente coaligadas, situación ésta que supondría para el Heartland el
quedar en situación de país satélite, mientras que la World Island no podría
acceder a Eurasia. Spykman definió el problema con exactitud, quien tiene el
poder mundial no es quien controla directamente el corazón del mundo, es quien
es capaz de cercarlo, o quien domina el Rimland, domina Eurasia. Quien domine
Eurasia, controla los destinos del mundo (Fiori, s.f.).
Tan raros vínculos político-militares en la segunda guerra mundial solo se
pueden explicar gracias al análisis de Spykman. En cambio, la ideología nazi le
impidió ver a Alemania el potencial añadido que podía conseguir apoyando a los
países colonialistas que anhelaban un desquite. Los prejuicios racistas hicieron
que Alemania apenas prestara apoyo alguno a uno que otro país. Quebrantó las
leyes de la geopolítica y le costaría con la derrota, ya que la Inglaterra que no
quiso arruinar sería la base desde la que los estadounidenses se arrojaron al
enfrentamiento final en Europa. Por lo tanto, Alemania fue torpe para mantener un
conflicto en dos frentes.
Se considera que la Segunda Guerra Mundial evidencia la derrota de las
naciones que pensaban dominar el Rimland, pero igualmente es indiscutible que
la potencia que manejaba el Heartland, la URSS, había avanzado peligrosamente
hacia las alrededores del Mediterráneo y del Mar del Norte. Por el contrario Japón,
en el 1945 este país hacía ya angustiosos intentos por entregarse a los aliados,
pero sus ofrecimientos se rechazaron y velaron a la opinión publica. Era necesario
enviar un mensaje contundente y esto era lanzar las bombas atómicas, y no para
conquistar el sometimiento de Japón, sino para intimidar a la URSS.
La Segunda Guerra Mundial terminó con la abrumadora entrega de Japón y
Alemania (que costeó con la amputación de sus regiones, división en dos estados
y una pérdida total de su soberanía). Pero la propuesta de Spykman seguía
presente el Heartland o corazón del mundo estaba a punto de adueñarse del
Rimland o país del borde, y si esto ocurría, de nada le valía a EU, el fracaso de
los alemanes-japoneses y la de todos sus aliados europeos. Por esta
circunstancia, la Guerra Fría da comienzo a un nuevo capítulo de las discordias
diplomáticas en las relaciones internacionales en la búsqueda de mantener el
poder hegemónico entre EU y URSS hasta 1990.
Referencias
Congrains, E. (1983). Vida y obra de políticos y gobernantes. Bogotá: Forja.
Donanfer. (2007). El Eje de la Discordia: EL Eje Roma-Berlín-Tokio. Shvoong, síntesis y criticas breves [Documento en línea]. Disponible: http://es.shvoong.com/books/1725746-el-eje-la-discordia-el/. [Consulta: 2010, junio 15]
Fiori, J. (.s.f). El geopolítico Nicholas Spykman y América Latina. La onda digital. [Revista en línea]. Disponible: http://www.laondadigital.com. /laonda/laonda/301-400/368/b1.htm. . [Consulta: 2010, junio 15]
Ocaña, J. (2003) La evolución de las alianzas 1939-1945.Centro Nacional de Información y Comunicación educativa [Documento en línea]. Disponible: http://www.historiasiglo20.org/IIGM/guerra4.htm. [Consulta: 2010, junio 19].
NOVOSTI, Russian News & Information Agency, ( 2009). Entrevista a Alexandr Chubarian. [Revista en línea]. Disponible:sp.rian.ru/analysis/20090824/ 122812906. [Consulta: 2010, junio 18]
Vasquez Juarez, N. (2009). A 70 años del inicio de la segunda guerra mundial. Educativa. Populus [Revista en línea]. Disponible:http://www.generaccion.com /usuarios/3245 /70-años-inicio-segunda-guerra-mundial. [Consulta: 2010, junio 19].