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    Nuevo Mundo MundosNuevosNouveaux mondes mondes nouveaux - Nov o Mundo Mundos Novo s - New worldNew worlds

    Debates | 2008

    Independencias Dossier coordinado por Alejandro Gmez et Federica Morelli

    FEDERICA MORELLI

    La redefinicin de las relacionesimperiales: en torno a larelacin reformasdieciochescas/independenciaen Amrica[17/05/2008]

    Abstracts

    Espaol EnglishEl propsito central del artculo es mostrar cmo el discurso sobre la reforma delimperio, en la segunda mitad del siglo XVIII, tuvo consecuencias importantes en lamanera en la que tanto los espaoles como los americanosperciban sus mutuasrelaciones, an tes del colapso del la Monar qua en 1 808 . Factores como la Guerr a de losSiete Aos y el amplio debate que se haba desar rollado a par tir del principio del sigloXV III sobre los imperios, sobre las formas de modernizarlos y conservarlos,contribuyeron a cambiar la imagen poltica y cultural de lamisma monarqua, lacual no conform aba y a una nica comunidad en la que tena v igencia elius communeincorporado en la persona del Rey , sino una federacin en la que el comer cio, m s queel dominio poltico, deba garantizar la unin. De ah el fracaso de transformar, luegode iniciada la crisis de la Monarqua , el Imperio en Nacin.

    The purpose of this art icle is to show h ow th e discourse on Imperial Reform s at t he endof the 1 8th centur y is of great significance to understand th e changes in Spanish a ndSpanish American perceptions about their mutual relations before the collapse of theSpanish Monarchy in 1808. Factors as the Seven Years War and the great 18thcentury debate on Em pires, th e way s to modernize and keep them under m etropolitan

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    rule, played an important role in changing the political and cultural image of theMonarchy: the latter was no longer an unique community held by theius communeembodied in the King, to become a federation of autonomous countries held together by commerce. As a result , it was n ot possible for th e Spanish ruler s to tr an sform th eEmpire into a Nation during the crisis of the Monarchy.

    Index terms

    Mots cls : federacin, commerceKeywords : At lant ic Empir es, autonomy , Bourbon r eform s, federation, nationGeographical : Am rica Espaola, Cuba, HispanoamricaChronological : Siglo XVIIIPalabras claves : autonoma, comercio, Imperios atl nticos, nacin, reformas borbnicas

    Full text

    La historiografa sobre las Reformas Borbnicas en Hispanoamrica tiene una

    trayectoria que se remonta a los aos cincuenta del siglo XX1

    . Aquellas primerasobras, escritas por historiadores del derecho y de las instituciones, tenan, engran medida, una perspectiva y un enfoque metodolgico comn: la del imperioespaol, es decir, que la articulacin de ste con los distintos nivelesadministrativos en Amrica, era observada desde la perspectiva metropolitana.El mtodo empleado era en lneas generales el histrico-jurdico-institucional,que consista en analizar la amplia legislacin metropolitana. Segn estaperspectiva, que miraba slo una parte de la documentacin, el programareformista de los Borbones cambi de manera radical las relaciones entre laMadre Patria y colonias, ya que introdujo varios cambios sobre el planocomercial, fiscal, militar y administrativo.

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    Paralelamente, la cole des Annales en Francia y la historiografaanglosajona empezaron a reorientar hacia los problemas econmicos-sociales lainvestigacin sobre la poca colonial hispanoamericana, e incluso sobre la bo rbnica2. Esta tendencia adquiri un fuerte enfoque c uantitativo, y las fuentesutilizadas provenan en gran parte de archivos nacionales, regionales y localesde los distintos pases latinoamericanos. Este enfoque contribuy, en contrastecon el precedente, a subrayar los lmites de las reformas programadas desde lametrpoli. Unos lmites que se han evidenciado an ms con los estudios y lasinvestigaciones de los aos ochenta y noventa que han intentado articular lasaproximaciones el institucional y el econmico-social, insistiendo ms en losaspectos polticos que resultaban de ese complejo juego de relaciones3. De estamanera, la historiografa ha insistido ms en las rebeliones de la segunda mitaddel siglo XVIII, considerndolas ya no como movimientos precursores de lasindependencias, sino ms bien como verdaderas revueltas anti-fiscales deantiguo rgimen4.

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    Ahora bien, en estos ltimos quince-v einte ao s, son raras las obras que sededican exclusivamente al periodo borbnico, siendo generalmenteconsiderado como parte de una poca ms amplia que v a desde la segunda mitaddel siglo XVIII hasta la segunda mitad del XIX aproximativamente; es decir,desde el final de la Guerra de los Siete Aos en 17 63 hasta el periodo que sigue alas guerras de independencia y que coincide con el difcil proceso de

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    construccin y formacin de los estados nacionales. En realidad, el primero aproponer esta periodizacin fue el historiador argentino Tulio Halpern Donghien 19855. Una cronologa que en seguida se ha revelado fundamental parainvestigar el tema de las formaciones estatales de la primera mitad del siglo XIX,abordado por los estudios de Historia Poltica6.

    Sin embargo, la articulacin que en estos ltimos quince/veinte aos haintentado establecer la historiografa entre reformas borbnicas eindependencia, es totalmente diferente de la relacin casi mecnica y

    determinista que la historiografa positivista y liberal latinoamericana intentestablecer entre las dos desde el final del siglo XIX, la cual consideraba laindependencia como una reaccin a las reformas anti-criollas de los Borbones.En los ltimos aos, la articulacin entre reformas e independencia se ha vueltoun poco ms compleja y contradictoria: por un lado, hay investigaciones queinsisten sobre los lmites de las reformas en los territorios americanos,explicando por esta va el resurgimiento, al momento de la Crisis de laMonarqua Hispana iniciada en 1808, de unos comportamientos y de una culturapoltica tradicional; por otro lado, otras investigaciones demuestran que lasreformas contribuyeron, por el contrario, a reformar las estructuraseconmicas, sociales y polticas, y a introducir nuevos modelos culturales. Si bien estos ltimos trabajos han tenido el mrito de poner en ev idencia la grancomplejidad de la poca que no puede reducirse al intento de la corona deincrementar su control sobre los territorios coloniales y sobre las entradasfiscales, dado que las reformas favorecieron tambin algunos sectores de lasociedad americana-, hay que preguntarse hasta qu punto los proyectosreformistas han contribuido a poner en tela de juicio -para decirlo en trminostocquev illanos- los valores sobre los cual se fundaba la soc iedad?7

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    En tal sentido, creemos que una de las perspectivas ms interesantes paracontestar esta pregunta es la ofrecida por los estudios sobre los imperios delespacio Atlntico, sobre las ideologas en las que se fundaban, y sobre las

    dinmicas de su crisis, su reforma y eclosin entre la segunda mitad del sigloXVIII y las primeras dcadas del XIX. Esta perspectiva nos permite, en efecto,considerar las reformas en Amrica no como algo distinto del mismo procesoreformador espaol, sino como parte integrante de ste e incluso de un discursode alcance europeo. Aunque muchas reformas no fueron realmente aplicadas,los discursos tanto de los reformadores espaoles como de los europeoslograron cambiar la imagen poltica y c ultural de la misma monarqua, la cual yano conformaba una nica comunidad en la que tena vigencia elius communeincorporado en la persona del Rey. Estos lenguajes tuvieron un impactoincreble en los territorios americanos, lo cual fue particularmente evidente enel momento de la Crisis de la Monarqua a partir de 1 808.

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    En la base de esta reformulacin de las relaciones entre Espaa y Amrica o,mejor dicho, entre Europa y Amrica, estn dos elementos fuertementeentrelazados: por un lado, los efectos de la Guerra de los Siete Aos; y, por elotro , la amplia literatura que se haba desarrollado a partir del principio delsiglo XVIII, sobre los imperios, sobre las formas de modernizarlos y, enparticular, sobre cmo conservarlos. La redefinicin de la idea de imperioprodujo po r primera vez una distincin en la concepc in de la calidad territorialentre Europa y Amrica; una distincin que tendr consecuenciasfundamentales para comprender los efectos de la crisis de 1808.

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    El nuevo escenario internacional y lamodificacin del Pacto Colonial

    El periodo que va de la Guerra de los Siete Aos a las Guerras Napolenicas,fue un perodo de mxima tensin entre Gran Bretaa y Francia por el dominiodel Atlntico y del Ocano Indico, c on repercusiones que alcanzaron de lleno alas otras todava importantes potencias coloniales del mundo (Espaa, Portugal y Holanda), c on consecuencias muy amplias. No se trat tan slo de lo que en lasuperficie podra considerarse como una pugna por el control de las grandesrutas de navegacin y comercio martimo, sino de una transformacin completade los equilibrios entre la naturaleza de los intercambios, las economasimplicadas, y los sistemas coloniales, los cuales eran un factor esencial de sucontinuidad y profundizacin8.

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    El desencadenante de estos grandes cambios fueron las consecuencias de laGuerra de los Siete Aos, punto de arranque de la reorganizacin poltica,militar y econmica de los sistemas coloniales de todos los pases europeos y que, en el caso britnico, condujo a la crisis norteamericana, por un lado, y a la

    colonizacin de Bengala, por el otro. Este conflicto internacional fueesencialmente una lucha por la hegemona entre Gran Bretaa y Francia, en elcual Espaa se vio directamente involucrada en las fases finales, alindose conFrancia contra los ingleses. Los efectos que tuvo su participacin fueronconsiderables: en un par de audaces operaciones militares y navales quedemostraron las nuev as dimensiones globales de la guerra en el siglo XVII I, unafuerza expedicionaria britnica zarp de Portsmouth, se uni en el Caribe afuerzas profesionales y milicias norteamericanas, y juntas asediaron y tomaronLa Habana, mientras otra fuerza expedicionaria, enviada desde Madrs a lasFilipinas, tom Manila, el puerto de enlace comercial entre Asia y el virreinatode Nuev a Espaa.

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    La cada simultnea de estas dos ciudades -una de ellas la llave del Golfo deMxico, la otra del comercio transpacfico- fue un golpe devastador para elprestigio y la moral de los espaoles. Como ha afirmado Elliot en su recientetrabajo sobre los imperios del Mundo Atlntico, en ambas potencias imperialesla guerra haba dejado al descubierto importantes debilidades estructurales, alas que la adquisicin de nuevas regiones bajo los trminos del tratado de paz(Florida a Inglaterra y Luisiana a Espaa) slo poda perjudicar9. En efecto, conFrancia expulsada de Norteamrica, Gran Bretaa y Espaa quedaron solasfrente a frente a ambos lados de regiones fronterizas escasamente pobladas y vastas ex tensio nes de territorio inte rio r habitado po r indgenas10. Tanto enMadrid como en Londres, las reformas estaban a la orden del da. A pesar de las v ictorias, los ministros ingleses eran plenamente consc ientes de que era slocuestin de tiempo para que Francia y Espaa unieran sus fuerzas paracuestionar su supremaca. Cunto tardaran dependa de la rapidez con la que lossecretarios de estado de Carlos III pudieran poner en prctica un programa dereformas fiscales y comerciales, que venan siendo objeto de largas discusionesen c rculos o ficiales. El fracaso de las fuerzas defensoras en La Habana y Manilaincrement la urgencia de la tarea.

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    El problema ms apremiante para los gobiernos tanto britnico como espaol,era mejorar las medidas para la defensa imperial. Para vencedores y vencidos,las tensiones y presiones de guerra haban puesto en ev idencia las deficiencias

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    del sistema existente. La cuestin principal, tanto para Londres como paraMadrid, era cmo conseguir una distribucin aceptable de los costes y lasobligaciones de la defensa entre la metrpoli y los territorios de Ultramar, demodo tal que produjeran resultados ms efectivos. Ahora sabemos que losresultados fueron muy diferentes: mientras que las autoridades espaolas -movidas tambin por la estrechez econmica- decidieron ampliar e integrar lasmilicias locales, reorganizadas, en el nuevo sistema imperial, sus homlogos britnicos enviaron a Amrica un ejrcito permanente desde Inglaterra, no

    teniendo en cuenta las sensibilidades coloniales a la hora de establecer estadsitribucin.

    El proyecto reformador no concerna slo el plano militar, sino que abarcabatambin los aspectos comerciales, fiscales y polticos; como muestra elexcelente trabajo de Josep Fradera, el caso de las periferias insulares es muy revelador de las lneas generales del proceso de transformacin al que nosestamos refiriendo11. Si contemplamos el enorme mundo imperial espaol, sepuede observ ar que, hasta la segunda mitad del siglo XVII I, tanto las posesionesdel Caribe (Cuba y Puerto Rico) como las Filipinas, fueron mucho msimportantes como plazas fuertes militares, como baluarte defensivos delimperio, que como sociedades donde proyectar formas consistentes deexplotacin colonial. Sobre esta base, los factores de cambio que aparecen a razde la Guerra de los Siete Aos, pueden ser individualizados con c ierto detalle. Enel espacio caribeo, la cara ms dinmica del universo imperial hispnico tardo,la economa de plantacin con esclavos en torno a algunos pocos pero muy decisivos productos de la agricultura tropical, permiti que Cuba y Puerto Ricopasasen en pocos aos de ser bsicamente enclaves militares con unaagricultura extensiva y ganadera de complemento, a ocupar un lugar destacadoentre los productores mundiales de azcar, caf, tabaco y otros productostropicales de ex portacin12.

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    Desde este punto de vista, el ejemplo cubano, un punto crucial como lugar de

    experimentacin del propio proyec to reformista, puede revelar c laramente losrasgos fundamentales del mismo. Los trabajos de Allan J. Kuethe13 handemostrado con acierto uno de los aspectos c ruciales del proceso reformista: lanegociacin entre la burocracia imperial y una selecta representacin de losintereses criollos para establecer las bases de un nuevo Pacto Colonial, en el quela aportacin de la economa cubana a la defensa imperial tuviese mayor peso.La sustancia del acuerdo no resulta difcil de sintetizar: la refundacin de losderechos sobre los principales renglones de exportacin (el azcar, lasaguardientes, y las mieles de caa), a cambio de un conjunto de medidas deliberalizacin del comercio exterior y, cuestin fundamental, la importacin demano de obra esclava. Estos fueron los pilares de una reorganizacin completade la economa cubana, en particular de la relacin entre economa local y elcomercio internacional, libre o con restricciones monopolistas de cortemercantilista tardo. No es entonces una casualidad si el escrito de mayorrelevancia de Francisco Arango y Parreo, el Discurso sobre la A gricultura de la Habana y medios de fomentarla, de 1792 est en sintona con el espectaculardespegue del sector azucarero. Toda la armazn intelectual del texto de Arangoest pensada para situar el sector azucarero en el centro de la expectativa decrecimiento econmico cubano, y para hacerlo receptor de la proteccin de laadministracin colonial en la que el mismo y sus colaboradores fuesen parteactiva hasta la tercera dcada del siglo XIX14.

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    De la decadencia a la federacin delos imperios

    la decadencia de Roma fue el efecto natu ra l e inev itable de su gran deza desmesurada. La prosperidad madur el germ en de la cada; las causasde la destruccin se mu ltiplicar on con la extensin de las conquista y cuando el tiem po o el caso rem ov ieron sus apoy os ar tificiales, aquella

    estupenda m ole cedi bajo la pr esin de su pr oprio peso. La h istoria de suruina es simple y obv ia; y en lugar de preguntarse porqu el imperioromano fue destruido, hay que sorprenderse que haya sobrevividotanto (t. II, cap. XXXVIII)

    A trav s del c aso cubano , resulta c laro que el proyec to reformista no c onsistanicamente en un proceso de centralizacin que habra implicado la imposicinde condiciones gravo sas para los territorios americanos: adems de laintroduccin de ciertas medidas fiscales y administrativas, el estado tuvo quereproponer el modelo de Pacto Colonial, negociando con los intereses de losgrupos locales. Resulta por tanto evidente que si bien las reformas excluyeron alos criollos de los altos puestos de gobierno y atacaron los privilegios y laspropiedades de la iglesia, tambin lograron importantes progresos en el

    comercio y en la produccin, favoreciendo algunos intereses locales y ciertoscambios en la manera de pensar la poltica y la economa.

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    Paralelamente a los efectos de la guerra, en Europa y en Espaa se habadesarrollado un debate muy amplio sobre los imperios. Un debate que lleg a su

    pice en las dcadas de los sesenta y los setenta del siglo XVIII, c uando ya eraevidente que la rebelin de los colonos americanos podra provocar comoresultado la cada del Imperio Britnico. Justo en esa poca sali, como unasuerte de pro feca, la clebre obra de Edward Gibbon, Historia de la decadenciay ruina del imperio romano 15. Sus lectores tanto en Espaa y Portugal como enlas colonias, no deban esforzar demasiado su imaginacin para reco nocerse enlas palabras de Gibbon:

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    La concepcin de Gibbon se fundaba no slo en el clsico modelo narrativo delos ciclos del tiempo histrico, sino tambin en otro discurso anti-imperial,tpico de la Ilustracin, o sea la exc esiva ex tensin de los imperios. Se trataba deun argumento el de la dificultad de gobernar imperios demasiados grandes- yautilizado por o tros c rticos del imperio en los siglos anteriores que, sin embargo,en el XVIII se focaliza sobre una cuestin clave: la imposibilidad de manteneruna comunidad verdadera a causa de la distancia. Esta conv iccin radicaba en laidea, tpica de la ilustracin, que la felicidad pblica estaba condicionada por lafelicidad privada, ya que, segn las palabras de Richard Price, la complicidadque se origina entre las personas en la vida privada meda el ve rdadero v nculopoltico16.

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    En resumidas cuentas, se trataba de la misma conviccin expresada con ms v igor por Rousseau cuando indicaba que los lmites de una comunidad poltic aestaban establecidos por el rea en la que era posible tener contactos humanos.La creacin de estados muy amplios llevaba a la corrupcin de las formasoriginarias de fundacin de la comunidad. Los imperios modernos no so lamenteeran extensos, sino que englobaban una amplia variedad de culturas diversas, a

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    vec es conflic tuales. Adems haban sido creados por una masa de genteemigrada de un hemisferio al otro. Para la Ilustracin europea, el hecho de quelos colonos presentes en Amrica, en India o en frica hubiesen dejado sustierras de o rigen y creado nuevas culturas hbridas, co nstituy el aspecto msdestructivo de todo proceso colonial. La verdadera sociabilidad podasobrevivir slo en comunidades de dimensiones limitadas y homogneas; losimperios, al contrario, eran necesariamente sociedades divididas entre dueos y esclavos

    Esta misma idea la encontramos en una de las crticas ms destacadas de laIlustracin al imperialismo europeo, Lh isto ire philosophique et po litique destablissements et du commerce des Europens dans les deux Indesdel abateRaynal. Esta obra, publicada por primera vez en 1772, se transform en un verdadero best seller, siendo objeto de ms de 30 ediciones entre 17 7 0 y 17 87.Es conocido que la ltima versin de esta obra, que apareci en Ginebra en17 80, no fue exc lusivamente obra de Raynal, sino que contena contribucionesde v arios filsofos, entre ellos Diderot. Estas haban transformado la obra en una verdadera Encyclopdie dedicada a los efectos polticos, culturales y socialesque Europa haba sufrido co n la colonizacin17. Sin embargolHistoireno es slouna condena de la aventura colonial europea, es tambin una celebracin de losefectos humanos y civilizadores del comercio internacional. En lugar deconsiderar los dos fenmenos como dependientes el uno del o tro, tanto Raynalcomo Diderot los vean como antitticos. Sobre este punto volveremos msadelante. Lo que me interesa ahora subrayar es que el objeto de la crtica msexplcita de l Histoire no fue simplemente el proceso colonial, sino ms bien elindividuo nacido de ese proceso.

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    Este discurso se articula y hace eco a otro debate de la poca: el de lainferioridad del mundo americano respecto al europeo , magistralmente descritopor Antonello Gerbi en La disputa de l Nuevo Mundo18. El primer autor adifundir estas tesis fue el naturalista francs Buffon, quien afirm que, a causa del

    ambiente, las formas de vida presentes en Amrica eran ms pequeas, malestructuradas y menos coherentes en sus funciones19. Las tesis de Buffontuvieron gran popularidad en Europa y fueron retomadas parcialmente porRobertson, Raynal y sobre todo por el naturalista holands, Cornelius de Pauw,cuya obra, Reche rches philosophiques sur les Amricains[17 69], ofreci unpanorama alarmante de un continente total e irremediablemente degenerado.Sin embargo, tanto Raynal como para Diderot la decadencia moral de loscolonos no era solo la consecuenc ia de la supuesta inferioridad de Amrica, sinoms bien el efecto de la dec isin misma de emigrar. Si la civilizacin pertenec aslo a las comunidades estables, los que haban decidido abandonar esascomunidades abandonaban lacivitas20.

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    La nica excepcin a esta regla eran los ingleses, ya que slo ellos habanllegado al otro lado del oc ano sin los impulsos de la avidez o de la sed del oro , y sin la voluntad de imponer su religin a otros: ellos haban abandonado supatria para buscar la libertad. Mientras que los mestizos espaoles, portugueses y franceses eran ms o menos unos degenerados, los ingleses norteamericano shaban logrado mantener y desarrollar el inters por la libertad hasta superar auna Madre Patria, siempre considerada como ms tirnica. En la base de estediscurso hay la idea de la diferente concepcin de los imperios entre los ingleses y los dems. Como ha demostrado David Armitage, los escritores republicano singleses, a partir de la segunda mitad del siglo XVII, haban proclamado que el

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    El comercio como factor deintegracin

    imperio ingls deba concebirse como un protectorado de intereses distintos.Retomando la descripcin que Cicern haba hecho del Imperio Romano en laTarda Edad Republicana, James Harrington afirmaba que la corona inglesa noejercitaba un imperium sobre sus dominios, sino slo un patrocinium, o sea,un protectorado21.

    Los pensadores ingleses sustentaban las diferencias que perciban entre suimperio y el espaol y tambin el francs- en la distincin entre imperios griego y romano: mientras que Espaa y Francia eran los autnticos herederos de

    Roma, el imperio ingls se acercaba ms al de lo s atenienses que, a diferencia delde los romanos, haba establecidos colonias que eran socios independientes dela Madre Patria. En base a esta imagen, las colonias inglesas, contrariamente alas francesas y espaolas, haban sido empresas privadas. En consecuencia, sededuca que, como las colonias griegas en el pasado, las inglesas se habanconstituido desde el principio como co munidades semi-independientes desde unpunto de vista poltico y en cierta medida cultural22. La indignacin de losrevo lucionarios norteamericanos surgi de la percepc in que los Samp Acts y todos los esfuerzos en negar a los colonos su independencia legislativa y suderecho a la representacin po ltica v iolaban su imagen de imperio ingls, comouna versin moderna de la Liga Achea, es decir, como un conjunto de estadoslibres que se juntaban gracias a la voluntad de todos sus miembros.

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    Aunque las percepciones de angloamericano s e hispanoamericano s sobre laidea de imperio no son tan distantes -como afirmaban los autores ingleses de lapoc a, y como subraya todava una parte de la historiografa- lo que nos interesasubrayar aqu es que la idea de imperio federativo no slo exista sino, como veremos, e ra c onsiderada c omo la nica alternativa para soluc ionar el problemade la decadencia.

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    El ejemplo del imperio ingls, tan diferente de los otros, ofreca incluso unarespuesta a quienes, partiendo de las observaciones de Gibbon sobre el ImperioRomano, se preguntaban cmo transformar la expansin en conservacin. Estaconsistira en el sustituir la conquista con el comercio, dado que, comoargumentaban muchos ilustrados incluso Gibbon- no haba sido la riqueza o ellujo la causa principal de la cada de Roma, sino el despotismo.

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    Durante el siglo XVIII, se empez a considerar el comercio como la nicasolucin al problema del futuro de los imperios. Como escribiera Campomanesen 1762: todas las naciones creen que la riqueza por medio del comercionavegacin e industria es el nico manatial de la pblica felicidad23. Uno de losproyectos ms influyentes fue el de Jos Campillo y Cosso, escrito entre 17 41 y 1743, pero publicado slo en la dcada de los ochenta24. Espaa, subrayabaCampillo, era fuerte en trminos de posesiones territoriales, pero era el msdbil imperio de Europa en trminos polticos y econmicos. Espaa sacaba delas posesiones americanas menos de lo que Inglaterra y Francia ganabanrespectivamente de las islas Barbados y Martinica. Segn Campillo, la causaprincipal de esta situacinera el hecho que la Amrica Espaola se habafundado y todava se mova alrededor de un siniestro y maligno espritu de

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    Nacin y federacin

    una ex igencia m s general, una pregunt a insistente sobre lo que deba

    ser la razn de vida de Espaa en el pasado y en el futu ro. El nfasis caaen el renacimiento y las miradas que intentaban penetra r m s a fondoen la na tura leza y la h istoria de la nacin. La crisis de las reform as seconjuaba con una cr isis de identidad33.

    las reformas como el del proyecto poltico que las acompaaba: el regalismo denuevo cuo que quera sustituir a la figura del monarca pactista con otra quetuviera la apariencia de una pura voluntad soberana. Sin embargo, comodemuestra el caso cubano antes citado y tambin otras regiones msperifricas del imperio31-, los procedimientos no siempre se revelaron de c orteabsolutista, pues en muchos casos se asisti a una verdadera reformulacindel pacto entre el monarca y los grupos de poder locales.

    Como propone Jeremy Adelman en su reciente trabajo sobre el Atlntico

    Ibrico, el acento, cuando se habla de reformismo borbnico, debe ser puestoen el trmino de integracin ms que en el de centralizacin. Las reformas nolograron centralizar el poder, sino que intentaron integrar los territoriosamericanos en una nueva idea de imperio, en la cual la metrpoli setransformaba en nacin y las provincias del antiguo orden imperial en coloniasintegradas en un sistema comercial atlntico32. La nacin espaola hubierapodido salvarse gracias a un imperio potencialmente ms lucrativo y seguramente ms fiel. Como el mismo Campillo haba afirmado, slo unasustancial autonoma poltica de los territorios americanos poda garantizaraquel crecimiento econmico, til tanto para la Madre Patria como para lascolonias.

    28

    La necesidad de reformar el imperio se haba transformado en algo msimportante que construir una asociacin de dominios econmicamenteproductiva y polticamente obediente. Se haba transformado, como claramenteha subrayado Venturi, en

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    Es decir, la redefinicin de la idea de imperio abri paso, en la misma Espaa, ala formulacin de un nuevo concepto de nacin.

    30

    En realidad, el debate sobre el patriotismo y a haba aparecido en la pennsulaen la primera mitad del siglo XVIII. Como ha claramente mostrado Jos MaraPortillo, los intelectuales espaoles estaban co nstruyendo en la Repblica de lasLetras una idea de nacin espaola, identificada con el mundo europeo y peninsular34. Fue en los discursos de los ilustrados como Jos Caldaso oJovellanos- donde de una manera ms viva se dibuj una segregacinconceptual entre Nacin y Monarqua. Si la segunda era todo lo que abarcabanlos dominios del Rey Catlico, la nacin haca referencia a un espacioestrictamente europeo de v irtudes morales y de identidad civ ilizadora.

    31

    No poca responsabilidad en la fabricacin de tales imgenes tuvieron losliterati europeos que hicieron tambin motivo de su reflexin el debate sobre lamayor o menor vala de las glorias de la nacin espaola. El pensamientoespaol del setecientos puede entenderse en el escenario de los debates einquietudes europeas, como la cuestin levantada en las dcadas finales de lacenturia sobre la significacin de la nacin espaola en la Repblica de las

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    Letras35. Como Antonio Mestre ha claramente explicado, la idea de nacin de laIlustracin Espaola se nutri abundantemente de aquel debate en el que tuvoque defender las glorias de la literatura espaola, frente a una potente lnea deinterpretacin de Espaa como espacio alienado de la civilizacin36. Comoconsecuencia, quienes defendieron las glorias de la nacin espaola tuvieron y sostuvieron una imagen perfectamente utilitaria de Amrica: el Nuevo Mundoserva de referencia slo para mostrar la potencia expansiva de Espaa y suaporte significativo a la civilizacin. Cuando Jovellanos reflexiona sobre la ley

    agraria o el derecho patrio no inclua a Amrica en el espacio de nacin queera objeto de su reflexin: para la ilustracin jurdica el derecho patrio fue sloel producido en la Espaa europea. La prueba ms contundente de estadicotoma entre Monarqua y Nacin vendr luego, precisamente en el contextode la crisis, cuando la bsqueda de una antigua constitucin se nutrirexclusivamente de aportes peninsulares.

    La redefinicin de la idea de imperio acentu la distancia entre Espaa y losterritorios coloniales. No slo el concepto de Nacin Espaola qued algolimitado y restringido al espacio civilizado europeo, sino en las mismascolonias la nueva visin imperial que las reformas intentaron aplicar produjo eldesarrollo de un discurso patritico criollo, por medio del cual se quisodemonstrar que Amrica haba tenido una antigedad equiparable a la deEuropa37. Contrariamente a lo que pensaba buena parte de los ilustradoseuropeos, no era su continente el nico capaz de alumbrar una civilizacin.

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    Sin embargo, y contrariamente a lo que hace buena parte de la historiografa,el discurso patritico americano no puede co ncebirse nicamente en opo sicina la cultura ilustrada europea y al debate sobre la reforma de los imperios.Pensamos, al contrario, que el primero se nutri de los argumentos del segundo:de la polmica sobre la degeneracin de los imperios y del concepto de unacomunidad civ ilizada como algo espacialmente y polticamente- limitado; dela idea de los efectos benficos del comercio, y que este slo poda desarrollarse

    en un contex to de mayor autonoma poltica. El resultado de todo esteintercambio de ideas y discursos fue que, para los americanos, en lo sucesivo elimperio poda sobrevivir a menos que se trasformase en federacin. Como lohaba expresado Turgot en un memorial largo y particularmente perspicaz,escrito en 17 7 6 y publicado slo en 17 91 -en el pleno del debate sobre el futurode las colonias francesas-, en el cual adverta que si la monarqua espaolaquera sobrevivir tena que transformarse de un imperio fundado en ladominacin y la dependencia, en algo ms cercano a una federacin que se basase en lo s princ ipio s de una relac in fraternal fundada en la identidad deorigen, del lenguaje, de las costumbres, sin oposicin de intereses38. Turgot,como otros ilustrados de la poca (Smith, Hume, Filangieri), apoyaba lasubstitucin de los v nculos jurdicos existentes entre metrpolis y colonias conuna sociedad comercial, sustentada por un acuerdo po ltico flexible.

    34

    En Espaa, los ministros ilustrados de Carlos III haban llegado a las mismasconclusiones desde el principio de los aos 1780. En su famosa Exposic in al Rey Carlos III sobre la conveniencia de crear reinos independiente s en Amrica, el Conde de Aranda, presidente del Consejo de Castilla, escriba en1783: Vuestra majestad deber despojarse de todos sus dominios en las dos Amricas, manteniendo s lo las islas de Cuba y Puerto Rico como bases para elcomercio espaol. Los restantes territorios, sugera, deban ser transformadosen reinos independientes (correspondientes a los tres v irreinatos), sostenidos

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    Conclusin: la imposible MonarquaNacional

    por una federacin muy blanda gobernada no por el rey sino po r el emperador,restableciendo de esta forma el ttulo utilizado por Carlos V 39. Una vez unidos,los tres reinos habran sido polticamente ms aptos y dispuestos a resistir eltipo de amenaza ex terior que Aranda crea anidarse en la independencia de lascolonias meridionales, al interior de lo s nuevos Estados Unidos40.

    Aunque los proyec tos de una Federac in Imperial no dejaron deproponerse41, los ilustrados espaoles estaban conscientes de que la monarquadifcilmente estaba dispuesta a renunciar a un dominio poltico de cortaduracin en nombre de una ganancia econmica de largo alcance. Hasta lospases ms razonables como Inglaterra, afirmaba Turgot, estaban todava inclinados a perseguir el honor y la reputac in antes que todo42.

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    Uno de los resultados ms evidentes del proyecto reformador fue la

    transformacin de la idea de imperio a un lado y otro del Atlntico. La distincinen la concepcin de la calidad territorial europea y americana que laredefinicin del imperio produjo, pesar como lastre en el momento en que losgobiernos metropolitanos espaoles en tiempos de la crisis (Junta Central,Regencia, Cortes) quisieron hacer efectivo el principio de igualdad entre lasdistintas provincias de la monarqua. El intento de los constituyentes gaditanosde refundar la monarqua sobre la idea de soberana nacional, transformando elimperio en nacin, fracas justamente porqu choc aba con la idea de federac indel imperio que los discursos reformistas haban evocado. La misma idea denacin que se haba impuesto en la pennsula durante el siglo XVIII ,contradeca la imagen de una nacin ampla que inclua territorios muy alejados

    de Europa y co n una poblacin hbrida. A este respecto, cabe subrayar cmo enuna y otra direccin el factor heterogeneidad fue esgrimido como condicindeterminante en la resolucin de los problemas de articulacin del espaciocolonial espaol durante y despus del colapso imperial. Para los liberalesespaoles, la heterogeneidad motivaba una representacin desigual, y todas lascautelas en cuanto a la distribucin del poder; para los americanos, obligabaprecisamente a la igualdad poltica y a otro tipo de distribucin del poder, que lohiciese ms cercano a soc iedades con caractersticas distintas.

    37

    El argumento de la heterogeneidad fue tambin la esencia de la crtica deJeremy Bentham contra la constitucin gaditana y, ms all, contra la ideamisma de una reconciliacin entre Espaa y sus ex colonias43. Como muestraBartolom Clavero, la recomendacin de aquel filsofo britnico a los liberalesespaoles, no era la de liberarse de las colonias porqu estas fuesen tales, sinoporque sus estructuras soc iales no iban a permitir encajarlas en el mismo diseoconstitucional, introduciendo, de esta forma, un grave factor de incongruenciaen la poltica espaola44. Segn Clavero, Bentham cree imposible la existenciade un rgimen constitucional comn a Europa y Amrica. A su juicio, el intentoslo provocara corrupcin, una perversin interna45. En efecto, larecomendacin de Bentham a los liberales espaoles no responda al idealsmithiano de un comercio sin colonias, incitado y causado por diferencias deproductividad que se expresaban en las llamadas ventajas comparativas, sino

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    Notes

    1 Vase, por ejemplo : Jos Mar a Ots y Capdequ, Las Instituciones del nuevo reino deGranada al tiempo de la independencia, Madrid, Instituto Gonzalo Fernndez de Oviedo -Instituto colombiano de cultura hispnica, 1958 ; Alfonso Garca Gallo, El derechoindiano y la independencia de Amrica, Madrid, 1947 ;John Lynch, Spanish Colonial Administration, 1 782-1810. The indendant system in the Viceroyalty o f the Ro de la Plata,Londres, Athlone Press, 1958 [trad. : Administracin colonial espaola 17 82-1810. El sistema de intendencias en el Virreinato del Rio de la Plata, Buenos Aires, Eudeba,Editorial Universitaria, 1962].2 Dav id Brading, Miners and Merchants in Bourbon Mxico, 1763-1810, Cambridge,1971 ; Brian Hamnet, Politics and Trade in Southern Mexico, 1750-1821, Cambridge,Cambridge University Press, 1971; John Fisher, Minas y mineros en el Peru colonial,1776-1824, Lima, Institu to de Estudios Peruanos, 19 7 7 .

    3 Jaques A. Barbier, Reform and Politics in Bourbon Chile,1775-1796, Ottawa, 1980 ;John Fisher, Gobierno y sociedad en el Per colonial : el regimen de las intendencias,1784-1814, Lima , Institu to de Estudios Perua nos, 1 98 1 ; Josefna Zora ida V zquez (ed.), Interpretaciones del siglo XVII I mexicano. El impacto de las reformas borbonicas,Mxico, Nueva Imagen, 1992.4 Scarlet t OPhelan Godoy ,Un siglo de rebeliones anticoloniales. Per y Bolivia, 1700-1783,Cusco, Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolom de las Casas, 1988 ;John Fisher, Allan J. Kuethe y Anthony McFarlane (ed.), Reform and Insurrection in Bourbon Peru and New Granada, Baton Rouge - Londres, Louisiana State University PressLondra , 1 99 0; Kenneth A ndrien, "Economic Cr isis, Taxes and Quito Insurr ectionof 1765", Past and Present, n. 129, 1990, pp. 104-131; Rebecca Earle, IndianRebellion and Bour bon Reform in New Granada: Riots in Pasto , 1 7 80-1800, Hispanic American Historical Review, v ol. 7 3, n. 1 , 1 993 , pp. 99 -1 24; Charles F. Walker (dir.), Entre la retrica y la insurgencia: las ideas y los movimientos sociales en los Andes, siglo XVII I ,Cuzco, Cent ro de Estudios Regionales Andinos Bar tolom de las Casas, 1 99 6.5 Tulio Halpern Dongh i, Reforma y disolucin de los imperiso ibricos, Madrid, Al ianza Editorial, 1 985 .6 Ver, a ttulo de ejemplo : Jaim e O. Rodrguez (ed.), Mexico in the Age of Democratic Revolutions, 1750-1850, Boulder, Lynne Rienner Publishers, 1994 ; Gabriela To Val lejo, Antiguo Regimen y liberalismo. Tucumn, 1770-1830, Tucumn, UniversidadNacional de Tucumn, 2001 ; Federica Morelli,Territorio o Nazione . Riforma edissoluzione dello spazio imperiale in Ecuador, 1765-1830, Soverria Mannelli,Rubbettino, 2001 (traduccin : Territorio o Nacin. Reforma y disolucin del espacioimperial en Ecuador, 1765-1830, Madrid, Centro de Estudios Polticos y Constitucionales, 2005) ; Jeremy Adelman, Sovreignty and Revolution in the Iberian Atlantic, Princeton, Princeton Univ ersity Press, 2 006; Jordana Dy m , From Sovereign

    a una consideracin esencialmente poltica. l recoga como fundamento de suopinin la experiencia dramtica y todav a reciente de la separacin de las trececolonias britnicas de Norteamrica, como argumento de orden esencialmentepoltico y constitucional. Los espaoles y americanos podan compartir muchascosas; sin ir muy lejos, un comercio lucrativo. Lo que no podan compartir eraun mismo e idntico sistema constitucional, ya que eran distintos.

    El problema, como hemos intentado mostrar, no resida tanto en lainadaptacin de los territorios de la Monarqua a la modernidad, como la

    historiografa ha ido sosteniendo por mucho tiempo. Resida ms bien, paradecirlo con Jos Mara Portillo, en los lmites que manifestaba tener elLiberalismo en resolver la relacin autonoma/independencia46. Una cuestinque no haba surgido de repente con la Crisis de la Monarqua en 1808, sino que ya haba empezado a aparecer, en trminos modernos y no de puro retorno alpasado-, en la segunda mitad del XVIII, con el proyecto reformista y el debatesobre la reforma del imperio.

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    Villages to National States. City, State, and Federation in Central America, 1759-1839, Albuquerque, Univ ersity of New Mexico Press, 2007 .7 Esta cuestion ha sido av anzada de form a mu y clar a por Horst Pietschma nn en Justicia, discurso poltico y reformismo borbnico en la Nueva Espaa del sigloXVIII , enM. Bellingeri (ed.), Dinmicas de antiguo Rgimen y orden constitucional. Representacin, justicia y administracin en Iberoamrica. Siglos XVII I-XIX , Turin,Otto ed., 2000 .8 La mejor descripcin de conjun to, aunqu e ceida exclu sivamente al desar rollo delSegundo Impero britnico, en C.A. Bayly, Imperial Meridian. The British Empire and the World, 1780-1830, Londres, Longm an, 1 989 .9 John H. Elliot, Imperios del mundo atlntico. Espaa y Gran Bretaa en Amrica,1492-1830, Madrid, Taur us, 2006, p. 435.1 0 Fred Anderson, Crucible of War. The Seven Years War and the Fate of the British Empire in British North America, 17 54-1766, New York, Vinta ge, 2001 , pp. 504-506.1 1 Josep Fradera, Colonias para despus de un imperio, Barcelona, Bellaterra, 2 005.1 2 Josep Fradera, op. cit., p. 1 8.1 3 Allan J. Kuethe, Cuba, 1753-1815. Crown, Military and Society, Knoxville, TheUniversity of Tennessee Press, 1986 ; del mismo, La desregulacin comercial y lareforma imperial en la poca de Carlos III : los casos de Nueva Espaa y Cuba , Historia Mexicana, 2, 1991 , pp. 265-292.

    1 4 Sobre Ara ngo, v ase Dale Tomich, The Wealth of Empire : Francisco Ara ngo y Parr ea, Political Economy and the Second Slav ery in Cuba ,Comparative Studies in Society and History, 45, 1 , 2003, pp. 4-27.1 5 Edward Gibbon,The History of the Decline and Fall of the Roman Empire, Londres,1776-1789.1 6 Richa rd Price, Observations on the Nature of Civil Liberty, the Principles of Government, and the Justice and Policy of the War with America [1776], en D.O.Thomas (ed.), Political Writings, Cambridge University Press, 1991, p. 30, citado por An thony Padgen, Lords of All the World. Ideologies of Empire in Spain, Britain and France, 1500-1800, New Hav en-London, Yale University Press, 1 99 5, p. 1 61 .1 7 Sobre las cont ribuciones de Diderot a LHistoire, vase, Gianluigi Goggi (ed.), Denis Diderot. Penses dtaches . Contributions l Histoire des Deux Indes , 2 vol., Siena,Universit di Siena,1976-77 y Michle Duchet, Diderot et l Histoire des Deux Indes , ou lcriture fragmentaire, Paris, A.G. Nizet, 1 97 8.1 8 Antonello Gerbi, La disputa del Nuovo Mondo. Storia di una polemica (1750-1900),Miln-Napols, Ricciardi, 1955 [trad. : La disputa del Nuevo Mundo : historia de una polmica, 1 750-1900, Mxico, Fondo de Cultura Ecnomica, 1 96 0].1 9 Buffon, Histoire naturelle, Paris, Imp. Roy ale, 17 49 -1 7 67 , vol. IX.20 A. Padgen, Lords of All the World,op. cit., p. 1 66 .21 Dav id Armitag e, The Cromwellian Protectorat e and the Languages of Empire ,The Historical Journal, n. 35, 1992, pp. 531-555 ; vase tambin del mismo autor,Theideological Origins of the British Empire, Cambridge, Cambridge University Press,2000.22 A. Padgen, Lords of All the World,op. cit., pp. 12 7 -1 29.23 Pedro Rodrguez Cam pomanes, Reflexiones sobre el comercio espaol a las Indias[1 7 62 ], ed. por V. Llombart Rosa, Madrid, Institut o de Estudios Fiscales, 198 8, pp. 11 -1 2.24 Jos del Cam pillo y Cosso, Nuevo sistema de gobierno para la Amrica, Madrid,1789 .25 Jos del Cam pillo, op. cit., pp. 181 -1 89 .26 Jos del Campillo, op. cit., p. 15.27 Vase, por ejemplo, John Fisher "The Effects ofComercio Libre on the Economies of New Granada and Peru: a Comparison", en John Fisher, Allan J. Kuethe y Anthony McFarlane (ed.), Reform and Insurrection in Bourbon Peru and New Granada, op.cit.,pp. 147 -16 3.

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    28 John Preston Moore, The Cabildo in Peru under the Bourbon : a Study in the Declineand Resurgence of Local Government in the Adiencia of Lima, 1700-1824, Durham,1 986 ; Gabriela To Vallejo, Antiguo Regimen y liberalismo, op. cit.29 Juan Marchena Fernndez, Ejrcito y milicias en el mundo colonial americano,Madrid, Mapfre, 19 92 .30 Annick Lemprire, La recepcin negativa de una grande idea: el absolutismo enNueva Espaa en la segunda mitad del siglo XVIII, en Monica Quijada y JessBustam ante (ed.), Elites intelectuales y modelos colectivos . Mundo ibrico (siglos XVI- XIX),Madrid, Consejo de Inv estigaciones Cientficas, 2002, pp. 199 -21 8.

    31 Vase por ejemplo el caso neograna dino y el de la Au diencia de Quito, donde la noaplicacin de las reformas se intendencias fue el resultado de negociaciones entre losfuncionarios y las lites locales. Por el caso neograndino, v ase John Leddy Phelan, El pueblo y el rey. La revolucin comunera en Colombia, 1781,Bogot, 1980 ; por el casoquiteo, v ase Federica Morelli, Las reform as en Quito. La r edistr ibucin del poder y la consolidaccin de la jurisdiccin municipal, Jahrbuch fr Geschichte von Staat,Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas, n. 34, 199 7, pp. 183-207.32 Jeremy Adelman, Sovereignty and revolution, op. cit., p. 54 .33 Franco Venturi, Settecento Riformatore, Torino, Einaudi, 1 97 6-19 84, v ol. IV, t. II., p. 204.34 Jos Mara Port illo V ldes, Revolucin de Nacin .Orgenes de la culturaconstitucional en Espaa : 1780-1812, Madrid, Centro de estudios Polticos y

    Constitucionales, 2000. Vase tam bin del mismo aut or,Crisis Atlntica. Autonoma eindependencia en la crisis de la Monarqua hispana, Madrid, Marcial Pons, 2006.35 Francisco Snchez-Blanco, Europa y el pensamiento espaol del siglo XVII I , Madrid, Al ianza Editorial, 1 992.36 Antonio Mestre, Apologa y crtica de Espaa en el siglo XVII I , Madrid, MarcialPons, 2003 .37 Nos refer imos aqui a las obras de los jesuita s expulsados de la monarqua(Clavijero, Velasco, Molina, Vizcardo). Sobre este punto, vase Jorge Canizares-Esguerra, How to Write the History of New World. Histories, Epistemologies , and Identities in the Eighteenth-Century Atlantic World,Stanford, Stanford Univ ersity Press,2001.38 Mmoires sur les colonies amricaines, sur leurs relations politiques avec leursmtropoles, et sur la manire dont la France et lEspagne ont d envisager les suites delindpendance des Etats Unis de lAmrique[17 76 ], Paris, 1 79 1 , pp. 34-35.39 Manuel Lucena Giraldo, Premoniciones de la independencia de Iberoamrica: lasreflexiones de Jos de balos y el Conde de Aranda sobre la situacin de la Amricaespaola a finales del siglo XVIII , Madrid, Fundacin Mapfre Tavera ; Aranjuez, DoceCalles, 2003 .40 Sobre este punto, vase, Joaqun Oltra y Mara Ang eles Prez Sam per, El Conde de Aranda y los Estados Unidos, Barcelona, PPU, 19 87 .41 Hacemos alusin aqui a los proyectos de reforma de la monarqu a av anzados por v ar ios ilu str ados com o Alejandro Malaspina y Victorin de Villaba. Sobre el pr im ero, v ase, Juan Pimentel, La fsica de la monarqua. Ciencia y poltica en el pensamientocolonial de Alejandro Malaspina (1754-1810), Ar an juez, Doce Calles, 1 998. Por lo que

    concierne el segundo vase su escrito, Apuntes para una reforma de Espaa sintrastorno delgobierno monrquico, n la Religin [1797], Buenos Aires, Imprenta de Alv r ez, 1 82 2.42 Turgot, Mmoires, op. cit., p. 343 El texto de Benth am que se comenta y otros con l relacionados en Philip Scofield(ed.), Colonies, Commerce and Constitucional Law : Rid Yourselves of Ultramaria and Other Writings on Spain and Spanish America, Oxford, Clar endon Press, 199 5.44 Bartolom Clav ero, Libraos de Ultram ar ia ! El frut o podrido de Cdiz , en J.M.Iurritegui y J.M. Portillo (eds.),Constitucin en Espaa : orgenes y destinos, Madrid,Centro de Estudios Polticos y Constitucionales, 19 98 , pp. 109-17 7 .45 B. Clav ero, Libraos de Ultram aria ! , op. cit., p. 1 1 2.

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    46 J.M. Portillo,Crisis Atltica, op. cit.

    References

    Electronic referenceFederica Morelli, La redefinicin de las relaciones imperiales: en torno a la relacinreformas diecioches cas/independencia en Amrica , Nuevo Mundo Mundos Nuevos[Online], Debates, Online since 17 May 2008, connection on 28 March 2014. URL :

    http://nuevomundo.revues.org/32942 ; DOI : 10.4000/nuevomundo.32942

    About the author

    Federica Morelli

    By th is autho r

    European Perspectives on a Longer Atlantic World [Full text]Published in Nuevo Mundo Mundos Nuevos , Workshops

    Introduction au dossier : Les Indpendances [Full text]Published in Nuevo Mundo Mundos Nuevos , Debates

    Eduardo Garrigues Lpez-Chicheri (coord.), Norteamrica a finales del siglo XVIII :Espaa y los Estados Unidos , Madrid, Fundacin Consejo Espaa-EEUU-MarcialPons, 2008, 358 p. [Full text]Published in Nuevo Mundo Mundos Nuevos , Book review s and essays

    Dominique Goncalvs, Le planteur et le roi. Laristocratie havanaise et la couronnedEspagne (1763-1838) , Madrid, Casa de Velzquez, 2008, 460 p. [Full text]Published in Nuevo Mundo Mundos Nuevos , Book review s and essays

    Commentaires sur Racialiser la socit : un projet et un chec. Autopsie du casdomingois de Dominique Rodgers [Full text]Published in Nuevo Mundo Mundos Nuevos , Workshops

    Gabriel B. Paquette, Enlightenment, Governance, and Reform in Spain and its Empire,1759-1808 , Londres, Palgrave Macmillan, 2008, 244 p. [Full text]Published in Nuevo Mundo Mundos Nuevos , Book review s and essays

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