La reemergencia de los pueblos -...

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HISTORIAS Y REEMERGENCIAS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS CIENCIAS SOCIALES Introducción. Política y emancipación | Pueblos indígenas: definición y alcance | Antes y después: historias | El “antes” como mundo-otro | “Después”: la conquista infinita, resistencia y rebeliones | Ahora: reemergencias | Ámbitos de disputa y demandas de los pueblos indígenas | ¿Hacia Estados multiétnicos, pluriculturales y plurinacionales? Autor: Dr. Áxel Lazzari (UBA) | Coordinación Autoral: Dra. Patricia Funes (UBA y CONICET) y Dr. Áxel Lazzari (UBA) PROGRAMA DE CAPACITACIÓN MULTIMEDIAL EXPLORA LAS CIENCIAS EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO

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HISTORIAS Y REEMERGENCIAS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS

CIENCIAS SOCIALES

Introducción. Política y emancipación | Pueblos indígenas: definición y alcance | Antes y después: historias | El“antes” como mundo-otro | “Después”: la conquista infinita, resistencia y rebeliones | Ahora: reemergencias | Ámbitosde disputa y demandas de los pueblos indígenas | ¿Hacia Estados multiétnicos, pluriculturales y plurinacionales?

Autor: Dr. Áxel Lazzari (UBA) | Coordinación Autoral: Dra. Patricia Funes (UBA y CONICET) y Dr. Áxel Lazzari (UBA)

PROGRAMA

DE CAPACITACIÓN

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D esde hace más de dos décadas, lassociedades y los Estados nacionales en

América Latina se han transformado en es-cenario de la reemergencia de los pueblosindígenas. El "¡Basta ya!" del Ejército Za-patista de Liberación Nacional, los tocadosde plumas de los diputados xavante enBrasilia, el contrafestejo del Quinto Cente-nario, las marchas, los bloqueos y votos delos indígenas en Ecuador y Bolivia y el premioNobel a una mujer indígena son algunos delos hitos con impacto continental y mundialque tienen por protagonistas a estos pue-blos. Estos acontecimientos son apenas lapunta del iceberg de procesos políticos másvastos en los que está en juego no sólo lasupervivencia de poblaciones, sino tambiénsu derecho a existir en tanto que pueblosindígenas. Los reclamos indígenas no son he-chos aislados, sino que se inscriben en prác-ticas políticas más amplias de emancipacióny democratización de las estructuras econó-mico-políticas vigentes en América Latina.

El activismo indígena actual se distinguede otros episodios de reemergencia porquebusca articularse en pie de igualdad conotros movimientos sociales sin que se diluyasu identidad ni su protagonismo. Asimismo,

las protestas de los pueblos originarios di-fieren entre sí, lo que equivale a decir queson el efecto de historias diversas, en lasque se manifiestan estilos históricos dedominación diferenciados que afectan lasformas en que los indígenas elaboran y lle-van adelante sus proyectos políticos. Lasdemandas indígenas no se restringen alreconocimiento de "aportes culturales" a lanación −como las ubicuas estatuas a la razadesaparecida−, sino que exigen además unaurgente redistribución de riquezas y de losmedios para producirla, sin lo cual lo anteriorqueda en meras "reparaciones simbólicas".

No obstante, el aspecto simbólico de lalucha indígena es importante, pues lo quela reemergencia pone en cuestión es el aúnvigente imaginario colonialista que cam-pea, con su cara maldita y su cara afable,por la sociedad latinoamericana. En estesentido, el movimiento indígena debe "ren-dir examen" ante ámbitos de poder en don-de abundan imágenes ideológicas sobre elindio como raza inferior, primitivo y otrasaparentemente más objetivas como la de"obstáculo al desarrollo", o más humanita-rias, como la de la pobre y eterna víctima.Esto se refuerza con la aprendida y activa

indiferencia de la población hacia la cues-tión. En conjunto, estos códigos de com-prensión tienen en común extender un velosobre los pueblos indígenas que los tornarelativamente opacos al análisis social ypolítico. En este sentido, sólo podemos atis-bar las formidables resistencias ideológicasque enfrenta la reemergencia indígena.

En este fascículo nos proponemos presen-tar algunas de las causas, modalidades y sig-nificados del resurgimiento político de lospueblos indígenas en América Latina. La pre-misa básica de la que partimos establece quela situación de subordinación de los pueblosindígenas está indisolublemente vinculada ala trayectoria histórica de los Estados y socie-dades nacionales que rompieron, a medias,con el orden colonial. Esperamos brindarelementos para reevaluar la presencia polí-tica indígena en América Latina, atendien-do tanto a los procesos históricos de largaduración que la determinan como a lasactuales condiciones en las que se enmarca,los campos de disputas en los que se inser-tan sus reclamos y las alianzas, estrategias yformas de organización que presentan fren-te al horizonte de un Estado que se dicedemocrático y pluralista.

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¿Algo del pasado? indios exhibidos comorarezas en un circo porteño de 1920.

La Wipala, símbolo del movimiento indígena, entre otras banderas en una protesta.

INTRODUCCIÓN.POLÍTICA Y EMANCIPACIÓN

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Pueblo indígena no es una” raza”.

E ntre los grupos en situación de subor-dinación dentro de una sociedad na-

cional, los pueblos indígenas u originarios−como también se autodenominan− sonaquellos que se ven y son vistos como losdescendientes de las agrupaciones que"estaban antes" de los procesos de con-quista, colonización y nacionalización quedesencadenó la expansión mundial de lasnaciones europeas. Indígena es toda perso-na que manifiesta descender de los pueblosy comunidades autóctonos que fueron ven-cidos y que hoy siguen sufriendo las conse-cuencias de esa derrota incesante. Ser indí-gena es tener algún tipo de conciencia deque la marginalidad y exclusión que afectadepende de que es autóctona, o sea, quesus orígenes culturales no se encuentran“afuera” de este continente ligados a losconquistadores y los inmigrantes. Puebloindígena es una categoría político-culturalque remite a un conjunto de personas ygrupos con capacidad de actuar y confron-tar colectivamente sobre la base de intere-ses comunes, creencias y valores comparti-dos. En este sentido, es un error confundirpueblo indígena con "cultura indígena","comunidad indígena" y más aún con "razaindígena", aunque estos términos aparez-can legitimando la acción de un pueblo indí-gena, del Estado o la sociedad. La relaciónde dominio que se establece entre las socie-

3HISTORIAS Y REEMERGENCIAS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS

Pueblo indígena no es una ”cultura”.

dades nacionales y los pueblos indígenassuele basarse en ideologías "culturales" y"raciales" que supuestamente explican porqué los indígenas ocupan el escalón másbajo de las jerarquías sociales. Entre otros

grupos, ellos son separables del resto dela población porque están marcados por la"raza" −rasgos visibles e invisibles que secreen "fijos"− y la "cultura" −rasgos visiblese invisibles que se creen "modificables"−. Enefecto, si bien el gesto racista o culturalistamás común consiste en ubicar a los indioscomo una "raza inferior" o una "cultura pri-mitiva", son las propias ideas de raza y decultura las que, al asignarse a los indígenas,operan discriminatoriamente, como si no hu-biese otra forma de pensarlos. Si no nossuena familiar la idea de ciudadano indígenaes porque estamos condicionados ideológi-camente para creer que para ser ciudadanohay que dejar de ser indio, o sea, hay que"blanquearse". Por consiguiente, la subordi-nación de los indígenas no consiste sólo enconsiderarlos como "racial" y "culturalmen-te" inferiores sino también en ligarlos a for-mas "irracionales" de organización como laraza, la cultura, o su eufemismo, lo étnico.

PUEBLOS INDÍGENAS: DEFINICIÓN Y ALCANCE

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ANTES Y DESPUÉS: HISTORIAS

Por otra parte, pueblo indígena es unacategoría jurídica de alcance mundial y apa-rece consagrada en documentos de la Or-ganización Internacional del Trabajo y de lasNaciones Unidas. Hay pueblos indígenas entodas las regiones del mundo donde seconstate la lucha por los derechos por partede poblaciones descendientes de pueblosautóctonos conquistados. Si en América La-tina estos pueblos indígenas son los llama-dos indios, en Canadá se los conoce como

first nations (primeras naciones), en EstadosUnidos como native americans (america-nos nativos), en África y Asia son tribalpeoples (pueblos tribales), y en Australia,aboriginal peoples (pueblos aborígenes).También los hay en otros lugares inespera-dos, como los sami (lapones) en Suecia yFinlandia o los ainu en Japón.

¿Qué decir de los pueblos indígenas enAmérica Latina? Se considera que existenmás de 40 millones de personas que así se

autorreconocen. La proporción dentro decada nación varía entre menos del uno porciento, como en Brasil, hasta constituir lamayoría de la población, como en Bolivia yGuatemala. No se trata aquí de enumerarexhaustivamente a esos grupos sino detomar conciencia de que en las actualescondiciones de reemergencia no hay nipuede haber un mapa ni un registro defini-tivo de los pueblos indígenas existentes.Censos y mapas −sobre todo los diseñadospor los organismos estatales que gobiernanlos asuntos indígenas− son medios de sim-plificación y control que reflejan interesada-mente las realidades sociales. Hay que insis-tir en que, a pesar del común denominadorde la autoctonía y del estatus de conquista-dos, existe una amplia gama de realidadesindígenas. Las maneras de ser indio −y deorganizarse como tal− en América Latina serelacionan no sólo con la diversidad culturalprevia a la conquista, sino también con lasmodalidades que esta asumió según losrecursos en disputa y el tiempo en que tuvolugar. Así, hay pueblos supuestamenteextinguidos en los primeros siglos dedominio colonial, como los pataxó enBrasil o los huarpe en Argentina, que hoyreaparecen rearticulando novedosamenteidentidades fragmentarias. También estánlos llamados "pueblos aislados" delAmazonia −que, como anuncia la prensa,viven en la "edad de piedra"− o los folclo-rizados indios de las comunidades andinasy de las reservas indígenas. Si agregamos aestas realidades la fuerte presencia abori-gen en pueblos y ciudades de provincia yen las megalópolis latinoamericanas, seobtiene un panorama social, demográficoy cultural nada simple.

D aremos aquí un vistazo, necesaria-mente esquemático, de los procesos

y relaciones históricas que llevaron a lasituación de subordinación de los pueblosindígenas. Esta condición no es un datoinmutable ni una predestinación, sino elefecto acumulado de acciones humanas

que se dieron en el marco cambiante deenfrentamientos entre grupos con pode-res desiguales. Por lo tanto, descartamosde antemano que los indígenas sean testi-monio cristalizado de un pasado arcaico,pueblos sin historia o, como reza otra ideafalsa, seres de la naturaleza. Nos interesa

mostrar, en cambio, lo variable, complejoe interdependiente en los ámbitos de civi-lización indígenas antes de la conquista,por una parte, y los patrones de relaciónque surgieron en las sociedades colonia-les y en las naciones latinoamericanas,por la otra.

En todo el mundo los pueblos indígenas luchan por sus derechos , como los maoríes de Australia.

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Guerra: pintores aztecas del siglo XVI representan el ataque al templo de Tenochtitlán,México (Códice florentino).

5HISTORIAS Y REEMERGENCIAS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS

EL "ANTES" COMO MUNDO-OTRO

Sólo a partir de la conquista europea la his-toria anterior de América puede imagi-narse como "precolombina" o "prehispá-nica". Aunque sea difícil abordar ese"antes" sin abusar de las comillas, intente-mos asomarnos a ese espacio-tiempo comosede de un desarrollo autocentrado. Se tratade un mundo otro, y no el mundo de "elotro", el "otro mundo" o el "nuevo mundo"que "esperaba" a Europa y a los "blancos"para ser descubierto, completarse y adquirirsentido. El antropólogo argentino MiguelBartolomé señala que "antes de la invasióneuropea, la actual América Latina ofrecía lavisión de un conjunto heterogéneo y aveces yuxtapuesto de complejos culturales,resultantes de la expansión de procesoscivilizatorios abarcativos que se ramificabany concretaban en distintas civilizaciones sin-gulares". Mesoamérica (actuales México yGuatemala) fue el marco de civilizacionesmilenarias de distinta complejidad, de lascuales, los aztecas (mexicas) y mayas fue-ron los últimos exponentes. En las Antillasy América Central también hubo desarro-llos semejantes en relación con los caribes.Para seguir la convención de los antropó-logos, hay que distinguir, en América delSur, entre dos grandes áreas de civilización:las "tierras altas" (el cordón andino, consus altiplanos, valles y pedemontes) y las"tierras bajas" (las llanuras, estepas, selvasy desiertos). En las tierras altas, los incas,por ejemplo, fueron precedidos por unalarga tradición civilizatoria que incluía,entre otras, la mochica y la tiahuanaco.También los grupos de habla aymara de laPuna y o de lengua cacana en el actual nor-oeste argentino (los "diaguitas") formabanparte de una prolongada historia. En las tie-rras bajas, las civilizaciones amazónicas delos grandes ríos y del interior −grupos delengua gê y tupí-guaraní, por citar sólo doscasos− también compartían una rica y com-pleja interacción milenaria. Más al sur, elGran Chaco (repartido entre los actualesBolivia, Paraguay y Argentina), los AndesMeridionales, la Pampa y la Patagonia eran,desde hacía siglos, espacio generador deformas socioculturales diversas.

Abya Yala −término de los indios kunautilizado hoy por el movimiento indígena

para sustituir el de América− contenía, "an-tes" de su origen americano, formas de vida"otras", diferentes de la civilización euro-pea, que, como sostiene Bartolomé, se ca-racterizaban por propender a la diferencia-ción y no a la uniformización de realidadesculturales, tendencia esta que se haría pa-tente a partir de la conquista.

"DESPUÉS": LA CONQUISTA INFINITA, RESISTENCIA Y REBELIONES

¿Cuándo comienza la civilización? ¿En1492 para los nativos de Guanahaní (hoyIslas Bahamas)? ¿En 1880 para los indíge-nas del Mamül Mapu (hoy La Pampa)? ¿En1940, año del Primer Congreso IndigenistaAmericano en México, cuando se prometióal indígena americano la integración a lanación? ¿O llega ahora con el reconoci-miento a los pueblos indígenas de dere-chos colectivos a la diferencia, entre loscuales está el de rechazar la civilización,

como lo muestra el caso paradójico de losharamkbut, pueblo no contactado delAmazonia? Estos interrogantes refierenmetafóricamente a cuatro situaciones histó-ricas bien definidas. La primera, la inaugura-ción por parte de Occidente de sus derechosde conquista tras un efímero asombro anteel salvaje edénico. La segunda, la extensiónde esos mismos derechos de conquistasobre los territorios indígenas situados enlas fronteras "interiores" de las repúblicasamericanas, plagadas de "indios bandidos".La tercera, el despliegue del indigenismo,política compensatoria de los Estados nacio-nales del siglo XX, con el fin de integrar a losya vencidos contingentes indígenas a lanación. La cuarta, una política de toleranciao respeto de nuevo cuño hacia los indígenasasentada en los derechos culturales.Veamos, seguidamente, los patrones derelación interétnica entre indígenas y noindígenas simbolizados en las tres primerasfechas, dejando para el final la situacióncontemporánea.

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EN TORNO A 1492: "ESTADOS DE CONQUISTA"

Si el destino de "extinción" de los taínos queColón "encontró" y esclavizó en el Caribemuestra a las claras el significado último del"descubrimiento" desde el punto de vistaindígena, los "Estados de conquista" −tér-mino de Miguel Bartolomé− implantadosen América tuvieron que asegurar un domi-nio que preservara poblaciones y territoriospara hacer viable la continua extracción deriquezas −sobre todo metales− para su tras-lado a Europa.

La sociedad colonial no incorporó del mis-mo modo a las sociedades autóctonas bajosu dominio. Las civilizaciones de Mesoamé-rica y los Andes constituyeron el centro so-bre el cual el poder español se asentó y lacabeza de puente para emprender nuevasconquistas. Allí, la dominación se reguló através de instituciones económicas, políti-cas y jurídicas como la encomienda (quecomprometía al encomendero español aevangelizar a los indios a cambio de tribu-tos), el trabajo obligatorio (la mita, elrepartimiento, etc.) y el servicio personal(especie de servidumbre). Ellas se combina-ban con formas de fijación territorial como

las reducciones, pueblos de indios yhaciendas, sistemas de disciplinamientoideológico −misiones y doctrinas− y garan-tías de protección jurídica, como las Leyesde Indias.

En lo que luego sería, Brasil, muchassociedades de lengua tupí que poblaban ellitoral, conocidas genéricamente comotupinambá, y las de lengua gê de tierraadentro llamadas tapuyas, fueron obliga-das por los portugueses a cortar pau brasil(madera de la que se extraía una tinturacolor rojo brasa) y plantar azúcar. Más tar-de, ante el bajo rendimiento laboral indíge-na, los conquistadores inauguraron ladoble empresa esclavista que caracterizó lacolonia en el Brasil: por un lado, la caza yesclavización de indios mediante las ban-deiras, las famosas expediciones de guerraque también buscaban oro, y por otro, laimportación de esclavos negros desde Áfri-ca en navíos negreiros.

Los guaraníes que habitaban en las cuen-cas de los ríos Paraguay y Paraná fueronsometidos por los españoles a través deencomiendas, especialmente la llamada en-comienda originaria por la que se otorgabadiez o más mujeres indias a un conquista-dor. Luego, los jesuitas, aprovechando el

descontento de los guaraníes con la explo-tación de los encomenderos y su indefen-sión ante las incursiones de los bandeiran-tes, organizaron sobre la base de la misiónun experimento de colonización ordenadade cariz teocrático.

En contraposición a estos modelos deincorporación se destacan los vínculos enta-blados con las sociedades que permane-cieron en los márgenes, pero no ajenas alsistema colonial; vínculos que se dieron me-diante guerras, comercio, alianzas políti-cas y movimientos demográficos. En estasituación se encontraban los llamadosindios alzados, bravos o aucas. Entre ellosestaban los avá-guaraníes (chiriguanos) ylos guaycurúes (genérico que incluía a tobas,abipones, mocovíes, pilagá, entre otros)que habitaban el Gran Chaco; los mapu-ches, pampas y tehuelches de la Pampa, laPatagonia y la Araucania; los chichimecasque vivían en el norte de Nueva España(México) o los chunchos de las selvas quebordeaban los virreinatos del Perú y NuevaGranada. Eran todos ellos "indios de fron-tera", participantes en ese espacio de rela-ciones interétnicas que también incluía amestizos, esclavos negros escapados y

Siervos de Dios, amos de indios.

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¿Moctezuma vasallo voluntario del rey de España? Grabado español del siglo XVIII.

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7HISTORIAS Y REEMERGENCIAS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS

renegados políticos en conflictos y alianzascon comerciantes, pioneros y militares.

Existe un tercer caso límite en el mundocolonial: las sociedades indígenas que nuncase plegaron a la dominación europea y crio-lla. Muchas habitaban en las selvas amazóni-cas y de Yucatán, en los montes y sabanasinteriores del continente. Tuvieron poco oningún contacto directo con poblacionescoloniales, lo que no significaba un total des-conocimiento de ellas. Más bien, puededecirse que su condición de refugio fue unarespuesta a la situación colonial.

Si el consentimiento de los vencidos con elorden colonial fue, en cierto modo, inevita-ble, también lo fueron las manifestacionesde resistencia. Estaban motivadas tanto porla nostalgia de lo que se había perdido comopor el deseo de hacer cumplir las bondadesde la civilización que Occidente no cesaba deprometer. Por ejemplo, aunque el ayllu andi-no −la comunidad local de parentesco− fuerediseñado para servir a la economía políticacolonial, continuó siendo un punto de refe-rencia para la reproducción cultural de los in-dígenas. Las propias Leyes de Indias también

funcionaron como espacios de negociacióndel dominio, al posibilitar litigios contra enco-menderos o la obtención de títulos de tierraspara las comunidades. Las rebeliones y moti-nes de los indios sojuzgados fueron constan-tes, y las guerras llegaron a ser endémicas enalgunas zonas fronterizas. Entre las primeras,el Taqui Ongoy fue un movimiento milenaris-ta que se expandió por las sierras del Perú enel siglo XVI buscando volver el mundo atrás.Guerras importantes se libraron en los actua-les Valles Calchaquíes de la Argentina duran-te el siglo XVI y XVII. Más al sur, los españolesse encontraron con la vigorosa oposiciónreche (hoy mapuche), que abrió el largo capí-tulo de la llamada Guerra de Arauco. En laactual Guatemala y sur de México, distintosgrupos mayas montaron fuertes resistenciasentre los siglos XVI y XVIII. A principios delsiglo XVIII se produjo la última gran tentativaindígena de frenar la colonización ganaderadel norte del Brasil −la "guerra de los bárba-ros"− que terminó con la masacre y extinciónde muchos grupos tapuya.

Hay que resaltar que estas rebeliones, altiempo que suponían la defensa de autono-mías por parte de los grupos indígenas,también eran formas violentas de crearinterdependencias entre los colonizadores,los "indios amigos" y los que se negaban asometerse. Las grandes insurrecciones andi-nas de fines del siglo XVIII lideradas, entreotros, por Tupac Amaru y Tomás Katari,muestran que la restauración del Incario quepropugnaban no excluía complejas alianzasinterétnicas, diversidad de orígenes de losrevolucionarios y una fuerte cohabitaciónde tradiciones europeas y nativas. Por lotanto, se puede concluir que el dominiocolonial transformó al mundo-otro en mun-do “indio”, y a lo largo del tiempo estable-ció ciertas continuidades y rupturas entre loque eran los "indios" al inicio del contacto ylos "indios" del final de la colonia.

HACIA 1880: "ESTADOS EXPROPIADORES"

A mediados del siglo XIX, el régimen colonialse había disgregado casi por completo, salvoen Cuba y Puerto Rico, que todavía perma-necían bajo dominio español. Las nuevasrepúblicas levantadas tras guerras de inde-pendencia y luchas civiles se sostuvieron en

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Indios dóciles y sensatos: representación del Campamento de Matorras en el claro, óleo de T. Cabreras (1774).

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¿Cuál es el impacto del término"indio", el exitoso error de Colón quedevino categoría social y jurídica discri-minatoria durante la colonia y llegahasta hoy con sentidos semejantes?"Indio" es el signo de dos procesos lle-vados a cabo desde la colonia: la frag-mentación de las sociedades indíge-nas y la consiguiente rearticulación desus miembros como población venci-da. Guillermo Bonfil Batalla decía que "al indio lo crea el europeo, por-que toda situación colonial exige ladefinición global del colonizado comodiferente e inferior". El término"indio" refiere a una forma de huma-nidad incompleta, supuestamentetransitoria, que se liga a Europa y, lue-go, a una América Latina europeísta, a

través de lo que le falta, de lo que lasepara de ellas. Esa brecha, sin embar-go, no se cierra nunca, pues los meca-nismos ideológicos de la civilizaciónrequieren que los indios sigan siendoindios. En el imaginario colonial aúnvivo, ser "indio" es un "todavía no",un "casi" humano puesto bajo la mira-da escrutadora del amo que siempreidentifica en él una falla que lodevuelve al "estado salvaje". Paraquién se pone en el lugar del "civiliza-do", la palabra "indio" convoca lo quemás se desea salvar y hacer progresary, a la vez, lo que más se desprecia yteme. La ambivalencia comenzó enel momento en que se estableció estecódigo para fragmentar y homogenei-zar las sociedades "precolombinas" sin

poder nunca evitar que por sus bordesafloraran oblicuamente las experien-cias de los dominados. Porque "indio"no es sólo la imagen del débil, sinotambién el poder del débil. Precisa-mente por este carácter doble, y desdeel punto de vista de los indígenas,"indio" se presenta desde hace muchocomo una herramienta disponiblepara interpelar al dominador. Lassucesivas resistencias y rebeliones y laactual reemergencia son actos de"apropiación" de lo "indio", el ele-mento cultural más ajeno a las tradi-ciones originarias y más fuertementecontrolado en sus significados por elsector dominante, pero a la vez el másíntimamente ligado a la historia deeste sujeto colonial.

LA AMBIGÜEDAD DE LA DOMINACIÓN: EL "INDIO" Y SUS BORDES

los ideales emancipadores europeos quecombinaban liberalismo económico-políticoy nacionalismo. Incluso el Imperio del Brasil,proclamado en 1825, hacía lugar a la doctri-na liberal en su constitución monárquica.

La creación de los Estados nacionalesestuvo acompañada de un discurso de ciu-

dadanía universal: la república es "paratodos". "Todos", en rigor, eran aquellossectores sociales, numéricamente ínfimos,que podían sentirse representados por unmodelo de hombre individual y propietario y,por lo tanto, libre e igual. Al transformarseen realidad, esta visión del mundo produjoefectos desastrosos entre los indígenas. Enlas tierras altas, los ataques de los liberales alpatrimonio fundiario de los antiguos enco-menderos y la Iglesia afectaron al de lascomunidades indias bajo su control que aúnconservaban ciertos derechos colectivossobre sus tierras. Cuando se estableció porley que la propiedad de la tierra sólo podíademostrarse mediante títulos individuales,se reinició el ciclo de disgregación de territo-rios y el desarraigo de la población. Surgía,desde el punto de vista indígena, el Estadoexpropiador, como lo denomina Bartolomé.

Sobre esta población indígena desterri-torializada, los nuevos dueños legales delas tierras rearticularon su dominio sobre labase del peonazgo por deudas, el concha-vo, el concertaje, el arriendo y otras formasde arreglos "personales y tradicionales"entre el patrón y el indio (denominado yana-cona, huasipungo, inquilino, mediero, arren-derro según las regiones y países). En fin, con

las nuevas repúblicas los indios se vieron eco-nómicamente "libres": para vender mercan-cías (sobre todo su propio trabajo) y paracomprar productos en un mercado que, sinembargo, no existía ya que casi todo depen-día de la coacción extraeconómica. Políti-camente, los indios también eran "libres" e"iguales", pero sus derechos civiles sólo fun-cionaban como coartada jurídica para loscontratos de compra-venta, mientras sus de-rechos políticos eran recortados por un sinfínde disposiciones coloniales y racistas (comola negativa al derecho el voto).

Junto a la "liberación de los siervos" pre-gonada por las clases dominantes criollas, lasnuevas naciones emprendieron la reconquis-ta de las fronteras coloniales y la colonizaciónde las supuestas "tierras vacías". Hacia finesdel siglo XIX, las llamadas Conquistas del De-sierto (Pampa-Patagonia) y del Desierto Ver-de (Chaco argentino) encuentran paraleloscon las campañas de Pacificación de la Arau-canía lanzadas por Chile contra los mapu-ches o las razzias contra los chiriguanos enBolivia hacia 1892. Poco tiempo después, laexpansión de la frontera amazónica de Perú,Ecuador, Colombia, Bolivia y Brasil en buscade caucho costó miles de cadáveres de indiosy mestizos. En todos estos casos, las dirigen-

Un indio rebelde vale un souvenir fotográfico. QuintínLame es arrestado en 1915 en Colombia.

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9HISTORIAS Y REEMERGENCIAS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS

cias, asociadas a intereses empresarialesnacionales y extranjeros, vieron en los indíge-nas un obstáculo que debía superarse para laconstrucción de sociedades y mercadosnacionales "integrados al mundo" de la épo-ca. Frente a la profecía civilizatoria de "ordeny progreso" que las élites morales creíanineluctable, las poblaciones indígenas fueroncondenadas a la "extinción natural" o "asisti-da", esto es, a la muerte o a la desarticula-ción de sus sociedades que, en el mejor de loscasos, las transformaba en viveros de campe-sinos y proletarios rurales dependientes desus patrones o del Estado.

La conquista republicana nacional y lapenetración de relaciones capitalistas no fue-ron aceptadas pasivamente por las poblacio-nes indígenas; quienes en varias ocasiones serebelaron en la defensa de la tierra. En elnorte de Brasil, entre 1835 y 1850 explotabala Cabanagem, una larga insurrección de tri-bus indígenas, indios destribalizados y mesti-zos contra la opresión de la clase propietaria.En 1874, en la Argentina se sublevaron loskollas de la Puna contra los impuestos delaún vigente Marquesado de Yavi. Ya en elsiglo XX, muchas de las poblaciones venci-das en las campañas de fronteras siguieronresistiendo su reducción en colonias y misio-nes, como lo atestigua el caso de los milena-rismos guaycurúes en el Chaco hasta losaños veinte del siglo pasado. Para esa mismaépoca se iniciaba en el Perú una serie deimportantes levantamientos campesinoscontra los gamonales, los propietarios delatifundios. En Colombia durante el siglo XIXy principios del XX se produjeron variasrevueltas de indios, entre las que destacan lasde los indios páez o nasa al mando deQuintín Lame. En México, durante el siglo XIXlos indígenas de Yucatán protagonizaron la"guerra de castas", mientras más al norte,los indios yaquis y apaches todavía defendíansu territorio contra los rancheros criollos. Mástarde, en 1910 estallaba la revolución mexi-cana de base agrarista en la que participaroningentes ejércitos de campesinos indígenas.

1940 Y ALREDEDORES: "ESTADOS INDIGENISTAS"

No es casual que la experiencia políticamexicana condujera, tras varios decenios de"revolución congelada", al primer Congreso

Indigenista Americano, celebrado en Pátz-cuaro en 1940. El congreso dotó de estatu-to internacional al mentado problema indí-gena y expandió a toda Latinoamérica losideales de reparación histórica e integraciónnacional del indio. Incluso encontró eco elmodelo indigenista brasileño inauguradopor el mariscal Rondón en 1910 con susexpediciones al Mato Grosso y su discursode "protección fraternal" de los indios.

El primer indigenismo fue una política deEstado tendiente a desarrollar acciones com-pensatorias hacia el sector indígena margi-nado durante el período de las repúblicasliberales. Su objetivo era dirigir y administrarracionalmente la incorporación de los indiosa la nación −la nacionalización del indio−recurriendo a la dosificación controlada demodelos de conducta civilizados. Al calor deestas políticas se crearon organismos guber-namentales que fomentaban la entrada delos indios a la economía, sociedad, política ycultura nacionales interpelándolos como"campesinado". Los principales programasindigenistas se centraron en la reforma agra-ria, la educación, la cooperativización y la sin-dicalización, todas ellas vías de conexión conla burocracia estatal y los partidos nacional-populistas de la época. En los países donde serealizaron reformas agrarias entre los añostreinta y setenta, los efectos sobre los indíge-nas variaron según la profundidad de loscambios. En México, el indigenismo estuvomuy ligado a la dislocación de estructuraslatifundistas y al cambio en el régimen detenencia de la tierra y de producción (ejidos ycooperativas). Algo semejante ocurrió con larevolución boliviana de 1952 y, en menormedida, en los procesos chileno y peruano.

¿Qué idea de nación conllevaba el indige-nismo clásico? Con el objetivo de integrar alos indígenas, la nación era concebida comouna comunidad aún en formación, por loque debían subrayarse todos los rasgos queunificaban, descartando los que podíangenerar divergencias. En este modelo denación los gobiernos fomentaban una solalengua −el castellano o portugués−, unasola religión −la católica−, la idea de unterritorio indiviso −la patria− y la noción deuna única "raza" −la blanca o al menos elideal racista del "blanqueamiento". Es tancierto que la idea de nación ha sido la claveemancipadora del dominio colonial como

que sus beneficios no han sido los mismospara todos a los que representaba. La naciónllega a funcionar como una fuente de opre-sión que, a través de mecanismos simbólicosy materiales, conduce a la sistemática exclu-sión de la ciudadanía de ciertas tradicionesy grupos de la "gran familia" nacional. Es elcaso de los indios. Frente a los valoresnacionales, sus religiones se tornaron"supersticiones", sus lenguas, "segundaslenguas" o "dialectos", su "raza", cobriza,sus tierras y fuerza de trabajo…de propieta-rios particulares o del fisco. Y todo esto sinperjuicio de los ensayos de intelectuales yartistas que al mismo tiempo "indigeniza-ban" las representaciones europeístas de lanación, como fue notable en México y lospaíses andinos. En resumen, ante el indige-nismo clásico, los indios se vieron confron-tados a una integración nacional excluyenteen la cual no participaban como actoresdecisorios ni decisivos, mientras sus "dife-rencias" con la nación eran licuadas en laprofecía del mestizaje latinoamericano.Dejamos planteado el interrogante: ¿a losindios les hace falta más nacionalización omás ciudadanía? ¿Nación y ciudadaníasiempre van juntas?

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Asimetría indigenista. Un indio desconocido es abrazado porel presidente Siles Suazo.

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10 EXPLORA CIENCIAS SOCIALES

AHORA: REEMERGENCIAS

L as noticias nos hablan de confederacio-nes y partidos indígenas, centros cultura-

les y universidades indígenas, constitucionesy leyes que los amparan y, con más insisten-cia, de la creciente movilización política deestos grupos en distintos lugares de América.¿Qué ha cambiado en el pulso de las socie-dades y los Estados latinoamericanos paraque el proyecto de integración nacional,excluyente y homogeneizador, que "escon-día" a los indios bajo la alfombra, haya sidosustituido por otro orientado hacia su visibili-zación dentro del "nosotros" de la nación?

Existe cierto acuerdo entre los analistas enque el fenómeno de la reemergencia indí-gena se enmarca en un proceso social para-dójico y contradictorio que abarca a la regiónen su totalidad. Básicamente, resulta deuna combinación de cuatro factores: el pro-ceso de democratización iniciado en losaños ochenta; el impacto de los movimien-tos internacionales de derechos humanos yecologistas; los efectos de la reforma delestado y del ajuste estructural de los noven-ta y las experiencias de lucha y formas orga-nizacionales previas.

A partir de los sucesivos "retornos demo-cráticos" comenzó un proceso de reorgani-zación de la sociedad civil (legalización delibertades de asociación y derechos de voto)que posibilitó nuevas oportunidades parareconstruir la histórica demanda indígena.A esto contribuyó el aumento y complejiza-ción de una red de lazos con movimientosecuménicos de defensa de derechos entrelos que los indígenas habían encontradoapoyo para presionar a los Estados naciona-les ya desde los años setenta. Sin embargo,el principal factor que aceleró las condicio-

MESTIZAJE Y NACIÓN

Mestizaje es una noción cuyo usosugiere significados contrapuestos.Del lado "oficial" y del sentidocomún, el mestizaje es una ideologíade fusión de las diferencias (biológi-cas y culturales). Del lado "crítico",remite a un proceso abierto de dife-renciación constante donde no haypunto de fusión, ni crisol posible. Lasnaciones latinoamericanas edifica-ron sus ideologías nacionalistassobre la primera noción de mestiza-je, elevando las ideas y valores de lomestizo −llámese criollo, cholo oladino− a símbolos de sus nacionali-dades. Bajo esta aparente democra-cia se encubren otras posibilidadesidentitarias, pero, sobre todo, se des-conoce el proceso de diferenciaciónsocial y cultural que hace surgir"diferencias" impensadas. El puntoclave de esta ideología es el estable-cimiento de una jerarquía entre lostipos de fusión deseables y los gradosde esa fusión. Así, bajo la nocióngenérica de mestizo puede entrar elpatrón criollo −criollo por ser ameri-cano−, el profesional liberal "gringo"−criollo por aclimatado o hijo deinmi-grantes−, el mestizo propiamen-

te dicho −los mistis andinos, que tie-ne orígenes indios y "españoles" o lachola que es una "india en la ciu-dad"−. Los "indios-indios", como sedice, quedan como los menos "mez-clados", los más puramente no-mesti-zos y, por ello mismo, los que debenser integrados, es decir, "acriollados","ladinizados", "cholificados". Las for-mas históricas concretas del uso del

mestizaje −sea pensado como "cru-za" o como "educación" hacia el"blanqueamiento"− revelan que trasla ideología nacional de la mezclareaparecen los estatutos de purezaracial en los dos extremos: la buenasangre de las elites (los "blancos" o"blanqueados") y la sangre salvajedel indio (a veces mala pero tambiénbuena para los románticos).

La nación mestiza mexicana y Malinche. Óleo de Antonio Ruiz, Sueño de Malinche, 1939.

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11HISTORIAS Y REEMERGENCIAS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS

nes de la reemergencia fue el proceso dereforma del Estado. Hay que entender porella un momento más del proceso formati-vo del Estado en América Latina en el quese redefinen los ejes de la dominación socialy las coordenadas de gobierno en el con-texto de una internacionalización aceleradade mercados, regímenes jurídicos y movi-mientos de protesta. Así, desde los añosnoventa puede observarse la paradoja deuna "democracia neoliberal" que, mientraspor un lado incentiva proyectos de participa-ción, descentralización, autonomía, toleran-cia y pluralismo, por otro "ajusta" al máximola distribución de recursos sociales y econó-micos en la población. La retórica del Estado"eficiente" se traduce en una creciente mar-ginación de los indígenas como ciudadanosy un veloz deterioro de sus condiciones dereproducción material y cultural. En efecto,han aumentado los ritmos de concentraciónlatifundista en manos privadas (nacionales yextranjeras), pasando por encima de las tie-rras indígenas (por lo general ya transforma-das en minifundios o con títulos precarios) ygenerando la expulsión de grandes númerosde campesinos que van a las ciudades, alextranjero o quedan como población "sintierra". Esto, a su vez, provoca la baja desalarios y a la expansión del hambre en el

campo y las ciudades. En paralelo, se produ-ce el debilitamiento de las organizaciones"nacionalizadoras" creadas por el Estadobenefactor en el marco de las reformas agra-rias −sindicatos y cooperativas−, a partir delas que gran parte de la población ruralhabía sido incorporada al ámbito civil y políti-co. En el contexto de la democracia neolibe-ral, muchos indios, que antes habían sido

interpelados por el Estado benefactor, auto-ritario y paternalista como población ruralnacional, campesinos o trabajadores sindica-lizados del campo, hoy se reorganizan como"pueblos indígenas" aprovechando, sin du-da, la experiencia política adquirida en la vi-da sindical y cooperativa de antaño. En estoscasos, la reemergencia indígena supone laconvergencia entre dicha experiencia históri-ca de lucha y la revitalización de una identi-dad indígena tras décadas de desindianiza-ción. Si antes se pasó de indio a campesino,ahora se pasa de una identidad campesina ala de pueblo indígena.

El reencantamiento de la memoria deesas épocas que se atisba en muchas delas demandas indígenas tiene, no obstan-te, sus límites. En primer lugar, como esevidente, hoy el reclamo se sostiene en lalucha por la autonomía basada en la iden-tidad "propia", antes negada por el discur-so del "campesino indígena" o el "indionacional" del indigenismo asimilacionista.En segundo lugar, la actual reemergenciase distingue por poner en juego otros orí-genes. En efecto, los procesos de naciona-lización de indios antes referidos no se die-ron del mismo modo a lo largo de AméricaLatina. En muchas zonas coincidentes conlas fronteras internas de los Estados nacio-nales, los indígenas conservaron, en loshechos, una mayor autonomía relativa, apesar de que en esas áreas el Estado

¿El gobierno boliviano en manos de un indio? El presidente Evo Morales es coronado "lídersupremo" (Apu Mallku) el 21 de enero de 2006.

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Indígenas deforestados (Brasil).

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se activó en el marco del conflicto entre ellatifundio y el Estado −"benefactor"o no−como en tierras altas, sino frente a la "ame-naza de extinción" en la que el mismo Estadoparticipaba (la palabra etnocidio surge en lossetenta para describir esta situación). En estoscasos hay que entender por reemergencia notanto la recuperación de una memoria indí-gena marginada por la nación −algo que nose verificaba en las zonas selváticas y semide-sérticas−, sino la primera experiencia deconexión entre las sociedades indígenas y laacción política para revertir una situaciónlímite que afectaba su misma existencia.

Al no tener eco en los gobiernos nacionalesni en los sindicatos, las demandas de los indí-genas de tierras bajas se canalizaron a travésde comunidades de base de iglesias católicaso protestantes y en las nacientes ONG. Laresonancia internacional que adquirieron lasdenuncias de exterminio puso de relieve elpapel de legitimación jugado por las llamadas"comunidades de conocimiento" −biólogos,ecólogos, antropólogos, sociólogos, aboga-dos, misioneros, trabajadores sociales, etc.−,y otros activistas globales, a los que se agre-garon, desde los noventa, agentes de de-sarrollo de organismos multilaterales, como

el BID y, el Banco Mundial, o internacionales,como la Comunidad Europea.

La voz indígena fue cobrando ímpetu de lamano de dos discursos justificadores: la de-fensa de los derechos humanos y, desde finesde los ochenta, el discurso ambientalista,configurando así una estrategia política indí-gena de "acción global". Este proceso hizoeclosión en 1992 durante la Cumbre de Río,Eco 92 y los contrafestejos del QuintoCentenario del "Descubrimiento de Améri-ca". Desde entonces, estas alianzas tácticasde mutuo interés (en las que los científicos y"agentes de desarrollo" recurren a los"saberes locales" de los indígenas para legi-timar sus actividades) han atravesadomalentendidos y reformulaciones a medidaque las organizaciones indígenas cobrabanmayor autonomía para determinar su agen-da político-cultural y avanzaban simultánea-mente en las escalas locales, regionales, na-cionales e internacionales.

En cualquier caso, hoy la movilizaciónindígena continental tiende a aunar, sindisolver, las diferentes experiencias históri-cas de ser un sujeto indio colonizado −lasde "indios nacionalizados" y las de "indiosde frontera"− particularidades que no estu-

fomentó violentos procesos de "extrac-ción" de riqueza y trabajo a través deempresas de colonización oficial o privada.En las fronteras, por su condición de tales,una vez más la "civilización" se antepusocomo objetivo táctico a la "nacionalización",es decir, se privilegió la "humanización" delos "salvajes" sobre hacerlos "compatrio-tas". En esto sigue pesando el acendradoprejuicio acerca de los cazadores-recolec-tores que viven en ese hábitat y que suelenser descriptos como holgazanes, improduc-tivos y, por ello, mismo "salvajes" en com-paración con las "civilizaciones indias" agrí-colas y la sociedad industrial. Entre losmuchos ejemplos de traducción de estosprejuicios en muertes, cabe mencionar ladesarticulación demográfica y cultural de losxavantes luego de la apertura de la rutatransamazónica en el Brasil del milagrosetentista o la migración desde los sesentade los indígenas sin tierra de la sierra perua-na, quienes, en busca de "oportunidades deprogreso", se emplean en las empresasextractivistas de la selva y terminan enfren-tándose con los indígenas que las habitan.

Vemos entonces que el proceso organiza-tivo de los indígenas de las tierras bajas no

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Reemergencia en tierras altas: organizaciones indígenas exigen la renuncia del presidente ecuatoriano Jamil Mahuad en el año 2000.

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13HISTORIAS Y REEMERGENCIAS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS

ÁMBITOS DE DISPUTA Y DEMANDASDE LOS PUEBLOS INDÍGENAS

ESTATUS JURÍDICO: ¿QUIÉNES Y CUÁNTOS SON (LEGALMENTE) LOS INDIOS?

Si indígena debiera ser hoy un ciudadano quegoza de los derechos individuales comunes atodos y, a la vez, de derechos especiales deri-vados de pertenecer a un colectivo particular,¿quién establece y cómo los criterios paradeterminar a esa persona jurídica? En estecampo, la principal demanda del movimientoindígena es el derecho a la autodefinición,individual y grupal. Esto supone una negocia-

vieron ni están exentas de generar conflic-tos entre los propios indígenas.

En las estrategias de reivindicación delmovimiento indígena podemos señalar unfuerte énfasis en planteos legales. La juridi-zación de la cuestión indígena es conse-cuencia directa de las reformas constitucio-nales ocurridas en las últimas décadas enlos países latinoamericanos, que reconocie-ron por primera vez a los indígenas comociudadanos portadores de ciertos "dere-chos especiales" derivados de su situaciónde "preexistencia". Estos derechos colecti-vos aluden, en general, al respeto y protec-ción a la autonomía cultural, de lo cual sederivan los derechos a la tierra y al territo-rio, al autogobierno y a la participaciónpolítica, al desarrollo económico-social, a laidentidad, a la educación bilingüe, etc. Alreconocimiento constitucional se le agregaun conjunto de leyes o estatutos indigenis-tas en los niveles nacional y provincial.Finalmente, existe un paraguas legal inter-nacional que ha contribuido de modo fun-damental a la estrategia jurídica de los pue-blos indígenas. Nos referimos al Convenio169 de la OIT, refrendado por varios paíseslatinoamericanos, entre ellos la Argentina,en el que se menciona explícitamente a losindígenas como "pueblos", suponiendo enello sus derechos a la "autodeterminación".Este cuadro de reconocimiento jurídico pro-vee justificativos importantes para la luchaindígena que busca hacer efectivos los dere-chos que los Estados dicen proteger y que,no obstante, se violan constantementemediante maniobras administrativas y dila-ciones políticas, muchas veces con la com-plicidad de los propios organismos degobierno encargados de hacerlas respetar.

La rebelión del Ejército Zapatista deLiberación Nacional (EZLN) constituye unaexcepción parcial a la juridización, ya que esproducto también de las negativas delgobierno mexicano a las demandas legalesque venían realizando las poblacionesmayas desde diez años antes de las hostili-dades. La vía insurreccional también la en-sayaron algunos grupos aymaras en Bolivia,pero tuvo poca incidencia. En otros casoscomo en Perú y Colombia, muchos indíge-nas quedaron atrapados en el medio deluchas entre el ejército y las organizacionesguerrilleras.

ción con las categorizaciones de los gobier-nos que, aún hoy, recurren a supuestos ras-gos "objetivos" para definir y medir el gradode indianidad, sin consultar a los propios inte-resados. Por ejemplo, no faltaron censos indí-genas que, sobre la base de criterios queidentificaban lo indígena únicamente conuna población rural o con la presencia de unalengua vernácula, dejaron sin contar todosaquellos indígenas que vivían en ciudades ohabían dejado de hablar su idioma. En laArgentina, el último censo de 2001 señalaalrededor de 280.000 hogares con al menosun miembro indígena. Se impone la pregun-ta: ¿Aumentó tanto la población indígena ocambiaron los criterios de medición? Vemos,

Constitución Nacional de 1994.Capítulo IV, Atribuciones delCongreso.

Artículo 75. Corresponde al Congreso:17. Reconocer la preexistencia étnicay cultural de los pueblos indígenasargentinos. Garantizar el respeto a su identidad yel derecho a una educación bilingüee intercultural; reconocer la persone-ría jurídica de sus comunidades, y la

posesión y propiedad comunitariasde las tierras que tradicionalmenteocupan; y regular la entrega de otrasaptas y suficientes para el desarrollohumano; ninguna de ellas será enaje-nable, transmisible ni susceptible degravámenes o embargos. Asegurar suparticipación en la gestión referida asus recursos naturales y los demásintereses que los afecten. Las provin-cias pueden ejercer concurrentemen-te estas atribuciones.

ARGENTINA

Constitución de 1995. Título Primero, Capítulo I.

Artículo 4.La nación mexicana tiene una com-posición pluricultural sustentada ori-ginalmente en sus pueblos indígenas.La ley protegerá y promoverá el de-sarrollo de sus lenguas, culturas, usos,costumbres, recursos y formas especí-ficas de organización social, y garan-tizará a sus integrantes el efectivoacceso a la jurisdicción del Estado. Enlos juicios y procedimientos agrarios

en que aquellos sean parte, se toma-rán en cuenta sus prácticas y costum-bres jurídicas en los términos queestablezca la ley.

Artículo 27.VII. Se reconoce la personalidad jurí-dica de los núcleos de poblaciones eji-dales y comunales y se protege supropiedad sobre la tierra, tanto parael asentamiento humano como paraactividades productivas. La ley prote-gerá la integridad de las tierras de losgrupos indígenas.

MÉXICO

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pues, que la determinación de "quién esquién" es, ante todo, un hecho político de lareemergencia en la que están involucradostanto indígenas como no indígenas, ya quede la identificación de los sujetos y de supeso demográfico dependen la asignaciónde recursos, el diseño de políticas públicas ylas estrategias de legitimación de los pro-pios indígenas. La lucha por el reconoci-miento legal del principio de autoidentifica-ción −considerado un derecho humano−sólo se entiende en el contexto de fortaleci-miento de la conciencia indígena que dejaatrás el estigma que antes obligaba aesconder la indianidad.

TIERRA Y TERRITORIO: ¿LOS INDIOS DEMANDAN MUCHAS TIERRAS?, ¿ATENTAN CONTRA LA SOBERANÍA TERRITORIAL?

El derecho a la tierra y el territorio justifica lamás fundamental de las demandas indíge-nas y hace a las reivindicaciones de equidadmaterial. Las organizaciones indígenas siem-pre han visto en el reclamo de tierras (titula-ción, demarcación, devolución, expropia-ción, etc.) un foco de cohesión política: "lalucha por la recuperación de nuestras tierrases la que más nos une", declara el ConsejoRegional Indígena del Cauca, Colombia.Para los indios, la tierra (suelo y recursosnaturales) no es sólo un medio u objeto deproducción, también es el entramado sim-

bólico de la identidad y la reproducción delgrupo y su cultura. Por esta razón, en lagran mayoría de los casos, las organizacio-nes indígenas reclaman que las tierras seandevueltas a título comunitario.

En Brasil, hay fuertes intereses que se opo-nen al avance del gobierno en los progra-mas de identificación y demarcación de tie-rras indígenas. Hacendados, empresas deenergía, compañías mineras, buscadores deoro y militares sostienen que, dado el déficitde tierras en Brasil, hay "mucha tierra parapocos indios", quienes, además, son consi-derados "improductivos". Contra este lugar

común del discurso racista del desarrollo, elantropólogo Pacheco de Oliveira ha desta-cado que la mayoría de las tierras sin pro-ducción están bajo control latifundista. Estacircunstancia provoca una presión campesi-na que se intenta desviar hacia áreas "vací-as" pero que, en realidad, están habitadaspor indígenas. Por otra parte, la supuestaimproductividad de la economía aborigentiene que ver con que ésta no se orienta a laobtención de una ganancia, sino que seinserta en ciclos de reciprocidad que distri-buyen la riqueza socialmente producida. Poreso, el derecho a la tierra, junto con el deautonomía, involucra la posibilidad de dise-ñar estrategias productivas sustentablesbasadas en las propias tradiciones culturales(etnodesarollo). La lucha por territorios indí-genas va más allá del reclamo de tierra que,en buena medida, también es extensible acampesinados de memoria no indígena(como los "sin tierra"). Se busca el controlde un espacio −un territorio ancestral− queabarca el reclamo de autonomía política. Lamayoría de las organizaciones indígenasreclaman territorios autonómos dentro delEstado, lo que implica el desafío de crearmodos de ejercer la soberanía estatal másinclusivos y menos homogeneizantes. Estesería el objetivo político de máxima del EZLN,pero lleva un largo tiempo disipar la paranoiade los gobiernos que, con un ojo en las rela-ciones internacionales, no pueden entenderel reclamo territorial más que como la altera-

No bastan las leyes. En Panamá, los kuna hacen cumplir la demarcación de sus territorios.

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Enfrentamiento por tierras en Brasil.

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ción de equilibrios geopolíticos. Actualmen-te, los procesos más avanzados para crearrégimenes de autonomía territorial étnicatienen lugar en Nicaragua (el caso AwasTingi en la costa Mosquito) y en las zonas deresguardos indígenas en Colombia.

IDENTIDAD CULTURAL: ¿EL INDIO "TIENE" CULTURA?

El derecho a identidad cultural supone unalucha por afirmarse y afirmar, contra lospoderes vigentes, el valor positivo de las cos-tumbres tradicionales y, en especial, las len-guas vernáculas, la espiritualidad y las visio-nes históricas indígenas. En el siglo XIX,cuando se le dio un sesgo antropológico alsentido de cultura, se pensaba que los indios"tenían" algo de cultura, pero no mucho. Enel siglo XX, la antropología pensó que losindígenas constituían "culturas" diferentes,pero luego, por los procesos de colonización,"perdieron" esa diferencia cultural (se asimi-laron y aculturaron como "campesinos","villeros", etc.). Hoy la antropología y lasciencias sociales piensan que la cultura es unproceso de creación y recreación de formasde vida. Los pueblos indígenas se muestrancomo hacedores de cultura y, más precisa-mente, de de su identidad a partir de lo queconsideran su cultura. Las discusiones en tor-no a los programas de interculturalidad ybilingüismo en la educación, los proyectosde escrituración de lenguas orales, los talle-

15HISTORIAS Y REEMERGENCIAS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS

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res de (contra)memoria histórica, las repa-triaciones de restos humanos exhibidos enmuseos, la producción de artesanías, etc.,muestran un activo ámbito de recreacióncultural de la identidad indígena, en el queestas −siempre en discusión con las ideas ylos valores de los no indígenas− se revelan ensu valor emocional, ético y político. En estosprocesos se evidencian herramientas comoel video, la televisión, la radio e Internetcomo potenciadores de la autorrepresenta-ción y divulgación de la identidad cultural yla perspectiva política indígena.

AUTOGOBIERNO Y PARTICIPACIÓN: ¿LOS INDIOS ESTÁN "POLITIZADOS"?

Las reivindicaciones antedichas solamentecobran sentido dentro del reclamo de mayory mejor participación política. Hoy no sola-mente se lucha por derechos políticos o porcuotas de representación en los partidospolíticos y la administración públicas, sinoque también se pugna por el derecho alautogobierno. El objetivo primordial es ase-gurar una participación ciudadana efectiva−no subsidiaria ni formal− que controle elproceso de decisión y la elección de represen-tantes sobre asuntos de vital importanciapara el pueblo: la economía, la salud, lavivienda, la cultura y la administración de jus-ticia. Sólo a partir de estas posibilidades realesde etnodesarrollo podrán combatirse la mise-ria que campea entre los pueblos originarios.

Los indígenas no están "politizados" en elsentido peyorativo del término. Sólo quie-ren hacer cumplir sus derechos y crearotros, pretensión que por cierto exacerbaprevenciones respecto a que "se pasaronde la raya" o están comenzando a "faltar elrespeto". Lo cierto es que los pueblos indí-genas están adquiriendo voz y capacidadde acción política para mostrar en un nuevoescenario lo que desde la conquista, ¿infini-ta?, se impuso como una necesidad: articu-lar una utopía de regeneración en las durascondiciones del despojo.

Indios y mexicanos, pero de otro modo. Formación del EZLN ante la bandera mexicana.

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Repatriación de los ancestros. Los ranqueles muestran sus respetos al cacique Mariano Rosas.

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16 EXPLORA CIENCIAS SOCIALES

L a revitalización actual de las culturas eidentidades aborígenes llevada adelan-

te por las organizaciones políticas indíge-nas y sus aliados no indígenas, lejos de bus-car "resolver" unilateralmente un supuesto"problema indígena", muestra la necesi-dad de disolverlo y replantearlo en el marcomás amplio del problema de la ciudadanía,la democracia y el Estado-nación en Lati-noamérica. Ante el desafío de los "indios"−categoría que ha mutado a lo largo de la

historia−, se trata de recrear aquellas abstrac-ciones de modo que respondan a un dobleplano de justicia: el del reconocimiento de ladiferenciación y el de la distribución de lariqueza y de los medios para producirla. UnEstado multiétnico y pluricultural −y quizá unEstado plurinacional− será aquel que puedareconocer en su interior y en un pie de igual-dad grupos de orígenes diferentes que sesiguen diferenciando entre ellos y de sí mis-mos. Y esto sin esconder la historia de sus

antagonismos, pues de ello depende unagenuina "reparación histórica" no como cíni-ca práctica de justificar al reparador a par-tir del estereotipo del diferente −el gestousual−, sino como un hacer justicia a lo quese diferencia. Será esta una comunidad en laque el reconocimiento de la diferenciación(no sólo la de origen indígena y étnico) circu-le a través un espacio político siempre tensoy nunca del todo reducible a las políticaspúblicas, de cuño indigenista o no.

¿HACIA ESTADOS MULTIÉTNICOS, PLURICULTURALES Y PLURINACIONALES?

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AgradecimientosEl equipo de Publicaciones de la Dirección Nacional de Gestión Curriculary Formación Docente agradece a las siguientes instituciones y personaspor permitirnos reproducir material fotográfico y colaborar en la docu-mentación de imágenes: New Zeland Herald (Nueva Zelanda); UNESCOPhotobank; American Museum of Natural History (EE.UU.); Museo Paulistade la USP (Brasil); Museo KHM de Viena (Austria); The British Library(Reino Unido); CIMI (Brasil); Agencia de Correos de Bolivia; MuseoHistórico Nacional; Museo Etnográfico de la Universidad de Buenos Aires;Alejandro Parellada y Diana Vinding, de IWGIA; Maxi Failla; Luisa Barrios;Mariana Pérez Amor.

Coordinadora del Área de CienciasSociales, Lic. Raquel GurevichCoordinadora del Área de DesarrolloProfesional, Lic. Silvia StorinoCoordinadora del Programa deCapacitación Explora, Lic. Viviana CelsoCoordinadora de Publicaciones,Lic. Raquel Franco

Coordinación y documentación, Lic. Rafael BlancoEdición, Lic. Gonzalo BlancoDiseño y diagramación, DG María Eugenia MásCorrección, Norma A. Sosa Pereyra

www.me.gov.ar

Ministro de Educación, Ciencia y Tecnología, Lic. Daniel Filmus

Secretario de Educación, Lic. Juan Carlos Tedesco

Subsecretaria de Equidad y Calidad, Lic. Alejandra Birgin

Directora Nacional de Gestión Curricular y Formación Docente,

Lic. Laura Pitman

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