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LA REPRESENTACIÓN DE IMÁGENES SEXUALES COMO FORMA DE ESPIRITUALIDAD EN EL ARTE OCCIDENTAL Dra. Mª Ángeles Menéndez Curso de verano Sexo-Magia-Religión Palma de Mallorca Julio 2013

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LA REPRESENTACIÓN DE IMÁGENES SEXUALES

COMO FORMA DE ESPIRITUALIDAD EN EL ARTE OCCIDENTAL

Dra. Mª Ángeles Menéndez

Curso de verano Sexo-Magia-Religión

Palma de Mallorca Julio 2013

ÍNDICE

Introducción

1. La Iconografía y sus fuentes

1. 1 Ostentación de ambos sexos

1. 2 Coitos o acoplamientos

1. 3 Embarazos y Partos

1. 4 Otras formas de sexualidad

1. 5 Los Enmascarados

1. 6 El Monstruo Andrófago

1. 7 El mundo de la juglaría

2. Constantes Iconográficas: análisis formal, estilístico

y significativo

3. Los temas

3. 1. Procreación

3. 2. Muerte

3. 3. Resurrección

Bibliografía

Introducción

Si bien hasta el momento, y de una forma generalizada, siempre se ha considerado este tipo de iconografía como la representación del pecado, y de uno muy concreto: “la lujuria”, es el propósito de esta conferencia hacer un estudio pormenorizado de este tipo de iconografía, tratando por separado cada tema, y analizando cada uno de ellos no sólo desde el punto de vista iconográfico, sino también formal y de estilo, que nos llevarán a una significación distinta en un momento determinado y contexto concreto.

Es así como, al hacer una primera aproximación a la iconografía que encontramos en la plástica abarcada por nuestro estudio, podríamos hacer una primera aproximación clasificándola, de acuerdo con las características que presenta al primer golpe de vista, en una serie de apartados en función de los personajes y las actitudes que éstos adoptan.

OSTENTACIÓN DE AMBOS SEXOS

Es un tipo de iconografía muy poco analizada y estudiada, a no ser para clasificarla, en términos demasiado generales, como la representación del pecado de la carne. Pero si acudimos a otras fuentes que hasta ahora no han sido contempladas a la hora de tratar esta plástica, vemos como cobra una significación distinta.

Y es que, la mujer, dentro de la cultura popular, pudiera ser como ese gran cuerpo cósmico descrito por Mijail Bajtin, en donde todo el énfasis está puesto en las partes del cuerpo por donde éste se abre al mundo exterior o penetra en él; es más que nada un eslabón en la cadena de la evolución de la especie, listo para concebir o ser fecundado por un falo de proporciones exageradas, para así engendrar un cuerpo nuevo.

De la importancia concedida al falo como elemento fecundador, son muchos los escritores de la Antigüedad que nos dejan constancia de ello y de la importancia que éste tenía en su época, hasta tal punto que se consagraban muchos falos a la primavera, como muestra de que los dioses daban al mundo la fuerza generadora.

Si bien es verdad que desde la Antigüedad hasta el S. XV las denuncias son constantes por parte de la tendencia ortodoxa de la Iglesia, estas mismas denuncias nos ponen en conocimiento de que tales prácticas seguían realizándose, e incluso asociadas a los mismos fines, es decir, íntimamente ligadas a ritos de fecundidad, como nos lo corrobora el carácter que adquieren algunos santos a los que se rinde culto, y perfectamente bien visto y admitido por esa Iglesia que continuamente prohibía antiguas prácticas relacionadas con el culto a "Príapo", pues perviven en determinadas tradiciones ciertos rituales fálicos, asociados ahora al poder milagrero de algunos santos patronos, en los que sus características itifálicas nada tienen de erótico u obsceno, y mucho menos simbolizarían el pecado o los bajos instintos que esclavizan al hombre, muy por el contrario, el carácter fecundante es patente.

En la Edad Media, los escritos de muchos Padres de la Iglesia y las actas de los Concilios nos demuestran que, lo que en estadios anteriores tenía una valoración positiva y estaba vinculado a cultos y ritos de fecundidad, pasa a ser considerado como pecado, pero también valorado de distinto modo por los diversos estamentos de la sociedad.

COITOS O ACOPLAMIENTOS

Los principales datos de esta iconografía nos los proporciona de nuevo la cultura popular de aquella época, al ofrecernos una visión diferente del mundo, del hombre y de las relaciones humanas, que constituyen un segundo mundo y una segunda vida a la que los hombres de la Edad Media pertenecían. Es así como tenemos un tipo peculiar de imágenes, en donde el principio material y corporal es un principio profundamente positivo, siendo el centro capital de estas imágenes: la fertilidad, el crecimiento y la superabundancia, teniendo que, a través de actos como el coito, expresado con toda su materialidad inmediata, los cuerpos parecen revelar su esencia como principio en crecimiento que traspasa sus propios límites.

OTRAS FORMAS DE SEXUALIDAD

Es muy normal encontrar dentro del contexto que nos ocupa, toda serie de representaciones que, por la actitud que muestran los personajes representados, y según la ortodoxia cristiana, podemos calificarlas a primera vista de degradantes, pero que, dentro del contexto en que aparecen y según la forma en como son representados, preferimos darles este otro calificativo más acorde con lo que parecen aludir en última instancia.

La mayoría de ellos son actos onanistas, siendo indistin-tamente el hombre o la mujer los representados, no obstan-te, y aunque escasos, no falta algún que otro acto en el que se podría intuir un "cunilingus", una "felatio", "autofelatio", e incluso algún acto de defecación.

No cabe duda que estos actos, desde el punto de vista de la ortodoxia romana y nuestra mentalidad actual, no son actos para ser representados, y menos en el ámbito religioso de la iglesia. No obstante, y por las fuentes que han llegado hasta nosotros, sabemos que no siempre fueron considerados como degradantes ni prohibidos sino, incluso, defendidos por altos dignatarios y predicadores, considerados doctos teólogos y de gran honestidad de costumbres, hasta que, más o menos coincidiendo con la Reforma y posterior Contrarreforma, van desapareciendo.

El documento que más claramente habla de la costumbre de realizar toda serie de actos, considerados hoy en día como obscenos, en el ámbito sagrado de la Iglesia, y con motivo de la fiesta de La Pascua de Resurrección, es una carta que lleva por título: "De risu paschali, Oecolampadii, ad V. Capitonem Theologum Epistola apologetica". Del mismo modo se ha encontrado otra del mismo año, 1518, fechada el día 13 de las calendas de Mayo, escrita por Wolfrang Capito desde Basilea a un tal Cándido.

En ella se habla explícitamente de una serie de actos que formaban parte de la liturgia en este día, y que Jacobelli, gran conocedora y estudiosa del documento al que nos referimos, no duda a la hora de enumerar las obscenidades que tenían lugar, tales como: "palabras lascivas; ofensas al pudor; imitación del acto sexual; comportamiento onanista o bien (quizá) homosexual.”

Hasta aquí, hemos visto toda una serie de iconografías que, no sólo por los actos representados, sino también por la forma en que han sido tratadas y presentadas a los ojos de los que la contemplan, tienen un marcado carácter sexual y obsceno desde el punto de vista de la ortodoxia. Aquí no se intuye, sino que se ve, son imágenes explícitas, presentadas en toda su crudeza.

No obstante, éstas no aparecen solas, aunque tampoco rodeadas de imágenes

sacadas del Antiguo y Nuevo Testamento o del santoral cristiano, sino que se encuentran siempre rodeadas por otros temas similares, y sumergidas en un contexto festivo. Es por ello por lo que también trataremos esos otros dentro de este contexto.

EMBARAZOS Y PARTOS

Si por la bibliografía consultada poco sabemos de la existencia de representaciones como pudiera ser el coito, en iglesias de otros ámbitos geográficos, muchos menos son los datos que tenemos de esta iconografía.

Creemos que la falta de noticias sobre ella pueda deberse a que, si bien los otros

temas tratados pudieran ser enfocados de una manera unilateral como la representación del pecado dentro de un programa moralizante, ésta, sin embargo, no da pie para ello, pues nada hay en la gestación y nacimiento de una nueva vida que pueda implicar pecado. Nos encontraríamos de este modo ante un ciclo muy determinado, en el que cada una de estas iconografías supone un eslabón en la cadena de la procreación.

Al bucear en las fuentes, es precisamente a través de la cultura popular y de toda una serie de fiestas que hunden sus raíces en tradiciones muy antiguas, en donde nos encontramos con toda una serie de acciones y actos relacionados con esta iconografía.

En estas fiestas era muy normal encontrar a hombres disfrazados de mujeres

embarazadas, y siempre, al final de la fiesta, una de ellas fingía los dolores del parto y terminaba dando a luz una nueva vida.

Es de nuevo Mijail Bajtin, al enjuiciar el comportamiento de la cultura popular, el

que nos aproxima a su verdadero significado, pues según él, ésta se manifiesta a través de un tipo de imágenes en donde lo cósmico, lo social y lo corporal están ligados indisolublemente, siendo otro rasgo indispensable su ambivalencia, los dos polos del cambio: el nuevo y el antiguo, lo que muere y lo que nace, estando el comienzo y el fin de la metamorfosis expresados en una u otra forma. Por eso en actos como el coito, embarazos y alumbramientos, el gran cuerpo popular revela su verdadera esencia como principio en crecimiento que traspasa sus propios límites; es un cuerpo eternamente creado y creador, un eslabón en la cadena de la evolución de la especie.

EL MONSTRUO ANDRÓFAGO

Es ésta otra forma de representar lo que nace a través de la muerte simbólica, de una manera ritual y cíclica. Para Beigbeder, está asociado a la idea de renovación, el fin es: "...mostrar el juego de los grandes ritmos naturales que insertan al hombre en un continuo volver a empezar...".

Es por ello por lo que muy bien el

monstruo andrófago, convertido muchas veces en león, lobo u oso, pudiera estar representando a un ser devorador, y por tanto destructor, que cobra un sentido completamente distinto, ya que se convierte en el símbolo de la muerte que permite un nuevo renacimiento.

LOS ENMASCARADOS

Son éstos formas monstruosas que aparecen en la plástica, y si siempre fueron interpretadas como "demoníacas" y alusivas al mundo infernal, no fue ni más ni menos porque siempre fueron vistas bajo un mismo prisma y sin ser diferenciadas entre si. Pero, como pudimos comprobar, estas formas que aparecen en nuestra plástica, son sin lugar a dudas hombres enmascarados, y no tienen nada que ver con seres fabulosos, medio humanos medio animales, no representando tampoco todos lo mismo. Esto nos llevó a rastrearlos a través de otro tipo de fuentes que nos hicieron interpretarlos de una manera muy diferente: regreso de las almas de los muertos, espíritus destinados a la purificación del mundo y del hombre, otros con claros fines fecundantes, y todos ellos ligados siempre a alguna festividad religiosa.

EL MUNDO DE LA JUGLARÍA

Eran ciertas comparsas elemento obligado en ciertas festividades mu-chas veces de carácter religioso, pues, en la tradicional "Fiesta de Los Carros", figuraban obligatoriamente en la procesión solemne todo tipo de gente disfrazada, jóvenes efectuando danzas más bien sensuales, y al final del cortejo, en el que también tomaba parte el sacerdote con la hostia, aparecían los coches decorados con cómicos disfrazados.

El concilio Avernionense de 1209 lo

decía también claramente: "Queda establecido que en las

vigilias de los santos no se harán en las iglesias ni danzas de saltim-banquis, ni gestos obscenos, ni bailes, ni se recitarán poesías de amor o canciones amorosas."

Aparte de todos ésos, existe también toda una serie de personajes que aparecen tocando distintos instrumentos, pero que se diferencian claramente de los anteriores por ir muchos de ellos desnudos, y siempre cubierta la cabeza con una especie de tocado muy característico, consistente en una especie de gorro o casquete que llevan calado hasta las cejas, los hemos identificado con monjes o clérigos, por lo que estaríamos ante un nuevo grupo muy determinado, el de los "Clérigos juglares".

Estos clérigos o monjes nos aparecen también en nuestra plástica realizando otro tipo de actividad, que si bien puede estar emparentada con la de esos otros que denominábamos juglares, sin embargo no aparecen tocando ningún instrumento, y su iconografía ha cambiado un poco. Si los anteriores se caracterizaban por ir gene-ralmente desnudos, éstos se nos muestran ahora vestidos con traje talar o túnica larga, pero siguen cubriéndose la cabeza del mismo modo a como lo hacían los otros, o van completamente rasurados, son los que hemos denominado "Clérigos jaculatores".

Después de lo analizado hasta aquí, se puede ver que con toda esta iconografía que aparece en canecillos y capiteles de nuestras iglesias, se puede hacer toda una serie de agrupaciones temáticas, según el mensaje al que están aludiendo.

• III.1. Procreación • III.2. Muerte-Resurrección • III.3. Liturgia y tiempo litúrgico

Todo ello nos aparta, pues, de ese carácter moralizante y de pecado, que hasta

ahora le ha sido dado por aquellos investigadores que siguen la teoría clásica. Nos percatamos de este hecho, al investigar toda esa serie de festividades con implicaciones sexuales, que tenían lugar en el espacio sagrado de la iglesia, y que se correspondían con un simbolismo sacro, por lo que ya se pudo abordar una aproximación significativa, y dar, en la medida de lo posible, una interpretación temática, según se impone una lectura de carácter narrativo o una lectura en clave simbólica, atendiendo a la figura no sólo en si misma sino también en relación con su entorno.

Estamos seguros que todos estos actos, tan fuera de lugar para la ortodoxia

cristiana que Roma intenta imponer, tenían un significado más profundo para aquellas gentes de finales del S. XI y principios del XII, apegadas a sus tradiciones y costumbres, en cuyos momentos se está produciendo la adaptación, sobre todo en aquellos lugares apartados en donde el cristianismo llegó tarde y mal, y en donde por otro lado vemos a toda una serie de Monasterios cuyos componentes ponían en tela de juicio las nuevas normativas impuestas por Roma. Nos encontramos pues ante unas contexto que no cabe duda que tenía un marcado sentido religioso con un fin determinado, y cuyas manifestaciones y participantes son muy similares a lo que veíamos aparecer en festividades religiosas más antiguas, con una función determinada. Así pues, todo ello sigue teniendo un valor sacro, y su contexto una festividad religiosa, con un escenario muy concreto: el espacio sagrado de la Iglesia.

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