La Resiliencia

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LA RESILIENCIA, UNA REFLEXION DESDE LA INCLUSION O EXCLUSION EDUCATIVA Por: Marly López Buitrago. Si la escuela, ha de ser un escenario de sensibilidad humana, entonces, todo niño es especial. BECERRA, Luis Alberto. (2014) INTRODUCCION La escuela, resultado de experiencias como estudiante y luego como maestra, permite ubicarla como un espacio – tiempo para el proceso enseñanza y aprendizaje, pero sobre todo para el reconocimiento como seres humanos, tanto de maestros como de estudiantes. Cada uno, desde su rol posee una historicidad, angustias, intereses, perspectivas, prospectivas, necesidades…, lo cual obliga a procesos entendibles desde la diversidad escolar. Al tener en cuenta esa diversidad escolar, se podría estar hablando de procesos inclusivos en la escuela y por lo tanto la resiliencia como posibilidad de desarrollo de la inteligencia emocional, estaría abocada a co-construir un proyecto de vida para quienes en ella intervienen. Aquí se intentará armar un tejido desde tres categorías: la escuela, la inclusión y la resiliencia, como apuesta escritural orientada, no solamente desde el cumplimiento de un deber, sino 1

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ensayo sobre resiliencia en términos del desarrollo de la inteligencia emocional

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LA RESILIENCIA, UNA REFLEXION DESDE LA INCLUSION

O EXCLUSION EDUCATIVA

Por: Marly López Buitrago.

Si la escuela, ha de ser un escenario de sensibilidad humana,

entonces, todo niño es especial.BECERRA, Luis Alberto. (2014)

INTRODUCCION

La escuela, resultado de experiencias como estudiante y luego como maestra, permite

ubicarla como un espacio – tiempo para el proceso enseñanza y aprendizaje, pero sobre todo para

el reconocimiento como seres humanos, tanto de maestros como de estudiantes. Cada uno, desde

su rol posee una historicidad, angustias, intereses, perspectivas, prospectivas, necesidades…, lo

cual obliga a procesos entendibles desde la diversidad escolar. Al tener en cuenta esa diversidad

escolar, se podría estar hablando de procesos inclusivos en la escuela y por lo tanto la resiliencia

como posibilidad de desarrollo de la inteligencia emocional, estaría abocada a co-construir un

proyecto de vida para quienes en ella intervienen.

Aquí se intentará armar un tejido desde tres categorías: la escuela, la inclusión y la

resiliencia, como apuesta escritural orientada, no solamente desde el cumplimiento de un deber,

sino desde las reflexiones pedagógicas obligadas como maestra, realizadas a diario, cuando de

enfrentar los procesos de enseñanza y aprendizaje se trata. Se trata de un texto que aprovecha la

oportunidad para contar a los cuatro vientos, las propias angustias de ser maestro y en empatía,

conocedora de las circunstancias sociales, culturales, económicas y hasta políticas que enfrentan

en el ayer y en el ahora, nuestros niños.

Pudiera pensarse que tan solo ahora, se aprovecha esa oportunidad, pero como dice Juan

de Dios Iriarte (2006): “Se plasma así la paradoja de una sociedad que cada vez responsabiliza

más a la escuela de la educación de los niños, pero al mismo tiempo le quita autoridad y no le

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proporciona suficientes medios para hacerlo bien”. (p. 12) suena a disculpa, sin embargo hay

conciencia de querer ser y querer saber ser una maestra orientada a la educación integral, pero

hoy por hoy solo importa cumplir los horarios, incluso por minutos, pero no importan los

procesos. Como diría Michel Foucault (2002), solo interesa vigilar y castigar. En fin, la

importancia de este escrito es teórico, pero se espera se vuelva práctico en prácticas propias

como en prácticas ajenas desde mis alter-ego.

Ahora bien, las tres categorías: escuela, inclusión y resiliencia, se abordarán desde una

postura de cierres y aperturas, nada concluido, sin verdades absolutas, más bien en construcción.

Eso si, con intentos de dar la mayor profundidad en intento de forjar o tejer la intencionalidad y

dejar inquietudes y más y más reflexiones.

LA RESILIENCIA, UNA REFLEXION DESDE LA INCLUSION O EXCLUSION

EDUCATIVA

Describir las condiciones culturales, sociales, económicas, políticas y educativas que

debe soportar un niño que llega a la escuela, son pocas comparadas con la verdadera realidad

soportada por él y sus familias. Y parafraseando a Juan de Dios Iriarte (2006), parece que ningún

Estado está en la capacidad de entender y atender esas problemáticas. Por lo tanto, todas las

teorías para salirle al paso a ellas, quedan en buenas intenciones. Por ello, hablar de inclusión y

de permitir la resiliencia, es probable que quede en la misma instancia: buenas intenciones. Sin

querer decir que está todo perdido, desde este texto, a título personal y para mis pares, el llamado

es manos a la obra; así el choque con la realidad del contexto rompa todo ideal. Falta mucho por

hacer, aunque faltaba mucho más desde cuando la diversidad, en términos de inclusión comienza

a tratarse no desde la caridad sino como política pública. Es decir, el concepto de inclusión solo

se empezó a hace notar en relación directa con el de discapacidad y entonces son especiales los

niños que hacen parte de esa connotación, sin embargo, como ya se ha colegido, este escrito

quiere llamar la atención que todos los niños son especiales, si la escuela ha de ser un espacio-

tiempo para la sensibilidad humana, como lo dice el epígrafe.

Tremendo reto, sobre todo cuando en los diferentes momentos destinados a la

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construcción de saberes propios con perspectiva de prácticas pedagógicas, son muchas las

posturas y reflexiones defendidas por personas igualmente preocupadas, angustiadas y hasta

abducidas por una temática que, aunque viene desde Juan Amos Comenio en 1809(1998), parece

que todavía es una tarea pendiente. Juan de Dios Iriarte (2006) lo trae a colación cuando dice:

“por lo tanto, una escuela en consonancia con las necesidades sociales debe asumir que los

aprendizajes escolares tienen varias dimensiones, y que serán realmente significativos si se

orientan mas a la enseñanza del pensamiento que a la transmisión de contenidos…” (p. 8)

Y como dice el mismo autor, aunque la escuela hace intentos por reconocer la diversidad

de la realidad social, todavía está en deuda. A manera de metáfora, resumiendo a Pere Pujolàs i

Maset (2006), cerremos los ojos e imaginemos por un momento que invitamos a cenar a un

amigo, tiene problemas con la comida, no puede comer de todo... Y le decimos: -Ven a cenar a

mi casa. De lo que haya y tú puedas comer, toma lo que quieras... De todas formas, si, de lo que

hay, tu puedes comer pocas cosas, ya te prepararé un plato especial, que no suponga ningún

problema para ti. Y para que no te sientas extraño comiendo con nosotros cosas diferentes, en el

comedor, para ti prepararé una mesa en la cocina, para que puedas comer tranquilamente los

platos especialmente preparados para ti. Con otros invitados sucede lo mismo, y se encontrarán

todos en la cocina... Sin abrir los ojos, respóndase ¿Cómo se sentirían de ser ustedes los

invitados? ¿Se sienten incluidos por quien invita? ¿Se sienten excluidos por quien invita?... Ya

pueden abrir los ojos. (p.19-20)

El anterior ejemplo hipotético muestra, posiblemente, todas las facetas de la vida del ser

humano, desde el concepto de diversidad, tanto desde lo social, económico, político, cultural y lo

educativo. Ello significa que en las instituciones, organizaciones privadas o públicas, las

personas suponen actuar de la mejor manera, pero sólo lo hacen desde su desarrollo moral y no

en empatía con las personas diferentes y/o con su familia. Consideran que desarrollan procesos

de inclusión, cuando en realidad están excluyendo. Y podría hablarse de esa delgada línea que

existe entre incluir y excluir, pero no se considera emergencia de este escrito, solo se deja la

reflexión, en tanto muchas veces desde nuestras prácticas pedagógicas, asumimos una postura

inclusiva con un niño “diferente”, pero sin saberlo lo excluimos, pues damos un tratamiento

diferente y notorio ante los demás… cualquier ejemplo aquí es infinito.

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En ese sentido, entonces se analiza como el Estado ha diseñado una política pública,

maravillosa, pero que se queda en buenas intenciones. Es decir, sigue siendo un motivo de

preocupación pero no de atención efectiva. Podría pensarse que el Estado todavía no entiende

que al exigir a la escuela regular, recibir a niños con necesidades educativas ya sea con

discapacidad o con excepcionalidad, sólo está promoviendo la integración, no la inclusión.

Veamos la siguiente figura:

Fig. 1. Fuente: http://revistamagisterioelrecreo.blogspot.com/2013/05/la-escuela-inclusiva-el-nuevo-

paradigma.html

Por ello es que se reitera que la escuela no puede ni debe ser un espacio tiempo de

sensibilidad humana solo para quienes merecen serlo, sino para todos los niños, pues cada uno de

ellos tienen una historicidad, angustias, intereses, perspectivas, prospectivas, necesidades…, lo

cual obliga a procesos entendibles solamente desde la diversidad escolar. Si entendemos que

cada niño es especial, entonces se puede hablar de la posibilidad de desarrollar desde la

inteligencia emocional, la resiliencia, como apuesta válida para el ser humano de hoy, inmerso

dentro de un contexto complejo, y muchas veces poco favorable; con más óbices que

oportunidades; quizá no las que narra Boris Cyrulnick (2005), sin embargo igualmente

importantes y que merecen, desde la empatía, ser tenidas en cuenta. Pues la educación, descansa

en dos arbotantes: la formación y la información, sin embargo, la escuela de hoy, ya se dijo,

descansa y por ello cojea, en la información.

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A manera de cierres y aperturas, cabe preguntarse: si el Estado lograra toda la

infraestructura y los recursos financieros para atender a poblaciones “especiales”, en sentido

estricto es una exclusión, intentando hacer inclusión. ¿Por qué para esas poblaciones toda la

atención y para los “normales” no se hace el mismo ajuste? La idea es que todo niño es especial,

no sólo quien se supone con discapacidad, o excepcionalidad, sino cada uno de ellos; sin olvidar

el maestro, pues Juan de Dios Iriarte (2006) también hace alusión a las condiciones educativas de

muchos maestros, para nada favorables y eso que habla de otros países, que decir de Colombia:

bajos salarios, pésimo sistema de salud, un rol desprotegido y reducido al “cuidado” del niño, la

escuela se convirtió en un parqueadero de niños, dicen por Facebook.

Si bien la inclusión se refiere al derecho que tiene todo ser humano de hacer parte de una

institución o acceder a una educación para formarse integralmente, debe tener en cuenta la

diversidad: el aspecto físico, psicológico, cognitivo, grupo étnico, creencias e ideas, entre otros

(Decreto 2082 1996, Art. 1). De lograrse esto se podría definir la escuela como un lugar para la

diversidad. Si se tiene en cuenta la diversidad, el proceso de formación para la resiliencia,

contando como proceso que se adquiere, podría ser “más fácil”.

Por lo pronto, es importante el abordaje de un plan inter-institucional, interdisciplinario que

permita hacerle frente a una discusión conceptual inicial sobre los temas de la escuela hoy, la

inclusión y la resiliencia; con todos los óbices que existen, pero que desde las ciencias sociales,

en el ámbito de la convivencia ciudadana, ya se ha empezado a abordar. Espacios – tiempos, que

permite pensar que es posible reconocer a cada niño como especial. Pues, hay consciencia de una

postura como esta, de lo contrario la deserción hará fácil presa de unos niños que no ven en la

escuela el imaginario de favorabilidad y entonces, ¿Qué pasará con la vida social del niño?

¿Acaso el niño no necesita de otros niños para su desarrollo integral?

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BIBLIOGRAFIA

CYRULNIK, Boris. 2005. La Maravilla del dolor: El sentido de a Resiliencia. Buenos

Aires. Granica,

URIARTE, Juan de Dios. 2006. Construir la resiliencia en la escuela. Revista de

psicodidáctica, vol. 11, num. 1. Universidad del país Vasco. España.

PERE, Pujolàs . 2010. Aprender juntos alumnos diferentes. Ediciones Octaedro, S.L. Bailén, 5 - 08010 Barcelona – España.

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