La Revolución Social en Francia II

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    NDICE

    P, ngel Cappelletti 9

    P, Max Nettlau 27

    E - 59

    L C P E 151

    A - 167

    T S-I 193

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    La obra de Bakunin es esencialmente fragmentaria y ocasional. TambinProudhon y Marx produjeron una gran parte de sus escritos como reaccinante determinados acontecimientos polcos y sociales de su poca orespondiendo a las necesidades de la accin y an de la propaganda. Enmedio de las vicisitudes de la lucha encontraron, sin embargo, empopara elaborar algunos libros de notable extensin y dotados de unaestructura sistemca que realza su importancia terica. Bakunin, porel contrario, no slo fue y se consider a s mismo como un hombre deaccin (conspirador perpetuo e incansable promotor de organizacionesrevolucionarias pblicas y secretas), sino que, pese a su indudabletalento, se mostr siempre incapaz de un sostenido esfuerzo literario.Escribi, sin duda, una larga serie de folletos, arculos, proclamas,discursos, cartas, etc. Ya en sus aos mozos, cuando lo posea la pasinpor la metasica alemana, tradujo El desno del sabiode Fichte (1836) ylos Discursos gimnasialesde Hegel (1838), y public en ruso un ensayoSobre la losoa (1840). Cuando abandon la especulacin loscapor la polca, comenz escribiendo un arculo sobre La reaccin en

    Alemania para los Deutsche Jahrbucher (1842), y desde entonces nodej nunca de ocuparse, en peridicos, en revistas, en panetos, de larealidad contempornea europea, como crco y como revolucionario.Recordemos, al azar, entre otros muchos trabajos, el Discurso a los

    polacos(29 de noviembre de 1847), el Maniesto a los eslavos (1848),Federalismo, Socialismo, Anteologismo (1867), Programas y Estatutosde la Democracia Socialista(1868),A los osos de Berna y el oso de SanPetersburgo (1870), las numerosas cartas a sus hermanos, a Belinski, a

    Herzen, a los camaradas italianos, suecos, suizos, franceses y espaoles.Esto no obstante, bien puede decirse que Bakunin no escribi ningn

    libro. Si alguno de sus trabajos fue proyectado como tal y esto sededuce de las palabras del propio autor en una carta ste es, sinduda, El imperio knuto-germnico y la revolucin social, el cual qued,sin embargo, inconcluso. Dicha obra, cuya primera parte apareci enGinebra en mayo de 1871 (119 pginas) (as como el Prembulopara la

    segunda entrega, que recin se public en 1878, y laAdvertencia para el

    imperio knuto-germnico), constuye, como el propio autor aclara, unaconnuacin de la Carta a un francs, publicada en sepembre de 1870,y fue escrita ante el impacto de la guerra francoprusiana. Viene a ser poreso, como todas las anteriores, un escrito ocasional, pero sobresale porsu riqueza doctrinaria, y trasciende inclusive los importansimos hechoshistricos que la movaron.

    Durante el ao 1869 Bakunin, vinculado con el terrorista Nechaief,

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    se haba empeado en promover una insurreccin campesina enRusia. Dedicado a tal tarea, haba abandonado la traduccin rusa de Elcapitalde Marx, encomendada por el editor Poliakof. La empresa, comotantas otras del infagable revolucionario, concluye antes casi de habercomenzado, cuando ste advierte que su colaborador Nechaief no es

    sino un oportunista que pretende ulizarlo para lograr sus propios nes.Cuando en 1870 estalla la guerra franco-prusiana, Bakunin comienza aseguir sus peripecias, como dice Guillaume, con un inters apasionado,con una ebre interna. Toda su admiracin y su amor por la erra de lagran revolucin y por el suelo natal del socialismo salen a la luz junto conel ya inveterado odio por el autoritarismo y el militarismo germnicos.En 1914, frente a la segunda confrontacin blica entre Francia yAlemania, Kropotkin (contra la mayora del movimiento anarquista, sin

    embargo) se pronuncia por la juscia de la causa gala. Tal vez en ambosinsignes revolucionarios, ms all de la repulsa racional hacia un pasque simbolizaba la fuerza y la autoridad contra la libertad y la razn,estaba presente, de manera ms o menos inconsciente, el viejo odioeslavo contra todo lo germnico. Sin embargo, no sin slido fundamentovea Bakunin en el triunfo de las armas prusianas un triunfo de lacontrarrevolucin. Y no sin profundas razones pensaba que slo el pueblofrancs, unnimemente movilizado contra el enemigo externo e interno,

    poda evitar la deniva derrota del pas y de la causa del socialismo.A sus ojos, el aplastamiento de Francia por la Alemania feudal y militarera el triunfo de la contrarrevolucin; y este aplastamiento no poda serevitado ms que llamando al pueblo francs a levantarse en masa, pararechazar al mismo empo al invasor extranjero y para desembarazarse delos ranos internos que lo tenan en la servidumbre econmica y polca(Guillaume).

    Exponer sus puntos de vista sobre la situacin y proponer los

    medios adecuados para vencer al invasor, tal como, en efecto, lo haceal publicar su Carta a un francs sobre la crisis actual, no le parece, sinembargo, suciente al viejo revolucionario: se cree obligado a parciparpersonalmente en el conicto y el 9 de sepembre deja Locarno paradirigirse a Lyon, dispuesto a luchar y a dar su vida, si fuera preciso, porFrancia y por la libertad de Europa. Inmediatamente organiza un comitcon el n de promover la insurreccin popular, que considera inseparablede la resistencia al invasor. Este comit proclama la abolicin del Estado,y pretende sustuirlo por una federacin de comunas, cada una de lascuales debe organizar sus propios comits de salvacin nacional y enviardelegados para la constucin de una Convencin revolucionariapara la salvacin de Francia. El 28 de sepembre los revolucionarios,inspirados si no capitaneados, por Bakunin, toman la municipalidadlyonesa. Sin embargo, las vacilaciones del general Cluseret y la traicinde algunos delegados acaban por arruinarlo todo. Andrieux, reaccionario

    procurador de la Repblica, que durante el Imperio haba representado

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    el papel de opositor radical, ordena que Bakunin sea detenido. steconsigue escapar a Marsella y ocultarse all, mientras prepara un nuevomovimiento revolucionario. Mientras tanto, el gobierno francs, enextraa coincidencia con los socialistas alemanes del Volksstaat, comienzaa divulgar la especie de que Bakunin es agente del gobierno prusiano y

    colaborador de Bismarck. Cuando se convence de que todo est perdidoy de que nada queda ya por hacer, se embarca (24 de octubre) y retorna,pasando por Gnova y Miln, a su casa de Locarno.

    Es claro que no faltaron historiadores que acusaron a Bakunin deaventurismo irresponsable y de haber hecho fracasar el levantamientode Lyon, como recuerda Sam Dolgo; pero Franz Mehring, el bigrafoocial de Marx, segn cita del mismo autor, lo deende, con razn,diciendo: Ridiculizar este intento fracasado tendra que haber sido

    a todas luces propio de la reaccin, y un oponente de Bakunin, cuyaoposicin al anarquismo no le haba robado toda capacidad de poderformar un juicio objevo, escribi: Por desgracia, voces de mofa se hanlevantado en la prensa radical democrca, aunque el intento de Bakuninen realidad no lo merece. Naturalmente, aquellos que comparten lasopiniones anarquistas de Bakunin y sus pardarios, deben adoptar unaactud crca con respecto a sus esperanzas sin base, pero, aparte deello, su accin en Lyon fue un valiente intento de despertar las energas

    adormiladas del proletariado francs y de dirigirlas simultneamentecontra el enemigo extranjero y el sistema capitalista. Ms tarde, la Comuna

    de Pars intent hacer algo por el eslo y fue clidamente elogiada porMarx....

    De cualquier modo, Bakunin no se amilan ni renunci a la lucha.Vuelto a Locarno, donde pas el invierno en la soledad, en la luchacontra la penuria y la negra miseria, Bakunin escribi como connuacinde la Carta a un francs, una exposicin de la nueva situacin en Europa,

    que apareci en la primavera de 1871 con este tulo caractersco: Elimperio knutogermnico y la revolucin social(Guillaume).

    En realidad, gran parte de lo que Bakunin escribi desde entonceshasta el n de sus das ene relacin con el conicto franco-prusiano ycon la Comuna de Pars. Tal es el caso, en especial, de la Respuesta de uninternacional a Mazzini (1871) y de La teologa polca de Mazzini y laInternacional(1871). En la primera parte de El imperio knuto-germnico

    sosene Bakunin la necesidad de vincular la lucha contra el invasor

    prusiano con la lucha revolucionaria por la instauracin del socialismo,contra la burguesa nacional. Mientras los republicanos y la izquierdaburguesa exhortaban al pueblo a la disciplina y a la obediencia parapoder enfrentar ecazmente al extranjero, exigiendo que se postergaracualquier otro problema (y, sobre todo, el problema social), Bakuninopina que la lucha en el frente exterior slo podr llevarse a cabo conxito, si se combate al mismo empo contra el enemigo interior, esto es,

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    contra las clases dirigentes, contra la burguesa y contra el Estado mismo.La situacin no ha dejado de reperse en la historia de la lma centuria.Parcularmente notable es la que se produce durante la Guerra CivilEspaola, cuando republicanos y bolcheviques, reproduciendo casi al piede la letra las posiciones de la izquierda burguesa de Francia en 1870,

    rechazan como gratuita dispersin de esfuerzos los intentos anarquistaspor crear, mediante las colecvidades, una sociedad sin clases, y limitansus aspiraciones a la legalidad democrca y al Estado constucionalparlamentario, mientras C. N. T.-F. A. I. enenden que la nica posibilidadde vencer a los fascistas se encuentra en la construccin inmediata delsocialismo libertario. Podra decirse que la tesis de Bakunin fue tambinaplicada parcialmente en ciertas guerras de liberacin nacional, comola chino-japonesa o la de Vietnam. Es muy probable que Mao tuviera

    presentes las ideas de Bakunin a este respecto. Pero, en todo caso, no setrata sino de una aplicacin parcial, en la medida en que el movimientorevolucionario, paralelo a la guerra, no tenda en esos casos sino a lainstauracin de un nuevo Estado.

    Los republicanos y la izquierda burguesa solicitaban una alianza delas diversas fuerzas polcas y clases sociales, para poder salvar al pas.Bakunin rechaza la idea, poniendo de relieve el carcter esencialmentereaccionario de la burguesa, que ante todo y sobre todo quiere no la

    salvacin de Francia, sino la de sus casas, de sus propiedades, de suscapitales, y a la cual le interesa no tanto la integridad del territorionacional como la integridad de sus bolsillos, que llen el trabajo delproletariado por ella explotado bajo la proteccin de las leyes nacionales.Los obreros, que nada enen que perder, desean la salvacin de Franciaa todo precio y a pesar de todo. En tal sendo, ellos son los nicosverdaderos patriotas. Pero una coalicin slo puede exisr all donde sepersigue un n nico. Luego, toda unin entre burguesa y proletariado

    concluye con lgica, aunque contrariando el buen sendo burgusresulta imposible. Otra vez la experiencia muchas veces intentada de losgobiernos policlasistas y de los frentes populares nos revela que estabaen lo cierto.

    Un notable pasaje aclara a connuacin, mejor quizs que ningn otrofragmento bakuniniano, el concepto de organizacin anarquista. Lo queen la guerra como en la paz se rechaza es la organizacin jerrquica, estoes, la divisin estable y permanente de los que mandan y los que son

    mandados. En una determinada circunstancia y para un determinadoobjeto, alguien manda y dirige encarnando la voluntad de todos, pero supapel es siempre limitado y temporal; el que ahora manda es, al momentosiguiente, mandado; el que es mandado en esta tarea, manda, a su vez, enla otra. Si Bakunin hubiera podido conocer, como las conoca ya en parteKropotkin, las invesgaciones de los modernos etnlogos y antroplogossobre la organizacin de los pueblos verdaderamente primivos, no

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    hubiera dudado en ponerla como ejemplo de sus aspiraciones polcas.

    La democracia, con su principal instrumento, el sufragio universal, leparece, en cambio, una verdadera estafa. En esto, sin duda, sigue lospasos de Proudhon, y las crcas que formula son, a su vez, recogidaspor cuantos socialistas (marxistas o no) rechazan el parlamentarismoy, en general, el gobierno representavo y el reformismo. En esenciase reducen a observar que el sufragio universal, mientras sea ejercidoen una sociedad en que el pueblo, la masa de los trabajadores, esteconmicamente dominado por una minora detentadora de lapropiedad y del capital, por independiente que sea por otra parte o quelo parezca desde el punto de vista polco, no podr nunca producir msque elecciones ilusorias, andemocrcas y absolutamente opuestas alas necesidades, a los insntos y a la voluntad real de las poblaciones.

    La oposicin as establecida entre dependencia econmica y (aparente)independencia polca corresponde a la que con tanta frecuenciaestablece Kropotkin, en su gran obra histrica sobre la revolucinfrancesa, entre igualdad jurdica (formal, abstracta) e igualdad econmica(real, concreta). La primera slo ene vigencia en y con la segunda y, sinella, se convierte en una ccin.

    Sin embargo, as como Kropotkin no rechaza de un modo absolutola democracia representava y el sufragio universal, y en ciertascircunstancias inclusive los considera preferibles a cualquier otra solucininmediata (por ejemplo, en la Rusia de 1918, donde propicia, comoprimer paso, despus del derrocamiento del zarismo, una repblicafederal), as Bakunin, en determinadas circunstancias, llega a apoyar unacuerdo temporal y limitado con las fuerzas polcas de avanzada y hastaaconsej a algn amigo valerse del sufragio para conseguir un cargo dediputado. Cuando la reaccin se apoder de toda Europa, despus dela derrota de la Comuna, Bakunin seala, en una carta al compaero

    italiano Celso Cere, que Espaa es el nico pas europeo dondeexisten por entonces posibilidades revolucionarias, pero que, dadas lasespeciales circunstancias por las que atraviesa, los anarquistas debencolaborar all con los pardos progresistas. En carta a otro anarquistaitaliano, Carlos Gambuzzi, le aconseja que se presente como candidatoa diputado, porque los empos son tan crcos, el peligro que amenazala libertad en todos los pases tan formidable, que todos los hombres debuena voluntad deben abrir una brecha y, en especial, nuestros amigos

    deben estar en una situacin de ejercer la mayor inuencia posible enlos acontecimientos. El mismo Proudhon conviene recordarlo sehaba presentado a elecciones y haba sido electo diputado. Todo estopuede explicar tal vez la parcipacin de los anarquistas espaoles enel lmo gobierno de la Repblica: los empos, en efecto, no podan serms crcos ni el peligro que amenazaba la libertad ms formidable.

    De todas maneras, Bakunin analiza con gran lucidez los mecanismos

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    mediante los cuales las clases dominantes imponen sus ideas y suvoluntad al proletariado dentro de un rgimen de sufragio universal. Elproletariado urbano y rural no ene ms que un arma para defenderse:el insnto. Pero esta arma resulta insuciente para salvarlo, ya que, elinsnto abandonado a s mismo, antes de converrse en conciencia

    reexiva, fcilmente se extrava; y para que llegue a ser autoconciente,necesita la ayuda de la educacin, que le es negada por la sociedadburguesa. De lo cual se sigue que las clases oprimidas ni siquiera hacenlo que realmente quieren hacer: el proletariado quiere una cosa; loshombres hbiles, aprovechando su ignorancia, le hacen hacer otra, sinque l se d cuenta de que hace todo lo contrario de lo que quiere; ycuando al n se apercibe, es de ordinario demasiado tarde para repararel mal que ha hecho y del cual es siempre naturalmente, necesariamente,

    la primera y principal vcma. De esta manera aade los sacerdotes,los grandes propietarios y la administracin bonaparsta, gracias ala criminal pasividad del gobierno llamado de la defensa nacional,connan hoy su propaganda entre los campesinos y, aprovechndosede su ignorancia, tratan de sublevarlo contra la repblica en favor de losinvasores alemanes. Y desgraciadamente lo consiguen. Ahora bien, frentea la profunda inepcia del gobierno, que no se ha preocupado por dar aconocer a los campesinos la verdadera situacin del pas y por sublevarlos

    en todas partes contra los prusianos, Bakunin se plantea el problema delos medios a emplear para conseguir tal n. Ya antes (sepembre de1870) se haba ocupado de la cuesn en el folleto tulado Carta a un

    francs sobre la crisis actual. En primer lugar dice hay que removera todos los funcionarios municipales, nombrados por el Imperio. Perosta es condicin necesaria y no suciente. Ser preciso adems quelos trabajadores de las ciudades, la nica clase que lleva hoy en suseno realmente, francamente, la revolucin, vayan al campo, no comoenviados del gobierno, sino como francoradores, propagandistasrevolucionariamente inspirados y organizados, que llevan larevolucin en su seno, para poder provocarla y suscitarla a su alrededor.De ninguna manera, sin embargo, podr conarse esta tarea de agitaciny propaganda a los republicanos burgueses que detentan el gobierno.

    A propsito de esto escribe Bakunin sus ms lcidas pginas sobrelas relaciones entre burguesa y repblica. Los republicanos burguesesidencan su repblica con la libertad. Esa repblica est fundada sobrela idea de poder y exige un gobierno tanto ms fuerte cuanto que provienede la eleccin popular. No comprenden que todo poder establecido queacte sobre el pueblo excluye la libertad del pueblo; que, siendo la misindel Estado proteger la explotacin del trabajo del pueblo por parte de las

    clases privilegiadas, el mismo poder del Estado slo es compable con lalibertad de dichas clases y enteramente adverso a la del pueblo. Quiendice Estado o poder, dice dominacin, pero toda dominacin presuponela existencia de masas dominadas. El Estado, por consiguiente, no puede

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    tener conanza en la accin espontnea y en el movimiento libre de lasmasas, cuyos intereses ms caros son contrarios a su existencia. EnProtesta a la Alianzaescribe: El Estado, por muy popular que se hagaen sus formas, ser siempre una instucin rnica y explotadora y, portanto, una fuente permanente de esclavitud y miseria para el pueblo.

    Y en Federalismo, socialismo, Anteologismo haba dicho ya en 1867:Un Estado republicano, basado en el sufragio universal, podr ser muydespco, ms despco an que el Estado monrquico, cuando bajoel pretexto de que representa la voluntad de todo el mundo, inuya lavoluntad y el libre movimiento de cada uno de sus miembros con todo elpeso de su poder colecvo. Tambin aqu, como anota H. Saa, que citalos dos textos anteriores, Bakunin ha ancipado literalmente la ccinen que se apoyan las democracias burguesas de nuestro empo, pues

    en nombre de la democracia, las oligarquas de Wall Street y el Pentgonollevaron a cabo en nuestros das su agresin neofascista contra Vietnam.

    Los republicanos burgueses sigue Bakunin detestan el desposmomonrquico, y por eso creen que detestan el desposmo en general.Ignoran que el desposmo no est en la forma del Estado o del poder,como en el principio del Estado y del poder polco mismo, y que, porconsiguiente, el Estado republicano debe ser por su esencia tan despcocomo el Estado gobernado por un emperador o por un rey. Entre estos

    dos Estados no hay ms que una sola diferencia real. Ambos enenigualmente por base esencial y por n el somemiento econmico delas masas en benecio de las clases posesoras. La nica diferencia entreel Estado monrquico y el republicano consiste, segn Bakunin, en queaqul, para proteger los intereses de la burguesa, la excluye del gobierno,mientras ste pone directamente el poder polco en sus manos. El Estadomonrquico, aunque ofrece as a la burguesa una seguridad perfectadesde el punto de vista de la explotacin del trabajo popular y en todo

    lo que se reere a la defensa de sus intereses econmicos, la hiere ensu vanidad y en su orgullo. He aqu por qu muchos burgueses se hacenrepublicanos. No es que pretendan la completa emancipacin del pueblo,el n de la explotacin de las masas o la abolicin del Estado. Son, porel contrario, los enemigos ms encarnizados y ms apasionados de larevolucin social, y aunque cuando necesitan de los trabajadores paraderribar el trono llegan a prometerles hasta mejoras materiales, una vezllegados al poder, tales promesas quedan en agua de borrajas. Esto es, entrminos generales, lo que sucedi en la emancipacin de las repblicashispanoamericanas, al cabo de las guerras de la independencia: el indio,el negro, el mulato, el blanco de orilla, el pueblo criollo, que dio susangre por la repblica en los campos de batalla, sigui constuyendola gran masa explotada y su condicin real poco o nada cambi con laindependencia.

    Cuando el pueblo, decepcionado, se rebela, los republicanos burgueses

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    en el poder recurren a la represin estatal: De donde resulta que elEstado republicano es tan opresivo como el Estado monrquico; slo queno lo es para las clases posesoras; no lo es ms que contra el puebloexclusivamente.

    Ninguna forma de gobierno hubiera complacido, pues, a la burguesatanto como la repblica, si no fuera por el empuje del socialismo y por lasaspiraciones de las masas obreras. Los burgueses empiezan a temer, y altemer, dudan, no de la bondad de la repblica, pero s de su fuerza y de sucapacidad para defenderlos contra el proletariado. Dicen que la repblicaes hermosa, pero imposible, que no puede durar porque no ene fuerzacomo para constuir un Estado serio y capaz de hacerlos respetar a ellospor los trabajadores. Adorando as la repblica con un amor platnico,preeren, sin embargo, siempre, ponerse bajo la proteccin de una

    dictadura militar que detestan y que, a su vez, los desprecia y humilla,pero que les ofrece garanas de orden y de paz social. Tal preferenciadesespera a los republicanos burgueses, que se esfuerzan por demostrara los miembros de su clase que la repblica est y estar siempre de sulado, esto es, contra la clase trabajadora.

    Si sustuyramos apenas la palabra repblica por democracia,todo cuanto escribe aqu Bakunin podra servir como pmo anlisis delas relaciones entre la burguesa (y la clase media) lanoamericana y el

    poder polco en la actualidad. Es claro que al comerciante de Sanago oal terrateniente de los valles araucanos le gustara ms ver en la Casa de laMoneda a Alessandri; pero Allende los obliga a preferir a Pinochet. Puedeasegurarse sin gran temor a errar que en su fuero nmo los polcosconservadores y moderados de Argenna, aprecian peyoravamente alos gobernantes militares, pero se cuidarn muy bien de regatearles suapoyo ante el peligro de una presunta victoria de los montoneros (que nisiquiera son una fuerza de izquierda, sino un retoo demaggico del viejo

    rbol del fascismo argenno).Quizs sea cierto, como cree E. H. Carr, que Bakunin, mucho ms cerca

    de sus compatriotas que Herzen (el gran demcrata exiliado), parcipabatotalmente de la insnva desconanza rusa hacia la democracia.En todo caso, sabe analizar, como pocos socilogos lo han hecho, lasmovaciones, las creencias, el comportamiento de los campesinos.Conoce su desconanza hacia el Estado, sabe que slo aguantan susimposiciones porque no ven cmo impedirlo, pero sabe tambin que

    para ellos un gobierno republicano es todava peor que uno monrquicoo imperial. Advierte su desconanza y su incomprensin de las ideasabstractas, su respeto por el presgio y las manifestaciones de la fuerza,pero seala asimismo su profundo patriosmo, en la medida en queser patriota equivale a amar profundamente la erra que se habita y setrabaja. Considera, por eso, basndose en la experiencia de la revolucinfrancesa, y en las interpretaciones de Michelet, que la nica manera de

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    ganar a los campesinos para la lucha contra el invasor y, ms an, parala causa revolucionaria, es reparr entre ellos las erras de los grandespropietarios y hacerlos dueos del suelo que trabajan.

    Los campesinos, por otra parte, aunque en Francia sean propietarios,viven de su trabajo, a diferencia de los burgueses, que luchan con el trabajoajeno. Los obreros de la ciudad enen en comn con aqullos este hechofundamental, y a pesar de la diferencia de ideas y de los malentendidos,obreros y campesinos estn desnados a hacer frente comn contra laburguesa. En realidad, dice copiando algunos prrafos de su Carta a un

    francs, la desconanza y el odio de los campesinos por los obreros de laciudad, a quienes consideran pardarios del reparto y de quienes temenel despojo de sus erras, que es lo que ms aman, constuye (no slo enFrancia, sino en todas partes) el principal obstculo de la revolucin y la

    principal fuerza de la reaccin. Por eso, es absolutamente indispensableaade que los obreros dejen de despreciar a los campesinos,basados en su superioridad intelectual, y, ms an, que renuncien a lapretensin de quitarles sus erras y de imponerles una forma cualquierade organizacin social y polca. Porque ninguna medida, por socialistaque en s misma parezca, es verdaderamente revolucionaria cuando esimpuesta a las masas y no suscitada en ellas como idea, para que ellasmismas la realicen. En tal caso, se trata siempre de la accin del Estado.

    Los bolcheviques y, en parcular, Stalin obraron de un modo muy disnto,y por eso puede decirse que an hoy el campesino ruso no ha sido ganadopor el socialismo y por la revolucin. Cuando en nombre de la revolucinescribe Bakunin, como si a los mismos bolcheviques se dirigiera sequiere hacer Estado, aunque no sea ms que un Estado transitorio, sehace reaccin o se trabaja por el desposmo, no por la libertad; porla instucin del privilegio contra la igualdad. Los estalinistas (y auncualquier marxista) objetarn en seguida que la propuesta de Bakunin

    implica respetar la propiedad privada de la erra. Pero ste, para quienlo primero es la abolicin del Estado, considera que sin la sancin estatalla misma propiedad privada dejar de serlo. Y aunque las cosas no searreglen inmediatamente y no se puedan descartar conictos entrelos propietarios dice cualquier orden que surja ser ms deseabley humano, porque surgir de la vida misma y no de la imposicin y laviolencia.

    La dura invecva contra el pardo bonaparsta (cuadrilla de bandidos,

    primero no muy numerosa, pero ms grande de ao en ao, atrayendo asu seno, por el lucro, todos los elementos perverdos y podridos, despusretenindolos por la solidaridad de la infamia y del crimen...) nos obligaa pensar en cierto bonaparsmo de nuestro empo, que hemos vivido enAmrica del Sur y, concretamente, en Argenna. Dicho bonaparsmo, enefecto, viol su libertad, degrad su carcter, corrompi su conciencia,envileci su inteligencia, deshonr su nombre y, adems, ha destruido,

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    por un saqueo desenfrenado, ejercido durante diez y ocho aos, sufortuna y sus fuerzas.

    Sin embargo, ms repudiables que a los bonaparstas consideraBakunin a los republicanos burgueses, cuya cruel persecucin contra losobreros socialistas representa para l una reaccin picamente clasista.Las pginas que escribe sobre la lucha de clases, a este propsito, puedenconsiderarse antolgicas, junto a algunas de Marx y de Lenin. Basterecordar el siguiente prrafo: Regla general: un burgus por republicanorojo que sea, ser mucho ms vivamente afectado, conmovido y lesionadopor una desventura de que sea vcma otro burgus, aunque ese burgussea un imperialista rabioso, que por la desgracia de un obrero, de unhombre de pueblo. En esa diferencia hay, sin duda, una gran injuscia,pero esa injuscia no es premeditada, es insnva. Proviene de que

    las condiciones y los hbitos de la vida, que ejercen sobre los hombresuna inuencia siempre ms poderosa que sus ideas y sus conviccionespolcas, esas condiciones y esos hbitos, esa manera especial de exisr,de desarrollarse, de pensar y de obrar, todas esas relaciones sociales

    tan mlples y al mismo empo tan regularmente convergentes al mismon que constuyen la vida burguesa, el mundo burgus, establecenentre los hombres que pertenecen a ese mundo, cualquiera que sea ladiferencia de sus opiniones polcas, una solidaridad innitamente ms

    real, ms profunda, ms poderosa y sobre todo ms sincera que la quepodra establecerse entre los burgueses y los obreros, a consecuencia de

    una comunidad ms o menos grande de convicciones y de ideas. ComoMarx, Bakunin cree que son las condiciones de la existencia social (la vida)lo que determina el pensamiento, y no viceversa. Desde el momento enque pas de la democracia, ms o menos confusa, de sus aos juveniles,al socialismo anrquico, y del paneslavismo al internacionalismoproletario, rechaz tambin denivamente todo resabio metasico, y

    adopt una concepcin materialista del mundo, a la cual le correspondeuna concepcin materialista de la historia. Su materialismo histrico sereduce, sin embargo, a la tesis bsica de que son las condiciones socialesy econmicas de la existencia las que determinan, en gran medida, laacvidad espiritual, y de ninguna manera puede idencarse con unmonismo economicista, posicin que Bakunin atribuye y reprocha aMarx, en otro escrito.

    El elogio de la clase obrera (digna, heroica, consciente del peligro que

    amenaza a la sociedad, pero incapaz de crueldad) se contrapone, enBakunin, directamente al ms sombro retrato de la burguesa (tan ferozcomo cobarde, tan estpida como miedosa y avara), a propsito de laactuacin de ambas en la reciente historia de Francia.

    Si a alguien se puede culpar de la situacin de somemiento en queeste pas se encuentra y de la invasin de los ejrcitos alemanes, es diceBakunin solamente a la burguesa: los bonaparstas concertaron un

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    acuerdo con el rey de Prusia, y no dejaron nunca de apoyar a los invasores,por temor al pueblo francs y al socialismo; el otro pardo burgus, el delos republicanos de Gambea y de Favre, los que integraban el llamadogobierno de defensa nacional, como buenos miembros de su clase, semostraron sumamente generosos con los bonaparstas (burgueses, al n

    y al cabo, como ellos), no los ajusciaron, ni encarcelaron ni desterraron,cosa que hicieron antes (y harn despus) con los obreros (dandomuestras de innoble sevicia). De esta manera, al perdonar y dejar librecampo a la accin de los amigos de los invasores; al casgar y reprimir alos verdaderos patriotas, se hicieron cmplices de los traidores, enemigosde los leales, y ecacsimos colaboradores de la potencia extranjera dela cual se supona que deban defender a Francia. Y es que, por encimade la nacionalidad y de los movos patricos, est la clase y la defensa

    de los intereses. Para los republicanos burgueses (y nada se diga de losbonaparstas), la revolucin social constuye para Francia un peligroms grave todava que la invasin extranjera misma.

    Los anlisis de Bakunin sobre la polca de Prusia y su alianza conRusia, sobre el desdichado desno de Polonia y el posible escollo quelas relaciones rusoprusianas encontrarn en la cuesn de las provinciasblcas, sobre el plan prusiano de constuir un gran imperio alemn,sobre la posicin de Austria, sobre la alarma que la realizacin de los

    designios de Bismarck provocar en todos los Estados europeos (inclusiveen Inglaterra), parecen fundamentalmente correctos y sus previsiones

    han sido en gran parte conrmadas por los acontecimientos posteriores.Tambin pueden considerarse, sin duda, certeras, las ideas sobre larelacin de las diversas clases sociales con el Estado prusiano. En parcular,la crca a la socialdemocracia germnica resulta ideolgicamentecoherente en un revolucionario y en un an-centralista como Bakunin,pero el leal reconocimiento de la heroica actud de la misma y de sus

    jefes (Bebel, Liebknecht, etc.), que tuvieron en medio de los clamores dela gente ocial y de toda la burguesa de Alemania, rabiosa de patriosmo,el valor de proclamar altamente los derechos sagrados de Francia, honratambin la ecuanimidad de quien no tena ciertamente ninguna simpaapor los alemanes. De hecho, la angua germanofobia del paneslavistaBakunin no deja de manifestarse, ms all de la racionalidad socialista de

    su argumentacin. Aunque sigue reconociendo, como no puede menosde hacer, las atrocidades comedas por los rusos en Polonia, consideraque las de los prusianos en Francia son diez veces ms terribles. En todocaso, los agravios de los alemanes contra los rusos le parecen carentes detodo fundamento, cuando no completamente ridculos.

    As como se opone al centralismo de Marx en el terreno de la organizacinobrera y en su concepcin del socialismo, tambin se opone a su actudan-rusa en la interpretacin de la historia europea contempornea:culpar a Rusia de que Alemania no haya llegado an a la democracia

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    dice Bakunin es desconocer la propia historia de Alemania e ignorar laexperiencia segn la cual nunca una nacin de inferior civilizacin, comola rusa, puede imponerse a otra ms civilizada, sino por la conquista delas armas. Y no se puede negar que por lo menos en un punto Bakuninene plena y absoluta razn contra Marx: asegura, en efecto, que una

    revolucin socialista triunfante ha de derribar por completo el Imperioen Rusia, lo cual al comunista alemn le parece, sin duda, inverosmil. Yabocndose a una tarea que, segn expresa, le correspondera al propioMarx, intenta demostrar que la esclavitud y los crmenes de la Alemaniacontempornea son productos autctonos de las siguientes causas: 1)el feudalismo, cuyo espritu, en lugar de haber sido vencido, como enFrancia, se incorpor a la constucin; 2) el absolusmo real, consagradopor el luteranismo; 3) el servilismo de la burguesa; 4) la paciencia del

    pueblo; 5) la rpida formacin de la potencia annacional del Estado enPrusia.

    En esencia la interpretacin de Bakunin ser comparda por la mayorade los anarquistas. Kropotkin ene una visin anloga del Imperioalemn cuando, al estallar la primera guerra mundial, juzga necesariopronunciarse por la causa francesa contra Alemania. El mismo Rocker,alemn por nacimiento y por formacin, acepta muchas de las ideas deBakunin al respecto. Sin embargo, en ninguno de ellos resuena una pasin

    an-alemana tan violenta, como en ste. Todos se esfuerzan por deslindarresponsabilidades y por separar al pueblo del gobierno, el ejrcito, los

    pardos nacionalistas y el gran Capital, y ni siquiera se atreven a cargarla culpa sobre la entera burguesa. Bakunin, si bien separa a obreros ycampesinos y los absuelve parcialmente, considera a los burgueses

    alemanes ms retrgrados inclusive que los de otros pases europeos, enla medida en que no slo no son por entonces (1871) liberales, sino que,en realidad, no lo han sido jams: En presencia de lo que pasa hoy, la

    duda no es posible. La burguesa alemana no am nunca, ni comprendini quiso la libertad. Vive en su servidumbre, tranquila y feliz como unarata en un queso, pero quiere que el queso sea grande. Desde 1815 hastanuestros das no ha deseado ms que una sola cosa, pero esa cosa la haquerido con una pasin perseverante, enrgica, digna de un objeto msnoble. Ha querido senrse bajo la mano de un amo poderoso, aunque seaun dspota feroz y brutal, siempre que pueda darle, en compensacin desu necesaria esclavitud, lo que llama su grandeza nacional; siempre quehaga temblar a los pueblos, comprendido el pueblo alemn, en nombre

    de la civilizacin alemana.

    Max Nelau opina que, aunque estas apreciaciones de Bakunin sobre losalemanes son encomiables como reaccin de solidaridad hacia el vencidoy oprimido pueblo francs, resultan indignas del internacionalismolibertario de Bakunin, y constuyen una manifestacin ms de esaliteratura tan arbitraria y poco rigurosa como violenta que aparece en

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    todas las pocas y en todas las naciones ante un conicto blico.

    Lo cierto es que lo que dice bajo el tulo de Historia del liberalismoalemn(que en todo caso debera ser Historia de la libertad en Alemania)parece el resultado de una generalizacin excesiva, donde abundan lasinterpretaciones puramente sujevas, donde se pasan por alto hechosimportantes y se tergiversan acontecimientos e ideas. Y, sin entrar aquen un anlisis detallado de ese pargrafo, nos parece signicavo elcontraste que existe entre los captulos dedicados por Kropotkin a lascostumbres e instuciones de los germanos primivos, a su derechoconsuetudinario (que opone al derecho romano y cannico), a la comunade los pueblos brbaros (y, por tanto, de los anguos germanos), a lasciudades libres medievales (y, entre ellas, a las de Alemania, y a la Ligahanseca) en El apoyo mutuo (y en otras obras, como El Estado) y la

    negacin bakuninista de toda vida social autncamente libre en laAlemania angua y medieval. Quizs su an-teologismo le impidiera aBakunin recordar la profunda libertad espiritual de los mscos alemanes,como Meister Eckhardt (que no pasa desapercibido para Landauer); elmovimiento de los Hermanos del libreespritu; la Theologia Deutsch.Pero es menos explicable su olvido de la obra de Strauss y de la izquierdahegeliana, de Feuerbach y de Srner, de Guillermo y Alejandro Humboldty del propio Fichte, en el cual hay, sin duda, ideas muy prximas a una

    ca libertaria, y al cual haba rendido tributo de admiracin en sus aosmozos, para no decir nada de Lessing y de Heine. No se le puede negartoda experiencia de la libertad al pueblo que produce un Beethoven.

    Que las peculiares circunstancias histricas de Alemania despus dela Reforma hasta nuestros das hayan impedido un orecimientogeneral de la libertad en lo polco, y aun en lo cultural, no quiere decirque el pueblo alemn como tal est desnado al servilismo. Ante elespectculo de las multudes aclamando brazo en alto a un psicpata

    criminal como Hitler, cualquiera podra senrse tentado a coincidir aqucon Bakunin. Pero si nos dejamos arrastrar por tal tentacin, corremosel peligro precisamente de incurrir en un nuevo racismo, en un racismoal revs, con lo cual estaramos tambin rindiendo tributo a Hitler y a supeculiar locura homicida.

    De hecho, un apasionado internacionalista, como Bakunin, no siemprepuede echar por la borda atvicos complejos raciales y liberarse de

    senmientos nacionalistas arraigados con la ms temprana educacin. Y

    mucho menos cuando dichos senmientos, racionalizados y sublimados,han constuido el mvil de largos aos de lucha polca e ideolgica.Basta citar algunas frases, como stas, en las cuales el nacionalismoeslavo se mezcla al culto de la libertad: Quiero hablar de la revueltareligiosa de Juan Huss, el gran reformador eslavo. Es con un senmientode profunda simpaa y de alvez fraternal que pienso en ese granmovimiento nacional de un pueblo eslavo. Fue ms que un movimiento

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    religioso, fue una protesta victoriosa contra el desposmo alemn, contrala civilizacin aristocrco-burguesa de los alemanes; fue la revuelta de laangua comuna eslava contra el Estado alemn.

    El nacionalismo llevado a veces a los lmites del chauvinismo, apareceno pocas veces tambin en los escritos de Marx. Este muestra, en general,

    un hondo desprecio por los pases lanos y, en especial, por los puebloshispnicos, as como un gran aprecio por lo germnico y sajn. Bienconocidas son su semblanza enteramente negava de Simn Bolvar y suescasa simpaa por la independencia de las repblicas lanoamericanas,as como su alabanza de la obra colonizadora de Inglaterra en la India.

    Mientras Bakunin pone toda su conanza revolucionaria en los puebloslanos y eslavos, y siente una profunda y fraternal amistad por Italia yEspaa, Marx descalica a esta lma, diciendo que en ella hay mscuras que obreros. En otra ocasin, en una carta a Engels, se reere a losespaoles llamndolos raza podrida y denostando su fanfarronera,jactancia y donquijosmo, a los que se une la indiferencia porderramamientos de sangre. Mientras Bakunin, como luego Kropotkin,ve en Francia la abanderada de la revolucin y la hermana mayor de lospueblos de Europa, e idenca sus desnos con los de la Humanidadtoda, Marx, escribiendo otra vez a su compatriota Engels, dice: Francianecesita una paliza. Si los prusianos vencen, la centralizacin del poder

    del Estado ser l a la centralizacin de la clase obrera alemana; por otraparte, la preponderancia alemana trasladar el centro de gravedad delmovimiento obrero de la Europa occidental de Francia a Alemania. Bastasolamente comparar el movimiento en los dos pases desde 1866 hastahoy, para ver que la clase obrera alemana es superior a la francesa tantopor lo que respecta a la teora como a la organizacin. La hegemona, enel teatro mundial, del proletariado alemn sobre el francs signicara almismo empo la preponderancia de nuestra teora sobre la de Proudhon.

    Y aunque es verdad que posteriormente al desarrollarse la guerra franco-prusiana, Marx vari de opinin, las citadas frases no dejan de traducirsus ms rmes convicciones personales.

    En el Prembulo para la segunda entrega del Imperio knuto-germnico,

    que Reclus public por primera vez en 1878 con el tulo de La Comuna dePars y la nocin de Estado, parendo de una oposicin entre socialismorevolucionario (o anarquismo) y comunismo autoritario (o marxismo)celebra la constucin de la Comuna de Pars como un acontecimiento

    histrico trascendente, donde una minora de autncos socialistas(proudhonianos) logr contagiar sus ideales, que eran, por lo dems,los del pueblo, a una mayora de jacobinos o revolucionarios burgueses(marxistas no haba casi ninguno). De tal manera, intentaron, y en la medidaen que el corto empo que les fue concedido lo permi, realizaron, elideal de una sociedad sin Estado, lo cual resulta para Bakunin tanto msimportante cuanto que tuvo lugar precisamente en Francia, que ha sido

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    hasta aqu el pas por excelencia de la centralizacin polca.

    Su derrota, su aplastamiento, el marrio de sus defensores, no hahecho sino magnicar su imagen y su ideal en el alma de los trabajadores:Soy un pardario de la Comuna de Pars que, por haber sido masacrada,sofocada en sangre por los verdugos de la reaccin monrquica yclerical, no por eso ha dejado de hacerse ms vivaz, ms poderosa en laimaginacin y en el corazn del proletariado de Europa; soy pardario deella sobre todo porque ha sido una negava audaz, bien pronunciada, delEstado.

    La Comuna de Pars, de la cual hizo Marx una tan apasionada defensa,respondi de hecho ms a una praxis libertaria que a las mismasconcepciones de Marx y a su teora del pardo y de la dictadura delproletariado. James Guillaume, amigo y bigrafo de Bakunin, dice

    rerindose al libro de Marx La guerra civil en Franciaque ste es unadeclaracin sorprendente por la cual Marx parece haber abandonado supropio programa y haberse pasado al lado de los federalistas (es decir,de los anarquistas). Por otra parte, el ya citado Mehring, bigrafo deMarx, escribe: Las opiniones del Maniesto comunista no puedenconciliarse con el elogio (en La guerra civil en Francia) al vigoroso impulsoque empez a destruir el Estado parasitario... Tanto Marx como Engelseran muy concientes de esa contradiccin y, en el prefacio a la nueva

    edicin del Maniesto comunistapublicada en junio de 1872, revisaronsus opiniones.

    En la primera de las Tres conferencias dirigidas a los obreros delvalle de Saint Imier, encontramos una excelente y rotunda sntesis dela concepcin bakuninista del Estado. ste, que sustuye en el mundomoderno a la Divinidad, se coloca por encima de la Humanidad y de sus

    derechos. Constuye, por tanto, una rplica negava de la moralidad, unahipstasis de la injuscia. Es la negacin misma de la moral humana y

    de la humanidad. Y ello no por un mero accidente, sino por su esenciamisma. Su misma idea resulta intrnsecamente contradictoria. Esindudable que aqu saca a relucir Bakunin lo mejor de su dialcca: Nohabiendo podido realizarse nunca el Estado universal, todo Estado es unser restringido que comprende un territorio limitado y un nmero ms omenos restringido de sbitos. La inmensa mayora de la especie queda,pues, al margen de cada Estado, y la humanidad entera es reparda entreuna multud de Estados grandes, pequeos o medianos, de los cuales

    cada uno, a pesar de que no abraza ms que una parte muy restringidade la especia humana, se proclama y se presenta como el representante

    de la humanidad entera y como algo absoluto. Por eso mismo todo lo quequeda fuera de l, todos los dems Estados, con sus sbitos y la propiedadde sus sbitos, son considerados por cada Estado como seres privados detoda sancin, de todo derecho, y el Estado se supone, por consiguiente,el derecho de atacar, conquistar, masacrar, robar, en la medida en que sus

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    medios y sus fuerzas se lo permitan. Por una parte, el Estado asume lapersonalidad de sus sbitos y, al hacerlo, niega la condicin humana (esdecir, todos los derechos de los mismos), y se comporta amoralmenterespecto a ellos. El Estado (abstraccin encarnada en los gobernantes) seconsidera a s mismo como la nica persona humana y, en consecuencia,

    como el nico sujeto. En relacin a l sus sbitos no son sino merosrganos o instrumentos. Por otra parte, cada Estado, que no incluye sinoa un nmero restringido de sbitos, se presenta, por su propia naturaleza,como hipstasis de la humanidad, y no puede menos de considerar comousurpadores a todos los dems Estados. Lejos de considerar as al Estadocomo la encarnacin de la moral, este anguo hegeliano que es Bakuninlo mira como la substancializacin del mal, de la opresin y de la injuscia.Su an-estasmo radical ene, como se ve, no slo una juscacin

    dialcca, sino tambin, y sobre todo, una profunda movacin ca,a la cual los revolucionarios de nuestros das (y me reero, en parcular,a los del Tercer Mundo), arrebatados por su pasin nacionalista, sonabsolutamente inmunes.

    En la segunda conferencia encontramos un pasaje tambinloscamente muy signicavo acerca de la relacin hombre-sociedad.Igual que Kropotkin y contra Srner y los llamados individualistasniega Bakunin toda oposicin entre individuo y sociedad. Para l la

    verdadera oposicin se da entre la sociedad y el Estado, que es lasociedad coacva y jerrquicamente organizada. El hombre suponesiempre la sociedad y no sera verdaderamente hombre sin ella. Desdeeste punto de vista, Bakunin es todava un aristotlico. Al refutar aRousseau y a su teora del contrato social, rechaza de plano las basesde la moderna democracia representava. La libertad no se cede ni sedelega: est en cada individuo por su misma naturaleza de ser social yen la sociedad como lugar necesario en que se ejercita y desenvuelve la

    libertad de cada uno de sus miembros. La libertad de los individuos noes un hecho individual dice, es un hecho, un producto colecvo Yaade: Ningn hombre podra ser libre fuera y sin el concurso de todala sociedad humana. El gran error de Rousseau y de los contractualistas,que originaron la revolucin burguesa, consiste para Bakunin en suponerque el hombre crea la sociedad, cuando en realidad nace de ella, y es,por tanto, un animal social por excelencia. Ms an, el hombre no llegaa ser hombre para este socialista a quien, sin embargo, no pocos crcosmarxistas consideran como un representante del individualismo pequeoburgus, sino en la sociedad. Ser hombre signica pensar, hablar, amar;y todo esto resulta absolutamente imposible sin la convivencia, esdecir, sin la sociedad. No hay pensamiento sin palabras; pero la palabrasupone la conversacin de un individuo humano con otros muchos desu misma especie. Ahora bien, el hombre, que es un animal entre otros,no se transforma en ser humano, es decir, pensante, ms que por esaconversacin, ms que en esa conversacin. He aqu, pues, por qu su

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    individualidad humana en cuanto tal y, por consiguiente, su libertad,es el producto de la sociabilidad. Inclusive el trabajo, mediante el cualel hombre se libera de la naturaleza, es trabajo colecvo, ya que eltrabajo individual no podra jams vencer los obstculos que el mediohosl opone a su existencia. Y la educacin, por la que el ser humano

    desarrolla su humanidad, es tambin un producto de la sociedad entera.La humanidad y la libertad del puro individuo aislado resultan, pues, paraBakunin, una mera ccin, una abstraccin metasico-teolgica, carentede todo signicado: Todo lo que es humano en el hombre y, ms queotra cosa, la libertad, es el producto de un trabajo social, colecvo. Serlibre en el aislamiento absoluto es un absurdo inventado por los telogosy los metasicos, que reemplazaron la sociedad de los hombres por la desu fantasma, por Dios. Cuando Bakunin habla de libertad no se reere

    al libre albedro que, como determinista y materialista, no admite, sinoel obrar sin coaccin frente a los dems miembros de la especie y al serreconocido por ellos como un agente libre que responde a la accin deotros agentes igualmente libres con los cuales convive. Por eso dice:Para ser libre tengo necesidad de verme rodeado y reconocido comotal por hombres libres. No soy libre ms que cuando mi personalidad,reejndose, como en otros tantos espejos, en la conciencia igualmentelibre de todos los hombres que me rodean, vuelve a m reforzada por el

    conocimiento de todo el mundo. La libertad de todos, lejos de ser unalimitacin de la ma, como pretenden los individualistas, es, al contrario,su conrmacin y su extensin innitas. Si se le pregunta a Bakunin cules el n de la vida humana y en qu consiste el bien supremo y la felicidad,contesta que en la realizacin recproca (cabra decir: dialcca) de lalibertad individual en la libertad general y viceversa: Querer la libertady la dignidad humana de todos los hombres, ver y senr mi libertadconrmada, sancionada, innitamente extendida por el asenmiento detodo el mundo, he ah la dicha, el paraso humano sobre la erra.

    A travs de esta segunda conferencia es interesante confrontar lainterpretacin de la revolucin francesa que da Bakunin con la queextensa y brillantemente presentar luego Kropotkin.

    Ambos acogen como verdaderamente revolucionarios los idealesgenricos del movimiento iniciado en 1789. Ambos consideran tambinque estos ideales fueron frustrados y radicalmente limitados por laburguesa, que usufructu la revolucin, excluyendo por completo

    al pueblo cuyo concurso haba requerido en los das de la accin y dela lucha. Ambos coinciden tambin en considerar como meramenteformales la libertad y la igualdad consagradas por la revolucin francesa, yoponen la igualdad jurdica a la igualdad material y econmica, poniendode relieve la sangrienta burla que comporta el considerar iguales alopulento banquero y al msero proletario. Sin embargo, Kropotkin que,sin duda, ha ahondado ms en las fuentes y ha dedicado ms empo y

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    atencin a los hechos histricos, revela en el seno mismo de la revolucinuna corriente verdaderamente socialista e inclusive anarquista, que si nologr imponerse del todo en ningn momento, desempe, pese a todo,un papel decisivo en los sucesos ms autncamente revolucionarios.Bakunin, en cambio, aunque conoca la obra historiogrca de Luis Blanc,

    vio en la revolucin francesa una revolucin no slo usufructuada por laburguesa sino tambin totalmente inspirada y protagonizada por ella,en el cual el pueblo y los trabajadores slo haban sido instrumentosulizados (y luego fcilmente desechados) por la astucia burguesa. Detodas maneras, tanto Bakunin como Kropotkin, postulan la necesidad deuna segunda revolucin que complemente y, ms an, que haga efecvosy reales los ideales enunciados en la primera, revolucin que slo puedenllevar a cabo la clase obrera y los trabajadores en general.

    En la tercera conferencia llama la atencin parcularmente, dentro delcontexto general de la crca, tan aguda como pernaz, a la burguesa, elanlisis de los mecanismos de la produccin capitalista, la competenciaindustrial, la concentracin de capitales, el salario. Llevado a cabo en

    trminos sencillos y ajenos a todo tecnicismo, dicho anlisis no diere delque realiza Marx con germnica minuciosidad y rigor en El Capital, obraque, como hemos dicho al principio, Bakunin comenz a traducir al rusodos aos antes.

    ngel J. Cappelle

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    I

    Los tres primeros escritos de este volumen constuyen parte del esfuerzoliterario de Bakunin suscitado por la guerra franco-alemana de 1870-1871desde agosto de 1870, siguiendo los acontecimientos hasta despus dela Comuna de Pars, o sea hasta el verano de 1871; el cuarto escrito lohace aparecer como conferencista en medio de los obreros del Jura en laprimavera de 1871. Sus escritos que datan de agosto de 1870 a junio-juliode 1871 enen las ms diversas formas, pero el mismo n, el de contri-buir en la medida de sus fuerzas a dar a los acontecimientos un carcterrevolucionario, y cuando esto no fue posible para l, el de dar una voz asu crca revolucionaria y presentar en esta ocasin el conjunto de susideas ante el pblico europeo. Primero las cartas concernientes a unaaccin, el folleto de actualidad luego, despus el folleto o libro de crcapolca retrospecva, histrica, el libro de crca losca y la exposicinde las bases de sus ideas tan profundamente anrreligiosas; cuando elgran acontecimiento de la Comuna de Pars intervino, otra vez, la crcaactual, socialista y revolucionaria; de todo eso hay en algunos escritos

    publicados en la misma poca, en los escritos ms numerosos sacados delos manuscritos para las Oeuvres de la edicin de Pars (1895-1910) y anms en los fragmentos inditos que no fueron discudos ms que en miBiograa de Bakunin, en 1899.

    Fue imposible para Bakunin hallar un cuadro literario, una forma depublicacin bastante amplia, rpida y fundida sobre una base materialslida para exponer ante el pblico todo lo que quera decir, y le fue im-posible a l mismo coordinar esa masa de materiales que desbordaba.

    Parendo de la actualidad, de su marcha de Lyon y de su carta a Palixdel 29 de noviembre, fue absorbido en su crca actual por lo que veaacontecer en Francia, hace la crca a los alemanes, llega a los comunistasanautoritarios, luego a los lsofos doctrinarios, consigue dar el fondode sus ideas anrreligiosas en un escrito que separa al conjunto como

    Apndice, aparta an otros materiales para un apndice germano-eslavo,

    pero antes de hablarnos de sus ideas sobre socialismo y anarqua, la Co-muna de Pars lo vuelve a la actualidad y no nos dej slo un busto, sino

    todo un taller lleno de bustos. Es lamentable desde el punto de vista liter-ario, pero tenemos al menos en los numerosos fragmentos elaboracionesprecisas de muchas series de sus ideas que podemos examinar a nuestrogusto, lo que es preferible a encontrarlas, de una manera reducida quizs,adaptadas al cuadro siempre restringido de un solo libro.

    Bakunin careca del empo para producir libros bien proporcionados,tampoco tuvo probabilidad para ello en el invierno de 1870-1871, encon-

    PRLOGO

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    tr demasiado poco reposo. No estaba muy contento de la manera queJames Guillaume haba sacado de sus abundantes manuscritos el peque-o folleto (43 pginas.) de las Leres un Franais; quera pasar sin Guil-laume y no le qued ms en Ginebra, donde el trabajo de impresin fuemuy mal hecho; la nica base material era la garana de un estudiante

    ruso de pagar una entrada (505 francos), lo que hizo. Recurri de nuevo aGuillaume, pero no haba dinero para imprimir otra cosa. Bien pronto, enjulio, eliminaron completamente el proyecto presente otros trabajos parala Internacional y contra Mazzini.

    A pesar de esas adversidades, su aislamiento y sus grandes preocupa-ciones materiales durante ese invierno, fue incansable en ese trabajo y se

    dedic a l con su mejor esfuerzo: las partes que han sido tuladas mstarde Dios y el Estadoaparecern en su cuadro original en el tomo III de

    esta edicin dan fe de ello. Aunque esos meses de noviembre de 1870a marzo de 1871 fueron por consiguiente, desde haca muchos aos, lapoca ms tranquila de la vida de Bakunin, en la que no se trat de acciny propaganda, sino solamente de estudios, de lecturas y de elaboracinsucesiva de muchos manuscritos, vale la pena ocuparse de este trabajode su pensamiento aqu. No es un espectculo demasiado frecuente, pordesgracia, el ver a un anarquista remover totalmente sus ideas despusde los grandes acontecimientos histricos, tratando de relacionarlas a la

    accin que ve a su alrededor en el mundo profundamente conmovido; nodigo que Bakunin haya encontrado el buen camino y que fue infalible ensus apreciaciones, pero lo intent e hizo al menos una vasta labor intelec-tual y es siempre interesante seguir de cerca un trabajo serio.

    II

    De regreso en Locarno en los lmos das de octubre de 1870 (vaseel prlogo del primer tomo), debi entenderse con sus amigos rusos en

    Ginebra, el viejo Ogaref y Ozerof, para hacer imprimir en la Imprenta Co-operava su trabajo proyectado en entregas que formaran grandes folle-tos. Nos queda slo una carta escrita el 19 de noviembre a Ogaref, dondedice en lengua rusa:

    Mi querido y viejo amigo Aga:

    Te has vuelto excesivamente avaro en cartas. Es que bebes de

    nuevo? Cuidado, hermano, abstente. Bebe con moderacin parano perderte y olvidarte a mismo y a los amigos y an la causa.Veo por tu lma misiva que lees mis cartas muy distradamentey es probable que no las leas hasta el n. Me escribes que reci-biste de m el n del folleto, pero te escriba que enviaba el lmoenvo, que enviar todava muchas, muchas hojas, de suerte queno resultar un folleto, sino todo un libro. Tengo an cuarenta

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    pginas listas y esto no es el n, falta mucho, y si no las envo esporque me es indispensable tenerlas cerca de m para terminaruna cuesn dicil. Por favor, mi querido amigo, ocpate seri-amente de este asunto y no de un modo cualquiera, porque sihaces esto de una manera sucia, no saldr una cosa, sino una

    suciedad. Primeramente, yo no tengo ebre y en general no es-toy apresurado por imprimir lo ms pronto posible, como Ozerofprocede. Me habra apresurado como l si hubiese tenido la in-tencin de escribir un folleto para inuir lo ms pronto posiblesobre la opinin pblica. Pero no tengo ese propsito por ahora;no lo tengo porque no tengo ya fe en los folletos, cualquiera quesean, ni aun con las empresas y actos prccos inmediatos sepuede modicar ahora la marcha de los acontecimientos. Segn

    mi opinin, el sistema menroso de Gambea ha ganado ya enla prcca una fuerza tal y ha vencido y logr despojar hasta talgrado nuestro sistema que, si Gambea mismo quisiera cambi-arlo ahora, no sucedera nada menos que la prdida deniva deFrancia. Su sistema se ha hecho ms fuerte que l mismo y bieno mal debe seguir su curso inevitable y dar todos sus frutos an-tes que sea posible derribarlo. Por esta razn no estoy de ningnmodo impaciente por imprimir. Escribo un esbozo patolgico de

    la Francia presente y de Europa, para edicacin de los hombresde accin ms prximos del porvenir, y tambin para juscacinde mi sistema y de mi modo de obrar. Y, por tanto, quiero escri-bir algo completo y totalmente ntegro. No aparecer un folleto,sino un libro. Se sabe esto en la Imprenta Cooperava? A causade ello evidentemente deben modicarse las condiciones y os heescrito sobre eso, a especialmente. Ozerof me escribe que laspruebas las leers t solo. Te ruego, querido amigo, que tomespor asistente a Jouk [Joukowski] que, estoy convencido, no se re-husar ni a ni a m el ser tu colaborador en este asunto. Unespritu, un ojo, y especialmente el tuyo, son buenos, pero dosvalen todava ms. Si l est de acuerdo, estar tranquilo; sin esopedir que me enves una segunda prueba para la impresin de-fnitva. Haz esto, te ruego, viejo Aga, y remtele inmediatamentela carta adjunta.

    A propsito, dnde ha ido Ozerof con su mujer? T escribesque march, pero a dnde, con qu n y por cunto empo t nome lo dices y me es indispensable saberlo. Yo lo espero. Escribesobre l todo lo que sepas y dale o envale mi lma carta, aa-diendo las dos cartas de Zurich que espero no habrs extraviado.

    Escribe pronto, viejo Aga, y por consideracin a nuestra amis-tad, a nuestro honor comn, a la causa misma, te ruego que be-bas con moderacin.

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    Tu inalterable M. B.

    T lees mi escritura muy mal, de manera que si corriges slo las

    pruebas, resultar sin duda una confusin. Me obligars a decirotra cosa [que he escrito ya], y eso me llevara a la desesperacin.Es necesario para m que el folleto o el libro est impreso cor-rectamente y a causa de ello repito: un espritu es bueno, perodos valen ms.

    Abraza a Mara por m.

    Se ve que Bakunin no se haca ilusiones sobre el dbil apoyo que lepresentara Ogaref y tambin la delicadeza con que maneja al viejo queestaba ms o menos en descomposicin sica e intelectual. Recib en otroempo de Joukowski comunicacin de la carta dirigida a l, en ruso tam-bin:

    19 de noviembre de 1870. Locarno.

    Querido Jouk: He recibido tu carta [que ha debido llegarle de

    Marsella donde se encontraba Joukowski despus de la marchade Bakunin y donde Moczkowski y su mujer se hallaban tambinentonces]. Envi la carta a Z. S. [la seora Obolenska] a Gambuzzi[que atenda sus asuntos en Italia], el cual, cediendo a mis per-suasiones, ha vuelto a Npoles de la mitad del camino [querair a Francia tambin] y probablemente ser elegido diputado [loque no sucedi] yo mismo espero la carta ms extensa que meprometes [sobre los acontecimientos de Marsella] tambin

    Alerini, de Marsella, me promete una carta semejante [Alerinien efecto ha escrito una carta muy detallada, desde el 9 al 12de noviembre, informando a Bakunin sobre el movimiento des-

    encadenado por las nocias de la capitulacin de Metz; he repro-ducido largos extractos , Biograa, pginas. 517 a 520].

    Y ahora al grano! Escribo y publico en este momento, no unfolleto, sino todo un libro, de cuyas correcciones y publicacin seocupa Ogaref. Pero l solo no ene la fuerza para ello aydale,

    te lo ruego, en nombre de nuestra vieja amistad que, aunquelmamente un poco oscurecida por nubes, a pesar de todo,hablo juzgando segn mi opinin no ha terminado, y por con-siguiente te ruego ayudes a Aga en la publicacin, la impresin ylas pruebas. Ogaref te comunicar todos los detalles, y cuentocon tu apoyo y espero tu larga carta.

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    Tu M. B..

    Tambin Joukowski prest slo un dbil apoyo y no gura en la cor-respondencia de Bakunin en enero y febrero de 1871. Encontramos all a

    Ogaref y a Ozerof y a parr del 9 de febrero los envos del manuscrito sonhechos a Guillaume [Neuchatel], del cual Bakunin anota, el 12 de febrero,una buena carta, pero que no se ocup tampoco de la impresin hechaen Ginebra hasta que fue demasiado tarde.

    No hubo durante este invierno ninguna comunicacin entre Bakunin y

    los jurasianos, aunque Guillaume fue informado sobre el libro que pre-paraba Bakunin. El 17 de enero, uno de los camaradas jurasianos msacvos, el grabador A. Schwitzguebel, escribi a Joukowski proponin-

    dole la publicacin de una serie de folletos que comprenda: el Capitaly el trabajo; el patronato y el salariado; las huelgas y las cajas de resis-tencia; de la cooperacin; de la propiedad; de la organizacin comunaly de la federacin de las comunas; de la instruccin integral; del procesohistrico entre la burguesa y el proletariado o la revolucin social; y el 22de enero Guillaume le escribi que esa idea le pareci excelente. Justa-mente hemos hablado lmamente con l y con Ozerof de la necesidadque haba de exponer en una obra, que sera la contraparte de El Capitalde Marx, nuestra teora anarquista y revolucionaria. Slo que hacer ungran volumen exige dos cosas: un estudio muy profundo de todos los det-alles de la cuesn social, estudio que es muy dicil que haga un hombrecompletamente solo, despus de mucho empo. Por lo dems Miguelescribe en este momento un libro que parece responder hasta cierto pun-to al deseo expresado.

    Pero la idea de Schwitzguebel descarta las dicultades. En lugar de ungran libro, obra de uno solo, obra necesariamente defectuosa y dbil so-bre varios puntos en lugar de un volumen que cuesta caro reparte lamateria: se convierte en un plan, en una serie de captulos que formanuna serie de folletos a la vez independientes unos de otros y complemen-tarios. Esos folletos sern escritos todos, segn los mismos principios, porhombres que estn de acuerdo en la teora, y sin embargo habr varie-dad, y sern obra de especialistas, que tratan cada cual la tarea que leses familiar.

    Advierte an con qu cuidado habra que examinar la divisin del asun-to y dice: No sera de opinin que se pidiese la colaboracin de los fran-ceses y de los belgas en general; primero, no es fcil que estn de acuerdocon nosotros, despus puede suceder que no sean capaces de ayudarnos,y an es posible que no estn dispuestos a hacerlo. Propondra que sehablara de la cosa slo a Robin y a De Paepe: este lmo podra tratar demano maestra las relaciones entre las ciencias y el socialismo, mostrar lanecesidad histrica y natural de la igualdad. Robin podra tratar de la in-

    struccin integral, que es su especialidad. T [Joukowski], Schwitzguebel

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    y yo haramos lo dems; pienso que Senon [de Barcelona, mdico] estdemasiado ocupado para ayudarnos.

    Guillaume ha debido saber por Ozerof el trabajo que haca Bakunin yhasta que Bakunin se hallaba de nuevo en Locarno desde haca meses,porque cuenta (L`Internacionale, II, pg. 131) que hasta enero haba ig-norado dnde estaba Bakunin. Segn l haba escrito entonces a Bakuninafectuosamente, ofreciendo sus servicios para vigilar la impresin; el dia-rio de Bakunin no anota esa primera carta, pero esas notas de cada da no

    enen ninguna pretensin de ser completas. En todo caso el aislamientode Bakunin en esa poca resalta tambin de lo que Guillaume escribi en-tonces y despus sobre ese perodo. Slo a A. Ross (Sayin), que haba idoa verlo a Locarno en noviembre, le prome reunir dinero para el libroentre los estudiantes rusos y hall probablemente a Alexander Sibiriakof

    que pag en efecto la factura del 19 de abril, que se eleva a 505 francos.He aqu en qu circunstancias de aislamiento y de cooperacin precaria

    compuso Bakunin su libro entrevisto, soado, pero no concluido.

    III

    Pone aparte primero el manuscrito de 114 pginas, escrito en Marsella,

    y que se encuentra en el tomo I de esta edicin. Da tambin a su nuevo

    manuscrito (hablo del texto impreso) la forma de una carta a un amigofrancs. En las primeras ochenta hojas promueve ciertas cuesones quediscura ms tarde: las razones que no le permiten exaltarse por el suf-ragio universal; las razones de la decadencia absoluta del republicanismoburgus; el incidente de Lyon en que el famoso republicano Andrieuxpuso en libertad a los funcionarios y policas bonaparstas arrestados,y la solidaridad en el crimen entre los bonaparstas y sus predecesores,los masacradotes del proletariado en junio de 1848. Y en toda la lma

    parte que se ocupa an de Francia (hojas 86-87) denuncia el clculo delos bonaparstas de volver a Napolen III por el triunfo denivo de losalemanes, realizado por la paralizacin de todos los esfuerzos patri-cos y necesariamente revolucionarios, a lo cual llegaran por el caminoms corto y ms seguro, por la convocacin inmediata de una AsambleaConstuyente; habra, pues, discudo rudamente la Asamblea Nacionalelegida el 8 de febrero.

    Despus de haber llegado a la pgina 80 de su manuscrito, vacila.

    Acaba de preguntarse por qu Jules Fravre, del gobierno provisorio, noemplea contra los bonaparstas esa ferocidad despiadada que manifesten junio de 1848 contra los obreros socialistas. En el manuscrito que seimprimi llega a la conclusin de que ese gobierno, por odio a la revolu-cin, entrega o hace entregar a Francia a los prusianos. Copia casi textual-mente, sin tener en cuenta el anacronismo, un prrafo del manuscrito deMarsella con una fecha de los primeros das de octubre (He aqu pronto

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    un mes), pero pasa en seguida a una nota sobre Emile de Girardin.Escribi esa nota el 23 de enero (por la noche un poco ms [del escrito]arreglado Emile de Girardin); haba anotado el 22: de nuevo vuelve acomenzar el folleto a parr del impreso, y el 23 por la maana: fol-leto poco [escrito]. Se puede deducir de eso que el texto fue compues-

    to primeramente hasta la pgina 80 del manuscrito (pg. 69 del folleto)y que el trabajo se haba detenido all durante bastante empo, desdenoviembre probablemente. Esas diez semanas sirvieron para hacer es-tudios y para la redaccin de manuscritos cuidadosamente elaborados,pero rechazados por el autor.

    Guillaume (Oeuvres, tomo III, 1908, pg. XII, nota 1) cree que estos tra-bajos estn perdidos; habra podido ver las pginas 534 a 538 que se con-servaron en parte, en grupos de hojas que el autor quiso conservar, aun

    destruyendo probablemente una candad de hojas intermediarias a lasque no atribuy ninguna importancia.

    As hay un manuscrito de las pginas 81 a 93 que discute el gobiernoprovisorio ms o menos como el texto impreso; luego pasa a los bonapar-stas; su nico medio es la corrupcin. El autor muestra que toda malaaccin, en tanto que el individuo queda fuel a los intereses de su clase,no es corrupcin; da como ejemplo las bandas de bandidos, los jesuitasy Andrieux, el procurador burgus que actuaba como reaccionario bajo

    la repblica. Pero traicin y corrupcin existen cuando un obrero elegidovuelve la espalda al pueblo, como lo hizo Brialou de Lyon. Pasa a obser-vaciones histricas sobre la corrupcin y discute las bandas de merce-narios, el individualismo, las ciudades de la Edad Media; habla mucho deItalia, la madre de la civilizacin moderna, de Maquiavelo y del Estado, dela centralizacin, en n, de Inglaterra y de Amrica; la connuacin delmanuscrito falta.

    Se sabe que existe an otra versin manuscrita de estas pginas a parir

    de la 81, donde el autor comienza el nuevo texto con estas palabras:La revolucin por lo dems no es vindicava ni sanguinaria. No exige nila muerte ni la deportacin en masa, ni siquiera individual de esa turbabonaparsta Y conna: La revolucin, desde que reviste el carct-er socialista, cesa de ser sanguinaria y cruel. El pueblo no es de ningnmodo cruel, lo son las clases privilegiadas He demostrado el furor delos burgueses de 1848. Los furores de 1792, 1793 y 1794 fueron igual-

    mente, exclusivamente, furores burgueses, y prueba esta proposicin

    con extractos de Michelet, una fuente sobre la cual Guillaume (Oeuvres,III, pg. 189, nota) hace restricciones muy juiciosas. El aspecto popular de

    la revolucin francesa, que ha fascinado tanto a Kropotkin, era ignoradoen empos de Bakunin, el cual dice de la revolucin de 1793: dgase loque se quiera [haciendo alusin quizs a Les Heberstes, de Gustave Tri-don, 1864, y a otra literatura semejante del sesenta] no era ni socialista nimaterialista, fue esencialmente burguesa, jacobina, metasica, polca

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    e idealista. Soaba lo imposible, el establecimiento de una igualdadideal, en el seno mismo de la desigualdad material, y Bakunin demues-tra que la explotacin excluye la fraternidad y la igualdad. Discute estolargamente, despus pasa a la libertad y llega a esa larga disertacin,todo un libro, al cual dio ms tarde al tulo de Consideraciones loscas

    sobre el fantasma divino, sobre el mundo real y sobre el hombre , pgs.105 a 254 del manuscrito que permaneci inconcluso. Este manuscritoest impreso en Oeuvres, III, pgs. 183 a 405, y hallar su puesto en eltomo IV de la edicin presente, al lado deAnteologismo, con el cual serelaciona. Se comprende cunto empo ha llevado a Bakunin ese trabajoen los lmos meses de 1870; acept, sin embargo, ese texto en su obracomoApndicey habla como tal de l en connuacin del manuscritoprincipal (que se hallar en el tomo III de esta edicin).

    En el texto impreso del Imperio Knuto-germnico, la parte francesa seinterrumpe bruscamente despus de la promesa de mostrar el carcterreaccionario de la convocacin inmediata de una Asamblea Constuy-ente, con las palabras: Pero primero creo l demostrar que los prusia-nos pueden y deben querer el reestablecimiento de Napolen III sobreel trono de Francia, tesis que la historia, tal como la conocemos ahora,no ha conrmado, pero que un autor que escribi en la tercera dcadade enero de 1871 ha podido muy bien construir y movar. Sigue la parte

    intulada por Guillaume en 1871, La Alianza rusa y la rusofobia de losalemanes(lo que quiere decir la alianza rusa de los alemanes y su ruso-fobia) y la parte histrica, Historia del liberalismo alemn, terminada endetalle hasta el siglo XVI y connuada hasta el empo presente por notasgenerales, concluyendo as: Si se quisiese juzgarla [a Alemania] segnlos hechos y los gestos de su burguesa, se debera considerarla comopredesnada a realizar el ideal de la esclavitud voluntaria.

    Estas partes (pgs. 87 a 138 del manuscrito) fueron enviadas a Guil-

    laume el 9, el 11 y el 16 de febrero (pgs. 81 a 183); para fecharlas no hayms que estas indicaciones: Folleto-alemanes (26 de enero) y La litera-tura moderna de Alemania(28 de enero); esta lma observacin, segnyo creo, se aplica a las pginas que preceden la Historia del liberalismo

    Alemn.

    En el manuscrito que precede, este asunto fue igualmente tratado ajuzgar por las notas desde enero 1: acabado cuadros histricos; stosson los cuadros cronolgicos de los progresos humanos y de los princi-

    pales acontecimientos histricos. Bakunin los elabor muy extensamentesegn el conocido libro de Kobb sobre la historia de la cultura; existen en

    manuscrito, pero es posible que haga alusin aqu a los extractos de esoscuadros hechos para el captulo histrico que meditaba. El 2 de enero:folleto. Alemania, historia, Nota muy larga. El 5: invesgaciones histri-cas sobre Alemania. El 10: folleto bastante bien (Alemanes). Trabajabaen l todos los das, claro est, y el 22 anota: folleto (Libertad), pero

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    por la noche de ese da reinicia todo ese trabajo: de nuevo recomienzafolleto a parr de lo impreso, y se dedica al texto denivo.

    Un fragmento manuscrito, pginas 97 a 140, interrumpido en estalma pgina, escrito todo bajo forma de nota, es quizs lo que llamael dos de enero nota muy larga. La prosperidad material, el desen-volvimiento y la libertad intelectual y moral todo debe ser sacricadoal solo n de la grandeza, expansin y omnipotencia del Estado: tal es elnico sendo ocial de la palabra patriosmo en el imperio de todas lasRusias. He ah esa Rusia de quien los eslavos austriacos esperan an tor-pemente su liberacin. (Bakunin no deja nunca de zaherir la rusolatra delos polcos checos, de los Palacky, Rieger, Brauner y otros que en 1867,en la poca de la mayor represin de los polacos haban hecho la llamadaperegrinacin a Mosc). Pasa luego a la carta de Marx en el peridico

    ruso Narodnoe Dyelo (1870), que discute tambin en el texto denivo.Despus discute el protestansmo en Inglaterra (Cronwell) y en

    Amrica y sus efectos en Francia. Habla de las guerras de los campesinosalemanes, polemizando contra una opinin emida por Lassalle.

    Esto, segn parece, termina una discusin del siglo XVI, porque pasaal desenvolvimiento intelectual de Francia en el siglo XVII, Gassendi,etc.: de ah se deriva la Francia moderna. Sus relaciones con Holanda, Sui-za e Inglaterra. La incipiente independencia del espritu ingls; Hobbes,Hume, Gibbon. Desenvolvimiento semejante en Italia. Slo Alemania yEspaa quedan enteramente fuera de esa solidaridad internacional, dela opinin pblica que se forma: Espaa por su catolicismo, Alemania porsu protestansmo.

    Conna sobre Francia, sobre los jansenistas, etc. No tenemos queocuparnos de Espaa. Pero debemos hablar de Alemania. Primero con-stataremos los hechos. Despus sigue una primera versin de la histo-ria del liberalismo alemn (sin este tulo), bastante semejante al textodenivo, pero ms explcita sobre el asunto de los eslavos, un largo pas-aje sobre el espritu de la raza eslava. En mi calidad de eslavo, no puedohablar de la insurreccin memorable de los eslavos de Bohemia, en el si-glo XV, sin un senmiento de justa alvez, etc. Sobre los campesinos po-lacos, sobre el odio entre alemanes y eslavos, sobre en pangermanismodespus de la guerra, sobre las tendencias patricas de los socialistasalemanes, sobre las calumnias del Volksstaatcontra Bakunin. Habla delcongreso eslavo de Praga en 1848, de sus ideas sobre los eslavos austria-

    cos. En n, habla de los obreros alemanes y de sus perspecvas en unsendo revolucionario que para el presente son nulas.

    Otro fragmento, pginas 98 a 122, trata del sistema que ha puesto aFrancia en su posicin terrible, de la cual no se puede salir ms que pormedio de la revolucin social: es el sistema que el triunfo del protes-tansmo ha hecho asentar el Alemania sobre las ruinas del viejo imperiogermnico; porque la accin de la reforma religiosa, emancipadora y es-

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    mulante en todas sus partes, ha producido en ese pas de respetuosasubordinacin y de piadoso quimerismo un efecto singular: paraliz en lcompletamente durante dos siglos por lo menos el orecimiento de losespritus, y estableci denivamente la religin del poder temporal, elculto a la autoridad de los prncipes y a los empleados del Estado. Es

    un primer esbozo de esa idea y el texto mismo est interrumpido, pgina99, correspondiendo en parte al texto impreso y conservado hasta unadiscusin del clero ruso; el resto falta. Otra pgina 99 discute las conse-cuencias del protestansmo en Alemania: lo que se demuestra por lainmovilidad casi absoluta del espritu alemn y por la ausencia casi com-pleta de toda iniciava nacional, tanto polca como comercial e indus-trial durante los dos siglos y cuarto aproximadamente que han seguidoa las primeras manifestaciones triunfantes del movimiento al principio

    completamente popular de la Reforma. Aade en nota: No es en efectouna cosa digna de ser notada que el protestansmo, que en todas partesha producido un espritu de libertad, etc. (en Holanda, etc.).

    En dos fragmentos, pgina 107 a 120 y pginas 108 a 111 (sealados

    Alemania 2 y 1), se trata de Rusia, que no habra nunca amenazado a Ale-mania ni ejercido una inuencia reaccionaria sobre ella. El centro de la re-accin era Meernich (Austria), ms tarde fue Prusia. Discute el perododesde Alejandro I (primer cuarto del siglo XIX). Nesselrode, el canciller

    ruso, estuvo a sueldo de Austria; Meernich impidi a Alejandro I dar unaconstucin a Rusia, como ahora impide Bismarck a Alejandro II hacerlo;la reaccin reina en Rusia desde 1819.

    Luego sobre Austria, su disgregacin inmediata, las nacionalidades quecomponen ese pas. Polemiza contra el doctor Rieger (jefe polco enton-ces de los checos) y el Estado checo. Sobre los jefes checos en 1848, queestaban desgraciadamente formados en la doble escuela de los jesuitasaustriacos y de la ciencia polca, burocrca, jurdica e histrica de los

    alemanes; sobre su peregrinaje a Mosc en 1867, al imperio trtaro-bizanno-germnico de todas las Rusias.

    Otros fragmentos, pgina 110 a 123 y 124 a 130, se ocupan de los libe-rales alemanes de 1830, 1840 y 1848; crica el pensamiento de Francfort(1848-49), sobre las insurrecciones de mayo de 1849 (a las cuales prestl mismo su apoyo en Dresde) cuando la Baviera renana y el Gran duca-do de Bade, al mismo empo que una parte del reino de Sajonia y al -gunas ciudades de Prusia, movidas por un lmo esfuerzo del pardo

    democrco, se haban insurreccionado, bajo el pretexto de apoyar lasresoluciones de la Asamblea Nacional de Francfort. Sobre los alemanesen general, que no posean la jiba de la rebelin, y cuentan que los ob-reros alemanes de Amrica eran pardarios de los demcratas, es decir,del pardo eslavista, y que los colonos alemanes en Rusia no se rebelanjams. (A esto se podra responder que la parcipacin de los alemanesen la guerra civil en Amrica en los ejrcitos del norte, su lucha contra

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    los esclavistas, es un hecho demasiado conocido para ser descuidado yque los campesinos alemanes inmigrados a Rusia para fundar all aldeas,bien pronto orecientes y que gozaban de una cierta autonoma, dejadostranquilos despus de haber hecho los pagos concedidos, conservandosu idioma, se abstenan de parcipar en la vida pblica y ms an en la

    vida revolucionaria del pueblo ruso, fenmeno que no es muy extraordi-nario; pero no discuto aqu las observaciones de Bakunin).

    Segn l, en ese manuscrito, los alemanes renen cualidades que no sehallan reunidas habitualmente: trabajo, honesdad y esclavitud, valor, in-teligencia, ciencia y obediencia resignada. Eso les hace tan peligrosos parala libertad; son instrumentos natos del Estado. Bismarck comprendeque el que da a los alemanes la unidad, puede tratarlos como esclavos.Habla de Bismarck, Napolen I y III, de la Francia despus de junio de

    1848 y diciembre de 1851, de la burguesa desde 1830, de Guizot, Cousin,del justo medio tambin en la literatura, de la tendencia aristocrco-burguesa de esa literatura francesa de entonces, que pona su ms altaaspiracin en ser aceptada en los salones An en la bohemia arsca yliteraria cuya miseria espantosa, parece, habra debido abrir el esprituy el corazn esa indiferencia y esa hoslidad [se reere al movimientoascendente y a las aspiraciones progresivas de las masas populares] erantan completas como en los ms clebres representantes de la literatura y

    de las artes (Aqu habla de lo que pudo observar l mismo en Pars, de1844 a 1847, en los aos del supremo triunfo de la clase burguesa).

    Dejo de lado algunos fragmentos ms pequeos y llego a las pginas124 a 140, escritas todas en nota (a las pginas 112 a 123) y que co-mienzan as: Los tericos del comunismo alemn, Fredinand Lassalle ymuchos otros, impulsados por su anpaa singular, pero sistemca yque traiciona su insnto burgus, contra todo movimiento revolucionariode campesinos o de trabajadores de la erra, han enunciado esta idea

    barroca: que la derrota de los campesinos insurrectos de Franconia en1825 fue una inmensa ventaja desde el punto de vista del desenvolvim-iento racional y normal de la libertad y del socialismo para Alemania,porque los campesinos, dicen, tendiendo entonces como hoy a la propie-dad individual, representan y connan representando an el elementoaristocrco; feudal, agrario; mientras que las ciudades, etctera. Estaconcepcin es combada y pasa al asunto de la burguesa y del proletari-ado, de Napolen y de Bismarck, etc.

    El autor observa que fue siempre adversario de la escuela histricafatalista y opmista a la vez, que representaba los acontecimientos noslo como inevitables, sino tambin como inles. Cree que todo no hapodido suceder de otro modo a como ha sucedido, pero no reconoce poreso que las cosas ms abominables hayan sido provisoriamente necesar-ias, buenas, les, y no ser nunca su apologista. Algunas veces puederesultar lo bueno del mal, porque no hay anda que sea absolutamente

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    malo. Qu es lo bueno y lo malo en la historia?

    Pasa a la libertad, y eso nos recuerda que anota esta palabra: folle-to-libertad por la maana del 22 de enero, el mismo da que recomienzade nuevo su manuscrito. Este fragmento, que no termina, marca, puesal lado del lmo fragmento (pgs. 132 a 148 y 149 a 159) , el lmoperodo de su tanteo antes de la redaccin deniva.

    Por libertad dice no enendo el libre arbitrio. El libre arbitrioes una imposibilidad, una insensatez, una invencin de la teologa y dela metasica que nos lleva derechamente al desposmo divino, y deldesposmo celeste a todas las teologas de la Tierra, la consecuencia esnecesaria y segura. As, todos los ranos de la Tierra, todos los que bajoun tulo cualquiera pretenden imponerse a la sociedad humana comogobernantes, etc.; a esta concepcin nefasta opone: no hay libre arbi-trio, no se puede ms que conocer y reconocer las leyes de la naturaleza.

    La libertad no ene, pues, propiamente ms que un sendo social.El hombre no puede, no debe, no quiere ser libre ms que ante los otroshombres, tomados aislada o colecvamente. Toda su libertad consiste,pues, en esto: en no obedecer ms que a sus propias convicciones, msque a su propio pensamiento, a su propia voluntad, y en no dejarse de-terminar por las convicciones, por el pensamiento y por la voluntad aje-nas, en tanto que no se hayan converdo en las suyas. De donde resultaque el hombre no es, que no puede llegar a ser libre ms que cuando seencuentra ya en algunas relaciones con sus semejantes; que la libertadhumana no ha podido nacer ms que en la sociedad humana, y que, porconsiguiente, esta lma ha sido por fuerza anterior a la primera (la lib-ertad humana).

    Aade otra prueba y concluye: por tanto, no fue al comienzo de lahistoria la libertad quien cre la sociedad, sino al contrario, es la sociedadla que crea sucesivamente la libertad de sus miembros, orgnicamenteunidos en su seno por la naturaleza, independientemente de todo con-tacto, de toda premeditacin y de toda voluntad de su parte. Es precisoconsiderar la sociedad humana como un ser colecvo natural fatal-mente producido por la naturaleza e impuesto como tal a cada individuohumano como base nica de su existencia. Qu ley fundamental lo do-mina? Es la constucin del orden o de su organizacin interior por eldesenvolvimiento ms y ms amplio de la libertad de sus miembros.

    Cita entonces algunas pginas del Anteologismo (indito todava;Oeuvres, I, pgs. 136-139) y se da el placer de mencionar el famoso pas-aje anarquista de las Untersuchunger ber Thierstaaten, del naturalistaKarl Vogt, su anguo amigo, libro publicado en 1851, reimpreso de larevista alemana Deutsche Monatschri (Stugart), donde apareci esepasaje en enero de 1850, pgs. 129-131; se reimprimieron esas notas deBakunin y la cita libertaria de Vogt en el suplemento de la Rvolteen en-

    ero de 1893. Bakunin, que quiso hacer ese honor a su amigo, o ms bien

  • 8/12/2019 La Revolucin Social en Francia II

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    a su ex-amigo, porque Vogt y l no estaban ya en relaciones, hace por lodems restricciones a las opiniones demasiado individualistas propues-tas por Vogt. Se aplica a demostrar los lazos de solidaridad absoluta queligan a cada individuo con la sociedad, no se ene ms que pensar en losdos instrumentos ms poderosos del desenvolvimiento del hombre, en

    el pensamiento y en la palabra. El pensamiento presupone la pal-abra, el idioma es un producto colecvo. Despus de algunas polmicascontra las tende