La teologia política de Jacob Taubes- Juan diego Gonzalez

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de presentar a un autor casi desconocido para el granpúblico y en la que hay detalles exquisitos, como lamención expresa del tipo de fuente utilizada y el origende ésta, que son originales y agradan, aunque tambiénes cierto que se echa de menos un índice onomástico.No obstante, la introducción, pese al esfuerzo notoriopor presentar obra y autor en su contexto y dialogarcon él, resulta larga en exceso y aquejada de un tonocatólico militante en exceso.

Esto no es óbice para que, desde un punto de vistacatólico, se pueda estar de acuerdo con parte de losargumentos de Taubes. Despojar la vida presente deun valor absoluto por la inminencia del Mesías, renun-ciar en un momento dado a su conservación y estar dis-puesto a perderla voluntariamente,4 siguiendo las pala-bras de Jesús, supone fundar la política en algo distin-to al miedo de Hobbes. En este sentido, el Pablo quenos presenta Taubes es claramente antipolítico (o másvaldría decir antirromano), aunque la Iglesia que tantose empeñó en construir sea eventualmente mucho máshobbesiana de lo que debiera.

Pese a esto, y aunque comparta ciertas afirmacionesque realiza Jordi Galí en su introducción, la referenciaa Jesús, a la fe en Jesús, como argumento por el cualmostrarse o no de acuerdo con los asertos de Taubes,me parece algo poco oportuno en este lugar. Más inte-resante para la confrontación de la postura católica conTaubes sería responderle en sus propios términos(para lo cual sería de gran ayuda el trabajo de Galí).Quizá ésa fuera una buena oportunidad para que loscatólicos dejaran por un momento en suspenso su “pro-piedad” sobre Pablo y concedieran a la propuesta deTaubes el beneficio de la duda. En todo caso, hemos defelicitarnos por el esfuerzo de los traductores, que haceque lleguemos a un texto vibrante sobre el cual han tra-bajado y erigido su obra importantes autores.

En los últimos tiempos parece que el legado deTaubes, que en sí mismo no llena precisamente unabalda, llena baldas y baldas de volúmenes con el nom-bre de Pablo. Aparte de los cursos específicos en losque se trabaja su obra (en el Instituto de Filosofía delCSIC o en el Instituto Superior de Teología IslasCanarias, por citar dos ejemplos recientes en España),numerosas publicaciones recogen el guante que lanzónuestro autor, como el número de febrero de 2003 dela revista Esprit, ‘L’événement saint Paul: juif, grec,romain, chrétien’, o el libro Nuevas teologías políticas:Pablo de Tarso en la construcción de Occidente (editadopor Reyes Mate y J. A. Zamora) que recoge trabajos dediversos autores, así como las obras de Badiou, ÎiÏek oAgamben (del cual hay que citar El tiempo que resta.Comentario a la Carta a los Romanos).5

Taubes propone una original aproximación a Pablo,del que afirma que “no tiene nada que ver con el Pabloque se estudia en las facultades de teología”, y de quiendestaca su mesianismo, su estar en el tiempo delMesías. Realza la relación que este tiempo mesiánicotiene con las actitudes vitales, sugiriendo que la “tien-da” en la cual el Hombre pretende refugiarse de la

ace sólo veinte años, JacobTaubes, judío y filósofo, trastoda una vida dedicada a ladocencia, imparte su últimocurso, dedicado a comentarla Carta a los Romanos dePablo de Tarso. De sus con-

ferencias (en las que matiza que expondrá lo que comojudío tiene que ver con Pablo) saldrá, con seis años deretraso, un texto que había de producir una enormeresonancia en la filosofía: La teología política de Pablo.1

Enfermo de cáncer, hasta el punto de estar hospitaliza-do un día durante el seminario, morirá poco tiempodespués. Lejos de ser un simple dato biográfico, creoque esta presencia del sufrimiento, y la inminencia dela muerte, que planean sobre todo el libro, a la maneradel Libro de Job, son piezas fundamentales en la lectu-ra de esta obra de Taubes, que junto con un libro ante-rior, Escatología occidental, y varios artículos recogidosdespués en Del culto a la cultura, es toda la obra escri-ta de Taubes.2

La reciente aparición de dos traducciones de Diepolitische Theologie des Paulus implica la irrupción delpensamiento de nuestro autor en el conjunto de los lec-tores en castellano y en catalán, pues son las primerastraducciones de este autor a lenguas de nuestro país.En primer lugar se publicó la edición de Jordi Galí enEd. Pòrtic-Barcelonesa d’edicions en catalán, y luegoen castellano a cargo de Miguel García-Baró en la edi-torial Trotta.3 Destacaría de la primera el esfuerzo quehace por situar al autor, con unas abundantes notas deltraductor (que aclaran algunas expresiones algo oscu-ras), y una introducción esforzada aunque quizásdemasiado extensa; la riqueza de la edición de Trottaes que añade al texto principal del seminario deHeidelberg y a los apéndices que ya están en la edicióncatalana, un epílogo y cuatro apéndices que completanla visión de conjunto de la obra y su íntima relación conel autor.

Independientemente de la edición en que se lea, Lateología política de Pablo me parece un texto que hayque manejar con pinzas de disección. No puede mano-searse burdamente, hasta quedarnos con las anécdotas(que son muchas y jugosas) o las aparentes contradic-ciones (que evocan la conveniencia del arte de leerentre líneas de Leo Strauss). Una recopilación así,recogida de una exposición oral, en la que se condensauna vida de estudio, sirve, como dice Agamben de lasprimeras diez palabras de la Carta a los Romanos, paraconocerlo todo sobre su autor, y merece un tratamien-to similar al de, por ejemplo, las Gesammelte Werke deFreud. Como en ellas, es posible encontrar contradic-ciones en la obra de Taubes, aunque estas contradic-ciones, a mi juicio, podrían haber sido presentadas conmayor benevolencia en la introducción de la edicióncatalana. En general, ésta es una edición más quecorrecta (aunque se ha hecho partiendo de la traduc-ción francesa del original alemán, con lo que se gananlos apéndices, pero se pierde una comunicación másdirecta entre el autor y nosotros), que tiene la valentía

La teología política de Jacob TaubesJUAN DIEGO GONZÁLEZ

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11 JACOB TAUBES, Die politis-che Theologie des PaulusVorträge, gehalten an derForschungsstätte der evan-gelischenStudiengemeinschaft inHeidelberg, 23-27 Februar1987. Wilhem Fink,Munich, 1993.22 J. TAUBES, AbendländischeEschatologie, Matthes undSeitz Verlag, Múnich, 1991;Von Kult zur Kultur.Bausteine zu einer Kritik derhistorischen Vernunft:Gesammelte Aufsätze zurReligions- undGeistesgeschichte, hrsg. vonW-D. Hartwich, Aleida undJan Assmann, W.Menninghaus, WilhemFink, Múnich, 1996.33 Teologia política de Pau.Schmitt, Benjamin,Nietzsche, Freud, trad. de J.Galí i Herrera, Pòrtic-Barcelonesa d’edicions,Barcelona, 2005; La teologíapolítica de Pablo. trad. deM. García Baró. Trotta,Madrid, 2007.44 El derroche o exceso queMichel de Certeau ve comodefinitorio del cristianismo(véase La debilidad de creer,trad. de V. Goldstein. Katz,Buenos Aires, 2006).55 G. AGAMBEN, El tiempoque resta. Comentario a laCarta a los Romanos, trad.de A. Piñero, Trotta,Madrid, 2006.

Juan Diego González esdiplomado en Enfermeríapor la Universidad deHuelva y especialista enObstetricia y Ginecologíapor la Universidad deCastilla-La Mancha.Estudia Filosofía en laUNED.

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intemperie de su hu-manidad frente a Dioses completamente in-suficiente. La soledad,la desnudez, la finituddel hombre estánimbricadas en la inmi-nencia del tiempomesiánico. Construiruna “casa”6 (el Estado,la Iglesia, el katechonschmittiano) que pre-tenda retardar el fin delos tiempos es unalabor inútil para él, yasí se lo dice clara-mente al cristianismo,

al que acusa de no haber asumido hasta sus últimasconsecuencias el mesianismo que lleva en su génesis.Estar encerrados en nuestras “chozas” (la Ley, elEstado, la Iglesia), sin asumir la urgencia de lo mesiá-nico, nos deja sin capacidad de referir nuestra existen-cia a un futuro, limitando nuestra visión a las paredesque nos hacen vivir un presente sin sentido.7

Incómodo para los cristianos (que se ven acusadosde representar la voluntad de poder en estado puro),también a los judíos les resulta difícil de asumir suaportación filosófica, por la insistencia en la llegada deun Mesías que pone fin a la Ley, abriendo un caminohacia el interior8 que contrasta con el énfasis en lopúblico (lo político) de la fe como algo específicamentejudío, según Buber o Scholem (me atrevo a pensar quetambién por la sospecha de que sus tesis, como las deFreud, están demasiado cerca de la del pueblo felah deSplenger). Esta cuestión no es menor, y ya en el prólo-go a la edición catalana, Teologia política de Pau, JordiSales señala que esta negativa de Taubes a reconoceren la interioridad el punto clave de separación entrecristianismo y judaísmo fue crucial en la separación deScholem.

El debate sobre la vertiente política de todas estascuestiones, en las que se centra Taubes, está comple-tamente vivo. ¿Cómo no ver ciertas similitudes entre elinterés que Taubes manifiesta por Pablo, como aquélque abre la condición de elegido del pueblo de Israel atodos los hombres, y la polémica insistencia en la voca-ción universalista del cristianismo que subyace a laintervención de Benedicto XVI en Ratisbona? Por deba-jo de la polvareda que levantaron las agrias palabrasdedicadas al Islam, en el texto de Ratzinger hay quienve una reivindicación de Pablo y su apertura a la razónen convivencia con la fe. Y en cuanto a la referencia alestado de excepción sólo hay que decir una palabra:Guantánamo.

Pero esta actualidad de su pensamiento no lleva apa-rejada una valoración positiva de su persona o un reco-nocimiento expreso de su magisterio.9 Un buen lectorde Strauss me ha puesto sobre aviso del enmascara-miento público al que se le está sometiendo y, tras leer aTaubes, estoy convencido de que algo similar ocurrecon él (puede que por no ser totalmente de ningún par-tido o grupo). Diversos autores le dedican calificativosque lo presentan, pretendiendo (o al menos consiguien-do) dañar su imagen, bien como “ultrasionista”, biencomo judío renegado por haberse visto con Schmitt(según Gregorio Luri, el propio Strauss y Scholem sereferían a él en términos no muy halagüeños).

66 En una línea algo opuestame parece leer a ReyesMate en torno al Natán deLessing y la objeción que lehace Rosenzweig a eseNatán no-judío: el hombre“no es un sin techo”. Mateparece quedarse con estaorientación más identitariade Rosenzweig frente a lamás universalizante deLessing (‘Religión y laici-dad’, enhttp://www.pucp.edu.pe/eventos/congresos/filosofia/programa_general/mierco-les/plenariamatutina/MateReyes.pdf).77 En torno a estas envoltu-ras que se pretenden capa-ces de esconder el cielo rasode lo humano, discurre elúltimo trabajo de N. Bolz,discípulo y ayudante deTaubes. En Comunicaciónmundial, Bolz defiende unamodernidad no pos-tergada,sino actuante y, en la líneairónica de su maestro, des-monta muchos envoltorioscotidianos, como las comuni-caciones habituales entregentes con poco que decir,que creen escapar al vacíocon información siempreactual y renovada, cuando loque parece insoluble es eltema del sentido, y la confu-sión es el verdadero proble-ma, que necesitaría criteriosde orientación para poderser mitigada. Pero en lamodernidad parece exorci-zarse la desnudez con lacomunicación a distancia,pues, como dirá Bolz citan-do a Taubes, se da: “la con-gruencia morfológica delritualismo mágico y del“know how” técnico”(Comunicación mundial,trad. de M. A. Gregor, Katz,Buenos Aires, 2006).88 G. GAETA, ‘Jacob Taubes,mesianismo y fin de la histo-ria’, trad. de A. Gimeno, enNuevas teologías políticas:Pablo de Tarso en la cons-trucción de Occidente, ed. deR. Mate y J. A. Zamora,Anthropos, Madrid, 2006.99 Un ejemplo claro me pare-ce el estudio de M.MAUREIRA PACHECO, ‘La diso-lución política de la teología.Comentarios al Libro deJob’, en Quaderns de filosofiai ciència, 35 (2005), pp. 119-132. Aquí el autor aborda unanálisis político del Libro deJob que recuerda a la aproxi-mación de Taubes a la Cartaa los Romanos, pero, lejosde citar sus argumentos yservirse de ellos, la cita quese hace de él se refiere a lacorrespondencia Taubes-Adorno sobre la obra deBenjamin.1100 La escatología es partefundamental de esta presen-cia, en la que destaca lainfluencia de Joaquín deFiore y su discurso apocalíp-tico en el debate en el queentra Taubes y también K.Löwith. Analiza esta escato-logía subyacente al discursofilosófico y la actualidad dela gnosis (también en eltexto de Taubes con su apro-

En esto existe cierta semejanza entre Strauss yTaubes, como también en esa insistencia de Taubes enla lectura de la Biblia (“una hora de meditación sobreun pasaje de la Biblia vale más, para mí, que una horade estudio de Hegel”), que se asemeja a esa “dialécti-ca de la repetición” de la que también se acusó aStrauss, tan llamativa como la invitación a aprendergriego a los estudiantes rebeldes de 1968 por parte deotro autor presente de fondo en la obra de Taubes(pese a las escasas menciones explícitas), y que coin-cide con él y con Strauss en los temas centrales de supensamiento, A. Kojève, quien mantiene una relaciónespecial con Schmitt, al igual que nuestro autor. Laobservación de la presencia de la teología en la políti-ca,10 heredada directamente de Schmitt, está enKojève, quién hará referencia también a la excepciónschmittiana, aunque, a diferencia de éste, no miraráhacia los nazis, sino hacia su Rusia natal y el estalinis-mo. Principios similares y evoluciones muy disparesen la vida de estos autores cuyas reflexiones están ínti-mamente relacionadas.

A pesar de todo, después de leer a Jacob Taubes sólome queda la admiración por un tremendo esfuerzo debúsqueda. Es más, si soy sincero diré que, sobre todoslos nombres que aparecen en este texto y cuya lecturahe podido consultar, queda la desnudez de este pobreJob. Parecería que no son pocos los que pretendenatraparlo para su causa, y en algunos se intuye un cris-tianismo latente que parece no resignarse a perder deltodo a Pablo. Sin saber cuáles son las creencias deAgamben, ésa es la impresión que transmite su libro.Por otro lado, y así como la obra de Taubes tiene untono fuerte e impacta por el apasionamiento del tema,el texto de Agamben ofrece un trato y estilo más coti-diano: su aire profesoral (diría “académico” pacePlatón) contrasta con el de Taubes. Apropiándome dealgunos términos de este diálogo mesiánico, diría queTaubes hace de su comentario a la Carta a losRomanos un felino agazapado justo antes del salto conel que comenzará la caza. La tensión invade el ambien-te y la mirada no para de saltar desde quien acecha a lainconsciente presa. Agamben, sin embargo, destripa alanimal sin miramientos y, cual forense, nos enseña losmúsculos contraídos, las fibras musculares gruesas ycompactas, apartándonos de la inminencia (palabraclave en este tema) de lo que va a pasar, mostrándonos—eso sí, detenidamente— el interior del conflicto. Elpasaje, erudito hasta más no poder, sobre la tesis de laimportancia de la rima en el escrito paulino y suentronque con el mesianismo que transpira, resulta unbuen ejemplo de lo que digo.

Pese a esta diferencia estilística (y diría que aními-ca), cambiar el contexto en el que leemos a Pablo apa-rece como tarea común a ambos autores. Queda la sen-sación de que en la recontextualización que hacen delapóstol se pone excesivamente el acento en lo escondi-do de sus palabras, abandonando algo que me parecefundamental, el contenido vital que da soporte al texto,el Pablo significante (según el extenso aparato lingüís-tico de Agamben). Dejar de lado la vida, el tiempo(lleno de urgencia mesiánica) que Pablo dedica a anun-ciar este complejo mensaje suyo, no parece un buencriterio hermenéutico. Tras leer a Agamben, se diríaque sin saber griego lo que leemos en la Biblia carecede garantías. Sin embargo, sospecho que hacer lo quehizo Pablo, dejarse empapar hasta la médula por elevangelio de Jesús, podría aportar tanto como el grie-

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ximación a Marción) M.BORGHESI, ‘Cristianismo yfilosofía entre modernidad yposmodernidad’, enhttp://www.mercaba.org/Filosofia/Borghesi/cristianis-mo_y_filosofia_entre_modernidad.htm, y en ‘El panteís-mo moderno y lo sagrado’,enhttp://www.temakel.com/texmitpanteismom.htm.1111 Encontrada en un reco-do, y reveladora para mí, laopinión de Miguel GarcíaBaró (que tiene en prepara-ción una edición del semina-rio de Taubes para Trotta)que reduce la originalidadde Heidegger, resaltando lasdeudas que tiene con filóso-fos como Rosenzweig (‘Deldolor, la verdad y el bien’, enRadio UNED, 3 Noviembre2006,http://www.teleuned.com/teleuned2001/html). Es unalástima que en la edición deTrotta no haya incluido unprólogo o introducción consu reflexión sobre el texto.1122 Al final de su vida,Hannah Arendt prestó granatención a la figura de Pabloy se interesó en su nuevoconcepto de libertad, sin raí-ces en la filosofía griega. Enuna línea muy freudiana, A.SERRANO DE HARO, ‘LaEpístola a los Romanossegún Arendt’, enhttp://www.ifs.csic.es/holo-caus/textos/serrano.pdf

go a la hora de entenderlo; en esto estaría de acuerdocon Galí: es esencial la relación de Pablo con Jesús.

Al margen de la verosimilitud que puedan tener lastesis de ambas obras, y de la segura (aunque no nece-sariamente certera) refutación que pueda aducirse,hay que reconocer en ambos autores un esfuerzo —diría que psicoanalítico— por plantear escenarios ocul-tos sin garantía de verdad, pero que pueden aproxi-marnos a ella. La secuencia de argumentos novedososen la interpretación de Pablo puede parecer en ocasio-nes arbitraria, pero no habría que negarles la posibili-dad de certeza que Freud exigía para sí mismo en sulibro sobre Moisés.

Termino resaltando las dos grandes oportunidadesque genera la lectura de Taubes: la de entrar en uno delos principales debates del siglo XX, escuchando a pro-tagonistas de la filosofía europea como Kojève,Schmitt, Kelsen, Strauss, Benjamin, Freud, Kafka,Rosenzweig o Heidegger,11 y la de apreciar la influenciaque la Carta a los Romanos ha tenido en la filosofía,como fuente de reflexión de la que ya bebió Nietzscheen su crítica del cristianismo y que han comentadoautores tan importantes como Karl Barth o H.Arendt.12 Coherente con su planteamiento mesiánico,Taubes parecía activar a cada instante la fuerza queotros han fiado a una inerte reputación. Creo que suempresa ha merecido la pena.

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