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LA TEORÍA ECONÓMICA DE MARX: UNA PRESENTACIÓN SINTÉTICA.
José Valenzuela Feijóo1
Uno de los atractivos de la perspectiva teórica de Marx, es su visión totalizante del fenómeno humano y de su historia. Esto le permite examinar a la economía como parte
de una totalidad superior y, por lo mismo, dar cuenta de las articulaciones que establece
con los aspectos no económicos de la vida social, tales como la dimensión política y la
cultural. Pero aquí nos limitaremos a recoger algunos pocos elementos de su teoría
económica, tal como los expone en su opus magnum, “El Capital”.
¿Qué persigue Marx? En sus palabras, se trata de “investigar el régimen capitalista de producción y las relaciones de producción y circulación que a él
corresponden.” Para ello, busca identificar las leyes, de tipo tendencial (i.e. de largo plazo), que regulan este proceso: “la finalidad última de esta obra es, en efecto, descubrir la ley económica que preside el movimiento de la sociedad moderna.”2 Aclarar los rasgos
más esenciales y ver el movimiento o dinámica que de allí se desprende. Tal sería el
propósito básico. Y valga aquí subrayar: en cuanto Marx busca develar lo más esencial del capitalismo, también nos advierte que su finalidad política es la abolición de este
sistema. Pero Marx va más allá: también nos devela la raíz o condición de existencia de
las economías de mercado y de las sociedades clasistas. Se deduce entonces: se trata
también de superar los sistemas mercantiles y a las formas de propiedad que engendran
la explotación económica y, por ende, a las clases sociales. Lo cual, supone avanzar a una
economía conscientemente planificada y con todas las libertades y posibilidades humanas que puede generar la disolución de tales grupos sociales.
I.- Relaciones capitalistas de propiedad
Si aceptamos que las relaciones de propiedad operan como fundamento de todo el
edificio social, tenemos que empezar preguntando por su contenido en el caso del
capitalismo. Recordemos también que en el fenómeno de la propiedad se distinguen dos
aspectos de base: a) la distribución social del poder patrimonial; b) la apropiación social
del producto.
Para el caso que nos preocupa, si nos situamos en el aspecto “distribución social del poder patrimonial”, podemos destacar dos rasgos, los que emergen según el nivel de
abstracción a manejar. Tendríamos: 1) un poder patrimonial que se ejerce en términos
privados y fragmentados. Privado: no lo ejerce el colectivo sino una parte del agregado
social. Fragmentado: no es una sino varias partes las que lo ejercen. Por ende, el patrimonio está sujeto a diversos centros de decisión, lo que configura una organización
económica de mercado; 2) pasando a un nivel más concreto: encontramos una distribución social del patrimonio productivo que está cualitativamente diferenciada. Por
un lado, los medios de producción aparecen monopolizados por una clase: la burguesía.
Por el otro, está la fuerza de trabajo que funciona como atributo del proletariado.
Recalquemos: este grupo social ejerce cero poder patrimonial sobre los medios de
1 Departamento de Economía, UAM- Iztapalapa. 2 C. Marx, “El Capital”, Tomo I, Prólogo a la Primera edición, págs. XIV y XV; FCE, México, 19763.
Cursivas en el original.
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producción. Asimismo, es “libre” o “dueño de sí mismo”, es decir, de su personal fuerza de
trabajo.
En cuanto al aspecto “apropiación del producto”, en especial del excedente,
aplicando la regla general de la apropiación (los que ejercen poder patrimonial sobre los
medios de producción se apropian del Producto Pasado y del Producto Excedente; los
trabajadores se apropian del Producto Necesario)3, la situación que encontramos sería:
Diagrama 1: Componentes del Producto Total y del Valor Total generado.
Designando el Producto Total = PT, recordemos que PT = Pp + Pn + Pe. Y que el
Producto Total, en una economía de mercado, asume la forma de valor total (W). Por lo
tanto, PT W = C + V + P. La equivalencia de formas se muestra por medio de las columnas 1 y 2. Finalmente, en la columna 3 se indica los grupos o clases sociales que se
apoderan de la parte correspondiente del Producto Total.
Lo señalado se limita a describir el proceso y la hipótesis. Hay, por lo tanto, que proceder a explicar el mecanismo de apropiación que entra en juego.
II.- ¿Cómo se produce y apropia la plusvalía?
Recordemos que los capitalistas, por su condición de clase, disponen de medios de producción. Les falta fuerza de trabajo, pero la consiguen comprándola en el mercado a
sus ofertantes: la clase trabajadora. Luego, al controlar los recursos adecuados, están en
condiciones de activar, dirigir y controlar el proceso de producción. Como estamos en una
economía de mercado, esto significa producir mercancías, es decir, productos que deben
venderse. Consecutivamente, se apoderan (en primera instancia) de los ingresos
obtenidos al vender la producción. En suma, los capitalistas: i)compran fuerza de trabajo; ii) dirigen el proceso de producción; iii) producen para vender: su finalidad es el valor de
cambio y, más aún, un valor de cambio acrecentado; iv) siendo los propietarios de las
mercancías producidas, se apropian, inicialmente, de todos los ingresos por ventas. Con
estos ingredientes, podemos ensayar la respuesta a la pregunta del cómo. Pero antes,
conviene detenerse en un problema inicial y previo. Paréntesis: ¿quién compra a quién?
Es decir, ¿por qué unos compran la mercancía de los otros – la fuerza de trabajo –
y no los otros compran la mercancía medios de producción? La respuesta es: el curso real se debe al diferente poder de mercado de unos y otros. En este caso, siendo muy favorable
3 Para detalles ver J. Valenzuela Feijóo, “¿Qué es la propiedad?”, UAM-Iztapalapa, México, 1999.
Producto Excedente (Pe) Plusvalía (P) Capitalistas
Producto Pasado (Pp) Capital
Constante ( C )
Producto Necesario ( Pn ) Capital Variable (V) Trabajadores (proletariado)
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a los capitalistas. Para mejor aclarar el punto, supongamos que una y otra clase desea
comprar el recurso que le falta, mas no vender el que posee. Surge, claro está, una
parálisis: ningún proceso productivo se podrá realizar ante la carencia de un recurso
básico (o fuerza de trabajo o medios de producción). Pero si no hay producción no hay
ingresos. Lo que eleva un problema grave: ¿cuánto tiempo se puede permanecer sin vender y sin ingresos nuevos? Esto, dependerá de la riqueza (activos, líquidos o no) que se
posea y es muy evidente que en este plano la superioridad de la burguesía es aplastante.
El trabajador podrá resistir algunos días, quizá algunas semanas en algunos casos
particulares. Pero su poder de resistencia es mínima y al muy poco andar se ve obligado a
vender su fuerza de trabajo. Tampoco hay que olvidar: la fuerza de trabajo es una
mercancía muy perecedera, hay que renovarla día con día. Por el contrario, la mayoría de
los medios de trabajo son de muy larga duración. Junto a lo anotado está el factor inicial y de base: aunque no existiera una prohibición expresa, los trabajadores, por lo exiguo de
sus recursos, no tienen ninguna capacidad (i.e., poder de compra) para adquirir medios
de producción.4
Retomemos el argumento central. Para producir, el capitalista incurre en costos,
gasta dinero. Y como produce para vender, debe buscar un nivel de ingresos por ventas que supere a sus costos. De lo contrario, el proceso perdería sentido.
Surge entonces una primera pregunta: ¿cómo se determina el valor de las ventas? Para simplificar, suponemos que esos ingresos equivalen al valor (=W) de la producción
total generada. Este valor, es igual al tiempo de trabajo socialmente necesario, pasado (=
Tp =Wp) y vivo (=Tv= WA) que exige la producción. Agreguemos que en el capitalismo el
valor pasado asume la forma de capital constante. O sea:
(1) W = Wp + WA = C + WA
(2) Wp = C
Luego, consideramos los costos capitalistas de producción (=CKP). Estos,
equivalen a la suma del capital constante ( valor de los medios de producción gastados) y
del capital variable (costo o valor de la fuerza de trabajo alquilada). En símbolos:
(3) CKP = C + V
Por consiguiente, para la plusvalía o ganancias tenemos:
(4) P = W - CKP = W - ( C + V )
P = WA - V
(5) WA = W - C
4 Se necesita, por ende, una distribución de la riqueza y del ingreso capaz de precipitar las consecuencias
conocidas. Lo cual, supone la existencia de un proceso histórico previo que no es corto, la llamada
“acumulación originaria”.
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Como se puede ver, la plusvalía que obtiene el capital pasa a depender de dos
factores: el valor agregado que se genera en el proceso de producción (=WA) y el gasto en
capital variable en que incurre el capitalista (=V).
¿Qué factores determinan el nivel del valor agregado?
El valor supone: i)que se ha gastado trabajo, a nivel de cada unidad económica; ii)
que este trabajo se ha reconocido como trabajo social. El grado de reconocimiento es variable y lo podemos sintetizar en términos del “factor de conversión del trabajo privado
en trabajo social” (fc). Este factor depende de la relación entre la productividad, la
complejidad y la intensidad del trabajo a nivel de la empresa y sus niveles medios (rama o
economía global). Asimismo, del grado de equilibrio ramal.5En general, nos mide la
relación entre el gasto de trabajo que se efectúa a nivel de empresa (por ende, de trabajo privado) y el trabajo que la sociedad exige y está dispuesta a reconocer como “socialmente
útil”. O sea, como valor. A nivel de empresa, la hora de trabajo privado se convierte en
más o en menos de una hora de trabajo social. A nivel de la economía en su conjunto, en
ausencia de crisis, el factor de conversión gira en torno a la unidad. Por lo tanto, el trabajo vivo total gastado tenderá a ser similar al trabajo vivo social; es decir, al valor agregado que genera la economía. Podemos escribir:
(6) WA = ( fc ) Tv
Si, para simplificar, suponemos que fc = 1, obviamente tenemos:
(6 a) WA = Tv
¿Qué factores determinan el nivel del capital variable gastado? 6 En principio, decimos que inciden dos factores: el monto del trabajo vivo gastado
(=Tv), medido en horas, y el “valor hora de la fuerza de trabajo” (= Vhft). Este valor hora es
equivalente al valor de los bienes que el obrero y su familia consumen a lo largo del
tiempo, en promedio, por hora de trabajo desplegada por el obrero.7 A su vez, el valor de
tal consumo depende de la cantidad (quantum) de los bienes consumidos (como indicador usamos el salario real) y de la productividad del trabajo en los sectores que producen los
bienes que integran la canasta salarial (= F2 ). Podemos escribir:
(7) V = ( Vhft ) Tv = ( Srh / F2 ) Tv
(8) Vhft = Srh / F2
Srh = salario real por hora (salario real anual dividido por jornada de trabajo anual).
5 Más precisamente, para el “factor de conversión”(=fc), tenemos:
fc = ( Fi / Fr ) ( Ii / In ) ( Ci / Cn ) ( Pm / Ps )
En que (i) designa la empresa particular, (n) la economía nacional y (r ) la rama. F es productividad, I
intensidad, C complejidad del trabajo, Pm precio de mercado y Ps precio de oferta. Para una explicación ver
José Valenzuela Feijóo, “Economías de Mercado: estructura y dinámica”, Tomo II. UAM-I, 2004 (versión
policopiada). 6 Para una discusión detallada ver J. Isaac y J. Valenzuela edits., “México: explotación y despilfarro”, en
especial el cap. III. 7 Se puede igualar al valor del consumo anual de la familia obrera (el trabajador y sus dependientes) dividido
por la jornada de trabajo anual.
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A partir de las expresiones (6 a) y (7), podemos ahora retomar el problema de los
determinantes del nivel que alcanza la masa de plusvalía:
(4 a) P = Tv - Vhft Tv = Tv ( 1 - Vhft ) = Tv [ 1 - Srh / F2 ]
Podemos ver que monto de la masa de plusvalía pasa a depender, en principio, de
dos factores: a) el total de trabajo vivo que se emplea en la producción, lo cual depende de
la escala de producción que esté manejando el sistema; b) el valor hora de la fuerza de
trabajo. A su vez, este valor hora depende de dos variables claves: el nivel que alcanza el salario real por hora trabajada8 y el nivel que alcanza la productividad del trabajo en las
ramas que producen los “bienes-salarios”. Las relaciones funcionales inmediatas serían:
P = f [ Tv , Srh , F2 ]
(+) (-) (+)
En que el signo en paréntesis que va debajo de cada variable indica el sentido de
la relación. O sea, la masa de plusvalía sube si crece la masa de trabajo vivo (Tv), sube la
productividad del trabajo (F2) o cae el salario real hora (Srh). Cayendo cuanto tienen lugar
movimientos contrarios. Grado de valorización y tasa de ganancia.
La finalidad del capital es la obtención de las mayores ganancias posibles. Pero es
muy claro que no es lo mismo ganar mucho con poca o con mucha inversión. Al final de cuentas, lo que debe interesar son las ganancias por unidad de capital invertido. Lo cual,
nos remita a la categoría tasa de ganancia (=g), que es, por definición, igual a un
cuociente en que arriba figura la plusvalía generada y abajo el capital total comprometido. También recordamos que la tasa de plusvalía (=p) relaciona plusvalía total con capital
variable total. Podemos escribir:
(9) g = P / K = p ( V / K ) = p ( 1 - C / K )
En que:
K = C + V p = P / V
Según la expresión (9), podemos ver que la tasa de ganancia se eleva o baja según
se eleva o baje la tasa de plusvalía. Asimismo, sube o baja según descienda o se eleva la
relación entre el capital variable y el capital total. Valga señalar: en la historia del capitalismo parece operar una tendencia secular al aumento de la tasa de plusvalía y, a la
vez, una tendencia secular al descenso en la porción del capital variable en el capital
total. La primera tendencia eleva la tasa de ganancia; la segunda, la reduce. ¿Qué factor
predomina? Marx piensa que existe, al final de cuentas, una tendencia de muy largo plazo
al descenso de la tasa de ganancia. Pero el veredicto no es indisputable: los argumentos a
priori no son tajantes y la evidencia empírica, amen de poco abundante es poco clara.9
8 A su vez, el salario real hora se puede igualar al cuociente entre el salario nominal hora y el nivel de precios.
Con lo cual, explicitamos el papel de la inflación en la determinación de la tasa de plusvalía. 9 La evidencia empírica a manejar debería abarcar, como mínimo, un siglo. Pero avanzando hacia atrás, la
disponibilidad y confiabilidad de la información se va reduciendo. Amén de que son poquísimos los países
(Estados Unidos, Inglaterra y muy poco más) que tienen información con suficiente cobertura temporal. Por
último, está el consabido problema de traducir la información a las categorías marxianas sin desfigurar a
éstas. Muchas veces el mal manejo de las categorías provoca malentendidos en el manejo de las hipótesis de
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Señalemos también: la expresión usada para la tasa de ganancia supone un muy
alto nivel de abstracción. En un plano más concreto, hay que introducir ajustes. De ellos,
ahora por lo menos conviene mencionar a uno: el impacto que tiene en la tasa de
rentabilidad el grado de utilización de las capacidades productivas. A veces, una
insuficiente demanda global o sectorial, engendra capacidades ociosas y un impacto
negativo en la tasa de ganancia. En otras, de abundante demanda, la industria puede trabajar a plena capacidad lo que eleva la tasa de ganancia. En la expresión (9) de más
arriba, implícitamente se supone plena utilización de los acervos productivos.
Denominando (to) a la tasa de operación, la expresión ajustada quedaría:
(9 a) g = p [ 1 - C/K ] ( to )
La tasa de operación se puede definir como el cuociente entre los acervos
utilizados y los totales o como cuociente entre producción efectiva y producción potencial.
Por ello, normalmente es inferior a uno, bajando bastante en períodos de crisis y
acercándose a uno en los períodos de auge.10
III.- Un concepto huidizo: ¿qué es el capital?
Si se habla de capital se habla de plusvalía. Y viceversa. Se trata de dos conceptos
que amén de inseparables, son los más importantes en la teoría del capitalismo. Pero si repasamos la literatura sobre el tema, rara vez encontramos una conceptualización
precisa y no fluctuante de la categoría capital. En parte, esto se explica pues estamos
ante la presencia de un fenómeno multilateral, que incluso asume modalidades o formas
diversas. Por ello, según qué aspecto se acentúe, se obtienen definiciones diferentes.
Como sea, estamos en presencia de un concepto algo resbaladizo. Por lo mismo, conviene
detenerse en él, tratando de cernir la médula del fenómeno. Recordemos primero dos aproximaciones bien conocidas. La primera nos señala: i)
el capital es un valor; ii) pero no cualesquier valor sino uno que es capaz de acrecentarse,
de generar un plusvalor. En palabras de Marx, el capital es un “valor que se valoriza”, es
un “valor progresivo”.11 Asimismo, nuestro autor escribe que “la cualidad que caracteriza
al capital es (...) la de ser valor que pare valor.”12 También Engels indica: “una suma de valores sólo se convierte en capital al aumentar su valor, es decir, al crear plusvalía”.13
La segunda aproximación que deseamos retomar es la que describe al capital
como una relación social. Recordemos de nuevo a Marx: “el trabajo acumulado que sirve
de medio de nueva producción es el capital. Así dicen los economistas. ¿Qué es un
esclavo negro? Un hombre de la raza negra. Una explicación vale tanto como la otra. Un
negro es un negro. Sólo en determinadas condiciones se convierte en esclavo. Una máquina de hilar algodón es una máquina para hilar algodón. Sólo en determinadas condiciones se convierte en capital. Arrancada a estas condiciones, no tiene nada de
capital, del mismo modo que el oro no es de por sí dinero (...)”.14 Asimismo agrega: “el
capital es una relación social de producción. Es una relación burguesa de producción,
una relación de producción de la sociedad burguesa.”15
Marx y, al cabo, se las somete a test empíricos que no vienen al caso. Con lo cual, se termina por aprobar o
rechazar hipótesis que son ajenas a Marx. 10 Aunque cuando dominan las estructuras oligopólicas, como hoy es el caso, es política corporativa manejar
un margen de capacidad ociosa que gira entre un 15% y un 20%. 11 C. Marx, “El Capital”, Tomo I, págs. 109 y 110. Edición FCE citada. 12 Ibidem, Tomo II, pág. 73. 13 F. Engels, “Anti-Dühring”, pág. 169. Edit. Cartago, Buenos Aires, 19 14 C. Marx, “Trabajo asalariado y capital”, en Marx-Engels, Obras Escogidas, Tomo I, pág. 162. Edic. citada. 15 Ibidem, pág. 163.
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Si combinamos ambas aproximaciones podemos precisar el punto a aclarar. Se
trataría de identificar el tipo de relaciones sociales que posibilita la emergencia de la
plusvalía. O bien, si así lo queremos poner, se trata de identificar el tipo de relaciones
sociales que provoca la emergencia de un valor capaz de acrecentarse. Examinemos primero lo que podemos calificar como condición necesaria. Esta,
viene dada por la distribución del poder patrimonial propia del capitalismo. Por un lado una clase que monopoliza los medios de producción y, por el otro, la clase que no posee
medios de producción y sí es dueña de su capacidad para trabajar o “fuerza de trabajo”.16
Dada esta distribución social del patrimonio productivo, la clase obrera ( o “proletariado”)
se ve obligada a vender su fuerza de trabajo. Lo cual exige el correspondiente desembolso
(denominado “capital variable”) por parte del capitalista. Y adviértase: si el obrero vende
fuerza de trabajo es porque no posee medios de producción; ergo, estos deben concentrarse en el otro polo clasista. La clave, entonces, radica en las condiciones que
obligan a vender fuerza de trabajo en términos masivos. Tal es la condición necesaria. Sentada la condición necesaria, nos pasamos a preguntar por la condición
suficiente. Esta es sencilla y de hecho ya la hemos indicado. Se trata de que el trabajador
asalariado se ponga a trabajar y que, al hacerlo, cree un valor superior al valor de su
fuerza de trabajo ( o sea, que WA > V ). Recapitulemos. Si el capitalista no dispone de medios de producción y como clase
no monopoliza a estos recursos (o componente material de las fuerzas productivas), no
podrá comprar fuerza de trabajo ajena (ésa no estará disponible) ni, por ende, tampoco
podrá apropiarse de un plusvalor. Esos medios de producción, que deben ser monopolio
de la burguesía, tienen también un determinado valor y, en el capitalismo, funcionan como capital constante ( C ). Prosigamos: si el capitalista no compra fuerza de trabajo,
tampoco podrá crear plusvalor. Ergo, debe hacerlo (lo que supone la existencia de
vendedores, los que aparecen sólo si están desprovistos de medios de producción) y lo que gasta en esa operación es lo que se conoce como capital variable ( V ). Si sumamos,
tenemos el capital total ( K = C + V ). Y como podemos ver, uno y otro elemento son
indispensables en tanto son los que posibilitan la emergencia de la plusvalía. O sea, que
se de un valor (K) que engendra un plusvalor (P). Valga insistir: la relación social buscada es la que conecta a las dos clases
fundamentales del sistema. Primero, en el espacio circulatorio en que unos venden y otros
compran fuerza de trabajo. Segundo, en el espacio de la producción, donde al ser
consumida la fuerza de trabajo (i.e. al gastarse trabajo), se genera un valor agregado
superior al valor de la fuerza de trabajo. O sea, donde se produce el plusvalor. Podemos también constatar: ese tipo de relaciones sociales vienen completamente
determinadas por las relaciones de propiedad que tipifican al régimen. Lo cual, dicho sea al pasar, también nos confirma el rigor del sistema teórico de Marx: la relación social fundamental determina la estructura de clases y el modo en que el excedente es producido y apropiado.
IV.- Distribución de la plusvalía
El ingreso nacional neto o valor agregado, en términos de su distribución, se
adjudica a las dos clases fundamentales del sistema, siendo la plusvalía la parte que va a
manos de la burguesía (o capitalistas). Esto, en un sentido bastante general. Luego, cuando visualizamos el problema en términos más concretos, tenemos que distinguir
diversos segmentos de la clase capitalista y, en consecuencia, diversas formas de
apropiación de la plusvalía. Inclusive, una parte de la plusvalía va a parar a manos de los
16 “La producción capitalista comienza en el momento en que las condiciones de trabajo pertenecen a una
clase y la otra sólo dispone de fuerza de trabajo”. Cf. Carlos Marx, “Historia crítica de las teorías de la
plusvalía”, Tomo I, pág. 67. Edit. Cartago, Buenos Aires, 19
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trabajadores asalariados improductivos, como vg. es el caso de los empleados del sector
comercio.
De la plusvalía total, una parte es apropiada por los propietarios del suelo,
asumiendo la forma de renta del suelo, rural y urbana. Otra cuota, por la vía de los
impuestos, es transferida al sector gobierno. Otra parte, de seguro la mayor, se reparte
entre los diversos grupos de capitalistas. Están los capitalistas del sector comercial, los del sector bancario (en general, del capital de préstamo), del sector agrario, del industrial,
etc. También es válido distinguir entre el sector monopólico y el competitivo, en que el
primero funciona con una tasa de ganancia superior a la media y el segundo con una tasa
por debajo de la media. Asimismo, se puede y debe distinguir entre capital extranjero y
capital nacional. En el diagrama 10.2 que sigue se muestra una posible diferenciación. Es importante distinguir los diversos grupos del capital y cómo opera la
distribución de la plusvalía entre cada uno de ellos. Asimismo, cómo la distribución
puede irse modificando a lo largo del tiempo. En general, los cambios en la distribución
de la plusvalía nos pueden ir mostrando los cambios que tienen lugar al interior de la
burguesía, cómo unos grupos crecen y otros descienden, cómo se mueve la correlación de
fuerzas económica y política. Es muy posible que esos cambios vayan vg. asociados a cambios en el patrón de acumulación. Lo cual, a su vez, suele provocar cambios en las
modalidades del crecimiento. Los conflictos que tienen lugar al interior de la burguesía,
tienen que ver básicamente con el movimiento de esta repartición. Si suponemos que la
masa total de plusvalía permanece constante, es evidente que lo que un sector gana por
encima de lo normal, es igual a lo que otro sector debe perder. En general, es este conflicto el que funciona como contradicción principal del sistema a lo largo de su
desarrollo en tanto la contradicción básica burguesía-proletariado no pasa al primer
plano de la escena. De aquí la necesidad de seguirlo con especial cuidado. En este
contexto, contradicciones muy típicas son las que se dan entre el sector monopólico y el
competitivo, entre el extranjero y el nacional y entre la burguesía productiva y la
improductiva.
Diagrama 2: Cuadro de distribución de la plusvalía.
Fracciones
Del
Capital
M o n o p ó l i c a C o m p e –
t i t i v a
T o t a l Extranjera N a c i o n a l
Privada Estatal
Agraria
Industrial
Comercial
Bancaria
T o t a l
Entrar a un examen detallado de las leyes que regulan esta distribución nos llevaría demasiado lejos. Por ello, para no exceder los límites de estas notas nos podemos
concentrar en un solo problema, que por lo demás parece de especial relevancia en la
actualidad. Hablamos de la distribución de la plusvalía entre los beneficios industriales
recibidos por el capital productivo y los intereses que recibe el capital dinero de préstamo.
El cual, es típicamente un capital improductivo. Por lo mismo, el análisis que sigue se
puede considerar como una ejemplificación del conflicto entre esos tipos de capitales: los productivos y los improductivos. Entendiendo por capital productivo el que se encarga de
producir la plusvalía amén de apropiársela. En tanto es capital improductivo el que se la
apropia mas no la produce.
Para simplificar al máximo nuestra presentación, suponemos que el capital total
(K) de una empresa típica, se descompone en capital productivo industrial propio (Kp) y
capital prestado (Kl). Por lo mismo, la plusvalía total (P), se descompone en beneficio empresarial (BE) que es la parte apropiada por el capital productivo, y la parte que va al
capital de préstamo que son los intereses (I). Escribimos entonces:
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(10) K = Kp + Kl
(11) d = Kl / Kp
Con la letra (d) simbolizamos el coeficiente de endeudamiento de la firma. Es decir,
con cuanto capital prestado por unidad de capital propio está operando. Al darse esta
situación, automáticamente tenemos que la plusvalía apropiada total se pasa a
descomponer en intereses y beneficio empresarial: “el interés va a parar a manos del capitalista dueño del dinero, del prestamista, simple propietario del capital y que por
tanto representa a la simple propiedad del capital antes del proceso de producción y al
margen de él, mientras que la ganancia del empresario pertenece al capitalista en activo,
que no es propietario del capital”17, es decir de todo el capital. Escribimos entonces:
(12) P = BE + I
(13) I = i ( Kl ) = i ( d ) ( Kp )
(14) BE = P - I = g ( K ) - i ( d ) ( Kp )
(15) BE/Kp = g ( K / Kp ) - i (d)
K / Kp = 1 + d
(15 a) be = BE/Kp = g ( 1 + d ) - i ( d )
(15 b ) be = g + d ( g - i )
Como vemos, la tasa de beneficio empresarial resulta igual a la tasa de ganancia si el coeficiente (d) es igual a cero. Es decir, si la empresa no se endeuda. También se da la
igualdad si la tasa de interés resulta igual a la tasa de ganancia. La diferencia tiene lugar
cuando el segundo término del lado izquierdo es diferente de cero. Este segundo término
lo denominamos “efecto de apalancaje” (EAp) y puede ser mayor, igual o menor que cero.
En términos formales podemos escribir:
(16) EAp = d ( g - i )
Si la empresa está endeudada ( d > 0 ), el efecto de apalancaje puede tener lugar. Y
es fácil darse cuenta que si g > i, entonces EAp > 0; si g = i, entonces EAp = 0; finalmente
si g < i, entonces EAp < 0. Cuando la tasa de ganancia tiene un nivel superior a la tasa de interés, a la
empresa le conviene endeudarse. Ello le permite un apalancaje positivo y, por lo mismo,
obtener una tasa de beneficio empresarial superior a la tasa media de ganancia. Lo
17 C. Marx “El Capital”, Tomo III, pág. 359. Edic. FCE, citada.
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contrario sucede cuando la tasa de interés sube y se va por encima de la tasa de
ganancia. Aquí, tenemos un efecto de apalancaje negativo lo que da lugar a una tasa de
beneficio empresarial que se sitúa por debajo de la tasa media de ganancia.
Si introducimos el impacto de la tasa de operación, los problemas involucrados
quedan más claros. Partiendo de la expresión (15 b), y designando la tasa de operación
con (to), podemos escribir:
(17) be = g (to) + d [ g (to) - i ]
Como se puede ver, una tasa de operación menor a la unidad, comienza a deprimir
la tasa de ganancia efectiva. A la vez, y esto es muy importante, restringe aún más las condiciones que pueden permitir un efecto de apalancaje positivo.
Es interesante observar lo que sucede con las variables involucradas a lo largo del
ciclo. La tasa de ganancia tiene una trayectoria parecida a una (u) invertida: desde un
nivel bajo empieza a subir más y más hasta que alcanza una planicie. Se mantiene por
algún tiempo en este plano para luego empezar a descender, primero lentamente y
después abruptamente. En este descenso no sólo influyen las variables reales: eventual aumento de la composición de valor, descenso de la tasa de plusvalía. También, está el
fuerte impacto de capacidades instaladas que van quedando ociosas en un grado cada vez
mayor. En cuanto a la tasa de interés, en términos gruesos sigue una trayectoria parecida
aunque desde más abajo y con un desfase muy claro. De hecho, tenemos que la tasa de
interés sube en tanto la tasa de ganancia comienza a caer. El desfase significa que en la fase de auge, en la meseta y durante una parte de la fase recesiva a las empresas les
conviene endeudarse lo que va provocando un aumento del coeficiente (d). Adviértase el
peligro que esto entraña: el coeficiente (d) se eleva hasta un máximo en tanto la tasa de
ganancia va en descenso y la tasa de interés en aumento. Muy frecuentemente, lo que
tenemos es que la tasa de ganancia efectiva está en su nivel más bajo cuando la tasa de
interés alcanza su punto más elevado. En suma, suele darse un apalancaje negativo cuando el coeficiente de endeudamiento está en su punto más alto. Con lo cual, a los
problemas reales se suman los problemas de corte financiero, lo que precipita una crisis
de orden mayor.
Volviendo al punto central, subrayemos lo medular: la ganancia del empresario
sube o baja conforme los intereses pagados disminuyen o se elevan. Esto, para una masa de ganancias dada. Conforme nos indica la ecuación (12), tenemos que BE = P – I. Pero,
¿de qué depende I? Según la expresión (13), tenemos que I = i (d) Kp. O sea, tenemos tres
factores: a) el capital propio de la empresa; b)cuánto capital prestado por unidad de
capital propio emplea la empresa; c) la tasa de interés. El mismo problema lo podemos
visualizar si comparamos los intereses totales pagados con las ganancias totales de la
empresa. En este caso tendríamos:
(18) I / P = ( i / g ) [ Kl / K ] = ( i / g ) [ d / (1 + d ) ]
(19) BE / P = 1 - I/P
Dada la tasa de ganancia, todo pasa a depender de la tasa de interés y del peso del
capital prestado en el capital total de la empresa. Este factor depende de factores
históricos e institucionales difíciles de sintetizar en un ensayo como éste. En cuanto a la
tasa de interés, ¿cuáles son sus determinantes?
El problema para nada es sencillo. Como suele suceder con los textos de economía
monetaria de la época, operan con una noción de dinero que como regla es diferente a la actual. Asimismo, el panorama de instituciones y activos financieros también es bastante
diferente. Lo cual, plantea un problema de traducción conceptual a nuestra época que es
bastante complicado. Además, en Marx se trata de borradores, algunos muy preliminares
y que muchas veces no son más que transcripciones o resúmenes de libros de la época.
En el texto de Marx encontramos muchos puntos altamente sugerentes. Pero, con todo,
11
su teoría global no resulta muy nítida y, por lo mismo, da pie a interpretaciones muy
diversas que aquí mal podemos recoger. En lo grueso, pareciera Marx acercarse a una
teoría de oferta y demanda de fondos prestables, aunque bastante alejada de las
concepciones neoclásicas.18
Veamos primero la postura más general de Marx. En sus palabras: “los
capitalistas de dinero ofrecen esta mercancía y los capitalistas productivos la compran, son los que constituyen la demanda”. Asimismo: “en el mercado de dinero se enfrentan
solamente prestamistas y prestatarios. La mercancía presenta aquí la misma forma, la
forma de dinero.”19 Tales son los personajes (o fracciones clasistas) que se enfrentan. En
cuanto al nivel de la tasa de interés, indica: “la división de la ganancia en interés y
ganancia del empresario, en sentido estricto se halla regulada por la oferta y la demanda, es decir, por la competencia.” O bien: “todo el capital susceptible de ser prestado se
enfrenta constantemente en el mercado de dinero, como una masa global, al capital en
funciones, siendo por tanto la relación entre la oferta de capital prestable, de una parte, y
la demanda de esta clase de capital, de la otra, lo que decide en cada caso el nivel del
interés en el mercado.”20
Veamos ahora las fuerzas que están detrás de la demanda y detrás de la oferta. Empecemos por el lado de la demanda.
En principio, pareciera que Marx la hace derivar casi completamente de las
actividades productivas. O sea, de las necesidades de las empresas para financiar su
capital de trabajo y sus inversiones de capital fijo. Típicamente, esta demanda sigue la
curva del ciclo económico: se expande durante el auge y cae en la recesión. Este sería el primer y más decisivo factor. Si a esto añadimos la demanda por crédito al consumo
personal, nada sustantivo se modifica.21 Un tercer ítem son las necesidades financieras
del Estado, algo que Marx considera explícitamente. Señalando, además, que se trata de
recursos que terminan por ser utilizados improductivamente, casi siempre para aumentar
el gasto militar. Un cuarto ítem, por lo común muy olvidado, es muy subrayado por Marx:
la demanda por préstamos que se piden para cancelar deudas. Podemos suponer que esta demanda emerge con fuerza cuando el coeficiente (d) ha alcanzado un nivel muy alto y los
ingresos de la empresa comienzan a declinar aceleradamente: es decir, cuando su
capacidad de pagos empieza a derrumbarse. Por ende, es una demanda que emerge a
partir de la crisis y se extiende durante la recesión. Según Marx, “en épocas de crisis, la
demanda de capital de préstamo es demanda de medios de pago, y nada más; en modo alguno demanda de dinero como medio de compra” (...) “en épocas de crisis llega a su
máximo la demanda de capital de préstamo y, por tanto, el tipo de interés; la cuota de
ganancia y con ella la demanda de capital industrial, punto menos que desaparecen. En
estas épocas, nadie pide dinero prestado más que para pagar, para saldar obligaciones ya
contraídas.”22 El punto amerita una precisión: el aumento de la demanda de dinero para
pagar deudas, aunque sea muy fuerte, no es probable que supere a la reducción en la demanda para gastos productivos. Ergo, la mayor tasa de interés más que explicarse por
este lado, vendría dada por una reducción en la oferta, algo muy típico de los tiempos de
crisis, como veremos a continuación.
Por el lado de la oferta de fondos prestables, las variables que considera Marx
serían: a) el excedente monetario temporal de las empresas. Estas, cuando su liquidez es excesiva, prefieren aplicarla en títulos que sean seguros y de muy alta liquidez. Por
ejemplo, esto es lo que se hace con los fondos de depreciación o, en general, cuando hay
18 Empezando por la misma noción de interés, que es radicalmente distinta. 19 C. Marx, “El Capital”, Tomo III, págs. 352 y 353. Edic. FCE, citada. 20 Ibidem, págs. 342 y 351. 21 Marx considera el caso de créditos que se usan no para la inversión productiva sino para el consumo
suntuario, algo muy típico de los terratenientes. Obviamente, no pudo considerar el actual crédito para bienes
de consumo durables, en su tiempo prácticamente inexistente. Este crédito, por lo demás, suele estar más
impulsado por los productores (vg. de automóviles) que por los mismos consumidores. 22 C. Marx, “El Capital”, Tomo III, págs. 483 y 481. Edic. citada.
12
desfases entre ingresos y gastos corrientes. Adviértase además: esto exige que existan las
instituciones (como bancos) y los títulos de deuda capaces de posibilitar el proceso. En la
fase de crisis, esta situación se puede alterar: las empresas, según Marx, ya no están
dispuestas a prestar: sólo les interesa preservar el máximo de liquidez posible; b)
fortalecimiento de una capa de rentistas que viven en calidad de “corta-cupones”; c) un
sistema bancario capaz de acomodarse a las necesidades crediticias del sector privado. También aquí hay un comportamiento que se altera drásticamente en tiempos de crisis:
los bancos ya no están dispuestos a prestar tan alegremente como en la fase de
prosperidad. De hecho, comienzan a poner restricciones múltiples en sus políticas
crediticias, a elevar la tasa y también a racionar el crédito; d) el ahorro normal o de plazo
largo con que pudiera estar funcionando el sector privado (empresas y familias) y, eventualmente, el gobierno. Se trata, por supuesto, de la parte del ahorro que se canaliza
al mercado de dinero. También aquí, en la fase de crisis hay un cambio muy fuerte: se
eleva la “preferencia por la liquidez” y el sector privado ya no está dispuesto a prestar
como en tiempos normales.
Como se puede observar, hay situaciones muy diferentes según la fase del ciclo
por la que está atravesando la economía. En este contexto, podemos distinguir dos situaciones que, amén de típicas, son muy contrapuestas.
La primera, la podemos localizar en la fase media del auge. En este tramo, la
demanda productiva crece aceleradamente. Y la oferta responde con gran facilidad. Según
Marx, “la cantidad de billetes en circulación se rige por las necesidades del comercio (...);
son las necesidades de las operaciones y sólo ellas las que influyen en la cantidad de dinero circulante-billetes de banco y oro-”.23Lo indicado se puede entender como una
curva de oferta horizontal. O sea, una oferta de dinero completamente endógena, a
semejanza de lo que han planteado últimamente autores como Kaldor y Basil Moore. Pero
esto nos parece un tanto excesivo. Para nuestro propósito, nos basta suponer una curva
de oferta bastante plana. El diagrama I que sigue, trata de mostrar lo que sería la
situación típica en esta fase del ciclo.
Diagrama 3: Determinantes de la tasa de interés, condiciones normales.
En la gráfica, suponemos que curva de demanda por fondos prestables se desplaza
desde D0 hasta la curva D1. Como la oferta es muy elástica, los fondos prestados suben
23 Ibidem, págs. 491 y 493.
i
D0 D1
S
i1
i0
O A B
13
desde OA hasta OB. Consecutivamente, la tasa de interés no experimenta una gran
elevación. Por lo mismo, esta variación no alcanza a entorpecer el curso del auge.
Al cabo, la tasa de ganancia debe caer. Pero la tasa de interés sigue subiendo y
ahora lo hace con bastante fuerza. Según Marx, la demanda no retrocede aunque
cambian sus propósitos: ahora, se busca el dinero para pagar deudas. Con todo, el gran
cambio viene por el lado de la oferta: los bancos ya no quieren prestar y si lo hacen, es con cargo a una tasa de interés muy elevada. Asimismo, el sector privado eleva
drásticamente su preferencia por liquidez y, por lo mismo, no está ya dispuesto a ceder en
préstamo sus tenencias monetarias. En este contexto de crisis, además, suele caer y
bastante la velocidad de circulación (si se quiere, aumenta el nivel de la k de Marshall), lo
que también contribuye a la astringencia monetaria. La situación que tipificaría este momento la tratamos de mostrar en la gráfica que sigue.
Diagrama 4: Determinantes de la tasa de interés en la fase de crisis.
En la gráfica, el cambio importante tiene lugar en la curva de oferta. Esta, se
desplaza hacia la izquierda y se torna bastante inelástica a la tasa de interés. Si la curva
de demanda no se moviera, la nueva tasa de interés sería i1 y los fondos prestados caerían
desde OA hasta OB. Si aceptamos el criterio de Marx, tendríamos un desplazamiento
hacia la derecha de la curva de demanda. Con ello, la nueva tasa de interés será i2 y el nivel de préstamos sería igual a OC. Como se ve, amen del aumento en la tasa de interés,
en todos los casos habría una reducción absoluta en el nivel de préstamos, lo cual
contribuiría a desatar la crisis financiera del caso.
Es interesante observar que Marx es aún más duro que Keynes en su apreciación
del capital de préstamo. Amen de criticar muy duramente las políticas restrictivas que
impulsa este capital, su evaluación general resulta muy pertinente para los actuales tiempos: “el sistema de crédito, cuyo eje son los supuestos bancos nacionales y los
grandes prestamistas del dinero y usureros que pululan en torno a ellos, constituye una
enorme centralización y confiere a esta clase parasitaria un poder fabuloso que le
permite, no sólo diezmar periódicamente a los capitalistas industriales, sino inmiscuirse
i
D1 S1
D0 S0
i2
i1
i0
O B C A
14
del modo más peligroso en la verdadera producción, de la que esta banda no sabe
absolutamente nada y con la que no tiene nada que ver.”24
V.- ¿Cómo se utiliza la plusvalía? Se distinguen dos grandes tipos de utilización. La primera, es la acumulación: la
plusvalía (el excedente) se usa para ampliar la dotación de capital con que opera la
empresa, la rama o el país. Es decir, se agranda el patrimonio productivo y con ello, se eleva el potencial productivo de la economía. La segunda, son los usos improductivos. En
este caso, la plusvalía (y los recursos reales correspondientes) se aplica a la mantención
de actividades improductivas. Por ejemplo, cuerpos militares, religiosos, publicidad y propaganda, etc. Además, si manejamos una economía abierta, se deben considerar las
posibles transferencias de plusvalía, a favor o en contra del país.
La expansión o crecimiento de la economía tiene que ver con la acumulación. En
este caso, los resultados de la producción se reciclan y pasan a funcionar como premisas
de un nuevo ciclo productivo. Con lo cual, se expande primero el patrimonio productivo y
luego el nivel de la producción generada. En términos capitalistas, el proceso nos muestra la secuencia que va del capital a la plusvalía, de ésta al capital y así sucesivamente. El
esquema sería del siguiente tipo (los subíndices indican el tiempo):
K0 P0 K0 ( K0 + K0 ) = K1 P1 K1 ( K1 + K1 ) = K2 .......... En que:
(20) Pt = g ( Kt )
Kt = ak Pt = ( ak ) ( g ) Kt
t = período.
(21) k = K / K = ( ak ) ( g )
La tasa de crecimiento del capital (=k), resulta igual al resultado de multiplicar la
tasa de ganancia por la propensión a acumular o parte de la plusvalía que se destina a la acumulación. También podemos ver que si toda la plusvalía se acumula (por lo tanto, se
tendría que ak = 1 ), obtenemos la máxima tasa de crecimiento posible del capital, la que
resultaría igual a la tasa de ganancia. O sea, k = g.
Como vemos, el capital engendra plusvalía. Luego, la plusvalía se transforma en
capital adicional. Tal es la ruta que sigue la reproducción ampliada del sistema. Ahora bien, este proceso de reproducción va también alterando las relaciones básicas del
sistema. Por un lado, hay cambios en la relación esencial capital-trabajo. Como aumenta
la tasa de plusvalía se eleva la distancia social entre las clase fundamentales. A la vez,
como el proceso de acumulación y crecimiento va provocando un fuerte crecimiento en las
escalas de producción, la concentración obrera a nivel de fábrica crece en términos
exponenciales. De la pequeña fábrica, casi familiar, compuesta por 20 a 50 obreros, se pasa ahora a fábricas con miles de obreros. Lo cual, engendra una clase obrera “cada vez
más numerosa y más disciplinada, más unida y más organizada por el mecanismo del
mismo proceso capitalista de producción”.25 Por otro lado, hay cambios que afectan a las
24 Ibidem, pág. 511. 25 C. Marx, “El Capital”, pág. 648. Edic. citada.
15
relaciones intra-burguesas. Las diferentes empresas capitalistas suelen operar con un
potencial de acumulación y de crecimiento que es desigual. Por lo mismo, suelen crecer a
ritmos muy diferentes, los que siempre favorecen a las empresas más grandes. Este
fenómeno, más tarde o más temprano, termina por romper las condiciones de
funcionamiento de la libre competencia. Con ello, el sistema avanza a una fase superior
en que la regla es el dominio de las estructuras monopólicas. En éstas, se rompe el principio de igualación de las tasas de ganancia ramales y en su reemplazo se establece
una jerarquía de cuotas de ganancia, superiores a la media en las ramas monopólicas e
inferiores a la media en las ramas no monopólicas. Ahora, “un gramo de capital ya no es igual a otro gramo”, pues genera ganancias dispares. De fondo, tenemos un proceso de transferencia de plusvalía desde las ramas más o menos competitivas (o no monopólicas) hacia las ramas monopólicas. Por lo mismo, se introduce un elemento contradictorio no
menos al interior de la clase capitalista.
Cuando se examina el crecimiento del sistema (su reproducción ampliada), surge
una interrogante vital: ¿qué factores inciden en la tasa de acumulación (= ak )? En
términos formales, ésta puede ir desde cero (estancamiento del tipo “estado estacionario”)
hasta uno (euforia y cero gastos improductivos, desiderátum de un Adam Smith). Pero se
trata de averiguar por los factores que determinan su nivel real.
VI.- Determinantes de la acumulación
En principio, en términos muy generales, podemos hacer depender la acumulación de la tasa de ganancia esperada y de la fuerza de la competencia. En cuanto al primer
factor, su significación parece obvia: los capitalistas buscan ganancias y, por lo mismo, al
invertir están pronosticando cierto nivel de ganancias las cuales, justamente, son las que
llevan a que la inversión sea menor o mayor.
En cuanto a la fuerza de la competencia, ella tiene que ver con la operación de la
plusvalía extraordinaria, la cual premia o castiga a las empresas de la rama en función de sus niveles de productividad relativos. Podemos también suponer que la productividad
depende primordialmente de la densidad de capital (capital fijo por hombre ocupado) y
que ésta se mueve según los ritmos con que opera la acumulación. Lo que de estas
relaciones se desprende es importante: si la empresa no invierte, no incorpora progreso
técnico ni eleva su productividad. Por lo mismo, se puede ir retrasando en su nivel relativo de productividad y, en el límite, llegar a una situación de quiebra. Luego, si quiere
evitar esta situación, deberá invertir así sea que sus expectativas de rentabilidad, en un
horizonte más o menos inmediato, sean bajas. La norma a seguir sería: mejor aceptar una
rentabilidad baja que aceptar una situación de pérdidas crecientes y de ulterior segura
quiebra. Esto, como es obvio, con la perspectiva de una recuperación de la firma –en
términos de productividad relativa- en un plazo más largo. La fuerza de la competencia puede medirse con cargo a diversos indicadores. Tomando en cuenta lo que aquí nos
interesa, que es su efecto en la acumulación, se pueden considerar la tasa de
innovaciones tecnológicas o, más sencillamente, el ritmo de crecimiento de la
productividad del trabajo, a nivel de la rama, en un período relativamente reciente,
digamos en los últimos diez años. ¿De qué depende la tasa de ganancia esperada?
En principio, podemos señalar: a) la tasa de ganancia real, es decir, la que se ha
venido obteniendo en los últimos años.26 En esto, se asume que en el comportamiento de
la inversión existe una fuerza inercial que es especialmente fuerte; b) el pronóstico sobre
26 “Tenemos escaso conocimiento de las influencias que gobiernan las expectativas. La experiencia pasada es,
sin duda, el primer elemento en ellas."”Cf. Joan Robinson, “Ensayos de economía poskeynesiana”, pág. 192.
Edic. citada. Los desarrollos ulteriores al texto de la Sra. Robinson, como el de las “expectativas racionales”
son de naturaleza básicamente apriorística y los intentos de verificar empíricamente esta aproximación, muy
poco convincentes.
16
posibles novedades que, a futuro, podrían cambiar el contexto económico que determina
la rentabilidad de la inversión. Usualmente, las novedades a considerar tienen que ver
con la política económica (se mantiene, se transforma) y con la situación política general,
incluyendo aquí el panorama internacional, en cuanto éste afecta a la economía del país.
Demás está señalar la incertidumbre que rodea a las decisiones de inversión.
Estas, implican un período de maduración (que va desde el primer desembolso hasta el momento en que el nuevo proyecto ya empieza a producir) que a veces es bastante largo.
Y luego, viene todo el período de vida útil de la nueva planta, el cual suele durar 25 años
o más. En suma, tenemos un muy largo tiempo que la empresa no puede controlar y en
que sus cálculos y previsiones pueden resultar bastante errados. De aquí la fuerza con
que opera el factor incertidumbre y la tendencia al conservadurismo sociopolítico de buena parte del empresariado. Emerge aquí un fenómeno curioso: hay situaciones
dañinas para el capital industrial, como lo son las políticas neoliberales, que los mismos
capitalistas perjudicados tienen temor de alterar. Pareciera que el cambio, que pudiera
serles muy provechoso, lo llegan a visualizar como una “caja de Pandora” que conviene
mantener bien cerrada. En general, los cambios se aceptan a posteriori y en el entendido
que son útiles, enérgicos (autoritarios) y que abren una situación que se consolida con rapidez y para el largo plazo. Otra consecuencia a subrayar es el afán de los grandes
consorcios por controlar la situación económica y política, lo que se traduce en el apoyo y
estímulo a gobiernos autoritarios ajenos a las normas democráticas más elementales. En
otras palabras: un sistema democrático resulta peligroso para la gran corporación
moderna, a menos que exista una hegemonía ideológica aplastante por parte de la clase dominante.27
Retomemos el factor clave: la tasa de ganancia efectiva. O más precisamente, pues
nos interesa la inversión productiva, la tasa de beneficio empresarial. Podemos partir de
la expresión (17) ya adelantada:
(17) be = g (to) + d [ g (to) - i ]
La tasa de ganancia (g) la podemos descomponer en tasa de plusvalía (p),
velocidad de rotación del capital variable (nv) y el coeficiente ( V/K) , como indicador de la composición de valor. A su vez, la tasa de plusvalía la podemos hacer depender del salario
real hora (Srh) y de la productividad hora del trabajo en bienes salarios (F). De la
expresión (17) podemos avanzar introduciendo el grado de monopolio y la tasa impositiva.
Por grado de monopolio entendemos el cuociente entre la tasa de ganancia ramal y la tasa
media, que lo hacemos igual a ( 1 + k ), en que k>1 para los sectores monopólicos y k<1
para las ramas no monopólicas. La tasa impositiva (t) la entendemos como impuestos sobre ganancias.28 En consecuencia podemos escribir:
(22) be = to (1 + k ) ( 1 – t ) g + d [to (1 + k) (1 – t) g - i ]
(22 a) be = g 1 + d [ g1 - i ]
27 Esta hegemonía aplastante existe en el Chile de hoy (2005); para nada existía en el Chile de 1970-73. De
aquí el feroz golpe de Estado de 1973 y que hoy, los más connotados dirigentes de la clase dominante hasta
lleguen a cantar públicamente, sin arrugarse, la misma Internacional. Y que los dirigentes del partido
“opositor” en cuyo acto se canta la Internacional, queden emocionados y embobados por lo que creen
“expansión de su influencia”. Es decir, por su integración y subordinación a la clase dominante. 28 Para detalles, ver José Valenzuela Feijóo, “Dos crisis: Japón y Estados Unidos”, págs. 63 y ss. Edic. Porrúa
y UAM, México, 2003.
17
g1 = to ( 1 + k ) ( 1 - t ) ( p ) ( V / K ) (nv )
Como podemos ver, las variables en juego son múltiples. Y para efectos de un
análisis más rápido y sencillo, se podrían escoger las más relevantes. En todo caso, considerando todos los factores que hemos mencionado (que no agotan el listado)
tendríamos lo que sigue:
(23) be = f [ to, k, t, Srh, F, nv, V/K, d, i ] (+) (+) (-) (-) (+) (+) (+) (+/-) (-)
En que el signo debajo de cada variable nos señala la forma o sentido en que la
tasa de beneficio empresarial se ve afectada ante un aumento de la respectiva variable. Lo
cual, como regla, también debe afectar en igual sentido al nivel de la acumulación productiva.
7) Acumulación, crecimiento y desequilibrios
Acumulación y crecimiento.
Cuando examinamos el problema del crecimiento, hay que trabajar con
cantidades.29 Lo que exige manejarse con valores o precios constantes, con los consabidos
problemas conceptuales y de números índices que esta necesidad provoca. Suponemos
que estos problemas se conocen y que las variables a manejar reflejan los quantum
involucrados. Empezamos recordando la categoría “producto-capital incremental” (’ ). O sea, un cuociente entre el incremento del producto agregado en volumen y el incremento en los acervos de capital fijo:
’ = PAq / K PAq = K (’ )
PAq / PAq = [ K / PAq ] ( ’ )
Como se puede ver, la tasa de crecimiento del producto, pasa a depender de la
relación acumulación a producto (o coeficiente de inversión) y de la relación producto a
capital. Multiplicando arriba y abajo por el Producto Excedente (o plusvalía anual, en
volumen), arribamos a la expresión que sigue:
(24) PAq / PAq = ( PEq / PAq ) ( K / Peq ) (’ ) = ( pra ) ( ak ) ( ’ )
Tenemos el potencial de reproducción ampliada (pra), la tasa de acumulación (ak) y
el coeficiente alfa marginal. Una aproximación que es del todo similar a la que hemos manejado al examinar a los autores clásicos.
29 “A medida que progresa la producción capitalista y se desarrolla, congruentemente con ello, la fuerza
productiva del trabajo social (...), la misma masa de valor se traduce en una masa cada vez mayor de valores
de uso y de goces.” C. Marx, “El Capital”, Tomo III, pág. 220. Edic. FCE, citada.
18
Acumulación y desequilibrios.
Volvemos aquí, a trabajar en valor. Se trata de examinar un muy frecuente
desequilibrio en el curso de la reproducción capitalista: el que tiene lugar entre la
demanda y oferta de acumulables, de bienes de inversión. Para simplificar, suponemos
una economía privada y cerrada.
Por el lado de la oferta tenemos los recursos disponibles para inversión, que resultan iguales a la plusvalía anual menos los gastos improductivos. Por el lado de la
demanda, tenemos la acumulación neta. En consecuencia, el equilibrio exige la siguiente
igualdad:
(25) K = P ( 1 - gi ) = g ( 1 - gi ) K
Por lo tanto, también podemos escribir:
(26) K / K = g ( 1 - gi ) = p ( V / K ) ( 1 - gi )
En la ecuación (25) y también en la (26), el lado izquierdo representa la demanda y
el derecho la oferta. Lo cual, nos abre tres alternativas: que la demanda supere a la
oferta, que sea igual o, finalmente, que sea menor. O sea, pueden surgir desajustes y
debemos averiguar qué sucede ante estos posibles desequilibrios.
La primera posibilidad es la de un exceso de demanda. O sea, K > P(1 – gi); o
bien, K/K > p (V/K) (1 – gi). ¿Qué alternativas surgen ante este tipo de desajuste, que es muy común en las fases altas de un auge?
En términos lógicos, se puede pensar en un ajuste por el lado de la demanda. O
sea, reducir el ritmo de la acumulación. Pero esta alternativa, aunque sí sea posible, se
más bien tonta: resuelve el problema eliminando la fuerza que lo engendra. En la
perspectiva de Marx, lo que corresponde es analizar cómo esta fuerza –la acumulación- se
las arregla para corregir el problema sin autoanularse. Si observamos la expresión (26)
por su lado derecho, tendríamos como resortes lógicos: elevar la tasa de plusvalía, elevar el coeficiente V/K, reducir el coeficiente de gastos improductivos. En que los dos primeros
factores configuran la tasa de ganancia, la que, por ende, debería elevarse. La disminución del gasto improductivo. Se suele creer que la reducción en el
coeficiente de gastos improductivos exige un reacomodo de las fuerzas políticas que de
lugar a una intervención pública consciente a favor de tal propósito. Esto no es falso, pero
también opera una vía espontánea que no se debe olvidar: cuando la recuperación y el auge son fuertes, el gran crecimiento de la acumulación productiva provoca una
disminución espontánea del coeficiente. En términos generales, éste es alto cuando la
economía está estancada o crece muy lentamente. Al revés, en un contexto de alto
crecimiento, el coeficiente se reduce. Pero estas variaciones tienen límites, sobremanera
en el capitalismo contemporáneo. Si se trata de bajar el coeficiente por encima de su descenso “normal”, es indispensable el manejo de una política económica ad-hoc.
¿Reducir (V/K)? El ajuste hacia arriba de la tasa de ganancia parece ser el mecanismo
más utilizado. En cuando a la composición de valor, medida por (V/K), pensar en su
reducción, más que poco probable es algo en realidad imposible.30 Equivaldría a suponer
una sociedad dispuesta a remar hacia atrás en términos de sus niveles tecnológicos y de
productividad.31
30 En realidad, lo que sucede por la vía del progreso técnico es una reducción en V/K. Asimismo, el aumento
de la tasa de plusvalía también contribuye a reducir V/K. Es decir, la misma masa de trabajo vivo se traduce
en una menor masa de capital variable. Ello, pues V = Tv / ( 1 + p ). 31 Que esto sea posible es una de las tonterías que más aman los neoclásicos.
19
El aumento de la tasa de plusvalía. La clave, por lo que vemos, se concentra en la
elevación de la tasa de plusvalía. La condición a satisfacer es que la productividad hora
del trabajo en bienes salarios se expanda más rápido que el salario real hora. Cuando la
acumulación es febril, esta condición resulta difícil de cumplir. ¿Por qué? En primera
instancia, lo que cabe esperar es una disminución progresiva del ejército de reserva
industrial lo que, a su vez, debe elevar el poder de regateo de los asalariados. La mayor fuerza obrera, por su lado, se deberá traducir en un crecimiento cada vez más
significativo del salario real. La conclusión a la que arribamos es que, por este sendero, al
poco andar, el auge haría disminuir la tasa de plusvalía (el salario real crecería más
rápido que la productividad) y, por esta vía, también a la tasa de ganancia. Con lo cual, la
acumulación se derrumbaría y, ciertamente, el auge se vería clausurado. Pero, ¿son así
las cosas? Lo que sabemos, a partir de la evidencia empírica, es que los auges no se cancelan tan pronto. Y si no hay tal es porque entran en acción dos mecanismos muy
poderosos que si bien no anulan las crisis, sí permiten que el auge sea más prolongado.
Estos factores son: a) el tipo de progreso técnico que va incorporando la acumulación; b)
la inflación que comienza a surgir.
En cuanto al primer factor su impacto es muy conocido: la nueva inversión incorpora nuevas tecnologías ahorradoras de mano de obra. Con lo cual, no solamente
cae el poder de absorción ocupacional de la nueva inversión. Como regla, también la
nueva inversión afecta a las empresas que usan tecnología atrasada, las que quiebran o
se incorporan al nuevo espectro tecnológico. En corto: también cae la ocupación
tradicional. La moraleja es clara: para Marx, la acumulación no sólo juega por el lado de
la demanda. A la vez, también opera por el lado de la oferta de fuerza de trabajo, la que amplía por el impacto ocupacional negativo que provoca la nueva tecnología.
¿Qué sucede con la inflación? Las eventuales alzas en el salario nominal son
recortadas por la tasa inflacionaria, sobremanera si opera un “velo inflacionario” por parte
de los trabajadores.32De este modo, el salario real crece menos o simplemente no crece.
En otras palabras, el mecanismo inflacionario se transforma en un eficaz recursos para preservar la tasa de plusvalía y, por ende, la tasa de ganancia. En otras palabras, cuando
los afanes de acumulación superan a la oferta de acumulables, aparece la inflación como
un mecanismo de ajuste. Con ello se eleva la tasa de plusvalía y, en consecuencia, la
oferta de acumulables. Se trata, en todo caso, de una inflación moderada. Si, por ejemplo,
los asalariados son capaces de lograr ajustes salariales compensatorios, la inflación se
puede desbocar y empezar a perder su funcionalidad. Los dos factores que hemos recogido – el tipo de progreso técnico y la inflación-
pueden prolongar el auge pero, a la larga, no pueden impedir la crisis. Es decir, una caída
en la tasa de ganancia lo que debe conducir al descenso en los niveles de la inversión.
Con lo cual, a la vez, termina por corregirse el desequilibrio que nos ha venido
preocupando. Por cierto, en un sentido aún más general, siempre es la crisis la que termina por recomponer las condiciones de valorización del capital y, por lo mismo, es
también la causa de un nuevo auge.
Antes de seguir, recordemos que en el polo subdesarrollado el proceso asume
peculiaridades que por lo menos conviene mencionar. En cuanto a la incorporación de
nuevas tecnologías ahorradoras de mano de obra, se trata de una incorporación que es
importada y por ello subordinada. Por lo demás, es casi innecesaria pues la fuerza de trabajo es tan abundante que ni el más acelerado proceso de acumulación alcanza a
suprimir el desempleo. En cuanto a la inflación, ella se une a otro desajuste mayor: el del
balance de pagos. Como el sector de bienes de capital es débil o inexistente, el auge de la
acumulación provoca una literal estampida de las importaciones. Luego, como el déficit
externo resulta insostenible, la crisis sobreviene por este lado y con ello se cancela el auge. En general, también tenemos que en estos países el auge suele ser menos largo y
tiene un techo más bajo.
32 Cuando Keynes recomendaba una “inflación reptante”, es decir no muy elevada como para alertar
rápidamente a los perjudicados, estaba pensando en estos efectos.
20
Veamos el segundo tipo de desequilibrio. En este caso, la demanda por
acumulables resulta inferior a la oferta. O sea, K < P ( 1 – gi ). O bien, utilizando la
expresión alternativa de ritmos de crecimiento: [ K / K ] < p (V/K) ( 1 – gi). El problema inmediato que aquí emerge es el de una caída en los niveles de
actividad económica. Trabajando con economía cerrada y privada, la “plusvalía realizada”
(Pr) es igual a los gastos que realizan el excedente (GRE), los que bajo estos supuestos son
iguales a la suma de la acumulación (K) y los gastos improductivos (GI). Por lo tanto, podemos escribir:
P > Pr = GRE = K + GI
Por lo tanto, como GRE < P, surgen problemas de realización y, al final de cuentas,
el ingreso nacional efectivo (YN) será inferior al potencial (YNp) :
YN = [ ( 1 + p ) / p ] GRE < [ ( 1 + p ) / p ] P = YNp
En este contexto, nos podemos preguntar: ¿qué medidas se podrían manejar para
impedir o suavizar el descenso en los niveles de actividad económica? Examinemos primero las posibles medidas por el lado de la demanda. Primero,
tendríamos la necesidad de estimular la acumulación, lo cual, si recordamos la expresión
(23), nos lleva a enfatizar los factores que inciden en la demanda global y, por ende, en la
tasa de operación (to). Asimismo, está la posibilidad de regular hacia abajo la tasa de
interés, implementar reducciones impositivas, etc. Si operamos ahora con economía
abierta y con gobierno, emergen otras posibilidades, la de elevar el gasto público (GG) y el saldo externo positivo (X – M). El monto en que estos rubros deberían elevarse es fácil de
estimar. Teniendo la plusvalía potencial y los GRE iniciales, la diferencia es la cantidad a
llenar por los gastos del gobierno33 y las exportaciones netas. O sea:
P - ( K + GI ) = ( X - M ) + GG
¿Qué se podría hacer por el lado de la oferta? Obviamente, ahora se trataría de
reducirla. Para ello, emergen dos mecanismos básicos. El primero, supone reducir la tasa
de plusvalía y, en consecuencia, mejorar la distribución del ingreso. El segundo, apunta a
la elevación de los gastos improductivos. Una situación como la que estamos discutiendo, de demanda insuficiente, es
bastante común en el capitalismo contemporáneo. Y si observamos la experiencia del polo
desarrollado a partir de la Segunda Guerra Mundial, podemos identificar dos patrones de
respuesta. En la primera, que se puede catalogar como progresista, se mejoraría la
distribución del ingreso (se reduce la tasa de plusvalía) y se elevan los gastos del gobierno, en los rubros que apuntan al bienestar social: educación, salud, seguridad
social y fondos de retiro. Los economistas discípulos de Keynes (Alvin Hansen, Joan
Robinson, Lawrence Klein, S. Harris, el Paul Samuelson de esos tiempos), favorecían
bastante este patrón de respuesta, pero en verdad se trató de una receta más predicada
que practicada. Una segunda alternativa, de corte conservador, trata de conservar la tasa
de plusvalía. Es decir, rechaza mejorar la distribución del ingreso. El énfasis, en este caso, se pone en un mayor gasto público (ahora por la vía de elevar el gasto militar) y en
elevar el nivel de exportaciones netas. O sea, recurrir a los mercados externos para
contrarrestar las insuficiencias que muestra el mercado interno. Lo cual, valga recordar,
33 Suponemos que todo el gasto público es improductivo.
21
también supone elevar el nivel de las exportaciones de capital. Desde 1950 a la fecha,
ésta parece haber sido la salida más socorrida.
Examinemos la tercera posibilidad: aquí, demanda y oferta de acumulables
resultan iguales. Esta igualdad, que es agregada ( K = P – GI ), pareciera que no da lugar a ningún tipo de problemas. Pero, a veces, esto no es cierto, sobremanera en los países
subdesarrollados. La situación que, bajo tal igualdad, genera sin embargo desajustes
implica: i)la composición de la demanda según valores de uso, no coincide con la composición de la oferta. La demanda es por bienes de capital y la oferta está integrada,
al menos en parte, por bienes de consumo; ii) la oferta, en su composición, es rígida. Lo
cual significa que no es fácil desplazar recursos desde la producción de bienes de
consumo a la producción de acumulables. Retirar recursos del sector productor de bienes
de consumo no es complicado, pero empezar a producir bienes de capital suele resultar muy difícil: aquí, las puras señales del mercado suelen fracasar para efectos de reasignar
los recursos productivos. Por lo mismo, el desequilibrio sectorial asume un carácter
estructural y provoca crisis aunque la igualdad agregada tenga lugar.
VIII.- El plazo más largo y los destinos del sistema 8.1.- El largo-largo plazo: los hechos estilizados.
La de Marx es una teoría que, entre otras cosas, busca detectar las tendencias de
largo plazo en el desarrollo del capitalismo. Utilizando una expresión ahora muy común,
nos podemos preguntar por los “hechos estilizados” del desarrollo y lo que Marx plantea
al respecto. Empezamos por la tasa de plusvalía y sus determinantes. Al respecto, Marx
sostiene, directa o implícitamente, las siguientes hipótesis: a) jornada de trabajo que
inicialmente se eleva brutalmente, para luego empezar un descenso de largo plazo; b)
productividad del trabajo en ascenso y creciendo más rápido que el salario real; c)
elevación del salario real;34 d) por lo tanto, aumento tendencial de la tasa de plusvalía.
34 Durante un buen tiempo hubo muchos autores que le achacaban a Marx la hipótesis de u(n descenso
absoluto en el salario real. Por ejemplo, en las discusiones rusas de hace un siglo, Martov, Karsky, Plejánov y
el mismo Lenin se pronuncian a favor de la hipótesis de la pauperización absoluta. Al parecer, se creía que
rechazarla era equivalente a caer en el “revisionismo traidor” de vg. un Bernstein. Con lo cual, ya se empieza
a perfilar una práctica nada recomendable: aceptar o rechazar hipótesis factuales a partir de preferencias
políticas y no de lo que nos muestra el dato empírico. Sobre la visión de Marx valga recordar algunos de sus
planteamientos: “el valor del salario debe calcularse, no según la cantidad de medios de subsistencia que
recibe el obrero, sino de acuerdo con la cantidad de trabajo que cuestan estos medios de subsistencia. (...) Es
posible que, calculado en términos de valores de uso (...), su salario aumente a medida que crece la
productividad, y sin embargo el valor del salario descienda.” Cf. C. Marx, “Teorías sobre la plusvalía, Tomo
2, pág. 359. Edit. Cartago, Buenos Aires, 1975. En el texto citado, Marx diferencia entre salario real y valor
de la fuerza de trabajo, señalando que en tanto uno se eleva el otro puede estar bajando. También habla de
“salario relativo”, entendiendo por éste la parte del Producto Agregado que va a parar a manos de la clase
obrera. Agregando que “la situación de las clases entre sí depende más del salario relativo que del monto
absoluto del salario.” (Ibidem, pág. 359). En otro texto, Marx diferencia entre salario nominal, salario real y
salario relativo o proporcional. Entendiendo por éste, “la parte del nuevo valor creado por el trabajo, que
percibe el trabajo directo.” En nuestra simbología, el salario relativo sería igual a V / WA. Lo que también se
puede entender como equivalente a la noción de “valor hora de la fuerza de trabajo”. Marx señala que “puede
ocurrir que el salario real continúe siendo el mismo e incluso que aumente, y, no obstante, disminuya el
salario relativo” y agrega que, en tal caso, “la distribución de la riqueza social entre el capital y el trabajo es
ahora todavía más desigual que antes (...). El poder de la clase de los capitalistas sobre la clase obrera ha
crecido, la situación social del obrero ha empeorado, ha descendido un grado más en comparación con la del
capitalista.” Cf. C. Marx, “Trabajo asalariado y capital”, en Marx-Engels, O.E., Tomo I, pág. 169. Edic.
citada. Confundir “situación social” con “salario real” es probablemente una de las causas que ha llevado a
esgrimir la hipótesis sobre una pauperización absoluta. Digamos también que sostener una tendencia secular
22
En estas cuatro variables, de acuerdo a la evidencia empírica disponible para
países como Estados Unidos e Inglaterra (que va, aproximadamente, desde mediados o
algo antes, del siglo XIX, hasta la fecha), las hipótesis marxianas se ven ampliamente
confirmadas.35
Seguimos con la tasa de ganancia y los factores que la determinan: tasa de
plusvalía y composición de valor del capital. Las hipótesis de Marx serían: a) aumento significativo de la composición de valor; b) lo ya indicado: se eleva la tasa de plusvalía; c)
se supone que el impacto positivo de la mayor tasa de plusvalía es más que anulado por
el aumento de la composición de valor. Por lo tanto, descenso secular de la tasa de
ganancia.
La evidencia, en este caso, es más difícil de obtener y resulta, por lo mismo, menos confiable. En todo caso, y con las precauciones debidas, digamos que parece apuntar a: a)
un aumento de la composición de valor, aunque bastante menos espectacular que el
previsto por Marx;36 b) elevación de la tasa de plusvalía; c) un comportamiento incierto de
la tasa de ganancia; es decir, no existiría una tendencia secular clara y definida.
Otro grupo de aspectos importantes tienen que ver con el crecimiento, las
estructuras de mercado y la distribución del ingreso. En estos respectos, las hipótesis de Marx serían: a) fuerte crecimiento secular del PIB global y del PIB por habitante; b)
transformación de las estructuras competitivas en estructuras oligopólicas; c) se eleva la
participación del capital en el ingreso nacional y cae la de los trabajadores productivos; d)
en el plano internacional, concentración del ingreso mundial en los países centrales y
caída del peso relativo de los países periféricos. Esta hipótesis (d), así planteada, no está en Marx pero la podemos deducir de sus principios teóricos de base.37
En cuanto a lo que muestra la evidencia empírica, digamos que las cuatro
hipótesis se ven confirmadas.
Existen algunas otras relaciones de interés sobre las cuales la opinión de Marx no
queda clara. Por ejemplo, sobre la tasa de acumulación y su comportamiento secular: ¿se
eleva, permanece relativamente estable, desciende? No encontramos en la obra de Marx
ascendente del salario real no clausura la posibilidad de descensos absolutos en plazos cortos y no tan cortos.
Finalmente, señalemos que en El Capital, Tomo I, Sección Sexta (sobre salarios), señala muy claramente que
el salario real será mayor mientras más desarrollado sea el país. Por último, adviértase el problema lógico
involucrado en la tesis de pauperización absoluta: si aceptamos que el PIB per cápita viene subiendo y el
salario real bajando, y si retrocedemos lo suficiente en el tiempo, arribamos a una economía en que el salario
real será superior a la productividad. O bien, que ¡la masa salarial será superior al producto generado! Esto es
magia pura, algo muy propio de hipótesis absurdas. 35 Aparte de los informes estadísticos oficiales (como vg. las “Historical Statistics” de EEUU), son muy
valiosos los aportes de Angus Maddison. 36 La densidad de capital, definida como volumen de capital fijo por hombre ocupado o por hora de trabajo
vivo, se ha elevado espectacularmente. Pero como la productividad en el departamento I, el productor de
medios de producción, también se ha elevado, el valor de los acervos crece bastante menos. Incluso, en
algunos períodos la mayor productividad llega a anular el impacto del mayor quantum. Aunque Marx advirtió
sobre este efecto, es evidente que lo subestimó. Curiosamente, hay autores notables que ni lo perciben. Caso
de Ernest Mandel. 37 Algunas expresiones literales de Marx, como el famoso “de ti habla la fábula” que le dirige a la Alemania
atrasada (respecto de Inglaterra) de su tiempo, se podrían interpretar en un sentido opuesto. Pero no es
inteligente apoyarse en tales o cuales frases sueltas y olvidar toda la estructura básica de la teoría general de
Marx. Además, sobre este punto mal podía pronunciarse Marx, pues en su época el fenómeno aún no se
perfilaba en los términos que lo hiciera más tarde. Recordemos, por ejemplo, que hacia la primera parte del
siglo XIX, la misma India tenía una industria textil superior a la de Inglaterra. Y que ésta destruyó luego, pero
con cargo a métodos extra-económicos, militares y políticos. Como escribiera Marx observando este tipo de
políticas, “la profunda hipocresía y la barbarie propias de la civilización burguesa se presentan desnudas ante
nuestros ojos cuando, en lugar de observar esa civilización en su casa, donde adopta formas honorables, la
contemplamos en las colonias, donde se nos ofrece sin ningún embozo.” C. Marx, “Futuros resultados de la
dominación británica en la India”; en Marx-Engels, O.E., Tomo I, pág. 511. Edic. citada.
23
un planteo claro y explícito. A partir de su hipótesis sobre una tasa de ganancia
descendente, podríamos pensar en una tasa de acumulación que también desciende.38
Pero amén de que la noción de tasa de ganancia normal debe cambiar según el período
histórico39 y podemos suponer que la clase empresarial termina por acomodarse a lo que
su tiempo indica como “normal”, Marx también apunta a una relación semi-constante
entre masa de plusvalía y acumulación. Y la masa sí se eleva en términos de tendencia. Asimismo, más allá de tal o cual opinión rápida, no queda claro que de la estructura
lógica del modelo se pueda deducir una tendencia clara. Otro aspecto es el del tamaño
relativo del ejército de reserva industrial. ¿Sube, cae? Pero antes, ¿cómo medirlo? ¿Cómo
tasa de desocupación abierta? ¿Agregando el desempleo disfrazado? Es posible que Marx
pensara en una capacidad decreciente de absorción ocupacional y, por ende, en una tasa de desocupación (que incluyera a los sub-ocupados) que se iría elevando en el largo-largo
plazo. Pero aquí surge otra consideración: si la desocupación crece demasiado, pudiera
poner en riesgo la estabilidad política del sistema. Lo cual, obligaría a la intervención de
la instancia estatal para crear empleos y evitar la explosión del caso.40 Algo que,
ciertamente, fue la postura de Keynes. Pero también que sólo le hubiera preocupado el
tema en torno a las fluctuaciones cíclicas y el papel que en ellas juega la desocupación y la variable salarial. Como sea, en uno y otro caso la evidencia empírica ( que para el caso
del desempleo, no hay cálculos hacia atrás homogéneos que vayan más allá de 1940)
dista de ser concluyente. Se trata, entonces, de temas abiertos que –como en el drama de
Pirandello- buscan autores que lo investiguen.
8.2.- Destinos del sistema y crisis terminal
Sobre el futuro del sistema la controversia es grande. No es del caso entrar aquí en
una discusión detallada pero conviene por lo menos ensayar una mínima alusión al tema.
Una línea de pensamiento enfatiza el aspecto económico y apunta a un derrumbe
cuasi automático del sistema. El argumento se asienta en la tendencia descendente de la
tasa de ganancia. Primero, se supone que esta tendencia es verdadera. Segundo, se recuerda que la finalidad del capital no es la producción per-se sino el logro de la mayor
tasa de ganancia posible. Tres: se deduce que ante la imposibilidad de lograr este
objetivo, el sistema termina por derrumbarse. Es la llamada “teoría del derrumbe
automático” del sistema capitalista. Para muchos autores, esta teoría no sólo se
encuentra en Marx, sino que sería su contribución más relevante. Por lo mismo,
rechazarla sería sinónimo de “traición” a los principios más esenciales de la teoría de Marx.
En esta aproximación hay varios problemas nada menores. Recordemos que está
conectada al progreso técnico que tiene lugar en el capitalismo. Este, como señala el
mismo Marx, provocaría, a la vez, tanto un aumento de la composición de valor del capital
(C/V), como una elevación de la tasa de plusvalía. Pero como en la expresión de la tasa de ganancia, la composición (C/V) está en el denominador y la tasa de plusvalía en el
numerador41, se trata de fuerzas que operan con un sentido contrapuesto y, por lo
38 Un poco o mucho, en la línea del “estado estacionario” de los clásicos. 39 Al igual que en el caso del salario real, podemos hablar de un “componente histórico moral” en los
beneficios del capital. 40 No olvidemos que en el caso de la jornada de trabajo, fue también la instancia estatal la que interviene
como fuerza reguladora. En tiempos ya olvidados para alargarla y hacia fines del siglo XIX, para reducirla y
ponerle límites. 41 La tasa de ganancia (g) se puede escribir como sigue:
g = p ( nv ) / [ 1 + C/V ]
En que p = tasa de plusvalía; nv = velocidad de rotación del capital variable; C/V = composición de valor del
capital. Nosotros hemos venido manejando una expresión alternativa:
g = p (nv ) ( V / K )
En que V/K es un indicador de la composición de valor, el que debería irse reduciendo más y más conforme
opera el progreso técnico. Pero en esta expresión es aún más claro que el aumento de la tasa de plusvalía
24
mismo, pudiera no estar claro cuál es el factor dominante. En cuanto al mismo Marx, es
claro que pensaba que el factor dominante era la composición de valor del capital en
ascenso. Pero su argumentación no es demasiado convincente.
Existe un segundo problema, quizá mayor. Que el progreso técnico eleva la
densidad de capital (volumen de activos fijos por hombre ocupado o por hora trabajada),
es algo que nadie discute y sobre lo cual la evidencia empírica es muy elocuente. Pero en la expresión marxiana de la tasa de ganancia lo que importa no es el quantum de activos fijos sino el capital constante, o sea el valor de los medios de producción avanzados.
Tendríamos entonces el índice del quantum de medios de producción dividido por el
índice de la productividad del trabajo en el Departamento I de la economía. Luego, si
efectuamos esta indispensable operación, el crecimiento de la composición de valor se ve
bastante afectado. Al punto que muchas veces varía muy poco o simplemente no crece. En consecuencia, incluso si aceptamos que existe una elevación en la composición de
valor, esta sería lo suficientemente pequeña como para ser contrarrestada por el aumento
de la tasa de plusvalía. Por lo mismo, no es claro que también exista una tendencia
descendente en la cuota de ganancia. O bien, si existe esta tendencia en términos
seculares, el descenso secular es bastante lento y, por lo mismo, para nada permite hablar de un derrumbe automático.42 Pensemos también en lo siguiente: la tasa de
ganancia no depende exclusivamente de la composición de valor. Y muchas veces se ha
derrumbado a partir de los otros factores que la determinan. Además, junto con ser
profunda, la recesión ha sido muy larga. Pero en prácticamente todos estos casos, el
sistema ha subsistido. Lo cual, nos indica que el “mecanismo del derrumbe” no ha
provocado el derrumbe. Claro está, se sostiene que no hay aquí una prueba fuerte pues en la visión que comentamos no hay recuperación posible, ni a corto ni a largo plazo, de
la tasa de ganancia. Pero, ¿son así las cosas? Supongamos que los costos capitalistas de
producción (CKP) tienen una composición porcentual de 80C + 20V = 100 CKP.
Supongamos también que la productividad en bienes salarios se eleva en un 100%. En
este caso, caeteris paribus, el capital variable caería a 10V y, por lo mismo, los costos se reducirían en un 10%. Volvamos a la situación inicial y supongamos ahora que es la
productividad en el sector de medios de producción la que sube en un 100%. En este
caso, caeteris paribus, el capital constante cae de 80C a 40C; por ende, los costos
capitalistas disminuyen en un 40%. La deducción es clara: cuando el peso del capital
constante en los costos capitalistas es muy alto, surge espontáneamente un fuerte
estímulo para elevar la productividad y reducir los costos en el Departamento I de la economía. Lo cual, como sabemos, frena o hasta anula el eventual crecimiento de la
composición de valor.
Si se trata de examinar los destinos del capitalismo y su sustitución por otro modo
de producción, encerrarse en el puro ámbito de la economía resulta bastante torpe, pues
es justamente en esos momentos de cambio social mayor cuando la variable política alcanza su mayor relevancia. Pero inclusive si nos limitamos al puro espacio de lo
económico, la noción de un derrumbe automático sale muy mal parada. Como la noción
se apoya en el descenso de la tasa de ganancia, habría que preguntar cuál es el nivel
crítico de la tasa, el que clausura la inversión y provoca el derrumbe. Luego, estimando la
tasa de decrecimiento, podríamos despejar el año fatal. Después, como el árabe del
cuento, sería cosa de ponerse a esperar. El calendario avanzaría hasta llegar el momento de la debacle, en que el capitalismo se desplomaría sin que sus opositores hayan movido
un solo dedo. En realidad, basta plantear el punto para advertir lo burdamente
mecanicista, simplona e irreal de la hipótesis. Dobb lo planteaba así: “con mucha
contrarresta ese impacto. Si lo anula o no, es algo difícil de responder en términos apriorísticos. En cuanto a
los trabajos empíricos, amen de escasos, no parecen ser muy concluyentes. 42 Nuestras indagaciones empíricas (que aquí no podemos presentar), para el caso de EEUU, apuntan a largos
períodos en que la tasa no cae e incluso experimenta cierta elevación. Pero en lo grueso, partiendo desde
1850-60 a la fecha, se daría un descenso nada espectacular. Por lo mismo, con efectos nada dramáticos. La
clave residiría en el crecimiento de la productividad en el Departamento I.
25
frecuencia se tiende (...) a considerar el punto de vista de Marx sobre esta cuestión como
demasiado mecánico, describiéndolo como si descansara en la predicción de que la
ganancia decreciera en forma de una curva continuamente hacia abajo hasta alcanzar un
punto en que el sistema tendría que pararse bruscamente, como una máquina a la que
faltara vapor.”43
Suponer que el derrumbe depende exclusivamente de la evolución de la composición de valor es, además, tremendamente unilateral. Si nos concentramos en la
tasa de ganancia, ésta se ve afectada por varias otras variables. Por ejemplo, por una
demanda insuficiente, lo que reduce la tasa de operación y afecta a la rentabilidad; o por
una tasa de interés que entorpece la dinámica del capital productivo; o por una
concentración monopólica que regula y torna lento al progreso técnico, amen de purgar a los sectores de libre competencia. Un enfoque unilateral, por definición olvida
interacciones claves dentro del sistema. Por ejemplo, supongamos que se está elevando la
composición de valor y que la tasa de plusvalía sube lo suficiente como para impedir el
descenso de la tasa de ganancia. Si nos encerramos en este marco, deberíamos concluir
que el problema ha sido superado. Sin embargo, la mayor tasa de plusvalía, si no va
acompañada de un aumento correspondiente en los GRE (gastos que realizan el excedente, como la acumulación), puede originar un descenso en la tasa de ganancia y,
por ende, una crisis, que esta vez se procesa por el lado de una demanda insuficiente. En
breve, un problema que emerge en un espacio, se desplaza a otro y la crisis llega
igualmente. Pero este movimiento, es algo que detectamos sólo si manejamos una visión
de conjunto. El problema sustantivo, recordemos, es el del destino del capitalismo. Y de
acuerdo a lo ya comentado, conviene abordarlo con cargo a un enfoque multilateral y que
no olvide la vital interacción que se da entre las variables económicas y las ideológicas y
políticas. Limitándonos a un señalamiento muy esquemático, podemos apuntar a tres
niveles de despliegue del argumento. El nivel más general El primero, es el más genérico y nos recuerda un principio ontológico muy general
y que es esencial a la visión dialéctica que maneja Marx: la historia existe y, por lo mismo,
no hay sistemas sociales eternos. Los sistemas socioeconómicos nacen, se desarrollan y,
al cabo, terminan por disolverse. Entran a la escena histórica y desaparecen de ella.
Como decía Lucrecio, en noción muy repetida por Marx, “solo la muerte es inmortal”.44 Principio que también se debe aplicar al capitalismo. Así como éste tuvo una fecha de
nacimiento, también tendrá otra de defunción. Por lo menos para los que respetan la
dialéctica objetiva, tal enunciado es indiscutible. Pero, junto con recordarlo, también se
debe agregar: es necesario examinar cómo este principio general se concretiza en el caso
del capitalismo. El nivel económico
El segundo nivel apunta a las contradicciones económicas básicas del capitalismo.
En el plano puramente económico no hay que olvidar el abecé: el capitalismo es un sistema de múltiples contradicciones en desarrollo. Por lo mismo, en tal o cual momento de
su desarrollo, esas contradicciones se suelen alterar y alcanzar una resonancia muy
diferente. La teoría más general nos puede orientar en el sentido de apuntar a las
variables y espacios que suelen ser más problemáticos, pero nada nos puede eximir de efectuar un análisis concreto de la situación concreta.
Como sea, entre las contradicciones fundamentales debemos consignar: 1) Tasa de ganancia y crisis. En el capitalismo, recordemos, la producción “se
paraliza, no donde lo exige la satisfacción de las necesidades, sino allí donde lo impone la
producción y realización de la ganancia (...). La cuota de ganancia es el resorte propulsor
de la producción capitalista, que sólo produce lo que puede producirse con ganancia y en
43 M. Dobb, “Economía Política y capitalismo”, pág. 79. FCE, México, 1974. 44 “Si la revolución de muchos siglos / fuese posible ver, eterna muerte / no por eso dejara de aguardarnos”.
Lucrecio, “De la naturaleza de las cosas”, Edic. Cátedra-REI, México, 1983.
26
la medida que ésta puede obtenerse.” Ahora bien, exista o no la tendencia secular al
descenso, la tasa de ganancia cae en forma periódica lo que da lugar a las crisis y
oscilaciones cíclicas del sistema. Como los factores que inciden en la tasa de ganancia
son variados, también son variados los senderos que llevan a la crisis. La resultante, el
descenso de la tasa de ganancia, provoca efectos conocidos: desciende abruptamente la
acumulación, lo que arrastra al ingreso nacional. Con ello, cae la ocupación y se engrosa el ejército de reserva industrial. También se extienden las quiebras y aumenta la
centralización de los capitales. Los grandes perjudicados son la clase obrera, las capas
medias asalariadas y la parte más débil de los capitalistas, los que quiebran o son
absorbidos por el gran capital. Por lo mismo, se puede esperar que crezca el malestar
social, tanto más según cuál sea la magnitud de la crisis. En eso, hay dos dimensiones a recoger: i) la profundidad de la crisis: cuánto cae el nivel de la actividad económica; ii) el
largo de la crisis: cuánto es su tiempo de duración.
En este contexto, se tiende a pensar que Marx postularía una tendencia al
aumento de la magnitud de las crisis, lo que al cabo, debería provocar una crisis
terminal del sistema. Pero salvo un párrafo del Manifiesto, no encontramos en Marx (al
menos en sus obras maduras y de economía) una postura clara a favor de tal hipótesis.45 Lo que sí podemos encontrar es otro punto: mientras mayor el tamaño de la economía (el
desarrollo de las fuerzas productivas en el lenguaje de Marx), mayor será el desperdicio de
recursos que provocan las crisis. Lo cual es bastante obvio: supongamos que la magnitud
de la crisis permanece igual y que el PIB anual cae en un 10%. Si el PIB es igual a 100 se
pierden 10 unidades de producto; si el PIB es de 500, se pierden 50 unidades. En términos absolutos, la pérdida va siendo cada vez mayor. Este es el primer paso. El
segundo apunta a la reacción social: Marx supone que ante tal despilfarro creciente, la
sociedad reaccionará poniendo fin al sistema. Y no está demás subrayar: la importancia
que se le asigna a la reacción social de la colectividad. Si ésta no tiene lugar, no se puede
hablar de crisis terminal. 2) Tasa de plusvalía y distribución del ingreso. Marx sostiene que a lo largo del
tiempo, se manifiesta una tendencia de largo plazo al aumento de la tasa de plusvalía. Por
lo tanto, la distribución del ingreso se va tornando más regresiva. Sucediendo algo
similar, pero con más fuerza, en el plano de los activos (Marx habla de “riqueza”). En
suma, la distancia socioeconómica entre las dos clases fundamentales se acentúa. Con
una perspectiva de largo plazo, Marx supone que este proceso terminará por provocar el
levantamiento de los de abajo. Si observamos el caso de los países desarrollados, hasta ahora esta predicción ha fallado y en vez de rebelión, lo que se visualiza es más bien una
integración de la clase obrera. Para el caso, digamos que: i) la distribución de la riqueza es
bastante menos visible; ii) al parecer, cuando la clase obrera ve elevarse sustancialmente su nivel de vida absoluto, eleva también su conformismo y se olvida de la relación entre
los ingresos (i.e. de la distribución), al menos por un tiempo largo; iii) al crecer el peso de
los asalariados improductivos, la participación salarial se eleva y, al menos en este plano,
se tiende a oscurecer la regresividad distributiva.46 3)Apropiación privada versus socialización creciente. La apropiación capitalista de
los resultados de la producción es, por supuesto, de carácter privado. Además, por los
45 En este texto, Marx y Engels escriben que el sistema sale de las crisis, “preparando crisis más extensas y
más violentas y disminuyendo los medios de prevenirlas.” En Obras Escogidas, Tomo I, pág. 117. Progreso,
Moscú, 1973. La gran parte de los autores no marxistas sostienen que éste es el punto de vista de Marx. Pero
la validez de esta hipótesis es muy dudosa: la evidencia empírica no muestra (al menos con claridad) que
exista una agravamiento de las crisis. Además, los medios teóricos que pueden suavizarla (no eliminarlas) sí
existen. Pensemos en las teorías de Keynes y Kalecki y se verá que su utilización como orientadoras de las
políticas económicas, puede ayudar a suavizar el desplome cíclico. 46 Por participación salarial entendemos la relación entre salarios totales (productivos e improductivos) e
ingreso nacional. Designamos por (si) la cuota de los salarios improductivos en los salarios totales y por (p) a
la tasa de plusvalía. Podemos escribir:
w = 1 / [ (1 + p ) ( 1 – si ) ]
27
procesos de centralización del capital que van teniendo lugar, lo es en un grado cada vez
mayor. Asimismo, las decisiones últimas de la gestión de los procesos productivos, siguen
en manos de una delgadísima minoría. Por otro lado, en la medida que el sistema se va desarrollando, también observamos un proceso de socialización cada vez mayor de sus
fuerzas productivas.47Los procesos productivos asumen un carácter cada vez más
cooperado e interdependiente y, a la vez, los procesos de carácter personal, como en el régimen artesanal, van resultando cosas del pasado. En suma, los procesos de
producción hoy son un asunto de todos. Pero la propiedad sigue siendo asunto de muy
pocos y, por lo mismo, se va abriendo una disociación creciente entre el carácter todavía
privado de la propiedad y el carácter cada vez más socializado (i.e. colectivo) de los
procesos productivos.
La disociación se expresa en el espacio microeconómico: la gestión capitalista mantiene su carácter despótico-autoritario en tanto el proceso pasa a ser responsabilidad
del colectivo. Con lo cual, supone Marx, se puede esperar que éste pase a reclamar sus
prerrogativas, lo que supone instaurar una gestión colectiva y democrática del proceso
productivo, algo incompatible con la naturaleza de la propiedad capitalista. También la
disociación se expresa en el plano macroeconómico: la profunda interdependencia y cooperación macro, pasa a exigir una gestión global planificada de la economía.
Entretanto, la gestión privada provoca crisis y despilfarro de recursos. También aquí,
Marx supone que los productores –es decir, ya la sociedad en su conjunto- se levantan
contra la anarquía, las crisis y el despilfarro, para imponer una gestión económica
planificada y democrática. 4) Crecimiento, centralización y monopolios. En Marx encontramos una hipótesis
muy clara: el crecimiento de la economía va asociado al crecimiento del tamaño de las
empresas. Lo cual, como regla, acentúa la diferenciación entre niveles de productividad de
las diversas empresas que operan al interior de una rama. Esto, provoca absorciones y
diferenciales de productividad y de crecimiento cada vez mayores. Con lo cual, las
condiciones que posibilitan el funcionamiento de un esquema de libre competencia se
rompen y el sistema avanza a una fase dominada por los grandes monopolios. Las consecuencias del monopolio son variadas. Aquí nos interesa mencionar: a) se agrava la
distribución regresiva del ingreso y de la riqueza;48 b) el crecimiento efectivo de la
economía se sitúa por debajo del potencial;49 c) la mayor concentración del excedente
junto a las políticas de regulación de la oferta y de la inversión que practican los grandes
consorcios, suele provocar problemas de realización y tendencias al estancamiento. Y si el estancamiento no se materializa, se debe fundamentalmente al crecimiento de los gastos
improductivos, los militares en especial; d) se acentúa la disparidad de poderes
(económicos y políticos), entre un pequeño grupo de grandes magnates y la gran mayoría
de la sociedad.
En una apreciación de conjunto, tendríamos: i) potencial productivo sub-utilizado:
“el monopolio del capital se convierte en grillete del régimen de producción”50; ii) la acentuada exclusión de las grandes mayorías, en lo económico y lo político. Según Marx,
uno y otro aspecto, deberían provocar una reacción de oposición frontal. Su pronóstico
era que, al final de cuentas, los “expropiadores serán expropiados”. 5) Centro y periferia: la desigualdad a escala internacional. Por cierto, poco es lo
que podemos encontrar sobre el tema, en Marx. Pero de su modelo sí se pueden derivar
los elementos adecuados para tratar este fenómeno. Ya lo decía Lenin hacia 1920: “el capitalismo se ha transformado en un sistema universal de sojuzgamiento colonial y de
47 Sobre el concepto “socialización de las fuerzas productivas”, ver José Valenzuela Feijóo, “Producción,
excedente y crecimiento”, cap. 12. Edic. Trillas, México, 2005. 48 Primero, porque redistribuye la plusvalía a favor del sector monopólico y en contra de los no monopólicos.
Segundo, porque se supone que también puede afectar a la participación salarial. 49 No confundir con la hipótesis de que provoca un menor crecimiento. Puede darse una tasa de crecimiento
superior a la de períodos anteriores y a la vez, muy por debajo del potencial. 50 C. Marx, “El Capital”, Tomo I, pág. 548. Edic. FCE, citada.
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estrangulación financiera de la inmensa mayoría de la población del planeta por un
puñado de países ‘adelantados’.”51 En realidad, el fenómeno del imperialismo abarca el
aspecto del monopolio per-se (punto 4), el conflicto entre las grandes potencias por el
dominio internacional y el conflicto centro-periferia. En que usualmente, hay una
estrecha articulación entre tales aspectos, sobremanera en el plano internacional.
En la medida que la periferia asume un rol pasivo y subordinado, sirve como válvula de escape a muchas de las contradicciones que tipifican al polo desarrollado del
sistema. Por ejemplo, abastece al centro con alimentos baratos (lo que ayuda a elevar la
tasa de plusvalía) y con materias primas baratas (lo que contiene el aumento de la
composición de valor). También, la periferia bombea excedentes hacia el centro (vía
intercambio desigual, utilidades de la inversión extranjera, etc.), sirve como mercado externo y como campo de aplicación de los excedentes de capital (inversión extranjera)
que se generan en el centro. Con todo ello, ayuda a suavizar conflictos como los que ya
hemos mencionado. Pero, ¿qué sucede cuando el “tercer mundo” despierta y se rebela,
cuando empieza a luchar por su autonomía y libertad? En este caso, en vez de válvula de
escape, se transforma en fuente de dificultades adicionales. Con ello, también se recrudecen los conflictos entre las grandes potencias y, también, los conflictos internos que funcionan en cada una de ellas. La deducción es clara: la rebelión de la periferia
agudiza enormemente las contradicciones del sistema y lo tiende a empujar a crisis de
carácter terminal.
Se supone que estas cinco contradicciones (amen de otras), se desarrollan y
agudizan. No necesariamente al unísono, aunque siempre interactuando entre sí. En
ocasiones, una de ellas podría precipitar una crisis mayor. En otras, una conjunción daría lugar a un conflicto más explosivo. Lo que en todo caso interesa destacar son dos
puntos: i) mientras mayor sea el conflicto económico, mayores serán las dificultades del
sistema para salir del pozo; ii) mientras mayores sean esas contradicciones, mayor será la
presión de lo económico en lo político y, por lo mismo, menores serán las posibilidades de
que en este nivel –el político- se evite el cambio que exige la estructura económica. El nivel político.
En el tercer nivel debemos examinar el problema de la interacción de lo económico
con lo político y las funciones que cumple la variable política en el proceso de cambio
social. Se trata aquí de rechazar aquellas posturas que consideran a la política como un
espejo inerme de lo económico. Por lo mismo, de concederle la autonomía que le es
propia. La economía, ciertamente presiona y muchas veces doblega a las otras esferas de la vida social. Pero no siempre es así. Por lo mismo, conviene observar más de cerca este
muy vital aspecto.
La economía moldea de una manera bastante directa el comportamiento de los
grupos y personas en el espacio que le es propio, el de la estructura económica. Por
ejemplo, un capitalista que no cumple con las reglas del juego y, por ejemplo, eleva drásticamente los salarios de su empresa y/o deja de acumular, muy pronto
desaparecerá de la escena económica. Asimismo, un obrero que no se someta en la
fábrica a las ordenes de la gerencia, será simplemente despedido. Pero en otros espacios
de la vida social, como el político y el ideológico, su influencia es más indirecta y supone
un complejo conjunto de mediaciones que pueden tornar incluso ineficaz la presión de la
estructura económica. Un obrero, aunque su posición económica lo dictamina, no necesariamente desplegará una actividad política contra el capital. El punto es sin duda
complejo y aquí mal lo podríamos abordar en todas sus aristas y matices. Para nuestros propósitos nos podemos limitar a una observación: la economía no da lugar a una conducta unívoca. Como lo hemos visto para el caso de la clase obrera, la misma posición
económica se puede traducir en comportamientos muy disímiles. Y si esto es así, es
porque operan mediaciones y el espacio político funciona con ciertos grados de autonomía. En breve, el camino que parte desde la posición económica, sigue con la
51 V. I. Lenin, “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, Prólogo, en Lenin, Ob. Esc., Tomo I, pág.
696. Edit. Progreso, Moscú, 1974.
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conciencia y desemboca en la conducta social y política, no suele seguir una misma
trayectoria ni llegar a los mismos resultados. Lo que se desprende no por sencillo es menos decisivo: sin el análisis de la variable política, no se puede hablar de los destinos del capitalismo. En este plano, como se suele decir, la economía puede apremiar y
empujar, pero es la política la que resuelve.
Examinemos más de cerca el punto. Por ejemplo, las instituciones políticas, ante la presión de la economía, ¿acaso hacen mutis por el foro? ¿Acaso el Estado no tiene
como misión fundamental preservar el orden económico vigente? Esto nos permite
advertir: pudiera ser que la economía esté presionando por el cambio y que existan
fuerzas sociales que lo empujan. Pero hay instituciones políticas, como el Estado, que
rechazan esas presiones y operan para preservar el statu-quo. La moraleja es elemental: no basta el dato económico; también es vital que la variable política acepte e impulse el
cambio estructural. Algo que para nada es simple. En términos muy generales, se da una
secuencia que no debemos olvidar: la economía genera contradicciones que presionan por
el cambio y que alinea a las diversas clases y grupos en torno a este cambio. Esto, gatilla
a las instituciones políticas (como el Estado) encargadas de preservar el statu-quo. Lo
cual, a su vez, debe provocar el despliegue y desarrollo político superior, de las fuerzas
progresistas. Con lo cual, tenemos que la contradicción se desplaza desde la economía hacia la política. Y sea que el cambio se de o no se de, este movimiento es inevitable, no
hay modo de saltárselo. En suma: a) si la economía no presiona, difícilmente tendremos
un cambio social significativo. De aquí la necesidad de investigarla; b) cuando la
economía presiona con fuerza y por un período largo, la conciencia de los actores se suele
reacomodar “para bien”. Es decir, se avanza a una conciencia de clase adecuada, lo que
fortalece a las fuerzas que se pueden beneficiar del cambio y, por lo mismo, eleva las probabilidades de que éste tenga lugar; c) la economía y la ideología pueden presionar, pero el cambio se resuelve en el espacio de la política. Es decir, en el espacio de la fuerza;
d) a la larga larga, las fuerzas progresivas deben triunfar. Primero, por la misma presión
de la economía. Es decir, por la necesidad de evitar el estancamiento, el despilfarro y la
desigualdad creciente. Lo cual, debe agrandar y fortalecer al bloque social que pugna por
el cambio. Segundo, porque la misma agudización del conjunto de contradicciones que hemos venido mencionado, va también provocando la división y descomposición del
bloque conservador. Tercero, porque la masa trabajadora más tarde o más temprano
reclamará por condiciones de vida dignas, por su libertad en el proceso de producción (lo
que exige que ella pase a dirigirlo) y por vivir en un marco de relaciones sociales que no
destruyan y sí enriquezcan al ser humano. Algo que el sistema, por sus características intrínsecas, es incapaz de entregar. Pero sí, en el plano material, es capaz de preparar.
Este, es un rasgo muy distintivo del análisis de Marx y que lo aleja de toda prédica
moralizante y del llamado socialismo utópico. En Marx, no sólo se examinan las
contradicciones objetivas del sistema y cómo ella presionan por su derrumbe final. A la
vez, se examina cómo el desarrollo del sistema va preparando las condiciones objetivas
que permitirán su superación. Por ejemplo, el fuerte proceso de socialización de las fuerzas productivas que provoca el desarrollo capitalista, termina por preparar y hasta
exigir una gestión planificada de la economía global. De modo análogo, tenemos que el
alto nivel de productividad, posibilita que en un nuevo marco se pueda reducir la jornada
de trabajo y, a la vez, elevar sustancialmente el nivel de vida de la clase obrera