LA . VANGUARDIA ESPAÑOLA Página 3. — Viernes 17 … a de películ del más pur o sabor Metr...

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LA . VANGUARDIA ESPAÑOLA Página 3. — Viernes 17 de febrero de 1939 Colaboradores de "La Vanguardia Española rt ¿«FINÍS CATALONI/E»? El «fin» de una película de «gangsters», simplemente Cabo de Creus, febrero Entre la neblina que «1 sol de esto, domingo de lebrero deshilvana, se ha abierto ©1 eco del último cañonazo sobre la tierra catalana. Ante la serenidad inmutable do un Canigó enteramente blanco y un Cabo de Creus exten- dido perezosamente sobre un mar espumoso, han cesado las últimas escenas guerreras que ha presenciado este Pirineo tan conocedor de Ejércitos y de batallas. Esta vez el Pirineo se ha limitado a funcio- nes de Portero Mayor. Quizá el pobre viejo está ya tan cansado de presenciar luchas, qu© ha preferido contemplar un mero desfile. Urna sencilla distracción o pasatiempo para el qu© ha visto pasar todo Ejército de Aníbal. Sí; porque por los mismos sitios y pisando las mismas piedras ha pasado el ejército rojo con sus grandes camiones e incluso con sus tanques, que son la modalidad moderna de» los elefantes 'que componían las fuerzas de asalto de los cartagineses. Pero, que el lector me 'perdone, anuí acabo con las comparaciones. No queda ya otra. El paso de los dos. Ejércitos es, de tan distinto, opuesto. Unos iban, los otros corrían. Los pri- meros atacaban, los segundos escapaban. El paso del .ejército rojo se ip'uede explicar o comentar de muchas maneras. . todas, me- nos en forma de cantar de gesta. Verdaguer no podía jamás .prever que un día tendría lugar ésta parodia del «Paso de los Pirineos» que él cantó. ¿Recordáis Jos versos de.epopeya?- «I arvall, onades d'homes a onades succeeixen, .tetes de ierro a onades d'acer sense. parar, Gom mai encara en surten a.) cim, i 'ja cobreixen El. pía, les del Massana segulntoap a. la mar, Mostrant al sol s'escata d'argent que-üuenteja, Apar serpent enorme que corre i anguileja Des de Banyuls a Salces, de-Salces flus Osseja, Fodent dues vegades el Rosselló íaixar.» ¡Dios mío! ¡Dios, mío! ¡Y que monótona es la Historial Exacto, matemáticamente exacto, se podría hoy así describir esta serpiente de'«ma- terial» y hombres que por Port-Bou y El Per- itas sale precisamente para Banyuls y Osseja, respectivamente. Dice Verdaguer que aquellas' huestes podían fajar en doble vuelta al- Rose- llón. Esta nueva columna de hombres, de hie- rro y de acero — «oleadas de hombres a olea- das suceden; olas de hierro a.oleadas de acero sin parar» — se extendía días pasados de Ge- rona a la frontera. Más de una compa- ñía, — concretamente el 32 batallón de Infan- tería — creyendo qu© por todas partes cuecen habas (lentejas en este caso), se negaba a desarmar y algunos puros pistoleros de las fuerzas del «Gouvem-ement» ya se habían es- condido &n los «jes de los vagones de la esta- ción de Perpifláin, con sus bolsillos repletos de bombas de mano y sus pistolas-ametralladoras bajo el- brazo... ¡Pobrecillos!... Del primer pu- ñetazo les han cerrado la boca detl estómago... liníelices! Ellos desconocen el francés o,' algu- nos, ni leer ©1 periódico saben para enterarse que ya boy en Francia son también los viar- xistas, «los maíxistas presuntuosos», traducido literalmente de un periódico de izquierdas. Los rojos, al volar tos puentes, nos han cau- sado un perjuicio real y tremendo. Real y tre- mendo a mí y a mi amigo, este audaz opera- dor de la Cinematografía Nacional que parece arrancado de un film americano. Pero a las Divisiones Navarras o Marroquíes, al Ejército «a general, estas voladuras han sido tan ridi- culas como echar gravilla para impedir el paso ¿e una apisonadora. ¡Pero los últimos puentes no estaban volados ya; les hubiesen cortado la propia retirada, como ya ocurrió a muchos grandes camiones de la D.C.A., que se han quedado a dos kiló- metros de la frontera, inmóviles como rollizas perdices sorprendidas por el perro. Yo no sé si Aníbal por aquellos caminos, que hoy cubre el asfalto do la carretera, dejaba muchos huesos de elefantes. Ignoro qué dejaba en pos de sí t& coloso de las anchas espaldas. Pero en cambio he visto lo que ha dejado tras su huella este otro «coloso» de Negrín. Senci- llamente ha dejado la mayor cantidad de res- tos d& automóvil que se puede ver hoy en Eu- ropa — jos cementerios de Automóviles d© Dft> troit ya sabemos que son insuperables. ¡Cómo se ha parecido esta Revolución (-en Cataluña) a una inmensa película de «gangs- ters»! ¡Qué copia tan siniestra de esta produc- ción «standard», con la .cual la judía Hollywood invade el mundo!... Todos recordamos que las primeras manifestaciones de la revolución en Barcelona fueron los grandes coches aristados de «Parabellums» y «Hammerless» derrapando por el asfalto de la calle Balines con ios neu- máticos chirriantes y enloquecidos. X, ahora, las últimas manifestaciones: coatíes quemados, como cerillas, en el Fluviá; coches aplastados en Figueras y coches despeñados par la carretera de Part de la Salva-, como el final espectacular de una película de Gaorge Raít. Desde ©1 fondo de los barrancos de la Costa Brava los coches muestran sus ejes y sus diferenciales, panza aniba,. en la última instantánea de su desplome que contemplaban, allá erriba, grupos huidizos de aficionados al espectáculo del celuloide. Les faltaba este de- talle americano para completar dos años de esta vida de pelicuüa de «gangsters»; grandes *>rajes, pistolas en el bolsillo interior de la americana, nígoc'os de exportación- y chantaje, feorraoheias colectivas y desorden integr'. No puedo resistirme da fe «caler ocho lttu¿* de paréntesis: si el lector quiere vivir inedia hora de película del más puro sabor Metro Goldwin Mayer no tiene más que trasladarse a la Cheka instalada en casa de los Conde de San Gervasio: mezcla brutal de lujo y desor- den; cigarrillos de marca U. E. of A.; revistas y periódicos americanos: el. «New York Wor- ker», el «Nash»; discos de B-enie Cárter, bote- lla,s vacías y material de tocador femenino. Pero hacia las crestas — que uno tuvo que subir a pie por los puentes volados de la ca- rretera — que costienen y basan el Cabo de Creus, las huellas no ¡son tan americanas ni modernas. Aquí y allí, desperdigados por el monte, quedan los restos de cabras y carneros que sacrificó el Ejército rojo al dios de la derrota antes de saltar ágilmente la línea fron- teriza. El- sol saca destellos relucientes del te- jido tri-poso del ganado ya devorado; los cuer- vos y los buitres desde muchos centenares de metros se lanzan veloces... No tienen, a Dios gracias, otra comida. Estos ¡parajes do poesía., estas mágicas tierras del Amipurdáu se han ahorrado, por esta vez, la. visión de cadáveres humanos. Contando con la rapidez de sus ocho ci- lindros, ha habido «ministros y íninistrables» rojos que han llegado a distancias irriso- rias. El día de üa entrada en Barcelona comimos el arroz preparado para Juan Co- morera, y según me contó un periodista francés en la frontera, Negrín pasó a las 3,45 — junto con su escolta de siete coches do po- derosa marca americana —. ©so es, e, muy poco de llegar el propio General Solcliaga. Azañ'a, por el contrario, pasó el primero y no se quedó en Perpiñá-n. Los periódicos framce- ses qu© nos entrega nuestro amigo, nos lio muestran en-los alrededores de Chanionix, en casa de un compañero de su cuñado Rivas Cherif, la mujer del cual declara, a ios perio- distas: «¡Ahí, si se hubiese escuchado a Aza- ñ'a... Pero no se le escuchó y quisieron resis- tir!...» Ya empiezan, pues, las peleas y el descargo del muerto. La desgracia no los hará más dignos. ¡El propio periodista francés me da el último ejemplar del «Candide», semanario amigo de la España Nacional. En su primera página se lee: «LOS ÚLTIMOS DÍAS DE CATALUÑA.» «Fi-nis Catáloniae». Pero, ppor Dios!... Estos periodistas franceses no curarán nunca. Tras lo pintoresco, tras el afán'de dramatizarlo todo, caen cu el folletín más --falso. Señores,- un poco de reflexión: Bueno, tí: «Los últimos días de Cataluña»... la de Durru- ti... «Las últimas horas de Cataluña»... la de Companys... la de Negrín... ¡Perfecto! Pero Ca- taluña es algo más y algo más eterno que eso. Eso no ha sido más que «The End», el carte- lito de «Fin» de esta gigantesca ampliación de «Scarface» o.de «El Imperio del Crimen». Aquella Cataluña acabó; peto la Cataluña real, que diría, vuestro y nuestro caro Charles Maurras, hoy, precisamente, empieza a ama- necer. , . CARLOS SENTÍS CUANDO DIOS VOLVIÓ A LOS TEMPLOS Estampa de la consagración al culto de una iglesia en la España liberada A la vista de todos está, y clavada en el ••pe- cho como aguijón. punzante y permanente, el desolado aspecto de los templos en nuestra capital. Para qué, pues, tratar de describir el cuadro doloroso de la profanación. La han su- frido igualmente la capilla humilde y la igle- sia ostentosa en sus sillares, en sus agujas góticas, en sus ventanales policromos, en sus rosetones calados y en sus verjas labradas- Destruidos la encajaría delicada del mármol de sus altares, las imágenes bellas, las vetus- tas arañas, los valiosos retablos, los ricos or- namentos. Y al ver desaparecer todo este bello patrimonio de la fe de nuestros padres, que es la nuestra, traducido -en forma material por el arte y la laboriosidad de sus artífices, el español creyente, el español honrado, siento un arrebol en sus mejillas de dolor y ver- güenza. A la, vista úei todos está tamaña destrucción, y el corazón se encoje ante lo irreparable, al tiempo que el alma vibra gallarda en ansias de elevar movida por -la ft>, Jo que la mano airada destructora derrocó en un momento de vesanía. Aquel primer domingo de inefable consola- ción en que el culto se restablecía en Barce- lona, libremente, al amparo de las tropas glo- riosas liberadoras y al calor del fervor de los creyentes, despertaba la mañana somnolienta de la postración causada por la guerra y abría la parroquia d© La Concepción sus puertas a los fieles. Pena honda causa ver su frontis conlos arcos destruidos, su casa parroquial demo- lida, el cuerpo de la nave central ennegrecido. Tan sólo el campanario airoso se levanta con su aguja pidiendo a Dios clemencia. Entro en ed templo. Kn el altar mayor desmantelado, campea, en lo que fue testero una bandera de la España grande. Cruzada sobre ella descan- sa el azul de una franja ante la que destaca su figura suave y armoniosa la imagen de una Vii-geu. Sencillo es «1 altar revestido de blan- co lienzo. El Santo Cristo amparado amoroso entre dos velas. Así, bajo la -estricta ordena- ción litúrgica, la santa ceremonia iba a em- ipexar. Su párroco, un bondadoso sacerdote, todo unción en su porte, procedió a la nueva consagración del templo del Señor. Le segui- mos por ese efluvio santo que une las almas cuando palpitan en el sincronismo de la creen- cia y la piedad. Con agua bendita roció con sencillo simbolismo la fachada y la nave. Pre- ces sentidas se elevaron a Dios. Fervorosos ios líeles seguían al- pastor. Poco después -el Santo Sacrificio dio comienzo. Previamente trajeron un armoniuni. Vistió sobrepelliz el sacerdote director de una masa .coral y se elevó, des- pués de la tragedi-a, por vez primera el canto cadencioso de la iglesia. Iban llegando fieles. Cuidado su vestir, endo- mingados. No con la ostentación de los tiempos pasados, pues se han mermado los bienes mate- riales. Veíanse rostros dolidos por él sufrimien- to, Muchachas a quienes el color del lápiz de carmín les deja-en las mejillas y en los labios uiia videz que tal vez dice poco con la emo- ción de todos, porque el pálido es bello cuan- do todo el ambiente destila realidad sin fin- gimientos. Caballeros un tiempo adustos y hoy llenos de dulzor y mansedumbre. Madres, es- posas, hijas que saben de tragedias y escasez Aquella heroica guarnición No fue en balde el sacrificio heroico de aquella guarnición de Barcelona que el día 19 de julio del año 36 se lanzó a la calle para luchar por la gloria y la honra de España. Sabían aquellos héroes que la empresa era ardua; que las posibi- lidades de fracaso eran muy superiores a la de victoria, y sin embargo, se lanzaron enardecidos de entusiasmo a la pelea, uno contra diez, en el amanecer de un día grávido de dolores y de pro- mesas de redención. Únicamente por lealtad, a la palabra dada, por fidelidad a la promesa de salvar a España aun a. riesgo de la propia vida, acometieron los mili- tares de la guarnición de Barcelona la conquista de la urbe turbulenta, erizada ya por aquellos días de fusiles y de pistolas homicidas, a pesar de los presagios qu© hacían temer por la de- rrota. Sólo tres o cuatro días antes del'«Glorioso Al- zamiento, el Capitán DON RAMÓN MOLA VI- DAL, visitó en Pamplona a su hermano, el invic- to Caudillo del Norte. —Aquello—le dijo—está muy mal. Juzgamos muy difícil, por no decir imposible, que se pueda triunfar en Barcelona. Aplaza el Movimiento por unos días. El general escuchó a su hermano impasible, pero sys ojos chispeaban tras los cristales de las —Ya es tarde para pensar en dilaciones —con- testó—. Regresa a Barcelona y que cada cual cumpla con su deber. Se despidieron los dos hermanos con un estre- cho abrazo. Ramón Mola sabía que marc:.aL>a al sacrificio, pero ¿qué podía importar su vida si se salvaba España? * * • hay rincón en la urbe turbulenta, rendida y pacificada por Franco, que no nos recuerde un hecho glorioso de aquella heroica gesta del 19 de julio que no evoque algún episodio mag- nífico de aquella jornada de dolor y de gloria. La defensa resuelta y enérgica de Atarazanas, «sutes suprema del heroísmo artillero; 3a lucha de- sesperada en la Plaza de Cataluña, en la que el Regimiento de Badajoz escribió una página in- mortal; el episodio sangriento y sublime del Con- vento de los PP. Carmelitas; la lucha cruenta de la artillería frente a las hordas que la ataca- ban emboscadas... Y al lado de estos hechos dig- nos del Romancero, los nombres de los héroes de aquel-la jornada de pasión, en la que unos es- pañoles con temple de paladines medievales, con espíritu de auténticos cruzados, supieron sacrifi- carse por España: los coroneles Lacasa y Quin- tilla, los comandantes Amor, Rebolledo, Lafuen- t<3, Ribera, Gibert de la Cuesta; los capitanes Liz- eano de la Rosa, López Várela, López Belda, Mercader, ÓHer, Montesinos... La relación podría ocupar muchas cuartillas. A todos, por igual, de- be, i España gratitud infinita, porque cada uno en su'puesto, como pidió el General Mola, supieron cumplir con el difícil empeño por el que alcan- zaron a la vezel martirio y la gloria. ¡Magnífica epopeya la que escribió la Guarni- ción Militar de Barcelona el día 19 de julio! Al lado de la gesta resplandeciente del Alcázar; junto al episodio doloroso del Cuartel de la Mon- taña; a la par de la defensa del Santuario de Santa María de la Cabeza y del Cuartel de Si- mancas, en Gijón, quedará en la Historia como una de las proezas de la Raza y como uno de los más generosos y nobles esfuerzos de esta gue- rra de liberación. 3 # * Fructifica ahora el sacrificio de los héroes. La tierra regada con su sangre ha vuelto a ser. res- catada para España por las armas invictas del Caudillo. Compañeros de armas de aquellos glo- riosos soldados velan su sueño eterno, junto a las tumbas en las que reposan los restos sagra- dos. Y desde el más allá, viendo el flamear las banderas, y el hosanna espléndido de los cantos victoriosos, aquellos hombres que lo die- ron todo por España, empeñando, como Alonso Quijano, descomunal combate contra las fuerzas ciegas de la revolución marxista, se sentirán fe- lices al saber cómo ios altos ideales por los qm en la casa. Militares apuestos, poro ni vani- dosos ni ligeros, sensibles solamente al hon«r y al fervor. Escasas religiosas con sus hábitos que tanto hubieron de ocultar. Una comuni- dad de cristianos dentro del siglo de la mo- dernidad, creyentes, como aquellos de la fe de los siglos remotos, con sentimientos fir- mes y arraigados, dando de lado a todas las lucubraciones forjadas por los enciclopedistas, pasadas por el desquiciamiento social produ- cido por ©1 industrialismo., hasta caer en las aberraciones marxista-comunistas. El renacer de la vida espiritual trae el so- siego ai alma-y eleva la sonrisa hasta los la- bios; franca, optimista, en clara oposición a la risa de mueca preparada ante los objeti- vos del fotógrafo que nos muestra ©1 soviet .en-su Prensa amañada. Porque no'hay lógica, ni estética, ni sentimientos en la alegría estan- dard» comunista que todo lo sujeta' a la está» dística, a planes quinquenales y maquinismo, agostando el espíritu del pueblo que tiende a Dios por natural impulso. Los hombres qae> han cambiado a través de la historia él uni- verso, no lo han logrado ciertamente atrayen- do a las masas sin sentido d© fe>. Por un roto ventanon irrumpe con la gra- cia de sus rayos *1 sol en él recinto. La Buena Nueva que el sacerdote nos le© ea. alta voz la escucha el pueblo en pie, y el tacrueatQ- Sa- crificio continúa mientras <rue m la oquedad que dejó un aliar lateral que las turbas que- marón, un sacerdote anciano ea vestido se- glar, pendiente de sa cuello morada estola,, reconcilia con Dios a los piadosos qn# a sus pies se hincan. Son confesiones cortas. Por lo mucho sufrido nos trae la penitencia sil perdón y el ministro dibuja con en diestra,la simbólica cruz. Si este templo fuera hoy, como na día lo filé, ascua de luz y oro ©u A reverberar de sos arañas y en todo el esplendor que el culto se le debe, no elevaría más la piedad simple y acrisolada de los fieles que se acereasi a ia Sa.grada Mesa. Comunión 1 fervorosa, si las hay 9 esta de hoy, de-acción- de gracias y consola- ción. Plática bella aquella del buen párroco, que nos trae ©1 recuerdo justos feligreses y pastores que murieron victimas del furor. Por afinidad de sensaciones viene a mi mente la gran tragedia de la guerra mundial, cuan- do en los templos, los pueblos azotados por entonces se apiñaban asi, en adoración: muda la súplica en los labios, abierto el corazón y en los ojos el alma. Al correr la mañana va ©n aumento «1 nú- mero de fieles congregados. La emoción d© las horas primeras se diluye en el ir y venir de los que entran. Llegan mostrando todavía al- gunos el ánimo encogido por el flagelo de treinta meses de renunciamientos. Aquellos fe- ligreses más adictos secundan al .rector. S8 aprecia poco a poco un orden incipiente. So traen algunas sillas. Hay más flores. En un altar de uno de los costados se oye misa re- zada. Se entrelazan las plegarias con cantos, son débiles las voces, pues delaten la pesada penuria. Terminan los oficios. En el atrio los rostros se alborozan. Se cam- bian frases. Cantan los «Buenos díasu en. loa labios como un himno de paz y de contento. Discurren dos comadres sobre próximas fiestas religiosas. Caballeros y damas, de mano d© sus hijos han cumplido por fin con ©1precepto. Surgen patriotas jóvenes con ©1 pecho marcado por las flechas. Alguna boina roja pone una nota con su vivo color. Todos sonríen con la risa bella: la de .aque- llos que. otean el futuro con fruición, porque sin ocultarlo, pueden lucir sin trabas Dios-en la mente y en el pecho España. GUSTAVO GUTIÉRREZ GILÍ Organizaciones juveniles SI ASPIRAS A QUE TVHIJO SE t MAÑANA OJV CIUDADANO H0NUAD0, TRABAJADOR X CREYENTE. ALÍSTALO EN LA ORGANIZACIÓN JUVENIL DE FALANGE ESPAÑOLA TRAD1C10' N'ALISTA Y DE LAS ) . O. N. S. Prodigue con gran envergadura la inscripción de juventudes en la Organización Juvenil. Son miles y miles los que diariamente ingresan en esta organización. Ciudadano catalán: No espe- res más tiempo para que tu hijo -pertenezca a este organización. Juventudes de ambos sexos: alistaos si7i pérdida de tiempo en las oficinas instaladas en vuestros respectivos distritos. dieron su existencia, son realidad magnífica en la Patria que el Cai-diHo rescata y restaura. Barcelona debe a estos héroes eterna gratitud. El alma de la ciudad sana y noble que es Bar- celona —la Barcelona purgada- de escorias y.mi* serias— sabrá proclamar ante el mundo que no es insensible ai sacrificio de los que dieron la vida por su redención. Y honrando su memoria, Barcelona se honrará a si misma. A, MARTÍNEZ TOMAS

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LA . VANGUARDIA ESPAÑOLA Página 3. — Viernes 17 de febrero de 1939

Colaboradores de "La Vanguardia Españolart

¿«FINÍS CATALONI/E»?

El «fin» de una película de«gangsters», simplemente

Cabo de Creus, febreroEntre la neblina que «1 sol de esto, domingo

de lebrero deshilvana, se ha abierto ©1 eco delúltimo cañonazo sobre la tierra catalana.

Ante la serenidad inmutable do un Canigóenteramente blanco y un Cabo de Creus exten-dido perezosamente sobre un mar espumoso,han cesado las últimas escenas guerreras queha presenciado este Pirineo tan conocedor deEjércitos y de batallas.

Esta vez el Pirineo se ha limitado a funcio-nes de Portero Mayor. Quizá el pobre viejoestá ya tan cansado de presenciar luchas, qu©ha preferido contemplar un mero desfile. Urnasencilla distracción o pasatiempo para el qu©ha visto pasar todo oí Ejército de Aníbal.

Sí; porque por los mismos sitios y pisandolas mismas piedras ha pasado el ejército rojocon sus grandes camiones e incluso con sustanques, que son la modalidad moderna de» loselefantes 'que componían las fuerzas de asaltode los cartagineses.

Pero, que el lector me 'perdone, anuí acabocon las comparaciones. No queda ya otra. Elpaso de los dos. Ejércitos es, de tan distinto,opuesto. Unos iban, los otros corrían. Los pri-meros atacaban, los segundos escapaban.

El paso del .ejército rojo se ip'uede explicar ocomentar de muchas maneras. . D© todas, me-nos en forma de cantar de gesta. Verdaguer nopodía jamás .prever que un día tendría lugarésta parodia del «Paso de los Pirineos» que élcantó. ¿Recordáis Jos versos de.epopeya?-«I arvall, onades d'homes a onades succeeixen,.tetes de ierro a onades d'acer sense. parar,Gom mai encara en surten a.) cim, i 'ja cobreixenEl. pía, les del Massana segulntoap a. la mar,Mostrant al sol s'escata d'argent que-üuenteja,Apar serpent enorme que corre i anguilejaDes de Banyuls a Salces, de-Salces flus Osseja,Fodent dues vegades el Rosselló íaixar.»

¡Dios mío! ¡Dios, mío! ¡Y que monótona es laHistorial Exacto, matemáticamente exacto, sepodría hoy así describir esta serpiente de'«ma-terial» y hombres que por Port-Bou y El Per-itas sale precisamente para Banyuls y Osseja,respectivamente. Dice Verdaguer que aquellas'huestes podían fajar en doble vuelta al- Rose-llón. Esta nueva columna de hombres, de hie-rro y de acero — «oleadas de hombres a olea-das suceden; olas de hierro a.oleadas de acerosin parar» — se extendía días pasados de Ge-rona a la frontera. Más de una compa-ñía, — concretamente el 32 batallón de Infan-tería — creyendo qu© por todas partes cuecenhabas (lentejas en este caso), se negaba adesarmar y algunos puros pistoleros de lasfuerzas del «Gouvem-ement» ya se habían es-condido &n los «jes de los vagones de la esta-ción de Perpifláin, con sus bolsillos repletos debombas de mano y sus pistolas-ametralladorasbajo el- brazo... ¡Pobrecillos!... Del primer pu-ñetazo les han cerrado la boca detl estómago...liníelices! Ellos desconocen el francés o,' algu-nos, ni leer ©1 periódico saben para enterarseque ya boy en Francia son también los viar-xistas, «los maíxistas presuntuosos», traducidoliteralmente de un periódico de izquierdas.

Los rojos, al volar tos puentes, nos han cau-sado un perjuicio real y tremendo. Real y tre-mendo a mí y a mi amigo, este audaz opera-dor de la Cinematografía Nacional que parecearrancado de un film americano. Pero a lasDivisiones Navarras o Marroquíes, al Ejército«a general, estas voladuras han sido tan ridi-culas como echar gravilla para impedir el paso¿e una apisonadora.

¡Pero los últimos puentes no estaban voladosya; les hubiesen cortado la propia retirada,como ya ocurrió a muchos grandes camionesde la D.C.A., que se han quedado a dos kiló-metros de la frontera, inmóviles como rollizasperdices sorprendidas por el perro.

Yo no sé si Aníbal por aquellos caminos, quehoy cubre el asfalto do la carretera, dejabamuchos huesos de elefantes. Ignoro qué dejabaen pos de sí t& coloso de las anchas espaldas.Pero en cambio he visto lo que ha dejado trassu huella este otro «coloso» de Negrín. Senci-llamente ha dejado la mayor cantidad de res-tos d& automóvil que se puede ver hoy en Eu-ropa — jos cementerios de Automóviles d© Dft>troit ya sabemos que son insuperables.

¡Cómo se ha parecido esta Revolución (-enCataluña) a una inmensa película de «gangs-ters»! ¡Qué copia tan siniestra de esta produc-ción «standard», con la .cual la judía Hollywoodinvade el mundo!... Todos recordamos que lasprimeras manifestaciones de la revolución enBarcelona fueron los grandes coches aristadosde «Parabellums» y «Hammerless» derrapandopor el asfalto de la calle Balines con ios neu-máticos chirriantes y enloquecidos.

X, ahora, las últimas manifestaciones: coatíesquemados, como cerillas, en el Fluviá; cochesaplastados en Figueras y coches despeñadospar la carretera de Part de la Salva-, como elfinal espectacular de una película de GaorgeRaít. Desde ©1 fondo de los barrancos de laCosta Brava los coches muestran sus ejes ysus diferenciales, panza aniba,. en la últimainstantánea de su desplome que contemplaban,allá erriba, grupos huidizos de aficionados alespectáculo del celuloide. Les faltaba este de-talle americano para completar dos años deesta vida de pelicuüa de «gangsters»; grandes*>rajes, pistolas en el bolsillo interior de laamericana, nígoc'os de exportación- y chantaje,feorraoheias colectivas y desorden integr'.

No puedo resistirme da fe «caler ocho lttu¿*

de paréntesis: si el lector quiere vivir inediahora de película del más puro sabor MetroGoldwin Mayer no tiene más que trasladarsea la Cheka instalada en casa de los Conde deSan Gervasio: mezcla brutal de lujo y desor-den; cigarrillos de marca U. E. of A.; revistasy periódicos americanos: el. «New York Wor-ker», el «Nash»; discos de B-enie Cárter, bote-lla,s vacías y material de tocador femenino.

Pero hacia las crestas — que uno tuvo quesubir a pie por los puentes volados de la ca-rretera — que costienen y basan el Cabo deCreus, las huellas no ¡son tan americanas nimodernas. Aquí y allí, desperdigados por elmonte, quedan los restos de cabras y carnerosque sacrificó el Ejército rojo al dios de laderrota antes de saltar ágilmente la línea fron-teriza. El- sol saca destellos relucientes del te-jido tri-poso del ganado ya devorado; los cuer-vos y los buitres desde muchos centenares demetros se lanzan veloces... No tienen, a Diosgracias, otra comida. Estos ¡parajes do poesía.,estas mágicas tierras del Amipurdáu se hanahorrado, por esta vez, la. visión de cadávereshumanos.

Contando con la rapidez de sus ocho ci-lindros, ha habido «ministros y íninistrables»rojos que han llegado a distancias irriso-rias. El día de üa entrada en Barcelonacomimos el arroz preparado para Juan Co-morera, y según me contó un periodistafrancés en la frontera, Negrín pasó a las 3,45— junto con su escolta de siete coches do po-derosa marca americana —. ©so es, e, muypoco de llegar el propio General Solcliaga.Azañ'a, por el contrario, pasó el primero y nose quedó en Perpiñá-n. Los periódicos framce-ses qu© nos entrega nuestro amigo, nos liomuestran en-los alrededores de Chanionix, encasa de un compañero de su cuñado RivasCherif, la mujer del cual declara, a ios perio-distas: «¡Ahí, si se hubiese escuchado a Aza-ñ'a... Pero no se le escuchó y quisieron resis-tir!...»

Ya empiezan, pues, las peleas y el descargodel muerto. La desgracia no los hará másdignos.

¡El propio periodista francés me da el últimoejemplar del «Candide», semanario amigo dela España Nacional. En su primera página selee: «LOS ÚLTIMOS DÍAS DE CATALUÑA.»«Fi-nis Catáloniae».

Pero, ppor Dios!... Estos periodistas francesesno curarán nunca. Tras lo pintoresco, tras elafán'de dramatizarlo todo, caen cu el folletínmás --falso.

Señores,- un poco de reflexión: Bueno, tí:«Los últimos días de Cataluña»... la de Durru-ti... «Las últimas horas de Cataluña»... la deCompanys... la de Negrín... ¡Perfecto! Pero Ca-taluña es algo más y algo más eterno que eso.

Eso no ha sido más que «The End», el carte-lito de «Fin» de esta gigantesca ampliación de«Scarface» o.de «El Imperio del Crimen».

Aquella Cataluña acabó; peto la Cataluñareal, que diría, vuestro y nuestro caro CharlesMaurras, hoy, precisamente, empieza a ama-necer. , .

CARLOS SENTÍS

CUANDO DIOS VOLVIÓ A LOS TEMPLOS

Estampa de la consagración al culto de unaiglesia en la España liberada

A la vista de todos está, y clavada en el ••pe-cho como aguijón. punzante y permanente,el desolado aspecto de los templos en nuestracapital. Para qué, pues, tratar de describir elcuadro doloroso de la profanación. La han su-frido igualmente la capilla humilde y la igle-sia ostentosa en sus sillares, en sus agujasgóticas, en sus ventanales policromos, en susrosetones calados y en sus verjas labradas-Destruidos la encajaría delicada del mármolde sus altares, las imágenes bellas, las vetus-tas arañas, los valiosos retablos, los ricos or-namentos. Y al ver desaparecer todo este bellopatrimonio de la fe de nuestros padres, que esla nuestra, traducido -en forma material porel arte y la laboriosidad de sus artífices, elespañol creyente, el español honrado, sientoun arrebol en sus mejillas de dolor y ver-güenza.

A la, vista úei todos está tamaña destrucción,y el corazón se encoje ante lo irreparable, altiempo que el alma vibra gallarda en ansiasde elevar movida por -la ft>, Jo que la manoairada destructora derrocó en un momento devesanía.

Aquel primer domingo de inefable consola-ción en que el culto se restablecía en Barce-lona, libremente, al amparo de las tropas glo-riosas liberadoras y al calor del fervor de loscreyentes, despertaba la mañana somnolientade la postración causada por la guerra y abríala parroquia d© La Concepción sus puertasa los fieles.

Pena honda causa ver su frontis con losarcos destruidos, su casa parroquial demo-lida, el cuerpo de la nave central ennegrecido.Tan sólo el campanario airoso se levanta consu aguja pidiendo a Dios clemencia. Entro ened templo. Kn el altar mayor desmantelado,campea, en lo que fue testero una bandera dela España grande. Cruzada sobre ella descan-sa el azul de una franja ante la que destacasu figura suave y armoniosa la imagen de unaVii-geu. Sencillo es «1 altar revestido de blan-co lienzo. El Santo Cristo amparado amorosoentre dos velas. Así, bajo la -estricta ordena-ción litúrgica, la santa ceremonia iba a em-

ipexar. Su párroco, un bondadoso sacerdote,todo unción en su porte, procedió a la nuevaconsagración del templo del Señor. Le segui-mos por ese efluvio santo que une las almascuando palpitan en el sincronismo de la creen-cia y la piedad. Con agua bendita roció consencillo simbolismo la fachada y la nave. Pre-ces sentidas se elevaron a Dios. Fervorosos ioslíeles seguían al- pastor. Poco después -el SantoSacrificio dio comienzo. Previamente trajeronun armoniuni. Vistió sobrepelliz el sacerdotedirector de una masa .coral y se elevó, des-pués de la tragedi-a, por vez primera el cantocadencioso de la iglesia.Iban llegando fieles. Cuidado su vestir, endo-

mingados. No con la ostentación de los tiempospasados, pues se han mermado los bienes mate-riales. Veíanse rostros dolidos por él sufrimien-to, Muchachas a quienes el color del lápiz decarmín les deja-en las mejillas y en los labiosuiia videz que tal vez dice poco con la emo-ción de todos, porque el pálido es bello cuan-do todo el ambiente destila realidad sin fin-gimientos. Caballeros un tiempo adustos y hoyllenos de dulzor y mansedumbre. Madres, es-posas, hijas que saben de tragedias y escasez

Aquella heroica guarniciónNo fue en balde el sacrificio heroico de aquella

guarnición de Barcelona que el día 19 de juliodel año 36 se lanzó a la calle para luchar porla gloria y la honra de España. Sabían aquelloshéroes que la empresa era ardua; que las posibi-lidades de fracaso eran muy superiores a la devictoria, y sin embargo, se lanzaron enardecidosde entusiasmo a la pelea, uno contra diez, en elamanecer de un día grávido de dolores y de pro-mesas de redención.

Únicamente por lealtad, a la palabra dada, porfidelidad a la promesa de salvar a España auna. riesgo de la propia vida, acometieron los mili-tares de la guarnición de Barcelona la conquistade la urbe turbulenta, erizada ya por aquellosdías de fusiles y de pistolas homicidas, a pesarde los presagios qu© hacían temer por la de-rrota.

Sólo tres o cuatro días antes del'«Glorioso Al-zamiento, el Capitán DON RAMÓN MOLA VI-DAL, visitó en Pamplona a su hermano, el invic-to Caudillo del Norte.

—Aquello—le dijo—está muy mal. Juzgamosmuy difícil, por no decir imposible, que se puedatriunfar en Barcelona. Aplaza el Movimiento porunos días.

El general escuchó a su hermano impasible,pero sys ojos chispeaban tras los cristales de las

—Ya es tarde para pensar en dilaciones —con-testó—. Regresa a Barcelona y que cada cualcumpla con su deber.

Se despidieron los dos hermanos con un estre-cho abrazo. Ramón Mola sabía que marc:.aL>a alsacrificio, pero ¿qué podía importar su vida sise salvaba España?

* * •Nó hay rincón en la urbe turbulenta, rendida

y pacificada por Franco, que no nos recuerdeun hecho glorioso de aquella heroica gesta del19 de julio que no evoque algún episodio mag-nífico de aquella jornada de dolor y de gloria.La defensa resuelta y enérgica de Atarazanas,«sutes suprema del heroísmo artillero; 3a lucha de-

sesperada en la Plaza de Cataluña, en la que elRegimiento de Badajoz escribió una página in-mortal; el episodio sangriento y sublime del Con-vento de los PP. Carmelitas; la lucha cruentade la artillería frente a las hordas que la ataca-ban emboscadas... Y al lado de estos hechos dig-nos del Romancero, los nombres de los héroesde aquel-la jornada de pasión, en la que unos es-pañoles con temple de paladines medievales, conespíritu de auténticos cruzados, supieron sacrifi-carse por España: los coroneles Lacasa y Quin-tilla, los comandantes Amor, Rebolledo, Lafuen-t<3, Ribera, Gibert de la Cuesta; los capitanes Liz-eano de la Rosa, López Várela, López Belda,Mercader, ÓHer, Montesinos... La relación podríaocupar muchas cuartillas. A todos, por igual, de-be,i España gratitud infinita, porque cada uno ensu'puesto, como pidió el General Mola, supieroncumplir con el difícil empeño por el que alcan-zaron a la vez el martirio y la gloria.

¡Magnífica epopeya la que escribió la Guarni-ción Militar de Barcelona el día 19 de julio! Allado de la gesta resplandeciente del Alcázar;junto al episodio doloroso del Cuartel de la Mon-taña; a la par de la defensa del Santuario deSanta María de la Cabeza y del Cuartel de Si-mancas, en Gijón, quedará en la Historia comouna de las proezas de la Raza y como uno delos más generosos y nobles esfuerzos de esta gue-rra de liberación.

3 # *

Fructifica ahora el sacrificio de los héroes. Latierra regada con su sangre ha vuelto a ser. res-catada para España por las armas invictas delCaudillo. Compañeros de armas de aquellos glo-riosos soldados velan su sueño eterno, junto alas tumbas en las que reposan los restos sagra-dos. Y desde el más allá, viendo el flamear d©las banderas, y el hosanna espléndido de loscantos victoriosos, aquellos hombres que lo die-ron todo por España, empeñando, como AlonsoQuijano, descomunal combate contra las fuerzasciegas de la revolución marxista, se sentirán fe-lices al saber cómo ios altos ideales por los qm

en la casa. Militares apuestos, poro ni vani-dosos ni ligeros, sensibles solamente al hon«ry al fervor. Escasas religiosas con sus hábitosque tanto hubieron de ocultar. Una comuni-dad de cristianos dentro del siglo de la mo-dernidad, creyentes, como aquellos de la fede los siglos remotos, con sentimientos fir-

mes y arraigados, dando de lado a todas laslucubraciones forjadas por los enciclopedistas,pasadas por el desquiciamiento social produ-cido por ©1 industrialismo., hasta caer en lasaberraciones marxista-comunistas.

El renacer de la vida espiritual trae el so-siego ai alma-y eleva la sonrisa hasta los la-bios; franca, optimista, en clara oposición ala risa de mueca preparada ante los objeti-vos del fotógrafo que nos muestra ©1 soviet

.en-su Prensa amañada. Porque no'hay lógica,ni estética, ni sentimientos en la alegría estan-dard» comunista que todo lo sujeta' a la está»dística, a planes quinquenales y maquinismo,agostando el espíritu del pueblo que tiende aDios por natural impulso. Los hombres qae>han cambiado a través de la historia él uni-verso, no lo han logrado ciertamente atrayen-do a las masas sin sentido d© fe>.

Por un roto ventanon irrumpe con la gra-cia de sus rayos *1 sol en él recinto. La BuenaNueva que el sacerdote nos le© ea. alta vozla escucha el pueblo en pie, y el tacrueatQ- Sa-crificio continúa mientras <rue m la oquedadque dejó un aliar lateral que las turbas que-marón, un sacerdote anciano ea vestido se-glar, pendiente de sa cuello morada estola,,reconcilia con Dios a los piadosos qn# a suspies se hincan. Son confesiones cortas. Porlo mucho sufrido nos trae la penitencia silperdón y el ministro dibuja con en diestra,lasimbólica cruz.

Si este templo fuera hoy, como na día lo filé,ascua de luz y oro ©u A reverberar de sosarañas y en todo el esplendor que el culto sele debe, no elevaría más la piedad simple yacrisolada de los fieles que se acereasi a iaSa.grada Mesa. Comunión1 fervorosa, si las hay9esta de hoy, de-acción- de gracias y consola-ción. Plática bella aquella del buen párroco,que nos trae ©1 recuerdo d« justos feligresesy pastores que murieron victimas del furor.Por afinidad de sensaciones viene a mi mentela gran tragedia de la guerra mundial, cuan-do en los templos, los pueblos azotados porentonces se apiñaban asi, en adoración: mudala súplica en los labios, abierto el corazón yen los ojos el alma.

Al correr la mañana va ©n aumento «1 nú-mero de fieles congregados. La emoción d© lashoras primeras se diluye en el ir y venir delos que entran. Llegan mostrando todavía al-gunos el ánimo encogido por el flagelo detreinta meses de renunciamientos. Aquellos fe-ligreses más adictos secundan al .rector. S8aprecia poco a poco un orden incipiente. Sotraen algunas sillas. Hay más flores. En unaltar de uno de los costados se oye misa re-zada. Se entrelazan las plegarias con cantos,son débiles las voces, pues delaten la pesadapenuria. Terminan los oficios.

En el atrio los rostros se alborozan. Se cam-bian frases. Cantan los «Buenos díasu en. loalabios como un himno de paz y de contento.Discurren dos comadres sobre próximas fiestasreligiosas. Caballeros y damas, de mano d© sushijos han cumplido por fin con ©1 precepto.Surgen patriotas jóvenes con ©1 pecho marcadopor las flechas. Alguna boina roja pone unanota con su vivo color.

Todos sonríen con la risa bella: la de .aque-llos que. otean el futuro con fruición, porquesin ocultarlo, pueden lucir sin trabas Dios-enla mente y en el pecho España.

GUSTAVO GUTIÉRREZ GILÍ

Organizaciones juvenilesSI ASPIRAS A QUE TV HIJO SE t MAÑANA

OJV CIUDADANO H0NUAD0, TRABAJADOR XCREYENTE. ALÍSTALO EN LA ORGANIZACIÓNJUVENIL DE FALANGE ESPAÑOLA TRAD1C10'N'ALISTA Y DE LAS ) . O. N. S.

Prodigue con gran envergadura la inscripciónde juventudes en la Organización Juvenil. Sonmiles y miles los que diariamente ingresan enesta organización. Ciudadano catalán: No espe-res más tiempo para que tu hijo -pertenezca aeste organización. Juventudes de ambos sexos:alistaos si7i pérdida de tiempo en las oficinasinstaladas en vuestros respectivos distritos.

dieron su existencia, son realidad magnífica enla Patria que el Cai-diHo rescata y restaura.

Barcelona debe a estos héroes eterna gratitud.El alma de la ciudad sana y noble que es Bar-celona —la Barcelona purgada- de escorias y.mi*serias— sabrá proclamar ante el mundo que noes insensible ai sacrificio de los que dieron lavida por su redención. Y honrando su memoria,Barcelona se honrará a si misma.

A, MARTÍNEZ TOMAS