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TEMA 4

LA VIRGINIDAD DE MARÍA

I. INTRODUCCIÓN

La virginidad de María es una verdad de fe que la Iglesia mantuvo siempre por encontrarla fundamentada en la Sagrada Escritura.

En un tiempo como el actual en que la opción por la virginidad no es debidamente valorada por una sociedad que exalta el consumismo, el hedonismo, la supervaloración de las relaciones sexuales, el consumismo… es un tema que pone de relieve la importancia de María para las personas que optan por la virginidad en sus opciones de vida. María con su opción pone de relieve que la virginidad más que renunciar a valores humanos es la opción por otros valores que se consideran más grandes. En María, como en toda persona que hace esta opción en su vida, la decisión está motivada por la adhesión plena a Cristo. Es el Espíritu Santo quien le inspira esta decisión como todas las otras en su vida.

El objetivo de este tema es ayudarnos a reflexionar sobre la opción virginal de María y su fundamentación en la Sagrada Escritura y tradición de la Iglesia.

II. LA VIRGINIDAD DE MARÍA EN LA SAGRADA ESCRITURA.

En la Sagrada Escritura encontramos datos suficientes para fundamentar la virginidad de María:

� En el Evangelio de San Lucas 1,27-28 se constata que el ángel Gabriel fue enviado a una virgen cuyo nombre era María. El evangelista pone de relieve su propósito de permanecer virgen: “¿cómo será eso pues no conozco a varón?” (Lc.1, 34). De la pregunta se deduce que María deseaba seguir siendo virgen en el futuro. Por ello el ángel expresa el deseo divino de conciliar ese propósito con la maternidad. Al ser una concepción virginal debida a la acción del Espíritu Santo se rechaza cualquier hipótesis referente a la partenogénesis1.

� En el Evangelio según San Mateo en el anuncio del ángel a José le informa de la concepción virginal de Jesús por obra del Espíritu Santo (Mt.1, 20). Al mismo

1 Por partenogénesis se entiende una forma de reproducción basada en el desarrollo de células sexuales

femeninas no fecundadas.

Ourense en misión con María

Formación Permanente del Clero / curso 2014-2015 - TEMA 4

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tiempo le invita a aceptar su papel de esposo de la virgen y su misión paterna respecto del niño y todo ello lo presenta como cumplimiento de la profecía de Isaías (Is.7, 14).

� San Marcos no habla ni de la concepción, ni del nacimiento de Jesús, pero es significativo que en su obra nunca menciona a José, esposo de María, y Jesús es llamado solo “hijo de María” o “hijo de Dios”.

� En el prólogo de San Juan algunos ven afirmada la virginidad de María de modo implícito en el versículo 13: “El que no nació de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios”.

� Por último en el texto de San Pablo a los Gálatas: “Pero cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dos envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo el régimen de la ley, para liberarnos de la sujeción a la ley y hacer que recibiéramos la condición de hijos adoptivos de Dios” (Gal.5,4-5). La afirmación “nacido de mujer” abre el interrogante sobre la personalidad de ese hijo y su nacimiento virginal (no se menciona al varón).

Estos sencillos testimonios confirman que la concepción virginal de Jesús estaba firmemente enraizada en la Iglesia primitiva y, por otro lado, ponen de relieve que carecerían de fundamento interpretaciones que:

- No consideran la concepción virginal en sentido biológico sino meramente

simbólico o metafórico.

- O las que consideran que ese relato es un “theologoumenon”, es decir, un modo de expresar una doctrina teológica.

Así mismo confirman la tradición posterior y las fórmulas de fe de los Santos Padres2 que hablan de generación virginal de Jesús real e histórica (Ireneo, Justino, Tertuliano…). Verdad con la que están en sintonía las fórmulas de fe posteriores:

♣ Calcedonia (451): “fue engendrado de María, virgen”.

♣ III Constantinopla (681): “Nació del espíritu Santo y de María Virgen”.

♣ Constantinopla II, Lateranense IV, Lugdinense II… declaran a María “siempre virgen”.

♣ El Vaticano II recoge, de un modo sutil, esta afirmación: “Porque en el misterio de la Iglesia, que con razón también es llamada madre y virgen, la Bienaventurada Virgen María la precedió, mostrando en forma eminente y

2 Para ampliar un poco más este apartado ver José C.R. García Paredes, Mariología, BAC (Madrid- 1999)

pg.226-230.



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singular el modelo de la virgen y de la madre; pues creyendo y obedeciendo engendró en la tierra al mismo Hijo del Padre, y esto sin conocer varón, por obra del Espíritu Santo, como una nueva Eva, prestando fe sin sombra de duda, no a la antigua serpiente, sino al mensaje de Dios. Dio a luz al Hijo, a quien Dios constituyó como primogénito entre muchos hermanos (Rom 8, 29); es decir de los creyentes, a cuya generación y educación coopera con materno amor” (LG 63).

A estas afirmaciones hay que unir, así mismo, el magisterio referido a la

Inmaculada y a la Asunción.

III. ¿CÓMO ENTENDER EL APELATIVO “VIRGEN”?

Ciertamente los testimonios aludidos no lo explican con precisión pero se ve

que usan el término en el sentido de abstención libre y voluntaria de los actos sexuales

y la preservación de la integridad corporal. En todo caso la integridad física se

considera esencial: “desde las primeras formulaciones de la fe (cf. DS 10-64), la Iglesia

ha confesado que Jesús fue concebido en el seno de la Virgen María únicamente por el

poder del Espíritu Santo, afirmando también el aspecto corporal de este suceso: Jesús

fue concebido absque semine ex Spiritu Sancto(Concilio de Letrán, año 649; DS, 503),

esto es, sin semilla de varón, por obra del Espíritu Santo” (CIC. nº 496).

Así podemos concluir que en María santidad-virginidad y maternidad van

íntimamente unidas. Ciertamente todo esto no puede comprenderse desde la mera

razón, sino que solo se puede captar desde la fe como una obra divina que sobrepasa

toda comprensión y posibilidad humana.

IV. LA CONCEPCIÓN VIRGINAL DEL HIJO DE DIOS.

Dios quiso que su Hijo naciera de una Virgen (CIC nº 502)3, de ahí la relación

entre Virginidad y Encarnación. ¿Cómo aparece esto en la Escritura y qué alcance tiene

en la historia de la salvación?

- La concepción virginal, excluyendo la colaboración de varón, afirma que el

único padre de Jesús es el Padre celestial: El mismo que le había engendrado en

3 “La mirada de la fe, unida al conjunto de la Revelación, puede descubrir las razones misteriosas por las

que Dios, en su designio salvífico, quiso que su Hijo naciera de una virgen. Estas razones se refieren

tanto a la persona y a la misión redentora de Cristo como a la aceptación por María de esta misión

para con los hombres” (CIC 502).



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la eternidad le engendra en el tiempo. Y esto aparece expresado en los

evangelios:

o Lc 1, 35: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te

cubrirá con su sobra, por eso el que nacerá de ti será santo y se llamará Hijo de Dios”.

o Jn 1, 14-18: Lo refleja con diversas expresiones “el Hijo que está en el seno del Padre…y la Palabra se hizo carne… gloria que recibe del Padre como Hijo único”.

o Mateo y Lucas afirman el papel del Espíritu Santo: José no es el padre del Niño (Lc 1, 32-35).

- En el plan de la salvación, la concepción virginal es anuncio de la nueva creación en la cual resplandece la virginidad de María (CIC nº 504): “Jesús fue concebido por obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María porque Él es el Nuevo Adán (cf. 1Co 15,45) que inaugura la nueva creación: "El primer hombre, salido de la tierra, es terreno; el segundo viene del cielo" (1Co 15,47). La humanidad de Cristo, desde su concepción, está llena del Espíritu Santo porque Dios "le da el Espíritu sin medida" (Jn 3,34). De "su plenitud", cabeza de la humanidad redimida (cf. Col 1,18), "hemos recibido todos gracia por gracia" (Jn 1,16).

- La generación virginal, a su vez, permite la extensión de la paternidad divina: A los hombres se les hace hijos adoptivos de Dios en aquel Hijo de la Virgen y del Padre.

V. EL PROPÓSITO DE MARÍA.

“¿Cómo será esto, pues no conozca varón?” (Lc 1, 34). ¿Cómo podemos explicar

el propósito de María con la maternidad que Dios le propone? ¿No era su opción una

vocación que responde a la llamada del Espíritu Santo, cómo Dios le propone ahora la

maternidad?

Lo primero que se comprende, a la luz de los textos de la Escritura, es que la

situación de María no es la misma que la de aquellas mujeres estériles que piden un

hijo y Dios se lo concede. Estas no podían concebir y se les concede este don. María

quiere permanecer virgen por decisión voluntaria y, este propósito, constituye un

obstáculo a la maternidad que se le propone. La pregunta que hace al ángel, así como

el contexto de la misma, reflejan tanto su estado actual de virginidad como su deseo

de permanecer virgen. Así se puede ver reflejado en la forma verbal en presente que la

acción se está realizando en él instante y, no excluye, su continuidad en el tiempo.



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María al plantear esta objeción no se opone al proyecto de Dios, sino que

simplemente expresa su deseo de vivir en plena sintonía con la voluntad de Dios:

Acoger la voluntad de Dios con todo su ser (Cf. Redemptoris Mater 13)4.

Hay autores a los que estas palabras le parecen inverosímiles por la escasa

valoración de la virginidad que aparece en la Escritura5. Sin embargo en los ambientes

inmediatos a la llegada del Mesías esta situación había cambiado y se apreciaba una

orientación positiva hacia la virginidad. Así lo ponen de relieve por ejemplo los esenios,

al igual que una secta femenina de Egipto, que vivían en virginidad. Por ello, en ese

contexto se podía entender mejor la decisión virginal de María.

Con todo conviene no vincular exclusivamente sus disposiciones íntimas con la

mentalidad de su ambiente desvinculando su decisión del misterio que acontece en

ella: “La llena de gracia” (Lc.1, 28) desde el primer instante de su existencia. Lo que

guió a María al ideal de la virginidad fue una inspiración del Espíritu Santo que la

vincula de modo excepcional a la pobreza ante Dios. Pobreza que le lleva a renunciar a

la riqueza personal de la maternidad, tan apreciada en su pueblo, y poner su confianza

solo en Dios:

“La Sagrada Escritura del Antiguo y del Nuevo Testamento y la venerable Tradición,

muestran en forma cada vez más clara el oficio de la Madre del Salvador en la

economía de la salvación y, por así decirlo, lo muestran ante los ojos. Los libros del

Antiguo Testamento describen la historia de la salvación, en la cual se prepara, paso a

paso, el advenimiento de Cristo al mundo. Estos primeros documentos, tal como son

leídos en la Iglesia y son entendidos a la luz de una ulterior y más plena revelación,

cada vez con mayor claridad iluminan la figura de la mujer Madre del Redentor. Ella

misma, es esbozada bajo esta luz proféticamente en la promesa de victoria sobre la

serpiente, dada a nuestros primeros padres, caídos en pecado (cf. Gen., 3, 15). Así

también, ella es la Virgen que concebirá y dará a luz un Hijo cuyo nombre será

Emanuel (Cf. Is 7, 14; Miq 5, 2-3; Mt 1, 22-23). Ella misma sobresale entre los humildes

y pobres del Señor, que de Él con confianza esperan y reciben la salvación. En fin, con

ella, excelsa Hija de Sión, tras larga espera de la promesa, se cumple la plenitud de los

tiempos y se inaugura la nueva Economía, cuando el Hijo de Dios asumió de ella la

naturaleza humana para librar al hombre del pecado mediante los misterios de su

carne” (LG 55) .

Confiando siempre en Dios el transforma su pobreza en riqueza: Será madre del

Hijo de Dios y más tarde de todos sus discípulos (CIC 501): Jesús es el Hijo único de

María. Pero la maternidad espiritual de María se extiende (cf. Jn. 19, 26-27; Apc. 12,

17) a todos los hombres a los cuales Él vino a salvar: “Dio a luz al Hijo, al que Dios

4 El Papa habla como la “obediencia de la fe” encontró una realización perfecta en María.

5 Ver como ejemplo el caso de la hija de Jefté que pide permiso a su padre para ir llorar por los montes

su virginidad cuando tiene que afrontar la muerte por la promesa hecha por su padre (Jueces 11,38).



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constituyó el Primogénito entre muchos hermanos (Rm. 8,29), es decir, de los

creyentes, a cuyo nacimiento y educación colabora con amor de madre” (LG 63).

VI. LA OPCIÓN VIRGINAL DE MARÍA Y JOSÉ

El Evangelista San Lucas presenta a María virgen “desposada con un hombre llamado José, de la casa de David” (Lc 1, 27). Ambas informaciones parecen contradecirse: Ser virgen y estar desposada (lo que implicaba un compromiso con vistas al matrimonio). ¿Cómo acepta el matrimonio si tenía previsto permanecer virgen para siempre?

El Evangelista San Lucas solo nos informa del hecho, no da explicaciones, pero el hecho de presentar ambas cosas, aparentemente al menos, contradictorias es signo de que ambas noticias son dignas de crédito. ¿Cómo se pueden comprender?

- Se puede suponer un acuerdo mutuo entre María y José sobre su proyecto virginal y que el Espíritu Santo que fue modelando a María para ser Madre de Dios, infundiera en José ese mismo deseo.

- Así lo podemos deducir del anuncio del ángel a José: “No temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo” (Mt 1, 20). Dios lo llama a cooperar en la realización de su designio de salvación de un modo totalmente especial: Viviendo en virginidad su matrimonio. Ese plan de salvación exigía el nacimiento virginal para poner de relieve la filiación divina y al mismo tiempo, una familia que garantizase el desarrollo normal de la personalidad del niño. Así María y José recibieron la gracia de vivir juntos el don de la virginidad y el matrimonio.

Ya desde el siglo II algunos para explicar esto recurrieron a la edad avanzada de José y su condición de custodio del Señor, más que de esposo de María. Pero no por ello debemos descartar una gran perfección interior que le lleva a vivir con afecto virginal su relación esponsal con María.

Aun excluyendo la generación física hemos de admitir que la paternidad de José fue real, no aparente. Distinguiendo entre padre y progenitor se ha podido mantener que José fue padre, gozo de una verdadera autoridad paterna sobre Jesús (“ponerle el nombre” Mt 1, 21, por ejemplo, con lo que eso significaba en aquel entorno, enseñándole su oficio de carpintero y contribuyendo a su educación) a la que el redentor libremente se sometió (Lc 2 , 51), aunque no fuera su progenitor.

La tradición de la Iglesia confirma esto mismo desarrollando una especial devoción a la Sagrada Familia y considerando a San José custodio del Señor y encomendándole (el Papa León XIII) el patrocinio de toda la Iglesia.



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VII. MARÍA SIEMPRE VIRGEN

La Iglesia ha manifestado constantemente su fe en la virginidad perpetua de María. Cierto que los textos antiguos la llaman sencillamente “la Virgen”, pero considerando esa cualidad como un hecho permanente, referido a toda su vida. Así los cristianos de los primeros siglos sintetizaron esta fe en la expresión “siempre virgen”6. Con una expresión tan breve la tradición de la Iglesia consideró a María como “virgen antes del parto, durante el parto y después del parto”.

- Antes del parto: Es sin duda la más importante pues toca directamente al misterio de la Encarnación y forma parte constante de la fe de la Iglesia.

- En el parto y después del parto, aún estando implícito el título de virgen, se convierte en objeto de reflexión y profundización llegando algunos a ponerla en duda. Sin embargo la fe de la Iglesia mantiene la integridad virginal de María durante toda su vida y así lo recoge el Vaticano II afirmando que el Hijo Primogénito de María “no menoscabó su integridad virginal, sino que la santificó” (LG 57). Su virginidad después del parto fue puesta en duda apoyándose en las expresiones de “los hermanos de Jesús”: Santiago, José, Simón y Judas y varias hermanas (Mt 13,55-56; Mc 6,39) que se solventó aludiendo a hijos de José de un matrimonio anterior o que en el contexto así se denomina a otros familiares cercanos, no directamente hermanos de sangre7. Más allá de todo esto la frase de Jesús al pie de la cruz: “mujer ahí tienes a tu hijo, hijo ahí tienes a tu madre” (Jn 19, 26-27) hace suponer una situación que excluye toda presencia de otros hijos nacidos de María. Otra expresión que hizo dudar de la virginidad después del parto es la de “primogénito” atribuida a Jesús (Lc 2, 7), sin embargo esta expresión se refiere literalmente a un hijo no precedido de otro y, de por sí, prescinde la existencia de otros hijos y, por otro lado, alude a ciertas prescripciones legales atribuidas al primogénito (Lc 2, 23).

CONCLUSIÓN: MARÍA, MODELO DE VIRGINIDAD

6 Así aparece por ejemplo en el segundo símbolo de fe de Epifanio, año 374: “Se encarnó, es decir, fue

engendrado de modo perfecto por Santa María, la siempre virgen, por obra del Espíritu Santo” (DS 44); II Concilio de Constantinopla (DS 422); IV de Letrán (DS 801), II de Lyon (DS 852) y el texto de la definición de la Asunción (DS 3903). 7 Así por ejemplo se nombra como hermanos a los hijos una María, discípula del Cristo (Mt 27, 56) que

se nombra como “la otra María” (Mt 28, 1). Ver también CIC nº 500: “A esto se objeta a veces que la Escritura menciona unos hermanos y hermanas de Jesús (cf. Mc 3, 31-55; 6, 3; 1 Co 9, 5; Ga 1, 19). La Iglesia siempre ha entendido estos pasajes como no referidos a otros hijos de la Virgen María; en efecto, Santiago y José "hermanos de Jesús" (Mt 13, 55) son los hijos de una María discípula de Cristo (cf. Mt 27, 56) que se designa de manera significativa como "la otra María" (Mt 28, 1). Se trata de parientes próximos de Jesús, según una expresión conocida del Antiguo Testamento (cf. Gn 13, 8; 14, 16; 29, 15; etc.).



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María con su decisión libre de permanecer virgen inaugura el acontecimiento inspirador de la virginidad cristiana en la Iglesia. Opción que hoy se hace por un voto que es la forma de consagración y entrega de la propia vida a Dios por una decisión libre y por amor.

Cuando leemos el relato de la Anunciación descubrimos que no es el ángel quien pide a María que permanezca Virgen, sino que es ella quien manifiesta su propósito de consagrarse totalmente a Dios con una vida virginal. Así responde a la iniciativa de Dios que es siempre quien toma la iniciativa en toda vocación humana. María, propiamente no hizo un voto, la suya es una decisión personal que no sabemos cuándo la tomó en su vida, si sabemos que en el momento de la Anunciación era una decisión firme en su vida. Sí parece claro que la gracia que la preparó para ser madre de Dios hizo que esta orientación a la virginidad estuviera siempre presente en su corazón.

Las mismas maravillas que hizo en María Dios las sigue realizando hoy en tantos

corazones generosos que desean entregar plenamente su vida a Dios, con una opción

valiente como la de maría, que se convierte en modelo de virginidad para todos los

que eligen ese estado.

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