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LADOCTRINA DEL PECADOParte 11: LA IMPUTACION DEL PECADO

Ro 5:12-1412Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.

13Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado.

14No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir

INTRODUCCIONEL CONCEPTO DE IMPUTACION

En las traducciones teológicas procedentes del idioma inglés se debe tener mucho cuidado con el empleo de las palabras imputar e imputación.

En la lengua inglesa, el significado teológico de la palabra imputar (impute) es "atribuirle o adjudicarle a alguna persona alguna cosa (buena o mala). Por ello, tiene un significado vicario, en el sentido de que lo que se le atribuye se deriva de otro.

En castellano, imputar es atribuirle a una persona algo censurable, reprochable, digno de acusación. En la lengua castellana a nadie se le imputa algo bueno, sino que se le atribuye. En cambio, en inglés sí tiene ese sentido, pues se afirma que al pecador se le imputa la justicia de Cristo, lo cual no es correcto en castellano.

Al pecador se le adjudica la justicia de Cristo. (Así que la palabra imputación siempre estará bien empleada cuando se refiera a inculpación del pecado, pues esta palabra es la que denota la acusación oficial contra un delito)

En el idioma inglés, la palabra imputación tiene también el significado de sustitución, del cual carece absolutamente en castellano. Así, por ejemplo, se llama imputation a la acción expresada por las palabras de Pablo a Filemón: "Así que, si me tienes por compañero, recíbele como a mí mismo. Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta" en (Flm 1:17-18). En castellano, esa acción no la llamamos imputación sino sustitución. El mismo apóstol Pablo escribe con respecto a los gentiles: "¿No será tenida su incircuncisión como circuncisión? " en (Ro 2:26).

Tomando en cuenta las diferencias idiomáticas, cuando se dice en inglés que la Biblia presenta tres imputaciones principales, tendremos que decir que, cuando la Biblia se refiere a la inculpación del pecado, la Biblia presenta los siguientes tres hechos: (a) La imputación del pecado de Adán a la raza humana; (b) la sustitución del pecador por Cristo; y (c) la adjudicación de la justicia de Dios al creyente en Cristo. (En inglés, los tres casos son imputación).

La inculpación puede ser real o judicial. La inculpación es real cuando se acusa a alguno de aquello que ha sido su propio antecedente; y es judicial cuando se lo acusa de lo que no ha sido su propio antecedente.

Si se hubiera inculpado a los hombres de los pecados que se mencionan en 2 Corintios 5:19 “que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación” (como han debido incu1párse1es) esa hubiera sido una inculpación real.

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Esos pecados habían sido los que ellos habían cometido, y acusarlos de ellos, echarles la culpa de ellos, no hubiera sido más que la declaración oficial de la responsabilidad.

Por otro lado, cuando el Apóstol dice en Fil 1:18: "ponlo a mi cuenta", él se refiere a una cuenta que no era suya realmente. El no tenía el antecedente. Esa es la inculpación judicial: es la sustitución.

Cualquier juicio inmaduro podría llegar a la conclusión de que los tres hechos principales que la Biblia presenta en relación con la inculpación del pecado que son: 1. La imputación de pecado, 2. La sustitución del pecador por Cristo y 3. La adjudicación de la justicia de Cristo, son de carácter judicial.

El hecho de que Cristo le sirva de Sustituto al pecador, puesto que de ningún modo toma ese lugar por causa de sus propios pecados, es un claro ejemplo de la inculpación judicial.

De la misma manera, la adjudicación de la justicia de Dios al creyente cristiano, aunque provee una base tan equitativa que por esa causa se dice que Dios es justo cuando justifica a los que creen en Cristo, sin embargo, no le otorga al creyente nada que haya sido su propio antecedente. Así que en la sustitución del pecador por Cristo hay una inculpación de carácter judicial. Sin embargo, en el caso de la imputación del pecado inicial de Adán a todos los miembros de la raza (de la cual Cristo es la única Excepción), hay una gran diferencia de opinión entre las diversas escuelas teo1ógicas.

De este tema general sobre la imputación del pecado examinaremos solamente dos aspectos: (a) El alcance de la doctrina de la imputación del pecado; y (b) el remedio divino para el pecado que se le imputa al pecador.

Estudiaremos hoy “El alcance de la doctrina de la imputación del pecado” y dejaremos para el próximo miércoles “el remedio divino para el pecado que se le imputa al pecador”

EL ALCANCE DE LA DOCTRINA DE LA IMPUTACION EL PECADO

El alcance de la controversia sobre la doctrina de la imputación del pecado se basa en el pasaje más teológico de la Biblia: Romanos 5:12-21. 12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el

pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.

13 Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado.

14 No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir.

15 Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo.

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16 Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación.

17 Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.

18 Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.

19 Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.

20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;

21 para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.

Este pasaje es esencialmente una clarificación de la declaración primaria que se establece en el versículo 12. De ello se deduce que cualquier interpretación del versículo 12 que no esté en armonía con los versículos 13 al 21 demuestra, por esa falta de armonía, que no es correcta. El verdadero estudiante de la Biblia le dedicará más tiempo a esta porción de las Escrituras. No es suficiente aceptar los mejores descubrimientos de los que estudian dicha porción, sino que demanda un penoso esfuerzo exegético. En este gran pasaje se han concentrado los grandes pensamientos con los mejores propósitos. La interpretación racionalista es tan peligrosa aquí como en cualquier parte. Este asunto corresponde única y absolutamente a la revelación.

Como preparación para la exégesis correcta de Romanos 5:12, conviene observar que el primer pecado de Adán (llamado propiamente el pecado original, hasta donde concierne a la humanidad) es el tema fundamental que estamos discutiendo. Como ya se dijo, el primer pecado de Adán es la fuente causal de la cual proceden dos clases de influencia completamente diferentes.

En un programa anterior estudiamos la naturaleza de pecado, que ha sido trasmitida, la cual pasa por medio de generación en generación y está estrechamente vinculada con la muerte espiritual. El objetivo del presente programa es la investigación de la otra corriente de influencia que surge del pecado inicial de Adán, que es la imputación del pecado al pecador, que constituye la única razón que la Palabra de Dios presenta como base para la imposición de la muerte física sobre la raza.

La primera corriente de deducciones, ya estudiada, se relaciona con la corrupción; en tanto que la segunda, que es la que estamos estudiando, se relaciona con la culpa.

Además de la revelación de que la culpa les corresponde a todos, está la verdad de que el castigo (la muerte física) se ha impuesto directamente sobre cada uno de los miembros de la raza, es decir, directamente desde Adán a cada individuo, sin tener en cuenta las generaciones intermedias. Es como si sólo hubieran existido dos personas: Adán y ese miembro particular de la raza. Se podría decir que todo ser humano está relacionado con Adán, directa e individualmente, como por medio de una línea privada.

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De Adán heredamos directamente dos cosas: Una de las dos herencias directas represente la naturaleza adámica (que está emparentada con la muerte) la cual alcanza a todo individuo mediante la trasmisión del padre al hijo.

La otra herencia directa de Adán representa la imputación del pecado de Adán, la cual le llega al mismo individuo en forma directa desde Adán, sin tener en cuenta las generaciones intermedias. Aunque todos, en todas las generaciones, participan de esta relación personal con Adán, el carácter del individuo aislado de cada generación no mengua ni se confunde por ninguna circunstancia.

La respuesta bíblica al asunto de que ¿por qué cada persona está sujeta a la muerte física? es que cada persona participa del pecado que afectó al mismo Adán, y que le causó la muerte física; y que, por tanto, cada persona participa también del castigo. La muerte física no se adquiere por herencia, ni tampoco es una infección que pasa de los padres a los hijos. Es el castigo por aquella acción impersonal, inconsciente, pero conjunta de cada individuo con Adán, en su desobediencia.

Ha resultado gran confusión cuando se identifica la naturaleza adámica y su corrupción con la idea de la culpa individual y el castigo que merece el individuo por su participación en ese pecado. No se debe olvidar que la naturaleza de pecado engendra cierta forma de culpabilidad, pero esa es aquella culpabilidad que surge de un estado del ser, mientras que la culpa por la participación se debe a la acción.

La muerte espiritual se halla implícita en Romanos 5:12-21 (pasaje que todavía nos queda por estudiar), pero cuando comenzamos con Romanos 6:1,

¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?

En Ro 6:1 se ve que la naturaleza de pecado está en conflicto con la vida espiritual y con la santificación.

En todo este pasaje de Ro 5:12-21 se trata con respecto a la muerte espiritual. Naturalmente, la naturaleza de pecado y la muerte espiritual están en este caso estrechamente relacionadas como siempre. Producir el fruto de la naturaleza de pecado es estar en el camino, en el lado de la muerte espiritual; mientras que tener el poder para el bien por medio del Espíritu es estar en el camino, en el lado de la vida y de la paz como lo demuestran los siguientes textos:Ro. 6: 16, 21, 23 “16¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para

obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? 21¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”

Ro 7:5 “Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte”

Los siguientes textos, por otra parte demuestran que tener el poder para el bien por medio del Espíritu es estar en el camino, en el lado de la vida y de la pazRo 8:2, 6, 13 “2Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley

del pecado y de la muerte. 6Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el

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ocuparse del Espíritu es vida y paz. 13porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis”

De los centenares de referencias que la Biblia hace con respecto a la muerte, sólo una mínima porción se refiere a la muerte espiritual. Tan grande es la preponderancia de los pasajes que se relacionan con la muerte física que multitudes de personas no caen en la cuenta de la verdad que corresponde a la muerte espiritual. El principal pasaje que trata sobre la muerte física, y que es el más intensamente teológico, es Romanos 5: 12-21.

Este pasaje, como se dijo, consiste en una declaración primaria, que se restringe al versículo 12, mientras que todo lo demás -versículos 13-21- es la explicación de dicha declaración primaria. Por tanto, es razonable que nos dediquemos primero a descubrir el significado del versículo 12.

La colocación de este pasaje (Ro. 5:12-21) es un factor importante en la evaluación que se le haga. Está precedido de una porción (Ro 3:21-5:11) que contiene un mensaje de justificación y fe; y le sigue otra porción (Ro 6:1-8:13) que contiene un mensaje de santificación y fe. Se dice, tanto de la justificación como de la santificación, que se basan en la muerte de Cristo. La porción intermedia, que es la que estamos considerando, es la consumación de lo que precede y la preparación para lo que sigue.

En este pasaje se nos presenta el cuadro oscuro del pecado y su castigo, en contraste con las glorias maravillosas de la justicia y de la vida. Allí se coloca a las dos cabezas universales de la raza, una junto a la otra, y se nos indican sus similitudes y diferencias. El primer Adán le trajo la ruina a la raza; el postrer Adán le trajo la salvación y la gloria a su pueblo.

Hay muchos detalles en los paralelos en los cuales aparecen estas similitudes y diferencias. Estos detalles, aunque son de inmensurable importancia, por ningún motivo cambian el terna central, sino que más bien lo vigoriza. Y ese tema central es que aquello que perdió el primer Adán lo vuelven a obtener, con creces, los que reciben la gracia sa1vadora del último Adán, esto es Jesucristo. Existen muchas obras sumamente valiosas, tanto expositivas como exegéticas, que tratan este tema. Aquí sólo nos será posible una breve investigación sobre este pasaje de Ro 5:12-21.

Versículo 12. Para demostrar que es la consumación de la sección que le precede, que trata sobre la justificación (Ro 3:21-5:11), este versículo comienza con la expresión conjuntiva consecutiva "Por tanto". La idea es que, puesto que los hechos citados con respecto a la justificación son lo que son, se deduce que, como consecuencia, hay ciertas conclusiones y verdades adicionales. Sobre la conexión vital entre estas dos partes de las Escrituras, mediante la expresión conjuntiva "por tanto", escribe el Dr. W. H. Griffith Thomas: "La íntima relación de esta parte con la que inmediatamente le precede tiene que observarse con mucho cuidado. La primera expresión: "Por tanto" equivale literalmente a decir “en este sentido”, lo cual demuestra que el pensamiento continúa ininterrumpidamente.

En los versículos 1-11 de romanos 5, se ha demostrado que la justificación es permanente, y la prueba fundamental y garantía de esto es el mismo Dios, en el cual nos

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gloriamos (verso 11 “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación”).

La razón primaria se nos presenta en la porción que estamos estudiando (verso 12 que dice: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”). La razón primaria se nos presenta al señalar que la relación del hombre con Adán lo envolvió en cierta clase de muerte por causa del pecado, y así su relación con Cristo le garantiza la vida sin falta.

De este modo, estos versículos (11 y 12 de romanos 5) constituyen el centro lógico de la Epístola. Constituyen el gran punto central en el cual converge todo lo que precede, y del cual fluye todo lo que sigue. Las grandes ideas del pecado, la muerte y el juicio, según se indica aquí, van envueltas en la relación de la raza humana con Adán; pero, por otro lado, tenemos el hecho bendito de la unión con Cristo, y en esta unión tenemos la justicia y la vida. El hecho de representar a la humanidad en estas dos cabezas: Adán y Cristo, indica la significación de la obra redentora para toda la raza".

La segunda palabra, "como", en el (Verso 15 que dice: “Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo”) no es menos importante, puesto que es una partícula comparativa que indica el primero de una serie de contrastes, que son los que caracterizan a esta porción de las Escrituras. Las dos partes de este contraste son: la justificación que vino por medio de un Hombre contra la ruina que había venido por medio de otro hombre. El como relaciona lo dicho antes con la idea de la entrada del pecado por medio de un hombre. Se pudiera parafrasear de la siguiente manera: Por tanto, así como el caso de la justificación es por un Hombre, así el caso de la ruina es por un hombre. Tal es en realidad la esencia del argumento que sigue en el pasaje.

Las palabras "como el pecado entró en el mundo por un hombre" implican que el pecado ya había tenido su manifestación en otras esferas, y que el hombre, Adán, llegó a ser el medio o la puerta abierta por medio del cual entró el pecado en el mundo cosmos.

Pero hay algo más. El texto continúa con la declaración: " ... por el pecado la muerte". Aunque existe una estrecha relación entre la muerte espiritual y la muerte física (las dos tienen su origen en el primer pecado del primer hombre y, del mismo modo, convergen en cada individuo de la raza de Adán) el versículo 12 se refiere definidamente a la muerte física.

Es posible que se haga alguna referencia, antes de llegar al fin del estudio de este pasaje, a la muerte, en una escala tan amplia que puede incluir ambas formas; pero esta palabra, en su declaración primaria, se refiere a la muerte física. El carácter universal de la muerte física no necesita argumentos. Así, las Escrituras declaran:

"Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después el juicio" (He. 9:27).

El mensaje que el Apóstol declara en nuestro pasaje que estamos estudiando no es diferente: "así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron." El tiempo

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aoristo griego está bien traducido en nuestra Versión Reina-Valera revisada en 1960, en lo que se refiere a la última declaración.

No es por cuanto todos han pecado, sino "por cuanto todos pecaron." En este punto, el idioma se esfuerza en indicarnos que todo miembro de la raza muere físicamente por el hecho de su propia participación en el pecado de Adán. Puesto que se tiene en mente un hecho único, completo e histórico, las palabras "todos pecaron" no pueden referirse a una naturaleza que resulta del hecho de ese pecado, ni puede referirse a los pecados personales de muchos individuos.

No indica que el hombre llegó a ser perverso. Lo que indica la afirmación es que todos pecaron al mismo tiempo en las mismas circunstancias. De igual manera, el castigo, que es la muerte, no se debe a la contaminación, en cuyo caso indicaría que se refiere a la muerte espiritual, sino que se debe a la culpa por la participación en el acto; y eso indica la muerte física. La afirmación es clara; y lo que expresa es que todos participaron en el pecado inicial de Adán.

Un pasaje paralelo, que tiene esta misma estructura gramatical, es el de Romanos 3:23: "Por cuanto todos pecaron." Sin ninguna base, se ha interpretado casi universalmente que este pasaje se refiere al pecado personal. El Dr. Philip Schaff, dice lo siguiente: "Se refiere a un hecho único e histórico, es decir, al evento pasado de la caída de Adán, que fue virtualmente y al mismo tiempo la caída de la raza humana, representada por él y germinalmente contenida en él ...

En cuanto a la interpretación de las palabras, se puede insistir en que "pecaron" no es equivalente de llegaron a ser perversos. Hay dos puntos de vista al respecto: (1) Como hecho histórico, cuando Adán pecó, todos pecaron, por causa de la relación vital entre él y su posteridad. (2) Cuando Adán pecó, todos fueron declarados pecadores, por cuanto él era el representante de la raza.

La objeción que se hace es que pecaron no es un término equivalente de fueron considerados pecadores. Eso hace que el paralelo entre Adán y Cristo sea más estrecho de lo que el pasaje parece garantizar hasta este punto (Romanos, Vol. VI, pág. 81, 82).

Jamieson, Fausset, and Brown, en su Comentario (Zondervan Publishing House, 1934), declaran con respecto a esta misma frase: "Así la muerte alcanza a todo individuo de la familia humana, como el castigo le corresponde a cada uno de esos individuos." La construcción de la frase es tan exigente que los exégetas están de acuerdo en su gran mayoría. Extrañamente, sin embargo, Calvino no entendió la fuerza de la estructura de este pasaje cuando restringe su significado al hecho de nacer en pecado.

Debe hacerse hincapié también en que sólo una explicación puede estar de acuerdo con el resto del pasaje que es de carácter explicativo, y que, naturalmente, esa interpretación es la que se requiere para la declaración primaria del versículo 12. La correcta interpretación del texto nos indica una real imputación del pecado de Adán a la raza humana. Si eso se puede explicar o entender es cosa completamente aparte del hecho de que tales palabras declaran que hay una imputación real, con su correspondiente culpa individual y el castigo, que es la muerte física.

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El Dr. Charles Hodge dice: "Este pasaje enseña claramente la doctrina de la imputación del pecado. Esta doctrina no incluye la idea de una identidad misteriosa de Adán con su raza, ni tampoco la de una trasferencia de la torpeza moral de su pecado a sus descendientes. No enseña que su ofensa fue personal o propiamente el pecado de todos los hombres, ni que este acto fue, en algún sentido misterioso, un acto de toda su posteridad. Tampoco implica, en relación con la justicia de Cristo, que esta justicia llega a ser personal e inherentemente nuestra, ni que su excelencia moral sea, en algún sentido trasmitida a los creyentes cristianos.

El pecado de Adán, por tanto, no es la base del remordimiento nuestro; y la justicia de Cristo no es base de complacencia personal para aquellos a quienes se adjudica.

Esta doctrina enseña sencillamente que, en virtud de la unión natural y representativa, entre Adán y su posteridad, el pecado de él sirve de base para la condenación de ellos, es decir, para que ellos estén sujetos a los males penales; y que, en virtud de la unión entre Cristo y su pueblo, la justicia de El sirve de base para la justificación de ellos.

Para enseñar esta doctrina se utilizan muchas palabras (vs. 12, 15, 16, 17, 18, 19). Está tan claramente establecida esta doctrina, y tan a menudo repetida o declarada, y tan formalmente probada, que son pocos los comentaristas que no reconocen, en una forma o en otra, que esa es la doctrina de1 Apóstol" -Commentary on the Epistle to the Romans, edición de 1854, págs. i7,168. En su mayor parte, ésta es una declaración aceptable y luminosa. Sin embargo, parece que la declaración del Dr. Hodge diera la impresión de que no reposa sobre cada miembro de la raza una responsabilidad real, que sea suficiente para garantizar el castigo con muerte.

La dificultad que surge casi en cada mente, con respecto al mensaje aparente de este versículo, consiste en la incapacidad universal para comprender qué es lo que envuelve la representación por medio de una cabeza general. Esta incapacidad es de lo más natural, puesto que no hay otra relación similar en la esfera general de la experiencia humana.

En Adán estaba toda la raza potencialmente, de un modo que no se le puede atribuir a ninguno de los siguientes progenitores de su linaje. Ningún otro hombre fue primero en las generaciones de la humanidad; ni ningún otro hombre recibió la comisión divina de esta responsabilidad única.

En Abraham, como progenitor de la raza de Israel, vemos una cabeza menos perfecta: la realidad sólo se halla en el linaje de Jacob. Sin embargo, Cristo es la cabeza perfecta de la nueva creación. Todo el simbolismo que hay en Adán con respecto a Cristo se basa en el hecho de que ha habido dos cabezas perfectas de la raza. Abraham, aunque es muy importante en su relación con Israel, no aparece en este simbolismo.

En 1 Corintios 15:22, aparece la siguiente declaración: “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados" Esa declaración implica la misma acción conjunta que se expresa en las palabras: "todos pecaron"

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En realidad, Dios no ve sino a dos hombres; y cada uno de los miembros de la raza está en el uno o en el otro. Los no regenerados están en Adán; los regenerados están en Cristo.

La incapacidad para comprender la manifestación de esta clase de verdad surge de la inhabilidad para llegar a una profunda comprensión de lo que se nos quiere decir cuando se nos indica que algunos miembros de la familia humana están en Adán, y otros están en Cristo. La mente puede comprender los resultados específicos, pero no puede discernir la profunda realidad que entra en la relación de una cabeza con la agrupación que representa.

Se verá en el desarrollo posterior de este pasaje -Romanos 5: 12-21- que, tal como Cristo lo declaró (Jn 14:20 “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros”), y como lo explica el apóstol Pablo, por el hecho de estar el cristiano en Cristo, son inmensurables las bendiciones que fluyen de esa base.

Por tanto, todos reconocen que el principio de imputación del pecado de la cabeza universal a su posteridad está establecido. Consecuentemente, todos debieran reconocer con entera libertad que al hombre natural le corresponden el daño y el desastre (incluyendo la muerte) por causa de estar en Adán. Esa es su posición.

Con el mismo fin, y con respecto al hecho de que Cristo aceptó la inculpación que le correspondía al hombre, está escrito: "que si uno murió por todos, luego todos murieron" en (2 Co 5:14). La participación del pecador en la muerte de su Sustituto es, pues, contada como si fuera la propia muerte del pecador por sí mismo

Ciertos pasajes se refieren a la acción de la muerte de Cristo en su condición de Sustituto, como si fuera una acción del mismo pecador, veamos algunas: Ro. 6:2: " ... los que hemos muerto al pecado." Ro. 6:6: " ... nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él." Col. 3:3: ".. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios..." Ef. 4:22: " ... despojaos del viejo hombre." Col. 3:9 “habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos”

Así se ve que, según el principio de imputación, ciertas realidades de una persona se le inculpan a otra. El asunto queda completamente explicado cuando se consideran los tres hechos: 1. Se indica la necesidad del hombre por el hecho de que el pecado de Adán se le

imputa a su posteridad; 2. Se logra la salvación del hombre cuando Cristo lo sustituye, tomando sobre Sí la

culpa humana; y 3. Se establecen la norma eterna y la felicidad para el hombre al adjudicarle a éste la

justicia de Dios, cuando él está en Cristo mediante el bautismo del Espíritu.

Si se rechaza la doctrina de la imputación del pecado de Adán a la raza, entonces, la consecuencia demanda que también se rechacen la doctrina de la sustitución y la doctrina de la posición en Cristo.

Se concede que se pueden notar ligeras diferencias en ciertos respectos, cuando se comparan estos tres hechos. Estas diferencias se desarrollan en gran parte en atención a

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que la imputación del pecado de Adán a la posteridad es real, en tanto que la sustitución del pecador por Cristo y la adjudicación de la justicia de Dios al creyente cristiano son de carácter judicial.

No se dice nunca de ningún pecador que haya actuado conscientemente, ni de ninguna otra manera, para que se le adjudiquen los beneficios que fluyen de la muerte de Cristo, ni tampoco se dice que haya actuado de algún modo para lograr la perfecta posición de justicia en Cristo, pero sí se declara que toda la posteridad pecó con Adán en su pecado.

Este aspecto particular, que envuelve la participación del pecador, no se halla ni en la sustitución ni en la adjudicación; pero sí es lo que vigoriza la realidad de la imputación del pecado de Adán a su descendencia.

Se puede deducir, entonces, que las palabras "todos pecaron" afirman que toda la humanidad (con excepción de Uno, Jesucristo) está divinamente inculpada de haber participado en el pecado de Adán, y que el castigo por esa participación es, en cada individuo, la muerte física.

Es natural suponer que esta expresión “todos pecaron” se refiera al pecado personal en la vida de cada individuo. Tan general es esta tendencia, a pesar de las traducciones claras, que el Espíritu de Dios dirigió al Apóstol para que presentara una prueba conclusiva de que allí no había ninguna referencia al pecado personal. Esta prueba es la que se encuentra en los dos versículos siguientes del pasaje, los cuales estudiaremos en el próximo programa.

Podemos resumir que: El acto de un hombre introdujo el pecado en el mundo y la pena de muerte sobre la raza humana. Por otro lado, la obediencia de un hombre contradijo este hecho y puso la justicia y la vida eterna a disposición de la humanidad. Adán representó a toda la humanidad atrapada por el pecado y la muerte. Jesucristo representa a una nueva humanidad caracterizada por la justicia y la vida. Recibimos las consecuencias del acto de Adán al nacer, y las del sacrificio de Cristo a través de la obediencia y la fe. De esta manera la Biblia enseña que los cristianos son nuevas criaturas desde su interior. El Espíritu Santo les da vida nueva y ya no serán los mismos jamás. El Cristiano no es una persona que ha sido reformado, rehabilitado o reeducado; el Cristiano verdadero es una nueva creación, viviendo en unión vital con Cristo (Colosenses 2.6, 7).

Aceptar a Cristo como Señor de nuestras vidas es el comienzo de la vida con Cristo. Pero debemos continuar arraigándonos en la palabra para edificarnos y fortalecernos en la fe. Cristo desea guiarnos y ayudarnos cada día en nuestros problemas. Usted puede vivir para Cristo al: (1) Confesarle como su Señor y Salvador(2) buscar aprender de Él, de su vida y de sus enseñanzas (3.16); y (3) reconocer el poder del Espíritu Santo en usted

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