LaPaz Revolucionaria. Un paseo por la historia de la ciudad

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 1 “L a Paz Revoluc ionaria, un Paseo por la Hist oria de la Ciudad (180 9 - 182 5)” busca contr ibuir al conocimiento del pasado revolucionari o de la ciudad de La Paz, haciendo énfasis en los hechos realizados en la revolución del 16 de julio de 1809. Con este propósito, se invita al lector a realizar un viaje imaginario a través de las calles de la ciudad de aquella época. Para ello, esta publicación da a conoc er los sitios más sobr esalientes donde se produjeron los hechos de la revolución juliana, que tiene la virtud de haber sido la mayor acción independentista que se realizó dentro de nuestro territorio, y la primera revolución que cristalizó la audacia de los héroes paceños, tras deponer a las autoridades españolas, proclamar la libertad y la independencia para los pueblos oprimidos de “AméricaHispana”.Ess induda,unsucesosingularque conmovió los sentimientos de los americanos, que sin demora iniciaron la “Guerra de la Independencia”. Estos hechos han quedado inmortalizados en fuentes escrit as, y los siti os que impregnaron el civismo, sacri•cio y sangre, los vemos, los recorremos, cuando cotidianamente transitamos por el casco viejo de nuestra ciudad. Caminamos los pasos de quienes, hace 200 años, corrieron la suerte de gestar una revolución. Este trabajo realizado por la Dirección de Patrimonio Tangible y Natural del Gobierno Municipal de La Paz, contribuye al conocimiento de nuestra antigua ciudad y la valoración de los sit ios patr imoniales que se conservan hoy en día. PR ES ENT ACN WALTER GÓMEZ MÉNDEZ O•cial Mayor de Culturas

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“La Paz Revolucionaria, un Paseo por la Historiade la Ciudad (1809 - 1825)” busca contribuir alcono cimiento del pasado revolucionario de la ciudadde La Paz, hacie ndo énfasis en los hecho s realizado sen la revolución d el 16 de julio de 1809.

Con este propósito, se invita al lector a realizar unviaje imaginario a través de las calles de la ciudadde aquella época. Para ello, esta publicación daa conocer los sitios más sobresalientes donde seprodujeron los hechos de la revolución juliana,que tiene la virtud de haber sido la mayor acciónindependentista que se realizó dentro de nuestroterritorio, y la primera revolución que cristalizó laaudacia de los héroes paceños, tras deponer alas autoridades españolas, proclamar la libertad yla independencia para los pueblos oprimidos de“A méric a Hispa na” . Es sin dud a, un suceso singular q ueco nmo vió los sentimiento s de los ame ricano s, que sindemora iniciaron la “ Guerra de la Independencia”.

Estos hechos han quedado inmortalizados en fuentesescritas, y los sitios que impregnaron el civismo,sacri•c io y sang re, los vemos, los reco rremos, cua ndocotidianamente transitamos por el casco viejo denuestra ciudad. Caminamos los pasos de quienes,hace 200 años, corrieron la suerte de gestar unarevolución.

Este trabajo realizado por la Dirección de PatrimonioTangible y Natural del Go bierno Municipal de LaPaz, contribuye al c onoc imiento de nuestra a ntiguaciudad y la valoración d e los sitios patrimoniales quese c onservan hoy e n día.

PRESENTACIÓN

WALTER GÓMEZ MÉNDEZO•cial Mayor de Culturas

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Los ideales de los paceños de autogobernarse fueron impulsadospor las invasiones napoleónicas, valiéndose de la abdica ción del reyFernando VII (1808). Así el 16 de julio d e 1809, ac audilla dos por un grupode hombres, los paceños fundaron su propio gobierno con elementoamericano, aunque sólo duró unos pocos meses, ya que los patriotas  julianos fueron reducidos por las tropas realistas al mando del generalGoyeneche, siendo derrotados en Chicaloma el 11 de noviembre de1809. El frígido g eneral, como forma de amedrentamiento p ara todoslos que habían apoyado el movimiento revolucionario, sentenció a losprincipales cabecillas a morir. De esta manera, en un acto público alfrente del templo del Loreto (parte del actual Palacio Legislativo), fueron

ejec utado s Murillo, Figueroa , Catac ora, Bueno, Jiménez, Graneros, Jaén,García y Sagárnaga el 29 de enero de 1810.

Con la muerte de estos hombres, a quienes la posteridad ha inscrito conel glorioso nombre de “Protomártires de la Independe ncia Americana” ,se pensó ac allar el c lamor libertario de los am ericanos. Pero el idea lde estos hombres se extendió por todos los con•nes de América delSur, el mismo año en que fueron ejecutados (1810), lo cual ocurriócon el Ecuador (10 de agosto), Venezuela (19 de abril), Buenos Aires(25 de mayo), Colombia (20 de julio) y Chile (18 de septiembre). Así seempezaron a romper las cadenas que, por espacio de tres siglos, habíaimpuesto el yugo español.

Con el martirio de los principales cabec illas, concluyó el p rimer acto delibertad y luego se inició una larga y sangrienta lucha no solamente enla ciudad de La Paz, sino también en sus campos y provincias, sitios quese convirtieron en escenario de heroísmo y de dolor, donde e mergieronincomparables héroes a quienes la patria les queda agradecida .

La victoria del mariscal Sucre en los campos de Ayacucho, acabócon la d ominac ión española en Sudamé rica. Tras su triunfo, en enerode 1825 José Miguel Lanza al mando de los guerrilleros de Inquisivi yAyopaya, ingresó a la ciudad de La Paz proclamando la independencia,antes de la llegada de las tropas de la Gran Colombia. Este hecho fuedeterminante para que los Libertadores, Bolívar y Sucre, concedieran alos altoperuanos el derecho a determinar su propio destino.

LOS ALBORES DE LA INDEPENDENCIA

LA PAZ REVOLUCIONARIA,UN PASEO POR LA HISTORIA DE LA CIUDAD

(1809 - 1825)SITIOS REVOLUCIONARIOS

Con los siglos el aspecto de nuestra ciudad ha cambiado; pero el centro urbano ha mantenido el antiguo trazoque le dio el a larife Juan G utiérrez Paniagua unos poc os años después de la fund ac ión. Algunas vías y plazas hancambiado de nombre, algunas han lograron convertirse en espaciosas avenidas, otras han cambiado de aspectoal hab er sido recti•ca das; pero aún así se conserva su historia. Por otro lado, c asi todas las edi•cac iones que jugaronun rol signi•cativo dentro de importantes acontecimientos históricos, en la actualidad, han desaparecido; pero semantiene a ún la mem oria de los lugares en do nde é stos se enc ontraban y los hechos que allí suced ieron. Aclaradasestas premisas, se ha realizado una fatigo sa, pe ro com placiente investigación p ara d ar a c onoc er los sitios dond e sellevaron a c abo los hechos más sobresalientes de la Revolución d el 16 de Julio de 1809.

calle INGAVI

CALLES Y AVENIDAS

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Parte de e sta vía, exactam ente las dos últimas cuadras hacia la plaza Murillo, era conoc ida co mo c alle “SantoDomingo”. En ésta se encontraba el palac io del obispo Remigio La Santa y Ortega , en lo que ac tualmente esla escuela México. Cuando estalló la revolución, este prelado se opuso a los revolucionarios e inició contra ellosintimidac iones, advirtiendo que éstos serían c astigad os si no d aba n ma rcha a trás. Los revolucionarios ca nsado s desus amenazas lo saca ron de la c iudad, en una espec ie de d estierro. En venga nza se tornó c onsejero de sangre delgeneral Goyenec he, hasta ver colgad os a quienes lo habían humillado . La Santa se atrevió a seguir un juicio a lavirgen d el Carmen, por hab er patrocinad o a los revolucionarios, quienes, según decía, hab ían come tido el delito derebelarse co ntra la corona española.

La virgen fue llevada al templo d e San Agustín, donde fue despojada de las indumentarias que le habían obsequiadolos hermanos Lanza. Luego, la virgen y el niño fueron introduc idos al temp lo co mo una e spec ie de reclusos. Una m isade e xpiación o p uri•c ación fue celebrad a a l día siguiente, y el pa dre de la iglesia restituyó a la santísima y a su hijo lacorona y el ce tro que anteriormente les pertenec ía.

El obispo La Santa se d io a c reer que c on tod o esto se había resuelto todos los problemas, pero no sucedió a sí, yaque iniciada la Guerra de la Independ encia, La Santa fue p erseguido p or Castelli, cua ndo este ca udillo argentinoal mand o d e un num eroso ejército incursionó e n Potosí, Chuquisac a y La Paz, llega ndo ha sta el Desagua dero, y a lobispo no le quedó otro cam ino que regresar a España .

Cuando se instauró la república, por varios años se m urmuró que el obispo La Santa mantuvo relacionesamorosas con una mo nja del mo nasterio de la Conce pción, y hay quien dec ía haberlos visto besándose(Ponce , Tomo III, 1954:932).

Se co noce ta mbién que en esta calle existía una botica de me dicam entos. Su dueño e ra Fabián Bravo, cuyo hijo,Manuel, denunció a los patriotas, cuando estos fueron capturados. Cuenta la tradición que lo hizo porque estabacasado c on una española, con quien era sumiso y obed iente.

Cuando Indaburu traicionó a los revolucionarios, éste hizo abrir en esta calle una trinchera que fue tomada por elpatriota Ca stro, quien de sde allí rompió fuego con un ca ñón sobre la plaza, lo que c ausó espanto en los realistas quehuyeron por los tejados de las casas y algunos se escond ieron en la iglesia d e Santo Domingo. En esta ca lle Indab uru,que dirigía la acción a caballo, cayó mortalmente herido cuando huía apeándose con la mano puesta en la herida,tratando d e llegar al cuartel que estaba situado frente a la p laza Mayor (actual plaza Murillo) pa ra oponer resistencia;pero alca nzado po r los revolucionad os, fue ac aba do a lanza y cuchillo. Lo dejaron de snudo y arrastraron su cuerposin vida, hasta llega r a una de las horcas que él en la mañana hab ía mandad o a co locar, y allí fue colgad o.

Calle Simón Bolívar

Toda la extensión de esta calle se llamaba ca lle “ Del Rey”. En su primera esquina estaba la casa Queipo o PalacioObispal, lugar que ocupa el actual Obispado de La Paz, que cuando estalló la revolución el gobernador y algunosclérigos que estaban de parte d e los realistas, fueron d etenidos en este sitio y a ped ido d el pueb lo se dispusieronguardias para evitar alguna po sible fuga. Cuando el Cabildo revolucionario determinó la renuncia del gob ernador,a quien dio el lapso de una hora para que aceptase ese término, Manuel Cosió con algunos soldados acudió aeste lugar y ahí esperó la respuesta; pero viendo que el gobe rnador tardaba en renunciar, Cosió empezó a golpea rfuertemente la puerta, haciendo mofa y desprecio hacia él, quien a •n de obtener mayor tranquilidad, pre•rió darpor •rmada su renuncia.

Al Palacio Ob ispal fue traído Pedro Domingo Murillo, cuando fue ca pturado e n las montañas de Zongo e n com pañíade su hija Tomasa y d os comp añeros. En esta fuga estuvieron perdidos cinco días y Murillo se enc ontró con un antiguoamigo, a pellidado Visca rra. Éste les brindó un guía pa ra que los llevara hac ia su escap e; pero los llevó a un luga rsin salida, pa ra luego desaparec er. Después de dos días, los viajeros volvieron a retom ar el c amino sin pe ligro, pe rollegado el octa vo, desde la cima de la c umbre vieron a Viscarra, quien venía acomp añad o de va rios soldado s.

Murillo fue capturad o y llevad o a Zongo, donde llegó tod o golpea do, ahí escribió una carta al general Goyenec he,la que éste recibió de las manos de la hija de Murillo. Tras esto, Murillo fue llevado a La Paz para ser conducidodirectamente dentro del Palacio Episcop al, lugar donde se alojaba Goyene che. Allí, tuvo una conversación que durómás de siete horas (hasta la una d e la maña na), de la misma que no se ha sabido hasta la fecha , sobre que a suntostrataron. A las once d e la maña na fue sacad o arrastrando unos grilletes y, escoltad o por una c olumna de tropa, fueconducido a la cárcel (actuales dependencias del Palacio de Gobierno).

El 29 de ene ro de 1810, cuand o se instalaron frente al Loreto (ac tual Palacio Legislativo) horcas para e l suplicio delos protomártires, desde el balcón de l Palacio Ob ispal que d aba a la plaza, Goyeneche pudo c ontemp lar el fúnebreespectáculo: la ejecución de cada uno de ellos.

En esta calle tamb ién, en la segunda e squina, se enc ontraba la c asa de los Indab uru, cuya hija ma yor entregó armasa los revolucionarios.

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Antiguamente, la cuadra que ocupa la iglesia de La Mercedy la anterior a ésta, formaban la calle “La Merced”, dondelos revolucionarios se agruparon para iniciar la embestida alcuartel; se reunieron varios, en un billar que existía en la esquinade la calle Colón (propiedad de Mariano Graneros) y, paraconcurrir a este ataque, una columna de aproximadamente200 revolucionarios se a glutinaron en lo que antiguame nte erala plaza Caja d e Agua (actua l plaza Riosinho).

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A esta vía se la conoc ía co n el nombre de calle “Chocata” ,título de uno de los principales vecinos de la ciudad: MarcosJuan de Dios Villavicencio, el cond e de Choca ta. En esta c allese encontraba uno de los primeros tambos de la ciudad, elTamb o de las Harinas y a lado se encontraba la casa de losPalma, quienes teniendo raíces cuzqueñas tomaron parte enla revuelta d e 1805.

En esta ca lle vivió el pa triota p ac eño RudesindoAragón, quien fue excomulgad o por el obispoLa Santa, po rque se encargó d e move r a lagente de su barrio la tarde del 16 de julio de1809. Rudesindo fue un hombre valiente y d epalabra, acompañó a Lanza hasta el •nal desus días: murió en la ba talla de Chicaloma , el11 de noviembre d e 1809, cuand o los patriotas julianos fueron de rrotad os de•nitivamente p orlas tropa s realistas.

calle

calle

Esta vía se llamaba en toda su extensióncalle Karkantía (más tarde recibió otrosnombres), que en ayma ra signi•ca “ bordede p eñascal”, porque terminaba en unasmontone ras de piedras y roca s sin labrar.Como este sector era menos atractivopara realizar algún paseo, Murillo y suscompañeros, a lo largo de esta vía,aprovechaban para reunirse y conversarsobre las nuevas corrientes ideológicasque surgían en Europa; pero no lo ha cían

en un grupo mayor, evitando cualquiersospecha de las autoridades realistas.

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En esta calle vivió el protomártir Juan BautistaSagá rnaga, en cuya casa se realizó la primera junta revolucionaria el 24 de junio d e 1809, a laque asistieron varios revolucionarios. Durante larepública a esta vía se la denominó como calle“Indab uru”, que más tarde sufrió una modi•c ac iónindocta en su apellido, transformándo se en c alleIndaburo. Se la nomb ró así para c onmemo rara José Manuel Gregorio Indaburu, el hijo deManuel Pedro Indaburu. José fue obispo que,por parte del Senado, recibió la medalla“Protector de la Educación Pública”, por sucom pleta co nsagración de instruir la educ ación.En esta calle estaba situada tam bién la ca sa de lmariscal Santa Cruz, que más tarde se convirtió

en el c onvento de los jesuitas.

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Esta vía era conocida como calle Chirinos,allí se encontraba la casa de la gran patriotaVicenta Juariste Eguino, en dond e se enc uentraactualmente la Facultad de Derecho (ex  – colegio La Salle). En esta casa reunió variasveces a Murillo, Jaén, Buenaventura Bueno, a loshermanos García Lanza y dem ás conjurados del16 de julio. En su casa realizaba bailes y festejospara celebrar los triunfos de quienes luchabanpor la independencia y donde mantuvoescondidos a muc hos que fueron perseguidos yma rtirizado s por los realistas.

Esta calle tiene el mérito de conservar las característicasde una calle colonial y de haber sido la calle donde vivióPedro Domingo Murillo. Para esa époc a se llamaba KauraKancha (mercado de llama), porque en ésta se vendíandiferentes tipos de auquénidos. La noche del 15 de juliode 1809 se celebró la última junta en la casa de Murillo,tomándose las de•nitivas disposiciones para iniciar larevolución. Su casa fue con•scada a nombre del rey porsu participación en el conato revolucionario. La familiade Murillo, por la con•scación de todos sus bienes, fuereducida a la mendicidad. Más tarde, tampoco recibieronninguna indemnización de la patria, así quedaron en elolvido por un largo tiempo.

En 1946 el alcalde Juan L. Gutiérrez Granier, medianteordenanza municipal, expropió la casa de Murillo, que seenco ntraba en pod er de pe rsonas extrañas. Siete añosdespués, el o•cial mayor de culturas Carlos P. Sanginés,

apoyó la fundación del Museo Murillano (actual MuseoCasa d e M urillo).

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La última cuadra de esta vía se llamaba calle Riverilla, allívivía el alcalde Yanguas Pérez (sitio que ocupa el BancoCentral), que durante los días de la revolución, en el mesde octubre, intentó ocasionar un levantamiento en contrade los revolucionarios; pero las tropas que se encontrabanaca mpa ndo en Tiwanaku llegaron a la ciudad el día 13 delmismo mes. Los conspiradores, sabedores de lo que sucedíaen la p laza, se dirigieron al extremo d e esta c alle para seguircomplotando; pero la gente de pronto se empezó a retirar asus ca sas, y éstos, queda ndo a l descub ierto, fueron a refugia rsea casa del alcalde. Al momento, un destacamento sitió estelugar, sorpresivamente colocó un cañón frente a la puerta

principal e intimó que se abriera ésta, com o no se obed eció,el jefe mandó a disparar un cañonazo contra la puerta.Como resultado el alcalde y sus acompañantes salieron,abruptamente sordos e impresionados, para ser conducidosal cuartel en ca lidad de presos.

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En esta ca lle, el 19 de o ctubre, se libró una d e las más encarnizadasbatallas entre los revolucionarios, porque Indaburu traicionó asus compañeros. A la orden de éste se arrestaron a los patriotasTomas Orrantía, Manuel Cosió (alias Mazamorra), Melchor Jiménez(alias Pichitanca), Pedro Rodríguez y al cura Medina entre otros.Rodríguez opuso tenaz resistencia, p ero ca yó tiroteado , para luegoser colgad o en una d e las horcas.

Con anticipación, un revolucionario pudo escapar del traidor,yendo a d ar parte de todo lo que ha bía sucedido en la c iudada las tropas establecidas en Chacaltaya, quienes pensando en elpeligro que esto representaba para la revolución, regresaron deinmediato a la ciudad. Cuando éstos estuvieron bajando desdeel alto de la ciudad; los vieron quienes estaban en la plaza y sedieron a la fuga despavoridos. Sólo qued aron com o 20 hombres enla plaza Mayor y otros poc os en la plaza Caja de Agua; los demásse escond ieron en los balcone s de las ca sas para hace r resistenciadesde allí.

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Esta vía se iniciaba al •nal de la c alle Comercio, era una peq ueñacalle que se llama ba “ Solqueri”, estaba dividida del ca mino aYungas por el puente de Santa Bárbara, dond e ac tualmentese enc uentra la plaza Tomás Frías. Para esta ép oca era co múnque muchos ciudadanos notables estuvieran involucrados ensociedade s secretas, grupos que se co nocen com o ma sones; deesta manera, en el ba rrio de Santa Bárbara (actual c alle Castro,

cerca de lo que es el mercado Yungas) se enco ntraba lacasa de la logia “Caballeros de América”, cuyos integrantesapoyaron a los revolucionarios, ya que estaban convencidosde que emergían de siglos de oscuridad e ignorancia auna nueva eda d iluminada por la razón, la ciencia y elrespeto a la humanidad.

La muralla que con m ás empeño se de fendió fue la esquina inicial de la ca lle Comercio, desde las ventanas de lacasa de Francisco Romero, quien según el Diario de la Revolución: “…contando con 60 años de edad, con cadatiro toma ba un p olvo y de ca da uno d erribab a un cho lo” (Ibídem: 67). Por esta ca lle entró el patriota Figueroa c onuna p ieza d e artillería y 25 infantes para atac ar las trincheras levantadas en la plaza. En las ventanas de las casas deesta calle fueron coloc ado s por orden de Indab uru gruesos colchones para q ue no p asarán las balas, así como o llascon agua caliente para arrojarlas sobre los patriotas que debían atacar la plaza principal apegados a las paredesde los edi•cios. En esta calle vivía Francisco Diego Palacios, comerciante a com oda do, c uya ca sa sirvió de parap etoa los realistas, pero después del triunfo patriota, la plebe enfurecida saqueó su casa. De esta lucha, más de 30revolucionarios fueron al hospital (lugar donde actua lmente se encuentra e l edi•cio Ca stilla).

Tamb ién en esta avenida , en la primera esquina de la ca lle Come rcio, se enco ntraba el puente d e las Conce bidas,dond e el 6 de o ctubre se recibió a los emisarios que envió Go yeneche. A su encue ntro fueron varios o•ciales, algunoscabildantes y mucha multitud. Los hicieron pasar al Cabildo, lugar de donde a la una de la tarde se publicó uncom unicado q ue ofrecía indulto general y señalaba que no había noved ad hasta la llegada del general Goyeneche.Al retirarse los emisarios, mucho s los ac ompa ñaron ha sta las afueras de la c iudad.

En el lugar que ocupa esta vía estaba construido un malecónpara resistir las agua s del río, y era c onocido com o Challapa mpa(planicie de arena). El nombre de avenida Montes es de fec hasmuy posteriores (1906), llamada así para honrar la memoriadel imp ulsor de su c onstrucc ión (el p residente Ismael Monte s).En esta ave nida, en la esquina de la ca lle Genaro Sanjinés, alfrente de d onde está la iglesia de San Francisco, se encontrabaun puente que llevaba el mismo nombre. Allí, el 18 de julio,cerca al anochecer, salió el correo con rumbo a Potosí, queatravesando po r la plaza llena de g ente, ésta empezó a seguirlocon muc ha gritería tratando de de tenerlo, lo cua l lograron en elmenc ionado p uente. Si no hubiera sido por la intervención delcom anda nte, que mandó algunos soldad os para que lo dejaransalir, los mensajeros hubieran terminado muertos. Tal eran losnervios ante una posible traición, que el pueblo empezaba adescon•a r de todo lo q ue no estuviera a su íntegro juicio

“en su lugar”.

Esta vía era un camino de herradura, estaba al •nal de lacalle Comercio y era conocida c on el nombre de “ca mino aYungas”. Durante la república to mó el nomb re de Tomá s Frías,más tarde se la denominó avenida Illimani. En esta calle vivióel patriota Pedro Cosió, quien, antes de iniciar el movimientorevolucionario del 16 de julio, mandó a sus empleados a d istribuirde sus almacenes cuchillos. Sus empleados, Arias y Herrera,

tamb ién estaba n a favor de la causa libertaria, siendo pa rte delgrupo revolucionario.

avenida

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EDIFICIOS PÚBLICOSPalaciodeGOBIERNO

En los cimientos de lo que ahora es elPalacio de Gobierno estuvo construidoel antiguo Cabildo. Cuando estallóla revolución, esta instancia máximadel gobierno español fue tomada porlos revolucionarios para instaurar unnuevo gobierno. Algunos emocionadosrevolucionarios, el 16 de julio, en uno de suspilares colga ron el busto d el rey de España(Fernando VII), éste dab a la impresión d eestar ahorcado.

En la madrugada d el 17 de julio, las

salidas de la plaza fueron ocupadas porla artillería y por orden de Murillo frenteal Cabildo se construyeron horcas, con elobjetivo de obligar a jurar a los realistas.Así, en la tarde, desde esta instanciasalieron Gregorio Lanza y Juan BautistaSagá rnaga a la plaza Ma yor, donde losrealistas se encontraban reunidos, traídosobligatoriamente para jurar •delidadal nuevo gobierno, donde después deapoyar los dedos en señal de juramentoy para formar la cruz, el que hacía jurardecía: “¿Jura Ud. a Dios y a esta señalde cruz, hacer perpetua alianza con losamericanos de esta ciudad, y no intentarcosa alguna contra ellos, y defender lareligión y la patria?”. Y el que recibía el  juramento respondía: “Sí, juro”. Y entoncesle respondía: “Si así lo cumple Ud., Diosle ayudará”. Y el observador decía entresí: “de todos modos lo mismo sucederá”(Ponce, Op. Cit.: 31).  

PalacioLEGISLATIVO

En este luga r estuvo situado anteriormenteel colegio del Seminario. Una vezconsumada la revolución, por orden de

Gregorio García Lanza se allanó estecoleg io para ac uartelar a todos los jónenesque estaban dentro, quienes servirían alresguardo de la población.

 

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En parte de lo que es la Academia de Historia Militar,antiguamente se encontraba el cuartel de veteranos, quefue el primer sitio de la corona española tomada por losrevolucionarios. Para apoderarse de estas instalaciones,los revolucionarios que seguían a Juan Pedro Indaburuinvitaron a los centinelas a b eber en los boliches que ha bíainmediatos a la puerta del cuartel y los entretenían conrepetitivos: “¡Viva Fernando VII!”, a cuya señal, cada vezmás ebrios respondían: “¡Viva!” (Loza, 1949:156).

Mientras otro grupo se acercó sigilosamente detrás delcentinela, éste, como no tenía op ción de d isparar su arma,sacó su bayoneta, con la que de un tremendo golpederribó a Melchor Jiménez, pero éste llevaba en el pechoun cuero de vaca curtido que le servía de armazón y asíno fue herido. Una vez sometido el guardia, ingresaron alpatio iniciando e l fuego de la fusilería y, aunque queda ron

heridos por amba s partes, aprisionaron a todo realista q uese encontraba dentro.

El triunfo fue auda z y rápido, p ero la intromisión y confusiónde algunos agitados milicianos provocó el lamentablefallecimiento de Juan Cordero, quien quiso anunciar eltriunfo, pero halló la muerte. De este suceso se relataque cuando él y algunos milicianos tomaron el cuartel,tras sostener algunos tiroteos, Cordero, venciendo a losguardias, se p uso el sombrero y las ca rtucheras del jefe delos guardias, quien se enc ontraba m uerto en ese m omento,y emocionado salió al balcón gritando: “Ya está todoconsumado, no hay novedad…” (Ponce, Op. Cit.: 459);pero fue co nfundido co n a quien dio mue rte, y allí recibidoun tiro que le perforó el pecho y lo mató d e inmediato.

La muerte de Cordero y la posterior del heridoSevillano, fueron los costos de los audaces revolucionariosque to maron el c uartel; por otro lado, le siguieron siete b ajasa los realistas.

Ex–BancoMinero

La quinta cuadra de lo que ahora es parte de la calleComercio era llama da c alle Santa Bárbara, ésta era unade las vías más frecuentadas y vinculadas para reunira los revolucionarios hasta altas horas de la noche. Lasentrevistas sec retas se las realizab an en un b illar que e stabasituado al frente de la iglesia de la Merced, en lo que esahora el ex – Banco Minero (entre las calles Comercio yColón), el mismo pertenecía a Mariano Graneros, quienera conocido por sus amigos como “Challatejeta”, queen aymará se traduce como “relleno de arena”; sin dudasu sobrenomb re señalab a su gordura.

Durante el mes de junio y los primeros días de julio lasreuniones de los conjurados fueron suced iendo c on ma yorinsistencia en este lugar, indicando que la revolucióndaría inicio. Cordero, Arias, Landaeta , Apa ricio y Jiménez,que se enc ontraban reunidos en ese billar, el 16 de julio,

salieron a la toma del cua rtel para iniciar la revolución.

PrefecturadelDepartamentodeLaPaz

La ca lle Ayacucho a ntiguamente era conocida c omola calle de las “Cajas Reales”, porque en el lugarque ocupa la Prefectura del Departamento de LaPaz, estuvo situada esos fondos tributarios. De allí, elgobierno revolucionario, el 19 de julio, mandó a sacarlos pap eles de las deudas que los ciudada nos tenían ala Real Hacienda rezaga das desde el asedio hasta •nesde 1807 a la plaza Mayor, donde fueron quemados aefecto de que éstas fueran olvidadas.

En este sitio, el 14 de septie mb re, mientras se prep arab an

las tropas que debían enfrentar al ejército enviadodesde el Cuzco, se realizó un ac to vital para la c omp rade armamento y provisiones: el recuento de las CajasReales, donde el indio Catari, miembro de la JuntaTuitiva, vestido de Inca dio un d onativo c onsiderable.

El cadá ver de Cordero fue llevado c omo un g ran héroe, hecho que era cierto, por el pueblo y el clero (17 de julio),donde se decía : “jugó la vida por no perder la patria” (Ibídem).

Desde a quí también, desde el ba lcón que dab a a la plaza, el 19 de julio, Seba stián Aparicio leyó en a lta voz unaproclama , la cua l estaba dirigida a nunciar la unión de patricios y europeos, y ya no había aq uello de pueblo a lto nibajo; sino que a p artir de e se mom ento tod os eran iguales.

CentroCulturaldelasFF.AA.

 

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DependenciasdelPalaciodeGobierno

La cárcel se encontraba en la actual calle Ayacucho, fronteriza al edi•cio de la Prefectura del Departamento deLa Paz y de tras del Palacio de Gobierno. Era una pequeña casita contigua al Cabildo, cuyos calabozos oscurosdab an la impresión de sepultar vivos a los desdicha dos presos, quienes tamb ién deb ían com batir el frío, la hume dady, utilizando noche y día luz arti•cial, la oscuridad. La cá rcel tenía diversos sótanos húmedos abiertos deba jo de latierra, a cada uno de los cuales se había aplicado el nombre de algún santo y solamente uno llevaba el nombre de“in•ernillo”, siendo éste el p eor de los calabozos donde se enc erró a Murillo. A d emá s que, según Nicolás Ortiz, aúnllevaba g rilletes en los pies y un par de platinas en las piernas; no p udiendo conc iliar el sueño ni una sola ve z. Sus hijasestaban ab razada s a él, consolaban el trágico destino que le esperaba .

En los contiguos calabozos estaban sus compañeros: Melchor Jiménez (capturado el 26 de octubre), GregorioGarcía Lanza (capturado el 27 de octubre, salió bajo •anza, pero nuevamente fue detenido el 24 de diciembre),Mariano Graneros (desde el 14 de no viembre), Manuel Cosió (que se presentó voluntariamente el 17 de noviembre),Juan Bautista Sagárnaga , Buenaventura Bueno y Apolinar Jaén (dete nidos en Coroico el 4 d e dic iembre). Todos losmencionados estuvieron detenidos hasta la noche del 26 de enero, fecha en que se les leyó la terrible sentencia.Antes de ser ejecutados, fueron sacados de los calabozos para ser conducidos a cuatro habitaciones del colegioSeminario (actua l depe ndenc ias del Palacio Legislativo), allí entraron a la ca pilla para ha cer la última c onfesión(Ponce, Op. Cit.:116-117).

FabricadeMunicionesDicha fábrica estaba situada en el alto de Santa Bárbara, donde confeccionaban y cargaban secretamentecartucho s y municiones Vicenta Juariste Eguino, Simona Manzaneda y Ma ría Nieves Linares junto a mucha s otrasmujeres. Días previos a la revolución conta ban con 50 mil cartuchos y 200 tiros de cañó n; así dieron recuento d e laprevisión de armame nto q ue los revolucionarios usarían aque l 16 de julio.

En este sitio se encontraba la antigua Catedral, allí se reunieron los grupos de revolucionariosac audillados por Graneros y Landaeta , entre otros, esperando que la c oncurrencia feme nina e infantilque estaba rezando en la iglesia de la campana (Loreto), se alejara del templo para iniciar el ataquerevolucionario.

Una vez tomad o el cuartel, el escribano Các eres y Ramón Rodríguez junto a otros, se apod eraronde la torre de la Catedral para dar aviso con repique de campana, a •n de reunir a la población en laplaza Mayor.

En este lugar, el 17 de julio, la aurora de la m añana alumbró la ca mpa na de la vieja Ca tedral. Algunospatritas dieron a ritmo de d iana de g loria, el inicio de la m elodía libertaria en la meseta am ericana.

IGLESIAS

Ca ted ral La

 

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Ig le sia C arm en

De la iglesia del Carmen, el día de la revolución,salió como era costumbre la procesión de lavirgen del Carmen. Como lo habían planeado losrevolucionarios, ésta fue la señal que d io co mienzoa la revolución del 16 de julio. El obispo RemigioLa Santa, al ver esto, se lanzó hacia la turba aregañadientes, echando muchas amenazas acuanto persona pudiere ver implicada. El cabildolo puso recluso en e l palac io; pero éste tras no estarconforme, fue obligado a deponer su autoridaddiocesana, así fue acomp añado a la c alle de lasOllerías (•nal de la actua l calle Comercio), hasta elpuente de Santa Bárbara, el mismo que conducerío a bajo y ahí le cerraron la entrada . Este p reladose fue con tanta furia que más tarde buscó suvenganza p ersonal.

En esta iglesia, el 30 de julio de 1809, losrevolucionarios ofrecieron un sermón paranombrar a la virgen “Patrona de l Ejército Patriota”;patronazgo q ue ma ntiene hasta hoy en d ía. El títuloque fue dado a la virgen fue especialmente paraproteger la causa de los revolucionarios. ManuelV. García Lanza la llevó a su campaña contraGoyenec he; pero perdida é sta, la santa virgen fuedevuelta a la c iudad; Victorio y Castro se internaronen los montes, dond e fueron rodea dos en el pasoque llama n de la s Junta s, en el río Toto rani, allíopusieron tenaz resistencia, pero fueron superadosen núme ro. Estos dos patriotas fueron deg olladosy se llevaron sus cabezas al pueblo de Coroico; yfueron enviadas de obsequio a Goyeneche, quienlas mandó a colgar en la plaza Mayor.

BasílicaMenordeSanFrancisco

La antigua iglesia de San Francisco sirvió derefugio a muchos de los revolucionarios, yaque allí se encontraba como regente deestudios el fraile Juan de Dios Delgado, unomás de los revolucionarios insurrectos. Así, sinpreocupación, ocultaba a cuanto devotorevolucionario se viere obligad o a escondersetras ser perseguido por las autoridadesrealistas, quienes no podían invad ir la c asa deDios por respeto a Él y a todos los santos queallí moraba n.

El día d e la revolución, este clérigo, sumándosea la causa revolucionaria, hizo sonar lascam pana s de la iglesia; las tocó tan fuerte quelas hizo rajar. Actualmente estas campanasse encuentran depositadas en esta iglesia,donde se puede apreciar las rajaduras quesufrió aquel 16 de julio.

Debajo de este templo, en la “Cripta de losHéroes”, se encuentran resguardad os en urnaslos restos de Murillo, Sagárnaga, Catacora,Jaén y de los hermanos Gregorio y ManuelVictorio García Lanza.

 

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PLAZAS

Este espac io público, anteriormente era conoc ido com o plaza de Churubam ba, era de me nor dimensióny presentaba una fuente con algunas jardineras. Allí, el 30 de marzo de 1808, los revolucionarios aglutinaronal populacho, sitio designado por los conjurados como centro del movimiento. Pero el gobernadormandó a acuartelar a las tropas de guarnición, y algunos de los cabecillas fueron ahuyentados, sindec isión ni acuerdo, p or la repentina ap arición de los soldado s armad os, quienes apresaron a algunos. Aconsecuenc ia, por e ncontrarlos sospechosos de traición, fueron e xpulsado s de las •las de los revolucionariosToma s Orrantía y Ramó n Ribert, de quienes se de cía q ue hab ían corrido a d ar aviso al gob ernador. Losánimos de los revolucionarios no fueron reducido s por este ac to, al c ontrario, el espíritu de la revolución

fue crec iendo d iariamente ; así fueron reuniéndose en distintos lugares y co n cua lquier pretexto.

PlazaAlonsodeMendoza  

Esta plaza se llamaba plaza Mayor, fue el escenario central de larevolución y donde sus principales cabecillas sufrieron el suplicio. Unavez iniciada la revolución se repa rtió la artillería e n las cuatro esquinasde la plaza; para q ue siempre e stuviera llena, se permitía entrar a todaclase de gente, p ero no se p ermitía salir a nad ie, así empe zó a reunirseel Cabildo. La plaza permaneció llena toda la noche, habiendocesado ha sta entonc es el tradicional toque d e arrebato d e las diez dela noche, también estuvieron encendidas fogatas que se hacían conlas esteras (tarimas) de los puestos de las revendonas (vendedoras defruta y verdura), de las que no que dó ni una sin quem ar.

En esta plaza, en la m añana del 17 de julio, se pub licaron band os en lascuatro esquinas y en las ca lles principales, que hac ían sabe r al pueb lolo acordado y c oncedido de cuanto en la noche a nterior se habíadec idido en el Cabildo. Se impuso pena de muerte a todo a quel queinsultase a otro, fuese c hape tón o criollo: am bas clases debían tratarsesin distinción como si todos fueran uno mismo. También se impuso lamisma pena a todo aquel individuo que teniendo armas, ya fuesen defuego o b lancas, no las entregara al Cab ildo.

En esta plaza Pedro Domingo Murillo fue nomb rado c oronel coma ndante

de tod as las provincias y tropas, en med io de un ac to solemne, do ndese formaron toda s las milicias del antiguo b atallón, tropas veterana s,las revolucionarias y el escuadrón de cab allería. En medio d e las tropasveteranas se colocaron banderas, ahí llegó acompañado de tropasgranaderas, y en comp añía de toda la junta de gobierno y a golpe demúsica , se puso al frente pa ra ser reconoc ido.

Murillo

p rinc ip al M urillo

 

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En este lugar fueron mue rtos los principales cabec illas revolucionarios, al frente d e d onde se enc ontraba el antiguoLoreto, allí Goyenec he mand ó a co locar un tablado con horca s. Manuel Cosió contempló horrorizado la muerte desus compa ñeros. Él fue sentenciad o pa ra ser sac ado de la c árcel monta do e n un burro y, después dar vueltas porla plaza, pasar por debajo d e las horcas y ser puesto junto a la pila que e staba en med io de la plaza, co ntemplar lamuerte de sus com pañeros. Y así fue cump lida su sentenc ia, después presenciar las ejecuciones, volvió a p asar pordeba jo de las horca s para luego ser regresado a la cá rcel.

El primero en ser ejecutad o fue M urillo, que fue traído arrastrado p or un asno hasta el pie de la horca, a hí echó tras laespalda la cap ucha d el saco de misericordia que le cubría el rostro (saco viejo de bayeta blanca ), y pronunció estascortas palabras: “La tea que dejo encendida, nadie pod rá apaga r”.

A Murillo le siguió Juan Antonio Figueroa, quien fue sentenciad o a morir por pena d e ga rrote; pero este ca stigo nose pudo cumplir a cabalidad: después de haber sido duramente agarrotado, se levantó ante el asombro de losespectadores, quienes quedaron mudos al ver a Figueroa de pie con vacilaciones de inconciencia. En ese mismoinstante fue llevado a la horca, pero, aplicado esta pena, la cuerda se rompió y cayó abruptamente arrastrando ensu caída al verdugo. Mientras agonizaba penosamente, un soldado le cortó la cabeza.

Después de Figueroa fueron e jecutad os los demás revolucionarios, en e l siguiente orde n:

En la horca: A garrote:Juan Basilio Cata cora Gregorio García LanzaBuenaventura Bueno Juan Bautista Sagá rnagaMelchor JiménezMariano GranerosApolinar Jaén

Cuando se disponía ejecutarse a Sagá rnaga, su espada fue arrojada al aire como a cto d e degrad ación, ya queanterior a la revolución había servido co mo o• cial de los ejércitos reales, ésta c ayó hincá ndose en el suelo, dandolugar a varios augurios populares.

Una vez muertos los revolucionarios, las fuerzas armadas guarnec ían fuertemente la ciudad divididos en diferentespuntos, cubriendo los cuatro frentes de la p laza Mayor y c errando las esquinas con a rtillería, donde nadie se atrevióa hac er burla de l tremend o ca stigo que rec ibieron los conjurados de julio. A las once del día, este cuadro de la plazaera horrendo, como para enmudec er a c ualquiera.

A las seis de la tarde descolgaron los cad áveres, y fueron enterrado s a pesar de la oposición del ob ispo La Santa, quedeseaba que se los eche al “cenizal”. Se mandó a cortar la cabeza de Murillo, para exponerla como escarmientoen una pica en el cam ino que dirigía al alto de Potosí (cuenta una tradición que en el lugar que se ha levantad o elfaro Murillo, estuvo clava da en una pica su cab eza). Lo mismo suced ió con la c abeza d e Jaén, ésta fue colgad a enel camino que dirigía al pueblo de Coroico. Los cadáveres de los revolucionarios piadosamente fueron recogidospor diferentes clérigos, así fueron llevados a distintas iglesias: de Murillo y Sagárnaga a San Juan de Dios; de Figueroaal Sagrario; de Graneros al Carmen; de Jiménez a Santo Domingo ; de Ca taco ra y Bueno a la Merced y; de Lanza yJaén a San Francisco.

En esta plaza también fueron glori•cados los restos de Murillo y Juan Bautista Sagárnaga. En 1939 se encontraronlos restos de estos dos protomártires en el mismo lugar donde fueron enterrados hace 130 años. Así, cuando seefectuaban refacciones en el altar del templo de San Juan de Dios, se hallaron tres cuerpos: dos completos y untercero sin cabeza. Para con•rmar las identidades de los mismos, el alcalde de la ciudad constituyó una comisiónmédic a y otra histórica. La primera de terminó que los tres correspond ían al sexo masculino, que uno de ellos no teníacab eza, ni se pud o enc ontrar restos de huesos craneales.

Por otro lado, la comisión histórica determinó que los restos que no tenían cabeza, mani•estamente pertenecíana Murillo; sobre los otros dos: uno de los cuales pertenec e indud ableme nte al subteniente d e milicias Juan BautistaSagá rnaga, ya que c erca de su cráneo fue encontrado un ob jeto que parec ía un pedazo de vaina de su espad a(que fue rota en el momento de su degradación) y a lado el garrote y cuerda que usó el verdugo. La Comisión nopudo e stablecer la identidad de l tercer cuerpo; pero supuso que pod ía tratarse de otro revolucionario, cuyo nomb reno ha p odido rec oger la historia. Éste fue enterrado en el ce menterio General (5 de feb rero de 1940).

De esta forma, se organizó un Comité d e Homenaje a la memo ria d e los protomártires (Decreto d el 12 de enero de1940); se proc edió a organizar la g lori•ca ción de los restos, que fueron c oloca dos en urnas espec iales (Decreto de l23 de enero de 1940); el Presidente de la república declaró feriado nacional, para que el pueblo asistiera al actode glori•cación (Decreto del 25 de enero de 1940); y •nalmente, en una ceremonia en la plaza Murillo, frente a laCated ral de La Paz, miembros del Poder Ejecutivo, miemb ros del H. Cuerpo Diplomático, a utoridades locales y deadm inistración na cional, asistieron a la glori•cac ión de los restos, el 29 de enero (fec ha e n que sufrieron el suplicio).

Los restos de Murillo fueron glori•cados sin su cabeza, no se sabía sobre su paradero. Por varios años dio lugar a falsascreencias, entre ellas que estaba e nterrada d ebajo del Faro Murillo; pero investigaciones realizada s por la Unidadde Patrimonio Tangible y Natural de l Gobierno Municipal de La Paz dieron con su parad ero (mayo d e 2008). Lasinvestigaciones indican que, después que estuvo colgada en una pica en el camino del Alto de Potosí, la hija deMurillo, Toma sa, ac ompa ñada del franciscano Juan de Dios Delgado , fue a descolga rla y esconde rla en la iglesia deSan Franc isco, lugar dond e fue exhumad a tras una remodelac ión en 1965 (actua lmente su cabeza se introdujo en laurna dond e se encue ntra su cuerpo). De la misma ma nera, se ubic aron los restos de Apolinar Jaén, Basilio Cata cora,

de los hermanos García Lanza, Gregorio y M anuel Victorio, éstos fueron resguarda dos en urnas de b ronce.

Sobre la muerte d e Grego rio García Lanza, un escritor narró lo siguiente:“Una m ujer enlutada –dice–, seguida de dos tiernos niños, se p resentaante Go yeneche . –Señor, le dice al tirano, salve la vida d e mi esposo porpieda d a estos niños. –No, respond e soberbio Goyene che. La ma tronaclavaba una mirada de od io en la turbada faz del déspota y repite entono solemne: -Caiga la sangre de García Lanza sobre tu frente. Y sale.Luego, con el corazón grande y varonil con que la dotó la naturaleza,espectó la trágica ejec ución de su esposo. Cuando el día declinaba , enese solemne mo mento d e eterna me lancolía, la misma m ujer y un frailesacaba n, casi arrastrando, un cuerpo huma no, con sigilo y preca ución,del p alac io de Goyenec he. Los dos misteriosos personajes se dieron altemplo de San Francisco. El fraile comenzó a abrir un hoyo al pie delaltar de San Anto nio, mientras la mujer, con las mano s plegada s, oraba .El fraile aca bó su tarea y la m ujer descubriendo el rostro del ca dáve r ledio un b eso en los yertos labios y cayó desmayad a. El cuerpo descendióal hoyo con un ruido sordo, el fraile repitió un responso y echó tierraenseguida. ¡Así de sencillo fue el entierro de uno de los más ilustresprotomá rtires de la indep endenc ia ame rica na!. Esta mujer era la señoraManuela Campos y Seminario” (Díaz, 1978:210-211).

 

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GOBIERNOMUNICIPALDELAPAZALCALDE MUNICIPAL DE LA PAZ:Dr. JUAN DEL GRANADO COSIO

OFICIA L MA YOR DE C ULTURAS:WALTER GÓMEZ MÉNDEZ

DIRECTORA DE PATRIMONIO TANGIBLE Y NATURAL:ARQ. WILMA CORDERO ARANIBAR

JEFE DE PATRIMO NIO TANGIBLE Y NATURAL:MSC. ARQ. PATRICIA VÁSQUEZ AGUILERA

TÉCNICO SD E LA UNIDAD DE PATRIMONIO TANG IBLE Y NATURAL:HIST. RANDY CHÁV EZ GARCÍA - TEC. CA RLOS GERL PARDOARQ. YSRAEL MENDOZA MALDONADO

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